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ANTROPOLOGIA DEL

CUIDADO
Del atomismo a la
fenomenología

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José Manuel Hernández Garre
Baldomero de Maya Sánchez

ANTROPOLOGÍA DEL CUIDADO


Del atomismo a la fenomenología

Ediciones de la Universidad de Murcia


2020

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1ª edición 2020

Antropologia del cuidado. Del atomismo a la fenomenología.


Autores: José Manuel Hernández Garre y Baldomero de Maya Sánchez
ISBN: 978-84-09-18515-3
Materia destacada Thema: JHMC: Antropología Social y Cultural, etnografía
Materia destacada IBIC: JHMC: Antropología Social y Cultural, etnografía
Edita: Editum. Ediciones de la Universidad de Murcia.
Campus de Espinardo-Murcia-España

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i Santa Pau, Barcelona (Portada año 1918-contraportada año 2017)

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Índice

Prólogo………………………………………………………………………………………….…… 9

Capítulo 1
La cuestión de la teoría........................................................................ 11
- El enfoque: del positivismo a la hermenéutica………………………….. 13
- Conceptos teóricos…………………………………………………………………………. 16
- El proceso de construcción: de lo abstracto a lo concreto……….… 25

Capítulo 2
Bases antropológicas del cuidado..................................................... 29

- Planteamientos ecológicos y atomistas……………………………………….. 31


- Enfoques psico-sociológicos y de sistemas…………………………….…… 34
- Perspectivas fenomenológico-existencial-culturalistas…………….. 42

Capítulo 3
Corrientes del cuidado……………………………………………………………………. 47

- Paradigmas del cuidado……………………………………………………………….. 47


- Escuelas del cuidado……………………………………………………………………… 55
- Tendencias del cuidado………………………………………………………………… 61

Capítulo 4
Teorías y Modelos del cuidado………………………………………………………. 65

- Modelos categoriales…………..………………………………………………………… 67
Modelo ecológico…………………………………………………………………………. 69
- Modelos integrativos…………………………………………………………………….. 73
Modelo de relaciones interpersonales……………………………………….. 75
Modelo de necesidades………………………………………………………………… 81

7
Modelo del sistema conductual………………………………………………….. 87
Modelo del déficit de autocuidado……………………………………….……. 91
Teoría de tipología de los problemas del cuidado…………………… 97
Modelo de esencia, cuidado, curación………………………………….……. 101
Teoría del proceso del cuidado…………………………………………………… 105
Modelo de relación persona a persona…………………………………….… 109
El arte del cuidar de la asistencia clínica…………………………………… 115
Modelo de conservación……………………………………………………………… 121
Teoría de la consecución de objetivos………………………………………… 127
Modelo de adaptación…………………………………………………………………. 131
Modelo de sistemas……………………………………………………………….……… 135
Modelo de promoción de la salud………………………….…………….. 141
- Modelos transformadores…………………………………………………………….. 145
Modelos de los seres humanos unitarios…………………………………… 147
Teoría del cuidado humano………………………………………………………… 151
Modelo de herencia cultural y tradiciones de salud………………… 159
Teoría de la diversidad y universalidad de los cuidados
culturales…………………………………………………………………………………..... 163
Teoría sobre la adopción del rol maternal…………………….………… 173
Teoría del cuidado, sabiduría y ética de la práctica clínica…... 177
Teoría de la salud como expansión de la conciencia………….……. 181
Teoría de la evolución humana…………………………………….……………. 185

Bibliografía........................................................................................... 193

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Prólogo

Prólogo

El cuidado es una actividad ligada al hombre, es una de esas


esferas de análisis antropológico que deviene de su naturaleza
deletérea, y como tal se ajusta bien al estudio del logos del an-
thropos. Se trata de una realidad cuya función es la perpetuación
del individuo, la unidad doméstica y la sociedad, por lo que ha
existido desde que el hombre es hombre; sin embargo su con-
formación como un campo del saber es un fenómeno relativa-
mente reciente. Su inicio se remonta a mediados del siglo XIX,
con la creación de la primera teoría del cuidado desde la pers-
pectiva ecológico-Nightingaliana, pero su desarrollo exponen-
cial no se ha producido hasta mediados del siglo XX, con la
publicación de toda una serie de modelos conceptuales cuyo
objetivo ha sido dar sustento filosófico a una actividad hasta el
momento eminentemente práctica. Su estatus actual es, pues, el
de protociencia, el de presciencia en proceso de maduración
que partiendo de premisas naturo-atomistas ha ido desarrollán-
dose hacia un corpus de conocimiento en estado multiteórico.
De su naturaleza multietiogénica da gala la multiplicidad de
enfoques que comprende, perspectivas tan variopintas como la
de necesidades, relaciones, sistemas, campos, fenomenológica,
existencialista o culturalista, formas de representar cognitiva-
mente el cuidado, que ya sea desde planteamientos categoría-
les, integrativos o transformadores, se materializa conceptual y
pragmáticamente en heterogéneas representaciones. Estamos,
así, ante un totum revolutum epistemológico que nutriéndose de
cosmovisiones generales del “ser” han ido conformando todo
un collage teórico aún en un estado de fragmentación gnoseo-
lógica.

9
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

Al hablar de antropología del cuidado no se puede hablar,


pues, de un modelo unificado, de una teoría integrada que dé
respuesta a todas las facetas existenciales del cuidar, sino más
bien de diferentes proposiciones conceptuales que partiendo de
bases filosóficas muy variopintas intentan dar una respuesta
particular a las dimensiones constitutivas del homo patiens. De
esta manera las cosmovisiones paradigmáticas que engloba ac-
tualmente el acto de cuidar abarcan gran parte del abanico
constitutivo del hombre, en el sentido de que se fundamentan
en un holismo vivencial que intenta dar cabida a cada una de
sus dimensiones: biología, psique y cultura. Sus bases antropo-
lógicas se sustentan, pues, en diferentes filosofías de la ciencia
que intentan cubrir el abismo de enfoques que se encuentra
entre los abordajes positivos y hermenéuticos. Realidad que pa-
rece consecuente con la propia materia sobre la que se aplica el
cuidado, un ser global que en oposición al dualismo cartesiano
manifiesta constitutivamente una naturaleza pluripotencial e
indivisible.
En esta línea el propósito del texto ha sido plasmar esta riqueza
de enfoques dibujando las diferentes filosofías, paradigmas,
tendencias, modelos y teorías que desde una propuesta teórica
fragmentada, pero con visos de globalidad, pretende dar
explicación científica al acto de cuidar. Se ha intentado pro-
fundizar en las bases antropológicas que sustentan los diferen-
tes enfoques del mismo, en aras de comprender a su vez las rea-
lidades constitutivas del ser a través de una de sus dimensiones
consustanciales, la necesidad de cuidar y ser cuidado.

Dr. José Manuel Hernández Garre


Dr. Baldomero de Maya Sánchez
Departamento C. Políticas. Antropología social y H. Pública
Área de Antropología Social
Universidad de Murcia

10
La cuestión de la teoría

Capítulo 1
La cuestión de la teoría

Hablar de teoría es siempre hablar de una cuestión problemáti-


ca, es hablar de ideas que han de contrastarse con la experimen-
tación empírica, es decir que han de demostrar en la práctica la
aplicabilidad de sus constructos conceptuales. El fundamento
de la teoría es, pues, dar alternativas de acción construidas epis-
temológicamente a través de planteamientos deductivos o in-
ductivos basados en elementos como la experiencia, la obser-
vación o el análisis documental y empírico. Edificadas desde
posturas fundamentalmente hermenéuticas, es decir generado-
ras de teoría, que a posteriori deberán ser constatadas desde
una vertiente aplicada positivista, o por lo menos ésta es la vi-
sión predominante en el paradigma de ciencia actual.
En este proceso de creación de la teoría entran, pues, en juego
varios elementos clave que van conformando el cariz del enfo-
que científico, o dicho de otra manera, la filosofía de la ciencia
que se adapta mejor al proceso creativo, así elementos como el
objeto de estudio, el destinatario o la finalidad circunscriben la
orientación del curso exegético. En este terreno la cuestión del
objeto es insoslayable en cualquier proceso de performación
teorética, sin duda el primer paso es determinar la parcela del
conocimiento al se dirige el esfuerzo creativo, en este aspecto el
cuidado como objeto de estudio científico es algo inmanente a
la naturaleza humana, consuetudinario a su propia esencia pe-
recedera. Es más, es algo inherente a su dimensión antropoló-
gica en el doble sentido de su esencia, tanto en su vertiente de
necesidad humana, todos precisamos de cuidado, como en su
dimensión relacional, es decir dadora de sí mismo a los demás.

11
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

Otro elemento clave es el destinatario hacia el que va dirigido el


cuidado, y es aquí donde la necesidad de una antropología so-
bre esta materia cobra todo su sentido, ya que el destinatario no
es otro que el ser humano, es decir una entidad ontológicamen-
te inabarcable. Realidad que puede ser afrontada desde diferen-
tes bagajes teóricos que cubren todo el arco existencial que va
desde su visión meramente atomista hasta su enfoque más un-
derground o fenomenológico. Enfoques determinados por una
naturaleza pluridimensional que no se agota meramente en la
materia, sino que se abre esencialmente a otras realidades cons-
titutivas como la psique, la cultura o la espiritualidad. Por últi-
mo cabe destacar también el tema de la finalidad, faceta que se
agota fácilmente si la confrontamos con la realidad de su desti-
natario, el ser, en este sentido no puede ser otra que el bien-
estar, la homeostasis o la integridad, es decir la necesidad de
mantener el buen funcionamiento de todas sus dimensiones
constitutivas. El enfoque que requiere la construcción de una
antropología del cuidado viene, pues, determinado por la natu-
raleza del objeto, el destinatario y la finalidad que se persigue.
Otra cuestión paralela a la construcción teorética, es la del mé-
todo que aplicamos tanto en el proceso de creación de esa teoría
como a la hora de su aplicación. Se trata de la necesidad de se-
guir una serie de coordenadas sancionadas por la comunidad
científica que garanticen la construcción de una realidad con-
trastable. Estamos ante la secuencia de una serie de controles
que se adapte al modelo hipotético-deductivo-experimental
contemporáneo, arquetipo que soslaya cualquier realidad meta-
física. En este sentido, la propia construcción de la teoría ha de
estar fundamentada en métodos de creación de la misma que
puedan ser verificables por la evidencia, y su aplicación debe
también seguir las coordenadas de un proceso científico basado
en la valoración, diagnóstico, planificación, ejecución y evalua-
ción. Cadena en la que la teoría forma parte esencial de todo el

12
La cuestión de la teoría

proceso, pero que encuentra su estatus de posibilidad en el pro-


ceso de valoración, realidad que no puede ser tomada al mar-
gen de un enfoque teórico desde el que se fundamenten las ob-
servaciones. Enfoque del que parte todo el proceso de creación
de la teoría y que abordamos en el siguiente apartado.

El enfoque: del positivismo a la hermenéutica

El enfoque del que partimos para generar teoría tiene que ver
con el concepto de ciencia que barajamos, es decir, con la filoso-
fía de la ciencia que orienta nuestras episteme creativas. Grafías
que se comportan como auténticas corrientes de pensamiento
que luchan en una batalla ideológica por determinar lo que se
considera científico en un momento dado, y que ponen de relie-
ve el marcado carácter contextual de los axiomas científicos. En
tanto en cuanto se trata de formas de representar una misma
realidad que entran en ese proceso gramsciano de hegemonía-
subalternidad por imponer sus premisas epistemológicas, y en
ese proceso gnoseológico, pero también sociohistórico, acaban
conformándose verdaderas estructuras del “saber”. Es en este
habitus donde cobran sentido las dos filosofías de la ciencia que,
esbozadas ya desde la Grecia Clásica, encuentran su estatus de
posibilidad en el mundo moderno y postmoderno: el positivis-
mo y la hermenéutica. Estamos ante disimiles visiones de en-
tender el fenómeno científico, ante cosmovisiones excluyentes si
se abordan desde un marcado reduccionismo ontológico, pero
que encuentran sus formas de convivencia si la mirada se des-
plaza hacia un necesario reduccionismo metodológico inclu-
yente, analicemos, pues, cada una de estos enfoques.
El positivismo parte de la premisa de que existe una sola rea-
lidad objetivable a través del análisis empírico de las realidades.
Por tanto se descarta todo proceso de racionamiento que inclu-
ya coordenadas subjetivas, ya que la verdad ha de someterse a

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J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

un método científico sistemático, lo que implica el seguimiento


de un proceso ordenado que partiendo del planteamiento del
problema incluya la formulaciones de hipótesis, la contrasta-
ción experimental y la producción las deducciones objetivadas.
Se trata de una visión eminentemente cuantitativa que encon-
traría su punto de inflexión en la denominada como “revolú-
ción científica” renacentista, proceso que comienza con la publi-
cación por parte de Copérnico de su obra “De Revolutionibus
Orbium Coelestium" en 1543 y alcanza su culminación un siglo
después con la obra de Isaac Newton “Philosophiae naturalis
principia mathematica” en 1687. Durante este periodo se produce
una profunda renovación que dará lugar a una nueva “ciencia
moderna” caracterizada por su interés por la naturaleza, las
matemáticas y el uso de un nuevo método el hipotético-
deductivo como procedimiento de indagación de la realidad.
Estamos ante un movimiento encabezado por las naturwissens-
chaften que se opone, desde cierto reduccionismo ontológico, al
proceso reflexivo de búsqueda de sentido y esencia que carac-
teriza a las geisteswissenschaften, seguramente en un intento por
esterilizar a la ciencia de sus componentes subjetivos. La expre-
sión más patognomónica de esta visión neoplatónica y lineal la
tenemos en los postulados defendidos por filósofos de la ciencia
como Karl Popper y su falsacionismo. El autor afirma que toda
teoría con pretensiones de ser científica, aun dentro de las cien-
cias sociales, debe ser falseable, es decir debe poder descartar
las leyes que contradicen la experiencia. Para Popper la objetivi-
dad existe y se halla en aquellas construcciones teóricas que con
el paso del tiempo no han sido falseadas y permanecen sólidas1,
la ciencia es considerada, pues, como sinónimo de verdad obje-
tivable.

1 Popper K. (1978). La lógica de Las Ciencias Sociales. México: ED Grijalbo.

14
La cuestión de la teoría

En oposición, la corriente hermenéutica considera que existen


muchas realidades que hay que interpretar a través del análisis
cualitativo tanto de la realidades objetivadas empíricamente
como de otro tipo de dimensiones de carácter eminentemente
subjetivas, es decir que admiten interpretación. Se parte de la
idea de que la ciencia no es un proceso lineal, sino circular u on-
dulatorio sometido a las tensiones de cada contexto sociohistó-
rico, es decir es una realidad humana y como tal construida so-
cialmente. Apuesta por un enfoque más cualitativo que tenga
en cuenta metodologías de estudio más performativas, como el
análisis de la experiencia o el discurso, orientándose hacia una
búsqueda de sentido que no descartar la existencia de verdades
objetivables sino que pretende complementarlas dando res-
puestas a sus por qué constitutivos. Estamos ante un movi-
miento neoaristotélico cuya eclosión se produce con el naci-
miento y consolidación de ciertas ciencias humanas como la an-
tropología, la sociología o la psicología, y que encuentra su an-
claje cultural en la crítica social que caracteriza las coordenadas
postmodernas. Cosmovisión que en oposición al falsacionismo
popperiano se sitúa en los postulados kantianos que afirman
que el estudio objetivo del hombre es inabarcable, y que en-
cuentra su modus vivendi en toda una serie de filósofos de la
ciencia eminentemente heurísticos como Thomas Kuhn, Imre
Lakatos, Paul Feyerabend, Edgar Morin o George Steiner.
Kuhn2 afirma que la ciencia evoluciona y se transforma a través
de paradigmas que dominan la mentalidad de cada época, men-
talidad que en la actualidad estaría dominada por un positivis-
mo científico que elimina de la ecuación todo lo interpretativo.
Lakatos3 intenta aunar las teorías de Popper y Kuhn represen-

2 Kuhn T. (1962] 2006). La estructura de las revoluciones científicas. Madrid: Fon-


do de Cultura Económica de España.
3 Lakatos I. ([1983] 2002). Metodología de los programas de investigación científica.

Madrid: Alianza editorial.

15
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

tando a la ciencia como un programa de investigación científica


cuyo objetivo es tratar de dar respuesta a las preguntas en un
momento histórico dado. Por su parte Feyerabend4 adopta una
posición más radical defendiendo que no existe ningún método
general para ampliar nuestro conocimiento, decantándose por
una especie de anarquía epistemológica, por un todo vale meto-
dológico. Otros como Edgar Morin5 o George Steiner6 respaldan
un concepto relativista que pone sobre el tapiz su realidad co-
mo proceso de construcción humana. Estamos, en definitiva,
ante el crepúsculo de ese intento comtiano de envestir de positi-
vismo a las ciencias sociales, ante una abertura hacia una visión
mucho más hermenéutica, performativa y heurística.
La cuestión del enfoque no es, pues, un tema baladí, se trata del
punto de anclaje epistemológico del que parte un proceso de
creación que informa, de manera transversal e indisoluble, to-
dos los desarrollos ulteriores del estado teorético. Optar por un
enfoque, ya sea positivo, hermenéutico, o, porque no, mixto,
significa acoplarse a una forma de hacer teoría que trasvasa
tanto el método como las dimensiones de análisis, determinan-
do toda una serie de estructuras conceptuales que abordaremos
en el siguiente apartado.

Conceptos teóricos

Como se acaba de comentar el enfoque es el umbral, la puerta


de entrada para generar teoria, se trata del prisma que tamiza
los ulteriores desarrollos conceptuales, del punto de partido en
ese proceso de construcción de un marco conceptual. El marco

4 Feyerabend, P. ([1986] 1989) Contra el método. Barcelona; ED Ariel.


5 Morin E. ([1974] 1996). El paradigma perdido: la naturaleza del hombre. Barcelo-
na: ED Kairos.
6 Steiner, G. ([1974] 2001). Nostalgia del absoluto. Madrid: ED Siruela.

16
La cuestión de la teoría

conceptual es el armazón teórico, la estructura que delimita una


determinada forma de actuar (Alberdi, 1983), en su seno alber-
ga todos los conceptos teóricos propios o heredados que delimi-
tan el objeto de estudio, todas las estructuras y conceptos cons-
titutivos del mismo. Conceptos que vamos a intentar delimitar
en este apartado siguiendo un camino deductivo que nos lleva
insoslayablemente a la delimitación de las siguientes nociones
teóricas: paradigma, metaparadigma, modelo teórico, teoría,
sistema e indicador empírico.

Paradigma
El filósofo y científico Thomas Kuhn dio a paradigma su
significado contemporáneo cuando lo definió como el conjunto
de prácticas que definen una disciplina científica durante un pe-
ríodo específico de tiempo7. Un paradigma es, pues, un modelo
o patrón, una forma de ver y entender un objeto de estudio,
una visión que impregna todas las representaciones que nos
hacemos de éste. En este sentido los paradigmas se convierten
en auténticas cosmovisiones apodícticas desde las que van co-
brando forma las grafías de una materia de estudio tanto a nivel
cognitivo como conductual.
El cuidado, como realidad consustancial al ser humano, no es-
capa a estas cogniciones paradigmáticas, se encuentra también
sometida a esas concepciones históricas que pugnan por impo-
nen en cada momento y contexto cultural una visión hegemóni-
ca de lo que significa cuidar. Visiones que han sido agrupadas
por diferentes autores, como Suzzane Kérouac8, en tres paradig-
mas basados en las diferentes formas de entender y abordar a la

7Kuhn, op. cit.


8Kérouac S, Pepin J. Ducharme F., Duquette A y Major F. (2005). El pensa-
miento enfermero. Barcelona: Ed. Masson.

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J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

persona, el contexto y los fenómenos ligados a la salud. Haga-


mos una somera descripción de cada uno de ellos:
- Paradigma de Categorización. Se trata de una noción con ten-
dencia a cosificar el acto de cuidar en una secuencia de inter-
venciones o técnicas a realizar sobre el entrono o la persona, de-
viniendo el acto de cuidar en una actividad centrada en las
rutinas o intervenciones en detrimento del paciente. Dentro de
este paradigma se pueden distinguir, a su vez, dos orientacio-
nes; la primera centra en la salud pública y en la concepción
nightingaliana del cuidado del entorno propia del siglo XIX, la
segunda más centrada en la visión lineal de la enfermedad, la
búsqueda del factor casual y la unión a la práctica médica típica
del primera mitad del siglo XX.
- Paradigma de Integración. Supone una prolongación y evolu-
ción del paradigma de categorización, en el sentido de que las
coordenadas del modelo anterior, basadas en el atomismo bio-
médico, se irán transformando paulatinamente en orientaciones
dirigidas hacia la persona como centro de intervención desde
una visión global y holística. Iniciado a mediados del siglo XX
se abre a visiones no reduccionistas que engloben las dimensio-
nes psicológicas, culturales y espirituales del cuidador. Se tien-
de, así, a integrar los fenómenos de salud-enfermedad en el
contexto en el que se producen, haciendo una clara distinción
entre el acto de cuidar y el de curar ligado a las disciplinas mé-
dicas.
- Paradigma de Transformación. Representa un cambio de men-
talidad sin precedentes en el sentido de que rompe en gran me-
dida con las visiones anteriores. Nacido de la posmodernidad
de finales de los sesenta entiende cada fenómeno de salud-en-
fermedad como único e intransferible, como una realidad inma-
nente que se encarna en una persona concreta impregnada de
un mundo interior irrepetible. Por tanto la noción del cuidar no

18
La cuestión de la teoría

depende tanto de una cartera de conocimientos acumulados


manejados por un experto en la materia, sino más bien de la
forma en que ésta realidad cobra vida en cada persona, exigien-
do una radical individualización y autonomía del mismo. Este
paradigma es la base de la apertura del cuidado hacia el mun-
do, inspirando todas las nuevas nociones de éste desde visiones
fundamentalmente fenomenológicas, existencialistas y cultura-
listas. Esta nueva visión del cuidar ha sido también descrita por
otras teóricas del cuidado como Marriner9 Tomey y Raile Alli-
good que hablan de paradigma postpositivista o interpretativo en el
sentido de que tiene en cuenta las dimensiones subjetivas del
cuidado, o de paradigma crítico al surgir de los “tic” de la post-
modernidad convirtiéndolo en un sistema conceptual válido
para indagar las interacciones existentes entre las experiencias
de salud-enfermedad y los factores sociales, políticos, económi-
cos y culturales inherentes.

Metaparadigma
Hablar de metaparadigma es definir los conceptos centrales
de una disciplina que dibujan la perspectiva de conjunto de la
misma, e intentar explicar sus relaciones con el objetivo de mos-
trar los postulados que guían su práctica. El metaparadigma
agrupa por tanto los conceptos esenciales que identifican los fe-
nómenos de interés de una parcela del saber, constituyendo su
núcleo ontológico-epistemológico. El desarrollo de estos con-
ceptos disciplinares constituye, pues, el punto de partida de to-
do planteamiento teórico orientado al desarrollo de modelos y
teorías, convirtiéndose en el primer nivel de especificidad y
perspectiva teorética.

9Marriner Tomey A y Raile Alligood M. (2014). Modelos y teorías en enferme-ría.


Madrid: Elsevier.

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J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

Los conceptos básicos que implican la actividad de cuidar, o di-


cho de otra manera que constituyen su metaparadigma han si-
do agrupados por Suzzane Kerouac10 en cuatro: persona, salud,
entorno y cuidador. Se trata de nociones inmanentes al acto del
cuidado que sufren metamorfosis históricas en función de las
diferentes concepciones filosóficas y científicas que se suceden a
lo largo de tiempo. Analicemos cada una de ellas por separado:
- Persona: Se trata de un elemento esencial en cuanto ésta se
convierte en el destinatario del cuidado, por tanto su noción de-
terminara inexcusablemente las acciones a realizar. En este sen-
tido es notorio que las diferentes teorías y modelos del cuidado
abrazan nociones del “ser” muy variopintas, abarcando todo un
abanico que va desde el atomismo asistencial a la visión más
underground u holística. La dimensionalidad que se le da al con-
cepto de persona cobra vital importancia desde esta óptica, en
el sentido de que su aproximación se puede hacer desde nocio-
nes biológicas, psicológicas, culturales, e incluso, espirituales,
acercamientos gnoseológicos que implican, a su vez, el desplie-
gue de toda una serie de herramientas conceptuales y método-
lógicas totalmente dispares. De la cosmovisión de humanidad
de la que se parte deviene, pues, gran parte del engranaje con-
ceptual que construye el ulterior acto de cuidar.
- Salud/bienestar: También estamos ante un concepto nuclear
ya que se trata de la finalidad que persigue el cuidado, la no-
ción que construyamos del mismo determinará también los mo-
dos y acciones del cuidar. Estamos ante un concepto subjetivo
en su doble vertiente, en el sentido de que se construye y de-
construye culturalmente en el marco de cada sociedad histórica,
y en el sentido de que se trata de una realidad dinámica que co-
bra vida de forma diferente en cada persona, e incluso en cada
momento del desarrollo vital. Su noción puede, pues, oscilar

10 Kerouac et al., op. cit.

20
La cuestión de la teoría

desde visiones reduccionistas que la sitúan en la simple ausen-


cia de patología física, hasta nociones de gran complejidad que
defienden su estatus de realidad encarnada y construida de
forma diferente en cada persona según sus conocimientos,
experiencias vitales, bagaje cultural u objetivo vital.
- Entorno: incluye todas las condiciones posibles tanto internas
como externas, que afectan a la persona y a la institución en la
cual se prestan los cuidados. La persona está en continua intera-
cción con el entorno, por lo tanto, éste se vuelve un elemento
determinante para la salud de ésta. Su noción oscila también
desde premisas meramente físicas hasta perspectivas holísticas
que consideran al ser humano como un elemento en constante
interacción y equilibrio con el cosmos.
- Cuidador: el rol del cuidador es una realidad sometida a las
tensiones culturales e históricas que lleva construyéndose con-
ceptualmente durante siglos, se trata de un nominativo que ha
pivotado desde grafías domésticas o vocacional-caritativas has-
ta representaciones técnicas o profesionales11. Sin embargo su
constitución como disciplina académica en pugna por la
autonomía de su campo competencial es un fenómeno contem-
poráneo y relativamente reciente cuyo primordio se puede si-
tuar en las nociones nightingalianas del entorno. No se trata de
un tema baladí, ya que las atribuciones que se le dan al cuida-
dor son un reflejo patognomónico de la noción de ser humano
que se baraja, en el sentido que su atribución a un excesivo re-
duccionismo técnico implica a su vez una noción de persona ne-
cesariamente atomista.
Se puede decir que la demarcación del metaparadigma consti-
tuye el primer nivel de especificidad en la construcción de la

11 Collière, M.F. (1993). Promover la vida. De la práctica de las mujeres cuidadoras a


los cuidados de enfermería. Madrid: Ineramericana-McGraw-Hill.

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J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

teoría, ya que, si bien el paradigma delimita la perspectiva de


conjunto desde la que ésta es construida, es con la definición de
los conceptos centrales de la misma cuando se ponen los prime-
ros ladrillos conceptuales en su construcción. En este sentido el
metaparadigma responde a una doble realidad, la de su cons-
trucción a partir de una perspectiva paradigmática concreta,
pero a su vez la de demarcadora de los conceptos que ulterior-
mente van a componer todo el paisaje conceptual de una teoría.

Modelo teórico
Un modelo teórico es una representación simbólica de la reali-
dad en la que se explicitan los conceptos implicados y las rela-
ciones que guardan entre sí. Se trata de una estructura concep-
tual en la que partiendo de los conceptos nucleares -las nocio-
nes metaparadigmáticas- se van construyendo todo el universo
de elementos paralelos que conforman el perfil simbólico de un
fenómeno de estudio. Estamos, pues, ante un desarrollo concep-
tual previo al estado de teoría12, en el sentido de que la repre-
sentación de la realidad da una idea de las principales relacio-
nes conceptuales pero el nivel de concreción aún no permite el
control y predicción de la realidad. Falta un mayor grado de
respaldo empírico, pero ya es posible establecer una visión sis-
temática de la realidad. Los modelos cuentan con tres elemen-
tos: los supuestos, son las premisas que refuerzan el fundamento
conceptual, los sistemas de valores, hace referencia a los hechos
que se interrelacionan para alcanzar una finalidad, y los princi-
pios, engloba las metas, los roles, el enfoque y las formas de ac-
tuación.

12 Marriner y Raile, op. cit.

22
La cuestión de la teoría

Teoría
Consiste en un conjunto de conceptos, definiciones y proposi-
ciones que nos permiten una visión sistemática de los fenóme-
nos, estableciendo para ello las relaciones específicas entre los
conceptos a fin de describir, explicar, predecir y/o controlar di-
chos fenómenos13. Una teoría consiste, pues, en una serie de
conceptos organizados de forma sistemática y conectados lógi-
camente para explicar su relación14. Se trata de un constructo
teorético que ha alcanzado la suficiente especificidad y respaldo
empírico para poder realizar un control efectivo de los fenóme-
nos de estudio en base al manejo de una serie de indicadores
conceptuales. La principal diferencia con un modelo teórico es
su nivel de abstracción, un modelo es un sistema abstracto de
conceptos relacionados entre sí, una teoría está más limitada en
el ámbito, contiene más conceptos concretos desarrollando de-
finiciones y explicaciones detalladas de las premisas o hipótesis,
es pues más específica15. Se puede entender, pues, que el mode-
lo es un primera formulación teórica anterior a la generación
del adecuado respaldo empírico que la convierta en una teoría,
los modelos evolucionan para convertirse en teorías si consi-
guen un mayor nivel de concreción fruto de la experimentación.
Así, todas las teorías han pasado previamente por el estado de
modelo, pero no todos los modelos consiguen desarrollarse
hasta el estado de teoría.
Las teorías se pueden clasificar, a su vez, según su alcance teó-
rico en tres grupos: las microteorías, son las menos complejas,
contienen conceptos más sencillos y se aplican a fenómenos es-

13 Kerouac et al., op. cit.


14 Riehl Sisca J. (1992). Modelos conceptuales de enfermería. Barcelona: Ed. Doy-
ma.
15 Kozier B, Erb G y Olivieri R. (1993). Enfermería Fundamental. 4ª edición. Ma-

drid: Ed. McGraw-Hill. Interamericana.

23
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

pecíficos y fáciles de definir; las teorías de alcance intermedio, es-


tán constituidas por conceptos de relación cuyo terreno de apli-
cación no es tan extenso como para que pierdan su practicidad;
las grandes teorías, se distinguen por ser las más complejas y de
mayor alcance, se aplican a grandes áreas del conocimiento
científico estando compuestas por conceptos recapitulativos
que comprenden numerosas teorías de menor envergadura
Las teorías independientemente de su alcance se pueden carac-
terizar en base a una serie de criterios como: la claridad, depen-
de de su estructura semántica, la simplicidad, se refiere a su nivel
de abstracción, la generalidad, es el alcance de sus contenidos, la
precisión empírica, se caracteriza según su comprobabilidad y
practicidad, o sus consecuencias deducibles, son los resultados e
importancia que alcanza la misma16.

Sistemas e indicadores empíricos


Un sistema es una relación parcial entre conceptos pertenecie-
ntes a una teoría, es decir un conjunto de hechos concretos que
se interrelacionan para alcanzar una finalidad. Se trata de la re-
lación conceptual más simple, aquella que da cabida a un grupo
reducido de conceptos que se integran en un armazón teorético
mayor.
Por su parte un indicador empírico es un instrumento real, con-
dición o procedimiento experimental que se usa para observar o
medir los conceptos de los diferentes sistemas de una teoría. El
indicador vincula el mundo abstracto de los conceptos con el
mundo concreto de la práctica, constituyéndose en un elemento
capital para conectar los constructos teóricos con la realidad
pragmática. Se instituye por tanto en un factor centrar para
poder comprender y estudiar los conceptos teóricos.

16 Marriner y Raile, op. cit.

24
La cuestión de la teoría

El proceso de construcción de lo abstracto a lo concreto

El proceso de creación de una teoría sigue una estructura des-


cendente cuyo objetivo es conectar el mundo abstracto de las
ideas con lo concreto de la realidad inmediata17. Estamos ante
un curso teorético que implica una serie de pasos y concrecio-
nes que van dibujando las perspectivas de conjunto que perfi-
lan conceptualmente una realidad concreta. El cuidado, en
cuanto objeto de construcción de la teoría, no escapa a esta serie
de decisiones ineludibles que, de lo abstracto a lo concreto, es-
tructuran una cosmovisión particular del mismo, pasos que de-
finimos a continuación:
- En primer lugar está la cuestión del enfoque, toda cimen-
tación conceptual ha de partir de la adopción de una perspecti-
va de conjunto, de una filosofía de la ciencia que ineludible-
mente determinará las decisiones ulteriores. Se trata de optar
por bagajes teóricos positivistas, hermenéuticos o mixtos, lo que
implica toda una concepción de lo que se considera como cientí-
fico y el desarrollo de una mirada que pivotará entre abordajes
cuantitativos o cualitativos, en el caso del cuidado entre visio-
nes más biologicistas u holísticas.
- En segundo lugar habrá que suscribirse a un patrón, a una
visión del fenómeno de estudio, a una forma de entender lo que
éste significa y sus implicaciones. Se trata de adscribirse a un
paradigma concreto del mismo, en el caso que nos ocupa a una
mirada de lo que simboliza la actividad del cuidado, de una re-
presentación de sus grafías globales.

17Fawcett J. (1995). Analysis and Evaluation of Conceptual Models of Nursing. 3ª


edición. Philadelphia: F.A. Davis.

25
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

- Una vez optado por una orientación científica, y elegida una


visión de conjunto, es el momento de iniciar el edificio teorético,
es momento de definir las nociones centrales del mismo, de po-
ner los cimientos del edificio conceptual. La delimitación de es-
tas primeras representaciones supone el basamento sobre el que
poder hilvanar nuevas ideas en este proceso de creación de la
teoría, en este sentido se trata de una matriz de doble flujo ya
que los conceptos centrales emanan de la perspectiva paradig-
mática de conjunto, pero a su vez los desarrollos conceptuales
posteriores dependerán a su vez de la delimitación de estos
conceptos clave.
- Tras definir los conceptos centrales de un fenómeno de estu-
dio es momento de desarrollar nuevos conceptos y matizar las
relaciones ideológicas entre ellos, se trata de hacer una repre-
sentación simbólica que permita tener una visión de conjunto.
Una vez conseguido este estatus el edificio conceptual cobra el
grado de modelo teórico, en el sentido de que permite un perfil
general sobre lo que éste significa y su relación con sus realida-
des anexas.
- Construida la representación simbólica de la realidad a aná-
lisis es momento de llevarla a la experimentación empírica con
el objetivo de conseguir el suficiente respaldo teórico que per-
mita predecir y controlar los fenómenos, estado del edificio con-
ceptual que se asimila con el estado de teoría.
- Por último hay que definir los sistemas conceptuales más
sencillos, aquellos que establecen las relaciones entre conceptos
anexos, y desarrollar los indicadores empíricos que permitan
medir estos, que sean capaces de vincular el mundo abstracto
de las ideas con lo concreto de las realidades más materiales.
La construcción de la teoría implica, pues, toda una serie de re-
flexiones conceptuales, de decisiones epistemológicas que van
desde las grafías mas ontológicas hasta las representaciones en

26
La cuestión de la teoría

clave más pragmática. Todo ello va conformando un edificio


teorético multidimensional donde cobran cabida las perspecti-
vas más variopintas tanto del fenómeno científico en cuanto tal,
como del fenómeno de estudio en sí mismo, realidad que no es
ajena al acto de cuidar.

