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“San Jerónimo”
LA ESPERANZA
Arequipa — 2016
INTRODUCCIÓN
Las promesas hecas por Dios a Abraham, tienen raíces en los deseos de
Abraham, de poseer una tierra y de tener una decendencia, un hijo como
ilusión de su futuro y de su vida.
Un característica natural del hombre, es que busca asegurar su futuro, y
aquí esta fe-esperanza bíblica nos presenta otro de sus rasgos
fundamentales: “su contraposición a la tendencia del hombre a asegurarse
su futuro de manera autónoma”0, y esto lo vemos en algunos pasajes de la
vida de Abrahán, por ejemplo, cuando se une a Agar: «Saray, mujer de
3
G. Angelieni, “Esperanza”, 421.
0
G. Angelieni, “Esperanza”, 421.
0
G. Angelieni, “Esperanza”, 422.
Abram, no le daba hijos. Pero tenía una esclava egipcia, que se llamaba
Agar, y dijo Saray a Abram: “Mira, Yahveh me ha hecho estéril. Llégate,
pues, te ruego a mi esclava. Quizá podré tener hijos de ella”» (Gn 16, 1-4);
también en la risa de Abraham que no cree que Sara pueda concebir, pide a
Dios que bendiga a Isamael: «Dijo Dios a Abraham: “A Saray, tu mujer, no
la llamarás más Saray, sino que su nombre será Sara. Yo la bendeciré, y de
ella también te daré un hijo. La bendeciré, y se convertirá en naciones;
reyes de pueblos procederán de ella.” Abraham cayó rostro en tierra y se
echó a reír, diciendo en su interior: “¿A un hombre de cien años va a
nacerle un hijo?, ¿y Sara, a sus noventa años, va a dar a luz?” Y dijo
Abraham a Dios: “¡Si al menos Ismael viviera en tu presencia!”.
Respondió Dios: «Sí, pero Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y le pondrás
por nombre Isaac. Yo estableceré mi alianza con él, una alianza eterna, de
ser el Dios suyo y el de su posteridad.» (Gn 17,15-19); o en el sacrificio de
Isaac (Gn 22).
En la revelación de Dios a Moisés, «comprobamos también como la
palabra de Dios es promesa que pone en camino, promesa que responde a
una expectativa (“el clamor de los israelitas ha llegado a mí”: Ex 3, 9; el
grito del dolor se transforma en plegaria inconsciente) »0. Así Israel puede
mirar con esperanza un futuro que considera como bueno en su condición
actual de esclavos: «He bajado para librarle de la mano de los egipcios y
para subirle de esta tierra a una tierra buena y espaciosa; a una tierra que
mana leche y miel» (Ex 3,7-8).
La esperanza de Israel, en sus inicios una esperanza histórica, mira al
futuro, pero es siempre una esperanza terrena: Liberación de la esclavitud,
una tierra, la derrota de los enemigos.
En la alianza del Sinaí vuelven a aparecer los rasgos de la promesa, «El
fundamento de esta alianza es la acción pasada de liberación divina (Ex
19,4; 20,2; Jos 24,2-13), entendida como prenda de un destino todavía
futuro del pueblo».0 La novedad que encontramos aquí es que no solo ha y
la promesa de una tierra, sino la promesa de una pertenencia particular al
Dios de la Alianza: «Ahora, pues, si de veras escucháis mi voz y guardáis
mi alainza, vosotros seréis mi propiedad personal entre todos los pueblos,
porque mía es toda la tierra » (Ex 19,5)
El pueblo de Israel también entendió la ley que Dios les dio como
camino de esperanza, ya que su cumplimiento lleva consigo la promesas de
la felicidad: «Escucha, Israel; cuida de practicar lo que te hará feliz y por lo
que te multiplicarás, como te ha dicho Yahveh, el Dios de tus padres, en la
tierra que mana leche y miel.» (Dt 6,3); de la fidelidad del amor de Dios y
su bendición y de darles la tierra prometida: «Y por haber escuchado estas
normas, por haberlas guardado y practicado, Yahveh tu Dios te mantendrá
la alianza y el amor que bajo juramento prometió a tus padres. Te amará, te
bendecirá, te multiplicará, bendecirá el fruto de tu seno y el fruto de tu
suelo, tu trigo, tu mosto, tu aceite, las crías de tus vacas y las camadas de
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G. ANGELIENI, “Esperanza”, 422.
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G. ANGELIENI, “ESPERANZA”, 422.
