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Experiencias Espirituales de Un Programa de Retiro Intensivo El Proceso Hoffman de Cuadrinidad - Compress
Experiencias Espirituales de Un Programa de Retiro Intensivo El Proceso Hoffman de Cuadrinidad - Compress
Abstract
“Hay momentos en la vida en que las cosas cambian y tu también cambias para siempre. Al
de mucho tiempo, puedes recordar esos momentos con una claridad casi cristalina.
Parecen más reales que entonces, infundidos de una singular riqueza de conciencia,
emoción y Presencia. En ese instante pasas del ahogo de la vida diaria a un estado
de despertar y libertad. Finalmente estás es casa, cómodo o cómoda en tu propia
piel, sintiendo que Einstein llamó a la solidaridad con la vida. Tu viaje personal –
los éxitos y los fracasos, las heridas y la sabiduría – adquiere un sentido profundo.
Se abre una fuente de compasión, y te amas a ti mismo y a todos los seres con
profunda humildad y sencillez – quizás por primera vez. Desde esta tierna situación
de vuelta al hogar viene la absoluta convicción de que la vida es un viaje sagrado,
una bendición y un privilegio.
“Yo experimenté tal momento de despertar hace una década, durante el Proceso Hoffman
de Cuadrinidad. Había hecho mucho del trabajo....identificar los patrones de
comportamiento que habían causado tanto dolor en mi vida. Pero el trabajo había
sido en su mayor parte intelectual hasta....[el Proceso Hoffman].” (Laurence, 2003,
p.xiii.)
Su prólogo del libro continúa tres páginas más, pero lo que claramente Dr. Borysenko está
describiendo es una experiencia de curación espiritual. De modo que retornamos a
la cuestión de ¿qué es una experiencia espiritual, y podemos hacerla operativa o
conscientemente hacer que juegue un rol en la curación?
A pesar de que la reducción de los afectos negativos había sido documentada en una
investigación en 1997 llevada a cabo por Windhausen en la Universidad de Munich,
Alemania, lo que sorprendió a los profesores Aldwin y Levenson fue que en ningún
lugar de la literatura pudieron encontrar una intervención que causara ambos,
reducción sostenida de los afectos negativos y aumento sostenido de los afectos
positivos. En octubre de 2002, los profesores Levenson y Aldwin de manera
informal compartieron sus descubrimientos con nuestra Comisión de Miembros.
Con curiosidad de saber más sobre la posible relación de la reducción de los afectos
negativos y el aumento de los afectos positivos, el Profesor Levenson desde
entonces ha realizado un análisis de sus datos más fino y detallado. A principios de
Mayo del 2003, visité a los doctores Levenson y Aldwin en sus despachos de la
Universidad en Davis. Me dijeron que como resultado de este último nivel de
análisis podían afirmar que el incremento en la espiritualidad y el perdón en el
Proceso Hoffman predecían a una disminución en la depresión.
LA CUADRINIDAD
Hace unos 35 años, Bob Hoffman, el fundador de nuestro Instituto, observó que a
pesar de la cantidad de trabajo que se ha realizado sobre los efectos del
condicionamiento parental, se ha hecho muy poco para entender la motivación de
los niños a porfiar el comportamiento negativo de sus padres. Bob tenía una
introspección fundamental de esta dinámica y lo denominó el Síndrome de Amor
Negativo. De esta forma, se dedicó a enseñar a la gente a liberarse de las
implicaciones del Amor Negativo y cómo encontrar una fuente permanente de amor
en ello.
Los seres humanos tienen una dependencia absoluta y a largo plazo de sus padres.
En el nacimiento, nuestra conciencia solamente es emocional; el intelecto está
inactivo, el cuerpo físico no está desarrollado y el yo espiritual indiferenciado. El
vínculo emocional está presente de forma inmediata, primero con la madre y luego
con el padre. El ‘vínculo parental’ es de naturaleza emocional y es el cordón
umbilical de supervivencia del niño. De manera que tan pronto como el niño
experimente un fluir continuo de amor incondicional, se sentirá seguro, amado y
nutrido. No cabe duda de que no hay padres que puedan amar a sus hijos de manera
perfecta y los niños a su vez experimentan la interrupción del amor de sus padres –
quizás por el abandono, muerte o divorcio – o por su amor de manera condicional.
Para exponerlo en los términos más sencillos y personales: cada vez que nuestros
padres se encontraban en un estado emocional negativo nosotros, como niños
pequeños, tuvimos la experiencia de ser emocionalmente rechazados o
abandonados.