27
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez
Bases antropológicas del cuidado

Capítulo 2
Bases antropológicas del cuidado

El cuidado es un hecho evolutivo sometido a las tensiones his-


tórico-culturales cinceladoras de cualquier realidad humana, y
como tal ha sido representado desde nociones domiciliarias, ca-
ritativo-medievales, técnicas o, en la contemporaneidad, cientí-
fico-profesionales1. Pero lo que aquí ocupa no es su evolución
historiográfica, sino las bases antropológicas y metamorfosis
ideológicas acaecidas durante su reciente constitución científica.
Evolución que ha transitado desde las clásicas visiones centra-
das en el medio ambiente, la enfermedad o la práctica médica,
hasta los enfoques integro-transformadores orientados hacia la
persona y su contexto sociocultural2. Modelos variopintos y he-
terogéneos que cristalizan en trazas ecológicas, biomédicas, de
sistemas, humanistas o, más recientemente, fenomenológico-
existencialistas3. Estamos, en definitiva, ante diferentes sensibi-
lidades conceptuales, ante patrones centrados en perspectivas
atomistas de la persona, en el entorno como medio físico mani-
pulable, o en contraposición, en visiones holísticas del ser.
Cuidar no es, pues, algo estanco, sino permeable a influencias
externas que, en cierta medida, prefiguran la esencia interna de
la propia disciplina. En este sentido, las migraciones antropoló-
gicas del cuidado no son más que manifestaciones de los mode-

1 Collière, op. cit.


2 Kérouac et al, op, cit.
3 Hernández Garre, J.M; De Maya Sánchez, B; Díaz Cuenca, A.M y Giménez

Fernández, M. (2014). Fundamentos Teóricos de Enfermería. Teorías y Modelos.


Murcia: Editorial Diego Marín.

29
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

ladores teóricos externos que han dibujado sus caracteres. Feed-


back hibridatorio que esferifica la realidad del cuidado, a la vez
que confirma las concepciones primigenias de las que parte
ejemplificando su vertiente aplicada. El cuidado como ciencia
se prefigura, así, a partir de una matriz filoantropológica gene-
ral de cuya influencia dan cuenta las diferentes cosmovisiones
evolutivas de su carácter.
En esta línea, las influencias que en los últimos ciento cincuenta
años han vertebrado los recorridos constitutivos de la ciencia
del cuidado son múltiples y en ocasiones divergentes. Proceso
constitutivo que se inaugura en el siglo XIX con propuestas ca-
tegoriales centradas en el control del entorno físico o en la rea-
lización de actividades rutinarias y técnicas corporales. Se trata
de nociones que parten de la medicina social de Rodolf Vir-
chow, de los principios de la asepsia de Joseph Lister y Louis
Pasteur o de las nociones ecológicas de Florence Nightingale,
para mutar finalmente a su versión más biologicista tras la
difusión de la teoría microbiana de Robert Koch, y la definitiva
transformación de la medicina en una ciencia anatoclínica y
etiopatogénica.
La abertura hacia nociones más holísticas de la persona, traídas
por corrientes de pensamiento como el psicoanálisis culturalis-
ta, la psicología humanista, las terapias centradas en el paciente,
la teoría de sistemas, los modelos de adaptación al estrés, la psi-
coterapia existencial, la pedagogía progresista o los modelos
parsonianos, supondrán un giro hacia perspectivas del cuidado
más integrales, abandonando, en parte, las perspectivas excesi-
vamente biologicistas del pasado. Consecuencia de todo ello el
cuidado se centraría desde mediados de siglo en el cuidado de
la persona en sus tres dimensiones: física, psicológica y social, y
no tanto en la realización de una serie de actividades y técnicas
contingentes, necesariamente arbitrarias si se desligan de la per-
sona.

30
Bases antropológicas del cuidado

Giro hacia la persona que se verá sazonado a partir de los años


setenta con una visión esencial-culturalista del cuidado de la
mano de la incorporación de corrientes de pensamiento como la
teoría de campos, la fenomenología, el existencialismo, los estu-
dios de la conciencia, las nuevas escuelas del aprendizaje o los
enfoques antropológicos de cultura y personalidad. Estamos,
pues, ante todo un arsenal de bases antropológicas que intenta-
remos perfilar a lo largo de este capítulo.

Planteamientos ecológicos y atomistas

La constitución del cuidado como ciencia se produjo durante


las primeras contorsiones de la revolución Industrial. El hacina-
miento propio de una urbanización apresurada traería consigo
la precariedad higiénica y la rápida difusión de enfermedades
infectocontagiosas y laborales ligadas al proceso productivo. En
este contexto, surgió la preocupación por las condiciones socia-
les y económicas ligadas al binomio salud-enfermedad, en otras
palabras, nació un movimiento social centrado en el saneamien-
to ambiental y la mejora de las circunstancias de salubridad de
la población. En este hábitat se generan las primeras ideologías
científicas ligadas al acto de cuidar de la mano de personajes co-
mo Rudolf Virchow, Ignác Semmelweis o Florence Nightingale.
Trazas de pensamiento fundamentalmente ecológicas que bus-
caban recrear las mejores condiciones ambientales para que la
propia naturaleza sane al paciente. A falta de una teoría etioló-
gica que explicará de forma satisfactoria la aparición de las en-
fermedades infecciosas, las condiciones del medio como precur-
soras del mismo eran la piedra angular de unas ciencias de la
salud eminentemente sociales. Los recursos hipocráticos, e in-
cluso paracelsianos, que hacían mención a que la naturaleza
obraba sin maestros cobraban gran relevancia y de su mano
todos los principios de la asepsia. Se construye así una noción

31
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

del cuidado ligada a la actuación sobre el medio ambiente en fa-


vor de una mejor condición física y de salubridad general. Los
recetarios para amas de casa, como el famoso libro “Notas sobre
Enfermería” de Nightingale4, se convierten en recursos habitua-
les cuya misión es enculturar a los ciudadanos sobre la impor-
tancia de las medidas de higiene.
Pero este modelo ecológico del cuidado irá transitando hacia
nociones más atomistas ligadas a la incipiente medicina etio-pa-
togénica y anatomo-clínica esbozada desde finales del siglo
XIX. Prácticamente desde Hipócrates hasta Luis Pasteur se pen-
saba que las enfermedades provenían de un desequilibrio hu-
moral interior del ser humano, no de la entrada de microorga-
nismos exógenos. Esta doctrina empezará a decaer con investí-
gaciones como la de John Snow, en la epidemia de cólera del
barrio londinense del Soho en 1854, cuyas presunciones en con-
tra de la teoría miasmática harían tambalear los principios de la
misma. Principios que se verían definitivamente cuestionados
con la refutación de la teoría de la generación espontánea por
parte de Pasteur, y el desarrollo de los principios de la asepsia
de la mano de Joseph Lister. Y que alcanzarían su aldabonazo
definitivo con la teoría microbiana de Robert Koch al atribuir
por primera vez el desarrollo de las enfermedades infecciosas a
agentes etiológicos externos al individuo. Ésta supuso el punto
de partida para el nacimiento de una nueva ciencia médica or-
ganicista y centrada en la exploración fisio-anatómico-etiológica
de las causas de la enfermedad5. De su mano nacería una nue-
va noción del cuidado centrada en el tratamiento de lo corporal
y en la realización de técnicas al servicio de una ciencia médica
que necesitaba de un gran arsenal de ayudantes para el desarro-

4 Nightingale F. ([1859] 1990). Notas sobre enfermería. Qué es y qué no es. Barce-
lona: Ed. Salvat.
5 Bynun, W.F. (1994). Science and the Practice of Medicine in the Nineteenth Cen-
tury. United States of America: Cambridge University Press.

32
Bases antropológicas del cuidado

llo de su trabajo. En este contexto se difundiría, a lo largo de to-


da la primera mitad del siglo XX, un estándar para los cuidado-
res cuyas características ideológicas pivotaban en torno a la par-
celación del cuidado, el centramiento ontológico en lo biológi-
co-técnico, y la orientación epistemológica hacia la enfermedad
y la práctica médica.
Se trató de dos enfoques ideológicos contrapuestos, en el sentí-
do de que desde el primer supuesto se entendía el cuidado co-
mo un fenómeno ejercido sobre el entorno ecológico, mientras
que en el segundo se concebía como un acto individual practi-
cado sobre los territorios anatómicos. Pese a ello, los dos gira-
ron en torno a un mismo punto de gravedad, la concepción del
cuidado de manera categorial, es decir, su aprehensión como
una especie de catálogo de tareas más preocupado por las ruti-
nas clínicas que por el propio individuo6.
Estamos ante metamorfosis ideológicas que reifican en cosmo-
visiones concretas del acto de cuidar. Ante contorsiones concep-
tuales nutridas por toda una serie de variopintos constructos
teóricos.
Recorridos disimiles que parten de conceptos ecológicos próxi-
mos a la medicina social y de configuraciones categoriales, que
asimilan el cuidado a un catalogo de técnicas instrumentales
atomistas, pero que desde mediados de siglo XX se prestan a un
frenesí evolutivo que desemboca en una visión holística de la
persona. Marco en el que se sitúan las influencias del psicoaná-
lisis culturalista, de la psicología humanista, de la teoría general
de sistemas, de la teoría de la adaptación y el estrés, de la psi-
coterapia existencial, de la pedagogía progresista, de la teoría
sistemáticas de Parson, de los modelos del entorno de Bates o
de la teoría de causas específicas y factores múltiples de la en-
fermedad de Beland. Armazón que supone una apertura del

6 Kérouac et al, op, cit.

33
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

cuidado hacia otras dimensiones de la persona no organoléptic-


as cuyo fin es recoger la complejidad psicosocial que esconde el
acto de enfermar.
Se trata de evoluciones, de nuevos patrones de representación
que a partir de los años setenta se abrirán definitivamente hacia
el mundo al entender cada proceso de salud-enfermedad como
irrepetible, como una realidad que se percibe desde un posicio-
namiento cultural, espiritual y subjetivo único. Orientación que
cobra vida tras la incorporación de ciertos enfoques del campo
de la física, de las propuestas fenomenológicas, existencialistas
y culturalistas, o de nociones como los estudios de la conciencia
de Bentov, del aprendizaje social de Bandura, de los modelos
de valoración de expectativas Feather o de los factores psicote-
rapeúticos de grupo de Yalom. El cuidado se sitúa así definiti-
vamente en el campo de la subjetividad, de la espiritualidad, de
la culturalidad, se convierte en una acto existencial que parte de
la libertad sensitiva y congnoscitiva del individuo.
Las mutuaciones han sido, pues, la constante del cuidado desde
su aparición como disciplina científica, han sido la premisa que
ha guiado los pasos de una materia cada vez más compleja, más
abierta a una nocion irreductible de la persona.

Enfoques psico-sociológicos y de sistemas

El declive de los modelos categoriales comenzaría desde media-


dos del siglo XX, ello supondría el surgimiento de todo un nue-
vo arsenal ideológico para el cuidado fundamentado en la aber-
tura hacia la psiquie y lo social. Metamorfosis no casual sino
fruto natural de las nuevas nociones para el ser surgidas en el
ámbito de disciplinas como las psicología, la sociología, la filo-
sofía o la pedagogía.
El astío producido por el psicoanálisis freudiano y las nuevas
propuestas del psicoanálisis culturalista encabezadas por Harry

34
Bases antropológicas del cuidado

S. Sullivan, que hacían hincapie en la importancia de las relacio-


nes interpersonales en oposición a lo intrapsiquico7, serían el
punto de partida de toda una nueva forma de cuidar menos or-
ganoléptica y más centrada en la exploración de lo psicológico.
En este habitus surgió a mediados de siglo XX la primera alter-
nativa real al modelo ecológico nigthingiano.
El modelo psicológico de Hildergarde Peplau supuso una
auténtica revolución, al desplacer el quehacer de los cuidadores
desde las actividades de saneamiento, ejercidas sobre el medio
ambiente, al cuidado de la psiquie, mediado por una relación
interpesonal terapeútica y significativa. El foco de atención del
cuidado viraba por primera vez desde lo meramente biológico a
lo psicológico, convirtiendose en un intrumento educativo, en
una especie de fuerza de maduración para las personas8.
Pero las nuevas propuestas de integración para el cuidado ex-
perimentarían su punto álgido con la incoporación de las
nociones de la psicología humanista, o tercera fuerza, desarro-
lladas por autores como Abraham Maslow, Carl Rogers o Fritz
Perls.
La noción maslowniana de la motivación humana, como fruto
de una jerarquía de necesidades cuya satisfacción lleva al bien-
estar y la independencia9, calaría hondo en las modernas filo-
sofías del cuidado surgidas desde mediados de siglo. Quizás el
mayor exponente de esta aplicación conceptual fue el modelo
de necesidades de Virginia Henderson y su reinterpretación del
cuidado como acto de suplencia en pro de la independencia del
paciente10, pero también está presente en la satisfacción de los

7 Sullivan H.S. (1953). Interpersonal Theory of Psychiatry. New York: W. W.


Norton & Company.
8 Peplau, H. E. (1952). Interpersonal relations in nursing. New York: G. P. Put-

nam & Sons.


9 Maslow A. (1954). Motivation and Personality. New York: Harper & Brothers.
10 Henderson V. (1960). Basic Principles of Nursing Care. Geneva: International

Council of Nurses.

35
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

requisitos de autocuidado de Dorothea Orem como medio de


alcanzar el bienestar11, en los veintiun problemas de Faye Glenn
Abdellah como marco operativo para las praxis subyacente a
las necesidades humanas12 o incluso en las acciones reflexivas y
deliberativas de Ida Jean Orlando como medio de ayuda para
que las personas determinen y satisfagan sus necesidades13.
Otras aportaciones de la psicologìa humanista como la terapía
centrada en el paciente de Carl Rogers también tendrían su in-
fluencia en el paulatino desarrollo de una enfermería más
centrada en el paciente, en oposición al clásico centramiento en
las rutinas clínicas. En este sentido, la nocion de la terapia como
proceso autodirectivo, y el papel del terapeúta como consegui-
dor de una relación promotora de la capacidad natural e
inherente del paciente de desarrollarse de manera constructiva,
se dejan ver en las nuevas propuestas del cuidado14. En esta lí-
nea se sitúa el modelo de esencia, cuidado y curación de Lydia
Hall, y su especial hincapié en el proceso de enseñánza/apren-
dizaje con el paciente como camino seguro para conseguir la
autorealización, rehabilitación y mejora de la autoestima de és-
te15. De otro lado, también emergen ciertas nociones de la tera-

Henderson V. (1966). The Nature of Nursing: A Definition and Its Implications


for Practice, Research, and Education. London: Macmillan.
11 Orem D. (1993). Modelo de Orem. Conceptos de enfermería en la práctica. Barce-

lona: Ed. Masson-Elsevier.


12 Adellah F.G y Levine E. (1960). Patient-centered approaches to nursing. Lon-

don: Macmillan.
Adellah F.G y Levine E. (1965). Better Patient Care Through Nursing Research.
London: Macmillan.
Adellah F. G y Levine, E. (1994). Preparing for nursing research in the 21st cen-
tury: Evolution, methodologies, challenges. New York: Ed. Springer.
13 Orlando, I.J. (1961). The Dynamic Nurse-patient Relationship: Function, Process,

and Principles. New York: G.P. Putnam´s Sons.


14 Rogers, Carl R. (1954). On Becoming a Person: a Therapist’s View of Psychothe-

rapy. Boston: Houghton Mifflin


15 Hall. L. E. (1964). Nursing: What is it? The Canadian Nurse, 60: 150-154.

36
Bases antropológicas del cuidado

pia Gestaltiana de Fritz Perls, sobre todo las relacionadas con la


homeostasis vital como un proceso de mantenimiento del equi-
librio cuando las condiciones varían, y la visión de la conducta
del individuo como un reflejo de la relación entorno-organis-
mo16. Extremo que autoras como Betty Neuman plasman en su
modelo de sistemas, aplicando las nociones Gestaltianas de en-
tropía y negentropia como proceso de destrucción y reconstru-
cción de las lineas naturales de defensa del ser humano ante las
fuerzas intra, inter y extrapersonales17.
Otra de las fuentes de influencia de mayor difusión en las pro-
puestas de integración es la aplicacion de la teoría general de
sistemas al marco del cuidado. Se trata de una nueva forma de
contemplar las realidades que reemplaza el clásico esquema
newtoniano de ciencia para explicar los objetos de investigación
en su complejidad, contemplando la sinergía de la unión de las
partes a través de la incorporación de la noción de sistema18. El
nuevo esquema de ciencia encontraría variopintas formas de
expresión en el ámbito del cuidado: desde la propuesta mera-
mente intrumental de sistemas de compensación total, parcial o
de apoyo educativo de Orem19, pasando por su aplicación al
concepto holístico de la persona que se observa en autoras
como Dorothy E. Johnson y su representación del paciente co-
mo un sistema-conductual constituido por siete subsistemas –
realización, afiliación, agresión-protección, dependencia, inges-

16 Perls F. (1969). Gestalt Therapy Verbatim. Lafayette: Real People Press.


17 Neuman B. (1982). The Neuman Systems Model. Application to nursing edu-
cation and practice. New York: Appleton & Lange.
18 Bertalanffy L.V. (1968). General System theory: Foundations, Development,

Applications. New York: George Braziller.


19 Orem D. (1971). Nursing: concepts of Practice. New York: McGraw-Hill.

Orem D. (1973). Concept Formalization in Nursing: Process and Product. Boston:


Little, Brown

37
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

tión, eliminación y sexo-20, o en el concepto de Betty Neuman


de sistema-cliente compuesto por cinco variables –fisiológica,
psicológica, sociocultural, del desarrollo y espirirtual-21, o en la
representación de Callista Roy del paciente como un sistema-
humano formado por dos subsitemas; el primario o de afronta-
miento y el secundario formado por cuatro modos de adapta-
ción –fisiológico, interdependencia, autoconcepto y función de
rol-22, o finalmente en otras plasmaciones como la de Imogene
King y su representación de la interación clinica como un siste-
ma enfermera-paciente en el que partiendo de percepciones, jui-
cios y acciones individuales se transita hacia reacciones, inte-
rraciones y transaciones en aras de una mutua consecución de
objetivos23.
En este paradigma del cuidado también se vislumbra la influen-
cia de Harry Helson y su noción de la adaptación ante los cam-
biantes estimulos del entorno -focales, contextuales y residua-
les- como una respuesta postiva mediada por el contexto y el
jucio subjetivo que el individuo hace de éste24. Propuestas que
suscribe Callista Roy al entender la función del cuidado como
un mediador positivo entre los estimulos del contexto y la res-

20 Johnson, D.E. (1980). The behavioral system model for nursing. In J.P. Riehl & C.
Roy (Eds.), Conceptual models for nursing practice (pp. 207– 216). New
York: Appleton Century Crofts.
21 Neuman B., op cit.
22 Roy C. (1984). Introduction to nursing, an adaptation model. United Estates: Ed.

Prentice Hall.
Roy C. (1991). The Roy adaptation model: the definitive statement. Norwalk,
Conn.: Appleton & Lange
23 King I.M. (1971). Toward a theory of nursing: General concepts of human beha-

vior. New York: John Wiley & Sons.


King I.M (1981). A theory for nursing: Systems, concepts, process. New York:
John Wiley & Sons.
24 Helson, H. (1964). Adaption-level Theory: An experimental an Systematic Appro-

ach to behavior. New York: Harper & Row.

38
Bases antropológicas del cuidado

puesta de adaptación del paciente25. En la misma línea se situa


la propuesta de adaptación al estrés de Hans Seyle, y su noción
de resistencia al mismo a través de tres etapas: alarma, adapta-
ción y agotamiento o desadaptación26. Representación que sus-
criben autoras como Betty Neuman al hablar de tres fuerzas es-
tresantes que pueden afectar al paciente: intra, inter y extra-
personales27, o Myra E. Levine cuando habla de que la capa-
cidad de adaptación depende de cuatro niveles de integración:
lucha, respuesta inflamatoria, respuesta al estrés y conocimien-
to perceptivo28.
Otra de las nociones que se observa en esta cosmovisión del cui-
dar son las traídas por la logoterapia de Victor Frankl y la psi-
coterapia existencial Rollo May y Irvin D. Yalom. La tercera es-
cuela vienesa de psicoterapia desarrollada por Frankl viene a
ofrecer alternativas al psicoanálisis freudiano o a la escuela de
psicología individual de Adler. Mientras Freud se apoya en la
voluntad de placer y Adler en la de poder, Frankl lo hacen en la
de sentido, proponiendo un esquema psicológico en el que la
búsqueda del sentido de la existencia es la fuente primaria de
motivacion para la persona29. Por su parte May o Yalom desa-
rrollan un enfoque terapeútico más filosófico que médico, en el
sentido de que sus propuestas parten de las filosofías fenome-
nológico-existenciales. Desde esta atalaya conciben al ser huma-
no como un ente en continua evolución e interación con un me-
dio cambiante, como un ser-en-el-mundo que ha de desarrollar

25 Roy C. (1984), op. cit.


26 Selye H. (1956). The stress of life. New York: Ed. McGraw-Hill.
27 Neuman B.., op. cit.
28 Levine M. E. (1969). Introduction to clinical nursing. Philadelphia: F. A. Da-

vis.
Levine M. E. (1996). “The conservation principles: A model for health”. In K.
Schaefer & J. Pond (Eds.). Levine´s Conservation Model: A framework for nur-
sing practice. Philadelphia: F. A. Davis, pp: 1-11.
29 Frankl V. (1990). Logoterapia y análisis existencial. Barcelona: Herder.

39
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

continuas respuestas. El objetivo de esta psicoterapia es pues


clarificar y aumenter el nivel de compresión de la existencia a
ojos de la propia persona que lo vive30. Se trata de una cosmo-
visión del ser en clave de sentido existencial que sucriben auto-
ras del cuidado como Joyce Travelbee y su modelo de relación
persona a persona. Travelbee considera que el principal rol del
cuidador es ayudar al individuo, familia o comunidad a prevé-
nir y hacer frente a la experiencia de la enfermedad y el sufri-
miento y, en su caso, a encontrar un sentido personal construc-
tivo a estas experiencias. La relación cuidador-cuidado es un
proceso interpersonal mediado por un proceso de revelación de
identidades que, desde el respeto mutuo a la existencia del otro,
debe conducir a un proceso de empatía y simpatía en pro de
una transferencia o compenetración existencial entre ambos31.
También se vislumbran en esta concepción del cuidar las in-
fluencias de las propuestas de John Dewey y su pedagogía pro-
gresista, en el sentido de que se concibe que no existe un
método cerrado en la educación, sino que su praxis implica un
manejo inteligente de los asuntos, un apertura a la deliberación
del educador ante las diferentes situaciones que se presentan y
los disimiles cursos de acción que requiere cada proceso educa-
tivo32. Noción usada por autoras como Ida Jean Orlando en su
visión del cuidado como un proceso deliberativo no cerrado
que precisa de acciones reflexivas, guiadas por el pensamiento,
en oposición a las automáticas o instintivas, guiadas por los
sentimientos del cuidador33. En la misma línea se palpa también
la influencia de la teoría del conocimiento del propio Dewey y

30 Yalom I.D. (1984). Psicoterapia existencial. Barcelona: Herder.


31 Travelbee, J. (1971). Interpersonal aspects of nursing. Philadelphia: Ed. F.A.
Davis.
32 Dewey J. (1916). Democracy and education. An introduction to the philosophy of

education. London: Macmillan.


33 Orlando, I.J. (1961). op cit.

40
Bases antropológicas del cuidado

Arthur Bentley que sitúa el problema del conocimiento en el


uso impreciso de los conceptos en el campo de la epistemología
y la lógica, ineficiencia que se refleja en los tres niveles históri-
cos de presentación: autoacción, interacción y transacción. De lo
que deviene que todos los conocimientos, provengan del sentí-
do común o científico, estén sujetos a continua investigación,
examen y revisión34. Partiendo de este esquema autoras como
Imogene King representa el cuidado como un sistema de
interacción enfermera-paciente que partiendo de las percepcio-
nes, juicios y acciones de cada uno de los miembros del binomio
de relación se producen reacciones, interacciones y, en último
lugar, transacciones que llevan a la consecución de los objetivos
de los pacientes35.
En otro campo del saber se sitúan las influencias de la teoría sis-
temática de Talcott Parson y su noción de la sociedad como un
ente que tiende hacia la regulación a tres niveles: el sistema cul-
tural, que engloba todo y regula las orientaciones, el social, que
comprende los medios y las condiciones de realización, y el per-
sonal, en el que se ubican los actores y sus necesidades indivi-
duales36. Noción usada por autoras como Dorothy E. Johnson al
concebir al paciente como un sistema personal, influido por
toda una serie de factores estresantes socio-culturales externos,
que en condiciones de salud tiende al equilibrio y a la reali-
zación de conductas organizadas y predecibles37. En el marco
de los modelos del entorno se sitúa también el influjo de la pro-
puesta de Bates y sus tres niveles: perceptivo, constituido por
las características del mundo que los individuos pueden sentir,

34 Dewey J. y Bentley A. (1949). Knowing and the known. Boston: Beacon Press.
35 King I.M. (1971). Toward a theory of nursing: General concepts of human beha-
vior. New York: John Wiley & Sons.
King I.M (1981). A theory for nursing: Systems, concepts, process. New York:
John Wiley & Sons.
36 Parson T. (1951). The social system. Glencoe (Illinois): The Free Press.
37 Johnson, D.E. (1980), op. cit.

41
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

operacional, que incluye todo aquello que afecta físicamente, al


ser independientemente de su percepción, y el conceptual, inte-
grado por los patrones culturales transmitidos a través del len-
guaje, el pensamiento o la historia38. Modelo que se deja ver en
la propuesta de conservación de Myra E. Levine al concebir
que la integridad de los individuos depende de su reacción
integral y única a los retos del entorno, y su concepción de éste
en el mismo sentido que Bates, es decir como un ente estruc-
turado a tres niveles: perceptivo, operacional y conceptual39.
Por último, cabe también destacar la influencia de la teoría de
causas específicas y factores múltiples de la enfermedad de Be-
land, y su visión de que los desarrollos históricos influyen en
las nociones que se tienen de la enfermedad, cambiando las
ideas que las personas tienen sobre ésta con el paso del tiem-
po40. Noción que se entrevé también en la característica históri-
ca que Levine otorga al proceso de adaptación a la enfermedad,
en el sentido de que considera que ésta es histórica y específica
desarrollando cada especie patrones de respuesta diseñados
para garantizar el éxito de las actividades básicas de la vida41.

Perspectivas fenomenológico-existencial-culturalistas

Los modelos de integración sufrirían una transformación a par-


tir de los años setenta de la mano de la incorporación de con-
ceptos postmodernistas, antimaterialistas, fenomenológicos,
existencialistas y culturalistas. Transito que supuso una apertu-
ra social hacia al mundo en el sentido de que se empezó a con-
cebir cada fenómeno de salud-enfermedad como único, como

38 Bates, M. A. (1967). Naturalist at large. Natural History, 76 (6), 8-16.


39 Levine M. E. (1969), op. cit.
Levine M. E. (1996), op. cit.
40 Beland I. (1965). Clinical nursing: Pathophysiological and psychosocial implica-

tions. New York: Macmilllan.


41 Levine M. E. (1969; 1996), op. cit.

42
Bases antropológicas del cuidado

un proceso exploratorio nutrido por las experiencias e influen-


cias culturales de cada persona.
En este habitus gnoseológico se empiezan a integrar propuestas
rupturistas, teorías provenientes de ámbitos tan dispares como
la física, como es el caso de la teoría de campos electromagné-
tica y gravitatoria, incorporada por autoras como Martha E. Ro-
gers al ámbito del cuidado, al concebir a la persona y su entor-
no como dos campos de energía irreductibles, indivisibles y
pandimensionales asimilados a un patrón idiosincrático42. O la
teoría de David Bohm que propone que todos lo que sucede lo
hace en un orden implicado que va más allá de las leyes proba-
bilísticas que rigen el comportamiento cuántico de las partí-
culas43, y que incorporaría Margaret A. Newman en su postu-
lado de que la enfermedad es una manifestación del patrón de
salud44.
Pero al margen de estas extravagantes influencias positivistas,
los principales influjos de esta cosmovisión vinieron de discipli-
nas humanísticas como la filosofía o la antropología, y en con-
creto de corrientes ideológicas como la fenomenología, el exis-
tencialismo o el culturalismo.
La fenomenología y su discriminación entre los hechos (fenó-
menos) y el ámbito en el que se hacen presentes (la conciencia),
es decir entre ese insondable abismo que hay entre lo que las
cosas son y cómo cada persona las percibe45, abrió definitiva-
mente el camino de la subjetividad en el arte de cuidar, en el

42 Rogers M. E. (1970). An Introduction to the theoretical basis of nursing. Phila-


delphia: Ed. F.A. Davis
43 Bohm, D. (1980). Wholeness and the Implicate Order. London: Routledge.
44 Newman M. A. (1994). Health as expanding consciousness. Burlington: Jones

and Bartlett Publishers.


Newman M. A. (1995). A developing discipline: Selected work of Margaret New-
man. New York: National League for Nursing Press.
45 Husserl E. (1959). Fenomenología de la conciencia del tiempo inmanente. Buenos

Aires: Ed. Nova.

43
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

sentido de que una misma situación de salud-enfermedad pue-


de ser percibida de forma muy distinta por cada paciente, lo
que implica la necesidad de individualizar los cuidados. En esta
nueva apertura hacia el mundo y la individualidad de la per-
sona se sitúa también el existencialismo y su reconocimiento de
la primacía de su existencia, en cuanto ser-en-el-mundo, frente
a su esencia, su noción de falsa existencia si se renuncia a la li-
bertad, asimilando la carencia de libertad con la carencia de una
existencia real46. Nociones que vendrán a reivindicar la autono-
mía del paciente frente a cualquier circunstancia de salud-enfer-
medad, y su derecho a decidir durante todo el proceso con-
valeciente.
Se trata de corrientes de pensamiento que plasman a la perfe-
cción autoras como Jean Watson y su noción del paciente como
un “ser en el mundo” inmerso en un entorno constituido tanto
por la realidad externa como por su marco de referencia sub-
jetivo, fenomenológico e interno, por su percepción de sí mis-
mo, sus creencias y expectativas, siendo su salud un estado sub-
jetivo que tiene que ver con la unidad y armonía entre la mente,
el cuerpo y el alma47. O también en perspectivas teóricas como
la de Rosemarie Rizzo Parse y su concepto de la evolución hu-
mana como un proceso que surge de la relación entre los
fenómenos y la interpretación que el psiquismo o la conciencia
hace de ellos, en definitiva como un proceso cuyo significado
emerge de cada situación concreta (coconstitución) como conse-
cuencia de la relación con los demás (coexistencia)48.

46 Heidegger, M. (1927). Being and time, New York: State University of New
York Press.
Sartre, J.P. (1943). L'Être et le néant. París: Éditions Gallimard.
47 Watson J. (1979). Nursing: the philosophy and science of caring. Boston: Little,

Brown.
Watson J. (1999). Postmodern Nursing and Beyond: Refining nursing for the 21st
century. New York: Ed. Elsevier Health Sciences.
48 Parse R. R. (1981). Man-living-health : a theory of nursing. New York: Wiley.

44
Bases antropológicas del cuidado

Otra de las influencias cumbre de esta perspectiva es el cultura-


lismo, y sobre todo las aportaciones de ciertas corrientes antro-
pológicas como la de «cultura y personalidad» encabezada por
autores como Franz Boas, Ruth Benedict, Margaret Mead o Ral-
ph Linton. Se trata de formas psicológicas del funcionalismo
que relacionan las creencias y prácticas culturales con la perso-
nalidad individual, y la personalidad individual con las creen-
cias y prácticas culturales, abriendo así el camino a la disimiles
interpretaciones de los fenómenos de salud-enfermedad en fun-
ción de la matriz cultural de origen49. Visión encarnada por la
teoría de la transculturalidad de los cuidados de Madeleine Lei-
ninger y su intento por comprender las diferencias y similitudes
en cuanto a los cuidados y las creencias de salud-enfermedad
entre diferentes culturas, en pro de suministrar cuidados cultu-
ramente congruentes50.
En otro orden se sitúan los influjos de nociones como los estu-
dios de la conciencia de Izhak Bentov y su representacion de la
vida como un proceso de expansión de la misma51, la teoría del
aprencizaje social o bicario de Albert Bandura y su visión del
aprencizaje como una combinación de factores sociales y psi-
cógicos que precisa de tres procesos: retención, reproducción y
motivazión52, los modelos de valoración de expectativas de la

Parse R. R. (1999). Hope: An international human becoming perspective. Sudbu-


ry, MA: Jones and Barrett.
Parse R. R. (2000). Into the new millennium. Nursing Science Quarterly, 13(3).
49 Linton R. (1945). The Cultural Background of Personality. New York: Apple-

ton-Century Crofts
50 Leininger M. M. (1970). Nursing and anthropology; two worlds to blend. New

York: Wiley
Leininger M. M. (1978). Transcultural nursing: concepts, theories, research and
practices. New York: Wiley.
51 Bentow I. (2000). A Brief Tour of Higher Consciousness. A cosmic book on the

mechanics of creation. Canada: Ed. Desting Books.


52 Bandura, A. (1986). Social foundations of thought and action: a social cognitive

theory. Englewood Cliffs: Prentice-Hall.

45
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

motivación humana de Norman T. Feather y su noción de una


motivación condicionada por la disectriz entre la esperanza de
éxito y el temor al fracaso53, o la descripción de los once factores
psicoterapeuticos que operan en las dinámicas de grupo de
Irvin Yalom54. Dispares influencias que aplican al ámbito del
cuidado autoras como Margaret A. Newman, al describir el
proceso salud-enfermedad como un camino de los pacientes ha-
cia una mayor compresión de sí mismos55, Nola J. Pender, al
considerar el cuidado como un proceso de aprendizaje mediado
por una serie de factores cognitivos-perceptivos de los indivi-
duos que influyen en la probabilidad de comprometerse a con-
ductas promotoras de la salud56, o Jean Watson y su noción de
la practica enfermera basada en diez factores de cuidado: for-
mación de un sistema de valores humanístico altruista, infundir
fe-esperanza, cultivo de la sensibilidad, desarrollo de una rela-
ción de ayuda-confianza, promoción y aceptación de la expre-
sión de los sentimientos positivos y negativos, utilización siste-
mática del método de resolución de problemas, promoción de
la enseñanza-aprendizaje interpersonal, provisión de un entor-
no de apoyo y protección, asistencia en la satisfacción de las ne-
cesidades y tolerancia a las fuerzas fenomenológicas57.

53 Feather N.T. (1982). Expectations and actions: Expectancy-value models in psy-


chology. Hillsdale: NJ: Lawrence Erlbaum Associates.
54 Hales R. E. (2004). Yudofsky S.C. Tratado de psiquiatría clínica.(4ª Ed). Barce-

lona: Ed. Masson.


55 Newman M. A. (1994; 1995), op. cit.
56 Pender N.J. (1982). Health promotion in nursing practice. New York: Appleton-

Century-Crofts.
57 Watson J. (1979; 1999), op. cit.

