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tratamiento de la planta en tres partes distintas:

1. primera, se extrae el aceite esencial que será purificado por redestilación en


cucúrbita a baja temperatura
2. segunda, parte de la planta se calcina en un cuenco, la ceniza obtenida será
lixiviada con agua destilada, tanta veces hasta obtener unas sales solubles,
totalmente blancas.
3. tercera, mediante un particular procedimiento, se dejará fermentar y este proceso
transformará las moléculas de celulosa contenida en un alcohol, el cual,
rectificado y purificado, presentara un alto conteniendo de principios activos
volátiles.
4. Una última operación, consiste en reunir estas tres sustancias purificadas, para
lograr una Quintaesencia.
5. Como ejemplo de esta reconjunción de los tres principios extraídos, parte
fundamental es la circulación, que representa una lenta dinamización; utilizando
un “circulador” de cristal herméticamente cerrado, dentro del cual los tres
elementos (aceite esencial, sales y alcohol), se dejarán circulando a una
temperatura tibia, por un tiempo. Durante este tiempo, los vapores se elevan, se
expanden para condensarse y volver a bajar en forma liquida. La circulación es
determinante para la exaltación de las propiedades biofísicas de la quintaesencia.
La circulación es un procedimiento que representa el macrocosmo, en una
pequeña bola de cristal (microcosmo); durante este proceso la tierra absorbe el
agua, el calor la evapora formando nubes que al condensarse, provocan lluvia o
rocío. La Quintaesencia espagírica reune en 239 si, los tres Principios
Filosóficos Alquémicos, Es decir, el Mercurio (principio superfluido y volátil),
el Azufre (principio denso y oloroso) y la Sal (principio consistente y terrenal),
dichos principios filosóficos, son realidades del reino vegetal. De esto, podemos
fácilmente deducir que la quintaesencia tendrá una acción triplicada en el
organismo, en cuanto tenemos tres principios distintos que achuran a diferente
nivel. Estos principios, en alquimia representan las bases de la existencia
humana; por lo tanto útiles, para restablecer el estado de bienestar en el
individuo, ya que intervienen en los tres fundamentos del ser humano, el
estructural, el bioquímico, y el emocional.

Los Macerados Espagírico-Alquímicos  de Solanimus  (MSA) se obtienen de la


maceración de las partes jóvenes de las plantas (yemas, raicillas, semillas, brotes, etc.)
en un solvente hidro-glicero-alcohólico con una relación de extracción de 1 a 5 (R.E.
1:5, o bien R.E. 1/5), o sea una parte de planta y 4 de solvente, mientras que en un
Macerado Glicérico clásico (M.G.) la relación de extracción es de 1 a 20 (R.E. 1:20, o bien
R.E. 1/20), o sea una parte de planta y 19 de solvente. Después de esta primera
extracción, los dos van diluidos a la primera decimal, obteniendo así para el  Macerado
Espagírico-Alquímico de Solanimus (MSA) una relación de extracción final de  1:50  y
para el Macerado Glicerico clásico (M.G.) una relación final de extracción de  1/200.
Volvamos ahora a la preparación del Macerado Espagírico-Alquímico de Solanimus. El
tiempo de maceración de la planta dura un mes filosófico lunar: las partes aéreas de la
planta se ponen  a macerar desde la Luna Llena hasta la Luna Llena siguiente;   las partes
enterradas de la planta se ponen a macerar desde la   Luna Nueva hasta la siguiente Luna
Nueva. Terminado el tiempo de maceración el líquido se filtra, la planta se prensa y el
líquido obtenido del prensado se añade al filtrado precedentemente. El residuo de
droga que queda del prensado se quema y las cenizas obtenidas se introducen en la
solución obtenida precedentemente. Se pone todo a circular durante el tiempo de un
mes filosófico en un circulador, exponiéndolo al Sol y a la Luna.
Pasado este tiempo se filtra la solución y del residuo (papilla) que queda en el filtro se
extraen las sales fijas  por medio de la calcinación y  de la  lixiviación, repitiendo el
último proceso tres veces; al final de este trabajo obtendremos unas sales blanquísimas.
Acabada esta operación se exponen las sales a la luna llena, las cuales, siendo altamente
higroscópicas atraerán la humedad del aire y se disolverán lentamente. Después  se
introducirán en la solución obtenida y se pondrá todo a circular durante otro ciclo
lunar. Acabada la circulación se separa el líquido de  las sales que no se han disuelto y
que se quedan en el fondo del circulador. Este líquido se diluirá a la primera decimal
Hahnemanniana (una parte del líquido y 9 partes de solución hidro-glicero-alcohólica y
después se realiza la sucusión durante   diez veces), de esta manera obtendremos
un Macerado Espagírico-Alquímico con R.E. 1:50.
Solanimus.......