LA ESPERANZA 7
tus rebaños, en el suelo que a tus padres juró que te daría. Serás bendito
más que todos los pueblos. No habrá macho ni hembra estéril en ti ni en tus
rebaños. Yahveh apartará de ti toda enfermedad; no dejará caer sobre ti
ninguna de esas malignas epidemias de Egipto que tú conoces, sino que se
las enviará a todos los que te odian.» (Dt 7:15).
Posteriormente, en la voz de los profetas, la palabra de Dios es, de algún
modo, de juicio y amenaza, pero siempre en orden al cumplimiento de las
promesas, en tiempos en que el pueblo vive en la presunción y la idolatría,
que se oponen a la esperanza: «No había conocido ella que era yo quien le
daba el trigo, el mosto y el aceite virgen, ¡la plata yo se la multiplicaba, y el
oro lo empleaban en Baal!» (Os 2,10).
Así también la posterior acusación profética que se levanta contra la
monarquía, que contradice la esperanza de Israel, «que consistía en esperar
que el rey, gobernando al servicio de la ley de Dios, realizase finalmente la
convivencia en la justicia y en la paz que Israel había esperado inútilmente
alcanzar en la tierra prometida»0. La monarquía se había tornado más bien
en causa de la infidelidad a la ley de Dios, al imitar a los pueblos paganos.
Así, podemos ver la evolución de la figura del Mesías, el rey deseado por
la esperanza de Israel: Aún en Isaías podemos ver los rasgos regios del
mesías (Is 7, 14; 9,5-8; 12,1-9), pero poco a poco, en los profetas del exilio,
la esperanza central va cambiándose hacia una transformación de los
corazones por acción del espíritu de Dios (Jr 31,33ss; Ez 36,25ss)0.
Algunas imágenes proféticas que muestran la esperanza de Israel algunas
oscuras (Dn 7,13), y a pesar de su multiplicidad y hetrogeneidad, «aparece
ya clara en el Antiguo Testamento la tendencia de la esperanza de Israel a
dejar para el final de los tiempos… el cumplimiento de sus expectativas».0
Podemos decir que:
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G. ANGELIENI, “Esperanza”, 426.
0
G. ANGELIENI, “Esperanza”, 426.
0
CEC 436
0
CEC 1820
10 CAP. II: LA ESPERANZA EN LA TRADICIÓN DE LA IGLESIA
0
G. ANGELIENI, “Esperanza”, 427.
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G. ANGELIENI, “Esperanza”, 427
0
G. ANGELIENI, “Esperanza”, 428
CAPITULO II
0
G. ANGELIENI, “Esperanza”, 428.
0
G. ANGELIENI, “Esperanza”, 428.
1.1.La Esperanza en san Agustín
Nos acercaremos a algunos de los sermones y también a su Comentario
a los salmos, en los cuales nos habla frecentemente de la esperanza.
«Oíd, aprended y retened cuál sea la esperanza de los cristianos y por qué
somos cristianos. No somos cristianos para impetrar la felicidad terrena, la
cual muchas veces la poseen los ladrones y los criminales. Somos cristianos
para poseer otra felicidad, la que recibiremos cuando haya desaparecido
toda esta vida del mundo»0.
Distingue así entre dos clases de hombres: los que esperan en los bienes
terrenos y los que tienen su esperanza en los bienes celestiales.
El cristiano es el segundo hombre, que tiene puestos los ojos en las cosas
invisibles (cf. 2 Co 4,18). Esta esperanza es esencial del cristiano, y e que
no la posee, o mejor, no es poseído por ella, no es cristiano: «Pues quien no
piensa en el siglo futuro, y no se hizo cristiano esperando recibir al fin lo
que Dios prometió, todavía no es cristiano»0.
Esta esperanza, no puede resultar fácil de comprender para el mundo
pagano. Vemos un ejemplo claro de esto en la respuesta que dan los
atenienses en Areópago a la predicación de Pablo sobre la resurección: «Al
oír la resurrección de los muertos, unos se burlaron y otros dijeron: “Sobre
esto ya te oiremos otra vez» (Hch 17,32).
0
SAN AGUSTÍN, Sermo 361, 1
0
SAN AGUSTÍN, Enarrationes in Psalmos 62,6.
0
SAN AGUSTÍN, Sermo 9,4
LA ESPERANZA 13
Agustín atestigua también la incomprensión y las burlas de los que no
ven razón alguna en nuestra esperanza: «Pero: ¿qué crees tú, loco? ¿Ves lo
que crees? ¿Ha vuelto alguno del infierno y ha referido lo que hay allí? Yo,
en cambio, amo las cosas que veo y gozo feliz. »0. Responde a sus mofas
siguiendo la enseñanza paulina sobre lo visible e invisible, aludiendo
siempre a lo invisible como superior a lo que no se ve: «Te desprecian
porque esperas lo que no ves, y te desprecia el que se precia de gozar lo que
ve»0.
