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UNIVERSIDAD JUÁREZ DEL ESTADO DE DURANGO

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD

LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA

“CRESTOMATÍA”
INFLUENCIA DE FACTORES FAMILIARES EN EL
DESARROLLO DE LA DEPRESION EN LOS
ADOLESCENTES

PRESENTA
DUCISE CISNEROS MENA

GÓMEZ PALACIO, DGO, FEBRERO DE 2021.


ÍNDICE

INTRODUCCIÓN ................................................................................................................................... 2
CAPÍTULO I. ANTECEDENTES ........................................................................................................ 4
1.1 Descripción del problema. ..................................................................................... 4
1.2 Objetivo general...................................................................................................... 6
1.2.1 Objetivos específicos ............................................................................................. 6
1.3 Justificación............................................................................................................ 6
CAPÍTULO II. FUNDAMENTOS TEÓRICOS. .................................................................................. 8
2.1 Depresión..................................................................................................................... 8
2.2.1 Conceptualización .................................................................................................... 8
2.2.2 Antecedentes ............................................................................................................ 8
2.2.2.1 La depresión en el Antiguo testamento ............................................................... 8
2.2.2.2 Filosofía griega ...................................................................................................... 9
2.2.2.3 La depresión en el siglo XIX ................................................................................. 9
2.2.3 Tipos de depresión................................................................................................. 10
2.2.3 Causas de la depresión.......................................................................................... 14
2.2.4 Causas sociales de la depresión........................................................................... 16
2.2.5 Depresión y familia................................................................................................. 20
2.2.6 Complicaciones de la depresión ........................................................................... 22
2.2.7 Suicidio ................................................................................................................... 23
2.2.7 Diagnóstico de la depresión .................................................................................. 24
2.3 Familia ........................................................................................................................ 25
2.3.1 Conceptualización .................................................................................................. 25
2.3.2 Antecedentes .......................................................................................................... 26
2.3.3 Tipo de familia ........................................................................................................ 29
2.3.4 Papel de la familia en el desarrollo normal del adolescente ............................... 31
2.3.5 La familia disfuncional ........................................................................................... 33
2.3.6 Depresión y familia................................................................................................. 35
CAPÍTULO IV. CONCLUSIONES. ................................................................................................... 38
BIBLIOGRAFÍA. .................................................................................................................................. 40

1
INTRODUCCIÓN

La depresión es un desorden del estado del ánimo que afecta a más del 4% de la población
en todo el mundo, y que, en los últimos años, se ha venido incrementando en niños y
adolescentes.(OMS 2021) En ese sentido, si bien la depresión puede darse en diversas etapas
de la vida, desde la niñez hasta la vejez, la población adolescente es especialmente vulnerable
a una diversidad de trastornos psiquiátricos, tales como los trastornos de conducta, trastornos
de ansiedad, trastornos de la conducta alimentaria y trastornos depresivos, entre otros. De
hecho, diversos estudios, han reportado que, a partir de los 12 años, hay un incremento
significativo de la sintomatología depresiva, sobre todo en las mujeres.

En tal sentido, es muy importante conocer las manifestaciones de las variables inmersas en la
etiología de este tipo de trastornos, porque tienen un impacto negativo en la calidad de vida
de los adolescentes, que suele prolongarse hasta la adultez. Así, se ha considerado que, el
temperamento y la personalidad, pueden tener un impacto significativo en la sintomatología
depresiva de los adolescentes, especialmente la inestabilidad emocional. En relación con ello,
los factores de índole social, como el nivel socioeconómico y la socialización familiar, han
merecido importante atención a la hora de explicar la depresión en adolescentes.

También se han identificado algunas variables relacionadas con la crianza, como son la escasa
o excesiva cercanía afectiva con los padres, inconsistencias en la aplicación de las normas
disciplinarias en el hogar, confusión en los roles y funciones familiares, escaso o excesivo
control parental y marcados desacuerdos entre los padres acerca de la crianza. De este modo,
la investigación señala que ciertos elementos del clima familiar, la relación entre padres e hijos
y los recursos afectivos disponibles en el sistema familiar, se relacionan con la sintomatología
depresiva en los adolescentes.

También se ha visto que provenir de un medio social con carestías económicas se asocia con
la depresión en los adolescentes. Por ello, una valoración adecuada de los trastornos afectivos
en adolescentes debe considerar la gravedad de las manifestaciones clínicas, la funcionalidad
del adolescente en su entorno más próximo (familia y escuela) y su capacidad para afrontar el

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estrés. Un problema empero, para la identificación de los síntomas depresivos en la niñez y la
adolescencia es que las manifestaciones clínicas no se dan igual que en adultos, a veces no
son capaces de entender qué les ocurre, o bien, los padres pasan por alto el malestar que
pueda estar sintiendo el adolescente, y no lo atribuyen a la sintomatología depresiva.

En tal sentido, aunque la depresión es un trastorno afectivo caracterizado por cogniciones


negativas y sentimientos de tristeza, aflicción y desconsuelo, así como de retardo psicomotor
y alteraciones en los hábitos alimenticios y de sueño, se ha visto que en los adolescentes los
cambios en el estado de ánimo pueden estar encubiertos por irritabilidad y problemas de
conducta, las adolescentes mujeres suelen experimentar ansiedad y somatizaciones, mientras
que los adolescentes varones suelen presentar conducta agresiva y consumo de sustancias
psicoactivas. En ambos casos empero, la depresión compromete su funcionamiento social, y
particularmente su desempeño académico, que se manifiesta en el descenso de las
calificaciones o hasta deserción escolar.

Ahora bien, dado que el adolescente a traviesa por un periodo de cambios físicos, psicológicos
y sociales, se encuentra más vulnerable a padecer una diversidad de alteraciones mentales,
pero la familia constituye un soporte importante en este proceso de transición hacia la adultez,
que implica para el adolescente, la búsqueda de su identidad, la formulación de un proyecto
de vida y la adaptación a las nuevas demandas sociales que debe asumir. De este modo, si la
familia mantiene sus límites claros y cada miembro asume el rol que le toca, habría más
probabilidades de tener una funcionalidad familiar adecuada y, por ende, menor riesgo de que
los adolescentes presenten alteraciones conductuales o desórdenes mentales.

Al respecto, se sabe que los jóvenes que provienen de familias conflictivas poseen mayor
probabilidad de presentar depresión durante la adolescencia, asimismo, quienes han sido
víctimas de abuso físico en la infancia, presentan el doble de riesgo de tener sintomatología
depresiva. También se ha señalado que la funcionalidad familiar y el número de hermanos son
factores protectores durante la adolescencia.

3
CAPÍTULO I. ANTECEDENTES

1.1 Descripción del problema.

La depresión es una de las enfermedades más difundida en la actualidad; perturba tanto a las
personas adultas como a los jóvenes quienes, agobiados por expectativas personales,
familiares y sociales, resultan gravemente afectados, ya que éstas los obligan a enfrentarse a
agresivos retos de competitividad. La depresión es un trastorno mental frecuente. Afecta a
más de 350 millones de personas en el mundo. Las mujeres sufren el doble que los hombres,
señala la Organización Mundial de la Salud.

Es una enfermedad severa que afecta al cerebro. Hace que las personas se sientan tristes por
varias semanas, pierdan el interés y disfrute por la vida. También puede haber pérdida o
aumento de peso, falta de energía, problemas para dormir, ideas de muerte o de suicidio. Hay
numerosas causas, entre ellas factores genéticos, ambientales, psicológicos y bioquímicos.

La depresión de un niño, un adolescente y un adulto constituyen el mismo trastorno, aunque


los cambios biológicos, psicológicos y sociales que ocurren durante estas distintas etapas
evolutivas varían. La diferencia clara es que en la depresión infantil predominan las reacciones
psicofisiológicas y motoras, como lo es el llanto, la rabia, problemas de control de esfínteres,
mientras que en la adolescencia y en la adultez se adquieren respuestas de tipo cognitivo, es
el caso del pesimismo hacia el futuro o idea de catastrofización (Del Barrio, 2000).

Los niños deprimidos en ocasiones se sienten irritables, aburridos, cansados, indecisos e


incluso la idea de muerte puede pasar por la cabeza de los infantes en situaciones muy
concretas (Méndez, 2002).

La presencia de un episodio depresivo mayor es un importante factor de riesgo de suicidio en


todas las etapas del desarrollo. Los niños, igual que los adultos, pueden presentar depresión
y esta puede manifestarse de distintas formas, pues los grados y la variación se alteran de
acuerdo al sujeto. Pero, en general, en un niño deprimido la tristeza es mayor, más frecuente
y duradera (Rodríguez, 1998). La depresión en los niños es diferente a la observada en la
persona adulta. El niño desarrolla una actitud negativa, desafiante y agresiva. Se enfurece

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permanentemente, principalmente a lo concerniente con los adultos, ya sean padres, maestros
y diferentes familiares; es inestable y su humor tiende a ser voluble (Méndez, 2002).

La depresión infantil es el resultado de la interacción que existe de los factores ambientales y


los personales. Un niño vulnerable se puede derrumbar frente a pequeñas contrariedades,
mientras que un niño competente puede hacerlo ante una gran adversidad.

Cuando se está frente a un caso de bajo rendimiento escolar, siempre hay que plantearse el
verdadero origen: ya sea una falta de madurez neurológica, defectos en la enseñanza o alguna
discapacidad física que interfiera con el aprendizaje.

Uno de los síntomas de la depresión en niños es que su aprovechamiento en el aula decaiga.


La depresión es un síndrome que invade todas las áreas de funcionamiento del sujeto, siendo
de especial interés en el caso del niño y adolescente, y su relación con el rendimiento escolar.
Un niño deprimido presenta desinterés, dificultades en la concentración y en la atención, que
pueden influir en el rendimiento académico cuando su duración se prolonga en el tiempo,
entendido como el nivel de logro que puede obtener un estudiante en el ambiente escolar o en
una materia en particular. Este puede medirse con evaluaciones pedagógicas, expresadas
como el conjunto de formas que se planean y aplican en el proceso educativo, con el fin de
conseguir la información necesaria para valorar el logro por parte de los alumnos de los
propósitos establecidos para dicho proceso.

En un estudio publicado por la revista Intercontinental de Psicología y Educación en el 2013,


la depresión está asociada al bajo rendimiento escolar en más de la mitad de la muestra, lo
cual indica que la depresión podría ser la causa del bajo rendimiento, dado que los síntomas
depresivos interfieren la actividad intelectual, generando el fracaso escolar. En otros casos, el
bajo rendimiento escolar produciría baja autoestima y cogniciones pesimistas que pueden
conducirlo a la depresión.

Es importante darle la importancia necesaria al bajo rendimiento escolar, ya que puede ser la
fachada de un problema mucho más importante que una mala calificación. Una mala nota
puede significar un problema de salud física o emocional en el estudiante.

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Antes de castigar o decir palabras que puedan empeorar la situación, es necesario trabajar en
equipo –padres de familia, maestros y profesionales de la salud–, encontrando una respuesta
y diseñando un plan de intervención para hacer que los jóvenes y niños proyecten todas sus
capacidades, fortaleciendo su sentido del logro y, por lo tanto, su autoestima y felicidad.

1.2 Objetivo general

Identificar a través de esta investigación bibliográfica la influencia que tienen los factores
familiares en el desarrollo de la depresión en adolescentes de México.

1.2.1 Objetivos específicos

 Definir el concepto de depresión


 Categorizar los tipos de depresión
 Enunciar las principales causas del desarrollo de la depresión
 Examinar la relación de la depresión con la familia
 Determinar la importancia del entorno familiar en el desarrollo de la depresión

1.3 Justificación

En efecto, la OMS estima que la depresión es ya la primera causa de problemas de salud y


discapacidad a nivel internacional.

En el sitio electrónico de la OMS se lee: “Según las últimas estimaciones (…) más de 300
millones de personas viven con depresión, un incremento de más de 18% entre 2005 y
2015(…) En las Américas, cerca de 50 millones de personas vivían con depresión en 2015,
alrededor de 5% de la población”.

En México la problemática no es menor. Cada día hay miles de casos diagnosticados, pero
también miles que no son atendidos y las personas que lo padecen no reciben tratamiento
oportuno.

Aunque la frecuencia de los sentimientos de preocupación o nerviosismo se incrementan con


la edad, no deja de sorprender el dato del nivel de incidencia de estos estados mentales entre
las poblaciones de adolescentes y jóvenes. En efecto, en el grupo de 7 a 14 años había, de

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acuerdo con el INEGI, 18.35 millones de niñas, niños y adolescentes; entre ellos, los
sentimientos descritos afectaban a 4.48 millones, cifra equivalente al 24.41% en el grupo de
edad,

En el grupo de 15 a 29 años, el INEGI contabilizó a 30.75 millones de adolescentes y jóvenes,


entre quienes la sensación de preocupación o nerviosismo afectó a un total de 15 millones,
dato equivalente a 48.75%. Es decir, una incidencia del doble respecto del grupo de edad
previamente señalado.

En el segmento de edad de los 30 a los 49 años, el INEGI estima que la cifra de personas es
de 32.11 millones; de las cuales, 21.46 millones sintieron preocupación o nerviosismo, es decir,
una cifra equivalente a 66.83% del total.

Para el grupo de 60 a 65 años el INEGI estima una suma de 15.17 millones de personas, de
las cuales 10.52 millones se ubican en la situación descrita; dato equivalente a 69.34% del
total; mientras que para el grupo de personas de 65 años y más el INEGI estimó una suma de
8.54 millones, de los cuales 5.72 millones se ubicaron en la misma condición, es decir, 67%
del total.

Asimismo, el INEGI documentó que 34.85 millones de personas se han sentido deprimidas;
de las cuales 14.48 millones eran hombres y 20.37 millones eran mujeres. Asimismo, destaca
el hecho que del total de personas que se han sentido deprimidas, únicamente 1.63 millones
toman antidepresivos, mientras que 33.19 millones no lo hace.

En este indicador la diferencia de género es muy relevante, pues entre los hombres, la
sensación de “mucha depresión” afectó a 2.095 millones, mientras que la misma intensidad
entre las mujeres afectó a un total de 4.95 millones. Asimismo, del total de personas que toman
antidepresivos, alrededor de 414 mil son hombres, mientras que 1.22 millones son mujeres.

De acuerdo con el INEGI, las estadísticas de mortalidad muestran que entre los años 2011 y
2015 fallecieron 23,335 personas por trastornos mentales; es decir, un promedio de 4,667
casos anuales, aunque en los años del 2014 y 2015, las cifras crecieron a 5,378 y 5,327 casos,
respectivamente.

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CAPÍTULO II. FUNDAMENTOS TEÓRICOS.

2.1 Depresión
2.2.1 Conceptualización

La depresión es un trastorno mental frecuente, que se caracteriza por la presencia de tristeza,


pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño
o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración. Organización Mundial de la
Salud, 2017.

La palabra depresión proviene del término latino depressio que, a su vez, procede
de depressus (“abatido” o “derribado”). Se trata de un trastorno emocional que hace que la
persona se sienta triste y desganada, experimentando un malestar interior y dificultando sus
interacciones con el entorno. Pérez Porto y Gardey, (2008).

Por definición, el concepto de depresión recoge la presencia de síntomas afectivos –esfera de


los sentimientos o emociones: tristeza patológica, decaimiento, irritabilidad, sensación
subjetiva de malestar e impotencia frente a las exigencias de la vida-, aunque, en mayor o
menor grado, siempre están presentes síntomas de tipo cognitivo volitivo, o incluso somático.
Alberdi y otros, 2006

2.2.2 Antecedentes
2.2.2.1 La depresión en el Antiguo testamento

Para poder explicar la cronología de la depresión es necesario que recurra a la biblia, aclaro
que no tiene nada que ver con lo espiritual. Más bien, hago referencia a las sagradas escrituras
por motivo de historia.

La descripción de la tristeza (depresión) está reflejada en el Antiguo Testamento (por ejemplo,


Libro de Job, hacia el siglo XV a. C.). En otros textos bíblicos (hacia el siglo VIII a. C.) también
queda constancia de estos sentimientos cuando se narran los graves episodios de tristeza y
melancolía de Saúl quien, aunque inicialmente respondía a la terapia musical de David,
finalmente llega a un estado de enajenación e intenta dar muerte a su David. Esta

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incapacitación y locura es algo que desde siempre se asociaba a estados que posiblemente
hoy podríamos llamar depresión.

Aunque en las sagradas escrituras se hace referencia el espíritu maligno de parte de Dios se
apoderó de Saúl, quien cayó en trance, científicamente podríamos describir que Saúl sufría
una depresión profunda. (1 Samuel cap. 18)

Entonces, a partir del año XV a. C. la psicopatología de la depresión se pronunciaba, la


diferencia es que en aquel entonces no se sabía que era depresión.

2.2.2.2 Filosofía griega

Los intentos por descifrar la depresión de manera científica se deben a Hipócrates (siglo IV a.
C.). Hipócrates emplea el término genérico de “melancolía” para dar cuenta de estos estados
de inhibición y tristeza que, por cierto, Aristóteles (siglo IV a. C.) aporta en algunos escritos
para relacionarlos con personas especialmente sensibles e inteligentes.

Para Hipócrates, la melancolía se debe a desequilibrios en la secreción de bilis negra, o bien


a una mala combustión de esta sustancia dentro del organismo que daría lugar a restos
tóxicos; de hecho, el termino proviene del griego melaina chole (bilis negra).

Esta concepción humoral de los trastornos mentales se conservara prácticamente intacta en


la medicina occidental hasta el siglo XIX.

Aunque el termino melancolía era la etiqueta diagnostica más usada, la


palabra “depresión” se comienza a utilizar con frecuencia durante el siglo XIX, y ya a
principios del siglo XX se emplea como termino diagnostico con bastante asiduidad.

2.2.2.3 La depresión en el siglo XIX

El cambio conceptual fundamental lo proporciona el psiquiatra alemán Kraepelin a finales del


siglo XIX. En la 6.a edición de su influyente manual de psiquiatría publicada en 1896
diferenciando la demencia precoz (llamada esquizofrenia poco después por Bleuler) de
la enfermedad maniacodepresiva.

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Kraepelin reservo el término de “melancolía” para referirse a las depresiones de la familia, su
curso y su gravedad: los maniacodepresivos tendrían una mayor historia de antecedentes de
enfermedad, menor gravedad y un curso menos crónico que el de las personas con
esquizofrenia. Sin embargo, el término “maniacodepresivo” de Kraepelin incluía cuadros que
hoy denominaríamos depresión mayor, distimia, trastorno bipolar o ciclotimia.

Kraepelin afirmaba que “todos los casos de excesos en la afectividad”. Era, por lo tanto, un
concepto enormemente amplio y poco después de su publicación recibió críticas por parte
de Adolf Meyer (uno de los pioneros de la psiquiatría americana) e incluso por compatriotas
del propio Kraepelin como Karl Jaspers.

Para Kraepelin las causas de la enfermedad maniaco-depresiva eran innatas e independientes


de causas sociales o psicológicas. Una posición que muchos otros autores de aquella época,
como el propio Meyer e incluso Freud (véase su obra Duelo y Melancolía, 1917) no
compartían.

2.2.3 Tipos de depresión


2.2.3.1 Depresión mayor

La depresión mayor es el tipo de depresión más grave. Se caracteriza por la aparición de uno
o varios episodios depresivos de mínimo 2 semanas de duración. Suele comenzar
generalmente durante la adolescencia o la adultez joven. La persona que sufre este tipo de
depresión, puede experimentar fases de estado de ánimo normal entre las fases depresivas
que pueden durar meses o años.

Se clasifica dentro de los episodios unipolares puesto que no hay fases de manía, y puede
producir problemas muy serios para el paciente si no es tratado de manera eficaz. De hecho,
la ideación suicida puede llevar a la muerte si pasa a traducirse en acciones efectivas para
terminar con la propia vida.

