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Título: Difusión y dispersión en la historia de la geografía

ISSN: 0325 2698


Volumen: 119
Tomo: pp. 37 a 61
Referato: sí
Ciudad y país de edición: Buenos Aires, Argentina
Editorial: Boletín de Gæa
Año: 2001
Autor: Jorge Pickenhayn
Institución: Gæa, Sociedad Argentina de Estudios Geográficos
Área del conocimiento: Geografía Económica y Social. Historia de
la Ciencia
Palabras clave: Geografía; disfusión; dispersión

Difusión y dispersión en la
historia de la geografía
Jorge Pickenhayn
Boletín de Gæa
2001
Pickenhayn, Jorge Difusión y dispersión en la historia de la geografía
~2~

Difusión y dispersión en la historia de la


geografía.
Innovaciones, movimiento de masas y brotes epidémicos
como campo de acción del geógrafo.

Dr. Jorge Amancio Pickenhayn


picken@infovia.com.ar

Al principio fue el movimiento.

Es muy difícil establecer cuál es la llave maestra de una ciencia. Sus principios
fundamentales suelen esconderla detrás de su abanico axiomático. La geografía, con el
paso de la historia, ha tenido distintos patrones operativos. Sin embargo, la opinión
actual de que es poco creíble una concepción del espacio separada del tiempo –y aún
de los ingredientes culturales que son propios de esta visión– nos motiva para buscar
en la conjunción de estos parámetros la piedra angular de la ciencia del paisaje.

En esta convergencia se encuentra el movimiento, con sus ingredientes témporo–


espaciales inseparables, pero también, con su fuerte carga social. En efecto: a sus
atributos absolutos, referidos al mundo de las mediciones calibradas, deben sumarse
los relativos, medidos en, por y para el individuo en su entorno, el hombre en su
comunidad.

Cualquier red de informaciones situadas, opera sus complejas conexiones a través del
movimiento, y este movimiento es distinto como lo son los diferentes ángulos de
observación. Conocer las claves de este desplazamiento supone también ir más allá de
la explicación para ingresar en planos hermenéuticos de comprensión refinada.

Cuando los antiguos griegos intuyeron las antípodas, aquellos continentes remotos,
que por obra de la deducción más pura, ubicaban en el contrapeso de las tierras
conocidas, no hacían más que aplicar teorías dinámicas del equilibrio inspiradas en la
misma llave con que hoy se intenta abrir el corazón de los problemas del geógrafo.
Pickenhayn, Jorge Difusión y dispersión en la historia de la geografía
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¿Qué es el movimiento?. Si nemo a me quaerat, scio, si quaereti explicare velim, necio,


como reflexionaba San Agustín, en sus Confesiones, hace quince siglos ya. Si nadie me
lo pregunta, lo sé. Si, en cambio, debo explicárselo a alguien, yerro. Sería internarse en
un galimatías estéril tratar de elucubrar sobre su significado, cuando su presencia se
impone en el núcleo de la trama geográfica actual.

Difusión o dispersión.

Hay dos procesos, a menudo no diferenciados entre sí, cuyo tratamiento siempre fue
de gran vigencia para los geógrafos. Trataremos de comprender los alcances de la
difusión y la dispersión, interpretándolos a partir de sus conceptos liminares.

Se dice que hay difusión cuando un fenómeno se propaga en el ambiente,


involucrando variables de espacio y tiempo. Su incidencia en la investigación
geográfica data de muchos siglos, pero tuvo su apogeo con el desarrollo del análisis
espacial producido durante la década del Setenta en la llamada “revolución
cuantitativa”, especialmente por los aportes de Hägerstrand a partir de sus primeros
estudios aplicados a las innovaciones en el distrito agrícola de Asby, situado a unos
250 kilómetros al nordeste de Lund. En esta última ciudad sueca, no muy distante de
Copenhagen (estrecho de Oresund mediante), se hizo escuela en este tipo de estudios,
durante dos décadas.

Este concepto y sus aplicaciones no deben confundirse con el de dispersión, aún


cuando ambos sean motivo de análisis semejantes por parte de los geógrafos. La
difusión supone la multiplicación de efectos, y por ello compromete fenómenos, cuyo
efecto se expande en un ámbito determinado (para la geografía, el paisaje). En la
dispersión, en cambio, es más importante la localización de cada elemento, dado que
éstos no varían en número desde el estadio inicial, o bien se renuevan con aportes
externos al sistema.

