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Esquem a
El presente capítulo ha sido elaborado con materiales preparados por el profesor Emilio Redondo
García con aportaciones del profesor Javier Vergara.
2. La religión griega va a ser ante todo antropomórfica y local. En cada una de las
pequeñas ciudades-estado, el centro estaba constituido por el templo que se alzaba en
honor del dios o de la diosa protectora. Atenas veneraba a Atenea, Eleusis a Deméter,
Éfeso a Artemisa, y así sucesivamente. Sólo los ciudadanos tenían derecho a entrar
en aquellas catedrales y de participar en los ritos que en ellas se celebraban: era uno
de los privilegios que más apreciaban. Los más trascendentes acontecimientos de su
vida: nacimiento, matrimonio y muerte habían de ser consagrados en los templos.
Como en todas las sociedades, cualquier autoridad: desde la del padre sobre la familia
a la del arcante sobre la ciudad había de ser “ungida por el Señor”; o sea, ejercida
en nombre de un dios. Y dioses los había para personificar todas las virtudes y todos
los vicios, todo fenómeno de la tierra y del cielo, cada éxito y cada desventura, cada
oficio y cada profesión tenía su dios protector, aunque Zeus era el rey de reyes y como
tal era reconocido por todos59.
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la perfección o areté «espiritual». Esta división óntica se completaba con otras di
mensiones esenciales también llamadas a su actualización o perfección. En primer
lugar, la cultura griega puso énfasis en la dimensión privada, en el bios idiotikós,
cuyo objetivo era la areté «privada» o personal, a la que debía ordenarse la educación
personal o general [«humanística»]; en segundo lugar, en la dimensión social y pú
blica, en el bios poli tikós, cuyo objetivo era la areté «política», y a la que se ordenaba
la educación «política». Por último, la antropología griega se recreó en la dimensión
práctica del hombre Un aspecto que los griegos dividieron en dos categorías pedagó
gicas: la formación técnica y la formación ética. Por la primera, el hombre buscaba el
objetivo «profesional», que hace de él un ser eficiente, capaz de producir artefactos,
y también de crear belleza. A ese objetivo se ordenaría la formación «profesional»
o areté «técnico-artística». Por la segunda, el hombre buscaba el objetivo «moral»,
que le hacía un ser bueno [agathós], capaz de encarnar o realizar la moralidad. A este
objetivo se ordenaría la educación «moral»60.
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9. Muy ligado al concepto de p a id e ia está el concepto de a re té (ocpeTTj)6465que
expresa, desde la época arcaica, el objetivo de la p a id e ia . La educación se propone la
realización de un determinado ideal de perfección humana, que se expresa con la pa
labra a r e té , un término igualmente polisémico, que encierra un rico y vario contenido
conceptual. La a r e té era el conjunto de cualidades humanas que en un determinado
momento histórico eran expresión del ideal colectivo vigente. Por eso, al variar este
ideal, fue variando también el sentido de la a re té. La voz a r e té expresa originaria
mente la idea de “excelencia”, “valor” —sobre todo en hombro — con referencia a
cualidades del cuerpo o del corazón, propias del hombre y, más específicamente, del
guerrero. Con la aparición de la Filosofía —y en especial a partir de platón —, la
a r e té se inserta en un sistema ideológico y moral, vinculado a la e s p is te m e [“ciencia”]
y a la s o p h ía [“sabiduría”]. Es el sabio teórico —el «filósofo»— quien posee la ver
dadera a re té. La evolución semántica del término a r e té es, pues, muy similar a la del
término p a id e ia . De una concepción restrictiva y con una fuerte connotación física o
corporal, se pasa a una definición esencialmente moral, para, finalmente, desembocar
en una conceptualización plenamente espiritual del término.
64 Cfr. chantraine , P., Dictionnaire etymologique de la langue grecque, Klincksieck, Paris, 1968-1977,
voz ajrethv; jaeger , w ., Paideia, o. c., p. 109, 170, 421 y 475; calvo Martínez , t ., De los sofistas a
Platón: Política y pensamiento, Cincel, Madrid, 1986, p. 70.
65 Cfr. jaeger , w., Paideia, o. c„ p. 514-6; a . d ’ors , Sistema de las ciencias (IV), Pamplona, 1977, eün -
sa , pp. 28-33; platón : Gorgias, 463a-467c.
