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Índice
Introducción
Vivir, caminar, encarnar las fronteras.
Insurgencias territoriales frente al capital
Delmy Tania Cruz Hernández, Victoria Pasero,
Juliana Díaz Lozano y Lina Magalhães
(GT CLACSO “Cuerpos, Territorios y Feminismos”) 11
Parte I
Fronteras contra el capital
Alienación-samay, la desposesión
del agua por contaminación
petrolera en la Amazonía
Lisset Coba Mejía 139
POST ESCRITUM
Homenaje y entrevista a Walda Barrios
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Fronteras y cuerpos contra el Capital
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Introducción. Vivir, caminar, encarnar las fronteras
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Fronteras y cuerpos contra el Capital
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Introducción. Vivir, caminar, encarnar las fronteras
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Fronteras y cuerpos contra el Capital
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Introducción. Vivir, caminar, encarnar las fronteras
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Parte I
Fronteras contra el capital
A fronteira latino-americana
como espaço da (super)
interseccionalidade
Corpos e territórios nas
(re) conquistas coloniais
Lina Magalhães, Isa de Oliveira Rocha
y Gláucia de Oliveira Assis
Introdução2
1 Encontramos essa poesia no livro “Feminismos desde Abya Yala. Ideas y proposicio-
nes de las mujeres de 607 pueblos en nuestra América”, de Francesca Gargallo, 2013.
2 Agradecemos o financiamento da Agência Nacional de Pesquisa e Desenvolvimento
do Chile (anid, em espanhol) através do projeto Fondecyt 1190056: “The Boundaries of
Gender Violence: Migrant Women’s Experiences in South American Border Territories”.
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Fronteras y cuerpos contra el Capital
3 Utilizamos “re (existência)” tal qual indica Rita Segato (2020), como forma de olhar
para frente e não para trás, isto é, como estratégia de continuar existindo.
4 Seguindo os passos de Boaventura de Souza Santos e Maria Paula Meneses (2009),
aqui consideramos o “Sul” geopolítico que, na maioria dos casos, acaba coincidindo com
o sul geográfico.
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A fronteira latino-americana como espaço da (super) interseccionalidade
5 Grupo composto nos anos noventa principalmente por Aníbal Quijano, Enrique
Dussel, Maria Lugones, Walter Mignolo, Ramón Grosfoguel, entre outros/as que gestam
o embrião da perspectiva decolonial, contribuindo para o desenvolvimento analítico e
utópico do pensamento crítico na região (Ballestrin, 2013).
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8 Para conhecer mais sobre esses movimentos, vide Cruz Hernández e Bayón (2020).
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Reflexões Finais
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A fronteira latino-americana como espaço da (super) interseccionalidade
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Fronteras y cuerpos contra el Capital
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¿Dónde estamos y
hacia dónde vamos?
Crisis estructural del capital,
límites del progresismo y
alternativas por abajo
y a la izquierda
Silvia Adoue, María Orlanda Pinassi
y Mariano Féliz
Introducción
1 A modo de ejemplo, estos fueron algunos de los mayores errores cometidos contra el
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Fronteras y cuerpos contra el Capital
Acerca de la crisis
Hasta hace unos años, cuando se hablaba de la crisis estructural del ca-
pital, el concepto y su contenido solían sonar abstractos y catastróficos,
ya que las condiciones históricas –al menos en su apariencia inmedia-
ta– estaban contenidas. Ciertamente, las cosas han cambiado, y mucho.
A diferencia de las sucesivas crisis cíclicas que han sacudido y siguen
sacudiendo el sistema desde el siglo xix, la crisis estructural no surge
de un fracaso episódico y coyuntural, ni admite solución –aunque sea
transitoria– por algún milagro de la economía política. Al contrario, la
economía política mantiene encendida la pequeña llama del progreso y
esmerándose lo posible por profundizarla.
La crisis estructural del sistema socio-metabólico del capital ha al-
canzado sus límites absolutos. Esto no significa, sin embargo, una ten-
dencia a la parálisis de su incesante movimiento en busca de expansión
y acumulación. Por paradójico que sea, revela un enorme apetito por
un tipo corrosivo de crecimiento acelerado que no contempla ni siquie-
ra mínimamente la satisfacción de las necesidades humanas. Esta cri-
sis que afecta a todo el funcionamiento del sistema –capital, trabajo
y Estado– no sólo es civilizatoria, sino que apunta al fin de la propia
humanidad.
De hecho, todo esto comenzó a finales de la década de los sesenta
como respuesta a los obstáculos que enfrentaban las políticas interven-
cionistas y anticíclicas del keynesianismo. Habiendo llegado a su fin
los tiempos de su utilidad sistémica, el impulso imperativo de expan-
sión y acumulación exigía la apertura total de las vías de obtención
de beneficios. Un conjunto de formulaciones neoliberales se presentó
a la historia. Desde entonces, han florecido el predominio de la finan-
ciarización sobre todos los sectores de la economía, la reestructuración
productiva y política, la desregulación total de las leyes de protección
pueblo ruso que, con fuerza, odio y energía, acabó con el pasado opresivo del zarismo,
pero fue superado y sometido a un poscapitalismo jerárquico ya en el primer año pos-
terior a la Revolución de 1917. Todo bajo el control de un Estado engrandecido por la
acumulación de poder político y económico. Por estas razones, los ideales ritualistas del
socialismo realmente inexistente, como lo expresa Aldo Casas (2020) en su libro “Rusia
1917 - Vertientes y Afluentes”.
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¿Dónde estamos y hacia dónde vamos?
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¿Dónde estamos y hacia dónde vamos?
una herida en los territorios, para protegerlos del contagio. Algunos gru-
pos se han internado en el monte para no ser afectados. Mucha gente
disminuye la velocidad de sus acciones, reduciéndolas a lo esencial: vivir.
Ailton Krenak, del pueblo impactado por el desastre ecológico de la
ruptura del depósito tóxico de Mariana, en el estado de Minas Gerais,
en Brasil, dice que, allí donde ocurre, la naturaleza agradece esa des-
aceleración. La respetuosa diplomacia entre los seres humanos y no
humanos es retomada. Eso no sucede en todas partes. En este contex-
to, el capital ha acelerado furiosamente gran parte de sus actividades
extractivas-destructivas ampliando las zonas de sacrificio. El minis-
tro de Medio Ambiente del gobierno del presidente Jaír Bolsonaro, en
Brasil, fue flagrado proponiendo al gabinete aprovechar este período de
pandemia en que la prensa está “distraída”, para pasar reformas que
permitan avanzar sobre áreas protegidas. Son reformas que pretenden
lanzar esas áreas al mercado de tierras. En Argentina, en Andalgalá
(provincia de Catamarca) empresas mineras intentan retomar explo-
taciones que habían sido frenadas por la resistencia popular. Una vez
más, las fuerzas represivas detienen ilegalmente a las personas que
buscan detener, nuevamente, esos proyectos extractivos-destructivos.
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años de las jornadas del 19 y 20 de diciembre del año 2001, los efectos
de la rebelión popular parecen casi un murmullo.
Las prácticas organizativas en los barrios y territorios, continúan con
fuerza. La auto-actividad popular persiste y se ha multiplicado. Esta di-
versidad se ha plasmado en múltiples experiencias que abarcan desde
la lucha por el trabajo a la disputa feminista contra las violencias y el
patriarcado, desde la lucha por una vida saludable frente al agronego-
cio y el extractivismo contaminante, hasta las disputas por la recupe-
ración de territorios ancentrales y frente al despojo urbano y el trabajo
precarizado y super-explotado. La organización cotidiana persiste. Y,
sin embargo, el Estado del capital, ha conseguido canalizar y neutrali-
zar la potencia disruptiva de muchas de esas luchas radicales.
El neodesarrollo, ahora verde y progresista, impulsado por el Frente
de Todos desarmó la resistencia general al sistema, conteniendo la ma-
yor parte de la organización popular dentro del régimen de los partidos
del orden. La lucha anti-capitalista de muchas fuerzas sociales mutó
así en anti-neoliberal, que sólo disputa desde adentro del Estados po-
líticas de redistribución marginal de los ingresos y los derechos. La re-
sistencia desde abajo y a la izquierda continúa, por supuesto, pero –por
ahora– desarticulada y sin la unidad que se requiere para proyectar y
construir un proyecto societal transformador.
¿Qué papel tienen las izquierdas que habitan en los partidos políticos,
sindicatos y movimientos sociales que se han acomodado al orden? Nau-
fragando en aguas pasadas, incluso ante el caos que vivimos, prefieren
mejorar sus concepciones reactivas y defensivas, para refritar solucio-
nes que sólo consiguen dar supervivencia a un desarrollismo irrespon-
sable y suicida. No se dan cuenta de que los problemas sociales, eco-
nómicos, medioambientales y sanitarios crecen independientemente de
que los administre la derecha o la izquierda liberal.
