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LECCIÓN

Esperanza en tiempos
26 de incertidumbre
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Salmos 91:2; Isaías 54:1-3; Romanos 4:18

VERDAD CENTRAL
La esperanza motivará al creyente a perseverar y a avanzar exitosamente en el camino del Señor en medio de
tiempos inciertos.

O b je t iv o s
Reconocer el origen y la base de la esperanza del creyente. Apreciar el efecto benéfico de la esperanza en
nuestro Dios. Aplicar a la vida personal la enseñanza de los ejemplos bíblicos acerca de la esperanza.

INTRODUCCIÓN
Cuando parecía que el mundo se estabilizaba después de dos años de COVID, los eventos mundiales han
tomado un giro preocupantemente; las noticias nos presentan un panorama desalentador. La causa no
ha sido en esta ocasión una emergencia sanitaria provocada por un microorganismo, sino la inseguridad,
la arrogancia y las ambiciones de poderosos políticos. No cabe duda, como la naturaleza es dinámica,
también lo son la sociedad y la condición humana. Entendemos además, que todo lo que ocurre a nuestro
alrededor es parte de lo que la Palabra nos dijo que sucedería en los últimos tiempos. La humanidad vive
en la incertidumbre, pero el creyente espera tiempos mejores.

DESARROLLO DE LA LECCION
I. LA ESPERANZA Y SU EFECTO BENÉFICO
Com entario adicional
i
En la gran enseñanza sobre el amor (1 Corintios 13) Pablo menciona las llamadas virtudes teologales: Y
ahora permanecen lafe, la esperanza, y el amor.... La fe nos conduce a la restauración de una correc­
ta relación con Dios, lo cual desata un caudal de bendiciones divinas. La fe en Dios, en su palabra y sus
promesas, también genera esperanza.

Sugerencia didáctica: Pregunte a los alumnos cuál es su definición de esperanza. Tome en cuenta
sus aportaciones para el inicio de la lección.

1. S ignificado d eltér m in o
En el hablar cotidiano, quien dice “tengo la esperanza” manifiesta la aspiración de la realización de un deseo.
La definición de "esperanza” según la RAE es: Estado de ánimo que surge cuando se presenta como alcanzable
lo que se desea. En esta definición el esperanzado no manifiesta una certeza, más bien avizora una posibilidad.
En contraste, la Enciclopedia Estándar Internacional de la Biblia (pp.751-755), describe la esperanza esen­
cialmente como una anticipación confiada, particularmente con referencia al cumplimiento de las promesas
de Dios. La esperanza bíblica combina la confianza y la expectación produciendo una espera confiada que se
expresa con una confesión de seguridad (Job 19:25).

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La existencia terrenal siempre ha presentado retos importantes. Aunque Dios estableció a su pueblo en
la “tierra que fluye leche y miel”, Israel necesitaba la aparición oportuna de las lluvias; cosechas saludables
en una época sin plaguicidas, ni fertilizantes o maquinaria agrícola; también requería de protección contra
bandas de merodeadores e invasores. Otras naciones se presentaban suplicantes y en incertidumbre ante sus
dioses. Israel suplicaba por favores, por la liberación de calamidades, por perdón y restauración (Salmos 52:9;
130:5; Isaías 51:5; Jeremías 14:8), pero esperando una respuesta, pues Jebová había pactado con Israel en el
Sinaí, asegurándole su intervención en este tipo de situaciones.
A través de los profetas, Dios prometió un futuro glorioso a su pueblo; sería un tiempo de paz, justicia y
prosperidad establecido por un descendiente de David, un rey incomparable. El pueblo del Señor inició así la
espera del reino de Dios; el advenimiento de este reino ha llegado a ser también, principalmente, el objeto de
la esperanza de los creyentes en Cristo.

