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El 26 de abril del año 2002, fue promulgada la ley 72-02, sobre Lavado de Activo, proveniente
del tráfico ilícito de drogas, que hasta el momento de la promulgación de la nueva ley que la
sustituye, ha tenido un tiempo de vigencia de aproximadamente 15 años, ley con la cual se
combatió durante todo ese periodo, las actividades ilícitas de lavados de activos, que tenía
como delito principal las transacciones de drogas.
A partir de la entrada en vigencia de la nueva ley 155-17 que sustituye la 72-02, solo quedarán
vigentes de la misma los artículos 14, 15, 16, 17 y 33, modificado por la ley 196-11 del 3 de agosto
del 2011, es decir, estos artículos de la vieja ley 72-02.
El 31 del mes de mayo del año 2017, fue promulgada la ley 155-17, bajo el titulo Contra Lavado
de Activos y el Financiamiento del Terrorismo, por el Poder Ejecutivo de la República
Dominicana, haciéndose obligatoria en toda la nación a partir de su promulgación, es decir,
entra en vigencia de manera inmediata, conforme a lo que establece el capítulo XI de dicha ley.
Como la promulgación ordenó a través de la ley, la entrada en vigencia inmediata de la misma a
partir de su publicación, es entendible que con excepción de los artículos que quedaron en
vigencia de manera temporal de la ley 72-02, la ley iniciará su aplicación en todo el territorio
nacional.
El artículo 64 de dicha ley establece que se “prohíbe a toda persona, física o moral, liquidar o
pagar, así como aceptar la liquidación o el pago de actos u operaciones mediante el uso de
efectivo, monedas y billetes, en moneda nacional o cualquier otra, así como a través de metales
preciosos”, por lo que con dicha disposición veremos limitado todo el pago en efectivo en las
transacciones. Los abogados y las instituciones que intervengan deberán de asegurarse de que
el pago fue real y que ha quedado constancia de ello por los medios establecidos por la ley.
Con la entrada en vigencia de la Ley 155-17 contra el lavado de activos y financiamiento del
terrorismo trae consigo unas importantes innovaciones para ciertos profesionales
independientes a quienes esta Ley les ha atribuido la consideración de sujetos obligados, para
que cumplan las obligaciones destinadas a prevenir, detectar y mitigar el riesgo de lavado de
activos y financiamiento del terrorismo.
Dentro de los sujetos obligados no financieros incluidos por la ley, destacaré la situación que
atraviesan los abogados, profesionales a quienes la ley les ha atribuido esta consideración
solamente cuando estos se disponen a realizar transacciones para sus clientes en una serie de
actividades señaladas limitas por la ley; entre las cuales cito entre otras la compra, venta o
remodelación de inmuebles, administraciones de dineros, valores y bienes del cliente,
organización de contribuciones para la creación, operación y administración de empresas,
provisión de un domicilio registrado, comercial, la constitución de sociedades, compra y venta
de acciones y partes sociales.
Vale destacar que en otras circunstancias nosotros los abogados podemos vernos expuestos a
sufrir las consecuencias penales y administrativas contempladas en esta ley. En efecto,
profesionales como cualquier otra persona pueden incurrir en la comisión de una infracción de
lavado de activos, cuando de manera consiente integran su accionar a unas de las conductas
descritas en las diferentes infracciones de lavado de activos previstas en esta ley.
La situación de los abogados no termina con lo ya dicho, pues en paralelo la ley que nos ocupa
impone a los sujetos obligados sin distinción una serie de acciones para la prevención y
detección del lavado de activos, entre las cuales señalo los programas de cumplimiento,
políticas y procedimientos para evaluar y gestionar los riesgos, debida diligencia, monitoreo,
reporte de operaciones sospechosas, mantenimiento de registro de transacciones, entre otras.
La realidad que se resume en lo anterior revela que con la entrada en vigencia de esta Ley
marca un nuevo enfoque del ejercicio de la profesión de abogado, el cual nos obliga a asumir
con conciencia los retos y amenazas que este nuevo orden nos impone para la difusión y
conocimiento de este de esta Ley.