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UNIDAD I
- Teoría General Del Contrato. Fundamentación.
Consiste en elaborar un esquema o parte general del contrato que abarque aspectos comunes a todos los contratos
particulares que puedan existir (compraventa, locación, mutuo, etc).
El código civil y comercial se encuentra el esquema metodológico empleado, donde se trata la parte general de los
contratos, en la cual a través de trece capítulos se hace referencia a las disposiciones generales, clasificaciones de los
contratos, formación del consentimiento, incapacidad e inhabilidad para contratar, objeto, causa, forma, prueba, efectos,
interpretación, subcontrato, contratos conexos y extinción, modificación y adecuación del contrato. En el titulo III se
regulan los contratos de consumo y en el titulo IV los contratos en particular.
La teoría general del contrato se basa en dos principios fundamentales:
1- La autonomía de la voluntad: el hombre es libre de contratar o no, de elegir con quien contratar y de establecer
el contenido de su contrato, siempre que no sea contrario al orden público, a la moral y a las buenas costumbres.
2- La fuerza obligatoria del contrato: lo querido por las partes es obligatorio para ella, en el CCyC, este principio
está expreso en el art. 959: “Efectos vinculantes. – Todo contrato válidamente celebrado por las partes es
obligatorio para las partes”.
Potestad jurídica y relación jurídica. Potestad y publicidad. Relación jurídica y contrato.
- Legislación comparada.
El Libro Tercero se dedica a los "Derechos Personales". Este Libro se divide a su vez en cinco Títulos, que se refieren
respectivamente a las "Obligaciones en general", a los "Contratos en general", a los "Contratos de consumo", a los
"Contratos en particular", y, finalmente, a "Otras fuentes de las obligaciones", en donde se refiere a la responsabilidad
civil, la gestión de negocios, el empleo útil, el enriquecimiento sin causa, a la declaración unilateral de voluntad y a los
títulos valores.
Lo más importante del método de nuestro Código es la reunión de las disposiciones comunes a todos los contratos, en un
título particular. Este es el criterio seguido por los Códigos Civil español, francés, brasileño, peruano, paraguayo, e
italiano, entre otros. También siguen esta línea los Proyectos de 1993 (del Poder Ejecutivo) y de 1998. Nos parece que
éste es el sistema más apropiado.
En otros Códigos, en cambio, estas reglas comunes no están tratadas inmediatamente antes de los contratos, sino en la
parte de obligaciones en general, junto con las restantes fuentes (Códigos alemán, ecuatoriano, portugués, de las
obligaciones suizo); y ésta es la idea seguida en el Anteproyecto de BIBILONI, en el Proyecto de 1936 y en el
Anteproyecto de 1954
De todos modos, nos parece importante poner de relieve que esta Parte general de los contratos no se agota en el Título II
del Libro Tercero. En efecto, no podrá prescindirse: a) de los contratos de consumo, regulados en el Título III de este
mismo libro; b) de las reglas referidas a la capacidad y a sus restricciones, fijadas en el Libro Primero, Título I, Capitulo 2
y 3; c) de lo previsto en materia de hechos y actos jurídicos Libro Primero, Titulo IV), sobre todo en lo que se trata de los
elementos del acto jurídico y de los vicios tanto del consentimiento, como del acto jurídico; y, d) las disposiciones de
derecho internacional privado fijadas en las Secciones 10, 11 y 12, del Capítulo 3, del Título IV, del Libro Sexto
- Autocontrato.
Nadie puede, en representación de otro, efectuar consigo mismo un acto jurídico, sea por cuenta propia o de un tercero,
sin la autorización del representado (art. 368). El contrato consigo mismo o la autocontratación es una figura por medio de
la cual mediante el otorgamiento unilateral de una sola persona se crean relaciones jurídicas entre dos patrimonios
distintos. El supuesto se presenta cuando la persona actúa simultáneamente en nombre propio y en el de un tercero o en
nombre de dos sujetos diferentes.
Así sucede con el representante legal o voluntario, que puede disponer de su propio patrimonio y del de su representado, y
con el representante que acumula en sí la representación de dos o más personas. Por ej; un mandatario que compre para sí
lo que su mandante le encargó vender, un comisionista que compre por cuenta de un comitente las mercaderías que otro le
ordenó vender. Esta posibilidad jurídica es la que se denomina autocontrato o acto jurídico consigo mismo. Según esto,
puede definirse el autocontrato como el acto jurídico que una persona celebra consigo misma y en el cual actúa, a la vez,
como parte directa y como representante de la otra, o como representante de ambas partes.
Desde el punto de vista ético, la importancia de los contratos se aprecia desde un doble ángulo. por una parte, hay una
cuestión moral envuelta en el deber de hacer honor a la palabra empeñada; por la otra, los contratos deben ser un
instrumento de la realización del bien común.
- Naturaleza jurídica. Su distinción con la ley, el acto administrativo, la sentencia y el convenio colectivo de
trabajo.
Naturaleza jurídica del contrato
El contrato es un acto jurídico. Recordemos la definición del artículo 259:
El acto jurídico es el acto voluntario lícito, que tiene por fin inmediato la adquisición, modificación o extinción de
relaciones o situaciones jurídicas. Obvio es que dentro de ese concepto cabe el contrato. En otras palabras; acto jurídico es
el género, contrato la especie. El contrato es, entonces, un acto jurídico, que tiene las siguientes características especificas:
a) es bilateral, es decir, requiere el consentimiento de dos o más personas; b) es un acto entre vivos; y c) tiene naturaleza
patrimonial.
Para precisar la naturaleza del contrato, diferencias con la ley, el acto administrativo y la sentencia.
a) Con la ley. - Ley y contrato tienen un punto de contacto ambos constituyen una regla jurídica a la cual deben
someterse las personas. El artículo 4 dispone que las leyes son obligatorias para todos los que habitan el territorio de
la República, mientras que el artículo 959 establece que todo contrato válidamente celebrado es obligatorio para las
partes. Y, con vigor expresivo, el artículo 1197 del Código Civil afirmaba que las convenciones hechas a los contratos
forman para las partes una regla a la cual deben someterse como a la ley misma.
Las diferencias son: la ley es una regla general a la cual están sometidas todas las personas; ella se establece teniendo
en mira un interés general o colectivo; el contrato en cambio, es una regla sólo obligatoria para las partes que lo han
firmado y sus sucesores, se contrae teniendo en mira un interés individual.
b) Con el acto administrativo. - Son actos administrativos los que emanan de un órgano administrativo en el
cumplimiento de sus funciones, son pues de la más variada naturaleza y, en principio, no exigen el acuerdo de
voluntades propio del contrato, aunque hay actos administrativos de naturaleza contractual. Normalmente, los actos
administrativos tienen efectos análogos a la ley, siempre que se dicten ajustándose a ella y a la Constitución.
Si se trata de actos administrativos de naturaleza contractual, hay que distinguir entre aquéllos en los cuales el Estado
actúa como poder público, esto es, como poder concedente (por ej., la concesión a un particular de la prestación de un
servicio público), y aquellos otros en los que actúa como persona de derecho privado. En el primer caso, Estado y
concesionario no se encuentran en un plano de igualdad: el Estado, como poder concedente, mantiene la totalidad de
sus prerrogativas inalienables, y en cualquier momento, sin que se haya extinguido el término contractual, puede
ejercitar su derecho de intervención, exigir la mejora del servicio, su ampliación o modificación. En el segundo caso,
cuando el Estado actúa en su calidad de persona de derecho privado, los contratos que celebra están regidos
supletoriamente por el derecho civil, es decir que en aquello que no está específicamente regulado, se aplicarán las
normas de derecho común. Así ocurre, por ejemplo, cuando el Estado toma en alquiler la casa de un particular con
destino a sus oficinas, escuelas, etcétera, en cuyo caso el contrato se rige por las normas administrativas y, en
subsidio, por las de la locación establecidas en el Código Civil y Comercial (art. 1193).
c) Con la sentencia -Tanto la sentencia como el contrato definen y precisan los derechos de las partes. Pero hay entre
ellos profundas diferencias: 1) el contrato es un acuerdo de dos o más personas; la sentencia es la decisión del órgano
judicial y, por lo tanto, un acto unilateral; 2) el contrato señala generalmente el comienzo de una relación jurídica
entre dos o más personas (aunque también hay contratos extintivos); la sentencia da la solución a las divergencias
nacidas de ese contrato; 3) la sentencia tiene ejecutoriedad, es decir, puede pedirse su cumplimiento por medio de la
fuerza pública; el contrato carece de ella, para que tenga ejecutoriedad es preciso que previamente los derechos que
surgen de él hayan sido reconocidos por una sentencia; 4) la sentencia resuelve cuestiones patrimoniales y no
patrimoniales, el contrato solamente tiene como objeto el que sea susceptible de valoración económica.
