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EXPERIENCIAS ESPIRITUALES DE UN PROGRAMA DE RETIRO INTENSIVO: EL

PROCESO HOFFMAN DE CUADRINIDAD

Presentado en el ‘Works of Love: Scientific & Religius Perspectives on Altruism’


Universidad de Villanova. 3 de Junio de 2003.
Raz Ingrasci, Presidente
Instituto Hoffman
San Anselmo, California.

Abstract

Se trata de una descripción de la eficacia del Proceso Hoffman de Cuadrinidad (PHC) en la


curación emocional y el crecimiento personal. Recoge los resultados de un Estudio
de Investigación Subvencionado en la Universidad de California durante tres años
que encontró dos importantes dimensiones de cambio resultado de la participación
en el PHC: la disminución mantenida de los afectos negativos: en concreto,
depresión, hostilidad, ansiedad, trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y
sensibilidad interpersonal; y el incremento sostenido de los afectos positivos: en
concreto, espiritualidad, empatía e inteligencia emocional. Un análisis más profundo
de los datos reveló que el incremento en espiritualidad y capacidad de perdonar en
el Proceso Hoffman predecía la disminución de la depresión.

La descripción de los conceptos nucleares del Proceso Hoffman, el Modelo de Cuadrinidad


del Ser (Físico, Emocional, Intelectual y Espiritual) y el Síndrome de Amor
Negativo explica cómo y por qué los niños de forma compulsiva e inconsciente se
oponen al comportamiento negativo de los padres, describe la relación entre el
aspecto Intelectual del ser y el aspecto Emocional, y cómo la conciencia y la
integración del aspecto Espiritual es la clave para la libertad, curación y
crecimiento.

Palabras clave: Proceso Hoffman, Síndrome de Amor Negativo, Investigación, Curación,


Espiritualidad.

El programa intensivo al que me refiero en este artículo es el Proceso Hoffman de