46
Corrientes del cuidado

Capítulo 3
Corrientes del cuidado

De la multiplicidad de bases antropológicas que sustentan el


acervo conceptual compartido del cuidar surgen auténticas co-
rrientes ideológicas. Se trata de perspectivas que priman unas
grafías gnoseológicas en detrimento de otras, situando el punto
de gravedad de su representación colectiva en disímiles dimen-
siones del mismo. De ello deviene una tendencia clasificadora
que tiende a parcelar el común denominador del cuidado en es-
pacios de representación y ejercicio de la práctica que suponen,
a su vez, formas cristalizadas de acción de los postulados ideo-
lógicos de origen. En realidad se trata de una manera de reducir
a lo particular la dimensión irreductible de una necesidad in-
manentemente humana, de una forma de clasificar en estratos
la inextricable complejidad de un fenómeno que cuesta abordar
desde su inabarcable globalidad. En este esfuerzo de concreción
que supone el afán compilador se materializan diferentes mo-
delos clasificatorios, formas de parcelación que responden a la
disidencia de sus propios axiomas. Terreno en el que el acto de
cuidar a tendido a agruparse en paradigmas, escuelas o tenden-
cias en función de sus bases antropológicas. Profundicemos,
pues, en cada una de estas formas de codificación.

Paradigmas del cuidado

El concepto cotemporaneo de paradigma parte de la idea Kuhn-


tiana que sitúa la práctica ciéntifica en corrientes teóricas de

47
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

pensamiento de las que devienen disimiles formas de praxis1.


Planteamiento que ha tenido su expresión en toda una vertiente
academicista que tiende a inventariar los fenómenos de estudio
en función de las corrientes de pensamiento que las alimentan.
En esta línea el cuidado también ha sido catalogado por teóricas
como Suzanne Kérouac2 en diferentes paradigmas, planteando
tres formas de significarlo: categorización, integración y trans-
formación.
Categorización
Se trata de una representación del acto de cuidar que lo situa en
coordenadas de inventariado de praxis, es decir de una forma
de entenderlo que limita su complejidad a una serie de catego-
rías asistenciales a realizar sobre el entorno o la persona. El cui-
dado quedaría, pues, reducido a una especie de cartera de ser-
vicios o técnicas dirigidas a garantizar la seguridad o el confort
de la dimensión física del binomio persona-entorno. El centro
de actuación no es, pues, la persona, sino toda un catalogo de
prácticas biológicas a realizar sobre la misma o el medio.
Estamos ante una ideación sustentada por premisas atomistas
que priman la comprensión del ser desde su vertiente más orgá-
nica, somatizando ideológicamente la concepción del cuidar. De
grafías que parten de una visión simplificada de la salud que la
sitúa en la ausencia de una enfermedad física, obiando otras di-
mensiones más holísticas de lo humano. Son codigos funda-
mentalmente biomédicos surgidos de la medicina experimental
de finales del siglo XIX, y que sitúan su centro de gravedad en
la visión social de Virchow, en la teoría microbiana de Koch o
en los principios de la asepsia de Lister.
La hegemonía de esta vision parte de una realidad epidemio-
lógica de entre siglos marcada por la prevalencia de las enfer-

1 Kuhn, op. cit.


2 Kérouac et al, op, cit.

48
Corrientes del cuidado

medades infecciosas y la alta mortalidad infantil, de lo que de-


viene su marcado sesgo hacia el control de lo biológico en detri-
miento de otras dimensiones de la corporalidad. El espiritu in-
ventarial es el común denominador que marca esta forma de
ver el cuidado, pese a ello dentro de este paradigma se pueden
distinguir tanto histórica, como epistemológicamente, dos
orientaciones distintas, una centrada en la salud pública y otra
en la enfermedad y la práctica médica.
- Orientación centrada en la salud pública
Su emergencia histórica se produce en el marco de la transición
entre la ilustración y la contemporaneidad, y está caracterizada
por la necesidad de mejorar la salubridad y control de las enfer-
medades infecciosas en los medios clínicos y comunitarios. Co-
rresponde con una noción social de la salud que pretenden
mejorar las condiciones de las personas a través de la interven-
ción sobre el medio que los circunda, con una praxis clínica
smmelweisoniana que, sin filiar aún el origen microbiano de la
enfermedad, carga las tintas sobre el control del entorno físico.
El sujeto se concibe como un ser que puede cambiar y controlar
las situaciones, sobre todo las ligadas a los elementos externos
de la persona válidos para recuperar la salud y prevenir la en-
fermedad. La naturaleza biológica de las cosas tiene impresa en
sí misma el remedio para las enfermedades, por lo que la clínica
se debe poner al servicio de está a través de la promoción de en-
tornos saludables. El cuidado queda relegado a la realización de
una serie de práxis y reglas aprendidas en pro de un medio fa-
vorable a la propia naturaleza subsanadora del doliente.
En esta vertiente se sitúan todos los planteamientos del cuidar
cuyo nudo gordiano es el control del entorno, posicionamientos
cuya mayor exponente es Florence Nightingale y su marcado
interés por el control del medio ambiénte como agente sanador
de la enfermedad. Postura que materializaría en el conflicto bé-

49
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

lico de Crimea, evidenciando que un cuidado de calidad es el


basamen sobre el que debe partir cualquier planteamiento serio
de curación3.
- Orientación centrada en la enfermedad y unida a la práctica
médica
El “habitus” narratológico del que parte esta orientación es la
constación contemporánea del origen microbiano de las enfer-
medades infecciosas, y su ulterior centramiento en una visión li-
neal que da prelación a la búsqueda del factor etiogénco y cau-
sal de la mismas. Se trata de una concepcion individual de la
enfermedad que ha marcado la primera mitad del siglo XX, de-
jando de lado otras dimensiones del cuidar ligadas a la preven-
ción, la psique o lo social. El individuo ha sido diseccionado
desde nociones cartersianas de todo lo ajeno a lo orgánico, con-
virtiéndose, así, en un sumatorio de sistemas y orgános implica-
dos en su funcionamineto global. El entorno irrumpe como algo
desligado e independiente de la persona, como algo manipula-
ble en tanto que la salud es reducida a una simple silencio bio-
lógico. El cuidado cobra aquí todo su sentido categorial, en el
sentido de que queda reducido a un compartimiento estanco de
técnicas al margen del monopolio teórico, queda únicamente
centrado en la enfermedad.
Cobra vida, pues, una representación del cuidado cuya piedra
angular es la actuacion sobre la res extensa, todo un inventario
de praxis desligadas de cualquier noción teorica que les de uni-
formidad. De manera que el desarrollo disciplinar de su ver-
tiente ideológica carece de sentido en el marco de unas coor-
denadas eminentemente prácticas. De ello deviene que no exis-
tan construcciones conceptuales ni modelos que avalen esta for-

3 Hernández Garre, J.M y De Maya B. (2018). Historia del cuidado. Enferme-


ras/os, practicantes y matronas. Granada: Círculo Rojo.

50
Corrientes del cuidado

ma de cuidar, ya que su ideosincrasia se dibuja precisamente al


margen de la teoría.
Integración
El elemento vertebrador de esta perspectiva es la adopción de
nociones holísticas del ser que prolongan y evolucionan la no-
ción orgánica anterior. En esta línea las visiones esclusivamente
atomistas se van transformando en orientaciones dirigidas ha-
cia una concepción global de la persona como centro de la prác-
tica del cuidado.
Se trata de una forma de ver sustentada en premisas psico-so-
ciológicas cuyo objetivo es reintegrar la noción del ser al cariz
de complejidad que le da su multidimensionalidad. Desde estas
posturas el concepto de salud se complejia intengrando sus
dimensiones no objetivables, su logro depende ahora del máxi-
mo nivel de bienestar físico, pero también psicologico y social,
que permiten los factores globales en los que el sujeto vive in-
merso. La salud no se reduce a su vertiente orgánica, sino que
transpasa esa realidad para integrar otras circunstancias no in-
dividuales como el medio ambiente, el estido de vida, los siste-
mas sanitarios, o las representaciones culturales colectivas.
El medio de cultivo en que germina esta noción parte de la clara
transición hacia la prevalencia de enfermedades crónicas que se
da a partir de los años cincuenta, tras la difusión y asentamien-
to del uso de la penicilina. Sin embaro, su abstración ideológica
va más allá de una realidad contextual, para situarse en el desa-
rrollo, desde principios de siglo, de toda una doctrina teorética
psicologicista que había peregrinado a través de diferentes es-
cuelas como el psicoanalisis, el conductismo o el humanismo.
Tendencias de la que dan testimonio la asunción por parte de la
noción del cuidar de conceptos derivados de teorías de la moti-
vación, el desarrollo, la adaptación o los sistemas. En este pul-
mento cobra vida una noción no lineal de la persona que privi-

51
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

legia sus dimensiones perdidas integrándolas en un entorno


que transciente las coordenadas de lo meramente físico. Noción
de sistemas desde la que el todo es concebido como algo que va
más alla de la suma de organos o sistemas, desde la que el con-
texto en el que se produce el fenómeno de salud-enfermedad
cobra capital importancia en aras de una mayor comprensión
del mismo.
Se trata de un proceso de transición en el que teóricas como Pe-
plau, Henderson, Orem, Jhonson, Travelbee, Orlando, King,
Wiendebach, Levine o Neuman adoptan postulados prove-
nientes de otras ciencias en aras de una comprensión más holís-
tica del proceso del cuidar4. Desde estos planteamientos se con-
templa la red densa de interrelaciones que se producen entre las
diferentes dimensiones de la persona, y entre éstas y el conjunto
de estimulos externos. La salud adquiere identidad propia, per-
diendo su subordinación a la enfermedad, entendiendo que am-
bas interaccionan en un proceso continuo de hibridación diná-
mica. Mientras el cuidado pierde su cariz categórico para abrir-
se al capital enrequicedor que supone integrar aspectos teóricos
derivados de nociones como la adaptación, los autocuidados, la
satisfacción de las necesidades o la representación en clave de
sistemas.
Lo que aquí se acontece es, pues, un reintegración de la tradi-
cional excisión cartesiana entre la rex cogitans y soma, un tran-
sición hacia coordenadas holísticas que rompe con la tradicción
anterior de limitar el cuidado a un inventariado de praxis. La
praxis cobra vida desde esta noción como una manifestación fi-
nal de un proceso reflexivo sustentado en una perspectiva teóri-
ca concreta. La realidad del acto de cuidar no se dibuja ahora al
margen de la teoría, sino que muy al contrario es una manifes-
tación práctica de la misma.

4 Marriner y Raile, op. cit.

52
Corrientes del cuidado

Transformadora
El común denominador de esta forma de ver el cuidado es la in-
tegracion de las realidades subjetivas ligadas a la experiencia de
salud. Éste deja, pues, de responder a pautas establecidas, ya
sea atomistas o multidimiensionales, para abrirse al capital in-
dividualizador que supone la ineludible diferenciación de la en-
carnación de una misma realidad en diferentes personas.
El acto de cuidar se ve influenciado por las formas de ver pro-
venientes de corrientes como la fenomenología, el existencialis-
mo o el culturalismo. Interpretaciones ligadas a un marcado an-
timaterialismo que prentende deslindar de una vez por todas
los reduccionismos ontológicos ligados al ser. La salud deja de
ser un concepto definido por la ciencia desde premisas orgáni-
cas, para convertirse en una experiencia personal e intransfe-
rible que obedece a la forma en que cada individuo la interpreta
dependiendo de su bagaje cultural, su experiencias previas y
expectativas de salud. Se trata, pues, de un proceso dinámico y
subjetivo que se construye desde las propias representaciones
sociales del afectado, de una experiencia única en el sentido de
que no puede parecerse a otra desde el mismo momento que se
construye desde la perspectiva individual. A la integración de
la perspectiva multidimensional del paradigma anterior, se su-
ma ahora el cariz derivado la propia hermenéutica de la perso-
na, se suman las dimensiones colectivas ligadas a la subjetivi-
dad que aporta una encarnación de la experiencia matizada por
factores educativos y culturales.
El contexto social e ideológico que propicia esta forma de sentir
las experiencias del binomio salud-enfermedad es el de la con-
tracultura postmodernista de finales de los sesenta. Configura-
ciones de reveldía contra los aximas clásicos que ponen en en-
tredicho las estructuras desde las que se construyeron las ins-
tituciones modernas, en un especie de intento antimaterialista
que quiere edificar una nueva realidad desde la crítica social. Se

53
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

trata de una orientación de apertura hacia el mundo, de un


cambio sin precedentes desde los que se construyen nuevos
conceptos del ser que implican la asunción de su insoslayable
indivisibilidad e indisolublidad del universo en el que se allá
imerso. Persona y entorno son una realidad cambiante y en
relación constante y sumultanea que no conece más límites que
la infinitud del cosmos. El salud es un valor que cada persona
vive desde su propia perspectiva, pero a la vez es un factor mo-
triz para el cambio. El cuidado debe dirigirse pues a la consecu-
ción del bienestar de la persona tal y como ella lo defina, por lo
que cualquier actuación debe partir del respeto de su autono-
mía intentando sumar en ese proceso de desarrolo del propio
potencial humano.
Estamos ante una nueva reinterpretación, ante una nueva vuel-
ta de tuerca en la que teóricas como Rogers, Watson, Newman,
Pender, Leininger, Spector o Parse incorporan las coordenadas
provenientes de la teoría de campos, la terapía centrada en el
paciente, los principios de expansión de la conciencia, la teoría
del aprendizaje social, los postulados boasianos o las perspec-
tivas de cotranscendencia5. La experiencia vital cobra identidad
desde su asunción transformadora, en el sentido de que se cons-
truye desde el concepto de maduración, desde una visión evo-
lutiva que atraviesa todo el proceso existencial de la persona.
Libertad y autonomía transcienda lo meramente operacional,
para convertise en el nucleo capital desde el que cobra sentido
cualquier actuación clínica, el respeto a la individualidad de la
persona es, pues, el tejido desde el que se representa esta nueva
forma de sentir el cuidado.
De esta manera el prisma tranformador no supone una simple
prolongación de las perspectivas anteriores, sino una profunda
metamorfosis en la que las perspectivas somaticas, e incluso de

5 Marriner y Raile, op. cit.

54
Corrientes del cuidado

las holísticas, son superadas por una nueva forma de ver y sen-
tir marcada por la perspectiva hermenéutica. Se trata de una
ruptura con un paradigma anterior que aún pretendía construir
las realidades desde análisis científico e institucional, para caer
rendido ante la inextricable complejidad de la subjetividad del
ser.

Escuelas del cuidado

En ese flujo teorético edificador que va de las bases antropológi-


cas a las corrientes de pensamiento existen niveles de concre-
ción. Si bien los paradigmas representan la matriz general que
emana de la primera aproximación clasificadora, éstos deben y
pueden ser matizados con la descripción de diferentes flujos
conceptuales que caractericen las diferencias desprendidas del
marco común. En este sentido la parcelación en escuelas de
pensamiento resulta una consecuencia de la natural codifica-
ción que surge de esta lógica propensión a la división ideológi-
ca. Así en el seno paradigmático de una misma visión se pue-
den también establecer diferencias en función de los valores o
aspectos conceptuales que se sancionen o privilegian. Siguiendo
esta línea, teóricas como Kérouac6 han destrincado los diferen-
tes flujos observables en el marco común de cada paradigma
del cuidado a través de la descripción de diferentes escuelas:
necesidades, interacción, efectos deseados, promoción de la sa-
lud, ser humano unitario y caring.
Escuela de Necesidades
La idea matriz que sazona esta concepción del cuidado es el fo-
mento de la indepencia de la persona en la satisfacción de sus
necesidades fundamentales o autocuidados. Se trata de una vi-
sión integradora influida por perspectivas humanistas de la teo-

6 Kérouac et al, op, cit.

55
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

ría de necesidades de Abraham Maslow y su jerarquia motiva-


cional7, así como por la reinterpretación hecha por Erik Erikson
de las fases psicosexuales de Freud y sus ocho estadíos de desa-
rrollo psicosocial8. La escuela está, pues, impregnada de las
coordenadas propias de la psicología humanista y del desarro-
llo, concibiendo las respuestas en salud como una consecuencia
natural del concepto de necesidad ligado a las diferentes etapas
de madurez.
A esta escuelas pertenecen algunos de los constructos teóreticos
pioneros del paradigma de integración como la teoría de necesi-
dades de Virginia Henderson, la teoría del déficit de autocuida-
do de Dorothea Orem o la tipología de veintiún problemas del
cuidado de Faye Glenn Abdellah. El marco común es la integra-
cción de ciertas grafías psicológicas a una materia que se había
concebido desde el paradigma anterior desde coordenadas ato-
mistas.
Escuela de Interacción
El centro neurálgico de esta forma de sentir el cuidado estriba
en el peso específico que se le da a la relación cuidador-cuida-
do, en el sentido de que se concibe como un proceso interactivo
dinámico, como una especie de acción humanitaria no mecánica
en el que el cuidador, tras clarificar sus propios valores, se con-
vierte en herramienta terapeútica para la persona cuidada. In-
tuición y subjetividad cobran capital importancia, en cuanto son
vertebradores del proceso de relación entre los polos existen-
ciales que participan del acto de cuidar. Se trata de una perspec-
tiva influida por las teorías de la interacción-comunicación y la
psicología culturalista. Lo que conforma el tejido de la psique

7 Maslow. A. (1943). A Theory of Human Motivation. Psychological Review, 50,


370-396.
8 Erikson, E. (1959). Identity and the life cycle. New York: International Univer-

sities Press

56
Corrientes del cuidado

no es tanto las causas biologicas instintivas, que tanto valora


Freud, sino las relaciones entre el hombre y la sociedad, entre el
cuidador y el cuidado. En este sentido la influencia de la teoría
interpersonal de Harry Stack Sullivan cobra importancia nu-
clear, dejándose notar su noción del hombre como una unidad
psicosomática-social que no puede ser desligado de su natural
integración interpersonal9.
A esta escuela pertenecen modelos como la teoría de la relacio-
nes interpersonales de Hildergarde Peplau, primera teórica en
integran nociones psicológicas al cuidado, la teoría del proceso
asistencial de Ida Orlando, la teoría de relación persona a perso-
na de Joyce Travelbee, la teoría del arte de cuidar de Ernestine
Wiedenbach o la teoría de la consecución de objetivos de Imo-
gene King. Propuestas cuyo común denominador es la noción
de relación interpersonal como punto de gravedad que caracte-
riza el acto de cuidar.
Escuela de Efectos Deseados
Esta perspectiva cobra vida a través de la noción de equilibrio
dinámico, el objetivo del cuidado se centra aquí en la preserva-
ción de la homeostasis, en la consecución de un estado deseable
de estabilidad en el que se pueda preservar la energía. Se trata
de un intento de conceptualizar los resultados o efectos desea-
bles que pueden propiciar los cuidados, en el marco de un ser
en continuo cambio y obligado a reacciones de adaptación para
preservar el buen funcionamiento. Estamos ante una cosmovi-
sión influida por las teorías de la adaptación y sistemas, por
propuestas como la de Harry Helson10 o Ludwig von Bertalan-
ffy11 que complejizan la visión newtoniana de ciencia, al intro-
ducir la noción de sistema frente a las clasicas relaciones causa-

9 Sullivan, H.S., op cit.


10 Helson, H., op, cit.
11 Bertalanffy, L.V., op, cit.

57
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

efecto. La persona ya no puede ser concebida como un sumato-


rio de sus partes, sino como un sistema complejo en el que cada
uno de sus elementos interviene de forma decisiva en el mante-
nimiento de todo el conjunto.
En esta perspectiva se sitúan trabajos como la teoría del sistema
conductual de Dorothy Johnson, la teoría de esencia, cuidado,
curación de Lydia Hall, el modelo de conservación de Myra
Estrin Levine, el modelo de adaptación de Callista Roy o el mo-
delo de sistemas de Betty Neuman. Propuestas cuyo nexo es la
noción sistematica del ser y la necesidad de intervenciones de
cuidado que propicien el mantenimiento y estabilidad de éste.
Escuela de Promoción de la Salud
Desde esta escuela el cuidado se amplía a la familia, a la so-
ciedad en general, que puede y debe aprender sus propias ex-
periencias en salud. De esta manera el cuidador se convierte en
un instrumento educativo de la población que tiene la capaci-
dad de adquirir las pautas de cuidado adecuadas para garanti-
zar su integridad. Lo que define el acto de cuidar es su capaci-
dad expansiva, en el sentido de que se convierte en una tarea de
promoción de la salud que aspira a ser aprehendida por la
población. La influencia de las escuelas del aprendizaje es pa-
tente en este posicionamiento, sobre todo las que se desligan de
modelos biologicistas, como el condicionamiento clásico de
Iván Pávlov, o conductistas, como el condicionmiento operante
de Skinner. En este sentido se deja ver sobre todo la ascenden-
cia del modelo de aprendizaje social o vicario de Albert Bandu-
ra, y su propuesta de adquisición de conocimientos a través de
la observación del comportamiento ajeno12. Los refuertos positi-
vos y negativos, así como la adquisición de estimulos condicio-
nados, pasan a un segundo plano, ya que el objetivo es la ad-

12 Bandura, A. (1971). Aggression: A Social Learning Analysis. New Jersey: Pren-


tice Hall.

58
Corrientes del cuidado

quisición de habitos en salud a través de la observación de las


conductas aprendidas.
El modelo de promoción de la salud de Nola Pender o Moyra
Allen pertenecen a esta escuela, propuestas cuyo estatus de po-
sibilidad emana de la difusión de buenos habitos en salud, con-
virtiéndose el aprendizaje y la educación en las piedras angula-
res de sus enunciados.
Escuela del Ser Humano Unitario
Mientras las escuelas anteriores emanaban de nociones paradig-
máticas de integración, estas dos últimas corrientes surgen de
los esfuerzos transformadores de la postmodernidad. El eje cen-
tral que cruza esta perspectiva es la búsqueda del bienestar de
la persona según sus propias coordenadas. El acto de cuidar se
pliega a las propias preferencias y percepciones individuales,
constituyéndose la autonomía en un elemento capital del pro-
ceso de atención. El holismo cobra su mayor protagonismo,
produciéndose una apertura hacia el mundo sin precedentes. Se
dejan notar aquí las influencias de la teoría de campos, de la
teoría General de Sistemas, así como de corrientes filosóficas co-
mo la fenomenología o el existencialismo. La realidad en sí que-
da subordinada al proceso de percepción individual13, por lo
que el cuidado solo se entiende desde la individualización clíni-
ca. El hecho de existir es la carta sin sine qua non de acceso a la
atención, derecho que no se puede ejercer con autenticidad sin
respetar la propia libertad del sujeto14, por lo que la autonomía
personal cobra todo su sentido.
En esta línea se sitúan trabajos como el modelo de los seres hu-
manos unitarios de Martha Rogers, la teoría de la salud como
expansión de la conciencia de Margaret Newman o la teoría de

13 Husserl E. op, cit.


14 Heidegger, M. op, cit.
Sartre, J.P. op, cit.

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J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

la evolucion humana de Rosemarie Rizzo Parse. Propuestas cu-


yo punto de unión es la compresión de la salud como un proce-
so personal e intransferible en interacción con su entorno e inti-
manmente ligado a la percepcion personal.
Escuela de Caring
El punto de partida de esta perspectiva transformadora es la
apertura a dimensiones como la cultural o la espiritualidad, el
cuidado debe de incorporar el capital enriquecedor de las dife-
rentes sensibilidades sociales, si se quiere que se congruente
con las propias cosmovisiones culturales de la persona. Se trata
de una noción abierta hacia el mundo en la que la personalidad
se entiende como una realidad emanada de un contexto social
concreto, el cuidado por tanto no cobra sentido para la persona
sino se aplica bajo las coordenadas que le son culturalmente
consecuentes. Las visiones de esta escuela están claramente in-
fluidas por la fenomenología y los estudios culturales de la me-
dicina, en el sentido de que éstos evidencian que las vivencias
de la enfermedad, más allá de sus componentes etiopatológicos,
son vividas, representadas y explicadas desde una visión cultu-
ral específica15.
En este marco encontramos propuestas como la teoría del cui-
dado humano de Jean Watson, el modelo de herencia cultural y
tradiciones de salud de Rache E. Spector o la teoría de la
diversidad y universalidad de los cuidados culturales de Made-
leine Leininger. Nociones en las que el eje vertebrador es la
incorporación de las dimensiones espirituales y culturales al
acto de cuidar, y su comprensión como elemento que sólo cobra
sentido desde una cosmovisión sociohistórica particular.

15 Linton, R., op, cit.

60
Corrientes del cuidado

Tendencias

Otra forma de conceptualizar las diferentes corrientes de pensa-


miento que surgen en el marco de una praxis común es la no-
ción clasificadora en tendencias, se trata de un recurso a medio
camino entre la generalidad de su demarcación en paradigmas
de pensamiento y su concreción en escuelas según los flujos que
se adopten dentro de un mismo marco común. En esta línea han
ahondado diferentes teóricos del cuidado, estratificando con-
ceptualmente diferentes tendencias a partir de la adopción de
disimiles criterios de clasificación como el concepto de salud, el
rol del cuidador o el significado dado al cuidado.
Tendencias según el concepto de salud
El criterio clasificador que se sigue en este caso es el concepto
de salud que se maneja y la relación que éste tiene con otros de-
terminantes conceptuales como la noción de persona, entorno o
cuidado. Se trata de una clasificación propuesta por Paul Beck
en 1976 al identificar cuatro tendencias16:
- Ecologista: en este marco ser sutúan aquellas propuestas cuyo
centro de gravedad es la definición de las relaciones que se es-
tablecen entre la naturaleza y la salud de las personas. El
entorno físico se convierte en elemento primordial que puede
favorecer la salud o la enfermedad, por lo que su manipula-
ción capitaliza la mayoría de las acciones de cuidado. En esta
tendencia se sitúa el modelo del entorno de Florence Nigh-
tingale.
- Existencialista: aquí se encuentran aquellos modelos que esta-
blecen una relación entre la salud y las características psicoló-
gicas de los individuos. Desde esta perspectiva el cuidado se

16Poletti, R. (1980). Cuidados de Enfermería. Tendencias y conceptos actuales. Bar-


celona: Rol, S.A.

61
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

considera un instrumento de maduración que aspira a promo-


ver el avance de la personalidad hacia una vida social creati-
va, productiva y constructiva. Se pueden situar en esta línea
propuestas como la teoría de las relaciones interpersonales de
Hildergarde Peplau, el modelo de conservación de Myra Es-
trin Levine, la teoría de la adaptación de Callista Roy, la teoría
de la consecución de objetivos de Imogene King o la teoría del
modelo de vida de Nancy Roper.
- Cosmica: para esta corriente lo importante es la relación que
se establece entre la salud de la persona y el medio que le ro-
dea, contexto entendido como un sistema abierto o matriz de
doble flujo persona-entorno que se influyen mutuamente.
Aquí se sutúa el modelo los seres humanos unitarios de Mar-
tha Rogers.
- Sociológica: lo que capitaliza esta tendencia es la relación que
se establece entre la salud y las dinámicas sociales. Los mode-
los de esta perspectiva surgen como consecuencia de hechos,
acontecimientos o circunstancia observable en la sociedad. Po-
demos situar en esta línea a constructos como el modelo del
deficit de autocuidado de Dorothea Orem o la teoría de la
transiciones de Afaf Meleis
Tendencias según el rol del cuidador
Esta clasificación utiliza como criterio de diferenciación el papel
que adopta el cuidador durante el proceso de atención. Estamos
ante una demarcación realizada en 1981 por Alberdi, Arroyo y
Mompart17 con el objetivo de capacitar a los cuidadores españo-
les en el transito de la formación profesional a la universitaria.
La división establece tres tendencias según el rol del cuidador:

17Alberdi Castell, R.M.; Arroyo Gordo, P.; Mompart García, M.P. (1981). Con-
ceptos de enfermería. Madrid: UNED.

62
Corrientes del cuidado

- Naturista: existen modelos que consideran que el rol del cui-


dador es poner al sujeto en las mejores condiciones para que
la naturaleza los sane. En esta tendencia se ubica el modelo
del entorno de Florence Nightingale.
- Suplencia o ayuda: en estos modelos el papel del cuidador es
suplir o ayudar a la persona a conseguir el mayor nivel de in-
dependencia posible. Se considera por tanto que el cuidador
debe realizar las acciones que los individuos no pueden llevar
a acabo por sí mismo en un determinado momento de su ciclo
vital, fomentando la autonomía en la satisfación de sus necesi-
dades o autocuidados. Aquí podemos situar la teoría de las
necesidades de Virginia Henderson o el modelo de déficit de
autocuidados de Dorothea Orem.
- Interrelación: en este caso el papel del cuidador es fomentar
un trato de interrelación cuidador/cuidado o ambiente/cui-
dado que sea terapeútico de manera que ambas partes reciban
un beneficio. A esta tendencia pertenecen el modelo de rela-
ciones interpersonales de Hildergarde Peplau, la teoría de
adaptación de Callista Roy, la teoría del proceso del cuidado
de Ida Jean Orlando, el modelo seres humanos unitarios de
Martha Rogers, el modelo de conservación de Myra Estin Le-
vine y teoría de la consecución de objetivos de Imogene King.
Tendencias según el significado del cuidado
En este caso lo que demarca la parcelacion es el significado que
se le da al cuidado en la construcción de la teoría, y la forma en
que este cobra sentido en relación con el resto de determinante
en salud. Se trata de una propuesta que Ann Marriner18 recoge
en su libro sobre modelos y teorías del cuidado publicado en
1989. La autora establece cuatro tendencias:

18Marriner Tomey, A. (1989). Modelos y Teorías en enfermería. Barcelona: Rol,


S.A.

63
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

- Humanista: en esta corriente se incluyen aquellos constructos


teoréticos que consideran el cuidado como un arte y una cien-
cia humanística. En esta tendencia se sitúa el modelo del en-
torno de Florence Nightingale, la teoría de las necesidades de
Virginia Henderson, la tipología de problemas de enfermería
de Faye Glenn Abdellah, el modelo de esencia, cuidado, cura-
ción de Lydia Hall, el modelo del déficiti de autocuidado de
Dorothea Orem, la teoría de la diversidad y especificidad de
los cuidados culturales de Madeleine Leininger y la filosofía
del cuidado humano de Jean Watson.
- Relaciones interpersonales: aquí se encuadran aquellos mode-
los que definen el cuidado como una relación interpersonal
que se convierte en el elemento clave de la asistencia. Se inclu-
yen en este marco la teoría de la relaciones interpersonales de
Hildergarde Peplau, la teoría de la adaptación de Callista Roy
y el modelo de relación persona a persona de Joyce Travelbee.
- Sistemas: incluye aquellas teorías que consideran tanto a la
persona como al cuidado como un sistema que se explica a
través del uso de la Teoría General de Sistemas. En esta línea
se sitúa el modelo del sistema conductual de Dorothy Johnson
y el modelo de sistemas de Betty Neuman.
- Campos energéticos: las teorías que se agrupan en esta ten-
dencia definen el cuidado en términos de intercambio y con-
servación de la energía, convirtiéndose ésta en un elemento
clave del cuidado. A esta propuesta pertenece el modelo de
seres humanos unitarios de Martha Rogers.
Quedan pues demarcadas, en función de en que característica
fijemos la mirada, los principales paradigmas, tendencias y
escuelas que actualmente están en boga en el ámbito antropoló-
gico de la concepción del cuidado.

64
Teorías y Modelos del cuidado

Capítulo 4
Teorías y Modelos del cuidado

De las bases antropológicas de origen surgen corrientes de pen-


samiento que cristalizan en auténticos paradigmas del cuidado,
en formas de practicarlo según la orientación ideológica que las
alimenta. En el marco de estás se perfilan, a su vez, distintos
flujos conceptuales que demarcan diferentes escuelas que privi-
legian o sancionan determinados aspectos del acto de cuidar.
Flujos que aún sufren un mayor grado de concreción cuando se
elevan al común denominador de la definición de conceptos
particulares. Ejercicio reflexivo del que nacen diferentes repre-
sentaciones simbólicas, diversos modelos que especifican las
principales relaciones entre los valores y conceptos en lid.
Formas de ver que llevadas al extremo de concreción experi-
mental pueden convertirse en teorías capaces de predecir y con-
trolar los fenómenos ligados al cuidado. Y es precisamente en el
campo de la concreción teórica donde aparece todo el abanico
de modelos y teorías que dan respuestas instrumentales al fenó-
meno de estudio que nos ocupa. Teorías y modelos que englo-
bados en distintos paradigmas emanan de bases teóricas tan va-
riopintas como los planteamientos ecológico-atomistas de los
modos categoriales, los enfoques psico-sociológicos o de siste-
mas de las propuestas de integración o las perspectivas fenóme-
nológico/existencial/culturalistas de las nociones transforma-
doras postmodernistas.
Analicemos cada uno de estos modelos y teorías exponiéndolos
en función de la corriente ideológica a la que pertenezcan y del
momento cronológico en el que aparecieron por primera vez.

65
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

Tabla 1. Modelos según paradigma, autor y año de publicación.


PARADIGMA MODELO AUTOR AÑO
Ecológico Florence
Categorización 1859
Nightingale
Relaciones interpersonales Hildergarde
1952
Peplau
Necesidades Virginia
1955
Henderson
Sistema conductual Dorothy
1958
Johnson
Déficit de autocuidado Dorothea Orem
1959
Tipología de los problemas del Faye Glenn
1960
cuidado Abdelah
Esencia, cuidado, curación Lydia Hall 1961
Proceso del cuidado Ida Orlando 1961
Integración
Relación persona a persona Joyce Travelbee
1964
El arte de cuidar de la Ernestine
1964
asistencia clínica Wiedenbach
Conservación Myra Strin
1969
Levine
Consecución de objetivos Imogene King 1971
Adaptación Callista Roy 1971
Sistemas Betty Neuman 1975
Promoción de la salud Nola Pender 1982
Seres humanos unitarios Martha Rogers 1970
Cuidado humano Jean Watson 1979
Modelo de herencia cultural y Rachel E. 1979
tradiciones de salud Spector
Diversidad y universalidad de Madeleine
1981
los cuidados culturales Leininger
Transformación
Adopción del rol maternal Ramona Mercer
1983
Cuidado, sabiduría y ética de Patricia Benner
1984
la práctica clínica
Salud como expansión de la Margaret
1986
conciencia Newman
Evolución humana Rosemarie Parse 1989
Fuente: elaboración propia.

66
Teorías y Modelos del cuidado

MODELOS
CATEGORÍALES
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J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

68
Teorías y Modelos del cuidado

MODELO ECOLÓGICO

El modelo ecológico es esbozado en 1859 por la teórica, estadis-


ta y fundadora de la enfermería moderna Florence Nightingale.
Surge en plena revolución industrial inglesa, en un contexto de
insalubridad general y prevalencia epidemiológica de las enfer-
medades infecciosas. Marco en el que nace todo un movimiento
de social que pretende controlar las enfermedades a través de la
manipulación positiva del medio físico. Los mayores exponen-
tes de la corriente son personajes como Rudolf Virchow, Ignác
Semmelweis, Joseph Lister y la propia Nightingale que empie-
zan a esbozar presunciones que la teoría microbiana de Robert
Koch acabaría refutando. Se trata por tanto de un modelo cen-
trado en el control del entorno y en la creencia de que un medio
natural bien ordenado puede favorecer la curación y el cuidado
de las enfermedades. Se trata de un modelo del paradigma de
categorización en su orientación centrada en la salud pública
perteneciente a la tendencia ecologista, naturista y humanista.
Perspectiva antropológica
Este modelo concibe a la persona como un ente en continua in-
teracción con el entorno, con el conjunto de condiciones e in-
fluencias físicas externas que afectan a la vida. El ser se encuen-
tra en contacto íntimo con un contexto natural del que deviene
su condición de salud. Ésta se consigue a través de un proceso
de reparación instaurado por la propia naturaleza, por lo que el
cuidado debe diriguirse a la promoción de un ambiente físico
adecuado que incluya aire fresco, luz, calor, dieta sana, higiene
y tranquilidad.
Enunciados teóricos
Su teoría se centra en el medio ambiente, en el entorno, el cual
es definido por la autora en los siguientes términos:

69
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

“Todas las condiciones e influencias externas que afectan a la


vida y al desarrollo de un organismo y que pueden prevenir,
detener o favorecer la enfermedad, los accidentes o la
muerte”
Florence Nightingale identifica cinco elementos esenciales en
un entorno saludable:
- El aire puro
- El agua pura
- Los desagües eficaces
- La limpieza y/o higiene
- La luz adecuada.
Además del entorno físico la autora también da importancia al
entorno psicológico y afirma que este puede verse negativa-
mente afectado por el estrés, por lo que el cuidador debe de
controlarlo para conseguir una mejor recuperación del paciente.
Ella da una gran importancia a la recogida de datos y a la pre-
vención de la enfermedad, haciendo referencia a la necesidad
de la atención domiciliaria. Bajo su punto de vista, los cuida-
dores deben prestar atención a domicilio enseñando a los enfer-
mos y a sus familiares a ayudarse a sí mismos y a mantener su
independencia.
En este modelo la función del cuidador consiste en facilitar la
reparación de la persona por parte de la naturaleza, a través de
la promoción de un entorno saludable, con el objetivo de colo-
car a la persona en las mejores condiciones posibles para que la
naturaleza actúe sobre él. Los cuidados serán, pues, el conjunto
de actividades destinadas a mantener un entorno saludable lo
que implica proporcionar: ventilación adecuada, iluminación
suficiente, temperatura adecuada, dieta sana, higiene suficiente
y ausencia de ruido1.

