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Trabajo practico V de la Cartilla:

1) Desarrollar la psicopatología de la vejez en cuanto a: depresión/síntomas, ansiedad,


hipocondría, trastorno cognitivo leve, demencias, síndrome confusional agudo, dependencia
alcohólica en adultos mayores. En todas estas patologías desarrollar características, síntomas y
tratamiento.

Entre las patologías psíquicas que pueden afectar a los adultos mayores, nos referiremos a:

La depresión: es la patología psíquica más común en la vejez. Se trata de un trastorno del estado
de ánimo, una manifestación que expresa el dolor psíquico. Se relaciona con el sufrimiento y el
aislamiento social, y aumenta el riesgo suicida y las probabilidades de padecer enfermedades y de
morir. Debido a las miradas prejuiciosas sobre la vejez, que hacen que la depresión sea vista como
algo común y habitual, esta enfermedad no suele ser diagnosticada, o, si es que se la trata, los
tratamientos pueden no ser adecuados. Muchas veces aparecen formas de depresión que están
veladas por lo que se llaman las quejas sobre el cuerpo, o somáticas, o se dan junto con otras
enfermedades orgánicas que hacen difícil su detección. Es importante señalar que la depresión
puede producir deterioros en las capacidades cognitivas, las que, una vez curada la enfermedad,
revierten. Por ello es fundamental no confundir una depresión con una demencia, para asi encarar
el tratamiento adecuado.

Síntomas: Los síntomas pueden ser:

- Estado de ánimo depresivo la mayor parte del dia: la persona se siente triste, vacía. Puede
llorar o sentir ganas de hacerlo, aunque también puede presentarse un carácter irritable.

- Disminución importante del interés o de la capacidad de sentir placer: sucede casi todo el
tiempo, en todas o casi todas las tareas, manifestado por la misma persona, o por terceros
que la observan.

- Trastornos en el apetito: Puede darse que tenga mucho o poco apetito y se manifiesta de
manera constante.

- Insomnio o hipersomnia: Exceso de sueño o falta de él.

- Agitación o enlentecimiento psicomotor, que van mas allá de la sensación de sentirse


agitado o enlentado.

- Fatiga o pérdida de energía casi todos los días: Puede darse sin que haga esfuerzo alguno.

- Sentimientos de inutilidad y culpa excesivos: la persona se siente inservible. Muchas veces


es exagerada y/o delirante.

- Pensamientos recurrentes de muerte o suicidio.


En los hombres, los síntomas depresivos suelen estar relacionado con la pérdida del trabajo
(por el lugar que ocupada, el rol), de la capacidad física y de vigor (lo que ahora no puede ya
no puede hacer)

En las mujeres, los síntomas depresivos suelen estar influenciados por la ida de los hijos
(síndrome del nido vacío), el no sentirse deseadas, entre otros motivos.

La ansiedad: Se trata de una reacción emocional, una actitud que anticipa la presencia de un
peligro inminente. El peligro que se espera es desconocido, y es por ello que se desencadena
este sentimiento. Denota aprensión, tensión y desasosiego como consecuencia de la
anticipación de peligro, el que puede ser de origen interno o externo. Supone una puesta en
marcha de mecanismos conductuales y cognitivos con el objetivo de evitar tener que
enfrentarse a una situación peligrosa. La ansiedad puede ser “flotante”, es decir, desprovista
de una factor detonante, o puede estar asociada a fobias definidas, como el temor persistente
e irracional hacia un objetivo, una actividad o una situación. Entre sus características se
observa un sentimiento continuo de tensión y de aprensión, tendencia a subestimar y a
denigrar, miedo a ser criticado o rechazado, y evitar los contactos sociales y profesionales por
temor a ser desaprobado.

La ansiedad en la vejez: La incertidumbre que produce el envejecimiento conlleva un riesgo


potencial a nivel de la ansiedad. Ciertos factores contribuyen a esta emergencia:

- La personalidad: es un factor favorable a las descompensaciones, especialmente en las


situaciones de estrés. La historia individual, la experiencia acumulada, los modos de
reacción anterior juegan un considerable papel.

- La afectividad: el estado de humor determina el grado de resistencia a la fragilidad


psicológica.

- El funcionamiento intelectual: las limitaciones intelectuales son factores que predisponen


a la ansiedad, por la vulnerabilidad que produce la restricción de recursos para
comprender situaciones nuevas.

