Está en la página 1de 12

GARCILASO

Garcilaso de la Vega (c. 1501 ó 1503-1536) es uno de los poetas más


destacados y emblemáticos de la literatura española del Renacimiento.
Como capitán militar y poeta, encarnó el ideal del caballero cortesano
renacentista.

Nació en Toledo en la cuna de una familia ilustre y pudiente; su padre fue


Garcilaso de la Vega y su madre Sancha Guzmán. Se educó en la Corte del
rey Carlos I, y se unió a esta a muy corta edad, aprendiendo latín, griego,
italiano y francés, al mismo tiempo que se entrenaba en las artes de la
esgrima, y aprendía también de música, tocando el laúd, la cítara y el arpa. 

Una vez completada su educación ingresó a la orden de Santiago, muy


cerca del rey, como gentilhombre de la Casa de Borgoña, la cuál, junto a la
Casa de Castilla, apoyaban a la corona. Hizo parte de varias expediciones
militares, una de ellas junto al otro famoso poeta Juan Boscán (quien
introdujera con él al idioma español el uso del verso endecasílabo). Con él
estuvo en la batalla de Rodas en 1522, un intento de la corona de recuperar
el control de la isla, que estaba bajo el control de los otomanes; la isla era
la sede de los caballeros de San Juan de Jerusalén y por su localización
geográfica un punto muy apetecido. A pesar de los esfuerzos del ejercito, la
batalla fue una derrota contundente para el ejercito del rey. A pesar de
esto, Garcilaso fue condecorado por su valentía y labor y fue nombrado
caballero de Santiago. Como hombre de esta orden sirvió al Duque de Alba.

Garcilaso fue un hombre atractivo y reconocido por la mujeres de las cortes.


Se casó con Elena de Zúñiga y tuvo cinco hijos. A pesar de esto tuvo una
relación platónica con una dama de origen portugués llamada Isabel Freyre,
a quien llamaría Elisa en su versos de amor. Ella se casa con otro y muere
joven dando a luz.  Además de los hijos de su matrimonio tuvo otro por
fuera de este con Guiomar Carrillo, una mujer de Toledo.

En 1530 Garcilaso viajó con el rey hasta Roma, para acompañarlo en su


coronación como emperador de Bolonia. Esta travesía lo llevó además a
Bolonia, donde aprendió acerca del uso del endecasílabo. Así le propone a
su amigo Juan Boscán introducirlo al idioma español. 

Como parte de su servicio al rey parte a la tercera batalla entre el rey


Carlos I y el rey de Francia Francisco I; en el asalto a Provenza Garcilaso es
herido de gravedad y trasladado a Niza, donde muere a los pocos días en
1536, con apenas 33 años. 

Poesía

A diferencia de otros poetas de la época, Garcilaso de la Vega nunca trató


temas patrióticos ni religiosos. El tópico que más le apasionó fue el amor.
Conocía bien la literatura clásica y también la lírica italiana, especialmente
la de Petrarca, quien dejó huellas marcadas en su obra. Esta influencia se
hace evidente en la dedicación de la poesía a una dama y en la idealización
del amor, muy característica de la época:
        "Yo no nací sino para quereros;
        mi alma os ha cortado a su medida;
        por hábito del alma misma os quiero.

        Cuanto tengo confieso yo deberos;


        por vos nací, por vos tengo la vida,
        por vos he de morir, y por vos muero."
        (Soneto 2)

Otros rasgos renacentistas de su obra son la idealización de la naturaleza,


referencias a la mitología clásica, como en el Soneto XIII: "A Dafne ya los
brazos le crecían", y el tema del carpe diem, como vemos en el famoso
Soneto XXIII: "coged de vuestra alegre primavera / el dulce fruto antes que
el tiempo airado / cubra de nieve la hermosa cumbre".

Empleó el verso endecasílabo, el soneto, la lira, la silva y el terceto


encadenado. Su lenguaje es claro y prefiere el uso del vocabulario cotidiano
al uso de los cultismos.

Obra

Su obra consiste en 38 sonetos y tres églogas, así como algunas canciones,
epístolas y elegías. Su obra se publicó por primera vez póstumamente en
1543 en el libro "Las obras de Boscán y algunas de Garcilaso de la Vega",
por la viuda de su gran amigo Juan Boscán. Antes de la publicación su
trabajo solo se compartía con los conocidos y amigos, y en vida nunca hizo
una recopilación formal de su trabajo.

