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Madrid: Editorial
Universitaria Ramón Areces.
mental o básico, que proporcionaba una formación de carácter gimnástico, poético-
musical y de lecto-escritura y cálculo. A continuación venía un nivel medio, que, aun
que continuaba con la educación física, incluía como eje central los estudios literarios
y científicos. Finalmente existía un nivel superior en el que, con matices al margen,
era posible distinguir dos ramas: una profesionalizante o vocacional y otra más aca
démica. La primera incluía la cultura general y enseñanzas técnicas relacionadas con
los oficios y profesiones (arquitectura, agrimensura, medicina, etc.); la segunda, de
tipo más filosófico, tenía un carácter más teórico y contemplativo. Ambas ramas co
rrían a cargo del rhetor, “retórico”, que se encargaba sobre todo de la primera, y del
sophós o“sabio”, que solía encargarse de la segunda.
106 Cfr. rodríguez casado , v., Introducción a la historia universal. El legado de la Antigüedad, Piura,
Publicaciones de la Universidad de Piura, 1988.
107 El origen histórico de Roma está vinculado al pueblo etrusco, procedente de Asia Menor, que tras
la desintegración del Imperio Hitita, llega por vía marítima a Italia y se establece en Etruria, al norte
del río Tíber, hacia el año 900 a. de C. A fines del siglo vi se produce la rebelión de los pueblos del
Lacio, y se consuma en el siglo iv a. de C., cuando los latinos consiguen dominar definitivamente a
los etruscos.
2. Para entender el marco de este devenir es necesario partir de los años 168 y
146 a. de C., fecha en que Roma conquista respectivamente Macedonia y Grecia
y asume, con conciencia clara y directa, el protagonismo cultural y civilizador del
magno imperio heleno-macedonio108. Un protagonismo que marcará un antes y un
después en la cultura romana y que inicialmente no fue fácil de asumir por su ethos
conservador y rígido. Su más egregio representante, Catón el Censor, llegará a decir,
por boca de Plutarco, que: «los Romanos arruinarían la República cuando por todas
partes se introdujesen las letras griegas»109. Con el paso del tiempo, los recelos y des
confianzas se tornaron en aceptación y agradecimiento, reconociéndose la hondura y
superioridad de la cultura griega. El poeta Horacio , resumió este proceso en una frase
que la historiografía ha hecho célebre: Graecia capta, ferian victorem coepit, et artes
intulit agresti Latió [«Grecia, vencida, conquistó, a su vez, a su fiero vencedor, y trajo
las artes al agreste Lacio»]110. Un encuentro de culturas que no se redujo a una yuxta
posición de civilizaciones. Fue una atemperación de culturas resuelta por un proceso
de asimilación. Roma asimiló sustancialmente la cultura y la paideia griegas, les dio
un toque romano y proyectó el helenismo a los confines de la tierra.
3. Uno de los primeros aspectos que se vio afectado por el proceso de atempera
ción cultural fue el fenómeno religioso. La primitiva religión romana tendía a divini
zar las fuerzas de la naturaleza para que protegieran desde la autoridad familiar hasta
las faenas agrícolas, pasando por las cuestiones sociales. Con la conquista de Grecia,
este carácter anímico se vio aumentado. Roma, no sólo conservó sus divinidades,
sino que incorporó a su Panteón los dioses del Olimpo. El antropomorfismo fue la
nota común a todos ellos; los dioses romanos —al igual que los griegos— no fueron
creadores del mundo, tampoco fueron omnipotentes u omniscientes, fueron contin
gentes. Su religión lo invadía todo; nada digno de animismo quedaba al margen de
la divinidad; se divinizó desde categorías abstractivas como la Fides, la Concordia,
la Libertas, etc. hasta el poder mismo del emperador. El resultado fue a la larga una
108 eli o
ARÍSTiDES, XXVI, K, 29. dirá al respecto de esta idea: «El mundo entero parece estar de fiesta. Ha
dejado ya su vestidura de hierro para entregarse con toda libertad a la belleza y a la alegría de vivir.
