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Marlene Solis
El Colegio de la Frontera Norte
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tivas de las mujeres y los hombres según la vivencia de proce
sos de identificación laboral de continuidad o de ruptura.
La importancia de esta investigación reside en que se ela
bora desde un marco teórico poco explorado para este contex
to local, que retoma principalmente los planteamientos de
Dubar (2005). Esta perspectiva permite hacer una interpreta
ción de las biografías laborales y de vida de este sector de la
población, considerando las dimensiones del género, la migra
ción y la ocupación.
Además, la investigación se propone explorar la relación
entre los mundos dentro y fuera del trabajo, a través de con
siderar la inserción y la experiencia laboral como parte de un
proceso de apropiación de un territorio. Dado que la estrate
gia metodológica requiere tomar en cuenta el género como
variable transversal, se discute en términos teóricos las cues
tiones relativas a la reconstrucción del género y a las diferen
cias entre hombres y mujeres en las maneras de darle signi
ficado al trabajo.
Agradecimientos
bién conocer la experiencia de Reyna en Factor X, gracias por
la oportunidad.
Expreso un especial agradecimiento a Alfredo Hualde, por
su interés, paciencia y generosidad. En el desarrollo de la inves
tigación fue también un referente importante Rocío Guadarra
ma, gracias por tu crítica. A Silvia López le agradezco no sólo sus
valiosos comentarios, sino su mirada siempre positiva hacia
mi trabajo. Gracias a Olivia Ruiz y Jorge Carrillo. Y un recono
cimiento a Guillermo Alonso por su consejo y apoyo.
Por su presencia y soporte cotidiano, quiero expresar mi
gratitud a Maru. En la última etapa de manufactura del texto la
ayuda de Liliana Venegas fue extraordinaria, muchas gracias.
Alfredo Hualde Alfaro*
Prólogo
11
Trabajo en sentido etimológico viene de tripalium, es decir,
tortura. De manera que, si la identidad derivara de la etimolo
gía poco habría que decir, pues se debería asumir sin mayor
inconveniente la idea exclusiva y simplificadora del trabajo
como una actividad forzosa, desagradable en extremo y radi
calmente perjudicial para los individuos y para el género huma
no; sin embargo, la sociedad romana no es la sociedad actual
ni las ideologías y visiones acerca del trabajo son idénticas.
Algunas desarrolladas a lo largo de la historia se sitúan en el
polo opuesto de lo que la etimología sugiere. Por ejemplo, para
la doctrina social de la iglesia católica el trabajo dignifica y es
un camino hacia la salvación. Hanna Arendt ve en la figura del
homo faber, el artesano, el fabricante, la puerta del desarrollo de
la creatividad, de la satisfacción y el orgullo por la obra reali
zada, distinguiendo entre work and labour; sin embargo, fuera de
este rápido recuento ha quedado quizás la dimensión más influ
yente del trabajo, la que considera esta actividad de manera
principal y a veces exclusiva como una actividad económica
con efectos en los individuos, en las sociedades nacionales y
en las economías internacionales. El autoempleo y sobre todo
el trabajo asalariado han sido objeto de investigación a través
del lente de lo económico: salarios, prestaciones, tasas de em
pleo e indicadores similares están en el centro de muchos de
los análisis sobre el trabajo y el empleo. Estos ejemplos son
suficientes para no caer en un ocioso ejercicio de supuesta
erudición y, sin embargo, ilustrar los distintos significados que
a lo largo de la historia ha tenido el trabajo. La obra clásica de
Pahl (1984) Divisions of Labor o el trabajo de Anthony (2003)
The Ideology of Work son ejemplares en este sentido.
La perspectiva de las identidades contempla el trabajo como
una actividad multidimensional que da lugar a procesos que
otorgan sentido de pertenencia a aquellos grupos de trabaja
dores que llevan a cabo tareas laborales similares. El trabajo
desde la perspectiva de las identidades es un factor de cohesión
y elemento que da sentido a la existencia cotidiana; sin embar
Prólogo • 13
puesta de episodios y fragmentos? Las condiciones de la
nueva economía alimentan la experiencia con bandazos de
lugar a lugar de empleo a empleo (Sennett, 1998: 26-27).
Prólogo • 15
en las que están insertos, de su condición de género y de sus
iniciativas, van forjando identidades diferenciadas. Los resul
tados muestran experiencias de trabajo con grados de satis
facción diversos, actitudes que van desde la aceptación de las
reglas del juego hasta una rebeldía que lleva a algunas mujeres
a participar en asociaciones que tienen como objetivo desarro
llar una labor pedagógica sobre problemas de salud, derechos
laborales y otros similares. La tesis describe, asimismo, am
bientes de trabajo donde se dan rivalidades y enconos entre los
propios trabajadores o se tejen redes de solidaridad. Muchas
de estas actitudes y vivencias que dan lugar a formas identi
tarias de distinto significado se van forjando en un compleja
articulación de lo que ocurre en la fábrica y fuera de ella. Los
trabajadores migrantes residen en ocasiones en espacios urba
nos según lugar de origen y ello les permite obtener informa
ciones útiles y ofrecerse apoyos mutuos.
En el caso de las mujeres, las vivencias y las identidades
se construyen claramente en una relación más directa con su
entorno familiar e incluso con su orientación sexual. Algunas de
las entrevistadas muestran la condición transitoria de muje
res a las que su actividad laboral les permite, no sin conflictos,
lograr mayores niveles de autonomía con relación a su pareja.
Tener mayores grados educativos proporciona ventajas
para ascender dentro de la maquiladora y buscar nuevas opcio
nes de trabajo; sin embargo, como se muestra, en muchas de
las entrevistas las mejoras que obtienen los trabajadores a
pesar de proporcionarles satisfacción, tienen límites en los
mercados de trabajo locales en cuanto al logro de un ingreso
superior o una mayor responsabilidad. Los relatos de los tra
bajadores muestran los claroscuros de la vida en la maquila
dora y fuera de ella, y en sus trayectorias asoman los rasgos
recientes de la realidad tijuanense, como la ubicuidad de la
droga y la delincuencia.
A mi juicio la solidez de los resultados se basa en la meto
dología que combina una serie de dimensiones, trayectoria,
19
vida–, por lo que el trabajo pierde capacidad para dar sentido
a la vida: proyectarse en el futuro resulta cada vez más incier
to. Junto a ello el placer del consumo adquiere mayor relevan
cia frente a la ética protestante del trabajo: se valora más una
persona por su capacidad de consumo que por su entrega al
trabajo.
En el caso de América Latina, De la Garza (2001) señala que
la crisis del trabajo se debe a que hay un cambio en la estruc
tura económica en la que los servicios cobran mayor dinamis
mo y con ello surgen nuevas ocupaciones con la consecuente
diversificación de los mercados de trabajo, incluyendo la cre
ciente incorporación femenina al trabajo remunerado. Esta
diversidad laboral conlleva una mayor dificultad para la con
formación de sujetos amplios del trabajo. Adicionalmente, el
renovado individualismo presente en las relaciones laborales
contribuye a la fragmentación de los mundos de vida persona
les y a la pérdida de importancia del trabajo en la conformación
de identidades colectivas. De este modo, el movimiento obre
ro se debilita frente a mundos de trabajo cambiantes, indivi
dualizados, y en los que se impulsa una nueva cultura laboral
que implica una relación no conflictiva –de colaboración– en
tre los factores de producción.