- Libertad contractual: Previsión constitucional, la libertad de contratar y la de elegir con quien contratar.
Leyes nacionales que restringen ambas libertades.
El art. 958 del nuevo Código consagra la libertad de contratación, que implica que las personas tienen la libertad de
decidir contratar o no, de elegir con quien contratar y, además, de determinar el contenido del contrato (tipo de contrato,
modalidades, formalidades, plazos, etc.).
Art. 958. Libertad de contratación. - Las partes son libres para celebrar un contrato y determinar su contenido, dentro de
los límites impuestos por la ley, el orden público, la moral y las buenas costumbres.
Esta “libertad” deriva del principio de la autonomía de la voluntad, previsto en la Constitución Nacional -art. 19 infine-,
por el cual ningún habitante de la Nación puede ser privado de lo que la ley no prohíbe, ni obligado a hacer lo que ella no
manda.
Límites: esta libertad tiene límites que el propio art. 958 señala, al expresar que debe ejercerse "...dentro de los límites
impuestos por la ley, el orden público, la moral y las buenas costumbres:
1) Límites impuestos por Ley: existen distintos supuestos:
• en algunos casos, la ley obliga a celebrar un contrato (ej.: el que tiene un auto debe contratar un seguro de
responsabilidad civil; los empleadores deben contratar con una ART -Aseguradora de Riesgos del Trabajo-);
• en otros casos, la ley determina el contenido de la relación contractual (ej.: en el contrato de trabajo: horarios, sueldos,
vacaciones, indemnizaciones, etc.; plazo mínimo de la locación, etc.);
• o regula de forma especial determinadas relaciones contractuales (para evitar abusos), tal el caso de los contratos de
adhesión y de los contratos de consumo.
2) Límites impuestos por el Orden Público: en razón del orden público, el Estado regula y limita las relaciones
contractuales de los particulares (ej.: leyes de emergencia económica, leyes cambiarías, leyes impositivas, etc.), ya que
"las convenciones particulares no pueden dejar sin efecto las leyes en cuya observancia está interesado el orden público” -
art. 12 CCCN-.
3) Límites impuestos por la Moral v las Buenas Costumbres: la moral y las buenas costumbres, si bien son conceptos
variables a través de los años, también son un límite que, en general sirve para que la libertad de contratar no sea puesta al
servicio de algo indecente o inmoral (ej.: contrato en que los participantes de un programa de TV se obligan a tener sexo
en vivo).
- Limite a las facultades de los jueces en el litigio contractual. Diversas acepciones de la expresión “buena Fe”.
La buena Fe contractual. Efecto Vinculante.
Facultades de los Jueces (Art. 960 NCC): los jueces no tienen la facultad de modificar los contratos, excepto que sea a
pedido de una de las partes cuando lo autoriza la ley, o de oficio cuando se afecta el orden público.
Los jueces podrán modificar el contenido del contrato en los siguientes casos:
1) Cuando lo autoriza la ley, podrá hacerlo a pedido de una de las partes. Ejs.: casos de vicio de lesión (art. 332),
imprevisión (art. 1091), reducción de intereses desproporcionados (art. 771), reducción de la cláusula penal
desproporcionada y abusiva (art. 794), etc.
2) Cuando se afecta, de modo manifiesto, el orden público, podrá hacerlo de oficio o a pedido de la parte. Si bien el juez
debe respetar la voluntad de las partes, puede intervenir de oficio en el contenido del contrato para restaurar las normas de
orden público no respetadas.
Ej.: en los contratos de consumo es admisible el control judicial de las cláusulas abusivas, las cuales se deben tener como
“no convenidas” -art. 1122 inc. b, CCCN-.
- Buena fe
La buena fe (del latín, bona fides) es un principio rector del derecho aplicable al ejercicio de todos los derechos y a
cualquier relación jurídica, y determina que un sujeto deba obrar con honradez, honestidad, veracidad, lealtad (buena fe
objetiva), lo que lleva implícita la apariencia, es decir, la creencia de que se está actuando correctamente (buena fe
subjetiva).
El principio de buena fe implica cumplir con las obligaciones expresadas en el contrato y también con todas aquellas
accesorias y que hacen al contrato celebrado.
Así lo establece el art. 961 CCCN, los contratos deben celebrarse, interpretarse y ejecutarse de buena fe. Obligan no sólo a
lo que está formalmente expresado, sino a todas las consecuencias que puedan considerarse comprendidas en ellos, con
los alcances en que razonablemente se habría obligado un contratante cuidadoso y previsor.
La jurisprudencia ha indicado que la buena fe significa que cada uno debe guardar fidelidad a la palabra empeñada y no
defraudar la confianza ni abusar de ella, ya que ésta forma la base indispensable de todas las relaciones obligatorias, de
modo que todas deben medirse en ella.
La buena fe en el Código Civil y Comercial: a lo largo del Código Civil y Comercial vemos que el principio de buena fe
está consagrado en el Título Preliminar (art. 9: los derechos deben ser ejercidos de buena fe); luego es reiterado para las
obligaciones (art. 729: deudor y acreedor deben obrar con cuidado, previsión y según las exigencias de la buena fe); y
luego para los contratos (art. 961).
- Efecto Vinculante (Art. 959 NCC): todo contrato válidamente celebrado es obligatorio para las partes. Su contenido
sólo puede ser modificado o extinguido por las partes, o en los supuestos que la ley prevé.
El código civil y comercial, establece que lo convenido es obligatorio para las partes siempre que se trate de un contrato
válidamente celebrado. Ellas deben cumplir el contrato exactamente como lo convinieron y su contenido solo puede ser
modificado o extinguido por acuerdo de partes o en los supuestos en la que ley no prevé.
Contratos civiles y comerciales: su unificación pedagógica y legislativa. Situación durante la vigencia de los Códigos
Civil y de Comercio.
- Principios de UNIDROIT.
Los Principios de UNIDROIT sobre los Contratos Comerciales Internacionales fueron publicados por primera vez en
1995, siendo UNIDROIT una agencia especializada de las Naciones Unidas que tiene como misión la unificación del
derecho privado. Los principios de UNIDROIT establecen reglas generales aplicables a los contratos mercantiles
internacionales y son de aplicación cuando las partes del contrato hayan decidido que el mismo se rija por estos principios
(autonomía de la voluntad).
Principios de UNIDROIT es lo que se suelen definir en derecho internacional como “soft law”, es decir; instrumentos
cuasi-legales que por sí mismos no tienen ningún carácter vinculante a nivel jurídico, por carecer de rango normativo, ya
que las instituciones que los crean no tienen poder legislativo. Son recomendaciones, declaraciones, principios, códigos de
conducta etc. que se emiten por algunos organismos e instituciones internacionales y que cada vez adquieren más
relevancia en la práctica legal internacional por su creciente utilización.
El consentimiento es una declaración de voluntad entre las partes, puede ser manifestada de manera expresa o tacita,
por escrito, por signos inequívocos, o por la ejecución de un hecho material. En limitados casos el silencio puede
importar una declaración de voluntad, ocurre cuando se opone el silencio en un acto o interrogación y existe un deber
de expedirse que resulta de la ley, de la voluntad de las partes, de los usos y practicas o de una relación entre el
silencio actual y las declaraciones precedentes.
El articulo 971 menciona como se produce la formación del consentimiento, diciendo que los contratos se concluyen
en la recepción de la aceptación de una oferta o por una conducta de las partes que sea suficiente para demostrar la
existencia del acuerdo.
- Requisitos.
a) Que se dirija a persona o personas determinadas o determinables. Por ello es que la oferta al público, no es en
principio obligatoria, sino que debe más bien considerarse como una invitación a oír ofertas. El ofrecimiento público
de mercaderías, hecho por los comerciantes con indicación de precio en escaparates, vidrieras u otros medios,
constituye una oferta cuya aceptación obliga a vender. Es un típico caso de contrato de consumo.
