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REPÚBLICA DE COLOMBIA

RAMA JUDICIAL

JUZGADO TRECE DE FAMILIA EN ORALIDAD DE BOGOTÁ, D.C.

Bogotá, D. C., 03 de Junio de 2020

REFERENCIA: FILIACION CON PETICIÓN DE HERENCIA 2015-0506


DEMANDANTE: MARÍA DE LA PAZ NIEVES
DEMANDADOS: ODILIA CASTELLANOS HERNÁNDEZ, LUIS
ALBERTO CASTELLANOS HERNÁNDEZ, JOSÉ RUBÉN
CASTELLANOS HERNÁNDEZ y PEDRO CASTELANOS
HERNÁNDEZ, como herederos determinados del señor ALEJANDRO
CASTELLANOS RIVERA (Q.E.P.D.), así como de sus herederos
indeterminados.

Teniendo en cuenta que en la audiencia llevada a cabo el día 5 de


abril de 2017 (fls. 65 a 67), las partes de consuno solicitaron al
despacho dictar sentencia de plano, se procederá de conformidad al
tenor de lo dispuesto en el numeral 1° del art. 278 del C.G. del P.,
previo los siguientes:

I. ANTECEDENTES

La señora MARÍA DE LA PAZ NIEVES, actuando a través apoderado,


promovió demanda en contra de los señores ODILIA CASTELLANOS
HERNÁNDEZ, LUIS ALBERTO CASTELLANOS HERNÁNDEZ, LUIS
ALBERO CASTELLANOS HERNÁNDEZ, JOSÉ RUBÉN
CASTELLANOS HÉRNANDEZ y PEDRO CASTELLANOS
HERNÁNDEZ, hijos legítimos de ALEJANDRO CASTELLANOS
RIVERA (Q.E.P.D.), así como de sus HEREDEROS
INDETERMINADOS, para que previos los tramites del proceso
ordinario, se declare que el citado de cujus es su padre
extramatrimonial, razón por la cual deberá llevar su apellido,
ordenando al registrador civil corregir su respectivo registro civil de
nacimiento y se declare que la demandante tiene derecho a recibir los
bienes de su fallecido padre.

Fundamenta sus peticiones en los siguientes hechos, que el Despacho


transcribe así:
1.- La señora MARÍA DE LA PAZ NIEVES, nació el 4 de noviembre de
1962, fruto de la relaciones sexuales que sostuvo su progenitora
MARÍA EDUVIGES NIEVES (fallecida el 29 de marzo de 2004), con el
señor ALAJENDRO CASTELLANOS RIVERA (hoy fallecido), hechos
que tuvieron ocurrencia entre los años 1961 y 1963, en la finca “El
rocio”, ubicada en el municipio de Murillo (Tolima), en la cual era
vecinos.

2.-El señor ALEJANDRO CASTELLANOS RIVERA, le dio a la


demandante MARÍA DE LA PAZ NIEVES, trato de padre, atendiendo
en su niñez todo lo necesario para su subsistencia, como vestido,
educación, hecho que fue conocido por sus hijos, amigos y vecinos.

3.- El señor ALJANDRO CASTELLANOS RIVERA, falleció en la


ciudad del Líbano-Tolima, el día 27 de agosto de 2014, sin que se
tenga conocimiento de la iniciación de su proceso de sucesión, no
obstante que el mismo dejo bienes.

4.- El señor ALEJANDRO CASTELLANOS RIVERA, se encuentra


sepultado en el cementerio del municipio del Líbano (Tolima), bloque
14, tumba No. 3, adscrito a la parroquia Nuestra Señora del Carmen.

5.-Los aquí demandados, tienen debidamente acreditada la calidad de


hijos del señor ALEANDRO CASTELLANOS RIVERA (Q.E.P.D.).

ACTUACIÓN PROCESAL

Luego de ser subsanada, la demanda fue admitida mediante auto de


fecha 31 de agosto de 2015 (fls. 20 y 21), en contra de los señores
ODILIA CASTELLANOS HERNÁNDEZ, LUIS ALBERTO
CASTELLANOS HERNÁNDEZ, JOSÉ RUBÉN CASTELLANOS
HERNÁNDEZ, PEDRO CASTELLANOS HERNÁNDEZ y de los
herederos indeterminados del extinto ALEJANDRO CASTELLANOS
RIVERA.

A la demanda se le dio el trámite previsto en el Capítulo I, título XXIII,


art. 427 del C. del P.C., en concordancia con la ley 1395 de 2010.

En el mencionado, se ordenó correr traslado a los demandados por el


término de diez (10) días y se ordenó el emplazamiento de los
herederos indeterminados del señor ALAJNDRO CASTELLANOS
RIVERA (Q.E.P.D.).

Los demandados JOSÉ RUBÉN CASTELLANOS HERNÁNDEZ, LUIS


ALBERTO CASTELLANOS HERNÁNDEZ y PEDRO ALEJANDRO
CASTELLANOS HERNÁNDEZ, se notificaron personalmente el día 11
de abril de 2016, conforme se observa en las actas que obran a folios
31,32 y 33 de la actuación, quienes, a través, de apoderado judicial
contestaron la demanda el día 22 de abril de 2016, sin proponer medio
exceptivo alguno (fls. 41 y 42).