Cuadrinidad. Fundado en el 1967, el Proceso Hoffman de Cuadrinidad es un
programa residencial de ocho días de renovación espiritual y reeducación emocional
que el Instituto Hoffman imparte en doce países del mundo. En los Estados Unidos
trabajamos con alrededor de 1000 personas al año.
Cuando hablamos de experiencias espirituales, especialmente en un contexto como este,
nos referimos no solamente a cosas como el amor incondicional, la sabiduría y
compasión interiores sino también a la curación. De hecho, asociamos las
experiencias espirituales con la curación emocional y la salud física, de la misma
manera que sabemos que las emociones negativas tal como la hostilidad, la
depresión y la ansiedad están relacionadas con la enfermedad. Cada vez más
investigaciones establecen la correlación entre la salud física y la emocional.
El Instituto Hoffman parte de la premisa de que la Inteligencia Espiritual potencia la
Inteligencia emocional y la curación emocional. La Inteligencia Espiritual consta de
un conjunto de comportamientos, prácticas y particularidades que pueden ser
aprendidas. Estamos interesados en saber qué es la Inteligencia Espiritual y como
hacerla operativa para que tome parte de la curación basada en el trabajo emocional
y espiritual. Nos interesa lo que se abre dentro de la persona para que pueda
experimentar la emergencia de un camino espiritual.
Para dar el tono de mis observaciones, quiero antes relatar una breve historia sobre el
científico ruso y premio Nobel Ivan Pavlov, más conocido por su investigación
sobre el condicionamiento clásico.
El profesor Pavlov vivió en una era anterior al descubrimiento de los antibióticos en la que
los médicos conocían muy bien la relación que había entre la ‘voluntad de vivir’ y
la función inmunológica. De hecho, la habilidad del médico para estimular la
‘voluntad de vivir’ del paciente a menudo era el factor decisivo para la recuperación
o la muerte del paciente.
De esta manera, Pavlov se encontraba en su lecho de muerte como consecuencia de una
infección sistémica que le había provocado una fiebre muy alta. Su médico, que
presumiblemente era uno de los mejores de Moscú, había intentado todo lo que
conocía en vano. Por fin, el médico le dijo a Pavlov que no había más tratamiento
posible y que le quedaban entre seis y doce horas de vida. Y así el médico abandonó
la habitación. Unos minutos más tarde Pavlov débilmente hizo un gesto a su
asistente (que había estado con él durante muchos años) para que se acercase.
Reuniendo toda su fuerza, Pavlov le dio instrucciones de coger dos baldes vacíos y de
llevarlos a un lugar del muelle del río de Moscú. Una vez allí tenía que llenarlos de
barro e inmediatamente volver a su lecho con los baldes de barro.
Una hora después el asistente volvió y Pavlov le pidió que colocase los baldes sobre dos
sillas, una a cada lado de la cama y entonces introdujese sus brazos en el barro.
Débilmente Pavlov masajeaba y estrujaba el barro con los dedos.
Un par de horas más tarde la fiebre cesó y se encontraba mejor. Un mes después Pavlov se
había recuperado mucho e invitó a su asistente a cenar con él en su apartamento.
Después de un tiempo de conversación informal, de repente el asistente exclamó,
“Dr. Pavlov, le ruego que me perdone pero no puedo contenerme más. El barro del
río Moscú tiene un poder curativo milagroso. No deberíamos guardarlo como un
secreto. La gente vendría de todo el mundo para curarse”.
Guardando un momento de silencio, Pavlov le contestó, “El barro no tiene poder curativo”.
“Pero lo vi con mis propios ojos” insistía su asistente. “Tengo esa certeza”.
Pavlov dijo, “ Escucha, yo sabía que me estaba muriendo y se me ocurrió que sólo
experimentando de alguna manera amor incondicional, quizás podría provocarme a
mismo la curación. Hice memoria y me acordé de una ocasión en la que sentí amor
total e incondicional. Tenía tres años y estaba con mi madre. Mientras ella lavaba la
ropa en el río Moscú yo estaba jugando con el barro en el mismo lugar que te pedí
que fueras. El barro que me trajiste me ayudó a evocar mejor aquel recuerdo y
profundizar en mi experiencia de amor incondicional. Eso es lo que me curó. Siento
admitir que no hay nada especial en el barro.”
La primera vez que escuché esta historia fue hace diez años de Joan Borysenko, Ph.D.,
destacada autora, psiconeuroinmunóloga y co-fundadora (en 1980) de la Clínica
Cuerpo-Mente en el Hospital Diaconista de Harvard.
En el libro, You Can Change Your Life, escrito por mi colega inglés Tim Laurence, sobre el
Proceso Hoffman (recientemente publicado en Inglaterra, Canadá y Australia y
pendiente de salir en EEUU a principios del año por Bantam Press) en el cual Joan
Borysenko comienza su prólogo así:

“Hay momentos en la vida en que las cosas cambian y tu también cambias para siempre. Al
de mucho tiempo, puedes recordar esos momentos con una claridad casi cristalina.
Parecen más reales que entonces, infundidos de una singular riqueza de conciencia,
emoción y Presencia. En ese instante pasas del ahogo de la vida diaria a un estado
de despertar y libertad. Finalmente estás es casa, cómodo o cómoda en tu propia
piel, sintiendo que Einstein llamó a la solidaridad con la vida. Tu viaje personal –
los éxitos y los fracasos, las heridas y la sabiduría – adquiere un sentido profundo.
Se abre una fuente de compasión, y te amas a ti mismo y a todos los seres con
profunda humildad y sencillez – quizás por primera vez. Desde esta tierna situación
de vuelta al hogar viene la absoluta convicción de que la vida es un viaje sagrado,
una bendición y un privilegio.

