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SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

Mercedes, ......... de Febrero de 2020.-
 
AUTOS Y VISTOS:
Estos autos traídos en estado de dictar sentencia: “FERRADAS, Daniel Orlando y
Ot. C/ RAMOS, Andrea Fabiana S/ NULIDAD DE ACTO JURIDICO”, y;
RESULTANDO:
1°) Q ue a fs. 63/77 se presenta el Dr. Mariano Blazevich, en representación de
Daniel Orlando Ferradas y María del Carmen Cheline, demandando a la Sra. Andrea
Fabiana Ramos por la nulidad de la compraventa del inmueble sito en la calle Buenos
Aires n° 787 de la Ciudad de Salto (B), designado catastralmente como Circ: I, Secc: D,
Manz: 203, Parc: 5-a), partida inmobiliaria n° 8551, de la localidad y partido de Salto
(B); instrumentada mediante la Escritura Pública n° 51 y pasada por ante la Escribana
Silvia Margarita de Paola, con fecha 30 de diciembre de 2015; como así también del
boleto de compraventa de fecha 05 de enero de 2016, con más los daños y perjuicios
ocasionados
Relata que con fecha 30 de diciembre de 2015, la Sra. Andrea Fabiana Ramos
aprovechándose del estado de necesidad, inexperiencia y ligereza de su mandante
Daniel Orlando Ferradas, le compra el inmueble sito en calle Buenos Aires n° 787 de
la Ciudad de Salto (B), escriturándose en dicha operación las 18/24 avas partes
indivisas del mismo, por la suma de pesos trescientos cincuenta mil ($ 350.000) y que
con fecha 05 de enero de 2016, la Sra. Ramos termina de materializar la compra del
cien por ciento del bien, mediante el boleto de compraventa por el que las restantes
6/24 avas partes son compradas a los Sres. Daniel Ferradas y María de Carmen
Cheline, por la suma de pesos trescientos mil ($ 300.000), suma a pagarse al
momento de celebrarse la escritura traslativa de dominio.
Agrega que la Sra. Andrea Fabiana Ramos, aprovechándose del estado de
inferioridad de sus representados, mediante manipulaciones, marchas y contra
marchas con relación al precio, los ha inducido a error logrando un precio vil de
compra de pesos seiscientos cincuenta mil ($ 650.000), de los cuales aún le restan
abonar pesos trescientos mil ($ 300.000), afirmando que en diciembre de 2015 la
propiedad objeto de la operatoria tenía un valor de mercado de pesos tres millones
trescientos veinte mil ($ 3.320.000), es decir que la venta se hizo por un precio vil
que representa un 19,57 % de su valor de mercado y la compradora se hizo de dicha
propiedad abonando simplemente la suma de $ 350.000 el 30 de diciembre de 2015,
suma que representa tal solo el 10,54% del valor de mercado del bien al momento de
realizarse la operación y sostiene que al momento de incoar la demanda, esto es en
febrero de 2018, el valor de la propiedad en el mercado asciende a $ 5.240.000,
representando el precio total de venta ($ 650.000) el 12,40% de aquel y lo
efectivamente abonado ($ 350.000), el 6,67%.
Explica que el accionante Daniel Ferradas, su esposa Marcela Maldonado y su
suegra María del Carmen Cheline conocen a la compradora y a su familia desde hace
más de veinte años, explayándose en la descripción de la vinculación comercial y la
relación de amistad y confianza entre ellos, a punto tal que cuando en el mes de
junio de 2014, cuando el hijo mayor del actor necesitaba alquilar una vivienda, la
hermana de la compradora le alquila una quinta al aquí accionante para que viva su
hijo y su nieto y fue precisamente mientras tramitaban el contrato de locación, que la
actora y su madre le ofrecieron al accionante comprarle el inmueble objeto de autos.
Sigue diciendo que considera todos los elementos antes señalados fueron
determinantes para realizar la operatoria señalada y sostiene que el engaño
implementado por la accionada y su madre para que el Sr. Ferradas y su suegra
firmaran la venta a un precio vil, fue la promesa de entregarle al mismo la casa de la
abuela paterna de la demandada, ubicada en calle Vieytes n°85, en plena Ciudad de
Salto, cosa que nunca ocurrió y así dado que la demandada abusó de la confianza del
Sr. Ferradas y se aprovechó de la ligereza, inexperiencia y necesidad de aquel, en
forma tal que una vez firmados los instrumentos referidos, sin entregar la casa
prometida de Vieytes nº 85 de Salto y vencido el contrato de locación aludido, la
compradora y su familia echaron por la fuerza al Sr. Ferradas y su familia de la finca
que la hermana de la compradora le alquilaba y es así que después de que todo ello
el Sr. Ferradas quedó en la calle, sin techo y con una miserable suma de dinero que
no le alcanza para comprar ni un terreno.
Explica que el inmueble objeto de la litis y del cual se desprendieron los
accionantes, les perteneció al Sr. Ferradas por transferencia gratuita, en parte por
donación efectuada por su madre y otra parte por herencia de su padre Eduardo
Perfecto Ferradas y la porción indivisa correspondiente a la Sra. Cheline fue mediante
compra que ésta realizara al hermano del Sr. Ferradas, para que su hija y su yerno
vivieran en una propiedad que fuera 100% de ellos y agrega que la demandada tomó
posesión anticipada del bien en el mes de agosto de 2014, alegando que era
necesario para realizar arreglos de mantenimiento y algunas reformas, ofreciéndole
al Sr. Ferradas compensar ello con el alquiler que aquel le pagaba a la hermana de la
demandada, a lo cual éste accedió para reducir sus gastos y se fue a vivir junto con su
familia a la casa quinta que alquilaba para su hijo, dejando de abonar el canon y
siempre en miras a concretar la operación de compraventa descripta y así la Sra.
Andrea Ramos hizo que su hermana no le cobrara alquileres al actor hasta enero de
2016, más al vencer la locación en Junio de 2016 ocurrió el violento desahucio del
actor y su familia, reteniéndole indebidamente la mayoría de sus objetos personales
para amueblar un hogar, como también las herramientas de trabajo del Sr. Ferradas.
Por último, menciona y describe el intercambio epistolar llevado a cabo entre
las partes y plantea la nulidad de la escritura y el boleto de compraventa con
andamiaje jurídico en el art. 332 del Cód. Civil y Comercial de la Nación, por
encontrarse viciado el acto jurídico por lesión, que es la explotación de un
contratante por otro, en este caso aprovechándose de la confianza, necesidad,
debilidad psíquica e inexperiencia del actor y la desproporción de las prestaciones en
forma acentuada, quedándose la demandada con una casa a un precio vil.
A continuación afirma que el principal daño ocasionado a los actores por el
obrar abusivo de la demandada y su familia, se encuentra en la privación de uso del
inmueble en cuestión, viéndose aquellos imposibilitados de disponer de su única
vivienda familiar desde Julio de 2016, cuando fueron desalojados ilegítimamente por
la fuerza, dejando al actor y su familia en situación de calle y reteniéndole sus objetos
personales, solicitando que el daño de privación de uso quede cuantificado en base a
la pericial de tasación a realizar.
En concepto del daño moral sufrido por los accionantes ante la acción abusiva
e inescrupulosa desplegada por la demandada y su familia, afectando los
sentimientos, tranquilidad y normalidad de la vida de aquello, reclaman la suma de $
150.000 para el Sr. Ferradas y $ 100.000 para la Sra. Cheline.
Por último, fundan en derecho, acompañan la prueba documental y formulan
el petitorio de rigor. 2º) Conferido traslado de la demanda (fs. 78), compareció a
contestarlo a fs.105/113, la Sra. Andrea Fabiana Ramos, por su propio derecho y con
el patrocinio letrado de los Dres. Marcelo Andrés Linares y Christian Ricardo Zanotti,
oponiendo como defensa de fondo al acápite III, la excepción de prescripción de la
acción de nulidad del negocio jurídico atacado instrumentado en un 75% en la
Escritura Pública N° 51 del 30/12/2015y el restante 25% en el boleto de compraventa
de fecha 05/01/2016, en virtud de haberse cumplido en exceso el plazo previsto de
dos años que mencionan los arts. 2562 inc. “a” y 2563 inc. “e” respectivamente del
C.C.C.N. y que no ninguno de los instrumentos pueden ser opuestos a la suscripta. 
No obstante, contesta demanda, solicitando su rechazo; efectuando una
negativa de los hechos que detalla y desconociendo la documentación acompañada
por la actora a excepción de la que reconoce expresamente y brinda su propia
versión de los hechos. En primer lugar, afirma que a mediados del año 2014 las
partes comenzaron a entablar las primeras conversaciones sobre la posible compra
del inmueble propiedad de los actores, que finalmente culminaron con la firma de la
mentada escritura pública referente al 75 % de la propiedad y la posterior firma del
boleto de compraventa mencionado por el 25 % restante y que como parte
integrante del precio total de venta del inmueble en cuestión, comprendió además
del monto establecido en aquellos instrumentos acompañado por la actora, en la
entrega material y jurídica de una camioneta Toyota Hilux 4x4, cabina doble SRV 3,0
TDI, dominio GHE265, del año 2007, propiedad de la Sra. Célica Pereyra -madre de la
demandada- que fuera transferido al actor con fecha 02/02/2018; un camión
Mercedes Benz, modelo 55-BM386, Versión 1633, Tipo 26, año 1995, dominio
AKD758, transferido al actor el día 30/07/2014 y un acoplado Golondrina, modelo
AC-3E-TP, año 2005, dominio ETV793, el día 23/07/2014 titularidad del Sr. Oscar L.
Verdoljak, quien le extendió suficiente poder de venta a la Sra. Célica A. Pereyra y
esta se lo transfirió al actor como parte de pago y asimismo, esta parte afirma que
afrontó a su exclusivo costo y cargo, también como parte de la compraventa en
cuestión, la cancelación de una deuda que el Sr. Ferradas, mantenía con el Banco de
la Provincia de Buenos Aires, Sucursal Salto, por la suma de $ 171.442,67, con más la
suma de $ 25.716,40, en concepto de honorarios. En segundo término, señala que
todas esas operaciones obedecieron a acuerdos previos realizados de buena fe entre
ambas partes y sus importes integraron, en realidad, el precio real de la venta del
inmueble indicado y que correlacionado con ello, ésta parte demandada recibió en el
mes de agosto de 2014, de manos de los vendedores y en forma pacífica la entrega
de la posesión material y jurídica del inmueble adquirido y señala que a la luz de las
operaciones efectuadas por el accionante y descriptas precedentemente, éste último
no puede decir dos años después que no sabía que estaba haciendo o que hubo
explotación o aprovechamiento y al margen que en cuanto a la firma de los
instrumentos cuya nulidad se pretende, fueron realizados ante la Notaria Silvia
Margarita De Paola, que asesoró a las partes. Afirma que de lo hasta aquí expuesto y
de la documentación acompañada surge que no se encuentran reunidos los
requisitos del art. 332 de Código Civil y Comercial de la Nación para considerar nulo
el negocio jurídico, ello desde que no ha existido lesión, instituto de empleo estricto y
restrictivo y que dicho acto jurídico se ha realizado con plena autonomía de la
voluntad y libertad contractual, de buena fe y no se ha dado una desventaja
patrimonial notable, evidentemente desproporcionada, excesiva, grave o grosera y
sin justificación alguna. Funda en derecho, ofrece pruebas y peticiona el rechazo de la
demanda. 3º) Que a fs. 118, se ordenó sustanciar la excepción de prescripción
opuesta por la demandada como defensa de fondo, contestando el traslado a fs.
125/126 el Dr. Mariano Blazevich, en representación de la parte actora, quien solicita
su rechazo al sostener que no se tiene en cuenta la suspensión del término de la
misma en base a la interpelación judicial efectuada el 18/12/2017 mediante carta
documento, notificada a la demandada el día 19 de diciembre de dicho año y que
mereciera la réplica de ésta de fecha 29 de diciembre de 2017, todo ello conforme el
art. 2541 del C.C.C.N. y asimismo, con fecha 05 de Febrero de 2018, la parte actora
inicio el proceso de mediación obligatoria, la cual suspende por 20 días la
prescripción, ello según art. 2543 del mismo digesto fondal; resolviéndose con fecha
06 de Junio de 2018 y bajo código de trámite n° 241900385005503495 -ver fs.130-
diferir su tratamiento para el momento de dictar sentencia. 4°) Posteriormente, con
fecha 29 de Junio de 2018 y bajo el código de trámite n° 237800385005541842 -ver
fs. 135-, se recibió el juicio a prueba, produciéndose aquellas que da cuenta el
certificado de la Sra. Actuaria de fecha 06 de Septiembre de 2019, bajo código de
trámite n° 238600385006194271 –ver fs. 142/143- y tras la declaración de la
caducidad de la prueba testimonial no producida por la demandada –ver resolución
del 07 de noviembre de 2019, bajo código de trámite n° 246100385006313498 (ver
fs. 148/149) y habiendo únicamente la parte accionante presentado su respectivo
alegato; el día 27 de Diciembre de 2019 y bajo código de trámite
n°25060038500639475-ver fs. 507- se llamaron autos para dictar sentencia,
resolución que a la fecha se encuentra firme. Y CONSIDERANDO: Que en primer
término he de dejar sentado que siendo que a partir del 1° de Agosto de 2015 se
encuentra en plena vigencia el Código Civil y Comercial de la Nación, según ley
26.994; el presente caso en todos sus aspectos se rige por el mismo, habida cuenta