PROCESOS PRÁCTICOS:

1º. Seleccionar la planta que vamos a utilizar:

De entrada hay que aclarar que la medicina espagírica será para ingestión, ya sea en
gotas, infusiones… y también para tratamientos externos (ungüentos, pomadas, etc.),
por lo que es sumamente importante el documentarse bien sobre la planta que vayamos
a utilizar, no sólo por si es tóxica o venenosa, sino que hay que asimilar bien todas sus
propiedades y contraindicaciones. Si albergáis la más mínima duda al respecto, no lo
hagáis. Dicho esto, aquí tenéis un enlace general de las propiedades de las plantas, pero
si vais a la sección de Magia y Ocultismo, al Mapa de sección, encontraréis la etiqueta
de Botánica Oculta. Esta misma os llevará a otros temas más específicos de plantas.
http://www.ekiria.org/content/glosario-y-propiedades-magicas-de-las-plantas

2º. Recolección de la planta:

Como ya se ha comentado, es muy importante el tener en cuenta el Spiritus Mundi de la


planta, por lo que cuando vayamos a recolectarla debemos tener en cuenta la luna, la
estación del año para que la planta esté en su máximo apogeo energético y entonces
seleccionarla. Contactar con ella, con su energía, solicitarle permiso y cuando se nos
haya dado, tomar de ella lo esencialmente necesario para el proceso sin arrancarla, sólo
cogiendo ramitas. No hay que abusar y empezar a cortar ramitas por el simple hecho de
acumular… Una vez recolectada, agradecerle y si es posible regarla, ponerle abono o
algo de comida para los animales.

Recordad que para mantener un buen equilibrio con la naturaleza, debemos ser
conscientes de que no podemos hacer un uso –o abuso- unilateral, sólo en nuestro
beneficio. Todo lo que hacemos resuena en los tres planos, así que la ofrenda también
alimentará los tres planos. La recolección no puede ser un acto mecánico, sino que
tenéis que hacerlo como un acto espiritual, con un proceso interior previo y una
conexión y respeto adecuados al entorno natural.

Si no tenéis posibilidades de recolectar vosotros la planta la podéis comprar en algún


herbolario, pero tened en cuenta que ese primer paso energético ya se habrá perdido.
3º. Elaboración de la Tintura:

De entrada comentar que ya existe un tema sobre las tinturas muy interesante que hizo
Zaphiro:

http://www.ekiria.org/content/las-tinturas

Pero pondré cuatro datos aquí para que quede una idea general.

Dentro de las múltiples formas de hacer tinturas, algunas muy costosas por el precio de
los materiales, explicaré brevemente la más sencilla, elaborada por maceración:

1. Se toman las hojas, flores, o ramas de la planta que vayamos a usar, se lavan bien de
posibles restos de tierra, telarañas, etc. Y se dejan secar a la sombra. Una vez secas

se ponen en un recipiente con alcohol de graduación diferente en función de la parte de


la planta utilizada. La proporción será de 100 a 300 gr de planta por litro de alcohol en
función de si sus principios activos son muy fuertes o más suaves. Cuando la sustancia
es muy activa 50 gr por litro pueden bastar.

FLORES HOJAS CORTEZAS Y RAÍCES

Tipo de alcohol 60º 70º

Tiempo de maceración 1 semana 2-3 semanas

80º

3-4 semanas

1. Transcurrido el tiempo de maceración, filtrar la planta con un filtro de gasa o papel


(no de metal) y estrujar bien para terminar de extraer los aceites esenciales que aún
pudieran quedar en la planta. Se pueden usar filtros de café o papel de filtro de
laboratorio. 2. Resguardar la tintura en botes herméticos y opacos, bien guardados para
que la luz del sol no haga perder sus propiedades.

La tintura ya contiene en este momento el Mercurio (alcohol y agua -si lo hemos hecho
mezclando agua-) y el Azufre (aceites esenciales). Hemos realizado el solve. Cuando le
incluyamos la ceniza calcinada (la Sal) generaremos el coagula.

Encontraréis en Internet métodos más complejos y sofisticados, pero la idea es


transmitir al alcohol las propiedades de la planta. Hay procesos en los que por ejemplo,
antes de realizar la tintura se deja fermentar la planta unos días en agua, de forma que el
proceso de fermentación produce cambios estructurales en el vegetal y por lo tanto
conduce a la formación de nuevas sustancias. Personalmente descartaría esta opción, ya
que nos arriesgamos a que en lugar de fermentar se pudra.