“Yo experimenté tal momento de despertar hace una década, durante el Proceso Hoffman
de Cuadrinidad. Había hecho mucho del trabajo....identificar los patrones de
comportamiento que habían causado tanto dolor en mi vida. Pero el trabajo había
sido en su mayor parte intelectual hasta....[el Proceso Hoffman].” (Laurence, 2003,
p.xiii.)

Su prólogo del libro continúa tres páginas más, pero lo que claramente Dr. Borysenko está
describiendo es una experiencia de curación espiritual. De modo que retornamos a
la cuestión de ¿qué es una experiencia espiritual, y podemos hacerla operativa o
conscientemente hacer que juegue un rol en la curación?

El Proceso Hoffman de Cuadrinidad ha sido objeto de investigación durante los últimos


veinte años tanto aquí como en Alemania. Más recientemente, dos destacados
investigadores de la Universidad de California en Davis, los profesores Michael R.
Levenson y Carolyn M. Aldwin, en el 2002 completaron una investigación becada
de tres años en la cual se evaluaba a los participantes en cuatro ocasiones: antes del
programa de 8 días, una semana o dos después, tres meses más tarde y por último al
de un año. Los resultados se compararon con un grupo control. Los investigadores
consideran esta ocasión como la primera evaluación científica y formal de lo que
denominan como “ una terapia alternativa.”
Este estudio ha sido envidado para publicación y sus descubrimientos ya han sido
presentados en dos conferencias a lo largo de este año: el Society for Research in
Adult Development en Tampa, Florida, en abril, y el Western Psychological
Association en Vancouver, Columbia Británica, en Mayo. Así mismo, los Doctores
Levenson y Aldwin van a presentar sus resultados en la Convención Nacional de la
Sociedad Americana de Psicología en Toronto el 9 de Agosto.
Su investigación muestra dos importantes dimensiones de cambio resultado del Proceso
Hoffman de Cuadrinidad (PHC):
1. Considerables efectos duraderos en la reducción de afectos negativos, en
concreto la depresión, la hostilidad, la ansiedad, TOC, y sensibilidad interpersonal;
2. Considerables efectos duraderos en el aumento de afectos positivos, en
concreto, la espiritualidad, la empatía, la inteligencia emocional, el perdón y la
satisfacción con la vida.
En consonancia con estos resultados en los afectos, los entrevistados indicaron que “la
salud general, la energía y la vitalidad” también habían aumentado y mantenido de
forma significativa.

A pesar de que la reducción de los afectos negativos había sido documentada en una
investigación en 1997 llevada a cabo por Windhausen en la Universidad de Munich,
Alemania, lo que sorprendió a los profesores Aldwin y Levenson fue que en ningún
lugar de la literatura pudieron encontrar una intervención que causara ambos,
reducción sostenida de los afectos negativos y aumento sostenido de los afectos
positivos. En octubre de 2002, los profesores Levenson y Aldwin de manera
informal compartieron sus descubrimientos con nuestra Comisión de Miembros.

Con curiosidad de saber más sobre la posible relación de la reducción de los afectos
negativos y el aumento de los afectos positivos, el Profesor Levenson desde
entonces ha realizado un análisis de sus datos más fino y detallado. A principios de
Mayo del 2003, visité a los doctores Levenson y Aldwin en sus despachos de la
Universidad en Davis. Me dijeron que como resultado de este último nivel de
análisis podían afirmar que el incremento en la espiritualidad y el perdón en el
Proceso Hoffman predecían a una disminución en la depresión.

