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Trabajo Monográfico Final:

Seminario Identidades Trans (Travestis,


Transgéneros, Transexuales)

Docente a cargo: Lic. Carolina D’Ambrosio

Andreatta Julian 38.628.384


Bertona Ayelen 39.500.631

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INTRODUCCIÓN:

El presente trabajo monográfico se enmarca dentro del seminario de Identidades trans y


tiene como objetivo realizar una recopilación de los conceptos presentados en el seminario
y su articulación con el material teórico. Basándonos en los módulos propuestos desde el
programa buscaremos realizar este recorrido conceptual abarcando, en primer lugar:
representaciones asociadas a la ideas de normalidad y anormalidad y cómo estas ideas
impactan en la conformación de las identidades en la actualidad, así como también
conceptos claves para entender la diversidad en un sentido amplio (colectivo LGBTIQ+ -
identidad de género, orientación sexual, diversidad corporal, entre otros) y buscando
abordar los paradigmas hegemónicos desde una perspectiva crítica.

De la mano del material propuesto, analizaremos los principios de las legislaciones vigentes
en nuestro país en materia de derechos humanos, identidad de género y salud mental,
consideraremos la importancia de la puesta en marcha de políticas públicas que aborden
las problemáticas emergentes del colectivo. Creemos necesaria la plena implementación de
estas leyes en las instituciones encargadas del acceso a oportunidades educativas y
laborales, así como también en cobertura integral de salud que contemple el acceso a
estrategias de prevención, educación sexual, anticonceptivos, intervenciones quirúrgicas y
tratamientos hormonales, etc.

Nos pareció imprescindible realizar un análisis de la reivindicación de las categorías


peyorativas hacia el colectivo, y como en estos casos, la apropiación de términos que
apartan a lxs sujetos de lo “normal” es un modo de politizar y darle peso a la legitimidad que
tiene el colectivo LGBTIQ+, en cuanto a su historia, a sus derechos humanos, y a su
activismo que posee más que suficientes herramientas para sobrepasar todo apartamiento y
rechazo por los sectores más conservadores de la sociedad, que hasta las últimas
instancias, se trata de patologizar, de marginar y de excluir a quienes por sus disidencias se
apartan de los estereotipos hegemónicos patriarcales.

Además, abordaremos un análisis de los determinantes sociales que inciden directamente


en el acceso diferencial de la población trans, travesti y transgénero a los dispositivos de
salud, trabajo y educación que dan como consecuencia una corta expectativa de vida. Es
aquí donde entra en consideración el rol del psicólogo como un agente que puede escuchar
y alojar las necesidades y el malestar del colectivo, así como también como agente de
cambio ante estos contextos de exclusión y marginalidad.

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DESARROLLO:
Para comenzar con el recorrido por los conceptos abordados en clase y retomando los
módulos propuestos en el programa de la cátedra, empezaremos considerando las
preguntas formuladas para el parcial integrador que nos servirán como disparadores para la
articulación teórica.

Para comenzar, nos remontamos al inicio del seminario donde abordamos las nociones de
normalidad y anormalidad para comenzar a plantearnos interrogantes sobre las
consecuencias que estos términos acarrean en la construcción de subjetividades, cuando
las categorías sociales se instalan como una marca imborrable para lxs sujetos. Teniendo
en cuenta los procesos de exclusión y rechazo que se generan, cuando estas se utilizan
como medios para ejercer poder frente a quienes se apartan de lo establecido, se
remontará a las ideas de Foucault, como también reivindicaremos las posiciones de
resistencia surgidas en la coyuntura actual.

“Reivindico: mi derecho a ser un monstruo, que otros sean lo normal.” (Susy Shock):

En esta primera parte cuestionamos y creemos posible preguntarse: ¿qué implicancias


tienen los conceptos de normalidad y anormalidad en el contexto actual?

Tomando los aportes de Foucault (2007) en Los Anormales debemos tener en cuenta que
las concepciones de normalidad y anormalidad van fluctuando a raíz de la época, por lo que
el autor realiza un recorrido histórico sobre las concepciones de la “anormalidad” y los
procesos de normalización. En cuanto a esto establece: “El anormal del siglo XIX desciende
de 3 individuos: el monstruo, el individuo a corregir y el masturbador. El individuo anormal
del siglo XIX va a seguir marcado, muy tardíamente en la práctica médica como en la
judicial, tanto en el saber como en las instituciones, por esa especie de monstruosidad cada
vez más difusa y diáfana, por esa incorregibilidad rectificable y cada vez mejor cercada por
ciertos aparatos de rectificación”. En estas primeras consideraciones podemos ver las ideas
de anormalidad asociadas a 3 figuras, luego establece que “es a partir del siglo XIX donde
la monstruosidad es planteada en el fondo de toda criminalidad, cualquier criminal podía ser
un monstruo”. Y así es como el monstruo también toma la figura de “monstruo sexual” en la
cual se comunican entre sí la figura del individuo monstruoso y la del desviado sexual, en
donde se puede encontrar el tema recíproco de que la masturbacion es capaz de provocar
no solo las peores enfermedades sino también las peores deformidades del cuerpo y
finalmente las peores monstruosidades del comportamiento.
Así es como las instituciones correccionales de la época prestaban cada vez más atención
a la sexualidad y a la masturbacion como datos situados en el corazon de un problema
incorregible. (Foucault, 2007)