La frontera norte de México representa un referente empí
rico singular para el estudio de las identidades laborales de un
sector de la población que se incorpora a mercados de trabajo
de empresas globalizadas, que se han constituido en un refe
rente del desarrollo industrial de las últimas décadas. Al mismo
tiempo, los mercados de trabajo que empiezan a conformarse
en las ciudades fronterizas desde los años sesenta, adquieren
características particulares, como la intensa participación de muje
res. Mientras que los mundos de trabajo, entendidos como los
espacios de interacción social cotidiana (Shutz, 1967), se cons
tituyen a partir del ensamble de culturas laborales diversas
20 • Marlene Solís
tanto desde la gerencia como de las propias trabajadoras y
trabajadores (Reygadas, 2002b).
Frente a empleos que requieren personal con capacidad de
adaptación, expuesto a la incertidumbre laboral y a la diversidad,
surge la inquietud por indagar acerca de cómo las trabajadoras
y los trabajadores de la maquila le dan coherencia y significado
a su experiencia laboral y de vida. Por otra parte, la pertinencia
de emprender este estudio, se fundamenta en la necesidad de
contar con estudios empíricos que aporten elementos de discu
sión sobre el alcance de la crisis del trabajo en un contexto nacio
nal y local particular: en un país de la periferia y en un espacio
urbano fronterizo. Esta crisis, que forma parte de un proceso
más amplio de crisis de las identidades, se encuentra relacio
nada con procesos de cambios sociales que traen consigo el
tránsito hacia una segunda modernidad, caracterizada por un
renovado individualismo y por el despliegue del riesgo en todos
los ámbitos de la vida social contemporánea (Beck, 2002).
Además, si bien existe una literatura importante sobre temas
relacionados con las identidades laborales en las maquilado
ras de las ciudades de la frontera norte de México, pocos
trabajos se han realizado desde la perspectiva del trabajo como
experiencia de vida, ámbito de la vida cotidiana y como acción
vas de las matrices en los países de origen del capital (en la frontera predo
minan las inversiones estadounidenses y asiáticas) y las necesidades del
contexto local.
Han sido varios los autores que han planteado que nos encontramos
Introducción • 21
simbólica. Aunque Hualde (1998) ha estudiado la construcción
de identidades laborales de técnicos que trabajan en la indus
tria maquiladora, desde una perspectiva muy cercana. En el
caso de los trabajadores directos –en la línea de producción–
que constituyen la unidad de análisis de esta investigación es
necesario considerar no solamente que tienen diferentes con
diciones de trabajo y de vida respecto del personal técnico,
sino que se encuentran en una posición distinta frente a las
jerarquías y a las relaciones de poder que se construyen en
los mundos de trabajo de estas empresas. Además, el trabajo
que desempeñan es no calificado o semicalificado, por lo cual
–a diferencia de los técnicos– la formación y la vocación no
forman parte de sus preocupaciones, más bien se trata de
trabajos desempeñados por necesidad.
capítulos 1 y 3.
Es importante insistir en que este libro se enmarca dentro de los estu
22 • Marlene Solís
cionadas con el tema de la construcción de identidades labo
rales de trabajadoras de la maquiladora, que se ubican dentro
de los estudios etnográficos o desde la antropología simbólica
(Méndez, 2005).
Los trabajos pioneros de Iglesias (1985) y Arenal (1986), que
hicieron visible una realidad social conflictiva y contradicto
ria,10 describen la vida de las mujeres trabajadoras de la maqui
ladora a través de sus testimonios. Dentro de esta propuesta
de análisis etnográfico, también se ubica el trabajo reciente de
Quintero (2006), que hace un recorrido por los distintos mun
dos de vida de mujeres trabajadoras de la maquila en Matamo
ros, con el fin de conocer cómo construyen su vida cotidiana
en los espacios fuera del ámbito fabril. Mientras que el ensayo
interpretativo de Méndez (2005) se centra en análisis de la
dimensión colectiva, de clase, de la identidad en las maquila
doras, y plantea la imposibilidad de la formación de una iden
tidad obrera en este territorio simbólico de la frontera.
Otro conjunto de trabajos centrados también en la mujer
trabajadora de la maquiladora son los desarrollados por inves
tigadoras estadounidenses. Uno de los estudios más completos
sobre la relocalización industrial en Ciudad Juárez, la femini
zación del mercado de trabajo y los impactos en la condición
de la mujer, fue realizado por Fernández-Kelly (1983). Esta
Introducción • 23
investigación es una de las primeras en reflexionar sobre uno
de los aspectos más controvertidos acerca de los impactos
socioculturales de la instalación de empresas maquiladoras
en la frontera norte de México: la feminización de los merca
dos de trabajo y los cambios en la familia y en la identidad de
género asociados a este proceso. Desde este estudio se mues
tra la complejidad de las transformaciones socioculturales
que trae consigo la industrialización en la frontera norte de
México y que lleva al entrecruce de tendencias de continuidad
y cambio.
Por su parte, desde la literatura sobre mujer y trabajo,
Tiano (1994) centra su investigación en los roles de las muje
res en la división internacional del trabajo, examina las razones
por las que ingresan al mercado de trabajo de las maquilado
ras en México y la manera como el empleo cambia sus vidas
y las ideologías sobre los roles sociales apropiados para la
mujer.11
La cuestión de la transformación de las identidades feme
ninas y el trabajo ha suscitado varias investigaciones en otros
contextos regionales de México. Han sido particularmente úti
les para la construcción del problema de investigación el estu
dio de caso de Castilla (2004) sobre las mujeres mayas que
trabajan en una empresa maquiladora y la investigación coor
dinada por Mummert y Ramírez (1998) sobre la reconstruc
ción del género de trabajadoras de Michoacán y Yucatán. Estas
investigaciones permitieron contrastar y valorar la importan
cia de los contextos locales para entender los distintos procesos
de cambio sociocultural y transformación del género.
Asimismo, estos trabajos, preocupados por la condición
femenina en los mercados de trabajo de la maquiladora, fueron
un referente imprescindible para fundamentar la importancia
de introducir el género en la construcción del problema de
24 • Marlene Solís
investigación. Con este propósito se propone la idea de enten
der al trabajo como un ámbito de la vida cotidiana que tiene dife
rente centralidad en la definición de modos de vida de hom
bres y mujeres.
Así, la aportación de este trabajo a la discusión sobre los
procesos de construcción de identidades laborales en la maqui
ladora, reside en que se busca indagar en las diferentes mane
ras de vivir la experiencia laboral de hombres y mujeres. La
propuesta de estudiar la diferenciación por sexo de los proce
sos de identificación laborales tiene sentido en la medida en
que toma en cuenta un aspecto que puede describir parte de
la diversidad característica del mercado de trabajo asociado a
esta industria, además de que tales diferencias no han sido con
sideradas suficientemente en las teorías recientes acerca de la
relación entre identidad y trabajo, tal como señalan Wajman y
Martín (2002).12 De acuerdo con estos autores, en los plantea
mientos de Giddens (1991) y Sennett (1998) se supone una
convergencia en la experiencia y orientación de hombres y
mujeres en el trabajo, mientras que como resultado de su inves
tigación las diferencias son sustantivas: las contradicciones
entre el mundo público y el privado relacionadas con la incom
patibilidad entre las responsabilidades en el trabajo y las deri
vadas de los roles tradicionales femeninos –de madre y espo
sa– siguen jugando un papel importante en el significado que le
dan las mujeres a sus acciones en el trabajo y la familia.
