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CARLOS VIVAS
A mis padres y a mi hermana por estar ahí para mí, a través de los
momentos más intensos de mi vida, y por ser una fuente de amor,
compasión y bondad para mí.
Bendiciones a todos.
En este libro, yo explico cómo morí y fui al cielo, a quién conocí allí y
lo que a ahí pasó y me cambió la vida para siempre. Es un mensaje
de amor, fe y despertar interior.
Escribí este libro porque sentí la urgencia de compartir mi mensaje
con el mundo. Escuché tantos testimonios sobre personas que
tuvieron un impacto en sus vidas con mi historia que me di cuenta
de que no quiero morir con esta música dentro de mi corazón. Yo sé
que necesito compartirlo con mucha gente y luego de escuchar mi
testimonio muchos me han contactado y me han invitado a compartir
mi mensaje en diferentes lugares, como en grandes iglesias, retiros
espirituales, seminarios, bodas, convenciones, hospitales, hospicios,
escuelas, fiestas de cumpleaños, excursiones, festivales, viajes de
campamento, pódcast, programas de radio, redes sociales y
muchos sitios más.
Esas fueron las principales razones por las que quería escribir este
libro.
Carlos Vivas
PARTE 1
DE REGRESO A LA VIDA
CAPÍTULO 1
COMPARTIENDO MI HISTORIA
EL DIAGNÓSTICO
Solía pensar… bueno, así es como ella actúa. No podía hacer nada
para cambiar su forma de ser. Como mi madre era tan estricta y
seguía sintiéndome mal, pasé como un mes sin decirle nada. Yo
preferí permanecer en silencio, así que simplemente me aguanté.
Ella era una madre soltera y tenía suficiente estrés criándome ella
sola, yo sabía que ella quería lo mejor para mí. Y me imaginé que
ella pensaría que no quería ir a la escuela. Y ese día, todo el día,
ensayé lo que le iba a decir y la forma en que le daría mi mensaje.
Quería que ella entendiera que me estaba pasando y me ayudara.
Para mis padres, eso era la última opción porque era el médico más
caro de toda la ciudad y yo no tenía seguro médico en ese
momento. Al final, no tuvimos otra opción que ir a ver a este médico.
Esta vez, cuando el médico regresó, dijo: “Lo siento, pero esa
muestra tampoco me convenció. Eres demasiado joven para esto.
Déjame tomar una muestra de sangre final, pero esta vez entra a mi
consultorio, quítate la camisa y siéntate en la camilla”.
Miré a mi alrededor para ver quién había dicho eso. Pensé que se
trataba de mi imaginación. De repente, sentí como si alguien me
inyectara una medicina tranquilizante, como un Valium. La paz se
apoderó de mi cuerpo. Por primera vez, yo sabía en mi corazón que
escuchaba la voz de Dios. Vi todo en cámara lenta. Me sentí
tranquilo, pero también me sentí emocionado. Yo sabía que todo iba
a estar bien. Las palabras que esa voz me dio fueron la
confirmación que necesitaba.
EN CAMINO A LA ISLA
En ese momento, Jorge me miró y dijo: “Oye, Carlos, ¿no crees que
deberíamos volver a Atlanta? Este clima está empeorando. Mira las
nubes. Tal vez se acerca una gran tormenta y no vamos a poder
disfrutar la playa con este mal tiempo. ¿No crees que será mejor
volver a casa?”.
Una vez más, sentí una vocecita adentro diciéndome que no fuera.
La sensación en mi estómago se sentía como una señal de que algo
malo pasaría si íbamos. Estaba nervioso.
Finalmente, el conserje vino con una llave maestra y abrió la puerta.
Jorge salió y abrazó a su padre. Su padre le preguntó: “¿Estás
bien?”. Jorge respondió: “Sí. Estoy bien. Gracias”. “Gracias al
conserje, hijo. Él fue el héroe que te sacó del baño, Jorge. Gracias a
él”.