Otros ejemplos recomiendan la destilación de la planta, creando así por una parte “Agua
de esa planta” y por otra “Aceite esencial puro”, pero este sistema es prácticamente
inaccesible para nosotros, dado el coste del material y la necesidad de un gran espacio
para producirlo todo.

También se puede tener en cuenta el día y hora astrológicos adecuados para elaborar la
tintura, en función del planeta regente de la planta escogida (se puede ver en el cuadro
anterior), de forma que si tomamos consciencia de la misma en el proceso, le otorgará
mayor poder y carga energética a lo que estamos haciendo.

La manipulación de la planta en todo el proceso es también muy importante: el contacto


físico de la planta con nuestras manos nos ayudará a entrar en sintonía con su esencia,
con el proceso en sí, con los cambios alquímicos que vamos a hacer, creándose una
transformación análoga en la planta y en nuestro interior.

4º. Calcinación del residuo de la planta:

Bien, aquí entramos en el quid de la cuestión que me ha traído hasta este tema

De nuevo es necesario advertir, ya que aquí necesitaremos elaborar las cenizas con
fuego.

Necesitaremos:

1. Un lugar para realizar el fuego (chimenea, barbacoa, caldero…) 2. Recipiente


ignífugo de cristal apto para horno (tipo pyrex) o recipiente metálico. En caso de que
hiciéramos el fuego dentro de un caldero no sería necesario este recipiente. 3. Guantes
para manipular sin quemarnos. 4. Varilla o cuchara metálica para ir removiendo el
fuego (no de madera). 5. Mortero 6. Alcohol 7. Agua (por si hace falta apagar el fuego)
8. Recipiente hermético opaco para guardar las cenizas.

Procedimiento:

1. Tomamos el residuo de la planta que ha quedado después de la realización de la


tintura (el Caput mortuum que hemos mencionado anteriormente) y lo colocamos en un
recipiente de vidrio apto para horno (tipo pyrex) o en un recipiente metálico.
2. Prended fuego a la planta dentro del recipiente (con las precauciones ya
mencionadas). El resto de tintura (algohol) adherida en ella facilitará la combustión y al
quemarse quedará a su vez eliminado. Si se hace en un interior, hacedlo bajo el
extractor de la cocina para que no se llene la casa de humo. Para que el fuego no se
apague hay que irlo removiendo para airearlo y que el aire avive las llamas.
3. Una vez quemada y dejándola enfriar, colocad las cenizas en un mortero y molerlas,
siendo conscientes de nuevo del proceso, de la actuación que estamos realizando. Si las
cenizas resultantes son demasiado negras habrá que repetir el proceso de quemado,
rociando con un poco de alcohol, hasta que se hayan vuelto claras, repitiendo todo el
proceso también de molerlas, lo que facilitará que se tornen más claras de una forma
más rápida.
4. Guardar las cenizas una vez frías en un recipiente hermético en lugar seco y a oscuras
y unirlas con la tintura cuando ésta esté realizada tras el proceso de maceración. La
ceniza se disolverá en seguida en el líquido.
5. Esta mezcla final se puede dejar en reposo de nuevo al menos durante un mes lunar
(28 días) o un mes alquímico (40 días). Aunque en este punto he encontrado algunas
diferencias entre los autores… Algunos no mencionan este proceso final.

 
 

En busca del infinito interior:


Reflexiones sobre los procesos prácticos
de la alquimia y la espagiria
JUAN PABLO RUIZMARCH 28, 2019

La intención de este artículo es dar una visión básica de los principios


fundamentales la práctica alquímica en el laboratorio y llevar al lector a través del
proceso de preparación de una medicina alquímica de principio a fin,
compartiendo, a lo largo de la narrativa, algunas de mis reflexiones sobre el trabajo
con los diferentes elementos y el fin último del proceso alquímico.
 alquimia, espagiria, tres principios, unidad, laboratorio, conciencia.

Cuando Saraí me pidió escribir este artículo, una parte de mí se sintió


profundamente emocionada, pues el tema de la alquimia y la espagiria ha sido un
interés que ha hecho vibrar partes muy profundas de mi ser desde una edad algo
temprana. Al mismo tiempo, otra parte de mí ponía en duda el valor de mi
contribución a una revista de filosofía. Yo no soy filósofo, al menos no por título, si
acaso, soy mas una mezcla de herbalista con explorador amateur y un toque de
alquimista en formación, un amante de la naturaleza y un profundo creyente en la
sabiduría de la tierra. Una persona que por movimientos del destino y del alma se
ha encontrado en un jardín lleno de plantas, sentado cerca de sus raíces para
escuchar los cuentos que le narra la tierra, para aprender de los verdaderos
maestros de una existencia terrenal sustentable: las plantas.