Asimismo, las diferencias por género requieren un replan
teamiento del problema de la pérdida de centralidad del trabajo
en las definiciones de sí, pues el reciente ingreso de la mujer
Introducción • 25
en el mercado de trabajo ha seguido la dirección contraria a
la de los hombres; es decir, que el trabajo productivo para la
mujer comienza a tener cierta centralidad en la construcción
de su identidad. Como sugieren Guadarrama y Torres (2004),
se trata de identidades laborales en transición, en las que las
contradicciones derivadas de la doble presencia –en el mundo
privado y el mundo público– aún no se resuelven, sobre todo
frente a las limitaciones impuestas por la precarización laboral.
Otras investigaciones empíricas revisadas fueron realizadas
desde la sociología del trabajo y con el tema de la cultura del
trabajo. Estos estudios establecían una diferencia entre la cul
tura obrera –de clase y propia de los obreros industriales vis
tos como sujetos transformadores por excelencia– y la cultura
del trabajo, que es un concepto más amplio y que se refiere al
proceso de apropiación de las condiciones técnicas y sociales
del trabajo, y a la influencia de esta socialización en la vida
gremial y en el mundo fuera del trabajo (Guadarrama, 1995).
En la presente investigación se retoma esta noción de cul
tura del trabajo, y se entienden a las identidades laborales como
cultura interiorizada en la experiencia de trabajo. Por otra
parte, se considera que el debate entre cultura laboral y cultu
ra obrera no está del todo cerrado, pero se requieren nuevas
formas de estudiar los procesos de construcción de las iden
tidades obreras que implican una dimensión colectiva y una
memoria histórica que no está presente de manera definitiva en
los mundos de trabajo de las maquiladoras, al contrario, éstos
parecieran definirse más por su fluidez y diversidad.13
Dentro de los estudios de la cultura laboral, se inscriben
los textos de Reygadas (1993, 2002a, b y c), que han sido un
referente muy importante para construir una visión cultural de
la actividad productiva en las empresas maquiladoras. Fueron
13 En ello tiene que ver la particular relación –endeble– que tienen los
habitantes de las ciudades fronterizas con el territorio, y que se toma en
cuenta en la interpretación de las entrevistas, como se explica en los capítulos
2 y 4.
26 • Marlene Solís
particularmente útiles para delimitar nuestro objeto de estu
dio sus artículos de 1993 y de 2002a, donde trata el tema de la
construcción de identidades en la maquiladora y se plantean
las nociones de identidades difusas e identidades flexibles para
describir los procesos de identificación en la maquiladora, mos
trando que en estos procesos hay ambivalencias e intersec
ciones entre las fronteras de clase, género y etnia; mientras que
en otro (2002b) se trata el tema de la eficacia simbólica de las
culturas laborales híbridas propias de los mundos del trabajo de
las maquiladoras en el norte de México y en Guatemala, des
de el estudio de caso de tres empresas.
En Reygadas (2002c) se parte de la idea de que toda pro
ducción material es también producción simbólica, pues con
lleva la conformación de hábitos, representaciones, valores,
normas asociadas a una manera particular de organización de
la actividad productiva. Se precisa también que la relación
entre producción material y producción simbólica o cultura
del trabajo tiene dos direcciones: por un lado, las prácticas en el
trabajo y el significado asociadas a ellas trascienden el ámbito
de la producción para generar cambios en otras esferas de la
vida cotidiana de las y los trabajadores –de acuerdo con Rey
gadas (2002c) se trata del terreno de la eficacia simbólica del
trabajo. en dirección opuesta, resulta que los agentes que parti
cipan en la producción material aportan “maneras de percibir,
sentir y valorar desde el conjunto de la experiencia social hacia
la actividad productiva” (Reygadas, 2002: 110). Por lo tanto, en
los centros de producción hay un flujo en doble dirección de
símbolos, el cual se establece a partir de la interacción cotidia
na de los agentes productivos.
De esta manera, el trabajo como acción simbólica implica pen
sar que mediante esta actividad los sujetos producen, reprodu
cen y se apropian de significados (Reygadas, 2002c). Por ello, se
puede decir que el trabajo es un ámbito de socialización secun
daria, en el que los individuos modifican la concepción que
Introducción • 27
tienen de ellos mismos, al interactuar con los objetos de trabajo
y con los “otros”en estos mundos de vida. En este sentido, el
trabajo es visto como una práctica en la que los individuos cons
truyen formas de reconocimiento de sí e identificaciones con
los demás como resultado de una negociación, entre la identi
dad para sí y la identidad para y por el otro en el trabajo. Esta
negociación genera transacciones objetivas y subjetivas que
modifican en mayor o menor medida la identidad personal.
Esta idea del trabajo como acción simbólica coincide con
los planteamientos teóricos de Dubar (2005) para estudiar las
formas identitarias en el trabajo. Las formas identitarias se
refieren a distintos modelos o maneras de apropiarse de la cul
tura del trabajo en espacios particulares de producción; son el
resultado de un proceso de negociación de la identidad para uno
mismo y para el otro, y sintetizan lo individual y lo colectivo, lo
subjetivo y lo objetivo, así como lo biográfico y lo relacional.
A partir de las nociones acerca del trabajo y de las concep
ciones expuestas sobre el proceso de construcción de identida
des, así como de las teorías de Dubar (2005) sobre las formas
identitarias en el trabajo y los procesos de negociación de la iden
tidad en el trabajo, se construyó el marco conceptual que dio
lugar al diseño de la investigación, el cual –en la figura 1– se
presenta gráficamente. En este esquema, el género se consi
dera una variable transversal que atraviesa los procesos de
interiorización de la cultura, socialización secundaria, identi
dad para sí y para el otro, y negociación objetiva y subjetiva.
La aproximación metodológica
28 • Marlene Solís
Figura 1
Marco conceptual para el análisis de los procesos
de identificación laboral y las formas identitarias
GÉNERO
Introducción • 29
proceso interactivo entre la realidad empírica y los planteamien
tos teóricos, tal como sugiere Guadarrama (1999). De esta
manera, se implementó un procedimiento “por aproximacio
nes” a la realidad social, lo cual permitió partir de un marco
conceptual, al mismo tiempo que mantener la intuición y la
escucha frente al objeto de estudio. Esta estrategia de investi
gación nos llevó a desarrollar una perspectiva teórica que retoma
conceptos de la sociología del trabajo, de la identidad y de las
relaciones de género; posteriormente, a plantear un nivel de
análisis intermedio en el que se identificaron las condiciones que
dan lugar a la negociación de las identidades de quienes par
ticipan en los mundos laborales de las maquiladoras, así como
un ejercicio de revisión de estudios empíricos para definir cate
gorías analíticas específicas para la interpretación y análisis
de las narrativas personales.
