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META
DIRIGIDO POR:
DEPARTAMENTO DE ANTROPOLOGÍA
TÍTULO EN INGLÉS:
ARCHAEOLOGICAL RESEARCHES IN THE DEPARTMENT OF META
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"La esplendidez y la magnificencia de los
Llanos no pueden comprenderse sino
viéndolos. La pluma es impotente, las palabras
y las frases son inadecuadas, y todas las
descripciones demasiado pálidas para dar a
conocer este inmenso territorio que, semejante
a la mar en calma, se extiende hasta donde la
vista no alcanza, y confunde sus límites con la
bóveda azulada en el horizonte."
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AGRADECIMIENTOS
Agradezco a la profesora Ana María Groot, quien dirigió esta monografía y quien
me dio oportunas observaciones y recomendaciones sobre esta. Al profesor
Augusto Gómez, de quien tomé el gusto por el conocimiento sobre los llanos
orientales. Al profesor Carlos Sánchez, que me enseñó a valorar, y por quien tomé
cariño a la arqueología. También debo un gran agradecimiento a los Arqueólogos
Fernando Bustamante, Wilson Escobar, Diego Jaramillo y Andrés Godoy, de
quienes he podido aprender bastantes cosas sobre arqueología y me dieron algunas
opiniones que me ayudaron en la elaboración de esta monografía.
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CONTENIDO
INTRODUCCIÓN .................................................................................................. 10
5
2.3.3 Carlos Acosta y Claudia Rozo, 2005...................................................... 75
6
TABLA DE IMÁGENES
Imagen 3: Corte transversal en uno de los montículos reseñados cerca del caño
Cumaral. ................................................................................................................ 34
Imagen 5: Tumba en cancel reseñada por Graciela Escobar en San Juanito, Meta.
.............................................................................................................................. 50
Imagen 10 e Imagen 11: Vaso cilindrico con decoracion incisa encontrado en Aguas
Claras durante el rescate arqueológico. ................................................................ 64
Imagen 13: Montículos artificiales en el séptimo sitio ubicado en el bloque 07, cerca
del rio Muco. .......................................................................................................... 81
Imagen 14: Montículos artificiales identificados en el quinto sitio del bloque 13, cerca
del rio Tillavá. ........................................................................................................ 84
Imagen 15: Vasija cerámica recuperada cerca del rio Meta y restaurada por López.
.............................................................................................................................. 84
7
Imagen 18: Montículos artificiales ubicados en el primer sitio cercano al caño
Manzanares........................................................................................................... 98
TABLA DE MAPAS
Mapa 3: Ubicación de los sitios investigados por Marwitt y Morey en 1973. ......... 27
Mapa 9: Sitios señalados por Pablo Pérez en cercanías al rio Guape, Ariari y caño
Urichare. ................................................................................................................ 73
Mapa 10: Ubicación de los sitios ARQ 1, 3, 5 (Petroglifo Piedra Gorda) ,6 y 7. .... 76
Mapa 11: Ubicación de los tres sitios señalados por Xiomara López en el primer
bloque prospectado; se señala el sitio “Humapo” como referencia. ...................... 79
8
Mapa 13: Sitios ubicados al sur del municipio de Puerto Gaitán, en el bloque 13. 82
Mapa 15: Sitios ubicados por Oscar Pinto, en los municipios de Villavicencio y
Acacias. ................................................................................................................. 92
Mapa 16: Sitios registrados por Xiomara Cuervo al sur de San Martin; referencia de
los montículos encontrados por Reichel-Dolmatoff y Dussan en 1975. ................ 97
Mapa 17: Ubicación de los sitios Clúster 52 y Clúster 53, en referencia a los sitios
excavados por Mora y Cavelier. .......................................................................... 100
Mapa 19: Ubicación de los sitio arqueológicos en la región del Ariari y sus afluentes
............................................................................................................................ 106
Mapa 20: Ubicación de los sitios arqueológicos en la altillanura disectada. ....... 108
Mapa 21: Ubicación de los sitios arqueológicos sobre las márgenes del rio
Guayabero y Guaviare. ....................................................................................... 108
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INTRODUCCIÓN
Esto deja a un lado a las regiones de la periferia como la región del Choco y los
llanos orientales. Son pocos los que se interesan por el estudio de estas regiones,
debido a su falta de “protagonismo” a lo largo de la historia colombiana. En cuanto
se refiere a trabajos de investigaciones sobre los descubrimientos y colonizaciones
de las regiones de Colombia, “la investigación histórica le ha concedido privilegio a
ciertas regiones del país que se han constituido en los polos del desarrollo” (Gómez
1991: II).
Este departamento es en sí la puerta hacia los Llanos orientales desde los Andes,
siendo una zona de posible contacto, en el piedemonte, entre los grupos indígenas
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del altiplano cundiboyacense, con los habitantes de la zona y de partes interiores
del Llano. Siendo así, los estudios arqueológicos pueden ayudar a comprender
mejor las relaciones de intercambio comercial entre la zona alta y baja de la región
central de Colombia, e igualmente comprender a los grupos sociales que habitaron
esta región, de los que aún quedan muchos interrogantes.
Para inferir algunas hipótesis sobre los grupos humanos que habitaron la zona es
necesario correlacionar los diferentes trabajos arqueológicos realizados en el
departamento del Meta (tanto académicos como por contrato), junto con las
diferentes crónicas y escritos realizados por los conquistadores y colonizadores a
su llegada al territorio, y generar así un mayor conocimiento de las zonas
arqueológicas y su posible potencial, al igual que comprender la relación de esta
zona con otras, como el altiplano cundiboyacense y la zona amazónica ubicada al
sur del departamento.
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4. Con la información arqueológica y etnohistórica, analizar la relación de los
grupos humanos de la región con otras regiones, como la región Andina,
Amazónica y de los Llanos en otros departamentos.
5. Igualmente analizar cual pudo haber sido el desarrollo sociopolítico de los
grupos que habitaron la región.
Marco Conceptual
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los grupos humanos (Meggers 1954: 801) e igualmente en los movimientos de
población que podrían ser vistos en los rasgos de la cerámica, tanto en el
desgrasante como en los decorados (Meggers y Evans 1961). Meggers mantenía
que la articulación esencial entre el medio y la cultura estaba constituida por la
manera en que los grupos humanos realizaban la producción de alimentos (Mora y
Cavelier 1983: 43).
Por lo tanto, Meggers (1954) desarrollando la idea sobre la influencia del medio
sobre la cultura preciso de la existencia de cuatro tipos de área: La primera consistía
en una zona en la que no había ningún potencial agrícola, lo que serían medios
como las sabanas tropicales, la Tundra, desiertos, pantanos y ciénagas entre otros.
Una segunda área consistiría en aquellas donde el potencial agrícola fuera muy
limitado, con suelos poco fértiles y gran dificultad en mantener la fertilidad de estos,
uno de los ejemplos para Meggers sería la selva tropical Suramérica. La tercera
área seria aquella donde las características ambientales son menos drásticas y una
mejor adaptación de los sistemas agrícolas mejoraría la producción de alimentos,
entre estos estaría los bosques templados europeos y norteamericanos. Por ultimo
estaría el área donde el potencial agrícola seria ilimitado y óptimo para abastecer a
grandes poblaciones, lugares donde se originaron las “civilizaciones” (Mora y
Cavelier 1983: 44).
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entre los grupos por los recursos, moviéndose finalmente los más débiles (Mora y
Cavelier 1983: 52), y que sería visto en los complejos cerámicos y en las familias (y
sub-familias lingüísticas) la ruta migratoria de estos grupos, que incluso podrían
haber llegado a relacionarse con la cerámica chibcha (Lathrap 1970: 169).
Ambas teorías señalaban por tanto, que estas migraciones se verían a partir de un
horizonte cerámico, el cual llamaron “Horizonte policromo de la Amazonia”, aunque
Meggers y Evans señalaban el origen de este horizonte en los Andes y se dirigía
las tierras bajas, mientras que Lathrap consideraba que su origen se daba en el
Amazonas medio y terminaría en el bajo Orinoco (Mora y Cavelier 1983: 50).
Algunas investigaciones arqueológicas han intentado apoyar a estas teorías, como
la desarrollada por Marwitt (1973) en el Ariari, quien apoyaba la teoría de Lathrap,
y consideraba que, a partir de la evidencia arqueológica, la población prehispánica
de los llanos orientales colombianos provendría del Amazonas medio (Marwitt
1975:9).
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Mapa 1: Departamento del Meta, ubicándose los municipios y fuentes hídricas principales.
Fuente: IGAC (2012) Mapa Físico- Político del Departamento del Meta.
Recuperado de: http://www.igac.gov.co:10040 /wps/portal/igac/raiz/iniciohome/MapasdeColombia/Mapas/Departamentales.
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1. EVIDENCIAS ETNOHISTÓRICAS
Imagen 1: Provincia de Casanare, Vista general de los Llanos, 1856. Manuel M. Paz.
Fuente: Gómez López, Augusto (2000) Geografía Física y Política de la Confederación Granadina.
Vol. III Estado Boyacá, Tomo I Territorio de Casanare.
Mucho antes que Gonzalo Jiménez de Quesada llegara al centro del reino Chibcha,
los Europeos ya exploraban los Llanos del norte de Suramérica, principalmente los
Llanos de Venezuela, guiados por un principal propósito: encontrar El dorado, y fue
la búsqueda por este ilusorio lugar que llevo a las exploraciones de los llanos de
Colombia y Venezuela durante el siglo XVI. Por esta región pasaron diferentes
conquistadores, siendo los primeros Jorge de Espira y Nicolás Federmann,
siguiéndoles posteriormente Felipe de Utre, Hernán Pérez de Quesada, Juan de
Avellaneda (quien fundaría San Juan de los Llanos) y Gonzalo Jiménez de
Quesada.
Tanto Pedro de Aguado como Pedro Simón describen, tanto las regiones por donde
los conquistadores pasaron en búsqueda de “El dorado”, como algunas de las
poblaciones que encontrarían en el camino. En su descripción sobre la expedición
de Jorge de Espira, quien viajó junto a la falda de la cordillera oriental, señala
algunos ríos que vienen desde la cordillera hacia los llanos como el rio “Opia, Haya,
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Gravbiare y Papamene”. En este primero, Espira tras el crecimiento del rio (el cual
actualmente es el rio Upía) durante el invierno, decidió quedarse sobre “las
barrancas del rio Opia” (Simón 1882: 104) y hacer “alojamiento y rancherías”
mientras disminuía la creciente, describiendo los cronistas que allí “habían algunas
poblazones de indios” con “razonable copia de comidas”.
Después de cruzar el rio Upía se encontrarían con grupos indígenas con “diversas
y diferentes lenguas…en el paraje de los chiscas o laches” (Aguado 1957: 113).
Mientras avanzan siguiendo la cordillera se encontraron con “provincia de mal país,
tierra ampollada y llena de ramblas y quebradas secas y de agua, parte montañosa
y parte rasa, estéril de frutos y por la misma razón de gente” (Simón 1882: 106), “en
tierra algo áspera y quebrajosa, en parte montuosa, y en parte rasa, de muy rara
poblazon y estéril de comidas…cerca de allí, sobre la mano izquierda, estaba un
pueblo grande, bien proveído de mantenimientos y de otras cosas…en un cerro y
poblado de crecidas montañas y arcabucos, lo alto y cumbre del cual era raso y
llano, y en él estaba un lugar o pueblo de hasta cien casas o bohíos grandes el cual
demás de la fortificación con que la naturaleza lo había dotado, artificialmente, por
industria de los indios y moradores de aquel pueblo, tenía hecho un palenque de
gruesos troncos de palma, muy espinoso y puyosos, apretados y abrazados unos
con otros, de mediana altura.” (Aguado 1957: 116).
Los cronistas también señalan que en esta zona se encontraban “pocos naturales”.
Prosiguiendo su camino junto a la cordillera llegaron a un pueblo indígena al cual
llamaron “Nuestra Señora”, allí encontraron un “bohío o casa de admirable
grandeza; tenia de largo doscientos pasos y cada frente dos puertas grandes, y
según después se supo, era este bohío templo de aquellos barbaros, donde hacían
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sus sacrificios al sol…” (Aguado 1957: 131). Este pueblo no estaría muy lejos de
dónde Juan de Avellaneda fundaría el pueblo San Juan de los Llanos. Tanto Aguado
como Simón, señalan que los conquistadores fueron siempre rechazados por los
naturales, quienes siempre les presentaban batalla. Después de esto fueron a un
pueblo ubicado a dos leguas de “Nuestra Señora”. Pasando este pueblo llegarían a
un rio llamado “Ariare o Oguape”, en donde había algunos grupos de “lengua guati”.
Allí se alojarían debido a que el rio estaría crecido, observando al otro lado del rio,
varios grupos de “indios hacían en sus pueblos…muy grandes candelas o fuegos
toda la noche” (Aguado 1957: 133) para impresionar a los conquistadores.
Posteriormente ellos se alejaron de estos pueblos y cruzaron el rio.