que resulta ser la normativa vigente a la fecha de concertación o celebración de los
contratos aquí cuestionados -30 de Diciembre de 2015 y 05 de Enero de 2016- (arts.7
y ccs. del C.C.y C.N.; 163 inc. 5° del C.P.C.C.). I.- Cuestión previa: Excepción de
Prescripción: Es opuesta como defensa de fondo por la accionada Andrea Fabiana
Ramos al acápite III de fs. 106, afirmando que se ha prescripto la acción de nulidad
del negocio jurídico atacado, instrumentado en un 75% en la Escritura Pública N° 51
del 30/12/2015 y el restante 25% en el boleto de compraventa de fecha 05/01/2016,
en virtud de haberse cumplido en exceso el plazo previsto de dos años que
mencionan los arts. 2562 inc. “a” y 2563 inc. “e” respectivamente del C.C.C.N. y por
ende ninguno de los instrumentos pueden serle opuestos a la suscripta. Que dicha
oposición merece la réplica de fs. 125/126, efectuada por el Dr. Mariano Blazevich,
en representación de la parte actora, quien solicita su rechazo al sostener que no se
tiene en cuenta la suspensión del término de la misma en base a la interpelación
judicial efectuada el 18/12/2017 mediante carta documento, notificada a la
demandada el día 19/12/2017 y que mereciera la réplica de ésta de fecha
29712/2017, todo ello conforme el art. 2541 del C.C.C.N. y agrega que además, con
fecha 05 de Febrero de 2018, la parte actora inicio el proceso de mediación
obligatoria, la cual suspende por 20 días la prescripción, ello según art. 2543 del
mismo digesto fondal. Que la prescripción liberatoria es una excepción para repeler
una acción por el solo hecho que el que la entable ha dejado durante un lapso de
tiempo de intentarla, o de ejercer el derecho al cual ella se refiere y presenta los
siguientes caracteres: 1ª) se aplica a toda clase de bienes y derechos, que la ley no
haya exceptuado; 2º) requiere la conjugación del factor tiempo con la inacción del
titular durante el período designado por la ley (LLAMBIAS, Jorge Joaquín , “Tratado de
Derecho Civil”, Parte General, t. II, Pág. 658). Que desde ya adelanto mi convencimiento
de que asiste razón al accionante, ello toda vez el art. 2562 del C.C.y C.N, edicta que
prescriben a los dos años, el pedido de declaración de nulidad relativa y de revisión
de actos jurídicos (inc. a) y además introduce en el art. 2563 inc. e) de dicho cuerpo
normativo que en el supuesto de lesión, dicho plazo comienza a correr desde la fecha
en que la obligación a cargo del lesionado debía ser cumplida. Nótese que éste último
artículo es claro en cuanto dispone que el plazo se cuenta desde que la prestación
debe ser cumplida, ello así ya que el lesionado recién tomará real dimensión de la
desproporción cuando deban cumplir con su parte del negocio, lo cual en algunos
supuestos puede darse muchos años después de su celebración (MOISSET de ESPANÉS,
Luis: «La lesión en los actos jurídicos», pág. 202; CLUSELLA, Eduardo, “Código Civil y
Comercial Comentado; t., págs. Ed. Astrea ). Que además y a la luz de los argumentos
esgrimidos por el accionante en su escrito de réplica, lo antes dicho debe conjugarse
necesariamente con todo lo relativo a la suspensión de la prescripción, que sabido es
detiene el cómputo del tiempo por el lapso que dura pero aprovecha el período
transcurrido hasta que ella comenzó (art. 2539 del C.C.y C.N) y que precisamente, el
curso de aquella se suspende, por una sola vez, por la interpelación fehaciente hecha
por el titular del derecho contra el deudor; suspensión que sólo tiene efecto durante
seis meses o el plazo menor que corresponda a la prescripción de la acción (art. 2541
del C.C.y C.N) y también se suspende por pedido de mediación, desde la
comunicación por medio fehaciente de la fecha de la audiencia de mediación o desde
su celebración, lo que ocurra primero (art. 2542 del C.C.y C.N) . En el presente
supuesto, coinciden las partes en cuanto a que el negocio jurídico atacado y que
diera origen a estas actuaciones sobre nulidad en tratamiento, se encuentra
instrumentado una parte (75% o 18/24 avas partes) en la Escritura Pública N° 51 con
fecha 30/12/2015 y la parte restante (25% o 6/24 avas partes) en el boleto de
compraventa de fecha 05/01/2016 (ver fs. 63 vta./64 y 196 vta.) y en que el plazo de
prescripción de la acción de nulidad por lesión subjetiva es de dos años (ver fs. 106
vta., acápite III y 125/126); más surge de fs. 28/29 que el accionante mediante carta
documento CD825433596 , de fecha 18/12/2017, planteó la nulidad de la operatoria
de compraventa plasmada en ambos instrumentos, interpelación que fue
recepcionada por la accionada el día 19/12/2017 y que mereció la réplica de ésta
mediante cartas documento CD 768716566 y CD 768716552 (ver fs. 31/32), de fecha
29/12/2017, instrumentos todos estos reconocidos por la demandada (ver fs.
105/107); por lo cual siguiendo lo edictado por el art. 2541 del C.C.y C.N., el plazo de
prescripción se suspendió por seis meses a partir del 19 de diciembre de 2017, fecha
de la interpelación fehacientemente notificada a la demandada. Por ende,
encontrándose fuera de toda discusión que resulta de aplicación el plazo bienal de
prescripción previsto por el art. 2562 inc. a) y 2563 inc. e) del C.C.y C.N y siendo que
dicho plazo estuvo suspendido por seis meses desde la interpelación fehaciente del
19/12/2017 y considerando que la promoción de estos obrados data del 10 de abril
de 2018 –ver cargo de fs. 77 vta.- (art. 2546 y ccs del C.C.y C.N); concluyo que no
habiendo transcurrido el lapso de tiempo designado por la ley al momento de
promoverse la presente, la excepción opuesta debe rechazarse con costas a la
demandada vencida, lo que así dejo decidido (arts. 2539, 2541, 2546, 2562, 2563 y
ccs. del Código Civil y Comercial de la Nación; 68, 163, 344, 486 y ccs. del C.P.C.C.). 
II.- Acción de nulidad:
Que en la presente causa los accionantes Daniel Orlando Ferradas y María del
Carmen Cheline pretenden la nulidad de la Escritura nº 51 de fecha 30 de Diciembre
de 2015 y también del boleto de compraventa de fecha 05 de Enero de 2016, por
medio de los cuales se instrumenta la venta de estos a la demandada del inmueble
sito en la calle Buenos Aires n° 787 de la Ciudad de Salto (B), designado
catastralmente como Circ: I, Secc: D, Manz: 203, Parc: 5-a), de la localidad y partido
de Salto (B), entendiendo que la demandada aprovechándose del estado de
necesidad, inexperiencia y ligereza de ambos, con marchas y contramarchas, logro
que se le vendiera la propiedad a un precio vil, notablemente inferior al valor que en
aquel tiempo tenía el bien en el mercado y que en el caso se encuentran
configurados los extremos que determinan la existencia de la lesión subjetiva de
acuerdo a lo que prescribe el art. 332 del Código Civil y Comercial de la Nación.
Reclaman además, los daños y perjuicios ocasionados, compuestos éstos por
la privación de uso y daño moral.
Que por su parte, la accionada Andrea Fabiana Ramos, solicita su rechazo,
efectuando una negativa de los hechos que detalla, afirmando que el negocio jurídico
se hizo de buena fe y que no se encuentran reunidos los requisitos de la lesión
subjetiva que exige el art. 332 del C.C. y C.N., y señala que las negociaciones previas
para realizar la posible compra comenzaron a mediados del año 2014, que aquellas
finalmente culminaron con la firma de los referidos instrumentos, por las partes
indivisas y los montos que en cada uno de ellos se detalla, pero afirma que como
parte integrante del precio total de dicha operatoria, comprendió además del monto
establecido en aquellos instrumentos y en año 2014, en la entrega material y jurídica
de una camioneta Toyota Hilux 4x4, año 2007, dominio GHE265; un camión
Mercedes Benz, año 1995, dominio AKD758 y un acoplado Golondrina, año 2005,
dominio ETV793 y como así el haber afrontado la demandada, a su exclusivo costo y
cargo, como parte del precio de la compraventa en cuestión, la cancelación de una
deuda que el Sr. Ferradas mantenía con el Banco de la Provincia de Buenos Aires,
Sucursal Salto, por la suma de $ 171.442,67, con más la suma de $ 25.716,40, en
concepto de honorarios.
Dicho esto y explicitadas entonces las líneas argumentales que sustentan cada
una de las partes, preliminarmente cabe señalar además de que podrán anularse los
actos jurídicos, viciados de error, dolo, violencia, intimidación o simulación; también
y conforme al art. 332 del Código Civil y Comercial de la Nación, según ley 26.994,
receptando el anterior art 954 del Código Civil, podrá demandarse la nulidad o la
modificación de los mismos cuando una de las partes explotando la necesidad,
debilidad psíquica o inexperiencia de la otra, obtuviera por medio de ellos una
ventaja patrimonial evidentemente desproporcionada y sin justificación;
presumiéndose, salvo prueba en contrario, que existe tal explotación en caso de
notable desproporción de las prestaciones.
Agregando dicha norma que los cálculos deben hacerse según valores al
tiempo del acto y la desproporción debe subsistir en el momento de la demanda y el
afectado tiene opción para demandar la nulidad o un reajuste equitativo del
convenio, pero la primera de estas acciones se debe transformar en acción de
reajuste si éste es ofrecido por el demandado al contestar la demanda. (conf. RIVERA,
Julio C., “Instituciones de Derecho Civil, Parte General”, 3° ed., Abeledo Perrot, t. II, pág.
788; CIFUENTES, Santos, “Negocio Jurídico”, 2° ed., Astrea, pág. 614/615; S.C.B.A, Ac.
116.483, sent. del 17/06/2015). En éste supuesto al no haber mediado ninguna
propuesta reductora por parte de la accionada en la etapa oportuna, cabe
adentrarme en el tratamiento de la nulidad plateada por la actora que afirma existir
vicio de lesión subjetiva.
En consecuencia, puesto en tarea de evaluar si a la luz de lo edictado por el
art. 332 del Código Civil y Comercial de la Nación, se ha configurado el vicio la lesión
subjetiva invocado, cabe dejar sentado que éste resulta ser un vicio propio de los
actos jurídicos, fundado en un defecto del mismo consistente en una desproporción
injustificada de las prestaciones, originada en el aprovechamiento por una de las
partes del estado de inferioridad de la otra; por lo cual se ha señalado que para dicha
configuración se requiere la concurrencia de tres requisitos o elementos, uno de
carácter objetivo, que se constituye por la obtención de una ventaja patrimonial
evidentemente desproporcionada y sin justificación y dos elementos subjetivos, uno
en la víctima y que se conforma por la situación de inferioridad en la que aquel se
encuentra -esto es estado de necesidad, debilidad metal e inexperiencia- y el otro
elemento subjetivo en el lesionante y que consistente en explotación o
aprovechamiento por su parte de precisamente la inferioridad del otro
contratante (conf. MOISSET de ESPAÑÉS, Luis, "Los elementos de la lesión subjetiva y
la presunción de aprovechamiento" en J.A. "Doctrina 1974", p. 719 y sgtes. en esp.
nro. IV, letra b, 1, p. 723; , S.C.B.A., Ac. 37.381, sent. del 19/04/1988. Ac. 78.160,
sent. del 19/02/2002). Y al respecto, he de destacar que la télesis del art. 332 del
Código Civil y Comercial de la Nación, siguiendo el antiguo art 954 del Código Civil, no
es otorgar un remedio para sustraerse al cumplimiento de un mal negocio, o
enmendar un mal cálculo, ello dado que en las convenciones bilaterales y en los
contratos de contenido principalmente económico, nunca es exacta la equivalencia
de las prestaciones y no por ello se compromete la licitud del acto, pues la ley no
prohíbe convenir más caro o más barato, o con mayor o menor acierto, según la
inteligencia y suerte de las partes; sino que dicha normativa determina que la nulidad
sólo prosperará si la notable desproporción de las prestaciones -elemento objetivo-
es el resultado de la explotación de la necesidad, debilidad mental o inexperiencia de
la contraparte -elemento subjetivo-, lo cual lleva a tener que poner el acento en el
cálculo, artificio, mala fe o la intención subjetiva de aprovechamiento por parte de
quien resultó holgadamente beneficiado; es decir que el desequilibrio o
desproporción de las prestaciones “per se”, no es causal de nulidad, sino que lo que
caracteriza a la lesión es el aprovechamiento o explotación de la inferioridad del otro
contratante que deviene en perjudicado y por ende, al ser la lesión subjetiva una
excepción a la regla que obliga al cumplimiento de los contratos, ésta resulta de
aplicación restrictiva y extraordinaria, dado que está en juego los principios de la
autoridad de los contratos y de la estabilidad de las relaciones jurídicas que sin duda
interesan también al derecho natural (LLAMBIAS, Jorge J., obra citada, págs. 113/121;
ZANNONI, Eduardo; “Ineficacia y nulidad de los actos jurídicos, Edit. Astrea, pág.
322/326), criterio que ha sido recepcionado por nuestro Máximo Tribunal Provincial y
también por la Cámara de Apelación Civil y Comercial Departamental  (conf. Ac.
36.460, sent. del 19-VIII-1986, “Ac. y Sent.”, 1986-II-418; Ac. 39.237, sent. del 9-VIII-1988,
“Ac. y Sent.” 1988-III-56, “La Ley” 1988-D-480, “D.J.B.A.” 135-172; Ac. 78.160, sent. del 19-
II-2002; Excma. Cám. Apel. Civ. y Com. Dptal., Sala I, C: 109853, sent. del 28/03/2006; C.
116024 , sent. 27/03/2017, entre otras).

