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William Kelly
Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera
Revisada en 1960 (RVR60) excepto en los lugares en que además de las comillas dobles ("") se indican otras
versiones mediante abreviaciones que pueden ser consultadas al final del escrito.
Mateo 1
He pensado que sería provechoso ocuparse en uno de los Evangelios, y trazar, tan
sencillamente como el Señor me capacite, el esquema general de la verdad revelada allí.
Es mi deseo señalar el objetivo y el designio especiales del Espíritu Santo, a fin de
proporcionar a aquellos que valoran la Palabra de Dios, indicios tales que puedan tender
a responder algunas de las dificultades que surgen en las mentes de muchos, y también
a expresar de manera más clara grandes verdades que son susceptibles de ser pasadas
por alto livianamente. Puedo asumir que el Espíritu de Dios no nos ha presentado aquí
estos relatos acerca de nuestro Señor susceptibles a los errores de los hombres, sino que,
por el contrario, Él mantuvo Su inerrante mano poderosa sobre aquellos que, en sí
mismos, eran hombres sujetos a pasiones semejantes a las nuestras. En una palabra, el
Espíritu Santo ha inspirado estos relatos para que podamos tener plena certeza de que Él
es el autor de ellos, y ellos llevan así el sello de Su propia perfección. Así como Él se ha
complacido en presentarnos varias narraciones, Él ha tenido igualmente un motivo divino
para cada una de ellas. En resumen, Dios ha procurado Su propia gloria en esto, y la ha
asegurado.
Ahora bien, no puede caber duda alguna, para cualquiera que lee los Evangelios con
el más pequeño de los discernimientos, que el primero de ellos está muy notablemente
adaptado para satisfacer la necesidad de los Judíos, y que saca a la luz las profecías del
Antiguo Testamento y otras Escrituras que encuentran su cumplimiento en Jesús. Por
consiguiente, hay más citas Escriturales que son aplicadas a la vida y muerte de nuestro
Señor en este Evangelio que en todos los demás en su conjunto. Todo esto no fue algo
que fue dejado a la discreción de Mateo. Es evidente el hecho de que el Espíritu Santo usó
la mente del hombre para sacar a la luz Su propio designio; pero, cuando yo digo que
Dios inspiró a Mateo para el propósito, lo que quiero dar a entender es que el Espíritu
Santo se complació en guardarle y guiarle perfectamente en lo que él iba a divulgar.
Además de presentar a nuestro Señor de forma tal que abordara los pensamientos
y sentimientos correctos o errados de un Judío; además de proporcionar las pruebas más
particularmente deseadas para satisfacer su mente, es evidente, a partir del carácter de
los discursos y parábolas, que el rechazo del Mesías por parte de Israel, y las
consecuencias de ello para los Gentiles, son aquí los grandes pensamientos prominentes
en la mente del Espíritu Santo. Por eso es que la ascensión no está en Mateo. El Judío, si
había comprendido las profecías del Antiguo Testamento, habría esperado que viniese un
Mesías, sufriera, muriera, y resucitase, "conforme a las Escrituras". (1ª Corintios 15: 3,
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4). En Mateo nosotros tenemos Su muerte y resurrección, pero Él es dejado allí; y no
sabríamos, a partir de los hechos relatados sólo por él, que Cristo ascendió al cielo en
absoluto. Nosotros debemos saber que ello estuvo implícito en algunas de las palabras
pronunciadas por Cristo; pero, en efecto, Mateo nos deja con Cristo mismo aún en la
tierra. El último capítulo no describe la ascensión de Cristo, tampoco Su sesión a la diestra
de Dios [Véase nota 2], sino que Lo describe a Él hablando a los discípulos aquí abajo.
Una presentación tal de Cristo fue, peculiarmente, la que necesitaban conocer los Judíos.
fue más adecuada para ellos que para cualquier otro pueblo en la tierra.