3. Frente a este ideal de lucha y competición estaba el otro gran ideal de la pe
dagogía arcaica: la areté heroica del trabajo diseñada por Hesiodo en su obra Los
trabajos y los días, hesíodo es el cantor de la laboriosidad, de la sabiduría sencilla y
práctica, de la concreción y del realismo, propio de una vida corriente y esforzada.
Algo a lo que todos los ciudadanos deben aspirar con su esfuerzo y trabajo, por eso
el magisterio y la autoridad de hesíodo no se fundan —como en el caso de home
r o — en la vinculación a la tradición aristocrática, sino en las posibilidades de cada
hombre libre. Desde este punto de vista, como ha señalado acertadamente jaeger , la
concepción pedagógica de hesíodo conduce a una democratización de la educación.
La paideia deja de ser un privilegio de la nobleza, para convertirse en un bien del que
pueden participar todos los ciudadanos68.
64 HISTORIA DE LA EDUCACIÓN
forma intervienen todos los ciudadanos libres y con ella un nuevo tipo de vida, de
cultura y educación representada en la idea de politeia o ciudadanía. Una categoría
que convierte a la ciudad en el todo, en la vida misma; el lugar donde tiene lugar la
paideia y la socialización69. Para el griego libre, la ciudad y las leyes son sagradas;
el individuo carece de derechos frente a ellas: el vacío de una vida inmortal futura lo
llena la polis; ser ciudadano, formar parte de la ciudad, participar en sus asuntos, es
el fin último de la socialización griega70.
69 Ibidem, p. 114.
70 Cfr. Aristóteles : Política, 1325a.
'* redondo , E., Introducción a la Historia de la Educación. Barcelona, Ariel, 2001, pp. 147 y ss.
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la época helenística: la cultura griega desborda su ámbito geográfico tradicional, se
extiende por todo el Imperio Romano de Oriente y lo “civiliza” 74.
74 Ibidem, p. 166.
77 Ibidem, p. 167.
16 Ibidem, p. 167.
77 marrou , h . i., Saint Angustia et la fin de la culture antigüe, París, Boccard, 1958, pp. 211-235.
3. Este ideal de cultura general, aunque representaba la totalidad del saber, el en
ciclopedismo ideal no se acopló en el plano práctico a la expresión enkyklios paideia.
Ésta, debido probablemente al rápido aumento del volumen de los conocimientos y
a la progresiva especialización de las ciencias particulares, se usó habitualmente en
un sentido mucho más restringido, para referirse a las disciplinas propedéuticas para
la educación superior: las artes [technai] relativas al lenguaje [Gramática, Retórica y
Dialéctica] y las mathémata [Aritmética, Geometría, Astronomía y Música]. Dichas
disciplinas cumplían —como nuestra actual enseñanza media— la función de prepa
rar al alumno para la enseñanza superior de carácter especializado y constituían una
colección de saberes “cotidianos” o “vulgares”, pero bastante superficiales, que todo
hombre culto debía poseer79.
68 HISTORIA DE LA EDUCACIÓN
cultural: el niño griego, penetra en el mundo encantado de la música a través de las
canciones de cuna, ((3avxaA,T||iaTa), y en el de la «literatura» por medio de los cuen
tos. Es en ésta edad el momento en que debían revelarse los mitos y las leyendas de los
dioses y de los héroes y donde el juego representaba un papel primordial. Los juguetes
hallados en las tumbas permiten evocar los juegos de la infancia griega: sonajeros, mu
ñecas, caballitos de ruedas, carritos, vajillas infantiles y herramientas de juguete para
la jardinería, pelotas y, sobre todo, las tabas que se emplean en los juegos de destreza8081.
80 marrou , H. I., Historia de la educación en la Antigüedad, Madrid, Akal, 1985, pp. 189-190.
81 Ibidem, pp. 159 y ss.
82 Ibidem, pp. 160 y ss.
b) Salto de longitud. El atletismo griego conoce una sola clase de salto: el salto
de longitud con impulso. No se practicaba el salto de altura ni el salto en
profundidad, ni el salto con pértiga. El atleta se lanzaba desde un podium
fijo y caía sobre un piso mullido y aplanado. La prueba sólo era válida si las
huellas de los pies quedaban juntas y nítidamente impresas, invalidándose la
caída con un pie más avanzado que otro. El atleta saltaba además sosteniendo
en las manos sendas halteras o pesos de piedra o bronce, cuyo peso oscilaba
entre uno y cinco kilogramos.
