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La defensa constitucional busca preservar el estado constitucional o la observancia de las

normas constitucionales antes de que sean violadas, prevenir ese hecho o, una vez
violadas, destruir los efectos de las violaciones.

Inspirar el control constitucional es una capacidad, no una obligación. Por lo tanto, los
controles preventivos deben ser obligatorios, no discrecionales. Son necesarias una serie
de reformas y/o adiciones a la constitución política de los Estados Unidos Mexicanos para
que los votantes permanentes ejerzan el control constitucional previo de la ley.

Nuestra Constitución tiene por objeto dotar a la sociedad del orden jurídico que le
permita conformar una adecuada organización en la que se determinen la estructura, los
poderes, las funciones y las obligaciones del Estado, de quienes ejercerán el poder,
además de plasmarse los derechos y obligaciones de los individuos, y por ende
establecerse un mínimo de garantías que permitan su observancia y conservación,
alcanzando, así, los fines humanos.

(Jorge Cajiga Calderón, marzo 2013) Tenemos que tener presente que acorde con la
naturaleza de las controversias constitucionales, no basta el planteamiento de la
inconstitucionalidad de los actos o disposiciones que en ella se impugnen, sino que
también exista la afectación en el ámbito competencial de alguno de los entes a que se
refiere el artículo 105, fracción I de la Constitución Federal.

De tal forma que sólo cuando se alegue contravención a la Carta Fundamental por normas
o actos de un órgano, poder o entidad que afecten a otro, es que podrá entrarse al
estudio de los conceptos de invalidez que se hayan hecho valer.
Instrumentos protectores de la Constitución
Los instrumentos protectores de la Constitución que existen en el sistema jurídico
mexicano, son: a) Instrumento Político, que se traduce en la división de poderes; b)
Instrumentos Sociales, que se da con la participación de los grupos sociales y de los
partidos políticos; c) Instrumentos Económicos, que consiste en la regulación de los
recursos económicos y financieros (Ley de Ingresos y Presupuesto de Egresos, así como la
fiscalización del gasto público); y, d) Técnica Jurídica, la cual tiene sustento en la
supremacía constitucional y en el procedimiento dificultado de reforma a la Constitución .

Estos instrumentos no son nuevos. La realidad mexicana es que procedemos


administraciones en donde no se usaron estos instrumentos para controlar los excesos y
abusos de poder, etc. por citar algunos ejemplos. En efecto, todos cumplen los objetivos
por los cuales fueron creados; sin embargo, en la práctica no dejan de ser falibles,
ineficaces o insuficientes.  

La Constitución ha sido rebasada desde que tengo uso de razón, seis presidentes la han
reformado en un 70% en 35 años (De la Madrid 66, Salinas 55, Zedillo 77, Fox 31, Calderón
110, Peña 147)   bajo el argumento de la evolución social, económica y jurídica de orden
internacional, perdiendo la esencia de la revolución (abatir al conservadurismo y la
responsabilidad ineludible del Estado Mexicano con el desarrollo integral de sus
ciudadanos).

El ejemplo más claro de esto que comento fue la pasada votación para la reforma
constitucional en materia energética que no se aprobó, efectivamente por varios de estos
elementos se limitó el poder de reformarla, pero claramente vimos como los legisladores
de oposición se alinearon a su bancada, a su partido o a un grupo en particular y cuyo
resultado reflejó su visión partidista que dista del beneficio para los ciudadanos. Es decir,
el instrumento sirvió, pero fue estéril o ineficaz para los mexicanos. Parecería que sus usos
son a conveniencia del interés particular sobre el general.
Estos mismos instrumentos en sexenios anteriores no fueron suficientes para impedir
todo lo que ha sucedido en nuestro país.  

Instrumentos políticos
Los instrumentos de política han sido definidos como mecanismos y técnicas para
implementar o dar efecto a las políticas públicas (Salamon, 2002). Cada política pública es
implementada a través de uno o un conjunto de instrumentos específicos: leyes, cuotas,
premios, sanciones, permisos, prohibiciones, accesos y restricciones. La diversidad y
complejidad de estos instrumentos varía significativamente según sea el área de política
de que se trate (Vedung, 2011); éstos rara vez se seleccionan sobre la base de su
aplicabilidad y efectividad; son otros los criterios y elementos que inciden en su elección.

Una de las características de los regímenes democráticos contemporáneos es la tendencia


a la participación cada vez más activa de los sectores sociales en la toma de decisiones
polít4cas importantes.

La trascendencia de los partidos políticos ha determinado que los ordenamientos


constitucionales de nuestra época, además de otorgarles rango constitucional,
establezcan regulaciones cuantitativas y cualitativas, especialmente en cuanto a su
estructura democrática y a la necesidad de un programa de acción. Además, se les han
otorgado prerrogativas en cuanto a su acceso a los medios de comunicación y a los
recursos financieros necesarios para su funcionamiento. Al respecto, el conocido
tratadista Giovanni Sartori afirma que existen más de cien Estados que, al menos sobre el
papel, han expedido algún tipo de disposición legislativa, ya sea ordinaria o fundamental,
sobre los partidos políticos.