Que ahora bien, en forma sucinta y previo a adentrarme en el análisis de la


configuración o no de la lesión subjetiva en el supuesto de autos, he mencionar que
hablar de “ventaja patrimonial evidentemente desproporcionada y sin justificación”,
se quiere significar que la alteración del equilibrio de las prestaciones debe ser grave,
manifiesta, grosera, chocante, ostensible, indudable e incuestionable y
principalmente debe ser injustificada, es decir que no debe responder a una finalidad
reconocible por el derecho (LOPEZ de ZAVALIA, Fernando, “Teoría de los contratos”, Pág.
390; ASTUENA, Norman J., “La lesión como causal de nulidad o reajuste de los actos
jurídicos bilaterales, E.D. 45-961), extremo esté último que se presume “iuris tantum”
en favor del lesionado, invirtiéndose así la carga probatoria, por lo que será el
presunto lesionante quien deberá acreditar, en su caso, que tal ventaja se
encontraba justificada, por ejemplo en la intención del supuesto lesionado de realizar
una liberalidad, o en la cuota de riesgo o de incertidumbre que rodeaba el
negocio (Conf. BREBBIA, Roberto H.; "Código Civil y normas complementarias. Análisis
doctrinario y jurisprudencial» (BUERES (dir.), y HIGHTON (coord.). Buenos Aires,
Hammurabi, 1998, t. 2B, p. 605 y stes.; MOISSET de ESPANÉS, Luis: «La Lesión y el nuevo
art. 954 del Código Civil», pág. 25/28)

En cuanto al segundo elemento y que es de carácter subjetivo en la víctima, el


art. 332 del C.C.y C.N, exige que la víctima, afectado o “lesionado”, se encuentre al
momento de celebración del acto impugnado, en una situación de inferioridad, es
decir inmerso en estado de necesidad - ya sea económica, moral o espiritual-,
debilidad psíquica -esto es fragilidad o inferioridad psíquica o mental-, o
inexperiencia -es decir sin conocimientos suficientes como para comprender
cabalmente el alcance del negocio que esta celebrando-, requiriéndose que dicha
inferioridad haya sido la causa o razón determinante que ha conducido al afectado a
celebrar el negocio lesivo; cabiendo al respecto tener en cuenta que existiendo
desproporción de prestaciones con el alcance consignado, el estado de inferioridad
se se presume y también opera como inversión de la carga probatoria  (Conf.
LLAMBIAS; “Código Civil Anotado”, t.II-B, pág. 110; CIFUENTES, Santos: “ Negocio Jurídico”,
pág. 478, Ed. Astrea; LORENZETTI, Ricardo L.: “Código Civil y Comercial de la Nación
comentado”; t. II, pág. 347. Ed. Rubinzal Culzoni, 2015; LOPEZ de ZAVALIA, obr.cit., pág.
393; MOISSET de ESPAÑES, "Los elementos de la lesiòn subjetiva y la presuncion de
aprovechamiento", en J.A., Doctrina, Bs.As., Abeledo Perrot, 1976, pág. 730; BREBBIA,
Roberto H., ob. cit., pàg. 611/613; Excma. S.C.B.A., sent del 07/05/95; Excma. Cám. Apel.
Civ. y Com. Dptal., Sala I, C: 109853, sent. del 28/03/2006; C. 116024 , sent. 27/03/2017,
entre otras).

En relación al tercer y último elemento, el aprovechamiento o explotación por


el lesionante de aquella inferioridad del lesionado y por lo cual obtiene una ventaja
patrimonial evidentemente desproporcionada; basta para tenerlo por configurado
con el solo hecho de que el explotador haya tenido conocimiento de la situación de
inferioridad del afectado o que la misma sea verdaderamente ostensible y que el
lesionante haya sido consciente de la explotación que estaba realizando, lo que
denota la mala fe que debe mediar en su accionar y que justifica el instituto; aquí el
agente se adueña de la situación de inferioridad de otro, la explota y se aprovecha de
esas condiciones anormales (Conf. STIGLITZ, Rubén S., y PIZARRO, Ramón D.: op. cit., p.
10.; LORENZETTI, Ricardo L.: op. cit., p. 348.; BREBBIA, Roberto H.: op. cit., p. 607). Y
probada la desproporción de las prestaciones, genera también una presunción “iuris
tantum” sobre la existencia de éste aprovechamiento, bastando para tener por cierta
esa existencia, el mero conocimiento que el lesionante tenía de la situación del
lesionado y que le permitió aprovecharla en su beneficio, no debiendo confundirse la
lesión con el dolo (MOISSET de ESPAÑES, "Los elementos de la lesiòn subjetiva y la
presuncion de aprovechamiento", en J.A., Doctrina, Bs.As., Abeledo Perrot, 1976, pàg.
730/735; BELLUSCIO-ZANNONI, “Código Civil Anotado”, t.IV, pág. 375; LLAMBIAS; “Código
Civil Anotado”, t.II-B, pág. 110, Excma. S.C.B.A., sent del 07/05/95; Excma. Cám. Apel. Civ. y
Com. Dptal., Sala I, C: 109853, sent. del 28/03/2006; C. 116024 , sent. 27/03/2017, entre
otras) y ello así, por cuanto el instituto de la lesión subjetiva esta íntimamente
vinculado con el abuso del derecho contemplado en el art. 10 del C.C. y C. N.,
receptanto el art. 1071 del Código Civil de Vélez Sarfield.
Ahora bien, sentado todo ello, es menester pasar al análisis de los elementos
probatorios colectados en autos a efectos de verificar si convergen o no, los recaudos
necesarios para admitir la pretensión incoada por la actora, determinando si se han
probado los recaudos que exige el art. 332 del C.C.y C.N para tener por configurada la
existencia de lesión subjetiva y en tal sentido he de comenzar considerando si se ha
acreditado la existencia de una ventaja evidentemente desproporcionada y sin
justificación que favorece a la demandada -presunto lesionante-, en detrimento de
los accionantes - presuntos lesionados-
Al respecto, emerge de las constancias de la Escritura Pública n° 51 y pasada
por ante la Escribana Silvia M de Paola, con fecha 30 de diciembre de 2015, la venta
del actor Daniel O. Ferradas a la demandada Andrea F. Ramos de las 18/24 avas
partes indivisas del inmueble ya descripto en el 1° resultando y por un precio de
venta asciende a $ 350.000, abonados por la compradora en dicho acto, sirviendo tal
escritura de eficaz recibo y carta de pago y declarándose allí que recibe del vendedor
todos los derechos de propiedad, posesión y dominio que sobre el bien tenia -(ver fs.
16/19)-. Asimismo, con fecha 05 de enero de 2016 y conforme luce a fs. 20/21, las
partes suscriben boleto de compraventa, por el cual Daniel O. Ferradas y María del
Carmen Cheline, venden a la Sra. Ramos, las restantes 6/24 avas partes indivisas del
bien aludido -cláusula 1°-, terminando así de materializarse la venta del 100% del
inmueble, pactándose el precio de venta en la suma de $ 300.000, monto que
compradora debía abonar al momento de suscribirse la escritura traslativa de
dominio, que se fijo para dentro de los 180 días de celebrado dicho boleto -clausula
2°-, tomando ésta última la posesión en dicho momento, libre de todo ocupante -
cláusula 3°-; documento éste reconocido por los litigantes  (args. arts. 289 inc. 2°,
296, 312 y ccs. del Código Civil y Comercial, según ley 26.994; 384, 385 y ccs. del
C.P.C.)-  
Es decir que el precio total de compra de la propiedad, conjugados ambos
instrumentos de contratación, se estableció en la suma $ 650.000, de los cuales el
accionante -vendedor-, en su momento recibió en pago la suma de de $ 350.000, con
la escritura del 30 de diciembre de 2015 y los restantes $ 300.000, concertados en el
boleto de compraventa del 05/01/2016-, se abonarían dentro de los 180 días a partir
de suscripto aquel, momento en que se otorgaría la correspondiente escritura
traslativa de dominio (arts. 384, 385 y ccs. del C.P.C.C).
Que ahora bien, al margen de que habiéndose abonado al 30/12/2015 solo un
53,8% del precio total de venta, no obstante se entregó la posesión del inmueble y
evaluando acerca de la existencia o no de una notable desproporción de las
prestaciones, cabe comparar el monto acordado por los litigantes al momento de
celebrar el acto jurídico atacado, con el que emerge del dictamen pericial de tasación
faccionado por la perito martillera Patricia Inés Ghelfi -de fecha 03 de noviembre de
2018 y que luce a fs. 293/295- y su anexo de documentación respaldatoria de fs.
266/288 y que no mereció cuestionamientos o impugnaciones por parte de los
litigantes -ver cédula del 13/11/18, cód. Tramite n.º 2333600385005757102 de fs.
299 -.
Nótese que en el mismo, la experta tasadora y martillera Patricia Ghelfi, informa un
valor de venta de dicho inmueble en el mercado inmobiliario, para los meses de
diciembre de 2015 y/o enero de 2016, el que estima en U$S 230.000, por lo que
concluye que en dicha época el valor de la propiedad en pesos sería de $ 3.088.900,
tomando la cotización del dólar oficial en el Banco de la Nación Argentina de $ 13,43
para el 30/12/15 y de $ 13,77 para el 05/01/16 ver fs. 132 - y señala que para
efectuar dicha tasación lo hace ponderando la ubicación del inmueble, esto es a siete
cuadras de la Plaza y Municipalidad de Salto y que el inmueble que posee una
superficie total de 483,87 m², de los cuales 213,86 m² corresponde a la superficie
cubierta, refiriendo que en cuanto a las características propias de la construcción de
la vivienda, la misma se encuentra en muy buenas condiciones de habitabilidad,
constando de un living comedor al frente, distribuidor, cuatro dormitorios, baño,
cocina con comedor diario, lavadero con baño de servicio, garaje cerrado, entrada
para vehículo para dos autos aproximadamente y señala que la propiedad está
construida con mampostería de ladrillo, techo de tejas, abertura de madera y piso de
granito – ver fs. 131 - ; incluso aporta algunas fotos del mismo -ver fs. 119/130- .
Asimismo y explicando que el valor de las propiedades en dólares al tiempo de
realización de la pericia -03 de noviembre de 2018-, no se han modificado, afirma
que el valor de dicha propiedades en dólares sigue siendo de un total de U$S
230.000, razón por la que calcula que en dicha época el valor de la propiedad en
pesos sería de $ 8.694.000, tomando la cotización del dólar oficial en el Banco de la
Nación Argentina de dicha fecha era de $ 37,80 -ver fs. 132-. En virtud de la
contundencia de tal dictamen, consentido por ambas partes (ver cédula del
13/11/18, cód. tramite n.º 2333600385005757102 de fs. 299) y no encontrando otros
elementos objetivos de mérito para apartarme de su resultado (HALPERIN,
“Manual..”, t.III, pág.396; MORELLO-SOSA-BERIZONCE, “Códigos Procesales...”, t.V,
pág. 586; S.C.B.A., DJBA, t. 16, pág. 221; A. y S., 1957-IV, p. 54; DJBA, t. 64, p. 153) ;
no cabe más que concederle la suficiente aptitud probatoria como para formar mi
convicción en cuanto al valor de mercado del innueble al hacerse la operatoria de
compraventa cuya nulidad se persigue (arts. 384, 457, 474 y ccs. del CPCC.).
De tal modo se ha probado la ventaja patrimonial evidentemente
desproporcionada y sin justificación que exige la norma, ya que el precio total de la
compra de la propiedad, conjugados ambos instrumentos antes referido, se
estableció en la suma de $ 650.000, de los cuales el accionante - vendedor-, en su
momento recibió en pago la suma de $ 350.000, con la escritura del 30 de diciembre
de 2015 y los restantes $ 300.000, concertados en el boleto de compraventa del
05/01/2016, se abonarían dentro los 180 días de suscripto aquel, momento en que se
otorgaría la correspondiente escritura traslativa de dominio, habiendo además
otorgado la posesión el 30 de diciembre de 2015.
Consecuentemente, cabe tener por acreditada la existencia de una ventaja
patrimonial evidentemente desproporcionada; más aún si a ello se le agrega el hecho
de que la compradora se hizo de la propiedad abonando, hasta el momento de
promoverse la demanda, una suma representativa del 11% del valor real del mercado
- $ 350.000 – y que recién es en el marco de éste proceso y con fecha 28 de mayo de
2018, es decir a más de un año y medio de la celebración de la operación-, que la
demandada pretende cumplir con las prestaciones a su cargo, depositando
judicialmente en la cuenta de autos el saldo de precio por un monto de $ 300.000,
pactado en la cláusula 2° del boleto de compraventa -ver fs. 122/123-; representativo
del 46,15 % del precio total contratado por las partes y solo un 9,71% del valor de
mercado -según pericia de fs. 293/295-, que a mi entender acentúa aún más la
existencia de inequivalencia de las prestaciones entre las partes involucradas (arts.
384, 457, 474 y ccs. del CPCC.).
Que a ello cabe adunar que no aparecen demostrados los argumentos
esgrimidos por la demandada en el sentido de que, como parte integrante del precio
total de venta del inmueble, comprendió además de los montos consignados en
aquellos instrumentos, la entrega material y jurídica de una camioneta Toyota Hilux,
dominio GHE265, propiedad de la Sra. Célica Pereyra -madre de la demandada- y que
fuera transferido al actor con fecha 02/02/2018; de un camión Mercedes Benz,
dominio AKD758, transferido al actor el día 30/07/2014 y un acoplado Golondrina,
dominio ETV793, ambos de titularidad del Sr. Oscar L. Verdoljak y que en base a un
poder de venta otorgado a la Sra. Célica A. Pereyra, ésta se los transfirió al actor
como parte de pago y que además afrontó a su exclusivo costo y cargo, también
como parte de la compraventa en cuestión, la cancelación de una deuda que el Sr.
Ferradas, mantenía con el Banco de la Provincia de Buenos Aires, Sucursal Salto, por
la suma de $ 171.442,67, con más la suma de $ 25.716,40, en concepto de
honorarios.- 
Al respecto cabe destacar, que tanto en la escritura como en el boleto de
compraventa aludidos, ninguna referencia se hace a que como parte integrante de
precio o complementando las sumas fijadas en ambos instrumentos, se entrega o se
entregará en pago al actor los vehículos indicados precedentemente, más aún si a
ello se agrega que, de documental acompañada por la propia demandada y
consistente en los informes de estado de dominio e histórico de titularidad de
aquellos y expedidos por el Registro Nacional de la Propiedad Automotor, emerge
por un lado que la transferencia al actor de la Toyota Hilux, dominio GHE265, se
efectivizó con fecha 02/02/2018 -ver fs. 91/93- y que por otra parte, tanto el camión
Mercedes Benz, dominio AKD758, como el acoplado Golondrina, dominio ETV793,
transferidos al actor con fecha 30/07/2014 y 23/07/2014 respectivamente, ambos
resultan ser propiedad del Sr. Oscar L. Verdoljak –ver fs. 94/104-, quien al margen de
haber extendido poder de administración y disposición a favor de la Sra. Pereyra –
madre de la demandada-, ninguna vinculación jurídica tuvo con el aquí actor y mucho
menos resultó ser parte involucrada en el acto jurídico cuya nulidad se persigue y
todo ello, sin dejar de perder de vista que dado que tales transferencias data de una
época anterior a la concertación del mismo, deviene dificultoso todo intento de
vinculación temporal de éstas con la operatoria inmobiliaria aludida (arts. 384, 394,
396, y ccs. del C.P.C.C.).
Idéntica suerte corre el argumento de que como parte del precio en cuestión, la
demandada junto con su madre, afrontó además a su exclusivo costo y cargo, la
cancelación de una deuda que el Sr. Ferradas mantenía con el Banco de la Provincia
de Buenos Aires, Sucursal Salto, por la suma de $ 171.442,67, con más la suma de $
25.716,40, en concepto de honorarios; ello así por cuanto teniendo a la vista las
constancias de los autos “Banco de la Provincia de Buenos Aires c/ Blanco y García,
Orlanda s/ Ejecución Hipotecaria” –Expte. 62.217-, en trámite por ante el Juzgado en
lo Civil y Comercial N.º 10 Departamental, como así la documental allegada por la
demandada al respecto y que luce glosada a fs 90, no sólo que ninguna referencia
hace a algún supuesto pago efectuado por la Sra. Andrea Fabiana Ramos y/o su
madre Célica Aida Pereyra, sino que además toda la documentación de cancelación y
recibos de pago se encuentran extendidos a nombre del Sr. Daniel Orlando Ferradas
y la Sra. Marcela Maldonado y que la expedición de tal documental data del 15 de
julio de 2014 -ver fs. 90 y 90 bis- (arts. 374, 375, 384 y ccs. del C.P.C.).
Que a la luz de todo lo expuesto y de la mera confrontación entre lo convenido
entre las partes y lo que emerge de las tasaciones llevadas a cabo por la experta
actuante en autos, surge la notoria e indudable desproporción patrimonial de las
presentaciones, advirtiéndose que la ventaja patrimonial obtenida por la demandada
resulta ser clara, evidente, categórica y groseramente superior y por esta razón cabe
tener por configurado en autos el requisito de “ventaja patrimonial evidentemente
desproporcionada y sin justificación” exigido por el art. 332 del Código Civil y
Comercial de la Nación.
Con respecto al segundo de los elementos de la lesión y que resulta ser la
situación de inferioridad del lesionado, es decir que al momento de contratar se
encontraba en estado de necesidad, debilidad mental o inexperiencia, debe partirse
de la premisa que, como ya lo refiriera, existiendo una ventaja patrimonial
evidentemente desproporcionada y sin justificación, aquella situación se presume en
favor del lesionado, operando como una inversión de la carga probatoria (BELLUSCIO-
ZANNONI, “Código Civil Anotado”, t.IV, pág 375; LLAMBIAS, “Código Civil Anotado, t.II-B,
pág. 110; ; MOISSET de ESPAÑES, "Los elementos de la lesión subjetiva y la presuncion de
aprovechamiento", en J.A., Doctrina, Bs.As., Abeledo Perrot, 1976, pág. 730; BREBBIA,
Roberto H., ob. cit., pàg. 611/613 Excma. S.C.B.A., sent del 07/05/95; Excma. Cám. Apel.
Civ. y Com. Dptal., Sala I, C: 109853, sent. del 28/03/2006; C. 116024 , sent. 27/03/2017,
entre otras).