4. La segunda de las pruebas para las que preparaba el paidotribes era el boxeo.
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Éste se presentaba bajo la forma de guantes, o más bien, de mitones (pues los dedos
quedaban al descubierto), probablemente de cuero, cubriendo el puño y casi todo el
antebrazo, donde remataban en una especie de brazalete de piel de camero; la articu
lación de los dedos, se reforzaba por un vendaje suplementario de tres a cinco tiras de
cuero duro, aseguradas por medio de cordones. En él no había ni el cuadrilátero o ring
moderno, limitado por cuerdas, ni asaltos o rounds, por lo que se combatía hasta que
uno de los boxeadores quedase agotado o reconociese su derrota levantando el brazo.
83 Ibidem, p. 165.
84 Ibidem, pp. 168-171.
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3. El niño aprendía a tocar estos instrumentos con el maestro citarista, distinto,
salvo excepciones, del maestro de escuela con quien estudiaba las primeras letras. Su
enseñanza parece haber sido en gran medida empírica; es decir, no tanto aprendida
por notación musical como por imitación de sonido. El maestro, con su propia lira
en las manos, y el alumno por su parte con la suya, se sentaban uno frente a otro:
el maestro tocaba y el alumno, atento el oído y los ojos fijos en el, se esforzaba por
imitarlo del mejor modo posible. Otros maestros utilizaban un sistema de notación
simple y conciso, que utilizaba como signos los caracteres del alfabeto de una forma
recta, invertida o inclinada, según respondieran al sonido natural, a un semitono o a
la elevación de un cuarto de tono. Todo esto se facilitaba por la simplicidad de la mú
sica griega. Una música que no se apartaba de un patrón estrófico simplista, es decir:
una estrofa que se repetía infinitamente sobre un ritmo y una melodía idénticas. Los
sonidos se agrupaban en pies, similares a nuestros compases; los tiempos fuertes se
marcaban golpeando el suelo con el zapato (thesis), y los tiempos débiles se traducían
por la elevación del zapato o de la mano (arsis). La agrupación de un cierto número
de pies constituía una unidad de frase, el kolon, que correspondía a un verso entero
del texto poético89.
Sobre música en la antigüedad griega existe una amplísima bibliografía. Sin afán de exhaustividad,
puede citarse: salazar, a ., La música en la cultura griega. México: Colegio de México, 1954; mout -
sopoulos , e ., La musique dans l'oeuvre de Platón. París: PUF, 1959; chailley , j ., La musique grecque.
antique. París: Societé d'édition des Belles Letres, 1979; comotti, g ., La música en la cultura griega
y romana. Historia de la música, 1. Madrid: Turner, 1986; bélis, a ., Les musiciens dans VAntiquité.
París: Hachette Littératures, 1999.
90 marrou , h . i., Historia de la educación en la Antigüedad, Madrid, Akal, 1985, pp. 184-188.
91 Ibidem, pp. 193 y ss. Los materiales escolares eran de diverso orden. Los primeros instrumentos del
niño, equivalentes a nuestra pizarra, eran las tablillas de madera, simples, dobles o múltiples (unidas
entre sí por bisagras o por un cordelillo que se pasaba por algún agujero). A veces estaban recubiertas
de cera y colocadas dentro de un marco hundido “se escribía en ellas por medio de un punzón cuyo
extremo opuesto, redondeado, servía para borrar. A menudo también se usaban tablillas para escribir
con tinta”, con una pluma de caña tallada y hendida: la tinta dispuesta en forma sólida, como entre
nosotros la tinta china, era desmenuzada y diluida de antemano por el propio maestro o por algún
sirviente; una esponja pequeña se usaba en tal caso como goma de borrar.
74 HISTORIA DE LA EDUCACIÓN
sílabas, separadas tal como solían hacerlo las cartillas tradicionales elementales.
La pedagogía griega, lejos de facilitar las cosas al niño por medio de una selección
de voces simples, le ponía en presencia de la máxima dificultad, por estimarse que,
superada ésta, todo el resto marcharía solo. El aprendizaje de la lectura se apoyaba
en textos breves con sabor antológico. Al principio, eran obritas que presentaban
sílabas cuidadosamente divididas, pero sin apenas continuidad se pasaba a textos
escogidos de Eurípides y de Homero que, con otros autores clásicos, fueron con
formando antologías para lectura elemental. Una lectura que se hacía recitándola de
forma salmodiada, es decir canturreando, sílaba por sílaba, filtrando gota por gota:
A-po-lo ma-ti-nal92.