Fray Luis de León


(Belmonte, España, 1527 - Madrigal de las Altas Torres, id., 1591) Escritor
español en lenguas castellana y latina. Se le considera el máximo
exponente de la literatura ascética del Renacimiento, y, junto con San Juan
de la Cruz, una de las principales figuras de la poesía religiosa del Siglo de
Oro.
De ascendencia judía, Fray Luis de León ingresó muy joven en la orden
agustina. Estudió en las universidades de Alcalá de Henares y de
Salamanca, donde obtuvo dos cátedras: la primera de filosofía moral y la
segunda de Sagradas Escrituras, que abandonó más tarde para dedicarse a
su orden. Fue detenido por la Inquisición y encarcelado durante casi cuatro
años (1573-1576) a causa de su Comentario al Cantar de los
Cantares (1561), traducción al castellano del texto bíblico, entonces
prohibido.

Fray Luis de León fue un gran humanista de espíritu cristiano y muy buen
conocedor de los clásicos latinos. Destacó ante todo como prosista en
castellano: su conciencia estilística, que se manifiesta en los efectos
rítmicos que introdujo en su prosa, y su empeño en conseguir un lenguaje
cuidado y natural lo convierten en un escritor fundamental para la
consolidación de la prosa castellana.

Destacan en este sentido La perfecta casada (1583), sobre las virtudes de


la mujer cristiana, y, sobre todo, De los nombres de Cristo (1574-1575), un
conjunto de comentarios eruditos a los apelativos con que se designa
a Jesucristo en la Sagrada Escritura que constituye sin duda su obra más
conseguida estilísticamente. Sin embargo, su fama literaria se debe a sus
composiciones poéticas, veintitrés poemas publicados por primera vez
por Quevedo en 1637 en un intento de ofrecer contramodelos a la corriente
culterana encabezada por Góngora.
Tan riguroso como en su prosa, su poesía demuestra un gran dominio del
ritmo y del tono. Siguió las innovaciones métricas introducidas
por Boscán y Garcilaso, pero se decantó exclusivamente por la lira como
forma estrófica. Ejemplo eminente de la fecunda influencia de Horacio en el
Renacimiento, consiguió una expresión poética de gran perfección formal y
fuerza expresiva, de ejemplar sencillez. Sobre la base de su pensamiento
platónico-agustiniano, cantó el ideal de vida retirada y el anhelo de plenitud
que prefigura la vida celestial.
 A nuestra señora
 Alargo enfermo el paso
 Amor casi de un vuelo
 Canción a la muerte del mismo
 Del conocimiento de sí mismo
 Del mundo y su vanidad
 Epitafio al túmulo del príncipe don Carlos
 Después que no descubren
 Oda II, a don Pedro Portocarrero
 Oda III, a Francisco Salinas
 Oda IV, canción al nacimiento
 Oda V, de la avaricia
 Oda VI, de la magdalena
 Oda VII, profecía del Tajo
 Oda IX, las Serenas
 Oda XI, al licenciado Juan de Grial
Las obras de Fray Luis de León son de aquellas que han logrado dejar
«eco» en la eternidad. Presentamos una de las ediciones más completas y
cuidadas de las obras de Fray Luis de León en la que encontraréis sus
mejores poemas.

Luis de Góngora y Argote

(Córdoba, España, 1561-id., 1627) Poeta español. Nacido en el seno de una


familia acomodada, estudió en la Universidad de Salamanca. Nombrado
racionero en la catedral de Córdoba, desempeñó varias funciones que le
brindaron la posibilidad de viajar por España. Su vida disipada y sus
composiciones profanas le valieron pronto una amonestación del obispo
(1588).

En 1603 se hallaba en la corte, que había sido trasladada a Valladolid,


buscando con afán alguna mejora de su situación económica. En esa época
escribió algunas de sus más ingeniosas letrillas, trabó una fecunda amistad
con Pedro Espinosa y se enfrentó en terrible y célebre enemistad con su
gran rival, Francisco de Quevedo. Instalado definitivamente en la corte a
partir de 1617, fue nombrado capellán de Felipe III, lo cual, como revela su
correspondencia, no alivió sus dificultades económicas, que lo acosarían
hasta la muerte.

