TEMA: LA FEALDAD DE LA MUJER EN EL ARTE En la primera etapa que sería entre la Edad Media y el Barroco, Bettella habla sobre la tradición antifeminista de la mujer en el papel de mala interiormente y nefasta por su poder de seducción. Desde los escritores como Tertuliano que escribía “según las Escrituras los embelecos de la belleza van a la par con la prostitución en el cuerpo”. La cosmética en la mujer era tomada como un artificio para enmascarar sus defectos físicos, lograba una vanidosa ilusión de ser atractiva para su marido o peor aún a los extraños. En la Edad Media existen muchas representaciones de la vieja, un símbolo de la decadencia física y moral.
Autor: Hans Baldung
Grien Técnica: Grabado en madera Año: 1510 Temática: Brujería, satanismo, sadismo. •Se identificaba al ser maléfico preferentemente con una mujer. En el mundo cristiano, la unión con el diablo solo podía levarla a cabo una mujer.
En la segunda etapa que sería el Renacimiento, la fealdad de la mujer es
objeto de diversión burlesca donde hay un elogio irónico de modelos que se diferencian de los cánones estéticos dominantes. Aunque en las poesías ya no hay rencor, la deformidad de la mujer es alegremente irónica o es afectuosa. El marchitamiento de la mujer anciana se convierte en reflexión melancólica sobre una belleza en declive. Y precisamente en la época renacentista surgen algunas reflexiones que ponen de nuevo en cuestión la condena de la fealdad
En la tercera y última etapa está El Manierismo, este ya no tendía a lo
bello si no a lo expresivo, la deformación estaba justificada como rechazo a las reglas. Una preferencia a lo extravagante y a lo deforme, que puede crear asombro, por esta razón cambia la perspectiva de las imperfecciones de la mujer ahora como elementos de interés. Autor: Quentin Mussys • El retrato de una mujer vieja o como la conocemos todos, La reina de Túnez fue ejecutado hacia 1513. La reina que hoy nos ocupa cumple con todos los requisitos de deformación grotesca de un retrato.
Summa Halesiana, Alejandro de Hales hablaba de la necesidad de lo feo
para la belleza. O ¿acaso la belleza no es más que el comienzo de lo terrible que aún podemos soportar? “El mal en cuanto es deforme… No obstante, puesto que del mal se desarrolla el bien, es llamado bien por lo que aporta al bien y así es llamado bello en el orden. Por tanto, no es llamado bello de forma absoluta, sino bello en el orden; incluso sería preferible decir: el propio orden es bello”.