¿Y quién fue el agente empleado, y con qué idoneidad? — Pues fue uno de los doce
que acompañó al Señor desde el principio de Su ministerio hasta que Él fue llevado de
entre ellos al cielo. (Hechos 1: 11 – NC). En aquel entonces él fue un testigo
evidentemente competente para el Judío y mucho más idóneo de lo que habrían sido
Marcos y Lucas, los cuales no fueron, hasta donde sabemos, compañeros personales del
Señor. Pero hubo esta peculiaridad, — que Mateo era un publicano, o recolector de
impuesto, de profesión. Aunque era Judío él trabajaba para los Gentiles, posición que le
haría especialmente aborrecible a sus compatriotas. Ellos le consideraban con aún más
sospecha que a un extranjero. Esto haría que parezca, a primera vista, más extraordinario
que el Espíritu Santo emplease a un tal para informar de Jesús como el Mesías. Pero,
recordemos que hay otro objetivo a lo largo de todo el Evangelio de Mateo; y este es que
no se trata sólo del registro de Jesús como el verdadero Mesías para Israel, sino que este
evangelio nos muestra Su rechazo por parte de Israel y las consecuencias de la funesta
incredulidad de ellos, — a saber, que todas las barreras que habían existido hasta aquel
momento entre Judío y Gentil fueron derribadas, — emanando la misericordia de Dios
hacia aquellos que eran despreciados y bendiciendo al Gentil de tan buen grado y tan
plenamente como al Judío. De este modo, la admirable pertinencia de emplear a Mateo el
publicano, y su consistencia con el alcance de su tarea, son evidentes.
Estas pocas observaciones pueden ayudar a evidenciar que hubo la mayor idoneidad
en el empleo del primero de los cuatro Evangelistas para hacer la obra designada para él.
Si nuestro objetivo fuera examinar a los demás evangelistas se podría fácilmente poner
de manifiesto que cada uno tuvo exactamente la obra correcta que él debía hacer. A
medida que procedamos a través de este Evangelio ustedes se sorprenderán, no dudo,
por la sabiduría que escogió a un tal para presentar el relato del Mesías rechazado,
despreciado por Sus culpables hermanos según la carne.
Pero, yo me limitaré, por ahora, a mostrar con qué sabiduría Mateo introduce tal
relato del Mesías. Pues muchos deben haber quedado más o menos sorprendidos por el
registro de nombres preliminar, y pueden haberse preguntado quizás, «¿Qué beneficio ha
de ser obtenido de una lista como esta?» Pero, nunca pasemos por alto nada en la
Escritura como siendo un asunto liviano o dudoso. Hay una profundidad de bienaventurado
significado en la narración que Mateo nos presenta acerca de la genealogía del Señor. Por
lo tanto, yo debo ahondar un poco acerca de la manera perfectamente hermosa en que el
Espíritu de Dios ha trazado aquí Su linaje, y dirigir la atención, brevemente, al modo en
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que ello armoniza con el relato divino acerca de Jesús para el Judío, el cual estaría
planteando constantemente la pregunta de si acaso Jesús era realmente el Mesías.
Pero aquí en Mateo nos encontramos sobre un terreno más estrecho circunscrito a
una determinada familia, la simiente real de una determinada nación, el pueblo escogido
de Dios. Abraham y David son mencionados en el primer versículo mismo. "Libro de la
genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham". ¿Por qué estos dos nombres
son seleccionados así; y por qué aquí son puestos juntos en este breve resumen? Son
puestos juntos debido a que todas las esperanzas de Israel estaban estrechamente ligadas
con aquello que fue revelado a estas dos personas, pues David fue la gran cabeza del
reino, aquel en quien se fundamentaba la verdadera línea del trono del Mesías. Saúl fue
meramente el rey carnal que el propio Israel buscó transitoriamente por voluntad propia
de ellos. David fue el rey que Dios escogió y es mencionado aquí como el antepasado del
Ungido de Jehová, — el "Hijo de David". Por otra parte, Abraham fue el único de quien se
dijo que todas las naciones serían bendecidas en él. (Génesis 22: 18, etcétera). De este
modo, las palabras iniciales nos preparan para todo el Evangelio. Cristo vino con toda la
realidad del reino prometido al Hijo de David. Pero si Él era rechazado como Hijo de David,
aun así, como Hijo de Abraham, no sólo había bendición para el Judío, sino para el Gentil.
Él es verdaderamente el Mesías; pero si Israel no lo aceptará, Dios traerá a las naciones,
durante la incredulidad de ellos, a experimentar Su misericordia.
