color café. Al loro le gusta comer jamón 34 y tomar té frio y al pato le encanta la sopa 45 de cebada. 47
Mi mamá los lleva pasear a la calle. En la 57
calle hay músicos que tocan unos bombos 64 gigantes y trompetas. 67
El pato danza con sus lindos zapatitos
rojos. 75 El loro canta y canta y a la gente le da 86 mucha risa que aplauden alegres. 91
Mi mamá los alaba con cariño. 97
La joven vendedora de limonada 5
Una joven iba muy contenta, llevando una gran
jarra 14 de limonada entre sus brazos, para venderla en el 23 mercado de su barrio. Mientras caminaba, comenzó 30 a soñar y sacar cuentas. 35 Con el dinero que gane al vender la limonada, podré 45 comprar un java de huevos de pato. Los huevos los 55 pondré a incubar y entonces tendré varias docenas 63 de patos. 65 Los patos crecen rápido y los venderé. Con 73 el dinero ganado, me compraré un pequeño cordero. 81 Le voy a llevar a pastar diariamente, crecerá 89 y engordará. Podré venderlo y me compraré... 97 un becerro. 98 Venderé el becerro y podré comprar un hermoso 106 traje con mi color favorito, con el que iré a 116 pasear por la plaza del barrio y todos chicos me 126 mirarán y querrán que yo sea su enamorada y diré 136 ¡NO!, yo moveré la cabeza muy orgullosa. 143 La joven tropezó con una piedra y la jarra 152 de limonada cayó al piso y se derramo toda. Adiós 162 limonado, hasta la vista huevos, hasta luego patos, 170 adiós cordero y adiós becerro pensó con tristeza, 178 la joven vendedora de limonada. 183
Moraleja: “No te precipites a contar los patos
antes 192 de que estos hayan nacido. Debes trabajar y ser 201 paciente”. 202
El pato y el loro
En mi casa hay un pato amarillo y un
loro japonés. El loro es de color verde y sus garras son color café. Al loro le gusta comer jamón y tomar té frio y al pato le encanta la sopa de cebada.
Mi mamá los lleva pasear a la calle. En la
calle hay músicos que tocan unos bombos gigantes y trompetas.
El pato danza con sus lindos zapatitos
rojos. El loro canta y canta y a la gente le da mucha risa que aplauden alegres.
Mi mamá los alaba con cariño.
La joven vendedora de limonada
Una joven iba muy contenta, llevando una gran
jarra de limonada entre sus brazos, para venderla en el mercado de su barrio. Mientras caminaba, comenzó a soñar y sacar cuentas. Con el dinero que gane al vender la limonada, podré comprar un java de huevos de pato. Los huevos los pondré a incubar y entonces tendré varias docenas de patos. Los patos crecen rápido y los venderé. Con el dinero ganado, me compraré un pequeño cordero. Le voy a llevar a pastar diariamente, crecerá y engordará. Podré venderlo y me compraré... un becerro. Venderé el becerro y podré comprar un hermoso traje con mi color favorito, con el que iré a pasear por la plaza del barrio y todos chicos me mirarán y querrán que yo sea su enamorada y diré ¡NO!, yo moveré la cabeza muy orgullosa. La joven tropezó con una piedra y la jarra de limonada cayó al piso y se derramo toda. Adiós limonado, hasta la vista huevos, hasta luego patos, adiós cordero y adiós becerro pensó con tristeza, la joven vendedora de limonada.
Moraleja: “No te precipites a contar los patos
antes de que estos hayan nacido. Debes trabajar y ser paciente”.