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Clase 21 Apartado de Evaluación en la Programación Anual Parte I

La evaluación como proceso...

El proceso de Evaluación… Alicia Carreño

Cuando hablamos de evaluación es común asociarla a las pruebas puntuales, a las hojas escritas
con respuestas a preguntas, a las lecciones orales que provocan nervios, a parciales o finales
aterradores, etc… Generalmente se asocia a la evaluación con ideas de miedo, nervios,
incomodidad y cualquier adjetivación negativa que haya dando vueltas por el universo… Muchas
de estas cuestiones están correlacionadas con preconceptos, que en algunas oportunidades,
intentamos repensar juntxs, sosteniendo que el proceso de evaluación “puede aportar a la
comprensión de la situación educativa situada y a la detección de logros y dificultades que
conduzcan tanto al mejoramiento de los aprendizajes como de las estrategias de enseñanza”1.
Consideramos que la evaluación, permite también advertir aciertos, fortalezas, pensamientos o
procedimientos bien hechos.

El proceso de evaluación implica recolectar datos sobre lo que lxs estudiantes hacen, para luego
analizar cómo lo hacen, y decidir finalmente si lo hacen bien o mal, y eso da pistas sobre las
estrategias seleccionadas y gestionadas por lxs docentes; para analizar si las mismas han sido
adecuadas o no; o sea que no sólo “da pistas” sobre el proceso de aprendizaje, sino también del
de enseñanza, en la fase posactiva de dicho proceso. Desandar algunas de estas cuestiones nos
permitirá enfocarnos en lo que deberán escribir en el apartado Evaluación de su propuesta de
enseñanza anual para el área de matemática.

Antes de iniciar el camino de deconstrucción acerca de la evaluación, les proponemos diferenciar


los procesos de evaluación (como secuencia de pasos para llevar adelante la recolección de datos
y su análisis para tomar decisiones) de la evaluación como hecho puntual o fenómeno
(manifestación de una actividad, por ejemplo la prueba escrita puntual) que está ligada a los
instrumentos de evaluación. Nos centraremos primero a describir el proceso, para llegar más
adelante a las funciones, los instrumentos y criterios…

Para iniciar el recorrido reflexivo sobre el proceso de evaluación, les proponemos que se detengan
en la lectura de tres frases:

“Los seres humanos son evaluadores: en el curso de sus acciones obtienen información, la
comparan con algunos criterios establecidos y toman decisiones en consecuencia. Esos criterios
pueden ser establecidos por el propio sujeto, en acuerdo con otros, o aceptados de otras fuentes a
las que se les reconoce legitimidad. En cualquier caso, una vez establecidos, ofrecen una manera
de juzgar las acciones. La evaluación, entonces, tiene como función principal permitir la toma
fundamentada de decisiones. Para eso se recurre a información lo más sistemática posible y se
realizan ponderaciones o juicios basados en criterios. En las actividades educativas son varias las
decisiones que se pueden tomar. Una de ellas puede ser calificar, aprobar o certificar el
cumplimiento de requisitos. Pero hay otras.” (Feldman 2010)
“Evaluar es una tarea ardua que condensa sentidos construidos desde el sistema educativo y que
define la trayectoria escolar de los estudiantes. Se trata de una práctica que impacta en el sujeto,
en la familia y en la propia institución educativa. Sin embargo, este entramado no siempre se
visibiliza a la hora de diseñar situaciones de evaluación”. (Anijovich, R y Cappelletti, G. (2017)

“La evaluación es parte integrante del proceso de interacción que se desarrolla entre profesor y
alumno. No es una función didáctica más, yuxtapuesta a las funciones correlativas de enseñanza y
aprendizaje. Sino que, por el contrario, se estructura con ellas a la manera de un mecanismo
interno de control. Desde el punto de vista del alumno, la evaluación se fusiona con el aprendizaje,
al tiempo que lo convalida o lo reorienta. Desde el punto de vista del profesor, la evaluación actúa
como reguladora del proceso de enseñanza. Estos dos fenómenos se producen siempre que los
participantes reciban y asimilen la información proporcionada por las técnicas de evaluación. Nada
hay de ciego o de automático en las funciones evaluadoras. Se realizan sólo cuando los miembros
de la comunidad educativa están dispuestos a cumplirlas, y aún en este caso, pueden presentar
diferentes grados de profundidad”. (Camilloni, 1998)

Posicionándonos teóricamente

Teniendo en cuenta las ideas previas repensadas a partir de las frases, planteamos que
entendemos al proceso de evaluación como un acto creativo que continuamente desafía al
docente, dado que lo pone en la situación de analizar su propia práctica de enseñanza y buscar
relevar información valiosa sobre los procesos de aprendizaje de sus estudiantes.

No obstante, la información que el docente recolecta no es exclusiva para sí, sino que pretende
retroalimentar el aprendizaje de cada alumnx. En último término, sirve para generar autonomía en
el sujeto (estudiante), visibilizar sus fortalezas y debilidades para seguir enriqueciendo su recorrido
de aprendizaje.

