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Viernes mañana (parte 2) | Asamblea regional del 2022 "Busquen la paz”

Siempre necesitamos voluntarios para trabajar en Betel y también en los proyectos de construcción. Debido a la
pandemia del COVID-19, todavía no podemos invitar a tantos como nos gustaría.
Pero seguimos necesitando voluntarios. Mientras ve el siguiente video, fíjese en la actitud que demuestran los
hermanos que se hacen disponibles para servir en Betel. Ofrecerse para servir en Betel es como llamar a una puerta
que lleva a muchos privilegios en el servicio a Jehová.
Claro, para servir en Betel hay que ser sacrificado y estar dispuesto a trabajar donde sea necesario.
El profeta Isaías mostró esa actitud, como leemos en Isaías 6:8: Cuando a Isaías se le presentó la oportunidad de
hacer más en el servicio a Jehová, la aceptó encantado, y eso que no sabía exactamente qué trabajo tendría que
realizar.
Pero para él fue suficiente saber que Jehová lo estaba invitando a llevar a cabo una labor especial, y quiso ofrecerse.
Esa es la misma actitud que tienen los hermanos de todo el mundo que sirven en Betel. Si el Comité de Sucursal
opina que se necesitan tus servicios, ellos decidirán en qué lugar será más útil tu trabajo, si en Betel o quizás 19 en
un proyecto de construcción.
Entregar la solicitud puede darte la oportunidad de servir a Jehová y de ayudar a su organización de muchas
maneras.
Este era un fragmento del video titulado ¿Qué tienes que hacer para servir en Betel? Los que estén interesados en
servir en Betel o en la construcción de instalaciones teocráticas, ya sea a tiempo parcial o completo, pueden ver
todo el video en nuestro sitio de internet. Todos los cristianos bautizados mayores de 19 años que estén interesados
pueden llenar la solicitud.
Hable con el secretario de la congregación si quiere más información. Si es posible, llene la solicitud electrónica en
jw.org. ¿Ha pasado alguna vez por una situación en la que su paz se vio amenazada? ¿Qué fue lo que hizo?
Podemos aprender mucho del ejemplo del fiel Jacob y de cómo él buscó la paz. Por favor, abran sus biblias en
Génesis, capítulo 26. Sigan la lectura mientras el hermano Mark Sanderson, del Cuerpo Gobernante, explica
algunos puntos de la lectura bíblica dramatizada, titulada Jacob, un hombre que amaba la paz.

Mark Sanderson. Jacob, un hombre que amaba la paz


¿Alguna vez ha sido víctima de una injusticia o lo han tratado mal? ¿Alguna vez se ha enojado por lo que alguien
dijo o hizo? A todos nos ha pasado. En situaciones como estas, las personas que no sirven a Jehová a menudo
reaccionan de formas muy poco pacíficas. Buscan venganza, pelean, contraatacan. Pero nosotros sabemos que
Jehová ve lo que está pasando y que puede solucionar las cosas. Hacemos bien en recordar las palabras de Jesús:
“Felices los que son apacibles”. “Felices los que fomentan la paz”.
La Biblia habla de un hombre que fue amable y pacífico hasta en situaciones que fueron muy complicadas o
estresantes. A menudo, en vez de pelear con otras personas, se esforzó por lograr la paz.
Ese hombre fue Jacob. Jacob aprendió a ser pacífico gracias al ejemplo de su padre, Isaac. Había mucha hambre en
el país, así que Isaac se mudó con su familia a Guerar, una ciudad gobernada por Abimélec, el rey de los filisteos.
Veamos a qué problemas se enfrentó Isaac y lo que hizo para resolverlos.
Por favor, busquen Génesis 26:12. “Pues bien, Isaac empezó a sembrar en aquel lugar, y ese año recogió 100 veces
más de lo que había sembrado, porque Jehová lo estaba bendiciendo. El hombre se enriqueció y, como siguió
prosperando, llegó a ser muy rico. Adquirió rebaños de ovejas, manadas de vacas y un gran grupo de siervos.
Pero los filisteos empezaron a envidiarlo. Así que los filisteos taparon con tierra los pozos que habían cavado los
siervos de su padre Abrahán cuando él vivía. Entonces Abimélec le dijo a Isaac: ‘Vete a vivir lejos de nosotros,
porque te has vuelto mucho más poderoso que nosotros’. De modo que Isaac se fue de donde estaba, acampó en el
valle de Guerar y se estableció allí. Isaac volvió a abrir los pozos que se habían cavado cuando vivía su padre
Abrahán pero que los filisteos habían tapado tras la muerte de Abrahán.
Además, les puso los mismos nombres que su padre les había puesto. Mientras estaban cavando en el valle, los
siervos de Isaac encontraron un pozo de agua dulce. Pero los pastores de Guerar se pusieron a discutir con los
pastores de Isaac y a decirles: ‘¡El agua es nuestra!’ Por lo tanto, Isaac llamó al pozo Ésec, porque habían discutido
con él. Y empezaron a cavar otro pozo, y también se pusieron a discutir por 20 ese pozo.
Así que él lo llamó Sitná. Más tarde se fue de allí y cavó otro pozo, pero ya no discutieron por él.
Por eso, él lo llamó Rehobot y dijo: ‘Todo esto es gracias a Jehová, quien ahora nos ha dado suficiente espacio y ha
hecho que seamos muchos en el país’. Después subió de allí a Beer-Seba. Esa noche se le apareció Jehová y le dijo:
‘Yo soy el Dios de tu padre Abrahán. No tengas miedo, porque yo estoy contigo. Te bendeciré y multiplicaré tu
descendencia debido a mi siervo Abrahán’”.
Los filisteos, llenos de envidia, tapan todos los pozos que Abrahán había cavado. Y el rey le pide a Isaac que se
vaya a vivir a otro lugar. Isaac ahora tiene que tomar una decisión. Puede que algunos le aconsejen que se quede.
Imagine lo que podrían haberle dicho: “Tú no has hecho nada malo, Isaac.
Jehová te dijo que tú y tu descendencia serían los dueños de esta tierra. Además, no tienes nada que temer.
Tienes muchos siervos, y son más fuertes que los filisteos. Deberías vengarte y hacerles pagar por haber tapado tus
pozos”. En una situación así, ¿qué habría hecho usted? Isaac decide mantener la paz.
