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Haroldo de Campos El ángel izquierdo de la poesía (antología) Buenos Aires, editorial Eloísa

Cartonera, 2003
Por Mario Ortiz para Bazar Americano disponible en
http://www.bazaramericano.com/buscador.php?que=Mario%20Ortiz

I- Este volumen doble que nos ofrecen los muchachos de Eloísa es un objeto cultural
extremadamente valioso que es necesario salir a comprar ya mismo, y no digo esto por un
snobismo pequeñoburgués que quiere calmar su mala conciencia social apoyando el trabajo
de los sufridos cartoneros que recolectaron y armaron con sus manos estos libros (más
adelante hablaremos de esto). Hay que comprar estos libros porque Washington Cucurto (su
editor) nos ofrece un material literario de primer nivel, y digo más - porque los textos de
primer nivel a veces pueden ser aburridos - nos ofrece un material verdaderamente
apasionante. Y que el resto haga lo que quiera o pueda con su conciencia.

II- Una vieja imagen popular satiriza alos brasileños para los cuales todas sus cosas son las
más gigantes del mundo, como el Maracanâ, el Matto Grosso, al extensión de un país
inconmensurable, etc. Lo que sí es cierto es que Haroldo de Campos (1929-2003) es una de
las figuras intelectuales "mais grandes do mundo" o por lo menos de Latinoamérica. Fundador
junto con su hermano Augusto y Décio Pignatari del movimiento de poesía concreta hacia los
años '50, traductor, crítico literario, su figura se puede asociar a la de Ezra Pound: alguien
que se mueve ágilmente entre estas distintas facetas de la literatura; poetas que no conformes
con desarrollar su propia poesía, realizan una actividad incansable de animación cultural, de
puesta al día del campo literario, de búsqueda incesante en todas las tradiciones estéticas
(arcaicas o contemporáneas, nacionales o universales) que puedan aportar al desarrollo de la
poesía en su país. Igual que Pound, sus traducciones son verdaderas re-creaciones o, como él
las llamaba, "transcreaciones"; igual que Pound, trabajó los autores más disímiles: Homero,
Cavalcanti, Dante, Maiakovski, Leopardi, Girondo, Vallejo, Lugones, Bashô, etc. Reformuló
el canon literario brasileño al reubicar al barroco Gregorio de Matos, a Soussândrade (S. XIX)
y Oswald de Andrade, y no se mantuvo encerrado en el reducido círculo de la cultura letrada,
sino que también extendió su actividad a la música popular, como lo demuestra su
colaboraciones con Caetano Veloso.
Igual que Pound, Haroldo también se vinculó activamente a la política, y aquí una marcada
diferencia con el maestro norteamericano: Haroldo, comprometido con la izquierda, militó en
el PT, apoyó a Lula y tuvo tiempo de desencantarse de él antes de partir de este mundo.
Precisamente, este volumen de los cartoneros reúne una buena muestra de su poesía política,
en una extremadamente cuidada edición crítica bilingüe a cargo de Gonzalo Aguilar. Los
poemas están traducidos por un "dream team" integrado por Arturo Carrera, Daniel G. Helder,
Roberto Echavarren, Reinaldo Jiménez y Andrés Sánchez Robayna. El volumen 2 cierra con
dos textos-homenaje escritos en ocasión de la muerte del poeta, uno de Jorge Schwartz
publicado en el suplemento Radar / libros, y otro de Augusto de Campos.
La proximidad del portugués y el castellano permite que uno pueda leer fácilmente los
poemas en ambas lenguas y ver así el oficio de Haroldo. Por ejemplo, en el poema "servidão
de passagem" (Servidumbre de paso) leemos en uno de los dísticos: "homem soco / homem
saco // homem mó / homem pó", que Gonzalo Aguilar traduce "hombre porra / hombre
bolsa // hombre muela / hombre molido" Obsérvese el trabajo que Haroldo hace sobre sobre
los términos paralelos "mó/pó" que al mismo tiempo son antitéticos, resumiendo en dos
versos secos y breves como una consigna política el antagonismo explotador / explotado.
El anteúltimo poema compilado "circum-lóquio (pur troppo non allegro) sobre o
neoliberalismo terceiro-mundista" temáticamente podría haber sido escrito en la argentina
menemista, lo cual revela en clave poética la paralelismo ya no sólo de términos, sino también
de procesos político-económicos (recuerden el rostro de galán fashion de Collor de Mello más
o menos de la misma época que la "Feyari" de Carlitos)
Poemas, en fin, que nos acercan a un Brasil bien distinto de la imagen unívoca - acrecentada
adrede por el turismo - de un carnaval perpetuo y fiestita del desenfreno sexual. O dicho de
otro modo: existe el carnaval, pero también existe la realidad de un país que fue uno de los
últimos en abolir la esclavitud, que padeció décadas de dictadura militar desde que el mariscal
Castelo Branco derrocara a João Goulart en 1964, un país que creó los fatalmente recordados
"escuadrones de la muerte". Otra vez: el carnaval no desdice la existencia de un hiper
consevadorismo económico. Y los poemas de Haroldo están para recordar todo esto (a mí por
lo menos) a través de uno de los cruces entre poesía y política más intensos y mejor logrados
como en los mejores momentos de L. Lamborghini o de Enrique Lihn.

