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Sesión 6: “Escuchando fábulas”

Érase una vez una descuidada cigarra, que vivía siempre al día y
despreocupada, riendo y cantando,  ajena por completo a los
problemas del día a día. Disfrutaba de lo lindo la cigarra del verano,
Fábula corta: La Cigarra y la y reíase de su vecina la hormiga, que durante el período estival, en
lugar de relajarse, trabajaba duro a cada rato, almacenando
Hormiga comida y yendo de un lado a otro.

Poco a poco fue desapareciendo el calor, según se avecinaba el


otoño y sus días frescos, y con él fueron desapareciendo también
todos los bichitos que la primavera había traído al campo, y de los
cuales se había alimentado la cigarra entre juego y juego. De
pronto, la desdichada cigarra se encontró sin nada que comer, y
cansada y desganada, comprendió su falta de previsión:

 ¿Podrías darme cobijo y algo de comer? – Dijo la cigarra


dirigiéndose a la hormiga, recordando los enseres que esta
última había recolectado durante el verano en su
hormiguero.

 ¿Acaso no viste lo duro que trabajé mientras tú jugabas y


cantabas? – Exclamó la hormiga ofendida, mientras
señalaba a la cigarra que no había sitio para ella en su
hormiguero.

Y así, emprendió de nuevo el camino la cigarra en busca de un


refugio donde pasar el invierno, lamentándose terriblemente por
la actitud perezosa e infantil que había llevado en la vida.
Sesión 6: “Escuchando fábulas”

Érase una vez un oso que vivía entre la espesura del bosque.
Habitualmente, este oso demostraba una gran valentía en cada uno
de sus actos, y dicha valentía sumada a su fuerte y gigantesco cuerpo,
hacía que ningún otro animal se atreviera a enfrentarle. Se dice que
Fábula: Las dos caras medía de pie casi tres metros de largo y que su fuerza podía aplastar
incluso a los hombres.

Soy el oso más valiente y fuerte del mundo. ¿Acaso existirá alguien
capaz de hacerme frente en algún lugar? – Vacilaba frecuentemente
el oso, aplaudido por todos los animales del bosque que tendían a
acobardarse con su mera presencia.

Sin embargo, a la espalda del oso valiente todos discutían en la


búsqueda de un remedio que atemorizara al animal, por raro que
fuese, convencido de que algo tenía que ser capaz de acobardarlo.

¡Pero si es el más valiente del mundo! ¿Qué podría asustarle? – Se


planteaba angustiado un oso de su misma especie.

Entre todos eran incapaces de dar con una solución, hasta que un día
estalló una gran tormenta. Los relámpagos eran inmensos y venían
acompañados de truenos que hacían temblar la superficie de la tierra.
Y cuál fue la sorpresa de los animalillos del bosque al observar que el
oso temido y valiente salía despavorido de su cueva, aterrorizado con
el estruendo de aquella tormenta, pidiendo auxilio con fuertes y
lastimosos rugidos.

Aquel día todos los animales del bosque, menos el oso, fueron felices.
Nunca jamás habían disfrutado tanto de una tormenta, y es que
habían dado con aquello capaz de atemorizar al oso vacilante y burlón
que se creía el más fuerte del mundo.

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