Por último, ¿cuándo la oferta es dirigida a persona determinable? Cuando la oferta contenga un procedimiento claro
para la determinación de la persona a la cual se dirige, en cuyo caso es obligatoria para el oferente; tal como ocurre
con la promesa de recompensa a quien encuentre y devuelva un objeto.
b) Que tenga por objeto un contrato determinado, con todos los antecedentes constituidos de los contratos. O, con
palabras del Código Civil y Comercial, que tenga las precisiones necesarias para establecer los efectos que debe
producir de ser aceptada. Es decir, la propuesta debe contener todos los elementos necesarios como para que una
aceptación lisa y llana permita tener por concluido el contrato. Así, por ejemplo, si se trata de una compraventa, será
necesario que la oferta contenga la determinación de la cosa y el precio; faltando cualquiera de estos elementos, no
habrá oferta válida, pues ellos son esenciales en dicho contrato.
c) Que exista intención de obligarse. Todo acto jurídico (y la oferta lo es) requiere que sea ejecutado con intención para
ser válido (art. 260). Por ello, si no hay verdadera intención de obligarse, no hay oferta. Es el caso de la oferta hecha
con espíritu de broma o sin entender obligarse, como, por ejemplo, las palabras pronunciadas en una representación
teatral.
- Invitación a ofertar.
Se tiene por efectuada cuando se realiza una oferta dirigida a personas indeterminadas, al público en general, como la que
se formula cuando se publica un aviso clasificado haciendo saber la intención de vender alguna cosa.
• Es una declaración de voluntad, unilateral dirigida a una pluralidad de personas o al público en general, invitando
a los destinatarios a iniciar tratativas o a formular a su emisor una oferta de concreción de un contrato.
El art. 973 del CCyC dispone que la oferta dirigida a personas indeterminadas es considerada como invitación para que
hagan sus ofertas, excepto que exista la intención de contratar del oferente. En este caso, se emite en el tiempo y en las
condiciones admitidas por los usos, por ej.; subasta pública.
En el ámbito de consumo la oferta dirigida a consumidores potenciales indeterminados obliga a quien la emite durante el
tiempo en que se realice. La propuesta negocial técnicamente se la considera una invitación a ofertar, por lo que es el
receptor de la propuesta quien formula la oferta, y el emisor de la invitación a ofertar quien la acepta.
Fuera del ámbito de las relaciones de consumo, la invitación a ofertar formulada por medios publicitarios –por ej.
publicación de un aviso clasificado- no obliga contractualmente a quien la emite y constituye una invitación a ofertar.
- Retractación
Hay que tener en cuenta que, si la oferta es dirigida a una persona determinada, ella puede ser retractada. Para ello, es
necesario que la comunicación del retiro de la oferta sea recibida por el destinatario antes o al mismo tiempo que la propia
oferta.
La retractación es una manifestación unilateral de la voluntad, enunciada por su autor con la finalidad de privar de efectos
una oferta por él emitida con anterioridad.
Pueden ser formuladas por el emisor de la oferta o sus sucesores. Este régimen no requiere de la distinción de ofertas
revocables e irrevocables, pues si la retractación llega al destinatario antes o al mismo tiempo que la oferta, agota
totalmente sus efectos, con independencia de los términos de su formulación.
- Caducidad
Existen supuestos de caducidad de la oferta; esto es, que pierde su fuerza obligatoria. Ello acaece cuando el proponente o
el destinatario de la oferta fallecen o se incapacitan, antes de la recepción de su aceptación. Con todo, se le reconoce un
derecho a quien aceptó la oferta ignorando la muerte o incapacidad del oferente: si a consecuencia de su aceptación ha
hecho gastos o sufrido pérdidas, tiene derecho a reclamar su reparación (art. 976). La indemnización se limita al daño
emergente y no comprende el llamado lucro cesante o sea lo que el aceptante hubiera podido ganar de haberse concluido
válidamente el contrato. Es claro que, si la caducidad se produce por la muerte del oferente, la acción deberá ser dirigida
contra sus herederos (art. 1024).
- Contrato plurilateral
El art. 977 dispone que, si el contrato ha de ser celebrado por varias partes, y la oferta emana de distintas personas, o es
dirigida a varios destinatarios, no hay contrato sin el consentimiento de todos los interesados, excepto que la convención o
la ley autoricen a la mayoría de ellos para celebrarlo en nombre de todos o permitan su conclusión sólo entre quienes lo
han consentido. En otras palabras, cuando la oferta emana de diferentes personas y es dirigida a varios destinatarios, es
necesario como regla (a menos que por convención o que la ley permitieran otra cosa) el consentimiento de todos para que
exista contrato.
- Aceptación: concepto.
Es la conformidad que presta el destinatario de la oferta que se le ha hecho.
Para que tenga eficacia debe expresar plena conformidad con la oferta, en grado tal que cualquier modificación
introducida a la propuesta original por el destinatario importa la formulación de la oferta de un nuevo contrato, el que
quedará concluido si el oferente inicial comunica de forma inmediata la aceptación de la contrapropuesta a su emisor.
Quien recibe una oferta dispone entonces dispone de varias posibilidades: guardar silencio, rechazarla, proponer una
reformulación de sus términos o aceptarla.
Efecto: Si acepta, su manifestación debe ser:
a) Lisa y llana; y
b) Oportuna, formulada durante el lapso de vigencia de la oferta.
- Modos de aceptación.
Dice el artículo 979 del nuevo Código: “toda declaración o acto del destinatario que revela conformidad con la oferta
constituye aceptación”.
Al decir “toda declaración o acto” permite admitir que la aceptación puede ser expresa o tácita, verbal o por escrito o por
un acto que permita presumir que hay aceptación.
El silencio, el mantenerse callado, en principio no implica aceptar, sólo importa aceptación si existe el deber de expedirse,
deber que puede surgir de los supuestos que indica la norma; de la voluntad de las partes, de los usos o do las prácticas
que las partes hayan establecido entre ellas, o de una relación entre el silencio actual y las declaraciones precedentes.
• Aceptación expresa: se produce por manifestación verbal, por escrito o por signos inequívocos que den cuenta de
una declaración afirmativa.
• Aceptación tácita: se da cuando el destinatario lleva adelante una conducta que no desarrollaría de no haber
aceptado la oferta, incompatible con su rechazo. Por ejemplo, cuando una parte ejecuta, y la otra recibe, la prestación
ofrecida o pedida; o cuando el mandatario ejecuta la obligación a su cargo.
• Aceptación por el silencio: el silencio guardado por el destinatario de la oferta no puede ser considerado, en
principio, como una aceptación, salvo que, por la relación existente entre las partes o por la vinculación entre el silencio
actual y las declaraciones precedentes, pudiera considerarse que el receptor de la oferta debía expedirse.
- Perfeccionamiento de la aceptación.
La aceptación perfecciona el contrato. Según se trate de un contrato entre presente o entre ausentes:
- Teoría de la recepción.
Esta teoría entiende que se perfecciona el consentimiento en el momento en que el oferente recibe, o tiene a su alcance
recibir, la aceptación exteriorizada y enviada por su contraparte. Esta posición fue defendida por Planiol y Ripert y se
destaca a su favor que el aceptante no tiene posibilidad de frustrar que el mensaje llegue al oferente. Se pueden distinguir
dos versiones de este sistema. Una se presenta en el caso de que el consentimiento se perfeccione por el mero hecho de la
llegada de la aceptación a poder del oferente y la otra consiste en que este mismo hecho determina, no la inmediata
perfección del consentimiento, sino la existencia de un conocimiento presunto de la aceptación por el oferente que no
resulta vinculado si acredita un hecho impeditivo del conocimiento efectivo de la aceptación, siempre que no le sea
atribuible.
- Retractación de la aceptación.
La retractación de una aceptación será jurídicamente eficaz si llega al conocimiento del oferente antes o al mismo tiempo
que la aceptación que la aceptación que se procura dejar sin efecto (art. 981)
- Acuerdo parcial.
El acuerdo parcial se encuentra contemplado en el artículo 982 del nuevo Código.
La norma acepta la teoría alemana de la "punktation", la cual sostiene que los acuerdos parciales sobre los puntos
esenciales de un contrato tienen fuerza vinculante y son verdaderos contratos, aunque queden puntos secundarios por
acordar. Por elementos esenciales del contrato debe entenderse, por ejemplo, en la compraventa la cosa vendida y el
precio. Si hay acuerdo sobre esos elementos esenciales se considera concluido el contrato. En caso de duda, el contrato se
tiene por no perfeccionado.
La disposición debe ser leída junto con el artículo 964 del nuevo Código establece que: "El contenido del contrato se
integra con:
a) las normas indisponibles, que se aplican en sustitución de las cláusulas incompatibles con ellas;
b) las normas supletorias;
c) los usos y prácticas del lugar de celebración, en cuanto sean aplicables porque hayan sido declarados obligatorios por
las partes o porque sean ampliamente conocidos y regularmente observados en el ámbito en que se celebra el contrato,
excepto que su aplicación sea irrazonable”
- Recepción de la manifestación de la voluntad.
