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HETERONORMATIVIDAD, VERDAD Y PODER

INTRODUCCIÓN

Hoy en día en muchos países, por no decir en todos, se ejerce violencia con

frecuencia a quienes poseen una orientación sexual diferente a la heteronormativa, como si

esto no fuese lo suficientemente alarmante, este tipo de violencia es aceptada e incluso

justificada tanto por atacantes, como por observadores; además en 70 países aún no existe

ningún tipo de régimen o ley que proteja estos grupos que entran en el concepto

heterosexual (Guerrero & Marie, 2020). Los grupos LGTBI se enfrentan a grandes

obstáculos, como la exclusión, discriminación y rechazo por tener una orientación sexual

que difiere de la establecida como “normal” según los diferentes mecanismos de poder

establecidos dentro de la sociedad, los cuales trataremos de analizar desde el punto de

vista de la filosofía foucaultiana.

Se define a la heteronormatividad como un régimen político, social y económico

según el cual la única forma aceptable de orientación sexual o identidad de género es la

heterosexual (Heteronormatividad, s.f.). Este concepto es aceptado como una verdad

absoluta por un vasto grupo social, pero como veremos más adelante: “La verdad es

producida a partir de mecanismos de veridicción, es decir a partir de procedimientos y

protocolos histórico-políticos que establecen la distinción entre lo verdadero y lo falso”

(Prósperi, 2018, pág. 170). En este sentido la verdad absoluta como tal no existe, es más

bien, una construcción social que se da como consecuencia de las relaciones de poder.

Foucault define al poder, o más bien al sistema o red de relaciones de poder, no solo

como una interacción que se da de la clase dominante hacia la clase dominada como decía

Marx, sino más bien como aquello que es ejercido por cada ser humano sobre otro, algo

que no viene de fuera, que está dentro de nosotros, disperso a nivel microfísico en todo el

campo social (de la Villa, 2008; Prósperi, 2018) . Ahora bien, el poder y la libertad son

términos contradictorios puesto que, como dice de la Villa (2008), “quien ostenta el poder

del discurso lingüístico y se sirve de dispositivos prácticos de poder/saber maneja también

su representación, y nos sentimos inducidos a su acatamiento acrítico, una vez


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interiorizado” (pág. 72). En este sentido, desde hace siglos atrás, mediante las relaciones de

poder, se implantó un sistema patriarcal en la sociedad, como explica Guerra (2009), que

una mujer sea lesbiana conlleva a una independencia sexual y afectiva con respecto al

varón, a su vez de que este pierde sus privilegios sobre el cuerpo de las mujeres, y es aquí

donde parte la heterosexualidad obligatoria.

La heterosexualidad, entendida como una identidad sexual obligatoria, se ha

extendido por todo el medio social a través de lo que Foucault denomina “dispositivo de

seguridad”, que tiene por objeto el control de la población, esto lo hace a partir de tres

mecanismos de poder, el primero es la disciplina, que reconstruye la conducta de los

individuos para hacerlos más dóciles, en cierto modo, trata de “normalizar” al individuo; el

segundo es la biopolítica, que busca controlar y regular a la especie en general, a través de

diversas instituciones de control, como familias, colegios, cárceles, hospitales, etc.; y el

tercero es la formación soberana, este mecanismo, aplicado en el siglo XVII, se caracteriza

por tener una relación únicamente binaria, entre lo permitido y lo prohibido (Torrano, 2016).

Aplicando las definiciones antes mencionadas a la heterosexualidad obligatoria, la

sexualidad solo puede tomar una perspectiva binaria, en el que solo existen hombres y

mujeres heterosexuales; este conocimiento, erróneo, tiene tanto apogeo actualmente

debido la influencia de estos tres mecanismos. A cada niño se le trasmite un rol según su

género (disciplina); estos roles son apoyados por los medios de comunicación, familia y

escuela (biopolítica), en consecuencia, para encajar dentro una sociedad escandalizada por

lo anormal de las sexualidades no heteronormativas, se debe escoger entre lo permitido y lo

prohibido, entre ser heterosexual o fingir serlo para evitar ser juzgado.

Pero contrario a lo mencionado anteriormente Foucault en su momento ético

sustenta que se puede ejercer resistencia hacia este disciplinamiento mediante “el cuidado

de sí mismo” y “las tecnologías del yo”. De esta forma es posible hacerles frente a estas

verdades inciertas impuestas sobre la sexualidad porque siempre que exista poder, habrá

resistencia; la búsqueda de libertad y verdad, y la praxis de las mismas como tal es lo que

Foucault define en el terreno de la ética. (Prósperi, 2018)


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1. Construcciones de poder, saber y verdad

El poder y saber están íntimamente relacionados, saber es lo que un grupo de gente

comparte y decide que es la verdad, el poder controla la libertad y le pensamiento mediante

un proceso de normalización, este proceso busca controlar a los individuos para cumplir un

rol social. Tales análisis los realiza Foucault a través del estudio del funcionamiento de las

prisiones como una institución con dos caras, la primera, que es la visible y que se justifica

por la existencia de delincuencia, y la segunda, la parte oculta, que revela que la prisión es

un instrumento de represión en el que ciudadanos irreprochables permiten el encierro

castigo y hostigamiento, esto es, lo que Foucault llama El mal sin límites. Este formato se

extiende de la prisión a todo el campo social (Benente, 2014).