92 Excavaciones arqueológicas en Egipto permitieron en el primer tercio del siglo xx una serie de des
cubrimientos relacionados con el conocimiento escolar griego. Destaca especialmente un material,
considerado como manual escolar, que ha aportado numerosas noticias sobre el contenido de la
escuela griega. Véase al respecto: collart , p .; Lespapyrus scolaires. Melanges Desrousseaux, París,
1937. El documento más completo es gueraud , o ., jouguet , p ., Un livre d'ecolier du III siccle avant
Jesús-Christ, Publications de la Société Royale Egiptienne de Papyrologie.Textes et Documents. El
Cairo, 1938.
93 marrou, h . i., Historia de la educación en la Antigüedad, Madrid, Akal, 1985, pp. 207 y ss.
6. La figura del maestro o didascalos, también conocido con los vocablos gra-
mmatistes e incluso grammatodidascalos, no puede considerarse —al contrario de
las antiguas culturas orientales— objeto de un alto estatus o reputación. La función
de didascalos reviste el carácter de un oficio humilde, bastante menospreciado, que
sirve para desacreditar a aquellos cuyos padres se veían en la necesidad de practicar
lo. Salvo en el caso de ciertas ciudades como Mileto y Teos, donde las escuelas se
convirtieron en públicas y donde el maestro era elegido por la asamblea de los ciuda
danos y participaba de la dignidad de magistrado público, la profesión de maestro no
pasa de ser un «oficio» en el sentido comercial y servil del vocablo: es preciso correr
detrás de la clientela y hacerse pagar. Los documentos más precisos a este respecto
son las cartas epigráficas de Mileto y Teos: la primera fija el salario de los maestros de
escuela en cuarenta dracmas mensuales; la segunda, en quinientos dracmas por año.
En ambos casos el salario resultaba un poco más alto que el de un obrero cualificado
cuya remuneración, era normalmente de un dracma diario; pero esa diferencia no
llegaba a representar una elevación real en el nivel de vida o estatus social95.
94 Ibidem, pp. 208 y ss. También en la escuela elemental se aprendía a contar con los dedos. La anti
güedad conoció todo un arte, rigurosamente codificado, que permitía simbolizar por medio de ambas
manos, todos los números enteros desde 1 hasta 1.000.000. Con los tres últimos dedos de la mano
izquierda, según que estuviesen más o menos cerrados y replegados sobre la palma, se expresaban
las unidades de 1 a 9; las decenas, por la posición relativa del pulgar y del índice de la misma mano;
las centenas y los millares, de igual modo, con el pulgar y el índice por una parte, y los tres últimos
dedos de la mano derecha por otra parte; las decenas y centenas de mil, por la posición relativa de la
mano, izquierda o derecha, respecto del pecho, el ombligo, el fémur; el millón, finalmente por medio
de las dos manos entrelazadas. Esta técnica gozó de gran éxito en Occidente, aun en las escuelas
medievales; y todavía persiste actualmente en el Oriente musulmán,
si sBkou, h . i., Historia de la educación en la Antigüedad, Madrid, Akal, 1985, pp. 193 y ss.
76 HISTORIA DE LA EDUCACIÓN
ba en la educación literaria y científica, conocida como enkiklios paideia (evKUoVioa
TtaiSeia). Se trataba de una enseñanza, entre la escuela primaria y la efebía, con un
carácter propedeútico (TcpoTtai5e\)|iaxa), que preparaba a los alumnos para reci
bir las formas superiores de enseñanza. En ella podían distinguirse dos ramas, que
los alumnos estudiaban simultáneamente: las artes o technai, relativas al lenguaje:
Gramática, Retórica y Dialéctica; y las matemáticas o mathémata, compuestas por
la Aritmética, la Geometría, la Astronomía y la Música. Composición que quedará
definitivamente aceptada en torno al siglo i a. de C. y dará origen a las famosas Siete
Artes Liberales, divididas en trivium y quadrivium96.
Estudios literarios
96 Cfr. rodríguez alfageme, i., Literatura científica griega. Madrid, Síntesis, 2004. En esta obra se
repasa la estructura curricular de lo que podríamos llamar enseñanza media griega y sus principales
representantes.
9' platón, Axiochos, 366
99 plutarco , Alcibíades, 1.