Prefiere marcharse de allí. Pero no es nada fácil. Isaac tiene muchos siervos, rebaños de ovejas, manadas de vacas.
Había preparado la tierra, la había sembrado, y estaba dando mucho fruto. Pero él deja atrás esa tierra y se marcha.
¿Acaban ahí sus problemas? No. Donde vive ahora, sus siervos cavan pozos y encuentran agua dulce, pero los
pastores de la zona dicen: “¡El agua es nuestra!”. Así que Isaac cava otro pozo. Pero los pastores se ponen a discutir
también por ese. De nuevo, en vez de ponerse a pelear, Isaac se va, y al final encuentra un lugar en el que puede
vivir en paz. Lo que hizo Isaac le enseñó a su hijo Jacob que buscar la paz da buenos resultados.
Y Jacob vio que Jehová bendijo a su padre por actuar así. ¿Cuál es la lección? Padres, pueden influir en sus hijos
mucho más de lo que creen poniéndoles un buen ejemplo. No lo olviden nunca. Jacob tiene un hermano gemelo,
Esaú, que por cierto es el primero que nació. Pero Jehová había predicho que, aunque no era la costumbre, el
hermano mayor, Esaú, serviría a su hermano menor. Jehová sabía con antelación qué clase de personalidad tendría
cada uno.
Y también sabía que Esaú valoraría muy poco las cosas espirituales. Esto queda claro cuando Esaú le vende su
derecho de primogénito a Jacob por un simple plato de lentejas. Y sella el acuerdo con un juramento.
Pero con esto renuncia a algo más. Al vender su derecho de primogénito está renunciando a su derecho a recibir
una bendición profética de parte de su padre. Los años pasan, Isaac se hace mayor y decide que ha llegado el
momento de bendecir a su primogénito. Quizás no sabe que Esaú vendió su derecho de primogénito. En cualquier
caso, le dice a Esaú que le dará su bendición, pero que primero vaya al campo, cace algo para él y le prepare un
plato sabroso. Rebeca, la madre de los gemelos, está escuchando la conversación, así que convence a Jacob de que
se haga pasar por su hermano mientras él está cazando. El plan funciona. Sin darse cuenta, Isaac bendice a Jacob.
Cuando Esaú se entera, se pone furioso. Leamos lo que pasa después en Génesis 27:41. “Desde entonces, Esaú le
tuvo profundo rencor a Jacob por la bendición que su padre le había dado. Y Esaú decía en su corazón: ‘Pronto
morirá mi padre. Después de los días de duelo mataré a mi hermano Jacob’. Cuando le contaron a Rebeca lo que su
hijo mayor Esaú estaba planeando, ella enseguida mandó llamar a su hijo menor Jacob y le dijo: ‘¡Escucha! Tu
hermano Esaú planea matarte para vengarse. Así que haz lo que voy a decirte, hijo 21 mío. Huye cuanto antes a
Harán, donde está mi hermano Labán. Quédate a vivir con él durante un tiempo, hasta que se le pase la furia a tu
hermano, hasta que se le pase el enojo y se olvide de lo que le hiciste. Entonces te mandaré avisar para que vuelvas.
¿Por qué voy a perderlos a los dos en un solo día?’. Luego Rebeca empezó a decirle a Isaac: ‘Las hijas de Het han
hecho que odie la vida. Si alguna vez Jacob se casa con una de las hijas de Het, con alguna como estas hijas del
país, ¿para qué quiero seguir viviendo?’ Así que Isaac llamó a Jacob, lo bendijo y le dio este mandato: ‘No debes
casarte con ninguna de las hijas de Canaán. Vete a Padán-Aram, a la casa de Betuel —el padre de tu madre—, y allí
cásate con una de las hijas de Labán, que es hermano de tu madre. El Dios Todopoderoso te bendecirá, hará que
tengas hijos y multiplicará tus descendientes. Y tú de veras llegarás a ser un gran grupo de pueblos. Él te dará la
bendición de Abrahán —a ti y a tu descendencia— para que ocupes el país en el que has estado viviendo como
extranjero y que Dios le ha dado a Abrahán’. De modo que Isaac despidió a Jacob. Entonces Jacob fue a
Padán-Aram adonde estaba Labán hijo de Betuel el arameo. Él era hermano de Rebeca, la madre de Jacob y Esaú”.
Los padres de Jacob le dicen que viaje adonde vive su tío, Labán, para buscar una esposa. Claro, la razón principal
es el problema que tiene con Esaú. Recuerde que, tiempo atrás, Isaac tuvo un problema con los filisteos, un
problema que al parecer no podía resolverse pacíficamente. Y ¿qué fue lo que hizo Isaac? Decidió irse. Ahora
Jacob se enfrenta a una situación parecida. Su hermano lo odia a muerte. Así que Jacob decide irse, marcharse de
allí.
Eso significa dejar su casa, su familia. Tiene que hacer un largo viaje. Jacob podía haber decidido quedarse. Él tenía
el derecho de primogénito. Podía haberse puesto a discutir con sus padres: “¡No soy ningún niño! ¡Tengo 77 años!”.
Pero Jacob no hizo nada de eso. La Biblia solo dice que Jacob obedeció a su padre y a su madre y se fue. ¿Cuál es
la lección? Cuando nos enfrentemos a una situación que no se puede resolver pacíficamente, es probable que no
tengamos que huir por nuestra vida a un lugar lejano. Pero, a veces, lo mejor que podemos hacer es alejarnos de la
situación. Proverbios 17:14 dice: “Empezar una pelea es como abrir una compuerta; antes de que estalle la
discusión, vete de allí”. Jacob va de camino a la casa de su tío. Jehová se le aparece en un sueño y le asegura que
estará con él y lo protegerá.
Pero eso no significa que sus problemas se hayan acabado. Después del largo viaje, Jacob se queda a vivir en la
casa de su tío. Con el tiempo, surge una situación difícil, y Jacob vuelve a demostrar que es un hombre que ama la
paz. Leamos esta historia, que comienza en Génesis 29:16. “Pues bien, Labán tenía dos hijas: la mayor se llamaba
Lea, y la menor, Raquel. Pero los ojos de Lea no tenían brillo. En cambio, Raquel se había convertido en una mujer
muy hermosa y atractiva. Como Jacob se había enamorado de Raquel, le dijo a Labán: ‘Estoy dispuesto a trabajar
para ti siete años por tu hija menor Raquel’. Labán le contestó: ‘Es mejor dártela a ti que a cualquier otro hombre.
