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Un juicio justo para la cigarra

(Cuento)

Desde que Esopo, el fabulista griego, instigado por varias reinas


de las hormigas disfrazadas de musas, siete siglos a. de C., concibió la
fábula “La cigarra y la hormiga”, el buen nombre de la cigarra ha sido
mancillado al ser usado para ejemplificar el ocio y la holgazanería, así
como la irresponsabilidad y la ineficiencia. Todo lo contrario, sucedió
con la intrigante hormiga, que de abominable y voraz depredadora pasó
a ser el más vivo ejemplo de laboriosidad, cooperación, sociabilidad,
entereza y previsión.

Por más que la vilipendiada cigarra hizo algunos intentos para


limpiar su buen nombre, siempre tropezó con la actitud cómplice de
muchos animales, incluyendo al homo sapiens, todo un enamorado de
la injusticia, que se burlaron de ella y la amenazaron a más no poder.

No quedaba otro remedio que soportar con estoicismo, pero eso


sí; haciendo lo que tenía que hacer: cantar para Dios, como Él mismo
se lo mandó al crearla.

Resignada a su suerte la noble cigarra recibió como premio de


consuelo ver reflejada en sus alas la imagen del arcoíris, en aquellos
bellos instantes de llovizna y sol. Por eso agradecida, ha sonreído al
mundo mientras afina sus timbales para ofrendar su eterna serenata, no
sin antes lanzar el haz de luz de su mirada hacia el infinito.

Veintitrés siglos después de su primer complot para desprestigiar


a la cigarra, las intrigantes hormigas irrumpieron en la privacidad onírica
de La Fontaine y aquella noche de ventisca predispusieron al famoso
fabulista de Cháteau-Thierry, en la ilustre Francia a recrear lo que antes
había hecho Esopo.

Nuevamente el descalabrado nombre de la cigarra fue víctima de


la más injusta aversión y la hormiga resultó ser la heroína, que luego de
espetar una verborreica reprimenda a la supuesta holgazana terminó
cediendo a su noble corazón y compartió techo y alimento con la
maltratada cigarra.

Pasó un siglo y la cigarra, a pulso sabio, ganó algún espacio en la


simpatía de animales racionales e irracionales.

Los seres vivos del planeta azul coincidieron en llamarle “La voz
de la naturaleza”, por cumplir a cabalidad el ciclo que ésta le impuso,
también le consideraban “Pregonera de la tierra” por anunciar con
precisión algunos fenómenos que silenciosos se operan en el planeta,
fue considerada la representación viva de la felicidad por su canto
constante y alegre, sinónimo de juventud y fertilidad, debido a su larga
vida llena de grandes transformaciones. Fue usada como amuleto de
buena vibra y energía para atraer bendiciones, recomendada para
tenerla en los lugares de trabajo y en los hogares. Los chinos la
consideraron un poderoso símbolo de renacimiento. Hasta la terca
hormiga estuvo a punto de reconocer que le anunció la proximidad del
invierno ayudándole para prepararse con techo y comida.

_ Jamás aceptaremos que la Reina de la estridencia nos supere


en simpatía dentro de la creación; jamás - dijeron las hormigas al borde
de la ira.

_ ¡Jamás! - repetían al unísono.


Estaban reunidas en el enésimo congreso de reinas de las
hormigas, justo en la vieja plaza de la villa de Laguardia en la región
española de Alava una tarde otoñal.

Causa estupefacción pensar como hicieron las hormigas para


intuir que aquella tarde llegó a su tierra natal el fabulista Samaniego y
su conversión en musas por hechizo de un hada enemiga de la cigarra
para convencer al fabulista de que parafraseara en verso la vieja fábula
detractora de Esopo, dando al trasto nuevamente con lo ganado por la
pobre cigarra.

Para la situación de la cigarra bien cabe decir que ha sufrido por


siglos.

Será el siglo veinte el que marque un hito en la vida de estos


cicádidos. Y es que en un siglo de tantos acontecimientos que
cambiaron el curso cotidiano de la historia, no podían quedarse al
margen.