1 Nightingale F., op, cit.

70
Teorías y Modelos del cuidado

Biografía de la autora
Florence Nightingale (1820-1910) nació un 12 de mayo de 1820
en la ciudad de Florencia donde su familia se encontraba de
viaje. Fue la segunda hija de un matrimonio protestante inglés
de situación privilegiada lo que le permitió por un lado recibir
una amplia educación para la época, recibió clases de griego, la-
tín, francés, inglés, historia, filosofía y matemáticas, y por otro
viajar con asiduidad, visitó Egipto, Italia, Alemania y Francia.
Su vocación surge como consecuencia de la pésima situación en
la que se encontraban los hospitales ingleses de su época y de la
casi nula formación de las enfermeras laicas que los atendían.
Ello le lleva a los 24 años a plantearse trabajar como enfermera
en un hospital con la consiguiente oposición de sus padres, que
no veían bien que una mujer respetable como ella pudiera tra-
bajar en un hospital. Debido a esta primera negativa de sus pa-
dres, dedicó su tiempo a estudiar informes de diferentes hospi-
tales, lo que le llevó a un notable conocimiento sobre la organi-
zación y la deficiencia de los mismos.
En 1851 con 31 años decide irrevocablemente, a pesar de la opo-
sición de sus padres, someterse a un duro proceso de aprendi-
zaje en una institución alemana, las Diaconisas de Kaiserswert,
lo que le sirvió para iniciarse en los cuidados enfermeros y ale-
jarse de las presiones de su familia. Posteriormente completaría
su formación en las Hermanas de la Caridad de París.
En cuanto a su labor profesional destacan su puesto como su-
perintendente en la Institución de Damas Inválidas Inglesas en
1853, donde hizo su primer intento de fundar una Escuela de
Enfermería aunque no la dejaron. Su cargo como jefa de Enfer-
mería en la atención de las tropas inglesas en la Guerra de Cri-
mea (1853-1856), hizo que se redujera las bajas por mortalidad
de un cuarenta y seis a un dos por ciento, esto le valió para con-
vertirse en una heroína para la sociedad inglesa.

71
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

En 1860 Nightingale funda la primera Escuela de Enfermería


moderna en el Hospital de Sto. Tomás en Londres. Aquí instau-
ró un modelo de educación “formal” para las enfermeras, este
tardó poco en ser copiado por numerosos países, de esta forma
la concepción de F. Nightingale de lo que debían ser las enfer-
meras, así como los cuidados que dispensaban éstas, se exten-
dieron mundialmente.
Nightingale es considerada como la fundadora de la Enfermería
moderna, como la primera teórica de Enfermería y como una de
las pioneras de la epidemiología. Murió en Londres en 1910.
En cuanto a su obra destacan dos escritos publicados en 1959:
“Notas sobre enfermería”, libro de gran éxito destinado a las amas
de casa, y “Notas sobre hospitales” en el que se hacía hincapié so-
bre la necesidad de mejorar la higiene de las instituciones sani-
tarias2.

2 Hernández Garre, y De Maya, op, cit.

72
Teorías y Modelos del cuidado

MODELOS
INTEGRATIVOS

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J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

74
Teorías y Modelos del cuidado

MODELO DE RELACIONES INTERPERSONALES

El modelo, publicado en 1952 por la teórica norteamericana Hil-


dergarde Peplau inaugura una nueva visión integradora en el
marco de la antropología del cuidado, en el sentido de que
aporta nociones experimentales que van más allá del paradig-
ma atomista anterior. Su emergencia se produce en el marco de
la secuencia de escuelas psicológicas que desde finales del siglo
XIX se suceden en el panorama teórico occidental. En este sentí-
do recibe variopintas influencias del psicoanálisis freudiano, de
la psicología humanista maslowniana y del psicoanálisis cultu-
ralista sullivaniano. En este contexto surge una teoría psicologi-
cista que sitúa el cuidado en la promoción de relaciones inter-
personales creativas, madurativas y saludables. El modelo inau-
gura el paradigma de integración, perteneciendo a la escuela de
interacción y a la tendencia existencialista de relación interper-
sonal.
Perspectiva antropológica
El modelo parte de una noción del ser en continuo equilibrio
inestable y en lucha por el mantenimiento de su bienestar
mientras está expuesto a todo el conjunto de fuerzas externas
del entorno. La salud es símbolo de avance de la personalidad
hacia una vida constructiva, comunitaria, creativa, productiva y
madura. El cuidado debe encaminarse hacia la comprensión de
la conducta del paciente para así poder ayudar en la identifica-
ción y clarificación de las dificultades percibidas. El acto de cui-
dar debe integrar los principios de las relaciones interpersonles,
fomentando el desarrollo de la identidad.
Enunciados teóricos
Su modelo está basado en la relación cuidador-paciente, enten-
diendo ésta como un proceso interpersonal terapéutico y signi-
ficativo que hace que la persona avance hacia una vida creativa,

75
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

constructiva, personal y comunitaria, convirtiendo así al cuida-


do en un instrumento educativo y en una fuerza de madura-
ción.
El objetivo de este modelo es ayudar a la persona en el desa-
rrollo de su personalidad para ser productivo e independiente.
La autora ha descrito cuatros fases para conceptualizar el proce-
so de interrelación cuidador-cuidado:
- Orientación: durante esta fase, el individuo percibe una nece-
sidad y busca asistencia profesional. El cuidador ayuda al pa-
ciente a reconocer, entender y valorar su problema y situación.
- Identificación: el cuidador facilita la exploración de los sentí-
mientos para ayudar al paciente a sobrellevar la enferme-
dad. En esta fase se hace el diagnóstico de la situación.
- Aprovechamiento: el paciente intenta sacar el mayor beneficio
posible de lo que se le ofrece a través de la relación.
- Resolución: las antiguas metas se van dejando a medida que
se adoptan otras nuevas. Esta fase no coincide siempre con la
resolución de la enfermedad, pero siempre es un paso hacia la
independencia.
Su obra produjo gran impacto, probablemente fue la primera
que desarrolló un modelo teórico utilizando conocimientos ex-
traídos de las ciencias de la conducta.
Su teoría permitió que los cuidadores ampliaran su campo de
intervención, definiendo un modelo en el que el significado
psicológico de los acontecimientos, sentimientos, y comporta-
mientos pudiera ser explotado e incorporado a las intervencio-
nes clínicas.
Un concepto importante del cuidado psicodinámico de Peplau
es la noción de que la propia personalidad del cuidador puede
marcar una diferencia sustancial en el desarrollo de su actua-
ción sobre el paciente.
La autora describe que el cuidador realiza su trabajo a través
del desempeño de seis roles enfermeros:

76
Teorías y Modelos del cuidado

- Rol de Extraño: cuando comienza la relación entre el paciente


y el cuidador, el trato al paciente debe de ser cortés, respetuoso
y educado. Este rol corresponde con la fase de Orientación.
- Rol de Persona de Recursos: el cuidador da respuestas especí-
ficas y generales al paciente, sobre su salud o problemas, expli-
cando éstos y determinando cuál es el tratamiento y los planes
de cuidados. El paciente tiene información gracias a que el cui-
dador da respuestas concretas o directas, evitando siempre las
mentiras. Se corresponde con la fase de Identificación.
- Rol de Profesor: Peplau las separa en 2 categorías:
Categoría instructiva: el cuidador proporciona información.
Categoría experiencia: el paciente utiliza la experiencia de su re-
lación con el cuidador para crear nuevas experiencias.
- Rol de Líder: el cuidador a través de una relación cooperadora
y de la participación activa ayuda al paciente a cumplir con sus
tareas. El rol del cuidador es enseñar y tomar la iniciativa para
que el paciente haga estas tareas. Este rol se ejerce durante la fa-
se de aprovechamiento.
- Rol de Sustituto: el paciente proyecta sus necesidades en el
cuidador y éste actúa. El cuidador delimita las áreas de depen-
dencia, interdependencia e independencia. Se lleva a cabo du-
rante la fase de aprovechamiento.
- Rol de Asesora: el cuidador asesora al paciente, le hace com-
prender lo que está viviendo y el paciente integra esas ex-
periencias en su vida. Muchos pacientes modifican su forma de
ver las cosas y comprenden lo que viven y lo integran como ex-
periencia en sus vidas. Este rol corresponde con la fase de reso-
lución.
Peplau visiona el cuidado como una fuerza educativa orientada
a la maduración cuidador-cuidado, por medio de la relación de
interdependencia, lo cual contribuye al desarrollo de la perso-
nalidad y a la mejora la salud del paciente. La función del cui-
dado será pues ayudar a la persona, enferma o sana, en la reali-

77
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

zación de aquellas actividades que contribuyan a su salud, a su


recuperación o a una muerte tranquila, lo cual llevará a cabo a
través de una relación terapéutica cuidador-paciente.
El cuidador, a través de su personalidad, marca las diferencias
respecto a lo que aprenderá el paciente mientras reciba cuida-
dos. Este modelo ha alcanzado amplia difusión en el ámbito del
cuidado, utilizándose no sólo en medios psiquiátricos sino tam-
bién en medios hospitalarios y en la investigación3.
Biografía de la autora
Hildergarde Peplau nació en Reading, Pensilvania, en el seno
de una familia inmigrante trabajadora el 1 de septiembre de
1909. Dejó la escuela secundaria tras un desacuerdo con los
principios de la misma, aunque consiguió recibir su equivalen-
cia de estudios secundarios, optando luego por la carrera de
enfermería, porque en aquella época la promesa de alojamiento,
comida gratis y un estipendio mensual hacían de enfermería
una opción muy atractiva.
Trabajó en la Segunda Guerra Mundial en la especialidad de
neuropsicología, en un hospital psiquiátrico en Inglaterra, don-
de fue pionera en el uso de métodos innovadores para el trata-
miento de cicatrices emocionales y del soldado de batalla fatiga-
do. Después de la guerra continuó sus trabajos de postgrado en
la Columbia University Teachers College en Nueva York. Se retiró
en 1974. El 17 de marzo de 1999 falleció pacíficamente a los 89
años de edad en su hogar de Oaks, California, tras una breve
enfermedad.
Colaboró en el desarrollo del campo de la enfermería psiquiátri-
ca dado su perfil profesional y formativo. Estudió mucho a
Freud, apoyando su trabajo en los cuidados de la escuela psico-
dinámica, que parte de la comprensión de nuestra propia con-
ducta como paso previo para poder ayudar a los demás, y así

3 Peplau, op, cit.

78
Teorías y Modelos del cuidado

aplicar los principios de las relaciones humanas. De esta mane-


ra fue la primera autora del cuidado que tomó prestada teoría
de otros campos científicos.
En 1952 publicó un libro llamado “Relaciones Interpersonales
en Enfermería” donde expresó las bases de su teoría. Se dedicó
a la investigación, docencia y práctica privada. Fue vicepresi-
denta de la Asociación de Enfermería Americana (A.N.A.) de
1972 a 1974, fecha en que se jubiló. También fue miembro de la
Organización Mundial de la Salud (O.M.S), la cual le otorgo el
título de enfermera psiquiátrica del siglo XX4.

4 Marriner y Raile, op. cit.


Hernández Garre et al. (2014), op. cit.

79
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez
Teorías y Modelos del cuidado

MODELO DE NECESIDADES

El modelo, publicado en 1955 por la teórica kanseña Virginia


Henderson, supone un intento por modernizar el tradicional
concepto categorial del cuidado. Forma parte de las primeras
conceptualizaciones holísticas que, como en el caso anterior, in-
corporan conceptos provenientes del campo de la psicología. En
este sentido se deja ver la marcada influencia de la escuela hu-
manista maslowniana, así como sus nociones sobre la motiva-
ción y la pirámide o jerarquía de necesidades. Lo que la autora
plantea es una adaptación del tradicional espacio quintopartito
de necesidades de Maslow al ámbito del cuidado, espacio que
concretiza y amplía hasta catorce necesidades. La propuesta tie-
ne una doble vertiente, en cuanto marco definitorio del cuidado
en coordenadas de modernización, y en cuanto propuesta que
amplía las grafías organicistas a otras dimensiones del cuidar.
Se trata, en definitiva, de la segunda propuesta que surge en el
marco de integración, perteneciendo a la escuela de necesidades
y a la tendencia humanista de suplencia o ayuda.
Perspectiva antropológica
La noción de persona que aquí se baraja emana del concepto de
necesidad, en el sentido de que ésta necesita de la asistencia
externa para alcanzar la salud o independencia. El ser es un en-
te influenciable en su dimensión corporal pero también mental
y social, un ser que tiene una serie de necesidades básicas que
debe cubrir para su supervivencia, necesitando de la fuerza, vo-
luntad y conocimiento adecuados para ello. El binomio familia-
persona cobra entidad de unidad, formando ambos una matriz
común de influencia bidirecional en un contexto común. La sa-
lud se relaciona con la capacidad para satisfacer toda una serie
de necesidades básicas afectadas tanto por factores físicos como
personales. El acto de cuidar se presenta como una fuerza de
suplencia o ayuda ligada a circunstancia de carencia en las que

81
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

no cuenta con la fuerza, voluntad o conocimiento suficientes.


Acto que se impregna de cientifismo, en el sentido de que re-
quiere de la adquisición de toda una serie de conocimientos bá-
sicos en ciencias biológicas, sociales y humanas.
Enunciados teóricos
Virginia Henderson considera que sus trabajos son más una de-
finición del cuidado que un teoría, propiamente dicha. Por ello
la autora nos dejó una clara definición del mismo en los si-
guientes términos:
“La única función del cuidado consiste en ayudar al indivi-
duo, enfermo o sano, a realizar las actividades que contribu-
yen a su salud o recuperación (o a una muerte tranquila),
que llevaría a cabo sin ayuda si contara con la fuerza, vo-
luntad o conocimiento necesarios, haciéndolo de tal modo
que se le facilite la consecución de independencia lo más rá-
pidamente posible.”.
Henderson parte para la construcción de su constructo teórico
de una definición del ser humano, el cual considera como un
ser biopsicosocial con necesidades que trata de cubrir de forma
independiente según sus hábitos, cultura, etc.
Para ella, las necesidades son unos requisitos fundamentales
que toda persona debe satisfacer para mantener su equilibrio y
estabilidad, de tal manera que, si uno de estos requisitos no está
cubierto, se produce un problema que hace que la persona no
mantenga su estado de salud, es decir, no se conserve dentro de
los límites, que en biología, se consideran como normales. Estas
necesidades no satisfechas se expresan con una serie de mani-
festaciones, las cuales se pueden representar de diferentes for-
mas para cada una de las mismas, dejando la persona de ser un
todo completo y convirtiéndose en un ser dependiente para la
satisfacción de las mismas.

82
Teorías y Modelos del cuidado

La salud consiste en la habilidad de una persona para llevar a


cabo todas aquellas actividades que le permitan mantener satis-
fechas sus necesidades básicas, lográndose la independencia
cuando éstas se encuentran cubiertas. Independencia que puede
verse alterada, según la autora, por factores permanentes como
la edad, el coeficiente intelectual, la capacidad física, el medio
sociocultural, o variables como la enfermedad o los accidentes.
Henderson detalla cuales son estas necesidades que todo ser
humano tiene que cubrir para mantener su independencia, de-
terminando 14 necesidades básicas:
- Respirar.
- Comer y beber.
- Evacuar.
- Moverse y mantener la postura.
- Dormir y descansar.
- Vestirse y desnudarse.
- Mantener la temperatura corporal.
- Mantenerse limpio.
- Evitar los peligros.
- Comunicarse.
- Ofrecer culto.
- Trabajar.
- Jugar.
- Aprender para realizarse.
Se puede establecer un nexo de unión entre estas 14 necesida-
des básicas de Henderson y los cinco niveles descritos por
Abraham Maslow en su pirámide de necesidades. De tal mane-
ra que las siete primeras necesidades de Henderson (respira-
ción, alimentación, eliminación, movimiento, sueño, vestido y
temperatura apropiada) corresponderían con el primer nivel de
la pirámide de Maslow (necesidades fisiológicas básicas), las
necesidades ocho y nueve de Henderson (higiene corporal y
evitar peligros) corresponderían con el segundo nivel de la pirá-

83
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

mide de Maslow (necesidad de seguridad), las necesidades


diez y once de Henderson (comunicación y creencias) corres-
ponderían con el tercer y cuarto nivel de la pirámide de Maslow
(necesidad de pertenencia y reconocimiento), y por último, las
tres últimas necesidades descritas por Henderson (trabajo, jue-
go y aprendizaje) corresponderían con el último nivel de la pi-
rámide de Maslow (autorrealización).
Desde la perspectiva teórica de Henderson el cuidador tiene
que ayudar al paciente en la satisfacción de sus necesidades a
través de tres niveles de relación:
- Sustituta: compensa lo que le falta al paciente.
- Ayudante: establece las intervenciones clínicas que el paciente
realiza solo.
- Compañera: fomenta la relación terapéutica.
La función del cuidador consiste en ayudar a los individuos en
la satisfacción de sus 14 necesidades básicas con el objetivo de
que mantengan su independencia. Los cuidados son el conjunto
de actividades que ayudan a cubrir las deficiencias o necesida-
des descubiertas en materia de salud, requiriendo para ello de
la realización de un plan de cuidados individualizado5.
Biografía de la autora
Virginia Henderson (1897-1996) nació en 1987 en Kansas City.
Durante la I Guerra Mundial surge su interés por el cuidado al
asistir al personal militar enfermo y herido durante la contien-
da. Esto la lleva a graduarse en enfermería en 1921 en la Army
School of Nursing, escuela de enfermería del ejército.
Durante su labor profesional trabajo como enfermera asisten-
cial, docente e investigadora. En cuanto a su labor asistencial

5 Harmer, B y Henderson, V. ([1939]1955). The Principles and Practice of Nur-


sing (5ª edition). London: Macmillan.
Henderson V. (1960; 1966). op. cit.

84
Teorías y Modelos del cuidado

nada más terminar acepta un trabajo como enfermera domici-


liaria en el “Henry Street Visiting Nurse Service” de Nueva York,
ejerciendo también como enfermera de rehabilitación, donde
toma conciencia de la importancia para el enfermo de recuperar
la independencia lo antes posible. Con respecto a su labor do-
cente comienza de una forma muy precoz, ejerciendo como pro-
fesora tan sólo un año después de su graduación, en 1922, en el
“Norfolk Protestant Hospital” de Virginia”. En 1927 entra en el
“Teacher's College” de la Uni-versidad de Columbia donde se es-
pecializará en docencia, tra-baja también en 1929 en el “Strong
Memorial Hospital” de Rochester en Nueva York, para volver
otra vez al año siguiente a Columbia.
La autora también desarrolló una labor investigadora sobresa-
liente donde destacan: su trabajo sobre los métodos de asepsia,
su trabajo sobre la importancia del crecimiento personal de la
enfermería, y la dirección, durante los años 1959 al 1971 del pro-
yecto “Nursing Studies Index”, en colaboración con Yale, que dio
lugar a un índice anotado de cuatro volúmenes sobre literatura
biográfica, analítica e historia de enfermería desde 1900 hasta
1959.
La teórica desarrolla sus ideas motivada por la preocupación
por la indefinición de las Funciones de Enfermería y la Situa-
ción Jurídica de ésta. Su obra ha tenido un gran impacto en el
contexto del cuidado español, de lo que da cuenta su nombra-
miento en 1988 como profesora honorífica de la Universidad de
Barcelona. Murió en el año 1996.
En cuanto a sus publicaciones caben destacar principalmente
dos: “The Principles and Practice of Nursing”, junto a Bertha Har-
mer, en cuya quinta edición (1955) aparece por primera vez su
definición de enfermería, y “The Nature of Nursing“ (1966) don-

85
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

de identifica 14 necesidades básicas del ser humano y tres nive-


les de relación cuidador-cuidado6.

6Marriner y Raile, op. cit.


Hernández Garre et al. (2014), op. cit.

86
Teorías y Modelos del cuidado

MODELO DEL SISTEMA CONDUCTUAL

Se trata de un modelo propuesto en 1958 por la teórica estado-


unidense Dorothy Johnson en el marco de la nueva perspectiva
de sistemas, enfoque que rompe con los tradicionales postula-
dos instrumentales ligados a la división del todo y las relacio-
nes causa-efecto. En su desarrollo cristalizan las influencias de
la teoría general de sistemas de Bertalanffy y de la teoría siste-
mática de Talcott Parson. El cuidado se produce en el marco de
un sistema de relaciones que va desde lo cultural hasta lo per-
sonal, el sujeto se encuentra inmerso en un engranado social de
orientaciones, medios y condiciones que regula sus pautas indi-
viduales. Cuidar deja, pues, de ser un catálogo de prácticas asis-
tenciales para convertirse en una compleja interacción entre sis-
temas conductuales. La propuesta se enmarca en el ámbito del
emergente paradigma de integración, formando parte de la es-
cuela de efectos deseados y de la tendencia de sistemas.
Perspectiva antropológica
La persona es representada como un sistema conductual en es-
fuerzo constante por mantener la estabilidad, en continua adap-
tación al entorno mediante una serie de modos de actuación
pautados, repetitivos y determinados. Éste está formado por to-
dos los factores que no son parte del sistema conductual del in-
dividuo, pero que están en continua interacción con él mientras
intenta conseguir el equilibrio respecto a sus factores internos y
externos. La salud no es un elemento estático, sino un estado di-
námico y difícil de conseguir influído por factores biológicos,
psicológicos y sociales, se trata de un estado de equilibrio del
sistema conductual personal. El cuidado va dirigido a regular el
sistema conductual del individuo, se trata de una fuerza regula-
dora externa que trata de restaurar el equilibrio y mantener la
estabilidad del sistema.

87
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

Enunciados teóricos
El modelo de Johnson se centra principalmente en dos compo-
nentes: el paciente y el cuidado.
Para la definición del paciente la autora parte del concepto de
sistema y subsistema que define en los siguientes términos; un
sistema es un conjunto que funciona como tal gracias a la inter-
dependencia de sus partes entre las que existe una organiza-
ción, interacción, interdependencia e integración; y un subsiste-
ma es un minisistema con un objetivo y una función es-pecíficos
que se mantendrá estable si su relación con los otros subsiste-
mas o entornos no resulta alterada. A partir de estos dos con-
ceptos nos define al paciente como un sistema conductual cons-
tituido por siete subsistemas interrelacionados entre sí: realiza-
ción, afiliación, agresión-protección, dependencia, ingestión,
eliminación y sexo. Cada uno de estos subsistemas cuenta a su
vez con dos tipos de requisitos:
- Requisitos estructurales: describen cómo los individuos son
motivados para obtener objetivos específicos utilizando la pre-
disposición del individuo para actuar de ciertas formas. La au-
tora nos define cuatro requisitos estructurales: impulso u objeti-
vo, servicio o predisposición a actuar, elección o alternativas de
acción y conducta.
- Requisitos funcionales: protegen, cuidan y estimulan el sis-
tema conductual. Johnson afirma que todos los subsistemas tie-
nen las mismas tres necesidades funcionales: protección, nutri-
ción y estimulación.
Cada uno de los siete subsistemas se interrelaciona con los de-
más y con el entorno, elementos estresantes internos o externos,
y con funciones estructurales específicas que ayudan a mante-
ner la integridad en el sistema conductual. Cuando el sistema
conductual está en equilibrio y tiene estabilidad, las conductas
del individuo tienen un objetivo, están organizadas y son pre-
decibles. Las respuestas de los subsistemas son consecuencia de

88
Teorías y Modelos del cuidado

elementos estresantes externos o internos, como la motivación,


la experiencia y el aprendizaje, y están influidas por factores
biológicos, psicológicos y sociales. El desequilibrio y la inestabi-
lidad del sistema se producen cuando hay tensión y factores es-
tresantes que afectan a la relación de los subsistemas.
En cuanto al segundo componente principal de su teoría, el cui-
dado, la autora afirma que éste es una fuerza reguladora exter-
na que actúa para recuperar el equilibrio y la estabilidad, inhi-
biendo, estimulando o reforzando ciertas conductas, mecanis-
mos de control, cambiando los componentes estructurales, obje-
tivos, opciones, acciones del paciente, o satisfaciendo los requi-
sitos de funcionamiento: protección, nutrición y estimulación.
La teoría del sistema conductual proporciona una guía para la
práctica, la formación y la investigación. La función del cuidado
es utilizar la protección y la estimulación para reducir el estrés
y la tensión, manteniendo el equilibrio de la persona y restable-
ciéndolo un nivel de funcionamiento más óptimo7.
Biografía de la autora
Dorothy E. Johnson (1919-1999) nació el 21 agosto de 1919 en
Savannah, Georgia. Realizó un curso de preparación enfermera
en el Armstrong Junior College de Savannah en el 1938 y se licen-
ció en enfermería en 1942 en la Universidad Vanderbilt de Nash-
ville en Tennesse. En el año 1948 obtuvo un máster en salud pú-
blica en la Universidad de Harvard, Boston.
Su actividad asistencial se limitó a colaboraciones puntuales en-
tre 1943 y 1978 en el Chatham-Savannah Health Council y en la
Universidad de Vanderbilt.
Su trabajo fue eminentemente docente, estando ligada a la Uni-
versidad de California hasta su jubilación. Cabe destacar su
labor en 1956 como consejera pediátrica en la Christian Medical

7 Johnson, op. cit.

89
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

College School of Nursing de Vellore (India), así como la dirección


del comité de la California Nurses Association.
Publicó 4 libros y más de 30 artículos en publicaciones perió-
dicas, entre ellas cabe destacar la síntesis que hizo de su modelo
de sistemas conductuales en 1980. Se sentía muy satisfecha por
la utilización de su perspectiva en el desarrollo de la base teó-
rica del cuidado, y por su utilidad para su práctica en institu-
ciones. Murió en Florida el 4 de febrero de 1999 a la edad de 79
años8.

8Marriner y Raile, op. cit.


Hernández Garre et al. (2014), op. cit.

90
Teorías y Modelos del cuidado

MODELO DEL DÉFICIT DE AUTOCUIDADO

Esta propuesta nace en 1959 cuando la teórica baltimoriana Do-


rothea Orem publica una guía para el desarrollo de los planes
de estudio de la enfermería9. El modelo se sitúa en el contexto
de integración gnoseológica de las propuestas psicológicas y de
sistemas de mediados de siglo XX. En este marco se deja ver la
influencia de la noción de necesidad maslowniana, así como las
premisas adoptadas por la escuela de sistemas, situándose cla-
ramente en línea con los postulados de la psicología humanista.
El carácter de este modelo se construye en torno al concepto de
autocuidado, concepto devengado de la noción de necesidad
que se suma al capital de conocimiento aportado por las nocio-
nes de autoatención y pluralismo asistencial provenientes de la
antropología de la medicina. Estamos, pues, ante un constructo
que se integra perfectamente en el paradigma de integración, la
escuela de necesidades y la tendencia sociológico-humanista de
suplencia.
Perspectiva antropológica
La persona se concibe desde esta perspectiva como un ser con
funciones biológicas, simbólicas y sociales con potencial para
aprender y desarrollarse. Como un receptaculo educativo que
puede cubrir sus requisitos de autocuidado, o en caso de necesi-
dad pedir ayuda para ello. El entorno está formado por todos
aquellos factores físicos, químicos, biológicos y sociales, ya sean
individuales, familiares o comunitarios, que pueden influir e in-
teractuar con la persona. La salud es, pues, un estado que se ca-
racteriza por la firmeza o totalidad del desarrollo de las estruc-
turas y funciones físicas y mentales, englobando tanto factores

9 Orem, D. (1959). Guides for Developing Curricula for the Education of


Practical Nurses. Washington DC: Departament of Health, Education and
Welfare. Office of Education.

91
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

físicos como psicológicos, interpersonales y sociales. El cuidado


se entiende como un saber encargado de la atención al indivi-
duo en la satisfación de sus requisitos de autocuidado. Se trata
de una dimensión global que no sólo incluye la atención direc-
ta, sino también la promoción de la salud, la educación en hábi-
tos saludables y la prevención de la enfermedad.
Enunciados teóricos
La teoría general del cuidado de Dorotea Orem está compuesta
a su vez por 3 teorías relacionadas entre sí: la teoría del autocui-
dado, que escribe el por qué y el cómo las personas cuidan de sí
mismas, o llevan a cabo cuidados informales, la teoría del défi-
cit de autocuidado, que explica cómo y cuando aparece la enfer-
medad y cuando debe actuar el profesional del cuidado, y la
teoría de los sistemas del cuidado ,que detalla las relaciones que
hay que mantener entre el cuidador y la persona cuidada para
que se produzca una asistencia de calidad. Analicemos cada
una de ellas por separado.
Teoría del Autocuidado
Orem define el concepto de autocuidado como una función re-
guladora del hombre. Por lo tanto, incluye todas las actividades
llevadas a cabo de forma independiente por un individuo para
mantener el bienestar durante toda su vida. El autocuidado in-
cluye pues todas la actividades que las personas deben, delibe-
radamente, llevar a cabo por sí solas para mantener su vida,
salud, desarrollo y bienestar, lo cual precisa de un previo apren-
dizaje que se adquiere durante el proceso de maduración del
individuo, siendo éste afectado por las creencias culturales, los
hábitos y las costumbres familiares y sociales.
Otros conceptos que se incluyen en esta teoría son:
- Agencia de Autocuidado, Orem la define como la capacidad
de un individuo para llevar a cabo las actividades de autocui-
dado.

92
Teorías y Modelos del cuidado

- Agente de Autocuidado, definido como la persona que se


compromete a realizar una serie de acciones, de cuidado, o que
tiene poder para llevarlas a cabo. Por ejemplo, el aseo diario de
una persona así misma.
- Agente de Cuidado Dependiente, lo define como persona ado-
lescente o adulta que acepta y cumple con las responsabilidades
de conocer y satisfacer las necesidades de cuidado (autocuida-
do) de otras personas dependientes de ellas, y/o ayudarles a
conseguir que lleguen a autocuidarse. Por ejemplo, la madre
que cuida a su hijo.
- Agente de cuidado terapéutico, se refiere al profesional de sa-
lud que puede hacerse cargo de las necesidades de cuidado de
un paciente.
- Factores condicionantes básicos, son determinantes influyen-
tes en el estado de salud de toda persona, los principales son:
· Edad
· Genero
· Estado de desarrollo
· Estado de salud
· Orientación socio-cultural
· Factores del sistema de cuidados de salud
· Factores ambientales y del sistema familiar.
· Disponibilidad y adecuación de recursos
- Requisitos de Autocuidado, definidos por la autora como el
conjunto de acciones necesarias para el funcionamiento y desa-
rrollo humano correcto. Estos requisitos, según Orem, pueden
ser de tres tipos:
· Requisitos de autocuidado universales: son aquellos que
precisan todos los individuos para preservar su funciona-
miento integral como persona. Orem describe 8 requisitos
universales de autocuidado:
ü El mantenimiento de un aporte suficiente de aire.
ü El mantenimiento de un aporte suficiente de alimentos.

93
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

ü El mantenimiento de un aporte suficiente de agua.


ü La provisión de cuidado asociado con los procesos de
eliminación.
ü El mantenimiento de un equilibrio entre la actividad y
el descanso.
ü El mantenimiento de un equilibrio entre la interacción
social y la soledad.
ü La prevención de peligros para la vida, el funciona-
miento y el bienestar humano.
ü La promoción del funcionamiento humano y el desa-
rrollo en los grupos sociales de acuerdo con el potencial
humano.
· Requisitos de autocuidado del desarrollo: son los deriva-
dos de las necesidades específicas que se plantean en de-
terminados momentos del desarrollo vital, surgen como
resultado de los procesos del desarrollo: adolescencia,
embarazo, menopausia, etc. Son estados que afectan el
adecuado desarrollo, como por ejemplo, la pérdida de un
ser querido. Orem describe 3 conjuntos de requisitos de
autocuidado del desarrollo:
ü La provisión de condiciones que fomentan el desarro-
llo.
ü La implicación en el autodesarrollo.
ü La prevención y resolución de efectos de aquellas si-
tuaciones vitales que puedan afectar de manera negativa
al desarrollo humano.
· Requisitos de autocuidado derivados de desviaciones en
el estado de salud, son los derivados de una enfermedad
o lesión, como por ejemplo: un traumatismo, una inca-
pacidad o un tratamiento médico, estos implican necesa-
riamente la introducción de cambios en el estilo de vida.
- Demanda de Cuidado Terapéutico, esta viene determinada
por la agencia y los requisitos de autocuidado. Además, se re-

94
Teorías y Modelos del cuidado

fiere a las acciones llevadas a cabo, autocuidado, para man-


tener la salud y el bienestar.
Teoría del Déficit de Autocuidado
Para la autora el déficit de autocuidado se produce cuando hay
una relación desigual entre los requisitos de autocuidado de un
paciente y su agencia o capacidad de autocuidado, quedando
parte de éstos descubiertos. Es precisamente en estas situacio-
nes de déficit de autocuidado donde el cuidador debe ayudar a
los pacientes a restituir sus requisitos de autocuidado.
Existen cinco métodos de actuación por parte del cuidador, es-
tos son: actuar o hacer por /para la persona, guiar, enseñar,
apoyar y proporcionar un entorno que fomente la capacidad de
la persona.
Teoría de Sistemas de Enfermería
Orem, inspirada en la Teoría General de Sistemas, afirma que
los cuidadores diseñan sistemas de acción des-tinados a ayudar
a las personas con limitaciones en la satisfacción de sus requi-
sitos de autocuidado. Atendiendo a las limitaciones del pacien-
te, describe 3 sistemas básicos de asistencia:
- El sistema de compensación total: se da cuando el individuo
no puede cubrir ninguno de sus requisitos de autocuidado. Im-
plica una dependencia total.
- El sistema de compensación parcial: se da cuando el individuo
presenta algunas limitaciones en algunos requisitos de autocui-
dado, bien por motivos de limitación o incapacidad.
- El sistema de apoyo educativo: se da cuando el individuo ne-
cesita orientación y enseñanza para llevar a cabo los auto-cui-
dados.
La función del cuidador consiste en la realización de aquellos
cuidados que las personas, familias o comunidades no pueden
darse, al estar alterado el equilibrio entre su agencia y sus re-

95
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

quisitos de autocuidado. Por tanto los cuidados son el conjunto


de actividades destinadas a cubrir los requisitos de autocuidado
de los pacientes, requiriendo esto de la realización de un plan
de cuidados individualizado y registrado10.
Biografía de la autora
Dorothea Orem (1914-2007) nació en 1914 en Baltimore, Mary-
land, donde se educó en las Hermanas de la Caridad de San
Vicente de Paul. Inició sus estudios universitarios en la Escuela
de Enfermería del “Providence Hospital” de Washing-ton, obte-
niendo el diploma de enfermera a principios de los años treinta.
Durante su labor profesional ejerció como enfermera asistencial
en diversas instituciones hospitalarias, y también como docente,
ocupando cargos de responsabilidad como la dirección de la
Escuela y el Departamento de Enfermería del “Providence Hospi-
tal”. Su principal meta profesional fue mejorar la calidad de los
cuidados en los hospitales generales de todo el Estado, lo que le
llevo a desarrollar su modelo teórico. La autora murió en el año
2007.
En cuanto a sus publicaciones caben destacar principalmente
dos: “Nursing: concepts of Practice”, publicado en 1971, y “Con-
cept Formalization in Nursing: Process and Product” publicado en
197211.

