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Tradicionalmente, nos han enseñado a valorar sólo el corto período de nuestra historia que
corresponde a la inserción del territorio venezolano dentro del panorama occidental a partir
de la presencia europea. Sin embargo, nuestra historia indígena abarca muchos siglos más
Sin embargo, se hace necesario, antes de entrar en el asunto histórico, hacer algunas
como una sola y rígida identidad adherida a un territorio. Lejos de una realidad étnica
variada. Venezuela, como unidad nacional, debe ser vista precisamente a partir de su
(regional y local) y de las prácticas que la activan en la vida cotidiana del pueblo.
Aún cuando los límites territoriales nacionales actuales pueden en algunos aspectos
del proceso colonial. Sería arbitrario, entonces, imponer límites establecidos de la nación
europea. Nuestro espacio debe ser entendido en su relación con el contexto continental y
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en constante interacción con los niveles nacionales, regionales y locales. Podremos incluso
suponer que las raíces históricas primigenias de América Latina y la bases de la unidad
cultural latinoamericana y caribeña -piedra angular para la unión presente de las naciones
de este sector continental- pueden encontrarse en los procesos de amplio alcance regional
rasgos, básicamente cerámicos, que han servido para clasificar este período bajo una visión
venezolano desde una perspectiva social, destacamos temas que consideramos cruciales
insulares caribeños, así como con las tierras bajas tropicales y las estribaciones más
Guyana Británica y Colombia atlántica oriental, centrales para interpretar nuestra historia
dentro del continente. Así, nuestra diversidad ecológica comprendió una gran y contrastante
variedad ambiental representada sucesivamente de norte a sur por la franja costera del
Caribe desde Cabo de la Vela al oeste de Zulia hasta Maripa al este de Sucre, la cadena
montañosa costera que corre paralelamente al sur la mayor parte de la línea costera, las
estribaciones más norteñas de los Andes, los extensos llanos y sabanas localizados al norte
y al sur de la cuenca hidrográfica vertebral del río Orinoco y que cubren desde oeste hasta
el este del país, el complejo ambiente orinoquense y, finalmente, los bosques y selvas
interactuó e impactó con las sociedades originarias y propició gran diversidad cultural así
como así como complejas e interactivas redes económicas y sociopolíticas (Mapa 1).
A inicios del siglo XX, se conocía muy poco sobre la historia indígena venezolana
tanto para el momento como, mucho menos, para el pasado. Durante la colonia, la visión
del pasado americano fue influida por dos modelos contradictorios: uno, el imaginario
llegaron a este continente por rutas como el estrecho de Bering o por los océanos:
También se describieron pies, manos y cruces pintadas o talladas en las piedras como
Durante el siglo XVIII, en toda América, misioneros coloniales como Ramón Bueno
(1965) y Felipe Salvador Gilij (1965), élites ilustradas criollas como Andrés Bello (1957)
nuestro pasado. Con el cristal de la Ilustración, situaban al hombre al centro del cosmos.
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(1956, 1980, 1992), Francisco Depons (1960) o Juan Francisco Dauxion-Lavaisse (1967),
vieron en el pasado indígena las fuentes de la pureza humana perdida mediante evidencias
arqueológicas, coartada por cierta supuesta incapacidad cultural y genética, asentando una
otros, siguieron los pasos de Humboldt. Las evidencias no sólo testimoniaron el pasado
panorama para las ciencias, y la arqueología, ya que para el momento constituía una
disciplina científica notable por ser capaz de evidenciar el progreso humano, se convirtió
multiplicó y personajes como Anton Göering (1934, 1962), Carl Sachs (1987), Enrique
Stanko Vraz (1992), Jules Crevaux (1988), Jean Chaffanjon (1986), Ermanno Stradelli
aunque con parámetros más sistemáticos, mientras otros como Miguel Tejera (1986),
de la nación.
en la Venezuela de fines del siglo XIX, influidos por el naturalismo alemán humboldtiano,
el evolucionismo y el empirismo. Autores como Adolfo Ernst (1987), Arístides Rojas (s/f,
1907, 1942), Elías Toro (1896a, 1896b, 1896c, 1896d, 1896e, 1897a, 1897b, 1897c, 1898a,
1898b, 1898c, 1898d, 1898e, 1899a, 1899b, 1899c, 1899d, 1899e), Lisandro Alvarado
considerar los desarrollos locales en sus propios términos, nos vieron como paso necesario
para llenar los vacíos de información entre centros de desarrollo cultural. Iniciándose en la
década de los treinta del siglo XX, la arqueología venezolana comenzó a ser considerada
por arqueólogos como Gladys Nomland (1933) en la costa oeste del país, quien percibió a
Venezuela como un pasaje ideal entre Suramérica occidental y oriental. En la década de los
venezolana: Wendell Bennett (1937), Alfred Kidder II (1944, 1948), Cornelius Osgood y
George Howard (Howard 1943, 1947; Osgood 1947; Osgood y Howard 1943). Una de sus
ideas más influyentes a partir de los estudios en todo el territorio nacional y en zonas
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específicas del Orinoco y el Lago de Valencia fue la teoría de la H. Esa tesis dibujó a
Venezuela como barra horizontal de una letra H en la que los extremos verticales
zona oriental de Suramérica y a través de las Antillas (Cruxent y Rouse 1958). Fuimos
vistos, pues, como una vía de paso o conexión entre zonas nucleares civilizatorias como
estratégico. Al sur, colinda con las selvas tropicales de la gran hoya amazónica y se
comunica con ellas a través de la compleja red de ríos que conectan las cuencas del
Amazonas con la del Orinoco. Una amplia franja central formada por extensos llanos y
por las últimas estribaciones norteñas andinas y a todo lo largo del norte la Cordillera de la
Costa bordea toda la franja costeña caribeña venezolana y sus islas en el Mar Caribe. Sin
esta teoría refleja sólo en parte la complejidad del pasado prehispánico venezolano ya que
territorio más allá de su relación con las grandes culturas mesoamericanas o andinas.
a definir áreas claves para el trabajo arqueológico: el Lago de Valencia y el Orinoco Medio.
La selección de ambos sitios, el primero por Osgood en Tocorón (1943) y el otro por
modelo geográfico difusionista que proponían: la H como conectora crucial para entender
las culturas andinas pero, también, su influencia en el movimiento hacia el norte que, más
tardíamente, derivó desde la cuenca amazónica hacia el Caribe. Por ello, nuestra
arqueología debería expresar estos desarrollos en restos culturales y los sitios de excavación
la línea vertical intermedia que corta a Venezuela en dos áreas relativamente equivalentes.
Sus rasgos culturales, como la combinación de trípodes con ojos granos de café en algunas
vasijas del área de Valencia, fueron interpretados como una expresión de la interacción
local de las tradiciones culturales provenientes del oeste y este de Suramérica. Las culturas
complejas difusiones e influencias entre tierras altas y bajas (Kidder II, 1948).
Esta noción de la H no sólo fue modelo de movimiento poblacional sino que marcó
Como lo refleja la síntesis cultural realizada por James Steward (1949) en su Handbook of
hacia los Andes y luego a tierras bajas. El desarrollo local de la agricultura heredado
altamente estructurados. Según Steward, mantuvieron una orden tribal simple con
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tecnologías y cultura material rudimentaria por las condiciones del bosque tropical.
con ambientes: culturas estatales de tierras altas andinas, cacicazgos insulares caribeños y
Este modelo aún incide en la arqueología venezolana. Por ejemplo, Mario Sanoja
(1981) afirma que el desarrollo cultural se define según el recurso agrícola básico. Así,
mientras las culturas occidentales venezolanas pudieron generar sociedades complejas por
su subsistencia centrada en el cultivo del maíz, alimento con altos niveles proteicos que
subsistían del bajo nivel nutricional de la yuca y tuvieron que conservar organizaciones
más simples para mantener una eficiente relación tecnológica con el ambiente natural.
Junto con la tesis anterior, surgió también desde muy temprano en la arqueología
nacional una imagen que suponía cierta diversidad a lo interno y que planteaba que las
culturas prehispánicas venezolanas -en correspondencia con las dos barras verticales de la
H- se podrían dividir en dos grandes áreas de influencia y desarrollo: las orientales y las
occidentales. Autores como José María Cruxent e Irving Rouse (1982), considerados los
nuestro territorio respondía a dos grandes centros de influencias, lo que marcaba dos tipos
de culturas distintas, una al occidente y otra al oriente. Así se instauró una imagen
dicotómica del territorio -asociada con la representación de las supuestas tribus caribes
rebeldes del oriente y los “civilizados y complejos” arawakos del occidente- que serviría
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para legitimar una visión estática y simplista de este pasado. Como veremos a continuación,
variabilidad cultural (Steward 1950). Se asume, bajo un modelo difusionista, que las áreas
culturales poseen un núcleo de desarrollo cultural a partir del cual se difunden atributos
Vargas. Según Cruxent y Rouse (1958), Venezuela se percibe como un territorio polarizado
y andinos y las culturas periféricas tropicales de las tierras bajas suramericanas y el Caribe.
Esta división fue diáfana durante la temprana ocupación cerámica, período II (de 1050 años
a.C. hasta 350 d.C.), representada el oriente por las tempranas series saladoide y
barrancoide mientras la tocuyanoide caracteriza a occidente. Durante el período III (de 350
a 1150 años d. C.), los desarrollos culturales locales enfatizan la dicotomía, pero sus
venezolanas según autores previos, como la valencioide. Esta fusión se interrumpió con el
período indohispano bajo la violenta usurpación colonial. A este modelo, otra vez, subyacen
interpretaciones aún vigentes en nuestra arqueología. Como ejemplo, según Anna Roosevelt
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del maíz desde occidente por los grupos Camoruco alrededor de 400 años d. C., permitió
los años sesenta del siglo XX, el debate se regía por rasgos empíricos estilísticos de cultura
material. Pero desde inicios de esta década, la ecología cultural reemergió en la arqueología
defendían un fuerte determinismo ambiental y aquellos que como Donald Lathrap (1970)
preferían el posibilismo cultural ambiental. La tesis de Meggers deriva del modelo de Áreas
sistema funcional, la simplicidad tribal era la respuesta adaptativa eficiente ante ese
muy baja capacidad de carga ecológica y nutricional para mantener poblaciones densas e
ácidos suelos, el alto nivel de humedad y temperaturas, la falta de luz solar bajo la densa
otros factores imponen opresivas limitaciones al desarrollo social. Así, la única estrategia
quema o conuco, la que una vez más limita las posibilidades de desarrollo social ya que la
yuca es rica en carbohidratos y almidón pero pobre en proteínas, las que no es suplida por
Para esta visión, las culturas de selva tropical reproducen un patrón cíclico de fisión
tribal y movilidad comunal con baja densidad poblacional que detenían la evolución social.
un escaso pero clave ambiente ribereño con una capacidad de carga mayor enriquecida por
en las márgenes de ríos principales donde supone cierta limitada población. Su idea general
pueblos de las altas sigue a Steward. Otros investigadores, como Daniel Gross (1975),
afirmaron que el factor limitante era la baja disponibilidad proteíca, en especial de biomasa
lento ciclo reproductivo, limitadas crías por parto y patrón arbóreo predominante, junto a la
escasa pesca en ríos de aguas negras, no permitió acumular proteína para la subsistencia
humana. Mientras, Stephen Beckermann (1979) lo refutó planteando que hay otras fuentes
disponibles de proteína animal abundante tales como insectos, pequeños mamíferos, aves
lacustres y peces de ríos de aguas blancas y lagunas. Al contrario que Meggers, Robert
Carneiro (1970) postula que el factor crucial es la circunscripción espacial del grupo.
Ecosistemas escasos como las varzeas pueden mantener una población más densa en una
localidad con una capacidad de carga mayor y así promover la complejización social. La
la competencia por áreas privilegiadas, forzó a la guerra y los sistemas de alianzas políticas,
pujando nuevas tecnologías productivas y organizativas. Sin embargo, considera que estos
venezolana. Mario Sanoja e Iraida Vargas (Sanoja 1969; Sanoja y Vargas 1974, 1983;
la arqueología venezolana a través de su “Proyecto Orinoco 85” entre 1965 y 1978, que
entender las sociedades pretéritas, en las que las condiciones materiales de existencia
Científicas (IVIC). Investigadoras como Alberta Zucchi (1965-66, 1968, 1972, 1973, 1975,
1979, 1984, 1985, 1991; Zucchi y Tarble 1984) y Erika Wagner (1972a, 1972b, 1973, 1977,
1980, 1987, 1988, 1989), discípulas de Cruxent, acogieron la propuesta de Lathrap ya que
está también influenciada por el análisis cerámico de Rouse. Al contrario, Sanoja y Vargas
y estilística.
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era la de Cruxent y Rouse, que asumía que para el período temprano dos estilos culturales
de Saladero) en un período muy temprano cerca de 2.000 años a.C., y luego se expandió al
Orinoco Medio para formar el estilo Ronquín. Alrededor de 100 años a.C., se expandieron
hacia la costa oriental venezolana y luego a Guyana Británica y el mar Caribe. La serie
período II, complejizándose con Los Barrancos (período III) y difundiéndose hacia la costa
cerca 100 d. C. Se supone que ambos grupos derivaron de un tronco lingüístico arawako
que migró temprano al norte desde la hoya amazónica a la cuenca orinoquense. Mientras la
a Chavín (Perú) y Malambo (Colombia). Cerca de 1000 años d.C., la agresiva colonización
barrancoides. Esta visión favorece el origen local o amazónico con una cronología larga.
vincular los datos orinoquenses con su modelo explicativo general que sigue a Meggers
Valdivia (Ecuador) y su consiguiente difusión hacia las tierras bajas al oeste. Para ellos, las
coincide con estilos de tierras altas como Chavín y Gallinazo (Perú) y su difusión puede
considera a las tierras altas como el centro para los orígenes de las culturas de tierras bajas.
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Por su parte, la cronología larga de Rouse y Cruxent fue adherida por investigadores
una perspectiva más flexible del devenir cultural amazónico. En The Upper Amazon (1970)
se centró en las varzeas como ambiente especial y no tan escaso en la ecología de la cuenca
determinista de Meggers sin olvidar ciertas reales limitaciones. Frente a Meggers, no sólo
asume el origen local y autóctono de las culturas de selva tropical en Amazonia, sino que
también las considera cruciales para explicar el origen de las de tierras altas. Invirtiendo el
modelo, postula que las culturas suramericanas podrían de hecho haberse originado en
Lathrap postula que pareciese que el proceso cultural muestra una dirección inversa
a la que tradicionalmente se había aceptado, moviéndose desde las tierras bajas hacia las
cuando estudió las economías de cazadores tempranos en este territorio (1968), reafirmó la
fácilmente a ambientes más relacionados con sus estrategias productivas, como selvas y
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luego les permitieron ocupar las tierras altas andinas. En general, postula la existencia de
debido a la presión impuesta por diferentes grupos sobre los ocupantes previos en su
competencia por las varzeas y áreas privilegiadas, lo que empujó hacia los márgenes y
regionales en diversas áreas. Hacia Venezuela, propuso tres movimientos: uno temprano
saladoide desde el epicentro lingüístico protoarawako, cerca de 2000 años a.C., que se
dividió en dos movimientos de migración local, una elaborada tradición plástica temprana
expresada en Venezuela por el estilo costero Río Guapo y relacionado con el estilo
Nazaratequi (Brasil) y una tradición tardía policroma pintada relacionada con Saladero; un
segundo movimiento barrancoide, también protoarawako, hacia Orinoco cerca de 500 años
a. C. Una tercera y última expansión caribe se inició alrededor de 500 años d. C., la que
compatible con el de Rouse y Cruxent conjuga los datos locales con el marco continental
Los trabajos de Zucchi y Tarble (Tarble 1984, 1985; Zucchi1984, 1985; Zucchi y
Tarble 1984) en el Orinoco Medio expresan esta continuidad. Aunque difieren de Lathrap
temprana propuesta por Lathrap para el Orinoco antes de 2000 años a.C. Esta serie
relacionan con las culturas protoarawakas. Posteriormente, postularon también otra serie
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ubicada al final de la cronología local: la tardía valloide. Esta serie, caracterizada por
decoración y formas simples, asociada por las autoras con la expansión arauquinoide, pudo
haber empujado a otros grupos caribes menores a moverse hacia las principales cuencas
hidrográficas a partir de 1000 años d.C. Este es también el caso del estudio pudieron haber
sido forzados a migrar al norte por otros caribes durante la expansión arauquinoide,
adaptándose de Zucchi sobre los grupos de Caño Caroní, que a cursos de ríos menores
tropicales.
Otro innovador trabajo con un enfoque teórico y explicativo en esta línea fue el de
Parmana, Orinoco Medio, realizado por Anna Roosevelt. Aunque comparte la cronología
inversión postulada por Ester Boserup (1984) de la ley maltusiana de que el crecimiento
la Corozal como el factor que impulsó el cambio cualitativo. El cultivo del maíz como
tecnología productiva implica para Roosevelt no sólo un mayor nivel nutricional sino
cazadoras-recolectoras
Las primeras ocupaciones del territorio venezolano representan unas de las más
tempranas del territorio americano con tecnologías únicas en todo el continente. Durante el
venezolano. Sitios como Taima-Taima en el estado Falcón –con el que están relacionados
otros sitios en la región, como Muaco o El Jobo- testimonian que los primeros ocupantes
del territorio venezolano llegaron alrededor de 13.000 años a.p., Claudio Oschenius y Ruth
Grandes Mamíferos, con un Modo de Vida Apropiador, dentro del paradigma marxista.
La teoría del poblamiento temprano de América plantea que los primeros habitantes
de nuestro continente arribaron desde Asia a través del Estrecho de Bering –el cual conecta
fechas de hasta 40.000 años a.p..-. Estos grupos humanos eran cazadores especializados en
las Laurentidas, únicos espacios para este período que podían garantizar la subsistencia de
tecnología de puntas de proyectil de piedra conocida como la tradición Clovis. Gran parte
de las teorías sobre el poblamiento del resto de América suponen que desde este foco se
Sin embargo, los sitios venezolanos son de gran importancia para entender el
contexto continental, ya que contradicen esta teoría en, al menos, tres sentidos. En primer
lugar, la industria lítica percutida -fabricación de utensilios de piedra por percusión-, que
formalmente de tradición Clovis, lo que también pone en duda el supuesto origen Clovis
del resto de las culturas tempranas americanas. En segundo lugar, son incluso más antiguos
que los hallazgos en el norte del continente, lo que cuestiona la teoría de poblamiento
aceptada. Y, en tercer lugar, por ser más antiguos y estar al sur del continente, podrían
tecnológicos únicos. Durante la era geológica conocida como el pleistoceno tardío, los
noroeste de Venezuela. Sitios tales como Taima-Taima, Muaco o El Jobo, todos ellos en la
zona costera del estado Falcón se han convertido en emblemáticos para el debate
estas poblaciones arribaron al menos 13.000 años antes del presente (Oschenius y Gruhn
1979, 57) pero otros calculan fechas de más de 24.000 a 40.000 años antes del presente.
sitios como Taima-taima, se han encontrado puntas de proyectil asociadas con el complejo
El Jobo con una antigüedad entre 12.980 y 14.200 años a.p., que han sido interpretados
Los instrumentos de piedra elaborados por percusión directa sobre los núcleos de
aluvionales en la Cuenca del río Pedregal en el estado Falcón, presenta una ilustrativa
y 20.000 años a.p.-, comprende grandes cuchillos, raspadores y percutores bifaciales, los
cuales pudieron haber sido utilizados en la cacería directa. Esta estrategia consistía en el
aislamiento de la presa por un grupo de cazadores para darle muerte a golpes con
artefactos de piedra enmangados o con palos afilados (Fundación Polar 1988, 231). El
segundo es el complejo Las Lagunas -aproximadamente entre 20.000 y 16.000 años a.p.-,
años a.p.-, en el que aparecen las distintivas puntas de proyectil joboides de forma
engastada en una lanza era utilizada con un propulsor que facilitaba la precisión y la
velocidad en la perforación del animal. “Con este invento se abrió una nueva etapa de
aprovechar nuevas especies de tamaño menor y más veloces, tales como el venado y los
Complejo Las Casitas -aproximadamente entre 9.000 y 5.000 años a.p.-, la punta de flecha
con pedúnculo para ser ensartada en la lanza se agrega a los instrumentos anteriores. La
cacería a larga distancia con arco y flecha facilitó la captura de peces, aves y animales
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pequeños y coincidió con el inicio de los cambios climáticos que marcarían el inicio de la
líticas tempranas distintas, que darían cuenta de la diversidad cultural de nuestro territorio
desde los inicios de su historia. Los posibles percutores y raspadores en madera fosilizada
lados por Cruxent en Manzanillo (Zulia) o los raspadores planoconvexos en jaspe y lascas
en basalto de Tupuquén y Cueva del Elefante (Bolívar) definidos por Wagner, y el hallazgo
por Sanoja y Barse son sólo algunos ejemplos de estas tecnologías distintivas.
Durante este período, los grupos dependían de los medios de subsistencia presentes,
ya que obtenían directamente del ambiente los recursos de subsistencia sin implementar
tardío eran distintas a las actuales debido a que existía una mayor extensión de tierras
debido al nivel más bajo de las aguas, mayor pluviosidad y humedad, temperaturas más
bajas, y mayor cobertura vegetal. Esto hace suponer que, además de la cacería de grandes
mamíferos, estos grupos desarrollaban otras estrategias productivas de las que aún no
estos animales. La distribución de la evidencia arqueológica hace suponer que las bandas
territorio reconocido como propio siguiendo pautas naturales o ciclos estacionales para la
de ser unidades sociales igualitarias con una propiedad colectiva sobre los bienes, se
generaba cierta división sexual y por edad del trabajo para la elaboración de instrumentos
profundidad histórica que se interna en el más remoto pasado. Desde los inicios del
5.000 años a.p. y hasta al menos 1.000 años a.p. se produce la transición entre la sociedad
nuestro territorio para el momento. Durante este período, las temperaturas globales
aumentaron; los cascos polares cedieron y, por lo tanto, el nivel de las aguas inundó
Nuevos nichos ecológicos, como manglares, representaban un reto a las sociedades del
momento puesto que no podían ser explotados según los medios tradicionales, pero
ofrecían una nueva gama de recursos, usualmente más diversa. Los grupos se asentaron en
mar que dominaban las técnicas de navegación y que, según las evidencias, poblaron las
Tobago) y posteriormente se desplazaron hacia el resto de las Antillas. Los sitios de esta
Cubagua -aproximadamente de 2325 años a.C.-, comprende lascas líticas para fabricar
arpones, martillos líticos para abrir conchas, algunos elementos de piedra pulida como las
presenta, además de lo anterior, gubias de concha, artefactos elaborados con la punta del
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concha, piedra pulida y hueso, y pesas de redes. Las ocupaciones Punta Gorda y Carúpano,
además de los objetos referidos, presentan escasa alfarería, lo que supone su relación con
grupos tribales agroalfareros que desde tierra firme estaban entrando en contacto con ellos.
Una segunda variante productiva está representada a todo lo largo de las costas
costeros en sitios como La Pitía (Zulia), Maurica o Pedro García (Anzoátegui). En estos
Varas y Guayana (Sanoja y Vargas 1995). “El ecosistema de manglar jugó un papel
poblaciones de antiguos recolectores del noreste de Venezuela entre 5000 y 2000 años
recolección marina y constituye una fuentes de materias primas: madera, resinas, fibras,
especialmente una gran variedad de moluscos peces, reptiles y pájaros que tienen su nicho
en el manglar” (Sanoja y Vargas 1995, 83). A pesar de las variantes en sus modos de
trabajo, la mayoría de los sitios se hallan en concheros que mezclan restos de moluscos,
bivalvos y crustáceos con otra fauna, como pequeños mamíferos y aves. Están asociados
con instrumentos de piedra percutida para abrir las conchas (lascas, puntas, etc.), otros de
piedra pulida asociados con la pesca (pesas) y la agricultura incipiente (majadores, piedras
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pequeños concheros en los que básicamente se hallan instrumentos de piedra percutida con
formas poco definidas y que podrían cumplir funciones múltiples en las actividades de
cacería y recolección. Una quinta variante está representada por un modo de vida similar
(Falcón) y Cabo Blanco (Vargas), en los que, además de los instrumentos de piedra
adentro, como los presentes en sitios como Canaima y Tupuquén (Edo. Bolívar), los cuales
las sociedades cazadoras, recolectoras y pescadoras especializadas, tales como los grupos
pescadores costeros -en Sucre y Falcón, por ejemplo- y algunos grupos indígenas, como
los guarao, que aún subsisten de la pesca, recolección y cacería de pequeños mamíferos al
productoras de alimentos desde muy temprano en nuestro territorio: la sociedad tribal. Este
polos del territorio nacional por su temprana aparición y por su relación con las culturas
Puerto Hormiga, con una antigüedad de al menos 3090 a.C. La fecha más antigua de
manufactura de cerámica en América, con una data de 5350 años a.p., se encuentra
también en esta región en el sitio de Monsú y se equipara sólo con las fechas de 3000 años
aparición de las microlascas para los rallos y los budares de cerámica-; es posible,
entonces, que se hubiese domesticado su variedad dulce al menos mil años antes pero no
luego expandiéndose de este centro con gran amplitud hacia el área andina, las tierras
bajas del Norte de Suramérica, el Sur de América Central y las Antillas. Este tipo de
reciente durante el holoceno. Su distribución actual abarca las regiones tropicales bajas de
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Suramérica, las Antillas, el sur de Centroamérica, la cuenca del Congo africano, el Sureste
de Asia y Oceanía. En las tierras bajas de Suramérica el cultivo más característico fue la
combinó con el maní (Arachis hipogea). También existe una variedad de vegecultura
la técnica de la roza y quema como prácticas agrícolas para aprovechar los bosques
tropicales. Las condiciones ambientales de las selvas tropicales suramericanas son muy
sufrido millones de años de desgaste bajo climas calientes y húmedos, lo que los convierte
para proteger el suelo. Las distintas especies de plantas forman un particular manto en
escala sobre el suelo: en la parte superior, los altos y grandes árboles de amplias copas y
hojas grandes; luego, los arbustos medianos; seguidamente, los helechos y plantas bajas de
enormes hojas, y, finalmente, una extensa capa de musgos y líquenes sobre las abundantes
y extendidas raíces de los árboles. De esta manera, los rayos solares y la lluvia no inciden
directamente sobre la fina capa de humus superior, que cubre la matriz ácida del suelo.
Esta delicada capa de humus se forma y nutre, precisamente, por la deposición constante
imposible un cultivo intensivo en suelos tropicales ya que implicaría la limpieza total del
terreno y la alteración del equilibrio del ecosistema. Por esto, el conuco presenta una
ecosistema, la existencia de una gran cantidad de especies (...) Este tipo de cultivo no
con otro en el cual algunos elementos concretos son diferentes, en contenido, pero que en
conuco como policultivo sustituye especies vegetales originarias por otras ligadas a la
reproducen los niveles de cobertura vegetal propios de selva tropical mediante la selección
Los implementos característicos de labranza del vegecultor tropical eran las hachas
de piedra, las coas -bastones de madera de sembrar-, las azadas líticas, las macanas -
especie de espada plana de madera con bordes cortantes que fungían de cuchillo de monte-
y el fuego para clarear el terreno. La yuca posee una tolerancia adaptativa excepcional;
exige muy pocos nutrientes del suelo, soporta largos períodos de sequía o lluvias
irregulares, su cultivo no se concentra en una sola temporada, protege los suelos por su
terrenos secos y pobres. Pero así como es un gran productor de calorías, contiene mínimas
proporciones de lípidos, proteínas, vitaminas y minerales, por lo que debe ser acompañada
por otras actividades como la caza, la pesca y la recolección. Sin embargo, existen las
áreas aluvionales aledañas a las cuencas hidrográficas, que presentan grandes ventajas en
Estas áreas, a pesar de ser una porción mínima de la extensión selvática total, son lo
que no exige grandes nutrientes del suelo. Esto hace que sus poblados no sean grandes y
la capacidad de trabajo del grupo. El territorio tribal comprende una serie de pequeñas
separadas en una amplia región, en donde cada grupo es relativamente autónomo. Una
relación con materias primas espacialmente restringidas. “Esta característica impide que
surja la especialización social del trabajo, pues lo producido es insuficiente para liberar a
algunos del rol de productores primarios y establecer distinciones entre trabajo físico y
subsistencia en un área determinada, se hace necesaria la división del grupo o escisión para
el establecimiento de una nueva aldea, siempre unida por lazos parentales. De esta
individuos que podrían ser sostenidos en bases a los recursos de subsistencia de su área de
1981, 155). Esta movilidad de los grupos vegecultores, por su carácter itinerante, necesita
más temprano de formación de sociedades agroalfareras del continente. Durante esta etapa,
introdujeron una rica herencia cultural -posiblemente de origen arawaka- que para el
de Barrancas (Monagas), en el Bajo Orinoco, se formó como una aldea permanente central
estable alrededor de 1010 años a.C. Durante su período preclásico (1010 a 500 años a.C.),
los aldeas barrancoides eran pequeños poblados autosuficientes con una baja densidad
modelado inciso y la pintura blanca o roja total. Los cambios hacia el período clásico (500
incisos, refleja una visión animista en la que las deidades se relacionan con su medio
productos entre comunidades parece haber sido un factor sociopolítico importante para la
incluso, gran parte del arco antillano. El Post-clásico, de 900 a 1500 D.C., se inicia con la
desde los llanos apureños pasando por el Orinoco Medio. Tienden a desaparecer complejas
manejaban una tecnología que complementaba el cultivo de la yuca con el del maíz.
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vegetales que se reproducen por semillas, asociado con la caza, la pesca y la recolección
maíz como las técnicas para su cultivo fueron introducidas en el norte de Suramérica a
través de Colombia desde Mesoamérica, el norte de América Central o los Andes Centrales
alrededor de finales del segundo milenio a. C. y la mitad del primer milenio a.C. Según
quizás trazarse desde 1200 a.C., aunque es a partir de 600 a 500 a.C., cuyo surgen
surge el patrón cultural conocido como etapa subandina, definido por agricultura de
Vargas 1974).
Dada la amplia diversidad ecológica del norte de Suramérica, es posible que muchas
las tierras bajas amazónicas, las regiones conocidas como tierras altas, tanto el piedemonte
para la producción agrícola. Sus suelos, de conformación geológica más reciente que los
niveles bajos de las montañas. Estos ricos suelos permiten una mayor producción, menos
marcada por las estaciones, y pueden sostener productos más exigentes como el maíz.
topográficos regionales permiten una mayor variedad de tipos y técnicas de cultivos y, por
tanto, una economía más diversificada y un intercambio más activo entre habitantes de
distintas áreas. Más específicamente, el maíz como sustento presenta una serie de ventajas
carbohidratos sino también en proteínas, lo que implica una más eficiente inversión
excedentes, puede ser almacenada en forma de granos por un tiempo prolongado y ser
Desde el punto de vista social, la introducción del maíz y la adopción de la papa por
parte de las poblaciones de las regiones altas, parece haber originado cambios importantes.
actividades sociales. Esto produjo una nueva reducción en la movilidad social, una
paisaje cultural más estable y humanizado. “La característica principal de este sistema de
subsistencia que permitía una explotación intensiva y simultánea de todos los recursos
los numerosos sitios habitados que presentan largas secuencias de ocupación y testimonian
En Venezuela, al menos 600 años a.C., la costa occidental del Lago de Maracaibo y
los valles en las estribaciones septentrionales de los Andes venezolanos, estaban habitados
complejos motivos modelados incisos sobre las paredes de las vasijas. Los grupos
tocuyanoides, quienes habitaban gran parte del Edo. Lara y el piedemonte de los Andes
Zulia) con una fecha de 400 años a.C. y La Pitía (Edo. Zulia) de 10 a.C., estilos Horno y
Loma de la Sierra de Marta (Colombia) y Coclé (Panamá). Aunque no hay evidencias que
cultivo del maíz. Sin embargo, la presencia de complejos precerámicos con artefactos de
piedra pulida como metates, morteros, manos de moler y majadores podrían representar
cuyo es posible que este cultivo se haya asociado con el de la yuca en otras regiones más
este período formativo temprano gran parte de las sociedades occidentales venezolanas.
Las siguientes secciones, aunque con un énfasis descriptivo y estilístico muy cargado
Venezuela con el fin de aportar una fuente de datos básicos, y siempre preliminares como
culturalmente las sociedades prehispánicas que habitaron nuestro territorio (ver desde esta
sección los Mapas 1 y 2 y la cronología regional extensiva de Venezuela para cada región).
geográficamente constituye una columna vertebral longitudinal para Venezuela. Sólo el río
Orinoco presenta una longitud de 2.200 km., que se inicia al sur en el Cerro Delgado
Chalbaud (Amazonas), fluye hacia el oeste hasta San Fernando de Atabapo y luego se
dirige al norte -sobre el límite territorial entre Venezuela y Colombia- hasta Puerto
Ayacucho y su confluencia con el río Meta, punto en donde gira hacia el este, corta por el
medio la Venezuela central y oriental y surca las ciudades de Caicara del Orinoco, Ciudad
Bolívar y Ciudad Guayana (Bolívar). Al final, a partir de Barrancas del Orinoco se abre en
hidrográficas venezolanas y está conectado, a través del enlace estacional del río Casiquiare
con el Río Negro, a la gran cuenca amazónica. Comprende una gran variedad de
en el eje central para la construcción del marco cronológico cultural para la totalidad de
arqueológica disponible, estos autores dividieron la cuenca en tres regiones siguiendo los
Puerto Ayacucho, incluyendo la cuenca del Casiquiare y las tierras altas de Guayana; 2) el
Orinoco Medio, entre Puerto Ayacucho y Ciudad Bolívar, que recorre el límite norte del
estado Bolívar Estado y los sureste o sureños de los estados Apure, Guárico y Anzoátegui;
bordeando parte de los límites noreste del estado Bolívar, los del sur de Anzoátegui y
Monagas y cubriendo todo el estado Delta Amacuro, el abarca a su vez tres áreas de interés:
diferencian claramente la sección media orinoquense tanto del Alto como del Bajo Orinoco.
Mientras el primero está asociado a una vegetación de espesa selva tropical, con
pierde la fuerza de su poderoso cauce para diluirse en caños menores y ríos separados por
innumerables islas y bancos. En general, el paisaje de las riberas del Orinoco, por ser
integrante de los Selvas y Llanos Bajos venezolanos se asocia con topografías muy planas,
menores a los 100 m.s.n.m., en las cuales los numerosos ríos tributarios se arremansan con
Sus suelos generalmente son muy ácidos y arcillosos, con un mínimo contenido de
nutrientes y una muy baja capacidad de carga biótica, lo que los hace poco aptos para el
desarrollo de actividades agrícolas intensivas; más aún, debido a las altas temperaturas, que
arrastrados desde otras regiones, que conforman nichos bióticos más ricos y apropiados
al igual que las actividades agrícolas, por esta dualidad estacional y biótica. Cuando la
fauna terrestre se dispersaba, durante la estación seca, los grupos humanos se concentraban
en la pesca ribereña de los grandes ríos, lagunas y estuarios remanentes, así como en la
las tierras ocupables, durante la estación lluviosa, hacia las selvas de galería y hacia los
arqueología venezolana, por lo que ya lo hemos referido en las secciones anteriores. En esta
sección nos centraremos en el Orinoco Medio, el que constituye uno de los focos de
sólo desde una perspectiva local sino en su dimensión nacional y, más importante aún,
dentro del ámbito subcontinental de las tierras bajas suramericanas, lo que ha convertido al
38
tanto a nivel nacional como internacional, entre especialistas de las mas diversas líneas
americana, su crucial conexión con el resto de las regiones arqueológicas venezolanas, (los
Orinoco) así como su estratégica posición limítrofe entre patrones geográficos y culturales
región, bajo una óptica que combinaba estas evidencias con una comprensión etnográfica y
fantástica del mundo americano. Ya en la segunda mitad del siglo XVIII, autores como
Bueno, dan noticia empírica de ciertas evidencias, pero es en el siglo XIX, y sobre todo a
de los viajeros y exploradores ilustrados, sobre todo algunos sitios estratégicos como los
Codazzi, Crevaux, Chaffanjon, Vraz y otros se refieren a ellos como expresión del mundo
positivistas como Ernst, Rojas y Marcano aportan una visión más sistemática de las
Sin embargo, no es sino hasta la tercera década de nuestro siglo, con la llegada a
1941 por Howard (1943), durante las cuales se prospectó los sitios de Ronquín, Parmana,
medida con la del grupo Z, y Ronquín Tardío, definido por el grupo cerámico X. En 1958,
clave establecida por Howard, conformada por dos estilos: Ronquín y Camoruco, el
El estilo Ronquín, centro geográfico de la serie saladoide que toma su nombre del
sitio Saladero del Bajo Orinoco por ser considerado el más antiguo y puro, se caracteriza
por presentar una alfarería de pasta pesada y compacta pero muy fina, con antiplástico de
arena fina e inclusiones de cuarzo; sus superficies rojizas o terracotas son alisadas o
ligeramente pulidas. Son típicos los platos o boles abiertos llanos, con inflexión y panzas
ligeramente entrantes y, en menor proporción, botellas. Sus bases son planas o anulares y
los característicos bordes presentan labio plano, fino y biselado triangular o en pestaña. Sus
asas son verticales planas con ocasionales apéndices biomorfos cefálicos o protuberancias,
caracterizados por rasgos modelados sencillos con incisión y punteado, los que también se
encuentran sobre bordes. Los dibujos incisos característicos son líneas anchas y curvas que
de líneas cortas y cercanas sobre bordes, pestañas o cuellos. Sin embargo, la decoración
típica es la pintura rojo sobre crudo o blanco sobre rojo, con motivos que nunca se
40
combinan con la plástica como líneas cortas, rectas y curvas como las incisas, rayados
cruzados o grandes áreas geométricas blancas limitadas por líneas finas, generalmente
de silueta en negativo.
Este estilo se asocia con fragmentos de budare y algunas piedras de moler. Por ser
Saladero del Bajo Orinoco por presentar ciertas influencias barrancoides, los autores lo
ubican en los períodos II y III de su cronología regional, desde 1050 a.C. hasta 1150 años
llanos occidentales venezolanos para luego difundirse hacia el contexto orinoquense y que
toma su nombre del sitio Arauquín en dicha región, se caracteriza por presentar una pasta
liviana, suave, porosa y desengrasada con espículas de esponja de agua dulce o cauxí, con
coloraciones pálidas gris o marrón claro, alisados simples e impresiones de tejido. Las
formas principales son boles abiertos, botellas y botijas con bases planas y bordes cónicos,
incisiones cortas paralelas. En general, los rasgos faciales y motivos aislados se forman por
pequeños mamelones incisos o simples incisiones, mientras que los ojos son tipo grano de
café e inclinados hacia arriba. Son frecuentes los dibujos rectilineales incisos profundos y
finos en bandas bordeadas por líneas horizontales e inclinadas en direcciones alternas, que
41
estilo Camoruco se ubica en el período IV, de 1150 a 1500 años d.C., por ser posterior
sitios de La Gruta y Ronquín, entre 1972 y 1977, como parte del macroproyecto que con
discusión: la reconstrucción de los modos de vida de los grupos indígenas que habitaron ese
alrededor de 650 años a.C., durante el período I de la fase Ronquín, por pequeños grupos,
integrados por familias extendidas, que habitaban en casas comunales, con un patrón de
complementada con la pesca. Su cerámica presenta arena, caraipé, carbón, ceniza y arcilla
modelado burdo con mamelones y apéndices zoomorfos. Para el período II, alrededor de 0
a 300 años d.C., los grupos se desplazan hacia otra localidad al oeste, y mantienen su patrón
cruzado y la pintura sobre crudo. En la Fase Corozal, que se inicia alrededor de 600 años
d.C. y probablemente continúa hasta 1400 años d.C., a partir de la incorporación de nuevos
grupos en el Orinoco Medio, las aldeas se hacen más numerosas y se concentran sobre
montículos naturales o en áreas alejadas de las orillas del río, momento en el que se
incorpora el cultivo del maíz y el algodón al patrón de subsistencia existente. Este cambio
expresa un largo proceso de evolución no local, parte de los horizontes blanco sobre rojo y
rayado cruzado en zonas que se extendieron por el occidente suramericano entre 800 y 600
años a.C., durante el formativo andino, para difundirse luego hacia las tierras bajas.
Casi simultáneamente al trabajo de Vargas, Anna Roosevelt, entre 1974 y 1975, con
desarrolla, a partir de sus trabajos en Parmana, una interesante tesis posibilista ambiental,
poblacional como factor para el desarrollo y complejización sociocultural surge del trabajo
la hipótesis de que la introducción del cultivo intensivo del maíz en la región, así como en
de yuca, por su bajo contenido proteico, polémica tesis que se enfrenta a la visión general
Gruta, correspondiente a la serie saladoide, conformada por las fases La Gruta, Ronquín y
Ronquín Sombra, las cuales presentan una clara continuidad temporal: mientras el paso de
La Gruta a Ronquín podría asociarse con los cambios propios de la serie saladoide, ya
referidos por Cruxent y Rouse y por Vargas, el elemento distintivo de Ronquín Sombra es
tradición, Corozal, con sus correspondientes fases I, II y III, que parece ser un aporte
tiestos molidos, hacia la presencia del cauxí y de nuevos rasgos decorativos. Finalmente, la
aparición de la tradición Camoruco en la zona, con sus tres fases, directamente asociada
2
reducida, con una tasa de 0,2 a 0,4 personas por km , tanto en el sitio La Gruta como
100 a 200 personas) como en los sitios de campamento estacionales cerca de las lagunas
2
crecimiento poblacional, el cual se inicia con 5,0 personas por Km en los sitios
44
2
de alrededor de 9,5 personas por Km en los sitios permanentes.
Por su parte, los trabajos de Alberta Zucchi y Kay Tarble (Tarble 1984, 1985, 1990;
Zucchi 1984, 1985; Zucchi y Tarble 1984) en el Orinoco Medio refinan y amplían la
cronología regional establecida por Rouse y Cruxent para la zona, a partir de la definición
la secuencia ocupacional regional con fechas incluso anteriores a los 1000 años a.C. y que
toma su nombre del homogéneo sitio Cedeño -a pesar de que los análisis son realizados en
Agüerito- Se caracteriza por una cerámica con antiplástico de arcilla endurecida combinado
muescas sobre labios, motivos curvos o rectos lineales paralelos y escasas líneas gruesas
pintadas. Se asocia con el amplio horizonte cerámico temprano de Lathrap, extendido por
tierras bajas suramericanas desde el cuarto milenio a.C., con rasgos alfareros similares
movilidad, asociados con la caza, pesca y recolección y posiblemente con una agricultura
45
incipiente, quienes, al entrar en coexistencia con los saladoides alrededor de 400 años a.C,
alternado del sitio por ambos grupos. Entre 500 y 1000 años d.C., coexisten con otro grupo
con alfarería desgrasada con cauxí, igualmente asociado con la incorporación del complejo
maíz-frijol-calabaza a las tradiciones regionales. Entre 1000 y 1200 años d.C. se acentúa el
expansivo hacia otras áreas como los llanos occidentales y la costa oriental.
Al otro extremo de la secuencia, la serie valloide tomó su nombre del sitio El Valle
años d.C. Se caracteriza por pasta rojizo marrón con cuarzo molido, boles, vasijas
globulares de cuello alto y escasas tiras aplicadas, punteadas o con mamelones formando
abundancia en yacimientos interiores río arriba o tierra adentro, sugieren que representa
penetraciones sureñas de Amazonas como la Fase Corobal, el sitio Caño Asita y las cuevas
los petroglifos, las tradiciones orales y las sociedades aborígenes vivas, para tratar de
Pareciera que, como en el siglo XIX, la arqueología y la etnografía se vuelven a unir para
refleja una discusión teórica más profunda y general: el origen, antigüedad y capacidad de
desarrollo de las culturas de las tierras bajas suramericanas. Por un lado, Rouse y Roosevelt
reconsideran la idea inicial del origen común de las series saladoide y barrancoide en el
estilo Saladero del Bajo Orinoco y afirman que la serie saladoide se originó en el Orinoco
Medio a partir de la fase La Gruta, al menos 2000 años a.C., y luego dio origen a la serie
barrancoide del Bajo Orinoco. Por el contrario, Sanoja y Vargas plantean que las tradiciones
cerca de 655 años a.C. A partir de diferencias en fechas y su posible alteración, el primer
grupo propone largos procesos regionales postulan un origen y desarrollo local, mientras el
otro supone la inserción de desarrollos externos. Entre los primeros, la ideas de Lathrap
sobre el origen temprano y local de las culturas de las selva amazónica apoyan procesos
de que las tierras bajas limitan el desarrollo cultural y son receptoras de culturales de las
tierras altas, suponen fechas más tardías como expresión de la difusión desde las tierras
En síntesis, la historia ocupacional presenta una etapa temprana (1000 años a.C.
hasta alrededor de 600 a 700 años d.C.), de grupos arawakos sureños en el panorama
nororiental suramericana, que luego conquistaron las Antillas, con dos etapas sucesivas:
una aldeana semisedentaria protoagrícola cedeñoide, desde 1000 años a.C., y otra
coexistencia inicial de tribus vegeculturas más asentadas; y una tardía, desde al menos 600
o 700 hasta 1500 años d.C., formada por dos ocupaciones caribes sobrepuestas, la rápida y
agresiva colonización arauquinoide semicultora con grandes aldeas sedentarias, cerca 600 a
47
700 años d.C., desde los llanos orientales colombianos y occidentales venezolanos, y la
posiblemente subordinada y minoritaria valloide de tierra adentro, entre 1000 a 1500 años
d.C. Esta región es una de las pocas que es habitada hoy por grupos indígenas que, aunque
no necesariamente se asocien con culturas arqueológicas, pueden dar luces, a partir de sus
prácticas culturales y sociales particulares, sobre las sociedades pretéritas, y así poder
Según Cruxent y Rouse (1982) en la década de los cincuenta del siglo XX, nuestro
llano oriental era desconocido arqueológicamente, excepto tres sitios cercanos a El Tigre
reportadas por Osgood y Howard (1943) área que llamaron San Tomé luego de visitar las
comunidades caribes kari'ñas de Güico (río Guanipa) y Cachama (río Tigre). Su escaso y
básico material cerámico y lítico quizás provinó de viviendas abandonadas de los mismos
caribes, lo que sugiere un nexo histórico con las comunidades kari'ñas actuales y propicia la
valorización ancestral del territorio. Luego, Cruxent excavó en el río Memo y en San José
del río Guárico, Memo, y en el Unare, Guaribe. El estilo Memo, representado sólo por el
sitio habitacional Memo del período IV temprano cerca de Valle de la Pascua, posee una
delgada marrón rojiza cerámica con antiplástico de arena, formas sencillas (vasijas
globulares y boles abiertos, labios redondeados, bases planas y escasas patas compactas
pintada rojo/blanco con diseños de líneas paralelas regulares muy finas en triángulos o
rombos concéntricos rellenos con puntos. Presenta budares de arcilla, impresiones textiles,
hachas y martillos de piedra y cuentas de piedra y concha. No hay restos europeos por lo
Por su parte, el estilo Guaribe es una variante local de Memo del período IV tardío y
el V, con características similares pero de tiestos más gruesos, ásperos y toscos. Sus formas
son similares pero no hay asas o apéndices aplicados. Los corrugados, incisiones,
punteados, raspados, impresiones textiles y tiras aplicadas sinuosas son más frecuentes y
complejas. No hay pintura con la excepción de algunos tiestos intrusivos de Memo y casos
únicos de asas dabajuroides. Otro estilo memoide ubicado en el área de Río Chico, costa
oriental central, La América, similar a Memo y Guaribe pero simplificado y posee material
indígena prehispánico tardío y colonial temprano de la Depresión del Unare, dirigido por
Rodrigo Navarrete y Ana Cristina Rodríguez (Navarrete 2000, 2005, 2006; Rodríguez
Bajo Unare, agregó nuevos rasgos diagnósticos pintados a la definición de la serie memoide
1997) en la zona de Guaribe -El Cedro y Las Raíces- y definió estilos regionales para la
serie como la de Pariaguán, Alto Unare, similar al orinoquense pero en tipos únicos
comunes memoides norteños más aplicaciones y tiras muy finas múltiples en asas tubulares
Clara y Guara, y la de Guaribe, Unare occidental, parte del memoide clásico. Al igual,
49
Una vez más bajo el marco geográfico y cronológico construido por Cruxent y
Rouse, la región que se extiende desde el río Unare hacia este hasta Güiria en el punto más
difusión de tradiciones precerámicas y cerámicas desde tierra firme hacia el Caribe como la
en su zona más oriental y en Trinidad y Tobago. Para el área de Barcelona, Cruxent y Rouse
definieron un complejo lítico, Pedro García, y dos estilos cerámicos, Guaraguao y Maurica.
Pedro García, fechado alrededor de 5000 años a.C., está formado por varios concheros en
Pedro García, Cerro del Burro y Jose, con puntas de proyectil de hueso, amoladores,
primera penetración dabajuroide occidental en la costa oriental, tradición tardía del período
IV (1150-1500 años d.C.) que se expandió desde su origen en Falcón. Se tipifica por una
plegados, impresiones de textiles, bases anulares, patas alargadas huecas, asas tubulares o
bolitas y tiras de arcilla incisas o puntuadas, etc.-, y una pintura con diseños rectilineales en
negro sobre rojo o rojo y/o blanco sobre crudo, aunque más simples que en su estilo
simplicidad no fue considerado dabajuroide. Posee pasta con concha y arena, impresiones
de textiles, vasijas globulares de bases planas o anulares, asas verticales, pintura rectilineal
complejo cabecero a la serie manicuaroide, la única definida por Cruxent y Rouse para la
etapa mesoindio en Venezuela y que también incluye los complejos Cubagua, Punta Gorda
y Carúpano. Además, posee dos estilos, Punta Arenas y Tras de la Vela. Los rasgos de
alimentos marinos con escasos artefactos como puntas de proyectil, piedras pulidas de dos
conchero y con una fecha radiocarbónica inicial de 2325 años a.C.- solo posee recipientes,
a.C., también presenta gubias, cuentas y pendientes de concha, y el último, Punta Gorda,
concha y data de 100 años d.C. ya que posee escasa cerámica de intercambio comercial del
conchero con escasos núcleos y lascas de cuarzo así como restos zooarqueológicos
Punta Arenas, primer estilo cerámico del área, es dabajuroide del período IV y
muestra rasgos típicos como desengrasante de concha, bordes plegados, patas huecas, asas
incluyendo la europea- durante los tiempos coloniales. Sus rasgos son el desengrasante de
concha y arena, formas de vasijas simples globulares, lobulaciones toscas incisas y diseños
pintados gruesos en rojo sobre blanco. También presenta budares, instrumentos de piedra
mayólica, etc.-.
Chuare y El Morro. Carúpano supone otro componente manicuaroide de tierra firme que
comparte, en general, rasgos con Manicuare. El Mayal, con una data radiocarbónica de
alrededor de 175 años d.C., representa una variante costera del saladoide orinoquense, por
lo que su cerámica se asemeja a Saladero típico pero complejiza sus patrones incisos y
Chuare mantiene elementos saladoides simplificados y data de alrededor de 600 años d.C.
De acuerdo con los autores, sus influencias barrancoides no vienen directamente del
Orinoco sino del estilo costero central Río Guapo, lo que conformaría un horizonte
saladoide costero entre Río Chico y la isla de Margarita. El Morro es uno de esos estilos
prehispánicos tardíos y del temprano contacto con los europeos que Cruxent y Rouse
vasijas simples globulares, bases planas o de anillo, labios planos y budares. Está decorada
con escasas lobulaciones aplicadas cilíndricas incisas o puntiagudas. Se asocia con restos
comerciales europeos y, por lo tanto, se ubica al final del período IV e inicios del V, lo que
radiocarbónica de 375 años d.C., se asocia con otros estilos costeros de la serie, con Palo
Seco (Trinidad) mediante sus adornos antropo y zoomorfos modelados huecos redondeados
colocados sobre asas de estribo y pintura roja sobre blanco, y Cedros (Trinidad) por su
Desengrasado con arena y ocasional concha con formas simples globulares, labios planos,
estilo Bontour de Trinidad. Para la isla de Margarita, Cruxent y Rouse definieron tres
cuatro estilos que presentan materiales europeos, El Agua, Playa Guacuco, Nueva Cádiz y
Esta región se extiende entre Río Chico al este y Tucacas al oeste, e incluye los
espacios continentales de Valencia, Los Teques y Caracas y los insulares del archipiélago
de Los Roques, una compleja esfera cultural que conectó las cadenas montañosas costeras,
el Caribe y los llanos centrales. Para el área de Río Chico, Cruxent y Rouse definieron los
estilos Río Guapo, Río Chico y La América. El primero presenta un interesante desarrollo
costero que puede relacionarse con una migración temprana pre-pintura del saladoide
orinoquense a la costa, el cual luego formó el saladoide caribe insular temprano. Comparte
en general con el saladoide orinoquense los adornos huecos cefálicos zoomorfos con rasgos
faciales modelado-incisos, pero carece de la técnica pintada típica de sus etapas más
tempranas. Está también relacionada con el barrancoide costero central como El Palito a
través de las pipas de arcilla, incisión curvilineal ancha y motivos modelado-incisos. Está
ubicado al final del período II por su relación con Saladero y en el III debido a sus
53
similitudes con El Palito. Río Chico marca el extremo más oriental de la amplia tardía
arena fina y cuarzo molido grueso, vasijas globulares, boles abiertos, bases planas, bordes
periféricos valencioides como Las Minas, Topo y Krasky, se ubica en el período IV. La
negro sobre rojo y materiales europeos tempranos. Debido a ser un componente terminal, se
ubica en el período V.
El complejo, Cabo Blanco y los estilos Cerro Machado, Boca Tacagua y Topo se
muestra piedra pulida mediante piedras de moler y machacadores. En la segunda mitad del
mismo período lo sigue Cerro Machado, expresión formativa simple de la serie tocuyanoide
occidental venezolana, que tiene como estilo cabecero a Tocuyano en Lara, con rasgos
pintura rojo y/o negro sobre blanco, y ausencia de budares de arcilla. Boca Tacagua
representa una variante mixta costera de la serie ocumaroide del período III, con su estilo
pintura rojo y negro sobre blanco con diseños de líneas rectas paralelas, triángulos y
barrancoides -bordes en pestaña, pipas de arcilla, asas verticales de estribo y pintura roja en
zona -. Es seguida por El Topo, período IV, valencioide costero periférico simplificado con
desengrasante de arena y mica, vasijas simples globulares, asas tubulares verticales, ojos
54
En el área de Caracas sólo se presenta un estilo, El Pinar, así como en el área de Los
Teques, Las Minas. Ambos simplifican a la serie con desengrasante de arena y mica, vasijas
estilo Krasky del área insular de Los Roques es una extensión marítima de la esfera de
El área de Valencia fue un activo foco arqueológico a principios del siglo XX. Sus
industria lítica, atrajeron a quienes buscaban los desarrollos prehispánicos más autóctonos
venezolanos. Adolfo Ernst (1987), Luis Oramas (1916, 1934, 1942, 1946), Gaspar Marcano
(1971), Alfredo Jahn (1926, 1973), Rafael Requena (1932), Cornelius Osgood (1942),
George Howard (1942), Alfred Kidder II (1944, 1948) y Wendell Bennett (1937), se
concentraron en el área entre 1900 y 1945. Cruxent y Rouse usaron la clave de Kidder en su
1932-, de Osgood en Tocorón -1933- y Kidder en Los Tamarindos -1934- distinguieron dos
viviendas palafíticas sobre el lago- denominada La Cabrera y una tardía, vinculada con los
Para esta área, Cruxent y Rouse definieron un complejo, Michelena, y dos estilos,
inicios del II con probable agricultura y tecnología de piedra pulida en piedras de moler,
compleja expresión barrancoide costera central, en la cuenca del lago de Valencia, con
frecuentemente decorados con punteado, lo que sugiere una tendencia en dirección del
subsecuente estilo Valencia. (Rouse y Cruxent 1963). Se relaciona con budares de arcilla y
se ubica en la segunda mitad del período II por su relación con Barrancas y en el III debido
cerámica, desengrasada con arena y mica y superficies alisadas simples, presenta boles y
ollas simples globulares con bases anulares; con frecuencia, los cuellos de las ollas se
adornan con collares y rostros humanos, delineados por aplicaciones, como los
arauquinoides, y poseen similares ojos grano de café y cejas muy altas y arqueadas. Los
brazos y manos humanos por lo general son aplicados en los cuellos o paredes de la vasija
Las cabezas antropomorfas tienden a ser amplias, planas y a veces en forma de canoa y,
además, poseen ojos grano de café. La incisión consiste primariamente de líneas rectas
pintura, excepto por la presencia de engobes rojos totales o por zonas (Rouse y Cruxent
punteado; los budares de arcilla; las miniaturas de arcilla; ralladores, piedras de moler y
gente Valencioide practicaba tanto la agricultura del maíz como la de la yuca, tuvieron un
56
En la sección más occidental de esta región se presentan dos áreas que resumiremos
Puerto Cabello, con seis estilos -El Palito, Taborda, Ocumare, Palmasola, Cumarebo y San
Pablo- y Tucacas con un complejo -El Heneal- y dos estilos -Aroa y Cementerio de
área de Valencia: uno de la segunda mitad del período II y del III muy similar a La Cabrera
zona durante la segunda mitad del período III. Se asocia con concheros; desengrasante de
cuarzo y mica; bases planas, anulares y perforadas anulares; patas macizas; boles y ollas
pintura- mientras otros mostrarían influencia oriental barrancoide -pestañas, bases, budares,
modelado-. En el período IV lo sigue otro estilo ocumaroide, Palmasola, que también posee
textiles, asas horizontales tubulares y aplicaciones en forma de ojos grano de café. Para el
mismo período IV, dos tradiciones occidentales se sumaron a esta mixta población: San
Pablo, originalmente tierroide para Rouse y Cruxent y luego diferenciado por Luis Molina
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(1985) y Lilliam Arvelo (1987) como independiente desde los valles de Yaracuy y Lara, y
Cumarebo, parte del horizonte dabajuroide que se expandió por la costa venezolana en este
período.
fecha radiocarbónica de 1450 años a.C. -período I-, y dos estilos cerámicos, Aroa, típico
extensión más occidental de la esfera valencioide del período IV, por su desengrasante y
captaron la atención de los arqueólogos más allá de los marcos descriptivos ya que sus
evidencias señalan focos de desarrollo social más substanciales. Los llanos occidentales
venezolanos comprenden los estados Apure y Barinas y las regiones al sur de los estados
construcciones de tierra -montículos, campos drenados, calzadas, etc.-. Sin embargo, fueron
dos áreas: la de San Fernando al este y la de Barinas al oeste. La primera comprende tres
estilos -Los Caros, Arauquín y Matraquero- mientras la de Barinas otros dos -Agua Blanca
y Caño del Oso-. Los Caros representa un estilo temprano independiente ubicado en el
desengrasante de arena muy fina, boles y ollas con bordes abiertos, ausencia de asas y de
modelado y una casi exclusiva decoración incisa consistente en líneas rectas o curvas
arauquinoide local desde fines del período III con el temprano Arauquín y continuando en
cremas y grisáceos, grandes vasijas globulares con cuellos, botellas y boles con lados muy
de arcilla y ojos grano de café sobre panzas y cuellos en rostros con ojos alargados y cejas
arqueadas largas; bandas de líneas incisas paralelas finas profundas inclinadas alternadas
con triángulos inciso- punteados. Hay budares, pintaderas cilíndricas, volantes de uso,
tierroides y memoides. Luego, según Lathrap, fue considerada como una expresión tardía
de la expansión desde las tierras bajas amazónicas de grupos Caribes hacia el norte, su
posterior difusión al este por el Orinoco y hacia el sur hacia los llanos nororientales
Para el área de Barinas, Cruxent y Rouse definieron dos estilos cerámicos, Agua
Blanca y Caño del Oso, vistos como expresión local de secuencias pintadas polícromas
Entre 1964 y 1970, Alberta Zucchi excavó los sitios de La Calzada, La Calzada y
Caño Caroní, y entre y 1973, junto a William Denevan (1979), los sitios y campos drenados
59
en Caño Ventosidad. Diferenciaron seis complejos cerámicos: Caño del Oso, La Betania,
Caño Caroní, El Choque, Copa de Oro y Punto Fijo. Caño del Oso. El más antiguo se
subdivide en tres fases entre 230 años a.C. y 500 d.C., y comprende formas muy complejas
básicamente pintada en rojo sobre marrón o blanco o rojo con líneas paralelas acompañadas
por espirales, círculos, puntos y motivos zoomorfos. También incluye piedras de moler y
La Betania le sigue y se asemeja a Caño del Oso, pero también comprende vasijas
de pintura y budares de arcilla. Estos dos complejos forman la serie osoide definida por
desde el Orinoco.
En Caño Caroní, Zucchi (1975) definió un grupo minoritario tardío que ocupó los
bosques de galería del área cerca de 1200 años d.C. Lo caracterizan dos alfarerías: una
gruesa y burda, con grandes ollas globulares, vasijas tubulares, budares, bases anulares,
patas, impresión de textiles, decoración pintada rectilineal en rojo o negro sobre blanco o
y otra fina y delgada, con formas de vasijas más simples globulares con engobes blancos a
En Caño Ventosidad, entre 1971 y 1973, Zucchi y Denevan (1979) estudiaron el uso
agrícola de las construcciones de tierra de entre 1200 y 1400 años d.C. Definieron tres
60
boles, ollas y botellas globulares con ciertos cuellos angulares, incisiones o impresiones
digitales en bordes, apéndices simples aplicados, líneas pintadas marrón sobre blanco;
Punto Fijo posee desengrasante de espículas de esponja de agua dulce y cuarzo molido,
boles y ollas simples globulares, vasijas de doble vertedero, budares de arcilla, impresiones
textiles, incisión rectilineal paralela alternada y círculos incisos; y Copa de Oro -datado
alrededor de 1400 y 1700 años d.C.-, con los mismos desengrasantes anteriores más bolitas
discusión con una perspectiva más social dentro de una escala regional y ecológica, lo que
produjo nuevas interpretaciones neopositivistas. Uno de los pioneros fue Adam Garson
órdenes o niveles: aldeas con múltiples montículos y calzadas, aldeas con dos o tres
montículos y calzadas que la conectan con la anterior, y sitios terciarios con un o sin
montículo. Este trabajo determinó que las aldeas no estaban aisladas sino eran espacios
dimensión sociopolítica del patrón espacial, creó el marco para insertar la teoría del
Charles Spencer y Elsa Redmond (Redmond y Spencer 1990; Spencer 1987, 1990a,
1990b, 1993) luego desarrollaron un análisis similar al de Drennan (1987) en otros llanos
circunstanciales a una organización del liderazgo y toma de decisiones desde una autoridad
Curbatí, entre el paisaje montañoso subandino y los llanos altos de Barinas. Entre sitios
lado, la tradición Gaván, en el río Canaguá de los llanos altos de Barinas, con dos fases:
Gaván Temprano (300-500/600 años d.C.) y Gaván Tardío (500/600-1000/1100 d.C.). Por
su lado, la tradición Curbatí, en el río Curbatí del piedemonte de Barinas, con dos fases:
Interactuando históricamente desde fases tempranas pero manteniendo sus culturas, Gaván
se asoció con el complejo Caño del Oso y Curbatí con el estilo Santa Ana tocuyanoide. En
su fase tardía, Gaván se relaciona con el complejo La Betania mientras Curbatí con la tardía
serie tierroide. Ambas tradiciones se correlacionan con fases tardías de grupos étnicos con
jirajaras en las montañas con liderazgo flexible y circunstancial –relacionado con Curbatí
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Empero asumen que los motores de desarrollo son ambientales, el liderazgo social y las
diferencial. En su teoría, la capacidad del líder para resolver crisis sociales y el control y
posición privilegiada geográfica y sociocultural entre los caquetíos que permitió desarrollar
poder central. También, en su intercambio jerárquica con otros como los jirajaras
economía política de estas sociedades viendo las estructuras de tierra no sólo como
materializaciones políticas ritualizadas del poder del líder. Sus cálculos demográficos y
experimentará presión y propone que la región produjo un excedente agrícola alto. Este
desbalance no valida la economía política tradicional local, por lo que explora arqueológica
funcional indica que el lugar central captaba actividades de servicio en comparación con los
sitios menor nivel en la jerarquía regional, mientras otros indicadores como calzadas
políticos. Para Gassón, estas actividades parecen asociarse con el lugar central lo que
prehispánicos.
63
El noroccidente de Venezuela
variedad de sus evidencias y a los debates teóricos que ha suscitado sobre el desarrollo de la
complejidad social local. Ecológicamente, el área costera seca plana está separada por
cadenas montañosas de los ambientes sureños más diversos de valles áridos, bosques de
piedemonte y sabanas de Lara y Falcón. Para Lara, los estudios sistemáticos se inician
alrededor de 1932 y 1947 con Nectarío María (1947), quien excavó las cercanías de
Barquisimeto y Guadalupe. El sitio Cerro Manzano cerca de Barquisimeto, uno de los más
igual, descubrió complejos de montículos domésticos (Los Tiestos y Las Dos Puertas) cerca
de la aldea de Guadalupe. En 1937, Kidder II detectó los sitios de La Ruesga, Las Veritas,
Cueva Vieja y Zumbador, todos entre Barquisimeto y Sarare (Kidder 1944). Osgood y
Tierra de los Indios entre Quíbor y Barquisimeto (Osgood y Howard 1943). Luego, el padre
Limón).
excavaciones en Tierra de los Indios, Las Dos Puertas, Los Tiestos, Guadalupe, El Hato,
Santa Teresa, Santa María de Arenales, San Francisco, Tocuyano, Gallega de Arenales y
Santa Elena de Arenales. Para el área de Barquisimeto, crearon los siguientes estilos:
seguido en el III por Betijoque y el estilo cabecero de la serie tierroide, Tierra de los Indios
64
en el IV. Tocuyano, desengrasado con arena, posee grandes urnas de cerámica complejas,
boles alargados, vasijas compuestas y ollas antropo y zoomorfas. Las bases varían desde
redondeadas o planas, pasando por anulares, anulares perforadas, típicas patas huecas
polícroma (negro y/o rojo sobre blanco) con motivos curvilineales de serpientes, espirales,
Tierra de los Indios, otro estilo típico larense, comprende elementos diferentes al
tocuyanoide. Desengrasada con arena muy fina, posee superficies pulidas y formas más
simples, en general globulares en ollas grandes de borde engrosado y base redondeada así
como boles trípodes con anillo con o sin patas; asas horizontales tubulares simples bordes -
combinada con decoración plástica, por otro lado hay compleja pintura bícroma o
polícroma rectilineal que cubre la totalidad de la vasija con diseños geométricos en bandas
de líneas diagonales paralelas que dejan vacíos triangulares o romboidales, los cuales son
rellenados con espirales, ganchos, puntos u otras líneas. Se asocian figurinas antropomorfas
femeninas y varios adornos de piedra y concha -placas, pendientes, cuentas, etc.-. Sarare,
entre tocuyanoide y tierroide, por lo que define una transición. A su vez, Betijoque recuerda
Desde principios de la década de los sesenta del siglo XX, Sanoja investigó en el
valle de Quíbor, excavando en El Tiestal, Ojo de Agua, Mosquitero, Playa Bonita y Las
Locas (Sanoja 1967). Más allá del refinamiento del marco cronológico y estilístico
regional, Sanoja junto a Vargas (1981) revisaron el patrón decorativo cerámico pero, más
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importante, aplicaron una visión social para reconstruir modos de vida y procesos
cementerio de Quíbor, descubierto por Adrián Lucena (1977, 1982), y seguidos por María
Ismenia Toledo y Luis Molina en los ochenta en el Cementerio de Quíbor (Toledo y Molina
1981), Los Arangues (Toledo 1985) y Sicarigua (Molina y Monsalve 1986). Con una visión
inicios de la era cristiana, una temprana intrusión de nuevas tradiciones norteñas incorpora
una tecnología más sofisticad para el cultivo del maíz, adoptado fácilmente debido las
capacidades del ambiente ecológico y cultural local, que inició una nueva organización y
de Quíbor, proceso que se consolidó entre los siglos XXI y XIV con el reforzamiento
Carache (Lara-Trujillo). Lilliam Arvelo (1999) intentó comprobar las hipótesis de Sanoja y
Vargas para el valle de Quíbor a nivel regional y propuso una síntesis alternativa en la que
las evidencias neoindias tempranas larenses se asocian con la serie tocuyanoide cerca de
300 años d.C. Es posible, debido a la presencia de metates y piedras de moler, que
dependiesen del cultivo del maíz, el que ofrecía capacidad adaptativa para ocupar variados
del estilo San Pablo en la zona, los que podrían asociarse con datos históricos caquetíos del
período de contacto europeos así como ciertos sitios dabajuroides falconianos que poseen
66
alfarería europea. Los datos de Yaracuy y Falcón de José Oliver (1989) y los del valle de
Quíbor de Lilliam Arvelo apoyan esta hipótesis, en especial por el intercambio de sal
marina como fertilizante agrícola en tierra adentro. Entre los siglos XXI y XV, una
1945 en los sitios de Aeródromo, Cueva Sabana de Parra, San Pablo, Camurare, Farriar,
Los Chicos y San Javier de Agua de Culebra, definió el estilo Aeródromo, tocuyanoide de
la segunda mitad del período II, y el tierroide San Pablo, de los IV y V. Aeródromo versiona
de forma simple el tocuyanoide larense. San Pablo, por su cuenta, posee formas globulares
y boles trípodes con patas sólidas. Presenta una escasa y simple versión pintada tierroide
identificó en Yaracuy rasgos ocumaroides y memoides, los primeros en el valle del río Aroa
Falcón, definido por Cruxent y Rouse en el área de Coro, posee un sólo estilo
hasta la isla de Margarita a todo lo largo de la costa venezolana e incluso incursiona hacia
las Antillas Holandesas (Curazao, Aruba y Bonaire) durante el período IV. El primer trabajo
sistemático en el área fue realizado por Gladys Nomland (1933) en los sitios de Coro, La
Maravilla, El Mamón y Hato Viejo, mediante el cual conectó sus hallazgos al desarrollo de
como vía de paso o conexión entre las áreas nucleares al oeste y las tierras bajas y el Caribe
impresiones textiles. Sus bases pueden ser anulares o anulares perforadas y presenta patas
apéndices aplicados, diseños inciso punteados -la mayoría en vasijas burdas-, y otra con
pintura rectilineal geométrica en negro, blanco y/o rojo sobre blanco o crudo con escaleras,
secundarios con ofrendas y adornos suntuarios de piedra, concha o hueso. Hay evidencias
malamboides colombianas en Falcón como la planta de una gran vivienda comunal tipo
Maloca en el río Matícora (Oliver 1990). Por su parte, para Sanoja y Vargas, las evidencias
del área hacen suponer la existencia de una estructura política cacical regional dominada
Nuestra arqueología andina está también muy influida por enfoques estilístico-
mayoría de los trabajos del área preliminares en ciertos sitios, se centran en definiciones
Culata, la Sierra Nevada y la falla de Boconó (Wagner 1999). Kidder (1944) desarrolló los
Táchira tales como Los Monos, Niquitao y Tuñame. Cruxent y Rouse establecieron la
primera cronología cultural del área, que sólo comprende el período neoindio ya que no
con datos preliminares mesoindias para Capacho (Táchira) de artefactos de piedra o madera
ríos y lagunas y recolección (Wagner 1999). Definieron siete estilos cerámicos andinos en
tres áreas: Trujillo, Mérida y San Cristóbal, preliminarmente, asociando la mayoría con las
series tierroide y dabajuroide noroccidentales, dejando otros sin filiación cultural, luego
En Trujillo hay tres estilos: Santa Ana, Betijoque -ambos sin filiación cultural- y
Mirinday de la serie tierroide-. Santa Ana, aunque similar al tocuyanoide, presenta patrones
típicos únicos formativos que lo definen como independiente, básicamente asociado con
cuevas y abrigos rocosos funerarios. Presenta formas muy complejas y decoraciones con
paredes muy delgadas y superficies cuidadosamente pulidas. Sus formas típicas incluyen
grandes urnas funerarias, vasijas trípodes o tetrápodas con patas huecas gruesas y
sentadas en butacas y con ofrendas en las manos. Fue luego ubicado en el período II (1000
años a.C. - 3000 años d.C.) por Tarble (Wagner 1999). Betijoque, así como Santa Ana, no
se relacionó con ninguna serie o período pero se reconoce como expresión cultural
temprana. Similar a Santa Ana, es tecnológica y formalmente más simple con patrones
pintados son más complejos de líneas extremadamente cercanas y finas que forman
mineral fino, paredes delgadas, aplicación de tiras sinuosas -a veces punteadas- y pintura
69
sobre negro o blanco sobre crudo. Se asocia con budares e incensarios de pedestal de
arcilla y placas líticas. Se relaciona con la serie tierroide y, por lo tanto, se ubica en el
Para el área de Mérida, Cruxent y Rouse definieron dos estilos. Chipepe, versión
típica simplificada de la serie tierroide central del período IV, se asocia con cámaras y
tumbas de piedra e incluye boles redondeados y paredes gruesas. Posee asas tubulares y
pintura roja sobre crudo total o parcial. Tabay, presente en contextos funerarios, sin
decoración inciso-punteada simple y patas globulares huecas como las tocuyanoides. Para
Táchira, definieron dos series sucesivas del período IV, Capacho seguido por La Mulera,
Capacho posee incisión tipo tocuyanoide, La Mulera tiene más impresiones. Wagner (1967)
definió la nueva serie miquimuoide -formada por los estilos Miquimú y Las Guayabitas-,
agregó los estilos San Nicolás y Mucuchíes a la tierroide e incluyó el estilo Betijoque en la
pitioide, del área de influencia al sur del Lago de Maracaibo. Posteriormente, Arvelo (1987)
3000 metros sobre el nivel del mar-, las tierras frías -de 3000 a 2000-, las tierras templadas
-de 2000 a 800- y las tierras calientes -bajo los 800-, desde los que define tres patrones
culturales: andino, subandino y andino tropical norteño. El área andina -tierras frías-,
70
tipificada por las excavaciones desarrolladas en el Alto río Chama (área de Mucuchíes),
la cacería y bienes obtenidos mediante complejas redes de intercambio entre los diferentes
niveles andinos. Esta interacción altitudinal, definida como microverticalidad, fue el eje de
objetos santuarios como concha marina, tumbaga (alienación de oro y cobre proveniente de
discutidas para el área. Los incensarios cerámicos son también típicos. Según Wagner, se
último patrón en las tierras bajas, el andino tropical norteño, cubre la transición entre el
piedemonte en la cuenca del Lago de Maracaibo y los llanos, caracterizado por el material
subsistencia dependía del cultivo mixto de maíz y yuca, la cacería y la recolección. Sus
simbiótica andina norteña y culturas de selva tropical. Sus estilos representan en general, la
Esta región al norte es la más occidental de Venezuela y comprende las tierras bajas
que circundan la cuenca del Lago de Maracaibo así como la Península de La Guajira,
adyacente al norte costero de Colombia. Una vez más, Cruxent y Rouse aportaron la
cronología regional con tres estilos, La Pitia, Dabajuro y Hato Nuevo, señalando un escaso
conocimiento para el momento en una región de gran riqueza cultural prehispánica, que
suponían homogénea, por la fácil interacción ofrecida por el nexo entre el Golfo de
Península de la Guajira, fue excavada por Miguel Acosta Saignes (1953) y por Cruxent en
1954. Posteriormente, Patrick Gallagher (1976) desarrolló un estudio intensivo del sitio en
1959 e interpretó su material dentro de la esfera de interacción del norte de Suramérica con
incisión curvilineal ancha y sus pintura polícroma, sus motivos incisos -círculos o
curvilineales de líneas finas elaboradas con anchos variables que formando círculos o
con figurinas humanas paradas o sentadas. El Dabajuro del área es extensión típica del
centro falconiano, y Hato Nuevo, independiente del período IV, es similar al tocuyanoide y
a Santa Ana (Trujillo), quizás con un origen común en Barrancas orinoquense, tradiciones
Entre 1967 y 1968, Sanoja y Vargas (Sanoja 1969, Vargas 1969) excavaron en los
estilos locales con otros al norte de Colombia. Más aún, definieron modos de vida
influencia malamboide desde al menos 650 años a.C. en sitios como Caño Grande,
centrada en la agricultura de la yuca, y una ocupación más tardía, dependiente del cultivo
del maíz, alrededor de 100 años d.C. en Lagunillas, un híbrido de desarrollos locales y
colombianos.
A partir de principios de la década de los setenta del siglo XX, Wagner y Arvelo
noroccidental del lago (El Diluvio, Las Tortolitas y Berlín). Durante este período, Víctor
cincuenta sitios y definieron tres tradiciones: la malamboide, la ranchoide, formada por los
complejos Puerto Estrella (500-700 años d.C.), Rancho Peludo (1000-1100 d.C.) y Guasare
venezolano, expresado en la tradición Berlín y estilos El Danto y Los Cocos, y para el área
ocupaciones de la región, entre 5000 años a.C. y 500 d.C., fueron las vegecultoras de
vasijas masivas y pesadas con carenaciones y boles alargados con incisión curvilineal ancha
100 años d.C. hasta el siglo XIV, los grupos de Berlín ocuparon el piedemonte de Perijá con
una producción mixta de yuca y maíz. Su cerámica es más simple en formas y decoración
conjuntos alfareros, uno burdo simple y otra complejamente decorado con pintura
polícroma rectilineal y trípodes. En El Danto, las vasijas, algunas con engobe, presentan
Tres han sido los centros geográficos para la discusión del desarrollo de la
teorías y énfasis: los llanos occidentales venezolanos, desde una perspectiva neopositivista,
el noroccidental valle de Quíbor y sus áreas de influencia, desde una visión marxista y el
Lago de Valencia y sus áreas de influencia desde una tímida percepción ecológico-cultural.
En esta sección, en vez de centrarnos en los datos, compararemos brevemente sus supuestos
papel político de la religión y los rituales como mecanismos para crear y mantener la
solidaridad y el control social interno. Para Spencer (1987), el tema del cacicazgo se asocia
toma de decisiones en los niveles inferiores del orden jerárquico para mantener la
guerra entre unidades políticas en competencia. Estos autores insertan al individuo y los
semicultura, especialmente del maíz en una región que ambientalmente favoreciera este
tipo de producción. Vargas (1990) definió dos tipos de sociedades para la Venezuela
aquéllas que mantienen una producción agrícola cíclica y limitada, como las orientales de
Venezuela que dependen del conuco como sistema agrícola, tienden a resolver su
cualitativo de sus condiciones sociales. Por el contrario, las progresistas, como las del
con la modificación tecnológica del medio para alcanzar un nivel mayor de complejidad
social. Este proceso está claramente expresado, para estos investigadores, en los sitios
arqueológicos tardíos de Lara y Falcón a través del patrón funerario diferencial en sus
especialistas, como Andrej y María Magdalena Antczak (1988) para deducir el nivel de
complejidad sociopolítica regional, quizás debido a una tímida reacción frente a los
visiones ambientalistas en las que la complejidad cultural es vista como sólo expresión del
relacionarse con otros ambientes y culturas en el territorio nacional. Los modos de vida
siglos respondiendo a la diferencia entre occidentales, relacionados con las tierras altas
amazónicas de tierras altas y con una gran influencia sobre las Antillas. Esto no quiere decir
que no hayan existido contactos y relaciones entre ambas áreas, puesto que, como hemos
influencia común que afectó todo el subcontinente. Durante el primer milenio de la era
cristiana, además de haberse consolidado las tradiciones ya existentes, surgen otras nuevas
introducción en nuestra tierra de nuevos grupos culturales –como las primeras migraciones
áreas donde los recursos eran abundantes, diversos y predecibles, el sedentarismo era
precariedad de alimentos sino que regula el sistema social total de intercambios y vínculos
intercambian a distancia recursos escasos o inexistentes en sus regiones con otros con los
jerarquía social o el acceso diferencial a los bienes no es parte integral de su estructura. Así,
77
actividad social representa un todo inseparable que reúne esferas productivas, políticas,
Marshall Sahlins (1972), la fuerza de una tribu radica en los grupos menores y en las
que consume-, ya que depende de las redes de cooperación y reciprocidad ampliada que
de parentesco: se nace en una comunidad que posee un ancestro común. La unidad política
otras tribus en expansión puedan invadir el espacio de vida propio. Frente a un eventual
grupos domésticos y se cohesiona en una unidad que se enfrenta al otro para proteger su
cada una de las actividades sociales y procesos productivos de lo tribal; de esta forma el
shamán va adquiriendo una función más compleja y sus servicios se hacen cada vez más
imprescindibles, de manera tal que las prácticas agrícolas irán uniéndose a las prácticas
A partir del primer milenio d.C. se producen dos procesos cruciales en el desarrollo
venezolanas estaban marcadas por una dicotomía cultural que, en líneas generales, definía
al occidente y al oriente del país como dos grandes modos de vida y tradiciones culturales
79
interculturales entre las diversas sociedades que se asentaron en nuestro territorio fue
nuevas modalidades culturales más mixtas e integradas. Por ejemplo, los grupos
llanos occidentales colombianos alrededor de 300 d.C., se movilizaron entre 600 a 700
d.C. muy rápida y agresivamente hacia la cuenca del Orinoco y ocuparon parte de la zona
del Orinoco Medio -entre Puerto Ayacucho y Ciudad Bolívar-. Estos grupos, además de
arawakos, aplicaron probablemente por primera vez una tecnología semicultora más
influyeron la costa central y área del Lago de Valencia dando origen a una de las más
gran parte de la costa central venezolana -desde Tucacas a Río Chico- y sus territorios
los grupos caribes en la zona del Orinoco-, los grupos barrancoide y ronquinoide se
movieron hacia las costas venezolanas. En el caso de la costa central, específicamente los
locales y crearon una rica cultura denominada La Cabrera. En el movimiento hacia la costa
la poderosa tradición saladoide, que al movilizarse por todo el arco antillano dio origen a
gran parte de las tradiciones agroalfareras de las Antillas menores y mayores, incluyendo
los tainos que Colón encontró a su llegada a La Isabela. Desde la costa occidental, otros
80
grupos más tardíos como el dabajuroide, alrededor de 1100 años a.C., se movieron a partir
de su centro de origen en Falcón por toda la costa venezolana hasta conquistar territorios
de estructuras socioculturales más elaboradas como la estructura cacical, que, sin dejar ser
una organización tribal igualitaria, sentaba las bases de la sociedad jerárquica. Muchos
grupos culturales que ocuparon el occidente y la costa central venezolana entre 1100 y
1500 a.C. podrían precisamente ser considerados cacicazgos. Entre estas culturas
podríamos contar los casos de las sociedades noroccidentales y andinas que ocuparon
Zulia, Falcón, Lara, Trujillo, Mérida y Táchira, asociadas en general a las tradiciones
tierroide y dabajuroide, los complejos sitios con montículos, camellones y calzadas en los
permitan la redistribución del excedente de producción marcó también una pauta social
para la desigualdad. La producción cada vez más excedentaria y eficiente, con aldeas que
por razones medioambientales, políticas o demográficas producen más que otras, comenzó
desarrolla una aldea central, que concentra el poder político, religioso, administrativo e,
incluso, los talleres manufactureros; así mismo, algunas aldeas centrales -e individuos-
cualquier manera, la estructura comunal aún obliga a que el exceso de producción deba ser
redistribuido de manera recíproca; lo que cambia es que ahora tenemos aldeas y líderes
manera, se comienzan a deslindar y diversificar las funciones sociales, entre las cuales se
tiempo y propiciar la buena voluntad de los dioses para la cosecha y para las actividades
productivas que ejecuten las distintas aldeas; garantizar el funcionamiento del mundo
secular o religioso en relación a las actividades productivas que realiza la aldea o un grupo
de ellas” (Vargas 1987a, 211). Así, el papel de estos individuos, diferente al de los
la estructura social. Este carácter del rango, aún asociado a los lazos de parentesco y de
descendencia del grupo, marca el inicio de un control social diferenciado por parte de
dichos dirigentes y, por lo tanto, un acceso privilegiado a los bienes, ya que parte del
producto colectivo es apropiado por el grupo que mantiene el poder político. A cambio de
producción y manifiestan los rangos de los distintos estratos sociales tanto dentro de las
empalizadas para defender las aldeas y calzadas para comunicar las distintas aldeas; se
construyen diques, camellones y calzadas que controlan las aguas y la producción agrícola.
enterramiento relacionadas con estos caciques y líderes. Por otro lado, el surgimiento de la
sofisticada como, por ejemplo, una alfarería de estricto uso culinario y otra de carácter
religioso o ritual. Estas sociedades produjeron complejas culturas que dejaron las
evidencias más llamativas hasta el momento en nuestro territorio. Este es el caso de los
una red de aldeas de primer, segundo y tercer orden integradas por calzadas -algunas de
(edo. Lara) y la región del Lago de Valencia en la zona norcentral del país.
diferenciados entre los distintos individuos de la comunidad, que no están definidos por su
edad o sexo sino por su rango dentro de la sociedad. Igualmente, otro factor llamativo en
83
Strombus gigas- sólo relacionada con los enterramientos de mayor rango. La presencia de
estos adornos, collares y pectorales elaborados sobre concha marina en una región lejana al
mar no sólo demuestra que los líderes tenían un acceso privilegiado a esos bienes, sino que
controlaban grandes redes de intercambio regional con las costas venezolanas. Ofrendas
similares han sido encontradas igualmente en otras zonas como el piedemonte andino, las
iniciaron con el temprano estudio realizado por Cruxent en los restos de Nueva Cádiz en la
isla de Cubagua, considerada una de las primeras fundaciones coloniales cercanas a tierra
cerámicos, al igual que las de Cruxent y Rouse, definen cronologías culturales regionales y
en Guiguiguire y excavó en 1954, junto a Cruxent los sitios de Nueva Cádiz y Obispo en la
bacines con glaseado verde, vidrios de tipo veneciano y los siguientes tipos de mayólica:
Columbia Simple, Yayal Azul sobre Blanco, Caparra Azul, Isabela Polícroma, Ichtucknee
Azul sobre Blanco, Itchtuckneee Azul sobre Azul, Fig Spring Polícroma, San Luis Azul
sobre Blanco, Santo Domingo Azul sobre Blanco y otras, todas representativas de
tipologías cerámicas europeas tempranas en Venezuela del siglo XV debido al corto período
desde la arqueología sobre períodos históricos coloniales y republicanos, los que han
84
aportado una novedosa perspectiva para la comprensión del pasado venezolano -los cuales
sólo serán citados en este texto ya que implican una cantidad de información e
manuales-.
desmembró los elementos culturales que los integraban y los llevó a formar estructuras
Por otra parte, el violento etnocidio que significó la conquista obligó a muchos a
abandonar sus territorios ancestrales, ocupar -usualmente hacia el sur- nuevos territorios
año 1514, desaparecida alrededor de 1514. Este asentamiento en un territorio insular para
muestra una alfarería muy simplificada que mezcla elementos característicos de distintas
sobre las diferentes culturas que habitaban nuestro territorio. Las comunidades indígenas
frente al invasor imperial, adaptarse a las impuestas condiciones coloniales o negociar con
los nuevos actores sociales europeos e indígenas a que se vieron forzados. Sin ánimos de
negar la poderosa fuerza destructiva europea, podríamos decir que los grupos indígenas no
sólo fueron víctimas pasivas de las circunstancias, sino que se transformaron para subsistir.
del país. Como hemos dicho, tradicionalmente las culturas indígenas de Venezuela habían
formado distintos tipos de estructuras sociopolíticas en las diferentes regiones del país,
interacción andina-. Esto determinó dos patrones de conquista, según los modos como se
español pudo entender, interactuar y penetrar más directamente el poder local, logró
paulatinamente -no sin resistencia- sistemas de alianzas y negociaciones con los líderes
locales. Por su parte, en el oriente venezolano, a pesar de que el contacto con los europeos
su penetración hacia el sur y consolidación de centros de control colonial local por más de
tres siglos. Los grupos tribales caribes, con larga tradición cultural de guerras y alianzas
ofrecieron una resistencia más efectiva a un colonizador que no entendía con claridad su
país. Aún cuando las diversas culturas indígenas actuales en Venezuela no pueden ser
consideradas de ninguna manera testigos fieles de aquel pasado prehispánico -como toda
vinculadas culturalmente con aquel pasado y con nuestras condiciones presentes como
global en nuestro país actualmente, luchando por mantener sus pautas culturales, lenguas e
Wagner 1983, 1984; Wagner 1972a, 1973; Gallagher 1976; Toledo 1978; Tarble 1982), en
organización social (Sanoja y Vargas 1974, Toledo y Molina 1987, Vargas 1981). Todos
estos enfoques abarcaban vastas áreas y los conjuntos de datos comprendían información
87
que cubría sitios asilados y dispersos a lo largo de estas regiones. En consecuencia, la más
señalaron, una perspectiva regional para entender y estudiar la evolución de los sistemas
sociales (Drennan 1987; Earle 1991). En consecuencia, el objetivo de estos tipos de estudio
era probar las hipótesis explicativas sobre el surgimiento de las sociedades de tipo cacical,
adelantadas por Sanoja y Vargas (Sanoja y Vargas 1974, Vargas 1990) para el valle de
Quíbor desde una perspectiva regional (Arvelo 1995). Uno de los principales problemas de
información arqueológica entre algunos áreas claves tales como el Orinoco medio,
Barrancas, la península de Paria, el valle de Quíbor, los llanos de Barinas, etc. Por lo tanto,
difícil debido a un marco fragmentario nacional. Temas cruciales tales como el movimiento
de las poblaciones amazónicas hacia el Caribe, los nexos culturales entre los llanos
central venezolana, entre otros, requieren ser resueltos a través de una perspectiva más
servir como sustrato para entender las condiciones históricas y culturales pretéritas que han
dado perfil a la sociedad venezolana presente y, de esta manera, son factibles de ser
para el futuro del país. En primer lugar, entender el pasado indígena prehispánico
cultural como nación. Sin embargo, más allá de los límites que actualmente nos definen
como país, nos permite integrar estos desarrollos dentro del contexto continental en que
nos encontramos; al fin y al cabo, Venezuela como territorio implica una delimitación
precisamente, constituida desde los inicios del poblamiento del continente. Segundo, nos
permite entender que gran parte de nuestro instrumental, tecnologías y modos de vida
cultura europea a nuestro territorio y su persistencia no sólo nos define como tradición
total por parte de los diversos imperios bajo los cuales hemos estado políticamente
de este pasado indígena nos da luces sobre nuestra propia diferencia como nación y sobre
la diversidad que aún en el presente implica el ser venezolano. Sólo entendiendo este
pasado podremos ser capaces de elaborar estrategias propias para enfrentar el futuro sin
reconocer nuestro papel como nación dentro del contexto mundial occidental actual. Sólo
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¿Y los dinosaurios?
de dos a tres millones de años antes del presente en territorio africano y su llegada a
América por el norte a través del Estrecho de Bering desde Asia ocurrió aproximadamente
hace unos 40.000 a 24.000 años, proceso que en su totalidad ocurrió durante la era
geológica del Cuaternario entre los períodos del Pleistoceno y el Holoceno reciente, en el
que aún vivimos. Por su parte, la formación del planeta Tierra se calcula alrededor de 4.500
millones de años, mientras que se estima que la aparición de la vida en sus mares se
produjo alrededor de 1.000 millones de años durante la era geológica del Paleozoico.
Posteriormente, formas de vida animal más complejas como dinosaurios surgen a partir de
200 millones de años antes del presente durante el período Mesozoico en sus períodos
extinguieron como especie entre 100 a 50 millones años antes del presente durante el
Cenozoico y dieron pie a la formación de otras especies de animales actuales como los
peces, anfibios, réptiles, aves y mamíferos. En definitiva, los seres humanos y los
103
actuales, nunca coexistieron ya que existe una inmensa brecha temporal de más de 50
consecuencia, los seres humanos sí coexistimos durante el Pleistoceno Tardío con ciertas
etc. (Jastrow 1985). Así que, aún cuando disfrutamos Los Picapiedras, debemos siempre
geología analiza en miles de millones de años -eras geológicas- la historia de formación del
histórico desde la aparición de nuestra especie, a través de la cultura material -restos de los
objetos y artefactos producidos y utilizados por las personas en el pasado-, con el fin de
interpretar las sociedades pasadas. Aunque las tres disciplinas se definen como ciencias y se
información, datos, objetos de estudio, fines y métodos de estudio son totalmente distintos,
aunque podrían estar relacionados en el contexto del trabajo de campo. Por eso, nunca le
preguntes a un arqueólogo por los huesos de animales extintos, a menos que ellos hayan
104
estado juntos, en el mismo estrato geológico, con algún artefacto elaborado por alguien en
La arqueología puede ser definida como la disciplina que se encarga del estudio e
interpretación de las sociedades del pasado a través de la cultura material. Forma parte,
total, el estudio de la cultura -o las culturas en particular- entendida como la compleja red
ciencia social o histórica ha sido motivo de fuertes debates desde sus orígenes en el siglo
XIX, cuando surgió como contrapartida imperialista que, en vez de entender la propia
suyo propio. Al percibir o usar a esos supuestos otros como espejos para entenderse, la
no como saber humanístico, encargado de estudiar pueblos sin escritura, es decir, la mayor
parte del pasado humano y otras sociedades actuales consideradas erróneamente como
atrasadas por la carencia del medio escrito de comunicación. Por su cuenta, la historia
nuestra propia cultura mediante los documentos escritos. Sin embargo, ambas -arqueología
e historia- se encargan de estudiar y analizar los procesos humanos del pasado a partir de
el desarrollo y significado del pasado humano, realmente son caras de la misma moneda y
105
decenas de términos que designan el mismo período de nuestra historia. Casi nunca
notamos que la mayoría de las palabras que usamos implican tomas de posiciones, visiones
trata de términos para nombrar períodos o procesos históricos con aquel que se encuentra
son aún más evidentes. Por ejemplo, en el mundo académico norteamericano, los
arqueólogos designan este período como prehistoria, tal como si no fuese parte de la
historia ya que se guían por el principio evolucionista clásico de que toda cultura sin
escritura es anterior, menos desarrollada y no tenía registro escrito, por lo que, son pueblos
sin historia; más aún, esto supone que los actuales habitantes del territorio estadounidense o
canadiense no se identifican con este pasado como sus ancestros. Esta visión imperialista
del pasado en América Latina es sustituida por términos que refieren a la ruptura causada
por la invasión europea como precolombino -sin embargo, este uso individualista sólo
alude a Cristóbal Colón como personaje y no a un proceso histórico-, prehispánico -lo que
realizada por otras naciones europeas como Inglaterra, Francia, Portugal, Holanda, etc.-;
por otro lado, algunos también consideran que su uso resalta un proceso colonialista que
hace referencia a la historia desde Occidente -el mundo y la visión europea dominante- y no
eurocentrismo -al fin y al cabo, las lenguas oficiales de la mayoría de nuestras naciones son
europeas como el español o castellano, el portugués, el inglés, el francés, etc.- han optado
por usar términos como primigenio u originario -relacionados con los inicios o el origen-
obviando que sería absurdo definir como inicial un período histórico de más de 20.000 años
frente a cerca de 500 años desde la presencia europea, o aborigen o nativo -en relación al
diversidad racial y cultural interna de América antes de los europeos. Así, no quedamos sin
del término indígena para este período, lo que también incurre en el error de invisibilizar la
conclusión. Sólo sabemos que es necesario reflexionar cada vez que nos referimos a un
que definen nuestro código genético- similares a los de los habitantes del continente
color de piel, color y forma de nuestro cabello y gran parte de nuestros rasgos faciales -
población asiática; sin embargo, a escala continental, los habitantes originarios amerindios
hemos sido idénticos a los chinos, filipinos o pakistaníes- y, por otro lado, el grado de
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variabilidad racial interna de los distintos grupos americanos hace suponer que la
diversidad biológica humana en América es más temprana de lo que creemos -sólo basta
con observar las diferencias entre ciertos grupos actuales como los yukpas, yanomamis y
pemones en Venezuela para notar que no sólo iguales en todo el continente-. Sin embargo,
la potencial causa de esta filiación o tendencia racial -considerando que la raza como
concepto más que una división natural es una construcción sociocultural en base a ciertas
predisposiciones biológicas clasificadas según las necesidades de una cultura- es que, como
distintos momentos históricos y por diferentes rutas como, por ejemplo, el puente de Bering
o el casquete de hielo subpolar que llegaba hasta Baja California al norte de México. Este
Desde los inicios de la invasión europea de América han surgido multitud de teorías,
o a las tradiciones orales referidas por otras culturas colonizadas para explicar la presencia
del ser humano en nuestro continente antes de su arribo. Por ejemplo, el temprano
partir de la excavaciones en montículos de tierra generó todo un intenso debate sobre sus
constructores originarios, los que usualmente fueron rastreados por diversos autores como
Hildreth, Priest y William, en otros territorios y pueblos como China, India y Crimea;
griegos, romanos y egipcios; Adán y Eva, las Tribus Perdidas de Israel, la Diáspora de la
Torre de Babel, El Diluvio Universal, pueblos de gigantes o atlantes, etc.,. Sin embargo,
construcciones por parte de grupos indígenas americanos aún cuando con frecuencia lo
atribuían, desde una visión evolucionista, a culturas más complejas que las locales
debía al impacto de las culturas imperiales europeas. Por su parte, en el resto de América,
las explicaciones basadas en las Sagradas Escrituras por partes de misioneros jesuitas,
franciscanos y dominicos y, por otro lado, mitos oceánicos clásicos o medievales -el
parte de las tesis coloniales tempranas sobre el origen de los pueblos en América. Frailes
como Bernardino de Sahagún, Diego Durán, Diego de Landa, Bartolomé de Las Casas y
Pedro Cieza de León, entre otros, interpretaron las evidencias arqueológicas del momento
como dientes y huesos de gigantes, restos de elefantes de Gengis Khan, huellas de pies y
cruces marcadas en las rocas por santos y apóstoles, casas de gigantes, etc., lo que suponía
colonial europea, ser producidas por culturas que ellos consideraban tan primitivas pero, a
judeocristiana conocida por los europeos del momento. Aún actualmente, algunos
109
creyendo que sólo Europa -y los que hoy llaman países avanzados- son capaces de crear
Una de las primeras metas del trabajo de un arqueólogo para poder acceder a los contenidos
los casos, los arqueólogos no contamos con registros escritos u orales para determinar la
antigüedad de los objetos o qué nos indiquen cuándo o quien elaboró o usó el objeto, es
decir, sus contextos socioculturales de producción, se hace necesario recurrir a técnicas que,
materia prima ya, por ejemplo, al datar el surco de un petroglifo sólo obtendríamos la fecha
métodos de datación nos permiten determinar con distintos grados de exactitud la fecha en
Los primeros se refieren a aquellos que determinan la antigüedad en relación con otras
variables pero no ofrecen fechas, mientras que los segundos ofrecen fechas calendáricas
exactas dentro de ciertos márgenes de error intrínsecos a cada material, contexto o técnica.
Entre los métodos de datación relativa más comúnmente utilizados en Venezuela está el
estratigráfico, el cual supone que ya que la deposición de los distintos tipos de suelos sobre
antigüedad, considerando que no haya sido alterado por razones naturales o culturales. Por
ejemplo, si sabemos que cierta capa de arcilla que encuentra entre dos capas de tierras
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contenga debe de ese período. Igualmente, siguiendo la ley clásica de la estratigrafía, todo
lo que se ubica en un estrato superior más cercano a la superficie es más reciente que
aquello que se encuentra en estratos inferiores más profundos. Por su parte, el método de
datación absoluta más comúnmente utilizado en América desde su invención por Libby en
la década de los cuarenta del siglo XX es el del radiocarbono o C14, el cual parte del
principio de que toda materia orgánica, en especial restos de madera o huesos, poseen un
después de la muerte del animal o planta sino que disminuye progresivamente con un ritmo
regular, lo que puede ser medido mediante técnicas de análisis físico-químico. La cantidad
moderno y, por lo tanto, característico de nuestra manera de ver el mundo. Sin embargo,
existen otras formas de saber no científicas tanto dentro como fuera de nuestra cultura
reconoce que está compuesta por un grupo de teorías -explicaciones del mundo- y métodos
empirismo y que supone que las sociedades son sistema estables que evolucionan desde lo
más simple a lo más complejo -el Estado moderno-, mientras que el marxismo se ha
no contamos con registro escrito u oral de quienes vivieron el pasado, las clasificaciones
son cruciales ya que permiten definir y diferenciar distintas tradiciones culturales a través
no sólo sirven para ordenar las distintas culturas en sus diversas regiones y en su momento
rasgos de una cultura a otra- o migración -movimiento poblacional de una región a otra-.
Para Venezuela, el esquema clasificatorio más convencional fue el establecido por Irving
como cualitativamente -por su carácter único o excepcional-. Los tipos, por el contrario,
Por ejemplo, en zoología, un modo sería un ala, la cual puede ser compartida por aves,
insectos o incluso mamíferos, pero pierde su sentido si es dividida en sus partes, y un tipo
sería un murciélago, el cual deja de serlo si lo pudiésemos combinar con una paloma o
dividirlo en trozos. Así, el conjunto de rasgos diagnósticos que caracterizan a una serie de
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sitios -estaciones- en un área se define como estilo y, a su vez, un grupo de estilos similares
y contiguos, ya se sucedan en el tiempo o espacio, forman una serie. Esta se define a partir
de los rasgos característicos de su estilo cabecero, el cual es el que se considera más puro,
y, por ende, es el que da el nombre a la serie. Por ejemplo, el estilo Barrancas da nombre a
la serie barrancoide ya que se le considera el más antiguo, puro y típico, mientras que sus
otros estilos -Los Barrancos, La Cabrera, El Palito y Taborda- lo siguen en otros períodos o
regiones. Por otro lado, cuando una serie se mantiene por un tiempo muy prolongado en
una región específica se denomina tradición, lo que supone una fuerte continuidad y
estabilidad de una cultura, mientras que cuando se extiende muy rápidamente a lo largo de
expansivo de ciertos grupos sociales en busca nuevos nichos ecológicos o control político
sobre otros grupos. La terminación oide significa en latín similar a, por lo que cualquier
elaborados en piedra y utilizados por los seres humanos, especialmente aquellos muebles o
como megalítica, mientras que si tratamos con manifestaciones realizadas sobre la piedra
cacería inicial de grandes mamíferos y que consiste en la obtención de artefactos con filos
mediante el golpe directo de una roca sobre otra, y el pulido, más relacionado con la
113
agricultura, en el que los artefactos son logrados mediante la fricción o abrasión recurrente
de una piedra sobre otra. En el caso de la tecnología percutida, entendiendo por tecnología
producción. Mientras el núcleo es la roca que representa la materia prima para elaborar el
artefacto -la cual posee un cortex o superficie original y una superficie fresca expuesta tras
obtener las lascas, es decir, cada uno de los fragmentos obtenidos, ya sean de desecho o
para su uso posterior. Las lascas seleccionadas para convertirse en artefactos son trabajadas
por percusión más refinada con rocas más pequeñas, instrumentos líticos o de hueso -
proceso durante el cual se definen como preformas- hasta alcanzar la forma y los filos
cortantes deseados, lo que supone ya la finalización del instrumento por una cara -unifacial-
o ambas -bifacial-. Entre los principales instrumentos líticos percutidos, clasificados según
puntas de flecha, etc. Por su parte, la tecnología pulida requiere de un núcleo y una
superficie de abrasión –otra roca-, de lo que pueden obtener artefactos de diversas formas
arqueología venezolana, así como convencionalmente las series definen culturas mediante
producción y de vida de ciertas culturas desde los cambios del Holoceno reciente en
114
Venezuela es la del trabajo sobre concha o hueso. Estos artefactos, ya sea por percusión o
pulido, se obtenían a partir del trabajo sobre bivalvos -conchas-, gasterópodos -caracoles- y
diferenciados desde al menos 8.000 años antes del presente, especialmente en las zonas
costeras como estuarios, manglares, playas, islotes, mar adentro, etc. Una de las principales
con redes. La gubia, instrumento acanalado triangular realizado con el ápice de la concha
de botuto (Strombus gigas) con un filo cóncavo en su extremo más amplio que sirve para
Como hemos enfatizado, la diversidad ambiental del territorio que actualmente forma
de los grupos agroalfareros desde alrededor de 1.000 años antes de Cristo, se polarizó en
dos modos de vida que caracterizaron a bloques geohistóricos. Como lo describe la teoría
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andina; los piedemontes larenses, falconianos, zulianos y cojedeños; la cuenca del Lago de
Maracaibo y los llanos altos barinenses y apureños, favoreció la agricultura del maíz -
semicultura-, mientras que las condiciones de tierras bajas neotropicales que caracterizaban
los bosques y llanos orientales venezolanos fueron más apropiadas para el cultivo de la
yuca -vegecultura-. Así, desde hace al menos tres mil años, la mayor parte de la producción
del procesamiento del maíz similares a las actuales arepas y cachapas. Sin embargo,
encontraba en un proceso de fusión o disolución hacia 1000 años después de Cristo, lo que
significó que muchas culturas especialmente en la zona central de país, a la llegada de los
a pesar de que tanto la arepa como el casabe constituyen parte de la dieta diaria del
variedad en el occidente, mientras más nos dirigimos hacia el oriente del país, la segunda se
hace imprescindible. Sin notarlo, somos aún, en cada desayuno o cena, herederos de las
prehispánicas. Compramos nuestro casabe en Cúpira y las arepas peladas en Carora ¿no?
después de 100 años d.C., según su desarrollo histórico y tecnológico regional particular,
jóvenes cordilleras andinas y otras zonas montañosas, que servían de sitios de habitación -
Sin embargo, en las tierras bajas tropicales de Suramérica, a las que gran parte del territorio
venezolano pertenece, carecían de suficientes rocas o canteras como materia prima para la
construcción, por lo que gran parte de nuestra humanización y transformación del paisaje,
así como arquitectura, fue realizada con tierra -como lo son nuestras tradicionales o
actuales casas de topias y bahareque- las cuales, lamentablemente, bajo las condiciones
climáticas que imperan en una zona intertropical -altas temperaturas y humedad, fuertes
deterioran rápidamente. Por otro lado, las pirámides y otro tipo de construcciones
monumentales similares son características de sistemas sociales como el Estado, que sólo
Belice-, por lo que es poco probable su edificación en Venezuela; sin embargo, para la zona
construido por sociedades cacicales prehispánicas, con una característica cara en terraplén
que podría representar una pirámide erosionada. Finalmente, el Ávila nunca podría ser una
pirámide, no sólo por que nunca han existido construcciones humanas de tales magnitudes
sino, más importante aún, ya que está definitivamente demostrado que es una formación
geológica montañosa natural. Así que, si alguna vez nos preguntan este sin sentido, por lo
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general con ese dejo de vergüenza étnica de que supuestamente nunca fuimos muy
desarrollados según los parámetros europeos, sólo debemos responder que si es que
tuvimos pirámides fueron de tierra y probablemente han desaparecido, pero que, sin
funcionar. Ni mayas ni egipcios, somos herederos de una rica cultura indígena que dignifica
nuestro presente y, para los que habitaron y habitamos el valle de Caracas, presente en el
Las manifestaciones rupestres en general, aquellas realizadas con o sobre rocas, han estado
presentes desde los propios orígenes de la cultura humana. Los petroglifos, en particular,
son grabados realizados sobre roca, ocasionalmente pintados en sus surcos por sus propios
creadores y pueden ser desde micropetroglifos en una pequeña piedra hasta inmensos
incluyen los geoglifos -grabados realizado sobre la tierra mediante surcos, ocasionalmente
formaciones naturales no intervenidas identificadas con el simbolismo social local por sus
construcciones de piedra más complejas que formarían parte de la arquitectura del pasado
118
(Sujo y De Valencia 1987). Sin embargo, cada cultura posee su propio sistema de signos,
algunos que signifiquen lo mismo en distintas épocas, lugares y pueblos son casi nulas, ya
que cada grupo atribuye sentido a sus productos e imágenes según su singular historia. Así,
lenguaje articulado sería erróneo ya que no representan, como los idiomas, sistemas de
significados que un mismo diseño representa para distintas personas o colectivos limita aún
complejos y variados significados para culturas prehispánicas que las produjeron, los
sentidos desde el presente. Cualquier intento de descifrar a la ligera los petroglifos según
nuestros parámetros, sería lo mismo que suponer que un frasco sólo sirva para contener
variedad de artefactos que representan un mayoritario porcentaje de los restos que los
artefacto y, al final, los decorativos, que implican todos aquellos elementos considerados
ornamentales que pueden agregarse a la vasija una vez regularizadas o tratadas sus
la temperatura y del tipo de ventilación durante la cocción en el horno que deja tonos
como arena; roca, mica y/o cuarzo molido),bolitas de arcilla, concha o hueso molido,
cenizas, cauxí (espícula de esponja de agua dulce) o caraipé (tronco de árbol)- que ofrecen
Por su parte, las variables formales se basan en el supuesto convencional de que las formas
de vasijas convencionales como budares o aripos -superficies planas gruesas de arcilla para
botellas, etc. poseen ciertas partes o secciones generales u opcionales que, a su vez pueden
clasificarse según sus rasgos morfológicos, para obtener un contorno que define de forma
total la silueta del artefacto. Estas parte son los labios -parte terminal de borde-, bordes -
segmento superior de vasija que forma su boca o abertura-, cuellos -sección superior entre
panzas -parte del cuerpo generalmente cóncava-, bases -parte inferior que sirve de asiento o
apoyo, sin soporte directas planas, cóncavas o convexas, o con soportes como pedestal,
anillo, pata, anillo y pata, etc.-, apéndices -elementos plásticos añadidos-, asas -accesorio
para agarrar la vasija-. Finalmente, las variables decorativas presentan diversas técnicas con
decorativas pueden distinguirse en dos grandes grupos, plásticas y pintadas, siendo las
primeras aquellas que alteran las superficies de la vasija, es decir, que actúan directamente
incisión, punteado, impresión, corrugado, aplicado, modelado-, mientras que las pintadas
puede definirse como engobe, capa de arcilla muy diluida y refinada que puede presentar en
los modos, que indican sus unidades discretas indivisibles sin perder sentido -por ejemplo,
una línea incisa horizontal-, un motivo, figura representada por la combinación de modos y
técnicas -por ejemplo, una tira aplicada punteada-, área decorada -zona y disposición de
motivos- y el patrón decorativo -resultado estético final de las decisiones decorativas-. Las
diversas denominaciones que los arqueólogos utilizamos para definir los rasgos formales y
decorativos cerámicos son convenciones, con frecuencia difíciles de entender fuera del
121
arcilla pegadas sobre la superficie de la vasija-, rodetes -tiras arcilla sin alisar-, etc.
Los arqueólogos necesitan clasificar los diversos materiales hallados en las investigaciones
de campo con el fin de poder realizar análisis sistemáticos que permitan interpretar las
clasificación básica que se realiza tiene como criterio la materia prima. Para el período
previo a la invasión europea, al menos en el caso de los contextos culturales, la mayoría del
resto de los artefactos elaborados con materias primas orgánicas perescibles se pierden. La
cerámica incluye todos aquellos objetos realizados con una pasta de arcilla moldeable, con
algunos casos con continuidad hacia el período europeo, está manufacturada con arcillas
ferrosas locales, confeccionada por el método de rodete y que muestra indicios de haber
muestran igualmente una filiación con los patrones alfareros de las culturas indígenas
nacionales. En primer lugar, la loza criolla se caracteriza por la elaboración de la vasija con
europea comprende así una inmensa variedad de tecnologías y materias primas traídas al
continente americano por la inmigración europea desde períodos muy tempranos del siglo
XVI. Por su parte, la arcilla vidriada representa una variante cerámica temprana europea en
América, que se combinó en ocasiones con alfarerías locales. Se caracterizan por el uso de
arcillas crudas rojas sobre las cuales se aplica un cubrimiento vítreo transparente incoloro o
que las anteriores, presentan pastas de arcilla cruda roja sobre las que se aplicó un esmalte
Las oliveras representan una tipología especial dentro de las arcillas vidriadas o esmaltadas,
ya que caracterizan una gran cantidad de sitios de los siglos XVI al XVII en el continente
americano y comprenden una amplia variedad de formas conocidas como botijas, botijuelas
o tinajas con silueta de ánfora y cuello restringido que se utilizaban como recipientes para
líquidos -aceite, agua, vino, etc.-. Poseen un vidriado de plomo típicamente verdoso, que
varía de esmeralda, oliva a marrón turbio en una o ambas superficies. Su pasta es elaborada
con arcillas rojas y/o cremas en cuyas superficies se observan líneas del torneado -en
especial en la superficie interna-. Una gran parte del material arqueológico colonial lo
representa la mayólica, caracterizada por presentar una pasta suave, compuesta de arcillas
volcánicas con arena y otros materiales inertes, que se recubre con un esmalte semiopaco
metálico. Sus pastas pueden ser rosadas pálidas o amarillentas, mientras que sus esmaltes,
gruesos y resquebrajadizos, tienden a tener una base blanco crema o plomo sobre la que se
pintan diseños azules, verdes, amarillos o marrones con pigmentos logrados a partir de
123
combinaciones de óxidos minerales. Esta tecnología fue llevada por los moros a España
durante la ocupación árabe, lo que la hace característica de los primeros siglos del período
alfareras europeas como la italiana -Faenza- u holandesa -Delft-. Sus tipologías formales y
desde el siglo XVI, aunque es originaria de Flandes. Sin embargo, es más popular desde
finales del siglo XVIII hasta principios del XX, asociada con botellas de cerveza y otros
licores de origen inglés y holandés, característicamente tubulares, con base plana y cuellos
internas sin vidriar y un vidriado semibrillante general en las superficies externas en colores
crema, perla, beige, rosado amarillento, castaño claro, salmón, naranja claro, terracota,
licores en sus superficies. Típicas de la etapa colonial terminal y del período republicano,
utilización de una pasta blanca o blanco crema formada por arcillas de caolín, cuarzo, sílice
elaborado con estaño y plomo. Sobre sus superficies, esmaltadas generalmente en blanco,
se aplican diseños con otros esmaltes de múltiples colores -azul, verde, rojo, amarillo,
a lo largo de la historia del uso de la porcelana- como son la pintura a mano, el difuminado,
orientales que desde el siglo V se venían confeccionando en China con arcillas caoliníticas,
pero no alcanzó la calidad oriental, por su pasta más opaca crema, friable y claramente
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diferenciada del esmalte. La porcelana, de pasta caolinítica pura y esmaltes más brillantes
se importaban desde China y Japón. Luego, ya a mediados del siglo XIX, Europa aprendió
que la que importaban. Ésta se caracteriza por una pasta absolutamente blanca, compacta y
las cuales son más delgadas y brillantes que las de las semiporcelanas. Además, para este
período, son comunes los artefactos de vidrio -botellas, vidrios planos, opalina, espejos,
mostacillas, etc.-, metal -clavos, monedas, cadenas, balas, cerrojos, llaves, alambres, tapas,
Uno de los factores más importantes, pero que con frecuencia ignoramos, de la
colonización europea fue la compleja red de intercambio de productos e ideas que formó
una nueva geografía política del mundo y que, para algunos, sentó las bases del surgimiento
del pensamiento moderno tanto en el centro imperial europeo como en cada uno de los
territorios colonizados en América, África y Asia. Por ejemplo, los principales productos
agrícolas que definieron los distintos tipos de modos de producción en América -por un
lado, los producidos por semillas como el maíz, el ají, el frijol en todas sus variantes, el
cacao, y por el otro, los que se reproducen a partir de rizomas o tubérculos como la yuca y
momentos de su historia. De hecho, sería imposible pensar la gastronomía europea sin una
salsa para pastas a base de tomates o un guiso con papas, o la africana sin la yuca, los que
125
sustento único que permitió la supervivencia de algunos países de Europa del Este. De la
misma manera, algunas frutas como la piña, la lechosa y la guanábana, formaban parte de la
dieta de los grupos originarios americanos. En dirección inversa, América recibió una serie
de productos que se convirtieron en centrales tanto para sus gastronomías locales como,
más importante aún, para consolidar las economías coloniales y generar sistemas de
relaciones sociales y alianzas de poder a partir de sus ingenios de producción como son el
trigo, la caña de azúcar, el cacao, el café, y otros productos que provinieron directamente de
Europa u otros, que siendo originarios de otras regiones colonizadas por Europa, entraban a
buena parte de los frutos que se producen localmente y se consumen a diario como parte de
nuestra dieta popular llegaron a América desde otras colonias con ecosistemas tropicales
similares a los nuestros -África del norte o central o el suroeste asiático- como el mango, el
el higo, el durazno, la manzana, la pera, las uvas, las moras, etc. Al igual, gran parte de
alimentos que aún hoy forman parte de nuestros platos más típicos son importados de
Europa como, por ejemplo, las aceitunas, almendras, alcaparras, pasas, ciruelas pasas y,
como bienes, definieron las rutas comerciales transoceánicas más tempranas modernas
europeas. De hecho, la hallaca, según Rafael Cartay (1998), no sólo representa una versión
local del tamal mexicano que heredamos debido a la constante relación de nuestros puertos
con el de Veracruz (México), sino que sus ingredientes expresan la interacción entre
productos locales y globales en una sola compleja preparación. Así que cada hallaca comida
que a los europeos el tomate de sus pizzas o las papas en sus estofados.
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Cada cultura posee su propia lógica cultural que, aunque única y relativa a sus condiciones
congruente a otro contexto cultural por medio del reconocimiento de las semejanzas y
llamamos analogía etnográfica -de hecho, el único procedimiento que nos permite
interpretar las sociedades del pasado ya que no contamos en el presente con informantes
directos-. Sin embargo, con frecuencia, la prepotencia cultural de los países colonizadores
les impide -y tampoco les conviene- entender a las otras culturas bajo sus propios
parámetros. Un ejemplo clásico de esta actitud xenofóbica, que usualmente apoyó acciones
etnocidas y/o genocidas, es la recurrente acusación de que los caribes eran caníbales. En
rechazo intercultural, la figura de devoradores de hombres que podían atentar contra ellos,
lo que hizo fácil que fuesen supuestamente hallados en territorios ultramarinos, así como
contacto de los europeos con americanos fue en las Grandes Antillas con grupos taínos, del
enfrentamiento bélico con los caribes que empezaban a colonizar las Antillas; por lo tanto,
según su conveniencia, los taínos les narraron las más atroces historias sobre los caribes,
entre ellas que se comían gente, para lograr alianzas e impedir que entraran en contacto con
ellos. Sin embargo, sería también erróneo ignorar que en algunas culturas de América para
órganos o partes del cuerpo humano por otros hombres-, usualmente con intenciones
rituales. Por ejemplo, algunos grupos caribes, luego de la muerte de sus antepasados,
cremaban sus cuerpos hasta el punto de incineración, para luego mezclar sus cenizas con
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consumían partes u órganos específicos de los líderes de los enemigos, como una forma de