No cabe duda de que el perdón y la espiritualidad generalmente se considera que


está relacionadas positivamente con la salud mental. Simplemente es imposible ser
compasivo y hostil a la vez. Sin embargo, los resultados de esta investigación,
muestran que el incremento en espiritualidad y perdón pueden predecir la reducción
de la depresión a largo plazo.
Así, la disminución de los afectos negativos (p.e. la curación emocional) ocurren
cuando las personas despiertan a o profundizan en su multifacética espiritualidad y
aprenden a dar a esa espiritualidad una aplicación práctica en sus vidas diarias; por
este motivo, el diseño e intención del PHC trata de provocarlo.
Consideramos a la espiritualidad como un sentimiento vivido de solidaridad con
todas las cosas, un sentimiento de conexión, una sensación de que el alma interna
brilla a través. Y de la misma manera que un cristal roto que gira al darle la luz, se
pueden revelar muchas facetas de la espiritualidad: la sabiduría interior que es
superior al conocimiento que viene del exterior; la compasión; la curación; la
totalidad; la entrega; el amor incondicional; la salvación; la redención; el perdón; la
gracia; el gozo sin referencia; el asombro; las experiencias de creatividad e
iluminación; el sentido y el propósito superiores; la bondad amorosa; la integridad;
defender lo que uno ama, etc. Los participantes del Proceso Hoffman cultivan y
activan cuidadosamente todas estas facetas de la espiritualidad.
Se dice que hay dos cosas que motivan a la gente a cambiar: su dolor y sus sueños.
Nosotros trabajamos con la gente a ambos niveles. Como es de esperar, en primer
lugar la gente hace nuestro trabajo buscando alivio de las típicas formas de
sufrimiento psicológico que cualquier vida puede implicar: pérdidas, ansiedad,
depresión, estrés y enfermedades asociadas, ira, comportamiento compulsivo-
adicitivo, dolor y vergüenza infantiles no resueltos, problemas familiares, de pareja
o relacionales, impases profesionales, etc.
Nuestros clientes buscan más amor en sus vidas; sabemos que primero deben
encontrarlo dentro. Quieren que las ‘cosas malas’ dejen de suceder; sabemos que
muchas de esas ‘cosas malas’ son la expresión trágica de una necesidad infantil de
amor no encontrada. Anhelan comprometerse y ser aceptados, sabemos que
necesitan encontrar la auto-comprensión. Desean aliviarse del sufrimiento; sabemos
que la curación que buscan viene de un despertar espiritual.
El Proceso Hoffman de ocho días está estructurado como una especie de viaje del
héroe, una odisea psico-espiritual en la cual las causas del propio sufrimiento vienen
a dar luz y se convierten en el combustible del aprendizaje trasformacional y las
experiencias espirituales. Se crea conscientemente un campo de energía compasiva,
a través de la cual tiene lugar la curación.
Quiero compartir con ustedes algunos de los principios del Proceso Hoffman de
Cuadrinidad y lo que conocemos de este enfoque para provocar el campo espiritual
de la curación.
Primero, voy a presentar nuestro modelo multi-dimensional del ser humano, lo cual
denominamos la Cuadrinidad. Después explicaré el Síndrome de Amor Negativo, el
cual describe la fuente del sufrimiento que bloquea nuestro vínculo con la
espiritualidad. Por último, presentaré la diferenciación y la integración de la
espiritualidad que consideramos induce al aprendizaje transformacional, la curación
y las experiencias espirituales.

LA CUADRINIDAD

La Cuadrinidad es el marco para comprendernos a nosotros y nuestro


comportamiento, que incluye todos los cuatro aspectos del ser: el ser físico, el ser
emocional, el ser intelectual y el ser espiritual. Estos cuatro aspectos forman un
complejo e interactivo sistema holístico. La Cuadrinidad es nuestro Ser, encarnando
los cuatro aspectos; sin embargo, resulta de gran utilidad diferenciarlos para lograr
una mayor integración. Muy brevemente son:
1. El SER FÍSICO es un sistema biológico, la morada de los otros tres aspectos del ser.
A través del cuerpo manifestamos los sentimientos del ser emocional, los
pensamientos del ser intelectual, y la presencia del ser espiritual.
2. El SER EMOCIONAL experimenta y expresa toda la gama de emociones a través
del cuerpo físico. Es relacional, empático y está conectado con los demás además de
aprehender tales cosas como la pertenencia, la seguridad y la confianza.
3. El SER INTELECTUAL es nuestro procesador pensante y lógico de resolución de
problemas. Comprende las creencias, percepciones, juicios, filosofías, puntos de
vista del mundo y valores. El intelecto discrimina la verdad y sintetiza los
conceptos. También tiene la capacidad de racionalizar, justificar y decepcionarse a
sí mismo y a los demás.
4. El SER ESPIRITUAL es puro, sabio, omnisciente, aspecto no mediado del ser,
positivo, y de presencia abierta y creativa. Es la conexión con lo divino de cada
persona. Decimos que el SER ESPIRITUAL de cada uno razona en armonía con el
Universo.
EL SÍNDROME DE AMOR NEGATIVO