Por su parte, la demandada ODILIA CASTELLANOS HERNÁNDEZ


(hoy de Rojas), se notificó por intermedio de su apoderado judicial el
día 29 de julio de 2016 (fl. 46), quien contestó la demanda, sin
proponer excepciones (fls. 51 y 52).

Mediante auto del 6 de octubre de 2016, se tuvo por agregado al


expediente el emplazamiento de los herederos indeterminados del
señor ALEJANDRO CASTELLANOS RIVERA (Q.E.P.D.), y se designó
curador ad litem (fl. 57).

El día 13 de octubre de 2016, se notificó personalmente la curadora ad


litem, en representación de los herederos indeterminados del causante
ALEJANDRO CASTELLANOS RIVERA (fl.60), quien también contestó
la demanda, sin proponer ninguna excepción (fls. 61 y 62).

Por auto del 18 de noviembre de 2016, se adecuó el trámite al proceso


verbal, contenido en el art. 368 y s.s. del C.G. del P. En el mismo auto
se fijó fecha para la audiencia inicial contenida en el art. 372 del C.G.
del P.

La audiencia en mención se llevó a cabo el día 5 de abril de 2017, en


la cual la partes debidamente asesoradas por sus abogados,
solicitaron al despacho la exhumación del cuerpo del señor
ALAJANDRO CASTELLANOS RIVERA, con el fin de practicar la
prueba de ADN, con el fin de establecer la verdadera filiación de la
demandante.

En la diligencia respectiva, las partes solicitaron al despacho no


practicar ninguna de las demás etapas previstas en los art. 372 y 373
del C.G. del P., para efectos someterse estrictamente al resultado de
la prueba de ADN. En dicho sentido, pidieron al despacho que una vez
se encontrara en firme la prueba de ADN, el despacho procediera a
dictar sentencia de plano.

Una vez se libró el despacho comisorio, y se realizaron todos los actos


tendientes a hacer la exhumación y practicar la prueba de ADN, luego
de múltiples requerimientos por parte del despacho a la partes, al
juzgado comitente y al instituto Nacional de Medicina legal, fue
recibido en este estrado judicial el día 9 de agosto de 2019, el informe
pericial de genética forense (fls.111 y 112).
Del Informe Pericial de Genética Forense, se ordenó correr traslado a
las partes por auto del 20 de agosto de 2019 (fl 113), mismo del que
no se hizo ningún pronunciamiento.

Por auto del 27 de septiembre de 2019, se requirió a las partes para


que aportaran copia de la Escritura Pública, de la sucesión del de
cujus ALEJANDRO CASTELLANOS RIVERA.

El día 7 de octubre de 2019, el apoderado de la demandante


manifestó que son los demandados, quienes la carga de aportar la
Escritura Pública correspondiente, dado que su cliente todavía no
tiene la calidad de heredera (fl. 115).

A folio 116 de la actuación, se allegó respuesta por parte de la


apoderada judicial de los demandados JOSÉ RUBÉN, PEDRO y LUIS
CASTELLANOS HERNÁNDEZ, quien manifestó que la sucesión del
causante se venía adelantando en la Notaría 64 del Círculo de Bogotá,
fue detenida por cuenta del oficio que expidió este despacho.

Como de la revisión del plenario se pudo concluir que el despacho no


había expedido ningún oficio, por auto del 5 de diciembre de 2019, se
ordenó requerir a las partes, para que aportaran copia de la respectiva
escritura pública (fl. 117). En respuesta a dicho requerimiento, la
apoderada de los demandados mencionados en el párrafo anterior,
manifestó que la sucesión del señor ALEJANDRO CASTELLANOS
RIVERA, no se ha realizado por parte de sus prohijados.

Por auto de fecha 20 de febrero de 2020, se requirió a la demandada


ODILIA CASTELLANOS, para que en el término de cinco (5) días,
indicara, si ya se había tramitado la sucesión del señor ALEJANDRO
CASTELLANOS RIVERA. Requerimiento que fue omitido por la parte
en mención.

Por todo lo anterior y habiéndose surtido el trámite procesal pertinente,


procede el Despacho a proferir la correspondiente sentencia, previas
las siguientes,

II. CONSIDERACIONES.

Sea lo primero indicar que en el presente caso se encuentran reunidos


todos y cada uno de los presupuestos procesales exigidos por la
Doctrina y la Jurisprudencia, los cuales son: Demanda en forma,
Capacidad de las partes, y Competencia del Juez.

De otro lado no se avizora causal de nulidad o irregularidad alguna


que pueda viciar de nulidad lo hasta aquí actuado.
El Código Civil Colombiano consagra la institución de la filiación como
el vínculo jurídico que une a un hijo con su padre o con su madre y
constituye un estado civil que determina la situación jurídica que un
individuo ocupa en la familia y la sociedad y que le confiere
determinados derechos y obligaciones civiles (Decreto 1260 de 1970).