La democracia representativa, más que “empoderar a las minorías”,
confunde la dirección de sus estrategias reivindicativas, apelando a un
Estado que ha “emancipado” definitivamente a la sociedad. Las aterra-
doras consecuencias de la pandemia en Brasil –muerte, desempleo, po-
breza, abandono del gobierno federal y desmantelamiento del sistema
de salud pública– son solo una prueba, entre muchas otras, del peligro-
so divorcio entre el Estado y la sociedad civil. En Argentina, el gobierno
de Alberto Fernández poco a poco, desarma a sus aliados políticos entre
los movimientos sociales. Los convoca a aceptar ser furgones de cola del
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Fronteras y cuerpos contra el Capital
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Parte II
Insurgencias, cuidados
y cuerpos-territorios
que re-existen
Comunidades y
territorios que cuidan
Resistires y re-existencias
locales colectivas para la
reproducción de la vida
Verónica Moreno Uribe
y Diana Lilia Trevilla Espinal
Introducción
Las prácticas, los saberes y las gestiones por medio de las cuales se
concretan los cuidados para la reproducción de la vida, adquieren una
peculiar complejidad cuando se despliegan en contextos de precariza-
ción y violencia. Los desafíos que enfrentan quienes buscan gestar es-
trategias para el cuidado de lo vivo deben comprenderse a la luz de
las tensiones y las contradicciones de intentar cuidar en medio de un
sistema que ataca y lesiona la vida y a quienes la procuran.
En este texto partimos del reconocimiento de que la sostenibilidad de
la vida requiere de una responsabilidad colectiva, lo cual nos llama a
sentipensar y actuar desde la impronta de continuar creando estrate-
gias para la reproducción del buen vivir. Es así como narramos las si-
guientes experiencias sobre cómo se organizan y gestionan los cuidados
a través de procesos colectivos en nuestros territorios.
Desde nuestro punto de vista, las movilizaciones feministas, de mu-
jeres y disidencias que luchan, han sido clave en distintos momentos
históricos en la búsqueda de alternativas a las lógicas dominantes de
poder, explotación y despojo. A su vez, los feminismos entretejidos con
otros movimientos como los campesinos, ecologistas, en defensa del te-
rritorio y de luchas por lo común, continúan aportando análisis y estra-
tegias tanto para entender cómo opera el sistema dominante actual, así
como dando cuenta de las diversas formas organizadas que constituyen
fronteras, resistencias y alternativas para transformarlo.
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Comunidades y territorios que cuidan
que niega el valor que tienen todas estas actividades, las privatiza, las
feminiza y desprotege a quienes realizan los trabajos domésticos y de
cuidados. La economía feminista desde el enfoque de ruptura invita a
pensar en horizontes postcapitalistas en los que se ponga en el centro
al cuidado y la sostenibilidad de la vida, y no la reproducción del capital
(Pérez, 2014).
En diálogo con esta postura, los feminismos ecologistas cuestionan las
diversas formas de explotación de la tierra y de las mujeres, causados
por el sistema capitalista y que derivan en problemáticas vinculadas
al deterioro ecológico y a distintas formas de dominación sobre las mu-
jeres y la Tierra. El cuidado se entiende a través de las relaciones de
interdependencia y ecodependencia que implican trabajos y actividades
necesarios para la sostenibilidad humana, social y ecológica (Herrero,
2012; Bosch et al., 2014). Mientras que, los feminismos que retoman
las luchas campesinas y populares, instan a reconocer el cuidado como
trabajo que contribuye a la economía, pero también a la cohesión social
y al bienestar individual y colectivo, tanto del grupo como de la comuni-
dad donde se vive (Nobre, 2008; 2015). A su vez, los feminismos de Abya
Yala, han destacado que, las experiencias de dominación se encarnan y
resisten en y desde los cuerpos-territorios (Cabnal, 2010; Miradas críti-
cas del territorio desde el feminismo, 2017; Cruz-Hernández, 2020), es
decir, que los procesos son vividos, sentidos, dialogados en continua y
permanente relación con el mundo.
En ese sentido, en esta propuesta sentipensamos el cuidado para
comprender lo que ocurre en el cuerpo-territorio, en las relaciones, los
arreglos, la valoración de prácticas concretas de gran complejidad que
implican el trabajo cotidiano para preservar, regenerar y reproducir
la vida de las personas, de los ecosistemas, de otros seres vivos y del
territorio. Así como para problematizar cómo nos interpelan relacio-
nes de poder que existen en los espacios que habitamos, pero tam-
bién porque implica valorar y reconocer las múltiples formas colecti-
vas que generamos para fortalecer nuestras luchas y para construir
otros mundos sociales ambientalmente justos (Trevilla-Espinal, 2019;
Trevilla-Espinal et al. 2020).
Agroecología y cuidados
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5 Nombre náhuatl que en español se traduce “De aquí pertenecemos/de aquí somos”.
6 Agradecemos a Diana Valera Estrada y Hugo Guzmán de Toaltepeyolo por compar-
tir su experiencia.
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Fronteras y cuerpos contra el Capital
Cierre
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Comunidades y territorios que cuidan
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Fronteras y cuerpos contra el Capital
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Lo político de la
sanación y la sanación
como acto político
Comparticiones desde
experiencias encarnadas
Victoria Pasero, Dayrin Chávez Mejia,
Ro Ortega Vásquez, Jonatan Rodas
y Lorena Rodríguez Lezica
Introducción
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Sanar es político
Al iniciar las bitácoras que compartimos, nos dimos como consigna in-
tentar responder a la pregunta de por qué sanar para nosotras era po-
lítico. Fuimos entretejiendo entre nuestras experiencias, algunos hilos
comunes.
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Territorios para
cuidar la vida
Experiencias de mujeres
en lucha desde Uruguay
Lorena Rodríguez Lezica y
Alicia Migliaro González
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Territorios para cuidar la vida
fértil para mirar las luchas actuales, que abone la disputa de sentidos,
como germen de un nuevo ciclo de luchas antisistémicas, y en diálogo e
interlocución desde las experiencias de mujeres en lucha que compar-
tiremos a continuación, como propuesta política que ponga en el centro
el cuidado de la vida. Nos interesa en particular pensarnos desde las
tierras que habitamos hoy, dialogar con quienes están pensando las
problemáticas ecologistas y feministas de forma concatenada y ancla-
das territorialmente. Nos interesa conocer ¿qué luchas están dando las
mujeres?, ¿ante qué se rebelan?, ¿cuáles son sus deseos?, ¿qué mezclas
de sangres, cuáles dolores y cuáles alegrías y esperanzas inspiran sus
luchas? y ¿qué nuevas formas de la política alumbran? Salimos enton-
ces a dialogar con esas experiencias, que no nos eran ajenas sino cer-
canas por vínculos territoriales, militancias compartidas, o que cono-
cíamos a partir de la difusión que medios de prensa hicieran de estas
luchas. Teníamos preguntas para hacer a estas mujeres, y lo que inició
como invitación a una entrevista, fue poco a poco transformándose en
un encontrarse y espejarse con otras, en diálogos que, queremos creer,
recién comienzan.
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6 Entrevista realizada el 16 de abril del año 2021. De aquí en más serán referenciadas
como Mujeres de la Laguna.
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Fronteras y cuerpos contra el Capital
Nos bajamos del ómnibus, cruzamos el arroyo Solís Chico, nos abraza el
paisaje de monte que lo bordea, y nos vamos así acercando al encuentro
de las Hum Pampa en luna llena en casa de una de las compañeras.
Nos cruzamos con dos mujeres, nos saludamos sin saber si llegaríamos
al mismo lugar. Ellas tampoco saben de nosotras, pero nos reconoce-
mos. Una de las Hum Pampa nos recibe en su casa, a poquitas cuadras
del Yasyry, nombre que vecinas y vecinos del “Solís Chico” recuperaron
para el arroyo, y que en guaraní significa “río de la luna”. Van llegan-
do una a una, se presentan, nos presentamos. La compañera que nos
recibe en su hogar se da a la tarea de encender el fuego. Nos vamos
ubicando alrededor. Sentimos el calor de la bienvenida por el fuego, por
la ronda, por la sahumada con canelón (árbol nativo), por las bromas y
las risas que nos acompañan en un diálogo que nos dejará casi sin pala-
bras. Nos sorprenderemos de nosotras mismas, del silencio que se hizo
tan presente, pero como insistirán ellas en esta particular entrevista,
no podemos buscarle una explicación racional a todo. Nos permitimos
simplemente sentir.
“Mujeres originarias en lucha por la libertad de los pueblos, por la
Tierra, Agua y Vida”. Así se lee en una pancarta que llevaron a la mar-
cha del 8 de marzo en Atlántida, departamento de Canelones. Se defi-
nen como un colectivo de mujeres que buscan conservar y reconstruir
la cultura ancestral de estos territorios, promoviendo el cuidado de la
naturaleza nativa de la Banda Oriental y una forma de vida en equili-
brio con los ciclos de la misma.
Las mujeres que integran hoy Hum Pampa integraron anteriormente
la Unión de Mujeres del Pueblo Charrúa (U.M.P.CHA), una organiza-
ción conformada en el año 2005 por mujeres descendientes de indígenas
de Uruguay y de la provincia de Entre Ríos en Argentina. Por algunas
diferencias que surgen a raíz de las lógicas de funcionamiento entre
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Territorios para cuidar la vida
Hum Pampa es una de las maneras que se dan para reconstruir el len-
guaje, da cuenta de un sentido de pertenencia, describe y define un te-
rritorio de convivencia, un ser, estar, sentir, vivir la “pampa”. Las Hum
Pampa reconocen el dolor en su linaje, transmitido por sus abuelas, una
de ellas guerrillera y presa política durante la última dictadura, trans-
mitido por sus ancestras, esas a quienes violaron y a quienes quitaron
sus hijos para acabar con la cultura charrúa.
