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Historia de la basura

Ha pasado mucho tiempo desde que los primeros humanos dejaron esparcidos los restos de
alguna gacela descuartizada en el mismo lugar donde una piedra la convirtió en alimento. Huesos
con trozos de piel adheridos y probablemente la cabeza de la que no podían sacar mucho
constituyeron la primera basura. Por supuesto, aquellas chuletas y costillas no venían
empaquetadas en una bandeja de styrofoam con cubierta de celofán, y me juego el pellejo a que
dichos despojos fueron finiquitados por los siempre presentes buitres con la ayuda de gusanos,
moscas y bacterias expertas en las tareas de reciclaje de materia orgánica. Qué diferencia con las
montañas de desperdicios que hasta no hace mucho se acumulaban en los vertederos de las
grandes ciudades, y aún lo hacen en algunos países. Uno de los muchos daños colaterales de la
civilización, fuente de malos olores y enfermedades, y de muchos dolores de cabeza para los
gestores urbanos. Esta es la historia de la basura y su relación con el hombre.

Sin duda la basura no se convirtió en un inconveniente sino hasta el advenimiento de las primeras
poblaciones permanentes. El paso evolutivo que convirtió a los humanos de nómadas en
sedentarios terminó con la fácil solución de dejar cualquier resto de material no deseado en el
camino o al lado del campamento, del que la naturaleza se haría cargo de desaparecer. No
sabemos la fecha exacta, pero fue hace alrededor de 10.000 años, cuando en alguna aldea cercana
a las cuencas del Tigris o el Éufrates, alguien se dio cuenta de que la basura acumulada en los
alrededores era la fuente de diversos problemas: carroñeros peligrosos muy cerca de los niños, las
molestas moscas, ratas y el mal olor que, aunque ellos no lo sabían, arrastraba su carga maléfica
de enfermedades. Algo había que hacer con la basura.

Como mencione en la introducción, al principio no debió haber sido muy difícil, empezando
porque en las sociedades antiguas los recursos no eran precisamente abundantes y los hombres
buscaban aprovechar al máximo lo que la naturaleza les ofrecía. En todo caso, el problema se
solucionaba alejando la basura del campamento o simplemente enterrándola, lo cual los
arqueólogos modernos agradecen encarecidamente a nuestros ancestros. Tuvieron que llegar las
primeras grandes ciudades con sus altas concentraciones de población para que la basura se
convirtiese en un problema realmente grave, obligando a los líderes a buscar soluciones prácticas
y eficientes, aunque no muy respetuosas con el medio ambiente, al menos para los estándares
actuales.

El primer vertedero municipal se lo debemos a los griegos, quienes en el año 400 a. de C. lo


establecieron en Atenas. En aquella época, según estudios realizados, un ciudadano producía de
media casi tres kilos de basura, no mucho menos de las cifras producidas a principios del siglo XX.
También por esa época, un edicto obligaba a los atenienses a no tirar la basura a menos de una
milla de distancia de ostia_horrealas murallas de la ciudad, aunque no pude encontrar datos sobre
qué tanto se respetaba dicha ley. La Roma imperial, con sus apretadas insulae (edificios de
apartamentos) desde cuyas ventanas los romanos acostumbraban a tirar todo a la calle, tuvo que
crear las primeras cuadrillas de basureros, quienes en grupos de dos recorrían las calles de la
Capital Eterna con una carreta recogiendo desperdicios para luego llevarlos a los vertederos,
siempre en las afueras de la ciudad. También en Roma, durante algún tiempo, intentaron resolver
el problema soltando cerdos por las calles cuales aspiradoras cuadrúpedas, pero sus barrigas
tenían límites y, la basura era tan abundante que pronto se volvieron muy melindrosos a la hora
de elegir lo mejor y dejar el resto.

La fórmula de los vertederos continuó siendo la solución preferida durante los dos primeros
milenios de nuestra era, y la hubiera seguido siendo, si no fuese por la invención de una serie de
productos no existentes en la naturaleza que, si bien servían adecuadamente las necesidades de
conservación y transporte de alimentos, aumentaron significativamente la cantidad de basura
producida y la dificultad de procesarla. En 1551, el alemán Andreas Bernhart, irónicamente un
fabricante de papel, tuvo la idea de empacar sus rollos con envolturas también de papel, pero
impresas con su nombre y dirección, probablemente el primer caso de empacado mercadotécnico,
y el inicio de una larga carrera por envolver productos con materiales que serían diseñados ya con
la idea de que fuesen desechados.

Pero sin duda el villano de la película es el plástico, un material inventado en Gran Bretaña
durante la Segunda Guerra Mundial y fabricado con compuestos obtenidos del petróleo, maleable,
multifacético y durable, pero precisamente por esta última cualidad un enorme problema para los
gestores de basura, pues hasta hace unas décadas era prácticamente imposible reciclarlo. Fue a
partir de la década de los 50 del siglo XX cuando el rápido crecimiento de la población mundial, la
emigración a las ciudades y la popularización de los plásticos que la solución de los vertederos dejó
de ser suficiente y mucho menos adecuada para los estándares medioambientales que la
ciudadanía comenzaba a exigir. De poco servían ya los servicios de recolección de basura ofrecidos
por las ciudades, pues aún con sus enormes camiones tenían problemas para recogerla con la
asiduidad necesaria. La tecnología, empujada por la opinión pública, se puso manos a la obra para
desarrollar sistemas de reciclaje, aunque no fue fácil y los gobiernos tuvieron que intervenir.

En 1965, el Gobierno federal de los Estados Unidos se da cuenta, por fin, que la basura es un
problema grave y establece la Ley de Eliminación de Residuos Sólidos, promoviendo la búsqueda
de nuevas formas de tratar la basura. Tres años después, el Presidente earth day 01Johnson
ordena la primera encuesta nacional de residuos y, ese mismo año, la industria del aluminio
comienza a reciclar restos de ese material, desde latas de refresco hasta persianas. 1970 vio el
nacimiento de la Ley Federal de Aire Limpio, que obligó al cierre de las incineradoras y, muy
propiciamente, el primer Día de la Tierra, el 22 de abril, el inicio del movimiento ecologista. En el
año 2000, una ley en el Estado de California obliga a todas las ciudades a reciclar al menos el 50%
de la basura, un porcentaje que en la actualidad alcanza el 75%, y en Europa el 80% (no he
encontrado datos para otras regiones, así que agradeceré si algún lector puede facilitármelos).

Está claro que la basura sigue y seguirá siendo un problema por mucho tiempo. Las campañas de
concienciación y promoción del reciclaje llegan hasta donde la voluntad de los ciudadanos es
capaz de poner su granito de arena. Queda mucho trecho por recorrer en el desarrollo de
materiales de empaque más fáciles de reciclar, y en convencer al resto del mundo de la necesidad
y ventajas de la reutilización de materiales, pero este siempre tan optimista autor, cree que hemos
dado un paso como especie al admitir el problema y que el ingenio humano, como siempre,
encontrará mejores soluciones. Simplemente, no tenemos otra opción.

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