La filiación puede ser de varias clases: Existe filiación legitima, que es


aquella que tiene el hijo que es concebido dentro del matrimonio, o
que a pesar de haber sido concebido por fuera de él, nace dentro del
mismo, o es legitimado por el posterior matrimonio de los padres; la
filiación extramatrimonial, cuando el hijo nace por fuera del matrimonio
de los padres, y la filiación adoptiva, que es la que se da por virtud de
la ley, exactamente la que se origina con ocasión de la adopción.

La filiación ha sido concebida por nuestra actual legislación, y en


especial, por la doctrina constitucional, como un derecho inherente a la
persona humana: “Dentro de la gama de atributos o calidades jurídicas
de las personas que permiten identificarlos y diferenciarlos en el
conglomerado social, se encuentra el estado civil, a través del cual las
personas logran una ubicación jurídica en su núcleo familiar y social,
en cuanto titulares de derechos y obligaciones con la familia y el
Estado, según lo preestablecido por el ordenamiento jurídico y en la
forma de un derecho adquirido (art. 58 C.P.) que cuando se carece de
certeza sobre el mismo, puede ser reclamado mediante los
instrumentos legales pertinentes, con el objetivo de obtener de la
autoridad judicial una decisión definitiva al respecto.

“De esta manera la filiación, entendida como la relación


que se genera entre procreantes y procreados o entre adoptantes y
adoptado, constituye un atributo de la personalidad jurídica, en cuanto
elemento esencial del estado civil de las personas, además como un
derecho innominado (C.P., art. 94) que viene aparejado
adicionalmente, con el ejercicio de otros derechos que comparten
idéntica jerarquía normativa superior, como sucede con el libre
desarrollo de la personalidad, el acceso a la justicia y la dignidad, de
conformidad con los criterios expuestos en la referida sentencia C-109
de 1995…

“(...) Ahora bien, para la Corte Constitucional es claro que


la filiación es uno de los atributos de la personalidad jurídica, puesto
que ella está indisolublemente ligada al estado civil de la persona. Así,
en reciente decisión, esta Corporación tuteló el derecho de una
persona a su filiación, por considerar que ésta se encuentra vinculada
al estado civil, y por ende constituye un atributo de la personalidad.

“(...) Este derecho a la filiación en particular, así como en


general el derecho al reconocimiento de la personalidad jurídica, se
encuentran además íntimamente articulados con otros valores
constitucionales.

“De un lado, estos derechos aparecen relacionados con la


dignidad humana, que es principio fundante del Estado colombiano
(CP art. 1). Así, la Corte ya ha señalado que el reconocimiento de la
personalidad jurídica a toda persona presupone la idea misma de que
todos los seres humanos son igualmente libres y dignos pues son
fines valiosos en sí mismos. Según la Corte, el derecho al
reconocimiento de la personalidad jurídica implica el "repudio de
ideologías devaluadoras de la personalidad, que lo reduzcan a la
simple condición de cosa. Debe en consecuencia resaltarse que este
derecho, confirmatorio del valor de la sociedad civil regimentada por el
derecho, es una formulación política básica, que promueve la libertad
de la persona humana; y que proscribe toda manifestación racista o
totalitaria frente a la libertad del hombre.”1

“De otro lado, la Constitución consagra el derecho al libre


desarrollo de la personalidad (CP art. 16) que, como ya lo ha
destacado esta Corporación, no es más que la formulación de la
libertad in nuce, pues establece el principio de autonomía de las
personas ya que "es la propia persona (y no nadie por ella) quien debe
darle sentido a su existencia y, en armonía con él, un rumbo"2 . Ahora
bien, un elemento esencial de todo ser humano para desarrollarse
libremente como persona es la posibilidad de fijar autónomamente su
identidad para poder relacionarse con los otros seres humanos. Y esto
supone que exista una correspondencia, a partir de bases razonables,
entre la identidad que se estructura a partir de las reglas jurídicas y la
identidad que surge de la propia dinámica de las relaciones sociales.
En efecto, una regulación legal que imponga de manera
desproporcionada a una persona una serie de identidades jurídicas -
como la filiación legal- diversas de su identidad en la sociedad
constituye un obstáculo inconstitucional al libre desarrollo de la
personalidad.

“Todo lo anterior muestra que la filiación legal, como


atributo de la personalidad, no puede ser un elemento puramente
formal, sino que tiene que tener un sustento en la realidad fáctica de
las relaciones humanas a fin de que se respete la igual dignidad de
todos los seres humanos y su derecho a estructurar y desarrollar de
manera autónoma su personalidad. (...)

“(...) el artículo 229 de la Constitución garantiza el derecho


a “acceder a la administración de justicia”, entendido como la
oportunidad que tiene toda persona de recurrir a los órganos
jurisdiccionales, mediante acciones previstas en las leyes procesales,

1
Cfr. Sentencia T-485 de agosto 11 de 1992. M.P. Fabio Morón Díaz.
2
Sentencia C-221/94 del 5 de mayo de 1994. MP Carlos Gaviria Díaz.
a fin de poner en funcionamiento el aparato judicial en el momento de
presentarse un conflicto respecto del cual tiene interés legítimo. Por
consiguiente, las personas tienen derecho a hacer una reclamación,
alegar en su defensa, presentar pruebas pertinentes y, por supuesto,
obtener resoluciones judiciales conforme a la Constitución y a la ley.

