Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
RESUMEN
Lo femenino en los trastornos alimentarios:
Articulaciones entre feminidad y transferencia en la clínica de los trastornos
alimentarios.
2
Credo Ana
Amén
Credo Mía
Amén
3
Índice
1. Problematización 6
2. Marco Teórico 18
2.1 Lo femenino 18
2.1.1 Consideraciones freudianas sobre la diferencia sexual y la 19
sexualidad femenina
2.1.2 Françoise Dolto y la sexualidad femenina 26
2.2 Un enfoque psicoanalítico sobre los trastornos alimentarios 30
2.2.1 Trastornos alimentarios en Freud 32
2.2.2 Necesidad, demanda y deseo 36
2.2.3 Los trastornos alimentarios en Lacan 40
2.3 Transferencia 42
2.3.1 La transferencia como problema 46
2.3.2 Transferencia y trastornos alimentarios 48
2.3.4 Transferencia y feminidad 49
3. Objetivos de la investigación 55
3.1 Objetivo general 55
3.2 Objetivos específicos 55
4. Marco metodológico 56
4.1 Enfoque teórico – metodológico 56
4.2 Muestra 58
4.3 Estrategia de recolección de datos 58
4.4 Procedimientos 61
4.5 Consideraciones éticas 63
4.6 Carta Gantt 66
5. Presentación de Resultados 67
5.1 Análisis de entrevista #1 71
5.2 Análisis de entrevista #2 79
5.3 Análisis de entrevista #3 89
6. Discusiones 99
6.1 ¿Te vomito?: sobre el síntoma, estructura, transferencia y tratamiento de 100
los trastornos alimentarios.
6.2 ¿Me estás diciendo que me parezco a mi madre?: feminidad, cuerpo, y 107
transferencia en los trastornos alimentarios.
7. Conclusiones 113
8. Bibliografía 119
4
1. Problematización
Pese a que se suele pensar que los trastornos alimentarios, tanto anorexia nerviosa
como bulimia, son enfermedades recientes, estos poseen una larga data antes de haber sido
agrupados dentro de una categoría diagnóstica. Así se pueden reconocer tres etapas en la
historia del desarrollo de estos trastornos que preceden a su reconocimiento como entidades
médicas particulares (Skrabanek, 1983, citado por Guillemot y Laxenaire, 1994). La
primera de ellas, entre los siglos V al XVI, vincula este tipo de trastornos con experiencias
místicas, donde santas y poseídas dejaban de alimentarse, conduciéndoles esto a la hoguera,
siendo principalmente estos comportamientos atribuidos a causas sobrenaturales. Durante
este período en Italia se encuentra un gran número de mujeres canonizadas tras presentar un
comportamiento “anoréxico” con la finalidad de llegar a la santidad (Alonso, 2000). Un
segundo momento, desde el siglo XVI al XVIII, en que las causas de los trastornos
alimentarios siguen siendo asociadas a lo místico y lo sobrenatural, sin embargo los
médicos comienzan a tratar experimentalmente esta sintomatología debido al interés por
saber si se puede ayunar indefinidamente (Guillemot & Laxenaire, 1994). Se pueden ubicar
en este periodo los primeros escritos que describen los trastornos alimentarios, en especial a
la anorexia, que datan de 1694, como “Of a Nervous Consumption” de Morton (Feinstein y
5
Sorosky, 1988). En un tercer periodo, durante la segunda mitad del siglo XIX, los
trastornos alimentarios comienzan ha asociarse a patologías de carácter psicológico. La
anorexia nerviosa, claramente diferenciada ya de un adelgazamiento de tipo orgánico, se le
supone una etiología de orden psíquico. Durante este periodo se pueden hallar escritos tales
como “Anorexia Nervosa”, de Gull, y de Lasegue “On Hysterical Anorexia”, estos dos
últimos de 1873 (Feinstein y Sorosky, 1988), que se constituyen como las primeras
descripciones de la llamada “anorexia nerviosa”, nombre que hasta el día de hoy se
conserva. Las ayunadoras, se desplazan del terreno de lo santo y lo poseído al territorio de
la enfermedad (Guillemot y Laxenaire, 1994). Se destaca en esta etapa el afán por atribuir
un origen psicogenético, ligado a la histeria, donde el entorno familiar cumpliría un
marcado papel en el desarrollo de esta enfermedad. Más adelante se dejarán de lado las
hipótesis referidas a factores psicogénicos, para pasar a una explicación de la anorexia
nerviosa desde lo somático, tras el descubrimiento de Simonds, en 1914, de la caquexia
hipofisiaria, volviendo de esta forma a la explicación fisiopatológica, en base al error de
considerar los trastornos endocrinos como causa, siendo que son efecto del propio estado de
desnutrición que la persona padece por la falta de alimentación (Guillemot & Laxenaire,
1994). Finalmente se dejarán de lado la hipótesis fisiopatológica de los trastornos
alimentarios, básicamente basados en los trabajos de diversos psiquiatras, antes de 1960
fundamentados principalmente en el modelo de las neurosis. Asimismo a partir de aquella
década los escritos e investigaciones sobre el tema comienzan a proliferar, enfocados en
diferenciar de forma precisa los criterios diagnósticos de la anorexia nerviosa, como
también las formas de abordaje terapéutico, tanto psicoanalíticos, cognitivo conductuales,
biológicos y sistémicos, lo que por un lado favorece el tratamiento de estas pacientes, en
tanto abordaje multidisciplinar e investigativo multidisciplinar, pero que a su vez refleja
muchas veces una falta de consenso que desemboca en aproximaciones contradictorias
(Guillemot y Laxenaire, 1994).
6
En 1985 se acuñará el término de “bulimia nerviosa” que se caracterizaría por los periodos
de sobreingesta, donde su cualidad particular estaría dada por la repetición de los episodios
bulímicos y por darse fuera de un cuadro de anorexia nerviosa (Guillemot y Laxenaire,
1994).
7
Se pueden encontrar diversas definiciones de Anorexia en la bibliografía que trata
sobre el tema. Para Raich (1994) sería “un trastorno grave de la conducta alimentaria en la
que la persona que la padece presenta un peso inferior al que sería de esperar por su edad,
sexo y altura” (p. 21), y según la OMS (1992) “la anorexia nerviosa es un trastorno
caracterizado por la existencia de una pérdida de peso deliberada, inducida o sostenida por
el mismo paciente”, para Rausch y Bay (1995), la anorexia nerviosa se define como “un
síndrome que afecta generalmente a mujeres adolescentes, pero también prepúberes,
mujeres mayores y, en menor medida a hombres, caracterizado por una pérdida de peso
autoinducida por medio de la restricción alimentaria y/o el uso de laxantes y diuréticos,
provocación de vómitos o exceso de ejercitación física; miedo a la gordura, y amenorrea en
la mujer o pérdida de interés sexual en el varón” (p. 42). En cuanto a la bulimia Nerviosa
Raich la define como un “trastorno severo de la conducta alimentaria en la cual muchos
individuos, casi siempre mujeres, presentan frecuentes episodios de voracidad, vomitan
habitualmente o, más raramente, toman laxantes o diuréticos para prevenir el aumento de
peso” (Raich, 1994, p. 25), la mayoría de estas pacientes mantienen un peso normal,
presentándose en mujeres de mayor edad que en el caso de la anorexia. Este cuadro pasa
mucho más desapercibido que la anorexia debido a que no genera tantos cambios físicos,
por lo cual es más complicado su detección (Raich, 1994).
8
En cuanto a las manifestaciones clínicas de la anorexia nerviosa cabe destacar las
distintas alteraciones en los mecanismos de control neurofisiológicos, así como los distintos
sistemas. Emergen diversos signos de desnutrición crónica, lo cual se aprecia en el marcado
estado de delgadez de la paciente. Las dietas que se llevan a cabo por parte de las pacientes
anoréxicas se enfocan en evitar alimentos ricos en grasas y calorías, lo cual afecta en los
niveles de glucosa, manifestando muchas veces cuadros de hipoglucemia. Las
anormalidades menstruales son otro de los indicadores que a menudo se presentan,
constituyéndose para algunos autores en un criterio necesario para el diagnóstico de
anorexia (Cervera & Quintanilla, 1995).
9
persisten durante varios años incluso siendo tratados en psicoterapia, se puede hablar de
una mejoría cuando más allá de lograr la recuperación del peso (lo cual se puede hacer de
manera artificial) se consigue corregir la distorsión de la autoimagen somática (Peña y
Lillo, 1993).
Lo que aparece realmente grave detrás de estos trastornos, tiene que ver con el daño
biológico y orgánico que estos pacientes sufren, y que convierte a los trastornos
alimentarios en un tipo de patología psicológica que necesita atención urgente y de carácter
multidisciplinar (Heiker y Miller, 1994). En primer lugar la mortalidad de este tipo de
10
trastornos en mujeres jóvenes y adolescentes asciende hasta el 0,56% anual en la población
mundial, unas 12 veces la cantidad esperada en este rango. En el caso de las pacientes que
sobreviven a este tipo de trastornos, la desnutrición sufrida les termina por causar graves
déficit en todos sus sistemas orgánicos (Menéndez, 2003).
11
“aunque algunos datos sugieren la existencia de picos bimodales a los 14 y 18 años. Es muy
rara la aparición de este trastorno en mujeres mayores de 40 años” (American Psychiatric
Association, 2002, p. 557). Sobre el pronóstico y la evaluación de la anorexia y la bulimia
es difícil encontrar información pues el curso de esta enfermedad varía considerablemente.
Estudios de seguimiento señalan que los trastornos alimentarios, en especial la anorexia
nerviosa, tienen una tasa frecuente de recaídas. Además dos tercios de las pacientes mujeres
se recuperan, y el 15% de ellas muere debido a la enfermedad o complicaciones asociadas a
ella (Sours, 1972). En Chile, según la “Asociación Chilena en contra de la Anorexia y
Bulimia”, se estima que el 99% de los 105.000 casos, de alguno de estos dos trastornos, son
mujeres (Gálvez-Carlisle, 2005).
12
mediático (Noriega y Pizano, 2006). En segundo lugar se ha olvidado que todo
acontecimiento tiene una determinada historia y que es “algo fundamental en su abordaje
desde cualquier estudio, algo que han dejado de lado en el estudio de lo que llaman
anorexia (Noriega y Pizano, 2006, p. 6), olvidando que la anorexia tiene una larga data en
la historia de la humanidad. Así mismo Noriega y Pizano (2006), piensan que se ha caído
en la “psiquiatrización excesiva” de la anorexia y la bulimia, y con ello un bajo peso y un
par de síntomas en un cuerpo delgado podrá ser rotulado fácilmente de anorexia,
encausando su tratamiento sobre el camino de la buena voluntad y un consejo de “come y
mejora tu autoestima”, a lo que responden “esto no es un saber, es por sobre todo un poder”
(Sauval, citado por Noriega y Pizano, 2006, p. 6).
Es por ello que se pretende abordar tal interrogante desde la teoría y postulados
psicoanalíticos, prestando atención a la importancia que tiene para esta teoría la
psicogénesis de distintos tipos de padecimientos psíquicos, de acuerdo a la relevancia que
se le otorga al desarrollo psicosexual infantil como lugar donde se originan éstos.
13
Freud relacionaba la fase de la ligazón madre con la etiología de la histeria, además
de encontrar en esta relación un fundamento para la paranoia, con relación a la angustia que
emerge bajo la fantasía de ser devorada por la madre, íntimamente relacionada con la gran
hostilidad antes descrita. Tales ejemplos tienen como fin remarcar la importancia que existe
en la formación de cuadros psicopatológicos la manera en que el periodo preedípico fue
vivenciado por la mujer, considerando toda la serie de fijaciones y represiones que en el
recorrido de la niña, hasta el advenimiento de su feminidad, pueden haberse generado
(Freud, 1931).
Así para este estudio, la fase preedípica se constituirá como el marco privilegiado
para pensar los trastornos alimentarios, a la luz de la constitución de la sexualidad
femenina, estableciendo un punto de partida en la relación que puede existir entre los
trastornos de la alimentación y lo femenino, desde la cual se llevará a cabo una
14
profundización acerca del carácter fundamental que tiene la ligazón madre-hija y su posible
relación con el desarrollo de estos trastornos.
Aún así existe una dificultad que debe ser mencionada. Esta dificultad radica en
relación a la forma de acceder al contenido de la fase preedípica, que según Freud es muy
difícil de asir, debido a su vaguedad y antigüedad, producto de “una represión
particularmente despiadada” (Freud, 1931, p. 228), que como antes se había señalado, es
producto de la gran intensidad de la relación entre madre e hija durante este periodo.
De esta manera se hace necesario encontrar una puerta de entrada que permita el
acceso a tales contenidos preedípicos en pacientes con trastornos alimentarios, material
claramente importante en la psicoterapia con este tipo de pacientes.
15
significado desde el cual se puede extraer y traer al presente aquellas características de la
fase preedípica que estarían a la base de los trastornos alimentarios.
16
2. Marco Teórico
2.1 Lo femenino
Ocurre que la vida infantil es de difícil acceso desde la vida adulta, pareciera que
estos primeros años de infancia son recubiertos por una suerte de amnesia que impide el
acceso a estos (Freud, 1905). Sin embargo “no puede tratarse de una desaparición real de
las impresiones infantiles, sino de una amnesia semejante a la que observamos en
neuróticos respecto de vivencias posteriores y cuya esencia consiste en un mero
apartamiento de la conciencia (represión)” (Freud, 1905, p. 159). Freud vendrá a decir que
esta amnesia infantil convierte la infancia en un tiempo anterior, una suerte de prehistoria
que le oculta el inicio de su vida sexual (Freud, 1905).
Para comenzar a entender la obra de Freud y sus trabajos sobre diferencia sexual y
sexualidad femenina, es necesario entender el rol que cumple la sexualidad infantil en el
desarrollo psíquico. “Mis trabajos y los de mis discípulos sustentan con decisión cada vez
mayor, el reclamo que el análisis de los neuróticos penetren también en el primer periodo
de la infancia, la época del florecimiento temprano de la vida sexual” (Freud, 1925, p. 267).
Solo bajo el estudio de las primeras mociones sexuales en la infancia temprana permitirán
17
entender el desarrollo libidinal, y por ende psíquico. La importancia que Freud otorga a la
sexualidad temprana, no solo tiene un aspecto teórico, sino que también un revestimiento
técnico, pues aunque el análisis de la primera infancia sea oscuro, lento y trabajoso, es vital
en el desarrollo del aparato psíquico y sus estructuras (Freud, 1925).
Es por esto que para el psicoanálisis definir qué es la feminidad siempre ha sido un
tema muy disputado y complejo de definir. Los distintos acercamientos a la pregunta por la
mujer, por su sexualidad y su subjetividad, no ha sido una materia fácil de abordar para el
psicoanálisis y los psicoanalistas, especialmente porque la obra de Freud no tiene
problemas para enunciar sus teorías sobre lo masculino, sin embargo lo femenino se le
presenta como un enigma, que trata de solucionar desde la sexualidad masculina a través de
la lógica de la “presencia y ausencia” del pene. La intención es partir desde este punto, y
para recopilar los antecedentes teóricos de la feminidad y su constitución subjetiva, se
desarrollarán argumentos que se inician desde postulados freudianos sobre la feminidad,
desarrollados en su mayoría en el texto “Sobre la sexualidad femenina”, de 1931, y también
de las líneas teóricas de Françoise Dolto en su texto “Sexualidad Femenina: la libido genital
y su destino femenino” (1996), dentro de otros textos.
