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La Diagonal Norte y F l o r i d a
resfríos
el producto
de confianza
C A R A / Y CARETAJ
ü / 'í 'í u ^ -r-
F I R M A S A R G E N T I N A S
UlEMQ
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CI UD
E
D P O R . a
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tal eminencia ha llegado Buenos tán coh talla de fundador de una gran ciu-
A Aires, no por proceso alguno de es-
tratificació de siglos sobre siglos, o
por la gravitación de sedimentos milenarios,
dad del futuro. Para la esforzada empresa
contaba el bizarro vizcaíno con este anhelo
intuitivo y genial: "Abrir puertas a la tie-
sino en el breve transcurso de 350 años; rra", según él mismo escribiera; y con un
breve si observamos que a la fecha de su nombre que flotaba por sobre las ruinas del
definitiva fundación ya existían como cabe- viejo caserío como una leyenda auspiciosa:
zas visibles de sus respectivas nacionalida- "Buenos Aires".
des, y eran grandes e influyentes conglome- En nada favoreció a Buenos Aires, en
rados urbanos, las capitales que hoy alter- sus comienzos, la reiterada decisión de sus
nan de igual a igual con Buenos Aires: fundadores, ni la persistente voluntad de
Londres, París, Viena, Berlín, Moscú; y subsistir que alentaba dentro de sí misma.
otras que han quedado a su zaga en cuanto Si sus pobladores de 1580 no llegaban al
a población, como Roma, Madrid, Lisboa, centenar, apenas excederían de 500 un cuar-
etc. Buenos Aires surgía así como un peque- to de siglo más tarde; y en 1680, cien años
ño punto obscuro en el impreciso horizonte después de la fundación de Garay, redon-
del Nuevo Mundo, cuando ya el elenco de dearía con esfuerzo 6.000 almas. No pare-
las grandes ciudades europeas era, sin va- ce que fueran reales estas cifras cuando las
riante alguna, el mismo que hoy observa- comparamos con las de La Plata, por ejem-
mos. En la propia América ostentaban con- plo, que a los 50 años de su fundación con-
tornos definidos las futuras urbes de la grega 200.000 habitantes.
Unión, y Lima, y Méjico, y Río de Janeiro, Todavía pasaría lentamente otro siglo,
La pequeña aldea de casuchas de paja y ba- 1680 a 1780, y la población de Buenos Aires
rro llegaba, pues, con retardo al festín don- giraría en torno a los 25.000, cifra que so-
de se repartían las posiciones privilegiadas metida a una moderada discriminación de
con vistas al porvenir y a la opulencia. Pero indios y negros, veríamos reducida a pro-
ella se haría digna de cumplimentar una {xjrciones más modestas todavía. Eran los
vez más la sentencia evangélica forjada para tiempos en que las corrientes colonizadoras
enaltecer el esfuerzo propio; los últimos se- de España se orientaban de preferencia hacia
rán los pritneros. • Méjico y el Perú, que ofrecían a los ojos
de los conquistadores el irresistible atracti-
vo de las riquezas auríferas. El Río de la
D ENTRO de poco más de un año corres-
ponderá celebrar el IV centenario de
la primera fundación de Buenos
Aires, llevada a cabo, como es sabido, el
Plata, Buenos A i r e s . . . , colonias de ínfima
categoría, donde había que labrar la tierra,
cuidar el ganado, luchar a brazo partido con
2 de febrero de 1536. Rememoraremos en- d indio. No todos los que habían realizado
tonces la aventura de don Pedro de Men- el sacrificio de abandonar el solar nativo, y
doza hollando con su planta de conquistador la proeza de cruzar el océano en cascaras
infortttnado las costas solitarias de este rin- de nuez, podían sentirse atraídos ¡xjr tal
cón de América, a los 44 años del descubri- género de vida.
miento, e intentaráse una vez más definir la
influencia de esas fuerzas ocultas y miste-
riosas que, escogiendo por instrumento la
voluntad humana, deciden los destinos de
una civilización. Porque, ¿cómo no asom-
P ERO los que plantaban aquí su tienda
era para arraigar definitivamente, sin-
tiéndose dueños de la tierra que reco-
gía sus sudores. La vida en contacto perenne
brarse de esa supersticiosa preferencia acor- con la naturaleza imprimíales cierto sello
dada por Mendoza a las costas cenagosas, de independencia, ese "aire de hombres li-
y desamparadas de la futura Buenos Aiics, bres" que después descubrieron los viajeros
después que hubo contemplado desde la cu- ingleses y que era ya un distintivo de la raza
bierta de su bergantín, a lo largo de la coste que aquí se forjaba. Cuando la revolución
atlántica, parajes infinitamente más bellos, de 1810 cambió los destinos de esta parte
accesibles y abrigados? de América, Buenos Aires reunía en su re-
Pudo también pensarse que después de la cinto 45.000 habitantes y cínuinuaim siendo
frustrada experiencia, un manto de eterno una aldea, del punto de vista urbano. Sus
olvido cubrirla los rastros de la brillante hijos, sin ernterpo, estaban orgullosos de
expedición del Adehintado, si no fuera que ella. Con una ¡i la que entraba por
la voluntad de la historia era otra, y el en- mucho e! mnxt fo de salaerse pró<iuc-
sueño de Mendoza tninsmigraría intacto al to tfcmiino de la ciudad que acababa de pro-
corazón potente de don Juan de Garay, capi- ducir un acto de tal trascendencia histórica,
C A R A / Y CARETA/
Aires", "el agente dii)lomático de Buenos cio V. López en su libro imperecedero, cuan-
Aires", ,"el Ginjrreso de Buenos Aires", y do quiso presentarla a la ixjsteridad tal
aun "el Presidente de Buenos Aires", como como era en los años 1860 a i8W.
hoy se dice "el gobierno de la Nación", "el
embajador de la Argentina", "el Congreso
Nacional", "el Presidente de la República".
La ciudad con su provincia snidniíinlian a la
Nación, y ésta hablaba invarialilcincnic por
boca «Ir i'.iK'nos Aires. Quien i|iiriia liaiiase
L os hijos de Buenos Aires llevaron de
antaño el mote de "porteños", Vccogi-
do de la primitiva calificación dada a
la ciudad como "í'iuiin de Santa María de
escuchar u obedecer, debía siluarsu en la Buenos Aires". Andando el tiempo el na-
eminencia porteña. Rosas mismo, con todo cer porteño llegaría a constituir honroso
el inmenso prestigio que tenia en la cam- timbre, motivo de orgullo y patente de arro-
paña, dueño del desierto y de la pampa, tuvo gancia, que se haría sentir con inequívoca
que venir a sentar sus reales en la ciudad crudeza ante los provincianos del interior.
de Buenos Aires para hacer desde aquí efec- Como todo sentimiento que degenera, el
tiva su des|>ótica dominación. "porteñismo" de antaño que de distintivo
C A R A / Y CARETlA-r
u^at<''C<,^€yúAce^^^u/-
-k.
gía hacia las montañas de
Tchang-nann!
¿Sería una mariposa o el
sueño que acababa de tener mi
dulce amiga?
El pabellón de la música
Los músicos ya han partido.
Los tulipanes que ellas habían
colocado en los vasos de jade
se inclinaban hacia los laúdes
y parecían escuchar aún.
Sentencia en dos c a r a c -
teres
Renunciad al estudio, y es-
taréis libre de todo pesar.
Renovación
Si yo fuera un árbol o una
modesta planta, experimentaría
la dulce influencia de la pri-
mavera. Soy sólo un hombre...
No te alarme mi regocijo.
Mujeres de Pa
CARAJ" Y Evocación
En Pa, el rití es rápido como
CARETAJ'
R ÁPIDA, mi barca avanza.
Contemplo las aguas del
río, Las nubes, errantes,
una flecha. Cuando una barca
se abandona a su correntada, re-
JA D E Nuestra eníibarcación se
desliza
La ciencia
Saber que se «álie lo que se
Nuestra embarcación se des- sabe, y que se ignora !o que
S E L E C C I Ó N DE liza sobre las tranquilas aguas se ignora: he aquí la verdade-
POEMAS CHINOS del río. Más allá de los jardi- ra ciencia.
• DE • nes que bordean las riberas,
contemplo las montañas azules La muchacha sin velo
y las nubes blancas. Para encontrarse con su
Tsao-Chátig-Ling Mi amiga duerme, la mano amado, bajo el gran sauce que
en el agua. Una mariposa se está a! borde del río, ella vis-
Ver»i6n de ha posado sobre su hombro, ha tió sus dos túnicas más bellas.
E. M. & DATvíERO agitado las alas y ha echado Cuando el sol comenzó a de-
a volar. La he seguido con la clinar, todavía charlaban, tier-
V V mirada, largo tiempo. Se diri- namente.
De pronto, ella se incorporó,
ruborizada, porque no tenía
más su tercera túnica: la som-
bra del sauce.
Preciosa tristeza
Sentada en la terraza de su
morada, aguarda al amado.
] Noche larga I
El viento matinal agita la»
glicinas.
Ella contempla esas gotas de
alba que caen sobre sus brazos,
y suspira.
La destre!z,a de sus juga dores le vale al Racing
CARAy V
CARETA/ G l u b el apodo de "Academia" CARAX Y
CARETA/
Allá por el año 1898.—Una estación de ferrocarril fué la cuna de Racing.— De dos clubs enemigos se formó
uno. — Treinta socios y veinte pesos de capital. — El primer uniforme rosa y celeste.— Los grandes jugadores
T T de antaño. — Progresos increíbles. — El nuevo eáiñcio social. T V
P o r E M I L I O D Ú D E L O . ;
taban el cetro del fútbol en toda la zona de en la actualidad tiene su campo de deportes Surgen los "Colorados Unidos
Allá por el año 1 8 9 8 . . »r Barracas y Avellaneda. Racing Club. del S u d "
El primer encuentro formal del Foot-ball
Junsdores y dlrlgrentes del Racing Foot-ball Club en la primera casilla de I» vieja cancha de las ealleB O'Gorm»»
y Koca, en Avellaneda, btic« Justamente treinta año».
Integrantes del primer equipo de tercero división, en 1903. De iwjuierda a derecha: Julio Planisi, Ángel Collazo,
Sienrs, Etcheverri, Leandro Boloque, Alberto Misnaburu, Alejandro Carbone, Calmen», Juan Lepiche, AntOiiio Ca-
parro y José Paz. "Linesmen"; Francisco Baíestrieri jr Raismindo Laraour,
famoso "wíng" izquierdo que actuó en el pri- do lecciones de jugadores maestros, en des-
mer equipo de Racing en la época llamada treza y habilidad, y no es de ahora 1« cosa.
"de oro" del fútbol porteño. Luego Natalio Hay que ver lo que eran los de Racing en
Perinetti, que tuvo dentro del club más de los butfnos tiempos del fútbol porteño, y re-
quince años de actuación destacada y bri- pitiendo las palabras de un viejo cronista
llante, que compartió con jugadores de la agregó:
talla de Zabaleta, Vivaldo y Pedrito Odioa. "Aquel Racing, compañero, aquel Racing
El nombre de otro jugador de Racing está "fué la catedral del fútbol; representó una
unido a grandes campañas internacionales y " época, determinó el paso del fútbol britá-
sobre todo a la Olimpíada Mundial. Fernan- " nico hacia el criollo sin dejar de perder sus
do Paternóster, que debutó allá por el año " características más esenciales. Fué el ad-
1920, en el Club Atlanta, pasó a Platense de " venimiento de los nuestros, de los que
la Asociación Argentina, para volver a At- " escribían apellidos alemanes con la redon-
lanta en 1924, de donde pasó en 1926 a " da, de los que te la peinaban, de los que te
Racing, encontrándose allí con Castagnola, " la hacían saltar como un pampanito recién
De Mare, Masetti y muchos de los que hoy "salido del agua. Yo tengo en mis pupilas
mantienen aún bien alto ef pabellón del club. " repletas de visiones futbolísticas el recuer-
Otra figura prominente de Racing fué la " do imborrable de un gorrito blanco que
del popular "negro Reyes", aquel gran "back" " avanzaba siempre, que iba dribleando al
que con Saturnino Ochoa hacían inexpugna- " tranco, que se escurría por entre las de-
ble la valla del "blanquiazul". "fensas, que fué "forward" y "half" interna-
Armando Reyes, después de ser un gran "cional. No sé si porque influyó en mi espíri-
jugador, formó a los mejores jugadores co- " tu de purrete que se tomaba el fútbol y
mo entrenador de equy)os. " las tardes a budbes grandes la leyenda de
" ese gorrito de Alberto Ohaco, o porque el
""forward" la llevaba con la maestría que era
¿Por qué le llaman al Racing " de mi agrado, que se ahondó en mis re-
" cuerdos aquella visión sin que el tiempo
Club "Academia"? " haya podido desvanecerla. Ño sé si por
*' una cosa o por la otra, o por las dos juntas.
papa ^
El cansancio men-/
tal por exceso de
trabajo y preocu-
paciones impide
concentrarse con
éxito en los estudios o en el trabajo. El
cerebro débil obliga a realizar esfuer-
zos para pensar.
El cansancio mental se contrarresta con
NUCLEODYNE
(El tónico que dá fuerza)
Poderoso tónico a base de fósforo orgá-
nico que asimila fácilmente el organismo.
Con Nucleodyne el cerebro adquiere
lucidez y vigor, la fatiga desaparece y
uno se siente con nuevos ánimos y nue-
vos entusiasmos.
Nucleodyne es de acción rápida y posi-
tiva, después de dos frascos ya se nota
su buen resultado.
En todas las farmacias y en la
Farmacia Franco-Inglesa
Burmifentíj y Floiid* Bueao* A i r t t
CARAJ" V
El M i n i s t r o de Ins-
trucción Pública y
o t r o s invitados espe-
ciales en la fiesta de
fin de curso del cole-
gio Guido SpanOt
LIMPIAMETALES BRASSO
C A R A / Y CARETA/"
-Conoceyd.
las oéras céceires ?
BRÁHCÁTO
b<» filósofos.
ÍLS posible que la humanidad, a
trflvés de los iiu'on, hriya perdido
parte de Li armonííi existente en-
tre ia vida y el jicn,>i3mic!Jlo. En-
contrar los cslabiinea que deban
unirse en ese orden de co»»9, e»
hof uno de los puntos en que radi-
o» la eur)o«!d«d de las almas que
basesa la belles» en ''tí, artt,
<<La base de vuestro sistema político
es el derecho que tiene el pueblo de
hacer y alterar la constitucién y la
forma de gobierno."
D J
IJO Jorge Washington en su dis- ORGE Washington, Hay nombres cuya sen-
curso de despedida de la vida pública cilla enunciación hace surgir en la mente
el cuadrOj el ambiente de una época. No
a sus conciudadanos. se puede, por ejemplo, hacer mención de
Apeles y de Paxiteles sin que se piense en el pe-
el seguro y tranciuilo goce de los derechos de los ñero humano el magnánisimo e inesperado' ejemplo
individuos y de las propiedades. de un pueblo naciente guiado por una exaltada
" Os expuse en otra ocasión los riesgos de las justicia y l)enevolencia. Nadie dude que en el curso
facciones: séarae licito fortaleceros más y de un de los tiempos y de las cosas un plan tan hermoso
modo solemne contra los perniciosos efectos de las recompensaría ricamente los sacrificios que hu-
facciones. Desgraciadamente el espíritu de partido biese costado.
es inseparable de nuestra naturaleza, teniendo sus " Y o confío que trayendo a nuestra memoria
raíces en las pasiones humanas. El existe cli to- cuarenta y cinco años consagrados a vuestro ser-
dos los gobiernos bajo diferentes formas, más o vicio con ternura paterna!, consignaréis ai olvido
menos descubiertos, más o menos reprimido; i^ero mis yerros, mientras yo, conservándoos todo el
en los sistemas populares se muestra con más osa- carifio tan natural a quien se lia envejecido en el
día, y es 5U mayor enemigo. suelo patrio entre las cenizas de sus mayores, go-
" La alternativa dominación de una facción so- zo en medio de mis ciudadanos de la dulce y be-
bre otra, aguzada por el espíritu de venganza, na- nigna influencia de las buaias leyes bajo un go-
tural a los partidos, el cual en diferentes edades y bierno libre; este ha sido siempre el blanco de los
países ha periKtrado las más horribles atrocidades, deseos de mi corazón, y ha de ser, como lo espero,
es en verdad un despotismo espantoso, y que a la la feliz recompensa de nuestros cuidados, fatigas
larga conduce a un despotistno más formal y más y i>eligros."
permanente. Los desórdenes y miserias, que resul- Después del acto solemne de su despedida se
tan, inclinan gradualmente los ánimos de los hom- retiró Washington a Mount Vernon para vivir co-
bres a buscar la seguridad y el reiK).5o en la auto- mo simple particular. La alarma de una posible
ridad absoluta de un individuo, y tarde o tempra- guerra con Francia le arrancó una vez más de
no la calseza de alguna de las facciones más hábil allí, cuando en 1798 el presidente Adams le nom-
o más afortunada que sus rivales, encamina estas bró Osmandante en Jefe de los Ejércitos Ameri-
disposiciones a los intentos de su propia elevación canos. Conjurado el peligro, el gran ciudadano pu-
y a la ruina de la libertad pública. do volver a su hogar, con\-ertido entonces en un
"Guardar buena fe y justicia con todas las na- santuario de la patria, adonde acudían continua-
ciones, cultivar con todas paz y mente visitantes de todas partes
armonía, dirigiéndose siempre por del mundo. Allí se apagó, el 14
la religión y la moralidad: la ver- lie diciembre de 1799, la vida glo-
dadera política está hermanada riosa del hombre a quien hoy evo-
con esas disposiciones. Fuera dig- camos con el sentimiento de vene-
no de tan brillantes días y de una ración que suscita el recuerdo d«
nación libre y grande dar al ge- sus hechos inmortales.
n i n ir j o DTC A r. V A R E Z
"=*¥= 3¡S
UAVE, resbaladizo y rojo, el amigas, ni tu impiedad ante *i
S vaso de cristal. El sol que
entra por la ventana le tras-
pasa y se convierte en luz cálida
MAÑANA fracaso de tus hcrmapos.
Para que te asocies de hec'no o
de palabra, a las dcsventutas de
y roja también. otras; para que pongas tu hombro
Lns rosas se han deshojado, han
doblado k frente, y al inclinarse,
D >^ E bajo la cruz que ellas arrastran.
Para que no te encojas de hom-
lian dibujado sobre la mem. capri- bros ante n i n g u n a dcsdidia.,,,
chosos arabescos.
Las campanas se han despere- DOMINGO para que cuando veas al dolor, «
la miseria, y a! hambre, hundien-
do a tus heroiaiias.,., no te en-
zado, han colindo al esiMcio su
oonido armonioso; desde aquí, el cojas de hombros; no pases d«
camiwnario ca.si próximo, p.irece largo..., para que pienses y di-
1.1 (orre donde un ser con alma g a s . . . ¿es que así me podré ver
.iRilafa enormes brazos en señal y o ? . . . Es para que te asemejes
de denmnda , . . a Cristo que le llaman las cam-
panas.
Los cánticos sacros invaden la por las veces que mortificaste sin
ciudad, l ^ s mujeres apresuran el razón, a tus liermanas, las mu- Suave, resbaladizo y rojo el
pa»o, es día de oraciones, im ro- jeres. vaso de cristal..,, | como una gota
1^3 campanas te llaman para de sangre despretidida de la frea-
sarios s« inquietan en sus manos, te de Cristo I . . .
las campanas siguen llamando,.. que reces... si puedes... ; pero
te llaimají, si, pafa que digas allí Fuera, las campajias Uenaíido
¿Sabes ^lor qué llaman las cam- el azul! de! espacio..,, y los cán-
l>an«s de los templos, mujer, sa- frente al Señor que has de le-
vantar en tu pecho a la bondad y ticas, y aqui dentro, el sol sobre
bra por qué —• i Para que reces? ia mesa, dorando con su t-ilido
— N o ; te llaman para que ajus- a la justicia, para que no te olvi-
des de las luchas ajenas, pSira que, rayo, como bendición segara y
tes las cuentas contigo misma y bien ganada... el trabajo recio
en presencia de D i o s . . . ; te lla- no te cncoja.s de hombros ante
ninguna miseria, para que no rías de mi día domingo.,.
man para que recuerdes lap veces Las rosas deshojadas..., y is»-
que lias sido egdsta c injusta. de quien .solloza, para que no cie-
rres tus oídos n ningún clamor, bre el papel que es mi templo de
Para que ores por las veces que labor, mi auto de f e . . . , como e!
alKindonastf a <|u¡en bien te amó; para que no jiongas tu indiferen-
cia al pie del problema de tus tuyo mujer, que apresuras el ¡Mso
por las ijiic Iraicionaüte; por aque- para ir a! t e m p l o . . . ; mi auto de
lla* que robasie i>3z y gloria pa fe; alentar en nii pecho a la bon-
ra dcclar.ir las t u y a s . . . ; por las dad y a la ju-sticia; no tener pf-
veces que faltaste a la verdad, a
la platlosa y grande verdad de la
I R E N E G. L. cido de odio, ni d« envidia, ni de
calumnia, j contra mis hernsanos,
vida; por las veces que engañaste, DE HUERGO los hijos de Dios I
CARA/ r T W A N A
LOS R E C U E R D O S D E
P o r E D Q A K
fines del año 1827, cuando lito, y consiguió, por último, que se sometiera a
vivía cerca de Charlottesvi- toda ciase de experimentos. La repetición de éstos
lle, en la Virginia, conocí dieron por resultado algo que en aquella época era
casualmente a! señor Bedloc. todavía muy raro en América. Me refiero a la re-
Desde el primer momento in- lación magnética, cada vez más distinta y fuerte-
citó mi curiosidad y desper- mente acusada, que se estableció poco a poco entre
tó mi interés. Me era impo- c! doctor Templeton y Bedloe. No tengo, sin em-
sible darme cuenta, tanto de bargo, la pretensión de afirmar que esta relación
su aspecto físico como del se escondiera más allá de la potencia somnífera, pe-
moral. No l o g r é obtener ro sí que esta potencia tenía la mayor intensidad.
detalle positivo acerca de su En la primera tentativa hecha para producir el
familia. sueño magnético, el discípulo de Mesmer fracasó
¿De dónde venía? No lo supe nunca. En cuanto por completo. En la quinta y sexta no consiguió
a la edad, parecía joven c incluso alardeaba de ju- más que un resultado imperfecto y a costa de
ventud; pero había momentos en que nadie vaci- grandes esfuerzos. Únicamente al llegar a la oc-
laría en otorgarle, un centenar de años. tava e! triiuiío fué completo. Desde entonces la
Pero lo más extraño en él era sn aspecto exte- voluntad del paciente sucumbió rápidamente bajo
rior. Extraordinariamente alto y delgado, se encor- la del médico, tanto, que cuando yo les conocí el
vaba mucho al andar, tenía la frente enorme, la sueño llegaba instantáneamente por un simple ac-
boca larga y flexible y los dientes, aunque sanos, to volitivo del operador, aunque el enfermo no se
los más irregulares que he visto nunca en ninguna diera cuenta de su presencia. Por eso, ahora, en
boca humana. el año 1843, cuando ya todo esto ha dejado de ser
Sin embargo, !a expresión de su sonrisa no era un milagro, me atrevo a hacer constar el hecho
desagradable, como se podía suponer, pero expre- positfi'o de la aparente imposibilidad.
saba una profunda melancolía, una tristeza cons- El temperamento de Bedloe era sensitivo, ex-
tante. Los ojos er§n anchos y redondos, como los citable, entusiasta hasta el más alto grado. Su ima-
de los gatos, e incluso las pupilas sufrían contrac- ginación, singularmente vigorosa y creadora, ob-
ciones y dilataciones proporcionales al aumento o tenía, sin duda, adicionales energías por «1 uso
disminución de la luz, exactamente como ocurre en habitúa! de! opio que consumía en gran cantidad
las razas felinas. En los momentos de excitación y sin c! cua! hubiera sido imposible vivir. Tenía por
estas pupilas se abrillantaban hasta un punto in- costumbre tomar una buena dosis inmediatamente
concebible y parecían emitir rayos luminosos na- después de su desayuno, que consistía en una taza
cidos de un fuego interior; pero habitualmente per- de café bien cargado, y luego de ello partía, sin
manecían casi opacos, recordando los ojos de un otro acompañamiento que él y un perro, a lo largo
"muerto enterrado hacía mucho tiempo. de la cadena de salvajes y lúgubres cimas situa-
Todas estas particularidades parecían molestar!* das al oeste y a! sur de Charlottesville y que
mucho y aludía constantemente a ellas en un estilo están condecoradas con el nombre de Ragged
medio explicativo, medio justificativo, que, la pri- MouHlains (Montes desgarrados).
