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DESPUÉS DE TODO, TODOS ESTAMOS CONECTADOS

Naytiry/ 9627

“Somos tan distintos e iguales. Somos el que siente y el que no está. La piedra y el río, el cielo, la flor.
El lobo, el cordero, y el mismo Dios. Todos somos uno. Todos somos uno con los demás.” Así resume
un popular cantante la Verdad Universal de la Humanidad: su unicidad.

Loa seres humanos integramos una sola especie interdependiente: la Humanidad. Todos dependemos
de todos para vivir en paz y prosperidad; Esta consciencia de complementariedad la adquirimos sólo
cuando por necesidades concretas nos unimos a otros, que nos complementan, en la superación de
retos. Lo que somos no empieza y acaba en los límites de una forma: la melodía se configura poco a
poco, en pasos, cuando nos relacionamos; se construye con la nota que cada uno representa. Pasar del
sonido individual al de la armonía del conjunto, requiere de muchos ensayos e intentos. Los primeros
pasos no nos hacen orquesta. Los múltiples, o incontables ejercicios aseguran el que, algún día,
podamos disfrutar la melodía del universo.

No hay límites para el sentir ni para el conocer; le llamamos expansión de la conciencia; es la cualidad
que porta lo que llamamos Universo, “Dios/Diosa” – lo que quiera que represente este concepto- y que
no es atrapable en ningún conocimiento humano, por muy complejo que este sea.

Todos somos del mismo origen; nacimos humanos, y ello nos vuelve una gran familia. Vivir conectados
como “todos somos uno” trae gran alegría; nadie puede hacerle daño a otro sin antes hacerse daño a sí
mismo. La gente pertenece a las familias; éstas establecen comunidades que constituyen la gran
diversidad de gente colorida del mundo. Y toda esa gente conforma un solo cuerpo, magnífico, con una
sola alma llamada Humanidad.

Somos como hojas extendidas de las ramitas, que se ramifican de ramitas más grandes en las ramas
de ramas más grandes, hasta que alcanzamos el tronco y las raíces comunes a todos nosotros. Cada
uno tiene su lugar en este Árbol de la Vida, cada uno con su fuente de dones, habilidades y fortalezas;
en esto confía el árbol para su misma supervivencia.

Ningunos de nosotros camina solo. Cada uno lleva las experiencias de antepasados dondequiera que
vaya, junto con sus sufrimientos, debilidades, apuros, traumas, victorias, esperanzas, sueños, anhelos y
aspiraciones. Nuestros pensamientos crecen de sus pensamientos, nuestro destino se forma de sus
metas. En el pico más alto al que llegamos, allí están ellos, sosteniendo nuestras manos, empujándonos
hacia arriba, proporcionando los hombros sobre quienes estar parados. Y compartimos esos hombros,
sentido y herencia con todos los demás.

Si deseamos estar en paz con cualquier otra persona en el mundo, comencemos con los seres
humanos inmediatos a nuestro alrededor; para eso primero se necesita encontrar la paz dentro de sí
mismo. Y solamente cuando la encuentres, sólo cuando tú seas el cambio que quieres ver en el mundo,
entonces, sólo entonces, podrás ayudar a encontrar la paz mundial.

Después de todo, todos estamos conectados. Permitamos que sea con amor.

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