La esperanza tiene por objeto siempre el buen futuro. La esperanza esta
al medio de las virtudes teologales. San Agustín nos dice las funciones de
cada una de ellas: «Dios, a quien nos despierta la fe, levanta la esperanza y
une la caridad»0. Despertar, elevar y unir son como tres etapas de un
proceso, en el cual la esperanza tiene la función de levantarnos e impulsar
nuestra subida a Dios. Con la pasión característica de los santos, nos
exhorta a este elevamiento:
0
SAN AGUSTÍN, Enarrationes in Psalmos 122,8
0
SAN AGUSTÍN, Enarrationes in Psalmos 122,8
0
SAN AGUSTÍN, Soliloquia I 1,3
0
SAN AGUSTÍN, Sermo 342,5
0
SAN AGUSTÍN, Sermo 158, 8
0
SAN AGUSTÍN, Sermo 158, 8
0
SAN AGUSTÍN, Enarrationes in Psalmos 122,2
0
SAN AGUSTÍN, Confesiones XII 15,21
14 CAP. II: LA ESPERANZA EN LA TRADICIÓN DE LA IGLESIA
Dios. ¿A qué proverbio atienden? “Más vale pájaro en mano que ciento
volando”; prefiero lo que tengo a lo que espero» 0, y también: «Muchos
blasonan de sus obras, y por eso encuentras a muchos paganos que no
quieren hacerse cristianos porque piensan que se bastan a sí mismos con su
buena vida»0.
Presunción de los judíos que se creían justos: «Tal fortaleza impidió a
los judíos entrar por el ojo de la aguja y pasar al reino de los cielos. Pues,
presumiendo de ser justos, pareciéndoles estar sanos, rechazaron la
medicina y mataron al médico», presunción que Agustín califica de locura:
«¡Oh fuertes que no tienen necesidad de médico! Esta fortaleza no es salud,
sino locura»0.
Presunción de los pelagianos, de los cuales dice: «Abran, pues, los ojos;
escuchen estas cosas no sé qué charlatanes y óiganlas quienes, presumiendo
de sus fuerzas, dicen: “Dios me hizo hombre, pero soy yo quien me hago
justo”»0.
El segundo enemigo, la desesperación, que fue precisamente la que
consumió a Judas después de su traición. El cristiano, por su debilidad
humana, constantemente se ha de enfrentar a la desesperación y, Agustín,
como pastor, tuvo que sostener a muchos que se sentían desesperanzados.
Exhorta, pues, comentando el salmo compuesto por David al ser
denunciado por el profeta Natán por su pecado con la mujer de Urías:
«Óyele clamar y clama con él, óyele gemir y gime con él, óyele llorar y une
tus lágrimas a las suyas, óyele arrepentirse y alégrate con él. Si el pecado
no pudo cortarte a ti el paso (para cometerle), no se intercepte a la
esperanza del perdón.»0
Para Tomás de Aquino, la esperanza como pasión tiene por objeto «el
bien futuro, arduo y asequible»0. La esperanza es también una virtud. La
virtud «es lo que hace bueno a quien la tiene y hace buena su obra»0, y la
esperanza, que llega hasta Dios con la ayuda de Dios, hace bueno el acto
del hombre. Podemos distinguir dos objetos de la esperanza: el bien que se
desea conseguir, y la ayuda con la que se consigue.
Este bien es Dios mismo, puesto que debe haber proporción entre el
efecto y la causa, el bien que debemos esperar de Dios es un bien infinito,
0
SAN AGUSTÍN, Enarrationes in Psalmos 123,10
0
SAN AGUSTÍN, Enarrationes in Psalmos 31,2
0
SAN AGUSTÍN, Enarrationes in Psalmos 58,I,7
0
SAN AGUSTÍN, Sermo 115,3
0
SAN AGUSTÍN, Enarrationes in Psalmos 50,5
0
S.Th. II-II q.17, a.1
0
S.Th. II-II q.17, a.1, sol.
LA ESPERANZA 15
correspondiente a su poder infinito que nos auxilia, y concluye que «el
objeto propio y principal de la esperanza es la bienaventuranza eterna»0.
