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Javier Pastor Marina

TEMA 14: FINITUD Y TRASCENDENCIA DE LA PERSONA HUMANA

1. LA MUERTE COMO PROBLEMA FILOSÓFICO:


a. Todo filósofo o sistema filosófico ha tratado de dar una respuesta a la muerte. Afecta al sentido de
la existencia.
b. El problema de la muerte es de total trascendencia para la antropología. Su respuesta depende de
la concepción que se tenga del hombre y sobre su existencia corporal.
c. En primer lugar, la muerte parece un hecho biológico incuestionable.
i. Por eso para los materialistas o naturalistas, la muerte es una pérdida de la individualidad y
una vuelta a la materia.
ii. Su postura es de ignorar el hecho de la muerte y el miedo es debido al instinto propio de
supervivencia.
d. El problema se plantea cuando reconocemos que el hombre no es un ser natural más en el mundo,
comenzando porque es el único ser que sabe que va a morir: conciencia de la muerte.
e. Saber que vamos a morir nos hace preguntarnos por el sentido de la muerte.
f. Finalidad: el hombre se resiste a que su vida se oriente a perpetuar la especie o mantenerse en
vida, como en los animales.
i. Hay valores por los que merece la pena morir y esos son los que dan sentido a la vida. Por
eso la pregunta se reduce a ¿cómo vivir mi vida para que sea una vida con sentido?
ii. La felicidad no se vive solo en el momento porque eso no esa actitud no anula la angustia por
el futuro.
g. Para Heidegger la muerte es parte ontológica del hombre, y por eso lo llama “ser para la muerte”.
i. La angustia fundamental es la muerte que supone la pérdida de la existencia (la nada).
ii. La actitud correcta ante la muerte es esperarla, anticipándose mentalmente y así comprender
las posibilidades del momento.
h. Sartre afirma que la muerte no se puede asumir ni integrar en un proyecto existencial. La muerte
irrumpe violentamente la existencia.
i. La muerte da un carácter absurdo a la existencia humana porque anula la libertad.
ii. La muerte es la victoria de la libertad de los otros.
iii. Sencillamente no hay ninguna esperanza y esta es la raíz del nihilismo.
i. Ambas posturas comparten la ausencia de la dimensión trascendental. La muerte se presenta como
algo trágico.
i. Pero la muerte no es un absurdo porque la existencia humana se vive como si tuviese un
sentido.
ii. Por eso es necesario un “más allá” donde la existencia llegue a la plenitud. Aquí entra la
religión que pretende explicar esa trascendencia.
iii. Solamente desde el “más allá” se puede dar un sentido a la existencia del “más acá”.
iv. A estas preguntas puede responder la religión; por ejemplo, con la inmortalidad del alma.

2. NATURALEZA DE LA MUERTE HUMANA:


a. La muerte en sí misma es incognoscible porque consiste en una privación, y no tenemos experiencia
de ella. Podemos hacer meras descripciones.
b. 2.1 SEPARACIÓN ALMA CUERPO
i. Se dice que la muerte no es otra cosa que la separación alma-cuerpo. Pero esto lleva implícito
que son dos elementos unidos pero independientes (dualismo).
ii. El dualismo (Platón): la muerte es la muerte del cuerpo y la liberación del alma.
1. Es una concepción espiritualista: no muere el hombre, solo su cuerpo.
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2. Así se acaba con el pesimismo de la muerte, no afecta al hombre sino al cuerpo.