Los perros irrumpiendo en el quehacer detectivesco y en la


exploración del cosmos, las palomas ayudando en las comunicaciones
durante la segunda guerra mundial, animales y seres humanos
narcisistas pidiendo a gritos su clonación, animales y vegetales
poniéndose al servicio de la genética, el homo sapiens inventando y
reinventando al grado de querer reinventarse, luchando por conocer
otros planetas para desconocerlos después, como lo hizo con el suyo,
en fin.

Este siglo fue el propicio para que naciera una cigarra fuera de
serie.
Una porción de tierra del “Continente de la esperanza”, América,
tuvo que ser la que albergó dicho nacimiento.

A ese pedacito de América le llamaban “La eterna primavera”, un


poeta revolucionario la llamó sin tapujos “Latitud de la flor y del granizo”.

Las cigarras en el país de “La eterna primavera” son del oriente.


De allí se desplazan para anunciar el invierno a otras partes del país
que necesiten su pregón. Poco van a las costas donde la lluvia es
constante.

Aquella mañana calurosa de abril abrió sus alas al viento, a la luz


y a toda la belleza que el entorno le ofreció una cigarra predestinada.
Era diferente a las demás, sus antenas se mantenían en constante
penduleo, su mirada escrutaba con avidez, sus alas recogían el añil y el
oro que el sol le regalaba con poses sobrias y elegantes, estridulaba a
intervalos y descansaba para meditar, dormía y soñaba, acaso soñaba
despierta, ¿Quién sabe?

En esa contemplación meditativa, o quizá sueño, la sorprendió


aquella vez una voz de trueno.

_ ¡Escucha hermana miaááá!, - la voz vibraba rebotando en la


copa de los árboles y el eco se hacía añicos que se difuminaban en la
oquedad del entorno.

Resultaba curioso que la cigarra predestinada entendiera su


lengua.

_ ¡Soy el ángel de las cigarras!, - volvió a resonar la voz de trueno.

_ ¡Vengo de parte del Supremo Creador!


_ ¡Tu eres la escogida para redimir a las de tu estirpe!

_ ¡Yo soy una cigarra joven señor!, - respondió la cigarra con voz
temblorosa.

Al borde de la estupefacción, abrió desmesuradamente los


helicoidales ojos y pensó para sí.

_ ¡Puedo hablar la lengua de los humanos!, sí, ¡Claro que esa es!

_ ¿Por qué el ángel habla esa lengua?

_ ¡No temas hermana cigarra yo te diré lo que tienes que hacer y


te acompañaré hasta el final de esta empresa!

_ Gracias señor, soy toda oídos.

_ Cierra tus ojos un momento y ábrelos hasta que yo te lo ordene


- dijo la voz.

_ Así será - dijo la cigarra obediente y sumisa.

Sintió que la trasladaban en un lecho de nubes que parecían de


malvavisco y que en instantes la colocaban con premura sobre un
asiento duro y terroso.

_ Abre tus ojos - dijo la voz -, y guarda la calma - continuó -,


estamos justo en el centro del antiguo imperio Maya, en Uaxactún, la
ciudad observatorio, este es un campo de juego de pelota, en el centro
del campo hay un tribunal de honor que hoy dictaminará, si es justo o
no, que a ti y a toda tu familia se les conozca como reinas y reyes de la
estridencia, lo inoportuno y la holgazanería, y a confirmar o desmentir,
si las hormigas son las reinas de la laboriosidad, la sociabilidad y la
cooperación.

_ Integran el honorable “Tribunal de honor”: el puma o león


americano, el jaguar o tigre americano, la danta o tapir, el bisonte o
búfalo americano, la anaconda amazónica, la nahuyaca
mesoamericana, el oso de los glaciares árticos y el oso de las montañas
rocosas. Moderan la plenaria un sabio búho venido de la Sierra de las
Minas y un anciano saraguate petenero, vigilan desde puntos
estratégicos un cóndor peruano, un águila arpía y un quetzal de Purulhá.
Diferentes delegaciones de animales están acomodadas en el graderío
sur, incluido el homo sapiens.