Quédate a vivir conmigo’. Y Jacob trabajó siete años por Raquel, pero a él le parecieron unos cuantos días por el
amor que le tenía. Al final, Jacob le dijo a Labán: ‘Ya se ha cumplido el plazo. Dame a mi esposa y deja que tenga
relaciones con ella’. Así que Labán reunió a todos los vecinos e hizo un banquete. Pero, al llegar la noche, tomó a
su hija Lea y se la llevó a Jacob para que tuviera relaciones con ella. Y, a su hija Lea, Labán le 22 dio una sierva
suya llamada Zilpá para que le sirviera. Pues bien, a la mañana siguiente, Jacob vio que quien estaba con él era Lea.
Entonces, le dijo a Labán: ‘¿Pero qué me has hecho? ¿No fue por Raquel por la que trabajé para ti? ¿Por qué me
has engañado?’. Pero Labán le contestó: ‘Aquí no es costumbre entregar a la hija menor antes de entregar a la
mayor. Termina de celebrar la semana de bodas de esta mujer. Después también recibirás a esta otra mujer a cambio
de que trabajes para mí siete años más’. Jacob aceptó, y celebró la semana de bodas de esa mujer.
Luego Labán le entregó a su hija Raquel por esposa. Y, a su hija Raquel, Labán le dio una sierva suya llamada
Bilhá para que le sirviera”. Jacob tenía razones para estar enojado. Él había acordado con Labán que trabajaría siete
años por Raquel.
Cuando pasan los siete años, se organiza un banquete de bodas, pero la mujer que le traen a Jacob con el rostro
prácticamente cubierto no es Raquel, ¡es Lea! Jacob no puede creer lo que está pasando.
Y Labán, en vez de admitir que lo engañó, le pone excusas. ¿Qué estará pensando Jacob? ¿Pensará que Jehová tiene
algo que ver con esto?, ¿que así se cumplirá la promesa de que sus descendientes serían “tan numerosos como las
partículas de polvo que hay en la tierra”? No lo sabemos. Pero lo cierto es que Lea le dará a Jacob seis hijos,
incluidos Leví y Judá, que con el tiempo llegarán a ser dos de las tribus más importantes de Israel.
Claro, Jacob no sabe lo que va a pasar.
Pero, como es un hombre pacífico, acepta tanto a Lea como la propuesta tan poco razonable de su suegro, Labán,
de trabajar siete años más por Raquel. ¿Cuál es la lección? Nos sentimos decepcionados cuando alguien no cumple
lo que nos promete. Al igual que Jacob, ¿estaremos dispuestos a esforzarnos por perdonar y buscaremos la manera
de mantener la paz? Jacob trabaja para Labán durante 14 años por sus 2 esposas y trabaja otros 6 años más para
conseguir su propio rebaño. Al final, tal como le dice Jehová, reúne a su familia y a todos sus animales, y sin
decirle nada a Labán se va de allí. Cuando Labán se entera de esto, se pone muy furioso, persigue a Jacob y lo
alcanza. Es una situación muy peligrosa, porque puede acabar de manera violenta.
Tratemos de imaginar la escena. Jacob está en una región montañosa. Quizá es por la mañana y hace frío. Se
perciben los olores y los sonidos de las ovejas, de los burros y de los camellos. Hay muchísimos animales. Y los
siervos están preparándolo todo para continuar con el viaje. Pero entonces se oyen gritos de alarma. Ahí viene
Labán, y no viene solo.
Lo acompañan hombres fuertes. Vienen galopando en camellos. Llegan y se bajan. Esta no es una visita amistosa.
Los hombres de Labán están listos para recibir sus órdenes. Y los siervos de Jacob vienen rápidamente a ayudarlo.
Jacob y Labán discuten. Todo el mundo los está mirando fijamente. La noche anterior, Jehová le había advertido en
un sueño a Labán que tuviera cuidado con lo que le decía a Jacob. Aun así, Labán está furioso y agresivo.
Labán acusa a Jacob de dos cosas. Primero, le dice: “¿Por qué me engañaste y te llevaste a mis hijas como si fueran
prisioneras de guerra? ¿Por qué me engañaste y te fuiste a escondidas sin avisarme?”. Bueno, la respuesta es obvia.
Jacob le responde a Labán: “Me fui a escondidas porque tenía miedo de que me fueras a quitar a tus hijas por la
fuerza”.
Labán también lo acusa de haberle robado sus ídolos domésticos. Y es cierto que Raquel se los había llevado. Pero
Jacob no sabe nada de eso. Se ponen a buscarlos, pero no son capaces de encontrarlos.
Entonces Jacob se defiende. Sigamos leyendo en Génesis 23 31:36. “Entonces Jacob se enojó con Labán y se puso
a recriminarle: ‘¿Cuál ha sido mi delito? ¿Qué pecado he cometido para que me persigas con tanto afán? Ahora que
ya terminaste de buscar entre todas mis cosas, ¿encontraste algo que pertenezca a tu casa? Sácalo delante de mis
hermanos y tus hermanos, y que ellos decidan quién de los dos tiene la razón. Durante los 20 años que he estado
contigo, ninguna de tus ovejas ni de tus cabras abortó y nunca comí ni un carnero de tu rebaño. Nunca te llevé
ningún animal despedazado por fieras. Yo me hacía cargo de la pérdida. Y, si robaban algún animal —fuera de día o
de noche—, tú me exigías que te lo compensara. Durante el día me consumía el calor y durante la noche me moría
de frío.
Hasta el sueño se me iba. Llevo 20 años trabajando para ti en tu casa: 14 años por tus dos hijas y 6 por tu rebaño, y
me cambiaste el salario hasta 10 veces. Si el Dios de mi padre —el Dios de Abrahán y el Dios a quien Isaac teme—
no hubiera estado conmigo, ahora me estarías mandando de regreso con las manos vacías. Pero Dios vio mi
sufrimiento y mi duro trabajo. Por eso te reprendió anoche’. Entonces Labán le respondió a Jacob: ‘Estas mujeres
son mis hijas, estos niños son mis hijos y este rebaño es mi rebaño. Todo lo que estás mirando es mío y de mis
hijas. ¿Cómo voy a hacer algo contra ellas o contra los hijos que ellas han dado a luz? Vamos, hagamos un pacto tú
y yo, y que esto sirva de testigo entre nosotros dos’. Así que Jacob tomó una piedra y la colocó como una columna.
Luego Jacob les dijo a sus hermanos: ‘Recojan piedras’. Y ellos recogieron piedras y las amontonaron.
Después comieron sobre ese montón de piedras. Labán lo llamó Jegar-Sahadutá, pero Jacob lo llamó Galeed.
Y Labán dijo: ‘Este montón de piedras es hoy testigo entre tú y yo’. Por eso fue llamado Galeed y también Atalaya,
porque Labán dijo: ‘Que Jehová nos vigile a ti y a mí cuando no nos estemos viendo el uno al otro.
Si maltratas a mis hijas o si te casas con otras mujeres además de ellas, aunque no haya ningún hombre con
nosotros que lo vea, recuerda que Dios será testigo entre tú y yo’. Labán pasó a decirle a Jacob: ‘Aquí están el
montón de piedras y la columna que he levantado como testigos entre tú y yo. Este montón de piedras y esta
columna son testigos de que yo no pasaré más allá de este montón para hacerte daño y de que tú no pasarás más allá
de este montón y de esta columna para hacerme daño. Que juzgue entre nosotros el Dios de Abrahán y el Dios de
Nacor, es decir, el Dios del padre de ellos’. Y Jacob juró por el Dios a quien temía su padre Isaac.
Después, Jacob ofreció un sacrificio en la montaña e invitó a comer a sus hermanos. De modo que comieron y
pasaron la noche en la montaña.
Y Labán se levantó temprano por la mañana, besó a sus nietos y a sus hijas y los bendijo. Luego se fue de regreso a
su hogar”. Jacob trabajó para Labán sin parar durante 20 años, aunque Labán lo había explotado y engañado. En
vez de reconocer eso, Labán dice algo que no es cierto, que él es el verdadero dueño de todo lo que tiene Jacob.
Entonces Labán le propone a Jacob hacer un acuerdo de paz para que ninguna de las dos familias ataque a la otra o
le haga daño.
Pero Labán no lo hace porque ame la paz. Lo que quiere es asegurarse de que el día de mañana, una vez que él haya
muerto, Jacob no pueda regresar con los ídolos domésticos y quitarles a sus hijos la herencia que les pertenece.
Sea como sea, Jacob está de acuerdo. Todo el mundo se relaja. No va a haber violencia. Entonces levantan una
columna como recordatorio del pacto. A pesar de todo el maltrato que ha soportado, Jacob 24 está de acuerdo en
hacer un pacto de paz. No le guarda rencor a Labán ni quiere vengarse. Un problema menos del que preocuparse.
Pero está a punto de enfrentarse a otro. Jacob le manda mensajeros a su hermano. Le dicen a Esaú que Jacob está de
vuelta y que quiere estar en paz con él. Los mensajeros vuelven y le dicen a Jacob que Esaú viene a su encuentro
con nada menos que 400 hombres. ¡Oh, Dios mío! ¿Seguirá Esaú enojado? Es lógico que Jacob esté preocupado.
Lo último que quiere es pelear con su hermano. Veamos cómo maneja la situación. Por favor, busque Génesis
32:13. “Y pasó la noche allí. Luego juntó algunos de sus bienes para regalárselos a Esaú, su hermano: 200 hembras
de las cabras, 20 machos de las cabras, 200 ovejas, 20 carneros, 30 camellas con sus crías, 40 vacas, 10 toros, 20
burras y 10 burros. Entonces les entregó a sus siervos un grupo de animales tras otro y les dijo: ‘Crucen delante de
mí y mantengan cierta distancia entre cada grupo’. Además, le ordenó al que iba primero: ‘Si te encuentras con mi
hermano Esaú y te pregunta “¿De quién eres siervo y adónde vas? ¿De quién son estos animales que van delante de
ti?”, entonces le debes contestar “De tu siervo Jacob. Esto es un regalo para ti, mi señor Esaú.
Y él mismo viene detrás de nosotros”’. También les dio órdenes al segundo, al tercero y a todos los que iban detrás
de cada grupo de animales. Les dijo: ‘Eso es lo que deben decirle a Esaú cuando se encuentren con él. También
deben decirle: “Tu siervo Jacob viene detrás de nosotros”’. Porque Jacob pensaba: ‘Si logro aplacarlo enviándole
antes un regalo, entonces, cuando yo lo vea, quizás me reciba amablemente”’. Jacob quiere estar en paz con su
hermano. Y, para conseguirlo, le envía un regalo muy generoso, cientos de animales. ¿Es que Jacob es débil,
demasiado cobarde para enfrentarse a su hermano? Para nada. De hecho, poco antes de encontrarse con Esaú, Jacob
lucha con un ángel hasta el amanecer para asegurarse de contar con la bendición de Jehová.
Veamos lo que sucede cuando se encuentran los dos hermanos.
Vayamos a Génesis 33:1. “Cuando Jacob levantó la vista, vio que Esaú venía con 400 hombres. Así que repartió a
los niños entre Lea, Raquel y sus dos siervas. Puso a las siervas con sus hijos en primer lugar, a Lea con sus hijos
después y a Raquel con José en último lugar. Entonces Jacob se adelantó a todos y, a medida que se iba acercando a
su hermano, se inclinó hasta el suelo siete veces.
Pero Esaú fue corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó, y los dos se echaron a llorar. Cuando Esaú levantó la
vista, vio a las mujeres y a los niños y preguntó: ‘¿Quiénes son estos que vienen contigo?’. Jacob le contestó: ‘Son
los hijos con los que Dios ha bendecido a tu siervo’. Enseguida se acercaron las siervas con sus hijos y se
inclinaron, y también se acercaron Lea y sus hijos y se inclinaron. Finalmente, se acercaron José y Raquel y se
inclinaron. Esaú le preguntó a Jacob: ‘¿Para qué enviaste toda esa caravana con la que me he encontrado?’.