18
lo tanto estas ideas estarían íntimamente relacionadas con un desarrollo psíquico en la
infancia, que permitiría hablar de “teorías sexuales típicas” en palabras de Freud (Freud,
1908).
La primera de estas teorías sexuales infantiles tiene que ver con la universalidad del
pene. “Ella consiste en atribuir a todos los seres humanos, aún a las mujeres, un pene”
(Freud, 1908, p. 192). En este momento de la sexualidad infantil, los niños suponen a todos
los seres humanos un pene, así este adquiere un papel fundamental, por lo que no habrá un
primado genital, sino un primado del falo. La presencia de otros genitales, como la vagina,
no tendrá lugar en este proceso pues la presencia/ausencia del pene será la lógica rectora en
el desarrollo psicosexual infantil. Solo tres años antes Freud habrá enunciado en sus tres
ensayos que la analogía del pene en la niña, durante esta fase del desarrollo sexual, será el
clítoris, zona rectora de la sexualidad femenina, percibido como un pequeño pene. En esta
fase la niña se comportará como un pequeño varoncito, pues mientras este se provoca
placer estimulando su pene, la pequeña niña hará lo propio con su clítoris (Freud, 1905).
Esta idea se reafirma con las teorías sexuales infantiles; el niño al observar la falta de
genitales en la niña no tendrá efecto alguno aún, en tanto su hipótesis ha “prejuiciado” ya lo
suficiente para que el clítoris sea atribuido en la niña como un pene que aún no se ha
desarrollado completamente, no hay “falta” aún porque la teoría de la universalidad del
pene le impide evidenciar aquello de tal forma que la diferencia anatómica no tendría lugar
en las investigaciones sexuales del pequeño varoncito (Freud, 1908). El momento de la
constatación de la diferencia sexual tendrá lugar unos años después en la vida del infante.
19
por fin quiebra la incredulidad del niño es la de los genitales femeninos” (Freud, 1924, p.
183). Acá entra por primera vez la noción de amenaza de castración, amenaza que se
pondrá a trabajar una vez que el niño constate la diferencia sexual en una semejante mujer y
evidencie la ausencia de pene. Así en el niño comenzará a circular la idea que el pene puede
ser perdido, removido o cortado, la amenaza de castración se convertirá en una angustia de
castración en tanto que con esta observación para el niño se le ha representado la pérdida
del propio pene (Freud, 1924).
20
sentir sus efectos por más reprimidos que se encuentren, la estructuración psíquica que han
hecho será definitiva y permanente en la subjetividad de este niño (Freud, 1924).
Pese a que el panorama del desarrollo psicosexual para el varoncito es claro y bien
detallado, Freud tilda del desarrollo femenino como “oscuro y lagunoso” (Freud, 1924). La
mujer desarrolla también un complejo de Edipo, sin embargo diferente al masculino. ¿Cuál
sería entonces el camino de la niña donde renuncia a su primer objeto amoroso? El
complejo de Edipo tendría una larga prehistoria, que como una formación secundaria, sería
relevante de entender para el desarrollo psicosexual de la niña. (Freud, 1925).
21
En su experiencia clínica con pacientes mujeres, Freud realiza agudas observaciones
sobre las mujeres con intensa ligazón-padre de carácter erótico, y es en éstas que se apoya
para adoptar ciertas concepciones sobre la sexualidad femenina, siendo dos los
descubrimientos que realiza. El primero de ellos tiene que ver con que “toda vez que existía
una ligazón-padre particularmente intensa, había sido precedida, según el testimonio del
análisis, una fase de ligazón-madre exclusiva, de igual intensidad y apasionamiento”
(Freud, 1931, p. 227). El complejo de Edipo en la niña poco aporta al desarrollo de la
sexualidad, pues no hace más que reafirmar lo que ha ocurrido antes de él, pues parecería
ser mucho más relevante lo que ocurre en la “prehistoria” del drama edípico, donde hay una
fuerte identificación de la niña con la madre, Freud dice que “la fase de la ligazón madre
exclusiva, que puede llamarse preedípica, reclama una significación muchísimo mayor en
la mujer (…) (…) el vínculo madre fue el originario; sobre él se edificó la ligazón-padre”
(Freud, 1931, p. 232). La fase preedípica en la mujer alcanza una significación que no le ha
sido otorgada hasta este momento, puesto que deja el espacio necesario para todas las
fijaciones y represiones provocadas en la génesis de la neurosis, haciendo que parezca
necesario privar del carácter de universal al complejo de Edipo como núcleo exclusivo de la
neurosis (Freud, 1931). “La mujer llega a la situación edípica normal positiva luego de
superar una prehistoria gobernada por el complejo de Edipo negativo” (Freud, 1931, p.
228), donde el padre deviene como algo secundario (al igual que el falo) y de hecho para la
niña el padre no es más que un rival “fastidioso”. Esto hace que Freud renuncie, hace largo
tiempo como él lo explicita, a la idea de encontrar un desarrollo paralelo y uniforme entre
la sexualidad masculina y femenina (Freud, 1931).
En el comienzo de este apartado se ha dicho que son dos los hechos que Freud logra
observar en su clínica con mujeres, el primero ya ha sido enunciado como la incidencia e
importancia que esta fase tiene en la constitución subjetiva de la mujer. Freud dirá que “no
se puede comprender a la mujer si no se pondera esta fase de la ligazón-madre preedípica”
(Freud, 1933, p. 111). La segunda observación tiene que ver con la prolongada e inusitada
duración de esta fase, y la represión de la cual es víctima haciéndola sucumbir ante ella y
desalojando sus contenidos de la conciencia. Freud afirma que “en este ámbito todo me
22
parece tan difícil de asir analíticamente, tan antiguo, vagaroso y apenas reanimable” (Freud,
1931, p. 228), manteniéndola sepultada en el inconsciente de la mujer y oculta de su propia
intelección (Freud, 1931). ¿Dónde se encuentra aquello de carácter tan intenso que
convierte en algo tan importante el desarrollo de la fase preedípica? En este periodo los
vínculos con la madre son diversos, pues atraviesan varias fases de la sexualidad infantil,
con caracteres orales, sádicos y fálicos, en mociones tanto activas como pasivas (Freud,
1931). Además estas mociones son “por completo ambivalentes, tanto de naturaleza tierna
como hostil-agresiva. Estos últimos suelen salir a la luz únicamente después de que han
sido mudados en representaciones de angustia” (Freud, 1931, p. 229). En este punto es
importante introducir la pregunta por el cómo la etapa preedípica se va al fundamento y da
paso al complejo de Edipo, constituyéndose en su forma femenina. Freud propone que en
este proceso colabora el complejo de castración, sin embargo ¿Cómo puede operar el
complejo de castración en alguien que ya ha sido castrado? ¿Cuáles pueden ser los posibles
destinos de la castración en el desarrollo sexual de la pequeña niña? El complejo de
castración producirá, a diferencia del varón donde el complejo de Edipo se va al
fundamento, que la niña entre en el influjo del Edipo, vale decir, que para la niña la
castración producirá que pueda hacer esta mudanza de una fase preedípica a una fase
Edípica, con todo lo que ello implica. Una de las similitudes entre el desarrollo sexual de la
mujer y el varón en Freud, es la predominancia de la anatomía y las consecuencias que
tiene la genitalidad propia de cada sexo en la estructuración subjetiva del sujeto. El dato
anatómico es de vital importancia para el desarrollo de la sexualidad tanto en el varón como
en la mujer. En este aspecto, y en relación a la sexualidad femenina, Freud plantea que el
carácter bisexual constitucional de ambos sexos, se ve mucho más acentuado en la mujer
que en el varón, pues mientras que el niño tiene una sola zona rectora, el pene, la mujer
posee dos de ellos: la vagina, órgano propiamente femenino, y el clítoris, correlato
femenino anatómico del pene. Freud supone que durante muchos años la vagina es como
“si no estuviera” en la mujer, con una genitalidad preferentemente clitoriana en la temprana
infancia de la niña, haciendo de esta primera fase, una fase de carácter masculino. Cuando
la pequeña niña cambia de objeto amoroso, hay una transmudación de esta fase masculina y
clitoriana, a una posición característicamente femenina donde el órgano rector será la
23
vagina. En la mujer habría un traslado de una fase a la otra, simbolizada en la
transmudación de la genitalidad, que no tiene correlato alguno en el varón (Freud, 1931).
De la forma en que la niña viva su fase preedípica, aparecerán los posibles destinos
de la sexualidad femenina luego del complejo de Edipo y el influjo de la castración. Freud
propone tres: en el primero la mujercita aterrorizada por la comparación con el varón,
queda descontenta con su clítoris y renuncia a la sexualidad. En el segundo, en una
24
“porfiada autoafirmación”, retiene su masculinidad amenazada, y con ella la esperanza de
tener un pene, hasta épocas increíblemente tardías. A veces esta vía implica elecciones
homosexuales de objeto en la mujer. Solo en una tercera vía, la mujer deviene en una
sexualidad y configuración femenina, en donde toma al padre como objeto, hallando así la
forma femenina del complejo de Edipo, como resultado de un desarrollo más prolongado en
la mujer, donde no es destruido por el influjo de la castración, sino creado por él (Freud,
1931).
Aunque esta tercera vía pareciera ser el camino a una feminidad “normal”, la niña
sigue deseando tener un pene, producto de esta envidia en que ha caído presa previamente
debido a que la madre no le ha permitido tener un pene. La niña culpa a la madre de este
hecho. Freud va a afirmar que la situación solo se normalizará en tanto que la niña sustituya
el deseo del pene por el deseo de un hijo, y no cualquier hijo, sino un hijo que sea del
Padre. A la hostilidad que la niña le tiene a la madre debido a que le ha “traspasado” la falta
de pene, se suma una nueva moción agresiva en tanto que en este deseo de la niña de tener
un hijo del Padre, la madre se convierte en un nuevo rival: ella recibe todo lo que la hija
espera recibir por parte del padre. Con esto la niña se identifica a la madre, a quien desea
sustituir, y es capaz de asumir una posición subjetiva femenina y comienza a vivir como
mujer.
25
En Dolto (1996), al igual que en la línea freudiana, el desarrollo de la sexualidad
está determinado en su totalidad por la estructura libidinal, y aunque genitalmente el ser
humano es “monosexuado”, en cuanto a sus emociones y deseos, tanto el hombre como la
mujer tendrían un carácter bisexual. Dolto afirma que “la libido aparece actuando desde el
origen de la vida del ser humano en una dialéctica narcisista” (Dolto, 1996, p. 83). Desde
un período “pasivo” de la libido, cuando esta es pregenital aún, pareciera que ya está
animando la función simbólica, bajo la evidencia que “ello se ve con claridad en lo
referente al individuo adulto y a la trama dialéctica narcisista e interrelacional, en lo que
tiene ésta de intersubjetivo” (Dolto, 1996, p. 84). La libido permite que el sujeto esté
inserto en una dinámica simbólica desde un comienzo en tanto, en este caso el feto
femenino, “va creciendo y se forma sin conocimiento de nadie y, sin embargo, está muy
marcado ya por la influencia, tranquilizadora o ansiógena de los afectos libidinales de la
madre” (Dolto, 1996, p. 84). Desde un comienzo bastante temprano los afectos de la madre
ya van revistiendo el cuerpo de la niña, o de este “feto femenino” como Dolto la denomina
durante la gestación, y con ello se comienza tempranamente a determinar estos primeros
aspectos que más adelante se pondrán en juego junto a otros factores para determinar el
desarrollo de esta sexualidad y subjetividad femenina (Dolto, 1996). Dolto encuentra en su
experiencia clínica evidencias que le permiten afirmar que el desarrollo de la sexualidad se
pone en juego desde la gestación, ya que en la clínica con adultos es posible percibir las
huellas vitalizadoras o desvitalizadoras, ya que la vida fetal es “siempre actuante” (Dolto,
1996). Si la libidinización que hace la madre de este feto juega un rol importante para el
futuro, los fantasmas de la madre y la interferencia que tengan en su relación con la hija
también serán importantes de considerar, pues según Dolto “se puede decir que los
verdaderos traumas psicógenos son los que afectan a la madre a raíz del objeto de su deseo:
sea un deseo oculto, sea el rechazo de su persona a consecuencia de su gestación” (Dolto,
1996, p. 85). Una vez que Dolto ha reconocido la importancia de las mociones libidinales
de los padres durante la gestación del feto femenino, empieza a ver el desarrollo desde el
nacimiento de la bebé. “Todo nos lleva a creer que el lactante sano desde el punto de vista
libidinal y orgánico siente su modo de estar en él en perfecta resonancia con los afectos de
sus dos progenitores en el nacimiento, con la reacción emocional de estos ante la primera
26
diferencia del bebé: su sexo masculino o femenino” (Dolto, 1996, p. 89). La pequeña bebé
si ha nacido en un buen estado físico, y la madre también está en buenas condiciones
orgánicas, es capaz de establecer una relación “edípica precoz”, es capaz de instalarse en
una transferencia objetal, se puede afirmar que es una niña sana, capaz de estructurarse en
una relación libidinal con la madre (Dolto, 1996). “La relación niña-madre marcará a la
primera de una manera indeleble en sus modalidades emocionales y sexuales ulteriores”
(Dolto, 1996, p. 90). Durante este estadio donde la niña está ligada íntimamente a la madre,
todas sus satisfacciones provienen exclusivamente del orden de los sentidos, la voz de la
madre, el verla, los cuidados que le promulga ella a su bebé, y todo aquello que es
vinculado con la presencia de la madre, hace que la bebé la tome como un primer objeto
percibido como fálico. La presencia de la madre es percibida como vigorizante por la bebé,
y si esto no ocurre, si la pequeña niña percibe a su madre como desvigorizante, su presencia
provoca en ella comportamientos y reacciones perturbadas: anorexia, trastornos digestivos
y vegetativos, toxicosis. Así desde un principio, queda marcada en la estructuración
subjetiva de la mujer la importancia de la fase preedípica y la ligazón-madre (Dolto, 1996).
De forma precoz, y sin salir aún del preedipo, la bebé comienza a tener sus primeras
atracciones heterosexuales. Durante las primeras mamadas, la niña ya habiéndose nutrido
de la leche materna y con cuidados corporales satisfechos, aparta su rostro de la mirada de
la madre al acercarse otro hombre y se orienta hacia él. Según Dolto, habría algo del orden
olfativo que llamaría su atención, pues este precede el acceso a la visión y puede notarse
incluso en niñas sordas o ciegas. Con la niña ya satisfecha provisionalmente de sus
cuidados más básicos, la limpieza y la alimentación, Dolto (1996) afirma que la feminidad
“recorre todo el cuerpo de la niña” reaccionando a la masculinidad que emana del cuerpo
del hombre. Si el padre entra a la escena en un momento que la niña necesita de algún tipo
de cuidado, alimentación, hambre, limpieza o excreción, ella no le prestará atención, pues
en ese momento “la madre es el objeto electivo de su deseo” (Dolto, 1996, p. 92). Durante
toda la lactancia se podrá observar este mismo espectáculo. En este punto comienzan las
primeras diferencias entre la constitución del niño y la niña, cuando esta escena se produce
frente a la niña, la madre rechace o acepte al hombre que entra, la niña sentirá un grado de
atracción, mientras que en el niño siempre habrá a lo menos un grado de reticencia frente al
27
hombre que irrumpe en la escena (Dolto, 1996). Aunque algunos autores ven en este
proceso algunos componentes edípicos, estos son rechazados por Dolto, pues solo lo
denomina como unos “primeros jalones” de la organización sexual de la niña. Hasta acá, la
niña es un conjunto de mociones libidinales preobjetales en vías de organizarse, para dar
curso a su subjetividad (Dolto, 1996).
