Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
LA MISCELÁNEA
Virrey Juan de Sámano
La Miscelánea fue el primer periódico de circulación de toda la Historia de
Panamá, y marcó de manera decisiva la Independencia de Panamá en 1821. La
imprenta llega oficialmente a Panamá por el año 1820 y da inicio al a circulación
del primer periódico en marzo de 1821, en el cual se comenzaba a divulgar las
opiniones políticas de diversos personajes revolucionarios, que iban en contra del
régimen español establecido en Panamá; razón por la cuál los dueños de este
periódico fueron perseguidos y encarcelados para callar sus ideas
independentistas.
EL GRITO DE INDEPENDENCIA
Primer grito de independencia de la Villa de Los Santos, la valoración de nuestra
identidad. EL 10 de noviembre de 1821 tuvo lugar una de las mayores y más
heroicas gestas en la historia de nuestro país. Un día como cualquier otro, con la
excepción de que un pueblo cansado de la esclavitud en la que se encontraba, se
levantó y dijo no más, no más a ser explotados, no más a ser tratados como si no
existieran, un pueblo en busca de ser libres, un pueblo con un sueño, armado con
una visión, inspirados por las ideas de libertad que hacían eco desde Francia,
pasando por Bolívar y el resto del mundo. Como estudiantes desde una corta
edad, aprendemos que el 10 de noviembre es un día importante pero ¿Por qué es
un día tan especial y emblemático para nuestro país? Con las independencias
logradas en América del Sur y los Estados Unidos Mexicanos se contagió a los
istmeños con un espíritu patriótico y nacionalista, queríamos ser libres; con la
llegada de la imprenta al istmo en 1820, estas ideas se fortalecieron. Esta primera
imprenta la operaba don José María Goitía. Pronto se publicó un periódico que se
llamó La Miscelánea. Formaban el cuerpo de redacción el prócer Juan José Argot
de nacionalidad colombiana y los panameños Mariano Arosemena, Manuel María
Ayala y Juan José Calvo. Este semanario circuló por todas las poblaciones del
Istmo. Estas ideas ya mencionadas hicieron que despertara la Villa De Los Santos
y que los hombres de esa heroica villa se agruparan alrededor de don Segundo de
Villarreal. El pueblo lo aclamó como su jefe, un batallón de voluntarios se formó
prontamente y las armas de ese batallón eran machetes, simples palos y unos
cuantos arcabuces. Don Segundo de Villarreal, patriota de grandes méritos,
organiza al pueblo santeño para que adopte la decisión de declarar la base de la
independencia del istmo de España.
Pero los cabecillas santeños fueron sometidos y llevados presos a Natá donde
luego de ser arrastrados por las calles del poblado, fueron condenados unos a la
horca y otros a 10 años de destierro.
Casi al mismo tiempo arribaba también Juan de la Cruz Mourgeon, quien iba para
Bogotá, a fin de tratar de reconquistar para España todos estos territorios, que la
nación ibérica acababa de perder.
Y es así como Francisco Gómez Miró, por medio de proclamas escritas y orales
hace leer y oír desde Natá a miles de congéneres, lo que inflama más aún sus
ansias de libertad.
Fue entonces como cundió el entusiasmo por la misma razón en La Villa de Los
Santos, en donde el 10 de noviembre de 1821, y guiados entonces por Segundo
Villarreal, el pueblo ataca las instalaciones militares de La Villa y proclama su
ansiada libertad.
Para los que deseen conocer los nombres de esos centenares de seres que
formaron los batallones mencionados, les recomendamos leer la obra El grito de
La Villa, escrita por el historiador Ernesto J. Nicolau, e impreso en la Imprenta
Nacional entre 1928 a 1930, cuando el autor se encontraba en Bogotá.