- La vida de relación: la vejez puede acarrear un aislamiento progresivo por la pérdida de la


pareja y de amigos. Estas carencias afectivas pueden producir ansiedad debido a la falta de
recursos seguros con los que cuente el sujeto.

- La percepción del cuerpo: las pérdidas de eficacia y de control del propio cuerpo pueden
producir una perdida de seguridad y una serie de limitaciones en las actividades, que
pueden llevar a incrementar los montos de ansiedad.

- La enfermedad física: encontrarse enfermo, discapacitado o accidentado produce un


sentimiento de vulnerabilidad y angustia. También es importante destacar que la ansiedad
puede ser una síntoma de numerosas enfermedades físicas (cardiovasculares,
respiratorias, endocrinas, neurológicas, y por medicamentos).
- La vida social: el corte en la vida social, la perspectiva de discapacitarse, las miradas
prejuiciosas sobre la vejez llevan a que la imagen de si se ponga en duda y se vea de un
modo negativo. Particularmente la entrada en una institución geriátrica u otros hechos
que arrebatan el sentido del control personal pueden ser altamente ansiogénicos.

Manifestaciones clínicas

La ansiedad es frecuente en la vejez, aunque sus modos de expresión y duración sean


variables. Se evidencia en las preocupaciones subjetivas que resultan de un sentimiento de
vulnerabilidad, y conciernen a temas que tocan la integridad en los dominios de la salud, del
cuidado de los bienes, de la propia persona y de los seres queridos. La ansiedad suele ser
frecuente detrás de una queja de memoria. Asimismo, está asociada a síntomas somáticos
como las náuseas, la disfagia, la constipación, la sensación de tener la garganta cerrada, la
opresión torácica o la impresión de la cabeza vacía. El sueño puede estar perturbado,
manifestándose en la dificultad para dormir y las pesadillas. El repliegue en los hábitos y en la
rutina, forman parte de los mecanismos para evitar la confrontación con situaciones nuevas.
Las fobias especificas son más raras en la vejez, aunque la más habitual es el miedo a los
espacios abiertos, o agorafobia, como por ej, el salir a la calle.

La hipocondría: Este problema se observa tanto en hombres como en mujeres y sobreviene


generalmente después de los 50 años. El enfermo está convencido que está, o tiene
posibilidades de estar, afectado por una o varias enfermedades. Expresa quejas múltiples,
repetidas, a menudo alimentadas por sensaciones o signos físicos normales o insignificantes.
La ansiedad y la depresión pueden acompañar este cuadro. Las quejas son variables y
ambiguas, el síntoma más recurrente es dolor, no obstante son muy habituales las quejas
respecto del funcionamiento intestinal y cardiorespiratorio. La persona se muestra
dependiente y tiránica, sus innumerables quejas son acompañadas de actitudes defensivas
hacia los próximos como la indiferencia, la agresividad o el abandono. La queja hipocondríaca
no excluye que haya enfermedades reales, particularmente en personas mayores, donde
puede haber una pluripatologia (varias enfermedades a la vez). La hipocondría tiene una alta
función adaptativa, ya que permite desplazar la ansiedad hacia una enfermedad imaginaria
que pareciera darle un papel más aceptable socialmente.

Trastorno Cognitivo Leve (TCL): Este trastorno a nivel de las facultades cognitivas podría ser
descripto como un estadio transitorio entre los cambios normales propios del envejecimiento
y los problemas más serios ocasionados por patologías francamente demenciales como el
Alzheimer. Este trastorno puede afectar áreas de la cognición tales como el lenguaje, la
atención, el razonamiento, el juicio, lectura y escritura, muchos investigadores han focalizado
sobre sus efectos sobre la memoria
2) ¿Cuáles son las dificultades cotidianas en los adultos mayores? Describir los trastornos
de ánimo del adulto mayor.