ANTES DE LA TORMENTA
El conductor del autobús dijo: “Su atención, por favor. ¿Puedo tener
su atención? Bien, chicos, les diré el horario del autobús. Los barcos
que salen de la isla y los buses están todos conectados. Esto
significa que cada hora, a partir de ahora y hasta las 5:30 p.m., un
barco volverá de Shell Island. Por lo tanto, asegúrese de llegar a
tiempo. Les advierto que si pierden el último barco no será nada
divertido porque tendrán que permanecer en la isla hasta el día
siguiente. No hay electricidad, ni baños, ni un refugio para quedarse,
tampoco agua potable o de manantial y además hace frío y viento.
Les deseo a todos un fantástico Día de los Caídos en Shell Island.
¡Disfruten su estadía!”.
El clima se veía bueno, con cielo azul y soleado. Las aguas eran
cristalinas. Era un pedacito de paraíso frente a Florida, en pleno
Golfo de México, con aguas color esmeralda, arenas blancas puras
y un hermoso pedazo de tierra en medio del océano. Había algunas
palmeras y poca vegetación ya que era muy caliente. Por eso
tuvimos que traer todo con nosotros y garantizar que al menos
tuviéramos un poco de sombra durante nuestro día de playa.
Tan pronto llegamos, puse mis pies descalzos sobre la arena. Eso
fue una sensación relajante que me hizo sentir que finalmente
estaba de vacaciones. Empecé a caminar y conduje a mi grupo más
allá de la piscina natural que hay junto a la bahía, donde muchas
familias pasaban el día con sus hijos. Pensaba que el otro lado de la
isla, donde estaba el océano abierto, sería un buen lugar para poder
acampar ya que no estaría tan lleno.
Pensé que era porque el océano estaba agitado, con grandes las
olas y fuerte viento. Caminamos un poco mientras buscamos un
buen lugar para acampar y finalmente encontramos uno donde
desempacamos todas nuestras cosas, incluidas las toallas, el toldo,
las sillas, la hielera, el altavoz, los salvavidas, las tablas de surf y la
comida. Para completar el campamento, traje una gran carpa azul,
lo suficientemente grande como para acomodar a diez personas.
Empecé a abrirla con mis amigos y en ese momento el viento
empezó a soplar realmente fuerte. La carpa se abrió como un
paracaídas y no había manera de poner a tierra la carpa. Lo
intentamos durante más de una hora, pero el clima no nos estaba
ayudando.
Ahora eran las 4:00 p.m. y todos en el grupo querían caminar y dar
una vuelta por la isla antes de que saliera el ultimo barco a las 5:30
p.m. Uno de mis amigos me preguntó si quería ir con el grupo a
pasear por la isla.
“Gracias, Dios, por todo lo que me diste en esta vida. Te doy gracias
por mi familia. Gracias por mi mamá, mi papá, mis hermanos y
hermanas, mis amigos y todos los que han caminado a mi lado
durante mi vida. Gracias por todo lo que me has dado. Realmente
quiero darte las gracias desde el fondo de mi corazón. Lo siento si
hice algo mal. Creo que hice lo mejor que pude en mi vida, pero
estoy listo para ti, si quieres llevarme ahora, Dios”.
Estaba tan lejos que apenas escuché lo que dijo mientras corrió al
otro lado de la playa. Déjame decirte que esta isla es un pedazo de
tierra en medio del océano y no es tan grande. Mi amigo corrió hacia
el lado de la bahía, el lado tranquilo y sin olas, donde estaban todas
las familias con sus hijos. Gritó por ayuda y mucha gente de ese
lado de la isla comenzó a correr hacia el otro lado de la isla, hacia
donde estaba yo.
Pude ver que era un tipo pequeño, mientras que yo soy un tipo
grande. Pensé: “No hay forma ni manera de que este chico
adolescente, me vaya a salvar a mí, y logre el salvarse el de este
remolino”.
“¿Quién?”, pregunté.
Él estaba detrás de mí. Tan pronto como lo vi, exclamé: “¡Oh, Dios
mío!”. Me cubrí el rostro con las manos y comencé a llorar. Yo no
podía creerlo. Fue un momento muy mágico. Estaba muy
agradecido de estar vivo. Quité las manos de mi cara y comencé a
caminar. Él permaneció a mi lado, mientras yo continué avanzando
hacia la orilla. Finalmente, llegué a la playa, caí de rodillas y oré.