OKra vez que se le oía, impresionaba penosamente. En una mañana sombría, cálida y brumosa, de
No obstante, yo rae acostumbré bien pronto a fines de noviembre, y durante el extraño período
ellas y no volví a sentir el menor malestar oyendo de tiempo que en América llamamos el verano in-
sus palabras. Tenía la obsesión de insinuar, más que dio, el señor Bedloe salió como todos los días
afirmar positivamente, que nunca había sido como para dar su pasw habitual Pero llegarotj las ocho
era entonces; que una larga serie de ataques neu- de la noche y aún no había vuelto.
rálgicos le habían transformado su antigua belleza Seriamente alarmados por esta prolongada au-
personal. Desde hacía muchos años cuidaba de su sencia, iws disponíamos ya a salir en busca suya,
salud un viejo médico llamado Templcton, a quien cuando reapareció súbitamente. El relato que nos
encontró en Saratoga, y que, dadas las riquezas de hizo de su expedición y de los sucesos que le ha-
Bedloc. consintió en consagrarle exclusivamaite to- bían acaecido fué de los más singulares;
da su experiencia médica a cuidar el enfermo. — Ya recordaréis — dijo — gue eran próxima-
El doctor Templeton, que tendría aproximada- mente las nueve de la mañana cuando salí de
mente setenta años, había viajado mucho durante Charlottesville. Me dirigí hacia «I monte, y cer-
su juventud y fué en París uno de los discípulo» ca de las diez entraba en una garganta comple-
más entusiastas de las doctrinas de Mesmer. Para lamente nueva para mí. Seguí todas las sinuosida-
aliviar k)í agudos dolores de su enfermo emplea- des de aquel paso con verdadero interés. El eí-
ba exclusivamente remedios magnéticos, logrando pcctáciik) que se ofrecía a mi vista, aunque sin me-
inspirar a Bedloe una gran confianza en «»t« si$- recer ci nombre de sublimes, tenía un carácter
tema de curación. Por lo demás, «I doctor, como íodescriptíbk tk lúgubre desolación, muy delicio-
todos los «nti«iastas de una causa o de un sistema, so para tní. La «okdad absoluta tenía algo de vir-
había logrado hacer de Bedloe un perfecto proté» gínsL Saboreaba «I píac«r 4e imaginar que nadií
g>iWiW«iÍftBnwiP*«MftPMWi«lrW lUvum^oMCHiiKNKKnMta
I N M O R T A L E S ^ ^ w
AUGUSTO BEDLOE
A L L A 7^ P O E
antes que yo había puesto los pies alli. Era tan hombre distinto, y ya en mejor disposición <k áni-
estrecha la entrada del desfiladero y de tal modo mo, proseguí la ignorada ruta.
estaba oculta e inaccesible, que esta creencia mía No tardé en sentarme al pie de un árbol, casi
no resultaba disparatada. agotado por el ejercicio y por la pesada presión
La espesa y singular niebla o bruma, caracte- atmosférica. En aquel momento surgió un leve
rística del verano indio, se extendía i>esadameiite rayo de sol, y la sombra de las hojas se recortó
sobre lodo, y era tan densa, que no distinguía los sobre la hierba ligeramente definida. Miré asom-
objetos a doce yardas de distancia. Era tan sinuo- brado esta sombra, luego levanté los ojos. El árbol
so e! camino, y ¡a ausencia de luz solar lo enva- era una palmera.
guecía de tal modo, que perdí por completo la idea Me incorporé precipitadamente en un estado de
de la dirección. No se olvide tampoco que el opio agitación terrible. Ya no era suficiente atribuir al
había producido su efecto acost\mibrado, aumen- sueño lo que veia.
tando la intensidad emocional del mundo exterior. Tenia la seguridad de estar en pleno goce de
En c! temblor de una hoja, en el color de una mis facultades, y, sin embargo, los sentidos apor-
brizna de hierba, en la forma capridiosa de un taban a mi alma un mundo de sensaciones iné-
trébol, en el bordoneo de una abeja, en e! brillo ditas y singulares.
de una gota de rocío, en el suspiro del viento, en El calor era intolerable; la brisa tenía un per-
los vagos olores que venían del Iwsque, se pro- fume penetrante. Un murmullo profundo y conti-
ducía todo un mundo de inspiraciones, una pro- nuo, como el de un ancho río, llegó hasta mis oídos
cesión magnífica de pensamientos desordenados y mezclado al rumor característico de una multitud
rapsódicos. Absorto en mis ensueños anduve mu- humana. Mientras escuchaba, el viento, como una
chas horas, durante las cuales la niebla se esix^saba varita mágica. di.sipó la niebla que cubría la tie-
en torno mío, obligándome en algunos momentos rra, y me encontré en un valle, a través del cual
a andar tanteando con las manos. Un indefinible pasaba majestuosamente un río amplio, y al pie de
malestar, una esi>ec¡e de irritación nerviosa que una montaña enorme. En las orillas del río se al-
hacía temblar todo mi cuerpo, se apoderó de mí. zaba un pueblo de aspecto oriental, como los des-
Llegó un momento en que tuve miedo de avanzar, critos en Las mil y uita noches, pero de un ca-
de precipitarme en algún abismo. Recordé también rácter mudo más extraño. Desde el sitio en que
las extrañas historias de los Montes Desgarrados, yo estaba colocado, muy por encima del nivel
de las razas salv<ajcs que habitan sus bosques y del poblado, podía obsei-var todos sus rincones y
sus selvas, sus cavernas. De pronto atrajo mi aten- todos sus ángulos como si estuvieran dibujados so-
ción el fuerte redoble de un tambor. bre un mapa. Las calles parecían innumerables y
Qinio es natural, quedé estupefacto. Un tambor se entrecruzaban irregularraenle en todas direc-
en atiuellos sitios era algo insólito. No menos me ciones como anchas avenidas, donde hormigueaba
hubieran sorprendido los trompetazos del Arcán- la gente.
gel. Pero no tuve tiempo de insistir en mi perple- Las casas eran extrañamente pintorescas, con un
jidad, iK)rquc otro hecho más extraordinario se verdadero, desenfreno de balcones, terrazas, mina-
aiK)dcró de la atención. Oí acercarse un tintineo retes y torrecillas con fantásticas cresterías. Abun-
extraño, como el que produciría un manojo de grue- daban los bazares, y en ellos las más ricas merca-
sas llaves chocando entre si, y casi inmediatamen- derías eran desplegadas con varia e infinita pro-
te cruzó por delante de mí, lanzando un agudo fusión : .sedas, muselinas, diamantes y alhajas mag-
grito, un hombre me<lio desnudo, de rostro nuiy níficas; pero entre la multitud quedaban palanqui-
moreno. Pasó tan cerca de mí, que sentí su cálido nes y literas, en cuyo fondo se veían figuras d«
aliento en mi rostro. Sostenía en la mano un ins- mujer, severamente velado el rostro; elefantes cu-
trumento compuesto de tma serie de anillos de biertos de telas fastuosas, ídolos grotescamente ta-
hierro, que .sacudía en su carrera. Apenas había llados,, .banderolas, lanzas y el múltiple sonido de
desaparecido en la niebla, cuando, jadeante,,detrás los tambores y de los gongs. En otras partes, en-
de él, .se lanzó una fiera enorme, con las fauces tre millares de hombres negros y amarillos con
abiertas y los ojos como brasas. La conocí en se- turbantes de colores agrios y flotantes terbas, cir-
guida: era una hiena. La vista de este monstruo, culaba una serie de bueyes cubiertos de cintas.
lejos de aumentar mis terrores, les tranquilizó, mientras que legiones de monos sucios y sagrados
porque entonces estaba .seguro de que soñaba, y trepaban aulladores hasta las cornisas de las mez-
procuré autosugcstionarme para despertar mi con- (|uitas o se colgaban de minaretes y torrecillas.
ciencia. Adelanté más rápido que antes. Me froté Desde las calks, henchidas de gentío ha.íta los
los párpados, grité muy alto, me pinché en los muelles del rio, descendían innumerables escaieras
brazos y, aprovechando una íucntecilla que encon- que conducían a los barios, y d<Mitro de las aguas
traba ai paso, me lavé en ella las manos, la calw- mismas era difícil encontrar pa.w libre a través
za y «1 cuello. Sentí disiparse ¡as sensaciones e(]ui- de las innumerables edificaciones que atormenta-
vocas que hasta entonces me habían atormentado, ban su superficie en todo saitido.
incluso me pareció, al incorporarme, que era otro Al otro lado de los muros de la ciudad se alia-
CARAy Y CARETAS
ban majestuosos grupos de palmeras y cocoteros nada. Una de estas flechas me hirió en la sien
y de otros árboles centenarios, gigantescos y so- dereclia. Di una vuelta y caí pesadamente. Un mal
lemnes. Aquí y allá se percibían un arrozal, la instantáneo y terrible se apoderó de mi, me agité
choza de un campesino, una cisterna, algún tem- convulsivo, intenté respirar y, por último, me pa-
plo solitario o la silueta fina y graciosa de una reció morir.
muchacha dirigiéndose a. río con un cántaro bí- — Supongo — exclamé sonriendo — que ya no
blicamente colocado sobre la cabeza. se obstinará usted en discutir que su aventura no
Imaginaréis que todo esto era un sueño. De nin- ha sido más que un sueño. A no ser que esté dis-
gún modo. Todo aquello que veía, que oía, que puesto a sostener que está usted muerto.
palpaba, no tenía nada que ver con la idiosincra- Esperaba que al pronunciar estas palabras Bcd-
sia característica e inconfundible del sueño. Cuan- loe me contestase con alguna ingeniosidad; pero,
do alguien sueña, y en el sueño se da cuenta de con gran asombro por mi parte, le vi palidecer
tal estado, no deja de confirmarse siempre la sos- hasta la lividez; todo su cuerpo tuvo un temblor
pecha y el durmiente se despierta en seguida. Es extraño, y guardó silencio. Entonces volví la mi-
cierta la afirmación de Novalis cuando dice que rada hacia Tcmplenlon. Estaba rígido en su asien-
estamos tnás cerca de despertar cuan<!o soñamos to ; le castañeteaban los dientes y tenía los ojos
que soñamos. Si aquel espectáculo se hubiese ofre- casi fuera de las órbitas.
cido a mí tal como lo he descrito sin que sospc- — G)níinúe — dijo al fin a Bedloe, con voz
diara de que se trataba de un sueño, aitonces hu- ronca.
biera podido ser realmente un sueño; pero al pre- — Durante algimos minutos — continuó Bed-
sentarse, como he dicho, sospechado y comprobado, loe — mi única impresión, mi sola sensación fué
como lo fué, tengo que clasificarlo en otra clase la de la noche y la de! no ser, con la conscieucia
de fenómenos. de la muerte.
— En esto no creo que se equivwiue usted_— ob- Al fin, una sacudida violenta y súbita, como
servó el doctor Templehton. — Pero continúe. De- eléctrica, atravesó mi alma, y recobré con ella el
cía usted que se había levantado y bajó a la ciudad. sentido de !a elasticidad y de la luz. Digo el sen-
Augusto Bodloe miró profundamente asombra- tido, porque la luz no la vi, la sentí.
do ai doctor. Me pareció que abandonaba la tierra, pero que
— Justo; como usted dice, me levanté y bajé a ya no poseía !a presencia corporal, visible y pal-
ia ciudad. No tardé en encontrarme en medio de pable.
una inmensa muchedumbre, dirigiéndose en un La multitud se había retirado. El tumulto había
sentido determinado y con muestras de la mayor cesado. La ciudad estaba comparativamente tran-
animación. Súbitamente, en virtud de un influjo quila. Debajo de mí yacía mi cuerpo con la flecha
inconcebible, me sentí penetrado de un interés per- clavada en mi sien y espantosamente hinchado y
sonal por lo que iba a ocurrir. Tuve el presenti- desfigurado el rostro.
miento de que iba a representar el papel principa!, Pero todo esto lo sentía, no lo veía.
sin comprender exactamente cuál seria. Kada me inspiraba el menor interés, incluso
Un extraño y profundo sentimiento de hostili- el cadáver me parecía un objeto con el cual no
dad me hizo odiar a la multitud y escapar de ella tenía nada común. Carecía ya de voluntad, y me
para entrar en la ciudad por un estrecho y circular xareció que volaba ligeramente fuera del recinto
camino. Todo en torno mío era tumulto y discor- de la ciudad y sobre c! mismo camino que había
dia. Grupos de hombres medio indios, medio eu- .«gélido para entrar en ella. Cuando llegué al des-
ropeos, luchaban contra otros que llevaban unifor- filadero, en el sitio mismo donde encontré la hie-
me» íngles<;s. Sin darme cuenta de lo que hacía, na, sentí de nuevo un choque como el producido
lomé las armas de un oficial muerto y empecé a por una pila gaívániga: el sentimiento de la pe-
nerir a diestro y siniestro coa la ferocidad ner- sadez, el de la volición, el de la sustancia reentra-
viosa de la desesperación. ron en mí. Volví 3 ser yo mismo, mi propio indi-
Pronto fuimos vencidos por el número y obli- viduo, y dirigí rápidamente mis pasos hacia aquí,
gados a refugiarnos en una especie de quiosco; allí pero sin que todo lo pasado perdiese la energía vi-
nos hicimos fuertes y momentáneamente quedamos viente de la realidad. Así, pues, ni siquiera por
seguros. A través de una tronera, en lo alto del un minuto puedo contradecir a mi inteligencia con-
quiosco, vi que la multitud, furiosamente agitada, siderando que todo esto liaya sido im sueño.
asaltaba un hermoso palacio situado a la orilla de! — Y no lo es — dijo Tcmplenton con aire de
río, y de pronto, vi descender un personaje de profunda solemnidad, — Pero sería difícil encon-
aspecto afeminado, que, valiéndose de una cuer- trar c! término que mejor definiese el fenómeno.
da hecha con turbantes, logró llegar hasta una Supongamos que el alma del hombre moderno se
embarcación, en la cual huyó hacia ía. ribera halla ai borde de prodigiosos descubrimientos psí-
opuesta. quicos; contentémonos por ahora con esta hipóte-
Entonces me dirigi a mis compañeros, y con pa- sis. Veamos ahora esta acuarela, que ya les hu-
labras precipitadas, pero enérgicas, les convencí de biera enseñado, a no ser porque un indefinible sen-
que saliéramos fuera. Nos lanzamos entre la mul- timiento de horror me lo impedía,
titud asaltante, y al principio huyeron delante de Y nos presentó una pintura que para mi no
nosotros, pero luego retrocedieron para luchar con tenía ningún carácter extraordinario, pero cuyo
nuevos bríos. Por último, nos vimos perdidos en efecto sobre Bedloe fué prodigioso.
calles estrechas que ahogaban las altas casas y en Apenas la vio estuvo a punto de desmayarse, y,
el fondo de las cuales nunca llegaron los rayos sin embargo, no era más que una miniatura, un
de! sol. retrato maravillosamente c»ncluído de su propia
El populacho caía inipctuosatnente sobre nos- fisonomía tan original. A! menos esto fué lo que
otros, nos ametiazaba con sus lanzas y mía nube se me ocurrió viéndola»
de ík-chas nos hacía inclinar la cabeza. Eran cu- —•Vean ustedes la fecha de esta pintura — dijo
riosas estas flechas y se parecían en cierto modo Templcnion. — Está bien visible aquí, en este rin-
a ios kris* rctorcído.s de los malayos, cuyo nombre cón : ITW. En este mismo atb fué hecha sin duda.
imita el movimiento de la serpiente, pues son, co- Se trata del retrato de nn amigo mío, ya difunto,
mo cüa, Sargos y tiegros ron ia punta «nipouzo- m tal Oldcb, con el cual tuve mucha amistad en
C A R A ^ Y CARETAT-
Calcuta durante el gobienio de Waren Hastings. excelente trato y afables cualidades le habían he-
Yo tenía entonces veinte años. Y cuando le vi a cho muy querido a nuestros convecinos.
usted por primera vez, amigo Bedloe, en Saratoga, " D e s d e hace algún tiempo tí señor Bedlo sufría
la milagrosa semejanza que existia entre usted y unas neuralgias terribles, que estavieron a punto
este retrato me determinó a buscar su amistad y d e causarle la nraerte varias veces; pero, no obs-
a procurar que hiciéramos el convenio de no sepa- tante, el motivo de su fallecimiento lia sido bien
rarnos nunca. Al hacer esto me impulsaban prin- distinto. En una excursión hecha hace pocos días
cipalmente, no tanto el recuerdo triste del difunto, a las Ragged Mountams adquirió unas fiebres se-
sino una inquietud no desprovista de terror y llena guidas de congestión cerebral. P a r a aliviarle, el
de curiosida<]. Al relatar la visión que ha tenido doctor Templeton pensó seria oportuna una san-
usted en la montaña ha descrito minuciosamente la gría local y le aplicaron sanguijtielas en las sie-
ciudad india de Bcnarcs, a orillas del Río .Sagra- nes. Casi inmediatamente falleció el señor Bedlo,
do. Los tumultos, los combates y las escenas de y al examinar el recipiente que contenía las san-
matanza y exterminio fueron episodios reales de guijuelas se vio entonces que, desgraciadamente,
la insurrección de Cheyte-Sing en 1780, cuando habían introducido entre ellas una de esas ver-
la vida de Hasting corrió mayores peligros. El miculares venenosas,, tan abundantes en e! país.
hombre que se escapó valiéndose de los turbantes Su extrema semejanza con la sanguijuela medi-
de sus criados era el propio Chcytc-Sing. La tropa cinal dio lugar a la confusión. Y sin embargo, la
del kiosco estaba compuesta de cipayos y oficiales sanguijuela v>encnosa de Charlottesvillc .se puede
ingleses, capitaneados ]X)r el propio Hasting. Yo distinguir de la sanguijuela medicinal por su ne-
formaba parte de s<|uel destacamento c hice todos grura y, especialmente, por sus retorcimientos o
los esfuerzos posibles para impedir la impruden- movimientos vermiculares, que se parecen mucho
cia y fatal salida del oficial que cayó muerto por a los de una serpiente."
la flecha envenenada de un bengalí. Este oficial Hablando con el director del periódico le pre-
era mi queridísimo amigo Oldcb. Verá usted por gunté días después por qué había escrito el nom-
este manuscrito — y el narrador ofrecía un libro bre del difunto suprimiéndole la e final. El di-
de notas, algunas de cuyas páginas parecían de rector se encogió ée hombros:
fecha muy reciente — que, mientras usted pensaba — K a sido una simple errata tipográfica. Ya sé
estas cosas en medio del monte, yo estaba ocupado que c! nombre era Bedloe, con una e final, y qoe
aquí, en casa, escribiéndolas sobre el papel. nunca !& vi escrito de otro modo.
Una semana próximamente después de esta con- Yo pensé entonces en una verdad mucho mía
versación, «c publicó en un periódico de Qiarlot- extraña que todas las ficciones. Los demás podían
tesville el artículo siguiente: pensar que se trató de una errata tipográfica, pe-
" Cumplimos el doloroso deber de anunciar la ro, en realidad, la palabra Bedlo sin e final no es
muerte de M. Augusto Bedlo, un gentleman cuyo otra sino lia palabra Oldeb al revés.
E D G A R A L L A N T> o E
*(WWttt«jí(ítmtiiiiuniiuu«fl!mmiiitim(imitímm«Hi»iw'iii*'*''f»rtMmmiim"mím'iiniu«i!iiíriifí(tmimwi(ttB,Hm»m(itímmMwiit(ii«miw^^
VI-: - 'i;i|i l'iiii ;i sil Ilija, esa no r.iilr',', ir-.k'il saín' •ii" quiero.
_ 'clic ai v'iivvv ella de los cainiws,, tcriiiiiia- — Va aprenderás a quererlo.
da su faena del d í a ; — ha estado aqui S i l v a n o —'Y que quiero a o t r o . . . _^
y me ha dicho (|ue le gustas y que le quiere. — Malo, malo, liija — replicó el viejo en vóF
Blanca (/ucdó callada, como siempre cuando muy queda, síntoma en él de cólera Tironta a esta-
nía nljío que la llcualia fl- '-i ' - -i •'• • • '' " • coK^idí'ro ;i .SiK-.-n; i ' ' " •
L P O R
< •IKK'l'MK'v j K T i n a i l i ' r i í i l l
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al l:iiiil>iirll('ar rr|>.'
i¡icilríliirv-. i iiiM
ESC O SlU'll!
ni;.' liiiiad. I 'riii i
CARA./" Y CARETA-/"
Silvano Dartigue ¡y cuidado con desairarle cuando con los demás mozos del lugar a Antonio Seldán,
^Tjelva luego! que había regresado del servicio militar. El se
Blanca no contestó y subió a su pieza, una ha- acercó a saludarla y desde ese día solía encontrar-
bitación grande y clara desde la cual veí^ desli- lo con frecuencia. Una tarde que su padre habia
zarse las aguas del Thérain y más cerca pasar ido a Mouy para im asunto, Antonio llegó hasta
silbando el tren. Se acur'-jcó en el balcón florido su caia y con frates simples y sin rodeos le dijo
de geranios y los primeros rayos de la Imia ilumi- qtie la tenía guardada en el corazón.
naron suavemente el rostro pálido de la muchacha — Si tú no te opones, desearía conversar con
que dejaba correr sus lágrimas sollozando despa- tu padre.
cio, mientras repetía; Blanca se asustó; sabía que Esteban Prin que-
—! No me casaré, no me casaré! ría para ella un buen partido y Antonio no conta-
ba sino con su juventud y con dos brazos fuertes,
capital por demás exiguo para responder a las exi-
LANCA Prin no tenía madre, n! hermanos. gencias de! viejo. Le rogó que esperara unos dias,
Había enviudado su padre cuando ella con- mientras ella trataría de convencer a su padre. Se
taba tres años de edad y desde entonces vi- separa.'on mediando entre ellos esa promesa, dicha
vió continuamente supeditada a la autoridad fría a flor de labios, pero sellada por sus manos fuer-
y silenciosa de ese hombre que no tenía otro cari- temente enlazadas.