[Nota 3] Tengan ustedes en cuenta que sería una imposibilidad que algún Judío presentase ahora su
genealogía desde Abraham o David, como debe serlo para autenticar la reclamación Mesiánica. Esto nos es
presentado tanto en el aspecto legal, o aspecto de José, como del natural, o aspecto de María, en Mateo y en
Lucas. Una vez que el Mesías vino y, habiendo sido rechazado por los Judíos, se permitió a los Romanos venir y
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destruir el templo, la ciudad, y la nación de ellos; y sus registros genealógicos bien pudieron llegar a su fin, tal
como sucedió. (Nota del Editor del escrito en Inglés)
"Judá engendró de Tamar a Fares y a Zara". (Versículo 3). ¿Cuál es el motivo para
introducir una mujer, para mencionar aquí a Tamar? Hubo mujeres de gran notabilidad en
el linaje del Mesías, — personas a las cuales los Judíos respetaban como siendo ellas
santas y honorables. ¿Qué corazón Judío no fulguraría con fuertes sentimientos de respeto
al oír acerca de Sara y Rebeca, y de las demás mujeres santas y bien conocidas registradas
en la historia veterotestamentaria? Pero, no hay aquí mención alguna de ellas sino que
Tamar es mencionada. ¿Por qué es así? La gracia se encuentra debajo de esto que es muy
reprensor para la carne, pero muy precioso a su manera. Hay cuatro mujeres, y sólo
cuatro, que aparecen en la línea, y sobre cada una de ellas había una mancha. No es que
todas las fuentes de vituperio o vergüenza eran del mismo tipo. Pero para un Judío
orgulloso, con todas estas mujeres estaba relacionado lo que era humillante, — algo que
él habría mantenido en la oscuridad. ¡Oh maravillosos modos de obrar de Dios! ¿Qué es
lo que Él no puede hacer? ¡Qué sorprendente es que el Espíritu Santo no atraiga aquí la
atención a aquellas que habrían traído honra ante los ojos de Israel, — no, qué asombroso
es que Él destaque a estas mujeres que un Israelita carnal habría despreciado! El Mesías
iba a brotar de una línea en la que había existido pecado funesto. Y donde todo lo que
está en el hombre trataría de ocultar esto y mantenerlo alejado, el Espíritu de Dios lo saca
a la luz claramente, de modo que no sólo estará en los registros eternos de la historia
veterotestamentaria, sino que ello es recordado aquí. Estas mujeres, sobre las cuales
había tales manchas soeces a juicio de los hombres, son las únicas mujeres que son
traídas específicamente ante nosotros. ¿Qué es el hombre? y, ¿qué es Dios? ¿Qué es el
hombre para que estas cosas hubieran alguna vez sucedido? Y, ¡qué es Dios que, en lugar
de cubrirlo, Él haya sacado la historia de la oscuridad y la haya colocado en plena luz
revelada, estampada, si puedo decirlo así, en la genealogía de Su propio Hijo! No ha sido,
de ninguna manera, como si el pecado no fuese sobremanera pecaminoso; tampoco como
si Dios pensó livianamente acerca de los privilegios de Su pueblo, — aún menos acerca
de la gloria de Su Hijo, o lo que le era debido a Él. Sino que Dios, sintiendo que el pecado
de Su pueblo es el peor pecado de todos los pecados, aun habiendo presentado en este
Mesías mismo al Único que podía salvar a Su pueblo de sus pecados, no duda en llevar el
pecado de ellos a la presencia de la gracia que podía quitarlo, y lo quitaría, en su totalidad.
¿Pensó el Judío que esto era un escándalo o una deshonra hecha al Mesías? El Mesías
debía brotar de ese mismo linaje y de ninguna otra línea. Este linaje estaba limitado a la
casa de David y a la línea de Salomón, y estas mujeres estaban en la línea directa de
Fares hijo de Judá. Ningún Judío se podía salir de la dificultad. ¡Qué no nos enseña esto!