Desde la explicación hasta la comprensión de estos modelos –ya se trate de difusión o


dispersión–, ha mediado un camino extenso que podría representarse recorriendo el
proceso evolutivo del pensamiento geográfico en los últimos cuarenta años. Sin
embargo hay que rescatar algunos axiomas básicos para poder construir, a partir de
ellos, el conocimiento necesario para generar nuevos avances en los estudios
espaciales.

El principio de localización, sin duda, el más importante en la configuración lógica de


la ciencia geográfica, representa un eje por el que han pasado, sucesivamente, la
geografía regional, el análisis espacial, y las más recientes interpretaciones de los
conceptos de paisaje, territorio y lugar. A través de él puede justificarse el quehacer
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geográfico: en última instancia, todo lo que es factible de ser localizado en el planeta,


es motivo de investigación por el geógrafo.

Los dos conceptos que nos ocupan, si bien se desprenden directamente de este
principio, lo hacen buscando intersección con otros dos que completan la base
axiomática de la geografía. En efecto, dispersión y difusión conjugan localización con
actividad y conexión, proyectándose así en el más amplio espectro de tratamiento de
los lugares y el espacio geográfico. (Figura 1)

Ello ocurre por cuanto ambos


fenómenos expresan movimiento en
sucesivas fases espacio–temporales y
se sustentan en la conexión de factores
(precisamente aquellos que están en
actividad y dan lugar a la localización).

De la morfología al análisis
digital.

Muchas son las ciencias que abrieron


líneas especiales de estudios acerca de
la morfología desde 1960 en adelante.
Con el liderazgo de los matemáticos las
ciencias del hombre comenzaron a
descubrir una nueva fuente para sus
investigaciones. Se abría de esta
manera un nuevo mundo: el de las
formas, sustentado en dos conceptos
considerados clave: la continuidad –y su contraparte, la discontinuidad- y la energía.
Es que a través de las formas se manifiestan las continuidades y discontinuidades del
espacio. Complementariamente, la forma es una expresión de energía contenida
(como tan brillantemente lo han avizorado los artistas plásticos de todos los tiempos)
y se manifiesta a través de indisociables conflictos de fuerza.

Las teorías y los métodos morfológicos tienen el propósito de comprender cómo se


desplazan los fenómenos, a través del espacio y de cómo se unen en torno a los
conceptos de fuerza y discontinuidad. El enfoque consiste en interpretar las formas
con el propósito de aprehender la dinámica subyacente y comprender de ese modo la
realidad a partir de lo que sugiere el análisis de las representaciones gráficas. El
objetivo radica en detectar y visualizar los distintos tipos de discontinuidad espacial
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plasmados en ellas, para que, comprendiendo sus formas podamos entender mejor la
realidad.1

R. Thom califica a la mayoría de las ciencias humanas como disciplinas morfológicas, y


que parten de un continuum para analizar las agregaciones espacio-temporales que
modifican ese estado ideal imprimiendo rasgos distintos que cortan la continuidad.
Esos rasgos, generalmente medidos como variables discretas, surgen como
innovaciones llamadas a movilizar la dinámica del paisaje.

Las teorías morfológicas y los métodos de análisis de las formas que ellas hicieron
renacer tuvieron como consecuencia un nuevo lanzamiento de la reflexión geográfica
sobre los conceptos de discontinuidad, de borde, de límite, de margen, espacio y
regionalización. Una búsqueda nueva a partir de los principios de la geoestática, se
proyecta desde la aparente inmovilidad de la forma hacia el movimiento implícito de
la fuerza en potencia que en ellas se aloja. En la búsqueda de recursos de este tipo se
encuadran, por ejemplo, los estudios de discontinuidad espacial realizados por
Voiron–Canicio. (Figura 2)

¿En que momento la ciudad se


destaca con mayor nitidez
respecto de sus espacios vecinos
inmediatos? Dicho de otra forma
¿En qué año se produce el
maximum de la atracción urbana?
La respuesta se obtiene a través
de la interpretación de un
encadenamiento de
transformaciones en las imágenes.
Puede llegarse a esta síntesis
mediante el cálculo de la “línea
divisoria de aguas” del máximo de
los gradientes, lo que significa
aplicar viejas técnicas de la
geomorfología al estudio de las
representaciones de fenómenos
sociales.2