Se considera perfeccionada cuando este la conoce o debió conocerla porque la información se encontraba ya a su
disposición. A la ley le basta con que el destinario hubiera estado en aptitud de conocer el contenido, aunque no hubiera
efectivamente accedido a sus términos, lo que permite establecer que es claro que no está tomando en consideración al
momento en el que se produce tal conocimiento efectivo, sino aquel a partir del que es posible, que es el de la recepción
de la comunicación. La regulación corresponde a los usos y prácticas de nuestra sociedad, en la que las comunicaciones se
presumen conocidas cuando llegan al domicilio, a la casilla de correo o al sistema d comunicaciones establecidas con el
destinatario.
Formación del contrato con partes subjetivamente complejas.
- Ley de defensa del consumidor 24.240 oferta.
La oferta dirigida a consumidores potenciales indeterminados, obliga a quien la emite durante el tiempo en que se realice,
debiendo contener la fecha precisa de comienzo y de finalización, así como también sus modalidades, condiciones o
limitaciones.
La revocación de la oferta hecha pública es eficaz una vez que haya sido difundida por medios similares a los empleados
para hacerla conocer.
La no efectivización de la oferta será considerada negativa o restricción injustificada de venta, pasible a las sanciones
- Contrato de consumo.
Contrato de consumo es el celebrado entre un consumidor o usuario final con una persona humana o jurídica que actúe
profesional u ocasionalmente o con una empresa productora de bienes o prestadora de servicios, pública o privada, que
tenga por objeto la adquisición, uso o goce de los bienes o servicios por parte de los consumidores o usuarios, para su uso
privado, familiar o social. Por ej.; contrato de wifi.
El contrato se interpreta en el sentido más favorable para el consumidor. Cuando existen dudas sobre los alcances de su
obligación, se adopta la que sea menos gravosa.
En un conflicto donde haya una relación de consumo de por medio, el Nuevo Código Civil plantea que quien está en
mejores condiciones de probar o aportar un elemento, es quien debe hacerlo.
Consumidor: es la persona física o jurídica que adquiere o utiliza, en forma gratuita u onerosa, bienes o servicios
como destinatario final, en beneficio propio o de su grupo familiar o social.
- Oferta por medios electrónicos.
Las ofertas de contratación por medios electrónicos o similares deben tener vigencia durante el período que fije el oferente
o, en su defecto, durante todo el tiempo que permanezcan accesibles al destinatario. El oferente debe confirmar por vía
electrónica y sin demora la llegada de la aceptación. Por ejemplo, black Friday.
La ley de defensa de consumidor dice que si la oferta es realizada por teléfono, catálogos o por correo, deberá figurar el
nombre, domicilio y CUIT del oferente.
- Deber de confidencialidad.
Uno de los acuerdos que suelen celebrarse durante las tratativas preliminares es el llamado convenio de confidencialidad,
mediante el cual las partes se obligan a no revelar la información confidencial o reservada que se reciba durante la
negociación y a no usarla inapropiadamente en su propio interés.
Más allá de que las partes puedan celebrar de manera expresa un convenio de confidencialidad, lo cierto es que se trata de
un deber implícito de las partes en toda negociación, según lo dispone el artículo 992. Por lo tanto, hayan acordado de
manera expresa o no la confidencialidad, las partes están obligadas en tales términos.
La violación del deber de confidencialidad obliga a reparar el daño sufrido por la otra y, si ha obtenido una ventaja
indebida de la información confidencial, deberá indemnizar a la otra parte en la medida de su propio enriquecimiento (art.
992).
El convenio de confidencialidad, no puede ser considerado un precontrato (véase número 76), si en tal instrumento se
acordó únicamente lo relativo al intercambio de información de un proyecto, mas no se vislumbra un compro miso de
concretar un negocio determinado. En otras palabras, el convenio de confidencialidad sólo puede generar responsabilidad
si se viola el secreto revelado, pero claramente no obliga a contratar. Justamente, el conocimiento de lo confidencial es lo
que permitirá a las partes determinar si es o no conveniente formalizar el negocio contractual.
- Carta de intención.
Uno de estos acuerdos es la denominada carta de intención, que es el instrumento mediante el cual una parte, o todas ellas,
expresan su consentimiento para negociar sobre ciertas bases, limitado a cuestiones relativas a un futuro contrato (art.
993). La voluntad exteriorizada en una carta de intención se halla dirigida, entonces, a producir un efecto provisorio que
se agota en la preparación del contrato, no constituyendo por sí el instrumento contractual, ni obliga a quien la emite.
Claramente, la carta de intención no configura un contrato, y, por ello, debe ser interpretada restrictivamente.
Como regla, la carta de intención no constituye una oferta, ni tiene su fuerza obligatoria, a menos que reúna los recaudos
propios de la oferta (art. 993).
- Contrato de opción.
Un supuesto distinto lo constituye el contrato de opción. Una persona ofrece a otra un contrato y se compromete a
mantener latente el ofrecimiento durante un cierto tiempo; la otra parte acepta ese ofrecimiento como tal, es decir, como
compromiso de mantenerlo durante el tiempo estipulado y sin pronunciarse todavía si acepta o no la proposición de fondo.
Las consecuencias son las siguientes: a) el ofertante no puede retractar su oferta durante el plazo fijado; b) la otra parte
puede aceptarlo durante todo ese tiempo y el contrato quedará definitivamente concluido con su solo asentimiento sin
necesidad de una nueva manifestación de voluntad del oferente.
La opción puede ser gratuita u onerosa, y debe ser pactada bajo la misma forma que se exija para el contrato definitivo.
Como regla, salvo pacto en contrario, la opción no es transmisible a un tercero (art. 996).
- Pacto de preferencia.
El pacto de preferencia es la cláusula o convenio mediante el cual se genera en cabeza de una de las partes una obligación
de hacer, que consiste en que, si decide celebrar un futuro contrato, deberá hacerlo con la otra o las otras parten (art. 997).
Como no tiene efecto resolutivo ni afecta a terceros, pueda estipulárselo en el contrato originario o en otro posterior
Estamos ante una promesa hecha por el otorgante de la preferencia, sujeta a la condición suspensiva de que más tarde
decida celebrar el futuro contrato. Con otras palabras, existe un derecho a favor del beneficiario a celebrar el contrato, si el
otorgante de la preferencia decide contratar y siempre que acepte las condiciones que este último le ha transmitido.
Dispone el último párrafo del artículo 997 que los derechos y obligaciones derivados del pacto de preferencia puede ser
transmitidos a terceros con las modalidades que se estipulen. Si puede ser transmitido a terceros, deberá admitirse que el
derecho que nace del pacto de preferencia puede ser ejercido por los acreedores del beneficiario en ejercicio de la acción
subrogatoria.
Establece el artículo 997 que, si se trata de participaciones sociales de cualquier naturaleza, de condominio, de partes en
contratos asociativos o similares, el pacto de preferencia puede ser reciproco.
En los contratos bilaterales, el derecho que nace del pacto de preferencia favorece a una sola de las partes. Pero en los
contratos plurilaterales, tales como las sociedades y los demás contratos asociativos (negocios en participación,
agrupaciones de colaboración, uniones transitorias y consorcios de cooperación), el pacto puede ser dado en beneficio de
todas las partes. De allí que la norma puntualice su carácter recíproco. El mismo beneficio existe en materia de
condominio, en el que cada uno de los condóminos podrá exigir el cumplimiento del pacto en su propio beneficio, aunque
el resto de los condóminos no quieran ejercer su derecho.
- Efectos.
Art. 998: El otorgante de la preferencia debe dirigir a su o sus beneficiarios una declaración, con los requisitos de la
oferta, comunicándole su decisión de celebrar el nuevo contrato, en su caso de conformidad con las estipulaciones del
pacto. El contrato queda concluido con la aceptación del o de los beneficiarios.
- Requisitos
La ley exige que las cláusulas generales predispuestas sean comprensibles y autosuficientes. También exige que la
redacción sea clara, completa y fácilmente legible. Por ello, se tienen por no convenidas aquellas cláusulas un reenvío a
textos o a documentos que no se facilitan a la contraparte del pre que efectúan disponente, previa o simultáneamente a la
conclusión del contrato (art. 965).
Las precedentes reglas se aplican también a otros tipos de contratación, como la que se lleva a cabo por vía telefónica o
electrónica o por cualquier otro medio de comunicación similar.
- Cláusulas particulares.
En el marco de los contratos por adhesión, se llaman cláusulas particulares a aquellas que, negociadas individualmente,
amplían, limitan, suprimen o interpretan una cláusula general (art. 986). Añade la norma que, en caso de incompatibilidad
entre cláusulas generales y particulares, prevalecen estas últimas.
- Cláusulas abusivas.