íw que su dinero y sus campos. Pero Blanca era Blanca mantuvo su palabra: incapaz de velar
feliz: su alma candida y su bondad expansiva ha- su pensamiento con frases inútiles, confesó lisa y
bían encontrado en todas las casas de la pequeña llanamente al padre que quería a su compañero de
aMea donde naciera, cariño y hogar. Hacendosa, infancia. Aguardó en vano una señal que le de-
robusta e inteligente, su padre la había iniciado, no mostrara <¡m éste la había oído. Estaba de pie. ba-
bien su edad lo permitió, en los quehaceres de la ñado por la luz de !a lámpara a petróleo suspen-
granja, pero antes la había tenido unos años pu- dida del techo, y cuando ella, después de terminar
pila en un colegio de Mouy. Fué ese el único pe- de hablar, levantó los ojos, disimuló un bostezo con
ríodo de su vida que le traía malos recuerdos. No la palma de la mano y dijo, como conversando
ya que las hermanas fueran severas con ella: al consigo mismo: ¡Día cansador el de hoy! — Y
contrario. Pero, el saberse encerrada, sin poder añadió: — Vamos a acostarnos.
corretear por sus prados, o ver por largas horas Y subió, sin p r e g a r nada que pudiera calmar la
<fcsíizarsc las aguas del Thérain, o contemplar con angustiosa ansiedad de la muchacha.
temor, desde la loma, el tren veloz y jadeante que Cuando Blanca refirió a Antonio lo ocurrido,
se perdía a lo lejos, le producía una tristeza tan éste se enfureció y quería a toda costa ir a con-
grande que una vez a los ocho meses de estar allí, versar coa el viejo. Tan sólo la^ dulzura de los
le había pedido a su padre que la sacara. ojos impregnados de llanto de ella y su voz sumi-
— ¿Qué motivos tienes para querer marcharte? sa y tierna, le disuadieron. Resolvió aguardar por
— inquirió éste con su voz fría y sin matices. algún tiempo todavía y, mientras tanto, seguir aho-
.— Extraño mucho a la aldea. rrando para la boda.
— Esas son tonterías: muchas de las muchachas Y be aquí que Esteban Prin, sin haber hecho
del pueblo desearían hallarse en tu lugar. nunca la más pequeña alusión a ello, resolvió ca-
— Así será, padre, pero yo me siento ahogar sar a su hija con Silvano Pontin, que tenía su buen
entre estas paredes tan altas que me roban la vista capital «n tierras y en dinero.
del cielo. Además, yo nunca seré ttiás que una la-
bradora y para eso ya he aprendido bastante.
— No sé lo que fwedes haber aprendido en odio J o se conocía en el pudjlo a nadie que hu-
meses, pero si eso es verdad, tanto mejor. En el
tiempo que aun permanezcas aquí tendrás oportu-
nidad de aprender mucho más.
]\í biera osado interponerse jamás entre Es-
teban y su voluntad; por eso no sorpren-
dió tampoco a nadie que, habiéndolo él dispuesto,
Como siempre, el tono y la voz de su padre ha- Blanca se casara obedeciendo a la imposición pa-
bían sellado sus labios. terna.
Y pajearon dos años antes de que, pajarito an- [Triste día el de su boda! Cuando, de rodillas
sioso 'Je luz, pudiera volver a emprender el vacio ante el altar, las palabras rituales del sacerdote la
de regreso. hubieron unido a ese hombre que no quería, le pa-
Desde entonces, y a pesar de lo mucho en que reció que ci ciclo de su vida había terminado en
tenía que ocuparse, sus días fueron para ella se- la sombra, Pero, ni las nubes oscurecen perenne-
renos y dulces, como dulces y serenos eran cl^ bri- mente el cielo, ni c! invierno es eterno y Blanca,
llo de sus ojos verdes, el suave trino de su risa y al cstrecljar en sos braaws, al año de casada, el
la cadencia grave de su voz. montoncito tibio de la carne de su hija, que pal-
' Cuando disponía de tiempo, k gustaba qu«dar«e pitaba junto a su corazón, sintió renacer sos es^
acostada sobre el césped, escuchando el palpitar de peranzas, hechas iuz de amor en los ojos de sa
la tierra. El silbido de la locomotora la ponía de criatura. Su maternidad la sorprendía como u«
pie-en un sallo: el tren llegaba anunciando su pa- premro no merecido y, por momentos, le asaltaba
so con voz estridente que hería el espacio y di- c! absurdo temor de que Evita llegase a desvane-
bujando con su humareda en la claridad azulada cerse como algo irreal.
de! cielo, perfiles grotestos y fantásticos contor- Pero su tesorito era bien de este mundo, como
nos. Blanca miraba con ojos obsortos c! correr ¡o demostraban su llanto y su risa, sus cachetes
sobre los rieles de los vagones que, desde la loma, rosados y sus rizos castaños, su boqttita de fresa
parecían cnorrycs gusanos, y cuando el ruido se y sus ojos de nomeolvides.
perdía en la-lejanía, substituido por el murmullo Cuando la nena empezó a caminar, Blanca se
tranquilo del Thérain, que le enviaba su canción sentaba ooii ella tn fa lona y miaitra» su hija
cristalina en alas de la brisa cargada de perfu- jugaba y easayai» en la tiefra húmeda y alfom-
mes, suspiraba tranquilizada. Odiaba al tren que Ijrada por ías flores multicotorei del campo, su»
interrtimpía, con su afán de invadir ciudadcs.y pue- ^ i t o s tíitdbéarttes y atrevidos, ella volvía a en-
blos, la apacible calma de la naturaleza. sii8J«nii*rse «» to contemplación de su querido SUÍ-
Un itomingo, al salir <k la iglesia, viá Jmto to de Prattda: y «empre k üsfsM del nm t«
t
C A R A / Y CARETA/
producía una incomprensible sensación de desaso- SA noche, mientras Eva dormía, Blanca se
siego y de congoja. Ahora, empero, tenía un mo- acercó a su marido. Silvano descansaba fu-
tivo para odiarlo, pues en él se había marchado mando su larga pipa. Parca siempre en el
Antonio a Beuvais a trabajar en la casa de sus hablar, tuvo sin embargo una elocuencia extraña
tíos, cuando la certidumbre de haberla perdido pa- y dolorosa para narrar lo que habia sucedido jjor
ra siempre, le había alejado de allí. Blanca, pese la tarde.
a su acrisolada honestidad, no podía evitar que Silvano la miró con asombro: sabía que v%Jaba
sus rectierdos se detuvieran, a veces, con profun- hasta la exageración sobre su hija y tío dejaba de
da melancolía, en los sueños forjados en un pa- causarle profunda sorpresa el hecho de que la
sado aún tan próximo. Pero reaccionaba en segui- criatura hubiera conseguido aventurarse sola has-
da y entonces, estrechando con frenesí a su hija ta el terraplén. Así se lo dijo, pero añadió en
entre sus brazos, pedía perdón al cielo de lo que seguida al verla tan pálida y dolorida:
ella llamaba severamente su desvarío. — Tranquilízate ahora, puesto que, afortunada-
Una larde, Evita tenia entonces tres años, Blan- mente, nada ha pasado.
ca fué como de costumbre a la loma: había sabido — Silvano, si Dios me hubiera arrebatado a mi
ese mismo día que Antonio acababa de casarse en hija yo me habría quitado la vida.
Beauvais con su prima, y deseaba que nadie se — i Calla, iwr favor!
apercibiera de su tristeza. Su amor, aletargado pe- — Me habría matado porque, si descuidé a Eva,
ro no muerto, parecía retoñar con más fuerza en , fué por ipensar en cosas que no debía.
ese instante en que otra mujer había llegado con — ¿Qué dices? No te comprendo.
su sonrisa en la vida del que fuera su novio. — Antonio Scldan se ha casado en Beauvais.
— Mamita, ¿dónde va el sol de iiiochc? — pre- Silvano la miró sin decir nada.
guntó la nena interrumpiendo sus meditaciones, — Antonio fué mi novio, pero mi padre no qui-
— Se acuesta en una preciosa cama de nubes, — so que me casara con él porque era pobre.
contestó distraídamente. — ¿Por qué me refieres estas cosas? Algo oí
— Y ¿dónde está de día la cama del'sol? — decir en la aldea, pero creí que se trataba de ha-
continuó la pequeña. bladurías.
Blanca no resixjndió: se veía cuatro años atrás, — No lo eran, y si vuelvo a exhumar tm pasado
arro<lil!ada en la pequeña iglesia al lado de un muerto, es para confesarte cuál fué la causa que
hombre que su padre le había impuesto, e imagi- hoy mc_ distrajo de atender a Evita. Fui tuya por
naba In olra toda, la de Antonio con una inuchaclia imposición de mi padre que no admitía rebeldías,
que lo quería y a quien, indudablcinente, amaba l>ero seguí queriendo a Antonio, y hoy, al saber
él también, puesto que la había elegido, i Qué <|uc se había casado, comprendí que ni siquiera el
pronto la había olvidado! ¿Por qué no le pasaba nacimiento de nuestra hijo lo había borrado de mi
a ella lo mismo? Quizá porque no era feliz, a pe- recuerdo.
sar de que su vida se deslizara tranquila. Y sin Silvano se puso de pie acercándosele violenta-
cn^jargo la llegada de su hija había inundado su mente con el puño alzado:
alma de gozo inefable. Era verdad: Eva repre- — ¡Calla, mala mujer, mala .madre, calla!
.sentaba en su existencia un rincón de cielo. ¿Qué — Tienes que escucharme. p<jrque ahora puedo
pretendía entonces aliora? El pasado estaba lejos, mirarte sin temor y tus ojos pueden llegar sin que
se esfumaba en la somtora de su dolor, mientras yo tiemble hasta el fondo de mi alma. Cuando es-
que c! porvenir estaba allí, personificado jior su ta tarde, después que el tren se perdió en lontanan-
criatura que retozaba gozosa e inocente a «us pies. za y los bracítos de Evita me trajeron de la más
.Bajó los ojos para recrearse en su vista: la i)equc- espantosa tragedia a la realidad más sublime, me
ña no estaba. Aprovediando de su prolongada dis- di cuenta que una nueva vida, la verdadera, aca-
tracción, con sus pasitos «émidos había bajado baba de empezar'para mí. Lo que fué ha quedado
ÍKir el sendero que llegaba hasta la vía y ahora, borrado por la angustia de esos instantes, Iwrrado
de pie entre los dos rieles, parecía vacilar. Blan- de tal manera que me resulta difícil creer en su
ca la llamó asustada, a la par que corría en su busca. existencia pasada. Nada me importa ahora sino mi
— Ven Evita, ven queridita. hija y mi hogar, pero quiero recibir tu perdón por
La nena se dio vuelta, se echó a reír feliz al tíxlas las veces que mis pensamientos no fueron tu-
verse sólita, pero no se movió. Blatica seguía co- yos : quiero humillarme desnudándote mi cora-
rriendo y gritando a la vez, pero en esc mismo zón para que conozcas mis debilidades y las dis-
instante el estruendo del tren que llegaba, aliogó culpes.
sus gritos. La criatura, ajena a su terrible desti- — ¿ Cómo ipuedo -perdonarte el etügafio «n el cual
no, continuaba en el mismo sitio. me mantuviste todos estos años? Mentían tus pa-
— ¡ Eva, Eva, Dios mío 1 — clamal» enloque- labras, tus besos, tus gestos. Todo en ti fué men-
cida ante el terror de ver el cucr|>ecito de su hija tira,
despedazado por la locomotora, que dentro de bre- Pero su vot no era colérica: había «i ella do-
ves segundos llegaría, al doblar la curva que se- lor, angustia, inquietud porque amaba a Blanca
guía el curso del Thérain. con tode el entusiasmo de su corazón simple y
¿Cuál misteriosa intuición del espantoso peligro honesto.
que la acechaba hizo que Eva volviese sobre sus filia le tomó ¡a mano y lo condujo hasta la ca-
pasos y descendiese del tcrrabién en busca del re- inita en donde Eva dormía.
gazo materno? V—Silvano, por ella te pido que tengas fe en
En el instante en que Blanca, tropezando con mi. La vida es larga y tenemos aún mudios años
una gruesa piedra caía y el tren de felicidad delante de nosotros.
¡lasabíi silbando alcgrcmenlc en el 1 Ko dí'siruyamos el porvenir de
ciclo su canción .sedienta de es- ULiesIri) hogar!
pacio, la criatura asustada por el ."i.a voz gr.-i\o tenía inílexionfs
fragor de los vagones roda^ido su])licantes.
Aobrc loií rieles, llegaba a su ^ 1MI <'1 siK'jU-o de ía hora írüim.-i,
lado sollozando ansiosa de pro- ''^^r^ _J'_ los brazos de .Si!va.vm ¡r.iajcrun
lección : buavcmenlc jiint!, .-i la suya, ía ca-
— ¡Mamita, mamila 1 DIBUJO DE CABALLÉ li'.'za de SI! e^w^a.
CARAJ" Y C A R E T A S
Adrián, el creador
de los lo.ooo modelos
C tTANDO se estrena un tilm en el que interviene Greta Garbo,
Joan Crawfotxi, Mirna Loy, Jean Harlow o Nonna Shea-
rer se puede dar por descontado el éxito entre el público
feraenino. i Por qué motivo? ¿Es que, en realidad, interesa
más a las damas la presencia de los estrellas que la de los astros?
Apresurémonos a decirlo; no. Hay algo, en cambio, que seduce
poderosamente a las espectadoras, y ello hay que buscarlo en los
vestidos, en las creocicmes modisteriles que se les presentan
utilizando a las grandes estrellas. Casi podemos asegurar que ei
cine ha desalojado a los viejos figurines y que, en ei presente,
las modistas, para inspirarse en su trabajo, acuden a los estre-
nos de aquellas obras donde intervienen estrellas de reconocida
*!egancia. París se ha trasladado a Hollywood o, cuando menos,
necesita actualmente de los rollos de celuloide, de tan, rápida
como amplia y efectiva difusión universal.
Entre loa creadores de modas que actúan en Hollywood, el
»nás famoso y mundialmente célebre es Adrián. Su nombre
ligiira siempre al lado del de los grandes directores; pero, en
9amb!0, su rostro, los detalles sobre su personalidad, su vida
privada, todo cuanto a él se refiere, permanecen poco menos que
ignorados. Adrián existe, se admira su obra. Y nada más. Ahora,
no obstante, sabemos que es un hombre joven, de rostro tan
agraciado como el de cualquiera de los astros que fulguran en el
cielo de lienzo de Astrolandia y, hasta por algunas estadísticas
últimamente publicadas, podemos afirmar que es un trabajador
infatigable, puesto que en el tiempo que lleva actuando en
Los Angeles ha llegado a crear diez rail modelos de trajes dis-
tinto.?. Y se ha de tener en cuenta otra particularidad del trabajo
de Adrián. Sus creaciones deben anticiparse, por lo menos, seis
meses a la implantación de las modas, ya que, de otra manera, Ci luEotd luciendo Uno de los
los vestidos con que aparecen las estrellas en los films, al cabo recientes modelos dtt Adrián.
de estrenados éstos, resultarían anticuados. A las lectoras les
agradará comprobar que el creador de tanto vestido admira-
ble y admirado es un muchacho de rostro simpático,
muy lejos de parecer.se al de! clásico y casi siem-
pre caricaturizado mo<listo de señoras.
LA VACUNA
P O R
©o ©0
ERCKMANN-CHATRIAN
A OS he hablado del doctor Schwan tres cuartas partes de los individuos que habi-
Y que quería embarcarse para Egipto. Es-
te buen hombre había tenido la suerte
de llegar tarde: todas las buenas plazas esta-
taban en el campo expuestos al frío, quedaban
desfigurados.
Dos o tres veces me recomendó Chauvel que
ban dadas. Al volver de París, al cabo de al- hiciera inocular a mi pequeña Anita, pero yo
gunos meses, se detuvo en nuestra casa y nos no quise, ni Margarita tampoco.
habló de un descubrimiento extraordinario, de En cuanto a mi hijo Juan Pedro, me decía:
un beneficio inmenso para la humanidad. Pero — iNo ixnporta que los hombres no sean
no comprenderéis la importancia de ese be- hermosos!... Vamos a San Juan, a Henridorf,
neficio como no sea teniendo conocimiento de donde dicen que la viruela es más benigna...
las víctimas causadas por la viruela antes de Pero en el momento de partir me faltaba el
1798. ¡Era espantoso! Tan pronto se decla- valor.
raba esta horrible enfermedad en un pueblo En fin, después de tantas otras inquietudes,
como en otro; se propagaba como el fuego; de leyes que mermaban nuestros derechos y el
todo el mundo, pero especialmente los padres temor a la guerra, fuerza es decir que la epi-
y las madres, se sobrecogían de horroroso pá- demia de viruela colmaba la medida.
nico; se decía por todas partes: La inoculación no inspiraba confianza sino a
— ¡Ya está aquí!... ¡Ha habido tantos ca- los que carecían de gran sensibilidad. Nuestros
s o s ! . . . [Han muerto tantos!... Tal muchacha Hijos tenían ya tres y cuatro años, y por lo
0 tal niño están completamente desfigurados... que a mí atañe, hubiera preferido esperar la
Fulano se ha quedado tuerto. Zutano ciego, voluntad de Dios, sin hacer caso de todas las
Merengano sordo.,. razones de Chauvel, que no me convencían.
¡Ahí ¡Qué horror! Por este tiempo, como ya os he dicho, llegó
Y después, pasadas algunas semanas, se veía de París el doctor Schwan. Aunque viviera
a las pobres muchachas, a las pobres mujeres, doscientos años, recordaría sus palabras sobre
antea tan frescas, tan blancas, tan sonrosadas, el nuevo desculjrimjento; el "cow-pox" venido
tan lindas, taparse la cara con un pañuelo: ver- de Inglaterra, contra la viruela. Nos decía que
gonzosas y desesperadas: no se las conocía más era una especie de humor que salía de la ubre
que por la voz. de la vaca, que este humor se inocula a los
— lAh, Dios míol I Esta es Catalina... aqué- niños por medio de una simple incisión y que
lla la bella Luisa... ése el hermoso Jacobo!... esto les preservaba de la viruela; que un mé-
1 Dios míol ¿Es esto posible? dico inglés, Jenner, había hecho este descu-
1 Cuántas escenas de éstas he visto en mi brimiento y lo venía ensayando hacía quince
tienda, y cuántas promesas de casamiento se años en gran número de personas con magní-
llevaba el aire! ficos resultados; y que, generalmente, todos los
Pero lo más terrible era lo que pasaba con que viven alrededor de las vacas, las mujeres
los niños. Mucho se hablaba ya de inoculación: que ordeñan a estos animales y las que los
cuando la viruela se declaraba en algún lugar cuidan, están preservadas de la viruela.
se decía a los padres: Yo escuchaba esto con vivísimo afán de creer-
— Es preciso que vayáis allá a acostar vues- lo y murmuraba, mirando a mis hijos:
tro hijo con el enfermo... no le dará tan — lAh, si fuera verdad!... ¡Si fuera eso po-
fuerte. Por otra parte, más vale perderlos cuan- sible!... Siempre estaríais como ahora, pobres
do son pequeños todavía... La piel de los niños peqiíeñuelos, con vuestras mejillas sonrosadas,
es también más tierna y tienen más probabili- vuestros ojos azules y vuestros labios rojos, sin
dades de salvarse. mancha alguna que os afeara.
Más de cien veces me repitieron estas pala- Margarita me miraba y yo leía en sus ojo!
bras, y yo comprendía que eran razonables; que pensaba lo mismo..
pero figuraos a un pobre padre que va hacia la Chauvel quería .saberlo todo con sus menores
casa del enfermo con su hijo en brazos, figu- delallee, y Schwan, hablador como todos los
raos que el pequeño se agarra a su cuello y le viejos sabios, se extendía con gusto sobre el
aprieta y grita... ¿Qué ha de hacer? No se le descubrimiento y las pruebas que se habían he-
ocurre más que volverse, diciéndose a sí cho hasta entonces con resultado completamen.
mismo: te satisfactorio.
— i N o l . . . I todavía n o l . . . iMás tardct... Chauvel, que le escuchaba sin pestañear, ex-
ihay tiempol clamó de pronto;
Y cuando llega donde están los abuelos espe- — lYo conozco esa enfermedad! En el gana-
rando temblorosos, les dice: do no es peligrosa. La he visto muchas vece»
— iNo tuve valor! lid vosotros, si queréis! en las granjas de los Vosgos, en el fondo de
Y los viejos pensaban: los húmedos establos: son unos granos grandes
— l i l a hecho bien... más vale esperar! y blancos.
Y se esperaba: de repente, los vuestros o los — Si — dijo Schwan, que se puso a describir
del vecino caían con la viruela. Esto es lo más los granos, hasta que mi suegro le interrumpió,
horrible que recuerdo después del hambre. Las diciendo;
C A R A ^ Y CARETAS
— i Eso es, eso es! El humor es transparente — ¡Ah, Miguel, si tú los vieras!... Están como
como el agua. A fe mía, si no hubiera tenido si les hubieran puesto en un asador al fuego...
la viruela, después de lo que me has dicho, Es imposible reconocer sus facciones, y Cristi-
Schwan, no esperaría mucho para hacer en mí na, que los cuida, acaba de contagiarse. ¡Dios
mismo la prueba del "cow-pox". mío! ¡Quisiera morirme antes que ellos!
— ¡Ni yo! — exclamó Margarita. Corrió a casa del boticario Tribolín, y lo vi
Yo también dije qut tenía confianza en ese alejarse hacia su casa. Dos días después supi-
remedio preventivo; pero en ninguno de nos- mos que los niños habían muerto y que su ma-
otros podíamos hacer la prueba, porque todos dre tenía la espantosa enfermedad en toda su
habíamos tenido las viruelas; yo estaba bas- fuerza.
tante señalado, a Margarita se le conocían muy Letumier vino a la ciudad después del entie-
poco, y en cuanto a Chauvel, tenía la cara como rro; estaba como loco. Entró a beber en la po-
una criba. sada del "Caballo Castaño", y le oíamos gritar
Todos pensábamos en nuestros niños, pero desde nuestra casa con voz terrible:
ninguno se atrevía a entablar esta conversa- — ¡No hay Ser Supremo!... ¡No existe, no!
ción, cuando Schwan abrió el camino diciendo ¡No hay nada! ¡Los malvados conservan buenos
<joe tenía tres nietecitos y en seguida que lle- a sus hijos y a nosotros se nos mueren!
gara a Estrasburgo iba a vacunarlos, pues aquel Vino luego a nuestra casa y cayó sollozando
"sow-pox" no era más que la vacuna. en brazos de Chauvel.