En su libro las palabras y las cosas Foucault nos dice que la verdad hace uso de

lenguaje para definir algo por su opuesto, de esa forma se define lo correcto e incorrecto, la

bondad y la maldad, lo normal y lo patológico; y define al discurso como cualquier cosa

escrita o dicha por expertos que definen la normalidad, de esto último, sucede que, el

normal define al anormal de forma incesante y obsesiva, a través de la normalidad se

establecen relaciones de poder en la sociedad (Botticelli, 2011). De acuerdo con esto, el

poder afirma que la heterosexualidad es normal, por lo tanto, las lesbianas, gays,

transgeneristas, bisexuales e intersexuales son anormales, suceso que trae consigo más

procesos de normalización que buscan disciplinar el cuerpo según la voluntad

heteronormativa.

De acuerdo con Foucault (como se cita en de la villa, 2008), “Los regímenes de

verdad están vinculados a los sistemas de poder que los producen y mantienen, los inducen

y extienden” (pág. 73). El poder ingresa en los cuerpos de forma casi imperceptible,

teniendo un especial cuidado en pasar desapercibido para así, evitar cualquier reacción al

rechazo y que el sujeto no perciba la restricción de sus libertades. de esta forma se utiliza

cuerpos dóciles en los que es fácil reproducir mecanismos de disciplinamiento que

confirman la primacía del poder sobre el cuerpo. Por lo que la libertad sexual y de genero se

vuelve un desafío, una construcción individual.


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2. La relación entre el discurso y disciplinamiento como formas de mantener una

sociedad heteronormativa

Foucault analiza el discurso como un conjunto de enunciados dependientes de un

sistema de formación, el cual cobra poder en el sujeto imponiendo reglas, costumbres y

dogmatismos. Mediante el discurso se ha logrado implantar ideas de rechazo de exclusión y

de separación.

El patriarcado mediante la heteronormatividad establece relaciones de desigualdad

entre géneros y las diferentes sexualidades, posicionando al hombre en la cima de la

jerarquía. Aristóteles (como se citó en Guerra 2009) nos dice que: “El macho es superior por

naturaleza y la hembra inferior; uno gobierna y la otra es gobernada; este principio de

necesidad se extiende a toda la humanidad” (pág. 6). Una clara referencia al pensamiento

patriarcal, cuyos ideales aún siguen muy arraigados dentro de la sociedad actual.

Aventurándonos un poco más, esta vez dentro del campo LGTBI tenemos de

referencia al papa Benedicto XVI, quien en el 2008 se pronunció acerca del matrimonio

homosexual aludiendo que iba en contra de las leyes que rigen la naturaleza (Markosmo,

2019). En febrero del 2019 el presidente de Rusia, Vladimir Putin, rechazo abiertamente el

matrimonio homosexual aludiendo que no existe el progenitor uno y progenitor dos,

solamente papá y mamá; en otra ocasión se burló de la comunidad transexual refiriéndose a

ellos como “Transformers”; y el año pasado se aprobó una reforma en la constitución rusa

que reprime los derechos LGTBI y que estaría en vigencia hasta el 2036 (Lr, 2020). Por

mencionar un caso más del montón, en Hungría, con influencia del gobierno

ultraconservador del primer ministro Viktor Orbán se aprobó, durante el mes de junio del

presente año, un paquete legislativo que prohíbe la promoción de la homosexualidad en

menores (López, 2021).

Como vemos las practicas homofóbicas están tan arraigadas en la sociedad hasta

tal punto en que nos llega a parecer normal y correcto. Pero las construcciones sexuales no

son más que categorías artificiales inventadas por la misma sociedad que, en cierto modo,

buscan la apropiación sexual del cuerpo ajeno, decidiendo sobre su género y sexualidad,
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estableciendo a la heterosexualidad de forma impositiva y obligatoria, esta ideología desde

una perspectiva foucaultiana se transmite a través de mecanismos de control y poder, como

el que trataremos a continuación, denominado el discurso.

El discurso se vale de las conceptualizaciones de verdad, poder y saber que, en

términos de Foucault (como se citó en Martínez, 2018), “el discurso es una violencia que se

ejerce sobre las cosas, una práctica que les imponemos y que separa, delimita, jerarquiza,

excluye, controla” (págs. 3-4 ).

De esta forma se logra controlar a la población, disciplinándola para que se adapte

al contexto de lo permitido, con el discurso se logra encubrir la supuesta verdad, pues en

realidad no es más que un producto cultural que se hace pasar por cierto. Como dijo

Martínez (2018), “Desconocida, la verdad sobreviviría inalterada detrás del velo de las

apariencias” (pág. 6)

De las relaciones del lenguaje parte el discurso, analiza las relaciones de significado

y significante, de interpretación y formalización y traza condiciones. Responde a ciertas

reglas y formas de control que regularizan la conducta y la expresividad sexual, de tal

marera que complazca a los demás, pero no necesariamente a sí mismo.