Nos cuentan que todas tienen un vínculo con el monte, algunas tra-
bajan como guardaparques, varias eligieron habitar en el monte o cer-
canas a él. Varias trabajan en la salud de la tierra, salud ancestral,
reivindicando y difundiendo el uso de plantas medicinales. Su vínculo
con el monte es también porque simple y llanamente sienten la nece-
sidad de defenderlo. Rescatan, reivindican y comparten conocimientos
ancestrales y saberes que han sido y son transmitidos de abuelas a
madres, y a nietas. Son las mujeres las que transmiten la cultura, afir-
man, y eso lo tenían claro los “conquistadores” cuando arrancaron a los
hijos e hijas de las madres para que las madres no pudieran transmitir
la cultura a sus hijos. Los y las indígenas no fueron exterminadas y
8 Guenoas: una de las etnias de poblaciones originarias que habitaron los territorios
que hoy se conocen como Uruguay, Argentina y Brasil.
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Fronteras y cuerpos contra el Capital
Ese corte generó que muchas cosas se perdieran. Algo que sí sobrevi-
vió, que no se perdió con el pasar del tiempo, es la presentación de los
niños y niñas a la luna. Nos explican que se trata de una ceremonia
de vida, y que no es casualidad que se haya sostenido. Con el pasar de
las décadas, de los siglos, se logró transmitir también el amor a la na-
turaleza, el espíritu libertario, transmitidos desde la fuerza espiritual
de nuestras abuelas.
La visibilidad pública, el reconocimiento por parte del Estado, son
temas bastante debatidos entre las hum pampa, con algunos acuerdos y
algunos matices. No todas sienten de la misma manera la necesidad de
ser visibles. Temen, desconfían, y con razón, de lo que pueda acarrear
el reconocimiento por parte de organismos internacionales. En algo pa-
recen estar de acuerdo: en no centrar su tiempo y energía en ello. Nos
comparte una de ellas que le resulta absolutamente entendible que las
abuelas no se hayan identificado indígenas como estrategia de super-
vivencia, pero, como reclamara uno de los abuelos que ha empujado el
movimiento por la visibilidad indígena “yo no le perdono eso a los in-
chalás9 de hoy, que no se reconozcan, que no reconozcan esa ancestría”.
Que te empiecen a ver, resalta una de las compañeras mientras señala
nuestro círculo alrededor del fuego, compartiendo un mate, “una ener-
gía que mirás para afuera y decís: todo esto hay que verlo”.
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Territorios para cuidar la vida
La lógica del capital sobre los territorios se basa en que unas vidas va-
len más que otras y que es posible establecer zonas de sacrificio (Lerner,
2010). Es decir que la necesidad de expansión capitalista justifica la
contaminación, la destrucción y la amenaza de ciertos territorios y, por
supuesto, de sus habitantes.
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Fronteras y cuerpos contra el Capital
A su vez para que nuestro paso por el mundo sea vivible dignamente
precisamos de una serie de atenciones y cuidados que irán variando
a lo largo de nuestra vida, en función de las distintas etapas, carac-
terísticas y situaciones que nos toque afrontar. Material, simbólica y
afectivamente, somos seres interdependientes (Navarro Hernández y
Gutiérrez Aguilar, 2018). Nuestras vidas se perpetúan, sencillamente,
porque otras y otros nos sostienen.
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Territorios para cuidar la vida
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Fronteras y cuerpos contra el Capital
Estar atentas a lo que sucede en el territorio para ver donde hay una
amenaza. Transitar por el territorio todos los días.
10 “Ta” es un modismo uruguayo y rioplatense que, en este contexto, se entiende como
una voz de alto.
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Territorios para cuidar la vida
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Territorios para cuidar la vida
Entonces creo que ahí es cuando uno aprende a que somos parte
de ese equilibrio natural y que ese equilibrio natural depende en
algún punto, aunque sea chiquitito de lo que nosotros hacemos,
es donde yo encuentro sentido a la vida, es el ser parte de ese
todo y poder aportar al cuidado de ese todo, que puede ser un día
en una lucha para defender el agua o puede ser otro día apor-
tando en curarle el ala a un animal que está herido, o apoyar la
salud de una persona (Mujeres de la Laguna).
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Fronteras y cuerpos contra el Capital
Yo creo que mucho de lo que nos tocó vivir acá fue justamente por
eso, por la vida, que es lo más valioso que tenemos. Y que vivir no
solamente implica tener vida en un cuerpo sano, implica también
tener vida en un lugar sano, vivir en un lugar que esté sano y
disfrutarlo [...] Y creo que sobre todo vivir es disfrutar, disfrutar
de dónde vivís, disfrutar de la gente con quien te relacionás, dis-
frutar de tener la libertad de tu cuerpo, de hacer lo que te gusta,
y de vivir en paz (Adriana Pascual).
La vida es todo lo que parte del deseo del sentir, de lo que deseo
y de entender que somos un todo con los que nos rodea, y con la
naturaleza, con los ciclos de la naturaleza y sentirnos parte de
ese todo, que es más allá de nosotras. Pero que también somos
parte de esa naturaleza, que está dentro de nosotras y que ha
sido ninguneada durante mucho tiempo e incluso por nosotras
mismas. [...] entonces muchas veces hemos perdido ese sentido
de la vida porque parece que nuestras vidas van hacia donde los
demás quieren que vaya y no donde hacia nosotras queremos que
vaya. Ahí entra mucho también el amor, no entendido como el
amor de pareja sino hacia todo lo que nos rodea, lo que podemos
generar, el cuidado, el cuidado entre nosotras (La Cuerpa Oesta).
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Territorios para cuidar la vida
Para las Hum Pampa cuidar la vida significa también decir basta, po-
ner un freno al desmonte, a la contaminación de las aguas, a las violen-
cias, es “como la rebelión de que ya está. El abuso, la rabia”. Parte del
cuidar la vida es para ellas un trabajo espiritual con una misma, hablar
con y reconocerse en las ancestras, y es también poner el cuerpo en la
lucha, en la defensa de la vida.
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Fronteras y cuerpos contra el Capital
Duele la destrucción del agua, del monte, de la tierra, como duelen las
violencias en cuerpos de mujeres, niñas y adolescentes. Los cuerpos de
todas ellas, todas nosotras, los de nuestras abuelas, nuestras tías, nues-
tras madres, hermanas, amigas y vecinas. Como un telar de ultrajes,
donde se mezclan voces, nombres y anécdotas. Como una suerte de ge-
nealogía ensanchada en la que rápidamente nos reconocemos, más allá
de parentesco y lazos sanguíneos, cuando nos escuchamos. Nos duelen
ellas y todas las mujeres que nos rodean.
Territorios para cuidar la vida es una expresión de deseo, es un horizon-
te, es lo que estamos ensayando, construyendo, aquí y ahora desde una
multiplicidad de experiencias colectivas en toda Abya Yala. Territorios
para el cuidado de la vida son lo contrario a los territorios de muerte,
donde prima la necroeconomía del capital, donde vale más una vaca que
la salud de toda una población, donde la tierra no es para plantar alimen-
tos sino para especular, donde el extractivismo se encarna en un médico
sojero, donde el agua deja de alojar vida y pasa a ser vertedero.
El mito de la excepcionalidad uruguaya nos opacaba la mirada.
Intuíamos que algo de lo que latía en otros rincones de Abya Yala te-
nía que ver con nosotras, pero no lográbamos dar cuenta. Expresiones
de resistencia antagónica organizada frente al modelo extractivista de
anclaje territorial y protagonizadas por mujeres, no era algo claramen-
te visible en nuestro país, por lo menos no desde lentes patriarcales y
coloniales. Las resistencias se expresan claramente antagónicas cuan-
do irrumpen en el espacio público con sus multitudinarias marchas y
discursos que exigen las libertades y derechos expropiados. Pero las
hay también cuando optan por cotidiana y silenciosamente desde abajo
ensayar esas libertades y horizontes con otras y también con otros y
otres. Resistencias que se escuchan, que laten en sintonía.