Otro de los caminos actuales


abiertos a los estudios de
dispersión y difusión se inspiraron

1 Cfr. THOM, R. (1991) “Prédire n’est pas expliquer”, Paris, Flammarion, 2ª ed. SERRA, J. (1982) “Image
Annalysis and Matemathical Morphology”, London, Academic Press. BOUTOUT, A.(1993) “L’Invention des
formes”. Paris: Odile Jacob.
2 VOIRON–CANICIO, CH. “Analyse spatiale et analyse d’images” Montpellier, GIP Reclus, Col. “Espaces mode

d’employ”, 1995
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en los nuevos recursos tecnológicos que, en el ámbito de la cartografía digital,


favorecieron el tratamiento gráfico de los problemas, para buscar soluciones
novedosas.

De este modo, las herramientas de desarrollo fueron dejando atrás aquellas de índole
teórica y conceptual. Los laboratorios actuales permiten la revisión de los principios
clásicos mediante una profusa repetición de pruebas y aplicaciones. Este avance se
logró no sólo porque ahora es más fácil el acceso y manejo de las bases de datos
mediante Sistemas de Información Geográfica, sino porque empiezan a desarrollarse
solidariamente tareas en las que colaboran varios gabinetes en simultaneidad.3

Un retorno a los comienzos.

Antes de ahondar en los enfoques más recientes referidos al problema de la difusión,


es conveniente retornar a los puntos básicos de la teoría, tal como se los planteara
Hägerstrand.4

Inicialmente, la preocupación de este investigador –que también puede considerarse


pionero en el campo de las relaciones entre la informática y las ciencias sociales– se
centró en un generador básico que moviliza la difusión: las innovaciones. En este caso,
la “cosa” que se difunde es “apenas” una idea que aparece “de pronto” (dicho de otro
modo, que transpone un umbral de manifestación)

Ya se tenía el “qué”; ahora faltaba preguntarse por el “quién”, el “dónde” y, finalmente,


el “cómo”. Hombre y ambiente, núcleos de la ecuación elemental de la geografía,
responden a los dos primeros interrogantes: es el hombre quien actúa como agente,
trasladando y multiplicando la innovación; es el espacio donde este proceso se
manifiesta.

Para el “cómo” fue necesario valerse de un modelo que reprodujera, en forma


simplificada, la dinámica de la difusión. Si ese modelo “funcionaba” y resistía que se lo
pusiera a prueba todas las veces que fuera necesario, el resultado pasaba a ser una
simulación predictiva.

Naturalmente, para llevar a cabo esta simulación, fue necesario recurrir a una
metodología cuantitativa y utilizar ingentes cantidades de datos geo–referenciados.

3 HEDLEY, N., LEE, A., DREW, CH. & ARFIN, E. (1999) “Hägerstrand Revisited: Interactive Space-Time
Visualizations of Complex Spatial Data” (International Journal of Computing and Informatics) Vol. 23, Nº
2.
4 HÄGERSTRAND, T. (1952). “The propagation of innovation waves”. Lund Studies in Geography, Series B,

Human Geography, N° 4. (1957) “Migration and Area”. En “Migration in Sweeden. A Symposium”, Lund
Studies in Geography, Series B, Human Geography, Nº 13. (1968) “Innovation diffusion as an spatial
process”, Chicago, University of Chicago Press.
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Matemáticamente hablando, el desafío consistió en tratar como series y funciones a


aquello que se manifestaba como formas y procesos en la realidad.

Hubo que asumir algunos presupuestos que permitieran la representación discreta de


la realidad. Es por ello se usó como punto de partida el axioma que define al espacio
de estudio como una superficie isotrópica. Esto va más allá –se dijo, con acierto5– de la
simple aceptación del campo de difusión como un plano uniforme: la isotropía
caracteriza a aquellas superficies o cuerpos cuyas propiedades físicas son idénticas en
todas las direcciones. Como axioma, debe reconocerse, es bastante aventurado, pero
su aplicación es la única garantía de que podrá avanzarse en el planteo.

Hay un efecto clave que debe estar presente para que el fenómeno tenga lugar: el de
vecindad. Pred habla del principio de togetherness (traducible por unión, solidaridad)6
inspirándose en los estudios de Hägerstrand, según los cuales, todo proceso temporal
está compuesto de tres elementos: una trayectoria, un proyecto y una visión en
perspectiva, como la de los dioramas.7 La trayectoria, o línea vital, refleja la sucesión
de situaciones generadas por un solo individuo. Estas trayectorias lineales son
creadas por los individuos para ir tras una meta proyectada. Viendo las trayectorias
por separado poco puede averiguarse acerca del proyecto integral en el que se
inscribe el proceso estudiado pero estudiándolas en conjunto, comienzan a aparecer
determinadas inflexiones en el devenir témporo–espacial que son de gran valor para
la geografía. Estas inflexiones se inscriben en el paisaje, manifestando una morfología
que puede apreciarse en tres dimensiones, tal como se presentan los dioramas en un
museo.

Llevados a la representación cartográfica, las trazas individuales, apreciadas en


conjunto, muestran comportamientos solidarios y reacciones por simpatía, que
permiten componer un cuadro de las tendencias presentes en un proceso de difusión.
Pero aún hay otras condiciones necesarias para que cualquier innovación se difunda.
Son ellas:

ésta debe tener aptitudes mínimas para desplazarse e ir imponiéndose,


generando un flujo material en actitud de movimiento;
debe tener un umbral de manifestación, esto es, aparecer por primera vez en
un instante y un sitio determinado, generando así –como Einstein lo
requeriría– el paso inicial para un sistema de referencia ad hoc;
el sitio de aparición deberá estar capacitado para transformarse foco emisor y
trasladar esta propiedad a los nuevos puntos de desplazamiento;

5 BUNGE, W. (1962) “Theoretical Geography”, Lund, Gllerup Publischers Ltd., Serie “C”, General and
Mathematical Geography, Nº 1. Cap. 5, p. 119.
6 PRED, A. (1977) “The choreography of existence: comments of Hägerstrand’s time geography and its

usefulness”, En “Economic Geography”, Nº 53, p. 213.


7 HÄGERSTRAND, T. (1982) “Diorama, path and project”. En “Tijdschrift voor Economische en Sociale

Geografie”, Nº 73, pp. 323 a 339.


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se requerirá de una logística capaz de alimentar el fenómeno a través de los


recursos que sean indispensables;
en el entorno tendrán que darse condiciones que hagan posible la propagación;
la propagación dependerá, en última instancia, de una fuerza movilizadora,
cuya eficacia dependerá de la potencia, continuidad y duración con que se
manifieste.

Una piedra en el estanque.

Frente a estas premisas, Hägerstrand sugirió uno de sus primeros modelos: el de la ola
de innovación. Como ocurre
cuando una piedra cae en las
aguas quietas de un estanque,
este modelo imita el proceso de
expansión que se produce a
medida que una innovación va
adoptándose. Para que la
adopción se materialice (este
paso es clave y fue
posteriormente motivo de
crítica) debe darse un contacto
individuo a individuo y un bajo
nivel de rechazo por parte del
informado. El análisis de
muchos casos concretos de
difusión de innovaciones en
Suecia permitió establecer
cuatro etapas en que los
perfiles de la ola van
cambiando según tiempos y
espacios. (Figuras 3 y 4).

La etapa primaria corresponde


al umbral de manifestación. Se localiza en el centro de adopción y en el momento
inicial (t0) del sistema de referencia. La segunda es la etapa de difusión propiamente
dicha, que marca el ciclo que va desde el arranque del proceso expansivo hasta el pico
máximo de adopción. La tercera es la etapa de condensación, llamada así porque
aunque la adopción reduce su máximo se da en el mayor número de localizaciones. La
última etapa, de saturación, representa el final del proceso dentro del marco
referencial establecido y su culminación coincide con el umbral de extinción.

Para representar su modelo, Hägerstrand utilizó un marco referencial de seis años de


duración total y una superficie de 20 km. de radio, donde el radio 0 define la etapa
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primaria, el radio 5 la etapa de difusión, el 10 la de condensación, el 15 la de


saturación, situándose a los 20 km. el umbral de extinción. Sin embargo ninguna de
estas magnitudes es
excluyente. Hay
situaciones en las que la
difusión se produce con
gran rapidez y las
distancias pueden ser
mucho mayores y
viceversa.

