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otro trabajador del país? la respuesta no es tan simple, dado que a quienes trabajan
para el Estado los rigen una serie de normativas y aspectos legales que son
convenientes de conocer, tanto si se es funcionario público, como si se requiere de
alguno de ellos para algún trámite o asistencia.
¿Cuáles son los principales deberes que tienen que cumplir los funcionarios públicos
en nuestro país? ¿Qué conductas contravienen el Pricipio de la Probidad
Administrativa?
Los principales deberes que tiene un funcionario público dicen relación con la
servicialidad del cargo, la eficiencia y la probidad, este último es un principio de
carácter constitucional, contenido en el artículo 8º inciso 1° de nuestra Constitución
Política y regulado especialmente en el Título III de la Ley 18.575 sobre Bases
Generales de la Administración del Estado, a partir de su artículo 52 en adelante.
Al decir que un funcionario tiene un derecho decimos que a este le asiste por ley, o por
una norma legítima, la facultad de hacer exigible aquello que se ha establecido en su
favor por la vía de una acción legalmente consagrada, por ello es que estos derechos
que se adquieren al amparo de la legislación no sólo deben respetarse sino que más
aún, no pueden alterarse, modificarse, restringirse o incluso suprimirse
retroactivamente.
El problema radica en que para poder ejercer sus derechos, el empleado debe
necesariamente desempeñar materialmente su trabajo, es decir, los derechos le
asisten sólo si trabaja, de ahí que en contraposición sea posible concluir que nadie al
servicio del Estado que no trabaje podría pretender el reconocimiento de aquellos,
salvo que se tratara de derechos que precisamente se otorgan para no trabajar, como
por ejemplo, el feriado, los permisos administrativos, o las licencias médicas.
En el campo del derecho público administrativo se dice que “no hay derechos
adquiridos”, y por lo tanto siempre será legítimo que la Autoridad, inspirada eso sí, en
razones superiores de interés público, pueda discrecionalmente concederlos o
denegarlos, previa autorización del legislador en la Ley.
En términos generales podemos ver que el empleado público tiene derecho a: gozar
de estabilidad en el empleo, hacer uso de feriados, permisos y licencias; recibir
asistencia en caso de accidente en actos de servicio o de enfermedad contraída a
consecuencia del desempeño de sus funciones, participar en acciones de
capacitación, gozar de todas las prestaciones y beneficios que contemplen los
sistemas de previsión y bienestar social en conformidad a la ley y de protección a la
maternidad, de acuerdo a las disposiciones del Título II, del Libro II, del Código del
Trabajo, a la defensa ante agresiones, al uso de la vivienda asignada a la institución, a
la permuta, y a las remuneraciones, entre otros.
¿Por qué se habla de responsabilidad administrativa por mal desempeño y por mala
conducta? ¿Cuáles son las sanciones de una u otra?
Los funcionarios públicos, como tales, son responsables de lo que se hizo mal
-“acciones”- o de aquello que se dejó de hacer y produjo consecuencias en la
Administración -omisiones-. Sin embargo el grado de responsabilidad es diferente,
según la gravedad de la infracción, y las consecuencias que de ella deriven, lo cual
debe analizarse en un proceso de valoración subjetiva, esto es, considerando la
“motivación” que tiene el sujeto que comete la falta.
De ahí puede concluirse que si la acción u omisión no tiene que ver con “culpa” sino
más bien con “mal desempeño”, su consecuencia implicará necesariamente una
rebaja en sus calificaciones anuales, o un llamado de atención, para que enmiende su
conducta, por ejemplo, a través de una anotación de demérito.
Si una persona siente que el funcionario no está cumpliendo con su deber ¿dónde
puede reclamar? ¿Este reclamo da origen a un proceso?
Durante los últimos años, muchas normas aplicables a los trabajadores del sector
privado se han extendido a los trabajadores del sector público, como la aplicación de
la Ley de Accidentes del Trabajo, la posibilidad de afiliarse a Cajas de Compensación,
los permisos especiales en caso de muerte de parientes directos, el permiso parental,
la regulación sobre actos atentatorios a la dignidad de los trabajadores, como el
acoso sexual y laboral, la Tutela de Derechos Laborales ante los Tribunales del
Trabajo, y la actual discusión referida a permitirles negociar colectivamente y el
derecho de huelga.