Hay algo que nos resuena de los espacios ambientalistas, las prácti-
cas políticas que nos expulsan, y las prácticas entre mujeres que nos
acercan, no sin diferencias, pero que aprendemos o buscamos aprender
a gestionarlas, como un acto de sanación política. Estos diálogos entre
mujeres que venimos de la militancia ecologista y otras que venimos
de la militancia feminista, nos hablan no de incomprensiones como po-
demos ver a veces en las izquierdas canónicas que se ven interpeladas
por el feminismo (tildado de separatista y burgués), o el ecologismo (til-
dado de burgués y antidesarrollista), ambas consideradas preocupacio-
nes menores. Luchas secundarias que no atraviesan la contradicción
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Territorios para cuidar la vida
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Agua, identidades y
defensa del territorio
Un recorrido histórico
a lo largo del río Utinga
Iñigo Arrazola y Cláudio Dourado
Introducción
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Fronteras y cuerpos contra el Capital
El caso de estudio relatado tiene que ver con la expansión del agronego-
cio en la franja oriental de la Chapada, en la cuenca del río Utinga. El
entorno de este río ha sido históricamente espacio de vida de lxs indíge-
nas payayá, diezmados con la invasión portuguesa. Con la conquista, en
primer lugar, se transformó en espacio de grandes latifundios dedica-
dos a la agricultura y la producción de ganado para suplir a lxs grandes
monocultivos de caña del litoral bahiano y al auge minero de la Cha-
pada que vino después. Este proceso no pudo haber acontecido sin la
importación de gran cantidad de mano de obra esclava, llevada para la
extracción mineral y el trabajo en las fazendas, y es el motivo actual de
la presencia de numerosas comunidades quilombolas en la región. Ya
en una época más reciente, entrando en la década del setenta, los con-
flictos por tierra en la región aumentaron de forma considerable debido
a la tentativa de expulsión de los agregados –conocidos como possei-
ros– de las grandes propiedades, dentro del contexto de modernización
agraria impulsado por el régimen militar, dando lugar en las décadas
subsiguientes a numerosos asentamientos de la reforma agraria. Hoy
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Agua, identidades y defensa del territorio
Conocer un poco más del contexto nos ayudará a lo largo del viaje. Si
bien los conflictos por agua provocados por la expansión del agronego-
cio en la cuenca del río Utinga tienen lugar desde el año 2012, estas
dinámicas en la Chapada Diamantina se remontan a épocas anterio-
res. Tal y como se muestra en el Mapa 1, esta región viene siendo
objeto de ocupación por parte de empresas del sector desde la década
de los ochenta, con la llegada de productores procedentes del sur del
país (estados de Paraná, Santa Catarina y Río Grande del Sur fun-
damentalmente) y de otros países, principalmente Japón (Haesbert,
2004). Importantes áreas de recarga hídrica de la Chapada, conocidas
como gerais, están de hecho ocupadas por los cultivos irrigados de
estas empresas, representados por los círculos en rojo. Los conflictos
socioambientales que estos actores generan en las partes altas de la
Chapadas son vigentes y numerosos, aunque aquí sólo los menciona-
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Fronteras y cuerpos contra el Capital
mos para situar el contexto general del caso que nos ocupa. El valle
del río Utinga se sitúa en el rectángulo destacado en el Mapa 1. Sus
aguas fluyen hasta el encuentro con el río Santo Antonio, contribu-
yendo a formar una zona de pantanal conocida como Marimbús. Am-
bos ríos se sitúan o atraviesan dos importantes áreas de conservación
ambiental, el Parque Nacional de la Chapada Diamantina y el Área
de Protección Ambiental del Pantanal de Marimbús. Vemos de esta
manera que la expansión del agronegocio (tanto en las partes altas de
la Chapada en su forma más corporativa, como en el valle de Utinga a
través de medianos agricultores familiares dedicados al monocultivo
de banana), tiene lugar muy cerca de espacios protegidos y con los que
se vinculan estrechamente en términos ecosistémicos.
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Agua, identidades y defensa del territorio
Nuestro viaje en canoa inicia en la cabecera del río Utinga (ver Mapa 2).
Por lo menos en este primer tramo tenemos asegurado que la embar-
cación descienda tranquilamente ya que, incluso en los peores años de
sequía, el agua no paró de brotar de la naciente. En verdad, el Utinga
siempre fue perenne, los conflictos por agua de la zona no tienen que
ver con la falta absoluta sino con su apropiación por parte de aquellos
que han expandido los monocultivos más allá de todo límite.
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Fronteras y cuerpos contra el Capital
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Agua, identidades y defensa del territorio
1 El término tapuia fue utilizado de forma generalizada para cubrir la gran diversidad
étnica del Nordeste brasileño. Los pueblos indígenas de esta región, excepto lxs tupis
del litoral, fueron excluidos de la categoría de indígenas relacionados con la selva tro-
pical y siguieron en la historia en situación marginal (Steward, 1946). Según Galvão
(1959), esta situación se debe a la aculturación de gran parte de la sociedad nacional, a
la diversidad de lenguas de origen que torna difícil la inclusión de todos estos grupos en
una única área –clasificación residual–. Fue aplicada, a los pocos años de comienzo de
la conquista, la figura jurídica de la guerra justa, que permitía la destrucción de aldeas
indígenas, su esclavización y la distribución de sus tierras y bienes. Así, estos pueblos
pasaron a tener catequesis y civilización, promovidas por las órdenes misioneras y por
el clero regular, en cooperación con el Estado y con los intereses privados (Filho, 1999).
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Así lxs dirigentes Payayá enfatizan que la manera de asegurar las formas
de vida pasa por lo tanto por fortalecerse al interior de los territorios al
tiempo que se estrechan los lazos con otros. Se fragua así una multiplici-
dad de territorios en resistencia que permita construir las particularida-
des de cada uno, sus creencias, costumbres, identidad, de manera abierta
y en relación con los otros espacios aliados. Esta construcción además
pasa por ofrecer perspectivas atractivas para que lxs jóvenes puedan re-
coger a su manera el legado de quienes lxs antecedieron, lo cual está
atravesado necesariamente –aunque no se limite exclusivamente– por
asegurar condiciones dignas de vida, por asegurar dignamente la repro-
ducción de los cuerpos en ese espacio (y de la naturaleza). Veremos, en la
continuación de nuestro viaje, como algunos de estos elementos resuenan
de forma diferente en otras situaciones y sujetos afectados también por
los conflictos del avance del agronegocio en el valle.
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Fronteras y cuerpos contra el Capital
En nuestro viaje por el río aguas abajo, tras dejar atrás la ciudad de
Utinga, nos encontramos con las primeras plantaciones de banana. No
son tan grandes como los monocultivos de papa de la zona alta de la
Chapada, aunque sí muy numerosas. Están distribuidas por doquier
a lo largo de ambas veras del río. Hace tan sólo pocos años estas plan-
taciones no estaban acá, la expansión de la banana comenzó a notar-
se más claramente a partir del año 2016. Vemos también árboles de
banana en propiedades más distantes, remontando las suaves colinas
que conforman el valle. Junto a ellas, distinguimos pequeños embalses
construidos que sirven para almacenar la cantidad de agua necesaria
para garantizar el riego a estas plantaciones más alejadas.
Un cambio en el paisaje como síntoma de transformaciones profun-
das. La expansión de la banana ha provocado muchos cambios en esta
zona del valle: cambiaron las maneras de relacionarse con la naturale-
za, cambiaron las relaciones sociales y cambiaron las posibilidades de
continuar con la agricultura. Para lxs pocos, mejoraron los lucros obte-
nidos con la banana, para lxs muchos, la escasez de agua amenaza sus
modos de vida. El propio Instituto do Meio Ambiente e Recursos Hídricos
(inema) ya reconoció en el año 2018 que el río no tiene la capacidad de
carga suficiente para la agricultura irrigada de banana existente, por lo
que se limitó el uso efectivo del agua al 50% de los flujos autorizados en
los períodos más críticos. Pero esta es lugar de hechos consumados, los
monocultivos ya están, algunos hasta se expanden. No hubo capacidad
de prevención, ¿quién paga ahora los platos rotos?
Al continuar nuestro viaje, comenzamos a avistar pequeñas parcelas
de hortalizas –lechuga, pimiento y tomate–, frutas –sandía, mango, pa-
paya y cítricos– y otros alimentos básicos como la yuca o el fréjol. Llama
nuestra atención la variedad, la alternancia de cultivos con árboles fru-
tales y la presencia de algunos pocos animales. Claramente percibimos
que se trata de otro tipo de agricultura, más diversificada y con mayor
capacidad de emplear a gente. Desde nuestro bote podemos ver a más
personas trabajando en las huertas. Observamos también que las casas
de lxs productores no están lejos de sus parcelas, algunas de ellas de
hecho fueron construidas juntas, formando pequeños poblados, dejando
espacio para una plaza en el medio. Estas agrupaciones son los asen-
tamientos de la reforma agraria, como São Sebastião, Bela Flor, Rio
Bonito, Novo Horizonte, Laranjeira, entre otros. La presencia de estos
asentamientos nos remite a una historia de la lucha por la tierra que
es importante tener en cuenta a la hora de comprender los conflictos
actuales centrados más en el agua.
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2 Nota sobre terras devolutas Bahia Los fazendeiros, con conexiones en las notarías y
registros de la propiedad, sistemáticamente falsificaban sistemáticamente los títulos
para ampliar sus terrenos.
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que mejor conocían las especies de árboles, plantas y animales. Los co-
nocimientos de estos grupos, producto de su propia base cultural indí-
gena, eran centrales en su negociación con lxs propietarios, haciendo
que estos últimos “raramente fueran lxs gestores del uso del suelo de
sus propiedades” (Henfrey, 1989: 12).
Sin embargo, estos conocimientos se tornaron menos relevantes con-
forme el proceso de modernización fue expandiéndose. El avance del
capital en el campo implicó la desestructuración de los mundos de
estas comunidades, la desagregación y deshumanización de sus re-
laciones sociales. En este punto, la Iglesia Católica, a través de la
Comissão Pastoral da Terra (cpt), tuvo un papel muy importante de
mediación simbólica de los conflictos. Lxs agentes de la pastoral pu-
dieron encontrar formas de elaborar estas crisis en sentido emanci-
patorio a partir del trabajo con los textos bíblicos, inspirados en la
teología de la liberación. Tal como nos comentaba una de las agentes
que participó de estos momentos:
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El otro día por la mañana, llegaron carros y más carros, era el batallón
de la Policía Militar, parecía una escena de una película de terror: un
ejército preparándose para la guerra, policías armados de la cabeza a
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que pudimos acompañar, en las que las comunidades discuten los pro-
blemas de agua, la presencia mayoritaria de hombres es abrumadora y
las voces de las mujeres apenas son escuchadas.