 Si bien es cierto que la alquimia tiene muchas vertientes y que en su aspecto
práctico en el laboratorio este trabajo se extiende a los reinos metálico, mineral,
vegetal y animal, en esta ocasión se abordará principalmente el trabajo con el
mundo vegetal, ya que es del cual tengo mayor experiencia directa. Sin embargo,
muchos de los principios básicos dentro de la alquimia se aplican a todos los
reinos y son los procesos dentro del laboratorio los que cambian. Vale la pena
mencionar también que la espagiria vegetal es considerada la obra menor,
mientras que la práctica con metales se considera la obra mayor, la que esconde
los tesoros más profundos y la que requiere de operaciones, potencialmente, más
peligrosas.

Pero antes que nada, comencemos por lo primero: ¿qué es la alquimia? y ¿qué es
la espagiria?

Cualquiera que intente buscar una definición de estos términos rápidamente se


dará cuenta de que no es tan claro ni tan sencillo como uno esperaría. La RAE, por
ejemplo, define el concepto de alquimia como:

. . Conjunto de especulaciones y experiencias, generalmente de carácter esotérico,


relativas a las transmutaciones de la materia, que influyó en el origen de la
química.

. . Transmutación maravillosa e increíble.

Estas definiciones, además de tocar vagamente la naturaleza de este arte,


realmente no terminan de aclarar qué es la alquimia, y, para cualquier persona que
se adentre un poco en el trabajo práctico alquímico, resultará evidente lo poco que
se acercan a reflejar la realidad de un proceso que poco tiene que ver con la
búsqueda de riquezas materiales y que todo tiene que ver con la búsqueda de la
verdad última.
Hasta ahora, la definición de alquimia que más sentido me ha hecho es la
siguiente: “La alquimia es el entendimiento de cómo la conciencia se relaciona con
la materia”.

Si bien esto puede parecer tan críptico y poco claro como las definiciones
anteriores, espero que al final de este artículo se clarifique el porqué he elegido
esta definición como aquella que engloba mi exploración y trabajo en este campo.

La espagiria es otro término que tiene toda una serie de definiciones. Algunos
dicen que es solo otro termino para decir alquimia, otros dicen que es un tipo de
preparado o la preparación de ciertos elixires usados con distintos fines. Mi
entendimiento es que la espagiria es la rama de la alquimia que se centra en la
preparación de medicinas para cuerpo, mente y alma. Etimológicamente, la palabra
espagiria se compone de dos palabras de origen griego: σπάω (spao), que se
puede traducir como “separar” o “extraer”; y ἀγείρω (ageiro), que quiere decir
“recombinar” o “unir”. De modo que el término hace alusión a los procedimientos
básicos de todo trabajo alquímico: separación, purificación, reunificación.

A pesar de que hay cierta diferenciación entre alquimia y espagiria, sobre todo en
cuanto a los elementos con los que trabaja y a la complejidad de algunas de sus
prácticas, los principios que rigen ambas artes son los mismos, por este motivo,
los conceptos que describiremos a continuación conciernen tanto a la alquimia
como a la espagiria.

 Para entender los procesos prácticos en el laboratorio, es fundamental primero


entender un poco la filosofía alquímica, su manera de ver el mundo y los elementos
que la componen.

Dentro de la visión alquímica, todo esta compuesto de tres principios


fundamentales: Sulfur, Mercurio y Sal. Estos 3 principios no deben ser confundidos
con las substancias químicas que llevan estos mismos nombres, más bien se les
debe comprender como fuerzas arquetípicas que se manifiestan de manera física y
que dan forma al mundo material que conocemos. Si observamos las diferentes
tradiciones al rededor del mundo, encontramos este mismo esquema de 3
principios como las energías fundamentales que dan carácter a los distintos seres
y objetos que encontramos a nuestro alrededor, ya sean los Doshas de la tradición
Ayurveda, los 3 tesoros de la medicina china, los 3 modos de los signos zodiacales,
los 3 mundos de las tradiciones andinas, todos son interpretaciones de estas
fuerzas expresadas según el lente cultural de cada tradición.