Por su parte, Nicolás Federmann, durante su expedición hacia los llanos llegaría
primero al rio Meta, en donde se encontrarían los grupos Guahibos, a quienes
Aguado llama “guashiguas y Simón “Guaigua” “gente que no viven en los pueblos
ni son cultivadores ni labradores ni tienen lugar señalado donde habitan; traen
consigo unas tendezuelas hechas de algodón, en que se recogen de noche:
sustentanse de lo que salteando roban y hurtan a las otras gentes más
nobles…usan cierto genero de instrumento, hecho a manera de pretales de
cascabeles con que entran haciendo estruendo por los pueblos en donde entran a
robar”(Aguado 1957: 174)
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rectificar esta información con otros indios. Por lo cual camino tres días y llego a
una provincia de “indios llamados Operiguas” donde hallo un pueblo pequeño pero
fortificado por un fuerte “palenque”, el cual fue asaltado por los conquistadores, y
donde confirmo acerca de las riquezas de la gente delante de la cordillera.
Por tanto, volvió a Nuestra señora y mando a sus capitanes a buscar “naturales
como cargueros”, yendo Pedro de Limpias, uno de sus capitanes, hasta el “Ariare”
rio abajo en busca de naturales, donde llego a un pueblo llamado “Miyegua”, donde
capturo a algunos indios tras una lucha con ellos. Volviendo Limpias a Nuestra
señora, iniciarían su trayecto, cruzando la cordillera, desde un rio ubicado a una
jornada de “Nuestra Señora”, en donde encontraron un pequeño pueblo con doce
casas abandonadas y quemadas, y donde tomaron algunos “panes de sal” que
encontraron. Los conquistadores prosiguieron rio arriba, y tras el paso por paramos
y sierras, llegaron al Valle de Fosca, donde llegaron una “poblazon de indios
mozcas” y continuaron hasta llegar a Pasca, dirigiéndose luego hacia donde se
fundaría posteriormente la ciudad de Santafé.
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tomar los indios que podrían de esta provincia y nación para que les sirviesen; pues
gente tan combatida fue y tan salteada y llevada en cautiverio, imposible es que
quedase mucha de ella, porque considerados los daños que en aquellos tiempos se
hacían en los indios tan libre y atrevidamente, es imposible que estos Guayupes,
habiendo estado en ellos las compañías de gentes que se ha referido, no dejase de
ser tan atribulados y destrozado cuanto he significado y mucho más” (Aguado 1930:
118).
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mantuvo con el fin de mantener un equilibrio entre la población y la capacidad de
cargar de los recursos, además, para algunos tendría mayor facilidad en la
movilidad con menos población (en especial de aquellos grupos nómadas o
seminómadas, como los Guahibos) en caso tal de inundaciones o incluso sequias
en la zona de vivienda.
En los escritos dejados por los misioneros durante sus reducciones, se relacionarían
diferentes descripciones sobre los indígenas reducidos, como sus costumbres,
formas de vida y obtención de recursos, siendo una herramienta muy importante
dentro de las investigaciones arqueológicas en los Llanos Orientales, sobre todo en
las realizadas por Mora y Cavelier (1983) (1985) (1987), debido a la
contemporaneidad entre las reducciones y las fechas datadas en Caño Irique (1630
d.C.) (Mora y Cavelier 1987) y Acacias (1570 d.C.) (Mora y Cavelier 1983), aunque
poca información se da acerca de los grupos Guayupes. Si bien, estos no son
mencionados, en gran parte por los misioneros, muchas veces estos son
confundidos con los Achaguas, señalando, al parecer, a los Guayupes como parte
de los Achaguas, señalándola como la tribu más grande de los llanos del Nuevo
Reino “Empezaba a extenderse esta nación (Achaguas) desde muy cerca de
Barinas hasta San Juan de los llanos, y desde allí hasta Popayán, sin que se les
haya descubierto términos hasta ahora (…) más de veinte naciones o provincias
contaban los Achaguas bajo un mismo idioma” (Rivero 1956: 21).
Aunque también, esta confusión, podría deberse a que los misioneros no tenían
mayor conocimiento sobre los grupos indígenas de los llanos ubicados en lo que
actualmente se delimitaría como Departamento del Meta; pues como lo señala el
misionero Joseph Gumilla, en su “Orinoco Ilustrado”, desde las bocas del rio Ariari
en el Guaviare hacia la cordillera “no han penetrado todavía nuestras misiones. Solo
tenemos noticias de estar lleno de indios gentiles” (Gumilla 1745: 203) y que, desde
la margen derecha del rio Meta hasta el rio Ariari “hay un llano intermedio, que pasa
de trescientas leguas, interrumpido con ríos, arroyos de menor porte, y con muchas
lagunas. Este dilatado campo es la palestra de continuas guerras de las dos
naciones andantes de Guayvas y Chiricoas” (Gumilla 1745: 204) estos últimos
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serían los mismos Guahibos. Igualmente, Gumilla señala que la gran mayoría de
grupos viven en los llanos “al abrigo de las vegas de los ríos…da menos fruto el
campo raso que las vegas y los bosques”. (Gumilla 1745: 430).
Por otra parte, Gumilla menciona que, en gran parte de la región del Orinoco y sus
afluentes, los indígenas cultivaban “maíz, yuca, mandioca y otras raíces”,
encontrándose que en los “anegadizos del río Orinoco, Meta, Apure, Casanare,
Tame y otros (…) nace, crece y madura el arroz”. (Gumilla 1745: 431) Mientras
Rivero señala acerca del consumo de la yuca, tanto “yuca mansa como yuca brava”,
usando esta última para elaborar “cazabe”, siendo rayada la yuca y posteriormente
cocida sobre el “budare” “unas planchas de barro redondas, muy lisas y aseadas,
de vara y media de circunferencia” (Rivero 1956: 113). También señala la
abundancia de animales terrestres, de los cuales los indígenas de la zona se
alimentaban, entre ellos los ciervos, “puercos de monte”, monos, armadillos, danta
y anfibios como las babillas e iguanas, “De todo esto se halla con abundancia en
estos sitios, y en el verano se ven andar tropas de indios trasegando lagunas y
quebradas y los ríos Meta, Cravo, Guanapalo y otros” (Rivero 1956: 9).
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Gumilla menciona también el uso de herramientas líticas por los indígenas, durante
el proceso de tala y quema en los bosques para después realizar los cultivos. El
misionero señala como son “fabricadas” algunas hachas pulidas: Pregunte cómo y
con qué labran aquellas hachas de piedra tan dura, y me respondieron que con otras
piedras picaban estas y después, a fuerza de amolarlas en piedras más blandas,
con ayuda del agua, les daban figura y sacaban los filos de las bocas.
Como vemos, los escritos, tanto de los cronistas como misioneros, aportan bastante
dentro de la investigación arqueológica, pero estos deben tomarse con cuidado,
pues son bastantes las variaciones de los nombres señalados en algunos rio o
grupos indígenas, además de la falta de información de los misioneros sobre las
zonas donde se ubicarían pueblos españoles como “San Juan de los Llanos”. Sin
embargo no deja de ser una buena herramienta para la contextualización de algunas
investigaciones arqueológicas.
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2. EVIDENCIAS ARQUEOLÓGICAS
Mapa 2: Zona de investigación en 1973 por Marwitt y Morey, desde Cubarral hasta Puerto
Lleras.
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prehistoria en Colombia ignoraban cualquier conocimiento de allí, valiéndose solo
de los escritos y crónicas españolas durante la colonia. El escaso conocimiento se
debía, en parte, a la profundización de grupos culturales “más avanzados”
estudiados hasta sus fronteras con el llano, hasta los límites de sus recursos
(Marwitt 1973b).
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Colombiano durante el siglo 16; los demás sitios si fueron catalogados como
prehispánicos.
Los sitios registrados no se encontraban alejados del rio, ninguno se situaba más
allá de 1 km de la zona inundable, contrariamente, Marwitt señalaba que la sabana
fue poco usada por los grupos prehispánicos para poner allí sus aldeas o
asentamientos. Los sitios eran en general bastante extensos, pero los basureros
mantenían una distribución aleatoria y discreta asociado con el uso de estructuras
simples. Los materiales arqueológicos, según los campesinos, se llegaban a
encontrar hasta un rango de 70-100 cm, vistos en pozos hechos para el cultivo de
plátano.
Los investigadores solo tenían una categoría de tipo cerámico y era los de forma de
“tartera” o posibles budares, debido a que un campesino había encontrado uno en
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un campo de plátanos usado como una urna funeraria. “The body of the urn is
vaguely trapezoidal in section, and is divided into two parts by a deep groove. On
the upper portion of the body are modeled and incised facial features; the lower urn
body has two incised arms. Attached to the carinated base of the body, and serving
as a pedestal, are modeled legs and feet” (Marwitt, 1973b: 5) Dentro de la urna se
encontraban los restos de un niño, cuyos huesos estaban en mal estado de
descomposición, el cual estaba tapado con un tazón de barro que se rompió cuando
se encontró. Otras urnas similares fueron encontradas por otros campesinos en la
zona. La evidencia cerámica no pudo ser comparada con otra del piedemonte o del
llano, por lo que para la época no se pudo realizar una secuencial cultural.
ARI 16: Considerado por los investigadores como un posible “cementerio”, estaba
ubicado a 1.5 km de Puerto Caldas, allí se encontró material cerámico hasta 20 cm
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de profundidad, a excepción de un pozo donde llego a 35 cm y se encontró “una
olla grande y restaurable”, en la zona el dueño aseguro haber encontrado material
hasta los 60 cm.
ARI 20: Considerado como una posible aldea, ubicado a 800 mts al Sur de Puerto
Caldas, en la margen oeste del Ariari, junto a la desembocadura de un caño (Marwitt
no menciona su nombre); el sitio se encontraba erosionado, aunque tenía materia
cultural concentrado con una profundidad máxima de 30 cm.
ARI 22: Ubicado a 50 mts de ARI 3, allí había poco material esparcido hasta 20 cm.
ARI 5, 6, 21 Y 23: Fueron los sitios más cercanos entre sí, ubicados cerca de Puerto
Santander, en una posible antigua laguna o brazo de rio, donde ARI 5 y 6 se
encontraba sobre un barranco, cuyo material se encontraba más profundo y con
mayor densidad, mientras ARI 21 y 23 se encontraba más cerca del rio, la
profundidad de los tiestos era menor y con baja densidad.
Marwitt describió a la cerámica encontrada en los pozos como “un tiesto de color
naranja con antiplástico formado por pelotillas de barro gris y moreno” (Marwitt,
1973: 3) donde predominaban ollas grandes, con paredes gruesas y bordes
cuadrados. El material hallado en Fuente de Oro incluía más variedad de
antiplástico incluyendo arena y tiesto molido.
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los llanos venezolanos. Además que pudieron haber tenido una importancia en los
intercambios económicos intertribales.
Marwitt descartaba alguna relación o influencia cerámica por parte de grupos de los
Andes, desechando por tanto las teorías de Meggers y Evans sobre el origen Andino
de estos grupos, y especulando consecuentemente que el complejo del Ariari
hubiera sido producto de una difusión desde la selva tropical amazónica después
del año 1000 d.C., cuya ruta pudo haber sido por el rio Guaviare hacia el rio Ariari.
Para 1976, Robert Morey realizo una ponencia en el “Seminario Sobre Investigación
Antropológica en Los Llanos Orientales”, promovido por la Universidad Tecnológica
de los Llanos Orientales (Unillanos) en Villavicencio, entre el 8 y 9 de Julio de 1976.
Al igual que Marwitt, Morey también destacaba la importancia de la región y el poco
valor que se le había tenido, junto con la predilección de los investigadores sobre
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los Andes frente a otras regiones como la investigada; por tanto, tomando las ideas
de Lathrap (1970), consideraba que los Andes tuvieron alguna influencia por parte
del Amazonas, y los Llanos colombianos fueron el intermedio entre esta relación.
Con el fin de seguir validando esta teoría y refutar las que consideraban inversa esta
relación (Meggers y Evans), Morey mencionó la investigación realizada por la
Doctora Alberta Zucchi (1975) con el instituto Venezolano de investigaciones
científicas en los llanos occidentales de Venezuela, en Barinas y Apure, el cual dio
descubrimientos significativos para conocer culturas bien desarrolladas y complejas
en una fecha temprana en los llanos.
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montículos artificiales, complejizándose las relaciones sociales, siendo el origen de
una sociedad cacical (Zucchi 1975).
Refiriéndose sobre el rio Ariari, Morey devela las fechas datadas por Carbono 14
para los sitios investigados: una de ellas para la tradición cerámica denominada por
Marwitt como Granada con una fecha de 810±100 d.C. relacionado al horizonte
policromo amazónico, y la otra perteneciente a la fase Puerto Caldas con una fecha
de 760±110 a.C. la cual no se relacionó a alguna tradición cerámica conocida en su
momento (Morey 1976: 6). Aunque en los anteriores escritos no se mencionan
elementos líticos, Morey señala que en algunos sitios si se encontraron manos de
moler y metates junto con los “budares”, rectificando para Morey que los grupos
prehispánicos de allí tuvieron que practicar tanto el cultivo de yuca como de maíz.