“Hoy, al igual que antes”, nos comentan, “las mujeres son el suelo
firme sobre el que fue implantada la lucha por la tierra en la región, no
hablan mucho pero actúan en la hora cierta” (Entrevista 3, 2019). Esto
sin embargo no tiene por qué traducirse en una mayor participación
femenina en la toma de decisiones que las afectan, como las relacio-
nadas con los problemas con el agua. En verdad, las relaciones entre
hombres y mujeres continúan siendo desiguales en muchos sentidos,
en los encuentros periódicos de la pastoral “hablar de ciertas temáticas
sigue siendo problemático” (Entrevista 3, 2019). Los movimientos como
el mst tienen mucha más autonomía actualmente que décadas atrás y la
importancia de la mediación simbólica ejercida por la cpt ha cambiado
bastante. Al ser preguntada por el motivo de esta correlación entre el
papel de las mujeres que defienden los asentamientos y su protago-
nismo en las luchas por el agua y el medioambiente, una agente de la
pastoral nos comentaba que:
Una certeza que tengo, es que las mujeres gestan la Vida, donan
la Vida y la defienden hasta las últimas consecuencias. Defen-
der la tierra es defender una compañera gestadora de Vida como
ellas mismas (Entrevista 3, 2019).
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Conclusiones
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por otro lado que, a menudo, también por parte de los actores media-
dores que acompañan periódicamente a estas comunidades, el papel de
las mujeres es resaltado de formas esencialistas, que las ligan con la na-
turaleza en tanto capaces de generar y cuidar de la vida. Sin embargo,
es necesario problematizar que esta importancia no siempre se traduce
en mayor capacidad de las mujeres en la participación de los procesos
de toma de decisiones que las afectan de forma específica. Como vimos,
estos discursos encajan bien con el universo de valores conservadores
frecuentes en las comunidades campesinas y a partir de los cuales se
establecen las posibilidades de enunciación de las críticas reveladoras a
los procesos de expropiación y violencia provocados por la expansión del
capital en el campo; así como de la conservación y producción de nuevas
relaciones sociales por parte de estos sujetos.
Referencias bibliográficas
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in the Paraguaçu Valley, Bahia. Bulletin of Latin American Research,
Vol.8, Núm.1. DOI: 10.2307/3338891.
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Entrevistas
Entrevista 1. 2019. “Entrevista con líder indígena Payayá”.
Entrevista 2. 2019. “Entrevista con líder indígena Payayá”.
Entrevista 3. 2019. “Entrevista con agente de la CPT”.
Entrevista 4. 2019. “Entrevista con agente de la CPT”.
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Lisset Coba
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Metodología
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He realizado cinco estancias desde noviembre del año 2014 hasta sep-
tiembre del año 2016, que fue actualizada en el año 2019. Mi propósito
fue observar los procesos del metabolismo petrolero, entrevisté acto-
res clave, trabajadores y extrabajadores de la Texaco sobre todo indí-
genas, como Marcelino Inmunda, hombre kichwa, experto en ecosiste-
mas amazónicos. También conversé con Lidia Aguinda, vocal de salud
de la Parroquia Dayuma, demandante del proceso contra la Chevron
e hija de María Aguinda, primera demandante de la Texaco. Otras
entrevistas realizadas fueron a miembros del “Comité de Derechos
Humanos de Orellana”, la ONG “Acción Ecológica”, funcionarios del
Ministerio de Ambiente, promotores de salud comunitaria, personal
médico del hospital de Francisco de Orellana, de los centros médicos
de Tiputini, Nuevo Rocafuerte y la parroquia Dayuma. Las múltiples
conversaciones y temas, tejen una gran historia contada por muchas
voces. También he revisado distinta documentación sobre el juicio en
contra de la Texaco y de esta en contra del gobierno ecuatoriano. Por
último, ilustro el ensayo con fotografías tomadas en el recorrido.
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ganso” como sistema que conduce los desechos para arrojarlos a los este-
ros (Castillo et al., 2008) (Ver figuras 7, 8 y 9). El Estado envió militares
para proteger los campamentos, el futuro del país y su modernización.
Los pueblos indígenas fueron desplazados y las familias campesinas re-
cién llegadas de otros lares construyeron sus casas cerca sobre las fosas
de desechos tóxicos recubiertas de tierra, sin saberlo. Mientras tanto,
las mujeres empezaron a lavar ropa y cocinar para los trabajadores
pues la chagra que cultivaban ya no les proveía de alimento, la división
sexual del trabajo en productivo para el petróleo e improductivo para
la reproducción étnica se inaugura desvalorizando el trabajo femenino.
A través de los años, el Estado ha fragmentado en cuadrículas todo el
territorio amazónico, buscando entregárselo a las compañías petroleras
a través de licitaciones, trazando rectángulos que revolucionaron toda
la geografía amazónica ecuatoriana en torno a pozos6.
A través de su experiencia como trabajador ocasional en las petro-
leras, Marcelino, explica que el petróleo es la sangre de la tierra, “la
protege, ahí debajo”. También me ofrece una explicación orgánica sobre
qué ocurre con el “mundo de abajo” o subsuelo, su importancia, sus con-
secuencias sobre cuando se extrae el petróleo:
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Hasta hace algunos años, las mujeres indígenas daban a luz junto a
los arroyos, en que se bañaban bebé y madre. Ellas ignoraban sus con-
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viajes a fuentes lejanas, sin embargo, cuando el agua se agota, las mu-
jeres deben regresar constantemente por ella. Preparar los alimentos,
recoger y machacar plantas para aliviar la picazón que provoca el agua
en su contacto con la piel, humedecer la frente, calmar la fiebre, con-
solar a las personas más vulnerables, es trabajo femenino invisible y
abstracto que sostiene la vida.
El problema es tan fundamental que la población ha reorganizado
a sus comunidades en relación con su acceso a la concesión de fuentes
de aguas. No obstante, dieciséis vertientes han sido concedidas, por la
Secretaría nacional del agua –SENAGUA–, a las comunidades indíge-
nas de Dayuma, once fueron otorgadas a las empresas petroleras, las
petroleras usan el 90,5% del total de caudales (GAD-Dayuma, 2015:
23). El agua se utiliza para preparar alimentos, calmar la sed, bañarse,
cae sobre los sembríos, los animales la beben, el aceite tóxico impregna
manchas negras en los peces, en las patas de las gallinas y, las personas
se alimentan de ellas. El flujo de materiales del metabolismo social del
petróleo se toma los cuerpos humanos y no humanos, y provoca pade-
cimientos.
Si bien la población sabe que las causas de sus males tienen relación
con la alta contaminación, tampoco pueden precisar por qué unas per-
sonas se enferman y otras no. Pese a que los chamanes más ancianos
son importantes guías de sanación han perdido conocimiento y autori-
dad. Una infraestructura que busca concentrar la población en grandes
hospitales, la dificultad de transporte y la escasez de instrumentos y
personal especializado para tratar casos graves como el cáncer y otras
enfermedades, dificulta el acceso a los servicios de salud. Lidia cuenta:
[…]
[…]
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[…]
Una mujer kichwa que logró llevar a su hijo al hospital del Coca, me
dice que ahí tampoco tienen servicios especializados ni medios para
investigar los casos, ni acceso a tratamientos. Cuando hay sospechas
serias, la gente debe hacer lo posible para ir al hospital de la Sociedad
Contra el Cáncer –SOLCA– en Quito. Como no hay dinero para el viaje,
y pese a que sus cuerpos están enfermos deben trabajar duro para con-
seguirlo, insistir a la compañía petrolera y a la Delegación de Ambiente
para que se haga cargo del caso8 (Hurting y San Sebastián, 2005).
En el hospital del Coca, una médica de emergencias sostiene que las
enfermedades que llegan allí se deben menos a accidentes o hechos gra-
ves y más a la ausencia generalizada de salud preventiva; no existen
mediciones de calidad de agua ni de aire que sean regulares y de infor-
mación pública. En general, los servicios de salud son inapropiados por-
que no se toma en cuenta el ambiente de alta toxicidad del ecosistema
petrolero, también porque quedan en sitios lejanos y no dialogan con
los sistemas médicos locales. Todo esto implica un sistema de despro-
tección estatal instituido, una crisis en la organización social del cuida-
do, encubierta; ir al médico resulta un gran esfuerzo de movilización y
mucha gente se entera tarde de que enfermedad tiene, algunos incluso
mueren sin diagnóstico (Hurting y San Sebastián, 2005)9.
La enfermedad es carga desmesurada provocada por la acumula-
ción del capital, el nacionalismo productivista y el racismo ambiental
8 Las denuncias por contaminación son largos “vía crucis”, varias horas de camioneta
y autobús a la Delegación Provincial de Ambiente del Ministerio del Coca, insistir en
que envíen inspectores ambientales, en que elaboren sus informes. Según testimonios,
las compañías petroleras ofrecen dinero al arbitrio: USD2000. por piscina contaminada,
con suerte. Mucha gente acepta por cansancio, porque en los juzgados, las carpetas
permanecen archivadas.
9 El Registro Nacional de Tumores –RNT– está en Quito y aunque guarda datos des-
agregados por provincia, hay casos de gente que no sobrevive hasta llegar al hospital.