Estos son algunos de los síntomas de la depresión mayor según el manual DSM-IV-TR:

 Estado de ánimo depresivo la mayor parte del día, casi todos los días (1)
 Pérdida de interés en las actividades que antes eran gratificantes (2)

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 Pérdida o aumento de peso
 Insomnio o hipersomnia
 Baja autoestima
 Problemas de concentración y problemas para tomar decisiones
 Sentimientos de culpabilidad
 Pensamientos suicidas
 Agitación o retraso psicomotores casi todos los días
 Fatiga o pérdida de energía casi todos los días

Según el DSM-IV, debe existir la presencia de cinco (o más) de los síntomas anteriores durante
un período de 2 semanas, que representan un cambio respecto a la actividad previa; uno de
los síntomas debe ser (1) estado de ánimo depresivo o (2) pérdida de interés o de la capacidad
para sentir placer.

2.2.3.2 Distimia

Dentro de los tipos de depresión, la distimia es menos grave que la depresión mayor. Es un
tipo de depresión unipolar (no incluye síntomas maníacos) e interfiere en el funcionamiento
normal y el bienestar del individuo que lo sufre.

La característica esencial de este trastorno es que el paciente se siente depresivo durante la


mayor parte del día, la mayoría de los días durante al menos 2 años. No necesariamente tiene
por qué experimentarse una fuerte tristeza, sino que muchas veces lo más común es que
exista un sentimiento de falta de propósito y de motivación, como si nada importase.

Los síntomas de la distimia son:

 Pérdida o aumento de apetito


 Insomnio o hipersomnia
 Falta de energía o fatiga
 Baja autoestima
 Dificultades para concentrarse o para tomar decisiones
 Sentimientos de desesperanza

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2.2.3.3. Depresión maníaca

Este tipo de trastorno, también llamado Trastorno bipolar se clasifica como un tipo de trastorno
del estado de ánimo. Pese a que podemos incluirlo dentro de los tipos de depresión, combina
estados depresivos con estados de manía, es decir, existen altibajos extremos. El trastorno
bipolar es una patología seria, y no debe confundirse con un estado inestabilidad emocional.

El tratamiento es distinto al de una depresión mayor, y requiere estabilizadores de humor


(como el litio), así como un acompañamiento profesional a través de la psicoterapia y la
atención al entorno familiar de los pacientes.

Los síntomas depresivos pueden incluir:

 Sentimientos persistentes de tristeza


 Sentimiento de desesperanza o desamparo
 Baja autoestima
 Sensación de ineptitud
 Culpabilidad excesiva
 Deseos de morir
 Pérdida de interés en las actividades habituales o que antes se disfrutaban
 Dificultad en las relaciones
 Perturbación del sueño (por ejemplo, insomnio, hipersomnia)
 Cambios del apetito o del peso
 Disminución de la energía
 Dificultad para concentrarse
 Disminución de la capacidad de tomar decisiones
 Pensamientos suicidas o intentos de suicidio
 Molestias físicas frecuentes (por ejemplo, dolor de cabeza, dolor de estómago, fatiga)
 Intentos o amenazas de escaparse del hogar
 Hipersensibilidad ante el fracaso o el rechazo
 Irritabilidad, hostilidad, agresión
 Los síntomas maníacos pueden abarcar:
 Autoestima exagerada
 Menor necesidad de descanso y sueño

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 Mayor distracción e irritabilidad
 Excesiva participación en actividades placenteras y de alto riesgo que pueden provocar
consecuencias dolorosas, por ejemplo comportamiento provocativo, destructivo o anti-
social (promiscuidad sexual, conducción imprudente, abuso del alcohol y de drogas).
 Aumento de la locuacidad (por ejemplo aumento en la velocidad del habla, cambios
rápidos de tema, intolerancia a las interrupciones)
 Sentimientos de "excitación" o de euforia
 Marcados cambios de estado de ánimo, por ejemplo inusitadamente feliz o tonto,
extrañamente enojado, agitado o agresivo
 Mayor deseo sexual
 Mayor nivel de energía
 Escaso sentido común en personas sensatas

2.2.3.4. Trastorno depresivo estacional (SAD)

Este estado depresivo recibe el nombre de Trastorno depresivo estacional (SAD) y se


caracteriza por ocurrir durante una cierta época del año, generalmente durante el invierno.

Los síntomas generalmente se intensifican de manera lenta a finales del otoño y en los meses
de invierno. Estos síntomas son muy parecidos a los que se presentan en otros tipos de
depresión:

 Desesperanza
 Aumento del apetito con aumento de peso
 Aumento del sueño (el poco sueño es más común con otras formas de depresión).
 Menos energía y capacidad para concentrarse
 Pérdida de interés en el trabajo y otras actividades
 Movimientos lentos
 Aislamiento social
 Tristeza e irritabilidad
 También existe otra variante del SAD y que lo sufren algunas personas en verano:
 Falta de apetito
 Pérdida de peso

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 Insomnio
 Irritabilidad y ansiedad
 Inquietud

2.2.3.5. Depresión psicótica

La depresión psicótica es un subtipo de depresión mayor el cual se presenta cuando una


enfermedad depresiva severa incluye algún tipo de psicosis. A diferencia de los demás tipos
de depresión, se caracteriza por la presciencia de síntomas psicóticos: alucinaciones y/o
delirios que alteran cualitativamente el modo en el que se percibe la realidad.

2.2.3 Causas de la depresión

Hasta la década de 1970, los principales enfoques psicológicos explicativos de la depresión o


bien procedían del psicoanálisis o estaban basados en las teorías del aprendizaje. La crisis
del conductismo y su paulatina sustitución por el paradigma cognitivista influirá en los modelos
teóricos que tratan de dar cuenta de la aparición de la depresión. Estos comienzan, a partir de
finales de 1960, no sólo a reconocer sino también a enfatizar el papel que algunos factores de
naturaleza mental o cognitiva juegan en la génesis de la depresión.

Dentro del ámbito de la psicoterapia, uno de los enfoques más influyentes fue el de Beck (1967;
1976), basado en el supuesto de que existe una relación causal unidireccional entre el sistema
de creencias de la persona y sus afectos y emociones. Según este autor, la base de la
depresión se encuentra en un triple déficit en el sistema de creencias que lleva a la persona a
percibirse a sí misma, al mundo y al futuro en términos negativos. Esta tríada cognitiva, que
tiene su origen en las experiencias tempranas del individuo, implica errores sistemáticos en el
pensamiento y distorsiones en el procesamiento de la información.

Según Beck (1967; 1976), existe un determinado grado de vulnerabilidad o tendencia a la


depresión, que es el resultado de la activación de determinados esquemas, constituidos por
actitudes disfuncionales y pensamientos automáticos que desembocan en una percepción
distorsionada de la realidad. Situándonos en el ámbito de la psicología social, el giro
cognitivista que se produjo en la psicología también tuvo un reflejo en las explicaciones de la
depresión, que comienzan a buscar referentes teóricos en las teorías de la atribución (Álvaro
y Páez 1996; Garrido y Álvaro 2007). Hasta finales de la década de 1970, uno de los modelos

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más utilizados para explicar la depresión fue la teoría de la indefensión aprendida de Seligman
(1975), que se situaba, si bien de forma crítica, dentro de las coordenadas del
condicionamiento operante skinneriano. En este modelo, la depresión es el resultado de la
exposición de la persona a situaciones en las que no existe un control sobre las consecuencias
del comportamiento. Esta percepción de incontrolabilidad provocará una disminución de las
respuestas, interferirá con la adquisición de respuestas nuevas y determinará la aparición de
sentimientos depresivos.

Seligman utiliza el término de indefensión aprendida para denominar al estado psicológico


caracterizado por la presencia de este triple déficit motivacional, cognitivo y emocional y
establece un paralelismo entre dicho estado y la depresión reactiva. La teoría de la indefensión
aprendida subraya, por tanto, la importancia que tienen para la salud mental los sentimientos
de control sobre el medio. Los planteamientos iniciales de Seligman (1981) dieron paso a
sucesivas reformulaciones en las que se percibe claramente la influencia del giro cognitivista
en la psicología social. Una de las primeras fue la propuesta por Abramson, Seligman y
Teasdale (1978), en la que el análisis de la indefensión se sitúa dentro de los parámetros de
las teorías de la atribución.

A la hora de analizar las bases de la depresión no sólo se tiene en cuenta la dimensión


interno/externo, sino otras dos dimensiones, como la estabilidad/inestabilidad o la
especificidad/globalidad; un planteamiento que se encuentra en consonancia con la teoría de
la atribución de Weiner (1986). Mediante la utilización de la dimensión estabilidad/inestabilidad
puede establecerse una distinción entre aquellos casos en los que los déficit asociados al
estado de indefensión tienen un carácter crónico (asociado a causas estables) y aquellos otros
en los que la inestabilidad de las causas lleva a un estado de indefensión transitorio. Una
tercera dimensión hace referencia a la globalidad o especificidad de los factores utilizados por
la persona para explicar su situación. Dependiendo de que las causas sean globales o
específicas, los déficit propios del estado de indefensión se transferirán a otras situaciones o
quedarán circunscritos a una situación determinada.

De acuerdo con estos autores, las personas que tienden a explicar acontecimientos negativos
atribuyéndolos a causas internas, estables y globales tienen una mayor probabilidad de
mostrar déficit depresivos. Esta primera reformulación no elimina el papel de la indefensión en

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la aparición de la depresión, pero sí reduce su importancia. En la investigación posterior y en
el propio trabajo de Seligman (1979) los procesos de atribución comienzan a ser considerados
independientemente de la condición de indefensión y surge el estilo atributivo depresivo
(atribuciones internas, estables y globales para sucesos negativos y atribuciones externas,
inestables y específicas para sucesos positivos) como factor causal fundamental. La
consecuencia final, tal y como reconoce el propio Seligman (Peterson, Maier y Seligman 1993),
es el cambio de interés del ambiente incontrolable a los sucesos negativos y la explicación que
de ellos construyen las personas. El giro cognitivo a la teoría de la indefensión aprendida se
completa con una segunda reformulación en la que se señala a la desesperanza como causa
suficiente de los síntomas de la depresión (Abramson, Alloy y Metalsky 1988; 1995). Por
desesperanza se entiende la expectativa de que resultados altamente deseados no sucederán
y/o resultados altamente negativos tendrán lugar, no existiendo respuesta en el propio
repertorio de conductas que pueda cambiar la probabilidad de que estos sucesos ocurran.