Aunque en su testamento hace referencia a su «obra en prosa y en verso»,


no se ha hallado ningún escrito en prosa, salvo las 124 cartas que
conforman su epistolario, testimonio valiosísimo de su tiempo. A pesar de
que no publicó en vida casi ninguna de sus obras poéticas, éstas corrieron
de mano en mano y fueron muy leídas y comentadas.

En sus primeras composiciones (hacia 1580) se adivina ya la implacable


vena satírica que caracterizará buena parte de su obra posterior. Pero al
estilo ligero y humorístico de esta época se le unirá otro, elegante y culto,
que aparece en los poemas dedicados al sepulcro de El Greco o a la muerte
de Rodrigo Calderón. En la Fábula de Píramo y Tisbe (1617) se producirá la
unión perfecta de ambos registros, que hasta entonces se habían mantenido
separados.
Entre 1612 y 1613 compuso los poemas extensos Soledades y la Fábula de
Polifemo y Galatea, ambos de extraordinaria originalidad, tanto temática
como formal. Las críticas llovieron sobre estas dos obras, en parte dirigidas
contra las metáforas extremadamente recargadas, y a veces incluso
«indecorosas» para el gusto de la época. En un rasgo típico del Barroco,
pero que también suscitó polémica, Góngora rompió con todas las
distinciones clásicas entre géneros lírico, épico e incluso satírico. Juan de
Jáuregui compuso su Antídoto contra las Soledades y Quevedo lo atacó con
su malicioso poema Quien quisiere ser culto en sólo un día... Sin embargo,
Góngora se felicitaba de la incomprensión con que eran recibidos sus
intrincados poemas extensos: «Honra me ha causado hacerme oscuro a los
ignorantes, que ésa es la distinción de los hombres cultos».

El estilo gongorino es sin duda muy personal, lo cual no es óbice para que
sea considerado como una magnífica muestra del culteranismo barroco. Su
lenguaje destaca por el uso reiterado del cultismo, sea del tipo léxico, sea
sintáctico (acusativo griego o imitación del ablativo absoluto latino). La
dificultad que entraña su lectura se ve acentuada por la profusión de
inusitadas hipérboles barrocas, hiperbatones y desarrollos paralelos, así
como por la extraordinaria musicalidad de las aliteraciones y el léxico
colorista y rebuscado.

Su peculiar uso de recursos estilísticos, que tanto se le criticó, ahonda de


hecho en una vasta tradición lírica que se remonta a Petrarca, Juan de
Mena o Fernando de Herrera. A la manera del primero, gusta Góngora de
las correlaciones y plurimembraciones, no ya en la línea del equilibrio
renacentista sino en la del retorcimiento barroco. Sus perífrasis y la
vocación arquitectónica de toda su poesía le dan un aspecto oscuro y
original, extremado si cabe por todas las aportaciones simbólicas y
mitológicas de procedencia grecolatina.
Su fama fue enorme durante el Barroco, aunque su prestigio y el
conocimiento de su obra decayeron luego hasta bien entrado el siglo XX,
cuando la celebración del tercer centenario de su muerte (en 1927)
congregó a los mejores poetas y literatos españoles de la época (conocidos
desde entonces como la Generación del 27: Federico García Lorca, Rafael
Alberti, Dámaso Alonso, Jorge Guillén, Pedro Salinas, Luis Cernuda y Miguel
Hernández, entre otros) y supuso su definitiva revalorización crítica.
La Fábula de Polifemo y Galatea, la obra más famosa de Luis de Góngora

Miguel de Cervantes Saavedra


(Alcalá de Henares, España, 1547 - Madrid, 1616) Escritor español, autor
de Don Quijote de la Mancha (1605 y 1615), obra cumbre de la literatura
universal. La inmensa fama de este libro inmortal, que parte de la parodia
del género caballeresco para trazar un maravilloso retrato de los ideales y
prosaísmos que cohabitan en el espíritu humano, ha hecho olvidar la
existencia siempre precaria y azarosa del autor, al que ni siquiera sacó de la
estrechez el fulgurante éxito del Quijote, compuesto en los últimos años de
su vida.

Cuarto hijo de un modesto médico, Rodrigo de Cervantes, y de Leonor de


Cortinas, vivió una infancia marcada por los acuciantes problemas
económicos de su familia, que en 1551 se trasladó a Valladolid, a la sazón
sede de la corte, en busca de mejor fortuna. Allí inició el joven Miguel sus
estudios, probablemente en un colegio de jesuitas.