Es así se va formulando una conceptualización de la anormalidad a partir de aquello que se


aparta de la norma/regla y por lo tanto se imprime como una categoría que permite ejercer
poder. Debemos tener en cuenta que en los aportes teóricos de Foucault (2007) como en
“El nacimiento de la biopolítica” sostiene que las relaciones de poder son relaciones
diferenciales de fuerzas que suponen una asimetría y lo que está en juego es que una de
estas fuerzas busca conducir a la otra, dominarla. Sin embargo, estas relaciones de poder
son móviles, reversibles y siempre pueden modificarse. Así, siguiendo con los lineamientos

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de Foucault (2008) en La Historia de la sexualidad, se establece que donde se ejerce la
racionalidad del poder se dan mecanismos de resistencia, estos están presentes en todas
las partes dentro de la red de poder y se constituyen como el elemento enfrentador, esto es
lo que hace que las relaciones de poder puedan modificarse. Aquí el autor, aclara, que
respecto al poder si bien no existe un lugar del “gran rechazo” como el alma de la revuelta,
el foco de todas las rebeliones, la ley pura del revolucionario, hay varias resistencias que
constituyen excepciones, casos especiales; posibles, necesarias, improbables,
espontáneas, salvajes, solitarias, violentas, irreconciliables, por definición, no pueden existir
sino en el campo estratégico de las relaciones del poder.

Es aquí donde podemos introducir a las diversas nociones sobre identidad de género y
diversidad sexual, como una oposición a lo establecido como norma (heterónoma), aquello
que además está por fuera de los lineamientos de paradigmas de base biologicistas. Nos
parece importante retomar estas conceptualizaciones iniciales para entender que cuando
lxs sujetxs no responden a lo socialmente establecido por las lógicas hegemónicas
(patriarcales) que dictaminan los modos de vivir y de gozar, se instalan las categorías como
mecanismos que permiten ejercer poder sobre todo un colectivo que pasa a ser rechazado
y excluido, ya que además, las instituciones (educativas, médicas, judiciales) también
reproducen las categorías establecidas para patologizar y aislar aquello que se aparta.

En base a esto creemos imprescindible retomar que en nuestra coyuntura, el avance en


materia de derechos humanos fue permitiendo la reivindicación de sexualidades
marginadas y patologizadas en el cuadro de las lógicas sociales predominantes como la
patriarcal, biologicista, religiosa, etc. Aquí se encuentra situada la ley de identidad de
género, funcionando como piedra angular, cumpliendo la función efectiva de garantizar los
derechos de quienes en carácter marginal, carecían de dicha representación y legitimidad.

“Estamos construyendo una ciudadanía travesti.” (Lohana Berkins)

En base a nuestro contexto actual, a cómo se entienden y se simbolizan en nuestras


sociedades las identidades de género, podemos situar la apertura a la diversidad en
nuestras leyes a raíz de la Ley Nacional N°26.743 de Identidad de Género, y se puede
preguntar: ¿qué importancia tiene esta ley en relación a lo impuesto por el discurso
dominante en esta coyuntura?

Según la ley sobre el derecho a la identidad de género (Ley N°26.743, 2012) reconoce la
garantía a la identidad de género, entendida como la “vivencia interna e individual del
género tal como cada persona la siente, lo cual puede corresponder o no con el sexo
asignado al momento del nacimiento, incluyendo la vivencia personal del cuerpo. Esto
puede involucrar la modificación de la apariencia o la función corporal a través de medios
farmacológicos, quirúrgicos o de otra índole, siempre que ello sea libremente escogido.
También incluye otras expresiones de género, como la vestimenta, el modo de hablar y los
modales.”
Frente a esto se posiciona a la identidad de género, entendida como una heterogeneidad,
en un contexto específico, y que frente al reduccionismo de las teorías que presentan al
binarismo como un determinante primario al momento de definiciones categóricas, poder
deslegitimar ese discurso, y simbolizar los diversos modos de presentarse una identidad en
un sujeto, sea el comienzo para una resignificación colectiva de los discursos hegemónicos.

