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El Centro Editor de América Latina agradece a la

Biblioteca -Ayacucho de Caracas fa gentil autorización



UNA NACION- PARA EL DESIERTO ARGENTINO

para publicar este libro, cuyo texto es__el prólogo. a: A Carlos Real de Asúa
Proyecto y construcción de una nacwn ( Argentma
1846-1880), Caracas, Biblioteca Ayacucho, n~ 68, 1980.
En 1883; al echar una mirada sin embargo sombría
sobre su Argentina, Sarmiento creía aún posible sub-
rayar la excepcionalidad de la más reciente historia
argentina en el marco hispanoamericano: "en toda
la América española no se ha hecho para rescatar a
un pueblo de su pasada servidumbre, con mayor pro-

\J~,
digalidad, gasto más grande de abnegación, de virtu-
des, de talentos. de saber profundo, de conocimientos
prácticos y teóricos. Escuelas, colegios, universida-
~ _ C.fAl. 1 des, códigos, letras, legislación, ferrocarriles, telégra-
fos, libre pensar, prensa en actividades. . . todo en
treinta años". Que esa experiencia excepcional con-
servaba para la Argentina un lugar excepcional en-
tre los países hispanoamericanos fue convicción muy
largamente compartida; todavía en 1938, al proiogar
Facundoª, Pedro Henríquez Ureña creía posible ob-
servar que su sentido era más directamente com-
prensible en aquellos países hispanoamericanos en
que aún no se había vencido la batalla de Caseros.
He aquí a la Argentina ofreciendo aún un derrotero
histórico ejemplar -y hoy eso mismo excepcional-
en el marco hispanoamericano.
¿En qué reside esa excepcionalidad? No sólo en que
la Argentina vivió en la segunda mitad del siglo XIX
una etapa de progreso muy rápido, aunque no libre
de violentos altibajos; etapas semejantes vivieron
otros países, y el ritmo de avance de la Argentina
independiente es, hasta 1870, menos rápido que el
de la Cuba todavía española (que sigue desde luego
pautas de desarrollo muy distintas).
© 1982 Centro Editor de América Latina S. A. - Junín 981,
La excepcionalidad argentina rndica en que sólo
Buenos Aires. . allí iba a parecer realizada una aspiración rnuv com-
Hecho el depósito . de ley. Libro de Edi~ó'.1. argentina. Im-
preso en julio de 1982. Tapa: Talleres uray1cos E~\.VA.R~. partida y muy constantemente frustrada en el resto
SAIC y F, Independencia 3277 /79. Bu~nos ~1res. Pliego? in- de Hispanoamérica: el progreso argentino es la encar-
teriores: Compañía General Fabril Financiera, ~·A., lnart~
2035 Buenos Aires. Distribuidores en la Republ1ca Argenti- ª Domingo Faustino .Sarmiento, Facundo, Buenos Aires,
na Capital: Mateo Cancellaro e Hijo, Echeverría 2469, 59 C. Centro Editor ele América Latina, Biblioteca Argentina
Buenos Aires. Interior: Ryela SAICIF y A, Belgrano 624. Fundamental. nQ 18, 1Y79.
6? p., Buenos Aires.
ISBN 950 25 0628 6 7
nación en el cuerpo de la nac10n de lo que comenzó satisfactoria. Otra comenzó a ofrecerse:' el sunuesto
pur ser un proyecto formulado en los escritcs de aiw- consenso nunca existió y las luchas que llenara~ esos
n_os arge~t~nos ~uya _única arma polírica era s;.1 supe- treinta años de historia argentina expresaron enfren-
~or clanv1dencl~. No es ~orprendente no hallar pa-
tamientos radicales en la definición del futuro na-
·ª!elo .fuera de ta Argentma al debate en aue Sar- cional. Es ésta Ja interpretación más favorecida por
n:-1ento Y Al~erdi, esgrimiendo sus pasadas ·publica- la corriente llamada revis.ionista, que -de descubri-
mi~- ib_a a terminar pos..!Jd!ª-ndo
c1.ones: se disputan la paternidad de la etana de
h1stor::a que se abre en 1852. · 1ª existencia de una alternativa puntual a ese pro-
Sólo que esa etapa no tiene nada de la serena y~
yecto nacional elaborado a mediados del sido· una
ten8:z industriosidad que se espera de una cuvt1 co- alternativa derrotada por una sórdida conspi;ación
metido e~ construir una nación de acuerdo cO'n pla- de intereses, continuada por una igualmente sórdida
nos precisos en torno de los cuales se , ha reunido conspiración de silencio que ha logrado ocultar a
los argentinos Jo más valioso de su pasado.
Y~ ;in consenso sustancial. Está marcada de acciones
v101entas y palabras no menos destempladas: si se Lo que ese ejercicio de reconstrucción histórica -en
abre con la conquista de Buenos Aires corno desen- qGe la libre invención toma el relevo de la explora-
lace de una guerra civil, se cierra casi treinta años ción de1 pasado para mejor justificar ciertas opciones
después con otra conquista de Buenos Aires; en ese políticas actuales- tiene de necesariamente inacep-
breve espacio de tiempo caben otros dos choques table, no debiera hacer olvidar que sólo gracias a él
armados entre el país y su primera provincia, dos se alcanzaron a percibir ciertos aspectos básicos de
alzamientos, de importancia en el Interior, algunos es- esa etapa de historia argentina. Aunque sus traba-
bozos adic~onales de guerra civil y la más larga v cos- jos están a menudo afectados, tanto corno por el
tosa guerra internacionai nunc& afrontada por el naís. deseo de llegar rápidamente a conclusiones preesta-
La disonancia entre las perspect!vas iniciales \: esa blecidas. por una notable ümorancia del tema fueron
azarosa navegación no podía dejar de ser percibida. quienes ado12taron el punt~ de '\'Ísta revis~or{ista.los
Frente a ella, la tendencia que primero dominó entre que 12r1.mero ~TTiaron la a~~nc!~1:1 soJ?I~ e( hecho, 0n
qui~nes comenzaron la exploración retrospecti\'a del eJ11bargo obv10, de que esa detrrnc:ón de un provecto
penado fue la de achacar todas esas discordias. pa~-na Argentina futuras~---·daba .enun - cor{texto
que venían a turbar el que debía haber sido con~ i~~olog1co_marcado por la .~riS_1~~·Cf~J_--.JI_beialismo._qµe
corde , ~sfuerzo constructivo. a causas frívolas y s1~1848, y en_g~_)nte'J::n_ª~ion..a.ls?.@G:terlia_dp_Q.Qr
anecdot1cas; los protagonistas de la etapa -se nos u.na expa!!filgn del .centro_capiJª_lig§l_h?,9ca~.LP~rit_g_­
a~eguraba una vez y otra- querían todos sustan- na. que los definidores de ese proyecto se_J2r_º1Jonian
a 1~~~elerar y utilizar.-- --- -------- -- --
c1almente lo mismo; en su versión más adecuada a
l~ creciente popular;dad del culto de esos protacro- Aquí se intentará partir de ello, para entender me-
mstas como héroes fundadores de la Argentina ~o­ jor el sentido de esa ambiciosa tentativa ,de trazar
de~na, sus choques se explicaban (y a -la vez des- un plano para un país y luego edificarlo; no sé bus-
pojaban de todo sentido). como consecuencia de una cará sin embargo en la orientación de ese proyecto
sucesión de deplorables malos entendidos· en otra la causa de las discordias en med!o de las cuales
ve:sión menus frecuentemente ofrecida, se Íos ten·día debe avanzar su construcción. Más bien se la ha
a mterpretar a partir de rivalidades personales v de creído encontrar en la distancia entre el efectivo
grupo, igualmente desprovistas de ningún corr~Iato lega~o político de la etapa rosista y el inventario que
político más general. ~ de el trazaron sus adversarios, ansiosos de transfor-
La discrepancia seguía siendo demasiado marcada marse en sus herederos, y que se reveló demasiado
para que esa explicación pudiese ser considerada optimista. Si la acción de Rosas en la consolidación