Del análisis de las olas de


difusión puede extraerse
una norma elemental: la
distancia influye en la
posibilidad de que una
persona reciba la
información o el agente de
transformación desde el
grado máximo, que es el
contacto directo hacia
fuera. Esta relación es
exponencial y negativa, lo
que significa que si en un
punto determinado la
posibilidad es de 64
contactos, a medida que
nos alejamos, esta
posibilidad se irá
reduciendo –a distancias iguales, por ejemplo, 100, 200, 300, 400 y 500 metros– a
volúmenes de 32, 16, 8, 4,y 2 contactos, respectivamente.

Siguiendo esta norma, el autor


que comentamos diseñó un
campo medio de información,
para lo cual redujo la
concepción inicial de círculos
concéntricos a una cuadrícula
de 5 por 5, más operativa.
(Figura 5) Cada cuadrado,
siempre de las mismas
dimensiones, representa
siempre la misma cantidad de
pobladores distribuida en un
espacio uniforme. Las posibilidades de que se produzca un contacto difieren
notoriamente en el cuadrado del centro (donde la probabilidad estadística es casi del
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45 %) y los de los extremos (donde no alcanza al 1%). En las 25 celdas, a partir de las
probabilidades matemáticas resultantes, Hägerstrand desarrolló todas las alternativas
de hasta cuatro cifras, generando una nueva tabla. De este modo obtenía los recursos
necesarios como para aplicarle una técnica de simulación a su modelo, transformado
así en estocástico. Basta sacar un número al azar, del 0 al 9999, de un bolillero, (o
generarlo en forma aleatoria con la computadora) y situarlo en la grilla, para obtener
un caso hipotético, acorde con las probabilidades.

El procedimiento posterior implica aceptar nuevas reglas. En primer lugar, se acepta


que cada fuente (esto es, las casillas que poseen información y que,
independientemente del número de veces que la hayan recibido, pueden transmitirla)
genera mensajes una vez por cada generación (así se denomina a las unidades
discretas de tiempo empleadas). En el arranque se genera un número al azar que
determina el primer contacto. En cada nueva generación se vuelve a instalar el campo
medio, centrando la grilla en todas las fuentes. Así, la sucesión de generaciones
multiplicará las fuentes. Si bien los contactos suponen siempre una duplicación
(primera generación: 1; segunda: 2; tercera: 4; cuarta: 8; quinta: 16; sexta: 32 ... etc.)
las fuentes no son tantas, porque el centro receptor, a menudo se repite y la
información múltiple en un casillero se descarta.

Ajustes del modelo.

Los resultados varían cada vez que se repite el proceso completo de simulación,
siempre con aproximación a la realidad que se pretende imitar. Pero aún es posible
afinar más la puntería, y es esto lo que hicieron los geógrafos que sucedieron al
creador del modelo

Sería muy extenso realizar un estudio pormenorizado de todos los ajustes y variantes
propuestos al modelo inicial (y tampoco es el objetivo del presente trabajo).
Solamente pasaremos una revista somera de las principales, tomando en cuenta las
valoraciones especiales que permitieron mejorar las alternativas del modelo como
simulador estocástico.

El marco de referencia espacial para aplicar el campo medio de información fue


sucesivamente retocados revalorizando los siguientes aspectos:

la población diferencial en cada casilla;


la topografía del entorno;
la morfología y funcionalidad propia del espacio considerado;
las jerarquías entre los asentamientos interiores al marco referencial;
la curva logística de resistencia a adoptar una innovación, y
las capacidades especiales de los agentes para emitir y/o recibir.
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Con los aportes de programación realizados por Yuill8 se incorporó el concepto de


barrera, para definir aquellos elementos interpuestos en el paisaje capaces de
morigerar, desacelerar, frenar y hasta interrumpir un proceso de dispersión o
difusión. En los dos primeros casos, la ola tiene que recuperar sus características, lo
que le impone un desgaste, medido en generaciones. En los dos segundos, el efecto es
más drástico: debe reiniciarse el proceso o queda definitivamente eliminado.

Toda una teoría respalda esta línea de trabajo, debido a que no son iguales los efectos
que las barreras pueden generar. Las hay de los siguientes tipos:

1. Destructiva: cuando una casilla absorbe el mensaje y elimina la fuente (es el


caso generado por las enfermedades infectocontagiosas que producen
inmunización)
2. Absorbente: desalienta el la llegada de mensajes pero no afecta a las fuentes,
que pueden volver a actuar en generaciones posteriores (por ejemplo, una
cordillera)
3. Refractante: desalienta la llegada de mensajes pero permite que la fuente
vuelva a emitir, en esa misma generación (el encendido de televisores para ver
un programa determinado).
4. Reflectante: produce un rebote del mensaje, durante la misma generación,
hacia la casilla más cercana (los obstáculos en una campaña de ayuda durante
una catástrofe).

