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INFORME:
ASIGNATURA:
Derecho Romano
CATEDRATICO:
ESTUDIANTE:
CARRERA:
FECHA DE PRESENTACIÓN:
27 de mayo de 2022
Objetivos Específicos.
nulidad de los actos o negocios jurídicos se constituye en uno de los principales temas a
abordarse en el estudio general de los mismos debido, sobre todo, a su utilidad práctica,
por cuanto gran parte de casos judiciales reales referidos a actos jurídicos versan,
mayormente, sobre nulidad y fraude en los negocios jurídicos. El acto o negocio jurídico
puede ser entendido como un supuesto de hecho conformado por las manifestaciones de
voluntad, cuando estamos ante actos bilaterales, o por lo menos por declaración de una
sola voluntad. Pero tales voluntades buscan surtir efectos en la vida real y jurídica de las
partes que las manifiestan. Cuando dichos actos no surten los efectos queridos y
esperados por las partes nos encontramos ante la figura de la ineficacia, la misma que
consiste, según lo dicho, en la ausencia total o parcial de los efectos buscados por las
partes al manifestar su voluntad.
La nulidad es considerada por la doctrina mayoritaria como uno de los tantos supuestos
de ineficacia de los actos jurídicos. Tal ineficacia puede deberse, entre sus tantos
supuestos, a un defecto severo en la conformación o celebración del acto jurídico. Por
ello, a este tipo de ineficacia se la suele denominar estructural, la misma que coincide con
la institución de la invalidez de los negocios jurídicos, según el derecho de la persona.
Ahora bien, la invalidez presenta hasta dos supuestos muy conocidos: la nulidad y la
anulabilidad, llamadas también nulidad absoluta y relativa, respectivamente.
Finalmente, corresponde ahora señalar cuáles son los requisitos del negocio jurídico.
Ellos son los siguientes: la capacidad legal de ejercicio, la capacidad natural entendida
como el actuar con discernimiento, la licitud, la posibilidad física y jurídica del objeto, la
determinación en especie y cantidad y finalmente el que la voluntad manifestada haya
estado sometida a un proceso normal de formación, es decir, sin vicios de la voluntad.
DESARROLLO
Los sujetos, o partes, que pueden ser uno o varios, son aquellas personas físicas o
jurídicas que realizan el acto y se verán afectados por el mismo, ya que, en su virtud,
adquirirán, modificarán, transferirán o extinguirán derechos. Los que no forman parte del
acto jurídico se denominan terceros. Por ejemplo, si Pedro contrata a un albañil para
construir su casa, Pedro y el albañil, serán los sujetos o partes del acto. Si Pedro hace un
testamento será él, el único sujeto de ese acto jurídico. Los terceros pueden verse
afectados por ese acto, pero en casos excepcionales, como, por ejemplo, si como
consecuencia de la construcción que hace para Pedro el albañil, se producen daños en la
casa del vecino, pero en este caso ya se generara una relación obligacional entre Pedro y
su vecino, donde él también será parte, pero como víctima de un cuasidelito y no de un
acto jurídico, ya que aquí hubo ausencia de voluntad por parte de ambos, de crear
efectos jurídicos. Las partes para constituirse en tales deben expresar su voluntad, ya sea
por escrito, oral o tácitamente, cuando comienzan a ejecutar el acto. Por ejemplo, si uno
sube al transporte público de pasajeros, y saca el boleto se entiende la voluntad de
contratar el viaje
La teoría del acto jurídico no fue concebida bajo formulación teórica uniforme en el
Derecho Romano limitándose a considerar algunas circunstancias o casos concretos para
determinar aquellas situaciones que merecían ser protegidas y reconocer al sujeto de
derecho la facultad de entablar sus relaciones jurídicas. Por ejemplo, la figura del Pater
familia otorgaba al titular facultades especiales sobre los miembros de su familia
entablándose así determinadas relaciones jurídicas; la realización de una transferencia de
propiedad o dominio sobre las cosas creaba una relación jurídica obligacional que
conminaba a las partes al cumplimiento de una determinada prestación, etc. Tal
concepción se mantuvo hasta la edad moderna.