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de Ja personalidad internacional de1 nuevo país deja
Muy compartida sobre todo por esas mentes esclare-
un legado permanente, su afirmación de la unidad
cidas o que se consideran taJes, y que descubren a
internn basada en la hegemonía porteña no sobrevivt::
cada naso -con decreciente sorpresa, pero no con
a su derrota de 1852. Quienes creían poder recibir en J meno; intensa a..."'Ilargura- hasta qué punto su supe-
herencia un Estado central al que era preciso dotar' f rior preparación y talento no las salva, si no nece-
'de una definición .institucional precisa, pero que, aun ¡._:·
sarfamcnte de la marginación política, sí de iimita-
ant~s de recibirlo, podía ya ser utilizado para cons- . ciones tan graves a ia influencia y eficacia de su
trurr una n;.ieva naci_ón, van a tener que aprender que
acción que las obligan a preguntar~~ tma vez y ~t:a
ant~s que esta -o Junto con ella- es preciso cons- si tiene aím sentido poner esas cuahaades al serv~c10
truir el Estado. Y en 1880 esa etapa de creación de 1 de la vida pública de sus países.
una realidad nueva puede considerarse cerrada. no /
Es decir que esa concepción del progreso nacional
porque sea evidente a todos que la nueva nación ha
surge como un desiderátum de las élites letradas his-
sido edificada, o que la tentativa de construirla ha
panoamericanas, sometidas al clima inesperadamer:te
fracasado irremisiblemente, sino porque ha culmi-
nado la instauración de ese Estado nacional aue se inhóspito de la etapa que si~e a ia Independen~~ª·
suponía preexistente. ~ 1 Esta indicación general reqmere una formulac10n
más concreta: en la Argentina esa concepción será
Esta imagen de esa etapa argentina ha orientado ¡ el punto .de llegada de un largo examen de conci:ncia
la selección de los textos aquí reunidos*. Ella im- ·¡ sobre la posición de la élite letrada posrevoluc10na-
ponía tomar en cuenta el delicado contrapunto entre
dos temas dominantes: construcción de una nueva na-
ció_n; construcción de un Estado. El precio de no
¡
1 ria emprendido en una hora crf tica del desarrollo
poÍítico del país por la generación de 1837.
ti
En 1837 hace dos años que Rosas ha llegado por
d_eJar de lado un aspecto que pareció esencial es una segunda vez al poder, ahora como indisputado jefe
c:~rta heterogenei~ad de los materiales reunidos; jus- de su provincia de Buenos Aires y de la facción
tificar si;i presen~ia dando cuenta del complejo en- federal en el desunido país. Su victoria se aparece
trelazarmento de ideas y acciones que subtiende esa a todos como un hecho irreversible y dest]nado a gra-
etapa argentina es el propósito de la presente in- vitar durante décadas sobre la vida de la entera
troducción.
nación. Es entonces cuando un grupo de jóvenes pro-
venientes de las élites letradas de Buenos Aires y el
Interior se proclaman destinados a tomar el relevo de
la clase política que ha guiado al país desde la revo-
LA HERENCIA DE LA GENERACION DE 1837 lución de Independencia hasta la catastrófica ten-
tativa de organización unitaria de 1824-27. Que esa
clase política ha fracasado parece, a quienes aspiran
Se_ ha señalado cómo, al concebir eI progreso ar- ahora a reemplazarla, demasiado evidente; la medida
gentino como la realización de un proyecto de nación de ese fracaso está dada por el triunfo, en el país y
previamente definido por sus mentes más esclareci- en Buenos Aires, de los tanto más toscos jefes
das. la. ~rgentina de 1852 se apresta a realizar una federales.
aspirac10n. muy compartida en toda Hispanoamérica. Frente a ese grupo unitario raleado por el paso
1
del tiempo y deshecho por la derrota, el que ha toma-
. * Este texto fue publ.icado por primera vez como prólogo l. do a su cargo reemplazarlo se autodefi.ne como la
ª. ui:~ extensa antolog:ra: Proyecto y construcción de una ' Nueva Generación. Esta autodefinición alude explí-
!vacwn (Argentina 1846-1880), Caracas, Biblioteca Aya- citamente a lo que lo separa de sus predecesores;
mucho, 1980, en + 600 págs.
-implícitamente, pero de modo no menos revelador,
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. .- entusiasmo con que la Nueva Gener~c::_i~n reqQg~de
alude a todo lo que no lo separa. No Jo distingue, -~h Cous1n el ru:i~io.Jleiaséibáam~ d7 ~a razón, pero
' por ejemplo, una nueva-y diferente extracción regional- · es previa a la adopción de es_~ _prmc~p10 Y capaz de
º social. Por lo contrario, esa Nueva Generación, -en convivir con otros elementos ideológicos que ~nt~an
esta primera etapa de-actuación polític;:a, r?arece co_I!- en conflicto con él. La presencia de esa convicción
siderar la hegemonía de la clase letrada corno el ele- inquebi:-antable subtiende el Credo de la Joven G_e•
mento básico deT-oiden pol7Hco af _güe a_sp}ra~-y-su neración, redactado en 1838 por Esteban Echeverna;
apasfoñaaay-a-~ratos~desp1adada exploración de las y brinda coherencia a la marcha _tortuosa y a me-
culpas de la élite revolucionaria parte de la premisa nudo contradictoria de su pensam1ento. Para poner
de que la principal es haber destruido por una suce- un ejemplo entre muchos posibles, ella colorea de
sión de decisiones insensatas, las bases mismas de modo inequívoco la discusión sobre el papel del su~~a­
esa hegemonía, para dejar paso .a la de los tanto gio en el orden político que la Nue''.ª. _Generac10n
más opulentos, pero menos esclarecidos, jefes del fe- propone y caracteriza corno d~mocratic~. Que el
deralismo. La hegemonía de los letrados se justifica sufragio restringido sea preferido al umvers~l. ~s
por su posesión de un acervo de ideas y soluciones acaso menos significativo que el hecho de que, ~ JUlCIO
que debiera permitirles dar orientación eficaz ~.yn2 del autor del Credo, el problema de la extensión del
sociedad que la Nueva Generación ve como esencial- sufragio puede y debe resolverse por un debate
mente pasiva, como la materia en la cual es de res- interno a la élite letrada.
ponsabilidad de los letrados encarnar las ideas cuya El modo en que esa élite ha de articularse con
posesión les da por sobre todo el derecho a gober- otras fuerzas sociales efectivamente actufu"1tes en la
narla. Es poco sorprendente, dada esta premisa, que Argentina de la tercera década. independiente no es
la Nueva Generación no se haya contentado con una considerado relevante; en puridad no hay -en la
crítica anecdótica de los f aux-pas que los dirigentes perspectiva que la Nueva Generación ?~ adoptado-
unitarios acumularon frenéticamente a partir de 1824; 1
que se consagrase en caro bio a buscar en ellos el
reflejo de la errada inspiración ideológica que la
¡ otras fuerzas que puedan contarse legitimamente en-
tre los actores del proceso político en que la Nueva
Generación se apresta a intervenir, sino a lo sumo
generación revolucionaria y unitaria había hecho suya. como uno de los rasgos .de esa realidad social que
Es aún menos sorprendente que, al tratar de mar- 1f habrá de ser·moldeada de acuerdo a un ideal político-
car de aué modo una diferente eperiencia formativa social conforme a la razón.
ha preservado de antemano a la Nueva Generación Sin duda ello no implica que la Nueva Generación
de la reiteración de los errores de su predecesora, no haya buscado medios de integrarse eficazmen~e
sea la diferencia en inspiración ideológica la que en la vida política argentina, y no haya. ,comer:zac:o
se sitúe constantemente en primer plano. El fra- por usar una ventaja sobre la generac10n umtana
caso de los unitarios es, en suma, el de un grupo menos frecuentemente subrayada que su supuesta-
cuya inspiración proviene aún de fatigadas supervi- mente superior inspiración ideológica. Los más en-
vencias del Iluminismo. La Nueva Generación, colo- tre los miembros de la Nueva Generación (un grupo
cada bajo el signo del Ro~nanticismo, cstá_J.?.9.Le.S.omi.S..:: en sus orígenes extremadamente reducido de jóvenes
mo me3or pre~rada paraasumfr-~Íl!.~i.Q.~ir~s:­ ligados en su mayoría a. l.a Universi~~d de Bu~nos
tiva que sus propiQs d~varíos arrebatru:on a Ia Aires) pertenecen a farrullas de la. ,elite portena o
UDita'tia. provinciana que han apoyado la facc10n federal o han
~Estanüción básica -la de la soberanía de la das~ hecho satisfactoriamente sus paces con ella, Y el papel
letrada, justificada por su posesión exclusiva del sis- de guías políticos de una facción cuya indigencia ideo-
tema de ideas de cuya aplicación depende la s_alud lógica le hacía necesitar J.rgentemente de ellos, no
pulítica y nu sólo política de la nación- explica el
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dejó de parecerles atractivo. El grupo surge enton- 1846 está desterrado en un Montevideo sitiado ,por
ces corno un circle de pensée, decidido a consagrarse _ las fuerzas :rosistas (allí ha de morir tres años más
por largo tiempo a una lenta tarea de proselitismo ' tarde). De esa gran cris'.s ia hegemonía rosista ha
de quienes ocupaban posiciones de influencia en la salido fortalecida: por pri.rne;.·a vez desde la disolu-
constelación política federal, en Buenos Aires y el ción del Estado central en 1820, un ejército nacional
Interior. Es la in~era9:?._~g:ggj~a.fió¿1 de los con- que es ahora en verdad el de la provincia de Bue-
füctos políticos a partir de í838, corí--eT--errtre1a.Za- nos Aires, - ha alcanzado las fronteras de Ch!le y
mient5~-a.era--ci:isis-Ü~gu§Y_a _y la argenti~a y los Bolivia. La represión que ~iguió a la victoria resista
cóffifenzos de la mtervención franceSct:-ia-gueianza ·-fue aún más eficaz que ésta para persuadir aJ p_er-
a una acción más militante a un grupo oue se había sonal político provinciano de las ventajas de una .
c~"""}ao hasta entonces desprovisto de la pos1 bilidfili disciplina más estricta en el seno de ·una facción
de inrlmr de modo directo en un desarrollo político federal que Rosas había convertido ya del todo en
sólldaiñeñ1e estabilizado. Juan Bautista Alberdiel instrumento de su predominio sobre el país.
joven tucumano protegido por el gobernador fed~ral El fracaso de la coalición antirrosista es el d~
de su provincia, se marcha al Montevideo antirro- em~icado no sin lógica Jos principios
sista; un par de años más y Vicente Fidel López, de acción implícitos en l,a imagen de. la real!dad
hijo del más alto magistrado judicial del Buenos Aires política vsocfal adoptada por la Nueva Generación.
rosista, participará del alzamiento antirrosista en Cór- Para ella-setratába de enrolar cuantos instrumentos
doba y Marco fo vellaneda, amigo y cornprovinciano de acción fuese posible en la ofensiva antirros3sta.
de Alberdi, llegado a gobernador de Tucumán luego El problema de la coherencia de ese frente político
del asesinato del gobernador que había protegido las no se planteaba siquiera: sería vano buscar esa
primeras etapas de la carrera de éste sumará a coherencia en la realidad que la Nueva Generación
Tucumán y contribuirá a volcar a todo ~1 Norte del tiene frente a sí; sólo puede hallarse en la mente
país al mismo alzamiento. Pero los prosélitos que de quienes suscitan y dirigen el proceso. que son desde
la Nueva Generación ha conquistado y lanzado a la· luego los miembros de esa renovada élite letrada.
acción son sólo una pequeña fracción del impresio- Ello crea una relación entre ésta y aquéllos a quie-
nante conjunto de fuerzas que se gloría de haber nes ve como instrumentos v no como aliados, que
desencadenado contra Rosas. Desde la Francia de no podría sino estar marcada por una actitud ma-
Lu:s Felipe y la naciente facción colorada urwmava ' nipulativa; el fracaso se justificará mediante una
h~sta los orgullosos herederos riojanos de Fa'éun"ct; condena póstuma del instrumento rebelde o ineficaz.
Quiroga y santafesinos de Estanislao López (los dos Para Echeverría, su grupo no llegó a constituirse en
grandes jefes históricos del federalismo provinciano), la élite ideológica y política del Buenos Aires rosista
desde el general Lavalle, primera espada del unitar:-s- porque Rosas resultó no ser más que un imbécil y
rno, hasta sectores importantes del cuerpo de oficiales un malvado que se rehusó a poner a su servicio su
de Buenos . Aires y el propio presidente de la Lecrisla-
b poder político; si Rosas no fue derrocado en 1840,
tura e íntimo aliado político de Rosas, el censo es, se debe .a que Lavallc no era más que "una espada
en verdad, interminable. sin cabeza", incapaz de aplicar eficazmente las tác-
Pero corno resultado de esa aventura embriaga- ticas sugeridas por sus sucesivos secretarios, Alberdi
dora, la Nueva Generación sólo podría exhibir el no y Frías (también éste recluta de la Nueva Genera-
menos impresionante censo de mártires a los que ción). Esa experiencia trágica sólo confirma a Eche-
Esteban Echeverría dedica con melancólico orgullo su verría en su convicción de que la cgher:encia gue falta
Ofeada retrospectiva sobre el movimiento intelectual al antirrosismo ha de alcanzarse en el reino de las
en el Plata desde el aíío 37. Cuando la publica en idea5;eii -1846, luego de una-cátástrofe comparable
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~ la que ~,su J1;11CH? ha conde~ado para siempre a de la élite letrada dejan en la- evolución del pensa-
la generac10n umtana, cree posible justificar la tra- miento pol:tico ~'.:·geniíno? No, sin duda. En la
yectoria recorrida por su grupo, a p·artir de un aná- -Creencia, como en !c:t Oiccida rctrcs¡;e~-:tiva (y toda-
lisis mengs alusivo de lo que ideológica.TTiente lo se- vía más en los cst.-rilus tempranc;s de quienes,
para de la tradición unita.:-ia. como .•uan B.:iutis~~1 tJ~x~di o Vicente Fidel López,
La conexión entre la errada inspiración ideológica han comenzado bien pronto c:t definir una persona-
de la generación unitaria y su desastros;:i inclina¿ión lidad intdectu::i!, vigorosa e independ:ente, en cuya
por las ·controversias de ideas, es subrayad2 ahora fo:rmación Jos eslíml:los que provienen de su inte-
con energía aún mayor que en la Creencia de 1838. gración en el grupo generacional de 1837 se combi-
L~ noción de uni::lad de creencia -herencia saintsimo- nan ya con otros mu~· variados) se hallarán aná-
mana que no había desde luego estado ausente en- lisis ele problemas y :ispectos de la realidad nacional
tonces- o.cupa un lugar aún más central en la Ojeada (y de i:ls alternativas políticas abiertas para enca-
1·etrospec!iva. Esa exigencw. de unida::.l se traduce en rarlos) Q!..lC están destinados a alcanzar largo eco
l~ pos:u.lación de un coherente s:stema de princi- durante Ja segund:i. mitad del siglo, e incluso más
p10s bas1cos en torno a los cuales la unidad ha de allá (también es cierto que, en esas consideraciones
forjarse. Y ~-ue deben servir de soporte no sólo para de problemas específicos por el grupo de 1837, el
la elaborac10n de propuestas precisas para la trans- legado de ideas de las generaciones anteriores es
formación nacional, sino para otorgar ia necesaria fir- mucho más rico de lo que la actitud de ruptura
meza a los lazos sociales: ese sistema de principios programática con el pasado haría esperar). Aun
es, en efecto, algo más que un conjunto de verdades as:í, si_es posible rastrear en Jos escritos de ma·
t~ansparentes a la razón o deducidas de la experien- durez de Albe1:dJ. de Juan María Gutiérrez. de Sar-
Cla; es -en sentido saintsimoniano- un dos:rma des- miento. tc:nas v TIC)S:Í9.!.1~.$ gu_~~- estaban_ presentes
tinado a ocupar, como insp:ración \' rruía d~ la con- en las reflexioDes de 1837, no_¡;~_ sicm~ sencillo
duct'.1 indjvidual y colectiva, el iuga·r que en la Edad estál51ecer hasta dónde su presencia refleja una con-
Media alcanzó el crístian~smo. tinilíCia3 ideológica l·eal; hasta tal punto sería abu-
El problema está en que la existencia de este sivo considernr el interés por esos temas y noc:o.
sistema coherente de principios básicos es sólo pos- nes, encar2dos por tantos y desde tan variadas pers-
tulada en la Ojeada r;;zrospe::tiva; al parecer E~he­ pe::tfras antes y después ele 1837, la marca distintiva
v.erría había llegado a convencerse de que era pre- de urw 7Tadición ideológ:ca prccisCJ..
cisamente ese sistema Jo que hc.bía sido proclamado En cambio, esa avasalladora pretensión de cons-
en la Creen.cía de 1838; esa com•icción parece sin tituirse en guías ctcI nuevo paíS·Tv su-~}U.súficacióñ
embargo escasamente justificada: el eclecticismo sis- por Ja poscsi0nocún-Séi1\;a-do1=- sistema de ideas que
temáti.co de_ la Nueva. Generación tiene por precio no condescienden a definir con precisión) está des-
una c1erta mcoherencra que el estilo oracular por tinada a alcanzar una influencia quizá menos inme-
ella adoptado no logra disimular del todo; es por diatamente evidente pero más inequívocamente atri-
otra parte demasiado evidente que aJ¡zunas tomas buible al nuevo grupo generacional de 1837. Here
~e ~o_sición, cuya validez universal se p~stula, están dera de ella es la noción de q_u_e la acción política
mspu:adas por motivaciones más inmediatas y cir- para justificarse, aeoe·ser un esfuerzo por )_D}Q_oner,
cunstanciales. a una Argeñfina que en cuar_ellt_él_qño~ de rev_oJudó_n
¿~~ .~dhesión a un sistema de principios cuya no na podido alcanz-ar su forma, una "estructura que
deflmc10n nunca se ha completado y cuya interna debe ser, arites que-·eT.resultado de la experiencia
coherencia permanece sólo postulada es el único histórica atravesada por la entera nación en esas
legado que esa tentativa de redefinición del papel décadas atormentadas, el oc implantar un modelp
pr~iamente definid'!, por g~~enes toman a sn cargo qu1er proyecto para el futuro país debe partir de un
la tarea de conducc1on o :ti a. examen del país presente, sino en el de que ningún
Pero s1 a directa relación entre ese ~:nodo de ~on­ proyecto, por persuasivo que parezca a quienes aspi-
cebir la tarea del político en la Argentina pos~~s1sta ran a constituirse en la futura élite política de un
v la asjcrnada a la élite letrada por la generac10n de país igualmente futuro, podría implantarse sin en-
I837 es indiscutible, no por eso deja de darse, entre contrar en los grupos cuya posición política, social,
.uno y otro, un decidido ~ambio de p:~spectiva. La económica, les otorga ya peso decisivo en la vida
)generación de 1837, absorbida por la cnt1ca de .la qt~ nacional, una adhesión que no podría deberse única-
1lahabía precedido, no había llegado éJ exam:nar_g_ mente a su excelencia en la esfera de las ideas:
/era aún posible-reiterar coIL_Il_l!L{grt_gna lél~
¡ tona de ésta; no dudaba .de que bastaba una rect1-
Pero no es sólo 18 evolución de una Argentina que'\
está cambiando tanto bajo la aparente monotonía . )
( ficac10n ~ la iñsp~:c_a_s:E>'Q__jde~!~(-~ª- pai d lograri?· de ese dorado ocaso del rosismo, la que estimula (
TalconcluSIOn era sin embargo extremaaamente ou- la transición entre una actitud y otra. Igualmente ,
dosa: la emergencia de una élite política (que era influyente es la conquista de una imagen más rica y ¡'\
a la vez halagador y engañoso definir exclusivamente compleja, pero también más ambigua, de la rela-
como letrada), dotada de una relativa independen- ción entre la Argentina y un mundo en que ios
cia frente a los sectores populares y a las clases avances cada vez más rápidos del orden cap1ta1ista (
propietarias, se dio en el contexto excercional crea- ofrecen, desde la perspectiva de estos observadores 1
do por esa vasta crisis, uno de cuyos aspectos fue colocados en un área marginal, promesas de cambios 1
la guerra de Independencia; a medida que avanzaba más radicales que. en el pasado, pero también supo- \
la década del cuarenta, comenzaba a ser cada. vez nen riesgos que en 1837 era imposible adivinar ~
más evidente oue la Argentina había ya cambiado del todo. ~../'
io suficiente pa~a que el político ilustrado, si deseaba
influir en la vida de su país, debía buscar m~dos
de inserción en ella que no podían ser Jos destrmdo~
LAS TRANSFORMACIONES DE LA REALIDAD
probablemente para siempre en el. derrumbe del um-
tarismo. Al legislador de la sociedad que -:-atento ARGENTINA
a una realidad que se le ofrece como ob.ieto de
estudio- le impone un sistema de normas que han .
En 1847 Juan Bautista AJberdi publica, desde su
de darle finalmente esa forma tan largamente ausen- destierro chileno, un breve escrito destinado a cau-
te sucede el político que, aun cuando propone solu- sar mayor escándalo de lo que su autor esperaba.
ci~nes legislativas, sabe que no está plasmando una En La República Argentina 37 afias después de su
pasiva materia sino insertándose, en un campo. ~e Revolúción de Mayoª traza un retrato inesperada-
fuerzas con las que no puede estaolccer una relac1on mente favorable del país que le está vedado. Sin
puramente manipulativa y unilateral. sino alianzas duda, algunas de las razones con que justifica su
que reconocen a esas fuerzas como interlocutore~ Y entusiasmo parecen algo forzadas: el nombre de Rosas
no como puros instrumentos. La futura Argentma, se ha hecho aborrecido, pero por eso mismo vasta-
que se busca definir a partir de l_ln proyecto, que mente conocido en ambos mundos; debido a ello la
corresponde al ideólogo político precisar y al pol!t1co atención universal se concentra sobre la Argentina
práctico implementar, está defin~da también, ?e mo- de un modo que Alberdi parece hallar halagador;
do más imperioso que en las pnmeras .tentatlvas de
la generación de 1837, por la Argcntma presente. ª Juan Bautista Alberdi, Obras selectas, edición de Joa-
Y esto no sólo en el sentido muy obvio de que cual-
1
quín V. González, tomo V, Buenos Aires, Ln Facultad, 19.20.

18 í,
19
las tensiones políticas han obligado a emigrar a educaci~n, lit:rat:ira, ortografía... Por esas fechas;
muchos jóvenes de aguzada curiosidad intelectual, se ve aun a s1 mismo como un remoto discípulo del
y es sabido que los- viajes son la mejor escuela para grupo fun?ador porteño; la originalidad creciente
la juventud. . . Pero su línea de razonamiento está de sus pos1c1ones no se refleja todavía en reticencia
lejos de apoyarse en esos argumentos de abogado ª!guna e? la~ expresiones de respetuosa gratitud que
demasiado hábil: a juicio de Alberdi la estabilid~d s~~c tnbutandole. En Facundo esa deuda es aún
PPli~ica alcanzada gracias a la victoria de Ro§_S_no v1srble ~e ~,uy variadas maneras; entre ellas en la
sólo_ha.Jl~QOSJ.ble una Erospendad que desmiente caracten~ac1?n del grupo unitario, que retoma, de
lQs_p_Lo._n,ó_sJicos sombríos adelantaaos por sUsei1elni- modo mas. vigoroso, las críticas de Echeverría. ~~
gos, sino -al énseñar a los argentinos a obeaccer- las q_o_s_p_ _:Q!!!_eras partes del Facundo la distancia en-
i ha puestQ__finalmente:_ las_ bases jndispensables p_~_a tre la per_spect_!Y._a sañiileñtina y-ladesus-íneiitOJ:e5
CUlJ.lqui~L.t:ri.s_~~ucionahzacfón del orden pontico. Si el par~ce -,s~:r__Ja __ q_ue _ _ corr~ _ _ entre_=-espír::!!.!:1.?.-f~:msagrádos
I mismo Rosas toma a su cargo esa tarea que puede
/ ya ser afrontada gracias a lo conseguido hasta el
a:Ta busqueda de_ 1:1~-sah~ador____ ~_c;)digo_c1_t~_1frtn(ilj)IQ_~ --¡
sobre los cu'1!7_s_ _ .E:cl~%l~ªr toda -µI)a_:r_r::_:.al5dad _nuS;!va y
1 momento bajo su égida, dejará de ser simplemente _una :r::i~:ite c~nosa de explorar:___ cq_I}_rj:ÍJ>f_Q_a_y2-,~netran- .
f un hombre extraordinario (digno aún así de excitar te-mtraaa la corpuI_enta y compleja realidad Cfe--íO-s 7
/ la inspiración de un Byron) para transformarse en mo_dos de vivir y de _"\'.er lá-vida-que siglos -de-h.Ts: J yL
/ un gran hombre. Con todo. Alberdi no parece dema- tona habían creado ya en la Argentina e;Ja___tercera r
¡ siado seguro de que esa suprema metamorfosis del _s_~_--ªg!'C:g~, _~ ___ esa_ divergencia irreductib_k,----1L_q_u__e__pro- [
\ Tigre de Palermo en Licurgo argentino haya de pro- y1ene de 3ue. el Sarmiento ~e 1845, como el ~ f
ducirse, y su escrito es -más que ese anuncio de -~--1ª1-7: ~~m1gnz-ª-~~ertir que la Argentin-ª---Sll.f- 1
una inminente defección que en él vieron algunos g1da de1. tr;unfo ros1sta de 1838-42 es ya irre\'ocable- j
-'-·"'-.de sus lectores- la afirmación -~-e una confianza ~u ~ :rr_iente. drstmta de 1a-qu~ :fü~--~eaho---~aeias-efíffieras \
- .ya~ a comenza o ya a const_ru1:!"s_~ v1ctonas. Y. no .If.!~IJ-~S__ efgp.~~8:S Cierro tas de su héroe 1
a lo largo de ·una lucha aparentemente esflriI: Ese el gran J<;fe rmllta_r: c1eJ~s_Llanos riojanos. _ __)
n1tITTol1o5eammc1acomó'caráé:leiizado por un ritmo Su punto de vista está menos- alejado de lo q~~
de progreso más rápido que el al cabo modesto alcan- parece a pri_mera vista del que ad'optará Alberdi.
zado durante la madurez del orden rosista (y que el Como A1b~r~1, admite que en la etapa marcada por
Alberdi de 1847 halla al parecer del todo suficiente); el predom1mo de Rosas el país ha sufrido cambios
~- a arte será, esencialmente la · s itucionalizacióp.. que ~ería ~rr:~osible borrar; como Alberdi, juzga que
_ del or en político que el esfuerzo de Rosas_hª-.fr_~aQ,o. esa 1mpos1bihdad no debe necesariamente ser de-
~-1Viás preciso es el cuadro de futuro que -dos años plorada por los adversarios de Rosas; si Sarmiento
antes de Alberdi- proyectc::- Domingo Faustino Sar:- excluye la po.sibilidad misma de que Rosas tome a
iniento en la tercera_I@_[te~_de_su_.F..acu1ui.o. En 1845 su cargo la mstauración de un orden institucional
este sanjuanino reclutado por un extraño predicador ~?-'>ad;? precisamente e? esos cambios. aún más explí-
itinerante de la C1·ec11cia de la Nueva Generación, ~Ham~ntc _que Albcrd1 convoca a colaborar en esa
ha surgido ya de entre la masa de emigrados arro- t~rea a qmenes han crecido en prosperidad e influen-
jados a Chile por la derrota de los alzamientos anti- cia gracias a ~a paz de Rosas. La diferencia capital' , · /
rrosistas del Interior. Periodista. estrechamente alia- entre el Sarmiento de 1845 y el Alberdi de 1847 deb"' ·' -,//
do a la tendencia conservadora del presiclente Bulnes busc~rse -más bien que en la mayor o menor re~¡ _,, /' ·
y su ministro Montt, ha alcanzado celebridad a tra- cenc1a en la expresión del antirrosismo de ambos-
vés de un encadenamiento de polémicas públicas en la ~magen _que uno y otro se forman de la etapa

20
sobre política argentina y chilena, y todavía sobre posros1sta. Para Sarmiento, ésta debe aportar algo
---- 21
,.....--.. de un Urq_uiza que' acaba de pronunciarse contra
¡ más que la institucionalización del o[fJ.en existente,
Rosa~. Su yiejo adversario, el entrerriano y federal
; capaz de cobijar pl'OJS!esos m~ _realeS---pero--ne>---tan
Martm Sayago, observa que gracias a los desvelos de
ráplclos co~?-i~ga n_e~es'1!:º· ~_2_!ná2.__~g~ Urquíz°: ese fut~ro es Yª. presente. "Así -responde
acelerar el ntmo de ese progreso; en relación con
s~n~encmso Paulmo- debiera proceder todo gobierno.
·ello, el legado más importante del rosismo _no le
parece consistireñ-Iacreació1i--2ie--esüs -fiábÚ.oS- de Venamo~ que al infierno iba a parar la anarquía".
. obediéñCia-qlie-Alberai haoía juzgado lo más v_glioso A esa umversal reconciliación en el horror a la anar-
¡ _.de .su herencia, sino la de una red de intereseu.Q!l- .quía y en el culto del progreso ordenado, sólo falta
la adhesión de un Rosas "demasiado envidioso, diablo
1 sohd_ad~s_ p9r_ la moderada prosperidad. __ ale~
y revoltoso" para otorgarla.
\ g!'~~:as ~ la dura paz que Ro~as _i~p~~o-aLQa~<;,__<::~Yª
·\ graVItac1ón hace que 13. paz int~!:!!a.Y-exí.f:.rjo~rans- Aún más claramente que en Sarmiento, Rosas ha
f~je1ivo-ac-epta:t1o como primordial por qu~dado reduddo al papel de un mero perturbador
'._un..-::GQ..ñsenw-c-ada-vez-ma:s-am:-p_1iO~piiiiüneS:'· El gmado por su personalísimo capricho. Sin duda la
hastío de--1aguerra civil y su secuela de sangre y conversión de Ascasubi es pasablemente superficial,
penuria permitirán a la Argentina posrosista vivir Y ello se refleja no sólo en el desmaño y falta de
en paz sin necesidad de contar con un régimen polí- !;>ríos de sus editoriales en verso sobre las bendicio-
tico que conserve celosamente, envuelta en decorosa ~es del progreso y la paz, sino incluso en alguna
cobertura constitucional, la formidable concentración mconsecuencia deliciosamente reveladora: así, tras
de poder alcanzada por Rosas en un cuarto de siglo de ponderar el influjo civilizador que está destinada
de lucha tenaz. Rosas representa el último obstáculo a jerecer la inmigración, propone como modelo del
para el definitivo advenimiento de esa etapa de paz Hombre Nuevo a ese "carcamancito" que todavía
y progreso; nacido de la revolución, su supervivencia no habla sino francés pero ya ansía degollar a sus
puede darse únicamente en el marco de tensiones enemigos políticos.
que morirían solas si el dictador no se viera obligado Pero si Ascasubi no ha logrado matar del todo
a alimentarlas para sobrevivir. Aunque la imagen que dentro de sí mismo al Viejo Adán, ello hace aún más
Sarmiento propone de Rosas en 1845 es tan negativa sigllf'icativa su transformación en propagandista de
como en el pasado. no por eso ella ha dejado de una imagen del futuro nacional de cuya aceptación de-
modificarse con el paso del tiempo: el que fue mons- ~ende, antes. que la efectiva instauración de la pro.duc-
truo demoníaco aparece cada vez más como una tiva concordia por él reclamada, el triunfo· de las am-
supervivencia y un estorbo. pliadas fuerzas antirros}stas en la lucha que se avecina.
Es la imagen que de Rosas propone también Hi- En Ascasubi, corno en Sarmiento, la resencia de
lario Ascasubi, en un diálogo gaucho compuesto en grupos ca a vez más amplios que ansían canso l ar
1846 y retocado con motivo del pronunciamiento anti- lo_¿lcanzado durante la etapa rosista rriediante u~
rrosista de Urquiza. El poeta del vivac y el entrevero, rápida superac1ón de · esa etapa, es vigorosamente
cuyas coplas llenas de la dura, inocente ferocidad s~ falta en cambio la tentativa de definir
de la guerra civil, habían llamado a todos los com- con pr_ecisión de qué grupos se trata, y más aún,
bates lanzados contra Rosas a lo largo de veinte años, cualqmer, esfuerzo por determinar con jgual preci-
exhibe ahora una vehemente preferencia por la paz smn las ~rea.s en las cuales la percepción justa de
productiva. Por boca de su alter ego poético, el sus prop10s mtereses y aspiraciones Jos ha de em-
correntino y unitario Paulina Lucero, que en el pa- pujar a un abierto conflicto con Rosas. Sarmiento
sado lanzó tantos llamamientos a la lucha sin cuar- espera aún en el "honrado general Paz", cuya fuerza
tel, expresa su admiración por Ja prosperidad que está es la del guerrero avezado y no la del vocero de un
destinado a alcanzar Entre Ríos bajo Ja sabia guía sector determinado; Ascasubi está demasiado inte-