Los tres principios corresponden al alma o la conciencia (Sulfur); al espíritu o la


mente (Mercurio); y al cuerpo físico (Sal). Todo lo que percibimos en el mundo
físico contiene estos 3 principios y, por lo tanto, dentro de la visión alquímica, todo
tiene cuerpo, todo tiene mente y todo tiene conciencia; todo está vivo.
Comúnmente se dice también que la alquimia es un proceso de evolución asistida.
Si partimos de la visión alquímica mencionada en el párrafo anterior, en la que todo
se concibe como vivo y con conciencia, entonces podemos ver el mundo y todos
los elementos que lo conforman como un sinfín de seres en constante evolución y
transformación. Parte de la idea dentro de la alquimia es que, al llevar a alguno de
estos seres por el proceso de separación, purificación y reunificación, estamos
acelerando la evolución de ese ser, lo estamos asistiendo en el proceso de
liberación de sus impurezas, elevándolo a un estado de mayor sutileza,
acercándolo así a la energía arquetípica fundamental de la cual emerge dicho ser.

Dentro de mi experiencia, estos procesos son utilizados para crear medicinas de


gran sutileza que actúan tanto en el cuerpo físico como en las emociones, el
espíritu y el alma. Es por eso que cuando se consume una medicina espagírica, se
está introduciendo dentro de nuestros cuerpos a un ser vivo, pues, desde el punto
de vista alquímico, no solo estamos ingiriendo una serie de compuestos activos
provenientes de una planta, sino que estamos ingiriendo al ser completo, el cual
actúa sobre la totalidad del ser humano, permeándolo con su naturaleza e
influyendo sutilmente en todas sus estructuras y en su percepción de la realidad.
En un sentido, al haber asistido en la evolución de este ser, él nos “devuelve el
favor” elevando nuestra propia esencia a un estado más sutil, ya que se le ha dado
la bienvenida dentro de nuestro cuerpo.

Otro concepto fundamental dentro del trabajo alquímico es el de “Así como es


arriba, es abajo”. Tal concepto apunta a la naturaleza fractal del universo, a la idea
de que la parte contiene el todo y el todo contiene la parte. Los seres que somos y
aquellos que nos rodean contienen dentro de sí la creación entera. Por
consiguiente, aquel que sabe mirar puede encontrar la sabiduría del universo
entero reflejada en el pétalo de una flor.

Dentro de la alquimia práctica este concepto se manifiesta como el entendimiento


de las influencias planetarias sobre el trabajo en el laboratorio. Cada ser en este
mundo está bajo la regencia predominante de un planeta. Esto significa que la
energía arquetípica que dio forma al Sol, por ejemplo, es la misma energía
arquetípica que se expresa a través de la forma del girasol, de la caléndula o del
corazón humano, en los cuales la influencia de esta energía se manifiesta de
manera predominante, pues su naturaleza primordial está vinculada a la propia
naturaleza primordial de este astro. El motivo por el cual esto es importante dentro
del trabajo alquímico es porque parte de lo que intentan alcanzar los procesos en
el laboratorio: concentrar las energías celestiales dentro de distintas esencias y
elixires. Por lo tanto, en todas las tradiciones alquímicas, la influencia planetaria es
de vital importancia para cualquier trabajo. Esto se puede llevar a distintos niveles
de complejidad: desde lo más simple, que sería realizar los trabajos con cierta
planta en el día de su regente planetario (el lunes para las plantas regidas por la
Luna, martes para las regidas por Marte, miércoles para las de Mercurio, etc.),
hasta complejas lecturas de cartas astrales, donde se toman en cuenta todas las
influencias planetarias de un cierto día para poder establecer el momento más
favorable para llevar a cabo un trabajo.

[1]

Habiendo tocado marginalmente algunos de los principios básicos sobre los


cuales se basa el trabajo de la alquimia y la espagiria, a continuación me gustaría
hacer una descripción del proceso práctico a través del cual se puede preparar una
esencia espagírica, una medicina donde los tres principios de una planta ya han
sido separados, purificados y reunificados. Quiero recalcar que esta es solo una de
muchas maneras en las cuales se puede preparar una medicina espagírica; sin
embargo, muchos de los procesos tienen la misma finalidad: separar los 3
principios, purificarlos y reunificarlos.
En este caso, usaremos como ejemplo el romero, la planta a partir de la cual
prepararemos nuestra medicina. Antes de comenzar el proceso práctico tenemos
que saber cuál es el regente planetario de nuestra planta y, de acuerdo con esto,
elegir el día mas auspicioso para comenzar el trabajo y realizar los procesos más
importantes del mismo. También querríamos, obviamente, conocer las
propiedades de la planta y sus efectos sobre los diferentes aspectos del ser
humano.