— Si me das tu palabra de patriota de que Aquí tenéis los resultados de esa enfermedad
todo eso es verdad — repuso Chauvel, — va- que no respetaba ni a los viejos, cuando por ca-
cunaré a los nuestros y luego a todos los sualidad no se había padecido nunca.
chiquillos de la comarca. Y ahora pensad en nuestro disgusto por no
Schwan dijo que lo juraba y que respondía oir hablar más del "cow-pox": era tanto más
de todo, pero que lo primero que hacía falta grande cuanto que la viruela hacía muchas víc-
era la vacuna. Al despedirse de nosotros, a las timas en Falsburgo.
cinco, hora de salida del correo, nos dijo el Estábamos ya en primavera. Una mañana,
doctor que él mismo se encargaba de buscarla cuando iba a tomar el coche para ir a arreglar
y nos comunicaría el resultado. mis cuentas con Simonis, en Estrasburgo, en el
Después de la partida del doctor, la inquie- momento de salir con la maleta de mi suegro,
tud, el temor y el deseo de recibir noticias su- vi entrar al doctor Schwan, acompañado de
yas nos atormentaban. Hablábamos de él todas otros dos respetables ciudadanos, que nos salu-
las noches, pero como transcurrieron cinco se- daron sonriendo. Chauvel, que había reconocido
manas sin que recibiésemos la menor noticia, la voz de su antiguo colega, abrió la puerta
creímos que no había que pensar más en ello, de la biblioteca a tiempo que decía Schwan:
Chauvel decía que Schwan estaría ya conven- — Pues bien, el experimento hecho en mis
cido de que el "cow-pox" no servía para nada. nietos, ha dado magnífico resultado. ¿Estáis
Yo casi me alegraba, pues en tales ocasiones preparados para los vuestros?
mejor quiere uno ver que empiecen los demás — ¿Dónde está el "cow-pox"? — preguntó
que exponer a sus hijos. Chauvel.
En este mes de febrero de 1799, se declaró — Aquí lo traigo.
al fin la viruela en nuestra comarca de una ma- Y nos mostró un frasquíto con vacuna toda-
nera espantosa; no se oía más que el triste do- vía fresca. Todos nos quedamos estupefactos,
blar de las campanas por todas partes, de Vé- y las personas que había en la tienda miraban
chem a Mittelbronn y de Mittelbronn y Lix- también asombradas.
heim. Una maflana, Juan Bonhomme, el marido Entramos en la biblioteca. Los dos ciudada-
de Cristina Letumier, mi antigua comadre, en- nos que acompañaban a Schwan eran también
tró en nuestra tienda sin sombrero, sin cor- médicos y nos describieron la formación de las
bata, medio muerto de pesar y llorando amar- pústulas, cómo se abrían y cómo se secaban;
gamente. nos dijeron que esto no ocasiona más que un
— iMi mujer y mis hijos se mueren! — ex- poco de fiebre, que los niños de sus respectivas
clamó con indecible angustia. familias que habían vacunado no sentían la me-
Bonhomme tenía dos nifios lindos y risueños nos molestia y que todo, en fin, sucedía como
que jugaban con los nuestros durante la» horas lo había dicho Jenncr, el doctor ingles. A pesar
de mercado. La buena Cristina nos conservaba de esto, ni Margarita ni yo nos hubiéramos de-
una gran amistad; recordaba, sin duda, los bue. cidido a nada, si Chauvel no hubiera dicho ai
nos valses que habíamos bailado en Lutzelbur- doctor, su amigo.
go, la pequeña fragua donde todas las mañanas, — ¡Éso basta! Desde el momento que tú,
con los brazos desnudos, iba a sacar agua de ia Schwan, lo has experimentado y estos dos ciu-
bomba, dicíéndome con dulzura: "¡Buenos días, dadanos también, tengo confianza absoluta en
señor Miguel!" Y luego su casamiento, del que el resultado. Conque.., ¿vamos a probar con
yo había sido testigo con Margarita. Nuestros los nuestros? ¡Eh! ¿qué pensáis?
hijos se querían mucho; su pequeño Juan, que Y nos miraba. Margarita se había puesto muy
era el mayor, gordo y robusto, con el pelo ri- pálida; yo bajaba la cabeza sin responder. Al
zado como la lana de un corderillo, abrazaba a cabo de un instante, dijo Margarita:
mi Anita y decía; — ¿Hay que hacerles mucho daño?
— Esta «3 mi mujer; oo quiero otra más qm — No — respondió Schwan; — ea sólo un
ella. leve pinchazo en un brazo para inocularle el
Figuraos, pues, nuestro disgusto; aquella fa- "cow-pox"; algunos niños apenas lo sienten.
milia era amiga nuestra muy antigua y los pri- Entonces fué a buscar a la niña que dormía
meros parroquianos que tuvimos al abrir nuestra en su cuna. La abrazó y se la dio a su padre,
tienda. Yo hacía lo posible para infundir valor diciendo:
ai pobre Bonhomme, diciéndole que nunca i« — Tomad, padre, vot que tenéis confianza.
debe desesperar, perp él me respondía; Esto me infundió valor y pensando en la vi-
ruela que causaba ya muchas víctimas en Mittcl- va especie, gruesas como el puño, fué preciso
bronn y en Casas Rojas, corrí a buscar al pe- reconocer que Juan Leroux no era tan tonto
queño que corría por el merfado. Estaba con- como le suponían; al año siguiente todo el mun-
movido. do le pedía mondaduras y nadie pudo olvidar
— Ven, Juan Pedro — le dije tomándole de la el gran beneficio que había hecho al país.
mano. Pero tocante a la vacuna, era otra cosa. Sí
Me sentía entonces como loco. Abajo, en la hubiera creído que era necesario dar gracias a
biblioteca, Anita gritaba y lloraba en las rodi- la gente para que oyera hablar de este benefi-
llas de su madre. Al entrar vi que tenía el hom- cio, y mucho más por dejar hacerse un arañazo
bro desnudo y que una gota de sangre resbalaba a fin de escapar a la más terrible de las enfe»"
por el brazo. Al verme me tendió sus manitas, y medades.
yo la tomé, preguntando: En cuanto a mí, confieso ingenuamente que
— ¿No sería mejor esperar para Juan Pedro no me hubiera tomado tanto trabajo; desde e!
a que se viera... ? momento en que los imbéciles se hubieran reído
— ¡No, nol — dijo Chauvel; — no hay nada de lo que les decía, les hubiese dejado comple-
peor que las viruelas. tamente tranquilos.
— ¡Bah, bah! estad tranquilo — decía Schwan,, Pero Chauvel, después de haber sido mal-
riendo; — respondo de todo. tratado, injuriado, y hasta herido por la mala
El niño nos miraba asombrado, y dijo: raza, se cotentaba con decir que todo esto era
— ¿Qué es eso, abuelo? hijo de la ignorancia, y no pensaba más que en
— Nada; quítate la chaqueta; espero que no los progresos de la vacuna. Su satisfacción al
tendrás miedo. vacunar a la gente era tan grande, que había
Nuestro pequeño Juan Pedro tenía el carác- establecido en nuestro antiguo gabinete de lec-
ter de Chauvel; quitóse la chaqueta sin respon- tura un sitio a propósito para recibirla. El se-
cler y fué vacunado. El mismo miraba la opera- ñor cura Cristóbal le llevaba cada día docenas
ción, según me ha contado Margarita, pues yo de personas, y era un verdadero espectáculo ver
me había salido a la calle furioso contra mí aquellas filas de hombres y mujeres, nodrizas
mismo por no haberme opuesto a esta prueba: con sus crías, niños y niñas que hablaban y
me trataba de hombre sin corazón, y durante reían juntos. Chauvel, en medio de ellos, tra-
ocho días, estuve arrepentido de lo que había taba de convencerles de los beneficios del "cow-
hecho; miraba a Chauvel, a mi mujer y a todo pox", y en el momento que alguno se dejaba
el mundo, sin despegar jamás los labios. Mien- convertir, su rostro se iluminaba de alegría;
tras duraron las pústulas tuve un gran miedo; iba a buscar la lanceta, ayudaba al que se había
Margarita también lo tenía, pero lo disimulaba decidido a quitarse la chaqueta o la blusa, y
para no asustarme más. Al fin se secaron los los vacunaba, diciendo:
granos. Entonces no pensaba más que en una — Ahora tened cuidado de no secar ni apre-
cosa: tar este pequeño pinchazo y poned encima un
— ¡Dios quiera que eso sirva de algo! trapito de hilo: el grano saldrá pasado mañana
Motivos tenia para desearlo, porque en cada o el otro, más pronto o más tarde, eso no im-
momento la gente que entraba en la tienda, porta; luego se secará, ¡ya estáis preservado
decía: de la viruela 1
— Ya está la enfermedad en esta calle... ya Cuando se resistían se incomodaba, se enfu-
ha llegado a la plaza... Tantos soldados han recía, animaba, adulaba, y, en fin, parecía que
entrado ayer en e! hospital... Tantos otros han toda esta gente era cosa suya, que estaba en-
sido atacados... Tal niño morirá esta noche... cargado de salvar a nuestro país de la viruela.
Y así sucesivamente. Cuánta,s veces le he visto atravesar la tienda
Yo miraba a nuestros hijos, y los veía bue- de un salto, tomar una moneda de quince suel-
nos, jugando y riendo. La viruela dio la vuelta dos en el cajón del mostrador y poniéndola en
a todo el barrio y no entró en nuestra casa. Al la mano de algún desgraciado, decirle;
mismo tiempo, Schwan nos escribía desde Es- — ¡Ven, ven, que te quiero vacunarl
trasburgo, diciéndonos que de todos los niños Naturalmente, este entusiasmo tan exagerado
vacunados ni'uno solo había tenido la enferme- me disgustaba, porque me costaba dinero; pero
dad. Entonces nuestra alegría y nuestra dicha nunca me atreví a hacer observaciones a Chau-
fueron indescriptibles. Chauvel, sobre todo, no vel. ¡Hubiera estallado su indignación contra
tenía ni un momento de reposo; quería vacunar los egoístas que no se preocupan más que por
a todos los niños del distrito, y fué expresa- sus asuntos, y Margarita le hubiera dado la
mente a Estrasburgo a buscar vacuna. razón I
Pero no penséis que era cosa fácil decidir a Nuestra tienda parecía una especie de oficina
la gente a vacunarse ellos y sus hijos. Tan fácil- de vacuna; y este buen hombre no se conten-
mente cree el pueblo los absurdos que le cuentan taba con esto; todos los días recibía cartas,
para engañarle y sacarle el dinero sin provecho memorias, artículos referentes al "cow-pox":
alguno, como incrédulo es cuando se le habla reflexionaba .sobre ellos y respondía. Marga-
seriamente en su interés. Fué una historia pare- rita le ayudaba en este trabajo, y yo no podía
cida a la de las patatas, pero si bien todas las menos de decirme a mí mismo:
Barracas «e burlaban del señor Juan, cuando se — ¿Pero es posible perder asi el tiempo, el
empeñó en sembrar aquellas mondaduras grises, trabajo y el dinero, por gentes que no lo agra-
al menos esto no duró más que un año; cuando decen y hasta pedirían indemnizaciones e inte-
todo floreció y poco después se veía a cada aza. reses, si sufrieran la más insignificante enfer-
donazo salir un montón de castañas de una nue- medad? Esto era demasiado.
ERCKMANN^CHARTRIAN
C A R A y Y CARETAS
cojnifioíl
HOJAS DEL ÁRBOL CAÍDAS. . . los concursantes, el individuo en cuestión pre-
guntó:
'K hombrecito flaco, esmirriado, insigni- — Bueno, pero esto, ¿para qué lo necesito?
ficante como una ramita de arbusto, afir- — Hombre, para que no le hagan mella los
ma audaz, rotundo en la tertulia del mordiscos...
sefior Unamuno reiteradamente: — ¿Cómo que los mordiscos? ¡Pero si lo que
— ¡Yo haré la revolución sociall ¡Yo haré yo pretendo es actuar de perro policía! '
la revolución social!
— Bien. Lo creo — afirma don Migu^t» — A FLOTE
Pero tendrá usted que hacerla un día que 'no
o hace
hac mucho tiempo fiíc botado al
N
haya viento...
agua, en los Estados Unidos, un mag-
p A T O N nífico
lífico paquebote, al que se bautizó con
el" non
nombre del primer magistrado yanqui.
ti joven de Bilbao se mostraba muy Dias pasados se recibió en la Casa Blanca un ca-
E
N Francia se ha celebrado estos días el 'Barcelona.
acostumbrado concurso anual de perros Paseaba con un amigo, cuando se le acercó
policías. Pero a la hora de encontrar ]o« tíii joven, preguntándole:
falsos delincuentes que, convenientemente — ¿Sabe usted la hora que es? .
protegidos, se dejan cazar por los canc.í, sólo se — Yo si — contestó ei señor Cambó, sin
presentó un candidato al peligroso oficio. mirarle.
Cuando le colocaban una especie de traje al- Y cootirtíió, al #a»o, conversando con m
mohadillado para defenderse de lo» dientes de amigo.
F i e s t a i n f a n t i l
Úireeiríén
goB a ese s«- 4^'"'^-,. ^ .
ftor...
(De Ric ef Kac,
París) 1
(4-» 7\
X 7 U<
^* <
3
LeealiJad
0.0.
- l\' %
CARA/1 Y ( Í A R E l A /
I n v e s t i g a c i o n e s oceanógraficas
e n el Polo S u r
¡Qué Martirio!
Desde el 8 de abril de 1932 al 29 de marzo
de 1933, el buque inglés "Discovery 11" ha rea-
lizado un interesante "raid" de investigación
oceanógrafica y biológica en la parte sur de
los tres grandes océanos. Aunque el objeto prác-
tico de la expedición era el estudio de la distri-
bución de la ballena y de su alimentación, se
han hecho multitud de observaciones de carác-
ter físico, como el establecimiento de la fron-
tera entre las aguas frías antarticas y las co-
rrientes cálidas del norte, realización de más de
9.000 sondeos por eco, etc. Muchísimas muje-
La expedición tuvo un final tan trágico como res son víctimas de
inesperado: dos días antes de llegar el buque
a Inglaterra, su comandante, W. M. Carey, fué enfermedades causadas por
lanzado al mar por una ola en el golfo de desarreglos y debilidades del organismo
Vizcaya, donde se ahogó a pesar de los es- femenino, que hacen de su vida un mar-
fuerzos hechos por salvarle. tirio atroz.
¡Qué desdichada la mujer que padece
de estas dolencias! Dolores de cabeza y de
DOS CORTOS espalda, Punzadas y pesadez en el vientre,
DE VISTA Perturbaciones nerviosas, Incomodidades
— iQat hace y malestar en todo el cuerpo, ¡ Sufrimien-
usted «hl, se- tos que agotan las fuerzas y el ánimo!
Hor»?
— ¿Creerá us- Hasta el genio de la mujer puede cam-
ted? Venía a biar y ella de alegre que era, se vuelve
hablar por te-
léfono, y veo triste y caprichosa, enfadándose por las
que lo han ro< cosas más insignificantes; la menor con-
bado. trariedad le provoca un ataque nervioso.
(De Th» Pas- ¡Qué desgracia! ¡Qué calamidad para
sing Show, Lon-
drea). ella y para sus familiares!
La mujer que padece así deberá tomar
Regulador Gesteira. Trátese sin demora.
No permita que estas enfermedades des-
Otro diamante sudafricano de truyan su salud y agoten su juventud, su
gran tamaño belleza y su felicidad.
En enero último, fué hallado por Jacote Jonker Aun las perturbaciones que al principio
nn valioso diamante en África del Sur, en los alu- parezcan ligeras, si se descuidan pueden
viones de un afluente del río Picnaars, junto a la convertirse en temibles enfermedades
mina de diamantes "Premier" (nordeste de Pre-
toria). crónicas. ¡Defienda su salud! ¡Trátese!
Su peso es de 726 quilates (142'2 g.). No exis- Infinidad de mujeres bendicen al Regu-
ten pruebas que puedan revalidar la hipótesis emi- lador Gesteira por sus maravillosos re-
tida de que este nuevo diamante sea la iprción que sultados.
faltaba del "CuHiman", encontrado en 190S. El
"Culliman" jjesaba 621'2 g. (3106 quilates) y, por Regulador GESTEIRA, el famoso re-
su gran superficie de fractura, se vio que era sólo medio del eminente especialista Dr. J.
una porción (tal vez más de la mitad) de un cris-
tal mayor. Los diamantes, a veces, han resultado Gesteira, eS de brillantes resultados en el
rotos, durante las erupciones del magma de kim- tratamientos de los Desarreglos del Pe-
berlita. ríodo, Cólicos de los Ovarios, Periodos
Otros diamantes también de gran tamaño, i>ero excesivos, Períodos escasos, irregulares o
de calidad bastante mediocre, han sido hallados en
la mina "Premier": uno de 1640 quilates en 1912, demorados, las Congestiones, Inflama-
otro de ISOO en 1919 y otro de 119S'S en 1924 (el ciones y Debilidad del Organismo geni-
primero de estos pesos se refiere al quilate inglés tal de la mujer. Es un remedio eficaz
de 205*340 mg. y los dos últimos, probablemente, para las Perturbaciones nerviosas produ-
al quilate métrico de 200 mg.). El diamante que
sigue en tamaño es el "Excelsior", hallado^ en cidas por estas enfermedades.
1893 en la mina de Jagersfontcin, en el estado libre
de Orange, que en bruto pesaba 199'04 g.
Respecto de los diamantes antiguos, el "Koh-j-
Noor" pesa 21,786 g. (108'93 quilates métricos).
Existe lui agregado compacto de cristalitos de
Regulador GESTEIRA
diamante, hallado en Bahía en 1895, que pesa 630 g. De venta en las farmacias y droguerías
CA.RAy Y CARETAS
L
O que la Argentina es, es obra de los Ja América de! Sur, ignorando que se encon-
hombres; lo que la Argentina será, ha traba presente una argentina.
de ser obra de la mujer". "Pedí la palabra en seguida, diciendo valien-
Vibra aún en la elegante sala el comentario temente: "Este es un problema que ustedes
elogioso de Ir selectísima asistencia congre- " n o deben tratar, pues mientras Inglaterra y
gada en la stJe de la biblioteca del Consejo " los Estados Unidos luchen entre sí para ven-
de Mujeres para escuchar a la señorita Giselle "der armas de toda índole a los países en gue-
Shaw, la inteligente y prestigiosa figura que " rra, ésta continuará eternamente". Silencio
vuelve de uno de sus habituales viajes al Viejo sepulcral. La presidenta, señora Cadsbury, se
Mundo, después de haber representado brillan- sentó automáticamente; mientras la duquesa de
temente al Consejo de Mujeres argentino ante Aberdeen desviaba la discusión con ese su tac-
las instituciones similares en Francia, Gran to exquisitamente diplomático".
Bretaña y Escocia. Espíritu abierto _ a todas Tuvo luego la señorita Shavsr párrafos pre-
las manifestaciones de la vida, inteligencia que ciosos y plenos de emoción al referirse a las
sabe abarcar y comprender los problemas so- condiciones en que ha visto trabajar en la Ar-
ciales más graves y transcendentales, Giselle gentina a la directora de la Escuela Agrícola
Shaw funde armoniosamente en su interesante Indígena en el lago de San Martín de los
personalidad las dotes de la mujer de mundo Andes, enseñando desde ¡as primeras letras
como figura de primera magnitud en ¡os círcu- hasta ¡a siembra, el riego, el cultivo de ¡as
los más representativos de la aristocracia, la flores, el cuidado de las aves y las abejas,
política y las finanzas, con las de la viajera mientras el jefe de su hogar agonizaba en un
dinámica, la observadora sagaz, cuyo corazón hospital de Buenos Aires...
pleno de generosidad anhela mejorar la suerte Pocas argentinas han viajado como Giselle
de las mujeres privadas de todas las ventajas Shaw hasta los confines de nuestro vasto te-
de la vida. Tales condiciones la han hecho re- rritorio, interesándose por mejorar la suerte
presentar dignamente a la mujer argentina, de las mujeres que laboran, padecen y pres-
recibiendo homenajes y felicitaciones mientras tan heroicamente su tributo al progreso de
atesoraba impresiones e iniciativas. nuestra patria. Bello ejemplo es el que ofrece
Esbelta y elegantemente ataviada, prendido a las damas que disfrutan como ella de las
sobre el sobrio traje negro un grupo de orquí- ventajas y halagos de la vida. Repetimos, pues,
deas, erguíase su figura serenamente ante el con Giselle Shaw; "Lo que la Argentina es, es
auditorio, que siguió con vivísimo interés la obra de los hombres; lo que la Argentina será,
disertación en la que engarzara, como chispas ha de ser obra de la mujer".
de luz, algunas anécdotas llenas de ingenio. • *
Así, relató su emoción cuando en la sala so-
lemne de la Sorbona de París, la duquesa de
Aberdeen, octogenaria presidenta i del Consejo
Internacional de Mujeres, anunciaba: "Miss
E KTBE los mil distintos aspectos de la va-
nidad mundana — uno de los más ri-
dículos, por cierto, — está el de vivir del
reflejo ajeno. Nada demuestra, a mi ver, la
Shaw os va a saludar en nombre de !a Argen- falta de personalidad, de confianza en sí mis-
tina"... y añadió: "Imposible me sería expli- mo, que el afán de exhibir relaciones encum-
car el espíritu de fraternidad, amistad y cor- bradas...
dialidad que animaba a las mujeres delegadas Dias pasados se censuraba en alegíre grrupo
de países distintos en ideas, en religión, en idio- juvenil el "snobismo" de una jovencita que,
ma, lo que hacia pensar que el sueno de la ansiosa de pisar con pie firme en ¡a plataforma
paz universal no serík tan irrealizable si las social reservada a los círculos más brillantes
mujeres tuvieran mayor gravitación. ¿Por qué de la " g e n t r y porteña, demuestra una indi-
no utilizar esta fuerza ?" Refirió también la ferencia casi desdeñosa por las amigas de ho-
inteligente delegada del Consejo de Mujeres gares distinguidos y respetabilísimos en cuyo
de la Argentina, que en Londres le fué dado ambiente ha actuado durante su adolescencia.
escuchar a la presidenta del pacifismo en In- Siempre halla la excusa de algún compromi-
glaterra, la señora Cadsbury, abogada del des- so en casa de los A . . . o de los B . . . , cuan-
arme universal, quien inició la discusión, en do — y aquí los apellidos más brillantes
plena sesión, sobre el problema de la guerra en de n u e s t r a aristocracia — sus amigas de
• • • • • • t « « » « * * * t * * « * « » * « — ' > — M**«c*t«««*««***««*« • ' • * • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • * • • * • • * * * • * * • • • • • • • • • • • • • • •
*• U N A G U A
Es que cuando venimos de muy llega, los lugares mi» desierta» mientos, con nuestro silbo. El si-
lejos ,— de una ilusión muy re- del mundo, donde hasta e! ruido lencio le deMrroUaba según una
mota — siempre encontramos va- es silencio: e! silencio de', idioma escala cromática que iba de Ja
cío ti lugar de la üegada; coma extraño, de !a cara desconocida, profundidad de! sueño de la no-
si aigo nos anunciara — a^go que de la oosíumbre ajeua, del movi- che a la reverberación del mc-
puede «er H intuición — que miento insospechado, de! afecto diodle. Y en el ámbito aldeano
aquello es otra nube azul; esto oculto, de 1» mujer herroétsca, del del silencio total cabían, distin-
es: otra montaña en mitad del auxilio imposible. S!<isijer« «M guidos, los otros silencios circu»-
camino. W cierto, adonde üega- — empieza » reprendcroos üt Hos- daotes: la callada presión de la
iBos con toda seguridad »!guna tal fia — e! «ilencio podía enten- roano de la oovia, las sombras £a-
ve?. e« a un lugar solitario. Lon- derse í podíamos conversar ees él; miiittres deslizándose por la» pa-
dres, P«rí», Nueva York, Buenos podíamos ab«ye*Jt«ri« con fta«»- redes de! hogar, la mmistad úa
Aires »m, para el decóoaocido que trm pasos, «00 nuestros pcam- sonido, y ese grito ^ue M puede
C A R A / Y CARETAS
PQRD
la infancia la invitan a un té o a un paseo. yoría las señoras jóvenes y las figuritas ju-
Y fué entonces cuando una de esas amigas, veniles acompañadas y protegidas por "part-
cuyo abolengo espiritual se revela en destellos ners" que no han pasado aún el límite encan-
de ingenio criollo, dijo, muy airada: tado de la adolescencia, constituyen la diversión
— No seré yo quien la vuelva a invitar. ultra elegante... Tanto, que empieza a cundir
1 Miren qué "gato con relaciones"! la alarma en el ambiente de las "boites", que
El dicho tan oportuno me hizo evocar inme- pierden así a un núcleo muy importante de
diatamente la personalidad de una antepasada "habitúes".
ilustre de la espiritual porteña, a la arrogante • *••
C C N X € N I D € ••
dar en cualquier momento cuando siempre y fatalmente en tía mis- • mo» apoyados, pensando en que
se haga necesario e! auxilio. mo sitio. alÜ nunca iba a pasar nada; y
Pero i cómo se vueivc a la al- Hemos llegado; pero hemos lle- cuando, a lo mejor, detrás de una
dea? En un momento, las calles gado a no poder partir; a estar celosía vecina unos ojos, húmedos
se llenarán de gente extraña que siempre, siempre en un mismo y azules, nos estaban sonrieado «
nos cierran ci paso, Y esta niña, lugar; solos en k .soledad má» invitándonos a aprovecharnos de
o la vuelta <!e l.i «quina, se cam- terrible, solos en medio de te aquel manso silencio —- un silen-
biará de ropa y reiré como una multitud; sin un poco de silencio cio atnoroso — y que muy Wen
mujer que nos estuviera esperan- en donde guarecernos, donde po- pudiera ser, como el verso^ deí
do para attirdirnos; y uno apren- der llorar sin que nos vean, don-
derá, íin que lo guie nadie, a no d'7 poiier bu-scar con la iniaRÍna- gran lírico, "un ñgua con sonido",
«abcr «alir al canipo y a dar tollas eión, ¡>ai"n recrf.irlo. ai|Hi'l quicio
tas vueltai necesariaa poro estar de la aldea donde wna vez estuvi- RAFAEL SUARE2 SOLIS
Procesión de la V i r g e n de los Remedios
El arzobispo de Buenos
Aires, monseñor Cope-
]¡o, bendiciendo el edifi'
cío de la Asistencia
Pública.