“A partir de todo lo anterior, la Corte concluye que, dentro


de límites razonables y en la medida de lo posible, toda persona tiene
derecho a acudir a los tribunales con el fin de establecer una filiación
legal y jurídica que corresponda a su filiación real. Las personas tienen
entonces, dentro del derecho constitucional colombiano, un verdadero
"derecho a reclamar su verdadera filiación", como acertadamente lo
denominó, durante la vigencia de la anterior Constitución, la Corte
Suprema de Justicia3 .(...)”.

“Ahora bien, del derecho a contar con la propia filiación se


desprende otro elemento integrador del estado civil de las personas,
como es el derecho subjetivo de los menores a tener un nombre que lo
individualice entre los demás congéneres y lo identifique, también
como atributo esencial de la personalidad, dado que “toda persona
tiene derecho a su individualidad, y por consiguiente, al nombre que
por ley le corresponde. El nombre comprende, el nombre, los
apellidos, y en su caso, el seudónimo” (Decreto 1260 de 1.970,
Estatuto del Estado Civil de las personas, art. 3o.), siendo los
apellidos la forma de evidenciar ese vínculo familiar, derivado
directamente de la filiación.”4

Con el fin de proteger el estado civil de las personas, se han


consagrado por el legislador las acciones de estado de reclamación y
de impugnación, buscándose con la primera de ellas el reconocimiento
de la filiación paterna o materna del que se carece y la segunda
consiste en destruir aquel estado de que viene gozando un individuo
en forma aparente.

Es así que dentro de las acciones que tiene toda persona para la
reclamación del estado civil, se encuentran la acción de filiación
natural o investigación de paternidad y la impugnación de
reconocimiento de hijo extramatrimonial y la acción de impugnación de
la legitimidad presunta.

Se ha invocado como causal fundamento de las pretensiones, el


supuesto de hecho consagrado en el numeral 4º. del artículo 6º de la
ley 75 de 1968 que modificó el art. 4º. de la ley 45 de 1936, disposición
que establece : “Se presume la paternidad natural y hay lugar a
3
Ver Corte Suprema de Justicia, Sala Plena, sentencia del 20 de junio de 1990.
4
Corte constitucional, Sentencia T.488 de 1999. Mp. Dra. Martha Victoria Sachica Mendez
declararla judicialmente: ... 4°) En el caso de que entre el presunto
padre y la madre hayan existido relaciones sexuales en la época en
que según el artículo 92 del Código Civil pudo tener lugar la
concepción. Dichas relaciones podrán inferirse del trato personal y
social entre la madre y el presunto padre, apreciado dentro de las
circunstancias en que tuvo lugar y según sus antecedentes, y teniendo
en cuenta su naturaleza, intimidad y continuidad…”, las cuales deben
probarse por alguno de los medios probatorios ordinarios o deducirse
de ciertos hechos, manifestaciones o circunstancias.

Ahora bien, por cuanto el presunto padre de la demandante, señor


ALEJANDRO CASTELANOS RIVERA, ha fallecido, tal como se
demuestra con el Registro de Defunción obrante a folio 3 de la
actuación, lo procedente como se hizo, es adelantar la acción contra
sus herederos determinados e indeterminados (Arts. 10 a 18 de la Ley
75 de 1968)

Con la entrada en vigencia de la Ley 721 de 2001 que modificó la Ley


75 de 1968, aplicable aún al caso que nos ocupa se establece como
obligatoria y oficiosa en procesos de filiación el decreto y práctica de la
prueba de ADN para establecer la paternidad o maternidad,
desplazando los demás medios de prueba que han pasado a tener un
carácter meramente subsidiario, toda vez que la citada ley en su
artículo 3º, prescribe que “Sólo en aquellos casos en que es
absolutamente imposible disponer de la información de la prueba de
ADN, se recurrirá a las pruebas testimoniales, documentales y demás
medios probatorios para emitir el fallo correspondiente”.
Precisamente, mediante sentencia C-807 del 3 de octubre de 2002
que declaró constitucional la Ley 721 de 2001, la Corte Constitucional
pone énfasis en que en materia de filiación para establecer la
paternidad o maternidad los medios probatorios distintos a la prueba
genética del ADN tienen un carácter subsidiario.