Y siendo que en el supuesto de autos, precedentemente se ha tenido por


configurada la existencia de una ventaja patrimonial evidentemente
desproporcionada, sin justificación alguna y que la demandada no ha logrado
desvirtuar la presunción aludida “ut supra”, aportando material probatorio idóneo a
tal fín, cabe considerar a los accionantes inmersos el referido estado de inferioridad;
máxime si a la hora de evaluar las condiciones personales de los lesionados, emerge
de las declaraciones coincidentes de los testigos María Elena Moreno, Patricia Luján
Duran, Marcelo Miguel Minnino, Jorge Marcelo Paz y Carlos Ezequiel Parrillo -ver fs.
318/323-, que en la época en que el Sr. Ferradas vendió su casa, se encontraba
atravesando una dificil situación económica, anímica, y espiritual, pues venía de
levantar una hipoteca con el banco, que además su trabajo de transportista había
mermado y no podía siquiera mantener materialmente el inmueble heredado que
vendió, por lo que necesitaba comprar una casa más chica y con la diferencia cubrir
algunos gastos, ya que tenía serias dificultades económicas para mantener a toda su
familia y ello sin dejar de reparar, por no ser un dato menor, que los testigos Duran,
Minnino y Paz, afirmaron que el Sr. Daniel Ferradas sólo tenía estudios primarios
completos, trabajaba en el campo y que era conceptuado por sus allegados y
conocidos como una persona confiada y de palabra -ver fs. 320/323-. Teniendo en
cuenta la edad, el tiempo desde el que afirman conocer a los actores y su carácter de
vecinos de la localidad Salto -B-, sus aseveraciones conforme las pautas establecidas
por el art. 456 del C.P.C., poseen la fuerza convictiva necesaria como para reparar en
ellas en cuanto a las condiciones personales del actor (arts. 384, 456 y ccs del ritual).
Además, en referencia a las circunstancias subjetivas de quienes se dicen lesionados,
también he de reparar en los términos de los informes periciales elaborados por la
Perito Psicóloga Oficial, la Lic. María Cristina Becce, tanto respecto a la Sra. María del
Carmen Cheline y presentado en autos con fecha 30 de abril de 2019, bajo código de
trámite 250500385005991854, como respecto accionante Daniel Orlando Ferradas,
de fecha 15 de Julio de 2019 y con código de trámite n.º 244500385006116928;
concluyendo la experta por un lado, que Sra. Cheline, posee un nivel intelectual
esperable, aunque frente al factor de que nunca fue escolarizada y sumado a la edad
por la que transita, realmente 72 años al tiempo de la contratación y según surge de
fs. 4, puede inferirse que es una persona vulnerable, es decir, que cabe la posibilidad
de ser manipulada por otros y en lo atingente al Sr. Ferrada, informa que entre los
aspectos de su personalidad surge inestabilidad psicoafectiva y aunque logra
controlar su impulsividad dentro de sus propios términos, puede fracasar en ello ante
factores exógenos de relevancia, aunque no hay indicadores de vulnerabilidad frente
a obstáculos cotidianos (arts.384, 457, 474 y ccs. del C.P.C.)
Ello así, concluyo que existen serios indicios de que los accionantes se
encontraban en una situación subjetiva de vulnerabilidad y que sumada a las
condiciones de venta descriptas, aparece corroborado el aspecto subjetivo de la
lesión respecto de la víctima y que debe encuadrarse en la situación de inferioridad a
la que refiere el art. 332 del C.C. y C.N. Por último y en relación a la explotación o
aprovechamiento de la inferioridad del lesionado sobre el lesionante, como ya lo
expuse, ante la existencia de una ventaja patrimonial evidentemente
desproporcionada, éste también se presume a favor del lesionado, invirtiéndose la
carga probatoria, considerando que éste existe por el mero conocimiento de la
situación del lesionado y que le permita aprovecharla en su beneficio y siendo que la
presunción referida tampoco ha sido desvirtuada por la demandada con prueba en
contrario y que la parte demandada no ha exteriorizado la subsidiaria voluntad de
reajustar equitativamente lo acordado, entiendo que se ha configurado el vicio de
lesión subjetiva, por lo que corresponde decretar la nulidad de los contratos bajo
análisis, por lo que corresponde decretar su nulidad, disponiéndose la restitución en
forma mutua de lo entregado, dentro del décimo día de adquirir firmeza el presente
(arts. 332, 386, 388, 390 y ccs. del C.C.y C.N.; 163, 384 y ccs. del C.P.C.C.).
III.-Daños y Perjuicios:
1°) Privación de Uso: Afirman los accionantes que el principal daño ocasionado por el
obrar abusivo de la demandada y su familia, se encuentra en la privación de uso del
inmueble objeto de litis y que en Julio de 2016 fueron desalojados de la vivienda que
alquilaban a la familia de la demandada.
Al respecto he de recordar que sobre el rubro reclamado se ha dicho que “la sola
privación no puede entenderse que produzca ipso facto ese daño resarcible, atento a
que para ello sería menester haber acreditado que dicho bien en manos de su
propietario habría podido producir un rédito que se frustró por carecer de la
tenencia de la cosa (TRIGO REPRESAS, Félix A. en: La prueba del daño emergente y
del lucro cesante, pub. en Revista de Derecho de Daños - Nº 4. La prueba del daño -
I., Rubinzal-Culzoni, 1999, p. 49 y ss.); criterio seguido por nuestro Superior Tribunal
Provincial quien se ha expedido al respecto en los siguientes términos: "... La sola
privación de uso del inmueble …no supone inexorablemente la existencia de frutos y
por no ser un hecho notorio, depende de la prueba que se produzca, cuya
apreciación queda librada a los jueces..." (S.C.B.A. en la causa Ac. 39.734, sent. del
06-12-1988; Ac. 40.095, sent. del 22-08-1989).
Por todo lo que antecede y a la luz de todas las constancias obrantes en autos,
estimo que a los Sres. Ferradas y Cheline les correspondía probar el daño que
reclaman, aportando suficientes elementos de juicio sobre la repercusión patrimonial
que describieron; por lo cual siendo que aquellos no han acreditado las erogaciones
que habría efectuado en virtud de la privación del uso del inmueble vendido, cabe
tener por no probado el daño por tal concepto se reclama y en consecuencia, forzoso
resulta concluir en el rechazo del rubro en tratamiento, lo que así dejo decidido (arts.
1737, 1738, 1739, 1740, 1744 y ccs. del C.C. y C.N; 163, 375, 384, 474 y ccs. del
CPCC.).
2°) Daño Moral: Afirman los accionantes que la acción abusiva e inescrupulosa
desplegada por la demandada y su familia, ha afectando los sentimientos,
tranquilidad y normalidad de la vida de aquellos, por lo que reclaman en concepto de
daño moral la suma de $ 150.000 para el Sr. Ferradas y $ 100.000 para la Sra. Cheline.
Que al respecto he de comenzar por referir que de los arts 1737, 1738, 1739,
1740, 1741 y ccs. del C.C. y C.N. se desprende que hay daño cuando se lesiona un
derecho subjetivo o un interés lícito o de hecho, que tenga por objeto la persona o su
patrimonio y la reparación del mismo debe ser plena, restituyendo la situación del
damnificado al estado anterior al hecho dañoso; más para que proceda la respectiva
indemnización debe existir un perjuicio directo o indirecto, actual o futuro, cierto y
subsistente, comprendiendo dicha indemnización la pérdida o disminución del
patrimonio de la víctima, el lucro cesante y la pérdida de chance e incluye
especialmente las consecuencias de la violación de derechos personalísimos de la
víctima, de su integridad personal, su salud psicofísica, sus afecciones espirituales
legítimas y las que resultan de la interferencia en su proyecto de vida; es decir que la
reparación del daño y la indemnización que le corresponde, comprende las
"consecuencias no patrimoniales", habiéndose entendido que hace referencia al
"daño moral" en un sentido amplio, es decir a la lesión de intereses espirituales de un
sujeto y que se traducen en un modo de estar diferente al que se encontraba con
anterioridad al hecho lesivo, afectándole sus capacidades de entender, de querer y
de sentir (CALVO COSTA, Carlos A., "El significado y las especies de daño resarcible",
Revista de Derecho de Daños 2012-3, págs. 215/216; VÁZQUEZ FERREYRA, Roberto, "La
legitimación activa para reclamar indemnización por daño moral", Rev. Jurídica Delta, nº
9/10, págs. 72 y stes.)

