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Autopsia

psicológica

Psicología
Forense

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Autopsia psicológica
¿Suicidio u homicidio?

Desde la medicina legal, el doctor José Ángel Patitó (2000) nos explica que,
en los extremos de la dualidad médico-legal de los aspectos de la muerte,
se admite la división clasificatoria entre muerte natural y muerte violenta.
Pero una vez descartados los mecanismos de muerte natural, se debe
establecer si la muerte traumática o violenta podría ser explicada como
suicida, homicida o accidental.

En su libro Medicina legal, Patitó (2000) explica que existe una forma
intermedia: la denominada muerte por causa dudosa de criminalidad. En la
jerga de la investigación criminal, son los casos que llamamos muerte de
etiología dudosa, en los que ninguno de los profesionales que interviene
cuenta con los elementos necesarios para definir con certeza la causa de la
muerte.

Cuando la muerte se presenta bajo el signo de la


desconfianza y de la duda, o las circunstancias de lugar y
tiempo impiden un diagnóstico preciso de la causa de la
muerte, es que cabe la hipótesis de sospecha de
criminalidad. Y es en estos casos que será indicada la
autopsia psicológica. Con vistas a encontrar la pieza que
falta para determinar la causa de la muerte. (Musumeci,
Chilo, Oses y Pérez Brown, s. f., p. 4).

Definición
El término autopsia psicológica proviene del griego y se puede
descomponer en:
 autos (yo mismo);
 opsis (vista).
Es decir: ver por uno mismo. Tradicionalmente se utilizó el término en el
ámbito de la medicina legal para describir una serie de investigaciones que
se realizan sobre un cadáver, con el objetivo de ver –por sí mismas– las
causas de la muerte (Musumeci y Chilo, 2011).

La doctora Teresita García Pérez se refiere al tema:

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… todos los que nos dedicamos a las ciencias forenses
sabemos la frase conocida los muertos hablan, pero los
libros clásicos habitualmente se refieren a los hallazgos
tanatológicos como livideces, rigor mortis, heridas de
Se trata de un método defensas, que pueden desmentir un planteamiento inicial de
de exploración determinadas causas y circunstancias de la muerte. Pero no
indirecto y
retrospectivo en el solo por esto hablan los muertos, sino que también lo hacen
tiempo, porque se por la huellas psicológicas que dejó en los espacios que
recurre a terceras habitó y que en determinados casos puede ser la clave del
personas o a esclarecimiento de las circunstancias en que acaeció su
elementos
deceso. (2007, p.121).
documentales para
caracterizar a alguien
ausente, ya sea porque
murió o porque Según Litman, la autopsia psicológica es el procedimiento a través del cual
desapareció. se evalúa, luego de la muerte de una persona, cómo era en vida (como se
Por eso, las cita en García Pérez, 2007). También se la puede definir como “un método
conclusiones a las que
se arriban serán
de exploración retrospectica e indirecta de la personalidad y la vida del
siempre inferenciales. occiso” (García Pérez, 2007, p. 29). Más precisamente, desde el campo de
la investigación criminalística, podemos definir la autopsia psicológica
como un procedimiento de investigación psicobiográfica que se caracteriza
por una “serie de investigaciones retrospectivas, indirectas y posmortem,
que se realizan sobre la vida anímica de una persona fallecida,
encaminadas a esclarecer las causas de su muerte” (Chilo y Musumeci,
2011, p. 157).

El modelo de autopsia psicológica integrado (MAPI)


Este método de estudio victimológico retrospectivo e indirecto,
denominado originalmente por Litman y Sneiderman como autopsia
psicológica, fue estandarizado y validado por la doctora Teresita García
Pérez (Musumeci et al., s. f.) en su tesis doctoral de psiquiatría,
desarrollada en el seno del Consejo Consultivo Nacional de Investigación
del Crimen del Ministerio del Interior de Cuba. A diferencia de todos los
métodos anteriores, la técnica desarrollada por García Pérez se sustenta en
un protocolo estructurado y sistematizado que fue validado a través de
tres investigaciones realizadas entre 1990 y 1996 en víctimas de suicidio,
homicidio y accidentes.

Se debe destacar que el desarrollo de la técnica MAPI permitió que el


método de autopsia psicológica fuera aceptado gradualmente en la
mayoría de los sistemas legales de los países iberoamericanos,
precisamente, por haberse logrado una sistematización –en un único
protocolo– de las variables semiológicas, psicológicas, conductuales,
sociales, demográficas, criminológicas y criminalísticas. En parte, el

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objetivo de que dicho protocolo incluya una guía es evitar la subjetividad
del profesional al momento de valorar el caso en estudio.
Las fuentes de información para el protocolo MAPI son:

1) la escena de la muerte o el hallazgo del cuerpo o el sitio donde fue


vista por última vez la persona ausente;

2) las personas que la conocían directamente (familiares, amigos,


compañeros de trabajo, maestros, médicos y terapeutas);

3) los documentos oficiales (expediente de la investigación judicial,


reportes médicos-legales, toxicológicos, laborales, escolares,
médicos y militares) y personales (diarios, correspondencia postal o
electrónica, recortes de prensa, textos marcados por la víctima,
producciones artísticas o científicas de su autoría).

Utilización del MAPI en los fueros

El protocolo MAPI se utiliza no solo como herramienta en la investigación


de las muertes de etiología dudosa o ausentamientos de personas por
motivos desconocidos, sino también en casos en los que la etiología de la
muerte está clara (homicidio, suicidio o accidente), y lo que resulta
necesario establecer es el estado psicológico del occiso contemporáneo al
momento de su deceso. En estos casos, el MAPI suele realizarse como
pericia psicológica retrospectiva indirecta, tanto en procesos penales como
civiles.