28
prácticas onanistas, y a través del “cuidado de otros”, como por ejemplo lo es el juego con
muñecas, por la dinámica narcisista que encierra jugar con ellas, comenzando a
identificarse con el lugar de la madre, a través del deseo del hijo con el Padre, porque “este
es quién le dio la muñeca” (Dolto, 1996). Una niña en cuya fase preedípica la ligazón-
madre le haya proporcionado de una vía adecuada para el desarrollo de su feminidad, sin
sufrir grandes obstáculos, llegará al Edipo para asumirse como mujer: deseando a los
hombres y asumiendo a ese deseo. Le reprocha a menudo a su madre no haberla hecho
varón, y le reprocha “tú, mala, que no lo tienes, y a la que yo no deseo” (Dolto, 1996, p.
116). Libidiniza su vagina, y le duele su “sexo”, como una pantomima de seducción de su
deseo de ser penetrada. El contexto del Edipo en la niña, manifiesta un cierto número de
cosas: “su diferencia en cuanto al sexo y su orgullo por esta diferencia (…) (…) luego el
hecho de que esté preparada para la recepción de formas puntiagudas, manejadas por los
hombres, aunque eso deba de doler; espera la penetración” (Dolto, 1996, p. 117), buscando
el permiso de su cuerpo para que todo aquello que conoce de su forma corporal receptora y
turgente, la vagina que ha encontrado narcisistamente, convirtiéndose así para su cuerpo, en
una especie de imagen de la madre.
29
sangrante, emaciado, destruido, al que alimenta o restringe más allá de la necesidad?”
(Heiker y Miller, 1994, p. 20). Son pacientes que bordean la muerte, que son capaces de
relegar a un segundo plano su salud orgánica por la interferencia que el deseo logra sobre el
alimento y su función nutricia. Por esto es posible afirmar que los trastornos alimentarios
hacen patente que el orden biológico y el orden simbólico no son homologables ni tienen
un funcionamiento integrado, conjunto y sincronizado: no toda necesidad, ligada a lo
biológico, puede ser traducida a una demanda ligada a lo simbólico (Heiker y Miller, 1994).
Ya había sido abordado aquello del orden de lo simbólico puesto en juego en estos
trastornos, en relación a lo planteado por Lacan acerca del comer nada, propuesta que los
autores Marcelo Hekier y Celina Miller, proponen a su vez como deseo de nada. Cabe
destacar la importancia y el vuelco que se da a la comprensión de la anorexia y bulimia,
poniendo en juego aquello que Lacan destacaba, en relación a que lo que se ponía en juego
en la anorexia mental era la actividad misma del alimentarse y no el objeto, es decir, el
alimento. En el momento mismo en que esta relación pasa a estar erotizada, formando parte
de la libido, el asunto adquiere otro tipo de interpretaciones para una escucha analítica.
La gran parte de los tratamientos se centran en el síntoma mismo, lo cual genera una
relación de estas pacientes al discurso médico bastante particular. Estas pacientes “son
expertos en todo tipo de conocimientos acerca de temas referidos a la alimentación y a los
cuidados del cuerpo” (Hekier & Miller, 1994, p. 14), aforrándose de una u otra forma a este
tipo de definición propia. El trabajo por parte del analista deberá entonces tener en cuenta
aquello propio del acto, en cuanto constante lucha contra el desmoronamiento del sujeto.
Deberá más allá de llenar la boca de palabras, de diagnósticos, lograr establecer un lugar
para la pregunta, relanzar y contrarrestar el rechazo al saber que estas pacientes presentan,
ensimismadas en un goce donde no caben preguntas (Hekier & Miller, 1994).
El síntoma mismo, el vomitar, los atracones ponen de manifiesto una verdad del
sujeto, algo de la incorporación y expulsión “…dramatizando la pérdida y el reencuentro
con el objeto a”, aquello necesario para la construcción del sujeto en tanto deseante y que
como ya se vio anteriormente se confunden, o se ponen en un mismo nivel aquello del
30
orden deseante, simbólico y aquello propio de la necesidad, y es ahí donde se presentan las
dificultades para el tratamiento de estas pacientes, en el sentido de lo difícil de acceder a lo
relativo al deseo y la transferencia (Hekier & Miller, 1994).
Las primeras referencias que se pueden encontrar en la obra de Freud datan de 1892,
en el texto “Un caso de curación por hipnosis” donde una paciente histérica manifestaba en
31
los periodos de lactancia de sus tres embarazos diversos tipos de síntomas, “…la leche no
era abundante, le causaba dolores poner el niño al pecho, se mostraba inapetente, le
sobrevino una peligrosa repugnancia a alimentarse…” (Freud, 1892-93, p. 152), y en
relación al mismo caso, al momento de tener un segundo hijo “…la joven madre devolvía
todo alimento, caía en un estado de irritación cuando veía que se lo traían a su cama, estaba
absolutamente insomne y tan desazonada por su ineptitud…”. Se puede apreciar aquí la
emergencia de ciertos síntomas relacionados a trastornos alimentarios, que en este caso se
encuentran relacionados a una neurosis histérica. La inapetencia y la repugnancia a los
alimentos aparecen más adelante como, “…una serie de signos objetivos en el tracto
intestinal que la simulación no podría producir”, distinguiendo estas conductas alteradas de
una simulación propiamente tal.
32
En “Estudios sobre la histeria” (Breuer y Freud, 1893-95), se encuentran también
variadas referencias de síntomas relacionados con pérdida de apetito, asco, “…vómitos
permanentes y anorexia hasta llegar al rehusamiento de toda comida…” (p. 30), en el
historial clínico de Anna O. descrito por Breuer: “…pero poco a poco empeoró tanto su
estado de debilidad, anemia, asco ante los alimentos…” (p. 48), “Si ya antes había tomado
mínimas porciones de alimento, ahora se rehusaba por completo a comer…” (p.52), “…sin
que los primeros tres días con sus noches, siguientes a la mudanza, los pasara sin dormir ni
probar bocado alguno, con repetidos intentos de suicidio…” (p. 53), “el constante
sentimiento de angustia la estorbaba al comer y poco a poco le produjo un asco intenso.”
(p.63).
Dentro del historial de Emma von N., (Breuer y Freud, 1893-95) se encuentra una
detallada descripción que realiza el propio Freud, sobre una escena relacionada a problemas
en la alimentación de esta paciente:
En este caso es importante señalar que Freud se referirá a esta sintomatología como
“anorexia”, explicando esta relación a la comida como interferida por recuerdos del pasado
que producirían el asco a alimentarse, debido al monto de afecto que no ha logrado
aminorarse (Breuer & Freud, 1893-95).
33
la sintomatología ligada a la alimentación en los cuadros histéricos, algo que vuelve a
aparecer en “La etiología de la histeria” (Freud, 1896) formando parte de una “serie de
fenómenos histéricos frecuentísimos (el tenesmo vesical, la sensación de defecar,
perturbaciones de la actividad intestinal, atragantamientos y vómitos, indisposiciones de
estómago y asco a los alimentos)” (p. 212, 213). Cabe destacar la relación que pone de
manifiesto Freud entre el asco y el afecto asociado a él, tal como lo relata acerca de una
paciente: “Ya de niña, su madre, muy severa, cuando ella rechazaba la carne en el almuerzo
la obligaba a comerla dos horas después de levantada la mesa, fría, con la grasa endurecida;
lo hacia con gran asco, y conservó el recuerdo de ello, de suerte que más tarde, cuando ya
no estaba sujeta a ese castigo, seguía yendo a la mesa con asco” (Freud, 1893, p.34).
Otra referencia importante es la que se encuentra en “El caso del hombre de los
lobos” (Freud, 1914 [1918]), donde la reflexión gira entorno a la pulsión oral, vinculado a
un periodo de perturbación en el comer que sufrió este paciente en su niñez. Dentro de estas
puntualizaciones Freud se refiere a la anorexia que niñas en la pubertad sufren, entendida
esta perturbación como una desautorización de lo sexual. Sauval señala entorno a lo que
Freud propone en esta referencia, un pasaje que va desde considerar el síntoma anoréxico
como parte de un mecanismo histérico, a ser pensado en relación al desarrollo libidinal y
los distintos estadios de la libido, donde el papel de la oralidad adquiere relevancia (Sauval,
2001).
34
Después de este recorrido por la obra de Freud acerca de los trastornos alimentarios,
se realizará similar tarea a través del trabajo de Lacan, con el fin de extraer de ambos
autores ciertos lineamientos teóricos que permitan pensar y comprender más a fondo la
sintomatología asociada con trastornos de la alimentación.
Para poder referirse a necesidad, demanda y deseo hay que remontarse a las
primeras vivencias de satisfacción de un ser humano, momento en el cual se puede entender
la distinción radical existente entre necesidad y deseo, y el papel que cumple la demanda en
tal distinción. En este sentido las primeras experiencias psíquicas de un infante podrían
describirse como experiencias de satisfacción, donde las vivencias de alimentación cobran
un papel predominante al momento de trabajar e interrogar entorno a tales momentos en la
historia de un sujeto.
En primer lugar habría que pensar el lugar donde la pulsión se ubica, es decir entre
lo psíquico y lo somático, destacando con esto un punto de origen y de anclaje que lo
psíquico tiene en el cuerpo. En primer lugar hay que pensar en el infante y sus distintas
35
necesidades, las cuales exigen una satisfacción inmediata, que ha de producirse en un
registro esencialmente orgánico. Es por este importante hecho que la meta de satisfacción
de estas primeras mociones pulsionales le serán impuestas, sin mediación psíquica, es decir
sin una representación. Se aprecia aquí lo que es la necesidad en un estado puro, donde la
satisfacción, si es que ocurre, es completamente plena (Dor, 1986).
36
necesidad de buscar alimento” (Freud, 1905, p.165). El cuerpo de esta forma se anticipa,
debido a esta primera experiencia erótica, mediante la imagen mnémica que queda anclada
a la pulsión, surge lo que puede llamarse deseo. Eso es a lo que se refiere Freud cuando
habla acerca del divorcio existente entre satisfacción y necesidad, ya que el niño no se
saciará del todo pese a obtener el alimento cuando lo pida a llantos, ya que deja de existir
una búsqueda externa de la meta pulsional, pasando a una búsqueda interna, condensada en
la primera experiencia satisfactoria1, que vendrá a catectizar repetitivamente la moción
pulsional cada vez que la necesidad vuelva a aparecer, provocando un dinamismo, un
movimiento continuo, que impulsa al sujeto a la búsqueda de el objeto capaz de otorgar
satisfacción (Dor, 1986).
Lo más destacable de la idea de deseo es el cambio que implica de pasar desde una
búsqueda de un objeto satisfactorio en lo externo hacia lo interno, es decir que la ubicación
que tiene el deseo ocurre completamente en el ámbito de la realidad psíquica de un sujeto,
“el deseo no tiene objeto en la realidad” (Dor, 1986, p. 162).
37
Para poder entender el problema aquí planteado, hay que recurrir a las elaboraciones
que Lacan, donde el lugar y la presencia del Otro, con mayúscula, adquiere una importancia
fundamental para poder entender la génesis del sujeto humano, en relación a su
distanciamiento con la necesidad como tal (Dor, 1986).
Cuando se habla acerca del Otro hay que entender su ubicación y presencia en
relación a lo que Lacan llama la dialéctica del deseo y de la demanda, es decir un lugar
netamente intersubjetivo mediado por la palabra. Esta relación inherente al Otro desde
donde viene la palabra, encausa las satisfacciones del sujeto, ya que estas han de pasar a
través de la palabra, entendiendo al Otro como el lugar de ésta, estableciéndose así una
relación con el Otro que para el sujeto es desconocida y que requerirá de trabajo para poder
realizar una distinción y separación (Lacan, 1957-58).
38
universo del deseo del Otro en la medida en que está prisionero de los significantes del
Otro”, en este caso, encarnado por la madre (Dor, 1986).
39
186), que se juega en el plano del deseo, por lo que no hay objeto real alguno. Es esta forma
de entender la pulsión oral la que para Lacan permite entender lo que ocurre con el síntoma
de la anorexia mental, que “no es un no comer sino que es un no comer nada. Nada es
precisamente algo que existe en el plano simbólico” (Lacan, 1956-57, p. 187), esta relación
al objeto, anulándolo, pone de manifiesto una forma que tiene el lactante de mostrarse
frente al lugar de omnipotencia materna, lugar que desde el plano simbólico introduce el
dar o quitar, algo que depende exclusivamente del lado materno. El no aceptar esta
omnipotencia por parte del lactante pone de manifiesto algo más allá del mero negativismo
a no ingerir comida alguna, sino que anulando el objeto de necesidad, un no comer nada,
trata de invertir los papeles en cuanto la madre se regiría por el deseo de su hijo, quedando
a merced de éste. Esta relación imaginaria solo es posible por la introducción de la función
simbólica en donde se manifiesta tal relación (Lacan, 1956-57). Esta reflexión es retomada
más adelante por Lacan en el Seminario 5, en relación a la primera relación entre madre e
hijo, relación donde se encuentra en juego la pérdida del amor, donde el surgimiento de la
anorexia mental, desde la primera mamada puede “empezar a crear aquella hiancia debido a
la cual será en la negativa alimentarse donde se encontrará el testimonio que exige del amor
de su pareja materna” (Lacan, 1957-58, p. 510). Parece ser entonces que una relación
sofocante por parte de la madre, en el nivel del deseo, implica tal trastocación de la
actividad a alimentarse, exigiendo a la madre de alguna forma, que tenga un deseo fuera de
él. Al fin y al cabo es una negación de la demanda materna (Lacan, 1958).
40
El hablar del tema de la transferencia inevitablemente implica tratar acerca de la
técnica psicoanalítica. En ese sentido la transferencia ha pasado por distintas
conceptualizaciones y momentos a través del desarrollo psicoanalítico freudiano. En un
comienzo, cuando se desarrollaban las primeras aproximaciones a la técnica,
específicamente la fase de la catarsis breueriana, se trataba de acercarse al síntoma del
paciente en búsqueda de los mecanismos psíquicos que lo habían generado, guiándolos
hacia una actividad conciente (reproducción) que permitiera su curación. El recuerdo y la
abreacción eran las metas buscadas por el analista, con apoyo de la hipnosis, para llevar al
paciente a la cura (Freud, 1914).
Para poder contextualizar de mejor forma lo expuesto en el párrafo anterior hay que
comprender la problemática que la transferencia fue en un comienzo para el psicoanálisis.