Que ahora bien, en cuanto a la carga probatoria del daño moral, he de partir de
la premisa contenida en el art. 1744 del C.C. y C.N. y que impone que todo daño deba
ser acreditado por quien lo invoca, excepto imputación o presunción legal o
notoriedad, ello lo hace sin distinguir entre la esfera extracontractual y la contractual
y dado que la procedencia del daño moral es de interpretación restrictiva, para no
atender reclamos que correspondan a una susceptibilidad excesiva o que carezcan de
significativa trascendencia jurídica, por lo que queda a cargo de quien lo invoca, la
acreditación precisa del perjuicio que se alega haber sufrido en sus sentimientos,
afecciones o de tranquilidad anímica (AGOGLIA, María M., BORAGINA, Juan C. y MEZA,
Jorge A.o "La prueba del daño moral", en Revista de Derecho de Daños, Nº 4, cit. pág. 157 y
ss.);

En el caso de autos, partiendo del hecho de que se ha acreditado la existencia


de una ventaja patrimonial evidentemente desproporcionada y sin justificación,
como resultado de una explotación o aprovechamiento de la situación de inferioridad
de los accionantes y que como consecuencia de ello, conforme lo afirman los dichos
coincidentes de los testigos Maria E Moreno, Patricia L. Durán, Marcelo M. Mininno,
Jorge M. Paz y Carlos E. Parrillo –ver fs. 318/323-, aquellos quedaron en situación de
calle y tuvieron que ir a vivir a una casa prestada, agravando así aún más las
circunstancias tenidas en vista al contratar, y a las cuales me remito por razones de
brevedad, agregándose a ello la intranquilidad que debió significar el desprenderse
de su única vivienda propia por un precio que no les permitía luego acceder a otra,
aún de condiciones más precarias y atendiendo también a la edad de los accionantes
al momento del hecho, conforme se infiere de las copias de los documentos de
identidad de fs. 3 y 4 -62 años el Sr. Ferradas y 72 años la Sra. Cheline-, el carácter de
ser jefe de familia del Sr. Ferradas y tener la misma a su cargo; entiendo equitativo
fijar la indemnización en la suma de $ 100.000 para el accionante Daniel O. Ferradas
y $ 50.000 para la accionante Cheline; lo que de tal modo dejo decidido (arts. 1737,
1738, 1739, 1740, 1741, 1744 y ccs. del C.C. y C.N; 163, 375, 384, y ccs. del CPCC.).
IV.- Que a los montos indicados en el considerando que antecede deberán
adicionársele intereses a partir de la entrega de posesión del bien, es decir desde el
30 de diciembre de 2015 (arts. 886 y ccs. del C.C. y C.N.). Y en lo referente a la tasa a
aplicar, habrá de seguirse el criterio sostenido por la Excma. Cámara de Apelación en
lo Civil y Comercial Departamental, Sala I, en cuanto resolvió que procede calcular la
tasa pasiva desde la fecha indicada hasta el efectivo pago, utilizando la variante
digital publicada en la página www.scba.com.ar (Excma. Cámara Civil
Departamental, Sala I, en exptes. no. 116.567, 116.749, entre otros).
En consecuencia y conforme a tales parámetros, deberá la parte accionante
practicar la correspondiente liquidación dentro del plazo de diez días desde que este
decisorio adquiera firmeza (arts. 768, 769 y ccs. del C.C.C. N; 501 y ccs. del
CPCC.). V.- Que en cuanto a las costas, deberán ser soportadas en su totalidad por la
parte demandada vencida (arts. 68 y 163 del CPCC.)._
Por todo lo expuesto y lo normado por los arts. 332, 386, 388, 390, 768, 769,
886, 1737, 1738, 1739, 1740, 1741, 1744, 2539, 2541, 2542, 2562, 2563 y ccs. del C.C.
y C.N; 68, 69, 163, 344, 375, 384, 394, 396, 457, 474 y ccs. del
C.P.C.C.; FALLO: 1°) Rechazando la excepción de prescripción opuesta; con costas a la
vencida; 2°) Decretando la nulidad de la Escritura N° 51 del 30/12/2015 y del boleto
de compraventa de fecha 05 de enero de 2016, debiendo las partes restituir en
forma mutua lo entregado, dentro del décimo día de adquirir firmeza el presente;
3°) Admitiendo parcialmente la demanda por daños y perjuicios y en consecuencia,
condenando a la demandada Andrea Fabiana Ramos a abonar a la parte actora la
suma total de pesos ciento cincuenta mil ($ 150.000), de la que corresponden pesos
cien mil ($ 100.000) a Daniel Orlando Ferradas y pesos cincuenta mil ($ 50.000) a
Maria del Carmen Cheline; importes a los que deberán adicionársele los intereses
referidos en el considerando IV y ello en el plazo de cinco días de quedar notificados
de la aprobación de la liquidación que deberá practicarse conforme a las pautas
señaladas precedentemente y bajo apercibimiento de ejecución. 4) Imponiendo las
costas a la parte demandada vencida y difiriendo la regulación de honorarios para la
etapa procesal pertinente. NOTIFÍQUESE. REGÍSTRESE.-
 
 
 
 

SENTENCIA DE CAMARA

En la ciudad de Mercedes, Provincia de Buenos Aires, a los 18 días


del mes de marzo del año dos mil veintiuno, se reúnen en Acuerdo continuo
(Res. SCBA Nº 480/20, Nº 583/20, Nº 655/20 [en su parte pertinente conforme
la Resolución Nº 14/21],  y sus complementarias sobre COVID-19 y
Resoluciones del Presidente de esta Cámara de fecha 28/04/2020, sgtes. y
complementarias, y de fecha 01/03/2021), los señores jueces de la Sala
Segunda de la Excma. Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial del
Departamento Judicial Mercedes, Dr. TOMAS MARTIN ETCHEGARAY y Dr.
ROBERTO ANGEL BAGATTIN, con la presencia de la Secretaria actuante,
para dictar sentencia en el expediente
número 31.931 caratulado “FERRADAS DANIEL ORLANDO Y OTRO/A C/
RAMOS ANDREA FABIANA S/ NULIDAD ACTO JURIDICO. -
La Cámara resolvió votar las siguientes cuestiones esenciales de
acuerdo con los artículos 168 de la Constitución y 266 del Código de
Procedimientos:

1ª)- ¿Es justa la sentencia de fs. 508/524vta. en lo que fuera


materia de apelación y agravios?

2ª)- ¿Qué resolución corresponde adoptar?

A la primera cuestion planteada el señor juez Dr. Etchegaray dijo:

I)- Antecedentes. A la sentencia de fs. 508/524, dictada el 28 de febrero de


2020, que falló rechazando la excepción de prescripción, y decretando la
nulidad de la escritura n° 51 del 30/12/2015 y del boleto de compraventa del
05/01/2016, debiendo las partes restituir en forma mutua lo entregado, admitir
parcialmente la demanda por daños y perjuicios y en consecuencia condenar
a Andrea Fabiana Ramos a abonar a la parte actora la suma de $ 150.000, de
los que $ 100.000 corresponden a Daniel Orlando Ferradas, y $ 50.000 a
María del Carmen Cheline, con más intereses, con costas a la parte
demandada, la apelaron tanto actores como demandada. Ambos recursos
fueron libremente concedidos. Convocados los apelantes a expresar agravios,
lo hicieron mediante sendos escritos electrónicos, los que fueron ambos
respondidos en la misma forma. Llamados “autos para sentencia”, consentido,
y practicado el sorteo de ley, quedó la causa en condiciones para ser votada.
II)- La sentencia, en lo interesante a los recursos en trámite, relacionó que
Daniel Orlando Ferradas y María del Carmen Cheline demandaron a Andrea
Fabiana Ramos por nulidad de la compraventa del inmueble de calle Buenos
Aires n° 787 de la ciudad de Salto (Circ. I, Sec. D, Manz. 203, parcela 5-a)
instrumentada en escritura 51 pasada ante la escribana de Paola el 30 de
diciembre de 2015, por la que Ferradas le vendió a Ramos su 75% indiviso en
la suma de $ 350.000, y el boleto de compraventa del 5 de enero de 2016 por
el que Cheline le vendió a Ramos su 25% indiviso del mismo bien en $
300.000 a ser pagados al escriturar, fundados en que la compradora obró
aprovechándose del estado de necesidad, inexperiencia y ligereza de los
vendedores, ya que mediante manipulaciones, marchas y contramarchas los
indujo a error y logró un precio vil, de $ 650.000 de los que solo abonó $
350.000, cuando para ese entonces el valor de mercado del inmueble era de
$ 3.320.000. Se explayó luego el a-quo en la narrativa de los pormenores de
la negociación que culminó con los actos jurídicos atacados, siendo relevante
señalar, entre ellos, que los actores invocaron que, para convencerlos, la
compradora les prometió -y luego no cumplió- entregarles la casa ubicada en
calle Vieytes n° 85 de la ciudad de Salto. Que dijeron que a raíz de la venta
de su casa, los actores quedaron en situación de calle, dado que la
compradora había tomado posesión anticipadamente; y que con la miserable
suma de dinero del precio no accedían a comprar ni un terreno. Que hubo
entre partes intercambio epistolar en el que se planteó la nulidad de la
escritura y el boleto con fundamento en el art. 332 del CCyCN por tratarse de
actos viciados por lesión, imputándosele a la compradora haberse
aprovechado de la confianza, necesidad, debilidad psíquica e inexperiencia
del actor, y la desproporción acentuada de las prestaciones. Además de la
nulidad, reclamaron indemnización por privación de uso de su única vivienda
familiar desde julio de 2016, a ser cuantificada pericialmente. También
pidieron daño moral por la suma de $ 150.000 para Ferradas y $ 100.000 para
Cheline.