Cabe anotar que sobre el concepto de “acto jurídico” existe una polémica al relacionarlo
con el concepto de “negocio jurídico”, éste último auspiciado por los pandectistas
alemanes a principios del siglo XIX y plasmado en el Código Civil alemán de 1900. Aníbal
Torres Vásquez señala que el concepto del acto jurídico, adoptado por nuestra legislación,
corresponde en esencia lo que se conoce como negocio jurídico.
De la misma opinión es Guillermo Lohmann (1994), para quien, el acto jurídico es todo
actuar con consecuencias jurídicas, siendo el espectro que abarca éste término muy
amplio (actos reales, actos lícitos e ilícitos por ejemplo); mientras que el negocio jurídico
sería aquella declaración o declaraciones de voluntad de derecho privado que, por sí, o en
unión de otros hechos, estarán encaminados a la consecución de un fin práctico, lícito y
admitido por el ordenamiento jurídico, el cual reconoce tales declaraciones como el
sustento para producir efectos prácticos queridos y regular relaciones jurídicas de
derecho subjetivo. Consecuentemente para este autor, el negocio jurídico se presenta
como una especie del acto jurídico. Se cree que este debate no es sólo por la
denominación o por nombres a usar. Acto y negocio son términos que no describen lo
mismo, no alude a situaciones socio-jurídicas iguales. Todo negocio es un acto jurídico,
pero no todo acto jurídico es un negocio jurídico. Esta última denominación no agota a
aquélla. En sentido estricto, se debe preferir como causal a la falta de manifestación de
una voluntad coherentemente formada, ya que si se habla de falta de manifestación de
voluntad, se estaría ante una ausencia de negocio jurídico, que asimila a todo acto
jurídico con la manifestación de voluntad. en estos casos es usual hablar de inexistencia
del acto.
Así, la falta de manifestación de voluntad de uno de los cónyuges para la disposición de
un bien social, estrictamente no encajaría dentro de alguno de los supuestos indicados
líneas abajo del presente ensayo. Sin embargo, este supuesto encaja perfectamente en
una falta de manifestación de voluntad, la cual no ha sido estructurada como debió
hacerse. “Que dichos inmuebles sociales fueron dispuestos unilateralmente por el
esposo, actos jurídicos que resultan viciados de nulidad absoluta, Esta situación se podría
ver superada solamente si se entiende que los supuestos de falta total de manifestación
de voluntad que en realidad constituyen inexistencia de acto jurídico son asemejadas
dentro del sistema normativo a los supuestos de nulidad del negocio.
Dentro de esta primera causal de nulidad puede incluirse, de acuerdo a cada legislación
en particular, los supuestos de incapacidad natural y la declaración hecha en broma. Sin
embargo, esta causal debería comprender también los supuestos de error en la
declaración y violencia física, que son supuestos en los cuales también falta la voluntad,
pero no están regulados como causales de nulidad sino de anulabilidad.
Se puede hablar de la declaración hecha en broma, es la que el sujeto realiza con fines
teatrales, didácticos, jactancia, cortesía o en broma, propiamente dicha, y que consiste en
un verdadero caso de discrepancia entre la voluntad interna y la voluntad declarada. La
nulidad se impone por el solo hecho de que existe conciencia de que no se está
declarando una verdadera voluntad de celebrar un acto jurídico, no concurriendo uno de
los componentes de la voluntad de declarar, siendo el acto jurídico nulo. Es importante
en este sentido mencionar que en los supuestos de violencia falta también una verdadera
manifestación de voluntad, por cuanto, no concurre la voluntad del acto externo. Sin
embargo, pareciera asimilar la violencia física a la intimidación o violencia moral,
estableciendo como sanción la anulabilidad, aun cuando, en sentido estricto, debería
estar considerada dentro de este primer supuesto.
Los supuestos de nulidad pueden ser expresos o tácitos. En los primeros la causal está
expresamente señalada en la ley; en los segundos, la causal tiene que ser inferida por el
juzgador valorando la ilicitud del acto por contravenir al orden público o a las buenas
costumbres.
La nulidad se impone por el solo hecho de que existe conciencia de que no se está
declarando una verdadera voluntad de celebrar un acto jurídico, no concurriendo uno de
los componentes de la voluntad de declarar, siendo el acto jurídico nulo.