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Difusión y dispersión en la
historia de la geografía
Jorge Pickenhayn
Boletín de Gæa
2001
Pickenhayn, Jorge Difusión y dispersión en la historia de la geografía
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Es muy difícil establecer cuál es la llave maestra de una ciencia. Sus principios
fundamentales suelen esconderla detrás de su abanico axiomático. La geografía, con el
paso de la historia, ha tenido distintos patrones operativos. Sin embargo, la opinión
actual de que es poco creíble una concepción del espacio separada del tiempo –y aún
de los ingredientes culturales que son propios de esta visión– nos motiva para buscar
en la conjunción de estos parámetros la piedra angular de la ciencia del paisaje.
Cualquier red de informaciones situadas, opera sus complejas conexiones a través del
movimiento, y este movimiento es distinto como lo son los diferentes ángulos de
observación. Conocer las claves de este desplazamiento supone también ir más allá de
la explicación para ingresar en planos hermenéuticos de comprensión refinada.
Cuando los antiguos griegos intuyeron las antípodas, aquellos continentes remotos,
que por obra de la deducción más pura, ubicaban en el contrapeso de las tierras
conocidas, no hacían más que aplicar teorías dinámicas del equilibrio inspiradas en la
misma llave con que hoy se intenta abrir el corazón de los problemas del geógrafo.
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Difusión o dispersión.
Hay dos procesos, a menudo no diferenciados entre sí, cuyo tratamiento siempre fue
de gran vigencia para los geógrafos. Trataremos de comprender los alcances de la
difusión y la dispersión, interpretándolos a partir de sus conceptos liminares.
Los dos conceptos que nos ocupan, si bien se desprenden directamente de este
principio, lo hacen buscando intersección con otros dos que completan la base
axiomática de la geografía. En efecto, dispersión y difusión conjugan localización con
actividad y conexión, proyectándose así en el más amplio espectro de tratamiento de
los lugares y el espacio geográfico. (Figura 1)
De la morfología al análisis
digital.
plasmados en ellas, para que, comprendiendo sus formas podamos entender mejor la
realidad.1
Las teorías morfológicas y los métodos de análisis de las formas que ellas hicieron
renacer tuvieron como consecuencia un nuevo lanzamiento de la reflexión geográfica
sobre los conceptos de discontinuidad, de borde, de límite, de margen, espacio y
regionalización. Una búsqueda nueva a partir de los principios de la geoestática, se
proyecta desde la aparente inmovilidad de la forma hacia el movimiento implícito de
la fuerza en potencia que en ellas se aloja. En la búsqueda de recursos de este tipo se
encuadran, por ejemplo, los estudios de discontinuidad espacial realizados por
Voiron–Canicio. (Figura 2)
1 Cfr. THOM, R. (1991) “Prédire n’est pas expliquer”, Paris, Flammarion, 2ª ed. SERRA, J. (1982) “Image
Annalysis and Matemathical Morphology”, London, Academic Press. BOUTOUT, A.(1993) “L’Invention des
formes”. Paris: Odile Jacob.
2 VOIRON–CANICIO, CH. “Analyse spatiale et analyse d’images” Montpellier, GIP Reclus, Col. “Espaces mode
d’employ”, 1995
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De este modo, las herramientas de desarrollo fueron dejando atrás aquellas de índole
teórica y conceptual. Los laboratorios actuales permiten la revisión de los principios
clásicos mediante una profusa repetición de pruebas y aplicaciones. Este avance se
logró no sólo porque ahora es más fácil el acceso y manejo de las bases de datos
mediante Sistemas de Información Geográfica, sino porque empiezan a desarrollarse
solidariamente tareas en las que colaboran varios gabinetes en simultaneidad.3
Naturalmente, para llevar a cabo esta simulación, fue necesario recurrir a una
metodología cuantitativa y utilizar ingentes cantidades de datos geo–referenciados.
3 HEDLEY, N., LEE, A., DREW, CH. & ARFIN, E. (1999) “Hägerstrand Revisited: Interactive Space-Time
Visualizations of Complex Spatial Data” (International Journal of Computing and Informatics) Vol. 23, Nº
2.
4 HÄGERSTRAND, T. (1952). “The propagation of innovation waves”. Lund Studies in Geography, Series B,
Human Geography, N° 4. (1957) “Migration and Area”. En “Migration in Sweeden. A Symposium”, Lund
Studies in Geography, Series B, Human Geography, Nº 13. (1968) “Innovation diffusion as an spatial
process”, Chicago, University of Chicago Press.