Que en la contestación de la demanda, Andrea Fabiana Ramos afirmó que a


resultas de la negociación, el precio total por la venta del inmueble, además
del monto establecido en los instrumentos, se integraba con la entrega
material y jurídica de una camioneta Toyota Hilux que se le transfirió al actor,
un camión Mercedes Benz también ya transferido al actor, un acoplado
Golondrina también transferido, además de que su parte se hizo cargo de la
cancelación de una deuda que el actor tenía con el Banco de la Provincia de
Buenos Aires . Que después de tantas negociaciones y a que la firma de los
documentos se hizo ante la escribana Silvia de Paola que los asesoró, no
pueden ahora decir que no sabían que estaban haciendo, o que hubo
explotación o aprovechamiento, por lo que no hubo vicio de lesión. Aclaro que
también había opuesto excepción de prescripción, pero no se agravia de su
rechazo.
Consideró que el caso está regido por el CCyCN ya que es la
normativa que estaba vigente a la fecha de la concertación y celebración de
los contratos cuestionados. Que además de la nulidad que puede
demandarse por los actos jurídicos viciados de error, dolo, violencia,
intimidación o simulación, el art. 332 del CCyCN establece que puede
demandarse su nulidad o modificación cuando una de las partes, explotando
la necesidad, debilidad psíquica o inexperiencia de la otra, obtiene una
ventaja patrimonial evidentemente desproporcionada y sin justificación, y que
se presume, salvo prueba en contrario, que tal explotación existe en caso
de notable desproporción entre las prestaciones. Que el afectado puede
demandar la nulidad o un reajuste equitativo del convenio, pero que la acción
de nulidad se transforma en acción de reajuste si éste es ofrecido por el
demandado al contestar la demanda. Que como esto último no ocurrió, se
adentró en el tratamiento de la nulidad. Para lo cual hizo una exposición
jurídica sobre el vicio de lesión que sintéticamente paso a desarrollar. Así,
razonó que el vicio de lesión requiere de tres elementos: uno objetivo, que es
la obtención de una ventaja patrimonial evidentemente desproporcionada y
sin justificación; y dos elementos subjetivos: uno, que la víctima se encuentre
en situación de inferioridad -ya por estado de necesidad, debilidad mental, o
inexperiencia- , y el otro, que el lesionante haga explotación o
aprovechamiento de la inferioridad del co- contratante. Sostiene que la
finalidad del art. 332 del CCyCN (antiguo 954 CC) no es otorgar un remedio
para sustraerse al cumplimiento de un mal negocio o enmendar un mal
cálculo, ya que la licitud de un acto jurídico no se ve comprometida por el
mero desequilibrio entre las prestaciones ya que no está prohibido convenir
más caro o más barato, sino que la nulidad solo prosperará si la notable
desproporción de prestaciones es el resultado de la explotación de una
necesidad, debilidad mental o inexperiencia. Esto es, que el solo desequilibrio
de prestaciones no causa nulidad. Que esta institución, la lesión, es de
aplicación restrictiva y extraordinaria, ya que pone en crisis los principios de la
autoridad de los contratos y de la estabilidad de las relaciones jurídicas.
Sostiene que cuando la ley habla de ventaja patrimonial evidentemente
desproporcionada y sin justificación, quiere significar que el desequilibrio entre
las prestaciones debe ser grave, manifiesto, grosero, chocante, ostensible,
indudable e incuestionable, y principalmente injustificado, extremo este último
que invierte la carga de la prueba: va a ser el presunto lesionante quien
deberá acreditar que esa ventaja que obtuvo no se debió a una liberalidad, o
a la cuota de riesgo o incertidumbre que rodeaba al negocio. Que en cuanto a
la víctima, que se debe encontrar en estado de inferioridad por necesidad -
económica, moral o espiritual-, debilidad psíquica -fragilidad o inferioridad
psíquica o mental-, o inexperiencia -sin conocimientos suficientes para
comprender el alcance del negocio-, cabe consignar que esa inferioridad se
presume, salvo prueba en contrario, cuando la desproporción de prestaciones
es notable. Analizó seguidamente la prueba, y comenzó por la cuestión
objetiva. Dijo que de la escritura 51 del 30/12/2015 pasada ante la escribana
de Paola surge que el actor Ferradas le vendió a la demandada Ramos las
18/24 avas partes indivisas de su propiedad del inmueble ya descripto, por el
precio de $ 350.000, abonados en ese acto (fs. 16/19). Que del boleto del
05/01/2016 (fs. 20/21) Ferradas y Cheline le venden a Ramos las restantes
6/24 avas partes indivisas del mismo bien, por el precio de $ 300.000 a ser
pagados al escriturar en el plazo de 180 días, y que la posesión se le otorgó a
la compradora en ese mismo momento. Que la pericia de tasación efectuada
por la martillero Ghelfi estimó el valor del inmueble a diciembre de 2015/enero
2016 en U$S 230.000, esto es que el valor en pesos para la época de los
contratos era de $ 3.088.900 (dólar cotizado a $ 13,43), dictamen no objetado
por las partes, y sin que encontrara elementos objetivos para apartarse del
mismo. Encontró de tal modo probada la ventaja patrimonial evidentemente
desproporcionada, más aun considerando que la compradora se hizo del
inmueble abonando solamente el 11% de su valor de mercado. Y que por
pretender satisfacer el saldo mediante deposito en autos de $ 300.000 en
mayo de 2018 (fs. 122/123), lo que representa solo el 9,71% del valor de
mercado según pericia de fs. 293/295, entendió el a-quo que tal actitud
acentuó la inequivalencia de prestaciones. A lo que añadió que el argumento
de la demandada en el sentido que el precio estaba completado con la
entrega de una camioneta Toyota, un camión Mercedes Benz y un acoplado
Golondrina, todos transferidos al actor por la madre de la demandada, más la
cancelación de la deuda que Ferradas mantenía con el Banco Provincia, no
aparece probado. Dijo que ni en la escritura ni en el boleto se hizo referencia
al pretendido complemento del precio. Que de los informes de dominio de
esos rodados surge que la camioneta se transfirió en 2018, y el camión con
acoplado en 2014, por parte del anterior propietario Sr. Verdoljak que ninguna
vinculación jurídica tuvo con el actor Ferradas ni resultó estar involucrado en
el acto jurídico cuya nulidad se persigue, todo lo cual hace dificultosa la
vinculación temporal con la operación inmobiliaria. Que lo mismo ocurre con
el tema de la cancelación de la deuda de Ferradas con el banco. Ya que ni del
expediente de ejecución hipotecaria ni del informe del banco surge referencia
alguna a supuesto pago efectuado por Ramos; más aun, la documentación de
cancelación y recibos de pago fueron extendidos a nombre de Ferradas, y con
fecha julio de 2014 (anterior al negocio de autos). De todo lo cual surge la
notoria e indudable desproporción patrimonial de las prestaciones, que la
ventaja obtenida por la demandada resulta ser clara, evidente, categórica y
groseramente superior, y por ello configurado el requisito objetivo de “ventaja
patrimonial evidentemente desproporcionada y sin justificación” exigido por el
CCyCN 332. Respecto los elementos subjetivos, dijo que se debe partir de
que la existencia de esa ventaja patrimonial los presume operando inversión
de la carga probatoria. Que la demandada no logró desvirtuar esa presunción,
por lo que cabe considerar a los actores inmersos en estado de inferioridad.
Con más razón aun ya que de las declaraciones de los testigos Moreno,
Durán, Minnino, Paz y Parrillo (fs. 318/323) surge que en esa época el actor
atravesaba una difícil situación económica, que venía de levantar una
hipoteca, y su trabajo de transportista había mermado. También consideró
que la pericia psicológica respecto de Cheline dictaminó que se trata de
persona no escolarizada, de 72 años a la fecha de la contratación, que es una
persona vulnerable, pasible de ser manipulada, y de Ferradas, que tiene
personalidad inestable en lo psicoafectivo, que si bien logra controlar su
impulsividad puede no lograrlo ante factores exógenos de relevancia, pero no
observa indicadores de vulnerabilidad frente a obstáculos cotidianos. De todo
lo cual concluyó en que existen serios indicios de que los actores se
encontraban en situación de vulnerabilidad, de modo que aparecía
corroborado éste aspecto subjetivo del instituto de lesión del CCyCN 332. En
cuanto al aprovechamiento, también se presume, con inversión de la carga de
la prueba, consideró que éste existe por el mero conocimiento (del
demandado) de la situación del lesionado, unido a que Ramos no desvirtuó la
presunción, ni exteriorizó subsidiariamente voluntad de reajustar
equitativamente lo acordado. Por lo que consideró configurado el vicio de
lesión, que corresponde decretar la nulidad de los contratos y disponer la
mutua restitución de lo por ellos entregado. 

En cuanto al reclamo indemnizatorio, de la privación de uso, y dado que los


actores no probaron el daño invocado, esto es no aportaron elementos sobre
la repercusión patrimonial descripta ni acreditado las erogaciones que habrían
efectuado por la privación del inmueble, concluyó rechazándolo. En cuanto al
daño moral, dijo que partiendo del hecho comprobado de la existencia de una
ventaja patrimonial evidentemente desproporcionada y sin justificación
lograda por la demandada explotando o aprovechándose de la situación de
inferioridad de los actores, quienes según los testigos quedaron en situación
de calle, la intranquilidad de haberse desprendido de su vivienda por un
precio que no les permitió acceder a otra, atendiendo a la edad de los
reclamantes, otorgó por el concepto $ 100.000 a Ferradas y $ 50.000 a
Cheline, con cita del CCyCN 1737, 1738, 1739, 1740, 1741, y 1744. Montos a
los que mandó adicionarles intereses desde el 30 de diciembre de 2015 hasta
el efectivo pago, a la tasa pasiva variante digital. Impuso costas totales a la
demandada en su condición de vencida.

III)- El recurso de la demandada en cuanto a la existencia del vicio de lesión.


Su prioritario tratamiento deviene necesario pues incursiona en el tema de la
responsabilidad, dado que la apelante cuestiona de modo principal que en el
acto haya existido el vicio de lesión, tal como fuera admitido por el a-quo.
Explico que como método de trabajo he de exponer en primer lugar sus
agravios y fundamentos, luego los de la respuesta de los actores, para al final
emitir mi propuesta sobre la cuestión. En su caso, en una segunda parte de
ésta misma primera cuestión, me ocuparé del tema de la restitución de las
prestaciones, que motivó los recursos cruzados de los actores y la
demandada.

El primer agravio versa sobre los aspectos subjetivos de la cuestión, esto es


la presunta “situación de inferioridad” de los vendedores, y su
“aprovechamiento” por parte de la compradora. Dice que el juez no apreció
correctamente la prueba, de la que surgiría que no se dan en el caso ninguno
de esos extremos. Porque omitió o hizo caso omiso de elementos
importantes. Por de pronto, refiere que de la declaración testimonial de la
escribana Silvia de Paola surge la total idoneidad, capacidad y conocimiento
del negocio que estaban haciendo tanto Ferradas como su suegra Cheline;
que de ese testimonio surge que las partes arribaron a la escribanía con el
trato ya armado y cerrado, que frente a ella no hubo discusión, discrepancia ni
exigencia alguna entre los contratantes. Añade la recurrente que de otra de
las respuestas de la escribana de Paola se puede colegir -ya que no lo dijo
expresamente- que según ella es muy posible que el levantamiento de las
medidas que gravaban el inmueble se haya efectuado con dinero entregado
antes de la firma de la escritura. Que también dijo la testigo que Ferradas se
negó a firmar la escritura por el 25% restante del inmueble porque esgrimía la
necesidad de que se incrementara el precio; que Ramos se apersonó en la
escribanía ofreciendo pagar el saldo del precio del boleto, pero que Ferradas
se mantuvo en su negativa. Que ese testimonio finalizó con la respuesta
afirmativa a la inquisición sobre si estimaba o entendía que la Sra. Ramos
había actuado con total buena fe. Que de ese testimonio surge que Ferradas
tenía la clara intención de vender el inmueble, que para ello llegó a un
acuerdo con Ramos en cuya instrumentación intervino la escribana de Paola,
y que no hay indicios que permitan suponer que los vendedores fueron
engañados, como da a entender la sentencia. Que se suma a ello el dictamen
de la perito psicóloga según el cual ambos vendedores se encontraban
ubicados en tiempo y espacio; que Ferradas conserva el criterio de la
realidad, esto es que comprende las cuestiones habituales de la convivencia.
Que presenta inestabilidad psicoafectiva; que la impulsividad consigue
controlarla aunque puede fracasar ante factores exógenos de relevancia que
tiene escaso nivel de tolerancia ante la frustración, etc.; pensamiento
coherente, concreto, sin dificultades para la abstracción, pero con potencial
intelectivo mayor que el que ha desarrollado: es decir, que estaba en pleno
uso de sus facultades mentales. De la Sra. Cheline la pericia sostiene que por
su personalidad es pasible de ser manipulada por otros. Como al absolver
posiciones admitió que no sabe de los negocios que hacen su yerno y su hija,
queda claro que quien la manipuló a hacer este negocio no fue la demandada,
sino el actor, su yerno Ferradas. Estos elementos no fueron ponderados
debidamente en la sentencia. Que el juez partió de la aparente desproporción
entre el precio acordado con el valor real del inmueble para concluir que los
vendedores estaban en situación de inferioridad, pero no especificó en cuál
de las hipótesis legales del instituto de lesión encuadró el caso, ya sea la de
necesidad, la de ligereza o la de inexperiencia. Concluye esta parte del
discurso sosteniendo que hay ausencia del elemento subjetivo del instituto.

Como segunda parte del agravio se ocupa del elemento objetivo, esto
es la “notable desproporción de las prestaciones”. Para lo cual señala
inicialmente que de apreciar su existencia solo relacionando
matemáticamente el precio de los contratos, se pierde de vista la existencia
pública y notoria de la práctica habitual de consignar en las escrituras precios
menores que los reales. Que sin reparar en ésta realidad, el a-quo tuvo por
acreditada la “notable desproporción” únicamente con la pericia de tasación.
Dictamen según el cual el valor de mercado del inmueble a diciembre de 2015
era de U$S 230.000, para ese entonces $ 3.088.900, o sea unas 5 veces más
que el precio del contrato. Pero, dice, esta comparación aritmética se revierte
si se compara el precio con la valuación fiscal, que para 2015 era de $
75.654, con y el valor fiscal al acto, que era de $ 206.537, valores superados
con creces por el precio ($ 650.000). Sostiene así que no solo no hay
desproporción aritmética, sino tampoco económica. Porque el dictamen
pericial, que en lo general no obliga al juez, menos ocurre en el caso ya que el
que se produjo en autos carece de fundamento serio, es solo una apreciación
subjetiva de valores, porque el perito se basó solo en una visita in situ del
inmueble y en su propia y personal experiencia profesional, pero sin
acompañar ningún elemento objetivo que lo respaldara, como publicaciones
especializadas, operaciones de venta concretadas o avisos clasificados de la
época y el lugar. Señala que si bien pudo haber un mejor beneficio
transaccional en las prestaciones de cada parte, (debió decir de una en
detrimento de la otra) ello es propio del negocio inmobiliario y en la ley de la
oferta y la demanda. Añade que más allá de ello, el precio (escrito en el
contrato) en realidad se vio incrementado con la previa entrega a Ferradas de
distintos rodados (una camioneta y un camión con acoplado), cuyos valores
informados ascienden a la suma de $ 715.000, más la cancelación de su
deuda hipotecaria con el Banco de la provincia de Buenos Aires de $
171.442,67 más las costas de $ 25.716,40. Dice que de ese modo, la
contraprestación de su parte en el negocio, sumado el precio más el valor de
los vehículos y el dinero pagado al Banco asciende a la suma de $
1.562.159,07. 

