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Pontificia Universidad Católica de Chile

Escuela de Sociología
Formación y desarrollo de la cultura moderna
Gabriela Herrera Monrroy

Analice cómo el racionalista de Oakeshott y el romántico de Berlin responden a la pregunta ¿qué debo hacer?
Explicite además su propia posición al respecto.

La pregunta por el ¿qué debo hacer? conforma ontológicamente al individuo y a la sociedad,


esta ha sido desde la Grecia clásica, elemental para la respuesta de asuntos políticos, civiles,
valóricos y morales. Esta cuestionante es transversal en el pensamiento Occidental, y ha sido
abordada por diferentes corrientes filosóficas y sociológicas. Parte de estas corrientes serán
abordadas en el presente ensayo, que intentará exponer los lineamientos que responden a la
pregunta del deber hacer por parte del racionalismo en el ensayo “ El racionalismo en la
política” de Michael Oakeshott, así también, se expondrán los lineamientos que responden al
¿qué debo hacer? por parte del romanticismo de Isaiah Berlin en su libro “El sentido de la
realidad” y se expondrá brevemente cómo los extremos ambas corrientes podrían resultar
catastróficas para la sociedad.

Tanto comportamiento como pensamiento del individuo han estado sometidos a la respuesta de
la pregunta de la pregunta central de este ensayo. Desde el racionalismo se establecen parámetros
inquebrantables, en dónde la independencia de pensamiento regida por la razón somete al
individuo, es la razón la que gobierna y esto posiciona al racionalista como un escéptico, en
donde la opinión, las costumbres, la creencia y la tradición no tienen cabida en la verdad, pues
esta verdad debe estar siempre regida por argumentos a priori, dado que todo hecho sobrenatural
o arraigado lo lleva a una crisis de crecimiento la cual debe superar a través de la razón. Es por
este motivo , que el racionalismo no puede basarse en la experiencia humana, pues ésta tendería
a la subjetividad, es así como también podemos ver comprometida la mente humana, la cual es
ideal para el racionalista mientras esté vacía de toda creencia, hábito y libre de todo obstáculo, la
cual llevaría a la ideología por sobre cualquier tradición.

De esta manera, el pensamiento racionalista,descarta y desdeña la respuesta que da Oakeshott al


¿qué debo hacer? Pues este - para el racionalista- debe estar regido sólo por un conocimiento
técnico, cuyo dominio y ejecución requieren de una técnica determinada, la cual se conforma por
ciertas reglas que el individuo aprende, memoriza y retiene.Sin embargo lo que el racionalismo
descarta, es el conocimiento práctico el cual no es formulado mediante reglas, y opera con un
método de aprendizaje práctico y adquirido, en el contacto directo de “un maestro y un aprendiz”
, es decir, que reside en el uso y la ejecución de esta técnica. Esto queda explicado en el siguiente
ejemplo dado por el autor:

“la medicina, la administración industrial, la diplomacia y el mando militar, el conocimiento


que interviene en la actividad política posee preeminentemente este carácter dual. Tampoco es
correcto afirmar, al referirse a estas artes, que en tanto la técnica le aconsejará a un hombre
(por ejemplo a un doctor) qué hacer, es la práctica la que le sugerirá cómo hacerlo —el trato
atento y gentil al paciente, la valoración del individuo con que tiene que relacionarse—. Incluso
en el qué, y sobre todo en el diagnóstico, se encuentra ya esta dualidad de técnica y práctica: no
existe conocimiento alguno que no sea “práctico” (Oakeshott, 2000: 10)

Queda inmediatamente evidenciado , que el racionalismo no sólo considera estas formas de


conocimiento y deber hacer completamente divergentes, sino que también, a uno de ellos,
absolutamente erróneo y contraproducente. Sin embargo, el autor nos señala que estos dos
conocimientos se requieren y que uno opera conjuntamente con el otro, pues al ser diferentes se
complementan. La experiencia humana, es elemental para la ejecución efectiva de las acciones,
y si bien, la certeza de la técnica es elemental para su funcionamiento,esta no puede operar por
sí sola, pero para el racionalista, técnica y certeza conforman la única forma de conocimiento,
desechando por completo el conocimiento práctico.