Sobre este punto, la Honorable Corte Suprema de Justicia destacó:

“En el desarrollo de la filiación como institución jurídica y del


derecho fundamental de toda persona a saber quiénes son sus padres,
la ciencia ha prestado, quizá como en ningún otro campo, un innegable
apoyo al Derecho Familiar y Probatorio, al punto de escucharse hoy
apresuradas voces que claman porque se defiera al experto y no al juez
la declaración acerca de la paternidad o maternidad, cuando aquella o
ésta es impugnada o investigada, no sólo porque, al decir de algunos,
ya no es menester contar con un acervo probatorio que permita “inferir”
la paternidad o maternidad, sino porque la pregunta sobre la paternidad
es, antes que jurídica, biológica, esto es, científica. (…)

“Se trata de resaltar, con la altura exacta a la que llega hoy


la ciencia, que los avances de ésta, a pesar de no estar recogidos
positiva o expresamente en la ley, no pueden echarse de menos,
cuando es lo cierto que de las meras conjeturas e inferencias, por virtud
de la ciencia se puede pasar hoy a una prueba menos indirecta de la
filiación, prueba que, por lo demás, es de obligatoria práctica, según las
voces del artículo 7 de la ley 75 de 1968, que por cierto no contempla la
prueba que acá sembró la duda, referida a la posible paternidad de un
tercero, distinto del demandado. Es decir, se impone hoy la declaración
de ciencia frente a la reconstrucción histórica, salvo que aquella no sea
posible obtener.

“Se reitera, hoy es posible destacar que esas


probanzas indirectas (testimonios, cartas, seducción dolosa) no tienen
el peso probatorio de las pruebas biológicas (…)

“En efecto, este mismo proceso muestra cómo


diversos y cada vez más seguros exámenes de paternidad se fueron
implementando, al punto de llegar a uno que establece una paternidad
en porcentaje superior al 99%. Pero este avance, que en Colombia se
inició con las pruebas sobre grupos sanguíneos a que hizo referencia
el legislador de 1968, y pasó por sistemas HLA5 (clase I –serología- y
clase I y II –molecular), VNTR/RFLP, Inserciones ALU, STR,
Cromosoma Y, etc., no se ha recogido en la práctica judicial con la
importancia que merece ni ha sido, la verdad sea dicha, comprendido
en sus justos alcances. Y así, se le ha dado (por una suerte de inercia
que más que resistencia a los cambios denota un retraso que
históricamente evidencia el derecho frente a la ciencia) más
importancia probatoria a los medios que pueden llegar a acreditar la
relación sexual, cuando miradas las cosas hoy con la ayuda que la
ciencia presta, no puede ser éste el fin de la investigación judicial,
dado que sólo es un paso –de varios posibles- para llegar a la
paternidad.

“Lo anterior obliga a la Corte a instar a los jueces


colombianos a que en el decreto y práctica del dictamen pericial que
dé cuenta razonada de la prueba biológica que busca esclarecer la
paternidad, se busque la utilización de los más recientes sistemas
científicos que estén en aplicación en el medio colombiano, y de los
que pueda predicarse su accesibilidad”. (CSJ. Cas. Civil Sent. Mar.
10/2000. Exp.6188. M.P. Jorge Santos Ballesteros).

Así mismo, se tiene que en aplicación del Art. 2º de la Ley 721 de


2001, el cual prescribe: “En los casos de presunto padre o presunta
madre o hijo fallecidos, ausentes o desaparecidos la persona jurídica o
natural autorizada para realizar una prueba con marcadores genéticos
de ADN para establecer la paternidad o maternidad utilizará los
procedimientos que le permitan alcanzar una probabilidad de

5
Human Leucocyte Antigen.
parentesco superior al 99.99% o demostrar la exclusión de la
paternidad o maternidad.
En aquellos casos en donde no se alcancen estos
valores, la persona natural o jurídica que realice la prueba deberá
notificarse al solicitante que los resultados no son concluyentes.
PAR.- En los casos en que se decrete la exhumación
de un cadáver, éste será autorizado por el juez del conocimiento, y la
exhumación correrá a cargo de los organismos oficiales
correspondientes independientemente de la persona jurídica o de la
persona natural que vaya a realizar la prueba.
En el proceso de exhumación deberá estar presente el
juez de conocimiento o su representante. El laboratorio encargado de
realizar la prueba ya sea público o privado designará a un técnico que
se encargará de seleccionar y tomar adecuadamente las muestras
necesarias para la realización de la prueba, preservando en todo caso
la cadena de custodia de los elementos que se le entregan”, se dio
aplicación a lo antes descrito y por tanto se practicó como única
prueba la respectiva exhumación del cadáver del señor ALEJANDRO
CASTELLANOS RIVERA, allegándose con posterioridad el Dictamen –
Estudio Genético de Filiación practicado por el Grupo de Genética
Forense del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses
de esta ciudad, quienes a partir del ADN de las muestras
correspondientes a los restos óseos del señor CASTELLANOS
RIVERA y las muestras de sangre de la demandante MARÍA DE LA
PAZ NIEVES (fls. 111 y 112), que arrojó el siguiente análisis y
resultado :

“CONCLUSION:
ALEJANDRO CASTELLANOS RIVERA (Fallecido) no se excluye
como el padre biológico de MARIA DE LA PAZ NIEVES. Es 338
millones de veces más probable el hallazgo genético, si
ALEJANDRO CASTELLANOS RIVERA (FALLECIDA) es el padre
biológico. Probabilidad de paternidad: 99.99999%.”

