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República de Colombia

TRIBUNAL SUPERIOR DEL DISTRITO JUDICIAL


SALA CIVIL FAMILIA LABORAL
ARMENIA QUINDÍO

Magistrado Sustanciador: LUIS FERNANDO SALAZAR LONGAS

Proceso: Verbal. Privación de patria potestad


Demandante: María Gilde Bueno Ladino
Demandado: Francisco Javier Giraldo Bermúdez
Procedencia: Juzgado Tercero de Familia de Armenia
Expediente: 63001 3110 003 2019 00110 01

Acta No. 014

Armenia, Q., dieciséis (16) de octubre de dos mil veinte (2020)

Objeto de pronunciamiento

La Sala procede a estudiar y definir el recurso de apelación formulado por el


demandado contra la sentencia de 5 de febrero de 2020, expedida en el trámite de
la referencia por el Juzgado Tercero de Familia de Armenia.

Se precisa que la sentencia se proferirá por escrito, conforme con lo previsto en el


artículo 14 del Decreto Legislativo 806 de 2020, pues se encuentra agotada la etapa
de alegaciones en segunda instancia, según proveído de 26 de junio de 2020.

Antecedentes

1.- María Gilde Bueno Ladino, en representación de su hija Z.G.B.1, a través de la


Defensoría de Familia, formuló demanda contra Francisco Javier Giraldo Bermúdez,
con la finalidad de que el último fuera privado de la patria potestad respecto de su
menor hija y, por tanto, la aludida facultad se le atribuyera de manera exclusiva;
además, requirió que se ordenara la inscripción de la sentencia en el registro civil
de nacimiento de la adolescente y se condenara en costas al demandado.

1De aquí en adelante para resguardar el derecho a la intimidad del niño y niña, conforme al artículo 33 de la Ley 1098 de
2006 y, artículos 7 y 12 de la Ley 1581 de 2012.

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En apoyo de lo pretendido, la demandante manifestó que con el demandado sostuvo


una convivencia libre y voluntaria desde el mes de agosto de 2004 hasta el 5 de
abril de 2007; además, que dentro de tal relación nació su hija, lo que acaeció el día
5 de agosto de 2005.

Asimismo, señaló que el señor Giraldo Bermúdez incurrió en la causal prevista en


el numeral 2º del artículo 315 del Código Civil para que se produzca el fenecimiento
de la potestad parental, esto es, el abandono de la hija, ya que desde el 17 de
febrero de 2010 ha incumplido totalmente con su obligación alimentaria, moral y
espiritual en relación con su descendiente, pues, a pesar de que en varias
oportunidades fue requerido por la Comisaría Segunda de Familia y Fiscalía
General de la Nación para que cumpliera con el mencionado compromiso
alimentario, se ha abstenido de hacerlo (fls. 1 a 4, cdno. 1).

2.- El demandado en el escrito de réplica resistió a las pretensiones del libelo, al


estimar que jamás se ha alejado absolutamente de su hija, pues la madre de la
menor y su compañero sentimental, son quienes han impedido un acercamiento
entre ellos, al punto de no recibirle el poco dinero que le puede proporcionar, en
razón a que carece de los recursos económicos suficientes para solventar la
totalidad de sus necesidades (fls. 61 a 63, cdno. 1).

3.- En audiencia de 5 de febrero de 2020, el Juzgado Tercero de Familia de Armenia


profirió sentencia de mérito, en donde impuso al señor Giraldo Bermúdez la
privación de los derechos de patria potestad respecto de su hija Z.G.B. y, en
consecuencia, declaró que esta prerrogativa solo se le asignaba a la señora Bueno
Ladino, en calidad de madre, al igual que la custodia y cuidado personal de la menor.
También, ordenó la inscripción del fallo en el registro civil de nacimiento de la joven
y se abstuvo de gravar en costas al demandado, ya que se le había concedido el
beneficio de amparo de pobreza.

Para adoptar la compendiada resolución, la a quo manifestó que de conformidad


con las pruebas practicadas en el proceso se pudo demostrar que el accionado
había incumplido totalmente con sus obligaciones de padre en relación con su
descendiente menor de edad, pues los testigos citados por petición de la
demandante así lo afirmaron, quienes manifestaron que Giraldo Bermúdez jamás

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ha velado por el bienestar de la adolescente Z.G.B., quien, según el informe socio


familiar, lo desconoce de modo absoluto, sin que el demandado hubiere logrado
acreditar que dicho distanciamiento obedeció a la conducta de la madre y su
compañero sentimental, toda vez que los testimonios recopilados por su iniciativa
carecían de información al respecto (fls. 79 a 81, cdno. 1).

Apelación y alegatos en segunda instancia

1.- El demandado apeló el fallo de primer grado, con el objeto de que se revocara
y, por ende, se denegaran las pretensiones de la demanda.

Con ese propósito, al momento de formular reparos concretos, argumentó que con
las pruebas practicadas se demostró que cumplió con la obligación alimentaria que
le competía hasta que le fue permitido, pues el compañero sentimental de la madre
de su hija se opuso a que entregara la cuota alimentaria en especie e impidió las
visitas; además, indicó que le fue prohibido acudir al Colegio República de Francia,
en el que estudia la adolescente, y que a su hija le era vedado contestar el celular,
circunstancias por las cuales se deterioró la relación habida entre ellos.

Asimismo, señaló que la prueba testimonial recopilada por petición de la


demandante era insuficiente para acreditar el abandono total invocado en la
demanda, pues el señor Fernando de Jesús Londoño Holguín es el compañero de
la madre de la joven y Nevardo de Jesús Agudelo de Osa manifestó que no visitaba
la casa familiar hace cinco años, época en la que dejó de convivir con ellos, motivo
por el cual ninguna credibilidad merecía.

También, indicó que la entrevista que fue realizada a la menor por la trabajadora
social del juzgado de primer grado, tampoco soportaba las súplicas del libelo, por
cuanto la menor no distinguía la figura de la patria potestad y que el convocado no
ha acudido a las autoridades competentes hacer valer los derechos que le
corresponden respecto de su hija, en razón a que es analfabeta y además se
encuentra enfermo.

2.- Ahora bien, la Sala observa que en la oportunidad prevista por el artículo 15 del
Decreto Legislativo 806 de 2020, en sus alegaciones el recurrente insistió en que
en el proceso no se demostró un abandono absoluto y que obedeciera a su propio

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querer, pues en varias ocasiones acudió al establecimiento educativo República de


Francia a dialogar con su hija, que actualmente tiene quince años, pero la joven lo
esquivaba y tampoco consentía estas visitas, ya que siempre manifestaba que el
señor Giraldo Bermúdez era un campesino, pobre, enfermo y analfabeta, por lo que
en este sentido lo repudiaba como padre, incluso argumentó que la a quo al proferir
la decisión había realizado una indebida valoración probatoria, pues jamás articuló
el conjunto de las pruebas aportadas y con desacierto estimó la eficacia de los
testimonios practicados.

3.- De otro lado, en el mismo trámite, se advierte que la demandante, a través de la


defensora de familia, al presentar alegaciones pidió que se confirmara el fallo
impugnado, puesto que en su concepto con los elementos de convicción allegados
al proceso estaba más que demostrado el abandono total del demandado para con
su descendiente, ya que por más de diez años ha desatendido sus obligaciones
alimentarias y afectivas que le corresponden como padre de la joven.

Además, expuso que el convocado tampoco acreditó los hechos en que basó su
defensa y que se debía tener en cuenta que antes de formularse la actual demanda,
por parte de un equipo interdisciplinario del Instituto Colombiano de Bienestar
Familiar, se efectuó la pertinente investigación administrativa, a través de la cual
quedó en evidencia que la reclamación de la extinción de la prerrogativa parental
no se basaba en un deseo caprichoso o arbitrario, pues en ese sentido lo informaron
los profesionales del área de trabajo social y psicología, al destacar que se había
intentado un acercamiento entre el padre y la hija con un resultado infructuoso.
Asimismo, se afirmó que el procurado al comparecer a las citaciones que se le hizo
por parte de la Comisaria de Familia y la Fiscalía General de la Nación, había
demostrado falta de interés en restablecer el lazo afectivo con su hija.

