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Día a día las personas hacen uso de bienes y servicios, para comer, vestir, o
cualquier necesidad que lo requiera, es normal para nosotros pensar que estos
estarán ahí, para comprarlos cuando queramos, por ello no pensamos
cuestiones relacionadas a su producción, es natural asumir que alguien dio la
orden para que los productos “adecuados” se produzcan en las cantidades
“adecuadas”, y estén disponibles en los lugares “adecuados”. Este es un
método militar, en el que el general da la orden y sus subalternos la acatan,
aunque tal método es exclusivo para un reducido grupo, debido a que el
general no puede tener la información necesaria para dirigir cada movimiento
del proceso. Es por ello, que la cadena de mando debe ser complementada por
la cooperación voluntaria, ninguna sociedad podrá basarse solamente en uno
de ellos. El intercambio voluntario puede impedir el colapso de una economía
basada en la cadena de mando, e incluso, lograr algún progreso. Pero poco
puede hacer para debilitar la tiranía de una economía organizada como una
cadena de mando. En cambio, una economía predominantemente basada en el
intercambio voluntario, posee el potencial para promover tanto la prosperidad
como la libertad humana, tal vez no alcanzará todo su potencial en todos los
aspectos, pero la lección de la historia es que, ninguna sociedad ha logrado la
prosperidad y la libertad, sin que el intercambio voluntario sea el principio
dominante de su organización.
Adam Smith menciona que “Eliminados completamente todos los sistemas bien
de preferencia bien de limitación, el obvio y simple sistema de la libertad natural
se establece por sí mismo por acuerdo”. Es así, que cada hombre es libre de
perseguir su propio interés y poner en competencia su trabajo y capital con lo
de los otros hombres, siempre que no viole las leyes.