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PLANTHOGAR - Introducción al huerto

Introducción al huerto

Un huerto de pequeñas dimensiones tiene, ciertamente, algunas


desventajas,
pero también ventajas. De lo que se trata es de minimizar las primeras y
sacar el máximo provecho a las segundas. El teneno pequeño no nos
permitirá, por ejemplo, plantar árboles frutales, aunque hay también
variedades enanas, y tampoco podremos cultivar especies que requieran
mucho espacio, como las sandías, so pena de vemos casi obligados a un
monocultivo o a tener que reducir la cosecha prácticamente a la producción
de una sola planta.
Sin embargo, numerosas labores se vuelven mucho más simples y menos
trabajosas, por lo reducido del espacio. También se puede prestar más
atención a cada una de las hortalizas, y la lucha contra las plagas
podemos llevarla a cabo prescindiendo casi por completo de productos
químicos artificiales.
Un aspecto de gran importancia en este caso es la planificación, que debe
ser muy cuidadosa para sacar el máximo rendimiento posible al huerto. Hay
que tener igualmente en cuenta que la escasa separación entre los
distintos tipos de hortalizas hace que las condiciones aplicadas a una de
ellas repercutan de forma muy directa sobre las restantes.
Elegir un emplazamiento
Adaptarse a las condiciones
Seleccionar el tipo de huerto

Elegir un emplazamiento
Cuando existe la posibilidad de elegir el lugar donde se instalará el
huerto, hay que tener en cuenta varios aspectos, que facilitarán los
trabajos posteriores. La fertilidad del suelo es importante, pero cuando
trabajamos en un espacio lucido, las deficiencias en este aparlo resultan
relativamente fáciles de resolver. Por el contrario, debe cuidarla
orientación, que puede condicionar de modo decisivo el tipo de hortalizas
que plantaremos: la cantidad y la tildad de la luz influyen sobre la raíz
y la productividad de las plantas, sobre todo de las especies hortícolas.
Si situamos el huerto hacia el mediodía, habremos de elegir las que
requieren calor y más horas de luz, mientras que un emplazamiento hacia
el
norte nos permitirá cultivar las menos exigentes en cuanto al aporte
térmico y duración del día. Un ejemplo del primer tipo serian los
pimientos o berenjenas, mientras que la acelga la remolacha nos valdrían
para el segundo caso.
Errores más comunes
Un huerto en un espacio reducido no es una reproducción a escala
de un huerto grande. Pretender tener todos los elementos de éste
es un error de planteamiento básico y de consecuencias
desastrosas.
Que las labores a realizar sean menos y más sencillas no significa
que deban hacerse con mayor ligereza. Al contrario, hay que
trabajar con igual precisión y dedicación, o incluso más.
Muchos aficionados consideran que, al ser pequeño, este tipo de
huerto "cabe" en cualquier lugar y destinan a él un emplazamiento
inadecuado.

Independientemente de lo necesario que pueda ser por la presencia de


vientos más o menos intensos, la existencia de un obstáculo que actúe
como
barrera modificará las condiciones en un huerto pequeño, llegando incluso
a determinarlas por completo.
Si el huerto se orienta hacia el norte, la barrera serviría como
protección contra el frío, aunque hay que evitar que actúe como
impedimento para la circulación del aire pues éste, remansado,
intensificaría la acción dañina de las heladas. Por otro lado, sí refleja
la luz, prolonga la duración del "día vegetal" y aumenta la temperatura.
Esto, que es ventajoso en climas frescos, resulta perjudicial en los secos
y calurosos, al intensificar el efecto de la sequía.

Adaptarse alas condiciones


Aunque las dimensiones pequeñas del huerto permitan tomar medidas
correctoras con mayor facilidad, y a menor coste, que en el caso de otro
de grandes dimensiones, la solución más racional es, también en este
caso,
adaptarse a la situación existente.
Esto significa analizar el tipo de terreno en cuanto a su naturaleza y
res¡stencia y tener muy en cuenta los aspectos climatológicos imperantes.
Ambos factores nos permitirán sacar el maximo provecho de las hortalizas
cultivadas.
Cada región reúne una serie de condiciones en cuanto a suelos (calizos,
graníticos, arenosos, etc.), niveles de pluviosidad y temperaturas medias
que permiten cultivar una buena parte de la gran variedad de especies
existentes. Seleccionando las más apropiadas (un experto local nos puede
asesorar al respecto), se facilita mucho el trabajo y se logran resultados
más satisfactorios.
Errores más comunes
Es cierto que al ser menor la cantidad de suelo disponible es
posible corregir sus caracteristicas, pero pretender hacer un
huerto "contra natura" supone a menudo tantos trabajos y gastos
que el resultado, si se produce, no compensa los esfuerzos.

Seleccionar el tipo de huerto


Lo dicho en el apartado anterior puede servirnos como directriz general.
Las dimensiones del huerto serán uno de los condicionantes principales a
la hora de hacer la selección y planificación finales, pero habrá que
tener igualmente en cuenta los gustos personales.
El conjunto de estos elementos nos dará el tipo de huerto al que
dedicaremos nuestros esfuerzos. Si el terreno es muy pequeño, no tiene
sentido destinarlo a especies que ocupen excesivo espacio, pues nos
impedirán el cultivo de otras también interesantes, o que requieran mucho
tiempo para crecer, y que por el mismo motivo mantendrán ocupada la
parecía sin dar lugar a plantar otras hortalizas.
Errores más comunes
Dar a todos los bancales las mismas dimensiones. Han de adaptarse
al tipo y las condiciones del terreno.
Hacer primero una lista de las hortalizas que queremos plantar y
adaptar el huerto a esos deseos, suele dar resultados poco
satisfactoríos. Mejor es seleccionar de la amplia gama de
hortalizas que nos podrá dar el huerto que tenemos.

En estos casos, una solución adecuada es destinar el huerto a aquellas


especies hortícolas poco exigentes en cuanto a espacio y cuyo consumo no
sea masivo, como las plantas aromáticas utilizadas como condimento, o
incluso las especies medicinales.
Las hortalizas de consumo masivo tendremos que adquirirlas, pero la
cosecha propia permitirá obtener unos complementos de gran interés que,
además, pueden satisfacer los deseos de actividad hortícola del
aficionado. El cultivo bajo cristal, en invernáculos u otros tipos de
abrigo, proporciona una oportunidad adicional de ampliar la temporada de
cultivo y compensar la escasez de espacio.

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