Este enfoque sostiene que quien conoce claramente cómo aprende, puede más fácilmente llevar a
cabo con éxito su proceso de aprendizaje. Hablamos, entonces, de la evaluación desde una mirada
formativa; de una evaluación auténtica, porque sirve tanto al estudiante que está aprendiendo,
como al docente que analiza sus propias prácticas. “La evaluación se diferencia de una actividad
descriptiva, porque, como señala Perrenoud, siempre se evalúa para actuar (...). La información es
necesaria, pero no alcanza para la toma de decisiones. Ellas dependen de los juicios que se
elaboran mediante el análisis de la información, realizado con ciertos criterios: objetivos, pautas
de desarrollo, modelos, reglas de procedimiento, principios. Como el propósito de la evaluación es
tomar decisiones de distinto nivel, la información que se utilice, los instrumentos para obtenerla,
los criterios y las pautas de valoración dependen del propósito que se quiera cumplir o, dicho de
otra manera, de la decisión que se quiera tomar.” (Feldman, 2010 pág 64,65)
Funciones del proceso de evaluación.

¿Para qué sirve evaluar?

Las imágenes nos permiten explorar algunas de las funciones del proceso de evaluación. Para
describir alguna de ellas, intentaremos dar respuesta a la pregunta ¿para qué sirve evaluar?

De acuerdo a la caracterización que realiza Daniel Feldman de las funciones del proceso que
intentamos describir en la clase, podemos pensar que el proceso de evaluación sirve para certificar
o acreditar, “se evalúa para decidir si la persona posee los conocimientos suficientes para pasar al
curso o al ciclo siguiente, o a la vida profesional”. También se evalúa para hacer el “balance de los
objetivos intermedios(...) se trata de decidir si el alumno ha alcanzado los objetivos intermedios
requeridos para poder continuar la secuencia de aprendizaje” Otra función es la diagnóstica, para
adecuar el dispositivo de enseñanza a las posibilidades del grupo o ubicar “a un grupo o persona
según sus capacidades actuales en el nivel adecuado para un proceso educativo”, “permite tomar
un gran número de decisiones de ajuste o de regulación” del proceso de enseñanza. El proceso de
evaluación también sirve para clasificar en subgrupos, tratando de “ordenar los resultados por
orden de importancia, para tomar decisiones sobre ingreso o diferenciación de las personas
evaluadas; esto supone establecer los niveles para establecer la aceptación o derivación.” Además
se evalúa para “regular la acción pedagógica”, esta es la función formativa de la evaluación, que se
diferencia de la función sumativa o compendiada. Nos centraremos en estas últimas funciones por
ser las más utilizadas en la escuela (además de la función diagnóstica sobre la que ya hemos
reflexionado)

Dos conceptos resuenan cada vez que se analiza el proceso de evaluación en el sistema educativo;
seguramente los recuerdan de haberlos leído en el Marco General del Diseño Curricular
Jurisdiccional de la Educación Primaria: la Evaluación sumativa y la evaluación formativa, se las
denomina así, sin aclarar que son funciones del proceso de evaluación. Pondremos el foco en estas
categorías que se diferencian por sus propósitos ya que son dos funciones que puede cumplir el
proceso de evaluación.

La evaluación sumativa tiene la función principal de acreditar o certificar el aprendizaje. “La


función de certificación es particularmente importante en la educación, dado que la aprobación de
los cursos tiene como consecuencia social principal la habilitación del estudiante para el
desempeño de un rol, oficio o profesión (ejercer la medicina o la docencia o como electricista o
analista de sistemas, entre otros). En todos estos casos las instituciones educativas y los docentes
asumimos (o deberíamos asumir) una responsabilidad ante la sociedad por la preparación de los
egresados para el desempeño adecuado de dichas funciones”2.

Por otro lado, la evaluación formativa tiene como propósito movilizar el aprendizaje: “…es un
proceso continuo, integrado naturalmente a las estrategias de enseñanza, de las cuales forma
parte, y que tiene como propósito principal promover y hacer avanzar la reflexión, la comprensión
y el aprendizaje de los estudiantes. Se concreta en el aula involucrando a cada estudiante, en la
medida en que reflexiona sobre lo que realiza y aporta a la reflexión sobre las producciones de sus
compañeros; y a cada docente, en tanto realiza devoluciones relevantes a sus estudiantes y revisa
y ajusta sus propias estrategias y propuestas de enseñanza”3

Revisando estas ideas en función de los ejemplos de las fotos anteriores, podríamos pensar que en
la imagen de la gimnasia artística, la naturaleza del rol de la entrenadora en relación con la
evaluación, se asocia con el propósito de la evaluación formativa, mientras que el propósito
evaluativo de lxs jueces, es sumativo. Complejizando esta afirmación, podríamos pensar que el
entrenador también hace de “juez” en algunas instancias, como así también, la retroalimentación
de lxs jueces puede servir a un propósito formativo… ¿Cuándo es preciso ser “entrenador” y
cuándo es necesario ser “juez”? ¿Necesitamos fortalecer alguno de los dos roles? Estas preguntas
conllevan respuestas complejas que resultan fundamentales para repensar las prácticas de
evaluación en las aulas, analizando el tipo de función que el proceso de evaluación debería
cumplir.