Orem D. (1971; 1973), op. cit.


10

Marriner y Raile, op. cit.


11

Hernández Garre et al. (2014), op. cit.

96
Teorías y Modelos del cuidado

TEORÍA DE LA TIPOLOGÍA DE LOS PROBLEMAS DEL


CUIDADO

Se trata de un modelo desarrollado en 1960, por la teórica neo-


yorquina del cuidado Faye Glenn Abdelah, en el marco de las
nuevas corrientes psicológicas de resolución de problemas,
planteamientos que incluyen métodos como la introspección, el
conductismo o la simulación. Su principal influencia es la teoría
de necesidades de Virginia Henderson, y por ende las premisas
motivacionales de la psicología humanista. Pero aquí el concep-
to de necesidad se lleva a extremos totalmente operacionales, en
el sentido de que está más centrado en las demandas de los ser-
vicios asistenciales que en las de los propios pacientes, constitu-
yendo desde una perspectiva casi categorial una tipología de
problemas del cuidado. Peso a ello, y si tenemos en cuenta el
contexto sociohistórico en el que se produce, la podemos inte-
grar en el paradigma de integración, en la escuela de necesida-
des y en la tendencia humanista.
Perspectiva antropológica
La teoría parte de una noción del ser que integra sus necesida-
des físicas, emocionales y sociológicas, pero el ideal del holísmo
está ausente al partir de una noción sumatoria de las partes que
no excede la globalidad, de una serie de problemas parciales cu-
ya resolución parcial supondría la restitución de la salud del
todo. La salud se proyecta, pues, como un estado excluyente de
la enfermedad, como una mera situación instrumental en la que
no se dan deteriores reales ni necesidades o problemas por
resolver. El entorno es concebido como un medio para favo-
recer la terapeútica de resolución de problemas, e implica al
individuo, al cuidador, a la familia y la comunidad. El cuidado
es un servicio a la sociedad, una especie de actividad a medio
camino entre el arte y la ciencia que engloba las actitudes, com-

97
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

petencias intelectuales y habilidade técnicas que pueden ayudar


a la gente enferma en la resolución de sus problemas de salud.
Enunciados teóricos
Su trabajo se basa en el método de resolución de problemas,
que ha tenido un gran impacto en el desarrollo del plan de estu-
dios del cuidado. La resolución de problemas es el vehículo pa-
ra la definición de los problemas del cuidado en el proceso de
curación del paciente. Desde su perspectiva el cuidado es tanto
un arte como una ciencia que moldea las actitudes, los aspectos
intelectuales y las habilidades técnicas del cuidador en cuanto
al deseo y la capacidad de ayudar a la gente, tanto si está enfer-
ma como si no, enfrentándose a sus necesidades de salud.
Para Faye Glenn Abdellah, la falta de conocimiento científico
específico era uno de los grandes obstáculos para que la ciencia
del cuidado alcanzara su estatus profesional, por lo que pro-pu-
so su tipología de los 21 problemas, basada en las 14 necesida-
des planteadas por Virginia Henderson y en la revi-sión de di-
ferentes estudios de investigación de enfermería. Esta tipología
de 21 problemas constituye una guía que los cuidadores utili-
zan para identificar y resolver los problemas del paciente. La
autora divide dicha tipología en tres áreas:
- Necesidades físicas, sociológicas y emocionales del paciente.
- Los tipos de relación interpersonal cuidador-cuidado
- Los elementos comunes de atención al paciente.
A partir de esta división establece los siguientes 21 problemas
del cuidado en los siguientes términos:
- Promover la buena higiene y la comodidad física.
- Promover la óptima actividad, el ejercicio y el sueño.
- Promover la seguridad mediante la prevención de accidentes,
lesiones, traumas y otros riesgos infecciosos controlando la
propagación de la infección.

98
Teorías y Modelos del cuidado

- Mantener una buena mecánica del cuerpo y prevenir y corre-


gir deformidades.
- Facilitar el mantenimiento de un suministro de oxígeno a to-
das las células del organismo.
- Facilitar el mantenimiento de la nutrición de todas las células
del organismo.
- Facilitar el mantenimiento de la eliminación.
- Facilitar el equilibrio de líquidos y electrolitos.
- Reconocer la respuesta fisiológica a las enfermedades.
- Facilitar el mantenimiento de mecanismos de regulación.
- Facilitar el mantenimiento de la función sensorial.
- Identificar y aceptar las expresiones, sentimientos y emociones
positivas y negativas.
- Identificar y aceptar la interrelación de las emociones y la en-
fermedad orgánica.
- Facilitar el mantenimiento de la comunicación verbal y no ver-
bal.
- Promover el desarrollo productivo de las relaciones interper-
sonales.
- Facilitar el avance hacia el logro de las metas espirituales per-
sonales.
- Crear y mantener un entorno terapéutico.
- Facilitar el conocimiento de sí mismo, como un individuo con
diferentes características físicas, emocionales y necesidades de
desarrollo.
- Formular los objetivos a la luz de las limitaciones físicas y
emocionales.
- Utilizar los recursos de la comunidad como una ayuda en la
solución de los problemas derivados de la enfermedad.
- Entender el papel de los problemas sociales como factores que
influyen en las causas de la enfermedad.
Su trabajo difiere del de Henderson en que los problemas de
Abdellah están formulados en relación con los servicios o acti-

99
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

vidades que la enfermería puede incorporar y no en función de


las necesidades del paciente propiamente dichas, como es el ca-
so de Henderson. La tipología suministra un cuerpo de conoci-
miento científico específico que le hace posible distanciarse del
modelo médico de instrucción de los cuidadores; si bien hay
que precisar que la autora creía que las actividades de Enferme-
ría debían realizarse bajo una supervisión médica general o es-
pecífica. El sistema actual de clasificación de diagnósticos de
Enfermería, inspirado en los 13 patrones funcionales de Gor-
don, puede considerarse una ampliación de la tipología de Ab-
dellah12.
Biografía de la autora
Faye Glenn Abdellah nació el 13 de marzo de 1919 en New
York. En 1937, junto a su hermano, ayudó a brindar auxilio a los
heridos del incendio del dirigible Hindenburg, evento que la
inspiró para elegir la profesión de cuidadora. Realizó sus estu-
dios en la Ann May School of Nursing, en Neptune, Nueva Jersey,
donde se graduó en 1942. Posteriormente obtuvo sus grados de
licenciatura, maestría y doctorado en la Universidad de Colum-
bia, en 1945, 1947 y 1955, respectivamente. Entre sus numerosos
cargos, fue Oficial Enfermera Jefe del Servicio de Salud Pública
de Estados Unidos durante 17 años y la primera mujer enferme-
ra directora adjunta de Sanidad durante los años 1982-1989.
También fue la primera enfermera en recibir el rango de Con-
tralmirante de dos estrellas.
Ha publicado más de 150 trabajos, muchos de ellos traducidos a
varios idiomas. Los libros “Patient Centered Approaches to Nur-
sing” (1960) y“Better Patient Care Through Nursing Research”
(1963) son considerados sus textos más importantes13.

Adellah F.G y Levine E. (1960; 1963; 1994), op. cit.


12

Marriner y Raile, op. cit.


13

Hernández Garre et al. (2014), op. cit.

100
Teorías y Modelos del cuidado

MODELO DE ESENCIA, CUIDADO, CURACIÓN

La propuesta se debe a los planteamientos esbozados a partir


de 1961 por la teórica kanseña del cuidado Lydia Hall. Se trata
de un modelo nacido bajo el influjo de los postulados de la psi-
cología humanista, sobre todo de la propuesta de terapia cen-
trada en el cliente de Carl Rogers. En esta línea se dibujan los
influjos del papel autodirectivo del paciente, que es considera-
do como un sujeto activo y participativo de su proceso de salud
enfermedad, como un elemento capital que busca soluciones en
salud. El cuidado se debe, pues, fundamentar en el respeto y
aceptación de la persona y en la creencia en sus propias capa-
cidades de cambio. La búsqueda del equilibrio entre las diferen-
tes esferas del individuo se convierte en eje del proceso asisten-
cial, por lo que el modelo se puede integrar dentro del paradig-
ma de integración, de la escuela de necesidades y de la tenden-
cia humanista.
Perspectiva antropológica
La persona es percibida como una estructura tripartita que inte-
gra la esencia del ser, es decir su esfera psico-social, pero tam-
bién su dimensión física y su enfermedad. Pese a los influjos de
la psicología humanista la noción incurre en una tautología al
incluir la patología como parte integradora de la persona. El
entorno queda excluido del entramado de su teoría, mientras la
salud queda ligada a la capacidad de discernimiento de conduc-
tas beneficiosas, la enfermedad se convierte en una noción psi-
cológica dirigida por los sentimientos de autoconciencia perso-
nal. El cuidado se convierte en una actuación sobre las tres esfe-
ras del ser, su esencia, su cuerpo y su enfermedad, siendo el
cuerpo la esfera de trabajo exclusiva del cuidador, mientras que
colabora con el paciente y los curadores en la esfera de la esen-
cia y la enfermedad.

101
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

Enunciados teóricos
Hall propuso que las funciones de Enfermería son diferentes se-
gún se apliquen sobre diferentes aspectos del paciente, los cua-
les representó a través de tres círculos entrelazados. Llamó a los
círculos cuerpo (que se corresponde con la función del cuidado),
enfermedad (que se corresponde con la función de la curación,
que comparte con la medicina) y persona (que se relaciona con
la función de esencia, la cual comparte con la psicología y el cle-
ro).
De esta manera, aunque los cuidadores desempeñan sus funcio-
nes en los tres círculos, el único campo exclusivo de su actua-
ción es el cuidado, que se corresponde con el círculo de-finido
por Hall como cuerpo.
Este modelo de esencia, cuidado y curación tiene como objetivo
fundamental atender al paciente en sus tres ámbitos o círculos
lo que implica tener en cuenta el aspecto corporal, personal y la
enfermedad del mismo. Para Hall la atención clínica profesional
facilitaba la recuperación de manera que cuanta menos atención
médica sea necesaria, mayor necesidad de cuidado y docencia
presentará el paciente.
Hall basa su Teoría en las ciencias de la conducta, adaptando
modelos de la psiquiatría y la psicología. Como ya hemos dicho
tuvo una fuerte influencia del trabajo de Carl Rogers sobre la te-
rapia centrada en el paciente y sus puntos de vista sobre el indi-
viduo.
Hall puso de relieve la función autónoma del cuidador. Su teo-
ría va dirigida al paciente adulto que ha pasado la fase aguda
de la enfermedad, por lo que no analiza la función cuidadora en
el área de prevención y la promoción de la salud, tan sólo en el
área de la rehabilitación. Se podría inferir una relación entre los
postulados de su teoría y la creación del Loeb Center for Nursing,
ideado precisamente para dar cuidado a los pacientes en fase no
aguda que necesitaban rehabilitación y aprendizaje.

102
Teorías y Modelos del cuidado

La autora considera el cuidado como una profesión que precisa


de una formación específica, haciendo especial hincapié en el
proceso de enseñanza-aprendizaje con el paciente. La función
del cuidador es la actuación en los tres círculos o ámbitos del
paciente, persona, cuerpo y enfermedad, con el objetivo de con-
seguir la rehabilitación, autorrealización y autoestima del és-
te14.
Biografía de la autora
Lydia Hall (1897-1969) nació en Kansas city, Missouri, en 1987 y
recibió un diploma de enfermería en el Hospital School of Nur-
sing de York (Pasadena) en 1927, una licenciatura en enfermería
de salud pública en 1937 y una maestría en ciencias naturales.
Ejerció su labor asistencial fundamentalmente como enfermera
de rehabilitación, ocupando también varios cargos docentes en
la escuela de enfermería del York Hospital y en el Teacher College.
Utilizó su filosofía del cuidado para diseñar y desarrollar en
1963 el Loeb Center for Nursing en el Montefiore Hospital de Nue-
va York, lugar donde trabajó como directora admi-nistrativa
hasta su muerte en 1969.
Estuvo muy influenciada por el trabajo de Carl Rogers sobre la
terapia centrada en el paciente y sus puntos de vista sobre el in-
dividuo, lo que le ayudó a desarrollar su modelo de esencia,
cuidado y curación.
Fue autora de 21 publicaciones donde desarrollo el grueso de su
teoría desde mediados de los años sesenta. Así en 1964 presentó
su trabajo en “Nursing: What is It?”, en The Cana-dian Nurse y en

14Hall. L. E , op. cit


Hall. L. E. (1969). The Loeb Center for Nursing and Rehabilitatión. Internatio-
nal Journal of Nursing Studies, 6(2): 81-97.

103
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

1969 analizó su obra en: “The Loeb Center for Nursing and Rehabi-
litatión” en el International Journal of Nursing studies15.

Marriner y Raile, op. cit.


15

Hernández Garre et al. (2014), op. cit.

104
Teorías y Modelos del cuidado

TEORÍA DEL PROCESO DEL CUIDADO

El modelo es postulado en 1961 por la teórica estadounidense


Ida Jean Orlando en el marco de las nociones provenientes de la
psicología humanista maslowniana y de la pedagogía progre-
sista de John Dewey. El concepto de necesidad vertebra la no-
ción de persona, no estableciéndose un modelo cerrado de para-
xis, sino una apertura reflexiva que evite las reacciones automá-
ticas o estereotipadas. La aplicación de la pedagogía progresista
implica una apertura a la deliberación del cuidador que ha de
interpretar los disimiles cursos de acción que requiere cada pro-
ceso de cuidado. Implica un manejo inteligente de las percep-
ciones, pensamientos y sentimientos que generen acciones ra-
cionales de ayuda evitando praxis mecanizadas o automáticas
que vayan en contra de la individualización asistencial. La teo-
ría forma parte, pues, del paradigma de integración, de la es-
cuela de interacción y de la tendencia de interrelación.
Perspectiva antropológica
Desde estas premisas se concibe al ser como un ente necesitado
capaz de satisfacer sus propias demandas de ayuda, un ser co-
municativo que interacciona a través de conductas verbales y
no verbales, pero que cuando no es capaz de satisfacer sus nece-
sidades entra en una espiral de angustia vital que requiere de
ayuda externa. El entorno se prefigura a través de la relación
cuidador-cuidado, a través de un proceso de contacto mutuo en
el que ambos perciben, piensan, sientan y actuan de forma in-
mediata o reflexiva. La salud se convierte en un estado de co-
modidad y bienestar fruto de las necesidades satisfechas, en un
estado carente de sufrimiento físico o mental, mientras el cuida-
do se centra en la satisfacción de necesidades inmediatas del
paciente a través de acciones racionales.

105
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

Enunciados teóricos
Orlando fue una de las primeras líderes enfermeras que identi-
ficó y destacó los elementos del proceso de atención y la espe-
cial importancia de la participación del paciente en ese proceso.
Consideraba que el cuidado era una profesión distinta e inde-
pendiente de la curación.
Su teoría se centra en la búsqueda de formas para lograr una
mejoría en la conducta del paciente, mejoría que puede obser-
varse a través de los cambios positivos de su conducta. La teóri-
ca utiliza la relación interpersonal como base de su trabajo, cen-
trándose en las expresiones verbales y no verbales con que el
paciente manifiesta sus necesidades, y utilizando esta relación
para dirigir acciones reflexivas de cuidado que ayuden a la me-
joría del paciente.
Según Orlando los pacientes precisan de la ayuda enfermera
cuando no pueden satisfacer sus necesidades de ayuda por sí
solos debido a limitaciones físicas, a una reacción negativa al
entorno o a cualquier otra deficiencia que les impida comuni-
carse. Esta situación les causa malestar y sentimiento de inde-
fensión, que es mayor cuanto más tiempo estén sus necesi-
dades sin satisfacer, lo que hace necesaria una intervención
rápida del cuidador. Intervención que da lugar a una relación
cuidador-paciente que se denomina proceso de atención. Esta
interacción entre el cuidador y el paciente produce una reacción
inmediata en el cuidador que está constituida por tres elemen-
tos: una percepción, un pensamiento automático y un senti-
miento estimulado por este pensamiento que puede estar a fa-
vor o en contra de esa percepción. En base a este mecanismo se
produce una acción que puede ser de dos tipos: automática, no
está relacionada con el descubrimiento de las necesidades de
ayuda del paciente y de su satisfacción, y reflexiva, que sí está
relacionada con la identificación y satisfacción las necesidades
inmediatas de ayuda del paciente. Por tanto el cuidador profe-

106
Teorías y Modelos del cuidado

sional debe fomentar las acciones reflexivas, ya que éstas le


ayudan a determinar las molestias del paciente y aliviarlas, sin
este proceso interactivo-reflexivo el cuidador no poseería una
base de datos para su acción, por lo que no podría ayudar a és-
te.
Así pues podemos afirmar que los componentes de la teoría de
Orlando son fundamentalmente tres: la conducta del paciente,
la reacción y la acción del cuidador.
1. Conducta del paciente: el proceso enfermero se pone en mar-
cha por la conducta del paciente. Cualquier conducta del pa-
ciente puede presentar una petición de ayuda. Pueden apare-
cer problemas en la relación cuidador-paciente si este no puede
comunicar una necesidad.
2. Reacción del profesional: se compone de tres elementos: per-
cepción, reflexión y sentimiento. Para asegurar que el cuidador
identifique cada uno de estos componentes de forma apropiada
la autora nos propone tres criterios de actuación: lo que la en-
fermera hace de forma no verbal debe ser expresado verbal-
mente, comunicar al paciente de manera clara lo que ella dice, y
preguntar al paciente sobre el problema expresado para vali-
darlo o corregirlo.
3. Acciones del cuidador: es todo lo que dice o hace en benefi-
cio del paciente. Pueden ser automáticas-instintivas, respuestas
que no ayudan al paciente, o reflexivas-deliberativas, que sí fa-
vorecen la mejoría del mismo.
La función del cuidador profesional consiste en descubrir las
necesidades inmediatas de ayuda del paciente y satisfacerlas a
través de sus acciones clínicas reflexivas, con el objetivo de lo-
grar la mejoría de éste. Su responsabilidad consiste en compro-
bar que éstas se satisfacen ya sea por la atención suministrada o
indirectamente pidiendo ayuda a terceros16.

16 Orlando, I.J. (1961), op. cit.

107
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

Biografía de la autora
Ida Jean Orlando (1926-presente) nació el 12 agosto de 1926. En
1947 se diplomó en enfermería por la New York Medical College
(Flower Finfth Avenue Hospital Scholl of Nursing). En 1951 se
licenció en salud pública en la St. John’s University de Brooklyn,
y en el 1954 consiguió una licenciatura en consulta de salud
mental del Teachers College de la Universidad de Columbia.
Durante su periodo de estudios trabajó de forma intermitente
como enfermera obstétrica, enfermera quirúrgica, de urgencias
y en medicina. Fue directora adjunta de un hospital general
dando clases en varios cursos en la escuela de enfermería del
mismo. Trabajó también en la Escuela de Enfermería de Yale co-
mo investigadora asociada y principal en el proyecto “Integra-
ción de los conceptos de salud mental en un plan de estudios”. Los
resultados de este estudio se publicaron en “The Dynamic Nurse-
Patient Relationship: Function, Precess and Principles of Professional
Nursing Practice” (1961), resultados que sirvieron como base pa-
ra su teoría.
Desde 1962 a 1972, Orlando trabajó como consejera en enferme-
ría clínica en el McLean Hospital de Belmont, Massa-chusetts;
durante este tiempo publicó “The Patient’s Predicament and Nur-
sing Function” (1967) y “The Discipline and Teaching of Nursing
Process: An Evaluative Study” (1972).
En 1981 ocupó el cargo de enfermera educadora en el Metropoli-
tan State Hospital de Waltham, Massachesetts, y desde 1984 has-
ta 1987 ocupó varios cargos en la administración enfermera en
dicho Hospital, donde se convirtió además en la directora ad-
junta de enfermería para la educación y la investi-gación. En di-
cha institución se jubilaría cinco años más tarde17.

Orlando, I.J. (1972). The Discipline and Teaching of Nursing Process: An Evaluati-
ve Study. New York: G.P. Putman´s Sons.
17 Marriner y Raile, op. cit.

Hernández Garre et al. (2014), op. cit.

108
Teorías y Modelos del cuidado

MODELO DE RELACIÓN PERSONA A PERSONA

Esta propuesta teórica se la debemos a la teórica norteamerica-


na Joyce Travelbee, que a partir de 1964 publica diversos artícu-
los centrados en la terapia de cuidado como estrategia de bús-
queda de sentido e identidades emergentes. El modelo surge en
el contexto de la tercera escuela de psicoterapia vienesa, escuela
marcada por los postulados de la logoterapia de Victor Frankl
que intentan superar los anteriores esquemas del psicoanálisis
freudiano o de la psicología individual de Adler. En este sentí-
do, en lugar de hacer hincapié en la voluntad de placer, como
hacía Freud, o en la de poder, como Adler, se da más importan-
cia a la búsqueda de sentido vital. También se dejan ver las pre-
misas fenomenológico-existencialistas de enfoques terapéuticos
como el de Rolo May o Mayo Yalom, en el sentido de que da
gran importancia a la terapia centrada en el desarrollo de la
comprensión existencial que el propio paciente adquiere sobre
su proceso. Estamos ante un modelo de integración pertene-
ciente a la escuela de interacción y a la tendencia de relaciones
interpersonales.
Perspectiva antropológica
Desde esta perspectiva se tiene una visión existencialista del ser
humano, en el sentido de que se le concibe como un individuo
único e insustituibles que está en constante evolución y cambio.
La valía de la persona radica en su misma existencia por lo que
hay que aceptarla y comprenderla desde sus propias coordena-
das, respetando sus limitaciones y potencialidades. El entorno
se entiende en clave de contingencia situacional, en el sentido
de que está determinado por factores como el sufrimiento, la es-
peranza, el dolor o el aislamiento. La salud responde a realida-
des subjetivas como la autoestima, el estado emocional o las ne-
cesidades espirituales, pero también a parametros objetivos co-
mo la ausencia de enfermedad refutada con pruebas de labora-

109
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

torio, análisis psicológicos u observaciones físicas. El cuidado es


un proceso interpersonal persona a persona en el que el cui-
dador ayuda a otro ser, familia o comunidad a prevenir, afron-
tar, o, en su caso, buscar un sentido a la enfermedad y el sufri-
miento.
Enunciados teóricos
La teoría de Joyce Travelbee supuso una auténtica revolución
humanística en el ámbito del cuidado. Su principal aportación
fue incorporar al cuidado los conceptos de la psicopedagogía de
Victor Frankl, que posicionan la búsqueda del sentido vital
como el elemento motivacional principal del ser humano. En es-
ta línea, la autora definió la ciencia del cuidado como un proce-
so interpersonal persona a persona a través del cual el cuidador
ayuda a un individuo, familia o comunidad a prevenir y hacer
frente a la experiencia de la enfermedad y el sufrimiento y, en
su caso, a encontrar un sentido personal constructivo a estas
experiencias. Para Travelbee los valores espirituales de los pa-
cientes y los profesionales juegan un papel vital en esa búsque-
da de sentido de los procesos de salud/enfermedad, ejerciendo
de mediadores en la significación de los mismos. En este sentí-
do, la relación interactiva persona a persona solo es terapéutica
cuando se establece a través del conocimiento, compenetración
y respeto de la diversidad del otro
Entre las principales afirmaciones de la teoría de Travelbee se
encuentran:
- El cuidador y el paciente deben mantener un proceso sano de
comunicación y de mutuo conocimiento hasta llegar a estable-
cer una relación interactiva persona a persona, donde el enfer-
mero deberá comprender que la enfermedad y el sufrimiento
están y van más allá del nivel físico, ya que son conflictos de ni-
vel espiritual y emocional.

110
Teorías y Modelos del cuidado

- Los términos paciente y enfermera son estereotipos útiles sola-


mente para facilitar la comunicación, por lo que debemos pen-
sar en el paciente como un ser humano que en este momento
necesita ayuda de otro ser humano.
- Es necesario que el personal del cuidado ayude al usuario y a
la familia a encontrar un sentido a todo el sufrimiento que el
paciente está pasando en su estado físico, psicológico, social y
espiritual. Esto es de suma importancia para que una familia
acepte una patología y encuentre la manera de abordarla ya
que, encontrar el sentido de la enfermedad o una respuesta a
tiempo, acaba por confortar a las familias y a los enfermos.
- La búsqueda del sentido a la enfermedad y el sufrimiento pue-
de ser una filosofía de vida que despierta esperanza, e incluso, a
veces, es capaz de cambiar una realidad.
Joyce afirma que este proceso interactivo persona a persona esta
mediado por una serie de fases, cuyo objetivo es conseguir la
compenetración entre el cuidador y el paciente. Proceso que
según la autora sigue la siguiente secuencia:
- Encuentro original: se trata del primer contacto en el que se ha
de hacer una valoración exhaustiva del paciente y de la familia.
Se caracteriza por las primeras impresiones que tiene el cuida-
dor del paciente y viceversa. En este momento el cuidador y el
paciente ven al otro como un estereotipo.
- Revelación de identidades: se trata de un segundo momento
en el que van surgiendo las diferentes identidades emergentes
que dan a conocer al cuidador el estado del paciente. Ello propi-
cia un nexo de confianza y seguridad éste que facilita la expre-
sión de sus preocupaciones y sentimientos, a la vez que se inda-
ga sobre sus antecedentes. En este punto el lazo de la relación
comienza a formarse, ya que el cuidador y el paciente empiezan
a verse como un individuo único.

111
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

- Establecimiento de Empatía: la empatía permite compartir las


experiencias con los demás, facilitando la comprensión y predi-
cción del comportamiento de la otra persona. A ello ayudan dos
cualidades: las similitudes de la experiencia y el deseo de com-
prender a la otra persona.
- Establecimiento de Simpatía: la simpatía, según Travelbee, va
más allá de la empatía. Ocurre cuando el cuidador quiere ali-
viar la causa de la enfermedad o el sufrimiento del paciente. En
este sentido Joyce comenta que cuando alguien simpatiza, la
persona está implicada pero no está incapacitada por el
compromiso. En este proceso juega un papel crucial la compa-
sión, entendida como el conjunto de acciones de cuidado enca-
minadas a aliviar la angustia del paciente. Al respecto Travel-
bee comenta que un cuidador es capaz de tener compasión,
porque posee el conocimiento y las experiencias necesarias para
ayudar a los enfermos y porque es capaz de percibir, responder
y apreciar la singularidad del ser humano enfermo. En este sen-
tido es importante solidarizarse con el paciente mostrando un
interés y compromiso que permita al paciente expresar sus sen-
timientos y satisfacer su espiritualidad. Según Travelbee, es en
esta última fase en la que se consigue la compenetración o
transferencia cuidadora-paciente.
En síntesis podemos afirmar que la teoría de Joyce Travelbee
amplió los postulados sobre las relaciones interpersonales de
Peplau y Orlando, estableciendo la función del cuidado en la
búsqueda de una interacción persona a persona que permita
prevenir, afrontar y buscar sentido a la enfermedad y el sufri-
miento18.

18 Travelbee, J., op. cit.

112
Teorías y Modelos del cuidado

Biografía de la autora
Joyce Travelbee nació en 1926 en Estados Unidos. En 1956, com-
pletó una licenciatura en Enfermería en la Universidad Estatal
de Louisiana, y en 1959 una Maestría en Ciencias de la Enfer-
mería en la Universidad de Yale. En 1973 comenzó un progra-
ma de doctorado en Florida pero no pudo acabarlo al fallecer
ese mismo año a la prematura edad de 47 años.
Fue enfermera docente en diferentes centros como la Escuela de
enfermería del Charity Hospital, la Universidad del estado de
Louisiana, la New York University y la Universidad de Mississi-
ppi de Jackson.
En 1964, Travelbee comenzó a publicar artículos en revistas de
enfermería. Su primer libro titulado “Aspectos interpersonales
de Enfermería” fue publicado en 1966 y, en 1969 publicó un se-
gundo texto bajo el nombre de “Intervención en Enfermería Psi-
quiátrica: Proceso en la relación del uno-a-uno”. Murió en 1973
sin poder desarrollar en profundidad algunos aspectos de su
teoría19.

Marriner y Raile, op. cit.


19

Hernández Garre et al. (2014), op. cit.

113
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez
Teorías y Modelos del cuidado

EL ARTE DE CUIDAR LA ASISTENCIA CLÍNICA

El modelo es planteado en 1964 por la teórica teutona Ernestine


Wiedenbach. Se trata de una propuesta profundamente influen-
ciada por los planteamientos de Ida Jean Orlando, y por ende
impregnados de las nociones de necesidades de la psicología
humanista y de los principios de la pedagogía progresista de
John Dewey. El concepto de necesidad vertebra, pues, todas las
aristas teoréticas del constructo, estado que se resuelve a través
de un proceso de cuidado deliberativo que evoluciona a través
de diferentes estados de comprensión y conocimiento de la rea-
lidad. El acto de cuidar está estrechamente ligado al arte, a las
nociones maternales de asistencia. La propuesta se mueve en el
entorno de integración, en la escuela de interacción y en la ten-
dencia de relación interpersonal.
Perspectiva antropológica
Desde esta cosmovisión la persona está dotada de un potencial
único para el desarrollo de sus recursos de autosustentabilidad,
el ser tiende hacia la independencia y el cumplimiento de res-
ponsabilidad. La conciencia de sí mismo y la autoaceptación
cobra importancia capital para la mejora de la integridad perso-
nal y la autoestima, las decisiones representan el mejor criterio
de elección para esa persona en ese momento. El entorno está
formado por la realidad con la que convive y se relaciona de
forma dinámica el individuo, se trata de una totalidad no frag-
mentaria en la que se haya inmersa el ser. La salud engloba las
dimensiones biológicas, psicológicas y culturales, dimensiones
que se pueden ver socavadas por la emergencia de necesidades.
El cuidado consiste, pues, en localizar las necesidades de ayuda
percibidas por la persona, ejerciendo el conocimiento para
aumentar o mejorar el bienestar y la reinserción social del indi-
viduo.

115
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

Enunciados teóricos
El trabajo de Wiedenbach parte de la concepción de que la acti-
tud y creencias de los cuidadores, es decir su filosofía, determi-
na su forma de actuar, influyendo de forma determinante en su
objetivo, praxis y arte. Cuatro elementos clave que la autora
definió en los siguientes términos:
- Filosofía: hace referencia a la actitud y las creencias sobre la vi-
da, y a la forma en que la realidad causaba efecto en ellas. La fi-
losofía es lo que motiva al cuidador para actuar de cierta mane-
ra. Para Wiedenbach existen una serie de componentes esencia-
les que deben asociarse a la filosofía del cuidado: la reverencia
por la vida, el respeto a la dignidad, el valor de la autonomía, la
individualidad de cada ser humano y la resolución para actuar
con las personas de manera profesional manteniendo sus creen-
cias.
- Objetivo: se refiere al hecho de que los cuidadores deben diri-
gir el bien general del paciente en cada uno de sus ámbitos per-
sonales y del entorno. En este sentido, Wiedenbach postuló que
el cuidado clínico se dirige a satisfacer las necesidades de ayuda
percibidas por el paciente. Entendidas éstas como cualquier me-
dida deseada por éste que tiene el potencial de restaurar o am-
pliar su capacidad de hacer frente a diversas situaciones de la
vida que afectan a su salud y bienestar.
-Práctica: se materializa a través de las acciones realizadas por
los cuidadores cuando se encargan del cuidado y bienestar del
paciente que les solicita ayuda.
- Arte de la enfermería: incluye la comprensión de los cuida-
dores de las necesidades e inquietudes de los pacientes, de las
metas de su desarrollo y de las acciones destinadas a la mejora
de la capacidad de los mismos, dirigiendo las actividades rela-
cionadas con el plan médico para mejorar sus condiciones.
Partiendo de estos postulados Wiedenbach dio una definición
del cuidado claramente influida por su formación como coma-

116
Teorías y Modelos del cuidado

drona: “el cuidado es criar o cuidar a alguien de una manera


maternal”. En su propuesta conceptual tanto los cuidados, co-
mo las afirmaciones teóricas, se orientan hacia un proceso deli-
berativo que permita discriminar las mejores opciones de salud
para los pacientes, tomando, en caso necesario, la iniciativa pa-
ra lograr el completo bienestar de las personas. El objetivo de su
propuesta es satisfacer las necesidades de ayuda percibidas por
el paciente, a través de la instauración de un proceso de cuida-
do deliberativo. Proceso inspirado en la teoría de Ida Jean Or-
lando, sobre las acciones enfermeras reflexivas y no automáti-
cas, pero a las que añade una serie de pasos o etapas que
concreta en los siguientes términos:
1. Identificación de las necesidades de ayuda de los pacientes.
Según la autora, para lograrlo hemos de seguir la siguiente se-
cuencia:
- Observar los comportamientos del paciente compatibles o
incompatibles con el bienestar.
- Explorar el significado de estos comportamientos.
- Determinar las causas de malestar o incapacidad.
- Determinar si el paciente puede resolver sus problemas o si
tiene necesidad de ayuda.
2. Administración de la ayuda necesaria.
Ello implica, según Wiedenbach, la puesta en marcha de una se-
rie de acciones:
- El cuidador formula el plan para satisfacer la necesidad de
ayuda del paciente basándose en los recursos disponibles: lo
que el paciente piensa, sabe, puede hacer, ha hecho, más lo
que el cuidador piensa, sabe, puede hacer y ha hecho. En sín-
tesis, el cuidador presenta el plan al paciente y éste responde
a la presentación que se le hace del plan.
- El cuidador percibe si la conducta del paciente coincide o
no con la aceptación del plan.