4.- La Procuradora Cuarta Judicial II para la Defensa de la Infancia, la Adolescencia,


la Familia y las Mujeres, en la aludida etapa procesal, solicitó que se confirmara la
decisión disentida, para lo cual expuso que era indiscutido que el convocado, en su
condición de padre, se desentendió por completo de sus obligaciones económicas
y afectivas respecto a su descendiente, pues en el litigio así lo admitió en la
diligencia de interrogatorio de parte practicado en la audiencia inicial y nada
demostró que ello obedeciera a prohibiciones originadas en el querer de la madre

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de la menor y su compañero sentimental o que hubiere iniciado alguna acción


provocada por el incumplimiento del régimen de visitas.

Consideraciones de la Sala

A. Los presupuestos procesales

Concurren en esta controversia los presupuestos procesales, como son la


competencia del juez, la demanda en forma, la capacidad para ser parte y la
capacidad procesal; ninguna causal de nulidad se advierte en la actuación, por
cuanto existen los elementos necesarios para la regular formación y desarrollo de
la relación jurídica procesal. Por otro lado, debe asegurarse que la Sala tiene
competencia funcional para desatar la atendida alzada.

B. Legitimación en la causa

Al respecto, debe afirmase que ninguna objeción se advierte sobre la legitimación


en la causa de María Gilde Bueno Ladino para promover la demanda, en
representación de su hija menor, a través de la cual se pretendió la terminación de
la autoridad parental que en calidad de padre tiene Francisco Javier Giraldo
Bermúdez; parentesco que por cierto aparece demostrado con el registro de
nacimiento que se acercó con el escrito genitor (fl. 41 cdno. 1).

C. Examen crítico del caso y respuesta a los argumentos de la apelación

Ante todo, debemos indicar que la competencia del ad quem en materia de


apelación la atribuye directamente el recurrente al determinar los aspectos que no
comparte del fallo impugnado, correspondiéndole sustentar su inconformidad de
manera que la temática sometida al análisis resulte clara y delimitada para la
segunda instancia.

Bajo ese enfoque, el recurso se restringe a establecer si en este asunto es


procedente decretar la privación de la patria potestad, con fundamento en la causal
2ª del artículo 315 del Código Civil, a la cual remite el artículo 310 ibidem.

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La respuesta al anterior cuestionamiento será negativa, como pasa a explicarse, y


en este ámbito se despliega el estudio de la alzada.

Para empezar, cabe recordar que la Constitución Política en el artículo 44 enuncia


los derechos fundamentales de los niños y estipula que la familia, la sociedad y el
Estado tienen la obligación de asistirlos y protegerlos, para garantizarles su
desarrollo armónico e integral y el ejercicio pleno de sus derechos, que prevalecen
sobre los derechos de los demás.

Además, es de referir que la Ley 1098 de 2006 o Código de la Infancia y la


Adolescencia, en el artículo 8º, establece que el interés superior de los niños, las
niñas y los adolescentes, es el imperativo que obliga a todas las personas a
garantizar la satisfacción integral y simultánea de todos sus derechos humanos, que
son universales, prevalentes e interdependientes.

En ese contexto, Corte Constitucional ha precisado que “el interés superior del menor
no constituye una cláusula vacía susceptible de amparar cualquier decisión. Por el
contrario, para que una determinada decisión pueda justificarse en nombre del mencionado
principio, es necesario que se reúnan, al menos, cuatro condiciones básicas: 1) en primer
lugar, el interés del menor en cuya defensa se actúa debe ser real, es decir; debe hacer
relación a sus particulares necesidades y a sus especiales aptitudes físicas y psicológicas;
2) en segundo término, debe ser independiente del criterio arbitrario de los demás y, por
tanto, su existencia y protección no dependen de la voluntad o capricho de los padres o de
los funcionarios públicos, encargados de protegerlo; 3) en tercer lugar, se trata de un
concepto relacional, pues la garantía de su protección se predica frente a la existencia de
interés en conflicto cuyo ejercicio de ponderación debe ser guiado por la protección de este
principio; 4) por último debe demostrarse que dicho interés tiende a lograr un beneficio
jurídico supremo consistente en el pleno y armónico desarrollo de la personalidad del
menor” (sentencia T-587 de 1998).