Como menciona Barriga Jiménez (2013):

La sexualidad condiciona muchas de nuestras relaciones interpersonales. Caben

relaciones sin sexualidad, como cabe sexualidad sin relación. Pero ambas son es-

porádicas y se ajustan a la horma de una vida anómala10. La sexualidad necesaria-

mente lo invade todo en la vida de la persona: bajo una u otra forma, por más que

intentemos camuflarla. El ser sexuado es constitutivo de la persona humana. (pág.

99)

A pesar de que la heteronormatividad les guiña el ojo a los derechos LGTBI,

burlándose abiertamente e incitando a la docilidad del acostumbramiento o acción

represiva, se puede hacerle frente, cambiar de perspectiva, luchar por la búsqueda d la

igualdad, porque este tema no solo corresponde a las minorías, es un asunto que la

sociedad debe mejorar en conjunto. Eliminar prejuicios no es fácil, causa tal agitación
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mental que hasta puede causar una crisis dentro del sujeto, pero es total y absolutamente

necesaria la búsqueda del bien común, la satisfacción de disfrutar de la sexualidad sin

interferencia de la costumbre o dogmatismos teológicos que impongan ideales

desequilibrados, patriarcales y heteronormativas.

La dominación del cuerpo, la mente y la sexualidad afecta al individuo de forma

microfísica y se extiende por todo el campo social, pasando casi desapercibido, afectando el

desarrollo pleno de la sexualidad. Este análisis de discursos y saberes queda inconcluso si

no evaluamos lo genealógico, es decir, debe estudiarse también las prácticas y relaciones

presentes dentro del discurso, es decir, percibir la realidad como tal, sin considerar el

despliegue metahistórico que del suceso. (Prósperi, 2018, pág. 159)

3. El cuidado de si

Foucault dentro de campo de la genealogía, define al cuidado de sí como el conjunto

de prácticas que establecen una relación con uno mismo y en tal relación se constituye en

sujeto de sus propias acciones, como forjador de su propio yo, que busca un sentido

cautivador la su misma existencia, enfrentándose a constructos sociales. Es decir, la

finalidad del cuidado de sí, es la libertad del ser, reflexionada, sin ataduras y en armonía

entre los pensamientos y las acciones que ejercemos. Así cuidar de sí implica conocernos y

reconocer las reglas de conducta o principios, que a su vez son verdadera, la ética de

Foucault entra precisamente aquí, en el juego de verdades. El sujeto del cuidado de si se

constituye a si mismo con su reacción con la verdad (Garcés & Giraldo, 2013, págs. 188-

189)

Contextualizando al campo de la sexualidad, para lograr la libertad deseada se debe buscar

el conocimiento en el interior d uno, definir cuál es la verdad de tus preferencias sexuales y

actuar de acuerdo a ello, aceptar la esencia individual en vez de negarla u ocultarla. Como

menciona Garcés y Giraldo (2013):

El cuidado de sí conlleva un conocimiento de sí. Es la inevitable relación


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que se establece entre una práctica y un saber o entre el sujeto y la verdad. Es

decir, existe un fuerte vínculo entre el conocimiento y la acción, sea como principio

regulador de la acción, como objetivo a ser logrado mediante la acción o como

proceso a través del cual comparece. El cuidado de sí se dirige al alma, pero

envuelve al cuerpo en una infinidad de preocupaciones de detalle. Se convierte en

un arte de vivir para todos y a lo largo de toda la vida; el cuidado de sí es un modo

de prepararse para la realización completa de la vida. (pág. 189)

El cuidado de sí, como describe Foucault abarca tres aspectos fundamentales el primero es

la actitud qué tienes con respecto a ti mismo, el segundo es preocuparte por ti mismo

ponerte atención a lo que piensas, a lo que lo que pasa contigo, y en tercer lugar está la

noción del cuidado de sí que designa acciones para ejercer sobre el propio cuerpo, estás se

encargan de purificar transformar y transfigurar al sujeto. (Garcés & Giraldo, 2013, pág. 190)

Será difícil batallar con las construcciones sociales e ideologías de género, pero el primer

paso para lograr la libertad está en el cuidado de si, que, si bien es cierto, expresa una

actitud consigo mismo, también lo hace con los demás, el cuidado de si implica protegerse

auto conocerse, así como el cuidado del otro (Garcés & Giraldo, 2013).

Por ultimo quiero citar a Andrea Stella (2018) como reflexión final:

la experiencia de la homosexualidad debería representar, según Foucault, una salida

crítica de las estructuras de identidad que se prescriben en una sociedad de

normalización: la homosexualidad no debería ser considerada como un caso

particular, ni siquiera como un nuevo sistema de “identificaciones”, sino como el

paradigma reconocible de una mutación del “hombre de deseo”, que, en vez de

atañer tan sólo a la “identidad homosexual” (pág. 159)


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Referencias

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