117
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

- El cuidador explora y ratifica, con fines aclaratorios, si el


paciente está o no de acuerdo con el plan.
- Si el paciente acepta el plan del cuidador y propone la for-
ma de llevarlo a cabo.
- Si el paciente acepta la propuesta del cuidador pone en
práctica el plan.
- Si el paciente no acepta la propuesta, pero sigue necesitan-
do ayuda, el cuidador formula un nuevo plan para satisfacer
su necesidad de ayuda de acuerdo con los recursos recién re-
conocidos. Y el proceso comienza de nuevo.
3. Comprobación de que se ha satisfecho la necesidad de ayu-
da.
Para validar si se ha satisfecho dicha necesidad Ernestine pro-
pone el siguiente algoritmo:
- El cuidador percibe si la conducta del paciente coincide o
no con su concepto de bienestar o capacidad.
- El cuidador explora y ratifica, con fines aclaratorios, el sig-
nificado para el paciente de la percepción de su conducta y
bienestar.
- Si el paciente aporta pruebas convincentes de bienestar o
capacidad la necesidad de ayuda está satisfecha.
- Si el paciente no aporta pruebas convincentes de bienestar
o capacidad la necesidad de ayuda puede no haberse satisfe-
cho. Entonces el cuidador tiene que reconstruir la experien-
cia para determinar si se llegó a identificar la necesidad de
ayuda del paciente, si la satisfizo y si necesita ayuda para
identificarla o comenzar de nuevo el proceso.
Según Wiedenbach, en el marco de este proceso reflexivo o deli-
berativo el cuidador debe incorporar su contexto más próximo,
es decir, la familia, que será un pilar fundamental para la recu-
peración y rehabilitación del paciente. Dicha relación cuidador-
paciente-familia se basa en dos premisas básicas: la buena co-
municación, elemento fundamental para recabar la información

118
Teorías y Modelos del cuidado

necesaria que lleve al cumplimiento de los objetivos, y la educa-


ción mutua, surgida del proceso interactivo entre los protago-
nistas como elemento potenciador del autocuidado y de la cali-
dad de vida del paciente.
Desde esta formulación teórica la función del cuidador con-
siste, pues, en satisfacer las necesidades de ayuda percibidas
por el paciente, a través de un proceso de cuidador reflexivo ve-
hiculado por tres fases: identificación de las necesidades de
ayuda, administración de la ayuda necesaria y comprobación
de que se han satisfecho las necesidades de ayuda20.
Biografía de la autora
Ernestine Wiedenbach nació en Alemania en 1900. Su interés
por el cuidado nació al observar los cuidados que realizaban las
cuidadoras a su abuela enferma, por lo que tras licenciarse en
1922 en artes liberales en la universidad de Wellesley se inscri-
bió en la escuela de enfermería.
Después de graduarse le ofrecieron un puesto de supervisora y
trabajó en la Universidad Johns Hopkins, y más tarde en Bellevue
de Nueva York. Posteriormente continuó su educación en el
Teachers College, Columbia University, asistiendo a clases noctur-
nas, donde recibió una maestría y un certificado en enfermería
de Salud Pública en 1934.
Tras ello Wiedenbach dejó su trabajo en el hospital y ejerció co-
mo enfermera de la Asociación para la Mejora de las Condicio-
nes de los Pobres, a la vez que escribía en la Oficina de Informa-
ción de Enfermería (NIB) de la American Journal of Nursing. Esto

20Wiedenbach, E. (1964).. Clinical nursing: A helping art. New York: Springer


Pub Co.
Wiedenbach, E. (1965). Family nurse practitioner for maternal and childcare.
Nurs Outlook, 13(12): 50-2.
Wiedenbach, E. (1970). Nurse´s wisdom in nursing theory. AJN, American
Journal of Nursing, 70(5): 1057-1062.

119
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

le permitió desarrollar sus capacidades de escritura teniendo


muchos contactos con profesionales de prestigio.
Después del bombardeo de Pearl Harbor preparó a un grupo de
enfermeros para acudir a la Segunda Guerra Mundial. Pero una
dolencia cardiaca le impidió servir como supervisora durante la
misma. Después de la guerra, a sus 45 años, Wiedenbach se ins-
cribió en la escuela de parteras. Tras su graduación, ejerció co-
mo enfermera-partera en el Maternity Center Association y ense-
ñó cursos nocturnos en el Colegio de Profesores de enfermería
maternal avanzada.
En 1952 fue nombrada directora de programas de postgrado en
enfermería de salud materno-neonatal en la escuela de enferme-
ría perteneciente a la universidad de Yale. En 1956 comenzó a
impartir estos programas con Ida Orlando. Durante su estancia
como docente en la Universidad de Yale desarrolló su teoría “El
útil arte de la enfermería clínica”, en la que perfila los pasos de
enfermería de forma secuencial, y escribió con los filósofos Di-
ckoff y James una obra clásica sobre teoría en una disciplina
práctica. Hoy en día está obra sigue siendo utilizada por quie-
nes estudian la evolución de las teorías en enfermería.
En cuanto a su producción científica destacan los siguientes ar-
tículos publicados en revistas de difusión norteamericanas:
“Clinical nursing: A helping art” (1964), “Family nurse practitioner
for maternal and childcare” (1965), “The nurse’s role in family pla-
nning: A conceptual base for practice” (1968) y “Nurse´s wisdom in
nursing theory” (1970).
En 1966 se retiró de la práctica clínica, y murió a los 97 años en
199821.

Marriner y Raile, op. cit.


21

Hernández Garre et al. (2014), op. cit.

120
Teorías y Modelos del cuidado

MODELO DE CONSERVACIÓN

Los enunciados de este modelo son postulados en 1969 por la


teórica chicagüense Myra Estrin Levin bajo el influjo de las teo-
rías de la adaptación de Helson y del estrés Hans Selye. En este
sentido se dejan ver nociones como los niveles de adaptación, la
importancia de los estímulos del entorno o la noción de resis-
tencia. También se perciben otras influencias como la diferen-
ciación entre total y global de Erikson (1964), la definición de
sistemas perceptuales de Gibson (1966), los tres niveles del en-
torno de Bates (1967) o la teoría de las causas específicas y los
factores múltiples de Beland (1968) De esta última teoría tomó
los puntos de vista históricos sobre las enfermedades, y la idea
de que las nociones que las personas tienen sobre la enferme-
dad se modifican con el tiempo. El modelo pertenece al para-
digma de integración, a la escuela de efectos deseados y a la
tendencia existencialista de interrelación.
Perspectiva antropológica
Desde esta perspectiva se concibe a la persona como un ser ho-
lístico, global que mantiena su integridad a través de la adap-
tación con el fin último de conseguir su conservación. Se trata
de un ente en continuo equilibrio inestable que ha de responder
ante un contexto interno y externo cambiante con respuestas de
adaptación y conservación. La salud no es simplemente la
ausencia de patologías, sino una categoría determinada social-
mente por la capacidad de actuar de un modo razonablemente
normal, se trata de un retorno a la indentidad que permite a los
indivicuos ser libres y capaces para peseguir sus intereses y
aprovechar sus recursos. El cuidado se entiende en clave de in-
teracción humana en pro de la adaptación, la conservación y el
mantenimiento de la globalidad de los individuos.
Enunciados teóricos

121
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

El modelo de conservación de Myra Estrin Levine gira en torno


a tres conceptos principales: globalidad, adaptación y conser-
vación.
La autora toma la definición de globalidad de Erikson, cátalo-
gándola como una relación mutua sólida, orgánica y progresiva
entre diversas funciones y partes de un todo, cuyos límites son
abiertos y fluidos22. Influida por este concepto considera que la
integridad de los individuos depende del mantenimiento de su
unidad, lo que implica reaccionar de un modo integral y único
a los retos del entorno. Es decir implica la adaptación conside-
rada como un proceso de cambio mediante el cual el individuo
se ajusta a las realidades de su entorno externo e interno man-
teniendo su integridad y consiguiendo la conservación.
La autora menciona tres características de la adaptación: histo-
ria, especificidad y redundancia. Así considera que la adapta-
ción es histórica y específica, en el sentido de que todas las
especies tienen patronos fijos de respuesta diseñados únicamen-
te para garantizar el éxito en las actividades básicas de la vida.
Piensa además que todos los individuos cuentan con una serie
de opciones de seguridad disponibles con el fin de garantizar
su adaptación, opciones denominadas con el nombre de redun-
dancia.
En cuanto al entorno Levine especifica que puede ser interno y
externo. Para definir el entorno externo toma la definición de
Bates23 que sugirió que éste se estructuraba en tres niveles: el
perceptivo, constituido por las características del mundo que
los individuos son capaces de sentir e interpretar, el operacio-
nal, que incluye todo lo que puede afectar a los individuos
físicamente, aunque no puedan percibirlo directamente, y el
conceptual, que se construye a partir de los patrones culturales
transmitidos a través del lenguaje, el pensamiento y la historia.

22 Erikson, E.H. (1964). Insight and responsibility. New York: W.W. Norton.
23 Bates, M., op. cit.

122
Teorías y Modelos del cuidado

El proceso de adaptación a las condiciones del entorno depende


de la capacidad de respuesta del individuo, capacidad que la
autora divide en cuatro niveles de integración: lucha, respuesta
inflamatoria, respuesta al estrés y conocimiento perceptivo. La
lucha constituye una respuesta del individuo por la que se pone
en estado de alerta para garantizar su seguridad y bienestar. La
respuesta inflamatoria establece un mecanismo de defensa que
protege al individuo de las agresiones del entorno, sólo puede
utilizarse durante un tiempo limitado ya que consume gran
parte de las reservas de energía del individuo. La respuesta al
estrés supone el desgaste de la vida producido por el someti-
miento a estresantes y es un proceso irreversible. Y por último
el conocimiento perceptivo se basa en la capacidad del indivi-
duo para experimentar el mundo a su alrededor buscando in-
formación y seguridad.
En cuanto al tercer concepto del modelo de Levine, el de con-
servación, hace referencia a la manera en que los individuos son
capaces de continuar funcionando en situaciones difíciles, en-
frentándose a los obstáculos y adaptándose con el fin de mante-
ner su integridad en su globalidad, mediante el equili-brio entre
la demanda y el abastecimiento de energía. Para ello hay que
llevar a cabo intervenciones en los cuatro principios de conser-
vación descritos por Levine: la conservación de la energía, la
conservación de la integridad estructural, la conser-vación de la
integridad personal (autovaloración e identidad) y la conser-
vación de la integridad social.
Por último, en cuanto a la función del cuidado Levine considera
que ésta consiste en interactuar e intervenir sobre los indivi-
duos con el objetivo de mantener su globalidad e integridad y
fomentar su adaptación, permitiendo así la conservación de su

123
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

energía individual y su integridad estructural, personal y so-


cial24.
Biografía de la autora
Myra Estrin Levine (1920-1996) nació en Chicago (Illinois) en
1920, se diplomó en enfermería en 1944 en la escuela Cook
County. En 1949 se licenció en la Universidad de Chicago donde
también realizó cursos de postgrado. En 1962 realizó una
maestría en la Wayne State University, durante su estancia Be-
land se convirtió en su mentora descubriéndole los autores que
posteriormente influirían en la conformación de su modelo de
cuidado.
Levine ejerció la actividad cuidadora en diferentes centros, don-
de ocupo diferentes cargos como enfermera privada en 1944,
enfermera civil en el ejército estadounidense en 1945 e instruc-
tora clínica de ciencias físicas en la escuela Cook County de 1947
a 1950. Fue también directora de enfermería en el Drexel Home
de Chicago (1950-1951), y supervisora quirúrgica en la clínica de
la Universidad de Chicago (1951-1952) y en el Henry Ford Hospital
de Detroit de (1956-1962). Además dirigió el departamento de
enfermería clínica en la escuela de enfermería Cook County
(1963-1967).
Con respecto a su actividad docente coordinó el programa de
graduado en enfermería oncológica de la Rush University de
1974 a 1977, ocupando una plaza de profesora asociada adjunta
de estudios de humanidades en la Universidad de Illinois desde
1981 hasta 1987. Asimismo fue nombrada profesora emérita en
enfermería medico quirúrgica por la Universidad de Illinois
(Chicago) en 1987 y doctora honorífica en humanidades en la
Loyola University (Chicago) en 1992.

24 Levine M. E. (1969; 1996), op. cit.


.

124
Teorías y Modelos del cuidado

Entre los numerosos galardones que ostenta destacan el nom-


bramiento como académica de la American Academy of Nursing
en 1973 y la elección como miembro honorífico de la American
Mental Health Aid de Israel en 1976. En 1969 publicó la primera
edición de su libro “Introduction to Clinical Nursing”, donde
recoge los principios de conservación. Posteriormente en su pu-
blicación “Holistic Nursing” (1971) trataría las consecuencias de
éstos. Finalmente en 1989, en su libro “Four Conservatión Princi-
ples: Twenty Years Laterf”, llevaría a cabo un cambio y especifica-
ción sustancial de su teoría.
Se retiró en 1987 aunque continuó trabajando en el desarrollo
teórico y animando a que se siguiera indagando en su propia
teoría. Murió el 20 de Marzo de 1996 a la edad de 75 años25.

Marriner y Raile, op. cit.


25

Hernández Garre et al. (2014), op. cit.

125
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez
Teorías y Modelos del cuidado

MODELO DE LA CONSECUCIÓN DE OBJETIVOS

El modelo es expuesto en 1971, por la teórica estadounidense


del cuidado Imogene King, sobre la base de la noción de sis-
tema en interrelación que transacciona. En este sentido se deja
ver el influjo de la teoría general de sistemas, de la teoría del co-
nocimiento de Dewey y Bentley (1949), de los estudios sobre la
percepción de Allport (1955), de las nociones de espacio-tiempo
de Sommer y Orme (1969), y del trabajo sobre transacciones de
Kuhn (1975). El problema del conocimiento se sitúa en el uso
impreciso de los conceptos que se refleja en los tres niveles
históricos de presentación: autoacción, interacción y transa-
cción, por lo que todos los conocimientos se hallan en continua
investigación y revisión. La propuesta pertenece a la perspec-
tiva de integración, a la escuela de interacción y a la tendencia
existencialista de interrelación.
Perspectiva antropológica
La persona es un sistema, es un ser espiritual con capacidad pa-
ra pensar, tomar decisiones, seleccionar cursos de acción alter-
nativos y realizar transacciones con el entorno. Éste se encuen-
tra en constante cambio, e interracciona en un proceso dinámico
con los sistemas personales. La salud es un estado cambiante en
el ciclo vital que requiere de la adaptación al entorno a través
del uso óptimo de los recursos. En este marco el cuidado es re-
presentado como un proceso de acción, reacción, interacción y
transacción interpersonal cuya meta es mantener la salud de las
personas en el desempeño de sus roles.
Enunciados teóricos
La teoría de King utiliza el enfoque de sistemas para la confor-
mación de su modelo conceptual, definiendo primero un marco
de sistemas de interacciones sobre el que se asienta su posterior
desarrollo de la teoría de consecución de objetivos.

127
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

Su marco de sistemas de interacción discrepa de otros esque-


mas conceptuales en el hecho de que no tiene que ver con la
fragmentación de los seres humanos y su entorno, sino con las
transacciones humanas en distintos tipos de entorno. Partiendo
de esta premisa define tres tipos de sistemas de interacción co-
mo dominio del cuidado: sistemas personales, sistemas inter-
personales y sistemas sociales. King entiende a los pacientes y
los cuidadores como sistemas personales, y en este sentido con-
sidera importante entender los conceptos de imagen corporal,
crecimiento y desarrollo, percepción, personalidad propia y es-
pacio para interpretar a los seres humanos como personas. A la
vez King describe que los seres humanos constituyen también
sistemas interpersonales cuando interactúan formando dúos o
tríos. El dúo de un cuidador y un paciente es un sistema inter-
personal en el que es precisa la compresión de conceptos como
la comunicación, la interacción, la misión, el estrés y la transa-
cción. Por último la autora considera también que las personas
forman sistemas sociales integrados por grupos que constituyen
la sociedad, así los sistemas religiosos, educativos, familiares y
de cuidados de salud son ejemplos de sistemas sociales. King
afirma que los conceptos de autoridad, toma de decisión, orga-
nización, poder y status son esenciales para la compresión de
los sistemas sociales.
Una vez definido su marco de interacción de sistemas King em-
prendió un desarrollo más profundo y propuso su teoría de la
consecución de objetivos. Ésta se centra en uno de los tipos de
sistemas definidos en su marco de sistemas de interacción, el
sistema interpersonal, y en concreto en uno de los tipos de rela-
ción que se puede dar en éste, el de cuidador-paciente como
medio para llegar a la consecución de objetivos. En este proceso
de relación o proceso de cuidado cada miembro del dúo percibe
al otro, realiza juicios y desempeña acciones. Esta relación cul-
mina en una reacción y, en el caso de que exista una coherencia

128
Teorías y Modelos del cuidado

perceptiva y se subsanen los trastornos, la interacción produce


transacciones y la consecución de objetivos de los pacientes. Es-
te sistema de interacción interpersonal cuidador-paciente está
abierto a recibir una retroalimentación en el sentido de que ca-
da una de estas fases de interacción puede influir en las percep-
ciones mutuas26.
Biografía de la autora
Imogene King nació el 30 de Enero de 1923 en West Point (Io-
wa). Se diplomó en enfermería en 1945 en el St. John`s Hospital of
Nursing en St. Louis (Missouri). Realizó un curso de Bachelor of
Science in Nursing Education en 1948 en la Universidad de St.
Louis, consiguiendo además un M.S.N. en 1957 en dicha univer-
sidad. En 1961 obtuvo un doctorado en educación del Teachers
College de la Universidad de Columbia (New York) y en 1980 un
doctorado honorario de la Universidad del Sur de Illinois.
King ocupó diferentes cargos docentes trabajando como profe-
sora asociada en la Universidad Loyola de Chicago (1961-1966) y
como directora de la escuela de enfermería de la The Ohio State
University de Columbia (1968-1972). En 1972 regresó a Chicago
donde ejerció como profesora del programa de licenciatura de
la Universidad de Loyola, trabajando además como coordina-
dora de investigación en enfermería clínica en el departamento
de enfermería del Loyola Medical Center (1978-1980). Posterior-
mente, en 1980, se traslado a Tampa (Florida) donde la nombra-
ron profesora del College of Nursing de la Universidad del Sur
de Florida.
Entre sus principales escritos se encuentran “Toward a Theory for
Nursing: General Concepts of Human Beahavior” (1971), “A Theory

26King I.M. (1971; 1981), op. cit.


King, I.M. (1985). Curriculum and Instruction in Nursing. New York: Appleton
& Lange.

129
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

for Nursing: Systems, Concepts, Process” (1981) y “Curriculum and


Instruction in Nursing” (1985). King se jubiló en 1990, siendo
desde ese momento profesora emérita de la Universidad del
Sur de Florida. Falleció el 24 de Diciembre de 2007 en San Pe-
tersburgo (Florida)27.

Marriner y Raile, op. cit.


27

Hernández Garre et al. (2014), op. cit.

130
Teorías y Modelos del cuidado

MODELO DE ADAPTACIÓN

Se trata de una propuesta teórica enunciada en 1971 por la teó-


rica norteamericana Callista Roy, traduciendo al ámbito del cui-
dado las nociones de adaptación provenientes de la psicología.
El modelo está, pues, impregnado de los axiomas de teoría del
nivel de adaptación de Harry Helson, tomando prestada su
visión del “ser” en continua pugna por mantener el equilibrio
ante la recepción de estímulos. De otra parte se dejan ver, tam-
bién, las nociones de sistema de Bertalanffy y su construcción
sistemática del individuo, sazonada en este caso desde la inte-
gración de mecanismos de afrontamiento y modos de adapta-
ción. El modelo pertenece, pues, al paradigma de integración,
en cuanto supera las grafías atomistas de la persona, constitu-
yendo un modelo teórico de la escuela de efectos deseados y de
la tendencia existencialista de interrelación o relaciones inter-
personales.
Perspectiva antropológica
Desde los posicionamientos del modelo la persona es entendida
como un sistema vivo, abierto y complejo de adaptación, com-
puesto, a su vez, por mecanismo internos de afrontamiento,
biológicos y psicológicos, que actúa para mantener la adapta-
ción en cuatro modos de vida: fisiológico, autoconcepto, fun-
ción de rol e interdependencia. Se trata de un ser inmerso en un
conjunto de condiciones, circunstancias e infuencias del entor-
no, y sometido a estímulos focales, contextuales y residuales
que le empujan a adoptar respuestas de adaptación. Su se salud
se sitúa, pues, en un continuo que oscila entre la muerte y el
máximo grado de bienestar, en un estado y proceso de lucha
por convertirse en un ser integrado y completo a través de la
adaptación. En este continuo salud y enfermedad forman una
dimensión inevitable y coexistente, mientras el cuidado se con-
vierte en una ciencia y práctica que amplía la capacidad de

131
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

adaptación del individuo, mejorando la transformación de su


entorno a través del control de los estímulos focales, contextua-
les y residuales.
Enunciados teóricos
Como se ha comentado Roy integra en su modelo los conceptos
provenientes de la teoría general de sistemas y de la teoría de la
adaptación. Partiendo de estas nociones define a la persona co-
mo un sistema abierto que recibe los estímulos que provienen
de su entorno, ante los cuales reacciona con una respuesta de
adaptación. La salud es el reflejo de una buena respuesta de
adaptación ante los estímulos de su entorno.
Estos estímulos provenientes del entorno pueden ser de tres ti-
pos:
- Focales: son los estímulos más inmediatos a los que se enfren-
ta la persona.
- Contextuales: son otros estímulos, también presentes en la si-
tuación, que contribuyen al efecto que origina el estímulo focal.
- Residuales: son factores del entorno, de dentro o de fuera del
sistema humano, que también pueden provocar efectos no muy
definidos en la situación del momento. Por ejemplo, los que la
persona ha experimentado en el pasado.
Este sistema abierto que constituye la persona está integrado,
según la autora, por dos subsistemas principales, integrados a
su vez por seis subsistemas, que se relacionan entre sí:
1. El subsistema de procesos primarios: está constituido por los
mecanismos de afrontamiento con los que cuenta la persona pa-
ra hacer frente a los estímulos externos. Estos mecanismos o
subsistemas de procesos primarios son dos:
a) El regulador: constituye un mecanismo de afrontamiento
físico en el que entran en juego el sistema neuronal, el quími-
co y el endocrino.

132
Teorías y Modelos del cuidado

b) El relacionador: constituye un mecanismo de afrontamiento


mediado por cuatro canales cognitivos y emocionales: el pro-
cesamiento de la información sensorial, el aprendizaje, el cri-
terio y las emociones.
La percepción de la persona enlaza el mecanismo de afronmien-
to regulador con el relacionador. La entrada de infor-mación en
el regulador se transforma en percepciones que dependen del
relacionador.
2. El subsistema secundario o de efectos: está constituido por las
reacciones ante los estímulos, las cuales se llevan a cabo a través
de cuatro subsistemas secundarios también llamados modos de
adaptación:
a) El modo de adaptación fisiológico-físico: se centra en la manera
en que los seres humanos reaccionan ante su entorno por
medio de procesos fisiológicos, con el fin de cubrir las necesi-
dades básicas de respirar, alimentarse, eliminar, moverse,
descansar y protegerse.
b) El modo de adaptación de autoconcepto de grupo: se centra en la
necesidad de ver quién es uno mismo y cómo se debe actuar
en sociedad.
c) El modo de adaptación de la función del rol: tiene como objeto
de estudio los diferentes roles que cumple el individuo fren-
te a los demás.
d) El modo de adaptación de la interdependencia: Trata sobre las
interacciones de la gente con los demás incluyendo el dar y
recibir amor, respeto y valores.
El propósito de estos cuatro modos de adaptación es conseguir
la integridad fisiológica, psicológica y social.
Podríamos concluir que la persona es un sistema abierto com-
puesto por seis subsistemas: el regulador y el relacionador, que
son mecanismos de afrontamiento, y los cuatro modos de adap-
tación que se relacionan entre sí para formar un complejo siste-
ma cuyo último propósito es la adaptación. La Enfermería con-

133
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

tribuye a la adaptación del individuo a través del control de los


estímulos focales, contextuales y residuales28.
Biografía de la autora
Callista Roy nació el 14 de Octubre de 1939 en los Ángeles, Cali-
fornia. Fue miembro de las Hermanas de San José de Caronde-
let y realizó su formación en enfermería en el Mount Saint Ma-
ry`s College de los Ángeles (1963). Una vez finalizados sus estu-
dios enfermeros inició su formación en Sociología en la Univer-
sidad de California.
En 1964, Roy comenzó a trabajar en su modelo basándose en el
trabajo de Harry Helson en psicofísica, e influenciada por la ca-
pacidad de los niños para adaptarse a los cambios más signi-
ficativos. Roy compatibilizó su labor asistencial con la docencia
universitaria obteniendo su plaza de profesora titular en el
Mount Saint Mary`s College de los Ángeles y en la Universidad
de Portland en el año 1983. Cuenta con numerosos premios na-
cionales e internacionales como el Founder’s Award for Excellence
in Fostering Profesional Nursing Standadrs concedido en 1981.
Entre sus obras más destacadas se encuentran: “Introduction to
nursing: an adaptation model” (1984) y “The roy adaptation model:
the definitive statement” (1976)29.

Roy C. (1984), op. cit.


28

Marriner y Raile, op. cit.


29

Hernández Garre et al. (2014), op. cit.

134
Teorías y Modelos del cuidado

MODELO DE SISTEMAS

El modelo es propuesto por la teórica Ohioana Betty Newman


en 1975, suponiendo uno de los máximos exponentes de la apli-
cación del paradigma de sistemas a la ciencia del cuidado. Sus
mayores influencias son por tanto las nociones sistemáticas de
la teoría de Bertalanffy, pero también se dejan ver otras nocio-
nes como los conceptos Gestaltianos de entropía y negentropía,
el concepto de estrés manejado por el endocrino húngaro Hans
Selye, o los niveles de prevención del neuropsiquiatra norte-
americano Gerald Caplan. El modelo pertenece al paradigma de
integración, a la escuela de los efectos deseados y a la tendencia
de sistemas.
Perspectiva antropológica
La persona es definida como un sistema abierto con una estruc-
tura sistemática compuesta por un núcleo y una serie de círcu-
los concéntricos a modo de líneas de defensa. Constitución sis-
temática cuya estructura está conformada, a su vez, por cinco
variables interrelacionadas entre sí: fisiológica, psicológica,
sociocultural, del desarrollo y espiritual. El individuo es, pues,
un sistema dinámico que intercambia materia y energía con su
entorno, luchando por mantener el equilibrio ante los factores
estresantes del entorno. Éste está constituído por todos los fac-
tores internos y externos que rodean o interaccionan con la per-
sona/cliente, y que abarcan toda una serie de elementos estre-
santes intra, inter y extrapersonales que se convierten en fuer-
zas que pueden alterar la estabilidad del sistema. La salud es un
movimiento continuo que va del bienestar a la enfermedad, se
trata de un estado dinámico que tiene diferentes momentos y
gradamentes. Por último, el cuidado se convierte en una labor
profesional que interviene a nivel primario, secundario y tercia-
rio regulando todas la variables que afectan las respuestas del
sistema-cliente frente al estrés.

135
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

Enunciados teóricos
Neuman parte para la construcción de su modelo conceptual de
la teoría general de sistemas, de la cual adopta la noción de sis-
tema. Así considera al cliente, que en su teoría puede ser una
persona, una familia, un grupo o una comunidad, como un sis-
tema abierto que intercambia energía, información y materia
con el entorno mientras utiliza sus recursos energéticos para
conseguir la estabilidad y la integración. El cliente está consti-
tuido por cinco variables:
1. Fisiológica: hace referencia a la estructura y a la función del
organismo.
2. Psicológica: hace referencia a los procesos mentales en
interacción con el entorno.
3. Sociocultural: hace referencia a los efectos y a las influencias
de las condiciones sociales y culturales.
4. De desarrollo: hace referencia a los procesos y a las activida-
des relacionadas con la edad.
5. Espiritual: hace referencia a creencias e influencias espiritua-
les.
Este sistema abierto que es el cliente tiene una estructura consti-
tuida por una estructura central rodeada de anillos concéntri-
cos. La estructura central representa los factores básicos de su-
pervivencia o los recursos de energía del cliente que son comu-
nes a todos los miembros de una especie. Alrededor de esta es-
tructura central se encuentran una serie de círculos concéntricos
denominados líneas de resistencia y que representan los factores-
recursos que ayudan al cliente a defenderse de los elementos
estresantes del entorno. Entre estas líneas se encuentra la de-
nominada línea normal de defensa, que es el círculo que se en-
cuentra en el exterior del sistema y que garantiza un estado de
estabilidad para éste, y la línea flexible de defensa, que es un
círculo aún más exterior que la línea normal de defensa y que se
caracteriza por ser la primera línea de defensa del cliente ante

136
Teorías y Modelos del cuidado

factores estresantes, comportándose además de forma dinámica


al poder verse alterada rápidamente y en breve espacio de tiem-
po. La expansión tanto de la línea normal de defensa como de la
línea flexible de defensa supone una mayor protección para el sis-
tema/cliente ante los factores estresantes externos, a este pro-
ceso de expansión se le llama negentropía y supone un proceso
de utilización de la energía que favorece la progresión, estabi-
lidad y bienestar del sistema. Al proceso contrario de retracción
de las líneas de defensa se le denomina entropía y supone un
proceso de agotamiento y desorganización que conduce al siste-
ma hacia la enfermedad o la muerte.
Las cinco variables que constituyen al cliente, fisiológica, psico-
lógica, sociocultural, de desarrollo y espiritual, descritas ante-
riormente, se hallan presentes en toda la estructura del cliente,
tanto en la estructura central como en las líneas de defensa,
condicionando su modo de interacción y la extensión o retra-
cción de las líneas de defensa, es decir la negentropía o entropía
del mismo.
Una vez definidas las variables y la estructura que conforman al
cliente, Neuman introduce influenciada por la teoría del estrés
de Hans Syle, el segundo elemento de su modelo: los elementos
estresantes. Para la autora éstos son cualquier fuerza del entor-
no, entendiendo que éste está conformado tanto por las fuerzas
externas como por las internas, que perturban al sistema-cliente
afectando su estabilidad. Neuman define tres tipos de elemen-
tos estresantes capaces de alterar el sistema:
1. Las fuerzas intrapersonales que ocurren en el interior de la
persona, como la infección, los pensamientos y sentimientos.
2. Las fuerzas interpersonales que se producen entre los indi-
viduos, por ejemplo las expectativas de rol.
3. Y las fuerzas extrapersonales que se producen fuera del in-
dividuo, como pueden ser las circunstancias económicas.

137
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

La reacción de una persona a los factores de estrés depende de


la fuerza de resistencia de las líneas de defensa la cual está con-
dicionada por la interrelación de las cinco variables que com-
ponen el sistema-cliente: fisiológica, psicológica, sociocul-tural,
de desarrollo y espiritual.
Cuando estas líneas de defensa fallan, aparece la enfermedad
pudiendo incluso sobrevenir la muerte. Sin embargo si estas
líneas de defensa pueden soportar el factor de estrés se produce
un efecto denominado reconstitución que supone el retorno del
sistema a la estabilidad adquiriéndose un nivel de bienestar que
puede ser inferior o superior al que se tenía antes de la invasión
del elemento estresante.
Por último, Neuman, inspirada en los niveles de prevención
descritos por Caplan, determina cual es el papel de la Enferme-
ría y los tipos de intervenciones que ésta puede acometer. Así,
define que la Enfermería tiene como cometido controlar todas
las variables que afectan a la respuesta del cliente ante los facto-
res estresantes, pudiendo desplegar ésta tres niveles de inter-
vención:
1. La prevención primaria: se centra en la protección de la línea
normal de la defensa y el fortalecimiento de la línea flexible de de-
fensa. Este nivel de prevención ocurre antes de que el sistema
reaccione a un factor estresante. Consiste en fortalecer al cliente,
principalmente su línea flexible de defensa, actuando ante cual-
quier sospecha o identificación de un factor estresante antes de
que produzca ninguna reacción en el sistema-cliente. Incluye la
promoción de la salud y el mantenimiento de la salud.
2. La prevención secundaria: se centra en el fortalecimiento de las
líneas internas de la resistencia, la reducción de la reacción del es-
trés y el aumento de factores de resistencia, a fin de evitar da-
ños en el núcleo central. Esto se produce después de que el sis-
tema reaccione a un factor estresante. Este nivel de prevención
incluye el tratamiento adecuado de los síntomas para lograr la

138
Teorías y Modelos del cuidado

estabilidad óptima del sistema-cliente y la conservación de


energía.
3. La prevención terciaria: se centra en la readaptación, la ree-
ducación y el mantenimiento de la estabilidad, favoreciendo la
reconstitución o el retorno al bienestar después del trata-
miento. Esto se produce después de que el sistema haya sido
tratado a través de las estrategias de prevención secundaria. En
la prevención terciaria se ofrece apoyo al cliente para añadir
energía al sistema o reducir la energía necesaria a fin de facilitar
la reconstitución.
Para Neuman la intervención de la Enfermería tiene que ir diri-
gida, siempre que se pueda, a la prevención primaria ac-tuando
ante cualquier sospecha o identificación de un elemen-to estre-
sante que aún no haya producido reacción en el sistema-cliente.
De esta manera la función del cuidado consistirá en la actuación
sobre el sistema-cliente, con el objetivo de controlar todas las
variables que afecten la respuesta de éste ante los factores estre-
santes intrapersonales, interpersonales y extra-personales, ac-
tuación que incluye la intervención a nivel primario, secundario
y terciario con el objetivo de fomentar así la identificación de
los factores estresantes que aún no han pro-vocado la reacción
del sistema, tratar los síntomas resultado de la reacción del sis-
tema o favorecer la reconstitución de éste con el objetivo último
de fortalecer sus líneas de defensa y fo-mentar su bienestar30.
Biografía de la autora
Betty Neuman nació en 1924 en una granja cerca de Lowell,
Ohio. En 1947 finalizó sus estudios básicos de enfermería en el
Peoples Hospital de Akron, Ohio. En 1957 se licenció con honores
en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), obte-
niendo en dicha universidad la doble especialidad en salud
mental y pública en 1966. Desarrolló su primer modelo explícito

30 Neuman B., op cit.

139
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

de enseñanza y práctica para la consulta de salud mental a


finales de la década de 1960, antes de crear el modelo de siste-
mas, por lo que en 1966 fue reconocida como pionera en el cam-
po de la participación de enfermería en salud mental comuni-
taria. No es hasta 1972 cuando publica por primera vez su mo-
delo de sistemas, el cual había iniciado mientras era profesora
de salud comunitaria en la Universidad de UCLA, California
(Los Ángeles), como respuesta a la petición de sus alumnos de
graduado y con el objetivo de ampliar la comprensión de las
variables del cliente más allá del modelo médico.
Durante toda la década de los setenta se dedicó a definir y a
mejorar los diferentes aspectos del modelo mientras preparaba
su libro “The Newman Systems Model: Application to Nursing Edu-
cation and Practice” publicado en 1982 y en cuyas ediciones pos-
teriores desarrolla y revisa el modelo.
En 1985 recibió el doctorado en Psicología Clínica de la Uni-
versidad del Pacífico Occidental, y en 1998 recibe el doctorado
honoris causa en la Grand Valley State University, Allendale, Mi-
chigan.
Desde que desarrolló su modelo de sistemas Newman ha parti-
cipado en una gran variedad de actividades profesionales inter-
nacionales, así como en numerosas publicaciones, presenta-
ciones, consultas y conferencias sobre la aplicación y el uso del
mismo31.

Marriner y Raile, op. cit.


31

Hernández Garre et al. (2014), op. cit.