Hace unos 35 años, Bob Hoffman, el fundador de nuestro Instituto, observó que a
pesar de la cantidad de trabajo que se ha realizado sobre los efectos del
condicionamiento parental, se ha hecho muy poco para entender la motivación de
los niños a porfiar el comportamiento negativo de sus padres. Bob tenía una
introspección fundamental de esta dinámica y lo denominó el Síndrome de Amor
Negativo. De esta forma, se dedicó a enseñar a la gente a liberarse de las
implicaciones del Amor Negativo y cómo encontrar una fuente permanente de amor
en ello.

Los seres humanos tienen una dependencia absoluta y a largo plazo de sus padres.
En el nacimiento, nuestra conciencia solamente es emocional; el intelecto está
inactivo, el cuerpo físico no está desarrollado y el yo espiritual indiferenciado. El
vínculo emocional está presente de forma inmediata, primero con la madre y luego
con el padre. El ‘vínculo parental’ es de naturaleza emocional y es el cordón
umbilical de supervivencia del niño. De manera que tan pronto como el niño
experimente un fluir continuo de amor incondicional, se sentirá seguro, amado y
nutrido. No cabe duda de que no hay padres que puedan amar a sus hijos de manera
perfecta y los niños a su vez experimentan la interrupción del amor de sus padres –
quizás por el abandono, muerte o divorcio – o por su amor de manera condicional.
Para exponerlo en los términos más sencillos y personales: cada vez que nuestros
padres se encontraban en un estado emocional negativo nosotros, como niños
pequeños, tuvimos la experiencia de ser emocionalmente rechazados o
abandonados.
Conducidos por el intento primitivo pero inocente de terminar con el sentimiento de
separación de los padres que experimentamos de niños cuando estaban siendo
negativos, de forma espontánea adoptamos sus patrones de amor negativos como si
fueran nuestros para así poder experimentar el vínculo con ellos una vez más. En su
necesidad de sobrevivir, los niños utilizarán las emociones de sus padres que estén
disponibles para vincularse con ellos, incluyendo los dolores físico y emocional, la
humillación, la degradación, la crítica, la depresión, la ira, las adicciones, la
vergüenza, el perfeccionismo, el ser confrontador, irresponsable, etc. Para el niño
ninguno de estos rasgos es positivo o negativo, solamente es cuestión de pertenecer
a la familia. El hecho de adoptar las negatividades de nuestros padres para ganar su
aceptación y aprobaciones es lo que llamamos el Síndrome de Amor Negativo.
En un monográfico sobre el Proceso Hoffman de Cuadrinidad, el psiquiatra y autor
Claudio Naranjo escribió:
“La idea de Hoffman de que el niño adopta los rasgos parentales para ser amado ....[de
ambos] reconoce la necesidad de amor como la fuente básica de identificación, [y]
implica una asunción en la mente del niño de que siendo como sus padres, obtendrá
el amor que no experimenta siendo meramente él mismo.”
(Naranjo, 1993, p.5.)