[...] En todas partes pueden verse gimnasios, fuentes, propileos, templos, talleres, escuelas». Otro
poeta, rutilio namaciano , I, 63, destacará el acusado carácter cosmopolita y la conciencia civilizado
ra de Roma como ciudad abierta: Urbem fecisti quod prius orbis erat [«Hiciste una Urbe de lo que
antes era un Orbe»].
109 plutarco : Vidas Paralelas, «Marco Catón», 23, 2.
110 Horacio , Epístolas. II, 1, 156.
86 HISTORIA DE LA EDUCACIÓN
actitud escéptica, descreída y materialista que a la postre fue decisiva para entender
en buena parte el derrumbamiento del Imperio de Occidente.
5. El culto por la pasión intelectual es también griego, pero el deseo de ver la ver
dad, de vivirla y contemplarla tiene el toque particular del e th o s romano. En Roma,
por la herencia arcaica, tuvo primacía el entendimiento práctico y organizador, sobre
el teorético o especulativo. Los romanos valoraron más el n e g o tiu m que el o tiu m , la
ética que la metafísica. Frente a un pueblo de intelectuales y artistas, como el griego,
el romano es sobremanera un pueblo de campesinos, de comerciantes y de militares.
Consecuentemente, hay en él una alta valoración de “lo profesional”, del n e g o tiu m
militar, político, agrícola, etc. En definitiva, la formación teórica y especulativa si
gue considerándose como un ornato, como algo que tiene que desarrollarse dentro
de la personalidad misma; pero ahora aparece un elemento nuevo: su proyección
práctica, su carácter utilitario. El mismo arte evolucionará en una dirección realista
y utilitaria; a la formación liberal se le exigirá que capacite para determinadas artes
y profesiones; e incluso a la escuela misma se le exigirá que sea práctica, realista y
prepare para la vida: séneca se lamentará de que n o n v ita e s e d sc.holae d is c im u s [«ya
no aprendemos para la vida, sino para la escuela»]111, y petronio , en la misma línea,
pensará: «los jóvenes en nuestras escuelas se vuelven necios del todo, porque ni ven
ni oyen hablar de nuestros problemas cotidianos»112.
6. El plano ético, aunque tiene muchas analogías con la a r e té griega, está mar
cado por la impronta de la r o m a n id a d tradicional. Una impronta que descansaba so
bremanera en tres virtudes cívicas: la p ie ta s o“piedad”, debida especialmente a los
dioses, a los progenitores y al vencido, a quien se debía compasión y magnanimidad;
en segundo lugar estaría la fid e s o“lealtad”, como respeto a los pactos políticos, mi
litares, individuales, a la amistad y a la palabra dada; por último estaría la g r a v ita s
o“dignidad”, que se expresaba en el dominio de sí mismo, en la capacidad de afron
tar las situaciones imprevistas, en la serenidad para resolver los problemas y emitir
juicios justos. Con la herencia griega, ese perfil se vio enriquecido por la virtud de la
palabra, de la oratoria. El resultado de todo fue el v ir b o n u s d ic e n d i p e r i t a s , conside
rado el ideal de perfección de la r o m a n id a d .
!!3 virg iu o : Eneida, vi, 851. La traducción es de fontan, a .: Artes ad humanitatem. o. c., p. 36.
88 HISTORIA DE LA EDUCACIÓN
2. El que acabamos de describir era el alcance y el sentido del término “edu
cación” en la lengua latina cuando la paideia griega estaba a punto de conquistar
definitivamente la cultura romana. Como es lógico, tras la sorpresa inicial, los roma
nos se sintieron fuertemente atraídos por la belleza del término griego paideia, cuya
amplitud y ambición eran muy superiores a las de la educado latina, e intentaron acli
matarlo a las peculiares características de su cultura y de su lengua. La tarea resultó,
sin embargo, difícil, porque los términos latinos vinculados a educación [educado,
doctrina, disciplina, institutio, erudido, etc.] tenían una significación muy concreta,
referida a acciones u operaciones aisladas, que era difícil reunir e integrar en un sólo
vocablo. Tal cosa se pone de manifiesto en una célebre frase en la que varrón inten
ta resumir el proceso formativo de un ciudadano romano: Educit obstetrix, educat
nutrix, instutuit paedagogus, docet magister [“Partea la comadrona, cría la nodriza,
aconseja el pedagogo, enseña el maestro”].114 De ahí que cicerón —que fue quien se
encargó de traducir los conceptos esenciales de la cultura griega al latín— acuñase
el neologismo humanitas como equivalente del término paideia, para expresar el
conjunto de la formación humana, aunque adjudicándole, como correspondía a la
mentalidad romana, un sentido más práctico, descriptivo y cosmopolita.