140
Teorías y Modelos del cuidado

MODELO DE PROMOCION DE LA SALUD

Se trata de una propuesta formulada en 1982 por la teórica nor-


teamericana Nola J. Pender, bajo el paraguas de las nuevas co-
rrientes de promoción de la salud emanadas del informe Lalon-
de, la Conferencia de Alma-Ata y la creación de la Atención Pri-
maria de Salud. El modelo deja ver la influencia de las escuelas
psicológicas del aprendizaje, especialmente las coordenadas del
aprendizaje social expuesto en 1977 por el psicólogo canadiense
Albert Bandura. También están presentes los supuestos del mo-
delo de valoración de expectativas de la motivación humana
formulados por Norman T. Feather en 1982. Estamos ante un
modelo teórico perteneciente al paradigma de integración y a la
escuela de la promoción de la salud.
Perspectiva antropológica
La persona es considerada como un ser holístico y complejo,
tanto orgánico como introspectivo, definido de forma única por
su propio patrón cognitivo-perceptual y sus factores modifican-
tes o variables. El entorno representa todo el conjunto de intera-
cciones entre los factores cognitivo-perceptuales y los factores
modificantes que influyen en la aparición de conductas promo-
toras de salud. Ésta no es simplemente la ausencia de enferme-
dad si no el estado totalmente positivo del ser, en este contexto
el cuidado consiste en motivar a los usuarios para que manten-
gan la salud personal a través de conductas promotoras de sa-
lud.
Enunciados teóricos
El trabajo de Pender refleja la naturaleza multifacética de las
personas que interactúan con el entorno intentando alcanzar un
estado de salud. Su obra refleja el papel activo de los pacientes
para gestionar conductas de salud modificando el contexto del
entorno. En este sentido Pender afirma que existen procesos

141
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

biopsicosociales complejos que motivan a los individuos en el


compromiso de las conductas destinadas al fomento de la sa-
lud. La promoción de la salud se convierte pues en una herra-
mienta útil motivada por el deseo de aumentar el bienestar y
actualizar el potencial humano.
La autora identifica una serie de factores cognitivos-perceptivos
de los individuos. Factores tales como la importancia que dan a
la salud, el control percibido sobre su salud, la auto-eficiencia
percibida, su definición de salud, su estado de salud percibido,
los beneficios percibidos de los comportamientos que promue-
ven la salud o las barreras que se perciben para las conductas
promotoras de salud. A su vez Pender afirma que estos factores
cognitivos-perceptivos están influidos por una serie de factores
modificantes como las características demográficas o biológicas,
las influencias interpersonales o los factores situacionales y con-
ductuales. De manera que la participación en las conductas
promotoras de la salud y la probabilidad de comprometerse
con ellas dependerá de la forma en que interactúen en cada in-
dividuo estos factores cognitivos-perceptivos y modificantes.
Pender afirma que características y experiencias individuales
como las conductas previas relacionadas con la salud o los fac-
tores personales, tanto biológicos como psicológicos y sociocul-
turales, influyen en la adopción de conductas de promoción de
la salud. A su vez estas características y experiencias están
moduladas por una serie de conocimientos y aspectos específi-
cos de la conducta. Aspectos tales como los beneficios que los
individuos anticipan para sus conductas de salud, las barreras
que perciben para llevarlas a cabo, la competencia percibida de
la eficacia de ellos mismos para llevarlas a cabo (autoeficacia
percibida) o el afecto positivo que les genera la conducta de sa-
lud (afecto relacionado con la actividad). Pero también las in-
fluencias interpersonales que producen sus familias, sus parejas
o sus profesionales de la salud en la adopción de conductas

142
Teorías y Modelos del cuidado

promotoras de salud, o las influencias situacionales generadas


por el contexto determinado que puedan facilitar o impedir la
conducta de salud.
De todas estas características, experiencias individuales, conoci-
mientos y afectos específicos de la conducta, se deriva un ma-
yor o menor compromiso del individuo con un plan de acción
que le lleve a la adopción de la conducta de promoción de la sa-
lud deseada. Compromiso que a su vez está influido por las de-
mandas (bajo control) y preferencias (alto control) contrapues-
tas, es decir por el grado de control que el individuo tenga para
elegir conductas alternativas de promoción de la salud. En este
sentido el compromiso será menor cuando las demandas con-
trapuestas sobre las que el individuo tiene un bajo control re-
quieran atención inmediata, o cuando las prefe-rencias contra-
puestas, sobre las que el individuo tiene un alto grado de con-
trol, generen opciones muy a atractivas para el individuo que
vayan en contra del plan de acción32.
Biografía de la autora
Nola J. Pender (1941-presente) nació el 16 de Agosto de 1941 en
Lansing (Michigan). Se diplomó en enfermería en 1962 en la es-
cuela del West Suburban Hospital de Oak Park (Illinois). Cursó
estudios en la Universidad del Estado de Michigan completan-
do su título de B.S.N en 1964 y obteniendo un M.A en creci-
miento y desarrollo humano en 1965. Completó sus estudios
con un doctorado en psicología y educación en la Universidad
Northwestern de Evanston (Illinois) en 1969 y una maestría en
enfermería de salud comunitaria en la Universidad de Rush de
Chicago. Posteriormente, en 1992, recibiría un doctorado hono-
rífico por la Universidad de Widener.

32 Pender N.J., op cit.

143
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

Pender fue nombrada presidenta de la American Academy of


Nursing desde 1991 hasta 1993 y decana asociada para la inves-
tigación en la Escuela de enfermería de la Universidad de Mi-
chigan desde 1990 hasta 2001. Su principal publicación fue
“Health Promotion in Nursing Practice” (1982) donde recoge su
modelo de promoción de la salud. El libro recibió la ANA Book
of the Year por su contribución a la enfermería comunitaria.
Actualmente es profesora emérita de la University of Michigan
School of Nursing realizando una excelsa actividad como cónsul-
tora de diferentes centros de investigación. En 2012 recibió el
galardón de leyenda vida de la Academia Americana de Enfer-
mería33.

Marriner y Raile, op. cit.


33

Hernández Garre et al. (2014), op. cit.

144
Teorías y Modelos del cuidado

MODELOS
TRANSFORMADORES

145
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

146
Teorías y Modelos del cuidado

MODELO DE SERES HUMANOS UNITARIOS

El modelo, propuesto en 1970 por la teórica tejana Martha Ro-


gers, supone un punto de inflexión en el discurso paradigmá-
tico de la ciencia del cuidado, inaugurando las nociones trans-
formadoras que ponen el punto de mira en la irrepetible pers-
pectiva desde la que cada ser humano vivencia sus experiencias
en salud-enfermedad. Estamos ante una nueva visión sustenta-
da en premisas teóricas tan variopintas como la teoría clásica de
campos, la teoría general de sistemas o los principios de la ho-
meodinámica. Ante un modelo conceptual que inaugura el pa-
radigma de transformación, perteneciendo a la escuela del ser
humano unitario y a la tendencia cósmica de campos de energía
e interrelación.
Perspectiva antropológica
El individio es concebido como un campo de energia irreducti-
ble, indivisible, pandimensional e identificable gracias a un pa-
trón único. Se trata de un ente que se comporta como un siste-
ma abierto en continua de interacción con su entorno a través
de un proceso vital unidireccional. El entorno es otro campo de
energía irreductible, indivisible y pandimensional que se iden-
tifica por su patrón y por sus características evidentes. Cada
campo de entorno es específico para cada campo humano y am-
bos están cambiando de modo continuado y creativo. Desde es-
ta perspectiva la salud es considerada como un valor definido
por la cultura o el individuo, como una realidad cuyas manifes-
taciones son consecuentes con los valores sobre la salud acepta-
dos por esa cultura o individuo, pero que tienden a identificarse
con la presencia de cierto grado de armonía o coherencia rítmi-
ca. El cuidado se convierte en un arte y una ciencia que busca el
bienestar y la salud de la persona a través de la búsqueda de su
armonía con el entorno. Se trata de una actividad centrada en la
totalidad de la persona de modo humanístico, abstracto, juicio-

147
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

so y compasivo que busca la creatividad e inventiva en cada in-


tervención.
Enunciados teóricos
Como ya se ha dicho, Rogers construye su teoría influenciada
por la teoría clásica de campos, por la teoría general de sistemas
y por los principios de la homeodinámica.
De la teoría de campos adopta la noción de que tanto el ser hu-
mano como su entorno son campos de energía que se encuen-
tran en constante interacción intercambiando situaciones y
energía. Tanto el campo humano (ser humano unitario) como el
campo del entorno se describen como campos de energía irre-
ductibles, indivisibles y pandimensionales, es decir no lineales
al carecer de atributos temporales y espaciales, y que además se
identifican con un patrón, con una serie de características y ma-
nifestaciones únicas que lo identifican.
De la Teoría General de Sistemas adopta la noción de sistema al
considerar que estos campos energéticos (el hombre y su entor-
no) son sistemas abiertos, infinitos que se integran entre sí ha-
llándose en continuo proceso. Cada campo del entorno es espe-
cífico para cada campo humano combinándose ambos de modo
continuo, creativo e integral.
Por último la autora utiliza los principios de la Homeodinámica
para definir que la evolución del proceso vital de interacción
mutua ente la persona y el entorno es unidireccional a través
del espacio y el tiempo. Para hacer esta aseveración se basa en
el primer principio de la Homeodinámica: el helicidad, que con-
cibe la relación de interacción entre el campo energético huma-
no y el del entorno como un cambio continuo que se desarrolla
unidireccionalmente delimitado por el espacio y el tiempo. Los
otros dos principios de la Homeodinámica: el de resonancia y el
de integridad, sirven para justificar respectivamente la continua

148
Teorías y Modelos del cuidado

propagación de ondas entre el hombre y su entorno y la inte-


racción mutua y continua entre ambos.
Para Rogers la atención de enfermería debe prestarse allá donde
existen individuos que presenten problemas reales o potencia-
les de falta de armonía o irregularidad en su relación con el en-
torno fomentando la integración y la armonía.
Para concluir podemos deducir que la función de la enfermera
consistirá en fomentar una interacción armoniosa entre el cam-
po del ser humano y el de su entorno, con el propósito de refor-
zar la integridad del campo humano, y dirigir el modelo segui-
do por los campos del ser humano y de su entorno, con el fin
último de conseguir el máximo potencial de salud.
Los cuidados enfermeros se prestan a través de un proceso pla-
nificado que incluye la recogida de datos, el diagnóstico de en-
fermería, el establecimiento de objetivos a corto y largo plazo y
los cuidados más indicados para alcanzarlo34.
Biografía de la autora
Martha E. Rogers nació el 12 de Mayo de 1914 en Dallas, Texas.
Se diplomó en enfermería en 1936, en la Escuela de Enfermería
del Knoxville General Hospital, Tennesse. Desarrolló su labor
asistencial durante años en el ámbito de la salud pública en nú-
cleos rurales de Michigan, y en Connecticut donde empezó con
la supervisión de las enfermeras domiciliarias, creando a conti-
nuación el Visiting Nurse Service de Phoenix, Arizona.
En cuanto a su labor docente la desarrolló en el periodo que va
desde 1954 a 1975 en la Universidad de Nueva York, ejerciendo
como profesara y jefa de Departamento. En 1979 recibe el nom-
bramiento de profesora emérita por dicha universidad, gozan-
do de este título hasta su muerte, el 13 de marzo de 1994 a la
edad de 79 años. Antes de su muerte creó la Society of Rogerian

34 Rogers M. E, op cit.

149
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

Scholars, en 1988, y recibió el galardón de doctora honoris causa


en instituciones tan prestigiosas como la Duquesne University, la
Universidad de San Diego o el Iona College, Fairfield University
entre otras.
Rogers fue una mujer centrada, sumamente independiente, de-
cidida y perfeccionista, que confiaba en su visión de futuro, en
definitiva fue una mujer de nuestros tiempos y, que en pleno
siglo XX, se impuso con una nueva mentalidad que ha servido
de inspiración y guía a todos los profesionales del cuidado.
Entre sus publicaciones se encuentran más de 200 artículos y 3
libros, entre ellos destaca: "An Introduction to the Theoretical Basis
of Nursing" publicada en 1970, donde recoge su modelo con-
ceptual35.

Marriner y Raile, op. cit.


35

Hernández Garre et al. (2014), op. cit.

150
Teorías y Modelos del cuidado

TEORÍA DEL CUIDADO HUMANO

La propuesta se debe a la teórica estadounidense Jean Watson,


que 1979 amplia el campo de conocimiento del cuidado inclu-
yendo premisas fenomenológico-existencialistas. Se trata de
una teoría pluripotencial emanada del concepto fenomenológi-
co que diferencia entre los que las cosas son y cómo son perci-
bidas por cada individuo, incluyendo, a su vez, la noción exis-
tencialista de «ser» en el mundo en plena libertad, así como las
grafías de la psicología humanista o la terapia centrada en el
paciente de Carl Rogers, y los factores curativos del psiquiatra
estadounidense Irvin D. Yalom. Esta filosofía teórica pertenece
al paradigma de transformación, a la escuela de caring y la
tendencia humanista.
Perspectiva antropológica
El individuo se define, desde la mirada existencialista, como
“un ser en el mundo” como una unidad de mente, cuerpo y
espíritu que constituye el locus de la existencia humana. El
entorno es la realidad objetiva y externa, además del marco de
referencia subjetivo del individuo. El campo fenomenológico, o
realidad subjetiva, incluye la percepción de sí mismo, las
creencias, las expectativas, así como su historicidad (pasado,
presente y futuro imaginado). La salud es algo más que la
ausencia de una enfermedad concreta, es un concepto escurri-
dizo, difícil de definir, ya que tiene una naturaleza subjetiva,
teniendo que ver con la “unidad y armonía entre mente, cuerpo
y espíritu. Está asociada con el grado de coherencia entre el yo
percibido y el yo experimentado. El cuidado está centrado en el
establecimiento de relaciones de cuidado transpersonales, es
decir en promover intervenciones que fomenten una personali-
dad más alta, más profunda y con un mayor grado de concien-
cia. Éste debe centrarse tanto en la promoción de la salud, como
en la recuperación y prevención de enfermedades. El cuidado

151
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

se convierte, así, en un arte centrado en experimentar y com-


prender los sentimientos del otro, en detectar y sentir sus
emociones, pudiendo formularlos de forma semejante a como la
otra persona los experimenta.
Enunciados teóricos
Como se acaba de comentar, Watson, influenciada por el exis-
tencialismo, entiende a la persona como “un ser en el mundo”,
como una unidad de mente, cuerpo y espíritu que constituye el
objeto del cuidado enfermero.
Un “ser en el mundo” que se halla inmerso en un entorno cons-
tituido tanto por la realidad externa como por su marco de refe-
rencia subjetivo, fenomenológico e interno, por su percepción
de sí mismo, sus creencias, expectativas, etc., y cuyo estado de
salud no es la simple ausencia de enfermedad sino un estado
subjetivo que tiene que ver con la unidad y armonía entre la
mente, el cuerpo y el alma.
La autora, influenciada por el modelo de Peplau y la terapia
centrada en el paciente de Carl Rogers, concibe el cuidado como
un proceso interpersonal entre dos personas que posee una di-
mensión transpersonal, es decir que fomentan una personalidad
más alta, más profunda y más consciente. Esta relación inter-
personal está orientada a la satisfacción de las necesidades hu-
manas específicas para cada caso, concepto adoptado de Hen-
derson, y a la creación de un ambiente que favorezca el desarro-
llo del potencial humano. Esto permite a la persona optar por la
mejor elección de la acción para sí misma, en un determinado
momento, lo que contribuye a las modificaciones de la salud.
Sus supuestos teóricos establecen que el cuidado efectivo pro-
mueve la salud y el crecimiento individual y familiar, y que
sólo puede ser practicado de forma interpersonal.
Para la formación de la estructura de su teoría, la autora se apo-
ya en siete supuestos básicos que identifican el cuidado como

152
Teorías y Modelos del cuidado

esencial a la práctica de la enfermería y como complemento a la


ciencia de la curación. Estos supuestos son:
1. El cuidado sólo se puede demostrar y practicar eficazmente
de forma interpersonal.
2. El cuidado está constituido por elementos asistenciales que
satisfacen determinadas necesidades humanas.
3. El cuidado efectivo promueve la salud y el desarrollo indi-
vidual o de la familia.
4. Las respuestas derivadas del cuidado aceptan a las personas
no sólo por lo que son, sino por lo que pueden llegar a ser.
5. Un entorno de cuidado posibilita el desarrollo de aptitudes
que permiten a la persona elegir la mejor opción para sí mis-
ma en un cada momento.
6. El cuidado genera más salud que curación.
7. El cuidado es el eje central de la enfermería.
Apoyándose en estos siete supuestos, e influenciada por los 11
factores curativos de Yalom, Watson considera que la base teó-
rica de su teoría es la práctica enfermera en los siguientes 10
factores de cuidado:
1. Formación de un sistema de valores humanístico altruista. Este
factor se puede definir como la satisfacción a través de la dona-
ción y ampliación del sentido del Yo.
2. Infundir fe-esperanza. Este elemento facilita la promoción de
una asistencia de enfermería holística, y potencia la salud entre
los pacientes, a la vez que describe el papel de la enfermera en
el desarrollo de unas interrelaciones eficaces con el paciente y
en la promoción del bienestar, ayudando al paciente a adoptar
conductas de búsqueda de la salud.
3. Cultivo de la sensibilidad hacia uno mismo y hacia los demás. La
identificación de los sentimientos conduce a la actualización de
uno mismo a través de la autoaceptación tanto para la enferme-
ra como para paciente. Las enfermeras, al reconocer su sensibili-

153
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

dad y sus sentimientos se vuelven más genuinas, auténticas y


sensibles hacia los demás.
4. Desarrollo de una relación de ayuda-confianza. Una relación de
confianza promueve y acepta la expresión de sentimientos po-
sitivos y negativos. Implica coherencia, empatía, afecto no pose-
sivo y comunicación eficaz. La coherencia conlleva ser real, ho-
nesto, genuino y auténtico.
5. Promoción y aceptación de la expresión de los sentimientos positi-
vos y negativos. La enfermera tiene que estar preparada para los
sentimientos positivos y negativos, reconociendo que la com-
prensión intelectual y la comprensión emocional de una situa-
ción son diferentes.
6. Utilización sistemática del método de resolución de problemas para
la toma de decisiones. La utilización del proceso de enfermería
conlleva un planteamiento científico de la resolución de los pro-
blemas de la asistencia de enfermería, disipando la imagen tra-
dicional de las enfermeras como criadas de los médicos. El pro-
ceso de Enfermería es similar al de investigación, en cuanto que
es sistemático y organizado.
7. Promoción de la enseñanza–aprendizaje interpersonal. Éste es un
concepto importante de la enfermería, dado que separa la asis-
tencia de la curación. Permite informar al paciente y derivar ha-
cia éste la responsabilidad sobre su salud y bienestar. La enfer-
mera facilita este proceso con técnicas de enseñanza–aprendi-
zaje, diseñadas para permitir que el paciente consiga el auto-
cuidado, determine sus necesidades personales y adquiera la
capacidad de desarrollarse personalmente.
8. Provisión de un entorno de apoyo, de protección y/o corrección
mental, física, sociocultural y espiritual. La enfermera debe recono-
cer la influencia que tienen los factores internos y externos en la
salud y la enfermedad de los individuos. El bienestar mental y
espiritual y los planteamientos socioculturales son conceptos
importantes para el entorno interior del individuo. Además de

154
Teorías y Modelos del cuidado

las epidemiológicas, las variables externas incluyen el confort,


la intimidad, la seguridad y los ambientes limpios y estéticos.
9. Asistencia con la satisfacción de las necesidades humanas. La en-
fermera reconoce las necesidades biofísicas, psicofísicas, psico-
sociales e interpersonales de ella misma y del paciente. Los pa-
cientes deben satisfacer las necesidades de orden inferior antes
de intentar satisfacer las de orden superior. La alimentación, las
eliminaciones y la ventilación son ejemplos de necesidades
biofísicas de orden inferior, mientras que la actividad/inactivi-
dad y la sexualidad se consideran necesidades psicofísicas de
orden intermedio. La realización de la persona y las relaciones
interpersonales son necesidades psicosociales de orden supe-
rior. La autorrealización es una necesidad intrapersonal-inter-
personal de orden superior.
10. Tolerancia con las fuerzas fenomenológicas. La Fenomenología
describe los datos de la situación inmediata que ayudan a
comprender los fenómenos en cuestión. La Psicología existen-
cialista es una ciencia de la existencia humana que uti-liza el
análisis fenomenológico. Watson opinó que este ele-mento es
difícil de entender. Se incluye para proporcionar una experien-
cia motivadora del pensamiento que conduzca a una mejor
comprensión de nosotros mismos y de los demás.
La función de enfermería consiste en mejorar la dignidad, integri-
dad, bienestar y satisfacción de las necesidades de las personas
a través del descubrimiento de nuevos significados basados en
su propia experiencia, y todo ello a través de un proceso de re-
lación interpersonal con dimensión transpersonal, es decir que
fomente una personalidad más alta, más profunda y más cons-
ciente.
Estas relaciones interpersonales entre los cuidadores y las per-
sonas mejoran y adquieren un significado relevante y una pro-
funda conexión ya que comportan actitudes esenciales como el .
respeto a uno mismo y a los otros, la sensibilidad y la pero-

155
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

cupación hacia el otro, la autenticidad, la presencia y la dispo-


nibilidad, la calma, la paciencia, el respeto a los ritmos, la ho-
nestidad, la confianza y el reconocer la capacidad de autorrea-
lización y los recursos del otro36.
Biografía de la autora
Jean Watson nació en Virginia en 1940. Creció en la pequeña
ciudad de Welch en los montes Apalaches. Tras licenciarse en
1961 en la Escuela de Enfermería Lewis Gale, en Roanote (Vir-
ginia), se traslado en 1962, a Boulder, Colorado, lugar donde
sigue residiendo. En la Universidad de Colorado cursó estudios
avanzados de Enfermería y Psicología consiguiendo un bachi-
llerato (B.S) en Enfermería en 1964. En 1966 consigue una maes-
tría (M.S) en Enfermería de salud psiquiátrica mental en el cam-
pus de Health Sciences y en 1973 el doctorado en Psicología y ase-
soramiento educativo en el Graduate School del Campus de Boul-
der.
Ha sido presidenta y vicedecana de los programas universita-
rios de enfermería y decana de la Escuela de Enfermería de la
Universidad de Colorado. En la actualidad es profesora de en-
fermería y ostenta el cargo de profesora fundadora de la ciencia
del cuidado en dicha universidad. En 1980 fundó el Center for
Human Caring que actualmente dirige. La labor nacional e inter-
nacional de Watson incluye conferencias en destacadas univer-
sidades de Estados Unidos y encuentros de expertos, organiza-
dos en muchos países extranjeros. También ha participado en
diversos proyectos internacionales.
En cuanto a sus obras destaca: “Nursing: The philosophy and
science of caring” publicada en 1979 y donde recoge los funda-
mentos científicos de su teoría. Otras obras son: “Nursing: Hu-

Watson, J. (1999), op cit.


36

Watson J. (2002). Assessing and measuring caring in nursing and health science.
New York: Ed. Springer Publishing Company.

156
Teorías y Modelos del cuidado

man science and human care” publicada en 1985 y reeditada en


1988 y 1999, y “Postmoderm Nursing and Beyond” publicada en
1999 y que supone su última obra hasta el momento37.

Marriner y Raile, op. cit.


37

Hernández Garre et al. (2014), op. cit

157
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez
Teorías y Modelos del cuidado

MODELO HERENCIA CULTURAL Y TRADICIONES


DE SALUD

Estamos ante una propuesta teórica enunciada en 1979, por la


investigadora social y enfermera norteamericana Rachel E.
Spector, en el contexto de integración de la dimensión sociocul-
tural en los procesos de salud-enfermedad. El modelo se inspira
en la teoría del la consistencia del legado de Estes y Zitzow y en
los seis fenómenos culturales principales que afectan a la salud
descritos por Giger y Davidhizar. Se trata de un constructo
perteneciente al paradigma de transformación y a la escuela de
caring.
Perspectiva antropológica
El individio es considerado como un ser inmerso en su propia
herencia cultural y tradiciones de salud desde las que percibe e
interpreta el mundo. El entorno está constituido por todos los
factores socio-culturales que integran el legado cultural de la
persona, así como por el entorno natrual, familiar, comunitario
y metafísico. La salud está relacionada con el matenimiento,
protección y restauración del bienestar tanto en su dimensión
físico, como mental y espiritual.
Enunciados teóricos
Rachel E. Spector propone un instrumento para la valoración
del nivel de adaptación cultural, con el objeto de poder prestar
unos cuidados culturalmente adaptados. La autora recibió in-
fluencias de la sociología y la antropología como la teoría de la
consistencia del legado de Estes y Zitzow o los seis fenómenos
culturales principales que afectan a la salud de Giger y David-
hizar. Desde este legado propone una valoración cultural de
los paciente centrada en el análisis en tres componentes:

159
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

· El legado cultural. Para ello hay que valorar la importancia


para la persona de la cultura, la etnicidad y la religión.
· Los factores que afectan a la salud. Para su valoración sigue
el modelo de Giger y Davidhizar que proponen el análisis
de los siguientes factores principales: orientación en el tiem-
po, espacio personal, comunicación, organización social, va-
riables biológicas, hábitos de comida y control del entorno.
· Las tradiciones de salud. Hay que valorar aquellas que es-
tán relacionadas con el mantenimiento, protección y resta-
uración de la salud tanto de la dimensión física, como men-
tal o espiritual y en el entorno natural, familiar, comunitario
y metafísico.
Desde estas premisas el cuidador tiene que integrar las tradi-
ciones de salud y las variables culturales pertenecientes al lega-
do cultural del individuo que pueden influir en el desarrollo de
su salud. La valoración de la dimensión cultural del individuo
se convierte en la principal novedad que aporta este modelo38.
Biografía de la autora
Rachel E. Spector nació en Massachussets en 1940 y estudió en-
fermería en Nueva York, en donde tuvo su primer contacto con
el tema que ha sido objeto de estudio durante todo su ejercicio
profesional: la diversidad cultural y su relación con las
manifestaciones en salud. A lo largo de su ejercicio profesional
ha tenido la posibilidad de trabajar en distintos contextos don-
de la diversidad cultural en la población ha sido una constante,
como en San Antonio (Texas), o en Colombia, donde residió en
el año 1966, y tuvo la oportunidad de conocer otras concep-
ciones relacionadas con la salud y la enfermedad. Ya en los
Estados Unidos comenzó a trabajar con comunidades de indios
americanos, con asiáticos y sobre todo con gentes de Puerto
Rico. El contacto con estas poblaciones le obligó a considerar las

38 Spector, R.E. (1979). Cultural diversity in health and illness. London: Pearson.

160
Teorías y Modelos del cuidado

diferentes prácticas y creencias sobre la salud para evitar si-


tuaciones de choque cultural. Ella suele decir que aprendió tan-
to de los eminentes sociólogos que fueron sus profesores, como
de las abuelas puertorriqueñas, a las que hizo la promesa de
divulgar en los ambientes académicos lo que había aprendido
de ellas.
Su formación como enfermera experta en sistemas culturales se
ha visto enriquecida con estancias en diversos lugares del mun-
do, como Pakistán, Cuba, Israel, así como en España, Finlandia
y otros países de Europa. Spector ha ejercido como profesora en
el Boston College Scholl of Nursing de Massachusetts y ha sido
presidenta de la Transcultural Nursing Society.
Fruto de su experiencia como investigadora en el año 1979
condensó sus diferentes propuestas teóricas en el libro “Cultural
diversity in health and illness”, del que se han realizado cinco
ediciones. Es considerada como una de las mayores expertas
internacionales en enfermería transcultural, con el reconoci-
miento de multitud de universidades americanas y europeas
que han incorporado sus propuestas teóricas a sus planes de es-
tudios y líneas de investigación39.

39Extraído de http://www.index-f.com/biografias/rachel_spector.php el 25
de Abril de 2019.

161
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez
Teorías y Modelos del cuidado

MODELO DE LA DIVERSIDAD Y UNIVERSALIDAD


DE LOS CUIDADOS CULTURALES

El modelo es propuesto en 1981 por la teórica norteamericana


Madelenine Leininger en un contexto ideológico emergente de
incorporación de la culturalidad a las dimensiones constitutivas
del ser. Sus nociones se apoyan en las premisas provenientes de
antropología social y su exploración comparativa de los dife-
rentes modelos de atención en salud y enfermedad que verte-
bran las heterogéneas culturas. Estamos, pues, ante el principal
modelo propositivo de incorporación de la dimensión del socio-
cultural del cuidado al corpus doctrinal y práctico de la discipli-
na del cuidado. Se trata de una teoría que pertenece al paradig-
ma de transformación, a la escuela de caring y a la tendencia
humanista.
Perspectiva antropológica
La persona es concebida como ser cultural con una cosmovisión
del mundo particular que determina su escala de valores sobre
la vida y el entorno que le rodea. Cosmovisión que se forma a
partir de los hechos, sucesos, circunstancias y experiencias del
pasado a nivel individual y grupal que se dan en un contexto
cultural y tiempo concreto. El contexto esta, pues constituido
por la totalidad de una situación, por las experiencias particu-
lares que dan sentido a las expresiones, interpretaciones e in-
teracciones sociales humanas en determinados entornos físicos,
ecológicos, sociopolíticos y culturales. La salud es un estado de
bienestar que se define, valora y practica culturalmente, refle-
jando la capacidad de los individuos o grupos para realizar sus
modos de vida normalizados socialmente. Desde esta atalaya el
cuidado se convierte en una ciencia humanística cuya función
es apoyar a los grupos en el mantenimiento de su bienestar, tal

163
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

como ellos lo conciben desde su propia noción cultural, ayu-


dándoles en la enfermedad, la discapacidad o la muerte.
Enunciados teóricos
Leininger apoyada en las disciplinas de la antropología y el
cuidado, delimita lo que ella califica como Cuidado Transcultural
definiéndolo como un área principal de la Enfermería que se
centra en el estudio comparativo y en el análisis de las diferen-
tes culturas y subculturas del mundo con respecto a los valores
sobre los cuidados, la expresión y las creencias de la salud y la
enfermedad, y sus prácticas asociadas.
La autora se basó para el desarrollo de su teoría en la convi-
cción de que las personas de culturas diferentes pueden ofrecer
información y orientar a los profesionales para recibir la clase
de cuidados que desean o necesitan de los demás. La cultura
determina los patrones y estilos de vida que tienen influencia
en las decisiones de las personas. Esta teoría ayuda a la enfer-
mera a descubrir y documentar el mundo del paciente, utilizan-
do sus puntos de vista émicos, sus conocimientos y sus prácti-
cas en conjunción con una ética apropiada (conocimiento profe-
sional) como base para adoptar acciones y decisiones profesio-
nales coherentes con los modos culturales.
El objetivo fundamental de esta teoría es ser capaz de documen-
tar, conocer, predecir y explicar de forma sistemática, a partir
de los datos de campo, qué es lo particular y qué es lo universal
a cerca de los cuidados genéricos y profesional de las culturas
en estudio. El objetivo es descubrir formas de proporcionar cui-
dados culturalmente congruentes, a personas de culturas dife-
rentes o similares, ayudando a mantener o recuperar su bien-
estar, salud o afrontamiento de la muerte, de manera cultural-
mente adecuada y congruente. Su finalidad consiste pues en
descubrir los puntos de vistas émicos, personales o culturales,
relativos a los cuidados, tal como se entienden y se aplican, y

164
Teorías y Modelos del cuidado

emplear estos conocimientos como base de las prácticas asisten-


ciales.
La teoría de la universidad de los cuidados culturales conforma
la teoría integral de enfermería más amplia que existe, ya que
tiene en cuenta la totalidad, la perspectiva holística de la vida
humana y la existencia a lo largo del tiempo, incluyendo ade-
más los valores culturales y sociales, la visión del mundo, la his-
toria, el contexto ambiental, las expresiones del lenguaje, los
modelos de cuidados populares (genéricos) y profesionales.
Leininger conceptualiza las ideas centrales de su teoría a través
de cuatro principios generales a saber:
· Las prácticas y cuidados culturales son diversos pero a la vez
también comparten algunos atributos y características universa-
les y comunes.
· Los patrones, modelos y prácticas de cuidado culturales es-
tán influenciados por la diferente concepción del mundo de ca-
da cultura, concepción que en cada contexto o entorno está me-
diada por la estructura social, la religión, la economía, los valo-
res culturales, el contexto ambiental, los factores tecnológicos y
la lengua particular de cada cultura.
· De esta conformación cultural se derivan cuidados o siste-
mas asistenciales genéricos (populares) y otros profesionales,
que influyen en gran manera en los resultados de la salud y la
enfermedad.
· En base al análisis de la conformación cultural concreta la
enfermera transcultural puede utilizar tres tipos o modos de
acción para ofrecer cuidados culturalmente coherentes, signifi-
cativos y seguros. Estos tres modos de acción son:
- Conservación o mantenimiento de los cuidados o prácticas
culturales detectadas.
- Adaptación o acomodación de los cuidados o prácticas cul-
turales detectadas.