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Así es como la ley de identidad de género (Ley N°26.743, 2012) en el artículo 1°, focaliza en
que toda persona tiene derecho al reconocimiento de su identidad de género, al libre
desarrollo de su persona conforme a esa identidad, y a ser tratada de acuerdo a su
autopercepción de identidad de género, y en particular, a ser identificada de ese modo en
los instrumentos que acreditan su identidad respecto de el/los nombre/s de pila, imagen y
sexo con los que allí es registrada.
En torno a esto, es imprescindible la importancia actual que tiene la ley de identidad de
género frente a la vulneración que tienen lxs niñxs como sujetos de derecho, en los cuales
se ven en una extrema dependencia de los sistemas institucionales que regulan estos
derechos deslegitimado su idiosincrasia, y así es como de cara a la sumisión que se les
presenta socialmente, la ley de identidad de género (Ley N°26.743, 2012) en el artículo 12°
se refiere al trato digno como una base para el respeto a la(s) identidad(es) adoptadas por
las personas, en especial por niñxs, y adolescentes, que utilicen un nombre de pila distinto
al consignado en su documento nacional de identidad.
El derecho al libre desarrollo personal, citado en el artículo 11° (Ley N°26.743, 2012)
presenta que todas las personas mayores de 18 años de edad podrán, conforme al artículo
1° de la presente ley, garantizar el goce de su salud integral y acceder a intervenciones
quirúrgicas totales y parciales y/o tratamientos integrales hormonales para adecuar su
cuerpo, incluida su genitalidad, a su identidad de género autopercibida sin necesidad de
requerir autorización judicial o administrativa.
En el contexto actual entonces se ve clara la incidencia que tiene la ley 26.743 para la
reafirmación de lxs sujetos como poseedores de derechos antes invisibilizados y vulnerados
frente a los grandes poderes políticos y económicos que regulan nuestra salud, y la
presentan como un negocio simplificado en un binario que reduce las posibilidades de la
población a tratos dignos, de respeto, y principalmente a una vida digna como base de toda
salud mental. Entendida esta como un proceso determinado por componentes históricos,
socioeconómicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento
implica una dinámica de construcción social vinculada a la concreción de los derechos
humanos y sociales de toda persona. (Ley N° 26.657, 2013)

De la mano de esto nos parece propicio retomar las nociones teóricas sobre lo que las
diversas corrientes delimitan como “Identidad de género”. Leiva (2005) realiza una
revisión teórica de los modelos que han explicado este constructo. Para introducir la
temática establece que “al nacer se nos clasifica como hombre o mujer según nuestro sexo
biológico, crecemos y desarrollamos un Self existencial (conciencia de ser un individuo
distinto de los demás), un Self Sexual (la autocategorización como hombre o mujer) y junto
con este, un Self de género (o Identidad de género). La división biológica conlleva
diferencias reproductivas, pero no actitudinales, normativas, conductuales o de roles, esto
es producto de una asignación social.” Así, la autora define la Identidad de género como “la
autoclasificación como hombre o mujer sobre la base de lo que culturalmente se entiende
por hombre o mujer. Es el conjunto de sentimientos y pensamientos que tiene una persona
como miembro de una categoría de género”. El proceso de construcción de esta identidad
se desarrolla en interacción con el aprendizaje de roles, estereotipos y conductas.

De esta primera definición se desprenden las diversas teorías y modelos que han tratado de
explicar la identidad de género como un fenómeno social, continúa Leiva (2005). En primer
lugar se abordan los Modelos Cognitivos con dos líneas de trabajo: Teorías Genético-
Evolutivas (Piaget y Kohlberg) estos establecen que la construcción de la identidad de

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género comienza cuando se da una categorización de unx mismx y los demás en los
grupos hombre-mujer, a partir de esto se comprende que esta categoría a la que unx
pertenece se mantiene a pesar de cambios superficiales (adornos, ropa, maquillaje) y
posteriormente se asimila la constancia de género a pesar de la variabilidad de situaciones.
Otro modelo es el de Bem y Markus, para ambas teorías el elemento central en la
construcción de género es la autocategorización, ambas establecen una estabilidad del
constructo de género y un papel protagonista de la persona en el proceso. Por otro lado, se
presentan los Modelos Sociocognitivos, su base es la hipótesis de la profecía
autocumplida, esta explica una retroalimentación entre: estereotipos que adquirimos
mediante la socialización, los cuales influyen y condicionan nuestras actitudes y acciones,
además describen las interacciones entre los individuos y los roles estructurales
socialmente determinados, en esta interacción se construye la identidad de género.

Sin embargo, Leiva (2005) dice que el mayor énfasis actualmente es puesto en los Modelos
Sociales y dentro de estos, específicamente retomaremos dos de las tres las Teorías de la
Identidad Social de Género, ya que estas explican la identidad de género como un
fenómeno social, dinámico y multicausal. En primer lugar, la Teoría de la Identidad Social
(Tajfel, 1981) y de la Autocategorización (Tajfel y Turner, 1986) la cual establece la
identidad como “aquellos aspectos de la propia imagen del individuo que se derivan de las
categorías sociales a las que percibe pertenecer”, así, al identificarnos como mujer u
hombre apelamos a una identidad social de género. Esto supone un proceso de auto-
estereotipaje por el cual las actitudes, normas y conductas comunes al grupo de
pertenencia pasan a ser parte de mi identidad. Se busca una identidad social positiva, por lo
que el endogrupo (grupo de pertenencia) se percibe como superior al exogrupo (otros
grupos a los que no pertenezco), entonces se dan mecanismos de favoritismo intragrupal y
discriminación intergrupal (tendencia, por parte de los miembros a favorecer, beneficiar o
valorar más positivamente a ese grupo). Asì se consigue una diferenciación categórica y
una identidad social positiva.

En la Propuesta Integradora de Deaux y Martin (2003) cada una de estas autoras elige la
teoría más relevante para la construcción de la Identidad: por un lado, la Teoría de la
Identidad Social en Psicología (mencionada anteriormente) y la Teoría de la Identidad de
Stryker, en Sociología. Esta última establece que la identidad es un conjunto de significados
compartidos por un sistema, que son interiorizados a través de roles. Así el origen de la
identidad es en la estructura social y su función es mantener el orden establecido. Esta
estructura se divide en tres niveles: el más general refiere a variables sociodemográficas
(edad, sexo, etnia, estatus económico), el intermedio que abarca estructurales sociales
organizadas (colegio, barrio, trabajo), en estas se adopta un rol que depende del nivel más
general (por ejemplo, según el sexo se adoptan roles distintos dentro de un mismo colegio o
trabajo) y el nivel más próximo que es el contexto inmediato donde se dan las interacciones
personales, los roles adoptados en este nivel se interiorizan y configuran la identidad. Por lo
que esta se establece como un producto y agente a la vez: por un lado, hombres y mujeres
somos asignados a distintos grupos en base a las diferencias sexuales, sumado a que cada
grupo es asociado a un conjunto de pautas sociales, comportamentales y psicológicas que
se van aprendiendo, por eso es que su función es mantener el orden establecido. Sin
embargo, las personas guían y construyen sus procesos de identificación, por lo que es una
construcción subjetiva y el sujeto es un agente activo.

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Así podemos ver que estos modelos sociales establecen la identidad de género como un
fenómeno que se construye socialmente de la mano de estereotipos, roles y conductas
socialmente establecidas que se rigen según lo que cada cultura en un tiempo histórico
determina “para hombre y para mujer”. En cuanto a esto Butler (1990) establece que la idea
del sujeto como una unidad queda refutada debido a la diferenciación que posibilita que el
género sea una interpretación múltiple del sexo. La autora plantea que “si el género son los
significados culturales que acepta el cuerpo sexuado, no puede aceptarse que un género
sea producto de un sexo”. Además establece que el sistema binario busca sostener de
manera implícita una relación idéntica entre género y sexo, sin embargo cuando se teoriza
la construcción del género como algo independiente, el resultado es que “hombre y
masculino pueden significar tanto un cuerpo de mujer como uno de hombre y mujer y
femenino pueda significar un cuerpo de hombre o de mujer.” A su vez la autora retoma a
Simone de Beauvoir (1949) quien en El segun sexo establece que “No se nace mujer, se
llega a serlo” pero en este planteamiento queda implícito un agente, un cogito
(pensamiento) que se adueña de ese género y podria aceptar algun otro”. Posteriormente
plantea que la mujer llega a serlo debido a una obligación cultural de hacerlo, sin embargo
esta obligación no la crea el sexo, ya que no hay nada que asegure que una persona que se
convierte en mujer sea obligatoriamente del sexo femenino.

Finalmente para comprender de manera integral esta construcción activa y subjetiva de la


identidad de género en cada sujeto, es que debemos considerar la definición retomada
anteriormente de la Ley N° 26.743, la cual tiene en cuenta la vivencia interna e individual del
sujeto en relación al género y se remarca que éste puede coincidir o no con el sexo
asignado al nacer, es aquí donde se introducen las nociones de transgénero, cisgénero,
transexual y travesti así como el término Diversidad sexual, el cual es situado en un campo
de prácticas, identidades y relaciones que no se ajustan y/o desafían lo que llamamos
heteronormatividad (Pecheny, 2008). Así, desafiando lo normado y establecido, la
diversidad sexual remite a un espacio político o movimiento (Movimiento LGBTTTIQ+) que
se conforma como “un ámbito de defensa y promoción de vivencias, experiencias y
subjetividades no heteronormativas” (Moreno, 2008).

Así, retomamos la Guía “Diversidad Sexual y Derechos humanos” (2017) para definir estos
términos que actualmente proliferan en los discursos pero que siguen siendo desconocidos
para gran parte de la población, lo que genera procesos de rechazo y exclusión para el
movimiento LGBTTTIQ+. Al hablar de diversidad sexual nos referimos a todas las
orientaciones sexuales, identidades y expresiones de género y diversidades corporales,
desde una perspectiva amplia más allá de los estereotipos socialmente establecidos que
fueron abordados anteriormente.

Debemos tener en cuenta que en nuestro país predomina una cultura biologicista, machista
y patriarcal, esto se define así ya que se considera que el sexo y el género abarcan sólo dos
categorías binarias determinadas por lo anatómico: masculino: varón- femenino: mujer. Así
se espera que aquellas personas a las que se les asignó un determinado sexo al nacer se
comporten de acuerdo con los roles y comportamientos establecidos para cada sexo.

Luego de un amplio proceso de clasificaciones y reconfiguraciones sobre lo que


determinamos que es “la identidad de género”, vemos como se fue desprendiendo y
emancipando de la hegemonía biologicista que no hacía más que reducir a lxs sujetos a la
anatomía del cuerpo y a las categorías generadas como norma, finalmente quedan

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establecidos los siguientes conceptos según la Guía “Diversidad Sexual y Derechos
humanos” (2017):

Genitalidad biológica o sexo asignado al nacer: diferencia orgánica, física y constitutiva


del varón y mujer relacionado con la biología, genéticamente determinada y es asignado al
momento de nacer.

Género: las diferencias entre género se establecen a partir de una construcción social y
cultural, no son un rasgo biológico. Responde a los roles y comportamientos que una
sociedad y una cultura determinan sobre lo que se espera de cada hombre o mujer.

Cis-género: persona cuya identidad de género corresponde con su sexo asignado al nacer.

Transgénero: persona que se autopercibe, siente y expresa una identidad de género que
no corresponde con su sexo asignado al nacer. Mujeres trans: mujeres cuyo sexo asignado
al nacer es masculino. Hombre trans: hombre cuyo sexo asignado al nacer es femenino.
Este término incluye a las personas travestis, transexuales e Intergénero.

Transexual: persona trans que se interviene quirúrgicamente o realiza tratamientos


hormonales para adecuar su cuerpo a su identidad de género autopercibida.

Travesti: persona trans que utiliza vestimentas “socialmente” asignadas a otro género. Este
término es reconocido en nuestro país por estar dotado de una gran carga política dentro
del movimiento de la diversidad sexual.

Intergénero: persona que no se siente perteneciente al género femenino o masculino, es


un género aparte que rompe con el binarismo.

Intersex: personas cuyos cuerpos (cromosomas, órganos reproductivos y/o genitales) no se


encuentran anatómicamente en los patrones sexuales del binario hombre-mujer. Algunas
organizaciones de personas intersex refieren la intersexualidad como parte de la diversidad
corporal.

Queer: personas que rechazan todo tipo de clasificación hegemónica del binario hombre-
mujer. Refiere a la teoría que rechaza categorías estancas respecto a la sexualidad,
orientación sexual e identidad de género.

Orientación sexual: capacidad de cada persona de sentir atracción emocional, afectiva y


sexual por personas de género diferente al suyo, de su mismo género o de más de un
género. Estas diversas orientaciones se pueden dividir en:

Homosexualidad: persona que siente atracción emocional, afectiva y sexual por personas
del mismo género (gays y lesbianas).

Heterosexualidad: persona que siente atracción emocional, afectiva y sexual por personas
de género diferente al propio.

Bisexualidad: persona que siente atracción emocional, afectiva y sexual por personas del
mismo género y del género opuesto.

Pansexualidad: persona que siente atracción emocional, afectiva y sexual hacia las
personas independientemente del género o sexo de estas.

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Asexualidad: falta de atracción sexual hacia otros, o el bajo- nulo interés en el deseo de
actividad sexual.

Demisexualidad: término acuñado por la Asexual Visibility and Education Network (Red de
Visibilidad y Educación Asexual) para referirse a la atracción sexual que se manifiesta
exclusivamente hacia personas con las que previamente se han desarrollado lazos
emocionales fuertes, estables o de cierta duración.

“Tengo la sensación de haberle ganado a la Diana excluida; la historia de la travesti


pobre y triste ya fue.” (Diana Sacayán)

Progresivamente vamos adquiriendo una comprensión más acabada sobre cómo se ha


establecido la heterosexualidad como la norma: la única orientación sexual posible y
“normal” (heteronormatividad). Este modelo excluye a quienes se apartan de estas
categorías (personas trans e intersex) y a quienes poseen una orientación sexual distinta a
la heterosexual (homosexualidad, bisexualidad) y los designa como desviado o anormales.
Ya dijimos que las categorías de normalidad y anormalidad se inscriben para funcionar
como mecanismos para ejercer el poder a quien se aparte de lo establecido, sin embargo, si
tomamos la categoría y le damos visibilidad, es a partir de esta visibilidad que la
categoría se dota de poder político. Es a través de esta visibilización que se han ido dando
los procesos de lucha social por los derechos humanos. Aquí es el momento en el que
surge la pregunta: ¿cómo es posible evadir el estigma a través de la resignificación política
de las categorías peyorativas?

Siguiendo con esta últimò interrogante, podemos ejemplificar este proceso retomando un
pequeño extracto de una entrevista hecha a Georgina Orellano, secretaria general de
AMMAR (Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina) quien comenta cómo
históricamente el colectivo de trabajadoras sexuales se ha apropiado del agravio “puta” para
posicionarlo como una categoría política: “Este movimiento surge en Brasil donde el
movimiento de prostitutas brasileñas liderado por Gabriela Leite, una compañera que ya
falleció, fue de las primeras que en los años 80’ comenzaron a reivindicar como “putas” y
como “prostitutas”. Cuando le preguntaban el por què de tomar esa palabra tan cargada de
estigma, utilizada por el sistema machista y patriarcal como un insulto para intentar
aleccionar a las mujeres, lesbianas, travestis y trans, ella respondìa que “No hay que
regalarle nada al patriarcado y que parte de la lucha no sòlo es tener derechos laborales y
modificar leyes, sino que también la lucha es dar la gran batalla cultural y reapropiarse del
lenguaje, porque todo el lenguaje es político. Nosotras cuando vimos esa lucha decidimos
que lo mismo tenía que pasar acà en Argentina, apropiarnos de estas palabras para que se
escuche nuestra palabra.”

Este proceso de apropiación política del lenguaje se ha ido gestando en el colectivo de las
identidades trans, por lo que consideramos pertinente utilizar la entrevista realizada a Susy
Shock (activista, actriz, escritora, cantante y docente trans) en el programa televisivo
“Historias debidas” a cargo de la periodista Ana Cacopardo.