115 Cfr. quadrini, u., «El concepto de humanitas en Cicerón», en Paideia y Humanitas, Universidad
Metropolitana de Ciencias de la Educación,. Instituto de Estudios Clásicos. Santiago de Chile, 1989,
p. 161-170.
116 Téngase presente que cicerón , a diferencia de los filósofos y políticos griegos, que insisten en la
radical oposición entre el griego y el bárbaro, piensa que el género humano forma una única socie
dad, que es más estrecha en el caso de los ciudadanos de un mismo pueblo, y aun lo es más respecto
de los miembros de una misma familia. Cfr. Sobre los deberes, i, 16, 50-58; m, 17, 69 y Sobre la
república, I, 7, 23.
11' El testimonio de Aulo Gelio en sus Noches Aticas, 13, 17 es bien significativo sobre la concordancia
entre paideia y humanitas: «Los que crearon el léxico latino y los que lo emplearon correctamente
no querían que humanitas fuera lo que el vulgo entiende —lo que los griegos llaman philantropía—
y significa una cierta acomodación y simpatía general a todos los hombres, sino que pusieron el
2. Para lograr tales objetivos, el joven romano asimila una original “enciclope
dia” de saberes, muy distinta de la griega, en la que destacan materias prácticas como
la medicina, orientada en buena parte al cuidado de los esclavos, para obtener una
buena productividad; el arte militar y el derecho. Por eso los latinos nunca aceptaron
la tajante división entre las ocupaciones serviles y las artes liberales establecida por
la cultura griega. Ello se pone de manifiesto en la expresión que los romanos emplean
para referirse a las artes liberales: en Roma las bonae artes no son las disciplinas
dignas de un hombre libre, sino las adecuadas para el vir bonus, algunos de cuyos
officia [“deberes”, “ocupaciones”] son actividades que los griegos despreciarían por
considerarlas serviles. Prevalece, por tanto, en la educación genuinamente romana,
el elemento práctico, vital y utilitario, a la hora de señalar los objetivos y hacer la
selección de los contenidos. Prevalece también el carácter familiar y tradicional: la
educación consiste sobre todo en la transmisión [traditio] de una serie de valores de
generación en generación.
nombre de humanitas a lo mismo casi que los griegos llaman paideia y nosotros decimos cultura y
formación en las buenas artes. Los que buscan sinceramente esto son, ante todo, los humanissimi. La
preocupación por este saber y su aprendizaje sólo al hombre ha sido concedida entre todos los seres
vivos y por eso se llama humanitas. De este modo, pues, usaron la palabra los antiguos, principal
mente Marco Varron y Marco Tulio, como muestran casi todos sus libros».
118 catón : Sobre la agricultura. Prefacio, 2 y 4. La tradución se debe a guillen , j . Urbs Roma, I: La
vida privada en Roma, Salamanca, Sígueme, 1977, p. 193-4.
119 Como vimos más arriba, fue ennio [Anales, vm, frag. 145] quien formuló esta oposición al afirmar
que, en tiempo de guerra, «es menospreciado el buen orador, se confía uno al rudo soldado» [sper-
nitur orator bonus, horridus miles amatar).
90 HISTORIA DE LA EDUCACIÓN
conocer “las leyes” y le ejercitó en la “gimnástica” militar y en el manejo de las ar
mas12012. Con ello habría realizado la primera síntesis de la tradición romana con las
letras griegas, sintetizada en la expresión —atribuida a Catón— vir bonus dicendi
peritusm .