_ Que comience la audiencia - enfatizó la voz de trueno -, en este


juicio debate no habrá vencedores ni vencidos, es un juicio aclaratorio
y si salen a luz señalamientos directos que inculpen a seres, aparte de
cigarras y hormigas, se tomarán como argumentos enriquecedores que
coadyuven a la emisión del gran veredicto.

_ ¡Que el Supremo Creador nos oriente...ééé!

El eco de la voz de trueno fue recogido por las gradas de


argamasa que bordeaban el campo de juego de pelota y devuelto al
centro del mismo, donde se hizo añicos.

En la primera grada al sur estaba el honorable jurado, enfrente, a


distancia prudente, estaban sendos bloques de piedra separados por
una barandilla de madera, en un bloque estaba la cigarra acompañada
de una pareja de grillos cantores, dos esperanzas verdes, dos
saltamontes de antenillas rojas y en el otro la hormiga acompañada de
una pareja de pacacas, dos hormigas de cuaches, dos zompopos y dos
hormigas culonas o zompopos de mayo.

Sobresalía en el grupo de la cigarra la presencia de su ángel, un


ser que se erguía en dos patas, sus alas eran halos de luz y sus ojos
parecían reflectores intermitentes y en el grupo de las hormigas su hada
madrina calafateada con una moña brillante que rodeaba sus antenillas
y una falda lentejuelada que no dejaba ver su abdomen y sus patas, sus
ojillos lanzaban un haz de luz violácea.

_Silencio todos y todas - irrumpió una voz ronca y cavernosa - era


el bisonte quien presidía el jurado.

_ Su atención por favor, el sabio búho hará un esbozo de los


antecedentes del asunto a tratar.

El búho se deshizo en reverencias, vestía de levita, como los


búhos de los textos escolares, luego con voz ceremoniosa y enfática fue
narrando lo relacionado al caso.

La voz cavernosa del bisonte resonó otra vez, el puma se asustó,


regresando a la calma, se espantó de un manotazo un moscardón que
amenazaba con metérsele en el ojo, sus bigotes oscilaban, parecía reír.

_ Procede escuchar entonces honorable asamblea lo que tiene


que decir la cigarra.

_ Honorable jurado - no había la menor estridencia en la voz de la


joven cigarra predestinada, sí el mayor aplomo.

_ Vengo en nombre de las cigarras del universo entero a que la


justicia borre ya ese estigma que ha sido motivo de vergüenza para las
de mi especie, hemos venido cargando por siglos el ignominioso epíteto
de holgazanas inútiles y escandalosas, además los de voraces y
parásitos.

_ Nuestro buen nombre, ilustre jurado, ha sido denigrado por


intrigas de nuestras hermanas hormigas, contra quienes no guardamos
ningún rencor, pero, en esta oportunidad queremos que se haga justicia
devolviéndonos el lugar que nos dio el Supremo Creador cuando dijo
que todo lo creado por Él era bueno.

La representante de los himenópteros, una hormiga tan negra


como belicosa luchaba por librarse de la filosa mandíbula de una abeja
africanizada que la sujetaba por la diminuta cintura. Las abejas
africanizadas formaban un cordón de seguridad atento a cualquier
contingencia.

_ Honorable jurado, como moderador, sugiero se le permita


presentar sus argumentos a la hormiga - aulló la voz del mono
saraguate.

_ Ha lugar - respondió el bisonte -, haciendo sacudirse al jaguar


que roncaba a placer, mientras algunos miembros de la delegación
humana se relamían el bigote por tener aquella hermosa piel como
alfombra en su sala o al imponente felino disecado en un pedestal de
mármol sobre la chimenea, sin importar en lo más mínimo que el jaguar
estuviera en peligro de extinción.

Honorable jurado - la voz de la hormiga denotaba la agitación que


produce la ira -, nosotras sentimos rabia una vez que, mientras nosotras
nos preparábamos acarreando provisiones para almacenar en nuestras
galerías y asegurar la alimentación para nuestra colonia durante el
invierno, la señora cigarra cantaba y cantaba hasta que llegó la lluvia y
la sorprendió cantando y sin alimento para nutrirse.

_ Nosotras tuvimos que socorrerla alojándola en nuestros


albergues.