El deterioro físico derivado del proceso natural del envejecimiento, asociado a la presencia de una
o más enfermedades y al estilo de vida del individuo, puede provocar que los adultos mayores no
consigan realizar por si mismos las actividades más elementales de la vida diaria. Algunas de las
actividades cotidianas en las que el adulto mayor encuentra dificultad para realizar son:

 Subir y bajar escaleras

 Aseo personal

 Vestirse

 Salir de la casa

 Apego a un tratamiento terapéutico

 Cocinar

 Usar un teléfono

 Moverse dentro de la casa

 Lavar la ropa

 Comer

De acuerdo con estudios psicológicos y sociológicos, el adulto mayor sufre una alteración en
su autoestima y su entusiasmo debido principalmente a los siguientes factores:

Deterioro físico y biológico. Por ej:, el debilitamiento o la pérdida total de las capacidades
visuales, motrices y auditivas que pueden degenerar en la perdida de la autonomía. Paso de
persona laboral a persona jubilada. Este es unos de los hechos más comunes que suelen
contribuir a disminuir la autoestima del adulto mayor, pues cuando se jubila y comienza a
sentirse improductivo deja de tener una actividad que lo obligue a mantener una vida activa;
por ello, es usual que, cuando han dejado de trabajar, permanezcan aislados en su hogar por
largos periodos.

Abandono de hijos: El adulto mayor se siente abandonado cuando los hijos deciden
independizarse del lazo materno o paterno, ya sea para formar familia o para generar un
espacio de convivencia propio. Además de estos factores existen otros que pueden afectar su
estado de ánimo, como pueden ser: muerte de seres queridos, indiferencia por la vida, miedo
a la cercanía de la muerte, etc. Todos estos afectan el ánimo de los adultos mayores y pueden
provocar que se retraigan y se aíslen. Por ello es necesario tomar medidas adecuadas para
evitar tales trastornos.

3) Sobre el cuidador (acompañante terapéutico): Mencionar características, actividades,


problemas comunes y sugerencias para su labor.

El que recibirá la capacitación como cuidador-acompañante es un adulto y que brindara ayuda a


un adulto mayor. Su motivación debe ser su afán de servir y ayudar, por el afecto y solidaridad con
la familia, en su caso, o por la satisfacción de ayudar y de servir al adulto mayor. Es un cuidador
secundario, o sea, no se encargara del cuidado del adulto mayor completamente ni todo el
tiempo, sino con limitaciones que amerite el caso. El cuidador permanecerá con el adulto mayor
por las mañanas (si es el caso) en colaboración con los familiares de este, quienes se
comprometerán a cuidar de el por las tardes o noche, y no tendrá a su cargo pacientes graves o
que requieran ciertos manejos o cuidados con un perfil determinado.

A partir de una edad, se van perdiendo las aptitudes psicomotrices, cognitivas y sociales. Esas
pérdidas producen una disminución considerable de la funcionalidad de los mayores. Todas estas
circunstancias ocasionan sentimientos de inutilidad que deberán ser resueltos a través de la acción
interactiva de todo el que se encargue del adulto mayor. El cuidador deberá estar atendiendo al
estado de fragilidad, de la fragilidad afectiva y también de la fragilidad social. Deberá poner
atención a la perdida de funciones que esté presente en cada adulto mayor, y luego tratara de
mejorar sus aptitudes y adaptarlo desde el punto de vista holístico, lo que quiere desde la
integración de los diferentes elementos que conforman la vida del adulto mayor. También se debe
considerar que el contexto, en el caso de los mayores, ejerce una gran influencia. Esta información
que puede ser útil, es la siguiente:

 Ambiente social: estilo de residencia, personas con las que se relaciona, concepción de la
forma de vida actual.

 Características económicas: papel que desempeña a nivel familiar, ingresos económicos,


categoría de gastos económicos que realiza, percepción sobre el nivel de ingresos de la
situación jubilado.

 Hábitat (lugar en donde vive): tipo de vivienda y manera de afrontar los gastos derivados
del mantenimiento, estado y equipamiento de esta, comodidad y accesibilidad en relación
a su estado físico.

 Percepción personal (¿Cómo se ve a si mismo el adulto mayor?): Percepción de las


habilidades cognitivas, percepción del estado físico, del estado de ánimo, sobre los
principales, problemas que afronta, del tipo de ayuda que recibe, conocimientos de los
servicios a los que puede acceder.

 Sanitaria: Percepción sobre el estado de salud, uso de servicios, percepción sobre la vejez.
 Socio sanitaria: Conocimiento sobre los servicios socio sanitarios, uso de estos servicios,
canales de información, presentación de servicios solicitados.

Luego de las tares por parte del cuidador, éste se encargará de:

 Ayudar a desplazar al adulto mayor de la casa-habitación.

 Apoyar acciones elementales, por ej. Llevarle un vaso de agua, pasarle una revista, etc.