El mismo precepto determinó que los partidos tienen como fin promover la participación
del pueblo en la vida democrática, contribuir a la integración de la representación
nacional y, como organizaciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de éstos al
ejercicio del poder público, de acuerdo con los programas, principios e ideas que postulen
y mediante el sufragio universal, libre, secreto y directo. En seguida se consagró el
derecho de los partidos al uso permanente de los medios de comunicación social, y de
contar en forma equitativa con un mínimo de elementos para sus actividades tendentes a
la obtención del sufragio popular.

Otro aspecto importante que han consagrado las Constituciones de nuestra época, y
recientemente también la mexicana, es el relativo a la regulación constitucional, en sus
lineamientos, de los procedimientos y organismos electorales, materia que no fue objeto
de atención por la Constitución de 1917, y no podía serlo debido a la época en que se
elaboró, ya que entonces se estimaba que dichos instrumentos electorales debían ser
regulados sólo por las leyes ordinarias.

Instrumentos sociales
Uno de los grandes avances del constitucionalismo se inició en la carta federal mexicana
de 5 de febrero de 1917, que introdujo dentro de sus preceptos el reconocimiento de los
grupos sociales marginados, es decir, de los trabajadores (artículo 123) y de los
campesinos (artículo 27), con lo cual se inició la etapa del llamado constitucionalismo
social, el que fue seguido posteriormente por las cartas fundamentales de Alemania
(1919) y de la República española (1931), entre otras.

Otra forma importante de participación de los sectores sociales en la protección de las


disposiciones constitucionales (pero también, a veces, en su desconocimiento) es la de los
partidos políticos, los que intervienen de manera decisiva en la toma de las decisiones más
importantes, y por ello se les ha reconocido como organismos de carácter constitucional.
Como es bien sabido, los primeros partidos políticos en sentido moderno (ya que con
anterioridad sólo podría hablarse de agrupaciones o de corrientes políticas), surgieron
durante el siglo XVIII en Inglaterra como asociaciones regidas por estatutos privados.
El sector social (organizaciones de trabajadores, de campesinos, cooperativas,
comunidades y empresas de propiedad mayoritaria de los trabajadores), el penúltimo
párrafo del propio artículo 25 constitucional dispone que la ley establecerá los
mecanismos que faciliten la organización y expansión de su actividad económica.

En relación con el sector privado, el último párrafo de dicho precepto fundamental


establece que su actividad económica será alentada y protegida por la ley, la cual debe
proveer las condiciones para que contribuya al desarrollo económico nacional. Como
puede observarse, en estos preceptos se encuentran los lineamientos de la llamada
economía mixta o social de mercado.

Instrumentos económicos
La regulación de los recursos económicos y financieros del Estado se ha conformado por
medio de instrumentos destinados a la tutela de las normas constitucionales que
consagran los principios del régimen económico de carácter público. Es sabido que los
primeros cuerpos representativos de carácter estamental surgieron en la Edad Media con
el objeto de autorizar la entrega de recursos económicos al monarca, especialmente para
sus campañas militares, a cambio de privilegios y prerrogativas.

Éste fue el principio de la lenta y paulatina conquista de las facultades parlamentarias en


esta materia. En las Constituciones contemporáneas, se ha incorporado una serie de
medidas para la regulación adecuada de los recursos financieros y económicos de carácter
público, que en su conjunto han recibido el nombre de derecho constitucional económico.

De acuerdo con dichos instrumentos, los órganos legislativos aprueban anualmente las
leyes de ingresos y presupuestos de egresos; fiscalizan los gastos públicos y autorizan los
empréstitos. Asimismo, se han establecido organismos autónomos, en su mayor parte
vinculados, pero no subordinados a los propios Parlamentos, para supervisar de manera
permanente el empleo de los recursos públicos y resolver las controversias que pudieran
surgir con su aplicación. Estos últimos organismos se han denominado contralorías
públicas o tribunales de cuentas. Por otra parte, en los ordenamientos fundamentales de
nuestra época también se han creado mecanismos para redistribuir los recursos públicos
entre las diversas entidades, especialmente en los países con alto grado de
descentralización corno los federales y. los regionales, con el fin de evitar la concentración
de los propios recursos en las entidades que cuentan con mayores ingresos. Este sistema
de redistribución forma parte del llamado federalismo cooperativo.

Supremacía constitucional
Este principio pertenece al campo de la técnica normativa, tienen efectos esenciales sobre
la eficacia de las disposiciones fundamentales y la vida política, y por ello se ha consagrado
en la mayor parte de la Constitución contemporánea, ya sea expresa o implícitamente.

La supremacía constitucional debe considerarse el principio básico de todo sistema


jurídico, como lo demostró con gran claridad el notable jurista austriaco Hans Kelsen, en
cuanto afirmó que existe una jerarquía normativa indispensable y que el fundamento de
validez de todo el ordenamiento jurídico se encuentra en las disposiciones de carácter
constitucional.