La internalización inconsciente de las actitudes, creencias y estados emocionales de


nuestros padres, se le llama introyección y da lugar al sentido de los “padres
internos”.
Al hacerse mayor, de forma natural uno empieza a mirar fuera de la familia para
colmar la necesidad de amor. Lamentablemente, en la pubertad, muchas
necesidades se han vuelto negativas y su satisfacción problemática. Sin saberlo,
vamos al mundo inconscientemente buscando experiencias de “amor” que teníamos
en nuestras familias de origen. Como cazadores de palomas emocionales,
encontramos gente con quien recrear nuestros dramas infantiles insatisfactorios. La
gran mayoría de la negatividad y disfunción adulta emocional son la expresión
trágica de las necesidades de amor infantiles no satisfechas. Para citar a Bob
Hoffman:
“El Síndrome de Amor Negativo es la adopción de comportamientos negativos, estados de
ánimo, actitudes y admoniciones (abiertas y ocultas) de nuestros padres para
asegurar su amor. Incluye la compulsiva actuación subsecuente o la rebelión contra
aquellos rasgos negativos durante toda nuestra vida adulta.”
(Hoffman, 1984 & 2000, p. 12.)

En Una Teoría General del Amor, los autores Lewis, Amini y Lannon hablan de
este mismo fenómeno al describir “la teoría del apego”, concepto desarrollado en
los 50 por el psicoanalista John Bowlby.
“Bowlby teoriza que los infantes humanos nacen con un sistema cerebral que promueve la
seguridad gracias al establecimiento de un comportamiento instintivo de vínculo
con sus madres. Ese vínculo produce angustia cuando la madre se ausenta, así como
el impulso de ambos para buscarse cuando el niño está asustado o dolorido.” (Lewis
et al., 2000, p. 70.)

Los autores entonces decían:


“Las madres modelan a sus hijos de forma perdurable y apreciable, confiriéndoles algunos
de los atributos emocionales que poseerán y servirán de apoyo, en beneficio o
detrimento, para el resto de sus vidas. “ (p. 75.)

Por supuesto, existe una literatura muy amplia sobre este tema. Muchos han
investigado el vínculo entre el trauma infantil y los problemas de salud física a lo
largo de la vida. Por ejemplo, la revisión de Chris Brewin sobre las investigaciones
que correlacionaban las críticas negativas de los padres con la depresión adulta lo
demuestran.
Una vez más, la causa fundamental de nuestra falta de habilidad para relacionarnos
con nosotros mismos y con los demás con amor, es el estado infantil de sentirse
indigno de amor que persiste en nuestra vida adulta. Este es el Amor Negativo.