Se reitera por tanto, que el dictamen pericial con el resultado así


obtenido, fue practicado por un laboratorio de genética de carácter
oficial conforme a la Ley 721 de 2001, y del mismo se ordenó correr
traslado a las partes para los fines previstos en el artículo 386 del C.
G. del P., venciendo sin objeción alguna, lo que lleva a colegir su
conformidad con la conclusión que arrojó el experticia, que por su
esencia científica resulta determinante para demostrarse, que entre la
señora MARIA EDUVIGES NIEVES y el señor ALEJANDRO
CASTELLANOS RIVERA (q.e.p.d.), existieron relaciones sexuales,
durante la época en que se presume que tuvo lugar la concepción de
la señora MARÍA DE LA PAZ NIEVES, pues de ninguna otra manera
se puede explicar el resultado de la prueba de ADN, concluyendo
entonces, sin lugar a equivoco alguno, que el señor ALEJANDRO
CASTELLANOS RIVERA (q.e.p.d.), es el padre extramatrimonial de la
citada señora, accediéndose en consecuencia, a las pretensiones 1 y
2 de la demanda, a más que no ha quedado duda alguna o
incertidumbre sobre su verdadera filiación.
En torno al tema sobre el cual gira la tercera pretensión, esto es, la
declaración de que en la sucesión del señor JORGE ARTURO RUIZ
LOZANO, la demandante tiene derecho a intervenir como hija
extramatrimonial, se están elevando pretensiones de contenido
patrimonial, por lo cual, debe estudiarse la estudiar la CADUCIDAD de
dichos efectos, a fin de determinar si la acción ha caducado con
relación a los fines patrimoniales, aunque no se haya propuesto dicha
excepción por la parte pasiva, en virtud de lo consagrado en el Art.
282 del C.G. del P. y de conformidad con lo establecido en el inciso
final del artículo 10 de la ley 75 de 1968, que claramente dispone: “La
sentencia que declare la paternidad en los casos que contemplan los
dos incisos precedentes, no producirá efectos patrimoniales sino a
favor o en contra de quienes hayan sido parte en el juicio, y
únicamente cuando la demanda se notifique dentro de los dos años
siguientes a la defunción”.

Para resolver entonces la aplicación armónica de la Ley 75 de 1968 y


el art. 94 del C.G. del P. en materia de caducidad de efectos
patrimoniales, es preciso dejar claro, como primera medida, que de
conformidad con las jurisprudencias emitidas por las altas cortes al
respecto, se tiene que el termino concedido por el Art. 10 de la referida
Ley, puede ser interrumpido si la admisión de la demanda se notifica a
los demandados dentro de un (1) año a la notificación al demandante
de la misma, término éste que es el actual contenido en el art. 94 ya
mencionado.

En efecto la sentencia del 2 de noviembre de 2004, con M.P.


EDGARDO VILLAMIL PORTILLA, expone: “Luego, el decreto 2282 de
1989, tras considerar que ese plazo para notificar era exiguo, lo
amplió, poniendo la condición de que el auto admisorio de la demanda
se notificará al demandado dentro de los 120 días siguientes. Como se
trata de 120 días hábiles y en atención a que no corren términos
cuando el expediente entra al despacho, esos 120 días en la práctica
se aproximaban a los seis meses. Así las cosas, del plazo inicial de
dos años que estableció el art. 10 de la ley 75 de 1968 para hacer la
notificación de la demanda, por interpretación se extendió a dos años
y medio.

… Este recuento se hace para ver que el demandante, que


inicialmente sólo tenía un plazo perentorio de dos años para notificar,
se le ha venido añadiendo generosamente y por interpretación un
plazo adicional cada vez mayor, de lo cual se sigue que el bienio (para
notificar) ha quedado en la práctica insubsistente por los agregados
que se le han puesto, sin reparar en que el término del artículo 10 de
la Ley 75 de 1968, se insiste, no es para demandar, sino para notificar
la demanda.”

En este mismo sentido la SENT. CAS. CIV. DE 31 DE OCTUBRE DE


2003. EXP. NO. 7933, dispuso: “Se deduce de lo anterior que el
vencimiento del termino previsto en el artículo 120 del C. de P. Civil
producido antes de haber pasado los dos años de caducidad de los
efectos patrimoniales no impide la inoperancia de ésta, puesto que si
de todos modos se efectúa la notificación al demandado dentro del
bienio de que trata el artículo 10 de la ley 75 de 1968 recae sobre el
notificado la mencionada secuela pecuniaria; en cambio, cuando la
demanda de filiación se presenta estando próximo a fenecer los dos
años contados a partir del fallecimiento del presunto padre, deja de
obrar el término de caducidad que viene corriendo en la fecha de
presentación de la misma, siempre y cuando la notificación del auto
admisorio se haga dentro de los 120 días contados como señala el
artículo 90 del C. de P. Civil, así sea después de vencido el
mencionado bienio…

Ahora bien, como esta corporación, según se explicó atrás siguiendo


las pautas trazadas en la sentencia de casación de 4 de julio de 2002,
ha considerado viable la ecuación que se integra entre el término
bienal a que alude el artículo 10 de la ley 75 de 1968 y el de 120 días
consagrado en el artículo 90 del C. de P. Civil, deviene como
consecuencia lógica el que también deba calificarse de fatal el primero
de los términos mencionados…”

Se toma entonces, como punto de partida, que el padre de la


demandante señor ALEJANDRO CASTELLANOS RIVERA falleció el
día 27 de agosto de 2014, según consta en el acta de defunción que
reposa a folio 3 del expediente, lo que significa, que para que los
efectos patrimoniales no caduquen, los demandados debieron ser
notificados dentro de los dos años siguientes a la muerte, esto es, a
más tardar el día 27 de agosto de 2016. Esto, si se parte, que el
término por estar contemplado en años, se cuenta conforme al
calendario, tal y como lo establece el artículo 118 del C.G. del P.