2 Ravela P., Picaroni B. y Loureiro G. (2017). Capítulo 1. El elefante blanco en ¿Cómo mejorar la evaluación en el aula? Grupo Magro
Editores: Uruguay.

3 Ravela P., Picaroni B. y Loureiro G. (2017). ob Cit

¿Por qué evaluamos?

Ya establecimos algunos acuerdos teóricos, y varios planteos aún no resueltos… Pero vamos avanzando para
recuperar ideas, experiencias y argumentos teóricos para entender de qué hablamos cuando hablamos del
proceso de evaluación…

“La evaluación de los aprendizajes es un proceso, a través del cual se observa, recoge y analiza información
relevante, respecto del proceso de aprendizaje de los estudiantes, con la finalidad de reflexionar, emitir
juicios de valor y tomar decisiones pertinentes y oportunas para mejorar el proceso de enseñanza (y de)
aprendizaje.” (Camilloni, 1998)

Ineludiblemente se nos cuela la relación entre el proceso de evaluación y el de enseñanza, cabe


preguntarnos entonces… ¿Por qué y para qué evaluamos cuando enseñamos? Algunas respuestas surgieron
a partir de la descripción de las funciones. Intentando profundizar estos interrogantes, podemos partir de las
ideas de Edith Litwin quien sostiene que “las buenas prácticas de evaluación son prácticas sin sorpresas;
enmarcadas en la enseñanza; que se desprenden del clima, ritmo y tipo de actividad de la clase; en las que
los desafíos cognitivos no son temas de las evaluaciones sino de la vida cotidiana del aula, atractivas para los
estudiantes y con consecuencias positivas respecto de los aprendizajes.” 4

Nos parece importante analizar el papel destacado que cumple la evaluación en el escenario educativo, y, al
mismo tiempo, observar que constituye el componente del sistema educativo, menos permeable a los
cambios. “Otros aspectos de los procesos de enseñanza ─por ejemplo, los objetivos, las actividades, las
estrategias de enseñanza, los recursos que se ponen en juego y los que se omiten, etc.─ han sido objeto de
críticas y han incorporado transformaciones y mejoras en las prácticas escolares. Sin embargo, la evaluación,
cuestionada en su concepción, se resiste a encontrar formatos nuevos y significativos” (Anijovich, 2017).

El planteo de Anijovich nos permite pensar en la dificultad existente en las escuelas para revisar y
transformar la cultura de la evaluación y la incomodidad de la misma; tal como expresa D. Feldman “a pesar
de que la afirmación sobre la necesidad de la evaluación como herramienta fundamental para mejorar la
calidad de los procesos de enseñanza y los aprendizajes es tan ampliamente incorporada y aceptada, es
indudable que la práctica pedagógica en nuestras escuelas ha estado mayoritariamente caracterizada por
una débil cultura de la evaluación y la falta usos de diversos instrumentos de evaluación. En la práctica
escolar persiste aún con frecuencia la evaluación como un requisito formal con escaso o nulo valor
pedagógico y como una instancia que se presenta y se concibe en forma escindida del resto de las
actividades de enseñanza o de gestión pedagógica en general. La evaluación es un proceso que, en su
esencia, produce información. La producción de esta información implica un esfuerzo sistemático e
intencionado de aproximación al objeto evaluado.” A la vez, esta información que produce la evaluación,
genera un conocimiento de carácter retroalimentador, es decir, ilumina los objetos evaluados permitiendo
poner de manifiesto aspectos o procesos que de otra manera permanecerían ocultos. Así es como posibilita
una aproximación en forma más precisa y más fina a la naturaleza de ciertos procesos, las formas de
organización de los mismos, los efectos, las consecuencias, los elementos intervinientes, y atribuye valor a
esos procesos y a esos resultados.

Pero… ¿Qué escribo en el apartado de la variable evaluación?

Este apartado lo vamos a armar en dos clases... Para la primera parte deberán explicitar su enfoque del
proceso de evaluación y las funciones que tendrán en cuenta en sus propuestas anuales; también
seleccionarán algunos de los instrumentos que pondrán a rodar a lo largo del año (no los deben diseñar, sino
sólo mencionar cuáles creen que van a utilizar para recolectar información)... Con estas producciones nos
encontramos en los presenciales... La siguiente clase se enfocará en la redacción de los criterios de
evaluación que deberán enunciar para contrastar el desempeño de sus estudiantes, para decidir si
aprueban o no el área de matemática. pero para los criterios falta una semana...

Recuerden que hasta aquí tienen que tener escritos, organizados y temporalizados los contenidos, ademas
de tener enunciados cinco propósitos, y diez objetivos generales; redactada y pulida la fundamentación de la
programación; y la metodología o estrategias de enseñanza... Finalmente en esta semana deben avanzar
sobre el enfoque de evaluación que sostendrán en la propuesta de enseñanza anual y la mención de algunos
instrumentos... Es en este aspecto que nos enfocaremos en el presencial

Continuará

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