5. Los contenidos que demandaba la formación del vir bonus dicendi peritus es
taban constituidos por los elementos esenciales de la enkyklios paideia griega; en este
aspecto, puede decirse que la formación romana fue en cierto modo el resultado del
injerto de la paideia griega y, por eso, sus frutos fueron de naturaleza mixta. En sus
líneas fundamentales, el currículo de la humanitas vino definido por tres elementos:
a) el filológico —de carácter formal— que comprendía: la lengua materna y la lengua
griega; la Gramática: primero, la griega; luego, la latina; la Retórica: primero, la
griega; luego la latina; b) el elemento cultural —la erudición— que se tomaba princi
palmente de las Sentencias pitagóricas, recogidas y sistematizadas por apio Claudio ;
de la Odysea, de livo andrónico ; de las obras de Horacio y Virgilio , de las conferen
cias públicas, de las declamaciones y de la jurisprudencia: c) el elemento científico-
filosófico, que comprendía materias como: Astronomía, Agricultura, Arquitectura,
Historia, Derecho, Medicina, Arte Militar, Música o Filosofía. Estas dos últimas tu
vieron en Roma menos importancia que en Grecia, tal vez como consecuencia de la
inclinación a lo “práctico” de los romanos.
92 HISTORIA DE LA EDUCACIÓN
la mujer casada; y con la expresión patria potestas se designa su poder con relación al
hijo. La potestas sobre emancipados y clientes se denomina iura patronatus. Más que
por un vínculo natural, la familia se constituye, por tanto, en función de un vínculo
jurídico: por la sumisión a la patria potestas. En este sentido, pertenece a la familia
tanto el hijo engendrado como el hijo adoptado.
4. Durante los 7 primeros años de la vida del niño, era la madre la que asumía la
responsabilidad de su crianza, en todos los órdenes: biológico, intelectual y moral.
Cuando no se bastaba para cumplir por sí misma esta importante función, se elegía
entre la parentela, como institutriz, a una persona venerable, provecta y de probada
sanidad moral y, en su caso, a una nodriza que ofreciese paralelas garantías. El re
curso a los servicios de una nodriza se generalizó, ya al final de la República, por
influjo de Grecia. Pero durante varios siglos fue la madre —y lo tenía a gala— quien
alimentaba con la leche de sus pechos a sus hijos, e incluso a los de sus esclavos. En
el Bajo Imperio, al generalizarse el uso de la lengua griega, se generalizó también
la incorporación a la familia de ayas y pedagogos griegos, que compartían con los
padres las tareas propias de la educación doméstica.
128 apuleyo : Florida, 20, 1-4 hace una caracterización de cada tipo de escuela con las siguientes pa
labras: «Se cita a menudo la frase que pronunció un sabio a propósito de un banquete: “La primera
copa es para aplacar la sed; la segunda, para la alegría; la tercera, para el placer; la cuarta, para la
locura”. En cambio, invirtiendo los términos, la copa de las Musas, cuantas más veces se apura y más
puro es su vino, tanto más ayuda a la sabiduría del alma. La primera copa, la que nos brinda el maes
tro de escuela, nos saca de la ignorancia; la segunda, la del gramático, nos provee de conocimientos;
la tercera, la del rétor, nos proporciona las armas de la elocuencia. La mayoría se contenta con beber
hasta éste límite. Yo he apurado además otras copas en Atenas: la de la Poesía, henchida de límpida
transparencia; la de la Música, llena de dulzura; la de la Dialéctica, un tanto austera; y, sobre todo, la
de la Filosofía universal, rebosante siempre de inagotable néctar».
94 HISTORIA DE LA EDUCACIÓN
es la réplica del g r a m m a tis ta griego. Gozaba de escasa remuneración económica
y de escaso prestigio. Su oficio era fatigante, penoso y mal retribuido y ocupaba
un lugar ínfimo en la escala de la consideración social. El oficio de preceptor o
maestro particular — m a g is te r in s t it u t o r l i t t e r a r u m — no tenía más prestigio: era
propio de personas de o b s c u r a i n ic ia —de origen y extracción hum ilde—; por
eso lo desempeñaban, generalmente, esclavos y libertos.129 La enseñanza media
abarcaba desde los 11 a los 16 años. El g r a m m a t ic u s o l i t t e r a t u s , mejor conside
rado y retribuido que el l u d im a g is te r , es el que se ocupa de la formación literaria,
que comprendía el estudio de la gramática, junto con la lectura y exposición y
el análisis y comentario de los autores. La enseñanza superior estaba a cargo del
r h e to r —que se ocupa de la Retórica y la D ialéctica— y de los “profesionales”
especializados en el Derecho y la Filosofía. La consideración social y econó
mica del maestro romano de este nivel fue varia, aunque nunca excesiva, salvo
casos excepcionales como el de quintiliano . En la enseñanza de la Gramática y
la Retórica también tenía su papel la Historia, que se reducía, aparte del estudio
de los modelos de estilo, a la memoria de un repertorio de e x e m p l a , útiles para
equipar la memoria del orador. En cuanto al Derecho y la Filosofía, constituían en
realidad una especialidad, y requerían —sobre todo la Filosofía— una vocación
especial. En este sentido, puede afirmarse que no formaban parte, propiamente,
del nivel superior del sistema encíclico.