Y él le respondió: ‘Para ganarme tu favor, mi señor’. Entonces Esaú le dijo: ‘Yo ya tengo muchísimos bienes,
hermano mío. Esto es tuyo. Quédatelo’. Pero Jacob le dijo: ‘No, si me he ganado tu favor, te ruego que aceptes este
regalo de mi parte, porque lo traje para poder ver tu rostro. He visto tu rostro y ha sido como ver el rostro de Dios,
pues me has recibido con gusto. Por favor, acepta el regalo que te he traído, porque Dios me ha bendecido y tengo
todo lo que necesito’.
Y siguió insistiéndole hasta que Esaú lo aceptó”. ¡Qué alegría! ¡Qué final tan feliz! En vez de acabar en una batalla,
los dos hermanos se 25 reconcilian. Se dan un fuerte abrazo y lloran juntos. De nuevo, es Jacob quien busca la paz.
¿Y cómo lo hizo? Oró, y actuó de acuerdo con sus oraciones. Le envió regalos a su hermano y le mostró honra y
respeto llamándolo señor e inclinándose ante él siete veces. ¡Qué gran lección! ¿Verdad que esta historia nos
muestra claramente todo lo que deberíamos estar dispuestos a hacer para mantener la paz con nuestros hermanos?
Jacob siempre buscó la paz. ¡Qué buen ejemplo para nosotros! Cuando su hermano amenazó con matarlo, él se fue.
Cuando Labán lo engañó en el asunto de Raquel y Lea, él cedió. Cuando Labán lo persiguió y lo acusó, Jacob
aceptó hacer un pacto con él.
Y, para evitar un enfrentamiento con Esaú, él le hizo un regalo. Y tengamos en cuenta que, en ninguno de estos
casos, era Jacob el que tenía que pedir perdón. Pero, a lo largo de toda su vida, demostró que amaba la paz. Jacob
confiaba en Jehová, y él lo bendijo. Jehová nunca olvidó a Jacob ni lo mucho que se esforzó por buscar la paz con
otros.
Si nosotros hacemos lo mismo, si buscamos la paz —cuando suframos injusticias, cuando afrontemos oposición,
tengamos problemas pequeños o problemas enormes—, Jehová tampoco se olvidará de nosotros.
Él nos bendecirá muchísimo si amamos la paz tanto como Jacob amó la paz. Cuánto nos anima pensar en lo mucho
que Jehová ama y apoya a los que buscan la paz. Este relato bíblico está lleno de buenos ejemplos que todos
podemos imitar.
Les alegrará saber que la lectura bíblica dramatizada Jacob, un hombre que amaba la paz ya se puede descargar
desde el sitio jw.org y en la aplicación JW Library®. ¿Cómo podemos mantener la paz que Dios nos da a pesar de
vivir en un mundo que ignora a Dios? Por favor, presten atención al hermano David Schafer, ayudante del Comité
de Enseñanza, quien contestará esta pregunta en el discurso “El resultado de la verdadera rectitud será paz”.

David Schafer. El resultado de la verdadera rectitud será paz


Antes hablamos de la paz de Dios mencionada en Filipenses 4:7, “que está más allá de lo que ningún ser humano
puede entender”. Esa paz es la tranquilidad que sentimos por tener una relación tan estrecha con Jehová.
¡Qué bendición tan especial! Aunque disfrutamos de la paz que Dios da, nuestra vida en este sistema no está libre
de problemas, ¿verdad? En Salmo 34:19, la propia Biblia lo reconoce: “Muchas son las dificultades del justo, pero
Jehová lo libera de todas ellas”. Puede que haya un desastre natural o que nos persiga el gobierno nuestra familia, o
que suframos por una enfermedad. Pero ninguna de estas cosas puede separarnos del amor de Dios.
“Ni muerte ni vida, ni ángeles ni gobiernos, ni cosas presentes ni cosas futuras”… nada de esto puede robarnos la
paz que viene de Dios. Ahora bien, eso no significa que no podamos perderla. Acompáñenme a Isaías 32:17, y
notarán que dice que la paz es el resultado de algo. El resultado. ¿Ha pensado en que la paz es el resultado de algo?
Si la paz es un resultado, ¿qué la causa? Isaías 32:17: “El resultado de la verdadera rectitud será paz, y el fruto de la
verdadera rectitud será tranquilidad y seguridad permanentes”. ¡Imagínense! ¡Tranquilidad y seguridad
permanentes! Entonces, 26 ¿qué causa esa paz? La verdadera rectitud. Pero ¿valdrá la pena esforzarse por ser
alguien recto y justo, tomar buenas decisiones y hacer tantos sacrificios? Si de todas formas vamos a sufrir tantas
dificultades, mejor hacemos lo que nos dé la gana. ¿Estará bien pensar así? ¿No demostraría que no agradecemos la
paz ni todo lo que Jehová ha hecho para dárnosla? La paz es un resultado. Y eso significa que hay algo que la
causa.
Si queremos tener paz, tenemos que ser justos y hacer lo correcto. Una persona desobediente no puede estar en paz
con Dios. Si alguien ha pecado contra Jehová, no podrá tener una buena relación con él. Piensen en el rey David, en
lo que dijo en el Salmo 38:3. Como sabía que le había fallado a Jehová, escribió: “No hay paz en mis huesos por
culpa de mi pecado”. Quien no es justo y recto siempre cosechará lo que está sembrando, y acabará perdiendo la
paz. ¿Qué es la rectitud y cómo la demostramos? Somos personas rectas o justas cuando hacemos lo que está bien
de acuerdo con las normas de Dios. Y no es que Jehová nos haya dado una larga lista de reglas; nos dio principios
para saber cómo tratar a los demás. Como es el Soberano Universal y nuestro Creador, tiene derecho de decidir lo
que es justo o bueno. ¿No era eso lo que representaba “el árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo”? En el
jardín de Edén, Jehová les prohibió a Adán y Eva comer de su fruto. Aquel árbol representaba el derecho que tenía
Dios de decidir lo que era bueno y lo que era malo para ellos.
Y aunque Jehová nos ha dado a todos nosotros libertad para tomar decisiones, no nos dio a los humanos, ni siquiera
a los perfectos, el derecho a decidir por nosotros mismos lo que es justo y lo que no. Repasemos brevemente lo que
dice Isaías 32:17: “el resultado de la verdadera rectitud será paz”. Noten que lo repite dos veces, para énfasis.