Finaliza el discurso con un argumento relativo al aspecto subjetivo de la


cuestión, no contemplado en la sentencia. Sostiene que en ciertos párrafos
del escrito de demanda dijeron que la demandada los engañó para
convencerlos de firmar la venta, como carnada, con la promesa luego no
cumplida de entregarles la casa de la abuela de Ramos, de la calle Vieytes 85
de Salto. Dice la apelante que como ella controvirtió el punto, los actores se
esforzaron en probarlo. Que así los testigos Mininno, Paz, Parrillo y Durán,
interrogados por el punto, sostuvieron que Ferradas les había comentado que
Ramos le había hecho esa promesa. Esta circunstancia -dice- la lleva a
concluir que no habría acto nulo por lesión, sino en todo caso un
incumplimiento contractual de los demandados.

El pedido a ésta instancia es que se revoque el pronunciamiento


apelado, por no configurarse el vicio de lesión.

Al responderle, los actores ponen énfasis en señalar que la recurrente


centró su crítica al aspecto subjetivo del instituto admitido en la sentencia,
solo ponderando, a través del testimonio de la escribana de Paola, que los
vendedores eran personas capaces, idóneas y plenamente conscientes del
negocio. Pero que lo que importa en el caso no es la capacidad, sino la
situación de inferioridad de los vendedores, que fue aprovechada por la
demandada para beneficiarse más allá de lo lícito. Que de la prueba surge
que esa inferioridad radicaba en la difícil situación económica en que se
encontran, y también en la inferioridad intelectual, económica y comercial
frente a la preponderancia de la lesionante. Recuerdan que el art. 332 del
CCyCN establece una inversión de la carga probatoria en caso de notable
desproporción de prestaciones. Esto es, que era la demandada sobre quien
recayó la de desvirtuar con prueba los presupuestos alegados en la demanda,
cosa que no hizo. Antes bien, todo lo contrario es lo que ocurrió en el proceso:
de la prueba recolectada surge que los actores son personas de baja
escolaridad, no instruidas para desenvolverse en el ámbito de los negocios,
en cambio la demandada es persona instruida, inmersa en plena actividad
comercial, altamente capacitada para los negocios. Que la Sra. Cheline fue
siempre empleada doméstica, y Ferradas solo trabajó en el campo, y se
dedicó a manejar un camión. Todo ello surge de las declaraciones de los
testigos.

En cuanto al aspecto objetivo, dice que la demandada intenta


maliciosamente desvirtuar que existió una notable desproporción de
prestaciones. Que la impugnación que ahora hace de la pericia de tasación,
es extemporánea, ya que antes de la sentencia no la observó ni impugnó.
Que su afirmación de que es lícito que en operaciones inmobiliarias pueda
existir alguna diferencia de prestaciones, propia de cualquier negocio por el
juego de oferta y demanda, se desentiende que en el caso se está ante un
vicio de lesión, donde se acredita una “notable” desproporción sin que la
demandada logre desvirtuar esa realidad. Tampoco rebate idóneamente el
fundamento del a-quo en el sentido que ninguna relación con el acto de autos
tienen las operaciones por las que el actor adquirió una camioneta y un
camión, ni tampoco la cancelación de la duda hipotecaria que gravaba el
inmueble, que maliciosamente se pretendió vincular con la operación atacada.
IV)- Mi propuesta de solución. Adelanto que propicio la confirmación de
la sentencia en éste aspecto.

Metodológicamente, dada la situación objetiva plasmada en el caso,


corresponde tratar en primer lugar -a diferencia del orden observado por la
recurrente, que inició su discurso ocupándose de lo subjetivo- de la
comparación entre las prestaciones a que cada parte se obligó.

Recuerdo para ello que la norma en la que el caso se subsume


(CCyCN 332 segundo párrafo) establece una presunción relativa de
existencia del vicio de lesión cuando se comprueba una “notable”
desproporción entre las prestaciones. Y es evidente que en el caso la hay.

Me explico.

Eludo inicialmente ocuparme de la parafernalia argumentativa de la


apelante para sostener que no existe tal desproporción, porque del mismo
texto de la expresión de agravios ese argumento se cae por su propio peso.
Ante una tasación de poco más de tres millones de pesos del valor del
inmueble de los vendedores (exactamente $ 3.088.900), la compradora
pretende que no la hay cuando sumando precio más aportes de otro tipo
totaliza la prestación a su cargo en solo $ 1.562.159,07. Es decir, según el
propio reconocimiento de la demandada, compró a mitad de precio. Y eso no
le parece desproporcionado.

Desde ya que no concuerdo con ese criterio. Si alguien compra una


vivienda de cierta importancia en pleno centro de una ciudad a la mitad de su
valor, hay una “evidente desproporción”, con lo que ese negocio ya incursiona
en el texto legal que nos ocupa (CCyCN 332).

Pero a poco que se escarbe en el tema, se ve que esa desproporción


ya es más que “evidente”: es “notable” (considerable, importante,
sobresaliente, trascendente, trascendental, capital, cardinal). Veamos,
comenzando por el valor real o de marcado del inmueble en cuestión.

La objeción del recurrente a la pericia de tasación, esa que fijó el valor


del bien en $ 3.088.900 a la fecha del acto, recién la exterioriza en la
expresión de agravios. Como bien le contestó el apelado, tal crítica es
totalmente extemporánea. Fue durante el periodo de prueba que debió
hacerlo, que es cuando las partes pueden formularle observaciones o pedirle
explicaciones al perito, para darle oportunidad a que las conteste y complete
falencias o aclare aristas conflictivas (CPC 473). Si al notificarse del dictamen,
la parte deja pasar los cinco días de práctica (CPC 150) y guarda silencio, es
lícito colegir que se atiene a él. Así lo hizo el juez, y así lo estimo yo.
Veamos ahora el precio. Para despejar el terreno, dejo aclarado sin
más que no corresponde computar los aportes o refuerzos de la prestación
que pretendió haber hecho la demandada mediante la entrega en propiedad
al vendedor Ferradas de dos rodados, más dinero destinado a la cancelación
de la deuda hipotecaria, ya que fueron rechazados por el a-quo con el
fundamento de que no se comprobó que tales operaciones estuvieran
relacionadas con la venta del inmueble. Mantengo ese criterio toda vez que la
recurrente no le hace a ese fundamento una crítica razonada y concreta que
permita torcerlo.

Tampoco puedo tomar el argumento de que el precio fijado en la


escritura no es el real, porque habitualmente allí se menciona uno menor, lo
que tilda el recurrente como que debiera habérselo así considerado por
aplicación del principio de la realidad económica (sic). Por de pronto porque el
recurrente siquiera menciona cual habría sido el precio realmente acordado.
Pero esencialmente porque se está ante una de las atestaciones que por
estar emitidas por el funcionario público en una escritura, hacen plena fe
mientras no se produzca prueba en contrario (CCyCN 296 inciso “b”). Con
mayor rigor, el código derogado tenía una disposición más rigurosa (“…
mientras no se las haya redargüido de falsas…”: 993).

El precio por el que Ferradas vendió su 75% indiviso (eso representan


las 18/24 avas partes) fue de $ 350.000 (escritura). Lo que significa que por el
100% se valuó el precio en $ 466.666,66. Es lo mismo que decir que por el
75% de los $ 3.088.900, esto es $ 2.316.675, se pagaron $ 350.000. El valor
pactado entra, se lo mida como se lo mida, 6,62 veces en el valor de
mercado. He ahí una desproporción “notable”.

Menos significativa parecería ser la desproporción en la venta de


Cheline, ya que por su 25% se comprometió la compradora a pagar $ 300.000
(boleto). Como el 25% del valor de mercado de $ 3.088.900 es $ 772.225, el
valor del precio entra en él solo 2,57 veces. Pero lo “notable” de la
desproporción (que de todos modos seguía siendo “evidente”) radica en que
ese precio no se pagaba al contado, sino que se lo difería en medio año (180
días), y en pesos, en medio de una economía altamente inflacionaria como la
nuestra a fines de 2015.

Esa “notable” desproporción amerita, sin la menor duda, que opere la


presunción de que existió, por parte de la compradora, explotación de una
situación de inferioridad de los vendedores. En la demanda invocaron
Ferradas y Cheline encontrarse en situación de necesidad ya que no podían
mantener la casa de pleno centro de Salto, (fs. 66), que Ferradas atravesaba
dificultades económicas pues debía pagar el alquiler de la quinta que
alquilaba su hijo y su nieto, mantener los estudios de su hija, venía de
levantar una hipoteca que pesaba sobre la casa, y la renta que le generaba su
trabajo de camionero no le alcanzaba para mantener el hogar familiar, ya que
le era muy costoso mantener la casa de la calle Buenos Aires (fs. 67). Que la
decisión de venderla la tomo porque le prometieron entregarle otra casa más
modesta, la de la calle Vieytes, operación que por la confianza que les
dispensaba a la familia de la demandada, no se documentó, y
lamentablemente se vio engañado (fs. 67vta.).

La presunción mencionada importó la traslación a la demandada de la


carga probatoria de la inexistencia de la explotación de la necesidad e
inexperiencia para obtener esa ventaja patrimonial. El a-quo sostuvo que no lo
hizo, y tal afirmación tampoco aparece criticada en los agravios. Es más,
ocurre lo contrario, ya que de la prueba de testigos es dable extraer que,
efectivamente, Ferradas pasaba por un momento económico o financiero
difícil, ya que se le hacía imposible mantener su estándar de vida
manteniendo a su familia. 

De ser cierta la promesa de entregar la casa de la calle Vieytes,


promesa que la parte actora adujo que fungió como carnada para decidirlo a
vender, desde que no se la documentó, ¿se podría afirmar, como sostiene la
recurrente para desechar que se esté ante un acto viciado de lesión y que lo
ocurrido sería un mero incumplimiento contractual? La demandada negó
expresamente que esa promesa haya existido (fs. 105vta., negativa n° 13; fs.
106, negativa n° 18), y si bien el actor intentó acreditarla, no lo logró, ya que
los testigos que dijeron conocerla lo sabían por comentarios que les hizo el
propio Ferradas, lo que invalida esos dichos (CPC 456). Ergo: no hay prueba
de la existencia de esa promesa o convenio. Por otra parte es de ver que
cuando contestó la demanda, Ramos se limitó a negar -como vimos- la
existencia de esa promesa, mas no le atribuyó ninguna otra consecuencia a la
afirmación de los actores. Es más: no volvió a tocar el tema en el decurso de
su exposición defensiva. Razón por la cual, la pretensión revisora basada en
el argumento del “incumplimiento contractual” deviene una cuestión
novedosa, y por ende inaudible en ésta instancia (CPC 272).

Por todo lo hasta aquí expuesto entiendo que la sentencia que anuló
los contratos por estar viciados por lesión (CCyCN 332) y dispone la mutua
restitución de las prestaciones entregadas como su efecto, se ajusta a
derecho, y en consecuencia propongo que se la confirme.

IV)- El recurso de los actores por la denegación de indemnización por


privación de uso.

La sentencia rechazó el reclamo indemnizatorio por la privación de uso


del inmueble porque los actores no probaron el daño invocado, en la medida
que no aportaron elementos sobre la repercusión patrimonial descripta en la
demanda ni acreditaron las erogaciones que dijeron haber efectuado.
Parte los apelantes de la premisa -notoriamente redundante- de que
toda privación de un derecho importa un cercenamiento de las facultades que
ese derecho confiere y por ello causa daño, para ejemplificar que la privación
injusta del uso de su inmueble los privó de los réditos que podían obtener de
él: si de uso propio se trataba, se ahorraban de pagar alquiler; si lo alquilaban,
se los privó de obtener los frutos. Entienden que se trata de un daño in re ipsa
por el que resulta innecesaria su demostración. Se queja que el a-quo no
tomó en cuenta que el perito tasador cuantificó el valor del canon locativo (sic)
en la suma que oscilaba entre $ 8.000 y $ 10.000 con actualización anual del
30%. Pide se revoque la denegación y se mande reparar éste daño.