Menos estudiada, pero no por ello irrelevante es la valoración de canales. Inspirados


en la teoría de la información, representan áreas dotadas para favorecer la dispersión
o la difusión, cualidad por la cual se diferencian del resto del espacio de estudio.
Pueden actuar simplemente como conductores preferenciales, acelerando los
procesos (como suele ocurrir con los caminos o los ductos) y pueden ir más allá,
actuando como multiplicadores de fuentes (por ejemplo, en casos de choques de
corrientes marinas que provocan la reproducción de muchas manifestaciones vitales,
además de encauzarlas en determinado rumbo).

Tanto las barreras como los canales pueden aplicarse al modelo predictivo aplicando
constantes numéricas o fórmulas más complejas a las casillas afectadas. Es importante
tener claro, sin embargo, que la simulación numérica no puede considerarse como la
prueba de existencia de un comportamiento. No es más que un instrumento
exploratorio capaz de predecir, a partir de ciertas condiciones iniciales dadas, la
razonable probabilidad de un estado. La simulación es, por lo tanto, un campo
experimental que no reemplaza otras formas de razonamiento complejo.

8YUILL, R. S. (1964) “A simulation study of barrier effects in spatial diffusion problems”. En “Spatial
diffusion study”, Northwestern University, Technical Report I.
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Los tipos de difusión en geografía.

Hay muchas variantes en los procesos de evolución de la dispersión y la difusión. Por


la figura que plasman en la superficie de aplicación pueden clasificarse en varios tipos.
(Figura 6)

Hay dos variantes fundamentales: el tipo expansivo y el de re–localización. El primero,


a su vez, se divide en los tipos coral y mancha de tinta. Veamos algunos ejemplos:

Responde a un patrón equiparable al crecimiento de una colonia coralina en mares


tropicales, el crecimiento de población en áreas de alta densidad. Las manifestaciones
urbanas aumentan primero en superficie como núcleos aislados, pero a medida que
estas “islas” crecen, se van anexando entre sí hasta alcanzar un plano homogéneo
único (en este momento se habría alcanzado la instancia del conglomerado urbano).
En general, es la forma que el paisaje manifiesta su transición del espacio geográfico
discontinuo al continuo.

La sub–clasificación del tipo mancha de tinta contempla tres variantes: por contagio,
en cascada y rock’n roll. La primera es usada especialmente por la geografía de la salud
para atacar los procesos epidémicos centrados en el contagio por contigüidad. En
casos como la difusión de la gripe, el sarampión o la hepatitis se pueden aplicar con
aceptable rendimiento los modelos gráficos y matemáticos de simulación incluyendo
ajustes por la presencia de corredores y barreras. Una epidemia se propaga por el
territorio por efecto de la comunicación, individuo a individuo, de un agente patógeno.
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La contaminación no se
produce a menos que el
individuo esté él mismo
contagiado. En
definitiva, se trata de un
fenómeno no lineal, que
va seguido de una fase
refractaria. El Programa
de Geografía Médica de
San Juan llevó a cabo
interesantes
experiencias en estos
campos.9 (Figuras 7 y 8).

El tipo cascada es la
variante jerárquica más
simple, dado que se
produce siempre en
sentido descendente
desde el extremo de la
pirámide de rangos
hacia la base. Puede
usarse como ejemplo
cualquier innovación
impuesta desde una
capital administrativa
hacia sus jurisdicciones
de dependencia. Las
campañas de
vacunación (tanto los
aspectos materiales –las
dosis– como técnicos –la
estrategia–) “bajan” desde Buenos Aires a las capitales provinciales, desde éstas a las
cabeceras de municipio y desde aquí avanzan sobre los ámbitos más alejados y
aislados.