El regente planetario del romero es el Sol, por lo que podríamos elegir un domingo
para iniciar nuestro proceso. Si quisiéramos ser aún más específicos, podríamos
adoptar alguno de los distintos sistemas que dividen el día en horas planetarias,
[2] donde, según el sistema elegido, una o más horas del día caen bajo la regencia
de uno u otro planeta. De ser así, también tendríamos que elegir la hora planetaria
bajo la influencia del Sol para potenciar aún más las energías celestiales del
regente planetario de nuestra planta. Si quisiéramos ir todavía profundo,
podríamos proyectar la carta astral del día para determinar si es un momento
auspicioso para el trabajo con el romero. Evidentemente, para poder hacer esto se
requiere un conocimiento de astrología y una comprensión de las influencias
planetarias.

Una vez determinado el mejor momento para iniciar el trabajo, el primer paso es
extraer el Sulfur, el alma de la planta, el principio que manifiesta su individualidad,
su conciencia. En el mundo vegetal, el Sulfur se manifiesta en forma de aceite, por
lo general, como aceite esencial, el cual es único para cada especie y marca parte
de la individualidad de esa planta. El método general de extracción es por
destilación.

En la destilación, la planta se coloca dentro de un matraz con agua.


Posteriormente, el agua se calienta por medio de un mechero o una plancha
eléctrica, esto causa que se comience a evaporar y que los aceites esenciales de la
planta también se calienten y se volatilicen, pasando a un estado gaseoso y
elevándose, junto con el vapor de agua, a lo largo del tren de destilación. Este
movimiento lleva al aceite esencial hasta un tubo de condensación, el cual se
compone de dos cámaras: una interior que se conecta al matraz del cual proviene
el vapor y otra que envuelve esta primera, la cual, a su vez, se encuentra conectada
a una bomba que hace circular agua fría de manera constante. De este modo, el
vapor en la cámara interna se enfría, se condensa y se precipita en forma líquida.
Tanto el agua condensada como el aceite esencial se acumulan en un matraz
receptor. Como el agua y el aceite no se mezclan, se mantienen separados. El
aceite se puede extraer ya sea en un embudo de separación o por otras técnicas
como puede ser el congelar el agua y decantar el aceite que se mantiene líquido.
Con esto, tenemos nuestro primer principio, nuestro Sulfur, el alma del romero
manifiesta en forma física.

Este primer proceso tiene un profundo simbolismo porque está íntimamente


entrelazado con los 4 elementos, los cuales, al igual que los 3 principios, son
fuerzas arquetípicas que tienen diferentes maneras de manifestarse en este plano
físico. De tal manera, el fuego no es solo el que vemos en una fogata o en la estufa,
es una fuerza fundamental de la cual emerge el fuego físico como una de sus
manifestaciones más puras. También podríamos decir que plantas como la
pimienta de Cayena o el chile habanero tienen una fuerte presencia de fuego en su
constitución. La fuerza subyacente que le da la capacidad de quemar tanto al chile
como al fuego es la misma. Durante el proceso de destilación, el Sulfur es
transportado a través de los cuatro elementos, siendo así purificada por estos. El
elemento tierra es el cuerpo de la planta en el cual se encuentra atrapado el Sulfur;
el fuego (ya sea del mechero o el fuego manifiesto como electricidad) calienta el
agua que se eleva como aire hasta el cielo del alambique, donde se impregna de
las energías celestiales de este pequeño microcosmos. Es aquí que se condensa y
“llueve” nuevamente en forma líquida, portando consigo la fuerza de los astros y su
impronta energética de ese día y ese momento.

Lo que nos queda, una vez separado el Sulfur, es el cuerpo de la planta, el hidrosol
(agua destilada que pasó junto con el aceite esencial) y algo parecido a un té muy
concentrado que quedó en el matraz donde se calentó el agua con la planta. Todos
estos elementos se sacan del destilador y se mezclan en un frasco lo
suficientemente grande como para contenerlos a todos, dejando un buen espacio
aún libre.

El siguiente principio que extraeremos es el Mercurio, el espíritu de la planta, el


cual, dentro del mundo vegetal, se manifiesta como alcohol. Este alcohol es el
principio unificador universal. Los alquimistas descubrieron que, si sometían
cualquier planta a un proceso de fermentación, (también llamado putrefacción en
algunos textos alquímicos) invariablemente lo que obtenían era alcohol. Este
alcohol no era particular según la planta de la cual se extraía, es decir, no tenía
características que lo identificaran como proveniente de una especie en particular,
al contrario del Sulfur, el cual, por su aroma, se asocia claramente a la planta de la
cual proviene. El alcohol que se extrae de cualquier planta es siempre el mismo, y
es por esto que se le consideraba el aspecto unificador, el espíritu que fluye dentro
de todas las cosas. Esta correlación entre el espíritu y el alcohol sigue vigente
hasta nuestros tiempos. A los licores en inglés se les llama “spirits” y en español
las llamamos bebidas espirituosas.