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Si el Mesías se digna vincularse Él mismo con una familia semejante, — si Dios se
complace en ordenar así las cosas para que de ese linaje, como con respecto a la carne,
iba a nacer Su propio Hijo, el Santo de Israel, — ciertamente no podía existir nadie tan
malo como para no ser recibido por Él. Él vino a salvar "a su pueblo de sus pecados"
(Mateo 1: 21, no a encontrar a un pueblo que no tuviese pecado. Él vino con toda
autoridad para salvar: Él mostró gracia mediante la familia misma de la cual Él se
complació de ser un — o más bien, el, "Renuevo". Dios nunca se confunde; y tampoco se
confunde, por medio de la gracia, aquel que cree debido a que él descansa en lo que Dios
es para él. Nosotros nunca podremos ser algo para Dios hasta que sepamos que Dios lo
es todo para nosotros y por nosotros. Pero, cuando conocemos a un Dios y Padre como el
que Jesús nos Lo revela, por una parte lleno de bondad, y por la otra sin ninguna tinieblas
en Él en absoluto, ¿qué no podemos esperar nosotros de Él? ¿Quién no podría nacer ahora
de Dios? ¿A quién podría rechazar un Dios así? Tal indicio en Mateo 1 abre el camino para
las maravillas de la gracia que aparecen después. En un sentido, ningún hombre tiene una
posición tal de antiguos privilegios como el Judío; sin embargo, incluso en lo que respecta
al Mesías, este es el relato que el Espíritu Santo presenta de Su linaje. Nadie se jactará
en la presencia del Señor. (1ª Corintios 1: 29).
¿Se podría pensar que Rahab fue llamada en alguna época lejana? Pero no. Pues
leemos, "Salmón engendró de Rahab a Booz; y Booz engendró de Rut a Obed; y Obed
engendró a Isaí; e Isaí engendró al rey David". (Mateo 1: 5, 6 – VM). Rut, afectiva como
ella era, para un Judío ella era de una fuente peculiarmente odiosa. Ella era una moabita
y por lo tanto la ley le prohibía entrar en la congregación de Jehová hasta la décima
generación. Incluso el edomita o el egipcio eran considerados menos aborrecidos y sus
hijos podían entrar en la tercera generación- (Deuteronomio 23: 3-8). Fue presentado así
un testimonio aún más profundo de que la gracia saldría a relucir y bendeciría a lo peor
de los Gentiles. Les guste o no a los Judíos, Dios hizo entrar a Rahab, la Gentil otrora
inmoral, y a Rut, la hija mansa de Moab, no sólo en la nación, sino en la línea directa de
la cual iba a surgir el Mesías.
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"E Isaí engendró al rey David. Y David engendró a Salomón de aquella que había
sido mujer de Urías". Mateo 1: 6 – VM). Con sólo unas pocas generaciones de por medio
nosotros tenemos a estas tres mujeres que, por uno u otro motivo, moral o ceremonial,
habrían sido totalmente despreciadas y excluidas por el mismo espíritu que rechazó a
Jesús y la gracia de Dios. Entonces, no se trató de un pensamiento nuevo: era la
misericordia divina que se extendía para recoger a los parias de los Gentiles, que tenía en
consideración a los viles para liberarlos y hacerlos santos. Se trató de los modos en que
Dios obraba desde antaño. Ellos no podían leer el relato que Él hace de la estirpe del
propio Mesías de ellos sin ver que ello era así. Y ningún Judío podía negar que éste era el
canal divinamente prescrito. Todos debían admitir que el Mesías no había de venir por
otra línea que la de Salomón. ¡Oh, la gracia para con nosotros que sabemos lo que hemos
sido como pobres pecadores de los Gentiles, qué desdicha era la nuestra, y esto debido a
la culpa y al pecado! Leemos, "Y esto erais algunos de vosotros: mas habéis sido lavados,
mas habéis sido santificados, mas habéis sido justificados, en el nombre del Señor
Jesucristo, y por el Espíritu de nuestro Dios". (1ª. Corintios 6: 11 – VM).