22 23
resada en persEadir a su público popular de que la
caída de Rosas ofrece ventajas pa':ra todos, para en- se trata de eso: el futuro conflicto -que Alsina bus-
trar en una línea de indagaciones que por otra parte ca aproximar- no ha de plantearse respecto a dere-
,le fue siempre ajena. Correspondió en cambio a un~. chos, sino a intereses, y se desenvolverá en torno a las
veterano unitariQ,__,florencio Varela, sµgerir una es- consecuencias cada vez más extremas que -bajo la im-
tr31tesria pofftica basada en la uUización de J~_9ue placable dirección de Rosas- ha alcanzado la hege-
se le aparecía como la maSilagr~nte contraci!~~iQD monía de Buenos Aires sobre las provincias federales.
inTerna del oraen resista. --varela descubre -esa se- Varela parte entonces de un examen más preciso
ci-eta fisura en la oposición entre Buenos Afres-;--que de las modalidades _que la rehabllitación económica
domma el acceso a la entera cuencailuv1á.Tael Pfafa lograda gracias a la paz de Rosas, ·adquiere en un con:
y uhnza el priñclpTo de soberanía exclusiva sobre lo-s texto de distribución muy desigual del poder político.
Pero va más allá, al tornar en cuenta e implícita-
ríos interiores-pa-ra imponer cx:remas ·consecl1encias
jurléhcas a esa-hegemoníá,- y fas próvincias litorales, mente admit!.r como definitivos otros aspectos bá-
a las que la s1tuac1on cierra el acceso directo al mer- sicos de ese d~sarollo. Es significativo que al pon-
cáéTo n1uñafal.~sias encu-ei1trin sus aliados natura- derar las ventajas de la .'.lpertura de los ríos interio-
les- en Paraguay y Brasil; aunque la cancille!"Sa ro- res y, en términos más generales, de la plena inte-
sista no hubiese formulado, en la segunda rn~tad de gración de" la economía nacSonal al mercado mundial
la década del 40, una decisión creciente por terminar de la que aquélla debe ser instrumento, subraye que
en los hechos con Ja independencia paraguaya que de todos modos algunas comarcas argentinas no po-
mmca había reconocido en derecho, el solo control drían beneficiarse con esa innovación: "sistema algu-
de los accesos fluviales por Buenos Aires significaba no, político o económico, puede alcanzar a destruir
I~s ~esventajas que nacen de la naturaleza. Las pro-
una limitación extrema a esa independencia que la
mantenía bajo constante amenaza. Del mismo modo, vrncias enclavadas en el corazón de la República.
el interés brasileño en alcanzar iibre acceso a su pro- como Catarnarca, La Rioja, Santiago, jamás podrán,
vincia de Mato Grosso por Yía ocearnca v fluvial. por muchas concesiones que se les hicieren, adelantar
hace del Imperio un aliado potencial en ia futura en la misma proporción que Buenos Aires, Santa Fe
o Corrientes, situadas sobre ríos navegables". Sin
coalkión antirrosista.
duda, la desventaja que estas frases sentenciosas atri-
La disputa sobre la libre navegación de los ríos
buyen exclusivamente a la naturaleza tiene raíces
interiores se ha desencadenado ya cuando Varela
comienza a martillar sob!"e el ·cerna en una serie de más complejas: no la sufría el Interior en el si-
artículos de su Comercio del Plata. el per:ódico que glo XVII. La transición a una etapa en que, en efecto,
pub11ca en Montevideo (serie que será interrumpida las provincias mediterráneas deben resi!marse a un
comparativo estancamiento, se ha completado en Ja
por su asesinato, urdido en el campamento sitiador
de Oribe); en efecto, la cx:gencia d~ apertura de los etapa rosista y es resulta.do' no sólo de Ja política eco-
ríos interiores fue ya presentada a Rosas por los nómica sino de la poiítica general de Rosas. De la
p~imera: si ella ha buscado atenuar los golpes más
bloqueadores anglo-franceses en 1845. Varela advierte
muy bien, sin embargo, que para hacerse políticamen- directos que la inserción en el mercado mundial lan-
te eficaz, el tema debe ser insertado en un contexto zaba sobre la economía de esas provindas, no hizo
muy diferente del que lo encuadraba entonces. Está e:i, verdad nada por favorecer para ellas una integra-
dispuesto a admitir de buen grado que Rosas se ha- c1on menos desventajosa en el nuevo orden comer~
llaba en lo justo al oponer a las potencias interven- cial. Pero también de la segunda (aunque Varela
toras el derecho soberano de la Argentina a regular , está aún menos dispuesto a reconocerlo) sólo la
la navegación de sus ríos interiores. Pero ahora no definitiva mediatización política de las provincias in-
teriores, logrando mediante la conquista militar de
24
25
éstas en 1840-42 (y la brutal represión que se le esa evaluación ambigua en la pluma de un agudí-
'sigujó) hace posible que la propuesta de un progra- simo colaborador y consejero de Rosas, José María
ma de política económica destinado a reun:r en contra Rojas y Patrón, para quien la manifestación por
de Rosas a. la mayor cantidad posible de voluntades excelencia de esa acrecida presión del mundo exte-
políticamente influyentes con la sobria pero clara rior ha de ser una incontenible inmigración europea.
advertencia de que él tiene muy poco de bueno que Esa ingente masa de menesterosos, e:iqmlsados por
ofrecer a esa vasta sección del pafs. la miseria del viejo mundo, ha de conmover hasta
En Alberdi, Sarmiento. Ascasubi, pero todavía más sus raíces a la sociedad argentina. Rojas y Patrón
en Varela, se dibuja una imagen más precisa de la espera mucho de bueno de esa conmoción; por otra
Argentina que la alcanzada por. la generación de parte imposible de evitar; teme a la vez que esa
1837. ·Ello no se debe tan sólo a su superior saga- marea humana arrase con "las instituciones de la
cidad; es sobre todo·· trasunto de los cambios que República", condenándola a oscilar eternamente en-
el país ha vivido en la etapa de madurez del rosismo, tre la anarquía y el despotismo. Corresponde a los
y en cuya línea deben darse -corno admiten, con ma- argentinos, bajo la enérgica tutela de Rosas, evitar-
yor o menos reticencia, todos ellos- los que en el fu- lo, estableciendo finalmente el firme marco instituci0-
turo harían de la Argentina un país distinto y mejor. nal que ha faltado hasta entonces al régimen resista.
Del mismo modo, la transformación en la imagen Es quizá a primera vista más sorprendente hallar
del papel que el mundo exterior está destinado a análogas reticencias en Sarmiento. Las ·zonas tem-
tener en ei futuro de la Argentina -desde la de una pladas de Hispanoamérica, observa éste, tienen ra-
benévola influencia destinada por su naturaleza mis- zones adicionales para· temer las consecuencias del
ma a favorecer la causa de la civilización en esas rápido desarrollo de las de Europa y Estados Uni-
agrestes comarcas- se debe no sólo a una acumu- dos, que son necesariamente sus competidoras en el
lación de nuevas experiencias (entre las cuales las mercado mundial. Hay dos alt<.:r:iativas igualmente
adquiridas en el destierro fueron, como suelen, par- temibles: si se permite que continúe el estanca-
ticularmente eficaces) sino también a una transfor- miento en que se hallan, deberán afrontar una de-
mación de esa realidad externa, cuya gravitación era cadencia económica constantemente agravada; si se
a la vez modificada y acrecida por la placidez polí- introduce en ellas un ritmo de progreso más acele-
tica y la prosperidad económica que marcaron el rado mediante la mera apertura de su territorio
otoño del rosismo. y cuyas ambigüedades y contra- al juego de fuerzas económicas exteriores, el estilo de
dicciones fueron reveladas más claramente que en el desarrollo así hecho posible concentrará sus bene-
pasado a partir de la crisis económica de 1846 y fic;:ios entre los inmigrantes (cuya presencia -Sar-
la política de 1848. miento no lo duda ni por un instante- es de todos
modos indispensable) en perjuicio de la población
nativa que, en un país en rápido progreso, seguirá
sufriendo las consecuencias de esa degradación eco-
LA ARGENTINA ES UN MUNDO nómica que se trataba precisamente de evitar. Sólo un
QUE SE TRANSFORMA Estado más activo puede esquivar ambos peligros.
En los años finales de la decada del 40, el área de
actividad por excelencia que Sarmiento le asigna es
Los cambios cada vez más acelerados de la eco- la educación popular; sólo mediante ella podrá la
nomía mundial no ofrecen sólo oportmiidades nue- masa de hijos del país salvarse de una paulatina
vas para la Argentina; suponen también riesgos más marginación económica y social en su propia tierra.
agudos que en el pasado. No es sorprendente hallar Encontramos así, en Sarmiento como en Rojas y

26 Z7
/~trón, un eco de l; tradición borbónicc;__ ~u~, asig- una indisputada estabilidad social ha permitido al-
naba __aLEstado__pªQ.eJ dé!cis1vo en la denmc10n de canzar estabilidad política. En Sarmiento esta con-
{ los objG.t:vos de _ca.I!?-J2.to_~f.-Ofi:_i5ffiiG.O~soc;~! Y tambi~
sideración pasa a primer plano en el contexto de
·Un control preciso de los procesos onenta(jos a lo- una imagen muy rica y articulada de la Europa que
~rar esos objetivos. Per~ por debajo de ~~ª- _conti- conoció en 1845-47; en más de uno de sus contem-
poráneos se iba a traducir en un simple rechazo de
nuidad -en parte inconsciente- de una tramc1on ad-
ministrativa e ideológica, se da otra quizá más la línea de avance económico, social y político que
significativa, que proviene de ia perspectiva con_ que en 1848 les pareció a punto de hundir a la civHiza-
c10n europea en un abismo; junto con motivos
quienes están ubicados en áreas margmales asisten
inmediatos, el temor nuevo frente al espectro del
al desarrollo cada vez más acelerado de la econo- comunismo comienza a afectar la línea de pensa-
mía capitalista. Por persuasivas que hallen las doc- mientos de algunos entre los que se resuelven. en
trinas que postulan consecuencias constantem_ente be- los últimos años rosistas, a planear un futuro para
néficas para ese sobrecogedor desencadenarmento de su país. Ese temor no sólo inspira posiciones tan
energías económicas su experiencia inmediata les claramente irrelevantes que están destinadas a en-
ofre;e tantos testim;nios que desmienten esa fe sis- contrar la despectiva indiferencia de la opinión pú-
temática en las armonías económicas que no les es blica rioplatense; ella contribuye a facilitar la tran-
posible dejar de tomarlos en cuenta. Au~que el res- sición en la imagen que la élite letrada se hace de
peto por la superior sabiduría de los escritores eurc: su lugar en el país. En 1837 la Nueva .Generación,
peos (y la escasa disposición a emprender ~na revi- q_ue se veía a sí misma corno la más reciente con-
sión de las bases mismas <le un saber labonosamen- _crec10n ae ·esa élite. se veía también CQ,ill,o lª üpjcª
te adquirido) los disuaden de recusar, a partir de esa ~a _po!itica ele -la nación. Si hacia 1850 se ve-cada
experiencia inmediata, las hipótesis present_adas co- vez ·más como uno de los dos interlocutores cuyo
mo certidumbres por sus maestros, en cambio no les diálogo fijará el destino futuro de la nación, y re-
impide avanzar en la exploración _de _la realida°: que conoce otro sector directivo en la élite económico-
ante sus ojos se despliega, prescmd1endo ocas10nal- socal, ello no se debe tan sólo a que largos años
mente de Ja imperiosa guía de doctrinas cuya validez de paz rosista han consolidado considerablemente
por otra parte postulan. Así, si en Sarmiento se bus- a esta última. sino también a que las convulsiones de
cará en vano cualquier recusación a Ia teoría de la la sociedad europea han revelado en las clases popu-
división internacional del trabajo, es indudable que lares potencialidades más temibles que esa pasividad
sus alarmas no tendrían sentido si creyese en efecto e ignorancia tan deploradas: frente a ellas, la coinci-
que ella garantiza el triunfo de la solución económica dencia de intereses de la élite letrada v de la eco-
más favorable para todas y cada una de las áreas en nómica parece haberse hecho mucho más estrecha.
proceso de plena incorporación al mercado mundial.
Convendría, sin embargo, no ,exagerar el alcance
de estas reticencias, que no impiden ver en Ja ace-
leración del progreso económico en las áreas metro- UN PROYECTO NACIONAL EN EL PERIODO
politanas un cambio rico sobre todo en promesas ROSISTA
que las periféricas deben saber aprovechar. Hay otro
aspecto del desarrollo metropolitano que da lugar a
más generales y graves alarmas: su progreso p~rece La caída de Rosas, cuando finalmente se produjo
favorecer la agudización constante de las tensiones en febrero de 1852, no introdujo ninguna modifica-
sociales y políticas; he aquí una innovación que no ción sustancial en la reflexión en curso sobre el
Presente y el futuro de la Argentina: hasta tal pun-
quisiera introducirse en un área en que ni siquiera