En resumen, el modelo atributivo de la depresión se ha convertido en uno de los modelos más


utilizados para explicar la sintomatología depresiva, argumentando que las personas que
realizan atribuciones internas, estables y globales sobre acontecimientos negativos de su vida
cotidiana tienen una mayor probabilidad de sufrir una depresión. Frente a este modelo
característico de una psicología social de corte psicológico, existen otras perspectivas más
sociológicas en las que la depresión es vista como la respuesta del individuo a las condiciones
del medio, relacionando la depresión con la posición que la persona ocupa en la estructura
social y con sus propias interacciones sociales (Aneshensel y Phelan 1999; Blanco y Díaz
2007; Ross y Sastry 1999; Sánchez, Garrido y Álvaro 2003).

2.2.4 Causas sociales de la depresión

En general, los modelos teóricos que enfatizan el papel de los procesos cognitivos en la
génesis de la depresión parten de una concepción de la persona como un ser racional, que
procesa de forma consciente y voluntaria la información procedente del medio, siendo este
procesamiento de la información la base de la construcción de sus creencias. El deterioro
psicológico se explicaría por un fallo en el sistema de procesamiento de la información, que
genera en las personas depresivas un sistema de creencias prototípico, caracterizado por la
inferencia arbitraria y la distorsión de la realidad. Esta forma de entender la etiología del

16
deterioro psicológico ignora los determinantes sociales de la depresión al situar su origen en
el interior de la mente de las personas. Aunque menos numerosos, algunos modelos teóricos
e investigaciones han destacado el papel de factores sociales en la depresión (Álvaro,
Torregrosa y Garrido 1992; Blanco y Díaz 2007, Brown y Harris 1978; Cochrane 1983; McLeod
y Nonnemaker 1999; Sánchez, Garrido y Álvaro 2003; Yu y Williams 1999). Uno de los
objetivos de este estudio es mostrar cómo la no inclusión de factores sociales en el origen de
la depresión ha llevado a una errónea consideración del papel de los procesos de atribución
en la causación de los déficit depresivos. Aquí consideraremos ciertos factores como los
estresores y las estrategias de adaptación, el apoyo social, la alienación y la autoestima como
indicadores de la posición social de las personas y, por tanto, determinantes de la variabilidad
observada en los niveles de depresión.

El estrés puede ser definido como el conjunto de demandas sociales y presiones del medio
que sobrepasan la capacidad del individuo para ajustarse a las mismas. Dichos
constreñimientos estructurales limitan la capacidad de acción y suponen una amenaza al
equilibrio psicológico (Wheaton 1999). Son numerosos los estudios que ponen de manifiesto
la relación entre los acontecimientos vitales estresantes y la depresión (Gotlib y Hammen 1992;
Pearlin 1999; Sánchez, Álvaro y Garrido 2000; Wheaton 1999).

Si bien la noción de acontecimientos estresantes nos remite a situaciones interpersonales o


sociales que tienen un impacto negativo en el bienestar psicológico de las personas, los
estudios que abordan el impacto de los efectos de acontecimientos negativos sobre el
individuo han estado vinculados al análisis de aquellas estrategias que son más relevantes
para poder mitigar sus consecuencias negativas. Sin duda, entre los modelos más estudiados
se encuentra el modelo transaccional del estrés de Lazarus y Folkman (1986). En este modelo,
el efecto de los estresores depende no sólo de la evaluación que el individuo hace del medio,
sino también de los recursos de adaptación de los que pueda disponer.

En resumen, los estudios sobre el impacto del estrés deben ser estudiados de forma conjunta
con las estrategias de afrontamiento de las personas. Dichas estrategias son recursos que
hacen que el impacto del estrés no sea el mismo para todo el mundo. Muy vinculado a los
acontecimientos vitales estresantes se encuentra el apoyo social. Independientemente de que
actúe en presencia de estresores, disminuyendo su impacto, o que tenga un efecto directo

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sobre la salud, son numerosos los estudios que constatan sus efectos beneficiosos en el
bienestar psicológico (por ejemplo, Turner y Turner 1999).

Por otro lado, la inclusión de variables como la alienación y la autoestima permiten ampliar una
perspectiva psicosociológica en el estudio de los estados emocionales de las personas. Desde
la sociología, la alienación es una categoría analítica básica para entender las condiciones
materiales de desigualdad social que la generan —el trabajo alienado en la obra de Marx hace
referencia a las condiciones en las que se produce el trabajo productivo en el sistema
capitalista (Marx 1980; 1978)—. En él, el trabajador no decide sobre los objetos producidos, ni
sobre el proceso de producción y los resultados del mismo, convirtiéndose así en mera
mercancía. El concepto de alienación está íntimamente ligado al de falta de control (Ross y
Sastry 1999) y ha sido tratado desde el punto de vista del sujeto, desde su propia experiencia
vital. Así, según Seeman (1959; 1983) pueden diferenciarse cinco dimensiones diferentes de
la alienación: indefensión, carencia de significado, aislamiento, autoestrañamiento y anomia.
Estas dimensiones implican todas ellas una pérdida del control personal sobre el medio y
hacen referencia a los efectos de la deficiente integración del individuo en su sociedad. Este
debilitamiento de las relaciones del individuo con el marco moral de la colectividad está
vinculado a otro concepto de la tradición sociológica como es el de anomia, desarrollado por
Durkheim en obras como La división del trabajo social y El suicidio, publicadas
respectivamente en 1893 y 1897. Un individuo alienado está despojado de su capacidad de
influir sobre su medio, ya que actúa en un vacío normativo, simbólico e interpersonal.

La falta de expectativas para transformar las circunstancias y sucesos adversos, la


incapacidad para predecir el futuro, la no existencia de normas sociales, la ausencia de
significado y propósito en la vida personal, así como el sentimiento de separación y
distanciamiento con respecto a sus ideas, acciones y sentimientos, sujetos al control o decisión
de otros, hunden sus raíces en las condiciones sociales de existencia fijadas por la posición
social.

Sin duda, los elementos anteriormente descritos coinciden, en gran medida, con algunas de
las características del modelo de bienestar social de Keyes (1998), para quien la integración
social, la contribución social, entendida como el sentimiento de que se puede contribuir de
forma valiosa a la sociedad, la aceptación social, la evaluación de las instituciones sociales

18
como marco propicio para el desarrollo personal (actualización social) y el interés y
preocupación por dar un sentido al entorno social (coherencia social) constituyen los factores
esenciales del bienestar social. Asimismo, la autoestima, como valoración de la identidad
personal, depende de las actitudes de los otros significativos: la autoimagen no se da en un
vacío social, sino que es a través de la interacción con otros como tomamos conciencia de
nosotros mismos. La identidad del yo y la autoimagen se dan en el proceso de interacción
simbólica entre las personas, el cual nos remite a las posiciones sociales de los sujetos que
interactúan y a la estructura social de la que forman parte (Stryker 1980). La autoimagen está
condicionada por los procesos de socialización diferenciales que se dan en las distintas clases
sociales. Tal y como ponen de manifiesto autores como Rosenberg (1965), la autoestima viene
determinada por la clase social a la que pertenecemos. Psicólogos sociales como Cochrane
(1983) han puesto de manifiesto que tanto las posibilidades de tener que enfrentarse a
situaciones de estrés, como los recursos de afrontamiento ante las mismas, entre los que se
encuentra la autoestima, varían según las clases sociales. La falta de control personal está
asociada a una reacción adaptativa que incluye una actitud de baja autoestima. En este
contexto, la depresión se considera como una respuesta más dentro de un repertorio de
posibles respuestas.

Ahora bien, el desarrollo de síntomas es una forma de afrontamiento típica de determinados


grupos sociales, precisamente aquellos que ocupan posiciones inferiores en la estructura
social. La respuesta más efectiva, funcional y socialmente deseable está constituida por
mecanismos de defensa como una alta autoestima, respuesta típica de grupos sociales
favorecidos (aquellos que ocupan un alto estatus social). Las personas pertenecientes a estos
grupos sociales mostrarán una menor vulnerabilidad, resultado de la disponibilidad de recursos
de afrontamiento efectivos.

En resumen, mientras las teorías cognitivas han ido enfatizando la importancia de la


representación que las personas elaboran del mundo, los modelos de causación social, a
través de conceptos como los de estrés social y alienación, destacan el papel de nuestras
relaciones normativas, simbólicas y materiales con el ambiente. Al mismo tiempo que la
investigación cognitiva tiende a considerar la existencia de una baja autoestima como síntoma
de la depresión, como si se tratara básicamente de un sesgo cognitivo relacionado con la
percepción del yo, los modelos sociológicos la sitúan como un proceso mediador entre la

19
estructura social y la depresión; una variable que se construye en las relaciones sociales y que
tiene un efecto sobre el bienestar psicológico del individuo. Las experiencias de estrés, junto
con los factores de amortiguación y afrontamiento, entre los que debemos incluir el apoyo
social, en conjunción con la alienación y la autoestima, dependen de la posición social, de las
condiciones materiales de existencia que exponen a las personas a situaciones de dominio o
de falta de control sobre el medio. Es esta falta de control el mecanismo a través del cual
podemos explicar el vínculo entre estresores, alienación, autoestima y depresión.