Los demandados JOSÉ RUBÉN CASTELLANOS, LUIS ALBERO


CASTELLANOS HERNÁNDEZ y PEDRO ALEJANDRO
CASTELLANOS HERNÁNDEZ, fueron notificados de manera personal
el 11 de abril de 2016 (fls. 31 a 33), mientras que la demandada
ODILIA CASTELLANOS HERNÁNDEZ (hoy de Rojas), se notificó el
29 de julio de 2016 (fl. 46), y así mismo contestaron la demanda por
intermedio de sus apoderados (fls. 41,42, 51 y 52).

Ahora bien, el término de caducidad puede interrumpirse en dos


eventos:
1.- Con la presentación de la demanda, siempre y cuando se
notifique a los demandados dentro del término previsto en el artículo
94 del C.G. del P.

2.- Desde la fecha de notificación del demandado, cuando esta


no se da dentro del término previsto en el artículo 94 del C.G. del P., y
siempre y cuando esta se surta dentro del bienio siguiente a la muerte
del causante.

A este respecto, la HONORABLE CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


en sentencia 6369 del 4 de julio de 2002, señaló: “…Traduce lo dicho,
que si quien pretende su reconocimiento como hijo extramatrimonial
aspira además a que tal declaración produzca efectos patrimoniales,
debe, por regla de principio, lograr la notificación de la demanda al
demandado dentro de los dos años siguientes al fallecimiento de su
causante; y que en procura de obtener ese mismo fin, debe
adicionalmente conseguir que el auto admisorio de la demanda se
notifique al demandado dentro de los 120 días siguientes a cuando tal
determinación le fue a él enterada, ya sea que la notificación se realice
dentro del bienio de que habla el artículo 10° de la Ley 75 de 1968 o
por fuera de él, pues en ambos casos habrá lugar a otorgar al actor el
beneficio económico que persigue, en tanto que en los dos supuestos
la presentación de la demanda impide la configuración como tal de la
caducidad.

Ahora bien, si la notificación del auto admisorio de la demanda al


demandado no se da en la forma del tantas veces citado artículo 90, la
conclusión a que se llega es que la oportuna presentación del libelo no
impide que la caducidad avance, y no que la norma se torne
inoperante pues es en razón de su aplicación que se obtiene tal
inferencia, hipótesis en la que deberá revisarse si, de todas maneras,
la notificación se realizó o no dentro del marco temporal del artículo
10° de la Ley 75 de 1968, para, de ser lo primero, por ajustarse la
situación a la regla general mencionada, reconocer, como se dijo, a la
filiación efectos patrimoniales y, de ser lo segundo, disponer que ellos
han caducado.”

En el caso bajo estudio, tenemos que la demanda fue presentada el


día 5 de agosto de 2015, esto es, dentro de los dos años siguientes a
la muerte del señor ALEJANDRO CASTELLANOS RIVERA.

Para que se sea inoperante la caducidad, y la interrupción se pueda


contabilizar a partir del día de la presentación de la demanda, es
necesario que esta se notifique personalmente a los demandados
dentro del año siguiente, contabilizado desde el día de la notificación
por estado del auto admisorio de la demanda (14 de octubre de 2015),
es decir, debió efectuarse a más tardar el día 14 de octubre de 2016,
debiéndose descontar en el conteo únicamente aquellos días que el
proceso entró al despacho para resolver solicitudes, respecto de la
notificación de los demandados.

Al respecto la H. CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, en sentencia del 2


de noviembre de 2004, reseñada anteriormente precisó: “En esas
circunstancias deviene ineluctable, lógica y jurídicamente, que ambos
términos legales mencionados antes – dos años y 120 días -, los
cuales se conjugan en la forma explicada según sea el caso, son
objetivos y, por consiguiente, su vencimiento resulta fatal, lo cual
significa que la notificación al demandado que se efectúe con
posterioridad ya no impedirá que obre con todo su vigor la caducidad
de los efectos patrimoniales derivados de la sentencia de filiación.”

Así, en este orden de ideas, se tiene que la CADUCIDAD, no se


encuentra probada para la totalidad de los demandados, toda vez que
se notificaron antes del término de 2 años que consagra la ley 75 de
1968, y del vencimiento del año a la notificación de la demanda.

