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Desde hace mucho se ha relacionado la aterosclerosis de las arterias coronarias y sus efectos
en el corazón con el envejecimiento. Sin embargo, algunas investigaciones recientes aportan
muy pocos datos de que la senectud sea el factor desencadenante. Las pruebas actuales
indican que los cambios en el corazón, que alguna vez fueron atribuidos al envejecimiento,
pueden llevarse al mínimo con modificaciones del estilo de vida y los hábitos personales; es
decir, con una dieta hiposódica y de pocas grasas, no fumar y práctica regular de ejercicio
físico.
Ciertas Investigaciones han demostrado que el corazón normal de un adulto o anciano puede
generar el gasto cardiaco adecuado en las circunstancias ordinarias, pero quizá tenga
capacidad funcional limitada para reaccionar a situaciones de estrés físico o emocional. En
ancianos hipoactivos, el ventrículo izquierdo puede tornarse más pequeño como respuesta a la
menor demanda. El envejecimiento también hace que disminuya la elasticidad y distensibilidad
de la aorta; engruesa y endurece las válvulas cardiacas, y hace que aumente el tejido conectivo
de los nudos sinoauricular y auriculoventricular, así como el de las ramas del haz de His.
Estos cambios merman la contractilidad del miocardio, aumentan el tiempo de expulsión del
ventrículo izquierdo y retrasan la conducción. Por tal razón, las situaciones físicas y
emocionales de gran tensión, en especial las repentinas, pueden tener electos adversos en
ancianos. Su corazón no reacciona a tales situaciones con el incremento de frecuencia
Adecuado, y se necesita más tiempo para que el número de contracciones vuelva a niveles
basales, incluso después de aumentar en forma-mínima. En algunos ancianos puede
desencadenarse insuficiencia cardiaca.
ANAMNESIS DE ENFERMERIA
Al atender a cardiópatas en estado grave, debe darse prioridad a valorar el corazón y el gasto
cardiaco, Las personas con arteriopatía coronaria aterosclerótica suelen experimentar los
síntomas siguientes:
Disnea, fatiga y diuresis subnormal (por insuficiencia ventricular izquierda y disminución del
gasto cardiaco)
Cuando lo permita el estado del paciente, deben valorarse otros aspectos funcionales.
Los datos obtenidos en la historia clínica son necesarios Para individualizar la atención
mientras el paciente está hospitalizado, preparar su alta y proporcionarle la información
adecuada para que enfrente cualquier eventualidad al volver al hogar. El conocimiento de la
forma en que el enfermo percibe los efectos de la enfermedad en sus actividades
Debido a que los pacientes no siempre admiten que tienen *dolor” torácico, la palabra que se
utiliza para calificar el dolor es molestia. Las descripciones comunes utilizadas por los pacientes
son: estrangulamiento, constricción, rigidez, dolencia, presión, pesantez, sensación de
expansión, ahogamiento, indigestión y ardor.
Pulsos. Es importante determinar la presencia o ausencia de los pulsos periféricos, así como
sus características cualitativas, al valorar el estado de la circulación arterial periférica. La
ausencia de un pulso indica que el lugar de la obstrucción está cercano a su localización. Las
arteriopatias oclusivas limitan el flujo sanguíneo y pueden hacer que disminuya o desaparezca
el pulso palpable en las extremidades. Cuando no es posible palpar el pulso de manera
confiable, en ocasiones resulta útil el empleo de un dispositivo de ultrasonografía por efecto
Doppler para detectar el pulso sanguíneo periférico.
Consideraciones gerontológicas.
Los síntomas de la vasculopatía periférica pueden ser más pronunciados en el anciano que en
el joven debido a la duración del trastorno y la presencia de una enfermedad crónica
coexistente. Es factible que la claudicación intermitente se inicie después de caminar unas
cuantas calles o al subir una pendiente poco inclinada. Someter los pies a presión durante
periodos prolongados puede causar que esas áreas se leguen a ulcerar e infectar, además de
volverse gangrenosas. La insuficiencia yenosa crónica también puede originar úlceras. El
resultado de la insuficiencia arterial o venosa en ancianos consiste en aumento de la limitación
de la movilidad actividades e independencia.
