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Mr. Zürcher a consecuencia de la guerra había perdido todo, cuando regresó del
frente se encontró con su finca convertida en un cuartel ruso, su esposa y sus hijos
habían desaparecido, nunca supo si estaban vivos o muertos. Se quedó sin familia, sin
propiedades y sin país porque la parte de Alemania donde él nació y vivió pasó a
pertenecer a la Unión Soviética. Su pasaporte tenía un sello que decía “Apátrida”, sin
patria, perdió hasta la nacionalidad.
En una oportunidad, mis familiares y amigos estaban hablando con Mr. Zürcher
y condoliéndose por todo lo que le había sucedido. Fue entonces cuando dijo una frase
que, según él, repetían los campesinos de su tierra ante las calamidades: “Pan duro no
es pan duro _ repetía Mr. Zürcher _, pan duro no es pan duro, pan duro no es pan duro,
¡duro es no tener pan!”. Este pensamiento me ha ayudado mucho en mis propios
problemas desde que era un adolescente, cada vez que paso por momentos malos me lo
repito como una oración.
Nos la pasamos
lamentándonos por las cosas que nos
suceden y por lo que tenemos sin
darnos cuenta de que la grandeza
está precisamente en eso por lo que
nos quejamos.
_ Sí, tengo una esposa y cuatro hijos _ me contestó dejando notar su acento.
_ Qué bueno _ contesté _. Usted formó toda una familia en esta tierra hermosa,
tiene una casa propia o alquilada, vive aquí, trabaja aquí, tiene amigos aquí, ¿u usted
dice que le ha ido mal? Mire señor, en estos treinta años mal les ha ido a los que han
muerto y sin embargo, mal no les ha ido pues han pasado a otra vida. Pero usted está
vivo todavía. Quien todavía sorba un buchito de café como usted lo está haciendo, no
puede decir que le ha ido mal.
_ La verdad es que no me ha ido tan mal del todo, ¡pero en algo sí, eh! _ me
contestó no quedando convencido por completo, de todos modos me brindó un “café
guayoyo”.
te quejes de la
vida porque de las quejas nada se saca. La vida no es dura, duro es no tenerla, duro es
no vivir. No
_ ¡Tengo la nariz fea! _ me dijo una vez una muchacha, casi en depresión.
_ Para ver _ le dije _, yo no la veo fea sino un poco ancha, pero no fea. ¿Qué
prefieres, esa nariz que tienes o un hueco en vez de ella? Tu nariz no es fea, fea serías si
no tuvieras nariz.
¡Cuantos seres queridos se nos van para siempre y nunca oyeron de nuestros
labios un “te quiero”! No somos malos sino descuidados y olvidamos a la gente
que queremos. Muchas veces manifestamos amor cuando ya es tarde, cuando
muere “el tío Pedro” hacemos lo imposible para asistir a su entierro, y no asistimos
al cumpleaños del “tío Juan”.
La única forma de que una lámpara alumbre en la oscuridad es que ella misma se
ilumine para que todas las cosas adquieran color. Así, el que quiera amar que se
encienda de amor, que se ame a sí mismo para que brille. Para esto hay que
dejarse querer, hacer algo para que te amen… ser cariñoso, querendón, mimoso.
Amar es como el vuelo hermoso de las aves y ser amado es como el viento que
sostiene sus alas desplegadas en ritmos de libertad. El que no comparte amor es
como el pájaro que se remonta ágilmente a las alturas sin dejarnos escuchar su
bello canto y esto es egoísmo, y el que no recibe amor es como una fiera que ataca
al sentirse herida y se niega a ser salvada, y esto es orgullo, cree bastarse a sí
misma. Por eso quien no se ama no puede dar amor… ni recibirlo. Porque el amor
es una experiencia interna.
Una muchacha dejó al novio porque era muy disipado y tomaba mucho licor. Con el
tiempo consiguió otro pretendiente y también terminó con él porque era muy
religioso y tachado a la antigua: no le gustaban las discotecas ni las parrandas.
Con el tercer novio tampoco continuó porque era sumamente irresponsable y no
católico practicante. Yo le aconsejé que se mandara a fabricar un novio a su
medida o que siguiera esperando porque el hombre de su vida todavía no había
nacido, y aún así estoy seguro que encintraría errores de fábrica. Es como tener
una mesa amarilla y querer solamente su color, y lo importante no es el color sino
la mesa. La incapacidad de amar con frecuencia se viste de excusas, de
autoengaños y de mentiras.
Prepara tu corazón para que te amen, no seas tan antipático, ni pedante, ni caigas
mal, no pongas tantas barreras. La mejor forma de que a uno lo amen es dando
amor.
El amor que uno da es el mismo que recibe.
Sé como un fax: envía y recibe.
¡Arriésgate a dejarte querer!
Se aprende a nadar moviendo los
El corazón humano está hecho para brazos y las piernas dentro del agua, el
dar y recibir amor, no para odiar ni amor se logra amando dentro de uno
recibir desprecios mismo, con acciones, no hay otra
forma.
Cuando alguien no se ama a sí mismo, Para esto hay que dejarse querer,
en vez de apreciar, castiga; hace hacer algo para que te amen… ser
mucho daño… “amando”. cariñoso, querendón, mimoso.
Amar es como el vuelo hermoso de las
Así, el que quiera amar que se aves y ser amado es como el viento
encienda de amor, que se ame a sí que sostiene sus alas desplegadas en
mismo para que brille. ritmos de libertad.