Porque no todo el mundo tiene la misma idea de lo que es la justicia y la rectitud. Para muchos, una persona justa y
recta es sencillamente la que sigue las reglas y hace lo que le dicen. En Mateo 23:28, Jesucristo dijo que los fariseos
parecían personas justas, pero por dentro eran malos. Eclesiastés 7:16 habla de los que se creen demasiado justos,
incluso más justos que Dios.
Y en Romanos 10:3, el apóstol Pablo habló de las personas que tratan de establecer su propia justicia. Pero ni
parecer justo ni ser demasiado justo o creerse justo tienen algo que ver con la rectitud de la que se habla en Isaías
32. Hoy día muchas personas desean que se acepten tipos de conducta que Jehová prohíbe.
Y muchos que no conocen a Dios o no lo respetan quizás les den su apoyo. Pero el hecho de que muchas personas
acepten un tipo de conducta no quiere decir que esté bien, que sea justa. Eso no es la verdadera rectitud. Quien
decide lo que está bien es nuestro cariñoso Creador, no somos nosotros mismos ni la comunidad que nos rodea.
Bien, ya que estamos en Isaías, acompáñenme al capítulo 48. Si queremos que Jehová nos vea como personas
justas, es importante que estemos convencidos de que él es quien decide lo que está bien y lo que está mal.
Además, tenemos que demostrar con lo que decimos y hacemos que estamos de acuerdo con sus normas, y
obedecerlo. Y eso, en un mundo tan malvado, exige valor. Pero, si lo hacemos, tendremos buenos resultados. Noten
lo que dice Isaías 48:17, 18: “Esto es lo que dice Jehová, tu Recomprador, el Santo de Israel: ‘Yo, Jehová, soy tu
Dios, el que te enseña por tu propio bien [o, como dice la nota, “para que te beneficies a ti mismo”], el que te guía
por el camino en que debes andar. ¡Si tan solo prestaras atención a mis mandamientos! Entonces, tu 27 paz llegaría
a ser igual que un río, y tu justicia, como las olas del mar’ ”. Prestar atención a los mandamientos de Dios tiene dos
resultados.
El primero, nuestra paz, como dice el texto, será como un río, que es sereno y fluye en abundancia constantemente.
Y segundo, nuestra justicia será “como las olas del mar”. ¿Alguna vez han ido a la playa? Tal vez se puso a
contemplar el mar desde la orilla o desde algún punto elevado y vio cómo iban entrando las olas: una tras otra, tras
otra, como han hecho siempre. Es algo que nunca termina, es constante. Jehová nos dice que continuaremos
haciendo obras de justicia como las olas, que no se acaban. Él nos guiará por el camino de la justicia y nos dará paz
eterna.
Y, en el proceso, aprendemos de la experiencia. Comprobamos que las cariñosas y sabias normas de Jehová son
siempre para nuestro bien. Pero, si no obedecemos, tendremos una vida llena de problemas e inquietudes. Como
dice el versículo 22, “ ‘No hay paz para los malvados’, dice Jehová”. Y no es que Jehová amenace a la gente para
manipularla. Jehová no necesita hacer eso. Es que es la verdad, un hecho, un principio infalible. Dios es amor. Nos
enseña por nuestro propio bien y el resultado, si le obedecemos, será paz, como dice Isaías 48:17, 18.
Y estos versículos nos demuestran que Dios puede considerar justos a seres humanos imperfectos. Vamos a hablar
más de esto. ¿Saben dónde aparece por primera vez la palabra justo en las Santas Escrituras? Acompáñenme, por
favor, al capítulo 6 de Génesis. Seguro que recordarán que aquí se habla de Noé. Y Noé vivía en un mundo muy
malvado, un mundo invadido por ángeles rebeldes que dejaron sus puestos en los cielos y se hicieron cuerpos
humanos para acostarse con mujeres. Y tuvieron hijos sobrehumanos, gigantescos y violentos. ¿Y cómo se sintió
Jehová al ver toda esa maldad, tanta violencia? Según Génesis 6:6, Jehová sintió “un gran dolor en el corazón”.
¡Qué cosa!, ¿no creen? Pensar que lo que hacemos le afecta al Creador todopoderoso porque de verdad le
importamos.
Las personas de aquella época eran tan malas que Jehová decidió destruirlas a todas. Y, aunque vivía rodeado de
tanta perversión, Noé fue muy diferente. Fíjense en lo que dice Génesis 6:8, 9: “Noé tuvo la aprobación de Jehová.
Esta es la historia de Noé. Noé era un hombre justo”. Ahí lo tienen. ¿Y por qué dice la Biblia que era un hombre
justo? Noé “resultó ser intachable entre la gente de su tiempo”. Noé no era como los ángeles rebeldes o sus hijos
sobrehumanos, ni como el resto de la gente malvada, “él andaba con el Dios verdadero”.
Poco después encontramos por segunda vez la palabra justo. La encontramos en Génesis 7:1: “Después de eso,
Jehová le dijo a Noé: ‘Entra tú con toda tu familia en el arca, porque he visto que, a diferencia de esta generación,
tú eres justo’ ”. Ahí lo tienen, una vez más. Como Noé fue justo, él y su familia sobrevivieron al Diluvio y pudieron
vivir en paz en un mundo nuevo.
Es más, cuando bajaron las aguas y la familia pudo salir del arca, vieron algo espectacular, algo nunca visto.
En el cielo apareció un arco de colores, hermoso: el arcoíris, el cual sellaba una promesa de paz con Dios.
Sí, paz, el resultado de la rectitud. Y ¿dónde más nos encontramos con la palabra justo en la Biblia? Todos
recordaremos aquella famosa conversación que tuvo Abrahán con Jehová en el capítulo 18 de Génesis. Jehová le
prometió que, si encontraba a tan solo 10 hombres justos en la ciudad de Sodoma, no destruiría aquella ciudad. Pero
¿qué era lo que distinguía a Abrahán? ¿Por qué Jehová sí lo veía a él como alguien justo? Al leer los capítulos 12 a
28 22 de Génesis, nos damos cuenta de que Abrahán tenía una fe incondicional. Estaba dispuesto a hacer cualquier
cosa que Jehová le pidiera. Resumiendo lo que dicen Génesis 15:6 y otros versículos, Santiago 2:23 dice: “Abrahán
puso su fe en Jehová y fue considerado justo [es decir, recto]. Y él fue llamado amigo de Jehová”. ¿Lo vieron?