Por lo tanto, las primeras palabras que presentan al Mesías presentan la misma
verdad bienaventurada, si había un oído para oír, o un ojo para ver, lo que Dios tenía
reservado y estaba ahora haciendo notar en ellos. En el último caso mencionado hubo
algo más humillante que en cualquier otro. Porque aunque desde antaño la historia de
Tamar había sido desdichada, aun así había otros rasgos, falsos y lujuriosos y violentos,
que coincidían en el caso de la que había pertenecido a Urías. Y esto era tanto más funesto
debido a que la culpa principal recaía en aquel hombre a quien Dios se había complacido
en honrar, a saber, el "rey David". ¿Quién no sabe que ello ha extraído la confesión
personal de pecado más profunda y conmovedora jamás inspirada por el Espíritu de Dios?
(Salmo 51). Sin embargo, aquí también encontramos que aquel que tuvo que ver con esta
historia de horrores, y que pronunció este salmo de dolorida confesión, fue el antepasado
directo del Mesías. De modo que, si el Judío consideraba a aquellos de quienes había
surgido el Mesías, así debía ser Él según Sus antepasados terrenales. Pero Dios registra
la exhibición bienaventurada de Sus modos de obrar, tanto para ganar a los más duros, a
los más soberbios y a los más pecadores, como para el indefectible consuelo y refrigerio
de aquellos que Le aman.
Esta es, entonces, la genealogía de Cristo tal como nos es presentada aquí. Hay
ciertas omisiones en la lista, y personas de cierta erudición han sido igualmente débiles y
osadas como para imputar al apóstol Mateo un error que ningún alumno de escuela
dominical inteligente habría cometido. Porque un niño copiaría lo que estuviera
claramente escrito ante él; y ciertamente Mateo podría haber tomado fácilmente el
Antiguo Testamento y haber reproducido la lista de nombres y generaciones que nos
presentan los libros de las Crónicas y otros lugares. Pero hubo un motivo divino para omitir
los nombres particulares de Ocozías, Joás y Amasías del versículo 8: tres generaciones.
Se nos puede permitir inquirir, ¿«Por qué motivo el apóstol Mateo suprime, obviamente
por inspiración, algunos de los eslabones de la cadena?» El Espíritu de Dios se complació
en organizar la ascendencia de nuestro Señor en tres divisiones de catorce generaciones
cada una. Ahora bien, como en realidad hubo más de catorce generaciones entre David y
el cautiverio, fue un asunto necesario que algunos fuesen descartados para igualar la
serie, y por lo tanto sólo son registradas catorce. De hecho, si ustedes examinan las
Escrituras del Antiguo Testamento se encontrarán con que no es poco común que en las
genealogías sean descartados algunos de los eslabones de la cadena. Más del doble que
en nuestro versículo son omitidos en un solo lugar. (Esdras 7: 3). Ahora bien, fue el propio
Esdras quien escribió ese libro y, obviamente, él conocía su propia ascendencia mucho
más familiarmente que nosotros. Y si cualquiera de nosotros, mediante una comparación
con otras partes, puede encontrar los eslabones perdidos, mucho más podía él. Y sin
embargo, al presentar su propia genealogía (Esdras 7), el Espíritu de Dios se complace en
omitir no menos de siete generaciones. Esto es aún más destacable ya que nadie podía
ejercer sus derechos como sacerdote a menos que pudiera remontar su línea hasta Aarón
sin ninguna duda en cuanto a la sucesión. No me cabe duda de que no hubo menos
motivos especiales para la omisión en otros lugares que en nuestro Evangelio; pero los
motivos para ello son un asunto muy diferente. Yo he nombrado uno de ellos. Hubo más
de dos veces catorce generaciones en al menos la segunda división; y este puede haber
sido un motivo para que el escritor omitiera varias de ellas. Pero, ¿por qué éstas en
particular? Atalía, la hija de Acab, rey de Israel, y esposa de Joram, había entrado
mediante matrimonio en la casa real de David; y fue una hora dolorosa para Judá. Pues
Atalía, enfurecida por el prematuro fin de su hijo, el rey Ocozías, fue culpable de un intento
demasiado exitoso de destruir el linaje real. Pero ello no pudo ser completado; porque esa
familia fue seleccionada, de entre todas las familias del pueblo de Dios, para no extinguirse
nunca del todo hasta que viniera Siloh. (Génesis 49: 10). No había más que un solo
descendiente joven, a quien Josaba (o Josabet) salvó ocultándolo en la casa del Señor.