En el texto “Estudios sobre la histeria” (1893-1895) aparece la primera evidencia de lo que
más tarde vendría a constituirse como la noción de transferencia trabajada por Freud. Es a
través de este texto, eminentemente clínico, donde Freud sienta las bases de lo que será la
técnica psicoanalítica contemporánea. En esta etapa el método catártico es el que permitirá
a Freud y Breuer, por medio de la hipnosis curar los síntomas de sus pacientes. En este
contexto el caso Anna O., paciente tratada por Breuer, es emblemático por decirlo de algún
modo, ya que abrieron distintas preguntas e interrogantes para Freud y Breuer en relación
con la cura (Thibaut, M., Hidalgo, G., 1996). Si bien, a través del tratamiento de esta
paciente se pudieron palpar y reconocer muchos de los aspectos técnicos propios del
psicoanálisis, hubo uno que quedo fuera del alcance de Breuer, “junto a toda la
problemática que él implica y que en la práctica lo obligo a cancelar brutalmente el
tratamiento de Anna O.: se trata de aquello que Freud llamará “transferencia”, es decir, un
conjunto de complicaciones inconscientes, subjetivas, afectivas, signadas por el amor y
odio…” (Thibaut, M., Hidalgo, G., 1996, p.29).
Luego de los “Estudios sobre la histeria”, Freud comienza a abandonar las técnicas
asociadas a la hipnosis y la sugestión, como la “técnica de la presión en la frente”, para dar
curso a las asociaciones libres en el trabajo con sus pacientes dando paso posteriormente al
41
análisis de los sueños, posibilitando su propio autoanálisis, del cual emergen varias nuevas
conceptualizaciones acerca de la transferencia, que son ya trabajadas al final del texto
“Estudios sobre la histeria” (Strachey, 1955). En esta etapa se pretendía sortear la
resistencia mediante interpretaciones y la respectiva comunicación de los resultados al
paciente, manteniendo el enfoque sobre las dinámicas psíquicas que constituían al síntoma.
Sin embargo la creciente relegación del método de la abreacción, va poniendo en un plano
principal la renuncia de los analistas a enfocarse exclusivamente sobre el síntoma y su
formación, conformándose con estudiar la “superficie psíquica” del analizado, valiéndose
del arte interpretativo, para poner en descubierto las resistencias desconocidas para el
paciente (Freud, 1914). Freud comienza a dar cuenta sobre la transferencia y las
resistencias desde la ejecución de un análisis catártico y su posible fracaso, donde no sería
removida ninguna reminiscencia psíquica, donde no han sido sorteadas las resistencias
(Freud, 1893 – 1895). Ello se debe a tres posibles distintas causas: que donde se esté
intentando remover algo, no haya nada que pueda ser removido, lo que se discierne por el
gesto de total calma del enfermo; luego, que el fracaso se deba al advenimiento de una
nueva resistencia que solo puede ser vencida más adelante, “como un estrato que aún no
puede ser penetrado” (Freud, 1893 - 1895, p. 305). Freud apunta también una tercera
posible causa, que es también un obstáculo en el desarrollo del tratamiento, pero que tiene
que ver con el vínculo entre el analista y el paciente, cuando este lazo se ve perturbado y se
convierte en uno de los topes más importantes que un tratamiento pueda tener (Freud, 1893
– 1895). “En todo análisis de alguna gravedad es preciso tomarlo en cuenta” (Freud, 1893 -
1895, p. 305).
42
La transferencia tiene que ver con aquella parte de la libido que ha sido retirada de
la conciencia, que se interna por la vía de la regresión, reanimando las imagos infantiles del
sujeto, y es precisamente cuando el análisis se topa con esta libido retirada, “no puede
menos que estallar un combate; todas las fuerzas de la regresión de la libido se elevarán
como resistencias al trabajo” (Freud, 1912, p. 100). Esta parte de la libido que ha sido
reprimida, el esfuerzo de desalojo debe ser cancelada para liberarla de esa atracción de lo
inconsciente, cancelar la represión de las pulsiones inconscientes y sus producciones. Esto
es una “batalla constante” en la práctica analítica, pues la resistencia acompaña todos los
pasos del tratamiento, en cada ocurrencia y en cada acto debe ser tomando en cuenta el
problema de la resistencia (Freud, 1912).
Todos los seres humanos, debido a los efectos que su estructuración psíquica y su
constitución subjetiva, adquieren una especificidad determinada para el ejercicio de su vida.
Los objetos que investirá, las metas que se fijará, son el resultado de un proceso que ha sido
provocado por los influjos que ha recibido durante su infancia (Freud, 1912). “Esto da por
resultado un clisé que se repite – es reimpreso – de manera regular durante la trayectoria de
la vida” (Freud, 1912, p. 97).
Desde el primer momento importa que el analista pueda ir registrando las diferentes
figuras que pueda ir encarnando para su paciente en la dimensión transferencial. Lo anterior
queda claro al considerar los descubrimientos de Freud sobre el tratamiento de su paciente
43
Dora, donde define la transferencia como la reedición de fantasmas que son despertados en
la escena clínica, donde estos rasgos que antiguamente fueron depositados en alguna figura
específica, ahora son transferidos al analista (Freud, 1905), sin embargo esta transferencia
rara vez comienza siendo consciente para el propio analizante, por lo tanto el paciente, no
recuerda nada, dice que no se le ocurra nada, y como no lo enuncia, lo actúa (Freud, 1914).
“No lo reproduce como recuerdo, sino como acción; lo repite, sin saber, desde luego, que lo
hace” (Freud, 1914, p. 152). Freud lo pone de plano en algunas viñetas clínicas:
Así el paciente empieza la cura con una repetición (Freud, 1914). “La transferencia
misma es solo una pieza de repetición, y la repetición es la transferencia del pasado
olvidado” (Freud, 1914, p. 152), pero no de forma exclusiva sobre la figura del analista sino
también sobre todos los otros ámbitos del contexto analítico. Es por ello que el analista
debe estar preparado para que el paciente se entregue a la compulsión de la repetición, antes
que pueda acceder al recuerdo de lo olvidado. En tanto sobreviene la resistencia, mientras
mayor sea ésta más sucumbe el paciente ante el impulso de repetir, y más será relegado el
recordar (Freud, 1914). Es solo a través del trabajo interpretativo que se vendrá a sortear la
dificultad que pone la resistencia para que el paciente pueda ir sustituyendo la repetición
por recuerdo.
Hasta acá se sabe que el paciente repite en vez de recordar, siempre bajo el influjo
de la resistencia, pero ¿Qué es lo que repite o actúa el paciente? (Freud, 1914). “Repite todo
cuanto desde las fuentes de lo reprimido ya se ha abierto paso hasta su ser manifiesto: sus
inhibiciones y actitudes, sus rasgos patológicos del carácter” (Freud, 1914, p. 153). En la
escena clínica, con el paciente imbuido en la dimensión transferencial, repite todo aquello
44
que no ha sido simbolizado, que por ello no puede ser recordado, emergiendo las
formaciones del inconsciente: el síntoma, el sueño, el lapsus. Es por ello que la biografía
del sujeto no puede ser tratada como un pedazo de historia, porque aquello que ha sido
olvidado, y que no puede ser articulado en la conciencia, aún no es parte de su historia.
Freud vendrá a decir que todo aquello debe ser trabajado como un poder actual, el trabajo
del analista, en parte, consiste en reconducir el pasado del paciente hacia la conciencia
(Freud, 1914).
Cabe una pregunta sobre la transferencia y la escena clínica, y es el por qué emerge
sólo en aquel determinado contexto, y no en cualquier tipo de tratamiento. Esto tiene que
ver porque para ver el fenómeno y la dimensión de la transferencia, es preciso escucharla y
apreciarla como tal (Freud, 1912). Vale decir que el inconsciente puede estar hablando
siempre (y con ello la transferencia), pero que para que sea reconocido debe de haber
alguien que lo escuche. En esta línea Lacan provee de algunos aportes al problema de la
transferencia y el papel que el analista tiene, logrando descentrar el foco que se ha
mantenido en el paciente, debido a que la transferencia tiene una relación bastante estrecha
con la escucha y la persona del analista, en tanto “definida como la suma de los prejuicios,
de las pasiones, de las perplejidades, incluso de la insuficiente información del analista en
tal momento del proceso dialéctico…” (Lacan, 1951, p.214), cuestionando el lugar de las
resistencias en el paciente, y colocando esto último del lado del analista, lo que implica un
vuelco y un cuestionamiento a la técnica psicoanalítica misma.
Freud se pregunta ¿por qué la transferencia sirve tan excelentemente como medio
de la resistencia? Esto tendría que ver con que no es fácil confesar una moción de deseo y
de investidura prohibida frente a la misma persona que en esa moción recae, en este caso, el
analista, ya que ha quedado claro que el paciente repite y transfiere a este aquello que le ha
sido reprimido en sus primeras relaciones con la madre y el padre. Esta situación daría
situaciones casi inviables en un lugar fuera de la escena clínica, sin embargo esa es la meta
que quiere alcanzar el paciente cuando “hace coincidir el objeto de sus mociones de
45
sentimiento con el médico” (Freud, 1912, p. 102). Aparece la pregunta entonces por aquello
que permite que el paciente revele al analista lo que no quiere o se avergüenza de decir. Es
un vínculo tierno, de confianza, que es capaz de salvaguardar las dificultades de una
relación (Freud, 1012). ¿Cómo es, entonces, que la transferencia servirá tanto para generar
confianza con el analista, pero también se presenta como una ruda forma de resistencia?
Para entender esto, es imposible hablar de una transferencia a secas, como diría Freud. Será
importante diferenciar entre una transferencia positiva y una transferencia negativa; la
primera de sentimientos tiernos y la segunda de sentimientos hostiles (Freud, 1912).
Freud vendrá a decir que la solución de esta paradoja (como se vincula el paciente
en confianza con el analista, pero al mismo tiempo le resiste en su inconsciente) es que la
transferencia solo resulta adecuada como resistencia dentro de la cura, cuando es una
transferencia negativa, con sentimientos de hostilidad, o cuando es una transferencia
positiva de mociones eróticas reprimidas (Freud, 1912).
46
2.3.2 Transferencia y trastornos alimentarios
Del desarrollo recorrido por la libido sólo algunos sectores quedarán vueltos hacia
la conciencia y la realidad objetiva, mientras que otros, con un desarrollo incompleto,
quedaran vueltos hacia lo inconsciente. En la transferencia participarán no solo las
representaciones concientes del paciente, sino también sus representaciones inconscientes.
(Freud, 1912).
Estas mociones inconscientes, a causa del método psicoanalítico son las que más
resistencias oponen, especialmente como transferencia negativa, sea esta hostil o en su
forma erotizada (Freud, 1912), provocando que estas mociones inconscientes se
reproduzcan en la atemporalidad y la capacidad de alucinación de lo inconsciente,
imposibilitando su recordar, lo que Freud (1914) elabora bajo el concepto de repetición,
dificultad que se encontraría en el inicio de toda cura, en donde el paciente, ante la regla
fundamental, “calla, y afirma que no se le ocurre nada” (Freud, 1914, p. 152) reflejando de
esta manera cómo la resistencia actúa tratando de ocultar el pasado olvidado.
47
hecho, estableciendo una constante repetición (Heiker y Miller, 1994), “ahí donde impera el
acto, en tanto pasaje, el sujeto queda entre paréntesis” (Heiker y Miller, 1994, p. 25). Será
el pasaje al acto algo que caracteriza a este tipo de pacientes, remarcando con esto, que a
diferencia del “acting-out”, no se presenta la repetición como una forma de interpelar al
otro en su escucha y en su interpretación, sino que más bien se vive como “una demanda de
amor, de reconocimiento simbólico sobre un fondo de desesperación, demanda hecha por
un sujeto que sólo puede vivirse como un desecho a evacuar” (Chemama, 1996, p. 5), lo
cual puede incluso llegar hasta la muerte, como ocurre con pacientes de este tipo.
El hacer de los pacientes que padecen trastornos alimentarios cierra el paso a una
relación con el terapeuta, lo que se muestra en sus actos mismos, en donde no hay un decir,
no hay una pregunta formulada, en donde el pensamiento mismo se detiene y donde no hay
algún significante que circule y permita permeabilizar algo de lo simbólico que logre
articular en el sujeto una demanda de análisis. Es así como Heiker y Miller (1994) plantean
que “en este hacer, la transferencia se resume y tanto analizante como analista quedan
suspendidos” (Heiker y Miller, 1994, p. 31), con lo cual se instala una problemática que
tiene que ver con una dificultad para poder sortear las fuertes resistencias que estas
pacientes presentan.
48
Si se retoma brevemente ciertas nociones ya trabajadas en este marco teórico, como
es la noción de transferencia y la feminidad, es posible establecer algunas relaciones que
son importantes de rescatar para esbozar algunos hilos conductores que permitirán conocer
algunos aspectos sobre el cruce entre la feminidad y la transferencia.
49
crítica al trabajo de Freud, ya sea en su dimensión clínica como teórica, en relación a la
transferencia y la feminidad. En ese sentido es posible rescatar ciertas ideas propuestas en
dos textos que se acercan al problema de la transferencia femenina o de sus figuras en la
literatura de Freud: “La transferencia de figuras femeninas en los pacientes de Freud (sin
año), de Antonio García de la Hoz, y “Vértigo. Sexuación transferencia” (2003) de Mariana
Fagalde.
50
Un segundo caso interesante para analizar la posición de Freud en relación a la
transferencia cuando son puestas en juego figuras femeninas es en el caso de la joven
homosexual. Este caso parte con una diferencia radical al caso Dora, pues es Freud quién lo
interrumpe en contraposición al tratamiento anterior. En algunos momentos del caso Freud
incluso llegará a decir que “pareció como si no emergiera en ella nada parecido a una
transferencia sobre el médico” (Freud, 1920, p. 157). Sin embargo inmediatamente
cambiará esto por la presencia de una transferencia muy hostil, de tipo negativa. “En
realidad transfirió en mi esa radical desautorización al varón que la dominaba desde su
desengaño por el padre (…) (…) Al encono contra el varón le resulta fácil por lo general,
cebarse en el médico; no hace falta que traiga a escena tormentosas exteriorizaciones de
sentimiento: se expresa, simplemente en estorbar sus esfuerzos y aferrarse a la condición de
enfermo”.
En realidad transfirió en mi esa radical desautorización al varón que la
dominaba desde su desengaño por el padre (…) (…) Al encono contra el
varón le resulta fácil por lo general cebarse en el médico; no hace falta que
traiga a escena tormentosas exteriorizaciones de sentimiento: se expresa,
simplemente en estorbar sus esfuerzos y aferrarse a la condición de enfermo
(Freud, 1920, p. 157).