“Amigo”.
De nuevo, la paz es el resultado de la rectitud. ¿Y son justos hoy los siervos de Dios? Acompáñenme, por favor, a
Isaías, capítulo 60. Isaías, capítulo 60. Para Jehová, tanto Noé como Abrahán eran justos, pero ¿qué diría él de
usted o de mí? Veamos lo que dice aquí, al final del capítulo 60 de Isaías, versículos 21 y 22. “Y todo tu pueblo será
justo; ellos poseerán esta tierra para siempre. Son el brote que yo planté, la obra de mis manos, para embellecerme.
El pequeño llegará a ser mil, y el insignificante, una nación poderosa. Yo, Jehová, lo aceleraré a su tiempo”. Sí, los
miembros de la futura gran muchedumbre han sido declarados justos porque son amigos de Dios, como Abrahán.
A los ojos de Jehová, como dice Apocalipsis 7:9, están “vestidos con túnicas largas blancas”.
Y, claro, ellos sirven junto con los cristianos ungidos, que han sido declarados justos para recibir vida. Jehová,
nuestro Recomprador, el Santo de Israel, ha comprado nuestra libertad de la esclavitud al pecado y la muerte,
pagando un alto precio: el sacrificio de Jesús. Y, si demostramos fe en ese sacrificio redentor de Jesús, aun siendo
imperfectos, se nos considerará justos a los ojos de Dios. Claro, como todos sabemos, somos personas imperfectas.
Así que nunca se nos podría considerar justos de no ser por el sacrificio de Jesús. Pero ¿quiere decir eso que nunca
pecaremos? No, eso no es lo que significa. Para seguir siendo justos y tener paz necesitamos obedecer a Jehová.
Vayan conmigo, por favor, a Romanos, capítulo 1. Igual que Noé y Abrahán, vivimos en un mundo lleno de gente
malvada, violenta y rebelde. Y Satanás quiere que formemos parte de ese mundo y que adoptemos su forma de
pensar y actuar.
Ya nadie le ve nada de malo a la inmoralidad, y los homosexuales están orgullosos de lo que hacen.
Pero Jehová nos dice claramente que los actos homosexuales están mal. Dios les advirtió a los israelitas que este
tipo de conducta, y otras formas de inmoralidad, estaban prohibidas. En Levítico 18:22, los actos homosexuales se
condenan, diciendo que son detestables. ¿Sigue pensando Jehová de la misma manera? Miren las palabras que les
dirigió tanto a los judíos como a los que no lo eran en las Escrituras Griegas Cristianas, en Romanos 1:26, 27: “Por
eso Dios los entregó a una pasión sexual vergonzosa, porque las mujeres cambiaron las relaciones sexuales
naturales por otras que son antinaturales. Del mismo modo, los hombres dejaron las relaciones sexuales naturales
con las mujeres, ardieron de pasión unos por otros y hombres con hombres hicieron lo que es obsceno, y ellos
mismos recibieron el castigo completo que se merecían por su error”. Sí, Jehová sigue pensando igual. Nuestro
Padre y Creador piensa que los actos homosexuales son detestables, obscenos y están mal. Muchos no lo ven así. El
versículo 28 explica que algunos sencillamente no quisieron reconocer a Dios. Pero ¿con qué resultado?
Un estado turbulento, una mentalidad desaprobada, lo contrario a la paz. Y con tan solo aceptar esa conducta,
vamos a desagradar a Jehová. Noten cómo se resalta esto en el versículo 32: “Aunque ellos conocen muy bien el
justo decreto de Dios —es decir, que los que practican esas cosas merecen la muerte—, no solo siguen haciendo
esas cosas, sino que también aplauden a los que las 29 practican”. Sin embargo, no odiamos a las personas que
llevan vidas inmorales, ni las juzgamos. Les hablamos de las buenas noticias del Reino, sabemos que todos hemos
nacido débiles e imperfectos y que tenemos inclinaciones hacia el pecado, pero que también todos hemos nacido
con necesidades espirituales.
Y reconocemos que las demás personas pueden disfrutar de la misma paz, los mismos privilegios y la misma
esperanza que tenemos nosotros si prestan atención a Jehová. 1 Timoteo 2:3, 4 dice que Jehová quiere “que toda
clase de personas se salven y lleguen a tener un conocimiento exacto de la verdad”.
Personas injustas, personas que han hecho muchas cosas malas, han aceptado la verdad. “Algunos de ustedes eran
eso”, dice 1 Corintios 6:11. Somos imparciales y hablamos con todas las personas, pero odiamos lo que es malo y
nos negamos a pasar por alto los principios bíblicos. A veces, estos temas morales se convierten en debates
políticos muy polémicos, y nosotros no participamos en tales debates. Pero ¿a qué tipo de debates nos podríamos
enfrentar?
En el siguiente video, fíjense en cómo pueden los adultos responder cuando se les pregunta sobre un asunto muy
polémico. Aquí están. ¿Recibieron el correo que les mandé? Sí van a ir, ¿verdad? No lo vi. Tuve un montón de
llamadas. ¿De qué se trata? Todos vamos a salir temprano. Vamos al centro a apoyar la marcha por los derechos de
los gais. Ella no viene. ¿Por qué? Por su religión. Unos Testigos estuvieron en mi casa y les pregunté.
Dijeron que ellos no apoyan el matrimonio gay. ¿Es cierto? Sí, es cierto. Los Testigos apoyamos lo que dice la
Biblia sobre el matrimonio, que debe ser entre un hombre y una mujer. Y somos neutrales en temas políticos. ¡Qué
ignorantes! Bueno, comprendo que es un tema delicado. Mi hija merece que respeten sus derechos. Créeme, Marta.
Los Testigos pensamos que todo el mundo tiene derecho a elegir cómo vivir su vida. Yo nunca obligaría a nadie a
aceptar mis creencias.
Pero no vas a venir. Yo nunca obligaría a nadie a pensar como yo, solo pido ese mismo respeto. Y no, no voy a ir.
Tengo trabajo. Irene, obviamente yo no lo veo como tú. Pero valoro el respeto que les muestras a tus compañeros.