Lo único que se cruzó por mi mente fue gratitud hacia cada buena
persona presente en mi vida, cada amigo y cada miembro de mi
familia. Mi vida pasó ante mis ojos en segundos. Estaba de vuelta,
pero ahora no iba a perder el tiempo en pequeñeces. Me
comprometí a pasar más tiempo con mi familia y amigos. Quería
disfrutar cada momento de mi vida a partir de ese momento Prometí
ayudar a tantas personas como pudiera. De ahora en adelante,
quería inspirar a otros. Quería hacer una diferencia en sus vidas y
animarlos a ser mejores padres, mejores hermanos y hermanas,
mejores hijos e hijas, y mejores vecinos. Quería compartir mi amor y
bondad con el mundo.
“Quiero darle las gracias”, dije, “a todos los que vinieron conmigo,
por seguirme y darle gracias a Dios por el milagro que todos
presenciamos. Ahora, es tiempo de orar y “dar gracias”.
Quedémonos aquí, frente a esta pequeña capilla, ya que no todos
cabemos dentro. Hagamos un círculo y oremos en el jardín frente a
la capilla”.
SUEÑO INESPERADO
“No hay nada que podamos hacer,” dije. “Solo esperar a que la gran
ola nos golpee. Lo único que podemos hacer es adoptar la posición
de choque y orar a Dios para que nos salve. Crucen sus brazos,
protéjanse la cara y esperen el impacto”.
En ese momento, comencé a escuchar gente orando, otros llorando,
y algunos preguntando, “¿Por qué nosotros?”. Todo lo que
podíamos hacer era esperar, esperar, y esperar. Diez, veinte, luego
treinta minutos pasaron. Pero nada sucedía…
“Porque morí”.
“¿Cómo moriste?”.
En ese momento, Él dijo: “Está bien, Carlos, cierra tus ojos otra
vez”.
“De acuerdo”, dije. “Entonces ¿por qué toda esa gente anda vestida
con túnicas blancas como tú? Todo esto luce tan hermoso y
perfecto. Este es el cielo”.
“Sí. Es el cielo, Carlos. Cálmate. Todo está bien. Solo quiero darte la
bienvenida”.
“¿Sí, Carlos?”.
Miré a todos con una cara seria y les dije: “Ustedes piensan que
estoy bromeando, ¿verdad, muchachos? Ustedes no creen nada,
pero está bien. Yo sé lo que vi. Sé que fue real. Lo sentí en cada
fibra de mi alma y eso es suficiente para mí”.
SEÑALES DE VIDA
CAPÍTULO 8
MI PRIMERA REVELACIÓN
Mi amigo insistió varias veces, hasta que le dije: “Está bien, pero
solo una vez, ¿de acuerdo?”.
Él dijo: “Perfecto”.
Mi amigo dijo: “Sí, solo queremos orar. ¿Está bien, aunque solo esté
en construcción?”.
Mientras les contaba lo que pasó, pude ver en sus rostros la intriga y
el suspenso en cada uno. Yo estaba en la mitad de mi historia,
cuando una chica de diecisiete años se puso de pie y levantó la
mano. Ella dijo: “Disculpe, discúlpeme, señor. Lamento interrumpir
su historia, pero quiero hacerle una pregunta. ¿Cómo estaba Jesús
de pie con usted?”.
Ella dijo: “Bueno, tengo algo que le dejará boquiabierto”. Podría ser
una coincidencia, o podría ser una señal, o una confirmación de su
historia. No lo sé, pero ustedes pueden juzgar por sí mismos”.
A partir de ese día, comenzó una nueva etapa de mi vida. Todos los
días, pequeños milagros comenzaron a aparecer en mi vida. Al
principio tuve miedo porque todos estos eventos eran difíciles de
digerir. Con el tiempo, comprendí que siempre necesitaba recordar
la promesa que hice en la playa: le dije a Dios que lo haría.
entregarle mi vida a Él y desde ese momento Él sería el capitán de
mi alma.
Nunca me dijo cómo hacerlo, pero yo sabía que tendría que nutrir
ese propósito de la mejor manera posible. Mi camino tenía una
nueva visión. Con felicidad en mi corazón, le mostraría a la gente lo
importante que es el amor en nuestras vidas y cómo usarlo para
sanar.