En el trabajo interpretativo de las entrevistas, se requirió
tomar en cuenta los diferentes recursos sociales y culturales
que las y los entrevistados desplegaron en sus narrativas para
reconstruir su trayectoria de vida y trabajo. En este sentido, fue
pertinente analizar el trabajo como parte de un proceso de
apropiación de un territorio, de construcción de vínculos socia
les próximos y modos de vida en el espacio urbano, lo cual im
plicó que en la reconstrucción de las biografías se consideran
los distintos contextos de vida: la familia, las redes sociales, la
colonia donde los sujetos habitan y la sociabilidad en que inscri
ben su cotidianeidad. A partir de estos elementos se definieron
distintos modos de vivir en la ciudad.
La dimensión territorial del análisis fue importante debido
al peso que tiene la población inmigrante en la conformación
del mercado de trabajo de la industria maquiladora, la cual se
encuentra inmersa en procesos de desterritorialización y re
territorialización (desarraigo-arraigo en el nivel microsocial).
Además, fue una variable que permitió establecer un puente
entre el mundo fuera y dentro de la fábrica, ya que la orienta
30 • Marlene Solís
ción hacia el trabajo se forma principalmente en el ámbito
privado y a partir de los recursos que brindan los espacios de
vida fuera del trabajo. Como resultado de este ejercicio se clasi
ficaron los casos de acuerdo con los distintos procesos de
identificación laboral encontrados, a partir de las formas iden
titarias de Dubar (2005) y los modos de vida construidos en la
ciudad. Para ello se siguieron varias etapas de lectura de los
casos y se determinó un primer criterio general de clasifica
ción de las narrativas: de continuidad y de ruptura.
En suma, la pertinencia de esta investigación en relación con
los estudios realizados anteriormente para este contexto local,
reside en que se plantea desde un marco teórico poco explora
do, el cual retoma principalmente los planteamientos de Dubar
(2005). Esta perspectiva permite hacer una interpretación de
las biografías laborales y de vida de este sector de la población,
considerando varias dimensiones y desde la escala individual.
En particular, se propone explorar la relación entre los mundos
dentro y fuera del trabajo a través de considerar la inserción
y la experiencia laboral como parte de un proceso de apropia
ción de un territorio. Asimismo, la estrategia metodológica
requiere tomar en cuenta el género como variable transversal,
por lo que se discuten en términos teóricos las diferencias entre
hombres y mujeres en la manera de darle significado al trabajo
y –empíricamente– se contrastan sus biografías de vida y labo
rales. De esta manera, se pretende aportar nuevos elemen
tos para conocer la relación entre el trabajo, el territorio y el
género.
Introducción • 31
quienes trabajan en las empresas maquiladoras de Tijuana, es
decir, sus formas identitarias; identificar las diferencias en los
procesos de identificación laboral en el trabajo entre hombres
y mujeres, y mostrar el papel que juega el territorio en la expe
riencia laboral.
El instrumento que se utilizó para lograr estos objetivos
fue la recolección de relatos de vida a través de entrevistas a pro
fundidad,14 ya que reconocemos que el lenguaje es el sistema
simbólico primario a través del cual se devela el significado de
las acciones personales, como lo sugiere la tradición de los
estudios de las narrativas personales (Rossman y Rallis, 2003).
La elección de las personas entrevistadas se realizó con el
procedimiento de muestreo no aleatorio llamado “bola de nie
ve”, con apoyo de una tipología previa que permite una elec
ción más razonada y comprensiva. Por tanto, la muestra no es
representativa en el nivel descriptivo o estadístico, sino en el
nivel de las relaciones socioestructurales, lo cual quiere decir
que “se entrevista a un número indeterminado de personas
hasta el momento en que el investigador, inmerso en el proce
so de recogida y análisis de la información que corren parale
los, considera que ha alcanzado un punto óptimo de ‘satura
ción de conocimiento’, en ese momento se da por finalizada la
encuesta” (San Miguel, 2000: 296).
Para la selección de los casos se consideró a personas en
ciclos familiares de vida distintos, a fin de contar con un grupo
diverso de experiencias laborales. El trabajo de campo se rea
lizó durante el verano de 2005 y el punto de partida fueron dos
contactos personales con trabajadoras de las empresas maqui
ladoras, quienes a su vez nos pusieron en contacto con otras y
otros. Otra vía de acercamiento a las trabajadoras fueron las
32 • Marlene Solís
promotoras de los derechos de la mujer y el trabajo que habían
participado en una organización no gubernamental llamada
Factor X y a participantes del Cittac.15 Las entrevistas se lleva
ron a cabo en las viviendas de las trabajadoras y en total se
hicieron 33: 22 a mujeres y once a hombres. Se trata de una
muestra cualitativa que tuvo como finalidad dar cuenta de
distintas experiencias y procesos de identificación laboral,
considerando la trayectoria laboral, familiar y de migración. Se
plantearon preguntas abiertas de acuerdo con el esquema de
análisis y a partir del cual se elaboró un cuestionario a modo
de guía de entrevista,16 pero en el trabajo de campo se buscó es
tablecer un diálogo abierto con el entrevistado más que seguir
rígidamente con las preguntas del cuestionario.
Las principales críticas hechas a estas técnicas de recopi
lación de información cualitativa se refieren a los problemas de
validez y confiabilidad que surgen por la interacción entre el
investigador y el sujeto de estudio. Estos problemas se deben
al grado de involucramiento del investigador con el sujeto de
estudio, pues de ello depende la exactitud con que las conclu
siones representen efectivamente la realidad empírica. A fin
de evitar este problema se requiere mantener un equilibrio en
la interacción con los sujetos de estudio, buscando que no se
contamine el proceso con prejuicios, pero que al mismo tiempo
se logre descifrar los signos correctamente a través de la com
penetración con los sujetos de interés.
Las sugerencias que se han hecho para tener mayor con
trol sobre estos aspectos y que se llevaron a la práctica en el tra
bajo de campo son: a) establecer mínimos (para garantizar el
“rapport o involucramiento”) y máximos (prevenir la saturación)
Introducción • 33
para el trabajo de campo; b) mantener un registro riguroso del
trabajo de campo; c) socializar el trabajo de campo con colegas
a fin de contar con un referente externo, y d) comunicar resul
tados parciales con los sujetos que participan en la investiga
ción (Castro, 1996; Denman y Haro, 2000; Jerome y Miller, 1986
y Walcott, 1990).
Por otra parte, Ruiz e Ispizúa (1989) señalan que la validez
y confiabilidad se garantizan en el análisis cualitativo de con
tenidos si se cuenta con una matriz de análisis y textos ade
cuados, por lo que es necesario reconocer que los datos se
recogen y se interpretan desde unos ejes teóricos específicos,
los cuales fueron definidos considerando los planteamientos
teóricos de Dubar (2005) sobre las formas identitarias y las
dimensiones biográfica y relacional de la identidad.
En el siguiente esquema de análisis se presentan las cate
gorías que se utilizaron como referentes para recoger las narra
tivas, según las dos dimensiones del proceso de identificación
en el trabajo. Así, se tiene una dimensión diacrónica, en la que
se recupera el tiempo vivido a través de la trayectoria laboral,
el curso de vida y las expectativas que se tienen sobre el futuro.