De manera expresa, el Código Civil y Comercial ha establecido cláusulas, consideradas abusivas para el adherente, se
deben tener por no escritas que ciertas (art. 988). Expresamente se enuncia como abusivas a las cláusulas que des
naturalizan las obligaciones del predisponente, a las que importan renuncia o restricción a los derechos del adherente, o
amplían derechos del predisponente que resultan de normas supletorias; y a las que, por su contenido, redacción o
presentación, no son razonablemente previsibles.
- Objetos prohibidos.
No pueden ser objeto de los contratos los hechos que sean imposibles, o que estén prohibidos por la ley, o que sean
contrarios al orden y a la moral público o a la dignidad de las personas, o que sean lesivos de los derechos ajenos (Ej:
fraude de los acreedores y simulación; a veces es inevitable perjudicar a un tercero como cuando ponen un supermercado
al lado de una verdulería chica, se lo perjudica al verdulero). Tampoco podrán ser objeto de los contratos los bienes que
por un motivo especial está prohibido que lo sean. Cuando se tenga por objeto derechos sobre el cuerpo humano, sólo
puede ser disponible por su titular.
- Bienes futuros
No solo los bienes presentes pueden ser objeto de los contratos; también pueden serio los bienes futuros. La promesa de
transmitirlos está subordinada a la condición de que lleguen a existir, excepto que se trate de contratos alea torios (art.
1007).
Los supuestos contemplados en la ley son dos: a) Se contrata sobre una cosa que no existe, pero se espera que existirá
(ejemplo, la compra de una cosecha antes de que esté en estado de recogerse). Si más tarde la cosa no llega a existir (en el
ejemplo propuesto, porque la ha destruido un granizo) el contrato es nulo. b) Se contrata sobre una cosa que todavía no
existe, asumiendo el comprador el riesgo de que no llegue a existir nunca: el contrato tiene carácter aleatorio yes por tanto
valido, aunque la cosa no llegue a existir.
La norma establece la posibilidad de realizar contratos sobre bienes futuros, quedando su perfeccionamiento sujeto a una
condición suspensiva: que los bienes lleguen a existir, salvo que el contrato sea aleatorio, en cuyo caso no se lo considera
subordinado a tal condición, como ocurre cuando se contrata a un equipo de investigación para que desarrolle una vacuna
o un fármaco y no existe certeza sobre la posibilidad de lograr el resultado esperado.
La compraventa de cosa futura es un supuesto específico de contratación sobre un bien aún no existente, que el Código
trata en el art. 1131 CCyC, dando por entendida la sujeción de la eficacia contractual a que la condición suspensiva de que
la cosa llegue a existir, para lo que el vendedor debe realizar las tareas y esfuerzos que resulten del contrato, o de las
circunstancias, para que ello ocurra en el tiempo y condiciones convenidos; la norma prevé también la asunción por el
comprador del riesgo de que la cosa no llegue a existir.
En el art. 1551 CCyC se establece la nulidad de la donación hecha sobre bienes futuros del donante.
- Bienes ajenos.
Artículo 1008. Bienes ajenos. Los bienes ajenos pueden ser objeto de los contratos. Si el que promete transmitirlos no ha
garantizado el éxito de la promesa, sólo está obligado a emplear los medios necesarios para que la prestación se realice y,
si por su culpa, el bien no se transmite, debe reparar los daños causados. Debe también indemnizarlos cuando ha
garantizado la promesa y ésta no se cumple. El que ha contratado sobre bienes ajenos como propios es responsable de los
daños si no hace entrega de ellos.
El artículo establece como principio general que los bienes ajenos pueden ser objeto de los contratos.
De acuerdo a lo estipulado en la norma, corresponde distinguir dos supuestos básicos:
1) Que el promitente haya contratado sobre bienes ajenos como propios, supuesto en el que, de no producirse la
entrega, debe indemnizar a la otra parte, por mediar una violación a la regla de la buena fe; y
2) Que para ambas partes esté claro que el promitente no tiene la disponibilidad jurídica del bien al tiempo de la
celebración del contrato, supuesto que, a su vez, da lugar a dos variantes:
a. Que el promitente haya garantizado el éxito de la promesa, en cuyo caso, de no cumplir, debe indemnizar a la
otra parte; y
b. Que no haya asumido tal garantía, situación en la que solo está obligado a emplear los medios necesarios para que
la prestación se realice; de no alcanzarse tal concreción. En este supuesto deben distinguirse, a su vez, otras dos
situaciones:
i. que ello haya sucedido por culpa del promitente, quien entonces deberá indemnizar a la otra parte; y
ii. Que no haya mediado tal culpa, supuesto en el que no se deberá tal indemnización.
bienes litigiosos.
- Herencia futura.
La regla general es que la herencia futura no puede ser objeto de los con tratos ni tampoco pueden serlo los derechos
hereditarios eventuales sobre objetos particulares (art. 1010). La prohibición incluye aquellos contratos celebrados con el
consentimiento de la persona de cuya sucesión se trata. También quedan abarcados los contratos sobre objetos o derechos
que se recibirán como consecuencia de una herencia futura. Es una prohibición fundada en razones de moral, como ya lo
hemos dicho; resulta chocante admitir la legitimidad de pactos en los cuales se especula sobre la muerte de una persona.
El principio general establece que no está permitida la realización de contratos sobre herencia futura o sobre derechos
hereditarios eventuales sobre objetos particulares, con excepciones.
Ellos son los relativos a los pactos celebrados con miras a la conservación de la unidad de gestión empresarial de una
explotación productiva o de participaciones societarias de cualquier tipo, o a la prevención o solución de conflictos en ese
ámbito. Posibilita la continuidad de la actividad empresarial familiar, con las ventajas que ella puede conllevar no solo
para los herederos sino también para el interés de la sociedad, preocupada en la conservación de las fuentes de trabajo y
en la buena dinámica de un mercado fuerte.
- Anticausalista.
La teoría de la causa sufrió rudos ataques de parte de los más ilustres juristas. PLANIO la impugnó por falsa e inútil.
Es falsa, sostiene, porque existe una imposibilidad lógica de que, en un contrato bilateral, una obligación sea la causa de la
obligación de la contra parte. Las dos nacen al mismo tiempo. Ahora bien: no es posible que un efecto y su causa sean
exactamente contemporáneos; el fenómeno de la causa mutua es incomprensible.
Es inútil, porque esta noción de causa se confunde con la de objeto, y, particularmente, la causa ilícita no parece ser otra
cosa que el objeto ilícito.
En los contratos reales, se juzga que la noción de causa es falsa pues a entrega de la cosa no es la causa de la obligación de
restituir sino su fuente, en tanto que resulta inútil en razón de que la entrega de la cosa es un requisito de la formación del
contrato y, por lo tanto, de nada sirve afirmar que el contrato carece de causa si la cosa no se entrega.
Finalmente, en materia de actos gratuitos, se rechaza la noción de causa por falsa pues confunde causa con motivo, y por
inútil porque la falta de intención se mezcla con la falta de consentimiento y no existiendo consentimiento no puede
perfeccionarse el contrato
- Neocausalista.
Los que aceptaban que la causa fin era un elemento de los actos jurídicos, distinguían el “objeto” de la “causa”:
- Objeto: era la materia sobre la cual versa el acto, o sea, los hechos o cosas.
- Causa: la finalidad tenida en mira por las partes al ejecutar el acto.
Distinguían a la vez entre:
- Causa fin inmediata: finalidad abstracta que han tenido las partes al contratar y que en los contratos iguales es siempre la
misma (ej.: en las compraventas, para el vendedor es recibir el precio y para el comprador es recibir la cosa en propiedad).
- Causa fin mediata: motivos o razones particulares que ha tenido cada parte para obligarse (ej.: en una compraventa, el
motivo o fin mediato del vendedor puede ser el destino que dará al dinero que reciba, como ser: viajar por el mundo,
comprar una estancia, hacerse una cirugía, etc.).
Los motivos dependen de cada persona, pueden variar y como están ocultos en el fuero interno de cada contratante, en
principio son irrelevantes para el Derecho. La validez del acto no se afecta por el hecho de que una de las partes no haya
logrado su motivo interno o fin mediato, salvo que lo haya exteriorizado y pactado en el acto celebrado.
El artículo 281 acepta la causa fin inmediata y también la causa fin mediata, es decir, los motivos que han tenido las partes
para contratar si ellos son lícitos y han sido exteriorizados e incorporados al acto.
- Forma. Concepto.
Los actos jurídicos requieren la voluntad interna del sujeto, y también que dicha voluntad se manifieste exteriormente por
algún medio. Tratándose de los contratos lo que se debe exteriorizar es el acuerdo o integración de las voluntades de las
partes (el consentimiento).