Resum en
98 HISTORIA DE LA EDUCACIÓN
9. Por otra parte cabe decir que el proceso de asimilación de la cultura grecolatina
no siguió un ritmo uniforme. Los llamados Padres Apostólicos —los que en los siglos
i y ii recibieron la fe directamente de los Apóstoles —, apenas hacen referencias a la
cultura pagana. Lo importante para ellos era transmitir fielmente el mensaje cristiano
con toda su sencillez y originalidad. Esta literatura viene representada en la Dida-
ché, en el Pastor de Hermas, y en las Cartas de san clemente romano , san ignacio
de antioquía , san Bernabé y san P0LICARP0. A partir del siglo ii , conforme aumenta
la presencia operativa de los cristianos en la sociedad y en la cultura greco-latinas,
surgen voces a favor del uso y extensión de la cultura pagana. Sus mentores fueron
los llamados Padres Apologistas: san Justino , san teófilo de antioquía , taciano ,
atenagoras, arístides etc., a quienes puede considerarse los primeros intelectuales
cristianos. A partir de entonces, algunos miembros de la Iglesia, empleando las mis
mas armas que sus contradictores, comienzan a defender en público su fe e intentan
probar la superioridad de ésta sobre el paganismo, centrando su crítica en los aspectos
más negativos de su estilo de vida. Como es lógico, esto implicaba la asimilación de
determinados aspectos de la cultura pagana, sobre todo las técnicas de la controver
sia, tomadas de la Retórica y la Dialéctica. La Filosofía se mantenía aún en reserva,
primando las precauciones a su virtualidad.
10. A finales del siglo n y sobre todo en el decurso del siglo ih, la situación em
pezó a cambiar en parte. En esa época, la Iglesia hubo de hacer frente a dos herejías
de muy diverso signo: el montañismo y el gnosticismo. Los montañistas creían que
el fin de los tiempos estaba muy próximo, y sostenían que todos los fieles cristia
nos debían retirarse del mundo y consagrarse a la vida ascética y de oración. Por
su parte, los gnósticos eran partidarios de elaborar una doctrina sincrética a partir
de los mitos religiosos orientales, la filosofía griega y la religión cristiana. Fue
entonces cuando, para combatir el gnosticismo en su propio terreno, se dejó sentir
con mayor fuerza que nunca la conveniencia de incorporar los aspectos positivos
de la filosofía griega. Ante esta situación, se presentaron dos tendencias divergentes
representadas por padres alejandrinos y padres latinos. Los primeros, representados
por clemente de Alejandría (150-215) y su discípulo orígenes (185-254) adoptaron
una actitud “abierta”, favorable a la incorporación de todo lo verdadero y valioso
del saber pagano; por su parte, los padres latinos, tertuliano (160-220) y lactan -
cio , mostraron, con diversos matices, una actitud cerrada, muy similar a la de los
Padres Apologistas.1
11. De las dos posturas que acabamos de exponer, fue la segunda la que acabó
imponiéndose, quedando los padres latinos en franca minoría. A partir del siglo iv,
figuras de la iglesia cristiana oriental como san Basilio (330-379), san Gregorio de
nisa (335-395), san Gregorio nacianceno (330-390) o san juan crisóstomo (344-
407), etc. incorporaron a su discurso los mejores hallazgos de la cultura pagana.