Además, se entiende que la experiencia de vida tiene como
resultado un conjunto de recursos sociales y culturales con
los que se enfrenta el tiempo presente. En lo que respecta a la
dimensión sincrónica se considera justamente el tiempo pre
sente para captar los mundos de vida de la persona, a través
de las representaciones y las prácticas en el trabajo y fuera del
trabajo, como se muestra en la figura 2.
Es importante aclarar que en esta investigación la dimen
sión sincrónica del proceso de identificación laboral se apre
hende a través de las tramas argumentales de las personas
entrevistadas situadas en el aquí y el ahora, y considerando las
representaciones ligadas a las relaciones con los otros en el
trabajo.
34 • Marlene Solís
Figura 2
Esquema de análisis para estudiar los procesos
de identificación laboral
PROCESOS DE
IDENTIFICACIÓN LABORAL
Dimensiones Categorías
• Trayectoria laboral
(permanencias y transiciones)
DIACRÓNICA • Curso de vida
Temporal-biográfica (permanencias y transiciones)
• Recursos sociales y culturales
• Visiones de futuro
• Prácticas y representaciones
de la maquiladora
SINCRÓNICA
• Prácticas y representaciones
Espacial-relacional de la familia y la colonia
•La vida cotidiana y modos de vida
(sociabilidad y territorial)
• Lo fronterizo (el otro lado, la migración)
Mujeres
Introducción • 35
Cuadro 1
Principales características
sociodemográficas de las entrevistadas17
cuestiones de confidencialidad.
36 • Marlene Solís
(continúa)
ción con el grupo anterior es mayor: son madres de dos o tres
hijos. Cuatro de ellas tienen pareja y dos son separadas. Mien
tras que el tercer subconjunto se caracteriza por estar com
puesto principalmente por jefas de hogar: cinco son separa
das y con hijos, y solamente dos tienen pareja. Algunas de
ellas –Lorena y Tamara– se encuentran en una etapa del ciclo
familiar más avanzado, con hijos mayores de edad o adoles
centes.
En lo que respecta al nivel educativo tenemos que son
mujeres que estudiaron primaria y secundaria, principalmen
te, aunque hay tres casos que terminaron la preparatoria y el
caso de Cecilia que obtuvo una licenciatura.
Las 22 mujeres entrevistadas conforman un grupo bas
tante heterogéneo, algunos rasgos comunes son el lugar de
origen, pues nueve de ellas son de Sinaloa18 aunque de diferen
tes poblados, algunos más rurales que otros, por ejemplo: Ceci
lia viene de Mazatlán, que es un puerto turístico. Otro grupo
según el lugar de origen lo conforman las tijuanenses: Lina,
Mirta, Lucía, Rosa y Lorena. El resto de los casos provienen de
estados ubicados en el centro y sur de México: Hidalgo, Puebla,
Distrito Federal, Guerrero, Veracruz y Oaxaca.
Hombres
Introducción • 37
Cuadro 2
Principales características sociodemográficas de los hombres
38 • Marlene Solís
la cohorte de menor edad tenemos mujeres más jóvenes y en el
rango de edad más avanzada tenemos el caso de una mujer de
50 años, mientras que el de mayor edad de los hombres es
de 43 años. Las mujeres que entrevistamos tienen mayor res
ponsabilidad familiar que los hombres, que se distinguen
precisamente por no tener pareja y tener un menor número de
hijos. El nivel educativo pareciera ser más alto en el grupo de las
mujeres que en el de hombres. Otra diferencia importante es
el lugar de origen, siendo más diverso en el caso de los hom
bres y con mayor representación de los inmigrantes que
provienen de regiones con una reciente historia migratoria
hacia el estado. En cambio, en el grupo de mujeres están mejor
representados los inmigrantes de un estado de migración tradi
cional a Tijuana: Sinaloa.
Introducción • 39
miento en el trabajo, la reconstrucción del género por el trabajo
y los cambios socioculturales asociados a la migración.
Los capítulos 4 y 5 contienen el análisis de las narrativas
de continuidad y de ruptura tanto de mujeres como de hom
bres. En ambos se describen los mundos personales de los
casos, considerando los ámbitos dentro y fuera del trabajo.
En las conclusiones presentamos los principales hallaz
gos de la investigación en dos niveles: en el primero se relacio
na el contexto con los mundos personales, y en el segundo se
asocia la construcción de las formas identitarias con circuns
tancias de vida diferentes entre mujeres y hombres. También
se sugieren líneas de investigación y problemáticas que se
desprenden de los contenidos de las entrevistas.
Capítulo 1
41
des o de sentido, por lo que ha sido necesario reelaborar las
concepciones sobre la identidad y la manera de estudiarlas, tal
como sugieren autores como Giddens (1991), Berger y Luck
mann (1997) y Dubar (2005). De esta manera, se justifica la
pertinencia de analizar las identidades laborales desde lo per
sonal, atendiendo a los planteamientos teóricos recientes sobre
el carácter reflexivo y narrativo de las identidades en la socie
dad contemporánea. Para este propósito, los conceptos de
Dubar (2001, 2002 y 2005) sobre la construcción de las iden
tidades en el trabajo como un proceso relacional y biográfico
representan una síntesis teórica muy sugerente y útil para
comprender el caso que nos ocupa. Su enfoque se nutre de
los postulados de Piaget (1926), del interaccionismo simbólico
(véase Goffman, 1971), y de diversos estudiosos de la fenome
nología, como los de Berger y Luckmann (1967).
Finalmente, en este capítulo planteamos que el problema de
las identidades laborales en la maquiladora no es exclusivo
de este sector de la población, sino que se inscribe dentro de
un conjunto de transformaciones asociadas a la globalización,
tales como la compresión del espacio-tiempo, los procesos de
hibridación cultural y la constante redefinición de las fronte
ras materiales y simbólicas.
42 • Marlene Solís
se convirtiera en una práctica común en las trabajadoras de
la maquila de Tijuana. En 1999, más de ochenta por ciento
de los obreros generales tenía una antigüedad menor a los
cinco años,20 junto a lo anterior, la política de contratación de
las empresas por lo general no admite a personas mayores a
los 45 años. Estos datos sugieren que este empleo tiene una
condición efímera: para un número importante de hombres y
mujeres el trabajo, la maquiladora, ha sido solamente una
etapa transitoria dentro de su trayectoria laboral.21
Esta condición es uno de los aspectos que ha generado que
algunos autores, como Méndez (2003), sostengan que la identi
dad obrera en la maquiladora es difusa o es una no identidad,
pues el trabajador o trabajadora al incorporarse a estos mundos
laborales pierde sus identidades originales y no le es posible
generar otras nuevas. De acuerdo con esta perspectiva, no
hay condiciones para que se conforme un “nosotros” entre las
trabajadoras de la maquiladora: no hay una respuesta colectiva
frente a sus condiciones de trabajo ni frente al deterioro am
biental que ha traído consigo la instalación de las plantas maqui
ladoras en las ciudades de la frontera; los sindicatos son
cascarones creados verticalmente y alejados de los intereses
de sus agremiados, y en general hay un desconocimiento de
los derechos laborales y poca experiencia organizativa.