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Hay un efecto clave que debe estar presente para que el fenómeno tenga lugar: el de
vecindad. Pred habla del principio de togetherness (traducible por unión, solidaridad)6
inspirándose en los estudios de Hägerstrand, según los cuales, todo proceso temporal
está compuesto de tres elementos: una trayectoria, un proyecto y una visión en
perspectiva, como la de los dioramas.7 La trayectoria, o línea vital, refleja la sucesión
de situaciones generadas por un solo individuo. Estas trayectorias lineales son
creadas por los individuos para ir tras una meta proyectada. Viendo las trayectorias
por separado poco puede averiguarse acerca del proyecto integral en el que se
inscribe el proceso estudiado pero estudiándolas en conjunto, comienzan a aparecer
determinadas inflexiones en el devenir témporo–espacial que son de gran valor para
la geografía. Estas inflexiones se inscriben en el paisaje, manifestando una morfología
que puede apreciarse en tres dimensiones, tal como se presentan los dioramas en un
museo.
5 BUNGE, W. (1962) “Theoretical Geography”, Lund, Gllerup Publischers Ltd., Serie “C”, General and
Mathematical Geography, Nº 1. Cap. 5, p. 119.
6 PRED, A. (1977) “The choreography of existence: comments of Hägerstrand’s time geography and its
Frente a estas premisas, Hägerstrand sugirió uno de sus primeros modelos: el de la ola
de innovación. Como ocurre
cuando una piedra cae en las
aguas quietas de un estanque,
este modelo imita el proceso de
expansión que se produce a
medida que una innovación va
adoptándose. Para que la
adopción se materialice (este
paso es clave y fue
posteriormente motivo de
crítica) debe darse un contacto
individuo a individuo y un bajo
nivel de rechazo por parte del
informado. El análisis de
muchos casos concretos de
difusión de innovaciones en
Suecia permitió establecer
cuatro etapas en que los
perfiles de la ola van
cambiando según tiempos y
espacios. (Figuras 3 y 4).
45 %) y los de los extremos (donde no alcanza al 1%). En las 25 celdas, a partir de las
probabilidades matemáticas resultantes, Hägerstrand desarrolló todas las alternativas
de hasta cuatro cifras, generando una nueva tabla. De este modo obtenía los recursos
necesarios como para aplicarle una técnica de simulación a su modelo, transformado
así en estocástico. Basta sacar un número al azar, del 0 al 9999, de un bolillero, (o
generarlo en forma aleatoria con la computadora) y situarlo en la grilla, para obtener
un caso hipotético, acorde con las probabilidades.
Los resultados varían cada vez que se repite el proceso completo de simulación,
siempre con aproximación a la realidad que se pretende imitar. Pero aún es posible
afinar más la puntería, y es esto lo que hicieron los geógrafos que sucedieron al
creador del modelo
Sería muy extenso realizar un estudio pormenorizado de todos los ajustes y variantes
propuestos al modelo inicial (y tampoco es el objetivo del presente trabajo).
Solamente pasaremos una revista somera de las principales, tomando en cuenta las
valoraciones especiales que permitieron mejorar las alternativas del modelo como
simulador estocástico.
Toda una teoría respalda esta línea de trabajo, debido a que no son iguales los efectos
que las barreras pueden generar. Las hay de los siguientes tipos:
Tanto las barreras como los canales pueden aplicarse al modelo predictivo aplicando
constantes numéricas o fórmulas más complejas a las casillas afectadas. Es importante
tener claro, sin embargo, que la simulación numérica no puede considerarse como la
prueba de existencia de un comportamiento. No es más que un instrumento
exploratorio capaz de predecir, a partir de ciertas condiciones iniciales dadas, la
razonable probabilidad de un estado. La simulación es, por lo tanto, un campo
experimental que no reemplaza otras formas de razonamiento complejo.
8YUILL, R. S. (1964) “A simulation study of barrier effects in spatial diffusion problems”. En “Spatial
diffusion study”, Northwestern University, Technical Report I.
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La sub–clasificación del tipo mancha de tinta contempla tres variantes: por contagio,
en cascada y rock’n roll. La primera es usada especialmente por la geografía de la salud
para atacar los procesos epidémicos centrados en el contagio por contigüidad. En
casos como la difusión de la gripe, el sarampión o la hepatitis se pueden aplicar con
aceptable rendimiento los modelos gráficos y matemáticos de simulación incluyendo
ajustes por la presencia de corredores y barreras. Una epidemia se propaga por el
territorio por efecto de la comunicación, individuo a individuo, de un agente patógeno.
