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Siguiendo a Jesús con María

Un camino de espiritualidad
Manuel Madueño

Reflexión personal Oliva Martínez

Capítulo 1 “Jesús nos lleva a María, María nos lleva a Jesús”

En este capítulo reflexioné la vida como un “camino” en el que me dirijo hacia Dios y
soy parte de su plan divino. Siempre me siento acompañada por Dios en este caminar y por
nuestra madre María, por eso lo recorro con esperanza. La metáfora del camino también se
puede aplicar a la fe, debo realizarlo imitando a Jesús. María es nuestra compañera de ruta
que debe estar siempre presente en nuestra oración y en nuestra búsqueda de Dios

Ser cristiano es animarse a caminar, a arriesgarse a equivocarse, a caer y levantarse,


pero jamás a quedarse quieto por temor a fallar. Debemos tener la certeza de que nuestra
madre siempre va a estar ahí para ayudarnos a levantarnos, limpiar nuestras heridas, y
animarnos a seguir caminando. Cuando uno tiene la certeza de esto, puede ponerse de pié a
pesar de haber caído ya que un corazón que conoce a Cristo, es un corazón lleno de
esperanza.

Después de tantos años, veo a Jesús como un viejo amigo, más cercano pero que no
deja de sorprenderme día tras día. No puedo imaginar mi vida sin Jesús ya que es él quien le
brinda sentido y no hay nada fuera de Él. No puedo entender a Jesús sin María, no puedo
comprender a Jesús si no lo pienso como “hijo de María” por lo tanto en su condición de
hombre, un Dios que se hizo hombre por amor. Si la vida es un camino, en ese camino no
puede faltar la imagen de María, ella acompaña nuestro trayecto y así como Jesús aprendió
de su madre, yo también aprendo de ella.

María es madre de Cristo y, por eso, madre de Dios y Madre de los hombres. Esa
mujer compartió con Dios a Jesús, fue penetrada por la fuerza del espíritu, su vida entera fue
invadida por la vida. Esa pequeña semilla que se desarrolló en su vientre fue sola de ella y sola
de Dios. A través de su propia vida ella nos demuestra que solo hay vida cuando alguien
entrega como precio su propia vida y la ofrece con todas sus consecuencias hasta el sacrificio
y la muerte si es preciso. Ella no se limitó a poner el cuerpo sino que puso el corazón y su vida
para que se haga la voluntad de Dios. Decidió dedicar su vida a seguir siempre y en todo a su
Señor, que va a ser su propio hijo. María como madre común nos convoca y nos va guiando y
cuidando, ella es la madre del Nuevo Pueblo de Dios, una madre que nos educa en la fe, como
maestra de la vida Cristiana. Si vivimos cerca de María, Jesús crece en nosotros. María es el
ejemplo más claro que tenemos de servidora que coopero a la salvación de los hombres con su
Fe, obediencia e inmenso amor.

Comúnmente se le suele llamar “la nueva Eva” siendo madre para toda la humanidad,
que a diferencia de la “vieja Eva” que desobedeció y trajo la muerte, María con su obediencia
trajo la vida.
Capítulo 2 “Conocer a Jesús, conocer a María”

Conocer a Jesús es conocer a María. Debemos imitar a esta Santa mujer para poder
estar más cerca de Dios. Nuestra oración debe ser similar a la de María, una oración en que
hay que saber escuchar y callar, buscar a Dios y su verdadera voluntad. Encontrar el gozo en la
contemplación y en el silencio, dejando que él vaya actuando. Dios crece y yo me hago más y
más pequeña.

María tuvo una fe firme, ella creyó siempre, sin dudas ni vacilaciones, a pesar de todo
“esperando contra toda esperanza” abriéndole de par en par el corazón a Dios,
escuchándolo, captando su presencia en las personas y los acontecimientos, respondiendo
siempre con un “Si” al Señor con una fidelidad heroica convencida, decidida y entregada. Es
María la inspiradora y el modelo de esta fe que nos abre al misterio de Dios.