Diagnóstico
DIAGNÓSTICOS DE ENFERMERÍA
De acuerdo con los datos de la valoración Inicial, entre los diagnósticos de enfermería
principales suelen incluirse los siguientes;
Dolor por limitación del aporte de oxígeno a los tejidos por parte de los vasos periféricos
Planeación y ejecución:
Objetivos. Entre los objetivos principales suelen incluirse aumento del riego sanguíneo arterial
a las extremidades, disminución de la congestión venosa, aumento de la vasodilatación,
prevención de la vasoconstricción, alivio del dolor, logro o conservación de la integridad de los
tejidos y acatamiento del programa de cuidados personales.
Las medidas que empleen el paciente fa personal asistencial para el logro de cualquiera de
estos objetivos deben evaluarse a la luz de los efectos positivos y negativos que puedan tener
sobre el logro simultáneo de los demás objetivos.
INTERVENCIONES OE ENFERMERÍA
Mejoría de la circulación periférica. El riego sanguíneo arterial a una parte del cuerpo mejora
si se le coloca en nivel inferior al del corazón. En lo que se refiere a las extremidades interiores,
esto se logra elevando la cabecera de la cama con almohadas u otros objetos de 15 cm de
espesor a permitiendo que el enfermo 54 siente con los pies apoyados en el suelo. La caminata
y otros ejercicios moderados o graduados suelen recomendarse para aumentar el flujo
sanguíneo mediante la actividad muscular y, de tal suerte, facilitar la circulación colateral. El
dolor es una guía para decidir la cantidad de ejercicio adecuada en alguien. El inicio de dicho
síntoma indica que los tejidos no reciben oxigeno adecuado, por lo que el sujeto debe
descansar antes de continuar las actividades. No obstante, seguir un programa periódico de
ejercicios da como resultado un incremento en la distancia de la marcha, antes de
manifestarse la claudicación.
Los ejercicios posturales activos, como los ejercicios de Buerger-Állen, suelen prescribirse a
pacientes con trastornos circulatorios de las extremidades inferiores. Este tipo de ejercicios
consiste en colocar las piernas en tres posiciones: elevada, colgante y horizontal. El enfermo se
acuesta con ambos miembros en nivel superior al del corazón durante 2 0 3 min. Después,
sentado sobre el borde de la cama y con las piernas relajadas y colgantes, ejercita pies y dedos
(hacia arriba y abajo, adentro y afuera) durante otros 3 min. Por último, se acuesta con las
extremidades inferiores en el mismo nivel que el corazón durante unos 5 min y se cubre el
cuerpo para no enfriarse. La duración de cada fase varía. La aparición de dolor y cambios
significativos de coloración de la piel indican la necesidad de terminar cada una de las partes
de estos ejercicios y descansar. Tal rutina se repite cuatro veces al día o según se tolere.
Si los pacientes con insuficiencia venosa ponen las extremidades inferiores en posición
colgante, empeorarán la acumulación de sangre en las venas relacionadas con este trastorno.
La fuerza de gravedad impide el retorno venoso al corazón y promueve la estasis venosa, por
tanto, las personas con insuficiencia venosa deben elevar las extremidades interiores a un
nivel por encima del corazón tanto como sea posible. Asimismo, deben evitar la posición
erecta o estar sentados por periodos prolongados. La caminata ayuda el retorno venoso por la
activación de la "bomba muscular”. Los pies de la cama de los pacientes con insuficiencia
venosa deben estar elevados con tabiques.
No todos los pacientes con vasculopatías periféricas deben practicar ejercicios. Por tanto, es
importante consultar al médico antes de recomendarles cualquier programa. Los enfermos con
úlceras en las piernas, celulitis, gangrena u oclusiones trombóticas agudas deben reposar en
cama, ya que dichos trastornos empeoran con las actividades.