CAPÍTULO 9
Era viernes por la tarde. Salí de mi oficina alrededor de las 2:00 p.m.
y como se acercaba el fin de semana, decidí parar en el
supermercado para comprar algo de comida para el fin de semana.
Conduje veinte minutos hasta la tienda de comestibles, estacioné mi
auto y comencé a caminar hacia la entrada principal de la tienda.
“Mi día va bien, gracias y no, no tengo planes para el fin de semana,
aparte de quedarme en casa, cocinar, descansar y ver películas.
Eso es todo, nada especial. ¿Y tú?”.
“Sí”.
Les dije que las esperaría afuera y entraron a la casa durante unos
quince minutos. Cuando salieron, la hermana María nos dio a
ambos un recorrido por sus jardines, sus aulas y su pequeña capilla.
“Por supuesto, Madre, pero para ilustrarles esto les tengo una
historia para que entiendan qué es lo que hago aquí”.
“Carlos, ahora sé lo que haces aquí, hijo mío. Ahora está claro para
mí que Jesús te envió aquí para darnos una señal y confirmar un
evento para el que estamos preparándonos”.
Me entregó unas tijeras y me pidió que abriera una caja grande que
estaba en el suelo detrás de mí. La abrí con mucho cuidado. No
sabía lo que había dentro. Estaba nervioso y emocionado al mismo
tiempo. Apenas la caja quedó abierta, vi lo que había dentro.
¿Adivina qué era?
Saqué una camiseta de la caja y todas estaban impresas con la
misma imagen de Jesús de mi sueño y de la camiseta de la chica en
la iglesia.
CUARENTA DÓLARES
Una de las estaciones climáticas más agradables del año, para mí,
es el otoño. Es cuando los árboles en Georgia cambian de color, de
verde a naranja, amarillo y rojo; además, llega la brisa del frío al sur
de Los Estados Unidos.
Austin quería que le diera la primera parte del manuscrito esa tarde,
para que pudiera empezar a leerlo y darme su punto de vista al
revisar mi historia. Quería reunirse conmigo en un famoso
restaurante japonés de sushi para cenar. Nunca había oído hablar
de ese restaurante.
“Mira, Jorge, tengo casi todo el día libre para hacer lo que sea
después mediodía. ¿Qué hay de ustedes?”, les pregunté a todos.
Ellos me contestaron que estaban igual que yo, con el día libre.
Decidí verlo para saber dónde iría. Aparqué afuera, caminé hasta la
entrada principal, abrí la puerta del restaurante y vi un gran cartel
con el menú, junto a una mujer sentada en un escritorio. Ella dijo:
“Lo siento, señor, pero en este momento estamos cerrados al
público. Reabriremos para la cena, de 5:00 a 10:00 p.m”. Era la
anfitriona del restaurante. Preguntó amablemente si tenía alguna
pregunta. Quería saber qué tipo de restaurante era. Le dije que era
muy bonito.
Tan pronto como llegué al festival para encontrarme con mis otros
amigos, aparqué mi coche y llamé a Austin. “Mira, hermano, te veré
después de la cena, no estoy de ánimo para sushi hoy”, me reí. “Te
veré en un café cerca del restaurante”.
“Sí, hermano, estoy seguro”, le dije. “Déjame ser honesto, vivo con
un presupuesto muy ajustado y no puedo permitirme pagar una
cena elegante como esa. Algún día, de alguna manera, tendré la
oportunidad de regresar a comer en ese restaurante contigo, pero
hoy no, hermano”.
Yo estaba en shock.
“No lo van a creer, muchachos”, les dije. Dentro del papel había dos
billetes de veinte dólares entrecruzados. No diez dólares. No treinta
dólares. No cincuenta dólares. Exactamente cuarenta dólares, la
cantidad exacta de dinero que necesitaba para ir al restaurante de
sushi, cenar y entregar mi manuscrito a mi amigo Austin.
“Oh, supongo que Dios quiere que yo cene sushi”, dije. Mis amigos
se rieron y les divirtió mucho ese milagro.
El ACUARIO
Hice clic en ella y abrí la página. Era un buen hotel con una
habitación grande, una cama enorme y un balcón frente de la playa,
piscina infinita y un desayuno continental. Se veía perfecto.
Después de revisar las reseñas del hotel, ya estaba listo para ir.