5. La explicación del texto o scjj'yEcno constituía sin embargo la parte más im
portante de la tarea docente, a tal punto que la e^íjyECTia resultaba a veces sinónimo
de ypa)i(iaxiKOO. Al igual que en la actualidad, la explicación de entonces se dividía
en literal y literaria. Tarea que se realizaba representando el texto en columnas: a la
izquierda se colocaba el texto literal y a la derecha su interpretación. Téngase presen
te que la lengua, los giros, los nombres, los símbolos de los poetas no necesariamente
eran conocidos, necesitaban traducirse, explicarse, contextualizarse y expresarse en
lenguaje común. Todo ello tecnificó la escuela del gramático, la hizo erudita y la
convirtió en selectiva. La erudición era la imagen de la escuela literaria: cantidad
de nombres, dioses, listas, etc. constituían un fin en sí mismo sin saber realmente el
porqué o su sentido práctico.
6. Enseñar a juzgar las obras, enseñar a valorarlas, constituía la labor cumbre del
gramático. Pero este juicio no era estético ni retórico, sino ético o de orden moral.
El gramático adquiría con ello una grave responsabilidad: se convertía en uno de los
conformadores de la paidea moral; era el guardador de la tradición, el que conservaba
los anales del pasado y los ejemplos heroicos de la perfección humana. Pero a medi
da que se avanza en el tiempo, parece como si los Antiguos fuesen perdiendo poco
a poco la conciencia de la sublime significación moral que encerraba la tradición
arcaica y clásica para pasar al abuso de la erudición y los tecnicismos lexicográficos,
morfológicos y simbólicos. Abusos que, a la postre, se volvieron contra el fin moral
de la propia enseñanza. Los moralistas de los siglos primeros antes de Cristo e inme
78 HISTORIA DE LA EDUCACIÓN
diatamente después de la era cristiana pecaron de intelectualismo al explicar por vía
exclusivamente racional la moral práctica. Una enseñanza que devino con el tiempo
en erudita y pedante. Ya fuese en la conversación, en la correspondencia familiar o
en los momentos graves, propicios para las sentencias históricas, en todas partes y
en todo momento interviene la cita tópica; se la espera, se la acoge, se la considera
necesaria. En definitiva, la enseñanza moral de la última fase del helenismo es hasta
cierto punto pedante. Su mayor progreso consiste en haber sustituido la erudición
literaria por el tecnicismo científico.
Estudios científicos
1. Desde Pitágoras, que vivió casi una centena de años, entre el siglo vi y el v a.
de C., o cuando menos desde la época de Arquitas de Tarento (430-360 a. de C), el
ordenamiento tradicional de las matemáticas o mathémata era: Geometría, Aritméti
ca, Astronomía y Música. La geometría griega descansa sobre la figura y la obra de
Euclides (330-275) “Los Elementos”, cuyo contenido se ha estado enseñando hasta
el siglo xviii, cuando aparecen las matemáticas no euclideas. Esta obra importante,
no tanto por la originalidad de sus contenidos como por la sistematización de los
mismos, recopila, ordena y argumenta los conocimientos geométrico-matemáticos
de su época con una idea central: razonar sobre figuras inteligibles y proceder con
una desconfianza extrema hacia todo cuanto recuerde a la experiencia sensible. La
obra se divide en trece libros y tres partes: los libros i a vi abarcan la geometría plana:
triángulo, paralelas, álgebra, polígonos regulares, círculo y cantidades; los libros vn
a x abarcan la aritmética o teoría de los números, tratando cuestiones como números
primos, mínimo común múltiplo, progresiones geométricas, etc.; los libros xi a xiii
se refieren a la geometría espacial y abarcan la medida de los círculos, esferas, etc100.
2. La aritmética griega tiene tres referentes básicos que han marcado la historia
posterior de las matemáticas: los libros vn a x de Los elementos de Euclides, la In
troducción aritmética de Nicómaco de Gerasa, escrita hacia el año 100 de C., y la
Aritmética de Diofanto de Alejandría (250-350 de C.)101 donde se introduce por pri
mera vez una serie de abreviaturas para las incógnitas y las operaciones aritméticas,
iniciando lo que hoy se conoce como Álgebra sincopada. Estas obras nos muestran
el contenido de la aritmética de la Hélade, centrado sobre todo en las propiedades del
100 Cfr. rey pastor, J. BABiNi, j ., Historia de las matemáticas. Vol. /. De la Antigüedad a la Baja Edad
Media. Barcelona, Gedisa, 1984.