El objetivo de este artículo es analizar y revisar el papel que desempeñan las atribuciones
causales en la génesis de los trastornos depresivos. Más específicamente, se pretende
realizar un análisis crítico del modelo atributivo de la depresión que señala que la atribución
de causas internas, estables y globales ante circunstancias adversas o acontecimientos vitales
estresantes está asociada a la depresión. En dicha crítica se señala la insuficiencia de dicho
modelo cognitivo por no haber tenido en cuenta un análisis de las variables de carácter
sociológico antes señaladas. Todo modelo explicativo de la depresión debe tener en cuenta el
papel de factores de naturaleza social, como son el estrés y las estrategias de adaptación al
mismo, entre las que incluimos el apoyo social, así como los sentimientos de alienación y
autoestima.

2.2.5 Depresión y familia

Estrada (1990), indica que la familia es en esencia un sistema vivo, que se encuentra ligado e
intercomunicado con otros sistemas como el biológico, el psicológico, el social y el ecológico.
Además, señala, que la familia atraviesa por un ciclo donde despliega sus funciones: nacer,
crecer, reproducirse y morir, las cuales pueden encontrarse dentro de un marco de salud y
normalidad o bien adquirir ciertas características de enfermedad o patología. De tal manera
que, agrega el autor, al pasar por este ciclo se pueden presentar problemáticas en la
comunicación, desempeño e interacción de los integrantes, como resultado pueden surgir en
los miembros, no en todos, ni con la misma intensidad, síntomas depresivos, sobre todo esto,
es particularmente característico de familias con adolescentes, pueden presentar estos
síntomas el propio adolescente o alguno de los padres. Por su parte Sentín (1989), dentro de
su trabajo psicológico con estudiantes deprimidos, señala que los alumnos deprimidos se
desarrollan dentro de una estructura familiar en conflicto o con la vivencia por parte del sujeto

20
de una situación conflictiva en su estructura familiar y, a veces, aunque no siempre, escolar.
De manera general, puntualiza que los conflictos típicos de la estructura familiar en esta
población son:

 Infidelidad de uno de los cónyuges que generalmente suele ser el padre.


 Dificultades más o menos graves y/o más o menos manifiestas de relación en la
pareja.
 Rigidismo moral, especialmente en el terreno de la sexualidad, a veces acompañado
de un cierto fanatismo religioso o político por parte de los padres.
 La condición de ser único de un sexo dentro de los hermanos. Ser un solo hombre
entre mujeres o una sola mujer entre hombres.
 El hecho de que un miembro de la familia (normalmente el padre) sea un triunfador en
los negocios o en la carrera, acompañado con una fuerte carga de autoritarismo
paternalista que hace que los hijos tengan una imagen de padre perfecto.

Sentín (1989) considera entonces que, las estructuras familiares ponen en funcionamiento
desde una edad muy temprana y de forma definitiva tres aspectos de la conducta del individuo,
aspectos que engloban la totalidad del comportamiento: i) cómo pensar y enjuiciar, ii) cómo
actuar y experimentar y iii) cómo sentir y gozar ( Considerando estos aspectos, se destaca la
importancia del adecuado funcionamiento de la familia como factor preventivo ante las
diversas problemáticas que los adolescentes enfrentan en el transcurso de esta etapa; es
decir, si la familia ha dotado con los recursos necesarios al adolescente, le será más fácil tomar
decisiones acertadas y favorables para él, así como, elaborar un proyecto de vida sano. De
esta manera, para Dembo (1994), la familia constituye uno de los factores más importantes
para explicar que los adolescentes se involucren en el uso de sustancias y la conducta
delictiva. Por lo que existe: 1. Una seria necesidad de identificar las dinámicas y los
mecanismos por los cuales estos factores ejercen su influencia con el tiempo, y 2. La
necesidad de considerar estos factores dentro de una perspectiva de desarrollo. Por otra parte,
Andrade y Díaz (1997), refieren que existen suficientes evidencias empíricas que permiten
afirmar que las relaciones familiares influyen de manera diversa en los adolescentes, citan a
Brage y Meredith (1994), quienes encontraron que las relaciones familiares influyen en la
autoestima e indirectamente afectan la depresión en los adolescentes; por otra parte, citan
también a Raphael, Cubis, Dunne y Lewin (1990), quienes encontraron que los adolescentes

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de familias desintegradas tienen más problemas emocionales, más baja autoestima y menor
desempeño académico que aquellos de familias intactas. De lo anterior se puede reconocer la
importancia que desempeña el papel de la familia en el desarrollo de los individuos. Su papel
se destaca sobre todo en la adolescencia, que es la etapa de la vida en que se transforma la
visión del mundo, se adquieren valores, metas e ideales, de manera favorable para los
individuos. Esto se logra si se ha contado con el apoyo, la comprensión, el cariño incondicional
manifiesto y la guía adecuada por parte de la familia, pero en particular por parte de los padres.
De acuerdo a su desempeño, la familia, puede ser mediadora o salvadora hacia los diversos
factores externos que influyen en los adolescentes Debido a la inestabilidad que caracteriza a
los adolescentes, es frecuente encontrar manifestaciones depresivas, que suelen desaparecer
con la conclusión de esta etapa. Los síntomas depresivos como son los sentimientos de vacío
o de tristeza, suelen ser comunes en los adolescentes, a la vez de que suelen ser pasajeros;
por lo que es necesario distinguir que tan severos pueden ser estos síntomas, ya que pueden
llevar a desarrollar una depresión más seria y no sólo parcial. Esto porque como hemos visto,
la depresión, además del inmenso sufrimiento que representa para quien la padece, tiene
consecuencias importantes sobre la salud física (síntomas somáticos, depresión del sistema
inmunológico, enfermedades crónicas diversas), produce desarmonía familiar, es responsable
sobre todo, de conductas destructivas autoinfligidas, entre las que se encuentran los intentos
de suicidio, así como accidentes en el hogar. Además, al presentarse una sintomatología
depresiva, muchos adolescentes pueden buscar refugio en las drogas, como una medida para
evadir su realidad, negarla o enfrentarla.

2.2.6 Complicaciones de la depresión


Tres son las complicaciones más frecuentes de la depresión: la cronificación de los síntomas,
las recaídas y el suicidio.

La cronificación de un trastorno depresivo es frecuente. Aproximadamente el 15% de los


pacientes que sufren depresiones presenta un curso crónico.
Tienen más tendencia a la cronicidad cuando se dan una o dos de las siguientes
circunstancias:

 Hay factores estresantes crónicos (problemas de salud, problemas económicos, problemas


familiares, etc.).

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 El paciente tiene rasgos de personalidad que dificultan el hecho de enfrentarse con
tranquilidad al día a día.
 Por el contrario, las depresiones que empezaron espontáneamente, es decir, sin ninguna
causa aparente, son las que con menor frecuencia se cronifican.

Los trastornos depresivos (en especial la depresión mayor y el trastorno distímico) son
enfermedades con tendencia a la recaída.

Se considera que aproximadamente el 70% de los pacientes que sufren un episodio depresivo
presentarán algún otro episodio depresivo a lo largo de la vida.

Un 50% presentará un segundo episodio ya en los dos primeros años tras la recuperación.
A mayor número de episodios depresivos padecidos, mayor es la posibilidad de una nueva
recaída.

Esta elevada tendencia a la recaída es la que justifica que el tratamiento de la depresión se


prolongue durante mucho tiempo: finalizado el episodio depresivo es necesario continuar el
tratamiento a medio o a largo plazo si queremos evitar futuras recaídas.

Cuanto más tiempo esté un paciente sin síntomas más probable es que no haya recaídas
rápidas tras suspender el tratamiento.

2.2.7 Suicidio

Los suicidios, y especialmente los intentos de suicidio, son una complicación frecuente en la
depresión. Algunos datos relevantes al respecto serían estos:

 Las personas con depresión presentan un riesgo de suicidio 30 veces superior a la


población general.
 Aproximadamente un 15% de los pacientes que padecen una depresión realizan algún
intento de suicidio
Si bien no siempre es posible prever el suicidio, tienen mayor riesgo suicida:

23
Las personas mayores de 60 años, los varones, las personas no creyentes, las personas
viudas, las personas paradas, las personas jubiladas, las personas toxicómanas, las que
padecen otras enfermedades, las sometidas a estrés y si padecen aislamiento social.

La presencia de ansiedad intensa y/o la existencia de sentimientos de culpa y/o de


desesperanza deben ser considerados como síntomas que aumentan de forma importante el
riesgo de suicidio.

2.2.7 Diagnóstico de la depresión

 El síntoma más característico de las depresiones es la tristeza. La tristeza en el paciente


depresivo presenta unas características específicas que la diferencia del sentimiento de
tristeza no patológico:
 Intensidad superior a la esperable para la situación ambiental en la que se encuentra el
sujeto.
 El paciente la describe como diferente a otras experiencias tristes que hubiera podido sufrir
previamente, y existe mayor sensación de pérdida de control y gran dificultad o incluso
imposibilidad para motivarse por otras cuestiones que no sean el foco de su tristeza."
 Lentitud de movimientos, gesticulación facial y corporal escasas, sensación de fatiga,
irritabilidad, llanto fácil, temor a la toma de decisiones, pérdida de apetito.
 Insomnio: muy característico de las formas más graves, es lo que llamamos “despertar
precoz” (se duerme bien las primeras horas de la noche y después, ya de madrugada, el
paciente se despierta y ya no puede volver a conciliar el sueño).
 Gran dificultad para pensar, bradipsiquia. No es exclusivo de las depresiones, sino que
también puede observarse en otras enfermedades. En personas de edad avanzada, esta
dificultad para pensar propia de las depresiones puede llevar a diagnósticos erróneos de
demencia.
 Un síntoma particularmente grave es la anhedonía, que consiste en una dificultad enorme
para disfrutar de las situaciones y condiciones de la vida que antes de enfermar producían
placer en la persona. No sólo hay falta de motivación, sino que el paciente, incluso teniendo
delante algo agradable, no puede disfrutar con ello.