La ausencia de una auténtica vida sindical, al menos en
Tijuana, implica que el sindicato deja de ser un ámbito de
socialización secundaria, generador de procesos de transforma
ción de identidades subordinadas a resistentes; por tanto, son
organizaciones incapaces de modificar las reglas de interac
ción en el trabajo. De esta manera, los trabajadores encuen
tran “en su organización sindical otro diferente a él, una ame
naza que de igual manera los define” (Méndez, 2003: 179).
22 Se han realizado al menos dos estudios importantes sobre las mujeres
que trabajan en las maquiladoras de Yucatán; ambos coinciden en que la
comunidad de origen es un referente cultural muy significativo, tanto simbó
lico como empírico –no se alejan de sus geografías visuales ni de sus redes
sociales–, que se renueva y permite enfrentar los cambios de actitud y con
ducta que las mujeres experimentan al participar en actividades productivas
remuneradas. Castilla (2004) a través de un estudio de caso investiga los
cambios en la cultura maya a partir de la incorporación de la mujer en el
trabajo de Ormex, concluyendo que en lugar de negar lo maya, las mujeres
renuevan esta cultura. Mientras que Mummert y Ramírez (1998) reúnen tra
bajos que reflexionan sobre la reconstrucción del género a partir del trabajo
femenino en trabajos remunerados en Michoacán y Yucatán. En estos estu
dios se concluye que la identidad étnica se antepone a la identidad de género,
por lo que los cambios en los roles tradicionales de la mujer son limitados.
44 • Marlene Solís
pues el modelo tradicional de trabajador asalariado, hombre y
jefe de familia, que se había construido en décadas anteriores
y en el interior del país, con la instalación de las maquiladoras
en la frontera norte, se modifica, generando cambio sociocul
turales asociados a la reconstrucción femenina y de las rela
ciones entre los géneros en estos contextos.
Así, la experiencia de trabajo en las maquiladoras lleva a
que “la identidad dependa más de las diferencias con los
otros que de una definición de un nosotros […] la debilidad del
nosotros en el colectivo obrero maquilador es manifiesta, es
expresión de una identidad frágil, coyuntural, fluctuante, opor
tunista, con una tendencia hacia una no identidad”23 (Méndez,
2005: 180).
Por otra parte, las mujeres y los hombres que trabajan en
las maquiladoras, tal como ocurre con quienes integran los
mercados de trabajo de las actividades informales y por cuenta
propia, en general, comparten la precariedad de sus condicio
nes de vida. Al respecto, De la O (2006) define a las trabajado
ras de la maquila hoy en día como: “figuras obreras híbridas o
mixtas, que oscilan entre la pluralidad de ocupaciones y sub
empleos. Su cultura laboral no se define en función de una
identidad profesional, sino más bien dentro de una lógica social
de supervivencia” (Méndez, 2006: 14).24
Ahora bien, en los planteamientos de Méndez (2005) no
pareciera haber una distinción entre cultura laboral y cultura
obrera, mientras que –como señala Reygadas (1997)– el con
cepto de cultura obrera debe ser complementario al de cultura
laboral, pues en la producción simbólica en el trabajo no sólo
se cuenta con elementos de la cultura obrera, sino con un
23 La importancia que cobra el definirse por diferencias con los otros más
pero aún se requiere una reflexión teórica que permita precisar los conceptos
de identidad obrera e identidad laboral (cultura obrera y cultura laboral) y
establecer la relación entre éstas. Para nombrar a los trabajadores de piso en
las empresas maquiladoras en algunas estadísticas –como las del Instituto
Nacional de Estadística, Geografía e Informática (inegi)– se utiliza la categoría de
obreros, mientras que en diversos estudios de El Colegio de la Frontera Norte
se denominan trabajadores directos, tal vez esto sea una expresión de la
ambigüedad de la condición de las trabajadoras de las maquiladoras.
26 Aunque también se relaciona con la propia dinámica de los estudios
sobre la cultura laboral, como se verá más adelante. Cabe señalar además que
los estudios de las culturas (obreras y laborales) devinieron en estudios sobre
las identidades laborales como consecuencia de la mayor complejidad pre
sente en los mundos de trabajo, que resultó de la modernización productiva
impulsada desde la posguerra. Esta complejidad, se expresa en la diversidad
de los sujetos y el desplazamiento de la figura clásica del obrero-industrial-
masculino, lo cual hizo necesario cambiar el foco de atención a la constitución
de nuevos sujetos laborales. En México, la crisis económica de los ochenta y
la introducción de nuevos modelos sociotécnicos dio lugar a una mayor hete
rogeneidad de los mercados y los mundos de trabajo, por lo que cobraron
impulso los estudios de las identidades ocupacionales y laborales (Guadarrama,
1997 y 1998).
27 Este cambio ideológico tiene que ver con la pérdida de capacidad ex
46 • Marlene Solís
en los mundos de la producción como una nueva relación
capital-trabajo caracterizada por el consenso más que por el
conflicto. Por lo cual, es necesario complementar la perspecti
va centrada en lo gremial con la que surge desde los estudios
sobre la nueva cultura laboral en las empresas maquiladoras,
como se verá a continuación.
La restructuración productiva se tradujo dentro de las
fábricas en cambios en la organización de trabajo que tienen
como propósito generar mayor productividad, a través de invo
lucrar con mayor intensidad al trabajador(a) en el proceso
productivo. De esta manera se busca también generar mayor
satisfacción y hacer más significativas las tareas que llevan a
cabo las trabajadoras en la fábrica. Un nuevo sistema de tra
bajo y cultura laboral sustituyen –al menos parcialmente– la
producción en serie y las líneas de montaje estandarizadas,
mediante la organización flexible del trabajo. Este sistema se
basa en el principio de la búsqueda de “la mejor práctica”, para
lo cual es fundamental la participación responsable de las
trabajadoras en los procesos productivos a través de círculos de
calidad o de equipos de trabajo; trata de provocar una fuerte
movilización subjetiva, grandes expectativas sobre el desarro
llo personal dentro de la firma y dependencia respecto a los
modos de gestión de la organización, ya que se promueve
“una cultura de armonía entre los factores de producción, se
realizan rituales que buscan despertar sentimientos de perte
nencia a la organización y se trata de evitar la aparición de
conflictos entre la empresa y sus empleados” (Reygadas,
2002b: 30).
Diversas investigaciones han señalado la heterogeneidad
de las maquiladoras respecto a la introducción de nuevas
formas de organización y prácticas en el trabajo,28 así como la
48 • Marlene Solís
ciona también con las transformaciones que involucran al
trabajo en general y a la sociedad como un todo.
En México, la conformación de los gremios de obreros y
sus sindicatos estuvo muy ligada a la consolidación del Esta
do-nación. Estos gremios constituyeron una fuerza social y
política estrechamente ligada a la forma corporativa del Esta
do; sin embargo, la industrialización basada en las maquilado
ras no corresponde a esta etapa; más aún, con la apertura
económica, esta industria entra en un momento de auge y se
consolida como un modelo ligado a la dinámica de la globa
lización.
Con la globalización hay un resquebrajamiento de los esta
dos-nacionales y un declive del Estado benefactor, el cual
pierde capacidad para regular la relación entre el mercado y
la sociedad ante el auge de las políticas económicas neolibe
rales; por consiguiente, la inseguridad laboral se extiende y se
intensifican los procesos de fragmentación social y cultural.