2. E fectos positivos
La esperanza en Dios, en sus promesas y en su palabra son un motor poderoso para la vida; constituye un
antídoto contra la ansiedad y la incertidumbre. Estudios del mundo académico corroboran el valor de la es­
peranza. Según investigaciones, la esperanza no consiste en negar los conflictos, o en concentrarse en el lado
brillante de cada situación, sino más bien en tener una visión de un futuro mejor y en avanzar hacia ese futuro
con la intención de encontrarlo. El creyente adquiere esa visión en la palabra y en las promesas de Dios.
En la edición del 10 de octubre de 2022 del periódico USA Today, Alia E. Dastagir, cita la opinión de algu­
nos psicólogos refiriéndose a la esperanza no como un lujo, sino como una necesidad. Según las observaciones
de estos profesionales, la esperanza es fundamental para nuestro bienestar básico, pues proporciona resilien-
cia contra la ansiedad, la depresión, y los pensamientos suicidas. Asimismo, disminuye el estrés y favorece la
producción de endorfinas, sustancias químicas en el cerebro necesarias para un buen estado de ánimo.
Otros beneficios de la esperanza se descubren al reflexionar en sus simbolismos bíblicos. La epístola a los
Hebreos la presenta como un ancla del alma (6:19). El ancla es un objeto lanzado desde una embarcación
flotando en el mar, para dar estabilidad a la nave y evitar que sea llevada por el oleaje; la esperanza le da
estabilidad y seguridad al creyente. La otra figura usada para representar la esperanza es un casco (1 Tesalo-
nicenses 5:8). Pablo se refería probablemente al objeto utilizado por los soldados para proteger sus cabezas en
el combate. La esperanza de la salvación protege la mente de pensamientos erróneos. La esperanza produce
paz y gozo (Salmos 42:5; 146:5; Proverbios 10:28; Romanos 12:12; 15:13).
i PREGUNTA DE REFLEXIÓN o APLICACIÓN: ¿De qué manera reacciona ante los tiempos de crisis
quien tiene su fe puesta en Dios?

II. LA ESPERANZA EN MOVIMIENTO


Com entario adicional
Las ruinas de la antigua Ur se han localizado en las riberas del río Éufrates, en el sur de Mesopotamia;
datan del siglo IV a. C. Ur era un importante centro de adoración de la diosa de la Luna, al igual que Ha­
rán. Hallazgos arqueológicos indican la riqueza de la ciudad — probablemente basada en el comercio— y
la creencia de su religión en la vida después de la muerte.

I La e s p e r a n z a de A b ra h am
Migrar presenta numerosas dificultades; debe existir una motivación poderosa para hacerlo. Abraham resi­
día en Ur de los caldeos, una urbe importante e influyente. El patriarca deja la estabilidad de la vida urbana y
sedentaria en Ur, y se lanza a un viaje difícil e incierto hacia Canaán, sin saber a dónde iba (Hebreos 11:8).

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Abraham hizo una escala en Harán, otro centro urbano importante. Pudo establecerse allí, y reconectar con
la comodidad de la vida citadina: no más caravanas, no más armar y desarmar las tiendas, no más riesgos y
peligros en los caminos; sin embargo continuó su peregrinaje.
Había otros elementos de incertidumbre en el proyecto de Abraham: su edad, la imposibilidad de Sara para
concebir y las naciones ya establecidas en Canaán; pero nada detuvo su movimiento, pues Dios había plan­
tado una visión en su corazón. El Señor hizo promesas a su siervo y las selló con un pacto (Génesis 15:7-21).
Abraham le creyó a Dios, dejó Harán y se puso en movimiento, en dirección al cumplimiento de la promesa.
El patriarca esperaba recibir lo prometido, a saber: a) te multiplicaré en gran manera, b) serás padre de
muchedumbre, c) reyes saldrán de ti, d) te daré a ti, y a tu descendencia... la tierra de Canaán, e) es­
tableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia.
Las circunstancias en torno a Abraham y su proyecto eran inciertas, pero no había incertidumbre en el cora­
zón del amigo de Dios. El nacimiento de Isaac (Génesis 21:1-7), y la adquisición del campo de Efrón (Génesis
23:1-18) fueron adelantos del cumplimiento esperado de las promesas. ¡Las promesas divinas se convierten en
realidad a su debido tiempo!

2. La esper a n za de J udá en el exilio


El pueblo de Dios sobrevivió a las invasiones asiria y caldea sólo por la gracia divina. Al parecer sucedería
a Judá lo ocurrido a su hermana Samaría, quien fue aniquilada anteriormente por los asirios. Las tropas de
Nabucodonosor arrasaron las maltrechas comunidades aledañas a Jerusalén. La otrora orgullosa capital de
Judá, sede del lugar de reposo del Señor, también fue conquistada y reducida a un montón de ruinas. Muchos
hombres murieron en la guerra, otro gran contingente fue trasladado al exilio, lejos de la Tierra Prometida.
Desde la óptica humana, Israel sería aniquilado por los pueblos paganos, cesaría de existir como nación y
pueblo de Dios. Para los sobrevivientes, sobre todo los pobres, los huérfanos y las viudas, el futuro se veía
sumamente incierto. Sin embargo, ante este panorama funesto Dios dice: Regocíjate... da voces de júbilo...
ensancha el sitio de tu tienda... (Isaías 54:1-3). No es el fin de la nación; el pacto con Abraham no ha sido
quebrantado. Dios promete a los sobrevivientes la restauración de Israel y de Jerusalén; el Señor les promete
un futuro glorioso. La profecía, escuchada con fe, generó la esperanza en el corazón del pueblo, y provocó un
movimiento de repatriación. Una vez que regresaron, reconstruyeron el templo y su ciudad. Se determinaron
a conservar su identidad como pueblo de Dios y se prepararon esperando el cumplimiento de las promesas di­
vinas. La historia da testimonio del avance en la realización de las promesas. El creyente hará bien en esperar
el cumplimiento de la palabra de Dios; por lo tanto, se preparará mientras espera.
i