El Mercurio también esta relacionado con la mente, mientras que el Sulfur es la


conciencia, la chispa divina que observa todo y de la cual surge la mente. El primer
juicio, la primera separación, el primer movimiento de distinción entre yo y no yo,
entre bueno o malo, pequeño o grande, claro u obscuro es lo que da origen a la
mente que segrega, y es de este primer movimiento que se crea el universo,
nuestro universo, que es la proyección de la luz de la conciencia a través del lente
de nuestra mente, con todos sus conceptos, creencias y estructuras. Por eso es
que el Mercurio, aunque mantenga una relación con el acto de segregación de la
mente, también es un principio unificador, pues a través de él la conciencia se
expresa y se proyecta en su totalidad.

Para extraer el Mercurio, se requieren dos procesos: fermentación y destilación. El


proceso de fermentación consiste en dejar que el cuerpo de la planta junto con los
líquidos remanentes de la destilación del Sulfur se fermenten. Pasadas algunas
semanas, y si el proceso se llevó a cabo de manera correcta, lo que queda es una
especie de “vino de romero”, el cual poco tiene que ver en sabor con los vinos que
conocemos. Básicamente es un fermento líquido con un cierto contenido de
alcohol.

Una vez completada la fermentación, el líquido se cuela y se separa del resto del
cuerpo de la planta. Este líquido se coloca nuevamente en el destilador para así
separar el agua del alcohol. El alcohol tiene un punto de ebullición de 78 ºC a nivel
del mar,[3] lo cual permite que al calentar el “vino de romero” lo primero que se
evapore sea el alcohol. De este modo y gracias a sus distintos puntos de ebullición,
el Mercurio de separa del agua. Por lo general, el Mercurio obtenido se destila
nuevamente entre 3 y 7 veces más en un proceso conocido como rectificación.
Estas destilaciones se llevan a cabo en sincronía con los astros, asegurando que
los aspectos planetarios sean auspiciosos para el trabajo realizado. Con cada
destilación adicional el grado de pureza del alcohol aumenta, además de que con
cada tránsito por el cielo del destilador, se impregna con las sutiles energías
celestiales.

Hecho esto, tenemos nuestro segundo principio, nuestro Mercurio, el más volátil de
los principios, el más veloz, manifestación física de la mente, del espíritu de la
planta.

Por último, nos queda la Sal, el tercer principio, el más solido, el más denso y el que
requiere de mayor energía para ser purificado y extraído.
Se toma lo que quedó del cuerpo de la planta, se coloca al Sol y una vez seco se le
prende fuego. En la primera quema el cuerpo de la planta se reduce a una ceniza
negra. Son necesarias varias quemas a temperaturas elevadas para purificar estas
cenizas que irán cambiando de negras a grises, a blancas. El fuego va disolviendo
las capas de lo que no es para finalmente revelar la manifestación más pura del
cuerpo de la planta, aquello que siempre ha estado allí, escondido bajo la forma
física.

Para llevar a cabo este proceso, las cenizas se colocan dentro de un crisol y se
someten a altas temperaturas durante periodos extendidos de tiempo para quemar
las impurezas y dejar solo el aspecto mas puro del cuerpo. En este proceso,
conocer el fuego o tener buenos aparatos de medición es fundamental, ya que si la
temperatura es demasiado baja, el trabajo no progresa, y si la temperatura es
demasiado alta, (mas de 900 ºC) se corre el riesgo de fundir las sales, echándolas
a perder. El proceso de calcinación continúa hasta que las cenizas sean
completamente blancas o de un aspecto blanco grisáceo que ya no cambia de
color a pesar de ser sometido al calor repetidamente.

Una vez calcinado el cuerpo de la planta, las cenizas se lavan con agua destilada,
es decir, se les coloca en un recipiente al cual se le agregan 3 partes de agua por
cada parte de ceniza. El agua destilada es agua libre de minerales, como tal, es
ideal para extraer las sales minerales solubles en agua que se encuentran
presentes en las cenizas. Después de agitar durante un tiempo la mezcla,
permitiendo que las sales se disuelvan en el agua, la parte líquida se separa de las
cenizas no solubles en agua. Esto se lleva a cabo usando un filtro muy fino que
evite el paso de las partículas no solubles. Una vez hecho esto, deberíamos tener
un líquido transparente o claro con un aspecto algo nublado. Si el proceso de
calcinación se llevó a cabo de manera correcta, no debería haber color alguno en el
agua, si esta tiene un tinte algo amarillo, quiere decir que las cenizas no se
calcinaron del todo y requieren ser sometidas a calor nuevamente.