Ante este escenario, los actores sociales se tornan más com
plejos, la identidad de “obrero”se vuelve más heterogénea y
su dimensión comunitaria pierde fuerza frente a identificacio
nes más vagas (Dubet, 1989).
Además, en México, la condición obrera-industrial no llegó
a ser tan extendida como sucedió en los países desarrollados,
los mercados de trabajo se han caracterizado por su heteroge
neidad, el peso de las actividades terciarias ha sido muy im
portante y la crisis económica junto a la flexibilidad laboral
generan una diversidad de experiencias laborales que hacen
difícil la constitución de identidades obreras clásicas.
En el caso de las trabajadoras de las empresas maquilado
ras, la identidad obrera es sustituida por formas de identifica
ción con la empresa o por lógicas de acción instrumentales
frente al trabajo.30 Por ello, Contreras y Hualde (2004) observan
50 • Marlene Solís
Reygadas (2002a) plantea que estas fronteras tienen un
carácter flexible,33 lo cual se encuentra relacionado con la orga
nización productiva de las empresas maquiladoras, por lo que
esta flexibilidad identitaria es una manera de adaptarse a estas
condiciones. Al mismo tiempo, responde al contexto de cam
bio vertiginoso y de incertidumbre, y a lo transitorio que puede
ser la experiencia de trabajo en las maquiladoras; sin embar
go, frente a la indefinición de una cultura obrera de la maqui
la, existe un sentimiento de pertenencia a un grupo social que
forma parte del pueblo trabajador y que distingue fronteras
materiales y simbólicas entre ellos y otros grupos sociales
dentro y fuera de sus mundos de trabajo.
Desde este punto de vista, la flexibilidad y la fragmentación
de las identidades de las trabajadoras de la maquiladora no impi
den que los mundos de trabajo se constituyan en instancias en las
que se pueda articular la diversidad, a pesar de la pérdida relati
va de la centralidad del trabajo frente a otros mundos de vida.
A partir de este panorama, surge la interrogante acerca de
cómo los hombres y las mujeres le otorgan sentido y significa
do a su experiencia de trabajo en la maquiladora, considerando
la condición efímera de estos mundos de trabajo y la tensión
existente entre las formas de acción instrumental y la expresiva.
A fin de ubicar este problema en el contexto de cambios más
generales en el trabajo, se sistematizan los principales plantea
mientos acerca de las consecuencias de la restructuración
productiva y la globalización económica en el ámbito de la pro
ducción y el trabajo, como se muestra a continuación.
52 • Marlene Solís
que ver con un cambio cultural, en el que se cuestiona la
idea moderna de trabajo asalariado, considerándola como una
categoría sociohistórica y no una condición antropológica
(Neffa, 2001).
Para Ransome (1999), el tema de los efectos de la restruc
turación productiva en el trabajo es central, ya que se esperan
no sólo modificaciones en las prácticas laborales, sino en las
percepciones acerca del trabajo. Por esta razón, es importante
identificar qué aspectos generan nuevas ideas y orientaciones
respecto del trabajo. Desde su punto de vista, se pueden apun
tar seis elementos que han cambiado considerablemente en
los últimos años: 1) la transferencia de mano de obra del sec
tor manufacturero a los servicios; 2) el declive de industrias
primarias de gran escala –como la minería y el acero– ha ge
nerado una pérdida de importancia de las comunidades ocu
pacionales, lo cual se encuentra en la base de lo que significa
ser un trabajador; 3) hay una fragmentación y una naturaleza
más fluida de las oportunidades de empleo, en términos geográ
ficos, por lo que han disminuido las expectativas acerca de vivir
y trabajar en una sola localidad para toda la vida; 4) el trabajo ya
no es un territorio reservado para la acción masculina; 5) la emer
gencia del trabajo parcial ha desplazado la idea de que un
“trabajo apropiado”es uno de tiempo completo, y 6) la combina
ción de diferentes formas de empleo modifica la idea de que el
trabajo es una actividad para toda la vida.36
A partir de los planteamientos teóricos sobre el posfordis
mo, el autor señala que la flexibilidad puede pensarse como
una característica que estará presente en los procesos labora
les del futuro, que en términos amplios significa adaptabilidad
y apertura al cambio. Desde los años setenta, el liberalismo
económico, que se apoya en el culto a la empresa y que procla
ma la idea de la competitividad, junto con el debilitamiento del
Estado benefactor, cambian la noción de progreso asociada al
54 • Marlene Solís
chamente con la flexibilización laboral y con la aparición de
nuevas formas de empleo inestables. De este modo, la nueva
cuestión social se define por la desestabilización de los esta
bles, obreros y clase media; por la instalación de la precariedad
y el desempleo recurrente, que implican una “cultura de lo
aleatorio”, de “la supervivencia en el presente”, y por la pérdida
de identidad por el trabajo, tanto por la precariedad como por
el desempleo.
En suma, el trabajo pierde su capacidad integradora y la
desafiliación se torna un problema central, pues surgen “nue
vas sociabilidades flotantes que ya no se inscriben en apuestas
colectivas […] lo que les falta a los individuos ya no es comu
nicación con los otros sino la existencia de proyectos a través
de los cuales las interacciones adquieran sentido” (Castel,
1997: 421).
En esta misma dirección, el trabajo de Sennett (1998) sobre
la flexibilidad laboral y sus consecuencias en la formación
del carácter, muestra la crisis del paradigma del progreso por
el trabajo al modificarse las expectativas respecto al empleo
estable y de por vida en actividades productivas sometidas a
la nueva lógica del riesgo, de la innovación continua y de la
flexibilidad. Según este autor, si partimos de la noción de que el
trabajo es una actividad social, que provee un sentido de iden
tidad y ubicación social, la pérdida de trabajo o la percepción
del riesgo laboral puede tener un efecto corrosivo del carácter,
entendiendo que el carácter se construye como una conexión
con el mundo a través de la mirada del otro.37 Desde su punto
de vista, el nuevo capitalismo, al dejar desprovistos a los indi
viduos de futuro estable, ha minado las bases para la forma
ción de identidades sostenibles y con ello produce crisis de
sentido.
individuo cae en un vacío, pues no es necesario para el otro; es por ello que
Sennett (1998) se pregunta acerca de la legitimidad de un sistema en el que no
se provee al ser humano de razones profundas para preocuparse unos por
otros.
56 • Marlene Solís
expectativas sobre el futuro es parte de lo que explica la crisis
de sentido de las instituciones.
La pérdida de centralidad del trabajo en la construcción
identitaria se encuentra inmersa en un cambio social y cultural
de mayor amplitud. Berger y Luckmann (1997) entienden este
momento como de crisis de sentido y Dubar (2002) argumenta
que se trata de una crisis de las identidades. Los primeros
autores sostienen que la modernidad ha transformado radi
calmente cada una de las condiciones externas de la existencia
del ser humano. Las instituciones que proporcionaban “pro
gramas” para la acción cotidiana, pierden efectividad ante las
posibilidades abiertas por la profundidad de los cambios socia
les, que “obligan” al individuo a elegir, a no dar nada por su
puesto.
Dubar (2002) por su parte, plantea que se trata de una
mutación en la que no hay certidumbre sobre la dirección de
los cambios y que afecta a las subjetividades individuales, pues
hay un resquebrajamiento de los vínculos sociales, desde los
más próximos, como son las relaciones de pareja, hasta de
relaciones con instituciones más amplias.