iii. El cristianismo no sostiene una visión desencarnada de la muerte: no es una liberación sino
el mayor mal natural porque es la privación del mayor bien: la vida y el ser.
1. El hombre es una totalidad unificada: cuerpo y alma están hecho para vivir unidos.
iv. El planteamiento no dualista debe afirmar que en la muerte no muere ni el cuerpo del
hombre ni su alma, sino el hombre en sí mismo, es decir la persona.
1. La separación del organismo de su principio vital convierte el cuerpo en cadáver.
2. El alma es la forma del cuerpo: el alma está destinada a existir con el cuerpo, alcanza
su perfección solo con el cuerpo, y un cuerpo sin alma es solo carne y huesos.
v. Lo que la filosofía presenta como el mayor mal natural, puede tener sentido positivo desde
la trascendencia.
1. Según la Revelación cristiana la muerte es un mal relativo, no absoluto, un castigo.
2. La muerte es un castigo para restaurar el orden perdido, tiene carácter medicinal.
3. Esta concepción es coherente con la creencia de que todo lo que hagas te será
devuelto en el más allá. El sentido de la vida se esclarece a la luz del más allá.
4. El mayor mal es la muerte espiritual definitiva, y la verdadera vida la vida eterna.
c. 2.2 FINAL O TÉRMINO DE LA VIDA HUMANA:
i. Desde la biología la descripción de la muerte como privación es sencilla: el organismo deja
de poder realizar las funciones vitales básicas, pierde su unidad orgánica y se corrompe.
ii. El hombre desde la interioridad también puede conocer la vida tiene final, y puede asumirlo.
iii. La muerte se concibe como un hecho ajeno y violento que se enfrenta a la libertad: no
podemos evitarlo, pero podemos decidir la actitud que tenemos hacia él.
iv. En la teología de Rahner esta actitud aparece como el acto del hombre por excelencia.
1. La muerte es la consumación de la propia existencia donde el alma alcanza la plenitud.
2. Es una postura aparentemente dualista porque aparece la muerte como liberación.
3. Esta postura de Rahner no tiene en cuenta que la muerte no es un acto del hombre,
sino que le viene de fuera de manera violenta, no libre.
v. Hay que distinguir la muerte como límite o término de la vida, de la muerte como finalidad o
culminación de la vida.
1. Morir no es un acto libre, sino la actitud ante la muerte. Es un “aprender a morir” que
implica prepararse para otra vida, no para la nada.
2. Si la muerte es la finalidad, toda la vida se orienta a ella, pero sino se orientará de otro
modo. El hombre crece para ese fin último que es la felicidad.
vi. Con la muerte el proyecto que me había propuesto para mi vida se detiene y se puede juzgar
como un todo.
1. Antes de morir se puede rectificar o ratificar ese proyecto. El hombre elige la actitud
que por toda la eternidad de verdad quiere.
2. Numerosos casos hay de gente que al borde de la muerte adopta una disposición
distinta querida como definitiva.

3. LA INMORTALIDAD EN PERSPECTIVA:
a. Existe un profundo escepticismo sobre la inmortalidad del alma la vida después de la muerte.
i. Esta actitud viene del agnosticismo que no niega esto, sino que afirma no poder conocerlo.
b. Actualmente viene de la mano del cientificismo para quien la pregunta sobre el después es un
sinsentido.
i. La pregunta por el más allá es sólo la expresión de un cierto sentimiento de miedo o
incertidumbre por el futuro ultraterreno que carece de valor filosófico.
c. Par muchos la idea de inmortalidad aleja al hombre de su verdadero ser histórico y lo incapacita
para la transformación del mundo presente.
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i. Creer en el más allá sería infravalorar los valores de la tierra.


d. Pero la idea de inmortalidad ha sido para muchos, motivo de una vida justa que alienta la
transformación del mundo.
i. El cristianismo no infravalora la tierra, sino que llama a la responsabilidad porque está en
juego el destino eterno.
e. 3.1 PERSPECTIVA DE LA ANTROPOLOGÍA SOCIO-CULTURAL:
i. Desde la experiencia la muerte aparece como algo ajeno (que ocurre a otros), pero por
nuestra semejanza con ellos, vemos que nuestra vida no es ilimitada.
ii. Que los hombres saben que el alma es inmortal se comprueba por el hecho cultural del culto
a los muertos.
1. Serían incompatibles los ritos funerarios con la no creencia en la inmortalidad del
alma.
iii. Se concluye, hay datos empíricos que demuestran la creencia en la inmortalidad del alma
desde el comienzo de la civilización.
iv. Los argumentos basados en el consenso universal no son concluyentes para demostrar
racionalmente la inmortalidad del alma. De hecho, no es una creencia totalmente universal.
1. Sin embargo, es algo tan extendido que empuja a la filosofía a preguntarse su verdad.
v. La existencia del más allá solo admite pruebas indirectas, pero no es demostrable su no
existencia.
f. 3.2 PERSPECTIVA METAFÍSICA:
i. La idea de inmortalidad ha sido una constante en el pensamiento filosófico, aunque no
siempre se ha formulado de la misma manera.
1. Ha habido concepciones materialistas, trasmigración de las almas, dualismos…
ii. Sabemos que solo se puede corromper aquello que está compuesto: la muerte supone
corrupción, separación de partes.
iii. Así se concluye que es mortal lo que tiene cuerpo (como el hombre). Pero, así como en el
animal todas sus operaciones dependen intrínsecamente del cuerpo, en el hombre no.
1. Demostrando esta independencia, se concluye que el alma humana es espiritual e
incorruptible.
iv. Para la demostración se ha de partir del hecho de que lo material depende del espacio y
tiempo, mientras que lo espiritual no.
v. Esto se une a que ya sabemos la independencia del acto intelectual y volitivo del espacio y
tiempo.
vi. Se concluye que en el hombre hay un núcleo espiritual que no es destruido por la muerte,
sino que pervive más allá de ella.
vii. Pero entonces cómo explicar la unidad alma-cuerpo si el alma puede subsistir, sin caer en un
dualismo.
viii. La solución viene de la mano de santo Tomás de Aquino, que está entre medias de la
inmortalidad del alma platónica y la unidad sustancial aristotélica.
1. Distingue dos maneras de comunicar el ser a los entes.
a. El acto de ser se comunica a la unión materia-forma, y al separarse, desaparece
el acto de ser.
b. El acto de ser creado por Dios, lo comunica al alma humana, y esta se lo
comunica al compuesto. Es el caso del hombre.
2. Al tener el alma su existencia propia, no puede perderla por sí, solo cabría que el
mismo que le dio el ser se lo quitara, pero esto iría contra la sabiduría divina.
3. Ahora bien, que el alma sea un “habens ese”, no quiere decir que no tenga necesidad
de unirse al cuerpo.
ix. El conocimiento racional no puede decirnos mucho de la otra vida, pero sí la religión.
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g. 3.3 PERSPECTIVA EXISTENCIAL-RELIGIOSA:


i. Desde la perspectiva antropológico-existencial la muerte es:
1. Natural porque la vida y la muerte forman un ciclo necesario.
2. Antinatural porque la naturaleza espiritual del hombre está reclamando la
inmortalidad.
ii. El amor trasciende el espacio y tiempo, y ante la ausencia, no cesa el amor. Por eso si la
inmortalidad no existe ese amor se ve frustrado, pero como tenemos experiencia de ese
amor, se puede concluir la existencia de la inmortalidad.
1. Esto demuestra que el amor es más fuerte que la muerte, porque la muerte es parte
del ciclo temporal y el amor lo trasciende.
2. Lo amado puede ser más valioso que la propia vida, y puede llevarnos incluso a
despreciar el mayor de los males, la muerte.
iii. El deseo de felicidad nunca se sacia en esta vida y como ningún deseo natural es vano, es
congruente pensar en otra vida donde se cumpla acabadamente este deseo.
iv. Además, como argumenta Kant, debe existir otra vida donde cada hombre reciba el premio
o castigo por el bien o mal realizado en la vida terrenal.
v. Estas son argumentaciones morales, no estrictamente filosóficas, pero muestran la
congruencia y razonabilidad de la creencia.
vi. Además, desde el cristianismo, sabemos que el amor de Dios creador es a todos en su
totalidad y en sí mismo. Por eso no tendría sentido un amor por un tiempo.
vii. Desde la Revelación se da razón de algo que la antropología no puede explicar. Si no es
natural que el hombre muera, nos hace pensar que no es algo planeado desde el principio.
1. Se concluye que es un mal provocado por el hombre mismo, consecuencia de nuestras
decisiones.
viii. La Antropología, por la debilidad de la razón humana, choca con sus límites ineludiblemente,
y es entonces cuando la persona está en condiciones de abrirse naturalmente a la revelación
de Dios.

4. LA CUESTIÓN DEL ALMA SEPARADA:


a. Dado que el alma es inmortal, podemos preguntarnos cómo vivirá después. En filosofía se llama
“alma separada” para describir el alma humana después de la muerte.
b. Un alma separada del cuerpo no es persona, y además si para realizar las operaciones más
específicamente humanas, conocer y amar, necesitamos el organismo, no puede realizarlas.
c. Por otro lado, que el alma sea separable aparentemente da la razón a Platón (dualismo), que
concibe el alma como sustancia completa y al hombre lo identifica con el alma.
d. Santo Tomás habla de sustancia incompleta al referirse al alma. Pero esto podría llevarnos a un
dualismo, otra vez. Es el riesgo de la doctrina hilemorfista.
i. San Tomás corrige esas carencias con la doctrina del acto de ser. Si el alma posee un acto de
ser espiritual, puede subsistir separada del cuerpo, pues el acto de ser personal no muere.
ii. Por otro lado, la doctrina hilemorfista hace comprensible la doctrina cristiana de la
resurrección de los cuerpos.
1. El alma se une naturalmente al cuerpo porque es su forma, y estar si él va contra su
naturaleza.
2. Nada contra la naturaleza puede ser perpetuo, luego el alma no estará separada del
cuerpo siempre, y en eso consiste resucitar.
3. La inmortalidad del alma exige por tanto la resurrección de los cuerpos, que se vuelvan
a unir los dos co-principios.
iii. La existencia de la persona en el más allá es posible porque es provisional, luego resucita en
el fin del mundo y de la historia, en el momento de la plenitud.
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e. Por lo tanto, la doctrina de la resurrección de la carne, es coherente desde la antropología.


f. Algunos teólogos para facilitar, hablan de una muerte entera y un nuevo acto creador de Dios, pero
así no se garantiza la identidad del yo.
g. La filosofía no puede decirnos más, porque solo puede hablar del cuerpo terreno, no el resucitado.

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