Lastimosamente, ni Marwitt, ni Morey señalan cuales fueron los sitios datados,
infiriendo la ubicación de las fechas a partir de los nombres dados a cada período.
Finalmente Morey concluye que los grupos prehispánicos de los llanos orientales,
eran grupos culturales desarrollados, por influencias y migración de grupos de la
amazonia, sin ninguna influencia de los Andes, que mantenían como patrón de
asentamiento la cercanía a los ríos, y no el uso de las sabanas interfluviales, con el
fin de aprovechar los recursos de estos, y la fertilidad de su tierra para el cultivo de
maíz y yuca, esta última a partir de sistemas como los montículos artificiales
reseñados por Zucchi y los que en 1975 describiría Alicia Dussán y Gerardo Reichel-
Dolmatoff (y los que más adelante describirían Santiago Mora e Inés Cavelier). Por
último Morey señala que “Los Llanos de Colombia son una región clave con
respecto a nuestro conocimiento de la historia cultural de Sur América. El trabajo
continuo en el futuro demostrará la importancia de los Llanos”. (Morey 1976: 8)
31
llamado “Cejalito” por el nombre de la finca donde se encontró), afluentes del rio
Manacacías, en el extremo oriental del municipio de San Martin, Meta. Este sistema
de agricultura se hallaba entre el bosque de galería de los caños y algunas lagunas
y pantanos cercanos, allí se encontraron, dentro de una hectárea, cerca de 1000
montículos, los cuales tenían un diámetro promedio de 3 mts y una altura promedia
a los 60 cm, siendo el montículo más pequeño de 1 mt de diámetro, y algunos
muchos más grandes llegando a tener un diámetro de 6 mts y una altura aproximada
de 1 mt (Reichel-Dolmatoff 1975: 191).
Y fue a partir de este sistema de cultivos que los grupos indígenas habrían podido
controlar las inundaciones, que según información de los habitantes a los
investigadores, los montículos no llegan a ser cubiertos por el agua y sobresalen
entre la zona empantanada, mientras que en la temporada de sequía, en la que
estuvieron Dussán y Reichel-Dolmatoff, mantiene la humedad adecuada para
preservarse las raíces maduras que se cultivara, debido a que la humedad sube por
la tierra floja del núcleo, el cual está protegido por una capa de tierra seca y muy
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consolidada. Aunque en los llanos orientales existen los llamados “surales”, un
terreno que se asimila a los montículos, producto del mal drenaje del suelo, la
erosión, la escorrentía y el pastoreo del ganado, estos montículos no muestran ser
naturales, hay una clara acción antropogénica y se diferencias de los llamados
“surales” “no cabe duda acerca de su carácter artificial” (Reichel-Dolmatoff 1975:
192).
Finalmente, los investigadores aluden que si bien por estas zonas, hasta hace poco
tiempo, habitaron los grupos Guahibos (Actualmente hay varios resguardos
indígenas de filiación Sikuani en Puerto Gaitán), a estos no podrían pertenecer estas
33
prácticas, debido a que eran grupos nómadas y/o seminómadas, quienes
desarrollaron apenas una horticultura incipiente, y este sistema provendría de un
grupo cultural más organizado y complejo. Por otro lado allí también pudieron estar
los grupos Achaguas, pero sobre este sistema de cultivo no es mencionado en las
crónicas que los describen.
Imagen 3: Corte transversal en uno de los montículos reseñados cerca del caño Cumaral.
Fuente: Reichel-Dolmatoff, Gerardo (1975) Un sistema de Agricultura prehistórica de los llanos
orientales.
34
acerca de este sistema de cultivo. En años posteriores, Mora y Cavelier (1983)
encontrarían un sistema similar en la zona conocida como Humapo, en Puerto
López, al igual que Xiomara López (2010) en varios sectores de Puerto Gaitán y
Ximena Cuervo (2014) al sur de San Martín.
Para 1983, Santiago Mora e Inés Cavelier realizaron su tesis como parte del
pregrado en Antropología de la Universidad de los Andes, cuyo trabajo era una
investigación arqueológica realizada desde finales de 1980 hasta mediados de
1983, en el departamento del Meta, en los municipios de Acacias, Barranca de Upía,
y Puerto Gaitán; este trabajo fue titulado como “Contrapunteo Llanero”.
35
incapacidad de los grupos provenientes de la selva para adaptarse a un medio de
sabana, permaneciendo por lo tanto en esta zona de transición” (Mora y Cavelier
1983: VII)
La cuarta zona fue la primera en ser prospectada por los investigadores, la cual se
centró en el municipio de Acacías, en donde se realizó una excavación. En esta
zona se encuentran varias terrazas cercanas al rio Acacias que varían
altimétricamente, habiendo terrazas altas, medias y bajas, estas últimas muy
cercanas a las vegas de los ríos, siendo zonas inundables en temporada de lluvias
(Mora y Cavelier 1983: 127).
36
Mapa 4: Zonas prospectadas por Mora y Cavelier.
Fuente: Mora y Cavelier (1983) Contrapunteo Llanero.
37
piedemonte; algunos de estos bosques de galería han sido reemplazados por pasto
debido a la práctica de ganadería extensiva en la zona y a los extensos cultivos de
palma que se han desarrollado en el municipio (Mora y Cavelier 1983: 128).
38
y los fragmentos tenían una pasta oscura con inclusiones claras. El cuarto sitio (A-
4) se encontró muy cerca del anterior, separados por el caño Lejía. Allí los
investigadores encontraron una gran dispersión de material cerámico los cuales
fueron difícil de observar debido al pasto alto que los cubrían; también se vieron las
mismas inclusiones claras vistas en los anteriores tiestos (Mora y Cavelier 1983:
129).
39
primario de habitación”. Igualmente se encontraron dos configuraciones de piedra
empleadas posiblemente para el soporte de un fogón o muro. Para este sitio, los
investigadores pudieron realizar un datación de fecha por C14, la cual dio 380±50
B.P. (1570±50 d.C.), siendo una fecha muy tardía (Mora y Cavelier 1983: 136). La
cerámica encontrada era principalmente cuencos con paredes delgadas, algunos
de forma globular, así como platos de forma irregular, con decoración incisa solo en
la parte externa, bordes rectos y pestañas, algunos con modelados y apliques.
Aunque no se encontraron bordes de posibles “Budares”, se observaron piezas muy
gruesas que corresponderían a estos. La técnica decorativa común fueron apliques
de figuras zoomorfas en las vasijas, una pintura negra interna, con un rojo con
blanco en el exterior. Mientras que las semillas recuperadas correspondían a “raquis
de maíz (Zea Mays), posiblemente Yopo (Anadenantera Peregrina), Frijol
(phaseolus) y algunas palmas (Bactris gasipaes)” (Mora y Cavelier 1989: 38).
40
Mapa 6: Sitio ubicado en Barranca de Upía.
Fuente: Mora y Cavelier (1983) Contrapunteo Llanero.
41
por los colonos con el pasar de los años. Sobre estos bosques, los investigadores
localizaron algunos vestigios arqueológicos en un sitio saqueado en varias
ocasiones por los habitantes de la zona, aunque se recolectaron pequeños
fragmentos cerámicos, los investigadores no pudieron realizar alguna inferencia
sobre estos. Los investigadores procedieron a prospectar la margen derecha del rio
Upía pero con resultados negativos.
42
montículos de forma redondeada, ubicados entre el caño Guayuriba y la vertiente
derecha del rio Meta. Estos montículos tenían una altura promedio de 1.2 mts con
una superficie de 3 mts, cubiertos por pastos, habiendo tres o cuatro sobre el
bosque más cercano (Mora y Cavelier 1983: 150). Se realizaron pozos de sondeo
junto a los montículos encontrándose suelos arenosos, mientras que encima de
estos se encontraron tierras negras a 80 cm. Aunque no se encontró material
cultural, estos montículos se asemejaban bastante a los descritos anteriormente por
Alicia Dussán y Gerardo Reichel-Dolmatoff en cercanías al rio Manacacías.
43
cercanas. Aun así, allí no se encontró material cultural ni alteraciones
antropogénicas. Muy parecido era el área cercana al rio Manacacías, con algunas
matas de monte, “bosques de chaparro y alcornoque”, donde tampoco se
encontraron sitios prehispánicos. Sin embargo, los investigadores encontraron un
asentamiento indígena abandonado algunos años atrás, del cual no sacaron mucha
información (Mora y Cavelier 1983: 156).
Si bien las investigaciones de Marwitt y Morey fueron el pilar para el inicio del interés
arqueológico en el departamento del Meta, el trabajo de Santiago Mora e Inés
Cavelier revalidaron el potencial arqueológico y etnológico del área, mostrando que
no solo se encontrarían evidencias arqueológicas en el límite selva-sabana, sino
también más allá de esta como se ve en una zona de piedemonte como Acacias o
44
Humapo, o hacia la sabana, cerca del rio Manacacías, vista con la investigación de
Alicia Dussán y Gerardo Reichel-Dolmatoff, donde se podría observar una relación
del sistema de cultivos a partir de montículos, tanto de los sitios vistos en el Meta,
como los mencionados por Zucchi en Barinas (Zucchi 1975).
45
Por otra parte, en el municipio de Cubarral, en la finca Villa Clara, en la vereda
Marayal, se realizaron 3 pozos de sondeo al Norte del caño Marayal debido a la
cercanía de fuentes de aguas permanentes, pero estos dieron resultados negativos.
Sobre la margen derecha del río Ariari, en el sitio llamado “la Cubillera”, en la vereda
del mismo nombre, municipio de Granada, a dos km de la inspección de Puerto
Caldas, se realizaron 4 pozos de sondeo. El sitio se encontraba sobre una pequeña
terraza, por donde pasaba el caño Taparo; este se ubicó gracias a información de
los habitantes, quienes señalaban que allí se encontraban fragmentos cerámicos en
superficie. En el primer pozo de sondeo de 40 cm x 40 cm x 45 cm se encontró
muestra de carbón entre los 15-20 cm de profundidad, el cual se guardó para una
posible datación. Aunque en el segundo pozo no se encontraron evidencias
arqueológicas, en el tercero, ubicado entre la terraza y un cultivo de maíz, se realizó
un pozo de sondeo de 1 mt2 de tamaño, en donde se encontraron fragmentos
cerámicos asociados a muestras de carbón a partir de los 10 cm (Escobar et al.
1984: 95).
46
cercana al Municipio de Vistahermosa, también mantiene un potencial arqueológico,
aunque en menor contraste con la zona del Ariari.
47
realizaron tanto una recolección superficial como pozos de sondeo donde
recuperaron materiales arqueológicos similares a los descritos para el grupo
Guayupe. Igualmente señalaron algunos posibles sitios ubicados cerca de Puerto
Lleras, donde se recuperaron algunos fragmentos cerámicos en superficie
Por último, Mora y Cavelier concluyen que los asentamientos que han tenido la
oportunidad de estudiar y fechar (Acacias e Irique) podrían ser asentamientos
tardíos de la cultura Guayupe mientras los investigados por Marwitt (Granada,
810±100 d.C.) podrían ser asentamientos tempranos de la misma cultura debido a
su relación en manufactura y técnica de decoración en la cerámica, quedando en
duda lo encontrado para la fase Puerto Caldas (760±100 a.C.) en donde no se
relaciona con ningún otro tipo de cerámica, y solo con nuevas investigaciones
exhaustivas en la zona podrían despejar varias dudas y relacionar a ambos tipos
cerámicos, e incluso comprender una cronología cerámica para la región (Mora y
Cavelier 1989: 41).
Uno de los lugares a observar para analizar el intercambio comercial entre los
grupos indígenas del altiplano cundiboyacense y los grupos del piedemonte y llanos
del departamento del Meta es la zona por la que recorre el rio Guatiquía, el cual
48
nace en el páramo de Chingaza, Fómeque, donde se retienen sus aguas en el
embalse de Chingaza y continua su rumbo entre la cordillera Oriental, cruzando así
para desembocar en el rio Meta. En su paso por la vertiente oriental de la Cordillera
oriental se encuentran los municipios de San Juanito y Calvario, departamento del
Meta. El curso del rio entre la cordillera Oriental es una interesante vía de
comunicación que posiblemente fue utilizada por los grupos indígenas
prehispánicos.
49
adornar el monumento a su fundador y sus primeros habitantes.” (Escobar 1986:
75).
50
llegada de los primeros colonos. En varios aterrazamientos realizo pozos de
sondeo, en los cuales bajo a una profundidad de 60 cm, aunque no encontró
material arqueológico, mientras que la estratigrafía de estos aterrazamientos tenía
una tierra negra suelta y “de poco espesor” hasta los 8 cm, apareciendo luego una
capa de greda compacta y de color pardo, tornándose a los 40 cm amarilla y revuelta
con manchas grises cascajo y piedras.
Escobar realizó dos trincheras en la Finca La Violeta, vereda San Luis de Toledo, la
primera de 8 mts de largo y 1 mts de ancho, sobre una terraza en la que se encontró
material cerámico y ocho posibles huellas de poste con evidencia de carbón (el cual
no fue datado); la segunda trinchera fue de 7 mts por 1 mts de ancho. En total
recogió 120 fragmentos cerámicos, los cuales, tras su análisis, determino que el
40% de los fragmentos pertenecía al tipo Guatavita desgrasante gris, el 20% a
Guatavita desgrasante tiesto y 60% sin identificarse. Este material desconocido
tenía en su pasta gran cantidad de mineral adherido con la arena o incorporado a la
arcilla. Igualmente el material cerámico diagnostico tenia formas similares a las
descriptas para los muiscas (Escobar, 1986: 88).
El grupo social que pudo habitar en estas zonas no fue identificado, más aun no
pudo ser fechado, aunque con el material cerámico la autora infiere que
posiblemente haya sido uno grupo proveniente de los Muiscas (un enclave muisca),
o un grupo diferente pero dependiente cultura y/o políticamente de los Muiscas, con
los cuales tuvieron un tipo de relación más allá del intercambio económico, y
51
posiblemente hayan sido algunos de los intermediarios entre grupos andinos y del
llano. Una investigación más exhaustiva en la zona podría aclarar las dudas que
surgen sobre la identidad del grupo social y su relación con los Muiscas.
El sitio se localizaba “dentro de la planicie aluvial” del rio Ariari, aunque poco
susceptible a inundaciones, manteniendo encharcamientos por la lluvia en
temporada de invierno, teniendo por tanto un nivel freático muy alto. Este
cementerio se encontraba ligado a una red de asentamientos ubicados de lado y
lado de rio Ariari, descritos en las crónicas, y señalados dentro de algunas
excavaciones de Mora y Cavelier, como el sitio “el Tugurio” el cual era una planta
de habitación ubicada en la margen sur del rio Ariari, y en la desembocadura del
caño Irique en el Ariari (margen opuesta) donde se encontró un basurero
arqueológico, el cual se dató con una fecha de 1630 d.C. (Mora y Cavelier 1985).
Lamentablemente para esta investigación no se realizó una datación debido a la
falta de financiación.
52
mezcla de tierra con ceniza. Aunque la mayoría de urnas se encontraban aisladas,
se pudo observar dos vasijas juntas, una tapada con fragmentos cerámicos y la otra
con una pequeña olla boca abajo (Mora y López 1990: 15).
53
plato de 5 cm de alto por 27 cm de ancho. Estas vasijas tenían una decoración incisa
y apliques, asociadas a las urnas de mayor tamaño, usadas algunas como tapas de
estas grandes. El segundo y tercer tipo estarían asociadas a un contexto social y
ceremonial.
Para 1993, Elizabeth López realizo una investigación acerca de las acciones
antropogénicas (antrosoles) con el fin de mejorar el potencial agrícola de la tierra en
suelos pobres, ácidos y cubiertos por bosque de miles de años en la planicie aluvial
del rio Guayabero. Si bien la zona se presenta como la frontera entre las sabanas
de los llanos con la selva tropical amazónica, la investigadora pudo determinar que
54
la cerámica asociada a estos cambios antropogénicos en el suelo estaría
relacionado con el estilo alfarero de los Guayupes. La presencia de estas
modificaciones antrópicas, indicaría otro tipo de adaptación a suelos pocos fértiles
vistos ya en el departamento, con el sistema de montículos reseñados por Mora y
Cavelier en “Humapo”, cercanías al rio Meta y Dussan y Reichel-Dolmatoff en
“Cejalito”, cercanías al Manacacias.
55
formas de formación de los antrosoles: “Algunas teorías sustenta la formación de
estos como el resultado del mejoramiento del suelo por la incorporación de cenizas
producto de la quema de huertas aborígenes…otros creen que son el resultado de
la incorporación de abonos y materia orgánica” (López 1993: 135). Por tanto, estos
son el resultado de una planificación y trabajo intensivo con el fin potenciar la
fertilidad de los suelos y que han sido reportados en la Amazonia brasileña:
Nimendajú (1923-26), Barbosa de Faría (1928) Klinge (1967) y Hilbert (1968) entre
otros. En cuanto a Colombia, se han reportado la presencia de antrosoles en la
Pedrera, posteriormente en Araracuara y la Sardinata por miembros de la
expedición Colombo-Británica “Amazonas 77”. En referencia a los antrosoles del
Araracuara, ya para el año 50 d.C. estos existían y habían mejorado para el 800 y
1000 d.C. (López 1993).
Dentro del paisaje del rio Guayabero, la investigadora observo tres tipos de
subpaisajes: zonas de vega baja, la cual es inundable casi todos los años, siguiendo
zonas de vega media, las cuales se inundan una sola vez al año y ubicadas de 5 a
10 mts de altura referente al nivel del rio, permitiendo su uso agrícola para cultivos
estacionales como el maíz. Por último, la vega alta que es inundable cada 3 a 10
años, ubicada hasta 15 mts sobre el nivel del rio, y la cual es usada para cultivos
estacionales y estables como plátano, yuca y cacao. “Estas unidades se han
definido, de acuerdo a las posibilidades de utilización, teniendo en cuenta factores
como inundabilidad, grado de madurez o desarrollo de los suelos; este último es de
gran importancia debido a que permite determinar la fertilidad natural” (López 1993:
44).
56
el posterior uso de la zona para ganadería extensiva. “Algunas áreas han sido
taladas por los colonos, en la mayoría de los casos para sembrar pastos y algunas
pocas áreas para cultivos de pancoger” (López 1993: 53).
57
haber encontrado hace algunos años una urna con restos humanos carbonizados,
una pequeña olla y un artefacto lítico con forma de media luna, el cual tenía
presencia de huellas de uso (López 1993: 151).
58
inclusiones de arcilla y ceniza” (López 1993: 184). La cocción de las vasijas se
realizó sobre una atmósfera oxidante bien controlada, en especial la cerámica con
baño color naranja, café rojizo y gris oscuro, relacionadas al desgrasante roca
triturada con ceniza vegetal y de pasta color gris oscuro y café. Mientras que
algunos fragmentos de pasta color habano y café, presentaban muchas manchas
de cocción, producto de un ambiente oxidante mal controlado. La mayoría de la
cerámica mantenía una superficie pulida. A partir del tamaño de los fragmentos se
pudieron relacionar tres formas: platos, cuencos y vasijas de cuello recto, algunas
de forma globular y aquillados, subglobular y cilíndricas. Los platos tenían
decoraciones excisa con motivo geométricos, y algunos con pintura blanca,
mientras los cuencos presentan bordes evertidos. En la decoración de la gran
mayoría de vasijas se observan incisiones, pintura blanca, modelados y apliques
con motivos zoomorfos, antropomorfos y geométricos. También se observaban
algunos fragmentos con excisiones. Las caracterizas de la cerámica encontrada
sobre la planicie aluvial del Guayabero guardaba grandes similitudes con la
cerámica Guayupe, descrita en los trabajos de Marwitt y Morey (Marwitt 1973b,
1975) (Morey 1976) en el Ariari, Mora y Cavelier (1983, 1985, 1987, 1989) en
Acacias y Ariari, y por López y Mora (1990) en Puerto Santander, en especial el
modelado y los apliques antropomorfos y zoomorfos, junto con el desgrasante
(Arena, Cariapé y las inclusiones de arcilla o barro). Para este estudio se pudo
realizar una datación para el sitio Angostura I, la cual fue de 270 d.C. (1670±40
B.P.), estando relacionada cronológicamente a los Antrosoles encontrados en el
Araracuara, y siendo a la vez una fecha intermedia entre los periodos Puerto Caldas
(760±110a.C.) y Granada (810±100d.C.) descritos por Morey y Marwitt.
Por tanto, la autora relaciona a los Guayupes, como el grupo cultural que pudo haber
habitado la zona investigada y que realizara estos cambios antropogénicos en
suelos poco fértiles, con el fin de optimizar la producción agrícola en una zona no
inundable, ubicada en lugares estratégicos para mantener un dominio sobre amplios
tramos de paisajes desde donde se podría mantener un control sobre el paso por
los ríos. López señala que, al igual que Mora y Cavelier, los Guayupes tuvieron que
ser un grupo cultural que se apropió de un gran territorio como lo es el departamento
59
del Meta, adhiriendo otras etnias de la región como los Saes y Eperiguas (Mora y
Cavelier 1989: 37) (López 1993: 219), formando entre estas etnias un solo grupo
cultural, determinando por tanto a este estilo Guayupe como un producto del
desarrollo regional y no del difusionismo proveniente de otras regiones,
aprovechando así también diferentes nichos ecológicos, y que debieron llegar a
tener una alta complejidad social y desarrollo político para mantener una cohesión
social y división del trabajo especializado:
La autora también obtuvo una fecha para el sitio de Puerto Nuevo, pero esta resulto
muy temprana (6420±40 B.P.) considerando por tanto, que las muestras datadas se
encontraban alteradas producto de los mismos antrosoles “al adicionar material
orgánica…que pudieran tener carbón de quemas más antiguas” (López 1993: 220)
además que, que por ser una fecha muy antigua para la zona, no habría forma aun
de contextualizarla en “el espacio y tiempo”.
60
en la ciudad, pero cuyo proyecto nunca fue cumplido. El área investigada se delimito
a partir de los sitios guaqueados, con un radio aproximado de 100 metros, esta zona
era un lugar constante de cultivos en todo el año por lo que había sido bastante
alterado. Los investigadores realizaron ocho pozos de sondeo de un metro por un
metro con el fin de obtener información estratigráfica. Posteriormente realizaron una
excavación de 10 mts2 sobre lo que sería una planta de vivienda (Moreno y Riaño
1998: 25).
61
cada lado, lo que los investigadores señalaban como parte de uso ritual. La
profundidad a la que se hallaban estas urnas era de 40 a 60 cm. En cuanto al
material recuperado en la excavación, las formas cerámicas más comunes fueron
los cuencos, siendo en menor cantidad bandejas o platos, “ollas cuenco” y jarras
(Moreno y Riaño 1998: 32).
62
“las características identificadas en la cerámica del corregimiento de Aguas Claras,
región del Ariari; sobre el hecho de que algunas piezas se han catalogado como de
muy buena elaboración y decoración, junto con el registro de un buen número de
formas relacionadas como vasijas para servir y consumir bebidas y comidas;
asociados con la interpretación que se realizara de la evidencia proveniente de
contextos funerarios, se podría sugerir la existencia de una elite en este
asentamiento. El sitio donde se recogió el material arqueológico correspondería a
un sector de la población con mayor estatus, un área de residencia dentro de una
aldea considerada como un asentamiento con cierta complejidad en su organización
socio-política y económica.” (Moreno y Riaño 1998: 38).
Sin embargo esta hipótesis solo podría ser corroborada con una investigación
mucho más grande, que abarque más allá de esta zona, diferentes sitios cercanos
para poder comprender mejor esta posible diferenciación social a partir de las
técnicas y decoración usadas en cada cerámica encontrada en cada posible sitio.
Aunque Moreno y Riaño señalaban que también se podría tomar como un sitio
privilegiado debido a que se encuentra en las tierras más fértiles de todo el
departamento (las vegas del Ariari) y posee a su alrededor diferentes nichos donde
podrían aprovecharse de diferentes recursos como los bosques de galería de los
caños, y los bosque del piedemonte. En resumen, Moreno y Riaño creen que los
grupos Guayupes que habitaron el departamento del Meta, pudieron estar divididos
en varios grupos, en donde, aquellos con mayor rango social eligieron las zonas del
Ariari, siendo estas más productivas, mientras los demás grupos pudieron
desplazarse a sectores como Acacias.
63
Imagen 10 e Imagen 11: Vaso cilindrico con decoracion incisa encontrado en Aguas Claras durante el
rescate arqueológico.
Fuente: Quintero, Ninfa. (2004) Diagnóstico e inventario arqueológico del departamento del Meta.
64
que “quizás se trataba de grupos diferentes asentados en territorios propios
separados por barreras naturales, pero que mantenían lazos comerciales u otros
contactos que hacen posible suponer que compartieron rasgos culturales, evidentes
en un estilo cerámico característico” (Quintero 2004: 10). Igualmente recalca la
importancia de las crónicas españolas debido a que, con las fechas datadas por
Mora y Cavelier en Acacias y Caño Irique (1570 d.C. y 1630 d.C. respectivamente)
a la llegada de los españoles los Guayupes estarían asentados en gran parte del
territorio metense.
65
obtención de panes de sal, inferencia dada por la autora debido a que el hallazgo
se realizó cerca de salmueras o pozos de agua salada (Quintero 2004: 70).
Por otra parte, en los fragmentos recuperados durante la prospección realizada por
la autora, se identificaron varias formas de cerámica, entre las que se encontraban
platos, con alturas entre 4 y 7 cm, con diámetros entre 18-28 cm, mostrando una
curiosa relación entre altura-diámetro “algunos no corresponden a la forma
tradicional redondeada, se observaron formas romboidales y elipsoides” (Quintero
2004: 71). Estos tienen variados diseños, algunos con incisiones serpenteantes y
diferentes “aditamentos/aplicados modelados diametralmente opuestos”; Presentan
acabados alisados y bruñidos, y dos orificios a cada lado, sugiriendo la posibilidad
de ser usados para suspender el plato por medio de cuerdas. También se
encontraron fragmentos de cuencos con diversos tamaños y diseños, yendo desde
cuencos pequeños de 4 cm de altura hasta 11 cm, con diámetros de 5 cm hasta 20
cm, presentando decoraciones incisas y aplicaciones, en algunos de ellos se
observan huellas de hollín.
La autora concluye que existe una gran riqueza en cuanto a la variedad de formas
cerámicas encontrada y relacionadas con los Guayupes, y que hay una gran
diferencia frente a los otros estilos cerámicos cercanos a la región, predominando
los modelados y apliques zoomorfos y antropomorfos, junto con incisiones
66
geométricas estandarizadas. Aunque, señala la autora que, este estilo alfarero no
es uniforme en todo el territorio Guayupe, enfatizándose variaciones en la
producción local, producto de los diferentes grados de especialización en los
artesanos de cada sitio; sin embargo también cree que estas variaciones pueden
deberse a que si habitaron allí diferentes grupos culturales (Guayupes, Saes y
Eperiguas) como señalan las crónicas, y que a pesar de tener características
similares, cada grupo manejo parte de su propio estilo cerámico.
A partir de esto, han sido más las investigaciones arqueológica producidas por la
“arqueología de rescate” frente a la investigación académica en la zona. Aquí
67
señalaremos algunas investigaciones y sus resultados, al igual que algunos
comentarios para señalar falencias o grandes aportes de algunas de las
investigaciones. La mayoría de investigaciones se centran en los municipios de
Puerto Gaitán y Acacias, debido a que son la zona de mayor yacimiento petrolífero.
Igualmente en zonas como Acacias a pesar de tener un gran impacto industrial
(explotación petrolífera y minera, cultivos extensos de palma africana) hay muy poca
información arqueológica: “Al realizar la búsqueda bibliográfica sobre reportes de
sitios y/o evidencias arqueológicas para el área de estudio (Acacias), llamó mucho
la atención que a pesar de ser un área tan intervenida por proyectos de ingeniería,
existen muy pocos reportes sobre programas de arqueología preventiva” (Nieto
2012: 20). Mientras que en Puerto Gaitán, a pesar de una gran cantidad de
investigaciones arqueológicas, los resultados de la gran mayoría resaltan el bajo
potencial arqueológico de la zona, encontrándose algunos datos que podrían
resaltar lo contrario.
La concentración del trabajo de campo fue sobre terrazas aledañas a las fuentes
permanentes de agua, lugares de potencial arqueológico según los trabajos
arqueológicos anteriores. Lo resultados del reconocimiento arqueológico fue, la
descripción de una gran densidad de yacimientos vistos en recolección superficial
frente a un número mucho menor de depósitos enterrados que ofrecieran una
posibilidad de estratificación física. La recolección superficial brindo la posibilidad
del reconocimiento de densidades y patrones de asentamientos prehispánicos de la
zona, aunque con la falta de información estratigráfica. El resultado final del
reconocimiento fue el registro de 20 sitios arqueológicos, los cuales estaban
68
localizados en inmediaciones de los principales ríos y sus afluentes (rio Acacias,
Orotoy), aunque todos con densidades bajas (Mackenzie 2002: 15). No se
encontraron sitios o material cultural en zonas interfluviales, por lo que el autor, al
igual que anteriores investigadores, señalo que los grupos indígenas no
aprovechaban este tipo de entorno. El material recuperado guardaba cierta
homogeneidad tecnológica y estilística al grupo Guayupe.
Si bien en las vegas de los ríos no se detectaron sitios arqueológicos, sobre las
terrazas bajas si se pudieron encontrar, los cuales podían tener alturas mínimas o
mayores frente a las vegas, en las que igualmente tenían periodos de inundaciones,
por lo que Mackenzie señala que los antiguos pobladores pudieron realizar algunas
acciones para resolver este inconveniente (Mackenzie 2002: 17). Este patrón
cercano a los ríos se debe principalmente a una mayor fertilidad de la tierra en
terrazas bajas cercanas al rio y a los recursos de estos.
69
Los sitios fueron encontrados en terrazas bajas sobre ambas márgenes del rio
Acacias, Orotoy y sus afluentes, los cuales actualmente son usados para el cultivo
de arroz, uno de los factores que produce alteración de los sitios con el arado y la
posterior inundación. En zonas de terrazas altas no se encontraron sitios
arqueológicos; las terrazas altas recorridas eran bastante “intemperizados y
empobrecidos”. En la investigación se realizó una unidad de excavación en la Finca
Balmoral, en el potrero el Naranjo, vereda San Isidro de Chichimene, cerca de la vía
Chichimene - San Carlos de Guaroa, en una terraza baja junto al rio Orotoy, allí se
evidenciaron las mayores concentraciones de material tanto de forma superficial
(producto de un arado reciente) como en pozos de sondeo (Mackenzie 2002: 18).
Esta unidad tuvo una medida de 1 mt cuadrado bajando cada 5 cm hasta los 45 cm,
en cuyo materiales fueron encontrados entre 15 y 35 cm, realizando un pozo de
sondeo posteriormente de 40 cm, con el fin de confirmar la ausencia de material
arqueológico. El material cerámico finalmente hallado fue muy similar al encontrado
en las recolecciones superficiales y pozos de sondeo, los cuales fueron calificados
como Rojo sencillo, Café con Engobe, baño rojo y pintura, en los cuales “se
diferenciaron tres tipos de desgrasante: Tiesto molido, Cauxi o esponjilla y arena de
rio” (Mackenzie 2002: 23).
70
líticos como lascas, las cuales fueron usadas como raspadores y raederas, al igual
que se encontró un perforador lítico.
Como conclusión en la zona de estudio, el autor señala que los grupos humanos
que allí habitaron, prefirieron las zonas cercanas a los rio y quebradas, viéndose en
su patrón de asentamiento, donde además de ser suelos fértiles, tenían los recursos
acuáticos. A partir del análisis de la alfarería se pudo identificar que los restos
materiales culturales pertenecían al grupo cultural Guayupe y cuyos asentamientos
mantenían una baja densidad, posiblemente aldeas pequeñas de solo tres casas y
separadas uno de otro grupo (Mackenzie 2002: 41).
Para el proyecto de adecuación de tierras del rio Ariari en el departamento del Meta
realizado por el Instituto Nacional de Adecuación de Tierras, se realizó el
71
diagnostico arqueológico del área en el 2002, a cargo de Pablo Fernando Pérez. El
área del proyecto era de 40000 hectáreas, por lo cual fue dividido de forma arbitraria
en cuatro unidades: Lejanías, Granada, San Juan de Arama y Fuente de Oro,
ubicada la primera unidad sobre el rio Guape y el resto sobre el rio Ariari. En las
cuadro unidades se realizó un reconocimiento visual y recolección superficial.
Para la segunda unidad, San Juan de Arama, esta se dividió en dos sectores, en
los cuales en el primero (se ubicó entre la margen derecha del caño Urichare y el
levantamiento de las planicies del municipio) se identificaron 5 sitios arqueológicos,
ubicados principalmente sobre terrazas del caño Urichare. Mientras en el segundo
(ubicado entre la carretera Granada-San Juan de Arama y el caño Guanayas) solo
un sitio; estos sitios se identificaron a partir de 4 recolecciones superficiales
mientras que los otros dos por testimonio de los habitantes, que igualmente
reportaron la existencia de un “pueblo indígena” en la vereda Pueblo Seco (Pérez
2002: 35).
72
Mapa 9: Sitios señalados por Pablo Pérez en cercanías al rio Guape, Ariari y caño Urichare.
Fuente: Pérez, Pablo. (2002) Proyecto de adecuación de tierras del rio Ariari. Diagnostico
Arqueológico.
73
de arroz, produciendo la alteración de los sitios arqueológicos; dentro de esta
unidad, cerca al caserío Puerto Nuevo, algunos habitantes reportaron el hallazgo de
vestigios arqueológicos e igualmente el investigador encontró evidencias de posible
ocupación prehispánica en la finca El Mirador, debido a material visto en un perfil
del suelo, producto de la acción de las crecientes del caño Piedras (Pérez 2002:
36). También en la Vereda Mogotes se registraron varios sitios donde aparece
material arqueológico de forma superficial, cerca al caño Mogotes y Urichare;
asimismo en el sector de la Cooperativa se encontraron sitios arqueológicos que
estaban siendo destruidos por las crecientes del rio Ariari.
74
Pablo Pérez concluyo que la zona del proyecto tenía un potencial arqueológico alto,
en donde la mayoría de los sitios se presentan en cercanía a los cursos de agua
permanente y sobre suelos fértiles, muchos de los cuales no habían sido tenidos en
cuenta en anteriores investigaciones académicas (a excepción del excavado por
Moreno y Riaño). 31 sitios fueron registrados a partir de testimonios de los
habitantes, aunque queda la duda el no encontrarse material cultural, por lo que es
mejor tener más en cuenta aquellos que presentaron evidencias arqueológicas.
Este diagnóstico retoma la importancia que ya desde 1973 Marwitt (1973) (1975)
Morey (1976) y Mora y Cavelier (1985) (1987) (1989) le habían dado tanto al Rio
Ariari como sus afluentes, sobre la ubicación de sitios no muy alejados de estas
corrientes de aguas permanentes.
75
Mapa 10: Ubicación de los sitios ARQ 1, 3, 5 (Petroglifo Piedra Gorda) ,6 y 7.
El primer sitio arqueológico (ARQ 1) está ubicado sobre una terraza del caño
Urichare en la vereda Las Margaritas del municipio de lejanías; allí se encontró
material cerámica de manera superficial en el terreno, los autores dedujeron que,
debido a su ubicación y dispersión del material, este se podría suponer como un
sitio de ocupación (Acosta y Rozo 2005: 7).
El segundo sitio (ARQ 2) se registró debido a que fue reportado durante el Plan de
Manejo Ambiental, por lo cual fue monitoreado pero no se encontró material
cerámico, siendo solo registrada un fragmento de vasija encontrado en una de las
fincas cercanas.
El cuarto sitio (ARQ 4) se encontró a las afueras del municipio de San Juan de
Arama, en el cual se realizó un pozo de sondeo y se encontraron vestigios de la
76
antigua ubicación del municipio, encontrándose fragmentos de vidrio verde (material
de contexto republicano).
En general fueron registrados seis sitios prehispánicos y uno republicano, los cuales
estaban cerca del caño Urichare, el rio Guape y el Ariari; esto demuestra aún más
la importancia de esta zona y su potencial arqueológico, en especial las terrazas
entre el caño Urichare - rio Guape y Caño Urichare – Rio Ariari (Acosta y Rozo 2005:
17).
77
2.3.4 Xiomara López Santamaría, 2010
78
diámetros entre los 4 y 5 mts, con alturas de 40 a 50 cm, usados posiblemente como
áreas de cultivo López 2010: 29).
Mapa 11: Ubicación de los tres sitios señalados por Xiomara López en el primer bloque
prospectado; se señala el sitio “Humapo” como referencia.
El siguiente Bloque en prospectarse fue el TEC_CPO 07, ubicado entre las veredas
Domo Planas, Resguardo Vencedor Pirirí, Resguardo Wayoco, Alto Manacacias,
Comejenal, Cristalina, Fundaciones, Murujuy, San Miguel, San Rafael-Planas,
Santa Catalina y Santa Helena. En esta zona se identificaron en varias áreas más
montículos artificiales, en su mayoría cercanos al caño Muco, siendo una zona de
periódicas inundaciones, también se referenciaron montículos artificiales sobre la
rivera del rio Guarrojo, rio Planas y el caño Pilón. Otros montículos no pudieron ser
visitados y registrados por falta de permisos de predios.
79
[montículos] con dimensiones de 3 x 2.70 y 3 x 3.60 m” (López 2010: 34). En
cercanías al rio Planas se registró un montículo de 15 mts x 20 mts con una altura
de 0.80 mts, señalando López que podría corresponder a un área de habitación,
siendo el tercero sitio.
80
a 100 mts de los demás cultivos) pudieron ser usados como sitios de habitación,
siendo los demás para uso de cultivos (López 2010: 42).
Imagen 13: Montículos artificiales en el séptimo sitio ubicado en el bloque 07, cerca del rio
Muco.
Fuente: López, Xiomara (2010) Programa de reconocimiento y monitoreo arqueológico
preventivo de los bloques de exploración sísmica CPO 06, 07, 13. Puerto Gaitán, Meta.
Por último, se registró el Bloque TEC_CPO 13, el cual se ubica entre las veredas El
Tigre, Resguardo Unuma, Resguardo Vencedor Piriri, Alto el Tigre, Alto Tillavá,
Comejenal, Rubiales y Santa Catalina. En este sector se encontró una gran
concentración de sitios sobre las terrazas aluviales del rio Tillavá, principalmente
81
entre las veredas Rubiales - El Tigre, en menor concentración entre las veredas
Rubiales - Alto Tillavá; En su mayoría, en los sitios se encontraron montículos de
forma circular, posiblemente usados para cultivo, aunque se observaron 7
montículos con dimensiones mayores (4 mts x 9 mts con una altura de 1.5 mts) que
posiblemente fueron plantas de viviendas (López 2010: 51).
Mapa 13: Sitios ubicados al sur del municipio de Puerto Gaitán, en el bloque 13.
El primer sitio registrado se encontraba a 100 mts del caño Nare, allí se registraron
321 montículos circulares artificiales con diámetros entre 3.5 mts y una altura
promedio de 45 cm. El siguiente sitio se ubicó a 150 mts del rio Tillavá, en la vereda
Alto Tillavá, donde se reportaron 620 montículos artificiales de cultivo, con
dimensiones de 3 a 1 mt de diámetro, de forma circular y alturas entre los 120 y 160
cm, sobre la zona inundable del rio. En el caño Pendare, en su margen derecha
cerca de su desembocadura sobre el rio Tillavá, se registraron 10 montículos
artificiales en un área aproximada de 100 mts, con diámetros entre 1 a 3 metros y
altura promedio de 80 cm (López 2010: 52).
En otro sitio del rio Tillavá, a unos 20 mts de este, se registraron 50 montículos de
forma circular con alturas entre 1.3 mts y diámetros entre 6 mts; cerca de ellos hacia
82
el sector occidental, se registraron 7 montículos artificiales de forma oval alargada,
sobre una terraza aluvial adyacente al rio, con una dimensión de 4 mts x 9 mts y
altura entre 1.5 mts, siendo posibles plantas de viviendas (López 2010: 54). En el
quinto sitio se reportaron 20 montículos, ubicados a 500 mts del rio Tillavá sobre
sus terrazas, con diámetros entre 3 mts y una altura de 70 cm. El sexto sitio se ubicó
sobre las terrazas del caño Palmita, afluente del rio Tillavá, en donde se observaron
100 montículos artificiales de forma circular, con dimensiones de 4 mts y alturas
entre 1 mt. En el siguiente sitio se reportaron 100 montículos artificiales de forma
circular. Los sitios del séptimo al duodécimo, se ubicaron sobre la planicie aluvial
del rio Tillavá, entre las veredas El tigre y Rubiales, separados cada uno de a 1 km
aproximadamente, encontrándose en el séptimo 100 montículos, 200 en el octavo,
200 en el noveno, 100 en el décimo, 200 en el undécimo y 20 montículos en el
duodécimo.
Todos estos montículos tenían una forma circular, con dimensiones entre los 4 a 1.5
mts de diámetro, con alturas entre 0.80 a 0.50 mts (López 2010: 58). En toda la
prospección, solo en el sitio registrado cerca del rio Meta se registraron material
arqueológico, además de la vasija completa, la cual fue restaurada. Igualmente, no
se realizaron cortes de excavación en los montículos reseñados por la autora. En el
análisis de laboratorio, López señalo que la cerámica encontrada se relacionaba al
tipo “Tauramena Desgrasante”, siguiendo la clasificación de Alarcón y Segura
(1998) de diferenciar los tiesto igualmente por grosor y tipo de desgrasante, siendo
por tanto tres tipos encontrados: Tauramena desgrasante grueso, con arcillolitas
redondeadas como desgrasante principal, Tauramena desgrasante medio, de la
cual más se encontraba en el sitio, con arcillolitas grises como desgrasante principal
y Tauramena desgrasante fino, con desgrasante cuarzo fino y en menor proporción
micas en tamaños finos. (López 2010: 72) Esta cerámica es muy distante de la
registrada para los Guayupes, en especial porque no presenta modelados ni
apliques zoomorfos, al igual que un porcentaje muy bajo tiene decoración incisa
(solo se encontró dos fragmentos con decoración incisa y uno acanalado),
características comunes en la cerámica Guayupe.
83
Imagen 14: Montículos artificiales identificados en el quinto sitio del bloque 13, cerca del rio
Tillavá.
Fuente: López, Xiomara (2010) Programa de reconocimiento y monitoreo arqueológico
preventivo de los bloques de exploración sísmica CPO 06, 07, 13. Puerto Gaitán, Meta.
Imagen 15: Vasija cerámica recuperada cerca del rio Meta y restaurada por López.
Fuente: López, Xiomara (2010) Programa de reconocimiento y monitoreo arqueológico
preventivo de los bloques de exploración sísmica CPO 06, 07, 13. Puerto Gaitán, Meta.
84
Xiomara López concluye que, sobre los ríos y caños, en especial el rio Tillavá y el
caño Muco, los grupos prehispánicos usaron sus terrazas para asentarse y cultivar,
aunque cree que, debido a la menor cantidad de montículos encontrados para uso
de vivienda, y al no encontrarse material cerámico, estas serían áreas de cultivo
estacionales de grupos que habitarían la región del piedemonte llanero, siendo
estos “sitios de paso (los montículos como plantas de vivienda) diseñados para la
época de cosecha” (López 2010: 80); Sin embargo queda en duda sobre quienes
habrían realizado estos cambios antropogénicos en el suelo, pues al igual que
“Humapo” y “Cejalito” no se encontró material cultural (A excepción del sitio cercano
al rio Meta). Investigaciones exhaustivas en los sitios registrados por López podría
responder tanto a esta pregunta y realizar algunos cortes arqueológicos, con el fin
de poder obtener fechas de carbono 14, y aportar en el conocimiento a la cronología
en que se desarrollaron estos montículos artificiales y sobre quienes pudieron
realizar estos cambios antropicos.
En 2010, Yuri Romero Picón realizo el plan de manejo arqueológico para el área
de desarrollo del Bloque petrolero Caracará, de la multinacional española CEPSA y
ECOPETROL, en el municipio de Puerto Gaitán. Sin embargo, en la prospección
arqueológica no se encontró material cultural, exponiendo el autor que la zona no
tenía características de terreno aptas para el cultivo, tanto el relieve como el suelo
no son fértiles, y los ríos cercanos, como el Manacacias y demás caños cercanos,
podrían haber sido usados por los grupos prehispánicos como zona de tránsito y
uso de los recursos acuíferos más sus terrazas fluviales no son fértiles, teniendo
suelos pobres en la pradera, cuya estratigrafía no presentaba modificaciones
antropogénicas .
“En este sentido, en el estudio se concluye que las características de los suelos y
del relieve no habrían favorecido los asentamiento de grupos agroalfareros como
los antiguos Achaguas y los Guayupes. El área puede haber sido más de
aprovechamiento de recursos por parte de los grupos de alta movilidad como los
Guahibos dedicados más a la caza, pesca y recolección y portadores de tecnologías
85
elaboradas con materiales perecederos (huesos, fibra vegetales, etc.”(Romero
2011: 21).
Igualmente Romero señala que actualmente existen dos resguardos indígenas, uno
en cercanías a la zona de estudio, y el otro entre la vía Puerto López-Puerto Gaitán.
Este primero es el resguardo “Sikuani” del grupo indígena Guahibo, mientras que el
segundo es el” Victoria”, de los Achaguas; sin embargo estos no pertenecen a la
zona, las tierras fueron otorgadas y reubicados por el Estado en el siglo XX para su
supervivencia (Romero 2010).
Mapa 14: Ubicación de la Estación Caracara, cercana a algunos sitios reseñados por Xiomara
López (2010).
Las conclusiones dadas por Romero también han sido dadas por gran parte de los
programas de arqueología preventiva en la zona; Para el 2011 en el plan de manejo
arqueológico para la plataforma de exploración CSE-8, perteneciente al área de
86
exploración Mago en la vereda Rubiales, bloque perteneciente a la multinacional
Pacific Rubiales, Janneth Panche Rodríguez agrego que de todas las
investigaciones realizadas en los Bloques Caracará, Bengala, Jaguar y Rubiales
(todos en el municipio de Puerto Gaitán), todas han señalado que la región es de
bajo potencial arqueológico debido a que en las diferentes prospecciones no se han
encontrado material cultural (Panche 2011).
Aun así, si estos grupos recorrieron la zona debió haber quedado alguna evidencia
arqueológica como herramientas líticas, las cuales son usadas tanto por grupos
nómadas como sedentarios, y más aún en un sector como los Llanos orientales,
donde la riqueza fáunica es inmensa, hallándose diferentes animales que pudieron
ser parte de la dieta de grupos nómadas, como los Tapir o Dantas, Chigüiros,
Venados, Lapas, Curí silvestre, Armadillos o Cachicamos, entre otros. Por tanto, el
uso de herramientas líticas, como lascas, cuchillos, raederas o raspadores e incluso
hachas, serian indispensables para el consumo de estos animales, con el fin de
cortarlos, despedazarlos o cercenarlos. Igualmente, son varios grupos móviles que
han fabricado cerámica para su uso doméstico, dejando esta evidencia en el
territorio recorrido, visto en diferentes zonas arqueológicas alrededor del mundo.
Las investigaciones arqueológicas realizadas en el municipio de Puerto Gaitán
tienen que ser observadas con detenimiento, pues si bien algunos investigadores
señalan que la zona es de bajo potencial arqueológico, en algunas investigaciones,
como las de Xiomara López, se observa otro panorama. Hay que señalar que la
zona prospectada por Romero se encuentra muy cerca del área estudiada por
Xiomara López.
87
Otro trabajo realizado por el arqueólogo Yuri Romero fue el plan de manejo
arqueológico para el Área de Perforación Exploratoria (APE) Guacharaca en 2010,
de la empresa colombiana ECOPETROL, ubicado en los municipios de San Martín
y Puerto López, entre las veredas Melua Medio y serranía del municipio de Puerto
López y La Cristalina del municipio de San Martín, teniendo una extensión de 124
km2. Dentro de la metodología del investigador fue realizar más de 291 pozos de
sondeos con el fin de hallar material cultural. En este sector no se encontró material
cultura sobre la zona prospectada, a pesar de que los pobladores locales señalaran
que en la zona hace mucho tiempo hubo asentamientos Guahibos, los cuales
habían sido desplazados por los colonos durante la época de la colonización del
sector hace 35 años.
“Estas zonas luego fueron colonizadas durante los años del “trigrilleo” y explotación
de recursos forestales en los años sesenta y setenta del siglo XX, por gente de la
región andina que también huía de las zonas de conflicto. El encuentro intercultural,
a veces de manera violenta, llevo a que los indígenas migraran nuevamente.”
(Romero 2010: 10)
88
posiblemente estos grupos tendrían herramientas de metal, y aun así se sigue
ignorando las herramientas líticas (Metates, Raederas, Raspadores, Maceradores
y núcleos, lascas y percutores producto de la talla de la piedra) usadas desde los
inicios de la evolución humana y los cuales han sido usados tanto por grupos
sedentarios como nómadas.
Imagen 16: Trabajos arqueológicos realizados en Puerto Gaitán con resultados negativos.
Fuente: Panche Rodríguez, Janneth (2011) Plan de manejo arqueológico para prospectar la
plataforma CSE-8 perteneciente al área exploratoria Mago, ubicada en el departamento del Meta,
municipio de Puerto Gaitán, vereda Rubiales: informe final.
89
2.3.6 Oscar Pinto, 2010
Para el 2012, Juan Carlos Agudelo realizo una prospección arqueológica sobre el
pozo exploratorio “Akacias 2”, en el campo Chichimene de Ecopetrol, en la vereda
Montelibano en Acacias. La zona de prospección se encontraba sobre una terraza
alta, la cual estaba muy alejada de fuentes de agua como el rio Orotoy (a 6.3 km) y
el rio Acacias (a 13 km). En la zona no se encontró material cultural ni rasgos
antropogénicos en el suelo, por lo que el arqueólogo catalogo el lugar como de bajo
potencial arqueológico, pues estaba lejos de fuentes de agua y con un suelo poco
fértil para la actividad humana.
90
Con el fin de recorrer toda la zona de estudio, se realizaron siete recorridos dentro
y fuera del área, identificando los sitios sin realizarse una intervención sobre estos.
De estos trazados, solo en cuatro se encontraron evidencias arqueológicas y solo
el séptimo trazado se realizó por Acacías.
El tercer trazado fue dirigido en la Vereda Sardinata - Caño Playón - Finca los
Naranjitos - Rio Sardinata - Rio Guayuriba en su margen derecha. Cerca de la
desembocadura del rio Sardinata, en el Guayuriba, se observan varias terrazas
agradacionales, en donde se encontró una tumba, que fue destruida por la
socavación del rio Sardinata, y posteriormente guaqueada por habitantes de la
zona, aunque aún se observaba material arqueológico en los perfiles.
El recorrido del quinto transepto fue Rio Ocoa, margen derecha - Vereda El Amor -
Hacienda Santa Ana - Caño La Virgen - Vereda Barcelona - Hacienda las Delicias.
Allí se encontró una tumba guaqueada en la finca Santa Ana, vereda el Amor. El
sexto recorrido se diseñó en la Vereda El Vigía - Hacienda San Juan - Caño Suria -
Caño Cocuy. Cerca del caño Cocuy, se referencio la presencia de fragmentos
cerámicos por parte de los habitantes de la zona durante labores agrícolas (Pinto
2012: 18).
91
agrícolas.” (Pinto 2012: 20) el sitio ha sido guaqueado en varias ocasiones por los
habitantes de la zona y el dueño de la Finca.
Mapa 15: Sitios ubicados por Oscar Pinto, en los municipios de Villavicencio y Acacias.
El autor también destacó la tenencia de algunos fragmentos cerámicos por parte del
presidente de la Junta de Acción comunal de la vereda La Concepción, Villavicencio,
los cuales fueron encontrados cerca del barrio denominado La Nohora, sobre la
cuenca alta del caño la Mona. Aunque el investigador no realizó ninguna
intervención dentro del patrimonio arqueológico (pozos de sondeo o corte
estratigráfico) señaló que la cerámica encontrada en lugares como el de la Vereda
San Cristóbal, correspondían al grupo cultural Guayupe, que ha sido identificado en
anteriores trabajos investigativos.
92
propietario”. (Pinto 2012: 21) Por lo cual, una prospección arqueológica permitirá
dar una mayor información sobre el sitio, y evitar que este siga siendo alterado por
las acciones de guaquería.
Para el 2012, Luis Eduardo Nieto y Ángela María Velázquez realizaron una
zonificación arqueológica preliminar, como parte del plan de manejo arqueológico
en los municipios de Acacías, Castilla la Nueva y Guamal, para el “bloque Cubarral,
campos Castilla y Chichimene” de la empresa Ecopetrol. La zonificación se realizó
a partir de la información ambiental, arqueológica y etnohistórica de la zona para
definir zonas de mayor y menor potencial arqueológico. Este proyecto se centró en
un espacio de 36.141,55 hectáreas comprendidas entre los ríos Guayuriba y
Humeada, siendo una zona bañada por varios ríos y caños (Rio Acacías, Orotoy,
Guamal – Caño Lejía, La Unión, Chichimene, entre otros). En el análisis bibliográfico
sobre las investigaciones arqueológicas realizadas en la zona, los autores señalan
que a pesar de ser una zona muy intervenida por proyectos de ingeniería,
inversamente son pocos los reportes de programas de arqueología preventiva que
se han realizado, dejando un vacío en el reconocimiento de la arqueología de la
zona; los pocos reportes se encuentran “asociados a proyectos de explotación de
hidrocarburos para los campos petroleros Castilla y Chichimene y para la minería”
(Nieto 2012), igualmente señalan que son pocos los sitios registrados en la zona y
que el ICANH no reconoce ninguna zona como área de protección arqueológica
dentro de la zona de estudio.
93
urbano de la vereda San Isidro de Chichimene, en Acacías, igualmente un habitante
de la vereda señalo que dentro de su casa encontró material arqueológico pero lo
desecho, aunque señala que aun encuentra material de forma casi superficial entre
los 5 y 10 cm de profundidad.
Finalmente sectores como la Vereda San Antonio y San Agustín del municipio de
Castilla la Nueva, tienen un potencial arqueológico bajo debido a que se encuentran
sobre zonas potencialmente inundables, llanuras bajas que en temporada de
invierno se inunda, por lo que presentan zonas inadecuadas para el asentamiento
94
de grupos humanos, donde igualmente en los antecedentes arqueológicos del
departamento no dan presencia de material arqueológico sobre las zonas de fácil
inundación (Nieto 2012).
95
2.3.11 Juan Carlos Rubiano, 2014
El primer sitio se registró cerca del rio Padua, en la finca Planadas, en donde se
registraron 208 montículos circulares y posibles plantas de habitación. Estos
montículos se encontraron en cercanías a bosque de galería, morichales y matas
de monte, extendiéndose hasta la sabana inundable de la Finca La Pradera;
observándose también plantas de habitación sobre la zona inundable. En la
prospección se realizó una muestra de 40 de estos montículos en los que se
observó un promedio de 60 cm de altura, y que los de mayor altura se encontraban
cerca del rio Padua, mientras los de menor altura se encontraban más retirados,
96
señalando la autora que “con lo anterior se puede inferir que este grupo humano
tenía un importante conocimiento del entorno natural así como los ciclos de las
inundaciones, donde estos sitios de cultivo eran la despensa del cual se proveían
de alimentos durante los ciclos de inundación al proteger sus raíces.”(Cuervo 2014:
31). También se evidenciaron 4 montículos que tenían una forma rectangular y con
un diámetro de 10 mts x 22 mts en promedio, con una altura aproximada de 1.25
mts y distanciados de a 5 mts cada uno.
Mapa 16: Sitios registrados por Xiomara Cuervo al sur de San Martin; referencia de los
montículos encontrados por Reichel-Dolmatoff y Dussan en 1975.
97
encontró material cultural, solo una herramienta lítica, una azada, reportada durante
el monitoreo de las obras, pero sin dar mayor información, acerca de la identidad de
los grupos indígenas que habitaron esta zona y pudieron realizar estos montículos;
aun así, es muy posible que, estos montículos estuviesen relacionados a los
descritos en “Cejalito”, rio Muco, Tillavá y quizás a “Humapo”.
Imagen 18: Montículos artificiales ubicados en el primer sitio cercano al caño Manzanares.
Fuente: Cuervo, Xiomara (2014) Seguimiento arqueológico al programa de exploración sísmica
Trasgo 3D, Informe final.
98
2.3.13 Luis Eduardo Nieto, 2014
Para 2014, Luis Eduardo Niño realizo la prospección arqueológica y el diseño del
plan de Manejo Arqueológico para “5 proyectos en El campo Chichimene – Bloque
Cubarral” en el municipio de Acacias. Este trabajo lo realizo junto a un equipo de
cinco arqueólogos en los que se encontraba Ximena Cuervo, Diego Jaramillo,
Andrés Godoy, Jasón Zuluaga y Sandra Noreña. El investigador ya había realizado
en el área la “Zonificación arqueológica preliminar y el plan de manejo arqueológico
– Bloque Cubarral –Campos Castilla y Chichimene” (Nieto y Velásquez 2012). Para
esta investigación, se realizaron pozos de sondeo de 50 cm x 50 cm, en las áreas
de los proyectos, separados cada 10 mts uno del otro, llegando a una profundidad
entre 60 y 80 cm.
99
Mapa 17: Ubicación de los sitios Clúster 52 y Clúster 53, en referencia a los sitios excavados
por Mora y Cavelier.
Fuente: Nieto, Luis (2014) Prospección arqueológica y diseño del plan de manejo arqueológico
para 5 proyectos en el campo Chichimene – Bloque Cubarral.
100
Acacias; el área de estudio se encontraba sobre una terraza alta, estando cerca de
allí el caño Lejía (A 30 mts, al sur del área prospectada), ubicándose más allá (500
mts) el caño La Unión y hacia el norte (A 800 mts) el Rio Acacias. De estos 302
pozos, 243 presentaron una estratigrafía sin alterar y con resultados negativos, 14
de ellos presentaron una estratigrafía alterada debido a infraestructura existente, el
pozo petrolero “CH-8” y a la construcción de la vía Acacias-Montelibano. Igualmente
45 pozos de sondeo tuvieron resultados positivos, en donde se recuperaron
fragmentos cerámicos y líticos. Además de los pozos de sondeo, se realizó una
trinchera estratigráfica, en la que se encontró material cerámico y lítico, junto a
trazas de carbón y varios cantos rodados. En la trinchera se pudo identificar dos
horizontes.
101
Imagen 19: Espátula lítica encontrada en Clúster 52.
Fuente: Nieto, Luis (2014) Prospección arqueológica y diseño del plan de manejo arqueológico
para 5 proyectos en el campo Chichimene – Bloque Cubarral.
Hay que señalar que, a 500 mts hacia el suroccidente se ubicaría el sitio A-2,
excavado por Santiago Mora e Inés Cavelier en 1984, en el cual registraron una
planta de vivienda, pues, aunque no se conocen las coordenadas geográficas del
sitio, el mapa presentado por Mora y Cavelier lo ubicaría en esta zona; y por tanto,
sería muy probable que estuviera relacionado con el sitio encontrado en la
prospección de Clúster 52, pues solo es separado por el Caño Lejía.
102
cerámicos y líticos. A partir de esto se registró un yacimiento arqueológico. Se
registraron en total 24 fragmentos cerámicos (1 cuello y dos bordes) y a partir de los
fragmentos se diferenciaron tres pastas diferenciadas por su color, siendo una de
color marrón, con tonalidades variadas (claros, grisáceos y amarillentos), otra pasta
de color naranja y otra con tonalidades grises (claros y parduzcos). En cuanto al
desgrasante, se observa con mayor frecuencia el cuarzo, roca negra y feldespato,
viéndose en menor medida la inclusión de carbón vegetal (posible Cariapé) o caolín.
Imagen 20: Desgrasante carbón vegetal, posiblemente Cariapé, en los fragmentos cerámicos
encontrados en Clúster 52.
Fotografía tomada por: Andrés Godoy Toro (2015), en el proyecto Prospección arqueológica y
diseño del plan de manejo arqueológico para 5 proyectos en el campo Chichimene – Bloque
Cubarral.
103
seguido de andesita (en la cual se encuentra un percutor y macerador) y basalto.
Solo en tres prospecciones se recuperaron material cerámico (Clúster 53, Clúster
52 y Troncal sur), siendo en Clúster 52 donde más se halló.
104
3. ZONAS DE POTENCIAL INFORMATIVO
A partir de las crónicas, se podría inferir que el sitio llamado “Nuestra señora”, y
posteriormente “La Fragua”, se encontrarían en el actual municipio de Villavicencio,
mientras que el pueblo asediado por Federmann, delante de “Nuestra señora”, se
ubicaría entre los municipios de Acacias y Guamal; siendo por tanto el sector entre
el rio Guayuriba y el rio Ocoa (uno de los dos seria el rio “Tegua” [Aguado 1957:
105
177]), el lugar por donde subirían los conquistadores hacia el Nuevo Reino, viajando
sobre el valle del Rio Negro. Igualmente, los “panes de sal” encontrado por los
conquistadores, antes de subir hacia la cordillera, podrían provenir de las “Salinas
de Upin”, siendo el lugar de explotación más cercano, pudiendo señalar a un más
la presencia del sector por donde subieron los españoles hacia la cordillera en el
municipio de Villavicencio, no estando lejos de la Salinas, ubicadas en el municipio
de Restrepo, a 25-30 km de la zona señalada. Según el diagnóstico arqueológico
realizado por Oscar Pinto (2012), en cercanías al sector conocido como la Nohora,
en la vereda San Luis de Ocoa, los habitantes habrían encontrado algunos
fragmentos cerámicos, estando esta zona ubicada a ½ km del rio Ocoa.
Mapa 19: Ubicación de los sitio arqueológicos en la región del Ariari y sus afluentes
106
se ubicarían algunos sitios arqueológicos que aún no han sido intervenidos. Es
importante señalar que aún falta mucho por investigarse en el piedemonte, sobre
todo en las Salinas de Upin.
La segunda zona seria la región del Ariari, la cual abarcaría también las regiones de
algunos de sus afluentes principales (Rio Guejar, Guape, entre otros) hasta su
desembocadura en el rio Guaviare. Desde las primeras investigaciones, esta zona
se ha tomado como un potencial arqueológico muy alto, donde se observan los
suelos más fértiles, donde se desarrolla un patrón de asentamiento más denso,
aunque igual bastante disperso, sobre ambas márgenes del rio, además de
encontrarse petroglifos en las zonas cercanas al rio Guape. Allí se caracteriza
también las terrazas cercanas al caño Urichare, en los municipios de Lejanías, San
Juan de Arama, Granada y Fuente de Oro, e igualmente es destacado Puerto
Santander, en Fuente de Oro, en donde se halló un cementerio con gran variedad
de urnas funerarias, y donde actualmente, se encuentra el único museo
arqueológico del departamento, El Museo Arqueológico Guayupe, que inicio con la
iniciativa de los habitantes de la región, a partir de las urnas recuperadas en 1990.
Según las crónicas españolas, para 1555, Juan de Avellaneda fundaría el pueblo
San Juan de los Llanos, muy cerca del actual municipio de San Juan de Arama,
donde intentaría aprovechar de algunas minas de oro, y el cual sería varias veces
traslado, producto de las crecidas del rio Ariari. Esta zona de gran potencial
arqueológico, en la cual se deberían realizar más investigaciones con el fin de poder
realizar cronologías para la cerámica.