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 Síntomas físicos, como dolor de cabeza, molestias digestivas, dolor generalizado, etc.
 Pensamientos pesimistas, con aumento de sentimientos de culpa por cosas hechas en el
pasado. En casos graves las ideas pesimistas pueden llegar a ser delirantes (es decir, sin
ninguna lógica); por ejemplo, asegurar que se va a arruinar (cuando su situación económica
es holgada) o asegurar que en breve padecerá una enfermedad grave (sin tener ningún
síntoma que lo haga pensar).
 Pensamientos relacionados con la muerte, bien en forma de “sería mejor estar muerto”, o
bien, y entonces aumenta mucho el riesgo de suicidio, planificando el método de cómo
quitarse la vida.

2.3 Familia
2.3.1 Conceptualización

Es muy común que dentro del área psicológica, cuando se intenta esclarecer el significado de
un término, se encuentra con varios autores que aportan ideas diferentes del mismo. Así, se
hallan diferentes definiciones de la misma palabra abordándola desde puntos teóricos
distintos, y el significado de familia no se queda de lado. Podríamos decir que incluso existen
muchas más denominaciones ya que, dependiendo los miembros que la conforman, el vocablo
familia incluye un adjetivo que la califica y diferencia de la “familia tradicional”. Para la American
Psychological Association (APA) familia es: Unidad de parentesco que consta de un grupo de
individuos unidos por vínculos de sangre, matrimoniales, adoptivos u otros lazos íntimos.
Aunque la familia es la unidad social fundamental de la mayoría de las sociedades humanas,
su forma y estructura varían ampliamente (Diccionario Conciso de Psicología, 2010). El
Antropólogo estadounidense George P. Murdock (1949) fue quien propuso una de las
definiciones de familia universal que más se utiliza para denominar a esta institución, dice que
la familia es un grupo social que comparte una residencia común, y asume funciones sexuales,
reproductivas, educativas y de cooperación económica. Se compone por personas de ambos
sexos, en las cuales dos por lo menos mantienen relaciones sexuales socialmente aceptadas;
incluyendo uno o más hijos, propios o adoptados (Murdock, 1949). Con este significado se
concluyó que la familia es la representación de uno de los fenómenos más antiguos de los
procesos culturales y, al mismo tiempo, se la asumió como la gestora de la historicidad de
cada sujeto (Tenorio, 1991). Tomándola como un sistema donde existe un conjunto organizado
de unidades que interactúan entre sí de acuerdo a sus atributos (Ludwing von Bertalanffy,

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1950 revisado en Almonte, 2009). Es necesario, para fines de la investigación, conocer la
clasificación de familia según la forma en la que está conformada, a continuación se explicará
cada una según lo que el Diccionario Conciso de Psicología de la Asociación Americana de
Psicología (Diccionario Conciso de Psicología, 2010) explica:

2.3.2 Antecedentes

En el ser humano la predisposición de agruparse ha estado presente su aparición sobre la faz


de la tierra. El hombre primitivo ante lo inhóspito del ambiente buscó refugio en las cavernas,
necesitó el apoyo de sus semejantes para ahuyentar a las fieras que hasta esos momentos
tenían la supremacía de esos lugares.

En el continuo proceso de búsqueda y obtención de alimentos se apoyan mutuamente, y en la


medida que, las actividades crecieron aumentaron las relaciones reciprocas entre los hombres.

Los grupos familiares que buscaban la subsistencia en la caza y pesca, identificaron


rápidamente en el padre la habilidad y destreza para encontrar sitios propicios para vivir. Pero
en el proceso evolutivo estos grupos han experimentado cambios a través de la historia; en la
actualidad la ciencia encargada de estudiar dichos procesos es la socio-geografia.

Una de las líneas de evolución de la familia que mayormente ha sido aceptada es la que se
presenta a continuación:

 La Horda. Fue una asociación simple que estaba compuesta por varias familias casi
independientes entre sí, que no tenían una residencia fija ni jefe permanente.
 El Clan. Es la reunión de familias, cuyos miembros reconocen un origen derivado no
de relaciones consanguíneas sino de un antepasado fabuloso, que solía ser un animal
o una planta que estaba ligada al grupo por razones económicas-religiosas.
 La Gens. Es una agrupación civil propia de la sociedad romana primitiva, en la cual sus
miembros eran gentiles. Cada gens poseía su propio culto, y todos sus integrantes
llevaban el mismo nombre: basaba su organización en la descendencia masculina.
 La Tribu. Formada de la reunión de varios clanes, sometidos a un jefe que suele ser el
más valiente, el más anciano o el de mayor influencia. Hay un territorio definido y posee
una forma de gobierno.

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Desde los tiempos primitivos los diferentes grupos familiares adoptaron distintos nombres a
través del proceso evolutivo que cada uno de ellos sufrió, tiempos después surgen nuevos
conceptos para definir estas agrupaciones, es el que actualmente utilizamos el de “familia (s)”

La familia no obstante de, poseer cualidad conservadora no le exime que a través de las
generaciones, ha sufrido modificaciones que suelen ser o parecer muy profundas. Sin
embargo, desde una perspectiva analítica, los cambios producidos pueden considerarse como
más de forma, que estructurarles a la sociedad cambiante, que la naturaleza misma de los
elementos.

Engels 1980 define, basado en Morgan, varios tipos de familia, expresando que este paso gran
parte de su vida entre los Iroqueses, establecidos en el estado de New York, siendo adoptado
en una de las tribus (Sénecas) observando en ella un sistema de parentesco que contradecían
a sus verdaderos vínculos de familia.

Reinaba entre sus grupos un tipo de matrimonio que era fácilmente disoluble por ambas partes,
llamado por Morgan “familia Sindiásmica”. La descendencia de una pareja conyugal de esta
especie era, patente y rconocida por todo el mundo; ninguna duda podía quedar a cerca de
saber a quien debían aplicarse los apelativos de padre, madre, hijo, hija, hermano, hermana.

Morgan, en “El origen de la familia” citado por Engels (1980) llega a estar de acuerdo con la
mayoría de sus colegas, acerca de un primitivo estado de cosas según el cual, en el seno de
una tribu, imperaba el comercio sexual sin obstáculos, de tal suerte que cada mujer pertenecía
a todos los hombres y cada hombre a todas las mujeres. Todo lo anterior dio origen a la
exploración de los diferentes estadios evolutivos de la familia.

 Familia consanguínea

Es la primera etapa de la familia, los grupos conyugales separase aquí según las
generaciones: Todos los abuelos y abuelas, en los límites de la familia, son marido y mujeres
entre sí; lo mismo sucede con sus hijos, es decir los padres y las madres; los hijos de estos
forman, a su vez el tercer circulo de conyugues comunes; y sus hijos, es decir los bisnietos de
los primeros el cuarto grupo.

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En este tipo de familia, los ascendientes y los ascendientes, los padres y los hijos, son los
únicos que están excluidos entre sí, de los derechos y los deberes del matrimonio. El vínculo
de hermano y hermana, en ese periodo, tiene consigo el ejercicio del comercio carnal
reciproco. De tal manera que solo los padres e hijos, de diferentes generaciones no podían
tener relaciones carnales.

 Familia Punalúa

De la familia consanguínea salió, así o de una forma análoga, la estructura de familia a la cual
ha dado Morgan, el nombre de Punalúa, citado por Engels (1980). Según la costumbre
hawaiana, cierto número de hermanas carnales o más lejanas (es decir, primas en prima,
segundo y otros grados) eran mujeres comunes de sus maridos comunes, de los cuales
quedaban excluidos los hermanos de ellas; esos hombres, por su parte, tampoco se llamaban
entre si hermanos (lo cual ya tenía necesidad de ser), sino punulúa, es decir compañero íntimo,
como quien dice consocio. De igual, una serie de hermanos uterinos o más lejanos, tenían en
si un matrimonio común con cierto número de mujeres, con exclusión de las hermanas de
ellos, y esas mujeres se llamaban entre si punalúas. Este es el tipo clásico de formación de
familia que tiene una serie de variaciones, y cuyo rasgo característico esencial era: comunidad
reciproca de hombres y mujeres en el seno de un determinado circulo de familia, pero del cual
se excluía al principio los hermanos carnales, y más tarde también los hermanos más lejanos
de las mujeres, e inversamente también las hermanas de los hombres.

 Familia sindiásmica

Engels (1980) plantea que ante la creciente veda del matrimonio en grupos, fueron
disminuyendo las uniones grupales, las cuales fueron sustituidas por la familia sindiasmica. En
esta etapa, un hombre convive con una mujer, pero de tal suerte que la poligamia y la
infidelidad ocasional, siguen siendo un derecho para los hombres, al paso que casi siempre
se exige la más estricta fidelidad a las mujeres, mientras que dure la vida común y su adulterio
se castiga cruelmente. Pero el vínculo conyugal, se disuelve con facilidad por una y otra parte;
y después como antes , los hijos le pertenecen a la mujer. Este periodo se caracteriza por el
matriarcado, lo que le daba el derecho de pertenencia absoluta de los hijos a la madre.

 La familia monogámica

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Según Engels (1980) esta se origina de la familia sindiasmica, es el periodo que sirve de limite,
entre el estado medio y el estadio superior de la barbarie; su triunfo definitivo es uno de los
signos característicos de la civilización naciente, se funda en el poder del hombre, con el fin
formal de procrear hijos de una paternidad cierta; y esta paternidad exige, que por esos hijos,
en calidad de herederos directos, han de entrar un día en posesión de los bienes de la fortuna
paterna. Se diferencia del matrimonio Sindiasmico, por una solidez mucho más grande del
vínculo conyugal, cuya disolución ya no es facultativa de la mujer. De ahora en adelante solo
el hombre puede romper este vínculo, y repudiar a su mujer.

2.3.3 Tipo de familia

 Familia biológica

Relaciones consanguíneas de una persona a diferencia de las relaciones adquiridas por


matrimonio, adopción o acogida. Familia de origen La familia en la que fue criado un individuo,
la cual puede ser o no su familia biológica.