La oración de María es fuente y modelo de toda oración Cristiana: Silencio, acción de gracias,
mirada contemplativa y alabanza. En las bodas de Caná se nos muestra como una mujer que ve
los detalles, intercede y confía en Jesús. Se conmueve quiere ayudar y colaborar.

En nuestra vida cristiana debemos tener un buen discernimiento, ésta es una instancia esencial
y un desafío impostergable para toda la comunidad de la iglesia, que debe ir profundizando,
apreciando, agradeciendo y viviendo la experiencia de la cercanía a María. Debemos aprender
a orar con ella y como ella, guardar en la memoria y en el corazón las palabras y los recuerdos
de Jesús, meditando, conociendo y compartiendo la vida.

Conclusión

Finalmente podemos concluir diciendo que no podemos disociar a María de Jesús,


madre e hijo se hacen uno. En este camino que es la vida vamos descubriendo, creciendo, y
acercándonos a Dios.

“…María, señora del seguimiento, discípula fiel de Jesús:

Regálame tu libertad y tu disponibilidad para seguir a Jesús,

Tu fortaleza y tu esperanza para asumir el riesgo.

Que siguiendo tus pasos siga siempre a Jesús,

Luchando por el bien de todos mis hermanos

Y forjando el mundo en paz que quiere el Padre.

Amen.” (pp.29)
Capítulo 3 “Amar a Jesús, amar a María”

El camino del amor es un camino de renuncia y de entrega de nosotros mismos desde


la consagración, así como María se entregó a la voluntad del Padre y se convirtió en la madre
de su hijo único diciendo “que se haga en mí tu voluntad”. Esa aceptación le trajo a María
incomprensión y rechazo de parte de su esposo José, pero el amor fue la clave para afrontarlo
todo. La clave de la existencia de María es el amor. María vivió y vive para Jesús, se entregó a
él con toda la energía de su corazón. Ambos nos enseñan la opción por el amor, por nuestra
consagración al amor.

Felizmente siempre tuve apoyo en mi ambiente familiar, acompañamiento de las


personas queridas y respeto hacia mi vocación. Siempre me mantuve fiel a mi vocación y a
Dios por sobre todas las cosas.

María, danos un corazón fiel y una voluntad firme, para que superando las dificultades,
el cansancio y la duda, mantengamos siempre nuestro “si” a Dios y a los hermanos, amen.

Capítulo 4 “Servir a Jesús, servir a María”

Hay una palabra clave de Jesús, él dijo “No he venido a ser servido, sino a servir” sin
duda Jesús estuvo en la escuela de su madre María. La palabra servir viene del amor
incondicional y la humildad, el servicio siempre apuntando a las tareas pequeñas y anónimas,
asumiendo el servicio como característica del amor cristiano.

María nos enseña a servir y a anunciar a Jesús, así como en las bodas de Caná que le
dijo a su hijo “No tienen vino” y luego le dijo a los apóstoles “Hagan todo lo que él les diga”.
María nos enseña a servir a la vida y en la vida, con un amor tierno y sincero. María de la
visitación se hace presente en la soledad y necesidad de su prima Isabel, ella es modelo de
servicio con sencillez y alegría.

En mi consagración como Cristífera a imitación de María de la visitación priorizo a los


pobres que sufren verdaderas necesidades, yo opté por la visitación a los enfermos y ancianos
que están solos.
Conclusión:

Por medio de la lectura de este libro pude reafirmar mi vocación por la fe y el amor a
María y por medio de ella a Jesús. Como Cristífera me entrego al servicio y al amor para estar
atenta y ser sensible ante las necesidades de mis hermanos. Hago realidad en mi vida la
expresión de María “Hagan lo que Jesús diga” para poder ayudar en la tarea de extender el
reino de Dios con un compromiso y una pasión verdadera.

(…)María, dame una fe profunda, fuerte y agradecida, que sea en mí anuncio de


felicidad y tesoro compartido, regálame una comunidad inquieta y comprometida, que busque
siempre nuevas formas de evangelización y que siga convocando y formando misioneros de
Jesús, Amén.

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