51
En caso del texto “Vértigo. Sexuación y transferencia” (2003), pese a que comienza
con ciertos antecedentes de casos clínicos de Freud, el caso Emma y el caso de la joven
homosexual, existe también un trabajo teórico por parte de la autora, que permite acercarse
a ciertas cuestiones relacionadas a la transferencia en pacientes mujeres. Entre 1923 y 1925,
Freud trabaja muchos problemas en la constitución psíquica relacionados al Edipo,
específicamente en torno a la universalidad del pene, y la diferencia sexual en base a la
lógica del “tenerlo o no tenerlo”. Freud dirá “para ambos sexos solo desempeña un papel un
genital, el masculino: Por tanto, no hay un primado genital sino una primacía del falo”
(Freud, 1923, p. 146). Sin embargo, ya en ese momento de la teoría de Freud, donde aún no
aparece el texto “Sobre la sexualidad femenina (1931), Freud reconocerá en alguna medida
la necesidad de poder saber y describir algo acerca de la sexualidad femenina: “Por
desdicha, solo podemos describir estas constelaciones respecto del varoncito; carecemos de
una intelección de los procesos para la niña pequeña” (Freud, 1923, p 146), abriéndose un
espacio para que ocho años más tarde, Freud publicara así sus primeras intelecciones sobre
el desarrollo psicosexual de la mujer, que aunque es insuficiente, si establece ciertos
lugares que fueron fértiles de interrogar para los post-freudianos. Fagalde dirá que este
texto logrará un “giro fundamental” respecto a lo que el psicoanálisis sabía hasta entonces
(Fagalde, 2003). “No solo todo lo escrito hasta entonces acerca de la sexualidad femenina
es puesto en jaque, sino que son cuestionados pilares de la teorización como la relación
entre el complejo de Edipo y la neurosis” (Fagalde, 2003, p. 63). Esta intelección es
relevante para el tema de la transferencia y la feminidad, en tanto se desprende de un
pensamiento freudiano, que privaría al complejo de Edipo como el núcleo único de la
neurosis, introduciendo una pregunta por como serían los procesos de subjetivación
femenina y sus efectos en el psiquismo femenino: el lugar de la represión y la transferencia
(Fagalde, 2003) como los más relevantes para esta investigación. “Si los mecanismos de
subjetivación están sujetos a la sexuación, si la represión no tiene vida en la psíquica
femenina la misma potencia que la masculina, la técnica centrada en la represión como
mecanismo de subjetivación también debería recibir el impacto de esta constatación”
(Fagalde, 2003, p. 64). En este aspecto, el sujeto femenino como efecto de procesos
subjetivantes distintos a los masculinos, pondría a la transferencia en la mujer en un lugar
52
distinto al masculino, pues la “técnica centrada en la represión” debiera ser afectada
también en su dimensión más clínica.
53
3. Objetivos de la Investigación
Objetivo General:
• Describir la importancia de la feminidad, en la transferencia de pacientes mujeres
con trastornos alimentarios, según psicoterapeutas de orientación psicoanalítica.
Objetivos Específicos:
• Describir los procesos de subjetivación femeninos.
• Describir la fase preedípica en pacientes mujeres con trastornos alimentarios.
• Describir la transferencia en pacientes mujeres con trastornos alimentarios.
54
4. Marco Metodológico
55
La investigación cualitativa pretende desarrollar “conceptos, intelecciones y
comprensiones partiendo de pautas de los datos, y no partiendo de los datos modelos,
hipótesis o teorías preconcebidas” (Taylor y Bogdan, 1986, p. 20). Así a través de algunos
casos, o muestras reducidas en comparación a la investigación cuantitativa, su
procedimiento es más inductivo que deductivo (Ruiz, 1999). Sin embargo no se debe
entender esto como la intención de generalizar unos pocos casos a un colectivo grande, la
metodología cualitativa “no es particularista ni generalizadora, sino holística y
concretizadora” (Ruiz, 1999, p.23). Esto quiere decir que los sujetos no son entendidos ni
reducidos a meras variables, sino considerados como un todo, con la complejidad que esto
implica: su lógica, sus ordenaciones, sus normas explícitas, implícitas, etc. (Rodríguez, Gil
y García, 1994). Desde esta perspectiva el investigador que trabaje con métodos
cualitativos “intentará capturar los datos sobre las percepciones de los actores desde dentro,
a través de un proceso de profunda atención, de comprensión empática y suspensión o
ruptura de preconcepciones sobre los tópicos objetos de discusión” (Rodríguez, Gil y
García, 1994, p.33). La metodología cualitativa más que una técnica para recoger datos, es
una forma de encarar el objeto empírico (Taylor y Bogdan, 1986).
De esta forma, los datos aportados por los sujetos de estudio se trabajarán tomando
en cuenta la posibilidad de que estos variarán entre cada sujeto entrevistado, debido a que
las experiencias de cada uno son completamente distintas, en cuanto subjetividades
particulares. A su vez el aporte de la metodología cualitativa está en destacar estas
diferencias y darles un lugar relevante para la investigación. Ello implica la necesidad de
utilizar este tipo de metodología debido a características fundamentales que han sido ya
descritas, y aunque los objetivos de esta investigación son de carácter descriptivo, estas
diferencias entre cada sujeto investigado deberán ser releídas para producir nuevas
informaciones y datos sobre el problema ha investigar. La metodología cualitativa permite
rescatar la información de los sujetos como un todo enriquecido por la subjetividad de cada
uno. En síntesis, se trabajará con la idea de que cada psicoterapeuta experto pueda tener una
concepción distinta del problema a estudiar, y la metodología cualitativa aparece como la
más adecuada para este trabajo.
56
4.2 Muestra
Para esta investigación se considerará una muestra de tres sujetos de estudio. Esta
decisión se toma en tanto algunas tesis de grado y otras investigaciones de opciones
metodológicas similares revisadas, que trabajan con entrevista a expertos, y sus muestras
oscilan entre tres y cuatro sujetos de estudio. La selección privilegiará un carácter
intencionado de la muestra, en tanto serán elegidos según características que corresponden
a los objetivos de esta investigación (Taylor y Bogdan, 1986). Las características que se
hacen importantes a la hora de elegir la muestra se encuentran en directa relación con la
línea teórica a seguir, en este caso el enfoque psicoanalítico, así como también el énfasis en
la clínica de trastornos alimentarios, en este sentido los criterios de selección establecidos
son que los expertos sean psicoterapeutas de formación psicoanalítica, que posean un
mínimo de cinco años de experiencia clínica, y que en lo que a su experiencia clínica se
refiere, hayan trabajado con pacientes mujeres con trastornos alimentarios y se reconozcan
con experticia en esta área.
57
Las entrevistas a expertos, a diferencia de otro tipo de entrevistas cualitativa, tienen
como foco principal la calidad de experto del entrevistado, por sobre su biografía y
aspectos personales. El experto se integra a la muestra no como un caso individual sino
como representante de un grupo (Meuser y Nagel, 1991; citado por Flick, 2004).
Existen ciertas dificultades, según Meuser y Nagel (1991) que el entrevistador debe
evitar al conducir la entrevista:
58
Las entrevistas a realizar serán individuales, semi-estructuradas, y estarán
fundamentadas de acuerdo a los siguientes ejes temáticos:
c) La transferencia
A través de este eje temático se abordarán las principales características de la
transferencia como dispositivo clínico, y la importancia que tiene para el desarrollo de una
cura. En este sentido se quiere investigar especialmente la transferencia en su dimensión
más clínica, como aquello de lo inconsciente que el paciente transfiere hacia la figura del
terapeuta.
59
e) La subjetividad femenina y la transferencia en la escena analítica
A través de la relación entre subjetividad femenina y transferencia se pretende
abordar las principales características que se juegan en la dimensión transferencial desde la
subjetividad femenina, tomando en cuenta la importancia que esta relación pueda tener para
la dirección de una cura. De esta forma el poder identificar una transferencia determinada
desde lo femenino es el principal objetivo de este eje temático.
4.4 Procedimientos
Para llevar a cabo la investigación se trabajó en torno a 4 fases, cuyas fechas están
estipuladas en el punto 4.6 Carta Gantt.
60
de Psicoanálisis (ICHPA), la Asociación Psicoanalítica Chilena (APCH), la Unidad de
Trastornos Alimentarios del Instituto Psiquiátrico “José Horwitz Barak”, la Unidad
Psiquiátrica del Hospital El Salvador y otros lugares de formación académica, como por
ejemplo, universidades, ya que eran espacios considerados donde era posible poder hallar a
psicoterapeutas que basaran su clínica desde la orientación psicoanalítica, para asegurar que
la enseñanza y práctica de la disciplina sea de forma altamente sistematizada.
61
Luego de esta contextualización, viene el análisis de los datos que sigue una serie de
pasos propuestos por Taylor y Bogdan:
Una vez que estaba clara la forma en que se debía acercar preliminarmente a una
entrevista cualitativa, era importante conocer cuales eran los límites y las posibilidades de
la entrevista a expertos. En este aspecto Bürhmann (2005) señala que lo importante es
acercarse a la calidad de experto del entrevistado a la hora de realizar el análisis del texto
(Bührmann, 2005). En tanto los entrevistados de esta investigación son expertos en la
clínica de orientación psicoanalítica, y que en ellos se pretendía indagar respecto a un saber,
que viene precisamente de su formación y especialmente de su experiencia clínica, un
acercamiento fértil para la investigación solo podrá hacerse a través de un trabajo
sistematizado a través de ciertas estructuras que permitan un análisis que llegue a un buen
destino. Es por ello que para el análisis no sirve una fluctuación libre por distintos tópicos,
sino que sin ser demasiado rígido, se deben estipular ciertos parámetros para el análisis de
la información (Flick, 2004). Entonces será fundamental hacerlo a la luz de los ejes
temáticos que han sido propuestos, para tener resultados fructíferos en el trabajo con los
datos.
En esta última fase se llevó a cabo la redacción y corrección del informe final, a la
luz de los resultados de la investigación producidas en la tercera fase en conjunto con las
conclusiones de la investigación.
62
4.5 Consideraciones éticas
63
elegir ser un informante anónimo o no, y la forma en que querían ser presentados en la
investigación.
64
4.6. Carta Gantt
Mes Julio Agosto Septiembre Octubre Noviembre Diciembre
Semana 1 2 3 4 1 2 3 4 1 2 3 4 1 2 3 4 1 2 3 4 1 2 3 4
Elaboración
Marco X X X X
Teórico
Reuniones
Seminario de X X X X X X X X X X
Tesis
Diseño de
pautas de X X
entrevistas
Contacto con
X X
entrevistados
Realización
X X
entrevistas
Transcripción
y
X X
ordenamiento
de datos
Análisis e
interpretación X X X X
de los datos
Elaboración
del informe X X X X X X
final
Revisión del
X X X
informe final
Entrega del
X
informe final
65
5. Presentación de Resultados
Trastornos alimentarios
66
acuerdo a la sintomatología que presentan, donde una conflictiva inconsciente a la base
gatilla tales síntomas.
67
resultados debido a que agrupa bastantes ideas de algunos entrevistados. La importancia
radica a la hora de determinar en qué tipo de estructura se encuentra enraizado el síntoma
anoréxico o bulímico, sea ésta una neurosis, perversión o psicosis, lo cual determina
enormemente el tipo de tratamiento a seguir. A su vez repercute en el tipo de transferencia
que se genere, y por lo mismo las dificultades serán completamente distintas.
Sexualidad Femenina
Es necesario pensar la subjetividad femenina como un efecto más que una causa, en
tanto es el resultado de un devenir de ciertos procesos psicosexuales que ocurren en
determinadas etapas de la vida de la mujer. En este sentido, en los procesos de desarrollo de
la sexualidad y la subjetividad femenina, entrarán en juego diferentes factores como lo son
la relación a la madre y el dato anatómico, entre los más relevantes según los postulados de
Freud y Dolto. En este sentido se erigen subcategorías como “fase preedípica”, “feminidad
y trastornos alimentarios”, “transferencia y feminidad” y “cuerpo” como lugares
importantes para interrogar que surgen tanto desde el marco teórico desarrollado, como
también de los resultados del trabajo de campo de la presente investigación.
Fase Preedípica: esta etapa primaria del desarrollo sexual femenino, se instaura como una
de las más relevantes en la subjetivación en la mujer. Es una fase donde la niña vivirá una
intensa ligazón a la madre, y la forma en que esta etapa devenga será importantísima para la
estructuración del sujeto femenino. En esta subcategoría será relevante de interrogar todo
aquello que remita a la ligazón-madre en pacientes con trastornos alimentarios.
68
psicogénesis de este tipo de trastornos. En ese sentido aparece interesante y fértil interrogar
aquellos cruces entre los trastornos alimentarios, su génesis, su desarrollo y su cura, y el
desarrollo y despliegue de la subjetividad femenina.
Cuerpo: Como categoría emergente, el cuerpo se hace relevante a la hora de pensar los
trastornos alimentarios, en relación a la forma que tiene la paciente con trastornos
alimentarios de habitar un cuerpo, y de una búsqueda de una corporalidad ideal. En este
sentido va a ser fértil pensar en la relación entre la paciente con trastornos alimentarios y la
posible relación que establezca con su corporalidad.
69
5.1 Análisis de Entrevista #1
1. Trastornos Alimentarios
En esta categoría, como ha sido mencionado ya, es relevante trabajar con las
subcategorías de “sintomatología”, “tratamiento”, “trastornos alimentarios y transferencia”
y “síntoma y estructura”.
“Son síntomas que están muy enraizados. Si tú piensas que es un síntoma que pasa
por las dificultades de simbolizar el cuerpo, de alguna forma imagínate la tarea de lograr
hacer eso que no tuvo lugar de alguna manera”.
En este sentido son relevantes especialmente los primeros vínculos que la paciente
forma, y las dificultades que ella tendrá especialmente en la simbolización de los
significantes relativos a la alimentación y la asimilación, de aquello que viene del Otro
primordial, la madre.
“La paciente dice algo que no logra asimilar (…) ese significante es súper fuerte,
asimilación, en relación al síntoma que tiene ella que es vomitar (…) hay una falla en la
simbolización, también tiene que ver con un rebajamiento de una función de alimentarse.”
70
problemático cómo comenzar a trabajar con pacientes que presentan síntomas graves en
relación a la alteración del juicio de realidad y otros síntomas psicóticos.
“Lo complicado es cómo tomar a una paciente que llega en un estado de gravedad
muy alto, con una alteración del juicio de realidad que resulta psicótico o ya con una
estructura francamente psicótica.”
“Tengo una paciente que es bulímica, que lleva como 13 años con bulimia, y tuve
otra que era más una histeria así, muy simple, que con una interpretación simple de
repente dejó de vomitar, entonces hay una gama que no es generalizable.”
“Más que si es hombre o si es mujer, hay que ver qué estructura tiene, si es una
perversión, si es una psicosis o neurosis, yo creo que por ahí pasa más el tema de la
transferencia.”
71
con el que puedan abarcarse las diferentes dimensiones del trastorno, con distintos
especialistas que puedan hacerse cargo de éstas.
“¿Cómo puede uno operativizar, poner en juego, esta idea de trabajar con lo que
se escucha y no con lo que se ve? porque es justamente en la imagen donde está aquello
alterado.”
72
dificultades para simbolizar aquello proveniente del Otro, de poder ingerir la demanda, y no
ser devorado por ésta:
“Lo más complicado es cuando llegan ni siquiera con una demanda, y vienen
obligadas”.
“Lo que podría facilitar el psicoanálisis es, por ejemplo, las posibilidades a tratar,
la posibilidad de qué es lo que sí les interesa a tratar, y de ahí, por añadidura, poder
escuchar”.
Es por ello que la diferencia que el psicoanálisis puede venir a aportar es poner en
juego, en el tratamiento de los trastornos alimentarios a través de la instalación del vínculo
transferencial, es la existencia de una demanda y una pregunta por parte del paciente es
necesaria para el curso del tratamiento.
73
llegaba a vomitar en las sesiones [ha hablar verborreicamente] (…) ¿cómo intervenir
mientras el otro vomita?”
“Corté una sesión así sin decirle mucho, y me dijo me voy igual, me voy igual que
cuando llegué, y me empecé a angustiar y empecé a llenar de palabras la sesión.”
“Estas pacientes que tienen una demanda de hacerte hablar a ti. Ellas esperan que
tú les hables, y que les hables harto.”