Este tipo pensamiento y de comportamiento que responden al deber hacer racionalista, tiene su
auge y génesis en el siglo XVII con Bacon en su frase “ El estado de conocimiento no es
próspero ni exhibe grandes avances” que subraya que no es que haya una falta de hábitos de
investigación , sino que más bien de técnica y metodología, y que puso en el tiesto el surgimiento
del intelectual racionalista. Bacon señala en el ensayo de Oakeshott tres características
elementales de una metodología para el deber hacer racionalista : una técnica verdadera por
cuanto pueda ser formulada mediante instrucciones que puedan ser aprendidas de memoria, que
su aplicación sea puramente mecánica, pues “ interpretar la realidad debe ser un mecanismo” y
finalmente, que la aplicación de estas instrucciones y reglas debe ser de manera universal.
(Oakeshott, 2000).

Esta necesidad de un método infalible y la idea de que no hay otro tipo de conocimiento
verdadero, hacen resbalar en una ilusión al racionalismo, y el autor del ensayo lo deja expresado
en su aseveración de que esto no es más que un sueño (Oakeshott,2000) , pues la exacerbación
de la racionalización sólo genera un marco de acción ideal pero no cierta.
La supremacía de la razón y la certeza , hizo que el individuo racionalista sustituyera a un Dios
benevolente por la técnica, y que el individuo viva en un espejismo yoico de la razón, hizo que
el hombre atribuyera todos los más grandes logros y éxitos a sí mismo pues ha estado a merced
de su propia razón.
El dominio del racionalismo , ha estado presente en gran parte de los ámbitos prácticos la vida
humana, ha tenido un desarrollo que no ha sido independiente de los cambios sociales, políticos
y morales que han sucedido a través de nuestra historia, por el contrario, ha tenido influencias
directas, y en lo que respecta a lo político, el racionalismo ha pasado por etapas que se pueden
diferenciar por el surgimiento de los grandes teóricos como Descartes o Bacon, hasta aquellos
que han hecho lectura e interpretación de ellos. El racionalismo en la política responde a
“necesidades experimentadas” que están dirigidas no por las necesidades inmediatas o
circunstanciales de la sociedad y sus individuos, sino que obedece a la ideología de su propia
razón, una ideología que como bien señala el autor es una ideología de libros, de traducciones e
interpretaciones de los autores, en una educación política basada meramente en aspectos
técnicos, jamás prácticos.

Este error que ha cometido el racionalismo de separar el conocimiento técnico del práctico ,ha
traído consigo, la conformación de actores sociales inexpertos , en donde por ejemplo, el
individuo y a su vez el gobernante racionalista contemporáneo arroja sus libros, creyendo en su
experiencia con respecto al mundo. Este tipo de pensamiento, se torna según el autor,
absolutamente peligroso para la sociedad, dado que, no hay un trabajo práctico realizado a
cabalidad por sus actores sociales. (Oakeshott, 2000)
El racionalismo en asuntos políticos cobra caras y devastadoras consecuencias que se pueden ver
reflejadas en la incapacidad que tienen sus pensadores en enfrentar situaciones en crisis, este sola
las soluciona parcialmente, pues este pensamiento racionalista corrompe su propia mente
creyendo que la única solución a sus defectos y problemas están dentro de los propios libros, y
no más que eso, cae en una emboscada generada por sí mismo, esto lo lleva a ser deshonesto y
genera vicios en donde sea que aplique su técnica. Además somete a uno de los pilares
elementales del crecimiento y desarrollo de una sociedad: la educación, Esto lo hace bajo la
doctrina de que no puede haber ningún tipo de educación que no esté bajo el dominio de la razón
y la tutela de la técnica por parte de los individuos, y se ha constituido como un triunfo
incuestionable en nuestra sociedad.

Sin embargo, y tal como lo señala el autor, hay un triunfo mayor por parte del racionalismo, este
triunfo, es el triunfo por sobre la moral y la educación de esta, una moral grandilocuente, que se
posiciona por sobre la moral del deber hacer por ejemplo cristiano. Esta moral, que se
circunscribe dentro de su propia existencia y experiencia basada en su "razón", se vierte en las
"mentes vacías" para conformarse como una moral hegemónica que está por sobre lo que estaba
establecido, y defenderá sus principios con la argumentación. La moral del racionalista es la
moral del individuo que ha prosperado gracias sus propios esfuerzos y méritos.