De igual manera, debe tenerse en cuenta que la Corte Constitucional, mediante la


sentencia C-1003 de 22 de noviembre de 2007, señaló que en armonía con el
artículo 228 del Código Civil, la patria potestad, “mejor denominada potestad parental”,
tiene la función especialísima de garantizar el cumplimiento de los deberes de los
padres mediante el ejercicio de determinados derechos; así, por un lado, sobre la
persona de sus hijos, como conceder permiso para la salida del país o su

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representación judicial y extrajudicial; y de otro, sobre sus bienes, como el usufructo


legal y administración del patrimonio.

Y en la sentencia C-145 de 3 de marzo de 2010, precisó que la prerrogativa parental


además se caracteriza como institución temporal y precaria. Lo primero, porque, por
regla general, el hijo solo está sujeto a ella en el tiempo necesario para su formación
y desarrollo, esto es, hasta cumplir la mayoría de edad -los 18 años-; y lo segundo,
o sea, la precariedad, porque quien la ejerce puede verse privado de ella, si el padre
o la madre en el ejercicio de la misma no ajusta su comportamiento a los propósitos
altruistas que la inspiran.

Con basamento en la evocada doctrina jurisprudencia, es de anotar que el ejercicio


del derecho de la patria potestad implica la integración real del niño, niña o
adolescente en un medio adecuado para su desarrollo, que presupone la presencia
de estrechos vínculos de afecto y confianza y que exige relaciones equilibradas y
armónicas entre los padres y el pedagógico comportamiento de estos respecto de
sus hijos. Con dicho propósito, se han establecido causales taxativas de suspensión
y de terminación de la patria potestad, que se encuentran reguladas en los artículos
310, 311 y 315 del Código Civil, instituciones estas que requieren de declaración
judicial, cuyos efectos jurídicos se proyectan concretamente sobre las facultades de
representación legal, administración y usufructo de los bienes del menor.

De este modo, se establece que la autoridad parental termina por las mismas
fuentes previstas para que opere la emancipación judicial, es decir: (i) por maltrato
del hijo; (ii) por haberlo abandonado; (iii) por depravación que los incapacite para
ejercer la patria potestad, y, (iv) por haber sido condenados a pena privativa de la
libertad superior a un año.

Al respecto, es importante anotar que el artículo 92 de la Ley 1453 de 2011, adicionó


un numeral 5º al artículo 315 del Código Civil, para establecer, como móvil para que
se produzca la emancipación judicial, el haberse comprobado que los padres
favorecieron al adolescente en la comisión de los delitos de homicidio doloso,
secuestro, extorsión en todas sus formas y delitos agravados contra la libertad,
integridad y formación sexual, sin perjuicio de la responsabilidad que les
corresponda en aplicación del artículo 25 numeral 2º del Código Penal.

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Ahora, con arreglo a lo previsto en el numeral 2 del artículo 315 del Código Civil,
cabe anotar que para declarar la pérdida de la patria potestad, según la
jurisprudencia constitucional, se exige la plena demostración de un “abandono total y
absoluto de los deberes parentales y no un incumplimiento parcial de los mismos”, pues la
inobservancia injustificada de los deberes de padre o madre, por sí sola no conduce
a esa declaración judicial, ya que se requiere que el abandono del progenitor “sea
absoluto y que obedezca a su propio querer” (sentencia T- 953 de 2006).

Orientación que asimismo ha sido proyectada por la Sala Civil de la Corte Suprema
de Justicia, mediante providencia de 25 de mayo de 2006, Mag. Pon., Pedro Octavio
Munar Cadena, en donde en relación con el motivo del numeral 2º del artículo 315
del Código Civil, expresó:

“Olvidó el juzgador ad quem que ni siquiera el incumplimiento injustificado de los


deberes de padre, conduce per se a la privación de la patria potestad, pues al efecto
se requiere que el abandono sea absoluto y que obedezca a su propio querer. Así
lo destacó esta Corporación en sentencia del 22 de mayo de 1987, al decir que: en
verdad el incumplimiento de los deberes de padre, grave e injustificado, no conduce
por si a la privación o suspensión del ejercicio de la patria potestad, pues para ello
se requiere que dicho incumplimiento se derive del abandono del hijo, circunstancia
ésta prevista en el artículo 315-2 del C.C. como causa de una u otra.

“(…) No se trata, entonces de predicar un juicio de valor, de más o menos, sobre la


responsabilidad que le atañe al padre, ni de establecer cuánto aportó para la
educación y bienestar material de la infante, sino de comprobar de manera
irrefragable que éste (el padre, se anota) se desentendió totalmente de estos
menesteres…”

En ese contexto, de conformidad con lo señalado por la jurisprudencia en reseña,


advirtamos que la causal de “abandonar al hijo”, se configura cuando el padre o la
madre de manera definitiva desaparecen o se ausentan de su entorno habitual sin
ninguna explicación y, en este sentido, el alejamiento es el reflejo indiscutible de
una separación que encierra una apatía total en la relación filial.

Por tanto, una situación en la cual justificadamente uno de los padres no pueda
colaborar con la manutención de un menor, y en la que además se vea
imposibilitado para responder con las demás obligaciones y deberes que tiene como

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padre o madre y ejercer sus derechos, de ningún modo configura el abandono como
causal de fenecimiento de la atendida prerrogativa parental; a contrario sensu, a
quien se le compruebe esta omisión, le corresponde demostrar la existencia de
condiciones que justifiquen su conducta omisiva para desvirtuar el abandono.

Además, es de resaltar que los efectos de la orden judicial de privación de autoridad


parental tienen un carácter definitivo, ya que para el progenitor resulta imposible
recuperarla, puesto que su consecuencia inmediata es la emancipación del hijo. Del
mismo modo, en cuenta debe tenerse que con esta figura se pretende resguardar
al menor de las personas que no le brindan las condiciones morales, éticas,
sociales, en aras de su desarrollo normal e integral, ya que por sus comportamientos
ponen en riesgo su formación personal, que se debe desplegar en un ambiente de
armonía y unidad familiar que privilegie la protección de sus derechos
fundamentales prevalentes.

Sin embargo, se aclara, que la terminación de la patria potestad no libera ni exonera


a los progenitores de cumplir con los deberes que tienen para con los hijos, pues
persiste la obligación de proveerles alimentos, al igual que las obligaciones de
crianza, cuidado personal y educación.

En este punto es oportuno indicar que la Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia,
mediante la sentencia STC 13911 de 6 de septiembre de 2017, Rad. 2017-02361-
00, advirtió que en los juicios de suspensión o privación de la potestad parental por
parte del funcionario judicial debe tenerse sumo cuidado a la hora de definir la
procedencia de tales instituciones, por las importantes consecuencias aparejadas a
las mismas, no solo para el progenitor demandado, sino también para los niños o
niñas, por la pérdida del vínculo con su ascendiente.

Sentadas las precedentes bases teóricas, la Sala emprende el análisis de las


pruebas aportadas para sustentar los presupuestos fácticos de la controversia, lo
cual es adelantado en los términos que sigue:

Inicialmente, se observa que la demandante formuló el pedimento de privación de


autoridad parental, pretendiendo que se decretara la emancipación judicial por la
causa tipificada en el numeral 2º del artículo 315 del Código Civil, que hace alusión

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al abandono del hijo, al aducir que el rogado desatendió totalmente sus obligaciones
alimentarias y afectivas en la relación con su hija adolescente.

Y para demostrar que en este asunto se estructuraba la denotada fuente, con el


escrito genitor aportó acta de conciliación que fue celebrada entre las partes el 26
de mayo de 2007, ante la Comisaria Segunda de Familia de Armenia, en la que el
señor Giraldo Bermúdez se comprometió a suministrarle a la menor Z.G.B. una
cuota alimentaria $70.000 mensuales, en especie (folio 6, cdno. 1).

También, incorporó el acta de conciliación de custodia y cuidado personal


provisional, revisión de cuota de alimentos y regulación de visitas, que se suscribió
el 17 de febrero de 2010 ante la misma Comisaria de Familia, en la que las partes
acordaron que la niña continuaría bajo el amparo de la madre María Gilde Bueno
Ladino y que su padre Francisco Javier Giraldo Bermúdez debía proveer, como
cuota de alimentos, la suma de $90.000 mensuales, en especie; además, se
estableció que el último podría visitar y salir con la joven los domingos de 8:00 a.m.
a 6:00 p.m. (fl. 8, cdno. 1).

Asimismo, avista que la demandante allegó copia de la denuncia que había


interpuesto contra el señor Giraldo Bermúdez ante la Fiscalía General de la Nación,
el 22 de noviembre de 2018, por el delito de inasistencia alimentaria, lo cual tuvo
como sustento la falta de provisión de los alimentos a la hoy adolescente desde el
27 de febrero de 2010 (fls. 9 a 12, cdno. 1).

Igualmente, se arrimó copia de la investigación administrativa realizada por el


Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, por medio de la Defensoría de Familia
del Centro Zonal Armenia Sur, frente al señor Giraldo Bermúdez, documentación
que contiene el informe de valoración socio-familiar, evaluación psicológica, de
verificación de derechos y su restablecimiento (fls. 21 a 28, cdno. 1).

Por otra parte, la Sala refiere que durante la tramitación de la litis, más exactamente
en la audiencia de instrucción que prevé el artículo 373 del Código General del
Proceso, se decretó como prueba el informe técnico de investigación socio-familiar
a cargo de la trabajadora social adscrita al Centro de Servicios Judiciales para los
Juzgados Civiles y de Familia de Armenia, en la cual se conceptuó que “se obtiene
de las entrevistas con la madre y la niña, que “el padre no se comunica con su hija, no se

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ha ocupado por las condiciones de la vida de la niña”, se ha abstraído en el acercamiento,


mismo que no se da desde que la menor estaba muy pequeña. Es decir que la adolescente
no señala vestigios de orientación en valores u otras formas presenciales de la figura
paterna en su formación; agrega la madre que su hija está siendo perjudicada en decisiones
que la pueden beneficiar, como es el caso del subsidio de COMFENALCO, la salud, es
decir que está siendo perturbada en el disfrute pleno de beneficios”.

Asimismo, se aprecia que en la audiencia de práctica de pruebas, la adolescente


fue entrevistada por la asistente social, en compañía de la Defensora y Procuradora
de Familia; actuación en la que la menor informó que tiene catorce años de edad,
que su padre jamás la ha llamado, visitado y mucho menos proporcionado alimentos
o los elementos que requiere para el colegio, pues solo tuvieron contacto hasta
cuando ella tenía cuatro años de edad, aproximadamente, y que tampoco se
relaciona con la familia paterna; del mismo modo, contó que no deseaba tener
contacto con su progenitor, porque lo recordaba agresivo, pese a que su madre
nunca le ha prohibido reunirse con él (fls. 9 a 12 cdno. 1).

Además, se memora que en la citada audiencia de instrucción se escuchó en


interrogatorio de parte al demandado, quien fue claro en explicar que desde que su
hija tenía seis años ha incumplido la obligación de asistirla económicamente para
los gastos alimentarios y que su relación afectiva es distante, pero justificó dicho
comportamiento en razón de la actitud constante de la madre de la niña de alejarlo
de ella, pues se lo impidió al cambiar de lugar de residencia, incentivándole
sentimientos de odio y de rechazo con el propósito de separarlo definitivamente de
su cuidado, pues en época más reciente, conociendo que la niña estudiaba cerca
de su casa, se abstuvo de buscarla por esas situaciones.

Igualmente, se recibió el testimonio de Nevardo de Jesús Agudelo de Osa, quien


dijo que había habitado la casa de la señora María Gilde Bueno Ladino y su
compañero Fernando de Jesús Londoño Holguín, por un lapso de cinco años, en la
época en que la joven estaba entre cinco y diez años de edad, esto es, entre el 2011
y 2016, y relató que durante ese período jamás conoció al padre de la menor y
tampoco se enteró de que hubiera cumplido con sus obligaciones parentales o que
el señor Giraldo tratara de ubicarla para compartir con ella el día de su cumpleaños
o en la navidad.

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En adición, se tiene que el señor Fernando de Jesús Londoño Holguín, compañero


permanente de la madre de la adolescente, al rendir declaración expuso que
convive con la niña desde cuando tenía dos años de edad y por eso le constaba
que el accionado solo la atendió y respondió por sus obligaciones los primeros años
de vida de su hija, pero luego se desentendió de sus deberes, por cuanto se apartó
y dejó de saludarla; también, que otro hijo del señor Giraldo Bermúdez fue quien
acudió a su casa a visitarla.

De la anterior constatación surge con nitidez, que el demandado ciertamente ha


incumplido las obligaciones que le corresponden como padre de la menor y que por
este motivo su hija lo desconoce como un papá responsable y amoroso.

Sin embargo, se considera que, en ese contexto, los medios probatorios aportados
dejan ver que en la relación existe un desapego entre el padre y la hija, pero jamás
significativo de un abandono absoluto y tampoco que obedeciera al querer del
demandado.

En efecto, ninguno de los instrumentos de prueba en evaluación conducen a la


Judicatura al convencimiento claro, seguro y evidente de que el padre sin
explicación alguna hubiese desparecido o ausentando de manera definitiva del
entorno habitual de su hija, con rebeldía en asumir sus compromisos y deberes
paternales.

En relación con lo previamente inferido, debe tenerse muy en cuenta que en esta
categoría de controversias la carga de la prueba le incumbía a la parte demandante
que reclamó la declaración de la privación de la patria potestad, porque como se
explicó en antecedencia, los efectos de esta declaración judicial tienen un carácter
definitivo, ya que para el progenitor le resulta imposible recuperarla, pues la
consecuencia que conlleva dicha tipología de definiciones es exactamente la
emancipación del hijo, como fue anunciado párrafos en precedencia.

Aparejado al anterior argumento, digamos que el artículo 241 del Código General
del Proceso, prevé que el juez “podrá deducir indicios de la conducta procesal de las
partes”; y que el artículo 242 ibidem, señala que “apreciará los indicios en conjunto,
teniendo en consideración su gravedad, concordancia y convergencia, y su relación con las
demás pruebas que obren en el proceso”.

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Lo esbozado, porque según los documentos aportados, se deduce, que aun antes
de promoverse la reclamación judicial, en todo momento, el señor Giraldo Bermúdez
ha acudido de manera voluntaria ante las autoridades administrativas en procura de
conciliar el suministro o provisión de los recursos económicos necesarios para
garantizar la asistencia educativa, emocional, moral y física de la menor. Ahora, si
bien es cierto el convocado no ha honrado estos convenios para el pago de una
cuota alimentaria, también es lo cierto que del incumplimiento de lo acordado
tampoco deriva, con la contundencia que amerita el caso, que él se hubiere
separado o alejado absoluta y completamente de su hija, pues ningún elemento
suasorio muestra sólidamente una capacidad económica en el alimentante, que
condujera a calificar de deliberado el incumplimiento de sus compromisos.

Igualmente, se advierte que el señor Giraldo Bermúdez si bien no compareció ante


la Defensoría de Familia del Centro Zonal Armenia Sur, en la investigación
administrativa de restablecimiento de derechos de la menor, en cuyas actuaciones
se procuraba un acercamiento entre el padre y la hija, lo cierto fue que este propósito
resultó infructuoso porque al funcionario respectivo le fue imposible realizar la
efectiva notificación para lograr su comparecencia, cuya circunstancia le es ajena
al convocado y por eso, tampoco es constitutiva de una negación rotunda de la
relación paternal, como para considerarse que por su simple querer abandonó de
manera definitiva a su descendiente.

Adicionalmente, debe decirse que la actitud del señor Giraldo Bermúdez de acudir
sin ninguna resistencia al proceso, contestar la demanda y luego, en su declaración
de parte, proporcionar una explicación de su conducta de incumplimiento de sus
obligaciones que le corresponden como padre de la menor, demuestra que en
realidad en la relación de padre e hija lo que existe es una falta de ayuda en la
asistencia, pero no un alejamiento total e intencional con los distintivos que ha
señalado la jurisprudencia de la Corte Constitucional y Corte Suprema de Justicia
en las decisiones mencionadas con antelación.