La forma es la manera o medio por el cual las partes manifiestan exteriormente su voluntad o el consentimiento para
celebrar el contrato. La forma sería como un molde que contiene la voluntad del sujeto (en un acto jurídico) o el
consentimiento (en los contratos).
Tradicionalmente, la forma es caracterizada como el conjunto de solemnidades que deben realizarse al tiempo de la
formación del contrato, tales como: que se haga por escrito, en presencia de testigos, que sea hecho ante escribano u
oficial público, etc.
- Las modificaciones.
Si el contrato debe ser celebrado respetando una forma determinada, sea porque la ley la exige, sea porque las partes la
acordaron, las posteriores modificaciones que las partes convengan deben ser hechas con la misma formalidad.
Esta regla prevista en el artículo 1016, admite, empero, algunas excepciones: (i) si las modificaciones versan sobre
estipulaciones accesorias o secundarias, y (ii) si existe una disposición legal que expresamente admita que no se cumpla
con en la modificación con la formalidad fijada para el contrato original.
- Prueba.
La prueba del contrato consiste en demostrar -por los medios y las formas que indica la ley- la existencia y alcance de un
contrato.
- Las partes.
Se considera parte del contrato a quien:
a) lo otorga a nombre propio, aunque lo haga en interés ajeno;
b) es representado por un otorgante que actúa en su nombre e interés;
c) manifiesta la voluntad contractual, aunque ésta sea transmitida por un corredor o por un agente sin representación.
- Incorporación de terceros a los contratos. Contrato a nombre de tercero. Promesa del hecho de tercero.
Estipulación a favor de tercero. Contrato para persona a designar. Contrato por cuenta de quien corresponda.
a) Contrato a nombre de tercero: para celebrar un contrato a nombre de otro hay que tener su autorización o ser su
representante, entonces -art. 1025 CCCN-:
• si existe representación: el contrato es válido y el tercero queda obligado,
• si no existe representación: el contrato es ineficaz, salvo que el tercero lo
ratificase expresamente o ejecutase el contrato (ratificación implícita).
Si lo ratifica el contrato es válido porque la ratificación suple la falta de representación y tiene el mismo efecto
que la autorización previa.
b) Promesa del hecha de un tercero: se trata de un contrato donde una persona promete que otra (un tercero) cumplirá
determinado hecho -art. 1026 CCCN-. Ej: Santiago contrató con Shell y prometió que Michael Schumacher -piloto de
autos de carreras-, llevaría la propaganda de la empresa en tal carrera.
El obligado contractualmente es Santiago, no el tercero (Michael Schumacher). Santiago sólo asume una obligación
de medios: queda obligado a hacer lo razonablemente necesario para que el tercero acepte la promesa. Si demuestra
que realizó las diligencias necesarias para que el tercero acepte, Santiago no tendría responsabilidad.
En cambio, si garantizó que el tercero aceptaría la promesa o ratificaría el contrato, su obligación es de resultado y
ante la no aceptación de la promesa por el tercero, Santiago debería responder personalmente por los daños y
perjuicios causados.
c) Contrato o estipulación a favor de terceros: son contratos en los cuales una de las partes conviene que la otra cumplirá
su prestación a favor de un tercero determinado o determinable. Ejs.: en el seguro de vida, el asegurado conviene que
si se produce su fallecimiento la Compañía debe pagar la indemnización a determinada persona -art. 143 Ley 17418-;
en la renta vitalicia puede estipularse que la renta el cobre el tercero indicado -art. 1599 CCCN-; en la donación con
cargo puede estipularse que el cargo sea a favor de un tercero indicado -art. 1562 CCCN-, etc.
En estos contratos, se dan tres relaciones:
• Relación entre los dos otorgantes del contrato (relación de cobertura): el “estipulante”
(persona que crea la ventaja a favor del beneficiario tercero -ej.: el asegurado-) y el “promitente u obligado” (parte
que debe favorecer al tercero -ej.: la compañía de seguros-). El estipulante puede: a) exigir al promitente el
cumplimiento de la prestación, sea a favor del tercer beneficiario aceptante, sea a su favor si el tercero no la aceptó o
el estipulante la revocó; b) resolver el contrato en caso de incumplimiento, sin perjuicio de los derechos del tercero
beneficiario. Esta relación, en la cual el tercero beneficiario es totalmente ajeno, se rige por las normas generales de
los contratos y por las particulares del contrato de que se trate (ej.: contrato de seguro; donación con cargo, etc.).
• Relación entre el “estipulante “y el “tercero beneficiario”. Esta relación puede tener distintas causas, pero por lo
general, la causa es favorecer gratuitamente al beneficiario.
• Relación entre el “promitente “y el “tercero beneficiario”. Es una relación obligacional pues hay un deudor (el
promitente -ej.: la compañía de seguros, el donatario, etc.-) y un acreedor (el tercero beneficiario), en la cual éste
puede recurrir a todos los medios legales para exigir el cumplimiento de la obligación -art. 730 CCCN-. El promitente
puede oponer al tercero las defensas derivadas del contrato básico y las fundadas en otras relaciones con él.
Estos contratos, que constituyen una excepción al principio del artículo 1022 respecto a que los terceros no tienen
derecho a invocarlo, están previstos en general en el artículo 1027 del nuevo Código, de donde surge que:
- el estipulante puede revocar la estipulación mientras no reciba la aceptación del tercero beneficiario, pero no podrá
hacerlo sin la conformidad del promitente si éste tiene interés en que sea mantenida;
- las facultades del tercero beneficiario de aceptar la estipulación, y de prevalerse
de ella luego de haberla aceptado, no se transmiten a sus herederos, excepto que
haya cláusula expresa que lo autorice.
d) Contrato para persona a designar: se contempla el caso de que alguno de los otorgantes del acto se reserve la facultad
de designar más adelante -dentro de un plazo establecido- a quien ocupará luego su posición en el contrato -art. 1029
CCCN-. Es de uso frecuente en las operaciones inmobiliarias (compra en comisión). Ej.: se firma un boleto de
compraventa y se hace reserva de designar el nombre del comprador antes de escriturar.
No se admite esta forma de contratar en contratos que no pueden ser celebrados por medio de representantes o en los
que la determinación de los sujetos es indispensable
en el momento de la celebración (ej.: cuando la obligación nacida del contrato fuese inherente a la persona).
La designación del tercero se debe hacer dentro del plazo estipulado o, en su defecto, dentro de los 15 días desde su
celebración.
Cuando el tercero acepta la designación y ello se le comunica a la otra parte, el otorgante queda desobligado y el
tercero designado ocupa su lugar en el contrato con efectos retroactivos a la fecha del contrato.
Si el otorgante no designa al tercero o este no aceptara la designación, el que queda obligado contractualmente es el
otorgante.
e) Contrajo por cuenta de quien corresponda: se trata de un contrato sujeto a las reglas de la condición suspensiva -art.
1030 CCCN-.
El tercero asume la posición contractual cuando se produce el hecho que lo determina como beneficiario del contrato
(ej.: programa de tv contrata con una agencia de viajes un viaje a Cuba para el tercero que resulte ganador de un
concurso).
Acción subrogatoria. Acciones directas.
- Subcontrato.
El Código Civil y Comercial define al subcontrato como un nuevo contrato mediante el cual el subcontratante crea a favor
del subcontratado una nueva posar contractual derivada de la que aquel tiene en el contrato principal (art. 1069)
Como puede advertirse, el subcontrato es un nuevo contrato por el cual d subcontratado asume facultades del
subcontratante, pero en ningún caso se extingue el primer contrato. Se trata de una unión de contratos con dependencia
unilateral. Desde luego, la íntima vinculación entre ambos contratos trae consecuencias.
La primera de ellas es que, si estamos ante un contrato con prestaciones pendientes, estas prestaciones pueden ser
subcontratadas, en todo o en parte. Sin embargo, claro está, tal subcontratación está prohibida si se trata de obligaciones
que requieren prestaciones personales o intuitu personae (art. 1070). Tampoco es posible la subcontratación si ella está
prohibida legalmente o por acuerdo de partes.
Además, el subcontrato está condicionado en su existencia al contrato base, aunque deban añadirse los efectos propios del
nuevo contrato, por ello el subcontratado no puede adquirir derechos o contraer obligaciones mayores que los del
subcontratante.
Caracterización. Contratos y obligaciones.
- Contratos de consumo.