101 Muy poco se sabe de la vida de Diofanto. Por referencias históricas se sabe que vivió entre el año 150 a.
de C. y el 350 d. de C. La obra más conocida es Aritmética, una colección de 130 problemas, distribui
dos en 13 libros, de los que sólo se conservan 6. La mayoría de los problemas son de ecuaciones lineales
y cuadráticas, pero siempre con solución positiva y racional, pues en aquella época no tenían sentido
los números negativos y mucho menos los irracionales. Diofanto consideró tres tipos de ecuaciones de
segundo grado: ax2 + bx = c; ax2 = bx + c; ax2 + c = bx. El motivo de no considerar estas ecuaciones
como una sola es que en aquella época no existía el cero ni los números negativos. Aritmética también
trata sobre teoría de números. Parece ser que Diofanto sabía que ningún número de la forma 4n + 3 o
4n - 1 puede obtenerse como la suma de dos cuadrados, ni ningún número de la forma 24n + 7 puede
obtenerse como la suma de tres cuadrados. Diofanto introdujo símbolos para representar las cantidades
desconocidas y una abreviatura para la palabra igual. Esto fue un paso muy importante hacia el álgebra
simbólica actual. Diofanto escribió otros libros, como Porismas, que se ha perdido y otro Sobre núme
ros poligonales que ha llegado hasta nuestros días. Otro trabajo titulado Preliminares a los elementos
ele geometría, que se atribuía a Heron, se cree que pertenece a Diofanto.
3. La tercera de las ciencias matemáticas era la música, ya que ésta se regía por
leyes numéricas por lo que debía diferenciarse de la música popular o de primera en
señanza. La música matemática comprendía dos partes: la estructura de los intervalos
y la rítmica. La primera, armónica o canónica, analizaba las relaciones numéricas que
caracterizan los diversos intervalos de la gama: 2/1 para la octava; 3/2 para la quinta;
4/3 para la cuarta; 5/4 y 6/5 para las terceras, mayor y menor, y así sucesivamente.
Los Antiguos no disponían de los medios para medir directamente la frecuencia de
las vibraciones sonoras, pero llegaban indirectamente a ellas midiendo en el mono-
cordio la longitud de la cuerda vibrante, o también la longitud del tubo sonoro (estas
longitudes son inversamente proporcionales a la frecuencia de las vibraciones). El
descubrimiento de estas relaciones sigue siendo uno de las más hermosas hazañas de
la ciencia griega, y resulta comprensible que no solamente la escuela pitagórica, sino
todo el pensamiento antiguo se sintiera fascinado por ellas: ¿No se había logrado aca
so la correspondencia de un número simple y definido, 2, 3/2..., con la impresión sub
jetiva y el valor estético que constituye la noción de intervalo justo, de consonancia
(octava, quinta)? Después de esto ¿Podía dudarse de que el número era la armadura
secreta del cosmos, de que todo el universo era número? 103
80 HISTORIA DE LA EDUCACIÓN
debe ser relacionado con el favor, cada vez mayor, de que gozó la astrología en la socie
dad helenística. Astronomía y astrología eran de hecho inseparables aunque no debían
identificarse. Su estudio descansaba en tres manuales que asentaron sus contenidos y su
didáctica: los trece libros del Almagesto de Ptolomeo (siglo n d. de C.), la Introducción
a los Fenómenos, del estoico Gémino de Rodas (siglo i a. de C.) y los Fenómenos de
Arato de Solos, compuesto hacia el 276-274 a. de C. En ellos podía verse una exposi
ción sobre el zodíaco y las constelaciones, el estudio de la esfera terrestre: eje, polos,
círculos (ártico, trópico, ecuador...) del día y de la noche, de los meses, de las fases de
la luna, y de los planetas, calendarios de la salida y del ocaso de las estrellas, etc.
Paideia retórica
1. De las dos, la que más aceptación social tenía era la retórica, en cierto modo
marca la impronta del espíritu heleno. Para los estudiantes, iniciar estudios superiores
era oír las lecciones del sofistés o retor (o0(j)tOTr|O o p p T O p ), era iniciarse en el arte
de la elocuencia. Un arte que tenía sobre todo dos virtualidades: la cultural y la social.
Por la primera, el alumno adquiría la sabiduría del espíritu de la palabra, de la ética,
de la historia, de la tradición, de la cultura; el retórico era en definitiva el hombre cul
to que estaba llamado a lapsiquegogía o formación de las almas por medio de la pala
bra. Por la segunda, la retórica se convertía en un instrumento social de primer orden.