74
“Se actualizan en la relación con el terapeuta las relaciones primeras del paciente,
que en este caso pueden tener que ver con un momento en relación a esto Otro primordial,
que bordea el tema de la madre y todo lo que tenga que ver”.
2. Sexualidad Femenina
“Qué cuerpo pudo transmitir esta madre, qué tipo de revestimiento pudo haber
permitido (…) (…) hay un predominio de la relación con la madre que creo fundamental,
que pasa por el orden de la transmisión, hay una falla que se reproduce.”
“…Están las dos enganchadas [madre e hija] en una especie de batalla especular,
donde una se ve en la otra, con quien mantiene esta relación intensa de odio (…) el tema
de lo materno ya es complejo para ella, en más de una dimensión.”
75
entrevistada se pone en juego también la temática e importancia del cuerpo en el
tratamiento de estos pacientes, donde aparece un cuerpo dañado tanto psíquicamente como
orgánicamente. En este punto la entrevistada señala que la paciente:
“Vivencia su cuerpo como si este tuviese un daño interno, este daño podemos
preguntarnos dónde comienza, en relación a la madre, en relación al hijo, yo creo que en
relación a ambos.”
En esta tercera subcategoría, que resulta del cruce entre feminidad y trastornos
alimentarios, para la entrevistada las reflexiones aparecen a raíz de una viñeta clínica de
una paciente que queda embarazada, haciendo referencia a aquello propio de lo femenino
que está en juego, en esta viñeta presentada por la experta, se destaca aquella relación
catastrófica con la madre a través de la vivencia del embarazo, donde lo femenino
propiamente tal no logra ser asimilado:
“En este caso nos encontramos con importantes problemáticas que aluden a cómo
simbolizar un embarazo que parten a propósito de la relación a la madre y el cuerpo.”
“Yo creo que más que ver si es hombre o mujer, hay que ver qué estructura tiene, si
es una perversión, si es una psicosis o neurosis.”
76
distintas cosas (…) (…) pero lo que importa es lo que está ahí, independiente de si lo que
hay al frente es hombre o mujer”.
“Puede ser también que quizás establezcan vínculos muy desde el amor, el odio,
súper preedípicos, con hartos rasgos paranoides muchas veces”.
77
5.2 Análisis Entrevista #2
1. Trastornos Alimentarios
“…te diría que quizás clínicamente una de las cosas que a mi más me costó, me
impactó, era esta sensación de trabajar con una clínica que yo pensaba como con dos
relojes, o yo me imaginaba que tenía un reloj que es un tiempo interno al trabajo analítico.
Y después tienes un reloj biológico, que es el de la enfermedad avanzando, y tú vas viendo
que va bajando de peso, va bajando de peso, entonces hay como límites que son muy
claros, que si pasa para allá, hay que internarla. Entonces uno va como jugando con estos
dos relojes, que no están sincronizados, digamos. Uno trabaja de manera mucho más
atemporal en la clínica, entonces es difícil escuchar los dos relojes. El reloj clínico y el
tiempo que el paciente requiere para avanzar en su cura. Pero ese tiempo también tiene
que estar regulado por ese tiempo, un poco más objetivo, que es el tiempo biológico.”
La cita anterior pone de manifiesto la dificultad principal que pacientes con estos
trastornos presentan, en la que la mayoría de las veces el riesgo vital se encuentra de forma
permanente, por lo que el trabajo psicoterapéutico se ve interferido constantemente,
sobretodo, como lo plantea el entrevistado, tomando en cuenta que el tiempo del
inconsciente y el biológico son completamente distintos, y que la principal dificultad es
lograr encontrar un punto en común desde el cual sostener el trabajo.
78
“…es que es un trabajo multidisciplinario, o sea, es inconcebible trabajar en
patologías alimentarias solamente con una perspectiva psicoanalítica o sistémica. Es
necesario trabajar con médicos y otros especialistas, nutricionistas, nutriólogos, etc.”
“En segundo lugar implica el trabajo con adolescentes, porque también es un tema
que uno no puede olvidar, que también la clínica con adolescentes tiene cierta
especificidad.”
Así también se señala que hay que considerar que la mayoría de estos pacientes son
adolescentes y por lo tanto se requiere de una especificidad y que a su vez es necesaria
pensar. Por otra parte el detectar el problema a tiempo, puede ser bastante relevante para la
terapia.
“En estos temas el trabajo precoz con los pacientes es muy importante, es por eso
que detectarlos donde realmente empiezan, y donde general empiezan es en la
adolescencia. Es raro encontrar un caso donde haya empezado detonado después de los 25
y 26 años.”
Esta detección precoz puede asegurar un buen pronóstico, sobre todo en una
anorexia, donde el riesgo vital es mucho mayor que en una bulimia, por el hecho que en la
anorexia la desnutrición va decayendo constantemente, mientras que el paciente bulímico
logra mantenerse en un nivel que le permite mantenerse fuera de peligro vital.
79
En cuanto a los distintos enfoques el entrevistado señala que cada profesional debe
ocuparse de lo que le corresponde, según su conocimiento, es decir, que como ocurre en
una psicoterapia cognitivo conductual, donde muchas veces se trabaja entorno a generar
pautas de alimentación, se pretende dar auxilio a aquella parte más orgánica, dejando de
lado lo propiamente psíquico. Así también, otras terapias, como la sistémica, más centradas
en la organización familiar, destacan el hecho de que el o la paciente padece de una
enfermedad y no es que sean la enfermedad.
“… ese mismo esfuerzo pasa como por distinguir la dimensión del sujeto en el otro
y reconocerlo en esa dimensión, no confundiéndolo con sus síntomas, no es necesario caer
en esta cosa un poco más concreta, digamos, pero entiendo que apuntan a objetivos
relativamente parecidos, digamos por decir así, como te digo que, como detrás de esta
dimensión de la enfermedad, que es esta parte mala, tratar de ver una subjetividad ahí,
digamos.”
“… es lo que está buscando el paciente con eso, cuál es la función que cumple para
el paciente esa búsqueda, y yo creo que en la medida, para poder hacer eso es necesario
meterse por decirlo así, arrojarse a la subjetividad del paciente, lo otro es que nos
quedemos de ese lado del río solamente apegado a las medidas, apegado al peso correcto,
apegado…y entramos a la confrontación…”
80
de trabajo, donde exista una confianza genuina en el trabajo del otro, y donde se puedan
discutir este tipo de temáticas.
81
“… porque mejorarse para estos pacientes significa, como en el campo cuando les
dicen una guagüita está sanita, digamos. Sanitos para ellos significa gorditos, regordetes,
rosaditos, eso es lo que se imaginan.” (…) Obviamente se despierta esa ambivalencia. Es
súper importante poder trabajar con esa ambivalencia, me entiendes o no, que ir
necesariamente a combatir esa ambivalencia, sino que al mismo tiempo rescatar…”
“Lo que es distinto creo yo que es pasar al otro extremo, que es decir “usted no lo
haga” o “usted coma” o “usted no lo mate”. Yo creo que hay algo ahí que uno trabaja
como condicionado por el marco transferencial, condicionado por lo que el otro puede o
no puede escuchar, no es cierto. Y en ese sentido uno está obligado como a eso, a hacer un
proceso de simbolización, traducción, no se cómo decirlo.”
“El desafío me parece que es al revés, cómo poder trabajar con lo otro, cómo
puedes hacer un trabajo ahí con eso. Porque lo otro me parece a mí, produce que el
psicoanálisis vaya quedando aislado, es como trabajar con un pelota que te diga - no
quiero saber nada de tu información -. Yo creo que el desafío es cómo poder trabajar con
eso, sin caer ni en el acting, pero tampoco caer en el aislamiento analítico, no sé cómo
llamarlo.”
82
2. Sexualidad Femenina
“No puede haber nada más desesperante para una madre, en particular, o a un
padre, que tu hijo rechace la comida, con toda la carga simbólica que eso significa, te
están rechazando a ti de la manera más radical.”
“…viene un tipo o una tipa completamente raquítica y que se siente gorda, ¿me
entiendes?, entonces obviamente que es difícil, difícil, la tentación de poner
permanentemente como una cierta verdad exterior adaptativa, una imagen…”
En este sentido el cuerpo mismo repite una escena y muchas veces pone a la figura
del terapeuta en aprietos al exigirle de alguna forma, o dificultarle una escucha profunda,
más allá de fijarse en la problemática biológica. Se problematiza también la existencia en
estos trastornos de un cuerpo real y otro inconsciente donde ambos buscan ser tratados,
pero que debido al gran grado de confusión resulta ser una tarea muy compleja y difícil. Lo
anterior puede condensarse en lo planteado por el entrevistado,
83
“…¿¡Yo estoy tratando de hacer un cuerpo ideal!? Pero qué determina que ese
cuerpo sea ideal, el paciente anoréxico te presenta esta disyuntiva de manera muy potente,
o sea – quien es usted para venir a decir cual es mi cuerpo, es el cuerpo biológico el que
usted quiere que y – (…) entonces quién es uno para decirle al paciente que habite este
cuerpo, esta es una cuestión que es súper compleja creo yo que es como esta tentación
normalizadora”.
El problema del cuerpo ideal radica en que supuestamente para este tipo de
pacientes no existe un ideal, alineándose a una destructividad sin límites y sin un fin,
“En el fondo estos pacientes, el tema no es que, ni siquiera tengan un cuerpo ideal,
no tienen un ideal, tienen puro súper yo, no tienen ideal del yo, saben lo que no tienen que
hacer pero no saben lo que quieren ser (…) destructividad que viene de una particular
relación con el Otro”
“…y la misma sensación tienen frente a la mirada del otro y su cuerpo, es una
mirada completamente destructiva”
Aquí se puede pensar en que el revestimiento narcisístico del cuerpo, desde un Otro,
mediatizado por la madre se encuentra fallado y no existe un manto fálico, una cobertura
que logre proteger al cuerpo de la mirada del Otro.
“Le muestras una superficie al otro, la sensación de estar cubierto sigue estando y
es en relación a una construcción narcisística que no tiene que ver con la ropa, y estos
pacientes pierden esa envoltura y se ven completamente desnudos, y esa dimensión que no
es desde el pudor, es violencia, el deseo del otro sentido como una violencia destructiva y
absolutamente aniquiladora”
84
“…se tiene que pensar como con esa distorsión, no se puede mirar como del lado
post edípico, creo que esa es una lectura neurotizante de éstos problemas, y yo creo que
efectivamente hay algo de lo que se juega tiene que ver más con la situación preedípica,
que es esta relación al deseo del Otro, un deseo del Otro que no ha logrado, un deseo
medio falleciente obviamente no alcanza a producir ese manto fálico…”
Indicando esta falla que se mencionó con anterioridad, que tiene que ver con los
primeros vínculos y que remiten a problemáticas anteriores al Edipo:
“… creo que hace que lo femenino sea mucho mas proclive a que estos daños
narcisísticos, por decirlo de alguna manera, terminen produciendo este tipo de patologías,
más que por el lado masculino donde un daño narcisístico se jugaría en esta dimensión del
tener pero no necesariamente le impediría sostener una cierta mascarada frente al otro.”
85
bajo la amenaza al mismo tiempo de ganar y de perder, pero hay una parte que se
distingue de su ser que es un objeto que es transable con el otro, que te puede ir bien o
mal, pero hay algo que se distingue…pero en la mujer es mucho más complejo se puede
decir, en la distinción del ser y el tener, por lo tanto la mujer se juega en la dimensión del
ser más que en la del tener, entonces…el ser bonita por ejemplo, el ser…es una pregunta
que involucra todo el cuerpo por decirlo así, la involucra entera a ella…”
Esto puede hacer pensar en una transferencia de índole femenina, también centrada
en el ser, en poder sostener esta pregunta y no rellenarla inmediatamente, una pregunta que
a su vez el propio cuerpo se encarga de plantear, en relación a qué cuerpo poseer, qué
cuerpo habitar lo que implica algo bastante imaginario y dual en un primer momento, desde
lo preedípico que a su vez se constituye como una gran dificultad en el tratamiento de estos
trastornos.
86
5.3 Análisis de Entrevista #3
1. Trastornos Alimentarios
“Son pacientes que en general han funcionado en una primera etapa de su vida de
una forma muy sobreadaptada, todo es un como si, como que estarían muy dispuestos, que
si estarían muy dispuestas a escucharte, a recibir instrucciones”.
Así mismo llegan a terapia, como dispuestos a escuchar y atender al terapeuta, pero
realmente no lo harán, pues se encuentran refugiados en un mundo muy narcisista, y donde
no existiría realmente una capacidad ni intención de comunicarse:
Esta experta caracterizaría el trabajo con estas pacientes como un trabajo muy lento,
pues debido a una incapacidad en simbolizar y significar, tendrían un pensamiento muy
descriptivo.
“La idea es poder ir desarrollando un tema que tiene que ver con que empiecen a
representar algunas funciones porque de verdad hay un pensamiento mucho más
concreto”.
87
Según la entrevistada, en estos pacientes habría toda una problemática relativa a la
función simbólica, así la experta relata:
“Te das cuenta que hay graves déficit en todo lo que tiene que ver con poder
acceder a una simbolización más adecuada”.
Para la paciente anoréxica sería tremendamente difícil vehiculizar una queja debido
a esta dificultad en acceder a la simbolización, y de poner en palabras lo que le pasa.
“Hay una anorexia que es más mental de no poder como transformar o simbolizar
todo lo que tiene que ver con el manejo de la corporalidad”.
“Podemos mirarlo como que es una histeria pero también podría ser una psicosis,
por esa paranoia. Lo otro es que acá caerían también pacientes más limítrofes, más
histriónicas”.
88
En el caso de los trastornos de la alimentación es difícil situarlos todos en una etapa
post edípica, habría algo más primitivo de la estructura que estaría en juego.
Se pensaría que habría algo que ligaría estos trastornos a algo más psicótico, sin
embargo sigue existiendo una dificultad tremenda en ubicar el síntoma anoréxico y el
síntoma bulímico en una posición exclusiva en un plano nosológico.
En las pacientes con trastornos alimentarios existiría una doble dimensión muy
marcada, donde por un lado aparecen como funcionando normalmente en el mundo, pero
en una mirada más profunda aparecen con graves problemas estructurales que las ubican
hacia lo limítrofe.
89
pacientes, debido a un cierto bloqueo de una primera etapa de urgencia biológica que puede
existir en estas pacientes.
Esto se debe a que no existe un único momento a lo largo del tratamiento de los
trastornos alimentarios, la posibilidad de trabajar con lo psíquico aparece en determinados
momentos del desarrollo de la enfermedad, por el tema de compensación del peso y la
desnutrición, en los primeros momentos de la enfermedad se necesitan especialistas que
observen y controlen todo el tema biológico.
“Cuando hay cierto riesgo tan importante de salud, ella va a pesarse donde otro
doctor, ella sabe que nosotros estamos en contacto”.
“Es una cosa mucho más descriptiva, de señalar, de imprimir, de estar en un rol
mucho más activo de parte del terapeuta”.
“Si el paciente tiene una dificultad de simbolizar, entonces hay todo un tema con la
interpretación. Si no está la posibilidad de que vaya sustituyendo significantes, y que de
verdad pueda metaforizar”
90
“Que puedas tú ayudarle a poner palabras donde ella de verdad no ha podido
ponerlas nunca”.