De esto modo, se puede observar que la respuesta a la pregunta del ¿qué debo hacer? racionalista
responde de forma arraigada al desecho de la imaginación y el conocimiento práctico, y se apega
a métodos y universalizaciones generales, imposibilitando al individuo hacer de su experiencia
un conocimiento válido. De esta manera el individuo se ve posicionado en un plano desalentador,
en donde la ética cristiana y las virtudes morales no son sólo diferentes sino que incluso
divergentes, un plano en el que los aspectos metafísicos quedan desplazados y vistos como
insuficientes e inservibles para la razón y donde la espiritualidad pierde y carece de importancia.

Es aquí donde emerge el romanticismo, a mediados del siglo XVIII, un siglo en donde la noción
de verdad se ve abruptamente alterada por la corriente racionalista y en donde gran parte de las
preguntas eran cosas de hechos constatables y lógicamente analizados bajo una metodología
dada. El Romanticismo surge como respuesta a la Revolución Francesa y a los principios de la
Ilustración, en la medida en que surgió como reacción contra la razón universal; se constituyó
como una respuesta pasional contra la Diosa razón, y es así como sus lineamientos se incrustan
principalmente en Alemania. Esta corriente no tan solo del arte sino que también filosófica y
política, da respuesta a las tragedias y conflictos humanos que acaecían en la Europa del siglo
XVIII. Para Berlin la respuesta y reacción del romanticismo contra los principios de la tradición
Occidental estaría evocada a la única forma que en la racionalización sabía responder: Todo
tiene un funcionamiento y mecanismo, que funcionan como una pieza de rompecabezas las
cuales sólo son puestas y ordenadas bajo la razón. (Berlin, 1998)

La idea de que la virtud y necesidad reside en el conocimiento es otro de los factores que evocan
y producen la revelación por parte de los románticos, pues ellos afirman que el individuo posee
una voluntad ingobernable, en donde las virtudes no están dadas en un modelo compuesto por
fórmulas o reglas. De esta forma el romanticismo introduce los aspectos vitales de la experiencia
y el misticismo de lo desconocido en el plano de lo real.

Es así como la moral y lo político se constituyen como un proceso creativo; el arte es lo que se
posiciona en este aspecto, y la idea de verdad “deja de tener una relación fija que viene dada y
es eterna” (Berlin,1998:261). El mundo para los románticos deja de ser mímesis para pasar a ser
expresión, la verdad es aquello que el individuo presencia y se encuentra como experiencia
próxima,es lo que el racionalismo deshecha, un el conocimiento también práctico.

La configuración del individuo romántico nace desde la creatividad y su respuesta al ¿qué debo
hacer? se conforma desde la creación , la voluntad y la actividad de las individualidades, una
actividad que requiere del dominio de sí mismo. Los deseos libres y necesidades son respondidas
desde la creación -y no desde el descubrimiento- de los valores, los cuales constituyen
diferencialmente a todas las individualidades (Berlin,2000:268).

Sin embargo, ha quedado demostrado en nuestra historia , que el uso de la voluntad y su


ingobernabilidad, pueden también generar como en el racionalismo consecuencias nefastas, dado
que la coalición de valores opuestos y las necesidades de poder, podrían detonar enfrentamientos
entre las individualidades políticas que al estar poseídos por un fanatismo extremo de
ideales,llevarían a hechos que escapan del control de cada uno; un claro ejemplo es el de los
totalitarismos y fascismos, estos abrazan la doctrina de la obra de arte, de los impulsos
autorrealizados, y se llevan a cabo dentro del modelo de libertad, como bien expresa Berlin “el
culto al individualismo político puede tomar una forma siniestra”. (Berlin, 1998:273).

Es así como finalmente nos parece plausible plantear que ambos paradigmas por sí solos no son
capaces de dar a nuestra sociedad respuestas a la pregunta ¿qué debo hacer? pues resultan
extremos y peligrosos. Sin embargo, creemos su complementariedad se podría adecuar a
respuestas que pueden satisfacer el actual accionar humano, pues su comportamiento no sólo
debe estar regido por la razón, sino que también por toda su concepción de mundo, su
experiencia sensible, y sus capacidades creativas.

Bibliografía

Berlin, Isaiah "El sentido de la realidad: sobre las ideas y su historia". Taurus, Madrid, 1998.
Capítulo 6: "La Revolución Romántica: una crisis en la historia del pensamiento moderno". Págs.
247-279

Oakeshott, Michael "el racionalismo en la política" en El racionalismo y la política y otros


ensayos. Fondo de Cultura Económica , México, 2000. Págs. 21-53

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