El modelo rock’n roll es ligeramente distinto, pero tiene muchas formas de aplicación
geográfica. También llamado Sierra Club, porque el ejemplo más popularizado usó el
caso de la difusión de estas instituciones conservacionistas desde su fundación
primigenia, en, San Francisco, en 1892, hasta su distribución completa, en las
principales ciudades de los Estados Unidos. Primero hubo un descenso en cascada

9ABRAHAM, R. ACOSTA, L. y PICKENHAYN, J. A. (1999) “Aplicación de un modelo de difusión espacial a


patologías con incidencia ambiental y social en la provincia de San Juan”. En, “Contribuciones
Científicas”, Buenos Aires, Sociedad Gæa, pp. 13 a 30.
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hacia otras ciudades de California. A los 20 años de iniciado este proceso se produjo
un “salto” hacia Nueva York, y desde aquí volvió a generarse la apertura de sucursales
en cascada hasta cubrir el mapa con localizaciones. El nombre de este tipo de difusión
recuerda la forma en que evolucionan las modas, particularmente las que lanzan a la
fama a conjuntos musicales (The Beatles iniciaron su carrera en Liverpool,
difundiéndose primero hacia las inmediaciones para alcanzar más adelante el vértice
de la pirámide y generar, desde allí, un proceso de ecumenización a escala mundial)

La difusión por re–localización es la que caracterizó la migración de aborígenes


impuesta por la política de reservaciones en América del Norte. Esta forma de
movimiento sigue un arquetipo que necesita del traslado del agente junto con la
innovación. Es por ello que se lo puede ver en modelos biológicos simples (Figura 9) o
en modelos económicos más sutiles como el de Friedman. Este economista reconoce
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áreas de distinta capacidad


de atracción: las nucleares,
centros urbanos con gran
capacidad de innovación;
las de transición
ascendente, generalmente
promovidas por medio de
corredores; las fronterizas,
generalmente vírgenes,
pero con alta potencialidad
para el cambio, y de
transición descendente,
territorios escleróticos que
tienen tendencia a caer por
falta de capacidad para la
renovación.

Haggett propone además


un tipo mixto,10 para el cual
usa como ejemplo el caso
de la Séptima Pandemia de
cólera. Se identificó por
primera vez en 1905, en
una estación de cuarentena
cercana a La Meca llamada
El Tor (de ahí su nombre) y
tuvo etapas alternadas
entre la expansión y la re–
localización hasta alcanzar
su apogeo en la década del
‘70. En la práctica, hay que reconocer que ningún tipo se manifiesta con total pureza
en la realidad. Cada caso merece un tratamiento especial, adaptándose su modelo a los
perfiles únicos que lo caracterizan.

Argumentos en perspectiva.

Hemos incursionado someramente en cuestiones propias del tratamiento espacio–


temporal del paisaje basados en una metodología inspirada en modelos. Dado que,
como señaláramos al comienzo, el tema –toda una piedra de toque para la geografía
del presente– se inspira en soluciones sospechadas de pertenecer a la filosofía

10 HAGGETT, P. (1988) “Geografía, una síntesis moderna”, Barcelona, Omega, pp. 311 a 313.
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neopositivista de los años sesenta, sería útil tomar cierta perspectiva antes de
establecer conclusiones finales (o, mejor aún, como parte de ellas).

Hay que reconocer que no hay formas más o menos potentes de hacer geografía,
según sean los atributos de las técnicas que se “elijan”. El método es “un milagro de
cada vez”. El camino para obtener los resultados que cualquier investigación pretende
alcanzar, no está “allí trazado, esperando que lo transiten”. Cada problema requiere su
método a medida. Generar esta suerte de arquitectura constituye la tarea más valiosa
del investigador y no puede prescindirse de ella.

La geografía aplicada, y más específicamente sus proyecciones hacia el ámbito de la


población y la salud, necesita todos los días nuevas ideas que mejoren su capacidad
predictiva. Los instrumentos, con la popularización y la especialización tecnológica de
los ordenadores, están allí.

La demografía demuestra cotidianamente esa necesidad de actualización, sorprendida


como está por los hechos, en la medida en que ya ni los conceptos de ciudad y medio
rural están actualizados para comprender la realidad actual. La trama urbana se
comporta como factor esencial para los procesos de dispersión y difusión social en
redes culturales jerarquizadas. Precedo Ledo propone una interpretación behaviorista
para comprender la urbanización como proceso de cambio social. Para él las áreas
urbanas son centros de cambio, y su transmisión exige “la difusión a través del
territorio hasta alcanzar sectores cada vez más extensos”11. Vista como un centro de
difusión de la modernización, la ciudad pasa a comportarse como una pieza renovada
en los procesos de difusión de las innovaciones. En estos procesos, muchos agentes
actúan en conjunto, interrelacionados: la distancia a una ciudad no sólo es distancia,
“representa también una forma de atracción, una capacidad de ir y venir, como
lanzadera, un cálculo coste–beneficio, como se dice hoy”.12

Hemos pasado revista a la geografía aplicada y la demografía. Veamos someramente la


situación de la geografía social en este campo.