Cuando en 1561 la corte regresó a Madrid, la familia Cervantes hizo lo


propio, siempre a la espera de un cargo lucrativo. La inestabilidad familiar y
los vaivenes azarosos de su padre (que en Valladolid fue encarcelado por
deudas) determinaron que la formación intelectual de Miguel de Cervantes,
aunque extensa, fuera más bien improvisada. Aun así, parece probable que
frecuentara las universidades de Alcalá de Henares y Salamanca, puesto
que en sus textos aparecen copiosas descripciones de la picaresca
estudiantil de la época.
En 1569 salió de España, probablemente a causa de algún problema con la
justicia, y se instaló en Roma, donde ingresó en la milicia, en la compañía
de don Diego de Urbina, con la que participó en la batalla de Lepanto
(1571). En este combate naval contra los turcos fue herido de un
arcabuzazo en la mano izquierda, que le quedó anquilosada.

Cuando regresaba de vuelta a España tras varios años de vida de guarnición


en Cerdeña, Lombardía, Nápoles y Sicilia (donde había adquirido un gran
conocimiento de la literatura italiana), la nave en que viajaba fue abordada
por piratas turcos (1575), que lo apresaron y vendieron como esclavo, junto
a su hermano Rodrigo, en Argel. Allí permaneció hasta que, en 1580, un
emisario de su familia logró pagar el rescate exigido por sus captores.

Ya en España, tras once años de ausencia, encontró a su familia en una


situación aún más penosa, por lo que se dedicó a realizar encargos para la
corte durante unos años. En 1584 casó con Catalina Salazar de Palacios, y
al año siguiente se publicó su novela pastoril La Galatea. En 1587 aceptó un
puesto de comisario real de abastos que, si bien le acarreó más de un
problema con los campesinos, le permitió entrar en contacto con el
abigarrado y pintoresco mundo del campo que tan bien reflejaría en su obra
maestra, el Quijote.

1. La Numancia (1582)
2. El trato de Argel (1582)
3. La Galatea (1585)
4. El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha (Primera parte editada
en 1605, segunda parte en 1615)
5. Novelas Ejemplares (1613)
6. Novela del Casamiento Engañoso
7. La Gitanilla
8. El amante liberal
9. La española inglesa
10. Riconete y Cortadillo
11. Licenciado Vidriera
12. La fuerza de la la sangre
13. El celoso extremeño
14. La ilustre fregona
15. La de los perros Cipón y Berganza
16. Novela de la Señora Cornelia
17. Novela de las Dos Doncellas
18. Viaje del Parnaso (1614)
19. Ocho comedias y ocho entremeses nuevos, nunca
representados (1615)
20. Los trabajos de Persiles y Segismunda, historia septentrional
(1617, obra póstuma)
Lope de Vega

(Félix Lope de Vega y Carpio, Madrid, 1562 - id., 1635) Escritor español.
Procedente de una familia humilde, la vida de Lope de Vega fue sumamente
agitada y repleta de lances amorosos. Estudió en los jesuitas de Madrid
(1574) y cursó estudios universitarios en Alcalá (1576), aunque no
consiguió el grado de bachiller.

Debido a la composición de unos libelos difamatorios contra la comedianta


Elena Osorio (Filis) y su familia, por desengaños amorosos, Lope de Vega
fue desterrado de la corte (1588-1595). No fue éste el único proceso en el
que se vio envuelto: en 1596, después de haber sido indultado en 1595 del
destierro, fue procesado por amancebamiento con Antonia de Trillo.
Estuvo enrolado, al menos, en dos expediciones militares: una fue la que
conquistó la isla Terceira en las Azores (1583), al mando de don Álvaro de
Bazán, y la otra, en la Armada Invencible. Fue secretario de varios
personajes importantes, como el marqués de Malpica o el duque de Alba, y
a partir de 1605 estuvo al servicio del duque de Sessa, relación sustentada
en una amistad mutua.
Lope se casó dos veces: con Isabel de Urbina (llamada Belisa en sus
versos), con la que contrajo matrimonio por poderes tras haberla raptado
antes de salir desterrado de Madrid; y con Juana de Guardo en 1598.
Aparte de estos dos matrimonios, su vida amorosa fue muy intensa, ya que
mantuvo relaciones con numerosas mujeres, incluso después de haber sido
ordenado sacerdote. Entre sus amantes se puede citar a Marina de Aragón,
a Micaela Luján (Camila Lucinda), con la que tuvo dos hijos, Marcela y Lope
Félix, y a Marta de Nevares (Amarilis y Marcia Leonarda), además de las ya
citadas anteriormente.
Obras de Lope de Vega

La obra y la biografía de Lope de Vega presentan una gran trabazón, y


ambas fueron de una exuberancia casi anormal. Como otros escritores de
su tiempo, cultivó todos los géneros literarios.