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La contaminación no se
produce a menos que el
individuo esté él mismo
contagiado. En
definitiva, se trata de un
fenómeno no lineal, que
va seguido de una fase
refractaria. El Programa
de Geografía Médica de
San Juan llevó a cabo
interesantes
experiencias en estos
campos.9 (Figuras 7 y 8).
El tipo cascada es la
variante jerárquica más
simple, dado que se
produce siempre en
sentido descendente
desde el extremo de la
pirámide de rangos
hacia la base. Puede
usarse como ejemplo
cualquier innovación
impuesta desde una
capital administrativa
hacia sus jurisdicciones
de dependencia. Las
campañas de
vacunación (tanto los
aspectos materiales –las
dosis– como técnicos –la
estrategia–) “bajan” desde Buenos Aires a las capitales provinciales, desde éstas a las
cabeceras de municipio y desde aquí avanzan sobre los ámbitos más alejados y
aislados.
El modelo rock’n roll es ligeramente distinto, pero tiene muchas formas de aplicación
geográfica. También llamado Sierra Club, porque el ejemplo más popularizado usó el
caso de la difusión de estas instituciones conservacionistas desde su fundación
primigenia, en, San Francisco, en 1892, hasta su distribución completa, en las
principales ciudades de los Estados Unidos. Primero hubo un descenso en cascada
hacia otras ciudades de California. A los 20 años de iniciado este proceso se produjo
un “salto” hacia Nueva York, y desde aquí volvió a generarse la apertura de sucursales
en cascada hasta cubrir el mapa con localizaciones. El nombre de este tipo de difusión
recuerda la forma en que evolucionan las modas, particularmente las que lanzan a la
fama a conjuntos musicales (The Beatles iniciaron su carrera en Liverpool,
difundiéndose primero hacia las inmediaciones para alcanzar más adelante el vértice
de la pirámide y generar, desde allí, un proceso de ecumenización a escala mundial)
Argumentos en perspectiva.
10 HAGGETT, P. (1988) “Geografía, una síntesis moderna”, Barcelona, Omega, pp. 311 a 313.
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neopositivista de los años sesenta, sería útil tomar cierta perspectiva antes de
establecer conclusiones finales (o, mejor aún, como parte de ellas).
Hay que reconocer que no hay formas más o menos potentes de hacer geografía,
según sean los atributos de las técnicas que se “elijan”. El método es “un milagro de
cada vez”. El camino para obtener los resultados que cualquier investigación pretende
alcanzar, no está “allí trazado, esperando que lo transiten”. Cada problema requiere su
método a medida. Generar esta suerte de arquitectura constituye la tarea más valiosa
del investigador y no puede prescindirse de ella.
12GRASLAND, CLAUDE, FRANÇOIS, JEAN CHRISTOPHE Y BRUNET, ROGER (1997) “La discontinuité en géographie:
origines et problèmes de recherche”. En L’Espace Géographique Nº 4, p. 300.
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Inspirado en la lectura del cuento “El Aleph” de Borges, Soja se interna en una
exuberante alegoría acerca de las infinitas complejidades del espacio–tiempo
concebidas como una producción social.14 Esta forma narrativa que lleva al discurso
más que al conocimiento del espacio propone otras formas de difusión que hubieran
sorprendido a Hägerstrand.
Terminamos este enfoque con un ejemplo que es muy caro al planteo de la dispersión
y difusión en geografía y que hemos utilizado con frecuencia en páginas anteriores:
***
13 GREGORY, D. y URRY, J. (Eds.) (1985) “Social Relations and Spatial Structures”, Londres, Macmillan. (Cfr.
especialmente el capítulo de GIDDENS, A. “Time, space and regionalisation”, pp. 265 a 295).
14 SOJA, E. (1996) “Thirdspace”, Cambridge and Oxford, Blackwell Publishers (Específicamente el cap. 2:
15LIPIETZ, A. (1990) “La trame, la chaîne et la régulation : un outil pour les sciences sociales” En Paru dans
Économies et Sociétés, Série Théorie de la Régulation, N° 5, déc. 1990, pp. 137-174. http://perso.club-
internet.fr/lipietz/MET/MET_trame.htm.
16BUJ BUJ, ANTONIO (1999) “Los riesgos epidémicos actuales desde una perspectiva geográfica”. En Scripta
Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. Universidad de Barcelona Nº 39
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