EL GRITO DE LA VILLA
Pero el deseo de libertad de los santeños fue acogido por Segundo de Villarreal,
quien formó un batallón de voluntarios villanos y, armándolos con escopetas,
machetes y palos, montó una guardia dispuesta a dar la vida por conseguir la
independencia de su patria y deponer el gobierno
español.
Según los historiadores, los cabildantes anunciaron al resto del país mediante
postas (correos) la noticia de que ya eran libres y que la monarquía española no
gobernaba en el país y se había acabado la dictadura militar que tantos
sufrimientos les había causado.
Desaparecieron las diferencias sociales y todos los ciudadanos eran iguales ante
la ley. La nueva población se unió espontáneamente al gobierno de la Gran
Colombia.
RUFINA ALFARO
El escritor santeño Horacio Moreno plasmó en uno de sus escritos que el brazo y
la acción de una joven de 22 años vinieron a ser el genio de la estrategia que se
empleara en la destrucción de la fortaleza cuartelaria española que tantos daños
había causado a los jefes de familia que sufrían los frecuentes atentados contra
los derechos humanos y lo más sagrado del hombre, la vida.
Era atractiva, de ojos negros rasgados, cabellera negra que siempre llevaba
extendida, trigueña, de alta estatura, delgada, de cintura flexible y senos
protuberantes. Nació en el caserío de Las Peñas de Los Santos, aunque todavía
se ignora la fecha de su nacimiento como también el nombre de sus padres.
Vivía junto a ellos en una casa de techo de tejas y pencas. El sustento provenía de
la agricultura y la cría de gallinas. Sabía leer, escribir y rezaba la doctrina cristiana.
Vestía ordinariamente de vasquiña con pliegues que le ajustaban a la cadera. Se
dedicaba a vender verduras y huevos en la población.
Se distinguía por sus finos modales y chispeante charla que le habrían paso a las
mejores salas de la ciudad. Así, pudo conquistar simpatías entre los soldados
españoles, ya que su negocio también le daba acceso a esas visitas. Según narra
Moreno, el jefe del cuartel mantenía largas charlas amorosas con Rufina.
Fue Rufina quien comunicó a los revolucionarios que los soldados españoles
realizaban limpieza de armas y les indicó los puntos débiles.
Moreno explica que los datos de esta historia fueron obtenidos de una pariente de
86 años que tuvo amistad con la familia Vásquez Zambrano, muy conocida en Los
Santos, quienes mantenían un negocio de carne de res, cerdo, arroz, frijoles y
otros granos cuyo local era visitado frecuentado por el padre de Rufina.
Ante la situación vivida, por ese noble pueblo, por años, un grupo de hombres
encabezados por don Julián Chávez, José Antonio Moreno, José María de los
Ríos, José Antonio Salado, Salvador del Castillo, José Catalino Ruiz, Manuel José
Hernández y Pedro Hernández, en el amanecer del 10 de Noviembre de 1821,
llenos de valor, hidalguía y arrojo, realizaron una hazaña sin precedente en la
historia panameña convirtiéndose en el ‘Canto de libertad’ al tomarse el Cuartel
Militar Español, incluso sin derramar una gota de sangre.
Esa flama de libertad encendida por ese valeroso pueblo, sirvió de acicate a todos
los habitantes del Istmo y emularon su valentía y patriotismo. Fue el inicio de una
lucha incansable de generaciones que mantuvieron la panameñidad y permitió que
alcanzáramos, posteriormente, nuestra Independencia para convertirnos en una
República libre, soberana, llamada: PANAMÁ.
Rendimos tributo a todo el pueblo santeño por ser herederos de una estirpe de
hombres y mujeres dignos que nos legaron liberación, Independencia y soberanía.
De igual forma elogiamos el valor de hombres encabezados por el que fuera
‘Alcalde Constitucional Primer nombrado Presidente del Ilustre Ayuntamiento’ de la
Villa de Los Santos, honor conferido a don Julián Chávez, quien participó del acto
de libertad hace ciento noventa y un años.