La primera novela que escribió, La Arcadia (1598), es una obra pastoril en


la que incluyó numerosos poemas. En Los pastores de Belén (1612), otra
novela pastoril pero «a lo divino», incluyó, de nuevo, numerosos poemas
sacros. Entre estas dos apareció la novela bizantina El peregrino en su
patria (1604), que incluye cuatro autos sacramentales. La Filomena y La
Circe contienen cuatro novelas cortas de tipo italianizante, dedicadas a
Marta de Nevares. A la tradición de La Celestina, la comedia humanística en
lengua vulgar, se adscribe La Dorotea, donde narra sus frustrados amores
juveniles con Elena Osorio.
Su obra poética se sirvió de todas las formas posibles; le atrajo por igual la

lírica popular y la culterana de Luis de Góngora, aunque, en general,

defendió el «verso claro». Por un lado están los poemas extensos y

unitarios, de tono narrativo y asunto a menudo épico o mitológico, como

por ejemplo La Dragontea (1598). La hermosura de Angélica (1602) se

inspira en el Orlando de Ariosto, mientras que Jerusalén conquistada (1609)

se basa en la obra homónima de Torquato Tasso; cabe incluir en este

grupo La Andrómeda (1621) y La Circe (1624). De temática religiosa es El

Isidro (1599), y también los Soliloquios amorosos (1626). La

Gatomaquia (1634) es una parodia épica.

Pedro Calderón de la Barca


(Madrid, 1600 - id., 1681) Dramaturgo español. Educado en un colegio
jesuita de Madrid, estudió en las universidades de Alcalá y Salamanca. En
1620 abandonó los estudios religiosos y tres años más tarde se dio a
conocer como dramaturgo con su primera comedia, Amor, honor y poder.
Como todo joven instruido de su época, viajó por Italia y Flandes y, desde
1625, proveyó a la corte de un extenso repertorio dramático entre el que
figuran sus mejores obras. Tras granjearse un sólido prestigio en el Palacio
Real, en 1635 escribió El mayor encanto, el amor, para la inauguración del
teatro del palacio del Buen Retiro.

Nombrado caballero de la Orden de Santiago por el rey, se distinguió como


soldado en el sitio de Fuenterrabía (1638) y en la guerra de Cataluña
(1640). Ordenado sacerdote en 1651, poco tiempo después fue nombrado
capellán de Reyes Nuevos de Toledo. Por entonces ya era el dramaturgo de
más éxito de la corte. En 1663 el rey lo designó capellán de honor, por lo
que se trasladó definitivamente a Madrid.