Gracias. A diferencia del mundo en el que vivimos, que está tan dividido, los cristianos verdaderos estamos unidos.
Todos tenemos a Jehová como Soberano. Nosotros no somos los que ponemos las normas y no tratamos de
resolver los problemas del mundo porque tenemos fe en el Reino de Dios. Como vimos en el video, estos temas
morales y políticos pueden surgir en el trabajo. Pero a menudo son los jóvenes, y a veces hasta los niños, los que se
enfrentan a estos temas. ¿Cómo responderán ellos? ¿Están sus hijos preparados? En el siguiente video, fíjense en
cómo Olivia defiende las normas justas de Jehová. Buen debate, chicos. Recuerden, el viernes hay examen.
¡Estudien! Tú también, Jordan. Olivia, hoy estuviste muy callada durante el debate. Ah, ¿sí? Supongo que no tenía
mucho que decir. Los derechos de los gais ¿no te importan? Bueno, parece que es un tema político, y como soy
neutral no opino sobre esas cosas. Pero no se trata de política, sino de derechos humanos. Profe, es que ella es
superreligiosa. Oye, no hay nada de malo en eso. No, usted no lo entiende. Los testigos de Jehová odian a los
homosexuales. ¡Eso no es verdad, no odiamos a nadie! Yo he hablado con los Testigos. Creen en la igualdad, ¿no?
Sí, es cierto.
La Biblia dice que “Dios no es parcial”, así que creemos que hay que tratar a todos por igual. Bien, así que supongo
que hay gais en tu iglesia. No, no hay. ¿No dijiste que 30 hay que tratar a todos por igual? No lo entiendo.
Se lo dije. Jordan, ¿no tienes que irte a otra clase? Mira, Olivia, ¿no crees que es un poco hipócrita decir que amas a
todo el mundo si en realidad rechazas a algunos? ¿Sabe una cosa, profesor? Yo me pregunté lo mismo. Okey.
¿Y…? Bueno, investigué en la Biblia, y me di cuenta de que Dios acepta a todo el mundo, pero no acepta cualquier
conducta. ¿Qué quieres decir? Pues, que no se puede ser Testigo si consumes drogas o robas o eres una persona
violenta. O sea, hay algunas cosas que Dios no aprueba. ¿Y eso incluye la manera en la que se expresa la
sexualidad? Pues, en algunos casos, sí. Seguimos la norma de Dios de no tener sexo sin estar casados.
Bueno, si esa es tu opinión, estás en tu derecho. Para mí, es un poco anticuada, pero eres libre. —¡Hey! —¡Hey!
¿De verdad dice la Biblia todo eso? Sí, sí lo dice. Okey, ¿me lo muestras algún día? Claro, cuenta con ello. Súper.
Ya queremos ver qué sigue después en esta historia, ¿verdad? Pero ¿se dieron cuenta de la manera tan buena en la
que pudo defender Olivia las normas justas de Jehová? Mantuvo una actitud pacífica y tranquila.
Reconoció que había tenido la misma duda que tenía el profesor, pero ella investigó el asunto más a fondo. ¿Se
dieron cuenta de la forma sutil en la que Olivia demostró que las normas de Jehová benefician al individuo y a la
comunidad? Por ejemplo, dijo que los testigos de Jehová no consumimos drogas ni robamos, cosas que ella sabía
que su profesor valoraría. Padres, ¿están sus hijos preparados para explicar por qué los Testigos hacemos o no
hacemos ciertas cosas? ¿Saben ustedes qué piensan sus hijos realmente sobre las normas de Jehová? ¿Siguen las
normas sencillamente para que usted no se enoje? Si es así, ¿creen que con eso sea suficiente? Animen a sus hijos a
comprobar por sí mismos por qué las normas de Jehová son sabias. Ayúdenlos a explicarles a los demás por qué
quieren seguir esas normas.
Enséñenles cómo combatir la presión del mundo. ¡Qué agradecidos estamos! Incluso durante estos tiempos
“críticos y difíciles de soportar” podemos tener la paz interior que Jehová da a los justos. Recordemos ahora lo que
Jehová promete que va a suceder cuando el sistema malvado de Satanás desaparezca. Busquen conmigo el Salmo
37. Estos versículos que tan bien conocemos nos dan una hermosa descripción de lo que nos espera. Y noten que
aquí también la Biblia relaciona la paz con la justicia o la rectitud. Vamos a leer. Salmo 37:29. ¿Ya lo tienen? ¿Qué
nos dice? ¿Quiénes heredarán la tierra? “Los justos”. ¿Y por cuánto tiempo vivirán en ella? “Para siempre”.
Y según el versículo 11, ¿de qué disfrutarán una vez allí? De paz. El resultado de la verdadera rectitud será paz. ¿Y
cuánta paz tendrán? ¿Tendrán solo un poco de paz? ¿Paz en la familia? ¿Paz interior? Los justos ya tienen paz con
Dios a pesar de vivir rodeados de tanta maldad.
Pero ¿qué les dará Jehová a todos los que sigan demostrando su amor por él? Una abundancia de paz.
¿Disfrutaremos de esa paz? ¡Sin duda! Sí. Plenamente.
Así que, hermanos, sigamos leales a Jehová. En esta asamblea, sigan buscando la relación entre la paz y la rectitud.
Sigamos por el camino de la justicia y de la paz y ayudemos a otros a encontrarlo.
De este modo, tendremos paz con Dios ahora, durante lo que le quede a este mundo malvado y en el futuro, cuando
Jesucristo gobierne un mundo nuevo, en el que “el justo florecerá y habrá paz en abundancia”. 31 Gracias, hermano
Schafer, por ayudarnos a entender que si defendemos las justas normas de Dios disfrutaremos de verdadera paz.
Cuánto hemos aprendido durante la primera sesión de nuestra asamblea, ¿verdad? Estamos deseando ver la
siguiente sesión, en la que se analizarán más detalles sobre la paz que Dios promete en su Palabra.
También veremos principios bíblicos que ayudan a las familias a tener más paz ahora y cómo evitar que nos
engañen con una paz de imitación.
Ahora terminemos la sesión cantando la canción 97, titulada Nuestra vida depende de la Palabra de Dios. Después
de la canción pueden hacer una oración para finalizar. Canción número 97.

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