Ello es así, porque se requiere que el abandono del padre “sea absoluto y obedezca
a su propio querer”, porque ni siquiera el incumplimiento injustificado de los deberes
“conduce per se” a la privación de la patria potestad.

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Para robustecer el aserto consignado en el párrafo anterior, es de advertir que en la


mencionada investigación administrativa realizada por el Instituto Colombiano de
Bienestar Familiar, se estableció que en la vida de la menor se han presentado
factores de vulnerabilidad por incumplimiento de las obligaciones del progenitor
desde el año 2010, que generan amenaza a sus derechos prioritarios como los de
tener una familia, a proveerse de alimentos y recibir protección por el abandono
físico, emocional y psicoactivo, pero no un alejamiento total del padre, porque en
esas actuaciones se conoció dónde podía localizársele, al punto de que el señor
Giraldo Bermúdez acudió con anterioridad a los requerimientos que le hizo la
Comisaría Segunda de Familia de la ciudad para conciliar la cuota alimentaria y
luego, asistió a la Fiscalía General de la Nación, según los antecedentes.

A la par de lo expresado, cabe destacar que el concepto de la trabajadora social


que fue presentado en el litigio, comprendía en su práctica una revisión de los
hechos alegados por las dos partes y su confrontación con el entorno habitual dentro
del cual se desarrolla emocionalmente la menor. Pero, según las encuestas
efectuadas, se verificó que existía una influencia negativa de la imagen del padre
para evitar el vínculo y fomentar una separación afectiva, puesto que, en todo
momento, era conocido por la madre como por la hija, dónde se encontraba el
rogado Giraldo Bermúdez, solo que por aquellas situaciones que ocurrían dentro de
ese ámbito familiar, la niña se abstuvo de acercarse a él, lo que implicó a su vez
rechazar las visitas que aquel progenitor pretendió efectuar.

Como conclusión de lo explicado, serán acogidos los reparos que ha blandido el


demandado contra el fallo de primer grado.

D. Conclusiones generales

Se revocará, entonces, la determinación objeto de discrepancia, para en su lugar,


absolver al demandado de las pretensiones emprendidas en su contra,
condenándose, por tanto, a la parte actora al pago de las costas causadas en ambas
instancias, con arreglo a lo previsto en los numerales 1° y 4° del artículo 365 del
Código General del Proceso.

La liquidación de éstas y la fijación de agencias en derecho, se sujetará a lo


dispuesto por el artículo 366 ibidem.

LFSL, Verbal. Privación de Patria Potestad. Rad. 63001 3110 003 2019 00110 01
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Decisión

Con base en lo expuesto, la Sala de Decisión Civil Familia Laboral del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Armenia, “administrando justicia en nombre de la
República y por autoridad de la Ley”, Resuelve:

Primero. - Revocar la sentencia de 5 de febrero de 2020, emitida por el Juzgado


Tercero de Familia de Armenia y, en consecuencia, se absuelve al demandado de
las súplicas contendidas en el escrito demandatorio.

Segundo. - Condenar en costas causadas en ambas instancias a la parte actora y


en beneficio del demandado.

La liquidación de éstas y la fijación de agencias en derecho, se sujetará a los


parámetros establecidos por el artículo 366 del Código General del Proceso.

Tercero. - Disponer que, en su momento, la remisión del expediente al estrado


judicial de donde provino.

Notifíquese y cúmplase

LUIS FERNANDO SALAZAR LONGAS


Magistrado
(63001 3110 003 2019 00110 01)

JORGE ARTURO UNIGARRO ROSERO CÉSAR AUGUSTO GUERRERO DÍAZ


Magistrado Magistrado
(63001 3110 003 2019 00110 01) (63001 3110 003 2019 00110 01)

LFSL, Verbal. Privación de Patria Potestad. Rad. 63001 3110 003 2019 00110 01

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