III- Concluyo con unas notas para la polémica. La editorial Eloísa cartonera armó un cierto
escándalo en el mundillo literario, y no es para menos. Diseñar un catálogo selecto para libros
armados por cartoneros, a precios irrisorios, y que por esto mismo se transforma en un éxito
de ventas puede ser visto como algo más que un emprendimiento editorial novedoso: es una
forma de intervención cultural, o al menos de gran espectáculo. Es cierto que puede provocar
recelos y aprehensiones por parte, inclusive, de muchos intelectuales progres para quienes
todo esto no es más que un gesto populista destinado, en el peor de los casos, a provocar
movilización y revuelo a partir del drama económico argentino. Edgardo Russo, en un
reportaje publicado en Radar / libros, fue uno de los más explícitos al respecto: para él esto es
un snobismo, un "gesto sin retorno" de intelectuales que no padecieron ni padecerán jamás el
hambre.
Como dije arriba, hay una cierta dosis de espectáculo: tengo en mis manos los libros de
Haroldo, difíciles de abrir, con los colores chillones de una caja de botellas de lavandina. Pero
también veo aquí algo que me interpela y que me hace pensar en las condiciones y límites
posibles de nuestras prácticas culturales: en Eloísa veo en todo caso un fenómeno extremo de
las reales condiciones materiales en que se mueve un producto tan marginal como la poesía, y
que ha hecho florecer toda clase editoriales alternativas más o menos artesanales que tienen
una distribución nula fuera de la ciudad donde se editan los materiales en cuestión.
Todos sabemos que el panorama literario argentino en su aspecto puramente material y
económico es sumamente árido: becas de incentivo a la creación y concursos jugosos que en
otros países se encuentran hasta debajo de las baldosas, aquí brillan por su ausencia, a lo cual
se suma que las tradicionales editoriales nacionales fueron vendidadas a redes extranjeras no
siempre interesadas en arriesgar dinero a favor de las propuestas literarias más arriesgadas.
Así, por poner un ejemplo cualquiera, un chabón está un año y 1/2 o dos frente al teclado
inviritiendo horas culo/silla para escribir una novela que, si bien no es Finnegans Wake,
apuesta a su riesgo verbal. Este chabón tiene que esperar su buena cantidad de tiempo para
que pasen su informe los lectores de una editorial medianamente importante, y con suerte
otros dos años para que la publiquen en su catálogo.Ante este panorama, las editoriales
alternativas y los autores seguirán sacando sus libros por simple necesidad de poner en
circulación rápida su material, y los sacarán en cartón o si es necesario - cacata carta - en
papel higiénico y con huevitos de pascua de obsequio para incentivar su sompra si también
fuese necesario: "la vida se abre paso", decía Bergson (o algo por el estilo).
El proyecto Eloísa con su aire aspamentoso y farolero nos está interpelando, y creo que
pecaríamos de estrechez si nos quedamos en fenómeno y desatendemos esa interpelación.

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