La geografía crítica anglosajona es la confluencia de dos corrientes epistemológicas: el


realismo teórico (Sayer habla de las diferencias en el espacio construido) y la teoría de
la estructuración, al estilo Giddens. Estas dos líneas se inspiran en estrategias más
lejanas de captar el espacio–tiempo en geografía, como las predicadas por Sauer y
Hägerstrand. Era necesario, por último, encontrar formas intelectuales capaces de

11 PRECEDO LEDO, A. (1990) “La red urbana”, Madrid, Síntesis, p. 16.

12GRASLAND, CLAUDE, FRANÇOIS, JEAN CHRISTOPHE Y BRUNET, ROGER (1997) “La discontinuité en géographie:
origines et problèmes de recherche”. En L’Espace Géographique Nº 4, p. 300.
Pickenhayn, Jorge Difusión y dispersión en la historia de la geografía
~ 17 ~

aproximar técnica e ideológicamente estas posiciones. Las dificultades culturales de


diálogo debidas a las barreras del lenguaje fueron salvadas por Soja.13

Inspirado en la lectura del cuento “El Aleph” de Borges, Soja se interna en una
exuberante alegoría acerca de las infinitas complejidades del espacio–tiempo
concebidas como una producción social.14 Esta forma narrativa que lleva al discurso
más que al conocimiento del espacio propone otras formas de difusión que hubieran
sorprendido a Hägerstrand.

Unir esta interpretación con la de la geografía cultural, planteadas desde las


concepciones de Sauer y Giddens, por un lado, y por una visión constructivista, por el
otro, requiere de la aparición de una micro geografía social como le llama Lipietz.
Para él éste sería el eslabón fundamental de la cadena iniciada por Hägerstrand al
hablar de la corografía del espacio–tiempo capaz de poner en evidencia las formas
más primitivas de organización social.15

Terminamos este enfoque con un ejemplo que es muy caro al planteo de la dispersión
y difusión en geografía y que hemos utilizado con frecuencia en páginas anteriores:

Las enfermedades epidémicas no son atributos privativos de la condición humana


sino, en parte, el resultado de decisiones de naturaleza social. Sin duda, en el futuro
aparecerán nuevos elementos de peligro, ya que siempre que el hombre transforma
de manera drástica su entorno, corre el riesgo de estar creando condiciones de vida
favorables para el desarrollo de nuevos enemigos procedentes del mundo de los
microorganismos.16

La reinterpretación de los comportamientos espaciales generados por la difusión,


como proceso espacio–temporal en intercambio constante con factores sociales, habrá
de proyectarse hacia otros campos, porque otros serán también los desafíos. Cada
trabajo deberá generar desde la individualidad, su propia renovación metodológica.

***

13 GREGORY, D. y URRY, J. (Eds.) (1985) “Social Relations and Spatial Structures”, Londres, Macmillan. (Cfr.
especialmente el capítulo de GIDDENS, A. “Time, space and regionalisation”, pp. 265 a 295).
14 SOJA, E. (1996) “Thirdspace”, Cambridge and Oxford, Blackwell Publishers (Específicamente el cap. 2:

“La trialéctica de la espacialidad”).

15LIPIETZ, A. (1990) “La trame, la chaîne et la régulation : un outil pour les sciences sociales” En Paru dans
Économies et Sociétés, Série Théorie de la Régulation, N° 5, déc. 1990, pp. 137-174. http://perso.club-
internet.fr/lipietz/MET/MET_trame.htm.

16BUJ BUJ, ANTONIO (1999) “Los riesgos epidémicos actuales desde una perspectiva geográfica”. En Scripta
Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. Universidad de Barcelona Nº 39
Pickenhayn, Jorge Difusión y dispersión en la historia de la geografía
~ 18 ~

Anexo: Bibliografía sobre dispersión y difusión.

Key words: dispersión, difusión, barreras, canales, flujos, circulación, umbral,


discordancia, discontinuidad, expansión, contracción, mancha, borde, ola, campo,
reflujo, diseminación, movimiento.

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Jorge Amancio Pickenhayn


Gæa 2001.

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