Medida que también se hace extensible a occidente con las figuras de san Agustín
(354-430) y su coetáneo san Jerónimo (347-420). Se pone así de manifiesto el largo
camino recorrido por el Cristianismo primitivo en el proceso de asimilación del
legado cultural pagano, que, de un rechazo inicial, pasa por una larga etapa de des
confianza, para culminar en el sincero reconocimiento del alto valor formativo de
las disciplinas grecolatinas.
piamente un mensaje, una doctrina, una verdad: por ser el Verbo Hijo de Dios, Él mismo
es la doctrina, el mensaje, la Verdad: ego sum Ventas, «yo soy la Verdad»136.
5. Para hacer efectiva la paideia cristiana, el hombre cuenta con tres agentes.
El primero y fundamental es el Pneuma, el Espíritu que vivifica y que corona, a
través de la gracia, la operación santificadora. Cuando Jesucristo estaba a punto
de volver de este mundo al Padre, dijo a sus discípulos: «Os he hablado de todo
esto estando con vosotros; pero el Paráclito, el Espíritu Santo que el Padre en
viará en mi nombre, El os enseñará todo y os recordará todas las cosas que yo
os he dicho. [...] Todavía tengo que deciros muchas cosas, pero ahora no podéis
sobrellevarlas. Cuando venga Aquel, el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la
verdad completa»™. El segundo agente, en orden de importancia, es el hombre
mismo, que se santifica a través del esfuerzo y de la lucha ascética personal. El
tercero —con ser importante, el menos relevante— es el educador o maestro, que
realiza su papel de ayuda al discípulo, a través de la enseñanza, el consejo, la
corrección y el ejemplo.
137 E fe , a .
138 Gal A, 19.
139 san clemente romano : Carta, primera a. los corintios, 21, 8. En la misma carta [cfr. 47, 6 y 49, 1] se
emplea también la expresión en Christó agogé [«disciplina o guía cristiana»] para referirse a la «con
ducta» propia de los cristianos, que ha de estar presidida por la «caridad en Cristo» [en Christó agapé],
140 Jn 14, 25-26 y 16, 12-13.
141 E f2 , 10.
142 Cfr. Gn 1,26-27
143 Cfr. Jn 1, 12, Rom 8, 14-17 y Gal A, 5.
144 G a l 3, 28.
145 M t 5,48.
146 Me 16, 15.
147 Cfr. Hechos, 1,1.
148 Cfr. eusebio de cesaréa : Historia Eclesiástica, 20, 528.
4. Instituciones educativas
Resum en
2. Tres son los referentes que informan la esencia de la paideia cristiana: la crea
ción, la caída y la restauración por la fuerza de la educación y la gracia. La institución
óptima para llevar a cabo ese proceso fue el catecumenado, que se institucionaliza a
fines del siglo o para catequizar o educar en la fe, y cuyas normas litúrgico-pastorales
fueron elaboradas durante varios siglos, a partir de la experiencia y sancionadas por
la autoridad eclesiástica.
DANIELOU, J.; La catcquesis en los prim eros siglos. Burgos, Monte Carmelo, 1998.
GENTILE, S. [Edt.]; Umanesimo e P atri della Chiesa. Firenze, Biblioteca Meducea Lauren-
ziana, 1997.
GIGON, O.; La cultura antigua y el cristianism o, Madrid, Gredos, 1970.
LALANNE, J.A.; Influence des Peres de l ’Eglise sur l ’éducation publique pendant les cinq
prem iers siécles de l ’ere chretienne, París, Segnier et Bray.
153 Cfr. eusebio de cesárea , Historia Eclesiástica, VI, 18, 2-4, y sobre todo la emotiva evocación del
sistema de enseñanza de orígenes que realiza su discípulo san Gregorio taumaturgo, Discurso de
agradecimiento a Orígenes, 74 y ss.
Marco 'fulio Cicerón (106-43 a.C.), ora además de retórica, con los mejo
dor y polítiCO romano, nació en res maestros de la época 'lema como
Arpino, ciudad de Lacio donde su fa maestros a Mucio Cevola en derecho,
milia tema lIDa propiedad rural. A los Fedro, Diota y Filo en filosofía. Pro
diez años fue enviado a Roma para fundizó en el conocimiento de las le
completar su educación. Entonces yes y doctrinas filosóficas. En 84 a.
aprendió literatura griega, y latina, C. es.cribió su primera obra, De
34 EL PENSAMIENTO PEDAGÓGICO ROMANO
Resolví escribir ahora para ti, empezando por lo que convenga me
jor para tu edad y a mi autoridad paterna. Entre las cosas serias y
útiles tratadas por los filósofos, no conozco nada más extenso y cui
dadoso que las reglas y preceptos que nos transmitieron a propósito
de los deberes. .