La procesión saliendo de
la iglesia de San Migad
Arcángel.
SAL DE FRUTA
C A R A / Y CARETAJ"
B a n q u e t e
Nmnbf ., • • •
DlrteeUñ Ciudad
C A R A J " Y CARETAJ-
I n d iICC s e m 3. ri 3, i d
'•*^r*******^>»^»'*^t^'***^*^^^^^jr*^>r***»******'t^i^*^4f***********'»********r******'*****r******^*^h»-
c
rrespondientes a las fechas en que
ASA^fovA, Stendhal y To'síoi. Casa. por vez primera fueron estrenadas
nova, como ¡o determina Stefan la» otra», ctmio a sus autores y sus
Zv^eig representando el peldafio más títulos.
inferior: la aventura, io episódico, lo
ejemplar en el que ¡a psicología ha en-
vuelto !i los hediGS. El drama intimo, ia P U B L I C A C Í O N E S D E LA UNÍ-
doble biografía del exterior y de! interior. V E R S I D A D D E LA PLATA
Finsilmente, en la cúspide de esta pirámi- La Edad Media y la empresa de
de, Tolstoi, en quien "la autoobaerva^ión América, por Claudio Sánchez Al-
alcanza el punto más elevado, pue» ya bornoz. — La obra colonizadora de
es una autopresentación ético-religiosa". E»paña en nuestra América ha sido
De los tres estudios de interpretación ana prolooipción de \& Edad Media
biográfica, evidentemente, eí destinado a y ttoa consectieiKía de las caracte-
Stendhal es el más perfilado, el que me>©r rí»tjcas política», económicas y gi-
atrajo Ja indudable simpatía del autor. Verdad e< que, «« pocM coiógicaí! de ta. Península en aquella
casos, para un biógrafo se habrá presentado un materia! atitcWo- é:poc3 que, «ejün los investigadores
gráfico más comijleto. Ninguna personalidad tan mostrada aJ des. dd presente, ya va dejando de ser
nudo cual la del antlaricí;o francés que no perdonó a uno solo de !a fatídica noche de le historia.
los instantes de su vida y nos legó j)áginas y páginas de diarioí
íntimos que aun no han sido totalmente revisados c interpretados. La cultura en Hispanoamérica
Pero, de ttxlas maneras, algo m.Í8 eiu-uentra Stefan Zweig eo él, por ]mí Vasconcelos. — Erudito y
que no aparece en las epidérmicas y a veces íalíeadas aventuras experimentado conocedor de la vida
amorosos del cal>ajllero de Ca.«UK»va ni en los torturados pasajes americana, el autor en su breve y
del maestro ruso. De los tres T>octa9 de la vida deJ atitor de enjundioso trabajo llega a la conclu-
Arnok, harto fácil es descubrir al preíerido. sión de que la humanidad aguarda
Digamos unas palaibra» sobre esta versión cuidadosa qt»e acaba de nuestro continente no una simple
de realizar Joa<iuin Verdagucr. Es ella de las más fieie* y, y más grande civilización, sino una
también, de las más bellaa que beatos encontrado en est« cons-
tante ajetreo crm d>ras europeas venidas a nuestro idioma. R«-
stsíta clara, inteUjfibW y, cotejada con las versiones ttalktia»,
IKiruníle comprobar que no ftié rwilizadm cMi e » premura qac
«Aliga a ios traductores « cercenar y alterar lo» terto».
C A R A / Y CARETA/
l í b r o s y autores
S U A R E Z es periodista avezado y conocedor de harto conocido por los lectores de
la materia; y es barajando todos Wallace. Pcqtieño, gruáón, humo-
cultura tan coniiprensiva como libre estos trágicos elementos como llega rista a ratos, mister Reedcr es el
y justiciera. "Se traicionará la es- a la terrible conclusión : estamos en terror de los delincuentes, cuyos
jicranza del mundo, si alguien es- las vísperas de una nueva catástro- planes destruye y cuyos crímenes
torba nuestro crecimiento inadulte- fe, posiblemente la decisiva, la que aclara con pasmosa facilidad. A la
rado", termina diciendo. ponga, taego de aguda crisis, el ne- vez, con sus excentricidades y sus
cesario «luilibrio en la existencia procedimientos exclusivamente per-
Nuevas a¡Mrtaciones para el eS' de la hoy desquiciada y angustiada sonales, es la pesadilla de los detec.
ludio del régimen mutncipal hispano- humanidad.
americano, por José María Ots. — tives profesionales y las grandes fi-
Una prolongada y estudiosa jjerma- guras de Scotland Yard. Pocas ve>
nencia en los archivos de Indias de T R A D U C C I O N E S oes la pluma mordaz, hábil y siem-
Sevilla, le ha permitido al profesor pre interesante de Wallace creó un
AL C A S T E L L A N O personaje de tanta simpatía y
interiorizarse de algunos de ]o» hasta
el presente ignorados aspectos de las arraigo.
El Maniquí, por Valentín Wi-
actividades de las comunas america- lliams. — La intriga amorosa méz- ,. Rohinson Crusoe, por Daniel de
nas. Por medio de ellos alcanza a la
definición del régimen que imperó clase en esta novela a un asunto po- Foe. — Con el pie de irapreata na-
' en acjuellos tiempos y su influencia licial de indudable atractivo. Es" el cional se ha puesto en circulación
hasta el presente. drama de una muchacha que, desde una versión completa de la famosa
la taberna donde un doble asesina-
La pcrsondidad y h obra de Flo- to la dejó huérfana, eniiprende la novela de aventuras que, pese a su
rencio Ameghitw, por Joaquín Fren. lucha por la vida, llega a conquis- enorme difusión y a los miiltiples
gTjeJlj. — Si interesante es este tra- tar una importante posición social ediciones que de ella conocemos,
bajo por las consideraciones que ha- y conquista el amor de un hombre pocas veces se ha entregado al pú-
ce con respecto a la vida y la obra digno. Como escenario, el cosmopo- blico tal cual fué escrita. En esta
del sabio argentino, más lo e-s «ún lita de la Riviera. Dentro del géne- traducción argentina, no sólo están
por las revelaciones que hace acer- ro, una obra recomendable. narradas las aventuras del náufra-
ca de su amistad con el profesor lío en la isla sino sus andanzas por
Adolfo Doering, el animador qne lo El asunto mister Reedcr, por Ed- Europa, las que no fueron ni menos
arrancó de la desamparada trastien- gar Wallace. — Es un personaje interesantes ni menos ejemplarcp.
3a de la insignificante librería "El
Glyptodón" para IJevarlo a la di-
rección del musco de la universidad
cord<M>esa.
PASTORA, novela por Juan Felipe Mant^cóv.
LIBROS ESPAÑOLES
Sentido psicotófiico de la felici-
dad, por Luis Abad. — Ensayista
ponderado, observadof, enrolado en
la escuela de Ortega y Gasset, es-
E s la historia de un amor plenamen-
te vivido a través del retrato de
una mujer de excepción. Porque
esta Pastora, mezcla de gitana bravia y
tudia Ja obra y la influencia de Xoi feminidad ciudadana cargada de cuantas
modernos cultores de la psicología: veleidades y caprichos caben en el tipo,
Freud, Adler y Fung, hasta alcan- constituye el recurso que Mantecón ha
zar el significado de Landsbefg. utilizado con raro acierto de novelista
para exhiibirnos con crudeza, sinceridad
La edad de la tierra, por Ignacio y algunos totjues de autobioigrafía una
Puig. — ¿Es tan viejo el mundo co- recia per.sonalidad nia,sculina. Pastora es
mo pretenden alguno» hasta vatici- el título de la novela y el nombre de la
nar para muy pronto su fin? \ñ licrofna: un hombre, un honubrc de nues-
pluma, h.'jbil y versada del que es tro tiempo, C3 el personaje princifwl, el
uno (ie los Investigadores del obser- que vive eJ drama, el que se satura de ilusiones, d que Odia
vatorio del Ebro, nos lo dice partí- amando y ama en pleno turbión de dulzura* y crueldades, Pag-
cula nmentc en cuanto atañe a los as- ttnii se deja penetrar por la curiosidad de un escritor. Lenta-
IK!ctos geológico» y paleontológico». mente, con doloroso,» desgarrones, va mostrándole el drama de
su existencia; pausadamente, pero en íonnia ineludible, te apre-
Vísperas de ta catástrofe^ por Jai. sa y engarfia « su corazón. Pero, la inquietud de su sangre, «1
me Menéndcz. — No se puede ser atavismo, momentáneamente, la apartan de él. Los amantes cnsi
optimista en materia internacional se olviJan. El escritor cree conquistar una paz y un sosiego
y, conste que nos circunscribimos suburbano que Mantecón, en prosa, no» traduce con más fidB'-
sólo a ella para no entenebrecer más lidad y emoción que muchos pretendidos poetas. Y, en una de
el horizonte de nuestros días. Lo paz é.sas, el reencuentro decisivo, el nudo amoroso que se ajusta para
de Europa depende no se sabe ya de arrastrarlos a los dos. Viven entonces un período de felicidad,
qué capricho. Es un caos de intrigas frente a la naturaleza briosa y tonificante de la región andina.
e insidias, de manifestaciones mor- IAI felicidad .suprema iKiret^e conquistada ; la punz.-uia de todas
bosamente pacifistas y conciliábulos las pietlras de toque ha probado sus espíritus. Pero, un día, el
con definidas miras imperialistas. hombre aijiasionado, «1 amante que aspira a convertirse en espo-
Nado de esto escaí» al autor, que so, pone k mano en el vínico rincón vacío -— estérilmente va-
cío, — del espíritu de Paslom. Y todo termina con dos breves
palaibtas. Novek argentina por su ambiente y sus persoiiftjes,
ésta que c«mentMno8 e» de las pocas tme, en estos tiempos, ent"c
nosotros, merecen tal caüíicítción y de las menos que soportarían
ventajosamente un cotejo con otras extranjeras.
CARA^ Y CARETA/
PURGÚESE,
EL GARAGE MAS ALTO
DEL MUNDO
París, que «n ia Exposición de
1878 impresionó a! mundo con su
torre Eiffel, prepara para 1937
otra gran exposición en la que no
COK SANTEIHA
faltarán realizaciones sensaciona-
les. Una de las que han sido es-
tudiadas, y que probablemente se-
rá ejecutada, es debida al ingenie-
ro Frcyssenct, famoso constructor
del puente colgante de Plougastel.
La maravilla en proyecto con-
Deslntoxiquese siste en una torre monumental de
680 metros de altura, verdadera
torre de Babel, al lado de la cual
con Sanleina. | resultará pequeña la torre Eiffel.
La torre en cuestióji tendrá una
altura dos veces y media la de la
típica torre metálica parisiense, y
Reeduque su intes-* presentará en su parte exterior
una capiral para ascender los autos.
La torre será construida de hor-
lino con Sanleina. migón armado, y su costo se cal-
cula en unos 50.000.000 de francos.
El de.sarroHo de la espiral exte- ,
ríor tendrá unos 4 kilómetros y
Sanfeina es el pur- medio, su pendiente se calcula en
un 10 por ciento. El ancho del
catnino espiral será de 6 metros,
¿ante m o d e r n o existiendo un camino para la su-
bida y otro para la bajada.
más económico» E! camino espiral subirá hasta
una primera gran plataforma que
estará a un nivel sobre cl suelo
agradable, suave y de 450 metros. A partir de esta
plataforma !»e encontrará un dis-
e|icaz« positivo especial que permitirá re-
molcar los coches hasta una se-
gunda plataforma más alta. Enci-
ma se instalará un garage capaz
para 400 coches y un hotel para
JLa caja contiene acomodar 2000 huéspedes. En la
base de la torre, que tendrá u n ^
3 0 pastillas; una diámetro de 145 metros, se en-
contrará otro garage.
I.-a parte superior de la torre,
laxa, dos purgan. que tendrá un diámetro de 40 me-
tros, estará destinada a (^Mcrva-
torio ract«ar«^ógico. También .se
etjcontrará en la cúspide «n wmt-
En todas las farmacias y en la torio para curas de gol, y de aire
puro, limpio de polvo y de humo.
Rematará el conjunto un faro
Farmacia FraBCo-Inglesa menumental "Risible desde «1 Ca-
nal de la Mancha, y que tendrá
lA Ktsjror de! Mttnás utilidad, tanto para ]o« buque» co-
mo pana ios aviones,
Sarmiento y Florida — Bt»enos Aire» E«ía forre constituirá una de
tai priactpales atracciones de ia
projnxtaik ex^Oitciéa de 193?,
CARA./' Y C A Ü E T A y
Participantes en la gran gala do esgrima llevada a cabo con motivo de la distribución de premies.
SUERTE: LA BUENA Y LA
MALA
El hombr« que pierde, por un
cabello, el tren que minutos des- Ahora hay un modo rápido de
pués se descarrila, se imagina que
lia existido a su íavov una inter-
vención especial.
Blanquear y Embellecer los
Nada de esto importa, a lo3
humanos nos halaga pensar que
somos los predilectos del destino
Dientes Manchados
o sus victimas.
Conozco a un hombre, cuando
menos, a quien le asiste plena ra-
zón para juzgarse favorecido por
los ignotos dioses.
Hace un año, mi héroe cami-
naba embracetado entre dos ami-
gos por una avenida central. Eran
las últimas horas del crepúsculo.
Los tres iban alegres, festejando
las historias que se contaban. Al
pasar ante una cigarrería, el que
iba al centro dijo a los otros dos:
"Espérenme un segundo; voy por Pero ésto es increíble.
cigarrillos". Los dejó, pero al re- KOLYNOS itie h a blan-
gresar, ea lugar de colocarse, co- qucado los dientes, de la
mo antes, a] centro, tomó el lado noche a la m a ñ a n a .
interior de la acera. Caminaron
diez pnsos cuando pasó entre cllo.9
una fría ráfaga de aire. El que
iba al centro se desplomó. Había
recibido una bala que no estaba
dirigida a ¿1. ¡Lupe, tienes la sonrisa más
Mientras seguía el cortejo fú- seductiva y los dientes m á s
nebre de su amigo, ese hombre blancos que he visto I Estás
que se halló tan cerca de la tra- encantadora.
yectoria de la bala pensaba: "Qué
buen escape tuve".
Algunos meses después de este
suceso partió con su mujer a pa- Kolynos quita las manchas amari-
sar unas vacaciones en Esjxiña.
Deseando ver una corrida de to- llentas; e inmediatamente blanquea
ros fué a comprar dos asientos,
pero como no quedaban dos lado y embellece los dientes de modo increíble. ¡Cerciórese usted!
a lado, se vio obligado a comprar
para sí uno en la fila delantera
y otro para su mujer en la se- Ahora todo el mundo puedo'tener reúnen en la dentadura, mandi&adota
gunda. Como tenki que estarse dientes blancos y una sonrisa eeduc- y robándole BU atractivo.
volviendo hacia atrás para con- tíva. Todo lo que usted necesita es Por eso Kolynos pí»ee ima rápida
versar con su mujer, un calxille- tisar Kolynos al levantarse y al acción embellecedora, que millones
ro español, muy cortés le dijo: acostarse. Y pronto se convencerá de de personas aseguran ofrece el medio
"Veo, señor, que desearía usted que blanquea y pule la dentadura
estar junto a su mujer. Cambie- más sencillo y más seguro de blan-
como ningún dentífrico ordinario. quear y pulir los dientes, ai instante.
mos de sitio". Lo hicieron. El La eficacia de Kolynos se debe a
siguiente toro llegó al último ter-
que contiene ciertos ingredientes im-
cio en la parle del tendido <ju«
portantes que no Be encuentran en CREMA DENTAL.
ellos ocupaban. La espada del ma-
tador pinchó hueso y saltó en c! la» pastas dentales ordinarias. Al
aire hacia el tetididd. El gentil
caballero español viendo que el
esloque volaba hacia él se puso
de pie pora o.'quivario. La espaila
limpiar y pulir los dientes destruye
loa millones de gérmenes que se KOLYNOS
se le ciavó en d coraíóu. — X.
Í^ARAtJf-CA-REiyU-
' • '•••
Una /
inocentes e i n d e f e n s a s víctimas, siempre p a r a beneficio exclu-
sivo do los h u m a n o s . P e r o no todos, e n t r e los h o m b r e s de
ciencia, son p a r t i d a r i o s de este sistema e x p e r i m e n t a l q u e t a n t a
interesante s a n g r e cuesta. Y es así como, a p r o v e c h a n d o esta oportunidad)
no d e j a n de cen-surar s e v e r a m e n t e el p r o c e d i m i e n t o y calificar
con no menos d u r e z a a los q u e lo p r a c t i c a n .
elocuente
encuesta
• T
P olvos or
0J0§ NEGROS
Usando diariamente
CHELA u OJOS NEGROS su
cutis será más lozano, juvenil y Don Nfaríano de Vedía leyendo »u
discurso.
suave; se verá libre de impure-
zas, paspaduras y poros dilatados
y se irá aproximando, poco a poco,
al ideal de belleza femenina.
Tono»'. BLANCO-RACHEL-OCRE y CHAIR.
Caja media. « 0.70 — Ci>ja lOiica: $ O . 'SO
GRIET
35, y?/res i El doctor Feítro Ledesma d i x g " ' » '
do la palabra en ropreseniot t»n de
la Coixtinión Necioiutt P r o Monu-
m e n t o «I Av«ll«o«áa.
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Otro aspecto de la pUtsa.
Y CONTENIDO QUE ANTES a $ 1.20
EN EL NUMERO
> ^ DE
que a p a r e c era el día
>*C AR AS Y
ofrecerá a sus millares de lectores un material gráfico y
literario del más subido valor artístico. Todo él su-
giere la realización de un viaje por la armoniosa vastedad
del suelo argentmo, cuyas bellezas naturales, tanto las
de las regiones montañosas como las de las llanuras enor-
mes y las de las costas que baña la inmensidad atlán-
tica, escapan a todo intento de ponderación. Júntanse
en él, además, las manifestaciones vitales dependientes del
hombre animador de nuestro paisaje; y los grabados que
Nochebuena de oro, por María Alicia Domínguez; Agua,
por Gabriela Mistral; Romance de Aldo Renzi, por Maruja
Vidal Fernández; Campanario quieto, por Sara Álvarez
Valdés; El alma de la mujer, por Rosa Bazán de Cámara:
¡Navidad!. . . ¡Año Nuevo!, por Irene Calup Lanús de
Huergo; La humilde ofrenda, por Celina Negra de Sola;
Odio estéril, por Guillermina Lucy Aste; San Juan, por Jean
Paul; Campo argentino: Apuntes, por Fernández Moreno;
La novela de la pampa: Carreras en la pulpería, por Alberto
Ghiraldo; El señor del amor, por Francisco Collazo; Allá
en el Sur, por Lobodón Garra; Crepúsculo, por Manuel
Bernárdez; Revisando la colección de "Caras y Caretas",
NUMERO EXTRAORDINARIO
DE *• C A R A S
QUE APARECERÁ EL
EXTRAORDINARIO
NAVIDAD
2 O d e dicie m b r e
CARETAS f f
DE N A V I D A D
Y TARFTAS"
DÍA 20 DE DICIEMBRE
CAEAJ- Y CARETA./
Cutís impecable A c t u a l i d a d e s
La Crema Kugol, cuya fórmula se
debe a la doctora Leguy, es insubi-
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Bernardino Kivadavia reunidos e» una cena en
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Sí «e lo ofrtscen en paqu*t»t,
epln porque e$ unta
rechá-
fahificaeión. I
MnVMWVn\\\<aMiUV«H|\titHii««VÍIttt«llittldÍ
CARA/1
Dicho y h e c h o
CARETA/
Por
RUBÉN CASTILLO
D E S I L U S I Ó N
REÍAMOS que con la renuncia voluntaria, Sospechar que una contienda implica la posibi-
C más o menos voluntaria, del doctor Sa-
lamanca, iniciariase un proceso tendien-
te a la pacificación, pero las palabras de su
lidad de una nación triunfante y de una nación
vencida, es pensar con una ingenuidad lamen-
table en estos días. Hoy no existen países
sucesor nos conducen de nuevo al pesimismo. vencedores, y diríase que sólo en los mediterrá-
Sus expresiones son desalentadoras. La deci- neos puede alimentarse esa ilusión, pese a las
sión de que la guerra en el Chaco continúe opiniones extranjeras; y ante ello no le tjueda
ahonda un estado crítico internacjonal que con- al observador más recurso que dejar caer los
ducirá a dos pueblos, a Bolivia y al Paraguay, brazos y esperar. Esperar lo que ha de verse
a una angustia más terrible que la presente. a disgusto.
¿IDIOMA O GRAMÁTICA?