Un matiz que acontece en la polis democrática —sobre todo a partir del siglo v a. de
C. —, donde la elocuencia facilita participar con éxito en los asuntos de la ciudad; se
trata de una técnica o dominio de la palabra que da poder, prestigio; en definitiva, que
integra social, cultural y profesionalmente. Esta posibilidad derivó en ocasiones a una
retórica pragmática, judicial o legalista, —conocida como logografía— que encontró
el contrapunto ético y filosófico de Platón, Aristóteles y otros filósofos que vieron en
la sofística el principal problema de la Retórica104.
2. El contenido de la retórica en cierto modo había sido fijado por isócrates [436-
338], considerado el maestro retórico por excelencia. A partir de él esta enseñanza se
104 El logografo más representativo de la retórica griega fue Lisias. Vivió en la Atenas del siglo v y se
caracterizó por servir tanto a la causa oligárquica como a la democrática.
5. A finales del siglo iv, coincidiendo sobre todo con la pérdida de la libertad
política de Grecia, tras la dominación macedónica, la Retórica se va a desligar en
exceso de la realidad social refugiándose en el ámbito escolar. Muchas escuelas y
maestros redujeron la elocuencia a un género meramente demostrativo, de aparato,
una elocuencia de escuela que tendía a imitar a los autores considerados clásicos y
que restringía la creación literaria con la implantación de una serie de reglas dema
siado rígidas eruditas y formales.
Paideia filosófica
marrou , h . i., Historia de la educación en la Antigüedad, Madrid, Aka], 1985, pp. 260 y ss.
82 HISTORIA DE LA EDUCACIÓN
enseñanza se impartió institucionalmente bajo tres formas. Una primera, que podría
llamarse oficial, dentro de las «escuelas» o sectas. Una institución organizada en
forma de cofradía y fundada por un maestro, cuya enseñanza se perpetuaba de gene
ración en generación por medio de un jefe de escuela, normalmente elegido para ese
cargo por su predecesor: así como Platón escogió a su sobrino Espeusipo; éste eligió
a Xenócrates, éste a Polemón, al cual le sucedió Grates... Aristóteles, igualmente,
legó la dirección del Liceo a Teofrasto. Un segundo modelo fue la enseñanza impar
tida por maestros aislados, que enseñaban bajo su propia responsabilidad en la ciudad
donde se establecían. Se trata de un modelo tardío, que acontece sobre todo a partir
del siglo ii d. de C., que tuvo un aceptable éxito sin generar corrientes o escuelas. Por
último, están los filósofos errantes, conferenciantes populares o, mejor aun, predica
dores que, al aire libre, en la esquina de una plaza pública o en un cruce de caminos,
se dirigían al auditorio que el azar o la curiosidad congregaba en su derredor. Esta
enseñanza fue ocasional, no tuvo carácter formal o sistemático y fue esporádica y
miscelánea.
4. Como corolario de la formación superior queda por citar lo que podríamos lla
mar formación profesional superior. Una formación que no se transmitía escolarmen
te. Para las industrias y oficios técnicos existían una especie de corporaciones o gre
mios, que cuidaban de la transmisión de las destrezas de unas generaciones a otras.
Resum en
Grecia es uno de los pilares en los que descansa la conciencia europea y occiden
tal. Estudiar la historia de los griegos es reconstruir en parte los orígenes de nuestra
cultura. La cultura griega puede dividirse en tres periodos: arcaico, clásico y helenís
tico. El primero, que abarcaría hasta el siglo vi a. de C., se caracterizó por presentar
dos modelos de educación sucesivos: el heroico guerrero y el ciudadano militar y de
mocrático, encarnado por las polis de Esparta y Atenas. El segundo periodo es la lla
mada etapa humanista o clásica, que supondría el descubrimiento del hombre como
gran demiurgo de la cultura, abarcaría los siglos vi a iv a. de C. El tercer y último sería
el periodo helenístico, etapa en que la cultura griega conquista e influye en el mundo
gracias a Macedonia, Roma y Bizancio. El siglo vi d. de C. podría considerarse el fin
de la influencia directa de la cultura griega.
Quizá lo que Grecia aportó al mundo sea el descubrimiento del sentido humano
de la existencia. Una existencia que se caracterizaba en primer lugar por su raciona
lismo pedagógico. Puede decirse que los griegos descubrieron el valor de la persona
como un ser libre, de naturaleza racional, llamado a perfeccionarse por el valor per
fectivo de la educación. En segundo lugar, por su personalismo. Para los griegos, la
radicalidad humana no consiste en una individualidad enclaustrada, sino abierta y
social. Es en sociabilidad donde el hombre crece como persona y como individuo; sin
el otro no hay posibilidad de perfeccionamiento, de educación y ni siquiera de exis
tencia. Muy ligado a este aspecto aparece una tercera característica: la autonomía. El
hombre griego se sintió autónomo, capaz de darse y dar leyes, de regular la sociabi
lidad, de crear una comunidad y de convivir en ella de forma estable. Finalmente, el
corolario que resume la antropología griega puede condensarse en la virtualidad de
un racionalismo ético, que se orienta a la búsqueda del bien; de un deseo estético,
orientado a la búsqueda de lo bello; y de una tendencia innata que se orienta a la
contemplación de la verdad.