Ahora que se tiene el líquido con las sales minerales disueltas en él, el próximo
paso es evaporar el agua para hacer visible la Sal del romero. Lo ideal es hacerlo
de manera lenta y gentil, evitando subidas de temperatura bruscas como en el
caso de la evaporación por fuego directo. Lo ideal es colocar el líquido al Sol para
que se evapore gentilmente. Al evaporarse el agua, lo que queda es la Sal de la
planta, el cuerpo purificado del romero, los cristales que corporalizan el tercer
principio alquímico.

Con esto, hemos separado y purificado los 3 principios que componen a nuestra
planta y vemos manifiestos ante nosotros la esencia pura del alma, el espíritu y el
cuerpo que le dan vida a este ser. Ahora, el próximo paso es reunir nuevamente los
principios del romero para volver a darle vida en un estado de mayor pureza. Para
esto, volvemos a dirigir nuestra atención a los astros, buscando un momento
propicio para el proceso de reunificación.
Como todo en este arte, hay varias formas de reunir los 3 principios. En este caso
lo que haremos es colocar las sales en un matraz u otro contenedor que se pueda
sellar herméticamente, ya que tanto el Mercurio como el Sulfur son altamente
volátiles. Al cuerpo purificado de la planta (las Sales) se le infusiona con el espíritu
(Mercurio) y finalmente con el alma (Sulfur). Los 3 principios se combinan, dando
nueva vida a este ser cuyas propiedades han sido exaltadas y su medicina
potenciada por los elementos y las energías planetarias.

Como cualquier ser vivo que acaba de tomar forma en esta tierra, requiere tiempo
para madurar y expresar su potencial completo. Así mismo, nuestra medicina
espagírica requiere de un periodo de maduración en el cual irá floreciendo y
desplegando su fuerza. Este tiempo de incubación varia según la preparación.
Puede ser desde unas semanas hasta meses o años en el caso algunos trabajos
más avanzados.

El proceso alquímico en el laboratorio no se puede desvincular del proceso interno


del operador, los profundos movimientos de transformación a los que somete a los
seres con los que trabaja inevitablemente tienen un efecto transformador en su
mundo interior. De la misma manera, el trabajo exterior está profundamente
influenciado por el estado interno de la persona que lo realiza. Incluso, hay trabajos
donde el operador requiere haber pasado por cierta refinación interna para
realizarlos exitosamente. El alquimista solo puede llevar su trabajo al estado de
exaltación al que se ha llevado a sí mismo. Es aquí donde encontramos lo que,
para mí, es el centro de la mandala del trabajo alquímico, el motor que impulsa a
pasar largas horas avivando el fuego, contemplando el rítmico goteo del destilador
y vigilando el largo proceso de fermentación, pues reflejado en todos estos
elementos, el alquimista se encuentra a sí mismo en un constante proceso de
separación, purificación y renacimiento. El constante contacto con la fuerza pura
de los elementos penetra su cuerpo, su mente, la naturaleza de su realidad y lo
lleva a mutar, a morir, a observar cómo viejos aspectos de sí se pudren, liberando
verdades y entendimientos que puede atesorar como medicina. Al poner a otro ser
en las llamas, el alquimista se coloca a sí mismo en el crisol, invitando al fuego
divino a consumir todo lo que es impuro en su vida, toda la mentira y la falsedad,
con la esperanza de renacer transformado, de haber integrado el entendimiento de
la realidad última, que es la comprensión de que el vasto infinito exterior no es más
grande que su mundo interior y que la conciencia humana es el punto focal donde
convergen dos universos que se reflejan el uno al otro.

En última instancia es esto lo que separa la alquimia de la química, donde la


distinción entre sujeto y objeto manifiesta la separación del operador con el
mundo; la química busca la mayor objetividad posible y el entendimiento de que
los resultados son siempre iguales si se repiten los mismos pasos de manera
correcta, independientemente de quién los realice. El alquimista, en cambio, sigue
los principios universales de la materia en busca de su propia naturaleza primordial
y en cada proceso encuentra cómo su conciencia, ese observador siempre
presente, proyecta su luz a través del lente de su mente, que forma y da origen a su
universo, a su realidad, a la Sal. Al separar los 3 principios, coloca frente a sí las
mismas fuerzas básicas que lo componen a él y a todo lo que lo rodea, sabiendo
que si logra comprender e integrar realmente dentro de sí la naturaleza profunda
del romero, habrá comprendido su propia naturaleza, la naturaleza del universo, la
mente de dios.

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