E
N un pequeño comentario, publicado en organismo vita!, con movimientos que obligan
el número anterior, dije que insistiría en a la observación, y, por lo tanto, el análisis
tratar el problema del idioma en los co- es ¡o primordial, y la definición la consecuen-
legios nacionales. Problema de idioma, y no de cia de ese análisis. Sin embargo, se procede a
gramática. Y ratifico; los estudiantes secunda- la inversa, y quienes advierten esa inversión
rios, tanto los nativos como los extranjeros, son los profesores de literatura, que reciben
se gradúan de bachilleres con un asombroso a los estudiantes en el último año de bachille-
desconocimiento del idioma. ¿Quiénes son los rato, cuando ya no pueden remediar el mal.
culpables de esta enormidad? Sus maestros y Seis años escolares y tres colegiales de gra-
sus profesores, y no por su desconocimiento de mática, una carpeta de definicicnes... ly nada
la tnateria, sino por su excesiva tolerancia en de idioma I Si esto acontece con el castellano,
las pruebas diarias, mensuales y anuales. Añá- ¿cómo será con las otras lenguas extranjeras
dase a ello otro error generalizado, y depen- que se "enseñan" en las aulas secundarias? Y
diente de un falso concepto pedagógico: la también hablaremos áe esto en una próxima
propensión a exigir definiciones. El idioma es página.
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M E D R A N O § 2 2 . 2<' pt»o - B«. A i r o . íieron un recital de ennlo y piano
»n «1 Mtláa de Ai»t(i» del Arte,
CAPA./ Y En el Hospital Rivadavia "A-ÍFTA/
El director del Hospital Rivadavia, doctor Arturo Zahala, leyendo su discurso en el acto de la entrega de los
premios Samuel Molina y Eduardo Wildp, que corroa-iondú'iron, rcíspectivainente, a los doctores Romo Ferra*
c&nl y Miguel Ángel Etcheverry
EL BAÑO DE MAR Y
EL NIÑO
SALVANERVIOS
No nos ocuparpinos de! bafio del
adulto porque estimamos que per-
Domine sus nervios y
deríamos nuestro tiempo, j Quién
se inquieta por saber si ei baño d o m i n a r á las más
es útil a su salud? ¿Quién p-cnstv
en consult-ir a su médico para sa- difíciles situaciones.
ber si el baño de mar convienr a
su estado psicológico o patolÓKi-
•co? Se toma un baño de mar co- Tome un GENIOL que
mo se toma un baño de sol, por-
que agrada, porque está de niotla,
pero sin preocuparse si puede ha-
al descongesfionar
cer bien o mal a k salud, pues es-
ta es la tiltima de nuestras pre- sus nervios y despejar
ocutiaciones.
Sin embargo, para los niños se su cabeza, le dará el
toma, en genera!, un poco de más
cuidado y se escuchan mejor i-os
consejos del médico.
pleno dominio de sus
Sentemos desde luego en prin-
cipio que si el clima marino es
facultades, evitándo-
bueno para la mayor parte de los
niños, hay, sin embargo, algunos le más de un disgusto.
que no pueden soportarlo y antes
de llevar a un niño al mar, se ha-
rá muy bien consultando al mé- T o m e un G E N I O L
dico dé la familia.
Supongamos resuelta esta pri-
mera cuestión: ¿el niño puede y
y e s t a r á contento.
aun algunas veces debe ir al mar;
puede bañarse y cómo debe hacerlo'
La regla comporta excepciones
basadas en la edad y en el estado
enfermizo de los sujetos, pero en
principio, puede sentarse que ios
niños deben tomar Ixiños de mar...
Es necesario tener cuidado de
añadir que la medicación marina
no da sus resultados más que
UN TUBO be CENIOl 1.30
cuando comprende a la vez «1 agua
y el aire,
Dejemos a un,lado el estado de
salud que del>e ser objeto de una
apreciación especial para cada ni-
ño y examinemos la cuestión de
!a edad. MILLONES DE PERSONAS LO TOMAN
Todo el mundo está de acuerdo
GENIOL
en esta oiiinión que se debe a Bro-
chard: "Lo.s niños, abajo de tres
años, con raras excepciones, que
serán siempre indicadas por el
médico, no dc!>cn Ixiñarse en el
mar".
30
Alguno.s triédicos estiman — ta-
le» como Baudoln — que no liay
que bañar « los niño» menores de
«iete año»,
^ Hay, evidenlemcnte, «na condi-
ción que no .« ptxirá apreciar si-
no tojnando en cuenta el tompera-
«nenio, !a robu.?tez y «tm el ca-
rácter 4«1 Bitto, TREINTA CENTAVOS 11 UBRITO Di CUATRO
CARAS r CARETAS EK ESPAÑA choa esclavos han sentido por su amo una como ganzúa para ganar millones O t r o s
ad y un amor incalificables; al^o sabios lo están haciendo constantemente.
V V vv parecido les sucede a los hombres laborio-
sos, que acaban por amar entraiiablemente
Usan su ciencia con habilidades de tauma-
turgo o de sacamuelas, ganan ingentes su-
V V a su tirano el trabajo, y fuera del trabajo mas y son halagados por los favores d e una
no encuentran ni diversión ni alegría. Así gloria ruidosa. Ramón y Cajal desdeñó todo
vemos al buen artesano, el que todavía no eso y se redujo a ser nada m á s que un tra-
está corrompido por el resentimiento de la bajador. El verdadero sabio. La idea que
lucha de clases, silbar y cantar alegremen- tenemos del sabio silencioso y austero que
te mientras sus manos van dando forma a labra su obra en el retiro de su laboratorio,
la obra, y se siente en alguna manera se- Ramón y Cajal nos la confirmó con una pu-
m e j a n t e a Dios por como asiste a la crea- reza que nuestro orgullo d e españoles tie-
ción del mueble, de la cerradura, del aza- ne que agradecer.
dón o de la jaula para albergar jilgueros D e él sí que puede decirse que se lo ganó
cantarines. todo a pulso. ¡ Q u i é n sabe las dificultades
Y en este caso, t r a t á n d o s e de Ramón y que tuvo que vencer para conseguir los li-
Caja!, el trabajo tenía una infinidad mayor bros y los aparatos que necesitaba en sus
de alicientes y compensaciones, porque su primeros e x p e r i m e n t o s ! Es fácil cultivaí
función creadora actuaba en el mundo pro- la ciencia en esos países donde todo se ha-
digioso de la ciencia. Todo aquel mundo en lla p r e p a r a d o ; donde el ambiente estudioso
que el sabio se sumergía estaba lleno d e presta ayuda y aliento a los aprendices, que
prodigios. Uno de los retratos de R a m ó n y encuentran siempre el maestro sabihondo,
Cajal, el más conocido y vulgarizado, nos el aparato conveniente, la cátedra y la
RAMÓN y c A j A L lo muestra aplicando el ojo a la emboca- biblioteca indispensables. P e r o Ramón y
dura de un microscopio; el sabio se halla Cajal tenía que improvisarlo y buscárselo
sentado de perfil, con su rostro barbudo todo, porque alrededor suyo no encontraba
ELOGIO
V V V /
EN LA Madrid, Octubre
MU ERTE.DE
de X934
CAJAL
Por JOSÉ MARÍA SALAVERRIA V V '^
>f L fin, en los últimos años d e su vida, mansión de las s o m b r a s para i n t e r e s a r s e y ascético, y su expresión d e m u e s t r a que ni ambiente científico ni i n s t r u m e n t a l opor-
Á9 R a m ó n y Cajal pasó a u n a especie por la partida d e dominó que se disputan la m e n t e se ha despreocupado de todo lo tuno. Se parecía a aquellos conquistadores
de existencia indeterminada, que era en ¡a mesa de al lado dos oficiales prime- que bulle, goza o padece en el resto del de América que habían de obrar por propia
como el preámbulo d e la inmortalidad. Al- ros del ministerio d e H a c i e n d a . universo. P a r a él se halla reconcentrado inspiración y sin ayuda d e nadie. O como
gunos hasta suponían que había perecido Lo mismo ocurría con M e n é n d e z Pela- todo el universo en ese aparato revelador, esos cazadores furtivos q u e v a n armados coa
en carne hace mucho tiempo. Una gloria yo. Recuerdo el asombro que me causaba que penetra y profundiza en lo más hondo una escopeta antigua, de cañón reforzado
unánime y r e v e r e n t e envolvía su nombre, le presencia de don Marcelino en el cafó y secreto de la vida. Allí asiste a la apa- con cuerdas, y que aéiertan, sin embargo,
y él, por su parte, no hacia nada por de- donde consumía yo algunas m a ñ a n a s mí rición de las verdades incógnitas; allí cap- el tiro a fuerza de una pasmosa habilidad.
m o s t r a r que aun so hallaba vivo, con !a tedio de provinciano solitario. Entraba con ta los misterios que nadie antes que él ha No d e b e , pues, contarse sólo el valor do
vida cotidiana y material de los otros hom- lento andar de gotoso, apoyándose en un podido s o r p r e n d e r ; allí, goza el más gran- los inventos científicos que Ramón y Cajal
bres. No ee le veía agitarse en el estadio bastón y con la capa pendiente de los nos ha legado, y que el mundo de los estu-
d e de los goces posibles, el goce del des-
de los arrivismos y las v a n i d a d e s ; no pug- hombros sin gracia ninguna; le traían una diosos ha sabido apreciar con honda reve-
cubridor y del inventor, y cuanto m á s ahon-
naba con ímpudorosa angustia por osten- copa d e coñac, que vertía en un vaso da rencia. H a y que contar también el ejemplo
da en las lejanías de la naturaleza, m á s
tar la posesión del primer p u e s t o ; parecía agua, y empezaba a hacer visajes o a m e - que nos ha dejado. Vida infinitamente
se convence de que el interior y el subte-
r e a l m e n t e el sabio que se ha hundido en sarse la barba desaliñada, mientras sus ejemplar para un pueblo que t a n t a s veces
rráneo del mundo está lleno d e inextingui-
el fondo de la posteridad. P o r eso los que ojos, entre infantiles y abotargados, mira- ha improvisado los grandes heroísmos y las
bles y d e s l u m b r a n t e s maravillas.
le contemplaban andar por la calle se que- ban a no «e «abia dónde, y en realidad no Sublimas obras como quien dice de la nada,
¿ P a r a qué quiere otros estipendios y ga-
daban asombrados, lo mismo que sí vieran miraban a n a d a . Se comprendía que el es- pero que otras veces se abandona a la fácil
nancias? ¿Qué montones de oro, qué pilas
aparecer un fantasma. O t r o s lo sorp'ren- píritu de M e n é n d e z Pelayo se hallaba en- molicie y desoye la llamada de la tradición,
tonces tan distante de las cosas y las per- d e billetes de banco podrían superar en va-
dían en el interior de un café de barrio, lor adquisitivo a ese tesoro que Cajal per- Cajal ha sido fiel a esa tradición, y su vida
confundido con los tertulianos corrientes, sonas de aquel local, como puedo estar yo do sabio, aunque parezca inverosímil la pa-
•hora de las islas de la Polinesia. cibía nada más que franqueando la puerta
y su sorpresa tenía un fondo de extraña labra, no tiene otro sentido que é s e ; el de
de la ciencia? Allí encontraba la riqueza
comicidad, porque el grande h o m b r e que Ramón y Cajal dicen que ha muerto tra- ser vina sabiduría a lo heroico.
fastviosa que la caja fuerte más grande del
estaba allí, tomando «u porción d e café bajando. Es que no supo hacer otra cosa m u n d o no sabría otorgarle. P o r eso se ex-
con leche, sordo como una tapia y seme- en toda «u vida. Era de aquellos seres que
plica su conducta. ¿Cuánto dinero habrá
j a n t e a un provecto funcionario cualquie- invierten el sentido de las palabras d e la
legado a sus h e r e d e r o s ? M e n o s de lo que
ra, daba la fantástica impresión del genio E s c r i t u r a ; el trabajo a o se traducía para
deja el último de los boticarios. Y h u b i e r a
que abandona por un instante la cerúlea él en castigo y dolor, sino en placer. M u -
j^odido, sin e m b a r g o , utilizar su sabiduría
lOMOS REALMENTE HONESTOS?
Una serie de preguntas que permiten aquilatar la honestidad de las
personas que, en nuestros días, serían incapaces de hacer llorar a un niño V
LLAMAN LA ATENCIÓN...
DE TODO EL PUBLICO ELEGANTE
Medias "PARÍS" son maravillosas,
para entonar con cualquier traje;
desde la delicada media de gasa fina,
hasta la malla más tupida.
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San Antenis T4t — Bueno» AJr«i,
Di«trÍbuWore»! L Ó P E Z C O Y A & C í a .
Aisina 1273 — Bueaoii Atre«.
C A R A / Y CARET/^J-
í ^
con el exquisito J a b ó n H e n o
p r i m e r a . El m a q u i l l a d o no
HENODEPRAVIA
I I primer pavo p a r o cuolquier t r a t a m i e n t o de b e l l e z a
AÑO XXXVII
CARAS y CARETAS
J O S É S. A L V A R E Z
N U M . 1889
F u n d a d o r
/5^rT4v
^m-^sm
CORCOVEANDO...
E S T R E L L A S
D E L • C I N E
S A L L Y
B L A N E
CARA./" Y CARPTA.r
Sn^VIA SYDNICY.
JEAN BLONUELL.
•-A.
Wm^^^r^^ ^ir
p^^^*.««^
^ V' 'Ti
u
''(••
JEAN IIARLOW.
MAI)I;LEINE CARROLL.
(•AI-;(.)I,1': l.OMHARD.
Buenos Aires
T Visitas de las socias a los
Señoras de King, Me Clymont, Stanley, Hinds y
Coombs, durante la visita a la quinta de esta
última.
T •
C Ó R D O B A
Conjunto de alumnas y alumnos de la Escuela de Co- Pequeños concurrentes a la bulliciosa fiesta infantil
mercio durante e! baile que organizaron con brillante que el doctor Gumersindo Sayago ofreció en su r e -
éxito, sidcncia,
•• ^^Caras y Caretas'' en el
B U E N O S A I R E S S A N T A F E
En el local de! Social Círculo Cultural, de Berisso, Grupo de amigas de la señorita Teíma Ramseyer reuni-
realizóse un té danzante al que asistió numerosa con- do en una fiesta con motivo de su próximo enlace,,
currencia. en Romang.
^ ^ ^ ^ ^ ^ L T A
^ m. #5^ f.
B '^^^^^^m -^^^y ^^^^^B
i n t e r i o r de la R e p ú b l i c a ••
J U J U Y S A N J U A N
Niñas dirigentes de la Cooperadora de la Escuela Alumnas de la Escuela Normal del Hogar Agrícola
Normal que prepararon un festival a beneficio do los durante la visita que efectuaron a las oficinas de la
alumnos pobres del establecimiento. Unión Telefónica.
S A N T I A G O D E L E S T E R O
^ i
• •
Señoritas y niñas que •5» S e ñ o r a s y señoritas,
iwf
tuvieron destacada ac- ex alumnas del Cole-
tuación en la velada gio Belén, dirigido por
artística verificada en vIP^K f^lE^nl las Hermanas Francis-
la Universidad Popu- ^ , S i w S.'?*i«^« canas, que se reunie-
lar, a la que asistió
numeroso piíblico. 11 ron para celebrar su
fiesta anual.
T U C U M A N
El nuevo ministro de Rouco Oliva, agasa}»-
Hacienda de 1« Inter- do por altas person»-
v e n c i ó n , don J o s é liiáades itoUtícas.
1
Monseñor Napal bendiciendo la unión de la señorita Señorita Irma Orueta, con el señor
Qraziella Paglietino con el teniente Héctor Solanas Pacheco. Plácido Palencia.
E N L>V C E: vS
Señorita Estela M. Ard'ohmn, que ha contraído Señorita Cecilia L. Dasso, cuyo enlace con el
enluce con el señar Manuel Pan/a. Dr, Ricardo J. M, Marcelim ha sido consnqracln.
C LAUROS CELEÜP.ES
F L O R A V
T IZIANO
GALERÍA D E L O S UFFiZI - FLORENCIA
Del i a y Ebe Carro Alvarez, bailarinas.
FIESTA
de la
DANZA
su
Dos destacadas figuras que CELEBRACIÓN Una gitana y una española
intervinieron en el conjunto personificadas admirablemen-
de bailes: María M. Sturla y EN EL te por Elena Borgonovo y Es-
ther Piazza Arbuco.
Sara López Rosendo.
• T E A T R O
M a r í a E l e n a López y María E. TcUo y María Arena.
Eleonora Quesada Urquiza. C E R \' A N r J-: S "Rapsodia hispano-argentina".
D. Antenor Ferreyra
VICEPRESIDENTE EN EJERCICIO
D E LA C Á M A R A DE DIPUTADOS
F
ALTA media llora para iniciar la s e s i ó n . . .
\i. ¡¡resiliente lilular. doctor Manuel /\. I'iesco, se lia
ausentado para Europa. Ocupa el cargo el vicepresi-
dente prinuTu. señor .'\iilenor i''crreyra.
V.'. ijrolesiir i-"erreyva, cjue ha hecho aban.ioiio iiionieiua-
iieo de la cátedra, está realizando una carrera |)i>lilica brili-an-
l e : hace dos ¡iños fue electo diiiutado níieion.-ii por .S,-iii:iag,)
i\i:'. I'lslcro y ahora lo venios octiimnilo 1,T iire.sidencia de la El vicepresidente en ejercicio de ia Cámara de Dipu-
Cámara joven, y nada menos i|ue dnraiUe l,-is "e.xtr.iordi- tados, don Antenor Ferreyra. en su despacho.
riar:.'is", que pintan b r a v a s . . .
Clon el propósito de "iKilpitar" el trab.ijo ipie cumplirá la
Cámara, lo \isilainos en su despaclio.
.— Le tocó en sueric inaugurar las " e x t r a o r d i n a r i a s " .
— lis .'crdad. ICl 27 de noviembre me hice carj.;ii de la
presidencia y al dia siguienle se consi.i;uió "(pióruin" para
celebiar la primera reunión de t r a b i j o ,
— L.-i Cámara ha comenzado a trabir el inipueslo único
al c ^r's-.inio en to<lo ol pais, i Qué opina usted del iiii^mo?
— l,a fr,icción P'ililica a la que pertenezco — railical iinli-
persniíali^ta — se ha adherido al impuesto único de eonsumo
¡ m e m o , porque cree (pie .será benefitioso al p.iis; la adhesión
se ha hecho sin perjuicio de la idcíi central de mantener la
ant.ciomía provÍPciíi.r de acuerdo con el sistema de su (<r^;t-
ni?ación iiolitica. s ¿ s t e imiiuesto va a dar motivo a prolon-
xailos <lebates. s i ^ y l u d a . . .
— ¿ Ivi est.'is í'^siones se tiv!t.'irá alj^njii ¡n-oyecto impor-
tante^ rcjíicionado ,eon la provincia de .S;inliaf;o del E s t e r o ?
— Bor lo menos asi lo e s p e r o . . . Está incluido entre los
asuntos a consiáerorse el problema vit.al liara mi provincia ;
la jirovifión de ii.tjua para rieRn. El des));u'lK> definitivo —
ya ha sido aprobado ])or el .Senado — por l;i C-ám,'tr,'i de
nijnilados. si^iificaria la transformaeii'm eeonómiea y sori.i!
de Sanliaírn- de! Estero Se Ir.-ila ilc la obr;i ilc¡ d;i|iie deri-
vaíior del rio Dulce, destinado al riego normal d.e una exten-
sión de ESO.000 hectáreas, y otras .SOO.OOO hectáreas que .se
beneficiarán con riegos eventuales. En esta obra se inver-
tirán Id 000,000 de pesos, y a los cíeelus de comprobar la
import.-incia y itrReneia de la misma, la Cíimisión de Obr.-is
I'úb!i<'as de la Cámaríi de Diinilaílos opíM'tunanienfc se tr;is-
ladó ,1 l.i pr<>\incia mencionada, l'.xisle l,'i ])romes;i fin'm,il Don Antenoi- Feíroyra con el secretario de
de la Comisión de Obras Públicas de dcsii.-ieliar el a s u n t o la presidencia de la Cámara de Diputados,
pronto para <|nc se convierta en ley este mismo año. don Miguel De Matteo.
— ; .Se trabajará " p a r e j o " en estas e x t r a o r d i n a r i a s ?
— En lo que respecta n la representación sanliajiueña, si.
Nuestra representación vive eonsaiírada al inlerés de la pro-
\inc¡'i en sus múlti]>les astiectos. Con esa as¡iiraeión colabn-
Tíinios en la acción ílel gobierno ,'ictu,'il. <-oincidiendo en ,-1
tiens.'inii.ento de contribuir a In tranquilidad del pais en la
solución de sus problemas económicos, administrativos y po-
liticos. emi tmn arción sereno y respetuosa.
— \ la Cámara en si. ¿ t r a b a j a r á fuerte en este periodo
estv-cial ?
— Creo que debería trabajarse de firme Por ra?ones de
patriotismo deberla tralxijarsc nuirhn, jiero. . , Numerosos
dijiutados se ausentarán en estos días para las provincias n
fin de atender asuntos polílieos; otros quieren tratar única-
mente el p r e s u p u e s t o . . . Así, que somos mnv iiocos los qu-e
ileseamos continuar trabajando de verdad,_.. No iptiero pas.ar
por adivino, pero verán ustedes que después del 1 .'i de diciem-
bre halná que suspender las sesiones pxlraor<linarias pi>r
fíi'ta de n ú m e r o . . .
— ,; ^' en enero ? . . .
— ; Oh , . . las p l a y a s . . . las s i e r r a s . . . el calor ' • . .
Inierrtmipe la conversación el sreret.-irio de la mcsiilencia
cW la Cámara, señor Miguel De Matlco, quien, dirigiéndose
ol señor Ferreyra. dice :
— Señor presidente, fallan eineo minutos pava iniciarse
3a s e s i ó n . . . V sólo hay 'i4 diputado'- en l.-i c a s a , . ,
VA señor FeíTcyra hace un gc-lo cíinift dici<'nilo: " , ; E i En ol paBtlIo de la Cámara. El vice en eiercicio,
señor Ferreyra, con los diputados Damián F e r n á a -
ven lisíenles ?". . . doí, Numa Costa Méndez y Benjamín S. Goníále7,y el
Y nos cstrcehn cordialmente la mano comisario de la Cámara, doctor Miguel A. Buiíge.
Las bodas de sabio argenti-
o r o con la no: el profevsor
ciencia, de un Julio Ménde2;
^ L homenaje tributa- cic-ncia, observado desde el
"^ do al doctor Julio punto de vista más liununr.-
—J Méndez por diici- tario. \í\ laboratorio, la iii-
pulos, amigos y ad- vesti.gación, absorbieron to-
miradores con m o t i v o de dos los momentos de este
cumplir sus bodas de oro s a b i o argentino (|uc supo
con la c i e n c i a , constituyó atender también sus deberes
un acontecimiento de vastas del hospital y de la cátedra.
proyecciones y g r a t o a la Cincuenta a ñ o s de l a b o r
ciencia argentina. La íigu. consagran al doctor Mén-
ra del doctor Méndez ha ya dez como una figura de ex-
pasado los limites del país cepción, y [)or e.so el hoine.
como valor científico. Su naje que se le tributó íué
vida es un ejemplo magnífi- una brillanteexterif)rización
co de dedicación al ideal de ia dt admirac'ón y de afectos.
On c i e r tO g u i t a r r a
Conjunto de señoritas, a]umnas del profesor Antonio Sinópoü. que participnron en ia brillante audición de
e^uitarra efectuada en ei teatro Odeón ante numeroso público.
•*«»í*-Ma^)as3ítf*-í
Un jugador de Coi-onrl Suárez inicin Ricardo Carros 4, Eduardo Carros 4, Enrique Alberdi 7 y "back" Juan
un " r u s h " f l a n q u e a d o por dos de C. Alberdi 5, del " t e a m " Coronel Suárez, que ganó el Campeonato.