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(2º Reyes 11: 1-3; 2º Crónicas 22: 10-12). La luz fue cubierta con un almud durante un
tiempo, pero no fue apagada. El que era en aquel entonces hijo de David apareció. Se
trató de una época en que Judá había caído en un mal múltiple y cada vez más profundo.
Pero, tan ciertamente como aquel joven Joás fue sacado de sus tinieblas, — tan
ciertamente como el sacerdote estuvo allí para ungir al rey y la unión de las dos cosas
cumplió el gran propósito de Dios, así será cuando los años de la rebelión del hombre
contra Dios se cumplan. Saldrá Aquel que ha estado oculto y olvidado durante mucho
tiempo, y todos los enemigos serán hollados; y entonces Judá florecerá realmente bajo el
Rey, el verdadero Hijo de David. Porque todo esto fue un tipo de la reaparición del
verdadero Mesías en breve. Pero mi intención no es explayarme ahora en eso tanto como
lo es indagar y sugerir brevemente el motivo por el cual estos pocos reyes son omitidos.
La respuesta parece ser que ellos surgieron de Atalía. Por lo tanto, ellos fueron
completamente pasados por alto. Nosotros encontramos a Dios indicando así Su disgusto
ante la introducción de esa estirpe malvada e idólatra de la casa de Acab. Los
descendientes de Atalía no son mencionados ni siquiera hasta la tercera generación. Este
parece ser el motivo moral por el cual encontramos tres personas excluidas en este punto
en particular. Luego, en el versículo 11 leemos: "Y Josías engendró a Jeconías y a sus
hermanos, en el tiempo de la deportación a Babilonia". Es evidente que el método es
sumario, pues Joacaz, a quien el pueblo hizo rey, y que reinó sólo tres meses no es
especificado, y Joacim a menudo es llamado por el mismo nombre que su hijo Jeconías.
Leemos ahora, "Y el nacimiento de Jesucristo [véase nota 4] fue como sigue.
Estando su madre María desposada con José, antes de que se consumara el matrimonio,
se halló que había concebido por obra del Espíritu Santo. Y José su marido, siendo un
hombre justo y no queriendo difamarla, quiso abandonarla en secreto. Pero mientras
pensaba en esto, he aquí que se le apareció en sueños un ángel del Señor", etcétera.
(Mateo 1: 18-20 - LBA). Aquí el ángel se le aparece a José en sueños. En Lucas el ángel
se le aparece a María. En Mateo es así porque José era la persona importante ante los
ojos de la ley; y sin embargo, el Mesías no debía ser, en realidad, hijo de José. Todo el
ingenio del hombre no podría haber entendido de antemano estos modos de obrar; todo
su poder no podría haber organizado las circunstancias. Si la ley exigía que Jesús fuera el
heredero de José, el profeta exigía que Él no fuera hijo de José, sino de una virgen. Dios
humillándose a Sí mismo era la necesidad del hombre; el hombre exaltado era el consejo
de Dios. ¿Cómo se iba a unir y reconciliar esto, y mucho más, en una sola persona?
Jehová-Jesús es la respuesta. Leemos, "Un ángel del Señor le apareció en sueños y le
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dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es
engendrado, del Espíritu Santo es". (Mateo 1: 20).
[Nota 4]. Muchas versiones antiguas sólo tienen, "Cristo", o, "el Cristo", en este versículo.
Dios responde a los escrúpulos del israelita piadoso y da a conocer esa muy
distinguida honra que Él había puesto sobre María bajo una apariencia que durante un
tiempo la había confundido y angustiado. Ella era la virgen misma que Dios había predicho
cientos de años antes (véase Isaías 7: 14), — y leemos: "Dará a luz un hijo, y llamarás
su nombre JESÚS". También aquí José iba a ser el que actuara públicamente, mientras
que en Lucas (Lucas 1: 31) María es la que nombra. La diferencia surge del punto de vista
que el Espíritu Santo nos presenta de la persona de nuestro Señor en los dos Evangelios.