28 29
to había sido anticipada y sus consecuencias explo- blicanos, se apresura a subrayar que su . deseo de
radas en la , etapa final del rosismo. Pero incitó ver restaurada la monarquía en Francia no nace
a acelerar las exploraciones ya comenzadas y a tra- de una preferencia sistemática por ese régimen.
ducirlas en propuestas más precisas que en el pasado. Más que a la restauración de un determinado ré-
Gracias a ello iba a completarse, en menos de un gimen político E_¡;@s aspira en efecto a la del orden:
año a partir de la batalla de Caseros, el abanico de Y: concibe como de orden a aguel régrmen gue ase-
proyectos alternativos que desde antes de esa fecha ggre el ejercicio incontrastad_J1 y pacifjco de Iª
divisoria habían comenzado a elaborarse para cuando ~.utoridad política .pof,d;illrte de "los mejores". Ello
el país alcanzase tal encrucijada. Proyectos alterna- sólo será posible cuando las masas populares hayan
tiv~s porque -si existe acuerdo en que ha llegado sido devueltas a una espontánea obediencia por el
el momento de fijar un nuevo rumbo para el país- acatamiento universal a un código moral apoyado en
el acuerdo sobre ese rumbo mismo es menos completo las creencias religiosas compartidas por esas masas
de lo que una imagen convencional supone. y sus gobernantes.
l)_La alternativa reaccionaria. La presentación ar- Si el orden debe aún apoyarse en Hispanoamérica
ticulada y consecuente de un proyecto declarada- en fuertes restricciones a la libertad política, ello se
mente reaccionario es debida a Félix Frías. Primero debe tan sólo al general atraso de la región. Este
desde Parí,s y luego desde Buenos Aires, el tempra- atraso sólo podrá ser de veras superado si el pro-
no secuaz salteño de la generación de 1837 propone greso económico y cultural consolida y no resque-
soluciones cuya coherencia misma le resta. atractivo braja esa base religiosa sin la cual no puede afir·
en un país en cuya tradición ideológica el único marse ningún orden estable. Católico, acostumbrado
elemento constante es un tenaz eclecticismo, y cuyo a recordar su condición de tal a- sus lectores aun a
conservadorismo parece tan arraigado en las cosas sabiendas de que éstos se han acostumbrado a ver
mismas que la tentativa de construir una inexpug- eliminada de los debates políticos toda perspectiva
nable fortaleza de ideas destinada a defenderlo pa- religiosa, Frías no parece desconcertado porque los
rece a casi todos una empresa superflua. únicos países que se le aparecen organizados sobre
Frías no sólo comienza su práctica desde París: sus las líneas por él propuestas no son católicos. El
términos de referencia son los que proporciona la ejemplo de los Estados Unidos, que invoca a cada
Europa convulsionada por las revoluciones de 1848. p_aso, no lo lleva. en efecto a revisar sus premisas,
Las enseñanzas que de ellas deriva, son sin duda smo que le sirve para mostrar hasta qué punto la
escasamente originales: la rebelión social que agitó perspectiva ético-religiosa por él adoptada adquiere
a Europa es el desenlace lógico de la tentativa de particular relevancia en un contexto republicano y
constituir un orden político al margen de los prin- democrático.
cipios católicos. De Voltaire y Rousseau hasta Ja Sin duda, Hispanoamérica no está todavía prepa-
pura criminalidad que a juicio de Frías fue la nota rada para adoptar un sistema político como el de los
distintiva' de la revolución de 1789, antes de serlo Estados Unidos (Frías va a marcar vigorosamente
de la de 1848, la filiación es directa e indiscutible. -por ejemplo- sus reservas frente a la preferencia
Pero ya en los franceses a los que sigue el argen- por el municipio autónomo y popularmente elegido
tino (Montalembert o Dupanloup) la condena del que caracterizó a la generación de 1837). Pero aun
orden político posrevolucionario no se traduce en e~na .:ismocracja sólo alcanzable en el futuro
una propuesta de retorno puro y simple al ancien significará la consolidación ~giás bi~I.Lill!~.Ja_~up_e­
régime; esa propuesta sería aún menos aceptable ra~10n- de un orden oligárq!;lico que para Frías es
para Frías. Muy consciente de que escribe para el único--ccmrorme a naturaleza: l~r..wa.s demo-
países que la Providencia ha destinado a ser repu- cr:@cas sólo podrán ser adoptadaL_sin riesgo cuan-
=----
30 31
a quienes, por su pos1c1on socioeconómica, están
destinados por el orden natural a recoger la mayor
parte de los beneficios de ese progreso, y Frías va a
deplorar que la ley dictada por el estado de Bue-
La desigualdad se da también en la distribución nos Aires contra los vagos, si fulmina a quienes
de los recursos económicos, e igualmente aquí es con- visitan las tabernas en días de trabajo, no reprime
forme a naturaleza. Sin embargo, la tendencia a a quienes lo hacen en el Día del Señor. Pero esas
desafiar ese orden natural no ha sido desarraigada limitaciones son extremadamente leves, ~~'
de quienes menos se benefician con él, y el~igu_!9~_o
_s}st~ más en el_~poyo_g~~!?~rincipi~~-5!!~~~os )'
orden _p_olí ticQ_q'\.l~ _FJí_auo~_!:El~_!i~ _q_:qt:r~sl1s__fipa­ puedeg_ofI:ecer__aI_orden_.sociaLque__ ~nJa?. -~orr~~~!o- .
lidades defender lª-_J2_!:_?pied~p_ _!1_()_ __2Ól()_!~:rite -~ la nes -que sería _pr~c_iso introducir __ en . é~te para ad~- /
arbitrariect-aa- dominante en __ ~_t.?.l?.ª~3:Q~en_(_)re_:;__de Ta cuarlo a aquéllos. · - - · ---- · - --- -- -------~
vié1aoer-EstádoY1áamenaza constante del crimen,
sino·-corít:ra-1a más ms1d10sa que proviene del S_9-
-·-Esaera una de las facilidaaes que debe concederse,
porque sabe demasiado bien que su prédica se dirige
cialisi:no.- Tambié1Y aquf Ja utilización- dei poder re- a un público cuya indiferencia es aún más difícil
presivodel Estado significa sólo una solución de de ve~cer que una hostilidad más militante. Si las
emergencia, es de esperar que temporaria: la defi- apelaciones a una fe religiosa que ese público no ha
nitiva únicamente se alcanzará cuando la religión repudiado no parecen demasiado eficaces, tampoco
haya coronado, bajo la protección de los poderes lo son más las dirigidas al sentido de conservación
públicos, su tarea moralizadora y -al encontrar eco de las clases propietarias. La prédica de Frías será
en el poder cuyo infortunio consuel;:1- lo haya recusada sobre todo por irrelevante, y nadie lo hará
librado de la tentación de codiciar 1as riquezas más desdeñosameme que Sarmiento. Según el alar-
del rico. mado paladín de la fe, observa Sarmiento en 1856,
¿Pero ese programa de conservación y restaura- "estamos en plena Francia y vamos recién por los
ción social y política es compaüble con el desarrollo tumultos de junio, los talleres nacionales, M. Falloux
dinámico de economía y sociedad que -Frías lo ministro, y los socialistas enemigos de Dios y de los
(tdmite de buen grado- Hispanoamérica requiere hombres". Sarmiento, por su parte, prefiere creer
/con más urgencia que nunca? La respuesta___es _p_ara que está en Buenos Aires, y que ni el errante es-
féJ afirI_!lg_t:va ;__Il_Q__se __tr_é\_tª__d~__fraer _de Europa ideo- pectro del comunismo ni el autoritarismo conser-
l logías potencialmente disociadoras, sino hombres que vador y plebiscitario tienen soluciones válidas que
}-enseñaran-con -ei eiemplo -a practicar "los deberes ofrecer a un Río de Ja Plata que afronta problemas
(de~ ia-=--famiiia;,- -y ·-puesto·· que - están~ ñáoifü~dos
muy distintos de los de la Francia posrevolucionaria.
\ "a vivir con el sudor de su frente, a cul.t1var la t.1erra 2) La alternativa revolucionaria. Si la lección
; que les da su alimento, a pagar a D10s el tributo rea~cionaria que Frías dedujo de las convulsiones
( de sus oraciones y de sus virtudes"- se constituir!n de 1848 fue recibida con glacial indiferencia, la opues-
~ ~~~__¡nejores_guar,~~anes_c_!c;L9rd~n: ·-~- ~, · ta fue aún más pronto abandonada. Sin duda al fin
Frías va más alla de la mera d1sociacJOn entre de su vida Echeverría saludó en las jornadas de
la aspiración a un progreso económ:co y social más
febrero el inicio de una "nueva era palingenésica"
rápido y cualquier ideología políticamente jnnova-
abierta por el "pueblo revelador", suerte de Cristo
dora: subraya -~pre_?_e_p~j~-- de U!_!___,ir:i_~J9, _para él colectivo "que santificó con su sangre los dogmas
evidenté-, - eñtI_e_ cuaJqui~r_ J?I_O_gI:~SO_ -~-CODÓJ'.!1_ico orde- del Nuevo Cristianismo". Sin duda creyó posible en
nado y Iá--consolidación de un estilo de convivencia
su entusiasmo abandonar así las reticencias que fren-
social· y poiítíca basaao en _l~ _:religión. Sin duda,
te a la tradición saintsimoniana había aún juzgado
ese estilo de convivencia impone algunas limitaciones

32 33
ineludible exhibir sólo un año antes en su polé- el marco de una sociedad desigual. Pero aun esa
mica con el rosista Pedro de An.gelis; sin duda fue aceptación tan limitada y reticente de la tradición
aún más allá al señalar como legado de la revolución revolucion~ria parecerá pronto excesivamente audaz:
"el fin del proletarismo, forma postrera de esclavitud en las acusaciones recíprocas que en 1852 se dirigirán
del hombre por la propiedad". Alberdi y Sarmiento, la menos grave no será la de
Pero ese entusiasmo no iba a ser compartido por tibieza en la oposición al peligro revolucionario. Muy
mucho tiempo. Al conmemorar en Chile el primer pocos, entre los que en el Río de la Plata escriben
aniversario de la revolución de febrero, Sarmiento de asuntos públicos en medio de la marea contrarre-
se apresura a celebrar en ella el triunfo final del volucionaria: que viene de Europa, dejan de reflejar
principio republicano, luego de un conflicto que ha ese nuevo clima marcado por un creciente conserva-
llenado casi tres cuartos de siglo de historia de dorismo. Lo eluden mejor quienes creen aún posi-
Francia. Del resto del mensaje revolucionario ofrece ble, después de las tormentas de 1848, proponer vas-
una versión que lo depura de sus motivos más tas reformas del sistema económico-social en las que
capaces de causar alarma: "Lamartine, Arago, Ledru- .no ven el objetivo de la acción revolucionaria de los
Rollin, Louis Blanc -no deja de recordar a sus lec- desfavorecidos por el orden vigente, sino el fruto de
tores chilenos- han proclamado el principio de la la acción esclarecida de un poder situado por encima
inviolabilidad de las personas y de la propiedad". de facciones y clases.
Pero incluso esa edulcorada del programa social 3) Una nueva sociedad ordenada conforme a razón.
de algunos sectores revolucionarios es condenada por En esos años agitados no podrán encontrarse entre
irrelevante en el contexto hispanoamericano; sería los miembros de la élite letrada del Río de la Plata
oportuno dejar que en París "los primeros pensa- n:~chos que s~an c~paces de conservar esa concep-
dores del mundo discutan pacíficamente las cuestio- c1on del camb10 soc1al. Es comprensible que la obra
nes sociales. la organización del trabajo, ideas subli- de Jvfarian.9 Fra~eiro se nos presente en un aisla-
mes y generosas, pero que no están sancionadas aún miento que sus no escasos admiradores retrospectivos
por la conciencia pública, ni por la práctica". Ello hallan espléndido, y que sus contemporáneos prefe-
es tanto más necesario porque cualquier planteamien- rían atribuir a su total irrelevancia. Este próspero
to prematuro de esos problemas podría persuadir a caballero cordobés, de antigua lealtad unitaria, contó
muchos de que "las insignificantes luchas de la in- entre los maduros y entusiastas reclutas de la Nueva
dustria son la guerra del rico contra el pobre". Esa Generación. Las tormentas políticas que lo llevaron
idea "lanzada en la sociedad, puede un día estallar". a Chile no alcanzaron a privarlo de una sólida for-
Para evitar que eso ocurra, la represión del debate tuna, que lo ocupó más que la· acción política, y en
ideológico no parece ser demasiado eficaz, sobre su país de destierro publicó en 1850 su Organización
todo porque la disposición a imponerla parece estar d~l .c,rédito ª· Encont~amos en ella la. misma apre-
ausente. La educación, en cambio, hará ineficaz cual- ciac10n de las ventajas que para cualquier orden
quier prédica disolvente: "ya que no imponéis res- futuro derivarán del esfuerzo de Rosas por dar uno
peto a los que así corrompen por miedo, o por estable a las provincias rioplatenses, que tres años
intereses políticos, la conciencia del que no es 'más ante~ había expresado Alberdi. F:i;:~ueiro halla ese
que un poco más pobre que los otros, educad su I~_gado _de concentración del poder político tanto más
razón, o la de sus hijos, por evitar el desquiciamien- d1gn__9 de ser atesorado porque --como intentará pro-
to que ideas santas, pero mal comprendidas. pueden bar en su libro- ese poder debe tomar a su cargo
traer un día no muy lejano". La conmemoración de
la revolución desemboca así en la defensa de la edu- ª En Cuestiones argentinas r .organización del crédito,
cación popular como instrumento de paz social en Buenos Aires, Solar-Hachette, 1976.

34 35
un vasto conjunto de tareas que en ese mq__m@!_o_ no mismo Fragueiro cuando -luego de la caída de Ro-
fü1.-asu1iliao en mnguna parte q_~I _m_undo. sas- compuso sus Cuestiones Argentinas. Allí pro-
Toca al Estado 1 ellefe~l~~onopolizar el cr_édito pone una agenda para el país en trance de renova-
__ptl_!:!!,ico. La transferencia de esté -a la esfera estatal ción, y aunque algunas de sus propuestas reiteran
es 3ustificada por Fragueiro a través de una distin- las de Organización del crédito, el conjunto está ca-
ción entre los medios de producción -sobre los racterizado por un marcado eclecticismo. Ello no
cuales el derecho de propiedad privada debe conti- aumenta necesariamente el poder convincente de su
nuar ejerciéndose con una plenitud que no tolera obra; si -como quiere Ricardo Rojas- las Cuestio-
ver limitada- y la moneda que -en cuanto tal- nes Argentinas son un un libro gemelo de las Bases
"no es producto de la industria privada ni es capital"; de J. B. Alberdi, basta hojearlo para advertir muy
moneda y crédito no integran. por su naturaleza mis- bien por qué ese demasiado afortunado hermano lo
ma, la esfera privada. La estatización del crédito_gebe iba a mantener en la penumbra, pese a los esfuerzos
hacer posible al Estado "la realización de emp_!:~:_;_§ls de tantos comentaristas benévolos por corregir esa
y trabajos pú't>lkos, casas de seguro~_ de_ todo géne~ secular indiferencia.
ro, y todo aquello_ de cuyo_ USO se saca UD8:~:renta 4) En busca de una alternativa nue1;a· el autorita-
pagada por una- concurrencia de _personas y de cosas rismo progresista de Juan Bautista Alherdi. Como
indeterminadas. como puertos, muelles, ferrocarriles. número reducido de premisas explícitas; a diferencia
caminos, canalés. navegación interior, etc.", que serán la Organización d-el crédito, el programa ofrecido en
también ellos de pr_opiedac1___ pública. En la explo- las Bases había sido desarrollado a nartir de un
ración de nuevos corolarios para su principio bási- del Fragueiro de 1850, Alberdi había s~bido deducir
co, Fragueiro . no se detiene ante la prensa perió-
de ellas colorarios cuyo más obvio atractivo era su
dica; aquí la iniciativa del Estado concurrírá con__la
perfecta relevancia a esa coyuntura argentina.
privada, pero sólo la_ prensa estatal podrá publicar
avisos pagadóS.- ~' toda publicación, --periódica o-)1_g; . Ya en 1847 Alp_erdLhabía-4ristcLcomo ~ipaLmé­
que haya sido finan_c_iada__ ªpela,p_~9 __ al crédito, sg1_<2__ r:to de Rosas> su resoI1s_tD1~~-ión~ondad poli-
verá la luz-s1un--CÜerpo de lectores designados por ,~ Por entonces había invocado, del futuro Ja
el gobierno___ le___ asigna __ :.-'.hL.clasificacióri ___ de _útil". institucionalización de ese poder. De ese c~bio
Sin duda el edificio de 5deas construido por Fra- que se le aparecía como valioso en sí mismo, espe-
gueiro no carece de coherencia. pero no parece que raba que ayudase a mantener el moderado avance
de él puedan derivarse soluciones fácilmente aplica- económico que estaba caracterizando a los últimos
bles a la Argentina que está dejando atrás la etapa años resistas. En las Bases ª va a reafirmar con
resista. Así lo entendió Barto!omé Mitre; este re- nuevo vigor ese motivo autoritario, que se exhibe aho-
cluta más joven y tardío de la generación de 1837 ra con mayor nitidez porque la reciente experiencia
-tras de rendir homenaje a la intención generosa europea -y en primer lugar la de una Francia que
de su antiguo compziñero de causa- la juzgaba de mo- está completando su vertiginosa evolución desde la
do efectivista pero no totalmente injusto, al señalar república democrática y social al imperio autori-
que el medio descubierto por Fragueiro para ase- tario- parece mostrar en él la inesperada ola del
gurar la libertad de prensa era la reimplantación futuro; AlberdLfk.s~ 1837 ha intentado sacar leccio-
de la censura previa. La imposibilidad de confiar la nes permanentes del __estudio de los procesos polj.-
_ _ _ • _ _ .__ •. _, _ _ _ -'::-: -•
solución de los problemas argentinos a un conjunto .~c

de propuestas cuyo mérito principal debía ser su


ª J~an ~autist~ Alberdí, Bases y puntos de partida para la
adecuación a una noción básica juzgada de verdad organzzaczon nacional, Buenos Aires, Centro Editor de Amé-
evidente, parece haber sido advertida también por el rica Latina, Biblioteca Argentina Fundamental, n 9 16, 1979.