Contrato de consumo es el celebrado entre un consumidor o usuario final con una persona humana o jurídica que actúe
profesional u ocasionalmente o con una empresa productora de bienes o prestadora de servicios, pública o privada, que
tenga por objeto la adquisición, uso o goce de los bienes o servicios por parte de los consumidores o usuarios, para su uso
privado, familiar o social.
- Relación de consumo.
Relación de consumo es el vínculo jurídico entre un proveedor y un consumidor. Se considera consumidor a la persona
física o jurídica que adquiere o utiliza bienes o servicios como destinatario final, en su propio beneficio o de su grupo
familiar o social. Queda equiparado al consumidor quien, sin ser parte en una relación de consumo, como consecuencia o
en ocasión de ella, adquiere o utiliza bienes o servicios en forma gratuita u onerosa como destinatario final, de su grupo
familiar o social.
- Rescisión unilateral. -
Una de las partes podrá rescindir el contrato por su sola voluntad cuando se lo permita la ley o una cláusula del mismo
contrato. Ejs.: rescisión de la locación por frustración del uso o goce de la cosa -art. 1203 cccn-; la de los contratos
bancarios -art. 1383 CCCN-, la del contrato de cuenta corriente -arts. 1432, inc. b y 1441, inc. b CCCN-; la del contrato de
concesión por tiempo indeterminado -art. 1508 CCCN-, etc.
Los efectos en la rescisión unilateral son ex nunc, hacia adelante. Los efectos ya producidos, quedan firmes, ya no se
pueden modificar.
Disposiciones generales para la extinción por declaración unilateral. Operatividad. Restitución. Contrato bilateral.
Reparación del daño. Revocatoria. Resolución: total y parcial. Anulación. Revisión. Arrepentimiento,
Imposibilidad. Prescripción. ¡¡¡¡LEER DEL CODIGO!!!!
Reconducción. Inoponibilidad.
Depreciación monetaria. Evolución e incidencia en el ámbito contractual. Intereses.
Ley de convertibilidad y Ley de desindexación.
La responsabilidad en el campo contractual. Presupuestos. Efectos.
- Responsabilidad precontractual.
Hace referencia a las consecuencias producidas por la ruptura de las negociaciones entre las partes que podrían haber
concluido en la celebración de un contrato. Para que se verifique un presupuesto de responsabilidad precontractual tiene
que haber un tiempo de negociación (tratativas preliminares). En ese tiempo, la negociación tiene que avanzar lo
suficiente como para generar una expectativa o una confianza de que el contrato se va a perfeccionar. Si dicha confianza
en algún momento se rompe por el movimiento intempestivo de una de las partes, puede generar un daño por el cual la
parte tendrá que responder. En materia de responsabilidad precontractual se resarce el daño al interés negativo de
cumplimiento. Esto implica poner a la parte perjudicada en la misma situación patrimonial que se encontraba antes de
entrar en tratativas con la parte que generó el daño. Abarca los gastos, la pérdida de la chance, y el daño moral. Para pedir
la pérdida de la chance, hay que demostrar que se perdió un negocio, que había una oferta concreta. Si se trata de personas
jurídicas, no hay daño moral. La otra parte debe probar el nexo de causalidad entre la ruptura de las negociaciones y el
daño producido. Así, se observa que el bien jurídico protegido en materia de responsabilidad precontractual es la
confianza.
Responsabilidad en los contratos de consumo.
- Caducidad.
Extinción de un derecho por el transcurso del tiempo conferido para su ejercicio. La caducidad se produce cuando, la ley o
los particulares, señalan un término fijo para la duración de un derecho.
- Imposibilidad de cumplimiento.
También se extinguen los contratos por la imposibilidad de cumplir la prestación.
El artículo 955 establece que tal imposibilidad debe ser sobrevenida, objetiva, absoluta y definitiva; esto es, que la
imposibilidad sea posterior al nacimiento de la obligación, que importe un impedimento insuperable para cualquier
persona y que no sea transitoria.
La norma diferencia, a su vez, según si la imposibilidad fue producida r caso fortuito o fuerza mayor, o si se debe a causas
imputables al deudor. El primer supuesto, la obligación se extingue, sin provocar responsabilidad alguna; es el caso de que
se haya prometido la entrega de una cosa y ésta se pierde o destruye por fuerza de la naturaleza. En el segundo supuesto,
la norma citada dispone que la obligación no se extingue, sino que se modifica su objeto, convirtiéndose en la de pagar
una indemnización por los daños causados; en otras palabras, si la imposibilidad de cumplir se debe a culpa del deudor,
éste se responsable de los daños.
"En los contratos de consumo, el consumidor puede aceptar otro producto o prestación de servicio equivalente; opción que
adquiere mayor relevancia cuando existe una verdadera imposibilidad de cumplimiento. En este caso, también, conserva
el derecho a reclamar los daños que correspondan (art. 10 bis, ley 24.240, ref, pa ley 24.787).
Finalmente, debe señalarse que, si la imposibilidad de cumplir es temporaria, el contrato no se extingue, sin perjuicio de
que corresponda o no indemnizar los daños sufridos, según qué tal imposibilidad responda a un supuesto de caso fortuito
o fuerza mayor, o a otro de culpa del deudor.
- Revocación.
Es la extinción del contrato por la voluntad de una sola de las partes, pero fundada en una causa legal. Por ej.; la ingratitud
del donatario, el donante puede revocar la donación si existe ingratitud del donatario, tal el caso de que este haya atentado
contra la vida o la persona del donante o de su familia, el donante puede revocar la donación si hay incumplimiento del
cargo. O un testamento.
La revocación opera hacia el futuro es decir, tiene efecto a partir de la declaración del revocant
- Pacto comisorio o clausula resolutoria implícita (arts. 1087 y 1088) Requisitos. Procedimiento. Efectos.
En los contratos bilaterales, pese a no haber sido acordado expresamente por las partes, el incumplimiento puede
ocasionar la resolución del contrato por considerarse que la cláusula resolutoria se encuentra implícita -art. 1087 CCCN-.
Para ello deberán cumplirse los presupuestos de la resolución por cláusula resolutoria implícita exigidos por el artículo
1088 del nuevo Código:
a) que haya un incumplimiento esencial14: el incumplimiento parcial también faculta a pedir la resolución si la parte se ve
privada sustancialmente de lo que razonablemente tenía derecho a esperar en razón del contrato.
b) que el deudor esté en mora: recordemos que por el artículo 886 del Código, la mora del deudor es automática, es decir
se produce por el solo transcurso del tiempo fijado para el cumplimiento de la obligación. En los casos de excepción en
que no rija la mora automática (ej.: obligación con plazo indeterminado -art. 887-) será necesario requerirle el
cumplimiento al deudor para constituirlo en mora.
c) que el acreedor le exija al deudor que cumpla (lo intime a cumplir) en un plazo no menor de 15 días (excepto que de los
usos, o de la índole de la prestación, resulte la procedencia de uno menor), bajo el apercibimiento expreso de resolver total
o parcialmente el contrato: vencido el plazo, la resolución del contrato se produce de pleno derecho.
Es fundamental el requerimiento al incumplidor, a efectos de que cumpla sus obligaciones dentro de los 15 días. Con el
requerimiento se da al deudor la posibilidad de cumplir. Vencido el plazo, el contrato queda resuelto sin más, es decir, por
el mero vencimiento del plazo.
Sin embargo, hay casos en que el requerimiento no es necesario:
- si ha vencido un plazo esencial para el cumplimiento, o
- si la parte incumplidora ha manifestado su decisión de no cumplir, o
- si el cumplimiento resulta imposible.
En estos casos, la resolución total o parcial del contrato se produce cuando el acreedor la declara y la comunicación es
recibida por la otra parte.
Tampoco será necesario el requerimiento en los casos de “resolución por ministerio de la ley”, o sea en los casos en que la
ley faculta a una de las partes a resolver unilateralmente el contrato -art. 1089 CCCN- (ejs.: en el contrato de agencia -art.
1495 CCCN-; en el de renta vitalicia -art. 1607 CCCN-; en el mandato -ar. 1331 CCCN-; etc).
Consecuencias del quiebre de las bases objetivas del contrato.
Hay compraventa si una de las partes se obliga a transferir la propiedad de una cosa y la otra a pagar un precio
en dinero.
El contrato de compraventa tiene los siguientes caracteres:
a) Es bilateral porque implica obligaciones para ambas partes;
b) es con usual porque produce todos sus efectos por el solo hecho del consentimiento y sin necesidad de la
entrega de la cosa o del precio;
c) no es formal, aun en el caso de que tenga por objeto la transmisión de inmuebles, la escritura pública exigida
por el artículo 1017, inciso a, es un requisito de la transferencia del dominio, pero no del contrato en sí, que
puede ser válidamente celebrado en instrumento privado, y aun verbalmente;
d) es oneroso;
e) es conmutativo porque es de su naturaleza que los valores intercambiados (cosa y precio) sean
aproximadamente equivalentes; sólo por excepción puede ser aleatorio, lo que ocurre cuando se compra una
cosa que puede o no existir.