Conducidos por el intento primitivo pero inocente de terminar con el sentimiento de
separación de los padres que experimentamos de niños cuando estaban siendo
negativos, de forma espontánea adoptamos sus patrones de amor negativos como si
fueran nuestros para así poder experimentar el vínculo con ellos una vez más. En su
necesidad de sobrevivir, los niños utilizarán las emociones de sus padres que estén
disponibles para vincularse con ellos, incluyendo los dolores físico y emocional, la
humillación, la degradación, la crítica, la depresión, la ira, las adicciones, la
vergüenza, el perfeccionismo, el ser confrontador, irresponsable, etc. Para el niño
ninguno de estos rasgos es positivo o negativo, solamente es cuestión de pertenecer
a la familia. El hecho de adoptar las negatividades de nuestros padres para ganar su
aceptación y aprobaciones es lo que llamamos el Síndrome de Amor Negativo.
En un monográfico sobre el Proceso Hoffman de Cuadrinidad, el psiquiatra y autor
Claudio Naranjo escribió:
“La idea de Hoffman de que el niño adopta los rasgos parentales para ser amado ....[de
ambos] reconoce la necesidad de amor como la fuente básica de identificación, [y]
implica una asunción en la mente del niño de que siendo como sus padres, obtendrá
el amor que no experimenta siendo meramente él mismo.”
(Naranjo, 1993, p.5.)
En Una Teoría General del Amor, los autores Lewis, Amini y Lannon hablan de
este mismo fenómeno al describir “la teoría del apego”, concepto desarrollado en
los 50 por el psicoanalista John Bowlby.
“Bowlby teoriza que los infantes humanos nacen con un sistema cerebral que promueve la
seguridad gracias al establecimiento de un comportamiento instintivo de vínculo
con sus madres. Ese vínculo produce angustia cuando la madre se ausenta, así como
el impulso de ambos para buscarse cuando el niño está asustado o dolorido.” (Lewis
et al., 2000, p. 70.)
Por supuesto, existe una literatura muy amplia sobre este tema. Muchos han
investigado el vínculo entre el trauma infantil y los problemas de salud física a lo
largo de la vida. Por ejemplo, la revisión de Chris Brewin sobre las investigaciones
que correlacionaban las críticas negativas de los padres con la depresión adulta lo
demuestran.
Una vez más, la causa fundamental de nuestra falta de habilidad para relacionarnos
con nosotros mismos y con los demás con amor, es el estado infantil de sentirse
indigno de amor que persiste en nuestra vida adulta. Este es el Amor Negativo.
Así, cuando Bob Hoffman acuñó el término “niño emocional” en 1972, se refería a
esa constelación de apegos emocionales negativos (los denominó “Patrones de
Amor Negativo”) que mantienen a los adultos fragmentados y emocialmente
bloqueados en el pasado. El niño emocional, por definición, es inmaduro, infantil y
necesitado. Claudio Naranjo escribió, “Mientras el amor es una disposición a dar,
nacido de la abundancia....el ’amor negativo’ es querer recibir, enraizado en la
deficiencia....” (Naranjo, p.5.).
Cuando el niño se desarrolla, el emergente Yo Intelectual entra en una especie de
alianza oscura con el Yo Emocional negativamente programado. El Intelecto puede
justificar, explicar, defender y racionalizar los Patrones de Amor Negativo del Yo
Emocional; también avergüenza y domina al Yo Emocional, y desarrolla estrategias
para mitigar la vulnerabilidad emocional, tal como buscar la aprobación de los
demás, o ejercer poder sobre los otros en el mundo.
La dinámica entre el Ser Emocional negativamente programado y el Intelecto
negativamente programado resulta en la cháchara en la mente y el dolor en el
cuerpo. Todo esto ha sido denominado el Diálogo Aflictivo Negativo del Comité
Basura.
Como sea que lo nombremos, sus efectos biológicos en el Ser Físico están bien
documentados. A pesar de que la historia real de Amor Negativo de una persona no
puede ser reescrita, es posible que la compasión, el perdón, el amor incondicional y
el vínculo espiritual la reemplacen.
Viviendo a través de estas negatividades adoptadas, obscurecemos nuestra innata y
verdadera esencia espiritual. Sin embargo, la toma de conciencia de estas
negatividades que fueron aprendidas abre la posibilidad de que se desaprendan y
liberen.
En el Instituto Hoffman hemos encontrado que la clave para efectuar una
integración curativa de la propia “Cuadrinidad” se encuentra en la experiencia del
propio Ser Espiritual (o esencia), y también experimentando lo que nosotros
llamamos la “Luz”, que es la inteligencia espiritual superior. Los participantes del
Proceso Hoffman están invitados a experimentar estos reinos espirituales
directamente, en primer lugar a través de visualizaciones guiadas.