Pero la esperanza no es solo pasión y virtud, sino también virtud
teologal, pues, «…el objeto principal de la esperanza, en cuanto virtud, es
Dios. Ahora bien, dado que la razón de virtud teologal consiste en tener
como objeto a Dios,… es evidente que la esperanza es virtud teologal» 0, y
se distingue de la caridad en cuanto que está hace que el hombre se una a
Dios por Él mismo, mientras que a fe y la esperanza hacen que se una a
Dios como principio del que provienen otros bienes. Se distingue de la fe
en cuanto que esta une al hombre con Dios en cuanto principio de conocer
la verdad, «La esperanza, en cambio, hace que el hombre se adhiera a Dios
en cuanto principio de perfecta bondad, es decir, en cuanto por ella nos
apoyamos en el auxilio divino para conseguir la bienaventuranza»0.
La esperanza es precedida por la fe, y procede de la caridad.
La esperanza existe ahora, en cuanto es esperanza de un bien futuro, pero
«cuando la bienaventuranza no es ya futura, sino presente, no puede haber
allí lugar alguno para la virtud de la esperanza. De ahí que la esperanza, lo
mismo que la fe, desaparece en la patria, y ninguna de las dos puede darse
en los bienaventurados.»0
Tampoco hay esperanza para los condenados, pues nunca podrán escapar
de su condena, ni mirar la bienaventuranza como un bien posible.
Santo Tomás presenta también los vicios opuestos s la esperanza: la
desesperación y la presunción.
La desesperación viene de una falsa apreciaciónde Diosque piensa que
niega el perdón a quien se arrepiente, o que no es capaz de convertir a sí a
los pecadores por la gracia santificante. «Por eso, de la misma manera que
es laudable y virtuoso el movimiento de la esperanza conforme con la
verdadera apreciación de Dios, es vicioso y pecado el movimiento opuesto
de desesperación y acorde con la estimación falsa de El.»0
La deseperación puede tener como causa la lujuria, que hace al hombre
desear los placeres venéreos y sentir hastío por los bienes espirituales. Otra
causa de la desesperación puede ser la acidia, que es un tipo de tristeza que
abate al hombre, haciéndole considerar que no será posible alcanzar el
bien.0
La presunción
«es el caso de quien, sin penitencia, quiere obtener el perdón, o la gloria sin
los méritos. Esta presunción es, propiamente hablando, una especie de
pecado contra el Espíritu Santo. Efectivamente, con este tipo de presunción
0
S.Th. II-II q.17, a.2, sol.
0
S.Th. II-II q.17, a.5, sol.
0
S.Th. II-II q.17, a.6, sol.
0
S.Th. II-II q.18, a.2, sol.
0
S.Th. II-II q.20, a.1, sol.
0
S.Th. II-II q.20, a.4, sol.
16 CAP. II: LA ESPERANZA EN LA TRADICIÓN DE LA IGLESIA
Si es un artículo:
ALONSO SCHÖKEL, L., «Motivos sapienciales y de Alianza en Gen 2-3»:
Biblica 43 (1962) 295-316.
0
S.Th. II-II q.21, a.1, sol.
0
S.Th. II-II q.21, a.2, sol.
0
S.Th. II-II q.21, a.4, sol.
0
F. MORIONES, Teología de san Agustín, BAC, Madrid 2004, 90.
0
F. MORIONES, Teología de san Agustín, 95.
0
V. GROSSI – B. SESBOÜÉ, «Pecado original y pecado de los orígenes: desde san
Agustín hasta finales de la Edad Media»: SESBOÜÉ, B. (dir.), El hombre y su salvación.
Historia de los dogmas II, Secretariado Trinitario, Salamanca 1996, 117.
0
GROSSI, V. – SESBOÜÉ, B., «Pecado original y pecado de los orígenes», 120.
LA ESPERANZA 17
ARIAS ÁLVAREZ, L., «Introducción a Contra Iulianum»: Obras completas
XXXV, BAC, Madrid 1984, 391-437.
ARTOLA ARBIZA, A. M., «El pecado por Eva y la salvación por María. La
colaboración de María a la redención en su condición de Nueva Eva según Rm
5,12-21»: Estudios Marianos 70 (2004) 17-31.
BONAFEDE, G., «La duda agustiniana: el alma»: Augustinus 4 (1959) 373-392.
BONNER, G., «Julianum, contra»: FITZGERALD, A. (dir.), Diccionario de san
Agustín, Monte Carmelo, Burgos 2001, 781-782.
GROSSI, V. – SESBOÜÉ, B., «Pecado original y pecado de los orígenes: desde
san Agustín hasta finales de la Edad Media»: SESBOÜÉ, B. (dir.), El hombre y su
salvación. Historia de los dogmas II, Secretariado Trinitario, Salamanca 1996,
117-202.
GROSSI, V., «Il peccato originale nella catechesi di S. Agostino prima della
polemica pelagiana»: Augustinianum 10 (1970) 325-359; 458-492.
CAPITULO III
0
BENEDICTO XVI, Spe Salvi, 25
0
O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Raíz de la esperanza, 499.
0
BENEDICTO XVI, Spe Salvi, 26.
0
BENEDICTO XVI, Spe Salvi, 26.
0
O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Raíz de la esperanza, 499.
0
O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Raíz de la esperanza, 500.
0
O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Raíz de la esperanza, 500.
0
BENEDICTO XVI, Spe Salvi, 26.
LA ESPERANZA 21
esperanzas particulares, no tiene «La verdadera, la gran esperanza del
hombre que resiste a pesar de todas las desilusiones»0.
Es cierto que todos «necesitamos tener esperanzas –más grandes o más
pequeñas–, que día a día nos mantengan en camino. Pero sin la gran
esperanza, que ha de superar todo lo demás, aquellas no bastan. Esta gran
espranza sólo puede ser Dios, que abraza el universo y que nos puede
proponer y dar lo que nosotros por sí solos no podemos alcanzar»0.
Pero este no es cualquier dios, sino el Dios de Jesucristo, del Dios hecho
hombre, «La infinitud encarnada a la medida de un niño, el Poder absoluto
hecho debilidad indefensa…», que da su vida por amor a la humanidad, «la
Vida pasando por la muerte y traspasándola hasta superarla en la
resurrección»0. Este es el fundamento de la esperanza cristiana:
«La cruz del Resucitado es, a esta luz, el signo del amor victorioso sobre la
muerte y el signo de la esperanza absoluta. Por eso es intocable y quien la
toca conmueve los fudamentos del mundo. Es el signo de la donación
absolutamente misericordiosa del Absoluto a los miserables, tornándolos
infinitamente valiosos»0.
0
BENEDICTO XVI, Spe Salvi, 27.
0
BENEDICTO XVI, Spe Salvi, 31.
0
O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Raíz de la esperanza, 500.
0
O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Raíz de la esperanza, 500.
0
BENEDICTO XVI, Spe Salvi, 27.
0
BENEDICTO XVI, Spe Salvi, 27.
22 CAP. II: LA ESPERANZA EN LA TRADICIÓN DE LA IGLESIA
CONCLUSIÓN
Si es un libro:
BAUMGARTNER, C., El pecado original, Herder, Barcelona 1971.
BOYER, CH., Desarrollo del dogma, Barcelona, Herder 1961.
MORIONES, F., Teología de san Agustín, BAC, Madrid 2004.
PATRES SOCIETATIS IESU FACULTATUM THEOLOGICARUM IN HISPANIA
PROFESSORES, Sacrae theologiae summa II, BAC, Madrid 1958.
RATZINGER, J. – MESSORI, V., Informe sobre la fe, BAC popular, Madrid
198611, 87-90.
RATZINGER, J. (BENEDICTO XVI), Jesús de Nazaret. Desde el Bautismo a la
Transfiguración, La Esfera de los Libros, Madrid 2007.
Si es un artículo:
ALONSO SCHÖKEL, L., «Motivos sapienciales y de Alianza en Gen 2-3»:
Biblica 43 (1962) 295-316.
ARIAS ÁLVAREZ, L., «Introducción a Contra Iulianum»: Obras completas
XXXV, BAC, Madrid 1984, 391-437.
Si es del Papa:
BENEDICTO XVI, Audiencia general (26 de abril de 2006): L’OSSERVATORE
ROMANO, edición en lengua española (28 de abril de 2006) 12.
CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA, Instrucción sobre el estudio
de los Padres de la Iglesia en la Formación Sacerdotal (publicada el 30 de
noviembre de 1989: AAS 82 (1990) 607-636), en Los Padres de la Iglesia.
Documentos Pontificios del Papa Juan Pablo II, Selección e introducción de
Marek Raczkiewicz, Madrid 2002, 31-60.
ÍNDICE GENERAL
Dedicatoria .......................................................................................................3
Siglas y abreviaturas ........................................................................................5
Introducción .....................................................................................................7
CAPÍTULO I
Conclusión ...................................................................................................143
Anexo I: Presentación de la Tesina ..............................................................149
Bibliografía...................................................................................................157
Índice general ...............................................................................................167