- Capacidad. Prohibiciones.
Siendo el consentimiento un elemento esencial de todo contrato, parece contrario a la razón hablar de b¿ventas
forzadas. La realidad jurídica pone en manifiesto este hecho: que algunas veces los dueños son obligados a
desprenderse del dominio de una cosa recibiendo en cambio su valor en dinero.
El Código Civil y Comercial en su art 1128 establece que nadie esta obligado a vender, excepto que se
encuentre sometido a la necesidad jurídica de hacerlo, por ejemplo: el sindico de una quiebra, que esta obligado
a liquidar los bienes del fallido para pagar a los acreedores.
- Naturaleza jurídica: Como lógica consecuencia de ser la compraventa un acto voluntario, el art. 1128 CcyC
dispone, como principio general, que nadie está obligado a vender.
La excepción a este principio lo constituye el supuesto en que el vendedor se encuentre sometido a la
necesidad jurídica de hacerlo.
- Forma y prueba.
La compraventa es un contrato consensual, puesto que la ley no ha establecido ninguna exigencia formal, queda
perfeccionado por el mero consentimiento de las partes.
Respecto a la compraventa de inmuebles, el articulo 1017, inciso a), dispone que debe hacerse por escritura
pública, esta trata de un contrato que tiene por objeto la adquisición del derecho real de dominio sobre
inmuebles. A los efectos de la transmisión del dominio, la escritura pública es innecesaria cuando la venta se ha
hecho en subasta judicial, bastando para que dicha transmisión quede perfecta con la aprobación del remate del
juez, el pago del precio, la entrega de la posesión de la cosa, y la inscripción en el Registro. Sin embargo, en la
práctica se otorga siempre la escritura pública, porque ellos permiten el estudio de los títulos por el escribano, la
acumulación en un solo acto de los antecedentes del dominio y la inscripción en el Registro, previa certificación
de que no hay gravámenes, impuestos, embargos o inhibiciones que afecten la libre disposición del bien.
En cuanto a la prueba del contrato, cuando no se exige la escritura pública, siendo este consensual y no formal,
puede ser acreditado por cualquier medio que permita llegar a una razonable convicción según las reglas de la
sana critica, excepto que se establezca un medio especial.
El principio general es que pueden venderse totas las cosas que pueden ser objeto de contratos, o todas las cosas
que pueden ser vendidas.
a) Debe ser una cosa en sentido propio, debe tratarse de un objeto material susceptible de apreciación
económica. La necesidad de que la cosa sea susceptible de valoración económica se encuentra en el art
1003, cuando dispone que el objeto de los contratos, en general, debe ser susceptible de tal valoración.
b) Debe tratarse de una cosa cuya venta no este prohibida por la ley o que sea contraria a la moral y a las
buenas costumbres. Se consideran que están fuera del comercio, los bienes cuya transmisión este
expresamente prohibida por la ley, o por actos jurídicos, en cuanto el CCC y C permita tales prohibiciones.
Entre las cosas cuya venta esta prohibidas por la ley, los bienes públicos del Estado, como las calles, plazas,
caminos, canales, puentes, ruinas y yacimientos arqueológicos y paleontológicos, entre otros.
c) La cosa debe ser determinada o determinable. Dispone el art. 1005 que la cosa es determinada cuando se
fija su especie o su género. Es determinable cuando se establecen los criterios suficientes para su
individualización. Cuando la norma refiere a cosas determinadas por su especie o por su género, alude a las
cosas fungibles, ellas se determinarán siempre por su especie, peso, calidad, cantidad y medida, por ej. 100
hectolitro de vino tinto común de mesa. También es una cosa determinada cuando se trata de una cosa
cierta, por ejemplo, el departamento de la calle América de la cuidad de Eldorado, Misiones.
Puede ser que el objeto de la compraventa sea una cosa cierta, pero que no esté determinada con precisión
en el contrato, o que sea una cosa fungible, pero que la cantidad no hubiera sido determinada. En este caso,
estamos ente una cosa determinable, si se ha establecido criterios para su individualización, por ej.; cuando
las partes ha pactado que la determinación del objeto o la cantidad sea hecha por un tercero. Lo que interesa
es que la cantidad o la calidad de la cosa misma puedan ser determinadas sin necesidad de un nuevo
convenio entre los contratantes. Se juzgará indeterminable la cosa, cuando se vendiesen todos los bienes
presentes y futuros de una persona o una parte proporcional de ellos.
Debe tener existencia real o posible. Pueden venderse las cosas existentes y aun futura, pero no las que,
vendidas como existentes, no han existido nunca o han dejado de existir en el momento de formarse el contrato,
en este caso, el acto es nulo.
Puede ocurrir que la cosa haya dejado de existir parcialmente, en este caso, el comprador tendrá derecho a
demandar la entrega de la parte que existiese con reducción proporcional del precio. También podrá dejar sin
efecto el contrato, este derecho nace como consecuencia de la obligación del vendedor de entregar la cosa
prometida, y es claro que uno cosa que ha deja de existir parcialmente no es la cosa vendida. Es necesario
aclarar, que no basta cualquier perdida por insignificante que sea, para dar lugar a la acción de resolución del
contrato por el comprador. Por ej.: si se hubiera prometido la venta de 1.000 toneladas de trigo y se perdieran 10
kg, sería contrario a la buena fe y a la lealtad que deben presidir los negocios jurídicos, pretender la rescisión de
la venta.
El ejercicio de este derecho de opción no hace perder al comprador el derecho de exigir el pago de daños y
perjuicios, si la perdida hubiera ocurrido por culpa del vendedor. En art. 1130 se refiere a la cosa “cierta”. Es
que, si la cosa prometida es fungible, el vendedor siempre puede entregarla, ya que hay otra cosa de igual
calidad y especie.
En principio la compraventa debe tener un objeto actual, no se pueden vender cosas que nunca han existido, que
no existirán o que habiendo existido han desaparecido. El acto carecería de objeto. Sin embargo, la venta de
cosa futura es posible. Para que esto sea así, es preciso que las partes que celebran el contrato sepan que la cosa
aún no existe, desde luego, esperan que exista en el futuro, si, por el contrario, contratan de que existe
actualmente, el contrato será nulo.
Bajo la denominación común de venta de cosa futura se comprenden dos hipótesis diferentes:
a) La venta de una cosa para el caso de que llegue a existir. Se trata de una venta sujeta a la condición
suspensiva de que la cosa llegue a existir, y en la que la obligación de pagar el precio está sujeta a esa
misma eventualidad, es la llamada emptio rei speratae (venta de cosa esperada). Este contrato queda regido
por las reglas de los actos jurídicos sujetos a condición. De todos modos, el vendedor debe realizar las
tareas y esfuerzos que resulten del contrato, o de las circunstancias, para que este llegue a existir en las
condiciones y tiempo convenidos. Por lo tanto, el vendedor no se obliga a que la cosa llegue a existir, tiene
que poner todo el empeño posible para que exista.
b) La venta de una cosa futura cuando el comprador asume el riesgo de que la cosa no llegue a existir, sin
culpa del vendedor. En este caso, el comprador debe el precio convenido conforme lo acordado en el
contrato. Pero, si hay culpa del vendedor, el comprador no esta obligado a pagar el precio. Es la llamada
venta de esperanza o emptio spei.
Precio: Requisitos y Reglas Genéricas. Disposiciones aplicables al precio en las ventas de cosas muebles e
inmuebles. El “precio vil” y el instituto de la lesión.
Obligaciones de las partes: Comprador y Vendedor.
Cláusulas especiales: Pacto de Retroventa, Pacto de Reventa y Pacto de preferencia. Plazos para convenir los
pactos. Efectos para las partes y respecto de terceros. Ventas Condicionales: Suspensiva y resolutoria. Pacto de
Mejor Comprador. Venta “ad gustum” (a satisfacción del comprador) y Sujeta a Ensayo.
Venta con cláusula de arrepentimiento. Venta en Comisión. Venta con reserva de dominio.
Boleto de Compraventa: Concepto y Naturaleza Jurídica: Distintas Posturas.
Evolución en nuestro derecho. Situación actual del adquirente por boleto: Régimen
de Oponibilidad frente a Terceros: Ejecuciones individuales y Concurso o Quiebra.
Boleto y Posesión.
Contrato de Permuta: Concepto y Caracteres. Efectos.