Negocios públicos o privados, civiles o domésticos, acciones par
ticulares o transacciones, nada en nuestra vida escapa al deber: ob
servarlo es honesto, omitirlo, deshonra. La investigación del deber
es asunto común de los filósofos. ¿Cómo llamarse filósofo quien no
sabe adoctrinar sobre los deberes del hombre? Hay sistemas que,
definiendo el bien y el mal, desvirtúan completamente la idea del
deber. Quien considera el soberano bien, independiente de la vir
tud, y que lo basa en el interés y no en la honestidad, quien está de
acuerdo consigo mismo, si la bondad de su naturaleza no triunfa
sobre sus principios, no sabrá practicar ya sea la amistad, la justicia,
o la caridad.
CICERÓN 35
todos aquellos que ellos aman y deben proteger. Esos cuidados con
servan el espíritu vivo, haciéndolos más capaces de actuar.
Pero lo que es sobre todo propio del hombre es la búsqueda de
la verdad. Así, después de librarnos de cuidados y negocios, desea
mos ver, entender, aprender cualquier cosa; pensamos que el cono
cimiento de los secretos o de las maravillas de la naturaleza es
indispensable para la felicidad; procuramos ver lo que es verdadero,
sencillo y puro, y conveniente a la naturaleza del hombre. En ese
amor por la verdad encontramos cierta aspiración de independen
cia, haciendo que el hombre bien nacido no desee obedecer a nadie
más que a aquel que lo instruye y lo dirige, en el interés común,
conforme a la justicia ya las leyes; de ahí surge la grandeza del alma
y el desprecio por las cosas humanas.
Cicerón, Marco lillio, Dos deveres, Sao Paulo, Saraiva, 1965 red. esp., Deberes,
Barcelona, Iberia].
QUINTILlANO 37
ANÁLISIS Y REFLEXIÓN
l. Comente el fragmento:
"Entre las cosas serias y útiles tratadas por los filósofos, no co
nozco nada más extenso y cuidadoso que las reglas y preceptos
que nos transmitieron a propósito de los deberes."
2. De acuerdo con Cicerón, ¿cuál es la diferencia entre el hombre y
el animal?
3. ¿Se puede decir que la frase: "El mérito de la virtud está en la
acción" refleja el pensamiento romano? Explique.
Rosa, Maria da Glória de. A história da ed¡tca~iio através dos textos, Sáo Paulo,
Cultrix, 1971.
ANÁLISIS Y REFLEXIÓN
L iminares notationes
XV 23. Audienti narrationis accommodatio.— i Sed nunc etiam illud,
quod priusquam promitterem non debebam, iam fortasse debitum flagitas,
ut aliquod sermonis exemplum, tamquam si ego aliquem catechizem, non
me pigeat explicare et intuendum tibi proponere. ^ Quod priusquam fa-
ciam, volo cogites aliam esse intentionem dictantis, cum lector futurus
cogitatur; et aliam loquentis, cum praesens auditor adtenditur: et in eo
ipso aliam in secreto monentis, dum nullus alius qui de nobis iudicet
praesto est; aliam palam docentis aliquid, cum dissimiliter opinantium
circumstat auditus: et in hoc genere aliam, cum docetur unus, ceteri
autem tamquam indicantes aut adtestantes quae sibi nota sunt, audiunt;
aliam cum omnes communiter quid ad eos proferamus exspectant; et
rursus in hoc ipso aliam, cum quasi privatim consedetur, ut sermocinatio
conseratur; aliam, cum populus tacens unum de loco superiore dicturum
suspensos intuetur; multumque interest, et cum ita dicimus, utrum pauci
adsint an multi; docti an indocti an ex utroque genere mixti; urbani
490 La catcquesis de los principiantes 15, 23
son muchos o pocos los que escuchan, si doctos o ignorantes,
o entremezclados; si son habitantes de la ciudad o campesi
nos, o si ambos están mezclados; o si se trata de una asamblea
formada por todo tipo de hombres. ^ Es inevitable, en verdad,
que unos de una manera y otros de otra influyan en el que
va a hablar y enseñar, y que el discurso proferido lleve como
la expresión del sentimiento interior del que lo pronuncia, y
que por la misma diversidad impresione de una manera u otra
a los oyentes, ya que éstos se ven influidos, cada uno a su
modo, por su presencia.