157
Fronteras y cuerpos contra el Capital
158
Alienación-samay, la desposesión del agua por contaminación petrolera en la Amazonía
Solo queda esperar a los camiones repartidores de agua, pero ello pue-
de tardar días o semanas de modo que las mujeres han inventado un
sistema de recolección de aguas que se almacenan en tanques, pero la
ceniza la torna negra y aunque se hierve no sirve (Ver figuras 13, 14 y
15). Las enfermedades crónicas y/o degenerativas tienen causa múlti-
ple, social, económica y biológica, son enfermedades del desplazamiento
forzado en el mapa, de la pérdida de territorio, geopolítica de la enfer-
medad y la muerte, última fase de la alienación, cuando la naturaleza
regresa como cuerpo extraño e invade el cuerpo.
Cuando las relaciones de producción separan de la esfera de repro-
ducción social de una vida justa, agonía social incorporada, cuando las
mujeres y los hombres se debaten para que no se les arrebate el samay.
La carga de la subsistencia es mayor para las mujeres no porque su-
fran más que otros, sino porque junto con los infantes se ubican en los
lugares más vulnerables de la estructura de dominación que fractura
el territorio. El despojo de las aguas es marcador significativo en las
relaciones de género y generacional, indica desposesión por sobrecarga
de trabajo de cuidado, trabajo oculto infravalorando y desprestigiado
(Gebara, 2000; Monasterio y Weingärtner, 2010).
El agua es elemento fundamental para los pueblos amazónicos, cruza
distintos aspectos de sus vidas, es lluvia incesante que acompaña las
caminatas calurosas. Las mujeres se reúnen a lavar ropa y confiar sus
secretos; mientras los niños juegan y aprenden en las orillas los cuentos
de la anaconda. El samay está enfermo crónicamente, su deterioro es
endémico, la cosificación de la naturaleza implica el ocultamiento de los
procesos que generan vida digna. Cuando la selva muere, desapareen
los espíritus. La fuerza de trabajo de las mujeres, el desgaste cotidiano
de sus cuerpos para la búsqueda de agua, la procuración de alimenta-
ción y cuidados no son considerados en la contabilidad capitalista.
La enfermedad es la íntima relación con el cuerpo y a su vez extrañe-
za, evidencia de que las condiciones de las posibilidades de la vida no
son mercancía y que el empobrecimiento es una relación corporal coti-
diana con el mundo. El capitalismo separa el trabajo de producción de
combustibles fósiles del mundo de reproducción social de la vida, arrasa
con todo conocimiento no mercantil y lo vuelve discurso de desarrollo.
En su sustrato, la acumulación se levanta sobre el deterioro cotidiano
no contabilizable de los cuerpos que las mujeres cuidan.
159
Fronteras y cuerpos contra el Capital
Las aguas traen semillas, peces y signos, múltiples dimensiones del do-
lor y adversidad forman parte del padecimiento en la Amazonía. Virus
y epidemias navegaban junto a conquistadores, colonizadores y aven-
tureros en busca de tesoros, que invadían a los pobladores de la cuenca
amazónica ya desde el siglo xvi. Los ríos dan cuenta de una historia
política y económica, pero también de padecimientos articulados a las
grandes olas de acumulación del capital (Sotomayor, 1998). Las huellas
ecológicas y de cuidado de ecosistemas y personas enfermas correspon-
den a una geopolítica mundial, se levantan sobre los cuerpos racializa-
dos e impactan en los sistemas de género.
“La Yakumama ha muerto”, dice Lidia, tal como su madre María de-
clarara en el juicio contra la Texaco refiriéndose a la tierra. La ecología
simbólica señala los síntomas de un sistema tóxico de despojo que se
vuelve padecimiento corporal, descontrol de las circunstancias de vida
y extrañeza del yo que no reconoce los signos de la selva. El cuerpo se
enferma porque la selva se enferma, porque está hecha de agua como
elemento comunicador fundamental. El padecimiento por contamina-
ción es irrupción violenta, dolor por alienación, la presencia de fuer-
zas extrañas en los cuerpos del samay. La política de muerte, colisión
ontológica de raigambre colonialista (Blaser, 2014), ocurre cuando el
racismo ambiental encarna el desvalor de la vida.
El aceite radioactivo brilla en las pequeñas ondas de los riachuelos,
es el índice que señala las múltiples dimensiones de enfermedad, pa-
decimiento y muerte de generaciones, la lenta eliminación de pueblos
(Zaragocín, 2020). Los hombres indígenas señalan la huella ambiental,
las mujeres apuntan a la deuda hídrica, de la salud y de los cuidados
que deben proveer, reclaman por servicios básicos, saneamiento am-
biental, alcantarillado y acceso a agua limpia como parte de la justicia
ambiental. La restauración debe comprender los elementos de los ciclos
del agua, la renovación de los subsuelos para la continuidad de la vida
humana, de animales, plantas y seres protectores.
160
Alienación-samay, la desposesión del agua por contaminación petrolera en la Amazonía
Diccionario
161
Fronteras y cuerpos contra el Capital
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Alienación-samay, la desposesión del agua por contaminación petrolera en la Amazonía
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Fronteras y cuerpos contra el Capital
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Alienación-samay, la desposesión del agua por contaminación petrolera en la Amazonía
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Poéticas y reescrituras políticas
sobre nuestros cuerpos
Reflexiones sobre la experiencia del proyecto
Corpografías, narrar desde el cuerpo
Cecilia Durán
1 Para conocer más acerca del proyecto se puede visitar sus redes sociales. Facebook:
Corpografias, narrar desde el cuerpo. Instagram: @proyectocorpografias.
167
Fronteras y cuerpos contra el Capital
2 Calificativo machista. Insulto que define a aquella persona que no tiene atributos
que despiertan deseo sexual desde la mirada de la sexualidad hetero-cis patriarcal.
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Poéticas y reescrituras políticas sobre nuestros cuerpos
3 Corpografías es realizado con el apoyo del Fondo Concursable para la Cultura del
Ministerio de Educación y Cultura, Uruguay.
169
Fronteras y cuerpos contra el Capital
***
Durante los meses de junio y julio del año 2020 el proyecto lanzó una
convocatoria donde invitamos a mujeres, lesbianas, trans y no binaries
a compartir sus relatos al tiempo que nos hacíamos estas preguntas,
para provocar diálogos y hallar colectivamente algunas respuestas:
Si nuestros cuerpos hablaran: ¿Cuántas violencias serían capaces de
nombrar?, ¿Qué historias nos contarían?, ¿Cuáles son las experiencias
que a lo largo de nuestras vidas han marcado nuestro cuerpo?, ¿Quiénes
construyen las narrativas sobre lo corporal?, ¿Cómo tejer nuestras his-
torias?, y ¿Cómo narrarnos colectivamente?
Corpografias, narrar desde el cuerpo se ancla y despliega a partir de
los relatos de las participantes, desde donde se propone el ejercicio de la
auto-narración y de la escritura poética, desde las carnes, que no se des-
poja de sus huellas ni pretende borrar sus marcas. Es desde esta fuerza
creativa singular que se teje a un nosotras, colectivo, que proponemos
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Poéticas y reescrituras políticas sobre nuestros cuerpos
La cama de arriba
Yo soy gorda.
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Fronteras y cuerpos contra el Capital
Ateneo Médico
Era un día gris, totalmente gris, creo que frío. Era sábado de
mañana. El Pereira5 parecía un gran zoológico triste, vacío... No
había nadie... Un lugar fantasmal...
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Poéticas y reescrituras políticas sobre nuestros cuerpos
Consulta tras consulta, placa tras placa, van midiendo los ángu-
los en que mi columna va ondulándose como serpiente. Esta vez
me va a ver un grupo de médicos para decidir si me operan o no...
Son unos ocho médicos, hombres todos ellos. Están sentados alre-
dedor de una gran mesa larga.
6 Hace referencia a una junta médica. Reunión de médicos para evaluar y diagnosticar
un caso clínico, y determinar su tratamiento.
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Fronteras y cuerpos contra el Capital
Ese hecho tan injustificado, que creí justificado con las palabras
“todavía no se desarrolló”.
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Poéticas y reescrituras políticas sobre nuestros cuerpos
No, le dije.
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Fronteras y cuerpos contra el Capital
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Poéticas y reescrituras políticas sobre nuestros cuerpos
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Fronteras y cuerpos contra el Capital
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178
Parte III
Luchas populares,
feministas y de mujeres
en tiempos de pandemia
2020, gestión policial-sanitaria
de la pandemia de COVID-19 y
contrainsurgencia anti-feminista
Pugnas crecientes y desafíos abiertos
para las luchas feministas y
territoriales en Bolivia y México
Claudia Cuellar, Verónica Barreda y
Raquel Gutiérrez Aguilar
A lo largo de la última década en Latinoamérica han ocurrido simultá-
neamente dos procesos sociales de enorme relevancia. Por un lado, la
expansión y radicalización de las luchas de defensa territorial y por la
vida, en las cuales el protagonismo de las mujeres para re-apropiarse y
garantizar las condiciones de existencia ha sido tan intenso, además ha
abierto un abanico amplio de posibilidades de impugnación y trastoca-
miento del orden expropiatorio del capitalismo extractivista y sus ras-
gos patriarcales en cualquiera de sus versiones. Estas luchas, al tiempo
que afirmaron acciones de reapropiación de tiempos, espacios y de los
propios cuerpos, establecieron tendenciales “vetos sociales” (Gutiérrez,
2009) al avance del capital en múltiples ubicaciones locales. Las dignas
y afanosas luchas contra la ofensiva extractivista y en defensa de la
vida en Tariquía al sur de Bolivia (López y Chávez, 2021), en el Istmo
de Tehuantepec (Juárez, 2019) o la Sierra Norte de Puebla (Linsalata et
al, 2019) son expresiones de estos tenaces esfuerzos de resistencia y au-
todefensa que ocurren simultáneamente al levantamiento de conjuntos
inmensos de colectivas y asociaciones de mujeres y disidencias jóvenes
en una gran cantidad de ciudades y poblaciones en ambos países. La
simultaneidad es relevante y está abierta la investigación de los nove-
dosos formatos de enlace a modo de puentes y redes que han producido
vasos comunicantes entre procesos diversos y aparentemente divergen-
tes. Entendiendo de esta manera, podemos atisbar en la inmensidad,
intensidad y profundidad del desborde que estaba en marcha hasta
marzo del año 2020, entorpeciendo y complicando la ofensiva múltiple
de expropiación capitalista en ciudades y áreas rurales. Además, desde
esa mirada alcanzamos a vislumbrar en la inmensa y heterogénea acti-
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Fronteras y cuerpos contra el Capital
***
***
Ahora bien, en relación a los sucesos del año 2020, si bien no comulga-
mos con diversas teorías conspiracionistas que aluden a la pandemia
como algo “provocado”, o al sars-cov-2 como un “virus de laboratorio”,
etc. Efectivamente consideramos que la pandemia es un efecto espe-
rable de la devastación/alteración capitalista del tejido de la vida que
ahora exhibe el carácter global de las contrafinalidades que engendra.