“Uno les de el espacio para que aparezca algo de eso en ella, que eso que está en
la conducta, en el cuerpo de ella, se pueda movilizar, se pueda transformar y se pueda
vehiculizar en palabras”.
Sin embargo, en palabras de la experta, esto es un trabajo lento, ya que para poder
interpretar y que la paciente acepte esa interpretación hay que ir lentamente construyendo
ciertas ligazones que le permitan ir reemplazando significantes.
“Es un trabajo súper lento en ese sentido, porque es ir intentando, como… como…
¡cómo ir alimentando a una guagua de alguna manera!”.
El rol del terapeuta estaría asociado a una cierta forma de acompañar a la paciente,
estando alerta a ciertas claves, donde sea posible ir introduciendo algunos significantes para
construir estas ligazones.
“Tu estás como ahí, resistiendo, mirando, acompañando te diría, eso permite que
uno se conecte con estos estados más tempranos y que uno de alguna manera pueda
intentar algo”.
91
En relación a la subcategoría de transferencia y trastornos alimentarios, la experta
cuenta que las pacientes anoréxicas son sujetos refugiados en un mundo narcisista, que no
dejan entrar al otro, por lo tanto es difícil la instalación del lazo transferencial.
“Si lo pensamos, son sujetos que están más cerca del polo narcisista, por lo tanto es
muy peligroso darle la entrada a un otro, entonces que se instale la transferencia, claro
que es complicado.”
“Es algo difícil para ella pensar que esta relación va a ser un aporte, de que uno no
va a terminar acá sometida, o que vas a poder expresar lo que en realidad te pasa”.
“Es como una resistencia de identidad, una especie de identidad importante donde
acceder a un otro es inmediatamente la fusión completa con el costo de que desaparezcas.”
92
Como no quieren comunicarse con el Otro, tampoco querrán incorporar aquello que
venga del Otro, como el síntoma de la comida, va a venir a manifestar su incapacidad de
recibir lo que viene del otro, en tanto incorporarlo va a venir a reeditar esta relación con el
otro donde es todo o nada.
“Por eso la comida es muy significativa, que es algo muy concreto pero súper
simbólico. Si no puedes comer, piensa en la interpretación como el alimento, y ellas no
quieren recibirlo.”
2. Sexualidad Femenina
“Tenemos que recordar también que tienen madres muy sobreprotectoras, muy
intrusivas, y por lo general, papás muy distantes”
“Hay una fase de fusión con la mamá, donde nunca llega acá el interdictor, no hay
un padre que corte esa fusión, por lo tanto queda ella absolutamente como a merced de
esta mamá más controladora y más intrusiva”.
93
“No se encuentra un padre, por lo tanto hay una vuelta, de alguna manera, a la
madre, pero tampoco se quiere estar con la madre, entonces una manera de intentar
separarse artificialmente es a través de este manejo tan coercitivo del cuerpo.”
“Lo que pasa es que ahí en general es donde predomina la hostilidad, en como la
manera de protegerte de esta madre intrusiva que no te deja convertirte en sujeto, porque
en el fondo sería una con la madre.”
94
Esto se relaciona con el cuerpo en tanto lo que no ha podido asumir como masculino
lo pone en él, masculinizándolo, debido a la pérdida de las características secundarias
sexuales femeninas que conlleva la anorexia.
“Es un cuerpo que empieza a parecer más masculino, cierto, porque efectivamente
se pierden las características sexuales femeninas, entonces es cómo incorporo estas
características masculinas pero que no pueden ser simbolizadas”.
“Los kilos tienen que ver con recuperar la imagen de mujer, apunta a eso. Te
crecen los pechos y está claro de que tú eres una mujer embarazada y tienes un hijo
dentro.”
“Tenemos que pensar que está súper relacionado con que hay momentos del Edipo
donde uno esperaría que se asuma la castración, si se es hombre o se es mujer”.
95
Socialmente, hoy, se piden otras cosas en la mujer, como que incorporen nuevos
aspectos masculinos y femeninos en nuevas feminidades, pero estos no logran ser asumidos
por la paciente anoréxica.
“Entonces lo que pasa en estos pacientes, es que hay mucha dificultad en integrar,
de internalizar de verdad, de introyectar, aspectos que tradicionalmente han sido
masculinos, como decir – yo puedo asumir que soy mujer”
“El problema es que por una parte a una la pueden ubicar en ese lugar de una
mamá intrusiva”.
“Ellas eso te lo cobran ¿Cómo? Viniendo menos, amenazan mucho con que se van,
mucho con que no les sirve para nada, o hablando maravillas, como idealizándote, de que
les sirve tanto.”
96
“Lo que predomina claramente es más bien el odio porque es la única manera de
mantenerse separada, y en general eso es lo que se despliega en la transferencia: el odio
hacia la madre.”
Sin embargo, también la figura del analista, será puesta en distintos momentos, en
dos polos distintos, que no tienen matices, y son como el papá que no la toma en cuenta, o
como la madre que intenta controlarla.
“Si uno no aparece como interesada, rápidamente te ubican en este lugar del papá
que las dejó muy solas, no queriendo hacer un corte ahí en esa relación más simbiótica
con la madre”.
“Podríamos ver que le pasa a usted, y escucharla más que pueda conectarse con –
¿quién soy, que me pasa?”
97
6. Discusiones
Una vez expuesta la teoría con la que se trabajará e interpretará, y se han recaudado
nuevas informaciones a través del trabajo de campo llevado a cabo en las entrevistas a los
tres expertos, se está en condiciones de poder ir articulando el material teórico con el
material empírico, vale decir el marco teórico con la información aportada por los expertos.
Las vicisitudes y complejidades del trabajo clínico con los trastornos alimentarios
han dado paso a que los diferentes entrevistados presenten una serie de temas relevantes,
que a veces coinciden y otras no, pero que son necesarios de presentar tomando en cuenta
la riqueza que el trabajo clínico posee para dar cuenta de las dificultades que implica una
patología alimentaria, en su dimensión de cuadro clínico, donde aparece asociada una
clasificación de este tipo de trastornos, una sintomatología y una caracterización patológica;
como también de su dimensión más clínica, que tiene que ver con ciertas claves
interpretativas que permiten comprender la patología alimentaria, como es la noción de
estructura clínica, de transferencia y los aportes freudo-lacanianos al tema de la feminidad.
La discusión estará centrada entonces en torno a dos polos, uno relativo a los
trastornos alimentarios en si mismos, su clínica y su tratamiento, como también hacia el
tema de lo femenino y sus implicancias en la patología alimentaria.
98
6.1 “…Te Vomito”: Acerca del síntoma, la estructura, la transferencia y el
tratamiento de los trastornos alimentarios
Según Rodrigo de la Fabián, cuando se habla de los trastornos alimentarios, son los
significantes anorexia y bulimia los que más se repiten, como si fueran distintas caras de un
mismo problema. Aunque ambas están consideradas como trastornos alimentarios, son
bastantes diferentes y pueden remitir a factores psicogénicos bastante diferentes la una de
la otra, al igual que la sintomatología y el padecimiento de la enfermedad.
99
Por su parte en la bulimia Rodrigo de la Fabian destaca que pese a que existe también un
daño biológico importante, la desnutrición es un tema menos vertiginoso, que no marca un
límite tan imponente como en la anorexia, debido principalmente a la característica del
síntoma bulímico, que implica el “atracón” y luego el vómito, lo cual hace que la persona
logre mantenerse en un equilibrio de peso, cosa que no se da en la anorexia.
¿De qué manera es posible entender el trastorno alimentario como algo que va más
allá un síntoma? ¿Cómo es posible comprenderlo, en tanto se configura como parte de una
subjetividad?
100
biológica, marcada por el cuerpo y su desnutrición, y por el otro lado el trabajo psíquico
que supone la psicoterapia de esta enfermedad. En ese aspecto, en la opinión de la
entrevistada #1 y de Rodrigo de la Fabián, es completamente necesario el trabajo con un
equipo multidisciplinario, con expertos en el campo médico, de la nutrición, de lo
psicológico, y de todo aspecto que la enfermedad involucre, lo que supone un problema en
cierto sentido, en la delimitación de los roles que cada profesional vendrá a cumplir dentro
del tratamiento. Dentro de las fases más graves de la enfermedad es necesaria la internación
de la paciente, señala la entrevistada #1, y para ello es importante que haya un sistema
institucional que lo permita, que cumpla con las características necesarias para el
tratamiento de los trastornos alimentarios, como son el equipo multidisciplinar, tan
necesario para el proceso terapéutico de los trastornos alimentarios. Esta misma
entrevistada señala el límite tremendo de lo que es posible entregar en un proceso
psicoterapéutico para los trastornos alimentarios, en tanto no haya un tratamiento más
completo que considere también la parte biológica tan importante, sobre todo en la
anorexia. Por otro lado, la entrevistada Milka Kaplán destaca que el mejor momento para
iniciar una psicoterapia de orientación psicoanalítica es una vez que el tema del peso ha
sido compensado.
101
grandes problemáticas en el tratamiento multidisciplinar de las patologías alimentarias. Las
corrientes ligadas a la teoría sistémica, trabajarán con las configuraciones familiares,
destacarán la condición de que el paciente padece una enfermedad y no es la enfermedad.
El psicoanálisis intentará distinguir la dimensión del sujeto en el Otro, y reconocerlo desde
tal lugar, otorgando un significado a sus síntomas, y reconocer en esa subjetividad una
legitimidad propia que se muestra en resistencia y en conflicto a través de su
sintomatología.
102
poder rescatar aquel sujeto que se encuentra entrampado en una serie de discursos y relatos
que parecieran ser que, en primera instancia, su única finalidad quisiese ser no comunicarse
con el Otro, como una especie de resistencia feroz que opera por este rechazo radical de
incorporar aquello que viene de afuera, rechazo de una demanda que no permite el paso del
lugar simbólico de la función paterna, de alguna forma se sigue permaneciendo en el
momento de la demanda cortando el paso al advenimiento del deseo. Desde la experiencia
del psicólogo Rodrigo de la Fabián, si se trabaja con aquello que solo se queda del lado de
lo corporal, como es el peso, las pautas de alimentación y todo aquello que se encuentra
apegado a lo real, se entra solo en una confrontación imaginaria con la paciente, donde por
más que se le confronte no comerá, pues precisamente en la paciente anoréxica, existe una
batalla especular, una lucha de la imagen, que proviene desde sus estadios más tempranos
del desarrollo, de índole preedípico, que mediante su síntoma puede y logra mantenerla en
pie, repitiendo de esta forma el síntoma que el o la paciente llevan a la consulta. ¿Cómo
lograr llevar esta batalla a otro espacio, otro lugar?
Según Milka Kaplán en estos pacientes habría algo del orden de lo concreto, de lo
más descriptivo, en donde una falla en la transmisión de la investidura y el revestimiento
del propio cuerpo impide el acceso a una simbolización adecuada. Son pacientes que
estarían impedidas de que la palabra venga a representar algo en la vida, en tanto,
precisamente, viven en un mundo mucho más concreto y mucho más descriptivo, donde el
discurso estaría ligado a lo que es posible describir, que sería lo visual. En la misma línea
está la opinión de la entrevistada #1, ya que por este mismo motivo, una psicoterapia de
orientación psicoanalítica puede venir a intentar trabajar más con lo que se escucha que con
lo que se ve, evitando este entrampamiento imaginario. Rodrigo de la Fabián enfatiza que
es importante instalar un dispositivo terapéutico que vaya más allá de un discurso
puramente normativizador del cuerpo y de las conductas, porque esto estaría trabajando con
la imagen de éste solamente, y es precisamente la imagen lo que se encontraría alterado en
las pacientes con trastornos alimentarios, donde esa imagen está tan alterada que, como ha
sido mencionado ya, pone en peligro la vida, donde vertiginosamente se cae al riesgo vital,
siendo éste uno de los grandes problemas de la clínica con los trastornos alimentarios: la
temporalidad del inconsciente versus la temporalidad biológica del sujeto. ¿Cómo poder
103
manejar esos “dos relojes” que no están sincronizados? En la experiencia de este mismo
entrevistado, hay un cuerpo real que se va en picada en tanto está desnutrido, sus funciones
y sus órganos comienzan a fallar, y el tiempo se le va agotando poco a poco, el tiempo de la
enfermedad no se detiene y sigue avanzando, mientras que por otro lado, donde se
encuentra el núcleo del conflicto psíquico, el inconsciente, hay un tiempo propio que no
necesariamente, y casi nunca, en palabras del entrevistado, está coordinado con el reloj
biológico. El trabajo en la clínica psicoanalítica es mucho más atemporal, entonces
escuchar ambos relojes se vuelve sumamente difícil, retomando en parte el problema del
dato orgánico y el como conciliarlo con el trabajo psicoterapéutico. ¿Qué tipo de
dispositivo permitirá poder trabajar un punto de inflexión entre ambos tiempos? Esta
pregunta implica que de alguna forma se va a tener que trabajar con la dimensión corporal
biológica, como una especie de traducción a lo simbólico, ya que es ahí donde la paciente
con trastornos alimentarios tiene importantes aspectos deficitarios.
104
nuevamente la pregunta sobre cómo intervenir en alguien que está vomitando palabras, y a
qué lugar llega lo que se le dice. Los tres psicólogos entrevistados coinciden en que instalar
la transferencia va a venir a ser un tema muy complicado, pero a la vez central, ya que la
instalación de este dispositivo será lo que permita que se despliegue un tratamiento. La
instalación de la demanda, permitirá escuchar qué lugar ocupan estos pacientes en relación
a su padecer corporal, y por lo tanto, también permitirá apreciar en que estructura psíquica
se enmarca la patología alimentaria del paciente, y observar si se trabaja con una neurosis,
una psicosis o una perversión, lo cual es sumamente importante. La entrevistada #1
considera que la estructura de personalidad vendrá a ser uno de los aspectos más
importantes en relación a la instalación de la transferencia, más relevante incluso que el
género, pues la estructura psíquica será aquello que permita desplegar determinados afectos
en la transferencia, que den cuenta de los imagos infantiles del sujeto y poder comenzar a
escuchar a la subjetividad del paciente. La estructura psíquica del paciente es la que
permitirá la instalación y el despliegue de la transferencia.
105
transferencial: la relación a la terapia, a la institución, al saber del médico, el peso, la
desnutrición, etc. Entonces el manejo de la transferencia en los trastornos alimentarios se
torna bastante complicado y difícil según el psicólogo Rodrigo de la Fabián. ¿Cómo es
posible trabajar en la transferencia todos los aspectos que aparezcan en un trabajo
multidisciplinario? ¿A quién pertenece al desafío: al equipo o al psicoterapeuta
únicamente?
106
En relación con la categoría sobre la etapa preedípica todos los entrevistados están
de acuerdo en señalar que en los trastornos alimentarios hay que ir a problematizar y
preguntarse por lo preedípico puesto en juego. Lo anterior se hace patente en la aparición
de la temática materna que claramente tiene un papel protagónico.
107
entrevistada #1, entonces el síntoma implica y marca este rechazo doble, por una parte el
poder separarse del Otro materno, como también se puede pensar en la no asunción de la
feminidad, algo muy relacionado con encontrar una identidad, la que naturalmente está
cruzada por la madre como objeto al cual identificarse, entonces la pregunta que estos
pacientes se harían es ¿Qué es lo que quiero ser? Esto surge también en lo mencionado por
Rodrigo de la Fabián, en relación a que estos pacientes parece que tuvieran unicamente
“súper yo”, en el sentido de que saben exactamente lo que no tienen que hacer para
engordar, pero no saben hacia donde llegar, no tienen un ideal de cuerpo.