165
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

- Rediseño o reestructuración de los cuidados o prácticas cul-


turales detectadas.
Partiendo de estos cuatro principios generales la autora ha ido
delimitando numerosos conceptos dentro de su teoría. A conti-
nuación se mencionarán los más significativos:
· Cuidados (sustantivo): se refiere a los fenómenos abstrac-tos y
concretos, relacionados con las actividades de asistencia, apoyo
o capacitación dirigidas a otras personas que tienen necesidades
evidentes o potenciales, con el fin de atenuar o mejorar su situa-
ción o modo de vida.
· Cuidar (verbo): se refiere a las acciones y actividades dirigidas
a la asistencia, el apoyo o la capacitación de otras personas o
grupos que muestran necesidades evidentes o potenciales, con
el fin de atenuar o mejorar su situación o modo de vida o de
afrontar la muerte.
· Cultura: es el conjunto de valores, creencias, normas y estilos
de vida aprendidos, compartidos y transmitidos dentro de un
grupo determinado, que orientan sus razonamientos, decisiones
y acciones según modos de acción predeterminados.
· Cuidados culturales: son todos los valores creencias y modos
de vida aprendidos y transmitidos de forma objetiva que ayu-
dan, apoyan, facilitan o capacitan a otras personas o grupo a
mantener su estado de salud y bienestar, a mejorar su situación
y estilo de vida o a afrontar la enfermedad, la discapacidad o la
muerte.
· Diversidad de los cuidados culturales: alude a la variación y/o
diferencia que existen en los significados, modelos, valores, mo-
dos de vida o símbolos relacionados con la asistencia, dentro de
una colectividad o entre grupos humanos distintos, con el fin de
ayudar, apoyar o facilitar medidas asistenciales dirigidas a las
personas.
· Universalidad de los cuidados culturales: es un término referido
a los significados, modelos, valores o estilos de vida o símbolos

166
Teorías y Modelos del cuidado

comunes, semejantes o dominantes que se manifiestan entre las


diversas culturas y reflejan las formas en que dichas culturas
asisten, apoyan facilitan o permiten medios para ayudar a las
personas.
· Enfermería: es una profesión y una disciplina humanística y
científica aprendida, que se centra en los fenómenos y activida-
des de asistencia a los seres humanos, con la finalidad de apo-
yar, facilitar o capacitar a las personas o a los grupos a man-
tener o recuperar su bienestar (o su salud), de manera beneficio-
sa y dotada de sentido culturalmente, o para auxiliares a la hora
de afrontar la discapacidad o la muerte.
· Visión del mundo: es la forma en que las personas suelen con-
cebir el mundo o el universo para formarse una imagen o una
escala de valores sobre su vida o el entorno que los rodea.
· Dimensiones estructurales culturales y sociales: se refiere a los
esquemas y características dinámicas de los factores estructura-
les y organizativos interrelacionados de una determinada cul-
tura (subculturas o sociedad), que incluye valores religiosos, de
parentesco (sociales), políticos (y legales), económicos, educati-
vos, tecnológicos y culturales y factores etnohistóricos, y a la
forma en que se interrelacionan estos factores para influir en la
conducta humana en diferentes contextos ambientales.
· Contexto ambiental: es la totalidad de un hecho, de una situa-
ción o de las experiencias particulares que dan sentido a las
expresiones, interpretaciones e interacciones sociales humanas
en determinados entornos físicos, ecológicos, sociopolíticos y/o
culturales.
· Sistema asistencial genérico (popular o local): se aplica a los co-
nocimientos y técnicas nativos (o tradicionales) y populares
(domésticos), que transmiten y utilizan para brindar cuidados,
apoyo, capacitación o facilitación a otras personas, grupos o
instituciones con necesidades reales o potenciales, con el fin de
mejorar o potenciar su modo de vida humano o su estado de sa-

167
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

lud (o bienestar) o afrontar situaciones de discapacidad o de


muerte.
· Sistema (s) asistencial (es) profesional (es): es el conjunto de co-
nocimiento y prácticas de asistencia, salud, enfermedad, bienes-
tar y otros conceptos relacionados, que predominan en las insti-
tuciones profesionales, que cuentan normalmente con personal
multidisciplinario para la asistencia de sus usuarios.
· Salud: indica un estado de bienestar que se define, valora y
practica culturalmente y que refleja la capacidad de los indivi-
duos (o grupos) para realizar sus actividades cotidianas en mo-
dos de vida normalizados, beneficiosos y expresados cultural-
mente.
· Conservación o mantenimiento de los cuidados culturales: se re-
fiere a las acciones y decisiones profesionales de asistencia, apo-
yo, facilitación y capacitación que ayudan a las personas de una
cultura determinada a recuperar o conservar valores de los cui-
dados significativos para su bienestar.
· Adaptación o negociación de los cuidados culturales: hace referen-
cia a las acciones y decisiones profesionales de asistencia, apo-
yo, facilitación y capacitación que ayudan a las personas de una
cultura determinada a adaptarse o a llegar a un acuerdo con
otras culturas, para así obtener resultados beneficiosos o satis-
factorios.
· Rediseño o reestructuración de los cuidados culturales: abarca las
acciones y decisiones profesionales de asistencia, apoyo, faci-
litación o capacitación que ayudan a los pacientes a reordenar,
alterar o modificar de forma importante su modo de vida para
adoptar esquemas de cuidados sanitarios nuevos, diferentes y
beneficiosos, respetando los valores culturales y las creencias de
dichos usuarios y ofreciéndoles un estilo de vida más saludable
y provechoso que el anterior al establecimiento de los cambios.
· Etnohistoria: se refiere a los hechos, sucesos, circunstancias y
experiencias del pasado de los individuos, grupos, culturas e

168
Teorías y Modelos del cuidado

instituciones que describen, explican e interpretan los modos de


vida humanos, en contextos culturales y períodos de tiempo
concretos.
· Cuidados (de enfermería) coherentes culturalmente: son todos los
actos y decisiones de asistencia, apoyo facilitación o capacita-
ción que se ajustan cognitivamente a los valores culturales,
creencias y modos de vida de los individuos, grupos o institu-
ciones con el fin de suministrar o apoyar servicios de bienestar
o cuidados sanitarios significativos, provechosos y satisfacto-
rios.
Teniendo en cuenta todo lo expuesto anteriormente se deduce
que la función de enfermería consiste en valorar los modelos de
cuidados culturales entre diversas culturas, que se traducen en
diferencias notables en las expectativas y la práctica de la
Enfermería, detectando las particularidades y las universalida-
des entre ellas, trabajando las culturas que nos resultan desco-
nocidas y en las que se manejan valores diferentes sobre la asis-
tencia o las expectativas de cuidados, detectando signos evi-
dentes de conflictos, choques y tensiones culturales entre el cui-
dador y los pacientes, con el objetivo de prestar unos cuidados
culturalmente coherentes, significativos y seguros. Lo que le
llevará a favorecer la conservación o mantenimiento de las
prácticas y cuidados culturales que aumenten los estándares de
salud y adaptar y reorientar los cuidados culturales, conviccio-
nes, creencias, valores y prácticas culturales hacia la evidencia
de signos de salud y bienestar en los pacientes40.
Biografía de la autora
Madeleine M. Leininger nació en Sutton, Nebraska, el 13 de
Julio de 1925. Inició su carrera como enfermera en 1948, tras re-
cibir su diploma en enfermería en la St. Anthony's School of Nur-

40 Leininger M. M. (1978), op cit.

169
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

sing, en Denver. En 1952 obtuvo un B.S en biología en el Bene-


dictine College de Atchison, Kansas. En 1954 obtuvo un M.S.N en
enfermería psiquiátrica por la Universidad Católica de Améri-
ca, en Washington D.C.
Tras conseguir un contrato en la Facultad de Ciencias de la Sa-
lud de la Universidad de Cincinnati, Ohio, inició el primer pro-
grama de especialidad clínica en enfermería psiquiátrica infantil
del mundo. También inició y dirigió el primer programa de En-
fermería especializada en psiquiatría en dicha universidad y en
el centro de Enfermería para cuidados psiquiátricos.
Entre 1950 y 1960, señaló la existencia de varias áreas comunes
de conocimiento e interés científico-teórico entre la antropolo-
gía y la enfermería, formulando diversos conceptos, teorías,
prácticas y principios de la disciplina, camino que la acabaría
llevando a la fundación de la "Enfermería Transcultural". Tras
conocer a la antropóloga americana Margaret Mead, decide
iniciar un doctorado en Antropología Social y Cultural en la
Universidad de Washington, en Seattle, lo que le llevo a hacer
trabajo etnográfico de campo con el pueblo Gadsup, de Nueva
Guinea. En 1965 obtuvo su doctorado en Antropología social y
cultural.
Su carrera académica incluye casi 600 conferencias, comunica-
ciones, talleres y servicios de asesoría en Estados Unidos, Ca-
nadá, Europa, Islas del Pacífico, Asia, África, Australia y los
países escandinavos. Es autora de más de 27 obras, de más de
45 capítulos en libros y de más de 200 artículos. En 1998 la
Academia Americana de Enfermería le concedió el galardón de
leyenda viva. Los últimos años de su vida los dedicó a labores
de asesoría, escribiendo e impartiendo charlas en diversas
partes del mundo con el objetivo de fundar institutos de
enfermería transcultural y difundir sus ideas. Murió el 10 de
Agosto de 2012 a los 87 años en Omaha (Nebrasca).

170
Teorías y Modelos del cuidado

Entre sus obras más destacadas se encuentran; Basic Psychiatric


Nursing Concepts (1960), editado en 11 lenguas y usado en todo
el mundo, Nursing and Anthropology: Two Worlds to Blend (1970),
su primer libro sobre enfermería transcultural, y Transcultural
Nursing: Concepts, Theories, Research and Practice (1978)41.

Marriner y Raile, op. cit.


41

Hernández Garre et al. (2014), op. cit

171
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez
Teorías y Modelos del cuidado

TEORÍA SOBRE LA ADOPCION DEL ROL MATER-


NAL

La teoría es propuesta en 1983 por la teórica norteamericana


Ramona Mercer en un intento por conceptualizar las variables
que influyen en la adopción del rol maternal. Su modelo
entronca con las propuestas de Reva Rubin, que en 1961
describe tres etapas de adaptación durante el periodo postparto
hasta la asunción del rol maternal: etapa de aceptación o conducta
dependiente, que se produce en el primer día donde la pasividad,
la duda en la toma decisiones y la aceptación de las sugerencias
de los demás es la pauta normal, la etapa de apoyo o transición,
que tiene lugar durante el segundo o tercer día cuando la mujer
todavía se siente insegura como madre reciente pero desea
participar de forma activa, empezando a parcipar en la toma d
decisiones independientes, y, por último, la etapa de abandono o
adopción de nueva responsabilidades que se suele producir tras el
alta del hospital cuando la mujer asume su nuevo rol materno y
toma el control de la situación. Ramona Mercer también recibe
otras influencias como la teoría del «núcleo del yo» de Turner,
la teorías de Werner y Erikson sobre el proceso de desarrollo,
las investigaciones de sistemas de bertalanffy, las propuestas de
Gottlieb sobre los roles de unión del cuidado o los círculos de
Bronfenbrenner. La teoría pertenece al paradigma de transfor-
mación y a la escuela de caring.
Perspectiva antropológica
La madre es concebida como un compartimento abierto inmis-
cuido en la masa social, como un ser receptor de influencias que
transita de la dependencia de las expectativas de los demás a la
asunción de las propias perspectivas. Estamos ante un ser capaz
de adoptar roles, establecer armonía e intemidad con los demas,
y fijar vinculos afectivos significativos con otros individuos de

173
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

su entorno. Éste está constituido por el conjunto de influencias


externas que pivotan desde lo microsocial, familia y amigos,
pasando por lo mesosocial, entorno escolar, laboral y religioso,
hasta lo macrosocial, donde los factores culturales, sociales y
políticos son determinantes. La salud consiste en la adopción
paulatina de la propia identidad mientras se pasa de las expec-
tativas de rol de los demás a las propias. El papel del cuidado
estaría en favorecer el proceso de transición favoreciendo entor-
nos de intimidad y vinculo madre-hjo que tengan en cuenta el
entorno familiar, la escuela, el trabajo, la iglesia y otras entida-
des de la comunidad como elementos importantes en la adop-
ción del rol maternal.
Enunciados teóricos
Se centra en la adopción de los roles maternal y paternal. La
mujer aprende las conductas maternas y acaba por encontrarse
cómoda con su identidad como madre, siente una vinculación
con su hijo. En el proceso de adquisición del rol maternal se pa-
sa por cuatro estadios:
1. Anticipatorio: durante el embarazo la mujer imagina su rol,
observando el comportamiento de otras madres.
2. Formal: aparece durante el nacimiento, la madre se guía por
las expectativas de otras personas que forman parte de su círcu-
lo social.
3. Informal: empieza cuando la madre adopta su forma par-
ticular de representar un rol independiente del sistema social.
4. Rol maternal o Personal: momento en el que la madre alcanza
su rol maternal, en el que ella se siente en armonía e intimidad.
Mercer define tres tipos de sistemas que interactúan para desa-
rrollar el rol maternal:
-Microsistema. Está constituido por el entorno inmediato, es de-
cir la familia más próxima.

174
Teorías y Modelos del cuidado

-Mesosistema. Constituido por entornos próximos como el esco-


lar, el laboral o de culto.
-Macrosistema. Formado por las influencias políticas, sociales y
culturales.
En el modelo de Mercer el contexto histórico-cultural y socio-
ontológico juegan, pues, un papel importante, influyendo en la
conformación de rol e identidad de madre. En este proceso de
adopción del rol influyen la socialización primaria o educación,
que marca el patrón del que se parte, la socialización secunda-
ria, que ejerce un importante control simbólico, y las experien-
cias en maternidad42.
Biografía de la autora
Ramona T. Mercer inicio su carrera en 1950 cuando se graduó
de la escuela de Enfermería en St. Margaret en Montgomery (Ala-
bama), lugar al que regreso en 1960 después de trabajar como
enfermera de planta, instructora en pediatría, obstetricia y en-
fermedades contagiosas. Después de doctorarse en 1973 se fue a
california y aceptó el cargo de profesora asistente del departa-
mento de Enfermería del cuidado de la salud familiar en la Uni-
versidad de California. En 1977 ascendió a profesora asociada,
aceptando en 1983 el cargo de profesora titular hasta que su ju-
bilación en 1987. En el periodo comprendido entre 1983 y 1990
fue editora asociada de la Health Care for Women International. A
lo largo de su carrera recibió numerosos premios y becas como
el premio de la enfermera de salud materna infantil o el cuarto
premio Helen Nahm en 1984.
Mercer ha escrito numerosos artículos y editoriales, además ha
publicado 6 libros y 6 capítulos de libros, centrando su investí-

42Mercer, R. (1977). Nursing Care for Parents Atrisk. Nueva Yersey: Slack Inc.
Mercer, R. (1979). Perspectives on Adolescent Health Care. Nueva Jersey: Lippin-
cott edition

175
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

gación en las conductas y necesidades de las madres lactantes,


madres con enfermedades postparto y madres con niños con
discapacidades. Las investigaciones hicieron que Mercer se inte-
resara por las relaciones familiares, el estrés preparto, el rol ma-
ternal y las madres de diferentes edades. Entre sus principales
libros están Nursing Care for Parents Atrisk (1977) y Perspectives
on Adolescent Health Care (1979) que recibieron premios de la
American Journal of Nursing por su contribución en la investiga-
ción de las relaciones precoces de padres a hijos43.

43 Marriner y Raile, op. cit.

176
Teorías y Modelos del cuidado

TEORÍA DEL CUIDADO, SABIDURÍA CLÍNICA Y


ÉTICA DE LA PRÁCTICA ENFERMERA

La teoría fue propuesta en 1984 por la teórica virginiana Patricia


Benner, en el contexto de reflexión sobre el proceso de adquisi-
ción de habilidades y maduración ética del cuidador. La pro-
puesta se fundamenta en el modelo de adquisición de habilida-
des de Huber Dreyfus, profesor de filosofía de la Universidad
de California, que en los años ochenta desarrollo un modelo de
cuatro etapas para describir el proceso de adquisición de com-
petencias: novato, principiante avanzado, profesional y experto.
La teoría pertenece al paradigma de transformación.
Perspectiva antropológica
El individio es un ser capaz de adquirir habilidades a través de
un proceso de adquisición y maduración de sus capacidades. Es
un ser con capacidad de perfeccionamiento en el que la expe-
riencia y el aprendizaje forman parte nuclear de su constitución
en aptitudes y actitudes ético-morales. Por tanto se trata de una
entidad con capacidad de saber teórico que es ampliado a tra-
vés del conocimiento práctico.
Enunciados teóricos
Benner diferencia el saber teórico del saber práctico. Señala que
el saber práctico consiste en la adquisición de habilidades nece-
sarias que pueden, incluso, desafiar al saber teórico. El conoci-
miento práctico amplía la teoría. Como se acaba de comentar
utiliza el modelo de Drefyus de adquisición de habilidades para
el desarrollo de su teoría describiendo cinco niveles de adquisi-
ción y desarrollo de habilidades: principiante, principiante
avanzado, competente, eficiente y experto.
La enfermera principiante funciona de forma limitada e inflexible
al estar regida por reglas sin contexto y reglamentos.

177
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

La enfermera principiante avanzada realiza juicios sobre las actua-


ciones. Este estado se alcanza después de haberse enfrentado a
un número suficiente de situaciones.
La enfermera competente demuestra capacidades organizativas y
de planificación. Situación que se alcanza tras una experiencia
clínica de entre dos y tres años.
La enfermera eficiente o profesional percibe las situaciones como
conjuntos y está más segura de sus conocimientos y habilida-
des. Este estado se suele alcanzar después de una experiencia
de entre tres y cinco años.
La enfermera experta posee un dominio intuitivo de la situación,
realiza las actuaciones porque “siente que es lo correcto”, iden-
tifica el origen de los problemas y sin demora aporta soluciones
y diagnósticos44.
Biografía de la autora
Patricia Benner nació en 1942 en Hampton, Virginia, pero junto
con sus padres y sus dos hermanas se mudó a California siendo
todavía una niña. Estando en el instituto, sus padres se divor-
ciaron, lo cual supuso un duro golpe para toda la familia, deses-
tabilizando la paz del hogar.
Mientras cursaba sus estudios en la Facultad de Pasadena, tra-
bajó en el departamento de admisión de un hospital, lo que la
impulsó a querer ser enfermera. Obtuvo su grado y licenciatura
en enfermería de manera simultánea en la Facultad de Pasade-
na en 1964.
Tan solo tres años después se casó con Richard Benner con el
que tuvo dos hijos. Pero su vida de familia no la transformó en
una esposa convencional, sino que siguió estudiando, trabajan-

44 Benner, P. (1984). From Novice to Expert: Excellence and Power in Clinical Nur-
sing Practice. London: Pearson.

178
Teorías y Modelos del cuidado

do y consiguiendo grandes logros en su campo profesional. Así


en 1970 obtuvo un máster especializado en enfermería quirúrgi-
ca en la Universidad de California. Este mismo año comenzó su
trabajo como enfermera investigadora en la misma universidad.
Impartió cursos de enfermería e impartió distintas conferencias
y simposios.
En 1982 consiguió su doctorado en la Universidad de Berkeley,
y más tarde se inscribió en la Facultad de Enfermería, también
conocida como UCSF, donde tuvo un puesto de varios años.
Hoy es profesora emérita en esta misma institución.
Dirigió el Proyecto de Evaluación del Consenso de Métodos In-
terprofesionales, y en 2004 fue nombrada directora del progra-
ma Preparación para la profesión de Enfermería de la Funda-
ción Carnegie para el avance de la enseñanza.
Esta fundación estadounidense es un centro de investigación y
política educativa que pretende hacer avances en la enseñanza
para crear grandes profesionales. Ha conseguido grandes lo-
gros y es una institución muy prestigiosa a nivel internacional.
En 1984 escribe el libro From Novice to Expert: Excellence and
Power in Clinical Nursing Practice, haciendo una ampliación del
mismo en 1989, junto a Judith Wrubel, en la que incorpora pre-
misas de las teorías filosóficas de Maurice Merleau y Martin
Heidegger. Durante 2011 la nombraron Leyenda Viva de la
Academia Americana de la Enfermería (Living Leyends), título
que hace honor a aquellas personas que han conseguido gran-
des logros en este campo y los han mantenido durante toda su
vida45.

45 Marriner y Raile, op. cit.

179
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez
Teorías y Modelos del cuidado

TEORÍA DE LA SALUD COMO EXPANSIÓN DE LA


CONCIENCIA

La teoría fue promulgada en 1986 por la teórica norteamericana


Margaret Newman bajo la noción bentovnianas del proceso vi-
tal como expansión de la conciencia. En la propuesta se dejan
ver las premisas de la teoría del orden implicado de David
Bohm, y comprensión de la enfermedad como manifestación
del patrón de salud, así como mencionados estudios sobre la
conciencia de Itzhak Bentov. Se trata de una teoría pertenecien-
te al paradigma de transformación y a la escuela del ser huma-
no unitario.
Perspectiva antropológica
El individio es un ser fisiológico, psicológico, sociocultural y
espiritual, capaz de desarrollarse hacia niveles superiores de
conciencia. Es un todo integral y se identifica por su patrón in-
dividual de conciencia. El entorno es un conjunto amplio que
está más allá de la conciencia del individuo, y la salud se
interpreta como un proceso de evolución de la persona y el
entorno hacia niveles más altos de conciencia. Bajo estas
premisas el cuidado se puede definir como una forma de no
intervención, en el sentido de que su presencia simplemente
ayuda a los individuos a reconocer sus propias pautas de inte-
racción con el entorno, a descubrir sus patrones de relación en
situaciones críticas de sus vidas, participando con ellos en su
proceso de expansión de la conciencia.
Enunciados teóricos
Newman parte para la definición de su teoría de tres conceptos:
espacio-tiempo, movimiento y conciencia. Para la autora existe
una relación complementaria inversa entre los conceptos de es-
pacio-tiempo, de manera que cuando el espacio vital disminu-
ye, tanto por inmovilidad física o social, el tiempo aumenta.

181
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

Esta dualidad espacio-tiempo necesita, según la autora, del


movimiento para volverse realidad. El movimiento es el medio
por el que un individuo transmite su conciencia de sí mismo;
este movimiento refleja un patrón de conciencia de la persona y
una percepción del mundo que le otorga su propia identidad.
De esta manera el espacio-tiempo se hace realidad a través del
movimiento, el cual sirve para que el individuo haga visible un
patrón que identifica al individuo como una persona particular
y a través del cual el individuo transmite su concien-cia de sí
mismo, conciencia que está en continua expansión hacia niveles
superiores. Así, según la autora, los individuos llegan a ser algo
desde un patrón de conciencia particular, estando limitados por
el tiempo, encontrando su identidad en el espacio y aprendien-
do, a través del movimiento, cómo funcionan las cosas y que
elecciones han de tomar, elecciones que finalmente los llevan
más allá del espacio y el tiempo hacia un estado de conciencia
absoluta.
Partiendo de esta composición tripartita la autora entiende el
proceso vital y la salud como un proceso de expansión de la
conciencia, como un todo compuesto por la no enfermedad y la
enfermedad, de forma que el enfermar no disminuye este todo
sino que hace que se tome de forma distinta, situándose la En-
fermería como una disciplina que colabora con el paciente en la
identificación de su propio patrón de conciencia, en mo-mentos
críticos de su vida, con el objetivo de ayudarle en su proceso de
expansión de la conciencia.
Como resumen podíamos afirmar que la teoría de Newman pi-
vota entorno a tres conceptos:
- Movimiento-espacio-tiempo: que son las dimensiones que nos
permiten visualizar los patrones emergentes de conciencia del
individuo.
- Patrón: que es un atributo fundamental de todo lo que hay
identificando a un individuo como una persona particular.

182
Teorías y Modelos del cuidado

- Conciencia: que es la capacidad del sistema de actuación en el


entorno residiendo en toda materia.
Asimismo la función de la enfermería consistirá en ayudar al pa-
ciente en la identificación de sus propios patrones de conciencia
en situaciones críticas de sus vidas, colaborando en el proceso
de expansión de su conciencia hacia niveles más altos46.
Biografía de la autora
M.A. Newman (1933-presente) nació el 10 de octubre de 1933 en
Memphis, Tennessee. Obtuvo su primera licenciatura en econo-
mía doméstica e inglés por la Baylor University de Waco, Texas
en 1954 y una segunda licenciatura en enfermería por la Uni-
versidad de Tennessee en Memphis en 1962. En 1964 consigue
su maestría en enfermería medicoquirúrgica y formación por la
Universidad de California, San Francisco. El doctorado en cien-
cia enfermera y enfermería de rehabilitación lo obtiene en el año
1971 por la Universidad de New York.
Fue catedrática en la Universidad de Minnesota en Minneapolis
hasta que se jubiló en 1996. En el 1976 fue aceptada en la Amer-
ican Academy of Nursing. En 1978 presentó por primera vez sus
ideas sobre su teoría de la salud en una conferencia de teoría
enfermera en Nueva York.
En cuanto a sus obras destacan: “Theory Development in Nur-
sing” (1979), “Health as Expanding Consciousness” (1986-1994) y
“A Developing Discipline: Selected Works of Margaret Newman”
(1995). Sus publicaciones más recientes reflejan su pasión por la
integración de la teoría enfermera, la práctica y la investigación.
Newman ha trabajado en numerosos órganos editoriales, así co-
mo también ha participado como miembro de la North American
Nursing Diagnosis Association (NANDA), desde 1978 a 1982,
dentro del grupo de trabajo de teóricos enfermeros47.

46 Newman M. A. (1994; 1995), op. cit.


47 Marriner y Raile, op. cit. ; Hernández Garre et al. (2014), op. cit

183
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez
Teorías y Modelos del cuidado

TEORÍA DE LA EVOLUCIÓN HUMANA

La teoría es propuesta en 1989 por la teórica norteamericana Ro-


semarie Parse bajo las premisas fenomenológico-existencialis-
tas. Desde estas premisas conforma su noción de la evolución
humana como un proceso que surge de la relación con los fenó-
menos, y de la interpretación que la psique hace de los mismos,
realidad de la que devienen sus conceptos de coconstitución,
coexistencia y cotranscendencia. Se trata de una teoría pertene-
ciente al paradigma de transformación y a la escuela del ser hu-
mano unitario.
Perspectiva antropológica
El persona es una expresión de su interacción con el universo,
es un ser intencionado, libre y subjetivo que se da a conocer a
medida que coexiste con el universo, siendo responsable de la
creación de sus significados, pautas rítmicas (cocreacciones) y
elecciones y cambios (cotrascendencias). El entorno es el univer-
so percibido por la persona, con componentes externos e inter-
nos, que puede mejorar o empeorar la salud de los individuos.
La salud es una experiencia vivida y definida desde dentro del
individuo, no la ausencia de enfermedad o de un estado de
bienestar. Es una forma de evolucionar cocreada por el propio
individuo que sigue y encarna sus propias prioridades y
valores. Por último, el cuidado es una ciencia y un arte interpre-
tativo que tiene como objetivo estar presente en el proceso de
evolución humana del individuo, proceso que ha de refleja sus
propias prioridades y valores.
Enunciados teóricos
Rosemarie Rizzo Parse desarrolló la teoría de la evolución hu-
mana inspirada en el modelo conceptual de Martha Rogers y en
el pensamiento fenomenológico-existencialista. Así integró en
su teoría principios fundamentales de Rogers como el de heli-

185
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

cidad, resonancia e integridad, y conceptos como el de campo


de energía, apertura, patrón y organización. En cuanto al pensa-
miento fenomenológico-existencialista podemos decir que im-
pregnó toda la teoría, posibilitándole desarrollar su concepto de
la evolución humana como un proceso que surge de la relación
entre los fenómenos y la interpretación que el psiquismo o la
conciencia hace de ellos haciéndolos presentes, en definitiva
como un proceso cuyo significado emerge de cada situación
concreta (coconstitución) como consecuencia de la relación con
los demás (coexistencia).
Parte pues Parse, para la constitución de su teoría, de la des-
cripción del concepto de evolución humana, el cual sintetiza a
través de la descripción de tres principios básicos que ponen de
manifiesto la relación entre el hombre y la evolución. Cada uno
de estos tres principios básicos está conformado a su vez por
tres conceptos centrales que nos ayudan en el proceso de com-
presión del concepto. Los tres principios básicos y los nueve
conceptos centrales que según Parse describen el proceso de
evolución humana son los siguientes:
1. La evolución humana estructura libremente el significado personal
de la situación del proceso subjetivo de las prioridades de los valores de
la vida.
Las personas eligen libremente el significado de cada una de las
realidades que les circunda, significado que verbalizan trasmi-
tiendo sus prioridades en cuanto a sus valores y significados.
Este hecho de elección del significado se lleva a cabo a través de
tres conceptos centrales:
a) La imaginación o imagen: es la visión que tiene el indi-
viduo de la realidad.
b) La valoración: son los valores y creencias que tienen el in-
dividuo y que reflejan lo que es importante en la vida de una
persona y familia. El comportamiento del individuo puede
ser coherente con los propios valores o no, para Parse vivir

186
Teorías y Modelos del cuidado

los valores y creencias es el modo en que un individuo ex-


presa su salud y su evolución humana.
c) El lenguaje: es la forma en que las personas simbolizan y
expresan su imagen del mundo y su escala de valores.
De esta manera las personas a través de su visión del mundo
(imagen), de sus valores y creencias (valoración) y de su verba-
lización (lenguaje) eligen un significado concreto para cada una
de sus realidades.
2. La evolución humana está cocreando (el prefijo co- significa con-
júntame con) o siguiendo unas pautas rítmicas para relacionar proce-
sos mutuos con el universo.
Las personas crean pautas rítmicas de comportamiento en la vi-
da diaria y esas pautas dicen mucho a cerca de sus significados
y valores personales. Estas pautas rítmicas de comportamiento
que expresan sus valores se crean a través de tres procesos o
conceptos centrales:
a) La revelación-ocultación: es la forma en que las personas
revelan u ocultan sectores de la realidad. Tiene que ver con
el concepto de misterio, siempre hay más que revelar o cono-
cer sobre sí mismo o los demás.
b) La permisividad-limitación: es la forma en que a las perso-
nas ante cada elección se les presentan unas oportunidades y
unas restricciones. Tiene que ver con la elección de las posi-
bilidades y la convivencia con las consecuencias de esas ele-
cciones.
c) La conexión-separación: es la forma en que las personas
crean pautas para conectarse y separarse de la gente y los
proyectos que les rodean, acercándose más unos y alejándo-
se de otros, estas pautas de conexión-separación reflejan sus
prioridades de valores.
De esta forma las personas, a través de los procesos de revelar u
ocultar sectores de su realidad, de elegir ante las oportunidades
y limitaciones que se le presentan y de conectarse y separarse

187
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

de los demás y de los proyectos, van revelando una serie de


pautas rítmicas de comportamiento que reflejan sus significa-
dos y valores personales.
3. La evolución humana está cotrascendiendo de forma multidimen-
sional en función de lo que se va presentando.
Las personas siempre se están comprometiendo y eligiendo en-
tre infinitas posibilidades y estas elecciones reflejan las formas
en que se mueven y cambian en el proceso de evolución. Estas
elecciones se concretan a través de tres conceptos centrales:
a) El poder: es la fuerza o energía con la que cuenta la persona
para actuar y vivir con el objetivo de afirmar y mantener lo
que más aprecia.
b) La creación: es la posibilidad de la persona de crear algo
nuevo o permanecer constante y en conformidad con los de-
más.
c) La transformación: es la posibilidad de la persona de cam-
biar o invertir las visiones que tiene de su propia vida, es
una característica del cambio constante que sufren las perso-
nas en su proceso de evolución a medida que van encontran-
do formas de cambiar sus deseos y sueños más preciados.
Así, las personas movidos por su poder o energía van creando
algo nuevo, cambiando o invirtiendo las visiones que tienen so-
bre su propia vida mientras eligen entre las infinitas posibilida-
des que se les presentan y se mueven y cambian en su proceso
de evolución.
En base a éstos tres principios y nueve conceptos, que describe
Parse para conceptualizar su concepto de evolución humana,
podríamos sintetizarla afirmando que ésta no es más que un
proceso de elección de significados, que sigue unas pautas rít-
micas que reflejan nuestros valores personales y que nos lleva a
cotrascender, es decir a elegir entre las numerosas posibilida-
des, mientras nos movemos y cambiamos.

188
Teorías y Modelos del cuidado

Desde esta noción de la evolución humana Parse concibe los


conceptos de persona, universo y salud como inseparables e
irreductibles.
Así concibe a las personas como seres que se dan a conocer a
medida que coexisten con el universo a través de sus pautas de
relación con la gente, sus ideas, la cultura, la historia, los signifi-
cados y las esperanzas, como seres que influyen y están influí-
dos por los demás, seres intencionados y abiertos que eligen en-
tre las posibilidades, en definitiva seres subjetivos y libres que
asignan significado a sus vidas a medida que eligen significa-
dos y proyectos según sus prioridades. Su visión antropológica
rechaza el paradigma de la totalidad y lo sustituye por el de la
simultaneidad, porque con ésta, se ve al ser humano mas allá de
la suma de sus partes contemplándose como un ser en intera-
cción mutua y simultanea con el universo.
La salud se define como el propio proceso de evolución huma-
na, como un compromiso personal y una forma de evolucionar
cocreada (creada a través su proceso de interacción con el uni-
verso) por el propio individuo que sigue y encarna sus propias
prioridades o valores.
De esta manera la salud personal puede alterarse cambiando el
compromiso del individuo, ajustando sus pautas rítmicas y co-
trascendiendo (es decir eligiendo y moviéndose en el proceso
de evolución humana) de acuerdo a sus prioridades o valores.
Su definición de salud acepta la naturaleza unitaria del hombre
como una síntesis de valores, un modo de vida. La salud existe
cuando el hombre estructura el significado de las situaciones, es
por lo tanto un proceso de ser y de realizar.
En consonancia con esta visión, que integra, a la persona, al uni-
verso y a la salud en un proceso constante de evolución, Parse
concibe a la Enfermería como una ciencia cuya práctica es un
arte interpretativo, una disciplina que ha de estar presente en el
proceso de evolución humana; mientras, el individuo descubre

189
J.M Hernández Garre y B. De Maya Sánchez

el significado de la situación, crea sus propias pautas rítmicas


de comportamiento en la vida diaria y realiza las elecciones que
le hacen moverse en su proceso de evolución de forma conse-
cuente con sus prioridades y valores.
Tiene pues un enfoque hermenéutico y humanista de la Enfer-
mería que entra en contraposición con otras perspectivas más
positivistas, un enfoque que emplea una base filosófica y un
lenguaje sumamente abstracto, hecho éste que ha hecho que
muchos profesionales de Enfermería se resistan a estudiar su
teoría.
Como ya hemos dejado ver durante la descripción de esta teoría
la función de la enfermería consistirá en estar presente, a través de
una relación intersubjetiva, en el proceso de evolución humana
mientras el individuo descubre el significado de las situaciones,
crea sus propias pautas rítmicas de comportamiento en la vida
diaria y realiza las elecciones que le hacen moverse en su
proceso de evolución humana de forma consecuente con sus
prioridades o valores, ayudándole a considerar sus posibilida-
des más allá de su realidad presente48.
Biografía de la autora
Nació el 16 de Abril de 1938 en Pittsburg (Estados Unidos). Par-
se se licenció en la Universidad de Duquesne en Pittsburgh, y
alcanzó la maestría y el doctorado en la Universidad de Pitts-
burgh. Fue miembro del profesorado en dicha universidad, De-
cana de la escuela de enfermería de la Universidad de Duques-
ne, y desde 1983 a 1993 fue profesora y coordinadora del centro
para la investigación en enfermería en el Hunter College de la
City University de Nueva York. Actualmente es profesora de la
Escuela de Enfermería en la Universidad Loyola de Chicago.

48Parse R. R. (1999), op cit.


Parse R. R.(2000), op cit.

190
Teorías y Modelos del cuidado

Desde enero de 2007 ha sido consultora y académica visitante


en la New York University College of Nursing. Parse es la funda-
dora y actual editora de Nursing Science Quarterly, y presidente
de Discovery International Incorporated. También es fundadora
del Instituto de Human bec-ming, donde imparte clases de temas
ontológicos, epistemológicos y metodológicos de la escuela del
pensamiento de la evolución humana.
Los múltiples proyectos de investigación e intereses de Parse se
centran en las experiencias de salud vividas por las personas.
Ha desarrollado metodologías de investigación en las ciencias
básicas y las ha aplicado de forma coherente con la ontología de
la evolución humana. Ha dirigido y publicado numerosas in-
vestigaciones en una amplia variedad de fenómenos, incluida la
risa, la salud, el envejecimiento, la calidad de vida, la alegría-
tristeza, el sentimiento de cansancio y la esperanza. En el estu-
dio de la esperanza, en el que fue la principal investigadora,
incluía participantes y coinvestigadores de nueve países.
Cuando desarrolló su teoría, durante la década de los sesenta-
setenta, Parse estaba trabajando en la Universidad Duquesne de
Pittsburg centro del movimiento existencial-fenomenológico de
Estados Unidos. Durante su estancia allí compartió diálogos
con los miembros de dicha escuela, diálogos que estimularon y
centraron su pensamiento en las experiencias vividas por los
seres humanos y su libertad y participación en la vida.
Entre sus obras cabe destacar: Nursing Fundamentals (1974),
Man-Living-Health: A theory of Nursing (1981), Hope: An Interna-
tional human becoming perspective (1999)49.

Marriner y Raile, op. cit.


49

Hernández Garre et al. (2014), op. cit

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ANTROPOLOGÍA DEL CUIDADO


Del atomismo a la fenomenología
El cuidado es una esfera de análisis antropológi-
co que deviene de la naturaleza deletérea del
hombre, y como tal se ajusta bien al estudio del
logos del anthropos. Se trata de un campo del sa-
ber, en continua ebullición, cuyas cosmovisiones
paradigmáticas reflejan un holismo vivencial
que intenta dar cabida a cada una de sus dimen-
siones constitutivas: biología, psique y cultura.
Sus bases antropológicas se sustentan, pues, en
diferentes filosofías de la ciencia que intentan
cubrir el sin fin de perspectivas que van desde
los abordajes positivos a los hermenéuticos. Ante
esta realidad el propósito del texto ha sido plas-
mar esta riqueza de enfoques, dibujando las di-
ferentes filosofías, paradigmas, tendencias, mo-
delos y teorías que, desde una propuesta teórica
fragmentada, pero con visos de globalidad, pre-
tende dar explicación científica al acto de cuidar.
En definitiva, se ha intentado profundizar en las
bases antropológicas que sustentan los diferentes
enfoques, en aras de comprender las realidades
constitutivas del ser a través de una de sus esfe-
ras consustanciales, la necesidad de cuidar y ser
cuidado.

201

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