Cuando uno tiene la experiencia interna de verse inundado de la Luz y es consciente de su
Ser Espiritual, todas las acciones hacia la libertad adquieren una dimensión
espiritual. Incluso el trabajo catártico que empleamos para desidentificarse de los
Patrones de Amor Negativo se convierte en un “trabajo sagrado”, un acto de
sacrificio de las propias ilusiones. James Fowler se ha referido a esto como el
“sacramento de la derrota” en la cual los individuos se percatan de que todos los
medios que han intentado para ser felices les han llevado a su fracaso.
El teólogo Católico, el padre Thomas Keating, entre otros, habla del “falso self” que se ha
creado en la infancia como reacción a los propios padres y del “verdadero self” que
puede brillar una vez el falso self ha desaparecido. El Proceso Hoffman de
Cuadrinidad, actúa día a día a través de una serie de ejercicios y rituales hábilmente
diseñados por los cuales los participantes se desidentifican de su falso yo y
refuerzan su identificación con su Ser Espiritual. Este cambio desde el ego hacia la
esencia es transformativo y tiene el efecto de recolocar el centro de gravedad del
propio ser.
Tal y como Herbert Benson identifica la “respuesta de relajación” como una respuesta
innata del cuerpo humano, observamos que los estados superiores de bienestar, tal
como paz, compasión, alegría, amor e integración son la respuesta natural del ser
completo, la Cuadrinidad, cuando el Ser Espiritual emerge.
En el curso normal de sucesos, perder el soporte de la propia identidad con los
padres – a pesar de que se considera un paso hacia la madurez – puede generar una
ansiedad considerable. Sin embargo, la clave para el cambio de identidad en el
Proceso Hoffman, es el apoyo de la nueva identidad en el esencial Ser Espiritual.
Ocurrirá un cambio vivencial en el cual el vínculo primario en vez de permanecer
con los padres introyectados se mueve hacia nuestro Ser Espiritual interno. Suceso
que nos permitirá cambiar el sentido interno de nosotros mismos, mientras se
rompe el vínculo negativo con nuestros padres introyectados y se sanan las
relaciones interpersonales sin generar ansiedad.
De hecho, este proceso resultará en una reducción del nivel de ansiedad, como se
demostró en el estudio UC, junto con la reducción de la hostilidad y la depresión.
En nuestra opinión la reducción de los afectos negativos tienen que ver con el hecho
de que la propia identidad se va a enraizar en el Ser Espiritual más que el simple
engrandecimiento de la propia imagen a coste de empequeñecer la de los padres. El
individuo no va a sufrir “depresión abandónica” como a menudo es el caso cuando
hay un sentido de pérdida del vínculo con los propios padres en la terapia
tradicional. La espiritualidad apoya el cambio porque no está “contra o sobre” los
padres. Está para beneficiar al ser.
Nuestro trabajo demuestra que la dimensión espiritual de curación no es
“alternativa” sino central, crucial, y fundamental para la promoción del bienestar y
la curación. Se le denomina como “alternativa” únicamente como consecuencia de
nuestra perspectiva histórica y cultural que de forma muy estrecha exalta la alopatía,
además de que a menudo, considera rara o irrelevante la posibilidad de que la gente
acceda a los recursos espirituales. Estos dos tipos de ceguera son falacias y resultan
extremadamente limitantes para la sanación humana.
La espiritualidad hace que el cambio y la creación sean accesibles; la espiritualidad
produce el vínculo con el ser, los demás y el todo. La espiritualidad trae paz y
esperanza y nos aleja del sufrimiento, el desamparo y la angustia.
El Proceso Hoffman, en concreto habla de todas estas dimensiones con el objetivo
de aumentar la toma de conciencia del obsoleto patrón de comportamiento negativo,
especialmente los comportamientos que producen ansiedad, ira y depresión. El
Proceso Hoffman también coloca a la gente en su espacio natural de espiritualidad
trabajando explícitamente con el modelo de Cuadrinidad e invitándoles a sumergirse
en la “Luz”como fuente de nueva inspiración y acción. Sorprendentemente, o quizás
no sea tan sorprendente, una vez los patrones de Amor Negativo se han
comprendido totalmente y descargado de su energía física y psíquica, las personas
hacen este proceso como la expresión natural de su humanidad.
De esta forma, el Proceso Hoffman es un proceso de salud, así como un proceso de
promoción de la compasión y las relaciones. Por lo tanto es un recurso valioso para
personas de todas las profesiones, pero quizás en especial para aquellos que
pertenecen a las profesiones de la salud y los que enseñan a profesionales de la
salud.
AGRADECIMIENTOS DEL AUTOR: