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NOMBRE: Josue Emilio Tavárez Santos

MATRICULA: 2017-0162

LA LEY 155-17 CONTRA EL LAVADO DE


ACTIVOS:

El lavado de activos o blanqueo de capitales consiste en todas la acciones o


actividades tendentes a darle apariencia de legalidad a fondos o activos de origen
ilícito.

Este delito está atado a la existencia de la comisión de un delito previo y conducente a


la obtención de beneficios, que posteriormente serían integrados a los mercados y
sectores económicos y financieros como legítimos. En la mayoría de los países del
mundo esta conducta está tipificada como un delito y dado su alcance y desarrollo,
además de su impacto en las actividades financieras, así como el negativo
fortalecimiento y financiamiento del mundo criminal, ha llevado a los gobiernos a tomar
medidas. En este contexto la República Dominicana, el 31 de mayo del año 2017,
promulgó la Ley 155-17, bajo el título de Ley Contra Lavado de Activos y el
Financiamiento del Terrorismo, una ley que deroga y sustituye casi en su totalidad a la
antigua Ley de Lavado No. 72-02.

Cabe explicar que la nueva normativa es el producto del seguimiento sostenido del
Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), creado en la cumbre de París en julio
de 1989, por el grupo de países más industrializados o países del G7.

A grandes rasgos podemos afirmar que se trata de un cambio revolucionario y hasta


perturbador, en razón del nuevo paradigma que supone para la economía y el impacto
en el ejercicio de profesiones y actividades comerciales, las cuales se ven
sensiblemente afectadas y abrumadas, destacándose como novedades de la referida
ley un amplio catálogo de nuevos delitos conducentes al lavado de activos, penas y
sanciones administrativas más severas, mayores poderes y discrecionalidad de las
autoridades competentes; así como la inclusión de los denominados sujetos no
financieros.

Lo cierto es que ha sido una preocupación constante de la comunidad internacional


adecuar las legislaciones nacionales a los nuevos tiempos, sobre todo en consonancia
con la evolución del crimen organizado.

Los sujetos obligados no financieros los prevé esta ley en su artículo 33, englobando a:
casinos, bancas de lotería y otros juegos de azar; empresas de factoraje; agentes
inmobiliarios; comerciantes de metales y piedras preciosas; abogados, notarios,
contadores, y otros profesionales jurídicos, a condición de que realicen determinadas
diligencias a nombre de sus clientes, las empresas o personas físicas dedicadas a la
compra y venta de vehículos, de armas de fuego, barcos y aviones, casas de empeños
y empresas constructoras.

El listado no es limitativo, ya que el párrafo final del artículo 33 faculta al Comité


Nacional Contra el Lavado de Activos y Financiamiento del Terrorismo a incorporar por
vía reglamentaria a otras personas físicas o morales, con igual categorización y
responsabilidades.

Lo propio resulta para los denominados PPE o personas políticamente expuestas,


considerados por el artículo 46 como de alto riesgo, definidas por el numeral 19 del
artículo 2 de la Ley 155-17, como aquellas que desempeñan o han desempeñado
“durante los últimos tres años altas funciones públicas, en un país extranjero o en
territorio nacional, así como aquellos que determine el Comité Nacional de Lavado de
Activos, previa consulta con el Ministerio de la Administración Pública”.

También bajo esta categoría engloban a todos los servidores públicos que la ley obliga
a presentar declaración jurada de bienes, para la aplicación de la legislación,
extendiendo además esta categoría a los cónyuges, en concubinato, unión libre,
parentesco hasta segundo grado o allegados que realicen operaciones en su nombre.

En este nuevo escenario jurídico, el secreto bancario y el secreto profesional del


abogado y contadores pasan a ser historia, así lo consagra el artículo 57 de la Ley 155-
17, al disponer que el mismo no será impedimento para el cumplimiento de las
obligaciones de los sujetos obligados.
En el caso de los abogados y su inclusión, resulta contraproducente frente a las
responsabilidades y deberes que estos asumen con sus clientes, puesto que la
columna vertebral del derecho de defensa de un imputado, es precisamente esa
garantía y obligación incluso deontológica, que tiene que observar el abogado durante
todo el proceso, en suma, transgredir o limitar el sagrado secreto profesional del
abogado, equivale a la quiebra y violación al derecho constitucional de defensa.

Al decir que a muchos sectores les embarga el temor a volver a los tiempos donde los
colchones eran las cajas fuertes por excelencia de los dominicanos, impactando la
economía y dando pie a la emergencia de una economía informal, desplazando y
quebrando el comercio tradicional, lo que sin dudas podría suponer una merma en las
recaudaciones fiscales. De ahí que muchos consideraron que debió acompañarse la
promulgación de esta ley con una amnistía fiscal, la cual permitiera un proceso de
organización, regulación y adaptación a la nueva legislación.

Tendríamos que decir que en principio esta es una ley de combate contra la
criminalidad organizada, pero con amplios ribetes e influencia sobre todo el espectro
impositivo, con requisitos y requerimientos de casi imposible cumplimiento para los
sujetos obligados.

De ahí la necesidad de que el Gobierno contemple una amnistía fiscal; también el


diseño y desarrollo de una intensiva campaña de socialización y conocimiento de la ley
y sus reglamentos; así como compensar y acompañar al sector empresarial y sujetos
obligados en la adecuación de sus negocios de cara a la nueva realidad.

Otras recomendaciones atendibles serían que los órganos sectoriales y responsables


del seguimiento de los sujetos obligados, como ha sido el caso de la Dirección General
de Impuestos Internos (DGII), elaboren y publiquen la papelería e instructivos
necesarios para hacer operativo el cumplimiento de la ley. Así mismo, se debe disponer
y coordinar con gremios, órganos sectoriales y universidades de un ambicioso plan de
capacitación continuada sobre el contenido y alcance de la legislación.

En el caso de los sujetos obligados sería conveniente que se organicen, tomen


conocimiento del derrotero de la ley, aprovechando desde ya el plazo de un año para
actualizar los datos de su cliente que le da el reglamento 408-17.
Los Sujetos Obligados deben adoptar, desarrollar y ejecutar un programa de
cumplimiento basado en riesgo, adecuado a las operaciones que realicen, tales como
políticas y procedimientos de evaluación de riesgo en términos de lavado de activos; y
efectuar debidas diligencias de sus clientes, especialmente los beneficiarios finales.

Los Sujetos Obligados también deben reportar todas las transacciones múltiples en
efectivo de sus clientes que superen los USD 15,000.00, realizadas en un período de
24 horas.

La Ley 155-17 define al beneficiario final como “la persona física que ejerce el control
efectivo final sobre una persona jurídica” o “tenga como mínimo 20% del capital” de
dicha persona jurídica.

También define los “Bancos Pantalla” como las “entidades financieras que no tienen


presencia física significativa en donde se haya constituido y no haya declarado por ante
las autoridades su vinculación con algún sujeto económico local”, prohibiendo a los
Sujetos Obligados realizar operaciones con ese tipo de bancos.

En otro orden, la Ley 155-17 asimila los delitos financieros, tributarios y


los enriquecimientos no justificados como infracciones precedentes o determinantes.

Un aspecto importante de la Ley 155-17 es que prohíbe a toda persona física o moral
aceptar la liquidación o el pago de actos u operaciones mediante el uso de efectivo o
metales precisos, por un monto superior a DOP 1,000,000.00 si se trata de derechos
sobre inmuebles, DOP 500,000.00 si se trata de vehículos de motor, y DOP 250,000.00
si se trata de acciones o partes sociales de empresas.

Las sanciones previstas por la Ley 155-17 van de seis meses a cuarenta años de
prisión, y multas de veinte a cuatrocientos salarios mínimos, o de DOP 300,000.00 a
DOP 5,000,000.00; además de otras inhabilitaciones y/o disoluciones, según aplique.
CONCLUSION:

En esta ley, la tentativa de cometer cualquiera de estos delitos se castigará como si lo


hubiera cometido y si cualquier otra ley impone una pena superior a dos años de
prisión, cuyo delito genere un bien, un activo o un derecho para sus autores o
cómplices, estos bienes se consideran que son lavado de activos.

Entonces tenemos leyes y herramientas, es evidente que el problema es de la falta de


acción de los actores del sistema de persecución penal, policías y fiscales, los jueces
actúan en base al expediente que le presentan, el juez no tiene función de enderezar
expedientes.

Estimo que el Gobierno debe repensar en la forma en que nos hará partícipes de una
lucha contra la criminalidad organizada, que, si bien es responsabilidad de todos, no
menos cierto es que se trata de una carga muy pesada en el complejo mundo criminal;
además de los sacrificios y gastos económico en que habrá que incurrir, esto sumado a
poner en riesgo la vida propia y de los familiares.

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