Así, cuando Bob Hoffman acuñó el término “niño emocional” en 1972, se refería a
esa constelación de apegos emocionales negativos (los denominó “Patrones de
Amor Negativo”) que mantienen a los adultos fragmentados y emocialmente
bloqueados en el pasado. El niño emocional, por definición, es inmaduro, infantil y
necesitado. Claudio Naranjo escribió, “Mientras el amor es una disposición a dar,
nacido de la abundancia....el ’amor negativo’ es querer recibir, enraizado en la
deficiencia....” (Naranjo, p.5.).
Cuando el niño se desarrolla, el emergente Yo Intelectual entra en una especie de
alianza oscura con el Yo Emocional negativamente programado. El Intelecto puede
justificar, explicar, defender y racionalizar los Patrones de Amor Negativo del Yo
Emocional; también avergüenza y domina al Yo Emocional, y desarrolla estrategias
para mitigar la vulnerabilidad emocional, tal como buscar la aprobación de los
demás, o ejercer poder sobre los otros en el mundo.
La dinámica entre el Ser Emocional negativamente programado y el Intelecto
negativamente programado resulta en la cháchara en la mente y el dolor en el
cuerpo. Todo esto ha sido denominado el Diálogo Aflictivo Negativo del Comité
Basura.
Como sea que lo nombremos, sus efectos biológicos en el Ser Físico están bien
documentados. A pesar de que la historia real de Amor Negativo de una persona no
puede ser reescrita, es posible que la compasión, el perdón, el amor incondicional y
el vínculo espiritual la reemplacen.
Viviendo a través de estas negatividades adoptadas, obscurecemos nuestra innata y
verdadera esencia espiritual. Sin embargo, la toma de conciencia de estas
negatividades que fueron aprendidas abre la posibilidad de que se desaprendan y
liberen.
En el Instituto Hoffman hemos encontrado que la clave para efectuar una
integración curativa de la propia “Cuadrinidad” se encuentra en la experiencia del
propio Ser Espiritual (o esencia), y también experimentando lo que nosotros
llamamos la “Luz”, que es la inteligencia espiritual superior. Los participantes del
Proceso Hoffman están invitados a experimentar estos reinos espirituales
directamente, en primer lugar a través de visualizaciones guiadas.
Cuando uno tiene la experiencia interna de verse inundado de la Luz y es consciente de su
Ser Espiritual, todas las acciones hacia la libertad adquieren una dimensión
espiritual. Incluso el trabajo catártico que empleamos para desidentificarse de los
Patrones de Amor Negativo se convierte en un “trabajo sagrado”, un acto de
sacrificio de las propias ilusiones. James Fowler se ha referido a esto como el
“sacramento de la derrota” en la cual los individuos se percatan de que todos los
medios que han intentado para ser felices les han llevado a su fracaso.
El teólogo Católico, el padre Thomas Keating, entre otros, habla del “falso self” que se ha
creado en la infancia como reacción a los propios padres y del “verdadero self” que
puede brillar una vez el falso self ha desaparecido. El Proceso Hoffman de
Cuadrinidad, actúa día a día a través de una serie de ejercicios y rituales hábilmente
diseñados por los cuales los participantes se desidentifican de su falso yo y
refuerzan su identificación con su Ser Espiritual. Este cambio desde el ego hacia la
esencia es transformativo y tiene el efecto de recolocar el centro de gravedad del
propio ser.
Tal y como Herbert Benson identifica la “respuesta de relajación” como una respuesta
innata del cuerpo humano, observamos que los estados superiores de bienestar, tal
como paz, compasión, alegría, amor e integración son la respuesta natural del ser
completo, la Cuadrinidad, cuando el Ser Espiritual emerge.
En el curso normal de sucesos, perder el soporte de la propia identidad con los
padres – a pesar de que se considera un paso hacia la madurez – puede generar una
ansiedad considerable. Sin embargo, la clave para el cambio de identidad en el
Proceso Hoffman, es el apoyo de la nueva identidad en el esencial Ser Espiritual.
Ocurrirá un cambio vivencial en el cual el vínculo primario en vez de permanecer
con los padres introyectados se mueve hacia nuestro Ser Espiritual interno. Suceso
que nos permitirá cambiar el sentido interno de nosotros mismos, mientras se
rompe el vínculo negativo con nuestros padres introyectados y se sanan las
relaciones interpersonales sin generar ansiedad.
De hecho, este proceso resultará en una reducción del nivel de ansiedad, como se
demostró en el estudio UC, junto con la reducción de la hostilidad y la depresión.
En nuestra opinión la reducción de los afectos negativos tienen que ver con el hecho
de que la propia identidad se va a enraizar en el Ser Espiritual más que el simple
engrandecimiento de la propia imagen a coste de empequeñecer la de los padres. El
individuo no va a sufrir “depresión abandónica” como a menudo es el caso cuando
hay un sentido de pérdida del vínculo con los propios padres en la terapia
tradicional. La espiritualidad apoya el cambio porque no está “contra o sobre” los
padres. Está para beneficiar al ser.
Nuestro trabajo demuestra que la dimensión espiritual de curación no es
“alternativa” sino central, crucial, y fundamental para la promoción del bienestar y
la curación. Se le denomina como “alternativa” únicamente como consecuencia de
nuestra perspectiva histórica y cultural que de forma muy estrecha exalta la alopatía,
además de que a menudo, considera rara o irrelevante la posibilidad de que la gente
acceda a los recursos espirituales. Estos dos tipos de ceguera son falacias y resultan
extremadamente limitantes para la sanación humana.
La espiritualidad hace que el cambio y la creación sean accesibles; la espiritualidad
produce el vínculo con el ser, los demás y el todo. La espiritualidad trae paz y
esperanza y nos aleja del sufrimiento, el desamparo y la angustia.
El Proceso Hoffman, en concreto habla de todas estas dimensiones con el objetivo
de aumentar la toma de conciencia del obsoleto patrón de comportamiento negativo,
especialmente los comportamientos que producen ansiedad, ira y depresión. El
Proceso Hoffman también coloca a la gente en su espacio natural de espiritualidad
trabajando explícitamente con el modelo de Cuadrinidad e invitándoles a sumergirse
en la “Luz”como fuente de nueva inspiración y acción. Sorprendentemente, o quizás
no sea tan sorprendente, una vez los patrones de Amor Negativo se han
comprendido totalmente y descargado de su energía física y psíquica, las personas
hacen este proceso como la expresión natural de su humanidad.
De esta forma, el Proceso Hoffman es un proceso de salud, así como un proceso de
promoción de la compasión y las relaciones. Por lo tanto es un recurso valioso para
personas de todas las profesiones, pero quizás en especial para aquellos que
pertenecen a las profesiones de la salud y los que enseñan a profesionales de la
salud.
AGRADECIMIENTOS DEL AUTOR:

El Autor agradece a las siguientes personas por su apoyo e inestimables ideas:

Joan Borysenko, Ph.D., Co-fundadora de la Clínica Cuerpo-Mente en Harvard,


profesora y autora de best-sellers;
Matthew Budd, M.D., Profesor de Medicina, Escuela Médica de Harvard (retirado);
Stanley Stefancic, M.Div., Director de Proyectos Especiales, Instituto Hoffman;
Carolyn M. Aldwin, Ph.D., Michael R. Levenson, Ph.D. y Loriena Yancura, Depart.
de Desarrollo Humano y Comunitario, Universidad de California, Davis.
REFERENCIAS:

Aldwin, C.M., Levenson, M.R., y Yancura, L. (Mayo 2003). Evaluating an Alternative


Psychotherapy: the Hoffman Quadrinity Process. Presentación realizada en la
reunión anual de la Western Psychological Association, Vancouver.
Brewin, C.R., Andrews, B. y Gotlib, I.H. (1993). Psychopathology and Early Experience:
A Reappraisal of Retrospective Reports. Psychological Bulletin, 113 (1), 82-98.
Hoffman, Bob (1994), revisado y editado (2002). The Negative Love Síndrome and the
Quadrinity Model: A Path to Personal Freedom and Love. San Anselmo, CA:
Hoffman Institute Foundation.
Keating, Thomas (2000). Open Mind, Open Heart: The Contemplative Dimension of the
Gospel. New York and London: Continuum International Publishing Group,
Incorporated.
Laurence, Tim (2003). You Can Change Your Life: A Future Different from Your Past with
the Hoffman Process. London: Hodder and Stoughton.
Levenson, M.R, Yancura, L.A. y Aldwin, C.M., (Abril 2003). Are Increases in Forgiveness
and Spirituality Associated with Reductions in Depression? Presentación en el
Symposium de 2003 sobre Desarrollo Adulto de la ‘Society for Research and Adult
Development’, Tampa, Florida.
Lewis, Thomas, Amini, Fari, y Lannon, Richard (2000). A General Theory of Love. New
York: Random House.
Naranjo, Claudio (1993). The Quadrinity Process: A New Synthesis. San Anselmo, CA:
Hoffman Institute Foundation.

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