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Los abogados defensores de Carlos Kirchner adhieren a la recusación presentada contra el juez Giménez Uriburu y el fiscal Luciani, y solicitan que sean apartados del caso. También adhieren a los planteos de nulidad de los actos en los que intervinieron y a la inconstitucionalidad del artículo del código procesal invocado. Solicitan además el sorteo de nuevos jueces para resolver el caso.
Los abogados defensores de Carlos Kirchner adhieren a la recusación presentada contra el juez Giménez Uriburu y el fiscal Luciani, y solicitan que sean apartados del caso. También adhieren a los planteos de nulidad de los actos en los que intervinieron y a la inconstitucionalidad del artículo del código procesal invocado. Solicitan además el sorteo de nuevos jueces para resolver el caso.
Los abogados defensores de Carlos Kirchner adhieren a la recusación presentada contra el juez Giménez Uriburu y el fiscal Luciani, y solicitan que sean apartados del caso. También adhieren a los planteos de nulidad de los actos en los que intervinieron y a la inconstitucionalidad del artículo del código procesal invocado. Solicitan además el sorteo de nuevos jueces para resolver el caso.
ADHIEREN A RECUSACIÓN – NULIDAD – SOLICITAN SORTEO DE
JUECES PARA RESOLVER – RESERVAS.
Excmo. Tribunal:
ENRIQUE ARCE y NICOLAS GUZMAN, abogados
defensores del Sr. CARLOS S. KIRCHNER, con domicilios electrónicos constituidos en autos, en la causa Nº CFP 5048/2016/TO1, caratulada: “Fernández, Cristina E. y otros s/art. 174, inc. 5º y 210 del Código Penal”, a VV.EE. respetuosamente decimos:
I. Venimos a adherir al planteo de recusación
efectuado con fecha 8 de agosto del corriente año por la defensa técnica de la doctora Cristina E. Fernández, para que se aparten de seguir interviniendo en este proceso los doctores Rodrigo Giménez Uriburu y Diego Luciani, juez y fiscal respectivamente, por los argumentos expuestos en dicha presentación, a los cuales nos remitimos brevitatis causae, sin perjuicio de lo que añadiremos más adelante en este mismo escrito.
También adherimos al planteo de nulidad que, como
consecuencia de la recusación planteada, se dirigió contra los actos procesales en que han intervenido los magistrados mencionados (art. 62, Cpp), así como también al planteo de inconstitucionalidad deducido en subsidio respecto del art. 61 in fine del Cpp, todo ello por los argumentos expuestos 2
en la presentación a la cual aquí se adhiere, a los que nos
remitimos.
II. Asimismo, en los términos del art. 59 del
Cpp, ofrecemos como prueba de esta recusación las actas del debate que se viene realizando en este juicio, en las cuales constan todas y cada una de las objeciones presentadas por la Fiscalía a diversas actuaciones de esta defensa, así como también los diversos rechazos resueltos por el señor juez recusado a diversos planteos efectuados por esta defensa, todo lo cual, a la luz de los nuevos hechos recientemente descubiertos y traídos colación por los recusantes, adquieren una significación especial en tanto tales objeciones y rechazos aparecen ahora teñidos de falta de objetividad, falta de independencia y parcialidad.
En otras palabras, existe un temor fundado, para
nuestro defendido –el arquitecto Carlos Santiago Kirchner– de que las actuaciones jurisdiccionales y del Ministerio Público Fiscal no han estado guiadas únicamente por lo que la ley dispone sino, antes bien, por eventuales prejuicios y/o intereses que podrían derivarse no solo de las relaciones mantenidas entre ellos dos (juez y fiscal, situación expresamente atrapada por el art. 55, inc. 11, Cpp), sino también de ellos con el principal rival político de la imputada Dra. Fernández de Kirchner, cuyo partido político (Cambiemos y/o Juntos por el Cambio) denunció, promovió y prosiguió con especial ahínco esta causa penal, a través de funcionarios de ese partido y/o dirigentes políticos, mostrando un notorio y público interés en su 3
resultado desde el inicio mismo del proceso hasta el día de
hoy.
III. En este incidente recusatorio se ha
denunciado un vínculo o cercanía de un juez y del fiscal con un sector de la política y lo cierto es que aquí nos encontramos inmersos, precisamente, en un proceso penal de alta trascendencia política. El planteo formulado por los doctores Beraldi y Llernovoy es, por eso mismo, pertinente. Lo que se ha denunciado como lesivo de la imparcialidad, la independencia y la objetividad, es, en definitiva, la probable existencia de un entrelazamiento social y deportivo de un juez y del fiscal de la causa con un concreto sector de la política partidaria argentina que integra, una vez más, el partido político que ha impulsado este proceso con una evidente expectativa de rédito o capitalización política.
Entendemos, por esta razón, que los temores de
parcialidad y de falta de independencia y objetividad no podrían quedar en absoluto despejados con una eventual alegación de ausencia de amistad, porque en el ámbito de la política la amistad no es precisamente el valor más importante ni mucho menos definitorio. En dicho terreno suelen jugarse otras cosas y otros valores, que tienen que ver más con la pragmática de la conveniencia o la especulación.
Por ello, lo que genera en el justiciable un
temor de pérdida de imparcialidad por falta de 4
independencia, cuando se trata de un vínculo político del
juez o del fiscal –que es el temor que aquí se ha configurado– no tiene que ver con las amistades de tales funcionarios. El temor de parcialidad, en cambio, depende de –y se funda en– la puesta en práctica, por parte del órgano juzgador o acusador, de un comportamiento social- político que coloca a dicho órgano de un lado de la disputa judicial, al menos cuando esta se halla –como aquí ocurre– impregnada de un alto contenido político.