107
Mapa 20: Ubicación de los sitios arqueológicos en la altillanura disectada.
Mapa 21: Ubicación de los sitios arqueológicos sobre las márgenes del rio Guayabero y
Guaviare.
108
cerca del rio Meta), por tanto, generándose una gran duda sobre los posibles
ocupantes de la región, infiriéndose, solo a partir de las crónicas, que allí pudieron
mantener una movilidad los Guahibos y pudieron haberse asentado los Achaguas.
Se requerirá de investigaciones académicas o independientes, con el fin de ahondar
en los usos de estos montículos y quienes fueron los que los construyeron.
La cuarta zona estaría ligada a la frontera entre la selva tropical y las llanuras,
ubicándose sobre la región del rio Guayabero, y posteriormente, Guaviare; Allí se
localizaron cuatro zonas con cambios antrópicos en el suelo, Antrosoles, con el fin
de mejorar el potencial agrícola de la zona; igualmente se localizan dos zonas con
petroglifos, ubicados en la zona Angostura I y Angostura II. A partir del análisis
cerámico encontrado durante la estudio sobre los antrosoles, se determinó que la
zona había sido habitada por los Guayupes, además que en las crónicas se señala
que, después de pasar por el rio Guaviare, los conquistadores comandados por
Espira “llegaron a un pueblo de cierta gente llamados Guayupes” (Aguado 1957:
132). Valdría la pena seguir con el trabajo de Elizabeth López e investigar sobre la
margen del rio Guaviare en el municipio de Mapiripan, Meta, siendo la zona más
cercana a los montículos encontrados en San Martin, y poder realizar una
cronología, tanto de estos montículos como de los antrosoles, si estos se
encuentran en esta zona, e intentar inferir que grupos culturales habitaron estas
zonas.
109
4. CONSIDERACIONES FINALES
110
parecidas a las encontradas en Puerto Santander (Mora y López 1990), por lo que
el contacto con grupos de la cordillera se debió mantener a partir de relaciones de
intercambios económicos y culturales; también vale la pena resaltar la investigación
de Graciela Escobar (1986) en el municipio de San Juanito y Calvario, donde
encontró material cerámica relacionado a grupos Muiscas, mientras algunos de los
materiales cerámicos recuperado por Marianne Cardale presentarían algunas
características al estilo muisca. En fin, los habitantes del piedemonte llanero,
mantendría una relación amistosa y comercial con los grupos muiscas, existiendo
grupos intermediarios que habitarían en la cordillera oriental.
Las conclusiones de los investigadores Santiago Mora e Inés Cavelier (1983, 1985,
1987, 1989), acerca de la región y de sus habitantes prehispánicos, es que al ser
un vasto territorio dominado por una etnia, los Guayupes, esto podría ser el indicio
de una sociedad complejizada, de una sociedad cacical, que se distribuiría en
diferentes subregiones geomorfolicas, ubicadas en un mismo paisaje, como zonas
de terrazas a varios niveles (Acacias), la altillanura (Humapo, Cejalito), zonas de
planicie aluvial donde se presentan las mejores características para cultivos
agrícolas (Ariari, Guape, Urichare) y las zonas del piedemonte llanero (Villavicencio,
Upin). Esta distribución, a la vez, permitiría el control de diferentes microambientes
y sus recursos:
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los de zonas altas. Este modelo requiere del intercambio como factor de cohesión
política, e indicaría la maximización de un medio heterogéneo, cuyas variaciones
menores son aprovechadas por grupos de una misma etnia, haciendo énfasis en
ciertos productos. (Mora y Cavelier 1987. 81).
Aun así, los datos que se tienen hoy en día son muy escasos y no se han articulado
entre sí, además que se requiere de mayor evidencia empírica para afirmar esto.
Igualmente faltan mayores datos, en especial fechas (por tanto más unidades de
análisis), para poder indagar acerca de los procesos de población del territorio y
junto con esto realizar un análisis crítico sobre los diferentes recursos explotados
en la región, en especial, un recurso critico como la sal, explotado en las Salinas de
Upin, en Restrepo, y del cual no se tiene mucha información sobre su explotación e
intercambio o redistribución dentro de la misma zona, además de ignorarse, aun,
que grupo prehispánico pudo aprovechar las fuentes de agua salobre. En general,
seria prioritario la realización de un reconocimiento arqueológico regional que
abarque las cuatro “subregiones” presentadas aquí, y que tengan un mayor tiempo
de trabajo de campo en cada una, debido a que las investigaciones llevadas hasta
ahora se han centrado sobre la región de Ariari y Acacias, ignorando partes del
piedemonte llanero (Villavicencio, Restrepo) y faltando mayor investigación en la
altillanura disectada (Puerto Gaitán, Puerto López, San Martin y Mapiripan).
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probablemente durante el periodo prehispánico se encontraba divido, a partir de las
crónicas, por los grupos Achaguas, Guahibos e incluso Guayupes, enredándose
aún más la respuesta sobre los antiguos pobladores de la altillanura Metense.
Siguiendo con las ideas señaladas por Mora y Cavelier, los Guayupes habrían
habitado desde la zona de Barranca de Upía hasta el rio Guayabero, limitándose
entre la cordillera y el rio Metica (manteniéndose la duda si habitaron en la
altillanura). Abarcar esta zona, implicaría el uso de zonas de gran potencial agrícola
como la región de Ariari, junto con zonas de menor fertilidad, como el rio Guayabero,
en el cual se realizaron sistemas de mejora de fertilidad, como los antrosoles, para
suplir las necesidades de la población. Igualmente, la dispersión y baja densidad de
los asentamientos en el piedemonte, podría deberse, a que los grupos indígenas,
aprovecharían los recursos de las vegas de los ríos manteniendo bajas densidades
de población, con el fin de mantener un equilibrio entre la población y los recursos.
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tanto, seria en esta zona donde habitaría la elite, o los grupos de mayor predilección
dentro de los Guayupes, mostrando pautas de una sociedad complejizada.
Para Johnson y Earle (2003), la sociedad comunal está compuesta por diversas
familias; es una sociedad igualitaria, donde todos los individuos tienen el derecho a
los recursos, su modo de producción es igualitario o comunal, la economía se basa
principalmente en la agricultura, producción de alimentos para una sociedad
sedentaria; las familias viven en aldeas, las cuales tienen tendencia de organizarse
en forma circular con el fin de dejar un espacio en el centro, siendo la zona comunal,
que sirve como lugar de almacenamiento, donde también se pueden desarrollar
aspectos religiosos.
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de la desigualdad). Los linajes generan alianzas e intercambios económicos con el
fin de evitar los conflictos. El parentesco o ascendencia a un posible ancestro
común, es una de las primeras formas de sistema político, a la vez que genera la
desigualdad social. Con un líder o una aldea principal, los recursos de las aldeas
menores empiezan a ser redistribuidos hacia el centro, manejados por el líder con
fines que ayuden al grupo, y posteriormente para fines propios. Los trabajos entre
los comuneros empiezan a tecnificarse a la vez que se genera esta economía
redistributiva, lo que da los primeros pasos para el desarrollo de una sociedad
tributaria o cacical (Johnson y Earle 2003).
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procura tener hombres guerreros que mantenga el orden dentro del territorio y que
ayuden a la conquista de unidades políticas menores (Carneiro 1967), también
ayuda a mantener la coerción a partir de la violencia para controlar tanto a los
comuneros como a las unidades autónomas que se niegan al poder del cacique
(Johnson y Earle 2003).
Retomando las teorías acerca del poblamiento de las tierras bajas por Meggers y
Evans (1954) (1961) de un lado y de Lathrap (1970) por el otro, en donde los
primeros consideraban la formación de la cultura y el poblamiento de las tierras
bajas proveniente desde los Andes, mientras el segundo consideraba que este
poblamiento se haría desde el amazonas medio (Lathrap 1970), con la evidencia
arqueológica obtenida hasta ahora, se muestra una mayor influencia del amazonas
en cuanto a la manufactura de la cerámica (uso de desgrasante vegetal: Cariapé)
frente a una influencia de los Andes. Considerando la hipótesis que por tanto las
migraciones humanas realizadas desde el Amazonas medio al Bajo Orinoco podrían
estar relacionadas con la población de los llanos orientales colombianos como
señala Marwitt (Marwitt 1975:9). Estas migraciones podrían conectarse por medio
de los ríos Orinoco-Guaviare-Ariari. Otro dato que podría corroborar esta teoría seria
la investigación realizada por López (1993) sobre el rio Guayabero. Sin embargo
aún faltan mayores datos para corroborar estas hipótesis.
Con estas ideas podemos elaborar hipótesis con base en varios datos encontrados
en el departamento del Meta:
Primero, si fue solo un grupo étnico quien habito las tres regiones, se destaca de
mayor a menor potencial de recursos el Ariari, el Piedemonte y por último el
Guayabero-Guaviare; por tanto, y siguiendo las ideas de Earle y Johnson, el grupo
de elite, o aquellos de mayor rango, habitaron la región con los mejores suelos,
siendo la zona central del grupo.
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asentamientos, pertenecientes a la misma provincia. Igualmente este poder militar
pudo ser vital para los Guayupes a la hora de cohesionar y adherir a poblaciones
menores como los Saes y Operiguas, siguiendo las hipótesis de Mora y Cavelier
(1989) y López (1993).
Por último, en Puerto Santander, Mora y López señalaron una diferencia en algunas
urnas funerarias, de las cuales algunas fueron fabricadas para ser usadas en un
contexto ritual y social, mientras que otras urnas fueron fabricadas y usadas dentro
de un contexto doméstico, mostrándose una diferenciación social.
Las salinas de Upin es un sitio que podría generar bastante información sobre los
Guayupes, (si estos fueron quienes la explotaron), una investigación arqueológica
allí podría generar mayores datos para impulsar, aún más, la idea sobre el desarrollo
de un cacicazgo entre los Guayupes, pues como señala Jhon González (2009) en
una hipótesis para el caso de la producción de sal en un grupo local prehispánico
en Saladoblanco, Huila, la sal “se trata de un recurso básico o de primera necesidad
cuya producción, distribución y circulación puede estar sujeta a manipulaciones por
parte de un sector de la población con el objetivo de cimentar las bases de la
jerarquía en una sociedad; dicha manipulación sería un mecanismo efectivo para
alcanzar el poder político si, además, ese mismo sector poblacional controlara el
acceso a la única fuente de obtención en determinada región.”(González 2009: 37).
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se pudo ejercer contra algunos grupos como los Guahibos, y quizás con los
Achaguas, esto infiriéndose por los “palenques” vistos tanto por Jorge de Espira
después de cruzar el rio Upía, como Federmann en cercanías a “Nuestra señora”,
además de la organización para enfrentar a los conquistadores y la hipótesis de
haber adherido o desplazado algunos pueblos débiles militarmente del piedemonte.
Los Guayupes mantuvieron por otro lado, una relación amistosa con los Muiscas,
con quienes realizaban diferentes intercambios económicos (Langebaek 2000).
Las conclusiones aquí dadas no son indiscutibles, pues podrán variar con las futuras
investigaciones arqueológicas que se realicen en el departamento, estas solo se
dan con el estado actual de la arqueología en la zona, y que mejor sería, que estas
pudieran variar o reforzarse con investigaciones que arrojen mayor información de
la que hay; hay que aprovechar de la arqueología de rescate para bien de la ciencia.
Muchas investigaciones, algunas de las citadas, realizadas en el departamento son
muy cuestionables con sus resultados, empobreciendo la arqueología de la región,
generando bastantes dudas sobre sus resultados. Es incuestionable que se debe
mantener una ética en la investigación científica sobre todas las cosas, los
arqueólogos somos vigías activos del patrimonio arqueológico de la nación,
debemos velar por proteger el patrimonio y realizar, en lo mejor posible, las
investigaciones arqueológicas; Son varias las críticas que se han realizado sobre la
arqueología de rescate, pero esta práctica es bastante valiosa, siempre y cuando
se haga correctamente.
De nada servirá realizar algunos “huecos” por hacerlos y recibir el pago, pues zonas
olvidadas en la arqueología colombiana, como la altillanura metense, tienen un gran
potencial arqueológico, y el cual hasta ahora, se ha ido descubriendo gracias a
algunos proyectos de arqueología de rescate que han mostrado su potencial
arqueológico. Es claro que para algunos, vale más el dinero que la ciencia, pero
debemos siempre recordar de qué se trata la arqueología, que es lo que hacemos,
debemos ver a la arqueología no como una ciencia con la que se gana dinero, sino
como una gran actividad en la que se trabaja con el pasado, en Colombia, con
aquellos grupos prehispánicos que dejaron de existir a causa de la conquista, que
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fueron literalmente exterminados a causa de una “locomotora” como la avaricia, la
búsqueda de Eldorado (los Guayupe, para el siglo XIX ya no existían), y que
tenemos la oportunidad de reconstruir su forma de vivir, su pasado, siendo un tipo
de homenaje, de recordarles.
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