El teatro de Calderón de la Barca


Según el recuento que él mismo hizo el año de su muerte, su producción
consta de ciento diez comedias y ochenta autos sacramentales, loas,
entremeses y otras obras menores. Como todo coetáneo suyo, Calderón no
podía por menos que partir de las pautas dramáticas establecidas por Lope
de Vega. Pero su obra, ya plenamente barroca, tal vez alcance mayor grado
de perfección técnica y formal que la de Lope. De estilo más sobrio,
Calderón pone en juego menor número de personajes y los centra en torno
al protagonista, de manera que la obra tiene un centro de gravedad claro,
un eje en torno al cual giran todos los elementos secundarios, lo que
refuerza la intensidad dramática.
El crítico Ángel Valbuena Prat señaló que en su estilo cabe distinguir dos
registros. El primero consiste en reordenar y condensar lo que en Lope
aparece de manera difusa y caótica y en estilizar las notas de su realismo
costumbrista. Así, Calderón reelabora temas originales de Lope en varias de
sus obras maestras; en ellas aparece una rica galería de personajes
representativos de su tiempo y de su condición social, los cuales tienen en
común un tema del siglo: el honor, el patrimonio del alma enfrentado a la
justicia de los hombres, caso de El alcalde de Zalamea, o las pasiones
amorosas que ciegan el alma, cuestión que aborda en El mayor monstruo,
los celos o en El médico de su honra.
Pero no es ése, desde luego, el principal motivo de su obra. En su segundo
registro, el dramaturgo inventa, más allá del repertorio caballeresco, una
forma poético-simbólica desconocida antes de él y que configura un teatro
esencialmente lírico, cuyos personajes se elevan hacia lo simbólico y lo
espiritual. Calderón destaca sobre todo como creador de esos personajes
barrocos, íntimamente desequilibrados por una pasión trágica, que
aparecen en El mágico prodigioso o La devoción de la cruz.
Su personaje más universal es el desgarrado Segismundo de La vida es
sueño, considerada como la cumbre del teatro calderoniano. Esta obra,
paradigma del género de comedias filosóficas, recoge y dramatiza las
cuestiones más trascendentales de su época: el poder de la voluntad frente
al destino, el escepticismo ante las apariencias sensibles, la precariedad de
la existencia, considerada como un simple sueño, y, en fin, la consoladora
idea de que, incluso en sueños, se puede todavía hacer el bien.
Con Calderón adquirieron asimismo especial relevancia la escenografía (lo
que él llamaba «maneras de apariencia») y la música. La carpintería teatral
se convirtió en un elemento clave en la composición de sus obras, y el
concepto de escena se vio revalorizado de una manera general, en la línea
del teatro barroco. En cuanto a su lenguaje, se puede considerar que es la
culminación teatral del culteranismo poético de Góngora. Su riqueza
expresiva y sus complejas metáforas provienen de un cierto conceptismo
intelectual, acorde con el temperamento meditabundo propio de sus
personajes de ficción.

La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y


adversidades (más conocida como Lazarillo de Tormes) es
una novela española anónima, escrita en primera persona y en estilo
epistolar (como una sola y larga carta), cuyas ediciones conocidas más
antiguas datan de 1554. En ella se cuenta de forma autobiográfica la vida
de un niño, Lázaro de Tormes, en el siglo XVI, desde su nacimiento y mísera
infancia hasta su boda, ya en la edad adulta. Es considerada precursora de
la novela picaresca por elementos como el realismo, la narración en primera
persona, la estructura itinerante, el servicio a varios amos y la
ideología moralizante y pesimista.

Lazarillo de Tormes es un esbozo irónico y despiadado de la sociedad del


momento, de la que se muestran sus vicios y actitudes hipócritas, sobre
todo las de los clérigos y religiosos. Hay diferentes hipótesis sobre su
autoría. Probablemente el autor fue simpatizante de las ideas erasmistas.
Esto motivó que la Inquisición la prohibiera y que, más tarde, permitiera su
publicación, una vez expurgada. La obra no volvió a ser publicada
íntegramente hasta el siglo XIX.

Se conservan cuatro primeras ediciones distintas de la obra, las cuatro del


año 1554, impresas respectivamente en Burgos, Amberes, Alcalá de
Henares y Medina del Campo. Las más antiguas parecen ser las de Burgos y
Medina.

De la edición de Amberes se conservan siete ejemplares distintos, en tanto


que solo hay uno de cada una de las otras tres ediciones. El ejemplar más
recientemente descubierto es el de la edición de Medina del Campo, que
apareció en 1992 emparedado en una casa de la Plaza de Nuestra Señora
de Soterraño de la localidad pacense de Barcarrota.

No obstante, es muy probable que existiese una edición más antigua,


de 1553 o 1552, cuyo éxito generase las cuatro simultáneas ediciones
posteriores conservadas.

Ediciones príncipe de 1554 del  Lazarillo de Tormes.

Burgos, Juan de Junta.

Medina, Hnos. Del Canto.

Alcalá, Salcedo.

Amberes, Martín Nucio.

Históricamente se han postulado varios autores para el Lazarillo de Tormes.


En 1605 el fraile José de Sigüenza de la Orden de San Jerónimo atribuyó la
autoría de esta obra al también jerónimo fray Juan de Ortega:

Por la época en que se publicó Lazarillo, Juan de Ortega era General de los


Jerónimos, lo cual explicaría que el libro apareciese sin autor. La autoría de
fray Juan de Ortega y la necesaria discreción del anonimato por su
condición de General de la Orden fue defendida con firmeza por Marcel
Bataillon con cuyos argumentos ha coincidido el periodista José Delfín Val.