36 37
t~v_ue~;.=:_!!~?t~o~ps, _Y no está gemonía y creciente prosperidad de quienes tienen
inmune al nesgo 2mphcito en esa ac.1tud, a saber, ya el poder.
el de descubrir en la solución momentáneamente Mientras se edifica la base económica de una nue-
dominante el definitivo punto de llegada de la his- va naé1(m, qwenes no pertenecen a esas égtcs no
toria universal. recibirán ningún aliciente que haga menos penoso
Pero si el ejemplo europeo incita a Alberdi a ar- ese período de rápidos cambios e intensificados es-
ticular explícitamente los motivos autoritarios de su fuerzos. Su pasiva subordinación es un aspecto es.eD-
pensamiento. la función -política que asigna _el ~u.to­ tja.I del legado ro3ista que Alberdi invita a atesorar:
ritarisrno sigue siendo diferente de la que Justifica por Vía autontana· se los obligará a prescindir de las
al de Napoleón III.-.La solución propugnada en_Jas prevenciones frente a las novedades del siglo, que
Bases tiene sin duda-en=común-con_~,?te la cornbi- Rosas había creído oportuno cultivar para conso-
----~lítico _y__E.c:t_ivis~~ ·e-conómi~. pero lidar su poder. Que el heredero de éste es lo bas-
se diferencia a:eél en que-se-rehusa a ver en la pre~ tante fuerte para imponer disciplina a la plebe, es
sión aéi-eciaa"de ra-s clases -desposeídas el estímulo para Alberdi indudable; es igualmente su convicción
_principal para e,.?.a modifícaCióp. "e11~<:?J "esti19-p~ (una convicción nada absurda) que de esa plebe
"",we¡~or el contrario, él aparece cc:rn? :in instru- debe temerse, por el momento, más el pasivo apego
mento necesario para mantener la disc1plma de la que cualquier veleidad de recusar de modo militante
élite, cuya tendencia a las que~ellas intestinas sigue las desigualdades sociales vigentes.
pareciendo -corno cuando primero fue formulado · _ __9:ecimjenta económico signipc"i=_parª~A!b_t'#~c:l.L.cr.e-
el Credo de la Joven Generación- la más_ peligrosa ~ .cimiento_acelerado de l~ccron. s~­
fuente de inestabilidad política para el entero país. me_.tgo redistributiv9_:,,,, No hay -se ha visto ya- ra-
Del mismo modo, Alberdi permanecerá sordo a los z1mes poI1úco-sociales que hagan necesario este últi-
motivos "sociales" que estarán presentes en el pro- mo; el autoritarismo preservado en su nueva envol-'
gresismo económico -como lo están ya en el auto- tura constitucional es Pº!: _lj1:2~E--:-sufi~j)ara
ritarismo-..:. de Luis Napoleón. Para éste, en efecto, árfüntar el __II)_~q~~7~=~-~é)-!1o~a~~Tg~slayprec!cl~:S..J~2!
el bienestar que el avance de la economía hace po- el proces~. Alberd1 no cree s1qmera prec1.so exammar
sible no sólo está destina.do a compensar las limita- si habría razones económicas que hicieran necesaria
ciones impuestas a la libertad política, sino también alguna redistribución de ingresos, y su indiferencia
a atenuar las tensiones sociales dramáticamente re- por este aspecto del problema es perfectamente
~adas en 1848. entendible: el mercado para. la acrecida producción
( _Para Alberdi, la creación de una sociedad más argentina ha de encontrarse sobre todo en el ex-
J compleja~(Y-~ª2az de exigenCias mas peren-r6fias_Lq!:!e tranjero.
1 la moldeada__por_sigi9s_ é!e -a~·r:_aso colomaI, __ aeberá Entregándose confiadamente a las fuerzas cada vez
\ ser el punto ...de....lle_gªd?- d~!._pro'f~s~aecreación de más pujantes de una economía capitalista en expan-
~na nueva econQIDia. Esta será forjadabajo 1a-férre11 sión, el país conocerá un progreso cuya unilateralidad
dirección de uná élite política y económica con- Alberdi subraya complacido. Sería vano buscar en él
solidada en su prosperidad por la paz de Rosas y eco alguno de la actitud más matizada y reticente
heredera de los medios de coerción por él perfer.- que frente a las oportunidades abiertas por esa ex-
cionados; esa élite contará con la guía de una élite pansión habían madurado en el mundo hispánico y
letrada; dispuesta a aceptar su nuevo y más modesto que conservaban tanto imperio sobre Sarmiento. Que
papel de definidora y forrnuladora de. programas el avance avasallador de la nueva economía no po-
capaces de asegurar -a la vez que un rápido creci- dría tener sino consecuencias benéficas, es algo que
miento económico para el país- la permanente he- para Alberdi no admite duda, y esta convicción es

38 39
el correlato teórico de su decisión de unir el· destino tina ,re~uiere. -~Lp.a_~ ~ecesita población; su vida
de la élite letrada, a la que confiesa pertenecer, con e~onºpi1ca ._neces_~ta ~ Éam_o1~n_prota~9rustas fü~~tos ·
el de una élite económico-política cuya· figura repre- d~ antem~o a ~~élE_ s.l1 :conª1_1c.~a en I~oª-c:ís ]füe ·
sentativa es el vencedor de Rosas, ese todopoderoso _la nueva economia exige. Como corresponde a un
gobernador de Entre Ríos, gran hacendado y expor- momento en que la mversión no ha adoptado aún por
tador, que ha hecho la guerra para abrir del todo c~mpleto las formas societarias que la dominarán
a su provincia el acceso al mercado ultramarino. b~~n pronto._ AlberdLno separa d~J...JQdlLJ.a.imnigr~
Ese proyecto de cambio económico, a la vez ace- c10n de .. tr.abajo de la de capital, que ve fundamen- \
lerado y unilateral, requiere un contexto político pre- !~~mente ~orno .Ja_ de__ capüª-fu~. :fctraésaT~-J
ciso, que Alberdi describe bajo el nombre de república c10n, d_:~~mada -~<i_!~~er __9.LJ?Aís tQ__dg_s...Jos-factores_de
posible. Recordando a Bolívar, A~di dictamina..qu.e- ¡ pr?duc ...10n -excepto la t1erra, hasta el momento
'.Hi~ª1lQamérica~necesita_:poL§l momerito monaI.Q,UÍaS., ¡ oc10sa-_ se. prepara sobre todo __ ~~_?rat_Q__p_ojjtico -
.Jqui_-p~_9_an _pjsar~~QQr re_públlcas.-Fero-ño se trata i que Aiberd1 propone. Pero éste no ofrece suficiénte
tan ·501o:··aeorrecer· un:··homenaje simbólico a los
· prejuicios antimonárquicos de la opinión pública his-
¡
1
garantía .er: .un país que no ·es seguro que haya alcan-
zad? ?ef~mtrvamen,te. la esta~ilidad política, y AlberC.i
• panoamericana. La complicada armadura institucio- urgira. a1 nuevo reg1men a nacer de su apertura al
- nal propuesta en las Bases, si por-el m-oméíftoesta extran1ero tem,;: de compromisos internacionales: de
destin·a·da...s6bre todo a disimular la éoncentración este :11odo asegurará, aun contra sus ·sucesores lo
en
del poder .. el presidente, busca a la vez irn.pedir · J
! esencial del programa alberdiano. '
que-·errégimen _autorifario que· Alberdi posfülasea Sin duda Alberdi está lejos de ver en esta etapa
.también uri-·reglfüeñ-·arbitrarfü.- La eliminación- de de acele~ado d~s~n-?llo económico, hecho posible por
lª~ariedad ño___ é.s ·tampoco un homenaje a un una estnct~ .d~sc1pl1na política y social, el punto de
\ cierto ideal político;. es por lo cont~rio vis!a_p_2r _ ~leg~~a d~!mrtlvo de la historia argentina. La mejor
\ Alberdi_c_omo__ re_guisito ineludible· para lozr:?-f. ei Iit- Just1frcac10n de . Ia_r~J2Í!_Qlíca _Eosible (esa repúbÚca
\....tTio -~~_progr~s.Q_~coñomico cirié- juzga.deseable·.-sólo tan poco -repub~1c~na) e_s q_11_e está destinada a dejar
en un marco jurídiCo--defiriiao rigurosamente de an- .. Pas? ª3.:::.-!~JJb_hc:.?--.Y~rdadera. Esta sera también
temano, mediante un sistema de normas que el po- po~1~1e cuando (pero sólo cuando) el país háva ad-
der renuncia a modificar a su capricho, se decidirán qumdo una estn:1ctura económica y social comparable
los capitalistas y trabajadores extranjeros a inte- a la de las naciones que han creado y son caoaces
grarse en la compañía argentina. Que la eliminación de conservar ese sistema institucional. Alberdi ad.mi:\
de la arbitrariedad no es para Alberdi un fin en sí __t_e_entonc~s:-~~J?.líci_!amel'l_~_eJ carác!~r proVIsionaf aeI ·\
mismo lo revela su balance del régimen conservador orden pol:tico que p~opor:e; d~ !11odo-~f.'PP1íc1t9~j)os- f1
chileno: su superioridad sobre los claramente arbi- tula una igual prov1s10nahdad para ese orden socTul l1
trarios de los países vecinos le parece menos evi- marcado por acentuadas _d~si.gualdades y la pasividad ]:
deñte desde que cree comprobar que ella no ha sido esp_on~ánea o forzada de quieñés --sufren- sus ·conse- ,,
puesta al servicio de una plena apertura de la eco- c:ienc1as, que juzga inevitable durari.fo-ía éoñ~truc- '
nomía y la sociedad chilena al aporte extranjero, por c1ón de una f!_a_ció~nu~\'n_ sobre el desier_ú:>_Mgentipo. 1
el contrario restringido por las limitaciones que le fija Aunque Alberdi dedica escaso -iie-mpo-a la definiciÓ~.)
la Constitución de 1833 y las igualmente importantes del lugar de los sectores ajenos a la élite de esa
que las leyes chilenas conservan. etapa de cambio v~rtiginoso, cree necesario examinar
Para Alberdi, en efecto, la apelación al trabajo y con. mayor detención, aun en relación con ellos, la
el capital extranjero constituye el mejor instrumento noción que hace de los avances de la instrucción un
para el cambio económico acelerado que la Argen- instrumento importante '°-deprogresc{·:·eebnÓmico y ·::

40 41
1

. sociª1,/No es necesaria, asegura Alberdi, una instruc- !os letrados tienen derecho al lugar más eminente
1ra:Orí formal muy completa para poder participar ~n .1<: socied~d, de la revolución v?cne Ja de que la
1 como fuerza de trabajo en la nueva economía; la actlv1dad adecu-$-P_ªra ellos es la política. No sólo
~ J mejor instrucción la ofrece el ejemplo de destreza eso: l_a rev01Uc:ión ha hecho suvo un estilo político
y diligencia que aportará~ lo:, inrnigra~tes europ~os. _que_~tima _lªs__quel:~.Il~~ superfluas en qllese-en-
~ \ Y por otra parte, una d1fus1on excesiva de la ms- _J:r~tieg~· el ocio ar~toc.r:~~ico, aceptfil!cr-tle~ arjgen
~ 1 tracción corre el riesgo de propagar en los pobres como ideal por . la clase-Ietrada:--A.STSe transforma
\ nuevas aspiraciones, al darles a conocer la existencia éslá-erigravís1moTactor- -de perturbación .. ¿En nom-
~· ¡.- de un horizonte de bienes y comodidades que su bre de qué? De ideales políticos tan intrans:gentes
.. ( experiencia inmediata no podría haberles revelado; como irrelevantes, que traducen casi siempre el deseo
~ . . puede ser más directamente peligrosa si al ense- de adquirir el poder y utilizarlo, para satisfacer pa-
, \ ñarles a leer pone a su alcance toda una literatura sajeros caprichos, o en el mejor (o más b1en peor)
: que trata de perswadirlos de que tienen, también de los casos, d proyecto aún más peligroso de re-
ellos, derecho a participar más plenamente del goce
1 hacer todo el país sobre la imagen de su élite letrada.
' de esos bienes. 1 Este retrato sistemáticamente sombrío del grupo
,_Un exceso de instrucción formal atenta entonces al que pertenece Alberdi, inspirado en un odio a sí
mismo que se exhibe, por ejemplo en su identifi-
contra la disciplina necesaria en los pobres. Tras-
puesta en una clave diferente, encontrarnos la misma 1 0