La demandada respondió que como la sola privación de uso de una


cosa no supone inexorablemente la existencia de frutos, los actores debieron
acreditar que el bien en sus manos los producirían, lo que por no tratarse de
un hecho notorio recayó sobre esa parte la carga de la prueba, la que no se
produjo.

Le asiste razón a los recurrentes. Los actos nulos producen, entre sus
efectos, el de habilitar la reparación de los daños por ellos generados (CCyCN
391). Todo daño para ser indemnizable debe ser cierto, y este lo es: la nulidad
de los actos jurídicos en virtud de los cuales la demandada tomó posesión del
inmueble, causó que sus dueños originales se vieran privados de ella y por
ende de su uso. Esa sola privación del uso de un inmueble que tiene destino
de vivienda familiar (ver pericia de tasador de fs. 293/295) origina
naturalmente, e in re ipsa, una merma patrimonial, que para quien la sufre
consiste o equivale en dinero a su valor locativo. Ya sea que su titular
pretenda alquilarlo y así generar el fruto civil, o que se lo mensure en el
ahorro de ese mismo alquiler si el destino fuera el propio uso.

Desde otro ángulo jurídico también es posible fundar la procedencia del


rubro. En efecto, como la demandada es obligada a restituir el inmueble en
virtud de que el acto jurídico mediante el que adquirió su propiedad fue
anulado por vicio de lesión, como poseedora de mala fe que tal condena
comporta, lo debe devolver con los frutos percibidos, más los que por su culpa
dejó de percibir (CCyCN 1935 segundo párrafo). Los frutos de un inmueble
urbano con destino a vivienda familiar no son sino los alquileres.

El monto está determinado pericialmente (fs. 293/295) en una suma


que oscila entre $ 8.000 y $ 10.000, con aumento anual del 30% (ver punto
final, a fs. 295) en dictamen emitido en noviembre de 2018, no observado por
las partes, y del que no encuentro mérito para apartarme (CPC 474). Estimo s
razonable fijar el rubro en la suma de $ 9.000 mensuales, desde la fecha de
promoción del juicio (abril de 2018), la que será anualmente incrementada en
su 30%.
Propongo que la sentencia sea modificada en éste aspecto.

V)- Los recursos de los actores, y de la demandada, respecto del rubro


“daño moral”.

La sentencia dijo que partiendo del hecho comprobado de la existencia


de una ventaja patrimonial evidentemente desproporcionada y sin justificación
lograda por la demandada explotando o aprovechándose de la situación de
inferioridad de los actores, quienes según los testigos quedaron en situación
de calle, la intranquilidad de haberse desprendido de su vivienda por un
precio que no les permitió acceder a otra, atendiendo a la edad de los
reclamantes, otorgó por el concepto de daño moral las sumas de $ 100.000 a
Ferradas y $ 50.000 a Cheline

Los actores se agraviaron por que las sumas otorgadas son reducidas
y no producen la reparación plena del daño, y que también han quedado
desvalorizadas por la inflación durante el proceso, y por ello piden que se
eleve sensiblemente su cuantía.

A su turno la demandada se agravia porque cuestiona la procedencia


de la condena, para lo cual se repite en la inexistencia del vicio de lesión -
tema ya tratado- . Señala sí, que como ambas partes obraron con
asesoramiento profesional, a la suya no puede adjudicársele mala fe, con lo
que descarta la viabilidad de la pesada sanción que comporta la condena a
indemnizar daño moral.

Los actos nulos dan lugar a las consecuencias de los hechos en


general y a las reparaciones que correspondan (CCyCN 391). Hay daño toda
vez que se lesiona un derecho o un interés no reprobado por el ordenamiento
jurídico, que tenga por objeto la persona, o el patrimonio… (art. 1737
CCyCN). También son daños resarcibles las consecuencias no patrimoniales
de los actos, y su reparación debe fijarse ponderando las satisfacciones
sustitutivas y compensatorias que pueden procurar las sumas reconocidas
(CCyCN 1741).

En el Código Civil y Comercial no se empleó la locución “daño moral”, pero no


por ello la institución desapareció: el concepto está designado ahora como
“consecuencias no patrimoniales”. Según anteriores ideas, se entiende por
daño moral “la privación o disminución de aquellos bienes que tienen un valor
precipuo en la vida del hombre y que son la paz, la tranquilidad de espíritu, la
libertad individual, la integridad física, el honor y los más sagrados afectos”
(Arturo Acuña Anzorena, “Estudios sobre responsabilidad civil”, pág. 64); y
SCBA, Ac. 35.579, sent. del 22-IV-1986; Ac. 39.019 del 31-V-1988; Ac.
40.197. del 21-II-1989; Ac. 40.082 del 9-V-1989; Ac. 46.353, del 22-XII-1992;
Ac. 52.258, del 2-VIII-1994; Ac. 54..767, del 11-VII-1995; Ac. 55.774 del 14-V-
1996, etc.). Con base en tales parámetros, resulta indudable que si hay algo
bien probado (prueba “in re ipsa”) en éste proceso es que en el caso procede.
Los actores sufrieron por los actos jurídicos anulados la pérdida de su
vivienda familiar a cambio de una ínfima suma de dinero que no les permitió
obtener el cobijo de un techo. Es decir, no hay dudas que sufrieron afección a
valores precipuos de su personalidad, como lo es su tranquilidad de espíritu.

No necesito extenderme para que se conozca lo difícil que resulta para el juez
valuar (traducir en dinero: CCyCN 1740) el daño extrapatrimonial o
consecuencias no patrimoniales, ya que comprende valores inasibles. Al
punto que la doctrina reconoció siempre que la cuantificación del entonces
llamado daño moral es un asunto actualmente librado a la personal
apreciación y decisión del Magistrado, sin más guía que su intuición al efecto
de esclarecer la equidad de la suma indemnizatoria (Matilde Zabala de
González, “Resarcimiento de Daños”, II, pág. 611).

Desde hace mucho tiempo he tratado de seguir en éste tema los consejos de
un conocido autor, quien predica que se debe ponderar que la indemnización
por éste rubro no debe ser una suma simbólica; tampoco debe producir un
enriquecimiento injusto; debe atender a la gravedad del daño; debe ser una
suma que le permita a la víctima compensar el dolor sufrido con un placer a
disfrutar; y debe tener la razonabilidad de ser pagable por el ofensor dentro
del contexto económico del país y el general estándar de vida (Moset
Iturraspe, “Diez reglas...”, L.L., 1994-A-728).

Una prudente apreciación de los elementos reseñados me persuade que la


dosificación del “a-quo” fue prudente, por lo que propongo que se confirme la
sentencia en el punto.

VI)- El recurso de la demandada por la omisión de asignarle intereses a


la suma que se le debe reintegrar.

Con relación a los reintegros de las prestaciones que cada parte hizo a
la otra con motivo de los actos anulados, el “a-quo” se limitó a decir, en la
parte final del considerando o punto II de su sentencia (la acción de nulidad),
que por la nulidad que decretaba disponía la restitución en forma mutua de lo
entregado, dentro del décimo día de adquirir firmeza el presente (arts. 332,
386, 388, 390 y ccs. del CCyCN…).

Desde otro ángulo, es de ver que en el considerando o punto III de la


sentencia trató de los daños y perjuicios, en cuyo apartado 1° se ocupó de la
“privación de uso” y en el apartado 2° del “daño moral”. Y en el considerando
o punto IV dijo que a los montos indicados en el considerando que antecede
(esto es, a los $ 100.000 y $ 50.000 por daño moral) deberán adicionársele
intereses …, etc.
Lo mismo ocurrió en el fallo: se dispuso que las partes debían
restituirse mutuamente lo entregado, y condenó a Ramos a indemnizar a los
actores a pagar esas sumas de dinero, importes a los que deberán
adicionársele intereses.

Es decir, ninguna referencia se hizo a intereses respecto de la suma de


dinero que, a título de precio recibieron los actores, y que le deben reintegrar
a la demandada.

La apelante dice que es una solución disvaliosa (¿injusta?) que se le


asigne intereses a las sumas de la indemnización con la que su parte es
condenada, y no se proceda de igual modo para con la suma que se le debe
restituir.

Los actores contestaron que la solución del a-quo es acertada y se


ajusta a los principios de los efectos de la nulidad de los actos jurídicos
conforme CCyCN 390. Señalan que el lesionante es poseedor de mala fe.

El art. 390 del CCyCN, luego de mandar que la declaración de nulidad


de un acto obliga a las partes a restituirse mutuamente lo recibido, establece
que las restituciones se rigen por las disposiciones relativas a la buena o mala
fe según sea el caso, de acuerdo a lo dispuesto en las normas del Capítulo 3
del Título II del Libro Cuarto.

En éste párrafo la ley remite al capítulo denominado “efectos de las


relaciones de poder” dentro del título destinado a reglar la posesión y la
tenencia. Naturalmente, para el caso, se trata de normas que se refieren a la
restitución de una cosa, de la que se puede ser poseedor de buena o de mala
fe. El poseedor de mala fe debe restituirla con los frutos percibidos y los que
por su culpa dejó de percibir. El de buena fe hace suyos los frutos (CCyCN
1935).

Esas normas no se refieren al dinero que debe ser restituido, sino a las
cosas. Y la restitución de que acá estamos ocupándonos es la de una suma
de dinero. Cuando la ley reguló los efectos de la nulidad no se ocupó de la
restitución de sumas de dinero. Por lo que corresponde acudir a normas que
se ocupen de una situación análoga (CCyCN 2). Así, el art. 1080 del CCyCN
establece que por la extinción de un contrato, ya sea por rescisión, por
revocación o por resolución, las partes deben restituirse lo que han recibido
en razón del contrato, conforme a las reglas de las obligaciones de dar para
restituir, esto es, la remisión es ahora a los arts. 759 a 761 del CCyCN. Que
también se refieren a cosas. Las obligaciones de dar dinero están legisladas a
continuación, en los arts. 765 a 772. En la especie, el 767 establece que la
obligación (de dar dinero) puede llevar intereses, y son válidos los acordados
entre deudor y acreedor. Pero se refiere a los intereses compensatorios, que
no son los del caso.

La situación de autos está regulada por el CCyCN 768, los intereses


moratorios: a partir de su mora el deudor debe los intereses correspondientes.
Esa es la norma en virtud de la cual corresponde que la pretensión del
recurrente encuentre su cauce. Si hubo mora para restituir dinero, su efecto
ineludible y primario, esto es, de no haber otros daños, es la efusión de
intereses.

Para ser consecuente con la fecha que propuse fijar como el comienzo
de la efusión de los frutos, esto es la de la interposición de la demanda,
entiendo que la mora se produjo en ese mismo momento. Como no hay
acuerdo de partes en contrario, la tasa de los intereses de la suma de dinero
a restituir será la misma que la fijada para las indemnizaciones, que no vino
controvertida a ésta instancia.

Propongo que la sentencia sea completada en el indicado


aspecto.

VII)- Las costas de Alzada.

Propongo que, en razón del dispar resultado alcanzado por las


sendas pretensiones revisoras, las costas de Alzada se distribuyan en un 70%
a la demandada y el restante 30% para los actores (CPC 71).

Con las particularidades que surgen del texto, mi voto a ésta


primera cuestión es por la AFIRMATIVA.

A la misma primera cuestión planteada, el Sr. Juez Dr. Roberto


Angel Bagattin, por iguales razones y fundamentos que los emitidos por el
Señor Juez preopinante, dio su voto en el mismo sentido tambien por
la afirmativa-
A la segunda cuestión planteada dijo el señor juez Dr.
Etchegaray :
En atención al resultado alcanzado en la votación que antecede,
la resolución que corresponde adoptar es modificar la sentencia en el sentido
que se admite el rubro indemnizatorio daño emergente ampliándose la
condena a la demandada a pagar a los actores los cánones fijados en el
capítulo correspondiente; completarla en el sentido que la suma a restituir que
los actores deben devolver a la demandada lleva intereses conforme las
pautas del capítulo correspondiente; confirmarla en todo lo demás que fuera
materia de apelación y agravio; e imponer las costas de Alzada en un 70% a
la demandada y el restante 30% a los actores.

Tal es mi voto.
A la misma segunda cuestión planteada, el Sr. Juez Dr.
Roberto Angel Bagattin aduciendo análogas razones, dio su voto en el mismo
sentido.-
Con lo que se dio por terminado el acuerdo dictándose la
siguiente:
SENTENCIA
Mercedes, …18… de marzo de 2021.-
Y VISTOS:
CONSIDERANDO:
Lo que surge del acuerdo que antecede,
SE RESUELVE:
I.- Modificar la sentencia apelada en el sentido que se admite el
rubro indemnizatorio daño emergente ampliándose la condena a la
demandada a pagar a los actores los cánones fijados en el capítulo
correspondiente; completarla en el sentido que la suma a restituir que los
actores deben devolver a la demandada lleva intereses conforme las pautas
del capítulo correspondiente.
II.- Confirmarla en todo lo demás que fuera materia de apelación
y agravios
III.- Imponer las costas de Alzada en un 70% a la demandada y
el restante 30% a los actores.
REGISTRESE. NOTIFIQUESE Y DEVUELVASE.- 
   

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