Reservé una habitación, subí a mi auto y conduje cinco horas a la
playa de Panamá City Beach
Dije, “Sí, sé que es algo tarde; pero ¿a qué hora cierra el parque?”.
Dije: “¿En serio?”. “Sí”, dijo ella. “Lo siento. Estamos cerrando”.
“Sí”, le dije.
“Buenos días”, dijo ella. “Mi nombre es Jessica y voy a ser su guía
durante su experiencia con los delfines. Siento que lleve tiempo
esperando aquí, pero le tengo algunas novedades. El grupo que se
suponía que vendría y estaría con usted canceló su cita. Entonces,
usted estará a solas con los delfines y los entrenadores. ¿Le parece
bien?”.
“¡Absolutamente!” dije.
Sin ninguna duda, sabía que a partir de ese momento los delfines ya
eran parte de mi vida. Me sentí agradecido y honrado de estar con
una de las especies que me salvó. Este definitivamente fue uno de
los más divertidos y gratificantes días de mi vida.
En los últimos diez minutos que pasamos juntos escuché mi voz
interior diciendo: “Cuando termines el libro, el comunicado de prensa
y el evento de lanzamiento será aquí en este anfiteatro del acuario
con los delfines. Así que ve y dile a la gerencia”.
“Está bien,” dijo ella. “Date una buena ducha para quitarte toda el
agua de la piscina mientras voy a buscar al gerente y nos vemos en
el vestíbulo”.
“Sí, señora, así es”. Respiré hondo y dije: “No va a creerme, pero
cuando estaba en el tanque de la piscina con su delfín, recibí un
mensaje de mi voz interior que dijo tan pronto como mi libro esté
publicado, su lanzamiento será aquí. Yo no podía creerlo, pero eso
fue lo que escuché. Créame, yo tenía miedo de preguntarle, pero
algo dentro de mí insistió en que lo hiciera y me dije a mí mismo,
‘¿Qué tengo que perder? Nada, ¿verdad?’ Fue entonces cuando
tomé la decisión de buscarla y hacerle esta pregunta. He estado
escribiendo un libro sobre mi historia con el delfín y este sería
realmente un gran lugar para presentarla. ¿Qué le parece? ¿Cree
que pueda ser posible?”.
HOTEL DE PLAYA
Dije: “Está bien. Sé que hay gente detrás de mí, así que lo haré.
Seré breve con la historia”.
Una cosa que estoy haciendo para ayudar a otros es repartir esta
tarjeta de oración. Cada vez que cuento mi historia siento que estoy
plantando una semilla en el corazón de esa persona, y a partir de
ese momento, les toca a ellos conservar esa semilla viva y cuidarla
hasta que crezca y se transforme en un árbol maravilloso, grande,
fuerte y hermoso.
Una mujer que conocí cuando regresé al final del verano, durante un
nuevo viaje, se me acercó en el pasillo y me dijo:
EL BRAZALETE AZUL
Dos semanas antes del fin de semana del Día del Trabajador de
2018, Steven, un viejo amigo a quien conocí en un retiro espiritual
en Atlanta años atrás, me llamó desde Michigan para decirme que
pasaría por Atlanta en camino a Sur Carolina y que le gustaría
quedar conmigo para tomar un café o almorzar y que también se
vería con otros amigos.
Le dije: “Tyler, date prisa antes de que tu esposa venga y te lleve por
la oreja, como a un niño”. Empecé a reír. “Tienes razón Carlos.
Parece como si supieras cómo se comporta mi esposa”, dijo y
también se comenzó a reír con nosotros. “Oye, tómame una foto y lo
adjuntas a mi número. De esa manera sabrás quién soy y no me
olvidarán, muchachos”, agregó. Luego él se rio de nuevo. Tomé la
foto para que pudiera irse con su esposa e hijos.
Miré a Steven con una expresión que decía: “Ahora ¿qué?”. Le dije:
“No sé, hermano”. Tyler dijo: “Está bien. Extiende tu brazo para que
pueda poner esta pulsera de la suerte.
Extendí mi brazo y él sacó un brazalete de su muñeca. Me lo puso y
enganchó el brazalete azul en mi muñeca. Hizo lo mismo con mi
amigo.