cación corno uno de esos "abogados que saben es-


reticencia frente al elemento que ha servido para jus- cribir libros", deplorable tipo humano que es de
1¡ esperar haya de desaparecer pronto del horizonte
tificar la pretensión de la élite letrada a Ja ·dirección 1
de los asuntos nacionales: su comercio exclusivo con nacional, no carece sin duda de una malüma penetra-
el mundo de las ideas y las ideologías, que la cons- ción. Pero induce a Alberdi a recusar"' demasiado
tituiría en el único sector nacional que sabe qué hacer fácilmente las objeciones que a su proyecto político,
con el poder. presentado con sobria maestría en el texto descar-
Esa imagen -que Alberdi ahora recusa- propo- nado de las Bases, van a oponerse. No tendrá así
ne una estilización de su lugar y su función en el 1 paciencia con un Sarmiento, que halla excesiva la
país que constituye una autoadulación, pero también pena de muerte que en Entre Ríos se aplica a quien
un autoengaño, de la élite letrada. La superioridad roba un cerdo. Esa "absolución inaudita del comu-
de los letrados, supuestamente derivada de su aper- 1 nismo" revela que Sarmiento no es de veras parti-
tura a las novedades ideológicas que los transforma dario de los cambios radicales que el país necesita.
en inspiradores de las necesarias renovaciones de Si quisiera los fines que dice ansiar tanto como
1 Alberdi, querría también los únicos medios que pue-
la realidad local. vista más sobriamente, es legado i
de la etapa más arcaka del pasado hispanoameri- den llevar a ellos.
cano: se nutre del desprecio pre-moderno de la Es-
1 ¿Pero es cierto que son esos los únicos medios?
paña conquistadora por el trabajo productivo. Que Las objeciones que oponen al proyecto de Alberdí
así están las cosas lo prueba la resistencia de la élite quienes entraron con el en -la vida pública en pos
letrada a imponerse a si misma las transformaciones 1 de transformaciones muy diferentes de Jas propucs~
radicales de actitud y estilo que tan infatigablemente tas en las Bases, no son las únicas imaginables: el
sigue proponiendo al resto del país. El ideólogo re- camino que Alber<Jl..jzropone no sólo choca con S:if:--;::j
novador no es sino el heredero del letrado colo~ tas coi:i~~~~~!1~~s-.- ~~~parti~~~--S.C?JLSUU gnip9; ~
nial, a través de transformaciones que sólo han ser- se apoya en, una s1mp11f1cac:1ó.f!_!?I1.._C]{tr.~rna_gql ,prQ- /
vido para hacer aún más peligroso su influjo. ceso a traves del cuaL.tls_ambio__eamómjc.o-1.nflu..'t.C !
En efec!~.!-~_de.-la-.eglonia viene_ -~~-nociór:,!1e . _que en el social y :PO~que su utilidad para dar orien- i,
__J
42 43
1
tación a un proceso histórico real puede ser legíti- 5) Progreso sociocultural como requisito del pro-
mamente puesta en duda. Alberdi espera del cambio greso económico. Se ha visto ya que Alberdi pre-
económico que ha~.J!.ª-..§Ociedad, a ~_pO­ firió no verlo así: Sarmiento se atreve a dudar de
lítica, nuevas; ellas surgirán cuando ese cambio la validez de sus propuestas porque es a la vez un
ecOnümico Se haya consumaáo; mientras tanto, pos- nostálgico de la siesta colonial y de la turbulencia
tula el desencadenamiento de un proceso económico anárquica que siguió a la Independencia. Sin duda
de dimensiones ·gigantescas que no tendría, ni entre este diawóstico malévolo es más certero que el de
sus requisitos ni entre sus resultados inmediatos, adversarios más tardíos de Sarmiento, que afectan ver
-transformaciones sociales de alcance comparable; en él el paladín de un progresismo abstracto y es-
así cree posible crear una fuerza de trabajo adecua- casamente interesado en lo que el progreso des-
da a una economía moderna manteniendo a la vez truye. Sarmiento sintió más vivamente que muchos
a sus integrantes en feliz ignorancia de las modali- de sus contemporáneos el vínculo con el pasado co-
dades del mundo moderno (para lo cual aconseja ex- lonial, y su temperamento se hallaba más cómodo
trema parsimonia en la difusión de la instrucción en el torbellino de una vida política facciosa que en
popular). Antes de preguntarnos si ese ideal es admi- un contexto de acción más disciplinada. Pero la
sible, cabe indagar si es siquiera realizable. pietas qm que se vuelve hacia la tradición colonial
Aun así, las Bases resumen con ·una nitidez a me· no le impide subrayar que está irrevocablemente
nudo deliberadamente cruel el programa adecuado muerta y que cualquier tentativa de resucitarla sólo
a un frente antirrosista tal como la campaña de pue::ie concluir catastróficamente, y su desgarrado
opinión de los desterrados había venido .suscitando: estilo político fue compatible. por ejemplo, con una
ofrece, a más de un proyecto de país nuevo, indi- constancia en el apoyo al conservadorismo chileno,
caciones precisas sobre cómo recoger los frutos de que iba bien pronto a tener ocasión de comparar
su victoria a quienes han sido convocados a decidir favorablemente con la más voluble acthud de Albe.t:-
un conflicto definido como de intereses. Y dota a di. . . No es entonces la imposibilidad congénita de\
ese programa de líneas tan sencillas, tan precisas y aceptar un orden estable la que mueve a Sarmiento \
coherentes, que es comprensible que se haya visto a rect:sar el modelo auto~it~~io-progresista propu~s- ¡
en él sin más el de la nueva nación que comienza to por Alberdi; es su conv1cc:on de que conoce meJor :
a hacerse en 1852. que Alberdi los requisitos y consecuencias de un /
Bien pronto ese papel fundacional fue reconocido cambi~ econ?mico-wcial como el que la Argentin~
a las Bases incluso por muchos de los que sentían posros1sta deoe afrontar. ~
por su autor un creciente aborrecimiento: la con- Esa imagen del cambio posible y deseable, Sarmien-
vicción de que los textos que puntuaron la carrera to la elaboró también bajo el influjo de la crisis
pública tanto más exitosa de sus grandes rivales europea que se _¡:ibrió en 1848. C...omQ_ Alber.::li, Sar-
pesan muy poco al lado del descarnado y certero miento deduce deat-nu:sñficaciones -nuevas--l:>ara
en que Alberdi fijó la tarea para la nueva hors una .forna de distancra;-ñ~ sólO frenteálos-~i'QeólggQ_s_
argentina fue igualmente compartida. Aquí no se -una
del .J>ocialismo sino. ante --eriferarradición_J2QlJ:tic;:a
intentará recusarla; sólo limitarla al señalar que ~nunca-aprendió a conciJiar d'2rde~_~n la libe.~
-aunque, como sude, nunca la haya presentado _tad.._ Pero mientras Alberdí juzgaba--aún posible re-
de modo sistemático- Sarmiento elaboró una ima- cibir una última lección de Francia, y veía en el
gen del nuevo camino que la Argentina debía tomar, desenlace autoritario de la crisis revolucionaria un
que rivaliza en precisión y coherencia con la alber- ejemplo y un modelo, Sarmiento deducía de ella
diana, a la que supera en riqueza de perspectivas y que lo más urgente era que Hispanoamérica hallase
contenidos. manera de no encerrarse en el laberinto del que

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Francia no había logrado salir desde su gran re· a producirse para toda la nación en contados centros
volución. industriales: la misma diferencia se presenta en
Esa recusación de Francia como nación guía había cocinas, aperos, ropas. . . He aquí una perspectiva
sido ya preparada por el contacto que Sarmiento que no se esforzaron por explorar ni siquiera los
ht-vo con el que Echeverría füa a llamar pueblo escasos observadores que centraron su interés en la
revelador, que no dejó de provocarle algunas decep- peculiaridad económica, antes que en las político-so-
dones. De París a Bayona se le reveló toda una ciales, de los Estados Unidos, y que permitir; a
Francia por él insospechada. que se la aparecía tan Sarmiento aproximarse de modo nuevo a otros as-
arcaica como los rincones más arcaicos de Chile. pectos de la realidad norteamericana. J.:.,a impotla.D.-
En ese vasto mar, algunas islas de modernidad emer- cia de la palabra escrita en una sociedad que se \
gían, y en primer término París, que provocó en organiza en torno a un mercado nacional -y_llQ_a )
Sarmiento reacciones bastante mezcladas. Aunque una~~-:-~~~~---::---:-~-~,_..,.~~~~-;--:-:-----
muchedurñ5re de semiaislados mercados loca- {·
París no podía proporcionarle una experiencia di- les- se le aparece de inmediato como decisiva: e~ \
recta del nuevo orden industrial, le permitía perci- mercado sólo podría ~t~tur~fsª~:-~éª1ªgf~__ l~ .~9- ¡)
bir la presencia de tensiones latentes v contrastes municación eser.ita con un público .J?OtenciaLml.lY i
demasiado patentes que confirmaban~ su imagen vasto y d15Per;;.o: el . omnipresente· av.iso comercial \
previa de las condiciones en que se daban Jos avan- pareció a s·armiento, a la vez gue un instrumento \
ces del maquinismo. Esas reticencias lo preparaban indispensable ara ese nuevo modo de articulación _)
muy bien para proclamar, ante la crisis político-social socia una justificación adicional de su interés !fn
abierta en 1848, las insuficiencias del modelo fran- l_a educacióqyopular. ~,
cés y la necesidad de un modelo alternativo. Para Per · esa sociedad re uiere una masa letrada es),
entonces creía haberlo encontrado va en los Estados porque requiere una yasta masa ae consumidores; ·
Unidos. ~ p-~a-creafla-no-basfa ·1a .difusíóñ.- ae1alfa5eto, es i
La sección de los Viajes dedicada a ese país, si ·n:ecesarfa-· 1aaeI-b:ierres1:ary-cre1as-aspifaci0nesaTa/' \
mantiene el equilibrio entre análisis de una sociedad _ITl~Q.:ra__~conómica_ a partes cada vez ~de )
y crónica de viaje que caracteriza a toda la obra la-.pobJación-..EacionaL-Srpara-esaaistribuc10n del ¡
incluye una tentativa más sistemática de lo que pa~ bienestar a sectores más amplios debe ofrecer una r
rece a primera vista por descubrir la clave de la ori- base sólida la de la propiedad de la tierra (y desde /
ginalidad: aunque los estudios del texto sarmientino que conoce Estados Unidos. Sarmiento no dejará de·
no dejan de evocar el obvio paralelo con Tocqueville, condenar -aunque con vehemencia variable según
el interés que guía a Sarmiento y la lección que la coyuntura- la concentración de la propiedad te-
espera de Estados Unidos son muy distintos que en rritorial en Chile y la Argentina), para asegurar la
el francés. No le preocupa prímordia lmente exa- de las aspiraciones será preciso hallar una soluc10n
minar de qué""modo se ha alcanzado a!l1 una sqll¡::- intermedia entre una difusión masiva y prematura \. --
ción al gran problema pollflco del siglo XIX de ideologías igualitarias (que había señalado en j
conc1 iac1on e a libertad y a igua a , smo rastrear Facundo como una de las causas del drama político
eÍStIT'"g1m1ento de t;na nueva soc1edád v una nueva argentino) y ese mantenimiento de la plebe en feliz-
civilización basadas en la plena integraéión del mer- ignorancia que iba a preconizar Alber~
cado nacional. ~ en la __ edu~ación. popular_ ..un ins-
A los arados de diseño y material cambiantes y trumento de __~@-ªery~c:.ión ___sociaL__no_p_orgue--ella
casi siempre arcaicos que ofrece Europa, los Esta- pudiese disuadir al pobre de cualquier ambición
dos Unidos oponen unos pocos modelos constante- de mejorar su lote, sino porque debía, por_ e] con-
mente renovados y mejorados, y que comienzan ya trario, ser capaz -a la vez que de sugerirle esa

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ambición- de indicarle los modos de satisfacerlas del nivel de la vida política norteamericana (Tocqu~
en el marco social existente. Pero esa función con- ville, que había alcanzado un juicio también mati-
servadora no podría cumplirla si esto último fuese zado, no había dejado por eso de buscar en ella el
en los hechos imposible. ejemplo de una solución viable al dilema político
El ejemplo de Estados Unidos persuadió a Sar- de su tiempo); no parece tampoco haber advertido
miento de que la pobreza del pobre no tenía nada en esa esfera el anticipo aún inmadúro de nn orden
de necesario. Lo persuadió también de algo más: futuro que creyó descubrir, en cambio. en la social
que la capacidad de distribuir bienestar a sectores y económica. Por eso m2smo no se empeña en escu-
cada vez más amplios no era tan sólo una conse- drfüar la presencia de un sistema de soluciones polí-
cuencia socialmente positiva del orden económico ticas detrás de las anécdotas a veces 2Totescas con
que surgía en los Estados Unidos, sino una condi- que ameniza sus recuerdos de viaje. ~ ,
ción necesaria para la viabilidad económica de ese Sin duda, si no una lección explícita, hay sí nna
(orden. _La ima_g~n d~l_p_r_o_gr_S!_S<¿_~c_o.!19111ico que ma- implícita en ese espectáculo abigarrado: ese orden
( tj.ur_~___e_E__S~J:?:~p_!:o, porque es más compleja que la férreo mantenido por nna autoridad siempre dispues-
H de Alberdi, postula un_cambio de la sociedad en su ta a afirmar su supremacía -que Aiberdi postu-
\ conjunto,. no como r_e_~tj}fado Jií)§[y_Ju-stifj~_aQQ_p
1 laría como rcauisito esencial del progreso- no ha
· póstuma de ese progreso, sino como condición sido necesario ~para asegurar el d~ Estados Unidos:
, para él. - ·· --- · · - - -------- una constante turbulencia, un desgarro polémico que
~n la que Sarmiento presenta como modelo (más no conoce los límites de la prudencia mejor que Jos
móvil, si no necesariamente más igualitario, que las del buen gusto, una sucesión frenética de emergencias
hispanoamericanas)_Ja...apetfncia de la plebe por ele- políticas seguidas con curiosidad emre apasionada
y~g_g_r_e.su-condición, Jejo~ de consfitufr-Ta arÍÍe- y divertida po:· una activísima opinión pública, todo
n~a al orden reinante -qüe ·- té1ñTa=--ATbercff-_Pu'ede eso, que el obsenrador de paso corre ries~ro de inter-
alimentar los mecanis~o_s_ qu_e mantienen .su.vige,ncia. pretar como signo de una inminente quicb;a del orden
Sin duda esta imagen del cambio económico-soc1al político, es por el contrario uno de los rasgos nor-
deseable no deja de reflejar Ja constante ambiva- males de ese orden, que ha hecho posible un verti-
lencia en la actitud de Sarmiento frente a la nresión ginoso progreso económico. Pero, precisamente por-
de los desfavorecidos en una sociedad desigual; si que se inhibe de extraer ninguna enseñanza explícita
quiere mejorar su suerte, sigue hallando peligroso de tal espectáculo incong!"'ucntc, Sarmiento no va
que alcancen a actuar como personajes autónomos por el momento a deducir de él siquiera la puramen-
en la vida nacional; la alfabetización les enseñará a te negativa que rehúsa al auioritarismo la dignidad
desempeñar un nuevo papel en ella, pero ese papel de precondició;i del progreso.
habrá sido preestablecido por quienes han tomado Ai salir de los Estados Unidos, Sarmiento podría
a su cargo didgir el complejo esfuerzo de transfor- haber dicho, como algún peregrino a la ·uRSS no-
mación a la vez económica, social y cultural, de la venta años más tarde, que había visto el futuro y
realidad nacional. que el futuro en efecto funcionaba. De vuelta en
\ El ajemplo de los Estados Unidos a la vez aue Chile, se dedicaría a escudriñar los Primeros anti-
iincita a SarmTento a prestar-at-enc-tón-al-éüñie~to cipos de ese futuro, rastreando los .efectos mediatos
'socio9flturat--Uentro del cual h~-=ct~ -ªªfseel"-1710- e inmediaios de la nueva prosperidad creada por la
, greso ecooomi:co-;ñace·parael innecesario definir" lbs apertura del mercado californiano a las exporta-
; reqmsuos políticos para ese progreso con una pre- ciones chilenas: más allá de la zona triguera, ad-
, cisión comparable a la que buscó alcanzar Alberdi. vertía en 1849 su impacto en los avances de la cons-
Sarmiento no sólo no se formó una idea muy alta trucción privada en Santiago y en los del nivel de