En cuanto a la subcategoría del cuerpo, un dato curioso tiene es que dos de los
expertos, mujeres ambas, señalan casos clínicos en que el hecho de un embarazo marca
rotundamente el devenir del tratamiento. El lugar que se puede otorgar a esto tiene que ver
por un lado al valor que tiene lo femenino en el embarazo, el tener un hijo, así como a la
importancia del cuerpo. De una u otra forma lo femenino emerge en estos aspectos, la
instancia corporal y a su vez cultural, apunta Milka Kaplán, específicamente la manera en
que la cultura marca en el cuerpo aquello femenino propiamente tal. En este sentido se
pueden encontrar convergencias entre los entrevistados a la hora de destacar el papel
cultural en relación al estatuto de lo femenino, de acuerdo a la subcategoría de feminidad y
trastornos alimentarios, ya que por un lado, la importancia que existe con lo masculino, en
cuanto que el hombre tiene algo que ganar o perder, en relación con el pene, por lo que se
juega más en el ámbito del tener, plantea Rodrigo de la Fabián. Para la mujer se destaca el
valor de ser, por ejemplo, ser bonita, ser delgada, en lo que el cuerpo está completamente
cuestionado, y por lo que a su vez se requiere de una fortaleza narcisista que permita
108
sostener tal cuestionamiento. Así también se puede pensar en lo que se le exige a la mujer
hoy en día. Milka Kaplán menciona que hoy en día existe una mayor “masculinización” de
las funciones en sociedad de la mujer y exigen lograr integrarlas, lo que implica volver a
preguntarse que significa ser mujer, pregunta que como ya se observó, no tiene respuesta, y
quizás por lo mismo es que este trastorno emerge con frecuencia en la adolescencia, etapa
de la vida reconocida por la búsqueda de una identidad sexual.
Se podría cuestionar en este punto si esta pregunta por la feminidad es del mismo
tipo que en una histeria, donde esta pregunta se plantea por ejemplo en relación al deseo del
Otro, pero en el caso de la anorexia o bulimia parece ser que esta pregunta es de otra índole,
ya que el síntoma, de acuerdo a lo planteado por Rodrigo de la Fabián, se ubica para
taponear el deseo del Otro, por lo destructivo e insoportable en que es vivido, donde la
circulación de todo ámbito queda obturada, circulación de alimento y de palabra.
La temática acerca del ideal pone de manifiesto, por ejemplo, la diferencia que
puede existir en el vinculo transferencial ante un terapeuta hombre o mujer, donde
109
probablemente el tema del ideal será más problemático en una transferencia frente a una
mujer, no por nada quien hizo más énfasis en este problema fue el único entrevistado
hombre, mientras que las demás entrevistadas dieron mucho más énfasis al tema del
cuerpo, pero es importante señalar que de todas formas el aspecto más relevante en la
transferencia tiene que ver con lo preedípico, punto en el que todos los entrevistados
coinciden al considerar que esta transferencia, desde el amor y el odio, bastante
dependiente, y mucho más primitiva, se encuentra a la base de este tipo de trastornos, y se
constituye como una dificultad desde el comienzo. No hay que olvidar que en el
establecimiento de la transferencia hay que tomar en cuenta la estructura a la base de cada
paciente, pero por sobre todo, tal como señala Rodrigo de la Fabián, la mayoría de estos
pacientes son adolescentes, es una clínica de adolescentes en donde los aspectos ligados a
la identidad, la estructura, la familia y los vínculos en general se encuentran en
cuestionamiento
En relación con la subcategoría acerca del cuerpo, se puede mencionar que en esta
investigación no fue un tema tratado a través del marco teórico, pero que aún así apareció
fuertemente en las entrevistas realizadas a los expertos, por lo cual se constituyó como una
de las categorías emergentes. ¿Por qué el cuerpo? Esencialmente porque logra articular la
transferencia y lo femenino, en el sentido que el estatuto corporal es el que más problemas
puede traer en el tratamiento. Ya se vio en las entrevistas cómo el estar trabajando contra el
reloj todo el tiempo, contra un sujeto que se va desvaneciendo poco a poco en sus funciones
biológicas, es una de las principales dificultades, lo que requiere a su vez de un equipo
especialista encargado de tal aspecto. Aún así, más allá de considerar el lugar del cuerpo en
ese sentido, habría que pensarlo en relación a la transferencia establecida, y a la escucha
que se quiere elaborar, sobre todo porque es muy fácil caer en aquello imaginario y
especular, bastante normalizador, que constantemente exige un paciente de este tipo, que
hace girar todas las miradas hacia la corporalidad, y comenzar a exigir una especie de ideal
corporal, ideal que, como se comentó antes, no tiene cabida. El punto esencial se encuentra
en cómo llevar ese padecer corporal y lograr poner algo de eso en palabras. De esta forma
no es tanto que el o la paciente no traigan una demanda, como ciertas líneas teóricas
110
psicoanalíticas señalan, sino que depende mucho de la escucha del terapeuta y de los
cuidados que tenga en el curso del tratamiento.
111
7. Conclusiones
112
problema de la mujer en su totalidad. Precisamente en este sentido los aportes de Françoise
Dolto rescatan a través de su obra la presencia de la genitalidad propiamente femenina (la
vagina y el clítoris), y como también una nueva dimensión de lo materno donde sustituye el
vínculo erótico y/u hostil, por uno de carácter más narcisista. En este caso, el aporte de
Lacan, en relación con la triada demanda, necesidad y deseo, permite entender de mejor
manera y aproximarse a la vez a la importancia que el vínculo con la madre, como Otro
primordial, ejerce en la forma en que las necesidades más básicas se van transmudando en
algo más que alimentarse por alimentarse, lugar donde la pulsión y sus vías puestas en
juego, en cada una de estas actividades, otorgarán caminos variados que separarán e
imposibilitarán de una función última cualquier necesidad del ser humano.
Debido al carácter estructurante de esta fase, será precisamente en este lugar donde
se puede pensar en una psicogénesis de variadas patologías de carácter mental, entre ellas
las que convocan a esta investigación: los trastornos alimentarios.
Estas fallas en la transmisión tienen que ver fundamentalmente con dos líneas
diferentes. La primera se posiciona en torno a un “daño imaginario” que tendría lugar en
esta etapa, en tanto la madre como Otro primordial, falla en la transmisión y el
revestimiento del cuerpo de este sujeto, cortándole el acceso a una simbolización adecuada,
debido, esencialmente, al daño narcisista existente, entendiendo esto como aquello que falta
para poder constituir un narcisismo primario que permita soportar un circuito deseante.
Esto conlleva a que el sujeto no pueda apropiarse completamente de su cuerpo, y que en
algún punto siga existiendo una fusión a la madre que no puede ser limitada, logrando que
el o la paciente se entrampe en una batalla especular con la madre, que le impide acceder a
113
modelos identificatorios y por cierto desembarcar en el espacio propio de la sexualidad. El
sujeto a través del trastorno alimentario muestra que se encontraría atrapado en este lugar
pegado a la madre, del cual desea salir, pero que no logra hacerlo, porque no ha existido acá
una función paterna que interdicte esta relación tan “pegoteada” a la madre, que venga a
redireccionar el circuito deseante de la demanda materna, donde el deseo del sujeto es ser el
objeto de completo deseo materno, que se evidencia en una demanda voraz que no toma en
cuenta el deseo del Otro, siendo el síntoma del trastorno alimentario una salida para poner a
prueba de una u otra forma esta demanda. El vómito de la comida, el rechazo a esta, el
alimentarse de “nada”, viene a ser un rechazo del corte más radical posible a lo que el Otro
primordial materno le ofrece: el alimento. Una suerte de separación, que por ubicarse más
bien al nivel de la demanda tiene que ver con el dar y el quitar, con el juego dialéctico de
no responder del todo a lo que el Otro demanda. El problema de esta dialéctica es que, a
diferencia de otras psicopatologías, pone al cuerpo en un borde marcado por algo tan real
como solo puede ser la muerte, debido al cruce existente entre el registro alimentario y el
del deseo, a través de la demanda, lo que lleva al problema del tratamiento de los trastornos
alimentarios.
114
de tratamiento que exige estar acompañado de diversos tipos de profesionales de la salud.
Lo anterior aparece tanto en la bibliografía como en las entrevistas acerca de la necesidad
constante de tener equipos multidisciplinarios que cuenten con especialistas en las diversas
áreas que implica la patología alimentaria. Entonces el problema sobre cómo poder trabajar
con estos pacientes, es decir fundamentar una clínica particular, sin ser abrumado por la
sintomatología y no caer en la ecuación “síntoma = enfermedad”, y que tampoco signifique
quedar en un tipo de aislamiento, de no querer hacerse cargo de nada que no tenga que ver
con el tratamiento psicoterapéutico, en una patología donde la desnutrición y el riesgo vital
es tan relevante. Incorporar el dato biológico en el abordaje psicoanalítico de los trastornos
alimentarios no significa estar pesando y midiendo la nutrición o desnutrición del paciente,
sino que comenzar a trabajarlos como datos transferenciales, como una forma de
presentación, y a su vez como una dificultad debido a la peligrosidad que conllevan los
discursos construidos en relación con este padecer, como también la facilidad de caer en
ejercer una psicoterapia con un afán normalizador. Es necesario entonces hacer las
distinciones necesarias, ya que por un lado debe existir el trabajo en el ámbito biológico
que sin lugar a dudas implica un acercamiento a un peso corporal normal que asegure la
vida del paciente, pero por otro lado hay que trabajar lo correspondiente a la otra arista del
problema, que pasa por aquellos daños del cuerpo inconsciente que reflejan y enrostran a
un sujeto atrapado en daños arcaicos. Se requiere por lo tanto una ética determinada, que se
base en una defensa fundamental del sujeto, que permita al psicoterapeuta arrojarse a la
subjetividad de la paciente, y asumir los costos que esto conlleva.
Por otra parte la transferencia, pese a ser el dispositivo que posibilita un proceso de
cura en tanto permite una forma de acceder a lo que ha quedado reprimido en la paciente, al
lenguaje de su deseo, debe siempre estar en cuestión. En primer lugar porque en el paciente
tras el trastorno alimentario no habría una pregunta articulada, generalmente no hay una
demanda de psicoterapia y pareciera que no hay nada que se pueda movilizar o cuestionar.
Es en esta forma que el sujeto ha vivido su fase preedípica, “pegoteado” a la madre y sin
poder establecerse como un cuerpo propio e investido libidinalmente, repite y actúa en su
vivencia este acceso catastrófico a la feminidad que se ha dado en la fase preedípica, y por
lo tanto, pareciera que el sujeto es incapaz de representarse a través de la palabra y articular
115
alguna pregunta sobre si mismo. Estas primeras relaciones entre la niña y la madre
marcarán de forma potente los vínculos que la paciente sea capaz de extender, idea que la
práctica clínica confirma, ya que en la transferencia se sigue repitiendo la lógica de
relaciones primitivas teñidas por afectos ambivalentes de amor-odio, que tuvieron sus
orígenes en la fase preedípica, en las primeras formas que se relacionaron y vincularon a la
madre. Si en la relación con el terapeuta se actualizan los conflictos y afectos infantiles, en
el paciente con patología alimentaria se reeditaría esta relación primitiva y ambivalente.
116
entender el papel social y cultural de los discursos que en la escena analítica se ponen en
juego a través de la transferencia y que inevitablemente marcan y tiñen tal práctica clínica.
Lo femenino en los trastornos alimentarios ponen en la mesa tales problemáticas, exigiendo
por parte del psicoterapeuta un manejo transferencial que tome en cuenta una reflexión
acerca de lo femenino entorno a estas dos vertientes.
117
8. Bibliografía
Bührmann, A. (2005). Rezension zu: Jochen Gläser & Grit Laudel (2004).
Experteninterviews und qualitative Inhaltsanalyse [Crítica a Jochen Gläser & Grit
Laudel (2004)] La entrevista de expertos y el análisis de contenido. Forum
Qualitative Sozialforschung / Foro: Investigación Social Cualitativa [On-line
Journal], 6(2), Art. 21. Disponible en: http://www.qualitative-research.net/fqs-
texte/2-05/05-2-21-d.htm [Fecha de acceso: 5 de junio de 2007].
118
Colegio de Psicólogos (1999). Código de Ética. Extraído el 5 de Junio de 2007, disponible
en: http://www.colegiopsicologos.cl/documentos/codigoetica.PDF
Dor, F. (1986). Introducción a la lectura de Lacan. Vol. I. Buenos Aires: Editorial Gedisa.
Dor, F. (1986). Introducción a la lectura de Lacan. Vol. II. Buenos Aires: Editorial Gedisa.
Freud, S. (1893-95) Estudios sobre la histeria. En Obras Completas, Vol. II. Buenos Aires:
Amorrortu Editores.
Freud, S. (1895) Manuscrito G. Melancolía. En Obras Completas, Vol. III. Buenos Aires:
Amorrortu Editores.
119
Freud, S. (1905 [1901]) Fragmentos de análisis de un caso de histeria (Caso Dora). En
Obras Completas, Vol. VII. Buenos Aires: Amorrortu Editores.
Freud, S. (1905). Tres ensayos de teoría sexual. En Obras Completas, Vol. VII. Buenos
Aires: Amorrortu Editores.
Freud, S. (1908). Sobre las teorías sexuales infantiles. En Obras Completas, Vol. IX.
Buenos Aires: Amorrortu Editores.
Freud, S. (1914) Recordar, repetir y reelaborar. En Obras Completas, Vol. XII. Buenos
Aires: Amorrortu Editores.
Freud, S. (1918) De la historia de una neurosis infantil. En Obras Completas, Vol. XVII.
Buenos Aires: Amorrortu Editores.
Freud, S. (1923) El yo y el ello. En Obras Completas, Vol. XIX. Buenos Aires: Amorrortu
Editores.
Freud, S. (1923). La organización genital infantil. En Obras Completas, Vol. XIX. Buenos
Aires: Amorrortu Editores.
120
Freud, S. (1924). El sepultamiento del complejo de Edipo. En Obras Completas, Vol. XIX.
Buenos Aires: Amorrortu Editores.
Freud, S. (1931). Sobre la sexualidad femenina. En Obras Completas, Vol. XXI. Buenos
Aires: Amorrortu Editores.
Freud, S. (1933). 33º Conferencia: La Feminidad. En Obras Completas, Vol. XXII. Buenos
Aires: Amorrortu Editores.
Heiker, M. Miller, C. (1994). Anorexia – Bulimia: Deseo de Nada. Buenos Aires: Editorial
Paidós.
121
Lacan, J (1957- 1958). Seminario 5, Las formaciones del inconsciente. Editorial Paidós,
Buenos Aires, 1999.
Lacan, J. (1964) Seminario 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis.
Editorial Paidós, Buenos Aires, 1993.
122
Rausch, C, Bay, L. (1995) Anorexia nerviosa y bulimia. Amenazas a la autonomía. Buenos
Aires: Editorial Paidós.
Thibaut, M., Hidalgo, G. (1996). Trayecto del psicoanálisis de Freud a Lacan. Chile:
Ediciones Universidad Diego Portales.
123