Sugerencia didáctica: Pida a la clase que hagan una lluvia de versículos bíblicos que motiven a los
creyentes en tiempos de crisis, animándolos a confiar y esperar en Dios,

0 PREGUNTA DE REFLEXIÓN o APLICACIÓN: ¿Cómo debemos prepararnos en vista del cumplimiento


de las promesas de Dios que esperamos?

III. Elementos principales de la esperanza


Com entario adicional
El tema de la esperanza es importante en la enseñanza paulina. Pablo esperaba la resurrección de los
muertos (Hechos 23:6; 24:15), la gloria de Dios (Romanos 5:2), la justicia (Gálatas 5:5), la vida eterna
(Tito 1:2), Jesucristo es su esperanza (Colosenses 1:27; 1 Timoteo 1:1). Estas expresiones indican clara­
mente las prioridades del apóstol.

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I F uente
Basados en los casos anteriores, se puede decir que la esperanza nace en los planes de Dios (Jeremías 29:11).
Es el Señor quien ha preparado de antemano sus buenos propósitos para sus criaturas humanas, desde la
creación del primer paraíso, el plan de redención y el segundo paraíso (1 Pedro 1:18-20). Dios tiene un plan
para su pueblo, pero también lo tiene para cada oveja de su redil. El Todopoderoso da visiones y sueños a sus
hijos (Joel 2:28).

2. Base
Aunque la esperanza es activada por la fe, descansa en el carácter de Dios, en su fidelidad y su poder. Abra­
ham creyó a la promesa del Señor, considerando que se podía confiar tanto en la integridad de su palabra como
en su poder. Los expatriados de Israel creyeron las profecías, y siguieron creyéndolas una vez repatriados, y
como resultado se reconstruyeron la ciudad de Jerusalén y su muralla; además, se reconstituyó su identidad
como pueblo de Dios.

3. S ustento
La esperanza se nutre en la comunión con Dios, en el tiempo que el creyente pasa en su presencia y escucha
su palabra. Tal fue el caso de Abraham. El Señor se apareció al patriarca cuando menos siete veces, y en esas
ocasiones le reiteró su promesa y reafirmó la fe de su amigo. Sin la presencia de Dios, sin su palabra, no hay
objeto para la fe (Hebreos 11:6); sin fe, no hay esperanza.
En el caso del pueblo judío, debía reconstruirse el templo con premura una vez repatriada la comunidad,
pues era esencial para ellos presentarse ante el Dios y nutrirse espiritualmente en su presencia.

PREGUNTA DE REFLEXIÓN o APLICACIÓN: ¿Cómo describiría usted la base de su fe, su esperanza


en lo que Dios puede hacer en su vida?

C o n c l u sió n
A diferencia de los antiguos, los discípulos de Jesús vieron la manifestación del reino de los cielos, conocieron
en persona al Rey, y gustaron el poder de los bienes venideros. A partir de la resurrección de Jesús, y hasta
nuestros días, el pueblo de Dios tiene un punto de referencia para asignar prioridad a los eventos cuyo cum­
plimiento anhelan más intensamente; este referente es la manifestación plena del reino de Dios en Cristo.
Jesús vendrá, habrá una resurrección y una participación de la gloria divina. Cualquier otro anhelo palidece
en comparación.
Esperemos en el Dios viviente (1 Timoteo 4:10); agradezcamos al Señor por la esperanza viva (1 Pedro 1:13);
esperemos los cielos y la tierra nuevos (2 Pedro 3:13). Enfrentemos los desafíos de la cotidianeidad terrenal
con esa esperanza.

Fija c ió n del a pren dizaje


1. ¿Cuál es la diferencia entre el concepto popular de la esperanza y el concepto bíblico?
2. ¿Cuál es la esperanza más importante del creyente?
3. ¿Cuál es el fundamento de la esperanza del creyente?

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