Sin embargo, por razones prácticas y debido a los antecedentes en la vida jurídica colonial
y en la doctrina del magistrado inglés Edward Cake, este principio fue consagrado en el
artículo VI de la Constitución federal de Estados Unidos, y se desarrolló a partir del famoso
caso Madison versus Marbury (1803) por la jurisprudencia de la Suprema Corte Federal, ya
que, en ese fallo, como es bien sabido, John Marshall, presidente de dicho tribunal,
consideró que toda norma legislativa contraria a la Constitución federal era nula y carece
de todo valor. El citado principio de la supremacía constitucional tuvo una influencia
decisiva en cuanto al establecimiento de la revisión judicial de la constitucionalidad de las
leyes en varios países pertenecientes a la comunidad británica, así como en la mayoría de
los ordenamientos latinoamericanos, incluyendo el de México por conducto del juicio de
amparo consagrado en los artículos 101 y 102 de la Constitución federal de 5 de febrero
de 1857.
La supremacía de la Constitución está regulada actualmente por el artículo 133 de la carta
federal vigente, con una modificación de detalle en enero de 1934, precepto que tomó
como modelo, lo mismo que el artículo 126 de la ley fundamental de 1857, al artículo VI
de la Constitución federal de Estados Unidos de 1787. Dicho precepto dispone:

Esta Constitución, las leyes del Congreso de la Unión que emanen de ella y todos los
tratados que estén de acuerdo con la misma, celebrados y que se celebren por el
presidente de la República con aprobación del Senado, serán la Ley Suprema de toda la
Unión. Los jueces de cada Estado se arreglarán a dicha Constitución, leyes y tratados a
pesar de las disposiciones en contrario se pudiera haber en las Constituciones o leyes de
los Estados.

No obstante que, como se ha dicho, los procedimientos de reforma son similares en


Estados Unidos y en México, la experiencia de los mismos ha sido muy contrastante.
En Norteamérica, el procedimiento se ha aplicado en escasas oportunidades y su duración
ha sido muy lenta y en ocasiones prolongada. En el ordenamiento mexicano, ese
procedimiento se realiza en ocasiones con mayor rapidez que el legislativo ordinario, por
lo que se da la impresión de que la carta mexicana corresponde a las Constituciones
flexibles de acuerdo con la terminología de Bryce (ver supra, párrafo 77).

Pero esto no es exacto, ya que estos cambios constantes han obedecido a diversos
factores políticos. Las reformas se produjeron con mucha facilidad durante varias décadas
debido a la existencia de un partido hegemónico (el Partido Revolucionario Institucional),
que tenía mayoría absoluta en las dos Cámaras y en las legislaturas locales.
Sin embargo, a partir de 1977, cuando se implantó el sistema de representación
proporcional, se ha reforzado de manera considerable la oposición, primero en la Cámara
de Diputados y en las legislaturas de los estados, y a partir de las elecciones de agosto de
1994, en el Senado federal, ya que, de acuerdo con las reformas de 1993, se admitió la
integración con senadores de primera mayoría, y en los términos de las modificaciones
constitucionales de agosto de 1996, también con los electos por representación
proporcional
Conclusión
Es importante tener en cuenta que existen estos instrumentos que servirán de apoyo para
el buen cumplimiento de estos derechos. Es importante que los derechos sean
actualizados ya que deben adaptarse conforme avancemos en el mundo y cada vez surgen
nuevas propuestas para terminar poco a poco con la violación de nuestros derechos.
El avance es evidente y es importante la adaptación y es aquí donde estos instrumentos
forman parte, para siempre prever por nuestros derechos y el avance que en ellos surjan.

A sí mismo quisiera agregar que la defensa de la constitución se concibe como una norma
que ejerce la función de declarar ilícitos los fines contrarios al orden material sobre el que
descansan las normas jurídico-positivas, aun cuando los procedimientos utilizados en su
persecución sean democráticos.
También quiero agregar la importancia de la adaptación de los derechos en otros países
ya que se pueden usar de comparación para que nuestro país mejore en aspectos que no
estemos actualizados.
Por último, finalizo mencionando que el artículo primero de la constitución reconoce los
derechos humanos en general e incorpora legislación internacional. Esto es a lo que me
refería anteriormente la importancia de adaptarnos con legislaciones internacionales y no
quedar anticuados en base a los derechos que son sumamente evolutivos a mi parecer.

La importancia de esto radica primero en proteger los derechos de todos los ciudadanos,
recalco también que conlleva a la respuesta dos en donde se ve los resultados de
cumplimiento de los objetivos de dichos instrumentos para lo cual aquí entra la
importancia del cumplimiento de los instrumentos del derecho constitucional, puesto que
hacen diferencia a ministerios o dependencias que protegen todos estos derechos tanto
civiles como colectivos esa sería más que nada su función primordial, por otra parte
también se encuentra la importancia en la revisión de las disposiciones establecidas en la
leyes, es decir en la constitución puesto que se establecen artículos que ponen ese
hincapié, entonces una vez que se revisa la ley suprema el derecho constitucional
permitirá hacer rectificaciones para ver que se cumplan todas las garantías
constitucionales.

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