Esta entrevista nos resultó un material sumamente enriquecedor y podemos ilustrar el


proceso de apropiación del insulto como modalidad de reivindicacion politica mencionado
anteriormente en el siguiente recorte:

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- Entrevistadora: ¿Còmo es esto de apropiarse del agravio, del insulto para darle otro
sentido, otros significado?
- Susy: Me parece que casi es la historia de nuestro continente
- Entrevistada: Porque pasa con la palabra marica
- Susy: Si, marica, puto, torta, trava. Este diminutivo a muchxs les duele todavia, por
eso decimos que bancamos todas las autopercepciones pero a mi dejenme decirle
trava, déjenme decir ese insulto que yo me lo reapropio y se lo quitó al enemigo, lo
dejó sin defensa. A mi me gritan: Trava y yo digo: hetero, mesa, tablet.. ¿Me
entendes? No duele y eso creo que tiene que ver con la primera historia.. ¿Còmo me
va a doler lo que soy? Hay un orgullo de ser y también empieza a ser una puesta
política muy fuerte, desde lo sudaca me paro.
- Entrevistadora: Bueno, asì es como te presentas..
- Susy: Si, artista trans, trava, sudaca.. porque en principio es desde donde me gusta
que me lea el mundo y desde donde me gusta que empiecen los diálogos con ese
mundo, sino, no tenemos nada que hablar. No tenemos tiempo de estar perdiendo
diálogos, ni abrazos, por eso es importante poner las reglas desde antes.

“Hoy digo que con tanta represión, con tanta tortura, igualmente volvería a nacer
trans porque así soy feliz.” (Claudia Pía Baudracco)

La entrevista a Susy Shock sirvió para abordar los procesos de construcción de la identidad
que acompaña a las infancias y juventudes trans y las distintas realidades de expulsión (del
hogar y de otras instituciones) que deben soportar, en muchas ocasiones, el colectivo
LGBTTTIQ+.

- Entrevistadora: Cuando vas a tu infancia, es muy distinta a la del grueso de de las


chicas trans y travestis, ya que existe en el grueso de las historias una marca
originaria, yo le digo marca, ya que te acompaña para toda la vida, que es la
expulsión del hogar pero ese no fue tu caso..
- Susy: No, todo lo contrario, yo tuve un abrazo gigante de la Nelly y mi viejo.. Y ese
abrazo a echo que este ser que soy yo, esta cosa que soy ande por el mundo sin
necesidad de estar pidiendo que me quieran, el niño qe he sido y todo lo que he
podido construir de mi tuvo la autoestima completa... Por eso me parece que debe
ser un hecho político pararse a discutirle a este mundo ¿Que hacemos con las
infancias trans?
- Entrevistadora: Y en el caso de las chicas trans, travestis o aquellas donde se
expresa algo que se sale del binomio varòn-mujer, la expulsión te lleva a la
prostitución, desde niñas..
- Susy: Es así, cuando nos piensan nos piensan siempre adultas, en la esquina, de
màs de 18 años, entonces alguien se tiene que empezar a hacer cargo de este
desembarazo, de que somos expulsadas de hogares heterosexuales, de que luego
la única negociación que tenemos es con nuestro propio cuerpo, para comer, para
dormir una noche abrigada. Alguien se debe comenzar a hacer cargo de este
mundo. A mi cuando me hacen la pregunta ¿Cuando apareció Susy? como si
tuviéramos un dìa de nacimiento propio. Yo que digo que mi historia no se aparece
al resto, generalmente aparecemos en un velorio, en una fiesta donde nadie nos
espera para ser el “hecho fundante” de eso que ha sido negado, entonces yo

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aparezco contra mi familia para darle el debido cachetazo. Así siempre nos vamos
construyendo CONTRA: una familia que no te quiere, la policía que te persigue y
ningunea, entonces ¿Qué pasa si logramos construirnos? Si logramos ser ese
devenir constante, y ni siquiera hablo de las personas trans y también habló de ellas,
es el derechos de toda infancia de ir construyendose, ese el cambio cultural que hay
que pelear
- Entrevistadora: Y como dice la coplita “queremos la salita trans”..
- Susy: Por supuesto.. (Citando su poema) “Que el cambio empiece en los niños y en
la escuela hay que educar, yo no quiero salita rosa quiero salita de trans..” Por ahí
es por donde va la cuestión..

Retomamos este fragmento ya que pone a la vista una realidad de gran parte de la
sociedad se niega a observar: niñxs y adolescentes trans y travestis que desde muy
temprano son expulsadxs de sus hogares debido a que no encuentran el apoyo de
sus familias, lo que da como resultado la expulsión posterior de los sistemas
educativos, laborales y de salud, llevando en muchas ocasiones a iniciarse en la
prostitución para obtener un sustento económico. De acá surge la pregunta: ¿qué
determinantes sociales inciden directamente en la salud de la población trans?