_ Protesto honorable tribunal.

_ Ha lugar la protesta.

El de la voz de trueno, el ángel de las cigarras habló en estos


términos:

_ La señora hormiga miente descaradamente, como ángel


protector de las cigarras aclararé de una vez por todas lo siguiente:

_ El Supremo Creador asignó desde el principio el rol de


pregonera de buenas nuevas a la cigarra. Es por ello que mis protegidas
cantan anunciando la proximidad de la época lluviosa para que los seres
humanos preparen la tierra para el cultivo y algunos animales preparen
sus nidos y madrigueras o escojan las mejores para resguardarse de la
lluvia y otros como las hormigas de diferentes subespecies almacenen
provisiones para la llegada de las lluvias. En cuanto a que las hormigas
alguna vez socorrieron a la cigarra, esto es una mentira vil y mal
intencionada, ya que las cigarras no comen lo mismo que las hormigas,
que son omnívoras y carroñeras. Las cigarras se alimentan de la sabia
de algunos árboles, estimulando la producción de esta substancia que
mantiene vivos a dichos árboles, además la cigarra es un cicádido que
sobrevive con poquísimo alimento tanto en su estado larvario bajo la
tierra como en su etapa adulta sobre los árboles.
_ Eso deben de confirmarlo los árboles y no el representante de
las cigarras.

_ Silencio y si quiere participar, pida la palabra señora reina de las


hormigas - irrumpió con voz flemática el búho moderador, el mono se
colocó simplemente un dedo en la boca.

_ Pues la pido honorable jurado - habló con firmeza la reina de las


hormigas.

_ La escuchamos - dijo el bisonte con un dejo de enfado.

_ Verán - dijo con petulancia la reina de las hormigas -, me duele


que a mis inofensivas protegidas las acusen de voraces, carroñeras y
belicosas. Mis protegidas trabajan con ahínco para obtener el alimento
para sus colonias que son numerosas. Las pobrecillas se alimentan de
néctares, semillas, hongos, frutas, granos, hojas, y algunos insectos y
otras presas animales, bueno, estos últimos alimentos los consumen en
casos de extrema necesidad.

_ ¿Si ve honorable jurado?, ¿Si ve?

_ Orden, orden.

_ Perdón, pido la palabra honorable jurado.

_ Usted la tiene señor rey de los bosques.

_ Honorables señores -habló parsimonioso un ser que no era más


que una bola de bejucos y pashte, donde brillaban dos ojos de topacio,
de los cuales salía un hilillo de luz penetrante, como facón de gaucho.
_ Solo para aclarar, es verdad que las cigarras no hacen mayor
daño a los árboles al succionar sabia en sus ramas y raíces, además
cumplen gustosas uno de los tantos mandatos recibidos de nuestro
Creador.

_Quiero dejar claro de una vez por todas, que los árboles han
sufrido en carne propia la voracidad de las hormigas, especialmente
esas a las que llaman hormigas coloradas o zompopos, ya que toman
por asalto las plantaciones jóvenes o adultas de cítricos, plantas
ornamentales y especies forestales, acabando con flores y follaje y
muchas veces provocando la muerte de dichas especies.

_ Gracias señor rey de los bosques.

_ Pide la palabra un representante de lombrices, gusanos y


ciempiés - dijo el saraguate ansioso por hacer presencia.

_ Concedida - dijo el puma que había tomado la presidencia del


jurado mientras el búfalo se retiraba a evacuar.

Su voz sonaba perezosa y sus ojos reflejaban el tedio que le


embargaba.

_ Honorable jurado, las hormigas son unas asesinas. Cuando


cualquiera de nosotros pasamos cerca de sus colonias nos atacan
inmisericordes y no descansan hasta darnos muerte, no dudamos que
si le ofrecieron ayuda a la cigarra fue para tenderle una trampa y si ella
hubiese aceptado, hubiese sido como cavar su propia tumba.

_ Gracias señor representante.


_ Pide la palabra la representante de las diferentes especies de
abejas y avispas.

_ Concedida - se escuchó la voz melosa de la anaconda que


presidia en ausencia del puma -, ya que éste se había retirado para
hacer aguas.