Por nuestra parte, centraremos la atención en la manera en que, una
vez aparecidos los primeros contagios, las epidemias locales han sido
gestionadas en Bolivia y México, pues consideramos que la disemina-
ción del sars-cov2 a lo largo y ancho del planeta, ha sido utilizado para
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5 Bolivia vivió la crisis del covid-19, en medio de una crisis política que se fue profun-
dizando por la suspensión de las elecciones y diversas protestas frente ello. Entre los
años 2019 y 2021 se conforman dos gobiernos, el de Jeanine Añez y Luis Arce Catacora.
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14 “Lo que hoy vale el litio en México es 4,5 veces el valor de la deuda externa sobe-
rana, que asciende a 11 billones de pesos. Ahí está una respuesta para darle solución
al desastre económico que tenemos en nuestro país”, mencionaba Alejandro Armenta
Mier, impulsor de la propuesta (Senado de la República, 1 de noviembre de 2020), sin
embargo, esta propuesta se vio truncada por la industria privada, quienes alegarían
que la nacionalización no traería beneficios, sino que ahuyentaría la inversión y can-
celación de concesiones. Finalmente, en junio del año 2021, comenzaría la negociación
para obtener un 50% de la participación para el Estado, después de obtener asesoría
de Bolivia.
15 Empresa que de manera ilegal intentaría perforar pozos de agua.
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Las mujeres cubanas ante
la pandemia de Covid-19
Una mirada desde
el cuidado de la vida
Georgina Alfonso González y Maura Febles Domínguez
(Grupo Galfisa, Instituto de Filosofía, La Habana, Cuba)
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Fronteras y cuerpos contra el Capital
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Las mujeres cubanas ante la pandemia de Covid-19
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215
Cuerpos-territorios y
educación popular
Trincheras en pandemia
desde dos experiencias
situadas
Alida Dagnino Contini,
Ana Lucía Ramazzini Morales y
Manuela M. M. Silveira
Introducción
217
Fronteras y cuerpos contra el Capital
2 En este trabajo utilizaremos un lenguaje que intenta ser inclusivo y no sexista, recu-
perando la noción de “lenguaje libertario” que propone Luciana Peker (2018), teniendo
en cuenta una perspectiva de género y con la pretensión de contener múltiples identi-
dades y de trascender el binomio masculino/femenino. Nos interpela el debate actual
abierto en cuanto a la despatriarcalización del lenguaje e intentamos pre-figurar formas
más democráticas de nombrarnos. A la vez, como afirma Luciano Fabbri en “Apuntes
sobre feminismos y construcción de poder popular” (2013) “para aquellxs que sostienen
al lenguaje sexista amparadxs en la economía del lenguaje, según la cual hacer referen-
cia a ambos sexos sería demasiado desgaste, esta alternativa de escribir con X [o con e]
podría ahorrarles un problema, y de no ser así, podría servir al menos para relativizar
la validez de su argumento”. Intentamos entonces ser fielxs a esta convicción, sabiendo
que no planteamos la expresión superadora y que seguramente cometamos errores,
como en toda búsqueda de un cambio. En este camino, tratando de ser lo más respe-
tuosxs posible, nos damos la tarea (un poco como atrevimiento, pero sobre todo como
responsabilidad) de alterar expresiones y términos de lxs autorxs citadxs y de nuestra
lengua en general. Por este motivo, utilizaremos –principalmente– la letra ‘x’, aunque
también femeninos y masculinos, todas, todos y barras, para hacer amena la lectura.
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Fronteras y cuerpos contra el Capital
Porque sabe que las preguntas abren más caminos que las res-
puestas y porque no teme al vacío que pueda crear una pregunta
sin respuesta porque, tal vez, en ese espacio puedan multiplicar-
se nuevos ensayos sociales y culturales que no reproduzcan o,
incluso, que desafíen las reglas del poder (Korol, 2007: 18).
5 Schüssler Fiorenza propone una lectura más amplia del patriarcado. Para la auto-
ra, el patrón de dominación masculino sobre las mujeres tiene un fuerte componente
religioso, no se basa sólo en el supuesto poder superior de lo masculino, sino del Dios
masculino; el kyriarcado se refiere, por lo tanto, a un “sistema sociocultural y religioso
de dominación” (2004: 160). Seibert, por su parte, se refiere a las teopolíticas del cuerpo,
“donde los cuerpos parecen tener presencia como cuerpos de servicio, cuerpos para los
demás, para el Señor, cuerpos negados o sacrificados, y muy escasas veces como cuerpos
habitados con placer” (s/f: 8).
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Cuerpos-territorios y educación popular
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Fronteras y cuerpos contra el Capital
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Cuerpos-territorios y educación popular
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Fronteras y cuerpos contra el Capital
Y, Mansión siempre fue ese espacio que para mí saca a los pibes
de la calle, también. Los aleja un toque de lo que es, para mí, de lo
que es toda la droga, y todas las cosas malas que te atrapan. Para
mí, Mansión te da otra solución, u otro motivo, ponele. Como para
hacer las cosas bien, ¿entendés? Y aparte ni hablar, que no son
solo talleres que vos vas, y coso, también te enseñan un montón
de cosas. No solo es ir a un taller y pasar un par de horas ahí.
Te enseñan cosas. (Luciana, 20 años, integrante de los talleres de
Mansión Obrera desde sus 10 años).
-¿Aprendés cosas?
de Argentina: el Swift y el Armour. Si bien ese auge duró unos cuantos años, hacia
fines de la década de los cincuenta, el impacto negativo de la baja en la exportación de
la carne y una serie de maniobras empresariales de la sociedad Deltec Internacional
Limited (de la que formaba parte el Swift) a fines de la década de los sesenta, provo-
caron el cierre del Armour y el posterior vaciamiento de Swift en Argentina (Sanucci,
1983; Lobato, 2004). Hacia la década de los noventa se privatizaron el puerto e YPF,
con lo cual los despidos de trabajadorxs fueron masivos y la desocupación un problema
central de esa época (Iucci, 2003), aunque se extendería unos cuantos años más. Hacia
el año 2008 se amplió y se modernizó el Puerto La Plata de la Provincia de Buenos
Aires. En ese marco, la empresa filipina International Container Terminal Services,
Inc. (ICTSI) a través de TEC - Plata S.A. instaló la Nueva Terminal de Contenedores
(NTC) en el barrio Nueva York, considerada como una de las obras más importantes de
América Latina, parte de un proceso más grande: la Iniciativa para la Integración de la
Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA). La misma llegó con la promesa de una
reactivación laboral que al día de la fecha, no sucedió.
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Cuerpos-territorios y educación popular
Mundo interrumpido
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Fronteras y cuerpos contra el Capital
para una parte del sector adulto del barrio Nueva York de Berisso. A
partir de esa experiencia, echaremos luces sobre los conflictos que se
presentaron y reconstruiremos las estrategias que llevamos a cabo, que
aquí las hemos traducido como movimientos.
En el camino hacia la concreción de objetivos o de un horizonte polí-
tico, se topan las metas de lxs propixs sujetxs, la interpelación propia
de los procesos educativos y la toma de decisiones que, necesariamente,
implican seleccionar caminos no siempre esperables. A los objetivos de
un colectivo se le puede enfrentar una pandemia, la alteración cuasi
total de las condiciones de vida de las personas y la duda respecto de ha-
cia dónde avanzar y en relación a qué. Para el sector con el que trabaja
Mansión Obrera, y en mayor medida para las niñeces y las juventudes,
la situación de crisis fue más compleja aún. Desde hace años sus vidas
discurren entre trayectorias educativas vulneradas e interrumpidas e
itinerarios laborales flexibilizados (propios y/o de sus familias/convi-
vientes). Con el advenimiento de una crisis sin precedentes, lo primero
en escasear fueron las fuentes laborales y los alimentos, cuestiones que
profundizaron aún más la precariedad de sus vidas. En relación a la
pretendida continuidad educativa por parte del gobierno, la respuesta
más fácil y rápida que llegó desde los ministerios y que empezó a ser
moneda corriente fue la virtualidad. De repente todo era plausible de
ser virtualizado: las clases, los talleres, las charlas y los vínculos. Sin
embargo, en las barriadas populares el acceso a internet y a dispositi-
vos electrónicos es casi nulo, por ende, los tiempos y las posibilidades
fueron distintos y, sobre todo, desiguales respecto de otros sectores so-
ciales. Sumado a ello, bajo la voz de mando de “quedate en casa” se im-
puso un nuevo statu quo a partir del que, de repente, fue criminalizadx
todx aquelx que salía a buscar el pan para hoy, a sabiendas de que tal
vez el riesgo de salir podría significar hambre para cualquiera de los
días subsiguientes.