Entendiendo a los determinantes sociales de la salud como las circunstancias en que las
personas nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen incluyendo el sistema de salud. (OMS,
2008)
Según la Guía metodológica para integrar la Equidad en las Estrategias, Programas y
Actividades de Salud (2012) se plantea que en el marco de la Comisión sobre
Determinantes Sociales de la Salud de la OMS se define a los determinantes intermediarios
de la salud: como factores que influyen directamente en la salud, a través de las conductas
relacionadas con la salud y los factores biológicos y psicosociales e integran los siguientes
elementos:
-Las circunstancias materiales: determinantes relacionados con los entornos físicos:
vivienda, consumo potencial, condiciones de trabajo y características físicas en el que se
vive. Dependiendo de la calidad de estas circunstancias, llegan a constituirse en recursos
positivos para la salud o por el contrario pueden suponer un riesgo para la salud.
-Las circunstancias psicosociales: incluyen factores de estrés psicosocial, como: eventos
negativos en la vida o condiciones de vida estresantes o, por el contrario, factores
psicosociales positivos, como las redes y el apoyo social, entre otros. Los diferentes grupos
sociales están expuestos a diferentes experiencias y situaciones vitales que explican los
patrones psicosociales que se dan a largo plazo asociados a las desigualdades en salud.
-Los hábitos o conductas relacionadas con la salud: los hábitos o “estilos de vida” son el
resultado de las condiciones materiales en que se nace, vive y trabaja, siendo la forma en
que los grupos sociales traducen las condiciones materiales de vida en pautas de conducta.
-El sistema de salud: puede intervenir directamente sobre las diferencias de exposición y
vulnerabilidad, a través de un acceso equitativo al sistema de salud y la promoción de
acciones intersectoriales que permitan mejorar el estado de salud. No obstante, es
necesario recalcar que el sistema de salud es un determinante más y, como tal, no puede
por sí solo disminuir las desigualdades sociales en salud aunque contribuya a paliarlas.
-Cohesión social y capital social: el concepto de cohesión social considera, por un lado,
el conjunto de mecanismos de integración que existen en una sociedad, y por otro las
percepciones de la ciudadanía sobre cómo funcionan dichos mecanismos. Estas

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percepciones determinan, a su vez, el sentido de pertenencia al colectivo social por parte de
los grupos que lo conforman. Se puede afirmar que la discriminación es un determinante de
la cohesión social que justifica la intervención del Estado para enfrentarla.

Estos datos se verifican en la Primera Encuesta sobre Población Trans 2012: Travestis,
Transexuales, Transgéneros y Hombres Trans (2012) cuyos objetivos apuntaban a
describir las condiciones de vida y las características sociodemográficas del conjunto de
personas Trans. En la misma se entrevistaron 216 personas Trans residentes del municipio
de La Matanza del Conurbano Bonaerense.

El 67% respondió a la categoría Travesti en cuanto a identidad de gènero, posteriormente


se propuso una distinción en dos grupos, masculinidades y feminidades Trans. Al agrupar
las categorías para facilitar la lectura se pudo establecer que los Trans masculinos son el
15,3% y las Trans femeninas 84,7% (en ésta se incorporan todas las categorías de
respuesta a excepción de los Trans masculinos).

Entre los datos más relevantes de esta encuesta:

★ El promedio de edad de esta población fue de 39 años.


★ Casi la mitad de las personas encuestadas declararon que fue entre los 13 y 17
años de edad cuando expresaron socialmente su expresión de género.
★ El 20% de las personas encuestadas terminaron el nivel secundario o polimodal,
sólo el 7% declaró haber cursado un nivel escolar superior al nivel medio, y el 2%
dijo haber terminado el nivel terciario o universitario. El 64% tiene sólo aprobado el
nivel primario o EGB.
★ Se evidenció una importante carencia de cobertura de salud. El 80% declaró no
tener ninguna cobertura de salud. Sólo el 14% manifestó tener obra social, prepaga
o prepaga con contratación voluntaria.
★ El 55% afirmó haberse realizado tratamiento de hormonización. Este dato cruzado
con identidad de género demostró que las frecuencias de respuesta ante esta
pregunta son mayores en las Trans femeninas (61,6%) que en los Trans masculinos
(18,8%). El 86% de las personas que estuvieron bajo este tratamiento no realizaron
ningún control médico.
★ Con respecto a las modificaciones corporales el 54% afirmó haberse realizado algún
cambio en su cuerpo: la inyección de siliconas o líquidos es la modificación de
mayor frecuencia de respuesta. Casi 8 de cada 10 afirma habérsela aplicado, en
cambio, las prótesis solamente se las realizaron 2 de cada 10 entrevistadas. Casi 7
de cada 10 expresaron que por motivos económicos no se han realizado alguna
modificación corporal.
★ El 70% de las encuestadas expuso estar o haber estado en situación de prostitución.
Las Trans femeninas en un 85% declararon estar o haber estado en situación de
prostitución, sólo un 6% de los Trans masculinos lo hacen o hicieron.
Este dato es reforzado al observar la prostitución como actividad actual, 4 de cada
10 Trans femeninas declararon estar en situación de prostitución ( actividad de
mayor valor entre este grupo) y ningún Trans masculino mencionó la prostitución
como actividad remunerada (actividad más mencionada: trabajador por cuenta
propia -46%- y obrero o empleado -36%-).