En 1607, en el catálogo de escritores españoles Catalogus Clarorum


Hispaniae scriptorum, que fue redactado por el flamenco Valerio Andrés
Taxandro, se dice que Diego Hurtado de Mendoza «compuso [...] el libro de
entretenimiento llamado Lazarillo de Tormes». Otros autores del
siglo XVII d. C., así como el Diccionario de Autoridades de la Real Academia
Española (1726-1739), mencionan esta atribución, que alcanzó cierta
fortuna, sobre todo en el siglo XIX d. C.. En marzo de 2010 apareció en
prensa que la paleógrafa Mercedes Agulló descubrió en unos papeles de
Diego Hurtado de Mendoza la frase «Un legajo de correcciones hechas para
la impresión de Lazarillo y Propaladia», lo cual le llevó a escribir un libro
postulando «una hipótesis seria sobre la autoría del Lazarillo, que
fortalecida por otros hechos y circunstancias apunta sólidamente en la
dirección de don Diego».

A finales del siglo XIX d. C. un artículo del hispanista Alfred Morel-Fatio, cuya


propuesta fue desarrollada después por Manuel J. Asensio, relaciona al
autor de Lazarillo con el círculo erasmista de los hermanos Valdés.
Siguiendo esta hipótesis se ha atribuido la obra a Juan de Valdés o a su
hermano Alfonso. Esta última atribución cobró fuerza en 2002 debido a las
investigaciones de la profesora Rosa Navarro Durán, que se basa sobre todo
en el cotejo de la obra con los diálogos conocidos de Alfonso de Valdés,
el Diálogo de Mercurio y Carón y el Diálogo de las cosas acaecidas en Roma.

La atribución de la autoría a Juan de Valdés la defiende el investigador


toledano Mariano Calvo, para quien la obra habría sido publicada 25 años
después de ser escrita pues Juan de Valdés fue perseguido por la
Inquisición y tuvo que exiliarse en Italia, perdiéndose la identidad del
manuscrito que se imprimió en Alcalá de Henares, en la imprenta de Miguel
de Eguía. Calvo basa su argumentación en el estudio de los escenarios
toledanos que aparecen en la novela y concluye que el autor era una
persona que conocía bien Toledo pero que no era oriunda de la ciudad.
Según él, la obra fue escrita por Juan de Valdés en el hoy
denominado Palacio de Munárriz, entre agosto de 1525 y febrero de 1526.

La candidatura de Sebastián de Horozco —que postuló en el


siglo XIX d. C. José María Asensio y Toledo, editor de su Cancionero— fue
defendida en 1914 por Julio Cejador y Frauca en su edición del Lazarillo,
apoyándose en un pasaje de la obra de este autor en que aparece un mozo
de ciego llamado Lazarillo. Más adelante fue retomada y defendida
por Francisco Márquez Villanueva, quien encuentra importantes semejanzas
de temas, ideas y vocabulario y llega a afirmar que «apenas si hay en
el Lazarillo un tema literario, un tópico, un pensamiento, un recurso
expresivo que no pueda encontrarse también en Horozco».

También han sido propuestos como autores del Lazarillo el dramaturgo Lope


de Rueda (por Fonger de Haan en 1903, alegando que fue, como el
protagonista de la novela, pregonero en Toledo en 1538, aunque esta
hipótesis ha sido rechazada posteriormente), Pedro de Rúa, Hernán Núñez,
el Comendador Griego y, más recientemente, Francisco Cervantes de
Salazar, defendida por José Luis Madrigal, si bien este investigador
abandonó esa hipótesis para pasar en 2008 a defender la autoría de Juan
Arce de Otálora, autor de los Coloquios de Palatino y Pinciano. Por su uso
exhaustivo del recurso a la autobiografía ficticia, entre otras razones, Clark
Colahan y Alfred Rodríguez pensaron que el Lazarillo fue escrito por
el humanista conquense Juan Maldonado. Otras atribuciones han recaído
en Alejo Venegas, Bartolomé Torres Naharro (postulado por Alberto M.
Forcadas), Gonzalo Pérez, secretario real de Carlos I (por Dalai Brenes
Carrillo), Francisco de Enzinas (según Alfredo Rodríguez López-
Vázquez y Roland Labarre), Fernando de Rojas, el autor de La Celestina,
cuya autoría fue defendida por Howard Mancing, o el célebre humanista
español Juan Luis Vives, propuesta hecha pública por Francisco
Calero en 2006.

También podría gustarte