Pero ya que ahora estamos tratando de los principiantes
que debemos instruir, yo mismo te puedo asegurar, por lo que
a mí respecta, que me siento condicionado, ya de una manera,
ya de otra, cuando ante mí veo a un catequizando erudito o
ignorante, a un ciudadano o a un peregrino, a un rico o a un
pobre, a una persona normal o a otro digno de respeto por el
cargo que ocupa, o a uno de esta o aquella familia, de esta o
aquella edad, sexo o condición, de esta o aquella escuela, for
mado en una u otra creencia popular; y así, según la diversi
dad de mis sentimientos, el discurso comienza, avanza y llega
a su fin, de una manera o de otra. como quiera que, a
pesar de que a todos se debe la misma caridad, no a todos se
ha de ofrecer la misma medicina: la misma caridad a unos da
a luz y con otros sufre, a unos trata de edificar y a otros teme
ofender, se humilla hacia unos y se eleva hasta otros, con unos
se muestra tierna y con otros severa, de nadie es enemiga y de
todos es madre. * Y el que no ha tenido la experiencia de lo
que estoy exponiendo, por ese espíritu de caridad, cuando se
an rustid an hi et illi simul; an populus ex omni hominum genere
temperatus sit. ^ Fieri enim non potest, nisi aliter arque aliter affidant
locuturum atque dicturum, et ut sermo qui profertur, affectionis animi
a quo profertur, quemdam quasi vultuin gerat, et pro eadem diversitate
diverse affidat auditores, cum et ipsi se ipsos diverse affidant invicem
praesentia sua.
^Sed quia de mdibus imbuendis nunc agimus, de me ipso tibi testis
sum, aliter atque [148] aliter me moveri, cum ante me catechizandum
video eruditum, inertem, dvem, peregrinum, divitem, pauperem, privatum,
honoratum, in jwtestate aliqua constitutum, illius aut Ulius gentis homi-
nem, illius aut illius aetatis aut sexus, ex illa aut illa secta, ex iUo aut
iUo vulgar! errore venientem: ac pro diversitate motus mei sermo ipse
et procedit et progreditur et finitur. 5 E t quia cum eadem ómnibus
debeatur caritas, non eadem est ómnibus adhibenda medicina: ipsa Ítem
caritas (1 Cor 9,22) alios parturit, cum aliis infirmatur; aUos curat
aedificare, alios contremisdt offendere; ad alios se inclinar, ad alios se
erigir; aliis blanda, aliis severa, nuUi inimica, ómnibus mater. * E t qui
non expertos est eadem caritate quod dico, cum videt nos, quia facultas
aliqua nobis donata delectar laudabiliter innotescere in ote multitudinis.
16, 24 La catcquesis de los principiantes 491
inde nos beatos putat: deus autem, in cuius conspectum intrat gemitus
compeditorum (Ps 79,11; 25,18), videat humilítatem nostram et laborem
nostrum, et dimittat omnia peccata nostra.
^Quamobrem si quid tibi in nobis placuit, ut aliquam observationem
sertnonis sui a nobis audire quaereres, melius videndo et audiendo nos
cum haec agimus, quam legendo cum haec dictamus, edisceres.
P ars altera
XVI 24. Ad quem alloquium. Prima verba.— (329) I Sed tamen facia-
mus aliquem venisse ad nos, qui vult esse Christianus, et de genere
quidem idiotarum, non tamen rusticanorum, sed urbanorum, quales apud
Catthaginem piares experiri te necesse est: interrogatum etiam, utrum
propter vitae praesentis aliquod commodum an propter requiera, quae
post hanc vitam speratur, Christianus esse desiderat, propter futuram
requiera respondisse: tali fortasse a nobis instrueretur ídloquio.