 Ayuda a monitorear el estado general de salud del adulto mayor.

 Dar aviso a las personas correspondientes en caso de que le adulto mayor sufra un
agravamiento de su estado de salud.

 Leer al adulto revistas, periódicos, libros y demás materiales.

 Comentar con el adulto mayor o charlar acerca de las noticias, etc.

 Mantener buenas relaciones con los familiares del adulto mayor y mantenerlos
informados.

 Informar al médico y al otro cuidador del estado del paciente y lo que ha requerido.

 Comprar los alimentos que requiera el adulto mayor.

Los problemas que pueden afectar a la persona que esta cargo de la persona dependiente son
variables. Puede aparecer una serie de problemas en cuatro áreas de la vida:

a) A nivel físico: Puede aparecer una sensación de cansancio excesivo y permanente, con estado
de sobrecarga de trabajo, aumento o disminución de apetito. Si la dedicación es muy intensa, el
cuidador termina por abandonar el cuidado de si mismo. Puede padecer problemas como ulceras,
somatizaciones, dolores articulares, cervicalgias, dorsalgias, lumbalgias

b) A nivel psicológico: Puede presentarse en ocasiones que el cuidador, sin darse cuenta, está
pensando siempre en el adulto mayor, lo que le hace desarrollar la concentración en un solo tema,
una sensación como de estar atado a algo, no sentirse libre. Este estrés puede generar una
disminución en la autoestima, producir apatía, desmotivación, cambios de humor, inestabilidad
emocional, irritabilidad.

c) A nivel familiar: Acá se presentan dos situaciones: 1- cuando el cuidador sea un miembro de la
familia del adulto mayor y pertenece a una relación de procedencia entre la familia (hermanos):
los problemas que se generan a veces producen reforzamiento de los lazos familiares, ya que
todos se implican, sino por igual, al menos, cada uno según sus posibilidades, pero lo mas
frecuentes es que aparezcan conflictos, al que hay que añadir la opinión del cónyuge, suele
originar distanciamientos entre hermanos y un desgaste de la relación que con el tiempo pasa una
costosa factura en el estado de ánimo del cuidador. 2- cuando la relación de procedencia es de la
familia creada (hijas, cónyuge): afecta a las relaciones con la pareja y con los hijos porque la
cuidadora, casi siempre mujer, dedica al adulto mayor parte del tiempo que solía ser para sus hijos
y pareja. Además, la presencia del enfermo en el ámbito de la familiar implica no solo una
reorganización de espacios sino un cambio y, a veces, alteración significativa de la convivencia
familiar.

d) Social: Las primeras renuncias que aparecen de un cuidador están relacionadas con el tiempo
de ocio que solemos utilizar con los amigos, vecinos, visitando a otros familiares, etc. El cuidador
se sobrecarga con las tareas requeridas con el adulto mayor a costa de disminuir las relaciones
sociales, tan necesarias para mantener un nivel aceptable de salud mental. Es importante decir
también que cuando el cuidador es el propio cónyuge, la situación suele ser totalmente distinta,
porque muchos de los problemas aquí expresados se viven de otra forma. Cada vez con más
frecuencia podemos observar la práctica habitual de familias que deben hacerse cargo de alguno
de sus miembros. La mayoría de las familias se adaptan, aunque pasen por periodos de
inestabilidad o dificultad, las cuales incluso precipitan episodios de crisis que pueden afectar a
todos sus componentes, especialmente a las persona encargada, que es el miembro de la familia a
quien se delega el cuidado del enfermo y que soporta la mayor parte de sobrecarga. Algunas de las
áreas generales a trabajar serian las siguientes: habilidades sociales y técnicas de comunicación,
las preocupaciones, como controlar los pensamientos negativos y las emociones, la familia,
técnicas de relajación, etc. Estos son especialmente vulnerables a padecer un síndrome del
cuidador, puesto que a las características del cuidado hay que añadir las propias de su edad y
patología. De manera general las complicaciones pueden estar dadas por alguno de los siguientes
factores:

 Mutua dependencia generando sentimientos de culpa y remordimientos.

 El tiempo que lleve el cuidador a cargo del adulto mayor.

 La ayuda familiar que reciba.

 La ayuda social que reciba.

 El nivel de tolerancia al estrés que tenga

 La carga de responsabilidad que tenga.

 La gravedad y estadio de la patología que presente su familiar.

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