Las primeras respuestas y estrategias para enfrentar estos contex-
tos surgen principalmente desde las redes comunitarias que se tejen
en cada territorio. Desde Mansión Obrera, reflotamos los mercados
populares y los repartos de alimentos para paliar la situación de las
familias con trabajos precarios e informales y conformamos una mesa
territorial con presencia de casi todas las instituciones y organiza-
ciones aledañas. Desde allí se armaron materiales y campañas para
difundir información socio-sanitaria, de bioseguridad y de prevención
de la violencia de género en contextos de confinamiento. Se construyó
también una red solidaria de trabajo para difundir los emprendimien-
tos autogestionados por lxs jóvenes del barrio y aportar desde allí al
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8 La metodología consistió en una encuesta vía telefónica que las defensoras de terri-
torio participantes respondieron entre los meses de abril y marzo del año 2020. El do-
cumento de hallazgos les fue presentado y ellas lo retroalimentaron durante la segunda
sesión de la modalidad virtual del curso. En este apartado, así como en el siguiente, se
hace una síntesis de lo expresado por las defensoras de territorio, que está registrado
en el documento del diagnóstico referido.
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que ya viven por el despojo de sus territorios y los efectos por las
industrias extractivas. (Escuela Alquimia Feminista, 2020).
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9 Los nahuales o nawuales, desde la cosmovisión maya, son energía y espíritu de los
seres y elementos de la naturaleza, que articulan a cada persona con la Madre Tierra.
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Reflexiones finales
Como señala Daniel Matul, los nahuales permiten descubrir la profundidad e intensi-
dad de las relaciones con ella, desde la noción de totalidad (2007).
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Referencias bibliográficas
Alquimistas (2020). Primera Sesión Virtual. Curso Liderazgo Estratégico.
Escuela Alquimia Feminista, JASS Mesoamérica, Guatemala.
Aquino, María Pilar y Rosado-Nunes, María José (2008). Teología feminista
intercultural: exploraciones latinas para un mundo justo. D.F.: Ediciones
Dabar.
Cabnal, Lorena (2010). Acercamiento a la construcción del pensamiento episté-
mico de las mujeres indígenas feministas comunitarias de Abya Yala (pp.
11-25). En Feminismos diversos - El feminismo comunitario. Madrid: Las
Segovias: ACSUR.
Colectivo Miradas Críticas Del Territorio Desde El Feminismo (2017).
Mapeando el cuerpo-territorio. Guía metodológica para mujeres que
defienden sus territórios. Quito: Instituto de Estudios Ecologistas del
Tercer Mundo ∕ CLACSO.
Escuela Alquimia Feminista (2020). Diagnóstico de situación de mujeres indí-
genas y rurales en defensa de la tierra y el territorio en Guatemala ante
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POST ESCRITUM
Homenaje y entrevista
a Walda Barrios
Aquí sigues, Walda
Ana Lucía Ramazzini
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Aquí sigues, Walda
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Aquí me quedo, porque ya
son muchos años de andar
rodando por el mundo
Entrevista a Walda Barrios-Klee
Christian Torno y Daiana Melón
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R: Sí, eso fue difícil, pero yo nunca lo viví con amargura; cuando yo
tenía tres años fue mi primer exilio mexicano, que fue para, literalmen-
te, salvar la vida, entonces yo por eso hice mi socialización primaria
en México y no en Guatemala. De esa época, yo no guardo recuerdos
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Aquí me quedo, porque ya son muchos años de andar rodando por el mundo
tristes o amargos. Lo que pasa es que como han matado a tanta gente,
tanta gente que uno tuvo cercana y que conoció, el hecho de estar vivo
y estar contando la historia, lo sientes casi como un privilegio, por eso
siento que no fue como amargo. Sí ha sido de muchos saldos y cambios,
por ejemplo, en la primera etapa de formación de la infancia la pasé en
México, después regresamos a Guatemala, y, en la década de los ochen-
ta, volvemos para México. Yo creo que tal vez es un espíritu un poco
budista, en el sentido de no sentir apego por las cosas y de tener poco,
moverte con poco, aunque sí estoy acumulativa de papeles y cositas, me
cuesta a veces, les estoy diciendo esto, pero me cuesta a veces despren-
derme de las cosas.
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el momento y que parte de ellas son las que hacen la lucha contra el
extractivismo. Entonces sí podría decir que hay como un continuum
histórico en estas luchas, que se han modificado por los contextos, pero
que persisten.
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R: Eso es una historia que tiene que ver, tanto en el caso de El Salvador
como en el de Guatemala, con que las guerrillas se convierten en parti-
dos políticos. Eso está bien. Lo que está mal es que las guerrillas se con-
viertan en partidos políticos conservando las siglas del movimiento gue-
rrillero, esa crítica siempre la he hecho. Si la guerrilla es guerrilla, si se
va a volver partido, que se ponga otro nombre, pero no se puede quedar
con el nombre del movimiento guerrillero. Las guerrillas se convierten
en partido por un proceso de paz, pero está mal, hay que cambiar, por-
que no es lo mismo un partido político de gobierno que un movimiento
guerrillero, no es lo mismo. Eso digo porque yo fui candidata de la Uni-
dad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), que era el nombre
de la coalición de la guerra, yo sí me siento orgullosa. Cuando nosotras
regresamos del exilio, recompusimos una organización, que es la Unión
Nacional de Mujeres Guatemaltecas (UNAMG) a la cual yo pertenezco
hasta el día de hoy, que también estaba vinculada, en el pasado, a los
movimientos comunistas. La UNAMG se había ido al exilio, estábamos
unas en México, otras en Costa Rica, otras en Nicaragua, por todos la-
dos. Al firmarse la Paz, y regresar, se recompone la organización, y em-
pezamos a lanzar una campaña que se llamaba “Más Mujeres en cargos
públicos”, para motivar a las mujeres a ser candidatas y a votar por
mujeres. Eso fue en las elecciones del año 2003, y en las elecciones del
año 2007 relanzamos la campaña. En Guatemala mucha gente decía
que las de las UNAMG es la organización de mujeres de URNG, eso no
era cierto. Sí había muchas afiliadas de URNG, o que habían estado en
el movimiento guerrillero, pero no todas eran de la URNG, porque hay
toda una nueva generación de mujeres jóvenes que no estuvieron en la
guerra ni nada, y que sí forman parte de la organización. Venían las
elecciones del año 2007 y el comité ejecutivo de URNG nos propuso ser
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Fronteras y cuerpos contra el Capital
P: Leíamos en esa biografía, que vos decías que has conocido las
grandezas y las mezquindades de las sociedades socialistas, pero
que, así y todo, las considerás mejores que al capitalismo salvaje
que hoy existe en Guatemala y en el resto de América Latina, la
pregunta es cómo, ¿qué socialismo, utópicamente, quisieras?
R: Es que eso tiene que ver con el poder, es que fíjate, nosotros vivimos
un tiempo en Alemania Oriental y también vivimos en China, por eso es
que digo que las he conocido, así, muy directamente y muy en serio. En
la época de Alemania Oriental, las mujeres teníamos muchos derechos,
pero muchos, pero no el poder, ahora está allá Ángela Merkel, pero
bueno, es otra época y es otro momento histórico. Y en Cuba lo mis-
mo, sí había como presencia, voz, anticonceptivos gratuitos, chequeos,
las guarderías, todo para darte lugar como trabajadora, pero no en la
toma de decisiones, ni en el poder, ni en las estructuras de gobierno. Es
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P: ¿Cuáles son las cosas de la actualidad que vos crees que son
como luz o como camino hacia algo mejor?
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Sobre las autoras,
los autores y
les autores
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Fronteras y cuerpos contra el Capital
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Sobre las autoras y los autores
Silvia Adoue
Mariano Féliz
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Fronteras y cuerpos contra el Capital
Ro Ortega Vásquez
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Fronteras y cuerpos contra el Capital
Nació en el País Vasco hace 36 años. Vivió en Ecuador por diez años,
donde estudió la Maestría en Desarrollo Territorial Rural en la Facul-
tad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). Profesor en la
Universidad Central de Quito y en la Universidad Andina Simón Bolí-
var y consultor en proyectos de cooperación y desarrollo realizados por
ONGs y otras entidades. Integrante del Colectivo de Geografía Crítica
del Ecuador. Actualmente cursa el Doctorado en geografía en la Univer-
sidad Federal da Bahia, Brasil, su tesis está vinculada a los conflictos
socioambientales provocados por la expansión del agronegocio en esa
región. Contacto: norpentar@gmail.com
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Sobre las autoras y los autores
Verónica Barreda
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Fronteras y cuerpos contra el Capital
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Sobre las autoras y los autores
Daiana Melón
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