También es del caso dejar claro, que la acción de filiación


extramatrimonial no es oponible a los herederos indeterminados del
señor ALEJANDRO CASTELLANOS RIVERA y por lo tanto no
produce efectos patrimoniales a favor de la señora BLANCA LIGIA
respecto de los herederos indeterminados del padre que llegaren a
aparecer con posterioridad a esta sentencia, y pretendan reclamar su
cuota parte en la sucesión del causante, como quiera que este
proceso produce efectos inter-partes y no erga-omnes, de conformidad
con el Art. 10 de la ley 75 de 1968, según el cual los fallos de
investigación solo generan efectos relativos, o sea, entre quienes han
sido parte en el proceso.

Al respecto la H. CORTE SUPREMA DE JUSTICIA en sentencia del


28 de abril de 1995, dispuso: “Pues bien: como quiera que la citación a
los herederos indeterminados del presunto padre no podría tener por
objeto más que el vincularlos a las resultas del fallo, cuestión esta que
atañe al código civil y a las disposiciones complementarias, se debe
seguir que la exigencia del art. 81 de C. de P. C. no rige para asuntos
como el que aquí se considera, los que, desde luego, entraña que su
no cumplimiento no genera nulidad del proceso; pero también que, si
de hecho, se produce la citación de esos herederos indeterminados,
no por tal circunstancia se dará la vinculación al fallo para quien
siendo en realidad heredero no haya sido citado de manera directa al
proceso, y se le pretende encadenar con base en el genérico
llamamiento edictal.”

Así se concluye entonces que la demandante MARÍA DE LA PAZ


NIEVES en su calidad de hija de la causante ALEJANDRO
CASTELLANOS RIVERA, tiene vocación hereditaria sobre los bienes
dejados por aquel y en consecuencia la misma podrá participar
directamente en el proceso de sucesión.
Como las partes no informaron de manera clara y concreta si el juicio
de sucesión del señor ALEJANDRO CASTELLANOS RIVERA
(Q.E.P.D.), ya culminó, pese a habérseles requerido en autos del 27
de septiembre de 2019, 5 de diciembre de 2019 y 20 de febrero de
2020 (fls. 114,117 y 119), en caso de haberse hecho, se ordenara
rehacer la partición adjudicándole, por consiguiente, a la demandante
MARÍA DE LA PAZ NIEVES, una cuota parte de los bienes
adjudicados respecto de la sucesión de su difunto progenitor;
declarando para ello sin valor ni efecto el trabajo de partición que se
hubiere practicado.

De conformidad con lo establecido en las reglas 1ª y 7ª del art. 365 del


C.G. del P. se condenará en costas a los demandados

Finalmente, como no se hizo solicitud de restitución de frutos, no se


hará ningún pronunciamiento al respecto.

IV. DECISIÓN

En razón y mérito de lo expuesto, el JUZGADO TRECE DE FAMILIA


DE BOGOTÁ, D.C. ADMINISTRANDO JUSTICIA EN NOMBRE DE LA
REPÚBLICA DE COLOMBIA Y POR AUTORIDAD DE LA LEY,

RESUELVE:

PRIMERO: DECLARAR que la señora MARÍA DE LA PAZ NIEVES


nacida el día 4 de Noviembre de 1962, es hija extramatrimonial del
señor ALEJANDRO CASTELLANOS RIVERA (q.e.p.d.), por las
razones expuestas en la parte motiva de esta sentencia.

SEGUNDO: INSCRIBIR la presente sentencia en el Registro Civil de


nacimiento de la señora MARÍA DE LA PAZ NIEVES, serial No.
3800305, de la Notaría única del Líbano-Tolima, con la consiguiente
sustitución del citado registro de nacimiento con el nuevo apellido de
dicha señora y el nombre del padre de ella. LÍBRENSE los oficios del
caso, remitiendo copia de la presente providencia.

TERCERO: DECLARAR que la demandante MARÍA DE LA PAZ


NIEVES, en su condición de hija del causante ALEJANDRO
CASTELLANOS RIVERA, tiene vocación hereditaria para sucederlo en
la sucesión, de no haberse realizado todavía.

Como las partes no informaron de manera clara y concreta si el juicio


de sucesión del señor ALEJANDRO CASTELLANOS RIVERA
(Q.E.P.D.), ya culminó, pese a habérseles requerido en autos del 27
de septiembre de 2019, 5 de diciembre de 2019 y 20 de febrero de
2020 (fls. 114,117 y 119), en caso de haberse hecho, se ordenara
rehacer la partición adjudicándole, por consiguiente, a la demandante
MARÍA DE LA PAZ NIEVES, una cuota parte de los bienes
adjudicados respecto de la sucesión de su difunto progenitor;
declarando para ello sin valor ni efecto el trabajo de partición que se
hubiere practicado.

CUARTO: CONDENAR en costas a la parte demandada. TÁSENSE

A fin de que se PRACTIQUE la correspondiente liquidación de costas


por parte de la secretaría de este Despacho, se fija como agencias en
derecho, la suma de $1.000.000.oo (reglas 1ª y 7ª del art. 365 del
C.G. del P.)

QUINTO: EXPEDIR copias auténticas de la presente providencia, para


los fines legales a que haya lugar. (Art. 114 del C.G. del P.).

CÓPIESE, NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE

CRZ
0506-2015

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