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vida de ia plebe urbana; era la amplÍación del mer- norteamericana como suprema vktoria de la demo-
cado, a través de la del consumo. la que subtendía cracia plebeya sobre la Europa monárquica y aristo-
todos esos avances y dotaba de un nuevo dinamismo crática, que muestra hasta qué punto Sarmiento ha
a la_ economía chilena en su conjunto. buscado en Estados Unidos una confirmación antes
En 1855 vería en ese episodio una oportunidad per- que una alternativa para el idear~o democrático-igua·
dida: Chile creyó eterno su dom:nio del mercado litario que cree definitivamente comprometido en
ofrecido por las tierras del oro, bien pronto borrado Europa), está dispuesto a acatar la gravitación a
por el surgimiento de la agricultura californiana. su juicio incontrastable de ciertos condicionantes
Esa falta de todo cálculo y toda previsión juzga a sociales o políticos que hacen imposible la adopción
los terratenientes como a los labradores chilenos; de ese modelo.
ella es en suma fruto de la ignorancia, y confirma También en ese aspecto esos escritos anticipan
que la supervivencia ¡nisma de la economía chilena el sentido de l'a acción política de Sarmiento, una
depende de la mejora rápida del nivel de instrucción vez vuelto a la Argentina. El espectáculo que se
popular. Hay otr~ lección que Sarm\ento no sub- le presenta al retornar a Buenos Aires confirma a
raya pero no deja de atesorar: en un Chile domi- la vez las seguridades y las perplejidades inspiradas
nado por la clase terrateniente, Jos avances de !a en el ejemplo norteamericano y en el de un Chile que
igualdad social no podrían basarse en una mavor -quizá porque sospecha que ha de abandonarlo pron-
difusión de la propiedad de la tierra. En pocas to- le parece ofrecer un modelo cada vez menos
páginas, admirablemente penetrantes, Sarmiento va válido para la Argentina futura.
a esbozar una línea alternativa de desarrollo: la El progreso de Santiago, el de Valparaíso, empa-
modernización de la agricultura chilena -de todos lidecen en comparación con el de Buenos Aires.
modos condición indispensable para su superviven- Aunque la que fue capital rosista atraviesa ahora
cia- sólo puede hacerse en el marco de la gran ex- constantes turbulencias políticas y vive una perma-
plotación capitalista (aunque Sarmiento ignora el nente indefinición en aspectos tan esenciales como
nombre, describe muy bien Ja cosa). Ello exige una el papel de la ciudad y la provincia en un país en
masa de asalariados rurales instruidos y bien remu- trance de organización, todo eso no logra afectar su
nerados, pero poco numerosos; complemento de ese insolente prosperidad presente y su inquebrantable
cambio debe ser el crecimiento de las ciudades, único confianza en su prosperidad futura.
desemboque a la población campesina expulsada De ello deduce Sarmiento que la preocupación por
de la tierra por esa vasta transformación. Será en el orden que había obsesionado al part~-do conserva-
la ciudad donde surja una sociedad más completa y dor chileno no había estado tan claramente justifi-
móvil, y para que esto ocurra, la difusión de la ins- cada como él mismo había creído durante su etapa
trucción es todavía más imprcsC:.ndible. de destierro. La desenfadada, la caótica libertad de
Como se ve -a diferencia de Alberdi, que conoce Buenos Aires no era incompatible con un progreso
una sola receta 'ae transformac:on econorn1co-so- más rápido que el chileno. Hay otra conclusión ante
cial=--sarmierrtti-·-es-perfectament·e- cafiaz-ae per- la que Sarmiento dice detenerse, asustado del rumbo
dbir ·1a-p0Siliilidad-cte ·caminos-y-estilos de desaYr0110 que toma su pensamiento: el vertiginoso progreso
alternativos· áT qüehaoía descubierto-en fos Estados de Buenos Aires es más antiguo que su turbulenta
Unidos. Pero-- ese - téxto-- de -- 1855 - rnüestra . adefüás libertad; fue alcanzado primero bajo la administra-
otra cosa, pese a que su entusiasmo por el modelo ción de Rosas, cuyo despotismo arbitrario y obtuso
norteamericano se debe a algo más que a la con- el propio Sarmiento -entre tantos otros- había de-
fianza en su eficacia para lograr progresos rápidos nunciado corno incompatible con cualquier progreso
(como lo revela la imagen de la futura hegemonía sostenido. Al parecer ni el despotismo ni la desorde-

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nada libertad, ese Escila y ese Caribdis entre los enar sobre el país. ¿Ql.!i~n~s_han de ejercer ese
cuales el liberalismo posrevolucionario buscaba afa- p~~g_c.a. __eP-.Qllé,:__se_~pQ_y~áñ-· p~Cjerc:rlo?
nosamente un n:!.IY:bo salvador, tenía consecuencias SarID.lento nunca se planteo la segtmaa---pregunta;
tan temibles como Sarmiento, entre muchos otros, en cuanto a la primera, en e1 momento de retorno <lel
había creído. destierro su respuesta es contrarSa a Ja de Alberdi:
-~in dt~da Sarmiento se muestra reacio a llevar a es desde luego la_jlite letra§, de la que se -declara
(. fondo la exploración de esa nueva perspectiva; con orgulloso integrante, y cuya historia colonial ha tra-
sólo v~slumbrarla se ve confirmada su previa ten- zado con humide orgullo en kjcucrdos de provincia,
, dencia a colocar en segundo plano el marco político- la que tendrá_a s11 -e.argo la fl.)11Ción--<lir:ectiva. Sólo
! institucional, cuando considera los requisitos para el paulatinamente la acumulación de desengmros polí-
\ radical cambio en la estructura del país que juzga ticos (entre los cuales fue particularmente revelador
\,a la vez urgente e inevitabie. el que le produjo el desinterés de la clase ilustrada
' Esa relativa indefinición de los aspectos propia- sanjuanina por los programas :le :reforma que intentó
mente políticos de su programa se continúa en una introducir durante su breve gobernación de esa pro-
indefinición por lo menos igualmente marcada acerca vincia, y que acrecían las cargas fiscales para las
de la articulació:i del grupo pol'ticamente dirigente clases propietarias) lo convenció de que, si no en el
que tendrá a su cargo guiar la construcción de una pasado, en ei presente esa élite letrada no estaba
nueva nación y la sociedad argentina en su conjunto. más interesada que otros sectores de ln sociedad en
!Alberdi había arrojado sobre esta cuest5ón una cla- favorecer el interés de la i1ación o el E!"tado; d~
iridad cruel: la Argentina sería renovada por la fuerza rablemente carente de espíritu púbiico, usaba su stpe-
/creadora y destructora del capitalismo en avance; ricr ilustraciC?P-_ c6rr1Q_j11~tJi<::-ªfü'oJ?ª1:~ ''7eff~?Jfz:_a._9_0
,) había en el país grupos dotados ya de poderío polí- sú ideal de otium cum dignatate a cost2- del erario
tico y económico, que estaban destinados a recoger pú15hco. ··· - -- - --
los provechos mayores de esa renovadón; el servicio Pero Sarmiento no descubre ningún otro sector
supremo de la élite letrada seria revelarles dónde mejor habilitado para asumir esa tarea, y desde
estaban sus propios intereses; una vez logrado esto, entonces se resigna a que su carrera política se
esa élite debía prepararse a bien morir; una concep- transforme en una aventura estrictamente individual;
ción que postula consecuencias constantemente bené- sólo puede contar sobre sí mismo para realizar una
ficas para la libre acción de las fuerzas económicas cierta idea de la Argentina, y puede aproximarse a
y afirma con igual vigor la co2ncidencia necesaria realizarla a través de una disposición constante a
entre el interés nacional y el del grupo que controla explorar todas las opciones para él abiertas en un
a la vez el poder político y los recursos econó- panorama de fuerzas sociales y políticas cuyo com-
micos de la nación. no reconoce va función legítima plejo abigarramiento contrasta con ese orden de lí-
para una clase política que ambi-cione ser alg; más neas simples y austeras que había postulado Alberdi.
que el agente de negocios de ese grupo dominante. Para ello la relativa indiferencia por los aspectos
Sarmiento no cree, con la misma fe segura, que político-institucionales del cambio que postula, lo pre-
las ~encías del avance de !a nueva economía para desde luego particularmeme bien.
sobre las áreas marginales (que juzga no sólo imwi- Sin duda, no es ésa una solución que Sarmiento
table sino también deseable) sean siempre benéficas; l halle admirable, y a veces va a revelar, en breves
P~der P~!!tico con suficiente__in_depen- relámpagos, su cólera frente a ella y su nostalgia
denc~L_c;l~ ~_grup_~- dominante P~!:-ª--- _iglp_()E_er de alguna solución diferente. De esta manera, el
PQJ:_.__§_í rumoos y límites a ese ·aluvión de n!:!§.v;ls mismo Sarmiento que en 1862 preconizaba la masa-
e!lergías económicas g~e habrá contnbmdo-adesen- cre de gauchos para terminar con la rebelión fede-

.---.. 1
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ral no3ana, asiste menos de diez años después con texto en que proseguirá el debate político en la
orgullo patriótico a otra rebelión más vasta del Argentina posrosista; el marcado eclecticismo y las
federalismo andino: siguiendo a Felipe Varela, la oscilaciones aparentemente erráticas que desde 1852
plebe de esas provincias revela tener fibra más dura iba a caracterizar a sus tomas de posición, se mos-
que esos chilenos acostumbrados a una mansa obe- trarían más adecuados que la rigidez política del
diencia por el largo predominio conservador; la paz modelo alberdiano en esa permanente tormenta que
chilena es la de la muerte, pero la Argentina de la iba a ser la vida política argentina en la larga etapa
última montonera bulle ·de vida. . . Sin duda estos que se abría en Caseros. Es ya revelador que muy
exabruptos quedan para la confidencia privada y no poco después de la caída de Rosas, cuando Alberdi
reflejan una actitud sistemática de Sarmiento; aur.. y Sarmiento se enfrasquen en una no siempre deco-
así expresan muy bien su convicción ya inquebran- rosa batalla de pluma, no intentarán ya seriamente
table de que -en la hora de organizar la victoria- explorar qué los separa en la definición de los obje-
el grupo con el cual se ha identificado y en cuyo tivos que uno y otro proponen a la nación.
nombre ha combatido ha hecho deserción. No mejor Ello no se debe tan sólo a que ambos siguen apli-
reflejo de una actitud sistemática es el curioso pa- cadarnente los consejos irónicamente formulados por
saje del discurso que Sarmiento pronuncia en Chi- Larra para uso de polemistas, y revuelven su pa-
vilcoy, en 1868, cuando esa carrera política que com- sado, presente y futuro en busca de motivos de inju-
bina arisca independencia y considerable ductilklad ria más que de argumentos para un debate serio.
acaba de llevarlo a la presidencia de la República. Aun cuando éste se entabla se dará en torno de
Allí se proclama dispuesto a recoger la herencia perspectivas de corto plazo: girará en torno a la
caudillesca, traspuesta a la nueva clave proporcio- ubicación de ambos en los conflictos que ha.n vuelto
nada por una nación moderna: el presidente es el a arremolinarse en un país que realiza tan mal el
caudillo de unos gauchos que se habrán transfor- proyecto de reconciliación universal en el nuevo credo
mado en la competencia pacífica por la conquista de la paz productiva, que tan útil había sido para
del bienestar. Y sin duda en una nación de veras allegar nuevos e influyentes reclutas a la batalla
transformada, unas masas populares capaces de ha- antirrosista.
cer suva la noción que sobre el lugar que les corres-
pon:ií~ en la sociedad había propuesto Sarmiento,
hubieran podido proporcionar la base política para
un programa como el que éste ofrece. Pero desde TREINTA A&OS DE DISCORDIA
luego, la nación no se ha transformado tanto corno
Sarmiento quiere creer cuando la contempla desde ese
rincón de excepcional prosperidad campesina que es Alberdi había postulado que el sistema de poder
Chivilcoy: las clases populares no ofrecen por el creado por Rosas sería capaz de sobrevivir a su caí-
momento un apoyo más sólido al .programa renova- da para dar sólida base al orden posrosista; Varela,
dor que la élite letrada. Es comprensible entonces que el lugar de Buenos Aires en el país no sería afec-
que Sarmiento haya preferido no proseguir el examen tado por la victoria de una coalición cimentada en
del problema sino a través de ocasionales alusiones la oposición común a la hegemonía de Buenos Aires
inspiradas por la decepción o la eurofia: ·de un sobre la entera cuenca del Plata. Ambos postulados,
examen más sistemático sólo podía obtener una útiles para evitar desfallecimientos y disensiones en
desesperanzada lucidez frena.dora de cualquier ac- vísperas del combate decisivo, resultaban. apenas se
ción política. los examinaba, algo de muy poca probable realiza-
Pero él tampoco iba a recibir estímulo del con- ción. Nada sorprendentemente, luego de 1852 el pro-

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