Santa Inés.
^"im
Wf.
'¡ZÁíp'll L A D E S T R E Z A DE SUS
otros tiempos
A L R A C I N G C L U B EL
Lea en las primeras páginas el texto
1
§1
|i|
El arquero Juan Botasso, el popular Con una puntualidad que no tiene De la carátula del número BC en-
"Cortina m e t á I i c a", Secretario de para los entrenamientos, José M. carga "Pichín", el popularísimo
Redacción, defendiendo nuestro arco. G o n z á l e z , "Llamarada", entra «n "insider" izquierdo Vicente d e 1
nuestros talleres. Giudice.
"La Gallega", Roberto Bugueiro, se ha elegido el El "centre half" Manuel Dañil Angiíl del Rosario Cha-
trabajito más fácil y el mejor acompañado. tiene a su cargo el archivo gene- zarrcta tomó aKÍento
ral de la revista. ante la máquina do
perfilar grabados.
I")
un número de ''Caras y Caretas
Sobre la platina de la La máquina lanza los primeros Una pequeña falla en el engranaje, y el masajista
tipografía, las páginas pliego» y el g o i d i t o Demetrio del equipo, Ricardo Poz7.i, aceitera en mano, se
armadas y compuestas Conidaris c o m i e n z a a cosechar dispone a remediar el desperfecto.
por oí hábil " c e n t r e papel impreso.
half" Juan Gil.
Terminado el número, uno de Ion primeros ejempla- El organizador de la cua-
res lo revisa el legentc general de los talleres, el drilla de espontáneos obre*
Caen los primeros pliegos popularísimo "half" izquierdo Antonio de Mare. ros de "Caras y Caretas",
en manos del jefe do má- Juan Gíí, se deja r e t r a t a r
quinas, el entrenador del poi" nuestro nuevo fotó-
" t e a m " Alejandro Stirling, grafo, el "half" derecho
quien corrige los defectos. Mario Avalle.
Cocktail - dansant de la Liga Pro Paz Mundial
Eloísa Ferraría A cos- Eloísa Ferraría Acosta, Jíosa N. B. de Auschuts, Rosa La presidenta, doctora Mig-
ta, declamando '*¡Oh. Mignone, Natalia Salas de-Cogorno, A. V, de FontencUe y none y la s e ñ o r i t a Elena
vieja Europa, b a s t a ! " María M. Auschuts, nn la fiesta de la Liga Pro Paz Mundial. Rossi, que declamó.
Concurrentes a la demostración que le fué ofrecida a nuentrn colaboradora la poetisa Maruja Vidal Fernández,
celebrando el éxito de su último libro titulado "Dinamo".
• • ^/^^¿JÁ^^cc^OC^ • •
V
lil«ttl|t»« »f. • 6 t t O « Q
CARAy Y CARETAJ-
PEír
, - "•!?«-,
PP.DRO ALBERTO
PRÜIA RHY.
RICARDO Y
o'.f.AR SANTORO.
L A S D E S V E N T U R A S
IS&ES4MC1ADA
',/^ A EN AMOJlíS StRíi^QÜlíH LE
UEVÍ^RftttWÜHll.
5 6
I^S
ÍURlETtí^DElAUO' iAYLY0mrt8IENMI\NE-
>
WlÓN.Í\PEH!\SlftVI.| Q0lTO...SÜWWÜRftRO-
MEQUEDE'PREHDMO.l KifiHTKRMEHtPHOTllME
PtóWl^MVPKKDieO. WRlftMBItR.MfELKTRíHttH.
9 10
D E M A E C O
P O R L r N A G E
¿ESCI€RTO, /AX^I.CHOUTOÍ
PERO 6Í AFORTUHftDft EH EL JUE- CftTITA.QUE ¿«AVISTO QUE
60.DICtH QUi AYER SE SkCÚ Ift 10- SESACO'Lft SUERTUDA SOY?
TEftfA.VAMOSAVERSI ES CIERTO. lOTEam?
ElDEmODÍLftlOTEWR
ÜÜE HE SReADO.TlENE
TERMINAUÓN,YESTÍVPRE' MAMÉÍOf
MIADO EM DOS PESOS.
11
CARA^V
W)AI\TiñMí^€I CARETAS
T
N» 1 H» 8
RefiAo cntffrimido, por Francisco Lana (Tomoaht, Comprimido, por Baúl San Som&n (l4t Flata)
F. C. Sud)
N» fl
Comprimido, por Eaúl San Román (La Plata)
Cemprimido,
p o r Francisca
Luna ( T o r n -
Qoint, F. C. S.)
a=NOTA
N»
Comprimido, por Silvia H. Ferrari (Mlramar, F. O. S.)
V^ v^ V^
KíO
EUROPEO 100 N0DV03N N» l o
Comprimida, por Raúl San Bo-
mán ( I A Plata)
N» 4
Anagrama, por T. LcBarreta (Bánfleld, P. O. S.)
j» J» Jt
LA MODA EN LA PLAYA
lllusa drnpcu-
I da con cacó-
te prolongado en
la espalda; ca de
.seda a l u n a r e s : el
p a n t a l ó n ea do
brín blanco.
Malla r o j a
2 c o n cacóte
y h u e c o de
man^a en pun-
ta ; Hobrc ella
u n pan tal ó n
corto de pique.
Pull-over
4 tejido a
mano con di-
bujoH dfago-
nalea.
r u l l - o v e r de jer- traje de
Una o r i e i n a l
6pantalón
malla roja ron
n Trnj S Boy amní-llln rnm- Q ScnciHo
- palmón
y cintu- 1>ÍIIÍH1() ron i i u i r r . ' . u ; \:y irado y
rón do cuero. fuUlu cH (le lo ini.'.jno. H-és.
C A R A y Y CARETAy
UEDARA muy bien una casaca con monograT.a I—> L ttganio c» un modelo en fina
Q bordado y cinturón verde de meta!, realizada c-.
pi<T<]é de s«da blanca. Le falda es de lo mismo y coa
r \ leda con pequeñas puntas, cortnda
{ a n i d a en tres pa.rtc«; en los hombros
tablas; un saquito suelto con rayas ondulantei y 5»- una capa muy de moda onudüda eo el
fiuclo drapea<lo completan el conjunto. cuello.
CARA/ Y
• Labores - CARETAJ"
4
4
Tic í.r;-;,i,(ii <•> ORIO hcr- « También de nri;íni<!í es •^ V al finftl ipnpmoH un trajncilo
¿ mnriit 1 r a j «'<il(» ndornudo i í esto firraciofl 1 rsijc con J soncillo y rlí'frftnic « la VPK, IKT-
con **plÍB36" y cintn do raso.' cn nTirfciiiisi de puño
pafio Jenci recor- dcttdfí roii i>ni!i.' <!r foHión muy abier-
el coBlndo «n ramillete de flo- tii<¡o y i i P K n d o on la falda, to, r(';iIr/H(]p (MI í'T-;:niKH y con mnn-
res de color en pafiú lencl. y cinta do terciopelo rojo. EunuH de piiüo r c i o r U d o en la fald^.
•^ iCIiAL r^lAL MAS WKE€)lTT 11 ^^íiííJSJ
P o r Á N G E L C A B R E R A r
Una p a r e j a de rinocerontes
La proverbial ferocidad del ti. totograíiada • costa de oerio
gre fué deducida por Buffon peligro por loa esposos Joiin-
de su aspecto exterior; y eso son, que consideran a estos
que el gran naturalista lo ha- «nimates como entre los m&ñ
bía visto nada más quo em« peligroso*.
tyalsamado.
S
tiene verdadera idea de lo que es un animal fe- migas mucho más feroces que cualquier fiera,
giere, a la vez que los más trascendcnta- más peligrosas de la India. Sin embargo, es roz. Sin embargo, ni uno ni otro nos parecen ri'g- herbívora o carnívora.
, les problemas biológicos, una multitud muy raro que un tigre ataque sin ser antes nos de este calificativo porque miramos las cosis
atacado. Hay los llamados tigres devoradores También podría incluirse entre los mamífe-
cuestiones frivolas, si se quiere, pero tal vez desde nuestro punto de vista, y para nosotros ros feroces el búfalo africano, que en ocasio-
rriás atrayentes que aquellos para quien no sea de hombres, como hay leones devoradores de estos animalejos resultan débiles e inofensivus.
hombres en África, pero esos son ca.5os excep- nes arremete furiosamente contra el homb'-e
hombre de ciencia. Por ejemplo, ¿quién no se Por extraño que parezca, los animales más o contra otros animales, aunque no haya sido
hn preguntado alguna ver, o no ha oído pre- cionales, que podrían compararse, en cierto feroces no son precisamente las fieras, enten-
modo, a los elefantes viejos y solitarios, los que provocado. Además, cuando se le molesta o se
guntar, cuál es el animal más feroz? diendo por tales los grandes carnivoros. El le hiere, tiene la costumbre de simular una fuga
No se crea que la contestación es fácil ni en la India llaman "rogues", que por regla ge- único mamifero terrestre que ataca siempre, sin
neral se hacen los malos y atacan, sin más ni y dar un rodeo para salir después al encuentro
mucho menos. Ante todo, no hay que contun- previa provocación, y que procura matar aun a de su adversario, pillándolo desprevenido. Pero
dir animal feroz con animal peligroso. Una más, a todo el que se ¡es pone por delante. quien no se mete con él para nada, es el rino-
Algunos autores sostienen que, en punto a en esto, más que ferocidad, hay espíritu clí
víbora venenosa es, indudablemente, un ser pe- ceronte africano. Próximo pariente del noble venganza.
ligroso, pero en ella no hay realmente feroci- ferocidad, ciertas especies de osos, como el oso caballo y del inofensivo tapir, y herbívoro como
polar y el oso gris, dejan muy atrás a los Un animal verdaderamente feroz, pero ya
dad; muerde porque se la molesta o se la enoja ellos, parece tener declarada la guerra a todos no terrestre, sino marino, es la orea, cetáceo
(o porque ella cree que la molestan o la enojan), grandes felinos. La historia de la colonización tos demá.í mamíferos, y muy especialmente al
de! pesie de los Estados Unidos está llena de de la misma familia que los delfines y las to-
y ataca sin saña, rápidamente, procurando huir hombre. Diríase que el simple olor de éste ninas. Los ingleses llaman a la orea "killer",
ien seguida. Como peligrosos, no hay anima^js trágicos episodios en que el oso gris salió cisi lo pone fuera de sí. Aunque lo vea de muy
siempre victorioso. Con todo, también en este es decir, matador o asesino, y no sin razón.
que lo sean más que los protozoarios causantes lejos, tan pronto como se da cuenta de su Está plenamente demostrado que las oreas
de ciertas enfermedades, tales como los que caso es muy probable que la fiera actuase casi proximidad acomete con una violencia que sólo
siempre en defensa propia; por lo menos, hay matan mucho más de lo que necesitan para
producen el paludismo, o la enfermedad del un certero batazo puede contener. Los cono- comer, y que matan todo lo que encuentran a
sueño, o el mal de Chagas; pero nadie califi- constancia de ocasiones en que osos grises han cidos fotógrafos de animales Mr, Johnson y
estado cerca de viajeros dormidos, sin hacerles su alcance en el mar: peces de todos tamaños,
caría de feroces a estos seres microscópicos. señora, que no vacilaron en filmar grupos de focas y cetáceos. Atrévense hasta con las ba-
La idea de ferocidad la asociarnos, por lo el menor daño. Claro está que, en caso de lu- Icones a pocos metros de distancia, tcnian que
cha, el hombre llevaba casi invariablemente la llenas más grandes, las acometen en grupo y
general, con lo que nos formamos de la índole tomar las mayores precauciones para impresio- les arrancan a mordiscos tiras de piel y de
de las grandes fieras; del león o del tigre, sobre peor parte. No hay que olvidar que el "viejo nar películas de rinocerontes, y en má.s de
Efraim", como le apodaban los tramperos del carne, haciéndolas desangrarse hasta morir. Di-
todo. Por lo que se refiere at león, todos .os una ocasión estuvieron a punto de ser víctimas cese, y el hecho parece comprobado, que pro-
cazadores y viajeros modernos están acordes en Far West, es un oso lo bastante fuerte p»ra de su furor. El gran cazador de fieras Eduardo
voltear un caballo o un bisonte. El naturalista curan .itacar a la ballena cuando come, apro-
afirmar que, como ya lo dice el proverbio, i;o Eoá decía que nada era tan impresionante co- vechando el momento en que abre la boca para
es tan fiero como lo pintan. El famoso explo- Nclson asegura que, desde que se extendí'» el mo el ataque repentino, inesperado y estúpida-
uso de la carabina de repetición, el oso gris arrancarle pedazos de la lengua. Pero hay más;
rador David Livingstone llegó hasta acusarlo mente feroz de un rinoceronte que para quien como se pudo observar durante la expedición
de cobardía; pero, sin caer en ese extrctco ha dejado de ser peligroso; tal vez ha apren- no conozca su carácter peculiar aparecería co-
dido a respetar al hombre, o tal vez el hombre de Scott en el Antartico, .se acercan a los
(aparte de que un cobarde puede ser, y es en mo un ser cachaciento e inofensivo. Recomién- témpanos de hielo cuando ven sobre ellos
muchos casos, feroz), los hechos demuestran se siente más seguro en su presencia. dase en tales casos subirse a un árbol, pero
En realidad, haciendo abstracción del tama- hombres o animales, y están como al acecho
que el rey de los animales sólo se muestra itero l'oá solía decir que para esto se precisan dos para arrebatarlos si en un descuido se ponen a
de noche, es decir, cuando an- cosas esenciales: que haya un árbol cerca, y su alcance. Ariosto, en su "Orlando furioso**,
4n de caza, y aun entonces ma- que el atacado conserve la suficiente presencia describe a la bella Angélica expuesta sobre una
lí, a su presa rápidamente, sin ^f^f^'^S'^'^i^' de ánimo para trepar a él antes de ser alcan- roca a la voracidad de la orea; cierto es que
ensañarse en ella. En una pala- zado. Eso sin contar con las cy-cunstancias la fantasía de los poetas no tiene limites, pero
bra, mata porque tiene que ma- imprevistas: la carabina que se enreda entre cuando se conocen las costumbres de! cetáceo
tar, porque si no lo hiciese se las piernas, las ramas demasiado frágiles para en cuestión se siente uno inclinado a considerar
moriría de hambre. Tambidn es .•sostener al fugitivo... Ocurrióle una vez al el episodio como el único posible que con-
un animal terrible cuando se de* mismo cazador acudir a este expediente, y no tiene el famoso poema.
ficnde de un ataque, especialmen- bien estuvo sentado en la copa del árbol, se
te si ha gído herido, pero eso ¡o vio acometido por legiones de hormigas negras
hacen todos los animales provis- (juc le atenacearon las carnes y le ocasionaron
tos de armas naturales y q'^e tan in.soportablcs dolores, que inmediatamente
TOROcen su propia fuerza. Un ele- saltó al suelo y corrió a su campamento para
fante, «n circunstancias análoga», desnudarse y darse un baño, sin acordarse
no es menos fiero que un león, y para nada del rinoceronte. Con toda seguridad, Seíe de la «eocSSn (>«i«onto!é.
resulta macho más peligroso. ojtca i£»tá «,siv«r»í8Ímente reconocida CO- eicB dtl HUMO d« la Pldta.
CÍ ata* imam áa inm mamítmo* roorias*.
CARA7" T c/KKEt/xr
C f i « ci*#'CMi<iirci.«
METIERON LA PATA EN LA VIZCACHERA
j . ^
LT
—- Miré. Pelusa; vamos a jugar a esto: vo» me rj — Este número e« el clegtdo por el dedo qwo
I vendas
ndás loa ojos, yo señalo un número en La jT'
llamamos jr damos una broma macanuda.
jfuíai ^ aprieta.
¡Adelante, Cfainjrolo! {Cuidado con laa rodadas I
%£p^zi^i^::^.T^u^^r^ lo ztír::/i.%^-^^"--*'-*'-*'
mareaul
ClC^ Clltn«>Cllf» Por PERCY CROSBY
Y EL DEDO EN EL VENTILADOR...
— Voy a usar c^nte megfáfono para que n o mu — Llama vos, Pelusa, como t i fuera* mi t«-
descubran. cretario.
~ Pónete careta^ también. « — {Hola, hola! Un momento, u n m o m e n t o . . .
* — lA éóRie vamo«, Chinsolo? •t ty — Mira, Feltisa, «os un yet» y es ííi állímii ve*
IChina.
Jl — A tomar el primer tren que
..
«alga pora I» X £á que te nombro socio capiisiista para bacer e s t é
negocia de las bromas. ¡Vo» ñ o enibocí» jii u n a !
CARAX Y
B'A'O-I'O CARETAJ-
oooo
No hay que olvidar que Rosario con sus
Cuatro
SOO.OOO habitantes no es poca cosa y sobre
iodo para los efectos de una buena propagan-
ga, que bien les retribuiría esa atención que
le solicitamos.
Aprovechamos para felicitar al señor di-
rector y demás personal de la estación, por LAS TUCUMANITAS
el refinado buen gusto que ponen de relieve
en la confección de todos sus programas. 6 S
Lo saludan "Volvé, volvé", canción típica,
37 Estudiante* de Medicina da Rosario. por L S I.
MA/^A /
t h E o A D A 1 K U P U I- r U N A
Mgmi Brmietttíag ti*«l»a»I *l párvulo "Osáa Ctrnt". — iPor Uiísr, na haStlm k«Mk <u« ¡ro t« t«rlMl
C€CrTAIL
AUDICIÓN T U R I S M O Y
CA.RA/r
CARCTAy
BoR Vicente D- Sierra, director de la Msriak de McniloK?a» nueva Carmen Duvai, la joven cancio-
8road<:á$tlng Municipal» liablando en el intérprete del cancionero bra- nista q«e sigue cosechando triun-
liomeitaje a don Antonio ZacagnínI. sileño que ba debut«»Ío en fos en R«dio Fénix.
Radio Sléntor*
CARA.r Y CARETAJ"
Patrocinio Diat, prestigiosa estre- Anita Serrano, intérprete de tnsenicro Tomás A. Chueca, dirigente
lla de la canción nacional, triun- canciones indias, que integra diA radicalismo tucumano, h^btnitdo pat
fa en Radio Belgrrano. el programa de la Broadcás- el micrófono de Radio Tucumán.
tlng Municipal.
C A R A / Y CARETAy
PERITOS
E s c u e l a de M E R C A N T I L E S
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Jorge Eladio León. R. Lópex C i r i o s Ang«l Onrai Mano lii rljcrto Dornin^jo
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En el Con&tn ¡ , wujnu. El cíiMul éou Mituel A. La seSora de Cama, la seBorita d« Ladevese, los sefio-
de Cama, los cóiisukb del Brasil y Estados Unidos, el res de Corujo, el director de "Gran Canaria", don Do-
comandante y el segundo comandanta de la (ragatai. mingo Navarro, y otros visitantes, en la " S a r m i e n t o " .
P O S A D A S
El director cíe' la Cárcel de Encausado» local, seftor Augusto De Sancti, el subdirector, eeiior Molina Gómez,
y personal del estabiecimiento penitenciario, en una de las últimas reuniones realizadas por motivo de ser»
vicio interno.
B o r a o s i s t ó r i c o s
En las obras de bordado de la bordado puede considerarse como cofradía de le Purísima Conceí>-
Edad Media dominaban los asun- bajorrelieve, ya xjue las figuras ción el 31 de agosto de 1466 1»
tos religiosos y calxillcrescos; en más importantes aparecen en ba- obra de un paño funerario para
el Renacimiento todo se refino y jorrelieve y casi en mediorrelic- Sos cofrades, en doscientos vein»
se perfeccionaron los procedimien- vc. En los extremos de este bor- tícinco sueldos barceloneses por
tos de ejecución, aunque i>erdien- dado hay dos tiras renacentistas la mano de obra. Sadurní trabajó
do. la noble audacia y leal fran- añadidas posteriormente, quizás en las. preciosidades que Se con-
queza que respiran las obras me- en tiempo de Antonio Sadurní, servan en la capilla de San Jorge
dievales. Donde hay mejores bor- bordador catalán que labró ricos de Barcelona, entre ellas un riquí-
dados es eJi los ornamentos litúr- ornamentos para la capilla de la simo terno, E! 3 de marío de
gicos de los siglos XIV y XV. Audiencia. 1458 íué nombrado í}orda<ior de
De este último consérvase, como En unión de Francisi, de! mis- la Generalidad de Cataluña.
ejemplar precioso, un frontal en mo arte, ajustó Sadurní con la En el siglo XV los maestros
el Musco diocesano de Vich, pro- decoradores .se mostraron lialiili-
cedente de la Seo de Manresa y simos en sacar partido de '.a he-
n! pk del cual s< lee •. "Geri Ij^pi ráldica en todas las producciones
ricamattore me fécit in Flor<'n- Mf. 5
de las artes suntuarias. I.-os es-
cia" ; esto es que es obra de uno cudos nobiliarios renacentistas sott
de aquellos recatnadores que a
principios del Renacimiento tan- notables por la soltura con que
to renombre adquirieron en Tos-,
cana por sus deliciosos bordados.
vi están trabados los c u a r t e l e s , la
destreza con que circunscriben tjil
escudo dentro del cuadrado, dei
i
En los ejemplares mejores que losange o de otra figura determi-
salicrrai de vis manos intervinie- nada, y por la elegancia con que
ron sin (iiiif.i el lápiz y el pincel adornan los espacios. .
de artistas famosos, pues tal pro- Un escudo de armas, tvn cuar-
claman el sentimiento de las com- tel heráldico servianJe» de terna
4)osicione8 y de las imág-enes y la para embellecer de igual modo ia
corrección misma del dibujo. fachada de una iglesia que para
Los "ricamattori" florentinos dar realce a una dalmática, fron-
llenaron el mundo de tralxijos su- tal, casulla u otra vestidura, bien
yos. Entre los más ricos, delica- 1 fll fuese eclesiástica, bien civil. P«i-
dos y acabados ha de colocarse el ra fines profanos se labraría pro-
citado ironía! de Manrcsa, en el bablemente la severa daimátíca de
qu€ )>arecc verse lo ni;ino d<> al- la catedral de Granada, donde se
gún discípulo de fr.'iv \ii"í'li<'o. bordoron tes ímciaíes F, Y. de
Con este y otvo-i píin,.', ,\r] mis- los Kcy.es Católicos, y en el cen-
ólo museo lia de i'oiiiiiai;u<i(- eí tro ti escudo de España coii el
M.
que poi.ce la catfxlra] d<> CVirdiiha, .íguíla imperial de dos caÍKza»,
en c) cual la.s figuras so» .ic ma- ^ En él figura también la granada,
yores dinieusiones, pero licrnn sefiñl cierta de que ese fabricó des-
idéntico primor y delicadeza en pués de la caída del último ba-
e! tralxijó de la aguja. luarte de! dominio áral>e en la
También es frontal oiro paño — No se moleste en hablar: península española.
soy 801 do.
muy singular, existente en la Au- — Yo no hablo; como.
diencia de Barcelona. <ine ni.i.s que JO SE PÉREZ HBRVAS
agradatii
jarabe
No sabe pintar^
¡pero qué importa!