Se comprende entonces, fácilmente, que cuando la
relación o el vínculo del juez es de carácter político (es decir, un vínculo con un importante individuo de la política o con un grupo de políticos eventualmente de una misma extracción partidaria), no hace falta que tal ligamen se materialice con un sujeto que, además, sea parte en sentido estricto en la causa, pues bastará para la afectación del correcto juicio –en una causa de alto contenido político como esta–, o para que se genere el temor fundado de una afectación semejante, que exista una relación del juez con un sector determinado de la política, de modo tal que se tema que dicha relación pueda repercutir (¡y vaya si lo haría en esta causa!) en el proceso concreto en el que le toca juzgar.
Un autor español se ha ocupado magistralmente de
este tema, esto es de las relaciones entre la magistratura y la política y de la afectación a la independencia e imparcialidad judicial, explicándolo con tanta claridad que entendemos pertinente reproducir algunas de sus palabras. 5
Nos referimos a Perfecto Andrés Ibáñez, autor de un
importante libro sobre la jurisdicción, con prólogo de Luigi Ferrajoli, titulado Tercero en discordia. Jurisdicción y juez del estado constitucional (Ed. Trotta, Madrid, 2015). En dicha obra el jurista español destaca lo crucial que resulta, en un estado democrático de derecho, que la jurisdicción no se relacione con la política, de ninguna manera.
En el capítulo respectivo de su libro en el que
trata este tema, elocuentemente titulado “Relaciones peligrosas”, Andrés Ibáñez señala que a fin de que no se ponga en riesgo la “pérdida de independencia (y por consiguiente de la imprescindible imparcialidad)... el juez no solo debería permanecer rigurosamente ajeno a esos espacios [se refiere a los espacios de la política], sino que habría de preservar el suyo propio de eventuales contactos con el universo fuente de relaciones peligrosas”, constituido precisamente por la política (ob. cit., ps. 150-151, destacado original).
El jurista español añade que en los últimos años
“la jurisdicción ha visto intensamente reforzada su condición de ‘oscuro objeto de deseo’ como institución que hay que controlar políticamente, debido a su papel controlador en última instancia, el más eficaz” (ob. cit., p. 152), aseveración que, de ser compartida, debería llevar a la magistratura a evitar colocarse ella misma en ese lugar, lo cual implica que debería apartarse de los sitios 6
en los que la influencia política puede comenzar a
ejercerse o continuarse cuando ya ha comenzado.
“Cada juez elige”, dice Andrés Ibáñez, “el grado
de independencia que está dispuesto a ejercer, así como el ámbito de relaciones, incluidas, o sobre todo, las peligrosas, en el que quiere inscribirse... Es obvio que el juez tiene derecho a la vida privada; pero también lo es que esta –cuando entra en el ámbito de la publicidad– puede guardar, y de hecho guarda, una fuerte relación de contigüidad con la profesional. Es por lo que, como ha escrito Malem, de forma matizada, en el caso del juez, su ‘vida privada importa’. Y esto reclamará a veces un cuidadoso ejercicio de ponderación en cuestión de actitudes, en busca de la deseable coherencia en materia de principios, al ser la suya una función en la que algunos de estos cuentan de manera particular, en clave de legitimación (o de deslegitimación)” (ob. cit., ps. 156- 157).
El temor que se ha generado a nuestro defendido,
de que no está siendo acusado ni juzgado de manera objetiva e imparcial, ha sido creado, precisamente, por esas elecciones adoptadas por el señor Fiscal y por el señor Juez. Esto no es, desde ya, un cuestionamiento a sus decisiones personales ni a su honorabilidad ni a sus investiduras. Pero sí es un señalamiento de que tales elecciones –que ahora adquirieron notoriedad y que estarían expuestas en redes sociales– son las que han generado de manera fundada el temor de parcialidad y de falta de 7
objetividad que motiva esta adhesión a las recusaciones
planteadas por otra defensa.
IV. Por lado, a fin de que se resguarde el debido
proceso adjetivo en este incidente y con la finalidad de aventar cualquier sospecha o temor de parcialidad en la toma de decisión respecto de las recusaciones planteadas, dejamos expresamente pedido que se sorteen otros jueces para intervenir en este incidente, distintos de quienes vienen actuando desde que comenzó el debate. Entendemos que los señores jueces doctores Gorini y Basso podrían sentirse inclinados a convalidar no solo la actuación de su colega y del fiscal sino la propia, pues un resultado exitoso de este incidente podría conducir a la invalidación del juicio en el que vienen interviniendo desde hace más de tres años, pues es claro que la actuación de los doctores Giménez Uriburu y Luciani, en las circunstancias denunciadas en este incidente de recusación, tornan nulos de nulidad absoluta todos y cada uno de los actos en que ellos han participado.
V. En esta primera oportunidad hacemos reserva de
casación (art. 456 y ccs. del Cpp) y del caso federal (art. 14, Ley 48), en la inteligencia de que se encuentran comprometidas garantías de raigambre constitucional tales como el debido proceso adjetivo, la imparcialidad e independencia del juez, la objetividad del fiscal y su rol de garante de la legalidad en el proceso, la defensa en juicio y, en definitiva, el principio de inocencia (arts. 8
18 y 120 de la CN y pactos internacionales incorporados a