En el fuero penal, por ejemplo, en casos de delitos contra la vida y la


integridad corporal, algunos magistrados requieren establecer el estado
mental de la víctima conteporáneamente al momento del hecho para su
correcta tipificación en el tipo delictivo. A continuación, mencionamos
distintas tipificaciones en las que se puede utilizar este protocolo:

1) homicidio u homicidio calificado;


2) instigación al suicidio;
3) violación o pederastia;
4) abandono de desvalido;
5) estafa (Musumeci y Chilo, 2011).

Respecto a este tipo de pericias, García Pérez nos explica:

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Si ya está claro que se trata de un homicidio, se abre
entonces un campo tan o más apasionante que el anterior
para la aplicación de la autopsia psicológica: definir el
estado mental del occiso en el momento que fue ultimado,
para precisar si existía un trastorno mental que lo colocara
en estado de indefensión.
¿Qué importancia tiene este aspecto? Pues, téngase en
cuenta que si -como peritos- logramos establecer que la
persona fallecida se encontraba en estado de enajenación,
trastorno mental transitorio o desarrollo mental retardado,
entonces se tipifica la condición de indefensión y se califica
el homicidio como asesinato. Porque aun cuando no
concurran el resto de las circunstancias para su tipificación,
el autor del crimen se aprovechó de la desventaja de la
víctima. (2007, pp. 127-128).

En lo que respecta al fuero civil, se ha utilizado la autopsia psicológica para


establecer retrospectivamente la capacidad civil de una persona al
momento de firmar documentos legales en impugnación (Musumeci et al.,
s. f.).

Muertes por causas equívocas

Como hemos mencionado, en los casos de muertes de etiología dudosa, la


aplicación criminalística de la autopsia psicológica brinda elementos útiles
para caracterizar –a prima facie– un hecho como homicidio, suicidio o
accidente. Se trata de aquellos hechos en los que los investigadores no
pudieron superar la duda inicial, es decir, resolver si están en presencia de
un accidente, un suicidio o un homicidio. Esta duda tampoco se evacúa en
el salón de necropsias, porque los médicos legistas no pueden
pronunciarse con certeza en relación con la etiología médico-legal (García
Pérez, 2014).

Para poder realizar un análisis correcto en estos casos, García Pérez (2014)
considera necesario evaluar:

1) Estilo de vida del fallecido: ¿cómo vivía el individuo? ¿Tenía un


estilo saludable? ¿Tenía tendencias parasuicidas? ¿Se causaba daño
y sabía que eso le acortaría la vida? En este sentido, se puede tener
en cuenta, a modo de ejemplo, las conductas y el modo de vida de
alcohólicos y drogadictos.

2) Factores de riesgo suicida, hetero-agresivo o de accidentalidad: este


análisis debe estar siempre contextualizado, tanto en lo

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universalmente aceptado como en lo localmente identificado.
Pertenecer, por ejemplo, a subculturas violentas es un factor
universalmente aceptado como de riesgo hetero-agresivo, mientras
que cada país o región puede poseer un perfil de extrema
vulnerabilidad, tales como pertenecer a determinadas sectas,
trabajar en centros nocturnos o residir en determinadas zonas
urbanas. El análisis contextualizado es especialmente relevante en
las muertes de etiología dudosa, porque permite conocer mejor si
una persona –que presuntamente murió por su propia mano– tenía
o no factores de riesgo suicida, como por ejemplo, vivir solo o tener
pérdidas recientes, o si, por el contrario, registraba riesgo hetero-
agresivo, como pueden ser vínculos con actividades económicas de
carácter ilícito.

3) Personalidad del occiso: el análisis también debe incluir tanto lo


universalmente aceptado como lo localmente identificado. Se
acepta, por ejemplo, que la víctima de suicidio es más dependiente,
con tendencia depresiva y psicológicamente inestable, mientras
que la víctima de homicidio tiene mayor tendencia al
enfrentamiento y la provocación, y es más beligerante.

En resumen, cuando estamos ante una muerte de etiología dudosa, todos


los elementos contextuales y psicopatológicos juegan un rol
importantísimo, muy especialmente, los relacionados con los rasgos de
personalidad, ya que estos podrían condicionar la elección del método
autoquírico.

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Referencias bibliográficas
García Pérez, T. (2007). Pericia en autopsia psicológica. Argentina: La
Rocca.

García Pérez, T. (2014). La autopsia psicológica. ¿Suicidio u homicidio?


Cuba: Editorial científico-técnica.

Musumeci, S., y Chilo, J. F. (2011). Autopsia psicológica. Análisis


psicobiográfico retrospectivo. Adaptación metodológica para la Argentina.
[Cap. 5] En S. A. Blanes Cáceres (coordinador), Manual de evidencias
científicas II. Cuestiones psicojurídicas (pp. 151-186). Argentina: Sello
Editorial Patagónico.

Musumeci, S., Chilo, J. F., Oses, A., y Pérez Brown, M. J. (2014).


Caracterización del suicidio en la provincia de Córdoba en el periodo 2005-
2009. Tercera parte: Aplicación de la técnica de autopsia psicológica. [Cap.
IV] En Investigaciones aplicadas en el ámbito del poder judicial de Córdoba
II. Colección investigaciones y ensayos volumen 10. P 305-336. Córdoba:
Policía Judicial.

Patitó, J. A. (2000). Medicina legal. Buenos Aires: Centro Norte.

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