Esta idea de hombre generó una paideia con unos contenidos que pueden sinte
tizarse, mutatis mutandis, en en tres niveles o grados. En primer lugar, un nivel ele
84 HISTORIA DE LA EDUCACIÓN
SÓCRATES 19
LA IMPOTENCIA DE LA EDUCACIÓN
ANÁLISIS Y REFLEXIÓN
ALEGORÍA DE LA CAVERNA
cia en que éstas acostumbran aparecer. Glauco, ¿tú crees que el hom
bre liberado sentiría celos de esas distinciones y tendría envidia de
los prisioneros que fueran más honrados y poderosos? Por el contra
rio, como el personaje de Homero, ¿él no preferiría "ser sólo un peón
del arado al servicio de un pobre labrador", o sufrir todo en el mundo,
a pensar como pensaba antes y volver a vivir como había vivido antes?
-Del mismo modo que tú, él preferiría sufrir todo a vivir de
esta manera.
-Imagina entonces que el hombre liberado regresara a la ca
verna y se sentara en su antiguo lugar. ¿Al retornar el sol, él no
quedaría temporalmente ciego en medio de las tinieblas?
-Sin duda.
-¿Mientras estuviera con la vista confusa, él no causaría la risa
de los compañeros que permanecieron presos en la caverna si tuvie
ra que competir con ellos sobre la evaluación de las sombras? ¿¡.os
prisioneros 110 dirían que la subida hacia el mundo exterior le había
dañado la vista y que, por consiguiente, no valía la pena llegar hasta
allá? Tú no crees que, si pudieran, ellos matarían a quien intentara
liberarlos y conducirlos hasta lo alto?
-Con toda seguridad.
-Toda esta historia, querido Glauco, es una comparación entre
lo que la vista nos revela normalmente y lo que se ve en la caverna;
entre la luz del fuego que ilumina el interior de la prisión y la acción
del sol; entre la subida hacia afuera de la caverna, junto con la con
templación de lo que allá existe, y entre el camino del alma en su
ascención a lo inteligible. He aquí la explicación de la alegoría: en el
Mundo de las Ideas, la idea del'Bien es aquella que se ve por último
y a gran costo. Pero, una vez contemplada, esta idea se presenta al
raciocinio como siendo, en definitiva, la causa de toda la rectitud y
de toda la belleza. En el mundo visible, ella es la generadora de la
luz y de lo soberano de la luz. En el Mundo de las Ideas, la propia
idea del Bien es la que da origen a la verdad y a la inteligencia.
Considero que es necesario contemplarla, en caso de que se quiera
actuar con sabiduría. tanto en la vida particular como en la política.
ANÁLISIS Y REFLEXIÓN
LOS CARACTERES
mente para lo bello, ni para lo útil, sino para uno y otro de igual
forma. No se muestran mezquinos ni derrochadores. sino que en
este asunto particular obserVan la medida justa.
Dígase lo mismo con relación al arrebato y al deseo. En ellos, la
prudencia va acompañada devalar y el valor de moderación, al paso
que en los jóvenes y en los viejos estas cualidades están separadas,
pues la juventud es a la vez valiente e impetuosa, y la vejez calmada
y tímida. En una palabra. todas las ventajas que la juventud y la
vejez poseen de forma separada se encuentran reunidas en la edad
adulta; donde los jóvenes y los viejos pecan por exceso o por falta, la
edad madura da muestras de medida justa y adecuada. La edad
madura para el cuerpo va de los treinta a los treinta y cinco años,
para el alma, se sitúa alrededor de los cuarenta y nueve años. 2 Tales
son los respectivos caracteres de lajuventud, de la vejez y de la-edad
adulta.
Aristóteles, Arte retórica e arte poética, Sao Paulo, Difusao Européia do Livro,
1959, libro 8" [ed. esp., Poética, Barcelona, Bosch; Retórica, Madrid, Gredos,
1990 y varias ediciones másJ.
ANÁLISIS Y REFLEXIÓN