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Consideramos que estos datos deben ser tomados en cuenta a la hora de elaborar políticas
públicas que realmente se planteen como inclusivas e integrales. Para que puedan acceder
en igualdad de oportunidades cualquier miembro del colectivo LGBTIQ+, ya que si bien
sabemos que a partir de la aprobación del Proyecto de Ley Nacional “Diana Sacayán” de
Cupo Laboral Travesti Trans en la provincia de Buenos Aires en 2015, distintos municipios y
provincias sancionaron reglamentaciones para destinar puestos de administración pública a
personas travestis, trans y transgénero, y alentar al sector privado a seguir la misma línea.
Sin embargo consideramos que es necesario un buen relevamiento sobre la plena
implementación de estas normativas, ya que mientras esta población continúa sin
oportunidades reales de acceso a un trabajo digno, debe seguir recurriendo a la
prostitución, u a otros trabajos informales y precarizados, así como también continúan
siendo excluidos de las esferas educativas y médicas. Sabemos que aunque la Ley de
Identidad de Género establece que se le deben brindar las posibilidades para que quien
desee pueda acceder a intervenciones quirúrgicas, tratamientos hormonales, existen
muchas trabas administrativas y burocráticas. Así como sabemos que tampoco se les
permite el acceso a mujeres trans a estudios como papanicolau, colposcopia o
mamografías, tampoco se contempla el acceso de hombres trans a los estudios y controles
correspondientes, siendo sumamente necesario para poseer y mantener una calidad de
vida plena.

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CONSIDERACIONES FINALES:

Para finalizar, luego de un proceso de reflexión sobre todo lo que implica la apropiación de
estas temáticas, consideramos que al comenzar el cursado del seminario no estábamos lo
suficientemente informadxs sobre la organización política que lleva a cabo el colectivo
LGBTTTIQ+ en pos de reivindicar sus derechos y que sus voces sean escuchadas. Esto
motivó a la búsqueda de información y nos encontramos con grandes movimientos y
federaciones nucleadas en nuestro país como la Federación Argentina LGBT (FALGBT)
junto con la Asociación de Travestis Transexuales y Transgéneros de Argentina (A.T.T.T.A)
quienes (entre otras) se han encargado de impulsar y lograr muchas de las leyes que han
mejorado la calidad de vida de lxs sujetxs de la comunidad, entre ellas: Ley N° 26.618:
Matrimonio Igualitario, Ley 26.743: Identidad de Género, Derogación de los Códigos de
Faltas que criminalizan la diversidad sexual, Educación sexual para la diversidad sexual.,
Ley de fertilización asistida sin discriminación hacia lesbianas, gays, bisexuales y trans, etc.

Es sumamente importante la unión en organizaciones que puedan luchar por los derechos
históricamente negados a la comunidad lgbtttiq+, entre otras agrupaciones nucleadas en el
país estan: Comunidad Homosexual Argentina (CHA), Mujeres Trans Argentinas,
Asociación La Rosa Naranja, todas estas luchan para mejorar las condiciones de vida, la
igualdad de oportunidades asi como tambien buscan continuar avanzando en materia de
leyes. Sin embargo, debemos tener en cuenta que debe ser la unión de estos sujetxs,
colectivos agrupaciones y federaciones la que de la “gran batalla cultural” que pueda
derribar los estereotipos de género, la despatologización contra toda orientación sexual e
identidad de género y asì gestar una sociedad libre de discriminación y prejuicio que
contemple la diversidad sexual y que pueda alojar a las infancias trans y todas las infancias
posibles.

Además debemos tener en cuenta la lucha de estos colectivos contra los femicidios,
transfemicidios y crímenes de odio. Según un Informe del Observatorio Nacional de
Crímenes de Odio LGBT (2017) se registraron al menos 103 crímenes de odio contra los
miembros de este colectivo (asesinato, agresiones y hechos de violencia física), el 58% de
las víctimas fueron mujeres trans, el 30% varones gays, el 9% contra mujeres lesbianas y
por último, el 3% contra varones trans. Esto debe tomarse como un fuerte indicador de la
violencia y discriminación que sufren estas personas, lo que debe motorizar la creación de
políticas para erradicar este tipo de violencia y protección integral para las víctimas, así
como también para cualquier persona que sea expulsada de su hogar.

De la mano de esto y para finalizar, debemos tener en cuenta que dentro de este gran
entramado se aloja nuestro rol como profesionales de la salud mental, teniendo en cuenta
todas estas situaciones de inequidad y desigualdad es donde debemos reivindicar nuestro
rol como agentes de cambio. Es necesario que lxs profesionales psicologues podamos
atender a las demandas de diálogo y escucha que tiene lxs personas del colectivo lgbtttiq+,
ayudando y acompañando los procesos de transición y alojando el malestar psíquico de
quienes reciben manifestaciones de violencia y discriminación, para contribuir a gestar una
sociedad inclusiva y diversa, en todas sus formas.

“Armados con la bandera del arco iris, símbolo de la diversidad humana, están
revolucionando uno de los legados más siniestros del pasado. Los muros de la
intolerancia están empezando a desmoronarse. Esta afirmación de la dignidad, que
nos dignifica todo, nace del coraje de ser diferente.” (Eduardo Galeano)

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