En Lucas Él estaba demostrando que Jesús, aunque divino, era muy hombre, — un
participante de humanidad pero sin pecado. En nuestro caso se trata de una naturaleza
humana pecaminosa; en el caso de Él, era santa. Por eso, al hablar de Él simplemente
como hombre, en Lucas se dice: "Por lo cual también lo santo que va a nacer será llamado
Hijo de Dios". (Lucas 1: 35 – RV1977; RV1865). Así pues, Él fue verdadera y propiamente
un hombre, — el hijo de Su madre virgen; y como tal, Él también es llamado el Hijo de
Dios. En el Evangelio de Lucas demostrar Su santa cualidad de hombre fue un gran asunto;
mostrar cuán plena y adecuadamente Él podía ser un Salvador de los hombres y asumir
las aflicciones y la miseria, y en la cruz padecer por la pecaminosidad de los demás, — Él
mismo, el Santo. Él era el Hijo de Dios, el cual había tomado realmente naturaleza humana
en Su propia persona, el cual era perfecta y realmente un hombre tanto como cualquiera
de nosotros; pero un hombre sin pecado, pero santo, y no meramente inocente. Adán era
inocente; Jesús fue santo. La santidad no significa mera ausencia de mal sino poder
interior según Dios y, por lo tanto, poder para resistir el mal. Cuando Adán fue tentado,
él cayó. Jesús fue probado por todas las tentaciones y Satanás agotó sus asechanzas en
vano. Sin embargo, todo esto es muy adecuado para el Evangelio de Lucas donde se
muestra por ello que la humanidad propiamente dicha de Jesús emanó de Su nacimiento
(es decir, de Su madre). Su derecho legal al trono de David emanó de José, y en
consecuencia, José es el personaje prominente en el Evangelio de Mateo.
Pero Él tenía un título mayor que cualquiera que José podía transmitir incluso desde
David o Abraham; y esto debía ser atestiguado en Su nombre, Su humilde nombre de
Jesús, Jehová, el Salvador. "Llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de
sus pecados". El pueblo de Jehová era Su pueblo; y Él debía salvarlos, no sólo de sus
enemigos, sino de sus pecados. ¡Qué testimonio rendido a Él y para ellos! Bienaventurado
es que cualquier alma pecadora lo oiga; ¡cuán especialmente necesario para un pueblo
entonces hinchado con desmesuradas esperanzas de engrandecimiento terrenal en su
esperado Mesías!
"Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y
recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso
por nombre JESÚS". (Mateo 1: 24, 25). Algunos de los mejores manuscritos (el Códice
Sinaítico, el Códice Vaticano, etcétera) omiten, "su hijo primogénito", y presentan
sencillamente, "un hijo". Pero no hay duda que estas palabras son genuinas en Lucas 2:
7, de donde pueden haber sido introducidas aquí. La forma más corta me parece suficiente
para el propósito de nuestro evangelista.
Nosotros hemos estado verificando lo que habría sido de peculiar interés para un
Judío; pero que nosotros podamos encontrar también la bienaventuranza de estas
verdades para nuestras propias almas. Todo lo que exalta a Jesús, todo lo que exhibe la
gracia de Dios y derriba la soberbia del hombre está colmado de bendiciones para
nosotros. Mediante la bendición de Dios, siguiendo estas lecciones aún más lejos,
nosotros encontraremos de qué manera la sabiduría de cada una de Sus palabras queda
justificada mientras atendemos a este testimonio tan ilustre de Jesús el Mesías, de Su
rechazo por parte de Israel, y de las bendiciones que de allí emanan para nosotros, una
vez pobres Gentiles.
William Kelly
LBA = La Biblia de las Américas, Copyright 1986, 1995, 1997, 2000 por The Lockman Foundation, Usada con
permiso.
NC = Biblia Nacar-Colunga (1944) Traducido de las lenguas originales por:Eloíno Nacar y Alberto Colunga.
Ediciones B.A.C.
RV1977 = Versión Reina-Valera Revisión 1977 (Publicada por Editorial Clie).
RV 1865 = Versión Reina-Valera Revisión 1865 (Publicada por: Local Church Bible Publishers, P.O. Box 26024,
Lansing, MI 48909 USA).
VM = Versión Moderna, traducción de 1893 de H. B. Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas -
1166 PERROY, Suiza).
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Versión Inglesa:
https://www.stempublishing.com/authors/kelly/2Newtest/MATT_PT1.html#a1
www.graciayverdad.net
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