_ Honorable jurado, nuestra sobrevivencia se ha visto afectada en


gran manera por la maldad de las hormigas que invaden nuestros
panales y colmenas, devoran nuestro alimento, la miel, y no conformes,
devoran también a nuestros hijos, les importa un comino pertenecer al
mismo orden de los himenópteros como nosotras.

_ Gracias señora representante.

En la delegación de los humanos hubo intentos de participación


que de inmediato fueron sofocados por alguien que parecía ser el líder
y que tenía cara de sabio.

Un burócrata bostezón, de esos que quedaron olvidados en los


despojos de lo que fue alguna institución estatal, de las que fueron
vendidas a la iniciativa privada casi en su totalidad, quiso alegar lo
inoportuno que era el estridente canto de las cigarras cuando él quería
modorrar en su polvorienta oficina, pero fue calmado por aquel que tenía
la cara de sabio.

Otro ser humano, citadino a juzgar por su vestimenta y sus


modales, también se quedó con las ganas de acusar a las hormigas de
haberle amargado algunos pícnics en su granjita, al atacar con saña a
sus pequeños, que imprudentes jugaban cerca de sus colonias. Fue
convencido de que no era conveniente su participación.
Otro representante del homo sapiens - al parecer un campesino -
, levantaba un sombrero de palma para pedir la palabra, quería acusar
a las hormigas coloradas o zompopos de la ruina provocada en sus
plantaciones frutales. Se veía furioso. También fue reducido al orden de
manera pacífica por la voz convincente del hombre con cara de sabio.

Para reforzar su tesis de que el hombre no debía participar en


aquel juicio aclaratorio, aquel hombre de luenga, sucia y enmarañada
barba improvisó un discursillo apenas audible, ya que el búho y el
saraguate le estaban echando el ojo.

_ Señoras, señores - dijo cuchicheando -, los seres humanos no


tenemos la solvencia necesaria para acusar o defender cualquier causa
en este juicio, somos los más mal vistos en esta asamblea, todo mundo
alega que nosotros destruimos todo lo que tocamos, nos hartamos a los
animales, destruimos los ecosistemas al talar inmoderadamente los
bosques, al contaminar las fuentes de agua, al abusar del uso de los
recursos naturales no renovables, al incendiar el planeta, al generar
demasiados desechos industriales, al ser el más grande depredador, en
fin, somos una lacra, con un culito tan pequeño nos cagamos en el
planeta azul y sus alrededores, porque ya llenamos hasta el espacio de
basura.

Una sonrisa forzada desdibujó el rostro de hombres y mujeres


presentes en aquella asamblea.

El búho aleteó furioso al decir.

_ ¡Orden por favor, tenían que ser ustedes los humanos, van a
participar o a escandalizar!
Un silencio sepulcral invadió el ambiente, los humanos se
codeaban y se miraban embobados.

El silencio fue cortado de tajo por la voz ronca y cavernosa del


bisonte al decir:

_ ¡Hermanos y hermanas, este juicio aclaratorio está llegando a


su fin!

_ ¡Bravo! -, jerigoncearon entre bostezos los presentes.

_ ¡Orden! -, gritó eufórico el saraguate con la impaciencia reflejada


en el semblante.

La asamblea pareció obedecer y el bisonte continuó:

_ ¡La gran decisión es la siguiente: el nombre de la cigarra queda


limpio de todo agravio y se le respetará mientras exista el planeta azul,
como pregonera del Supremo Creador y de la madre naturaleza, canten
pues para Él que dijo al crearlas que eran buenas!, ¡Él no se equivoca!

_ A ustedes hermanas hormigas: sean humildes, continúen su


labor de oxigenadoras del suelo, fertilizadoras y propagadoras de
semillas, lo que injustamente no les fue reconocido en el desarrollo de
esta audiencia, no se dejen llevar por malos instintos que las orillen a
llegar a actitudes extremas, en perjuicio de terceros, en caso contrario
el hombre se encargará de fumigarlas - y no con néctares - y a él sí, no
lo detiene ni el Supremo Creador.

_ ¡He dicho!

José del Pinar

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