Luego dijo: “Eso te traerá buena suerte en tu vida. mis amigos. Fue
un placer conocerlos. Dios los bendiga”, y comenzó a alejarse.
Ni siquiera podía hablar porque no entendía por qué este joven, que
vino a nosotros de la nada, a quien no conocíamos, habló con mi
amigo y conmigo durante diez minutos, y nos hizo el regalo de esas
pulseras. Estaba sin palabras. Él se alejó, sonriendo y agitando la
mano. Él dijo: “Adiós. Dios los bendiga chicos y buena suerte en sus
vidas”. Pensé, qué raro fue eso y comencé a reír.
Ese era el regalo que recibí al azar de ese joven misterioso llamado
Tyler, quien me lo dio en la playa. Un joven a quien yo no conocía de
nada y que no sabía nada de mi vida me regaló esta pulsera como
símbolo de buena suerte.
MILAGRO EN EL RETIRO
“¡Carlos! ¡Carlos!”.
“¿Qué tal, amigo? Tenía tiempo sin verte. Ando apurado, pero ¿qué
vas a hacer este fin de semana?”, me preguntó.
“Sí, claro. Eso está bien, hermano. Claro que estaré allí”. Entonces,
recordé que la última vez que supe de Oscar, él se había mudado a
una nueva casa y necesitaba pedirle la dirección. “Oye, solo dame
tu nueva dirección y estaré allí, ¿okey?”.
“No creo que este sea el sitio adecuado,” le dije a Oscar. “Hermano,
tal vez podría hacer esto en otro momento. Todo el mundo está
bailando y pasando un buen rato. ¿Por qué quieres que lo haga
aquí?”.
Luego me dijo: “Oye Carlos, esa fue una historia hermosa. Gracias
por compartirla. Ahora sé por qué Oscar estaba ansioso de que nos
contaras a todos tu historia en su fiesta. Fue muy emocional y tocó
cada fibra de mi corazón. Realmente resonó conmigo. Por cierto,
estoy tan emocionado que olvidé presentarme a mí mismo”.
Dos semanas después, aquel viernes sería el día que nos iríamos
para el retiro. Me encontré con Sebastián en una iglesia cerca de mi
casa. Había un autobús escolar donde se subieron cincuenta
hombres y a las 4:00 p.m. salimos para nuestra aventura de fin de
semana.
Los coordinadores trataron de hacernos cantar viejas canciones y
lograr que nos conociéramos. Pero éramos un grupo tan mixto,
desde adolescentes hasta adultos mayores, desde jardineros hasta
ejecutivos y abogados, padres de familia y solteros. Había gente de
todas las clases sociales, de cada color y cada raza. No nos
conocíamos y tampoco a los organizadores, así que realmente no
teníamos ganas de cantar.
Sobre cada silla había un sobre Manila tamaño carta. Cada uno se
sentó y se nos indicó que lo colocáramos sobre nuestras piernas.
Él dijo: “Estas son las respuestas a las preguntas que ayer ustedes
le hicieron a Dios”.
Era difícil creer que al principio yo hubiera estado listo para salir
corriendo y que los demás hubieran sentido lo mismo. Al final, nos
sentimos muy conectados y juntos compartimos esta increíble
experiencia. Cambió nuestras vidas y estábamos muy agradecidos.
LECCIONES DE VIDA
CAPÍTULO 15
MANTENIENDO LA FE
He tenido un gran éxito con esta técnica. Cierta vez escribí sobre
alguien que me trató mal. Escribí: “Querido Dios, estoy pidiendo
ayuda. Desde hoy, ahora, quiero que (nombre) me trate con respeto
y amabilidad. Sé que esta persona es capaz de esto. La estoy
pasando bien con esta persona. Estamos riendo juntos. Nos
respetamos y nos llevamos muy bien. Gracias, Dios”.
Estas son las cosas que harán que nuestras vidas sean más
agradables. No es el coche ni el compañero, es la paz interior y el
servicio a la humanidad lo que nos dará la mayor satisfacción.
CAPÍTULO 16
ELIGIENDO LA ESPERANZA
Todos dijeron que el primer nombre que vino a sus mentes era
Carlos. Tenían miedo de hacer sentir mal a sus familias. Ellos
pensaron que sus familias no los tomarían en serio y que se
sentirían aún más rechazados. Querían saber mi opinión antes de
tomar el último paso. Algunas de las personas con las que hablé
habían tratado de hablar con sus familias, pero la conversación no
había ido bien.