 Familia disfuncional

Familia en la que las relaciones o la comunicación están dañadas en que sus integrantes no
pueden obtener cercanía y autoexpresión

 Familia enredada

Familia cuyos integrantes se involucran en exceso en la vida de los otros, limitando o


impidiendo de esta manera el funcionamiento sano de la familia como unidad y
comprometiendo la autonomía individual.

 Familia extensa 1.

Unidad familiar que consta de los padres y los hijos que viven en un hogar con otros individuos
a quienes están unidos por parentesco. 2. En las sociedades occidentales modernas, la familia
nuclear junto con otros familiares que viven cerca y que se mantienen en contacto regular.

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 Familia nuclear

Unidad familiar que consta de los dos padres y sus hijos dependientes. Con diversas
modificaciones, la familia nuclear ha sido y sigue siendo a norma en las sociedades
occidentales desarrolladas.

 Familia oportuna

Individuos a los que se considera familiares de alguien, aun cuando no estén relacionados
legalmente con esa persona. Estos individuos participan en la toma de decisiones respecto al
hogar, las responsabilidades y las relaciones significativas de la persona.

 Familia permeable

Versión más fluida o flexible de la familia nuclear que para algunos sociólogos es una norma
que está surgiendo en la sociedad occidental contemporánea.

 Familia recompuesta

Unidad familiar formada por la unión de dos personas, de las cuales una o ambas llevan uno
o más hijos de una o más uniones anteriores al nuevo hogar, también llamada familia fusionada
o familia reconstituida.

 Familia simulada.

Técnica utilizada en el entrenamiento y la terapia en la que se representan situaciones


familiares hipotéticas. En el entrenamiento, la representación corre a cargo de clínico u otros
profesionales. En la terapia familiar, uno o más integrantes de la familia pueden participar con
otros, que desempeñan los papeles de otros miembros de la familia.

Con el desglose de estos términos se tienen mejores argumentos para enfocarse en el estudio
de la familia nuclear como objeto de análisis, concluyendo que las familias con las que
trabajaremos son, entonces, la unión de individuos mediante lazos emocionales y
consanguíneos que viven bajo un mismo techo.

30
2.3.4 Papel de la familia en el desarrollo normal del adolescente

El medio en el que se desarrolla el ser humano, casi en su totalidad, es el grupo familiar;


decimos “casi” porque siempre va a haber la influencia de factores externos menos influyentes
como familiares agregados (abuelos, tíos, parientes en general) y ya cuando el niño entra en
edad escolar empieza a tener baja influencia del medio mediante compañeros y profesores.
Todo esto hasta que empieza a desarrollarse la adolescencia, y todas las características
comunes y que suelen causar malestar en el individuo y su alrededor empiezan a florecer.
Pero mientras eso ocurre la familia es una instancia mediadora entre el individuo y la sociedad;
es el escenario privilegiado en donde se lleva a cabo el desarrollo de la identidad y el proceso
de socialización del individuo (Pérez Montero & Rivera Flores, 2012). Palacios (citado por
Navarro, 2014) nos dice que la familia es el espacio donde se comienza a establecer una
imagen de nosotros mismos. Se crea una determinada autoestima, un sentido de sí mismo,
un nivel de bienestar psicológico, el cual depende en gran parte de la calidad de las relaciones
de apego que ha adquirido el adulto en su niñez. El apego constituye en el desarrollo un núcleo
organizador que siempre se integra con las experiencias sucesivas y nunca se pierde, es
decisivo, tanto por el lugar que ocupa al inicio de los caminos del desarrollo como por su
relación con numerosas funciones evolutivas cruciales: la afinidad social, la modulación de los
estímulos, la regulación emotiva y la curiosidad, por nombrar solamente algunas de ellas. Las
experiencias de apego siguen teniendo, incluso dentro de una perspectiva tan compleja, vital
importancia para la formación de la persona (Sroufe, 2005, pág. 365).

Los adolescentes tienen a la familia como un sistema de referencia donde construyen su


identidad, desde ella y contra ella. La toman como un referente de lo bueno y lo malo, es un
lugar donde se aprende un universo de significados, valores, preferencias, inclinaciones y
expectativas que van a dirigir y dar razón de su conducta (Ortega, 2011). Las relaciones
familiares influyen en como los jóvenes desarrollan las principales tareas propias de su estadio,
su implicación en problemas comportamentales asociados a la adolescencia, así como en la
habilidad para establecer relaciones íntimas significativas y duraderas (Lila, 2006, pág. 18). La
clave para entender la influencia del contexto familiar en el desarrollo reside en la comprensión
de que las interacciones sociales son interiorizadas en el sujeto y son influenciadas por
múltiples factores, entre los que cabe destacar los ecológicos y los genéticos (Arranz, 2010,
pág. 15). Durante los primeros años de la adolescencia los conflictos con los padres resultan

31
naturales y lógicos. A medida que los adolescentes amplían su horizonte mental, empiezan a
darse cuenta de que sus valores y formas de vida familiares no son los únicos posibles. Puede
tomarle mucho tiempo, pero al final, el adolescente probablemente concluirá que, aunque sus
padres no pueden responder a todas sus preguntas, sus opiniones y conocimientos, aún
pueden serle útiles y al menos, resultan conocidos (Conger, 1980). Es por todos estos motivos
que la familia tiene funciones y objetivos principales que cumplir dentro del desarrollo del
individuo. La protección psicosocial de sus miembros y la acomodación y trasmisión de una
cultura (León, 2005) son los objetivos principales de la familia, los cuales se llegan a cumplir
mediante las funciones básicas que se pueden resumir en estos aspectos importantes:

 Brindar afecto: en la familia se dan las condiciones ideales para que el afecto se
manifieste en toda su intensidad, ya que por el hecho de vivir juntos y tener que
compartirlo todo se favorecen las relaciones interpersonales. Cuando las necesidades
afectivas de los miembros están satisfechas, es más fácil resolver cualquier problema
al cual se enfrenten (Martínez, 2005).
 Estabilidad económica: El seno familiar es el lugar donde los adolescentes, en
condiciones típicas, obtienen el sustento para vivir, es decir, ya que en nuestra
sociedad en esa etapa no se acostumbra trabajar, es la familia en donde encuentra
vivienda, ropa, comida, apoyo para el estudio y para los momentos de esparcimiento,
además de todos los gastos relacionados a la salud; dicho de otra manera, la
satisfacción de las necesidades afectivo – emocionales y materiales de sus miembros.
 Biológica y educativa: La función principal de la familia es la procreación y
mantenimiento de la especie, que conlleva al establecimiento y mantenimiento de un
equilibrio que sirva para enfrentar las tensiones que se producen en el curso del ciclo
vital con la creación de condiciones propicias para el desarrollo de la identidad personal
y la adquisición de la identidad sexual, además de la promoción y facilitación del
proceso de socialización de sus miembros y el establecimiento de patrones para las
relaciones interpersonales (Pérez Montero & Rivera Flores, 2012). El aprendizaje y la
creatividad son dos atributos que deben ser estimulados por la familia, ya que de estos
depende el desarrollo pleno de la personalidad (Martínez, 2005).
 Cultural y espiritual: Las costumbres culturales, sociales y religiosas son transmitidas
de generación en generación teniendo como punto de partida la familia, tomando en
cuenta la imitación como una de las vías de adquisición de estos patrones. Los modelos

32
de conducta adecuados hacen que los miembros de la familia logren la plena
integración de la sociedad (Martínez, 2005). El funcionamiento familiar saludable es
aquel que le posibilita a la familia cumplir exitosamente con los objetivos y funciones
que le están histórica y socialmente asignados (Pérez Montero & Rivera Flores, 2012,
pág. 19). La familia en la sociedad tiene importantes tareas, que tienen relación directa
con la preservación de la vida humana como su desarrollo y bienestar se satisfacen las
necesidades más elementales de las personas, como comer, dormir, alimentarse etc.,
además se prodiga amor, cariño, protección y se prepara a los hijos para la vida adulta,
colaborando con su integración en la sociedad.

2.3.5 La familia disfuncional


A medida que desaparecen las redes sociales tradicionales, la estructura de la Familia se
remodela y a veces se viene abajo, y la capacidad de los sistemas de apoyo de la familia y la
comunidad disminuye. Al ver cómo su mundo pierde seguridad, coherencia y estructuras, los
adolescentes se ven abocados con demasiada frecuencia a hacer elecciones difíciles, casi
siempre sin nadie que los ayude. Muchos de los riesgos que asumen los adolescentes no son
tanto un reflejo de sus propias actitudes y deseos, sino más bien la consecuencia de presiones
que ejercen sobre ellos algunos adultos, por sus formas de comportamiento abusivas y
explotadoras, por los ejemplos que establecen y por las políticas que crean (UNICEF, 2000).
Para esclarecer que es una familia disfuncional, debemos, en primera instancia conocer a que
llamamos familia funcional, pues para Quiroz (1985) (citado en Ruales, 2005) es la familia cuyo
conjunto de relaciones permite a cada miembro, experimentar un óptimo sentimiento de
satisfacción y desarrollo.

La familia funcional (término que se utilizará meramente con fines de la investigación, ya que
desde un punto de vista realista, porque es una cohesión solamente imaginaria, debido a que
la célula familiar es fragmentada y frágil en general) posee ciertas características que permiten
el desarrollo emocional del individuo, entre las cuales podemos anotar la adecuada
diferenciación entre los subsistemas que componen la familia, o sea, jerarquía definida con
una clara autoridad de los padres, comunicación expedita, en un clima emocional estable y
cálido, con aceptación y respeto mutuo; límites diferenciados con el medio externo y la familia
de origen; plasticidad para adecuarse a las características idiosincráticas de cada miembro, a
los cambios provenientes del interior y del exterior de la familia y para manejar las potenciales
crisis (Almonte, 2009, pág. 53).

33
Dicho de otra manera, una familia que funciona es la cual tiene un respeto claro y oportuno
por cada uno de sus miembros, sea cual fuere la edad que tengan, además de que hacen
respetar las jerarquías pero sin necesidad de ser autoritarios ni agresivos los unos a los otros,
lo que conlleva a una comunicación basada en la confianza y por lo mismo a un 35 desarrollo
individual y de identidades acorde a las diferentes etapas de los individuos que conforman el
núcleo sistémico familiar.