Stfclcote no deja huellas del pineal jr cualquier!,
aunque no haya esmaltado en tu vida, ejecuta
trabajos que son el asombro de lo» miamos pra{c>
alónales. Una mano sobre la pintura vieja del co-
cha basta. No hay que pullr¡ Steelcote posee lus-
tre natural muy duradero. A un costo da menos de Segura Juana Monchietti Señora María T. Cerioní,
fh JtiÁri&z, que, por su» cuyo fallecimienta produ-
$ 10.— pueda usted transformar el aspecto da su dotes fea sido muy lamea- 3o honda pena en Gode-
coche en unaa horas. Steelcote viene listo para |«^á&. — Ruííno. licn .F. C. C A
ct uso; cada tarro trae Instrucciones completa*.
Süeékoi
ESMAIII ü BASE BE CAUCHO
SeSor Ju4in Maxza Paro-
di, coy* muPTte hj* pro-
4ucl¿o un¿n»»«6 condo-
{«OCIAS. -*-> Capital.
Sefíúra Delia Posadías d«
Erltjman, QUS desaparee*
en temprana edad, siendoí
muy s«sttidU. — Capital'
mm
C A R A / Y CARETA/
V I C T O R I A 7Sñ
BUENOS AlPKa
U N VERDADERO
ACORDEDNiramUr
fiimffeií!y,'»íííiííííífií0f!ií^^^í'M
VOCES INSUPEWBLfS
%^,y,i^,^.jf é^M£/^ff
Cor)21lctl<J)yiabojc)
/h -t^áa/mák^Ms^mM^^pi?^*
~m-r:f:7¿wf , . •e'U 'tiíK?^*
Población. . . • • , . . . . . . . .
Escríbase claro y mindttt este eupda vtMa al dibujo coloreado.
L o s c i e n p r e m i o s ofre<^ido» p a r a l o s n i ñ o s q « e r e v e l a r a n m á s c o n d i c i o n e * a r t í s t i c a s y de
buen gusto para colorear <«( d i b u j o del concurso correspondiente al mes de octubre, han
Correspondido a ios firmantes con los nombres que a continuación se e x p r e s a n :
FÉLIX LIMA
El p a í s lo S ous
Hay Tina región en Marruecos tico. Lo que hace pensar en que ficiente para guarecer de los vien-
de la que se habla poco o nada: la paz y la tranquilidad de los tos secantes del Sahara ^ vaile
allí no se baten los hombres vis- pobladores habrán de experimentar encantador. Los torrentes arrastran
tosamente y las especulaciones de influencias considerabics. aluviones fértiles.
la civilización no han llegado. Los Aquel pais es un largo valle Luego y ante todo: el sol afri-
íjrfígenas trabajan aun tranquila- triangular regado de! este al oeste cano. Lo que significa que esa
mente. Es un país dichoso, allá, por un rio de trescientos k¡S6«e- región es muy propicia a la agri-
lejos, más allá de Marrakech, pa- tros, el que le ha dado su nombre. cultura. De modo que los habitan-
sado el Gran Atia». Abierto sobre el océano, puntea tes, que son de la raza berljcri.iica,
Pero los viejos marroquíes, me- hacia Ins regiones donde baüa po- es decir: cultivadores de nacimien-
jor dicho: !os europeos marroqui- co había guerras terribSes. Do» to, se dedican con entusiasmo y
nizados, que conocen aquella re- contrafuertes del Atlas precíMü provecho.
gión como sus manos, ponen mu- les costas: el del aone, rico en Allí no hay nómades. Las orillas
clia atención en dicho país y le cimas elevadas y cubiertas de Bi«r' del rio ostentan lind.is aldeas con
auguran un porvenir brillante. ve, las que constituyen «na re- palmas de dátiles, higueras, oli-
Nos referimos a la región de ser%"a inagotable que alinjcns» «! vares. En las pradera» abundan los
los Sous, que se extiende en diez río, y por consiguiente «í sjelo, ganados. Es une pequeña, una des-
y ocho mil kilómetros cuadrados y eü de! tud, menos alio pero «t- conocida Arcadia africana,
y cuenta una po))laciÓB de cerca de
mfidio millón de habitantes.
Busquen ustedes en sus recuer-
dos geográficos, y hallarán sin du-
da e! nombre de Agadir, de aquel
pequeño panto del Atlántico. Pues
bien: Agadir es c! puerto de los
Sous. Ha progresado rancho y
cuenta con cuatro mil habitantes
de los cuales hay unos mil qui-
nientos europeos. El pais Sows
posee también una capital de
cinco mil alma», fflamada: Ta-
roudant. Allí hay una guarnición
y se ha hecho, hace poco, «1 pkn
de una linda ciudad francesa, la
que junto a la población indjfye-
na, hará gracioso juego... En
espera de la entrada definitiva
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esposa Chateaubriand
La vizcondesa de Chateaubriand, fogoso ^e Cliateubriand y pondría vio en su matrimonio sino una ca-
o sea la señora Buisson de la un jiróii de calma celeste en su tástrofe. Deploraba no haberse ca-
Vigne, fué la esposa de un genio, espíritu aventurero, quimérico y sado con la hija del pastor Bun-
aada menos del llamado genio del medio selvático. Pero Celeste (que gay, una linda muchacha. Carlota
cristianismo, del célebre autor d« asi se llamaba) no logró influjo h-es, que le hubiera hecho dicho-
las Metnorias de ultratumba. alguno sobre su marido, Y él no so. Tal se lo creía, aunque no nos
Mario Luisa Pailleron traza un falten razones para imaginar que
relato encantador de madame Cha- se e<juivocaba. De Carlota hsbria
teaubriand: sabor de charla deli- acabado por escribir lo que d^ Ce-
cioso. Las otras mujeres de los ge- leste: "Maldecía mi matrimonio,
nios no han gozado de la posición que, según las falMS percepciones
social de ella, esposa de un minis- de mi espíritu, entonces muy en-
tro, de un cmlxijador, rodeada fre- fermo, me había arrojado fuera de
cuentemente de los más fervorosos mis vías y me privatia de la feÜ*
homenajes. Pero en lo demás ape- cidad",
nas se diferenció de mis otras com- A pesar del desdén con que si«n-
pañeras mujeres de genios. Cha- pre la trató, yfioobstante sus ex-
teaubriand, embebido en sus nego- tralimitaciones, Celeste Se perma-
cios, en sus altas empresas de es- neció fiel toda la vida.
píritu, apenas paró su atención en Los genios crean un mundo pa-
ella, que, de otro lado, era refrac- ra si, a pique de hacer desgracia-
taria 3 la boda. En 1823, a la edad dos a los que se mueven a su al-
de cincuenta y cuatro años, trein- rededor ; y el matrimonio de Cha-
ta después de su matrimonio, es- teaubriand no podía ser más feliz
cribía : Pour évücr une Iracasscri-c que el de Shakespeare, e! de Que-
de une heure je ma rendáis es- vedo o el de Cervantes.
clavo pardan un siécle. La Púüls-
ron la pinta bajita, delgada, muy Es decir, cjue las mujeres son in-
DOÑA CELINA RECAGNO DE fortunadas con los genios y el'os
rtibia, con las cejas y las peslañns BARTRONS
pálidas, fina, bien hecha, de tinte Con intenso posar ha sido conocido no son dichosos con ellas. Pero
lechoso y cabellos ensortijados. Pe- el fallecimiento de doña Celina Re- ¿se concibe a! genio feliz? De
ro bien pronto le atacaron las vi- cagno de Barirons, ocurrido c« esta ninguna m a n e r a . No hay otro
ruelas ; de suerte qvie su hermo- capital, a la edad de 58 años. Las maestro que el •dolor. Todas las
sura se redujo a sus cabellos, que, elevadas virtudes de la dama extin- obras geniales son fruto de! su-
como dice la autora, es el consue- ta le habían granjeado el cariño frimiento. Sin su cautiverio en
de sus numerosas relaciones, quie- Argel y sus infinitas desgracias,
lo de las feas. Las hermanas de nes admiraban la pureza de su es-
Rene, especialmente Lucila, cre- píritu y la grandeza de su corazón. Cervantes no habría e s c r i t o el
yeron que el temperamento dulce En el acto del sepelio se puso de Quijote, y San Pablo nos, dice
de su cuñada templaría el arrebato relieve la unanimidad de pesar que que el mismo Jesucristo aprendió
produjo su deceéo. de lo que padeció.
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S A N i O S E
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d e r í a organizado
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primer aniversario
de la a s o c i a c i ó n .
LA S E Q U E D A D DEL AMBIENTE
Eí <k uia evidencia BÍnoluta que todos safrimos !« eíecíos 4c lo» íAó* *eeo», y que «asia ni nadie piitát
tubstraerse de sus consecuencias. La po<^ humedad «j$«» rápjdaisentt k epsdtnnii, que poco a poco pi«r-
de elasticidad y colorido. Para combatir ésu, todí» Im «odie», daipué» de kvaríe, «M i« Crema Vftíead,
que «1 ttmííieer el ctitis te da datíJcidsd y Wasi^ira mmaáo m «aveieclmknto.
CARA/ Y
r Y T
T'
' ENÍA trece años y había venido de New
York. "Niu Yoork" doria siiiloiiizando en QALLEQOS
su voz cantarína de ciiiciicla la palabra
mágica. Menos nos liiibiera de.slumbrado
si hubiera dicho; vengo de la corte de Faraón o
del país de Simbad el Marino.
Nosotros eramos tres granujas: Julio, Martin
y Marco. Alardeábamos de "hombres", de conoce-
dores de la vida y de tener el alma sin escrúpulos
ni miedos. Para confirmar todo aquello nos reunía-
U NA ocasión, un cintajo azul caído de las
rubias guedejas de Eléné, estuvo a pnnto
de romper con la fraternal armonía de los
tres enamorados.
mos al obscurecer en una esquina cualcjuiera de Ellas saboreaban pastelitos de azúcar en la veO'
los barrios suburbanos a ítimar cigarrillos, a con- tana. Los tres jugábamos a la barra. Cuando des-
versar de mujeres. Gjn esto, correr a piedras a prendiéndose de la cabeza de Eléné... silueteó
los perros vagabundos y enredarnos a trompadas en el aire unas complicadas figuras en inglés, se
alguna que otra vez con los muchachos de la calle, pegó un segundo al muro como una marii)osa y,
creíamos tener asegurada una Hombradía de ca- arrastrado por el viento — un viento rumoroso
nallitas de arrabal que desmentían, felizmente, nues- y fragante de día de vacación, — el cintajo azul
tros espíritus decentes y nuestros vestidos limpios. vino a caer, justo, equidistante de los tres. O)*
Julio, Martín y yo — Marco — confesábamos rrimos a recogerlo. Los tres llegamos al mismo
que Eléné, "miss Eléné: la rubia rapaza venida tiempo.
muy prodigiosamente de New York, era una lin- — i Quita! — me rugió sordaniente Martin pre-
da muchacha, pero no capaz de enamorar locamen- parándose para el ataque. Y, a la vez, vigilaba a
te a ninguno de los tres. Julio. Yo sin tomarme el trabajo de contestar le
Y los tres le rondábamos los ojos. A los tres amagué la cara y levanté el pie para ver si con*
nos ponía trémulo el corazón una repentina apari- seguía inutilizarlo de una sola patada en donde
ción de Eléné, y nos entristecía a los tres el que pudiera darle.
algún domingo, la rubia "miss" no ftiera a jugar Cuando ia voz muy "niuyorquina" de Eléné mu-
como de costumbre con las hermanas de Martín sicalizó el aire soleado que, como nunca, tenía
en «na quinta de éste. color de vacación:
Ellas — Eléné y las hermanas de Martín — nos — ¡ Andreees... recoge el lazo de Garita i . , .
miraban desde los ventanales que daban al traspa- Los tres miramos y vimos con asombro que las
tio de la vieja casona familiar, y los tres jugália- azuladas crenchas de Clarita — una de las herma-
mos a la barra, a pelotazos, al "toro", «n alardes de nas de Martni — no tenía cinta, y en las ruljias
arrogancias. madejas de Eléné se quemaba un lazo de cinta
Martin, Julio y yo hubiésemos dado... todo rojo... rojo como una gran risa de so!.
lo que pueden dar unos chicos de 14 a 15 años de Cuando nos dimos cueirta del hábil truco de
edad, por consegun- una mirada más larga o una Eléné, ya el sirviente Andrés corría lejos con
sonrisa preferente de la rubia rapaza "niuyorquina", el lazo.
liero Eléné repartía sus miradas y sus sonrisas con Los tres confesamos que Eléné era una preciosa
la cxacliUid dichosa y desesperante de la cuarta y adorable chicucla niuyorquina, pero no hasta el
oixración fundamental en su pizarrita de colegia- punto de enamorar "en serio" a ninguno de lo^ tres.
la. Traía su stock de .sonrisas para repartírnoslas Pero, otro domingo, Eléné nos avisó que se
corno naranjas: 120 sonrisas para tres a 40 cada iba. ¿A dónde?
iiriu. Y jamás le sobró fracción. — A New York — dijo Clarita poniendo los
Ninguno se la había declarado, pero Eléné sabía ojos trisle's. Callamos todos. Eléné jugaba insis-
muy bien cómo la adorábamos los tres. tente con su perrito. Juüo tosía para disimular una
Martín era el más ágil en los encuentros de súbita palidez. Martin se sacudía con c! latiguillo
box; julio llegaba muy derechamente sus pelota- un polvo que no tenían sus zapatos. Y yo, velados
zos, y yo sacaba los mejores lancea a las embesti- los ojos de una angustia, los hundía en el horizon-
das del "Mocho", un bravio borrego negro que te como un grito.
liaría ú" toro,
íiU-né alababa la belleza efébica de Julio, le
«uiUha ia esbeltez elástica y elegante de Martín
y comentaba la silenciosa elocuencia de mis ojos
roináiuicps. También encontraba un poco iKtulaa-
N os quedaba el último domingo. Organizamos
la despedida. Jugaríamos todo el día. Elcné
nos repartiría tres grandes proemios: de bosc
if a Martín, d<'inasiado candoroso a Julio y a mí de pcrlot.i y de torero. Además, los ojo.s de Elcne
me acusaba de huraño y orgullo,io. nos pionieticí'oii un mayor stock de sonrisas. Se-
rían cuando menos mil doscientos, que para tr«s, Yo negué con la cabeza: "No", intervinieron
tocarían a cuatrocientas cada uno. todos. Yo negué: No y no, con una obstinación in-
Julio alcanzó el primero su trofeo. Lo recibió quebrantable. Cerrados los ojos, porque los tenía
de manos de Eléné todo encendido de emoción. ardientes y apretados de lágrimas.
iJespués Martín, un poco colorada la ceja, efectos — ¿Es que lo desprecias?... — me reprochó
de un golpe desafortunado, pero vencedor. r ' mé.
Y pirueteando cornadas de auténtico toro, salió La miré un instante:
el 'mocho" al traspatio. — No, Eléné... es... que... ¡no lo he mereci-
Lance tras lance nos fueron cayendo aplausos. do! Y me rodaron lágrimas irrefrenables.'
A mí más... para que me valiera el premio. Eléné me rumoreó no sé qué maravillosas pala-
Pero estaba de mala suerte o era que mis ojos bras "niuyorquinas" y me rozó la frente con sus
se enredaban demasiado en las rubias madejas de labias.
Eléné, lo que aprovechaba el "toro" para evitar Entonces... — entonces yo era un chico, — sentí
el "poncho" y topar al bulto. un ahogo de dicha. De felicidad inaudita. Tenía
— ¡ Cuidado el premio 1 — me gritaron las chi- la cara mojada de un llanto dulce. Lloraba en
cas. Sonreí, sin cuidado. Me quedaba mi mejor hombre las últimas lágrimas del nifio. Lloré lar-
suerte. Aquella que no se atrevían a hacer ni Mar- g o . . . como después no he llorado nunca.
tín ni Julio. Hinqué las rodillas en el suelo y cité
al "toro". Pero tenía mala sombra. Eléné reía y
ÑOS después, entre las cartas en español
A
sus rubias madejas se agitaban en un vértigo de
júbilo. que conservaba Eléné, encontró una amari-
Entonces sentí agolpárseme a los ojo|,, todo el nada por el tiempo. Poco más o menos
impetuoso orgullo de mi raza. Un orgullo de bár- decía así:
baro. Boté el poncho y presenté el pecho. El "Eléné: «! "torero" sigue sacando suertes a la
"mocho" tomó impulso desde lejos. vida.
— i Marco 1... — me gritó angustiada Eléné. "Es vocación.
Aun tuve tiempo de enredar mis ojos en sus "De vez en cua:ndo alguien me aplaude, y los
rubias madejas, cuando una masa negra se rae "premios" me ios dan o me los tomo. Pura broma
abatió en mitad del tórax... de mi corazón arrabalero.
Más fué el susto: un ligero desvanecimiento a "Pero, aiando la suerte me obliga botar el "pon-
consecuencia del golpazo. Me hicieron recostar en dio" y presentar el pecho, le aseguro Eléné, que
unus almohadones. Eléné me tomó la mano. Me ninguna mujer ha sabido aplacar en ternuras —
defáa: como usted, en ese entonces, — el resquemor de
— íQué te pasó, Marco?... ¡Estabas loa»!,.. mis ojos ardidos en im dolor y en orgullo de bár-
Te he reservado tu premio. Tómalo. baro... Miss Eléné. (f) Marco".
• • GERARDO GALLEGOS T Y
Lí o l e ó l o JN a c 1 o n a 1 de Dol ores
T^
El rector del establecimiento, doctor Rafael Pcñañosi, y los bachilleres egresados este año.
CARA/Y
Consultorio CARETA/
•
mé di •
El capitán, señor Caatex Lainford, jefe de la escuadrilla de aviadores militares, después del aterrizaje, acompa-
fiado-por los señores Tamborinl, el jefe del 11 de Infantería, el tehiente coronel Facione, Martfn y Victorica.
i .
tos pilotos que realizaron la excursión aérea por las provincias, autoridades e invitados, en el Círculo de
Aviación, al terminarse el almuerio que les ofreció la directiva del club.
Un <i£prt lo del animado baile, durante el picnic orga- Almuerzo campestre ofrecido por el Centro Unión de
nizado por el Centro Asturiano en sus instalaciones dei Almaceneros para festejar el 40'í aniversario de »u fun-
Prado, en Fisherton. dación. Mesa principal presidida por don Fortunato
Botto.
Escuela Superior d e Comercio d e la Nación N° L
Perito» mercantiles egresados. — Turno tarde
Ernesto D. Cuadra. Andris Delgado. Rómulo Di Rocco. Jaime Gallart. José R. Gómez.
Alfredo Pinto.^. J"-'" H. v.llo. Pedro E. Salazar. Alberto -Sallo. Victorio A. Ssissl.
Vicente Scrafiuu.
• 1 ^ Jü
Eduardo J. Ramón 'Iones. Aniadro Siró Andrés Alberto Lem».
Témperley. Valencia. Langa.
ti
Caras y Caretas" en la provincia de Buenos Aires
L U J A N
O P E N DOOR
Personal docente y
alumnos d e l a e s -
cuela N* 1, que fun-
ciona en la Colonia
4e Alienado*, reuni-
dos para festejar la
terminación d e l a s
claseg.
H doctor l'auivtino í i u a r t e , presidente del directorio de la Cuopürntiva Agrícola Ganadera, durante el discurso
que pronunció en la fiesta organizada por la sociedad, ccn rjjotivo del cuarto a n i v e r s a r i o de la fundación.
Los deportes en el interior de la República
R O S A R I o
Team rli 1 Ko , n ID Central, que logró el segundo puesto en el campeonato de la Asociación Rosarina de Foot-ball,
K 3 puntos del vinccdor. En primera línea: Cagnotti, Gómez, Guzmán, Potro y García. De pie: Borrazo, Sara-
sivar, Bruera (entrenador), Monjo, Borga, Díaz, D'Andrea y Fernández (masajista).
J U J U y ~
Equipo del Club Sarmiento, de La Bando, que se impuso por 2 a I al combinado de la Liga Jujefia de Foot-ball.
RIO C U A R T O
Cuadro de bashet-ball, formado por alumnos de la Escuela Pico, que triunfó en el partido jugada contra el
del San Martin, durante el festival gimnástlco-deportivo, realizado para celebrar la terminación del curso.
"Caras y Caretas" en los territorios nacionales
• P o S A D .. S -', .
Vista parcial del numeroso púbÜGO que asistió al (estival de ia escuelas primarias celebrada, bajo la presiden»
cia de las autoridades, con motivo de la clausura del curso, acto que tuvo un brillante éxito.
El presidente de la Asociación Pro Niñez Escalar, señor Soriano Romero, leyendo la nómina de alumnos premiados,
mientras el doctor Dupuy entrega a un escolar la medalla de plata.
Lds dutondades del Kotary Club loial durante la iltst Ixición de los premios acordados |>ara loi di i tpiflor. nir'iG
apitcndus.
"Caras y Caretas" en el interior de la República
MERCEDES amistades en la
(San Luí») fiesta organiza-
La señorita Ur- da para feste-
belina S u á r e z jar su cumple-
Vidal, acompa- aSos y el de su*
sada p o r sus hermanos.
TUCUMAN
Monseñor Abel dad, r o d e a d o
por los padres
Artesano, obis- m i s i o n e r o s de
po de O r u r o , la iglesia del
durante su vi- C o r a z ó n de
sita a la ciu- Jesús.
• R O S A R I O '
Banquete ofrecido en el Automóvil Club td corredor Victo lo Kosn, que gano o\ tercer premio en ci tirviuiv d«
Gavea (Brasil).
b A L T A
Misa de campaña oficiada por los reverendos padres misioneros Juan Areus y Amonio Bebe!, en el
cementerio de Campo Quijano, donde se colocó una cruz nueva, después de ser bendecido.
TUCUMAN en el Instituto de
Profesores, alum- Ciegos, con mo-
nos e invitados a tivo de la termi-
la fiesta realizada aación del curso.
interior de la República
W'> t ***^¿ " • " ^
B|¿,.; ,«r^M I^^BH
f PP É'
^ "I:
'^^"\^ • f ^ " í ^ / •"
-^^^sSSM
S A L T A
El p r e s i d e n t o
del Consejo Ge-
neral de Edu-
cación, d o c t o r
Avelino Figue-
roa, a c o m p a -
sado de la co-
misión de da-
mas, d u r a n t e
su visita a la
E s c u e l a Sar-
m i e n t o , COB
motivo de los
e x á m e n e s de
fin de curso.
SAN JUAN I
Grupo de niflos
y a i S a s que
tomaron la prl-
mera comu-
nión.
RIO C U A U 1 u
El teniente coronel Jos< L, Villegas, acompañado de oficiales y familias, mientras dirigía el desembarco d«
su regimiento al volver de las maniobras.
CA-VLAJ- Y C A R E T A S ,
Reaiíamo emocionante
— I No expusiste en el
último salón tu c u a d r o — ¡Y te va bien con
"La mujer del tapado?" tu negocio de moutafiai
— I Cállate, por favor ' rusas ?
Lo había pintado con tan-
ta realidad, que la polilla — Regular, r e g u l a r . . .
se comió uaa manga en- Unas veces se sube y
tera. otras se taja.
Por o o hacer c a i o
— i Pobre Gutiérrez ¡ Han vuelto i asaiíar'.e
8u negocio de armersa.
— Por testarudo. Yo Se había dicho que se
comprase un buea revólver para defenderse.
No porque esté desesperado debe entregar su
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LA NUEVA BOTELLA
PATENTADA PARA EL 8 HERMANOS
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