“Sé que no ves una forma de escapar, pero dame una oportunidad
de ayudarte y hacerte entender que esta no es una solución. Dame
la oportunidad de demostrarte que podemos solucionar el problema
que está enfrentando ahora. Empecemos de nuevo desde el
comienzo. Podemos empezar con una oración si quieres. Déjame
darte mi mano y déjame ayudarte a salir de esta. Juntos podemos
hacer nuestro mejor esfuerzo para arreglarlo. Te lo prometo. Jamás
dejaré de apoyarte. Aquí tienes un hermano y créeme que me
importas. Para eso estoy aquí”.
Yo digo:
“Déjame decirte algo, eres valioso para este mundo. Estoy aquí
hablando contigo porque me preocupo por ti. Mucha gente te ama,
pero la gente está ocupada con sus vidas, y nadie puede estar
detrás de ti todo el tiempo, preguntándote si tienes un problema o
cómo te sientes. Creo que todos tenemos una razón por la que
existimos. Hay un propósito para cada persona. ¿Por qué quieres
perderte esta increíble oportunidad de ser quien quieres y hacer lo
que quieras? Incluso si no lo haces, al menos disfruta del paseo en
este fascinante juego de la vida”.
AMOR Y GRATITUD
La tía le dijo:
“Está bien, ¿Me dices que vez una mujer mayor, la vecina, en el otro
lado de la calle? Ella tiene hojas secas del otoño que cayeron de los
árboles en su patio delantero. Ve a buscar tu rastrillo. No llames a su
puerta ni nada, solo ve allí y recoge todas sus hojas secas y las
echas en una bolsa de basura. Entonces llámame tan pronto como
hayas terminado”.
Eso es servicio.
La nueva forma en que veo todo es que debo respetar esta preciosa
vida que me ha sido dada.
Ahora tú tienes el poder del delfín dentro de ti. También irá contigo
dondequiera que vayas en la vida. Los delfines, recuérdalo, dan
amor, armonía y bondad a los demás. Seamos compasivos y
agradecidos con cada persona que se cruce en nuestro camino.
Sinceramente,
Carlos Vivas.
AGRADECIMIENTOS
Estoy agradecido por todo lo que tengo, todo lo que sé y todo lo que
está por venir. a lo largo de mi camino, en el camino de mi vida
futura.
Estoy muy agradecido con mi mamá, Amarillys, por ser una madre
soltera tan fuerte y por criarme a mí y a mis hermanos. Ella siempre
estuvo conmigo para ayudarme a ser una mejor persona en cada
etapa de mi vida. Fue estricta conmigo, pero así me preparó para la
vida. Ella me enseñó cosas valiosas sobre la vida. Todavía puedo
oír sus habituales dichos, como: trabaja por lo que quieras, en la
vida no hay nada gratis; tienes que hacer que las cosas sucedan; o
si no haces las cosas bien mejor no las hagas, la humildad puede
abrir todas las puertas; el respeto es la base de toda buena relación;
nunca cruces la línea o te arrepentirás; la integridad permitirá que
duermas bien cada noche de tu vida; no hay mejor lugar que el
hogar; la familia es la relación más duradera: el honor es lo principal
que aprendí de ella, cuando un hombre deja de ser humilde, lo
pierde todo. Por supuesto, cada problema se puede resolver con la
regla de oro: trata a los demás como quieres que te traten a ti.
Ella incluso me animó para seguir luchando por mis sueños. Cuando
ella estaba en su lecho de muerte, sus últimas palabras fueron:
Ella cerró los ojos muy lentamente y se fue de este mundo, con una
expresión de paz en su rostro.
Gracias a mi cuñado Raúl Gil por todos sus consejos. Gracias a mis
hermosas sobrinas, Shannon. y Oriana, por ser las mejores sobrinas
que pude soñar tener.
Gracias a mi amigo Will, por estar siempre ahí como el hermano que
me dio la vida.
Gracias a Tatiana Da’ Gamma y Julia Chacón, por ser las personas
más lindas al inicio de mi carrera en televisión.