Entonces, una familia disfuncional sería la que, como su nombre mismo dice, “no funciona”
dentro de los parámetros establecidos, es aquella que no logra cumplir cabalmente las tareas
que se esperan de ella y presentan una perturbación en su funcionamiento interno, que
repercute en la salud mental de uno o más de sus miembros (Almonte, 2009). Cuando el
sistema familiar no logra corregir la perturbación en su funcionamiento, se desarrollan círculos
de interacción viciosos que aumentan la problemática a nivel interaccional y sintomático
(Almonte, 2009).

En la forma en que los padres manejen los limites dentro de la relación con sus hijos, estos
tendrán diferentes formas de interactuar al momento de socializar. En el siguiente cuadro se
explica cómo los diferentes modelos de crianza afectan en la actitud del individuo:

TIPOS DE PADRES TIPOS DE HIJOS


Autoritarios  Tímidos y poco tenaces a la hora de
Exigen obediencia y son partidarios del castigo perseguir metas
físico y verbal, no hay oportunidad al dialogo, los  Actúan influidos por el miedo mas no por
limites son rígidos y son poco comunicativos y convicción
afectivos.  Baja autoestima al no verse a sí mismo
como responsables de su éxito o fracaso
 Tienden a ser poco alegres, infelices,
irritables y vulnerables
Permisivos  Tienen problemas para controlar sus
Tienen una actitud general positiva hacia el impulsos
comportamiento del hijo, aceptan sus conductas,  Demuestran dificultades a la hora de
deseos e impulsos y usan poco el castigo, asumir responsabilidades
acostumbran a dialogar con el hijo pero no exigen

34
responsabilidad ni orden, utilizan el razonamiento  Son inmaduros y presentan baja
pero rechazan el poder y el control. Expresan autoestima
limites ambiguos.  Son más alegres y vitales que los hijos
con padres autoritarios
Democráticos  Tienen niveles altos de autocontrol y
Son padres afectuosos, que refuerzan con autoestima
frecuencia el comportamiento del niño e intentan  Son capaces de afrontar situaciones
evitar el castigo, son más sensibles a las nuevas con confianza en iniciativa
peticiones de los niños pero al mismo tiempo les  Muestran persistencia en lo que inician
controlan y dirigen tomando en cuenta sus puntos  Se relacionan fácilmente con otros, son
de vista, sentimientos y capacidades evolutivas, independientes y cariñosos
plantean a los hijos exigencias de madurez e  Poseen criterios personales acerca de
independencia. Presentan limites flexibles según cuestiones morales teniendo opiniones
sea el caso propias
Tipos de educación parental y características de los hijos según cada una (Enciclopedia
Océano, 2001)

2.3.6 Depresión y familia

Los factores causales de la depresión en el adolescente son múltiples, entre ellos el genético,
ya que se ha demostrado mayor riesgo de depresión en hijos de personas que presentan
trastornos afectivos. Así mismo, se ha informado la presencia de factores biológicos como el
descenso de dopamina, noradrenalina y serotonina. Se han detectado factores individuales
como labilidad emocional, formación de una nueva imagen de sí mismo, actitud
autodestructiva, falta de maduración y falta de logros académicos. Los factores sociales como
la familia, la escuela, los compañeros y las relaciones sociales también desempeñan un papel
importante en la génesis de la depresión del adolescente. Respecto a la interacción padre e
hijo, las alteraciones más frecuentes en los adolescentes deprimidos son el carácter autoritario
o permisivo de los padres, la ruptura de lazos familiares, la riña continua de los padres, el
rechazo de los padres y la falta de comunicación.

35
La disfunción familiar es un factor predisponerte para el desarrollo de conductas poco
saludables en los adolescentes agravándose al asociarse con la edad, escolaridad, ocupación,
estado civil. Esto hace necesario el apoyo de los padres acuerdo con el grado de madurez, en
la medida que requiere mayor calidad de tiempo para compartir, demostrar confianza,
solidaridad y afecto. Aun cuando se sabe de la existencia de factores externos a la familia que
pueden estar influyendo en las crisis biológicas de desarrollo o emocionales que enfrentan
cotidianamente.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión es uno de los trastornos de


mayor prevalencia en la población, afectando a todas las comunidades en el mundo; los
trastornos depresivos comienzan a menudo a temprana edad. En adolescentes de todo el
mundo el predominio de la depresión es del 4 al 8 %; a nivel latinoamericano la prevalencia se
encuentra entre el 7 y 9 %. Así, la depresión es considerada uno de los problemas psicológicos
que más afecta a la población juvenil (OMS, 2012).

Un posible factor causal de la depresión está relacionado con las disfunciones a nivel familiar,
situación que cada vez es más frecuente y que ha ido en aumento a lo largo de los años.
Investigaciones previas han evidenciado que la ausencia de figuras de autoridad de uno o
ambos progenitores por separación o divorcio, afecta de forma significativa el bienestar
psicológico de cada uno de los integrantes que hacen parte de la familia; el proceso de
separación conyugal es un factor relevante que puede generar repercusiones en la salud
mental de todos los miembros de la familia; sin embargo, los hijos pueden ser los más
afectados y podrían experimentar sentimientos de culpabilidad, ansiedad y depresión, además
de desencadenar con el tiempo problemas de inadaptabilidad escolar, personal y social.

Estas situaciones conllevan a alteraciones en el funcionamiento familiar y pueden traer consigo


alteraciones en el estado de ánimo (Quinde & France, 2014; Vargas, 2014). Seijo, Novo,
Carracedo & Fariña (2009), concluyen en su investigación que la experiencia de separación
se relacionaba con una mayor incidencia de alteraciones emocionales en los adolescentes y
que los hijos de padres separados han recibido más atención psicológica a lo largo de su vida,
lo cual da cuenta de las posibles alteraciones en la salud mental que puede llegar a presentar
la población adolescente, siendo así un factor de riesgo que requiere estudios investigativos
para generar aportes en pro de la prevención de problemáticas relacionadas con la salud
mental. El funcionamiento familiar en la adolescencia exige ajustes en el sistema de crianza,

36
y la relación parental que se establece en esta etapa del ciclo vital juega un papel importante
en el desarrollo emocional y comportamental de los adolescentes, por ende si existe una
relación adecuada entre los miembros de la familia, se generaría un factor protector que
permitiría prevenir posibles psicopatologías (Álvarez, Ramírez, Silva, Coffin, Jiménez, & 2009;
Almonte & Mont, 2013).

Investigadores como Velez y Ferrel (2014) afirman que los síntomas de la depresión mayor
afecta a niños y niñas con un incremento progresivo con la edad; las tasas de prevalencia de
un trastorno depresivo mayor aumentan desde las tasas de la infancia alrededor del 1,2 %
hasta el 6,8 % al final de la adolescencia, motivo por el cual, la adolescencia es una etapa del
ciclo vital vulnerable para la presencia de síntomas depresivos.

37
CAPÍTULO IV. CONCLUSIONES.

El objetivo principal del presente trabajo era identificar claramente la influencia que tienen los
factores familiares en el desarrollo de la depresión en los adolescentes, ya que los
adolescentes están expuestos a diversos factores que los vuelven sensibles y sumamente
perceptibles a su entorno, y que éstos mismos podrían desencadenar sintomatologías
importantes, como lo es la depresión. Como lo hemos visto, la familia juega un papel
fundamental en el desarrollo del adolescente, es por eso mismo que la dinámica familiar puede
influenciar de manera importante el comportamiento o los padecimientos del mismo.

Es indispensable que desde el ámbito interdisciplinar se logren proporcionar las herramientas


necesarias desde la infancia para el desarrollo psicológico, biológico, social y cultural de los
individuos; de esta forma se aportará en prevenir que el ambiente familiar pueda llevar al
adolescente a verse inmerso en situaciones perjudiciales que conduzcan al padecimiento de
síntomas depresivos. Igualmente, incluir el papel de la escuela como factor protector hacia el
riesgo de presencia de depresión, por medio de una adecuada orientación que permita
fortalecer la interacción padres e hijos.

Aunado a esto, es importante establecer objetivos dentro de los planes de intervención en el


tratamiento psicológico de adolescentes que sufran de este padecimiento, con el fin de lograr
el bienestar del individuo afectado y su relación familiar. Algunos de los objetivos más
importantes son:

 Reducir el malestar y los síntomas depresivos (conductas de tristeza, irritabilidad,


llanto). Teniendo en cuenta los cambios psicofisiológicos y hormonales propios de la
etapa evolutiva y la aceptación de estos cambios.
 Ayudar a comprender los síntomas depresivos y adquirir creencias más adaptativas y
saludables.
 Identificar y modificar las distorsiones cognitivas.
 Promover una cohesión grupal que favorezca la adherencia a la terapia y el apoyo
social como factor de protección frente a los trastornos psicológicos.
 Favorecer la regulación emocional adecuada, mejorar la identificación de emociones y
la expresión emocional.

38
 Promover la autobservación, autoconsciencia y el control de la atención.
 Mejorar la comunicación en las relaciones con su entorno, con sus iguales y su familia,
considerando el apoyo social un factor de protección frente a trastornos mentales.
 Aumentar la percepción de autoeficacia de los adolescentes y su proceso de resolución
de problemas, aumentando la flexibilidad cognitiva.
 Clarificar las metas y valores personales.
 El mantenimiento de la mejoría, la constancia del tratamiento y la prevención de
recaídas.

Considerando cada uno de estos objetivos, se puede lograr un cambio notable en la


personalidad del adolescente propenso o que sufre depresión, integrando cada uno de los
elementos que lo rodean y fortaleciendo las herramientas y/o recursos con los que se cuente,
según sea el caso; considerando las relaciones familiares como mayor punto de apoyo para
lograr el bienestar en todos los ámbitos del paciente.

39
BIBLIOGRAFÍA.

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