En particular, la crisis de las instituciones que regulaban el
empleo, que se dirigían a un sujeto laboral colectivo, han deri
vado en la emergencia de formas individualizadas de resolu
ción de la relación laboral, lo que se refleja en la mayor impor
tancia de las diferentes estrategias individuales para enfrentar
el riesgo laboral.
Dubar (2002) plantea que las transformaciones en el tra
bajo han generado una crisis de las identidades profesionales,
ya que se trata de un momento de transición en el que se
modifica el sentido del trabajo y las relaciones sociales que
se ponen en juego en esta actividad. Según el autor la moder
nización hoy en día se ha tornado más destructiva que creati
va, pues la innovación adquiere gran importancia, pero se ha
perdido la capacidad para regular los cambios que ésta produ
ce y ya no es posible controlar el tiempo y anticipar el futuro.
58 • Marlene Solís
mo provecho y la racionalización de la producción. Por lo que
no se reconoce, incluso se niega, la capacidad de los operarios
de solucionar problemas no sólo “a través de la organización
y la imposición de limitaciones temporales, sino también a
través del salario y la ausencia de porvenir, de reconocimien
to y de carrera” (Dubar, 2002: 127).
El trabajo se ha convertido en un desafío para el recono
cimiento de uno mismo, en un espacio de participación, de toma
de decisiones, en el que las obligaciones son implícitas y el
espacio de trabajo ya no es un lugar de obediencia. De esta
valoración de la capacidad creativa personal y colectiva surge
la segunda tendencia que precisa Dubar (2002) y que se rela
ciona con la emergencia del modelo de competencias, el cual
surge del cuestionamiento a la calificación por su carácter
burocrático. De esta manera, la idea de la competencia preten
de hacer visible la contribución del trabajador a la competiti
vidad de la empresa, valorando el saber, el saber hacer y el saber
estar. La calificación se sustituye entonces por cualidades como
la iniciativa, la responsabilidad y el trabajo en equipo.
La formación continua es otra premisa del modelo de
competencias que implica un proceso de selección de los asa
lariados dotados de cualidades a través de una batalla identi
taria, que consiste en la desvalorización de las identidades
colectivas, de oficio y de clase, para impulsar la identificación
con la empresa, utilizando el reconocimiento al trabajo como
una forma de control.
La tercera tendencia que analiza Dubar (2002) es aquella
que resulta de la reorganización de la producción por y para
lograr la calidad total y el justo a tiempo; es una tendencia hacia
la concepción del trabajo en cualquier área como un servicio.
Este conjunto de cambios conforma una nueva manera de sen
tir, pensar y vivir el trabajo, desestabilizando las antiguas
identidades ocupacionales, pero también estas tendencias
significan una reconfiguración de las relaciones de poder en
el trabajo, una manera distinta de gestionar los conflictos la
borales y las relaciones de clase. En esta reconfiguración, el
60 • Marlene Solís
no vienen dadas al nacer ni están puramente determinadas por
el lugar en la división del trabajo, sino construidas por y en la
experiencia personal y biográfica de cada uno. Por esta razón, se
hace necesario un doble trabajo sobre sí para proveerse de una
forma reflexiva y de una forma narrativa que constituyen las di
mensiones societarias de la identidad para sí, la de un sujeto que
no se reduce al conjunto de sus roles sociales (Dubar, 2001: 14).
62 • Marlene Solís
hoy en día, afectando la naturaleza de la vida social cotidiana
y los aspectos personales de la experiencia. Por ello, le intere
sa estudiar los nuevos mecanismos en la construcción de la
identidad del yo, pues considera que la actividad reflexiva, que
surge de la necesidad de adaptarse continuamente a nuevas
circunstancias, es un rasgo característico de la modernidad, y
la continua necesidad de reconstrucción de la identidad del yo
forma parte de este carácter reflexivo de la modernidad.
La reflexivilidad40 de la sociedad contemporánea es la res
puesta en la dimensión personal e institucional a la incerti
dumbre y el riesgo presentes en el mundo de hoy; ante los
procesos de cambios vertiginosos en las relaciones sociales,
en los contenidos y naturaleza de la vida social cotidiana y
ante la ausencia de narrativas de estructuración económica,
social y política, se requiere una continua revisión de los posi
bles cursos de acción. Para este autor, la modernidad reciente
implica riesgos que otras generaciones no afrontaban, los cua
les tienen que ver con la compresión del mundo, con la interco
nexión de los acontecimientos remotos con sucesos próximos.
Este enfoque pone el acento en la dimensión reflexiva de
la construcción de lo personal: la identidad del yo implica un
ejercicio de interpretación de la biografía personal, ya que
para poder tener un sentimiento de quiénes somos, se requie
re de la elaboración de una trayectoria de nuestra existencia,
de una historia personal que articule de manera coherente los
hechos de nuestra experiencia (Giddens, 1991).
Los planteamientos de Giddens (1991) se encuentran estre
chamente relacionados con una concepción de la identidad
como “trabajo sobre sí”. De esta manera, la identidad vista como
“trabajo para sí” es el puente entre el estudio de la identidad y
el estudio del sujeto y de las subjetividades, pues el actor se
concibe como administrador y organizador de las distintas
64 • Marlene Solís
estructuralistas que perdieron capacidad explicativa, dando
cabida a visiones centradas en la vida cotidiana y en la acción
reflexiva de los actores sociales, así como en la considera
ción de una relación más dinámica entre el mundo dentro y fuera
del trabajo. Así, en la sociología del trabajo, los estudios se
mueven del ámbito técnico-productivo al simbólico-expresivo,
en los que este último trata además de dar cuenta de la diver
sidad de sujetos que participan en los mundos de trabajo.
En otro trabajo, la autora señala que dentro de esta pers
pectiva renovada de la cultura laboral, se reconocen los múl
tiples campos identitarios de los sujetos laborales, de tal suerte
que las identidades obreras se conforman a partir de
66 • Marlene Solís
En términos metodológicos se requiere entonces recurrir
al enfoque biográfico, puesto que interesa analizar biografías
laborales y vitales como formas narrativas en las que es posible
develar una estructura interna y acceder a los significados de
un “universo de sentido” (San Miguel, 2000). Asimismo, esta
perspectiva implica cambiar el foco de atención hacia la cons
trucción de las identidades personales y a través de ellas de
velar la dimensión social de la identidad, pues los mundos
personales se ven influidos por diversos contextos sociohis
tóricos, se encuentran ligados a espacios de interacción social
y son afectados por procesos de cambio socioculturales, tales
como el desempleo, la migración, las rupturas en la familia. Al
mimo tiempo, se ven afectados por la creciente individualiza
ción41 que conlleva la búsqueda incesante del sí mismo.
a las identidades como dadas en algo que se construye por los actores que
asumen la responsabilidad de llevar a cabo esta tarea y las consecuencias de
ello. En otras palabras, el lugar de uno mismo en la sociedad no se da por sí
solo. Hoy en día la modernidad reemplaza a las determinaciones sociales e
implica la continua reconstrucción del yo, de allí el carácter narrativo y reflexi
vo de las identidades (Bauman, 2001).
68 • Marlene Solís
actos de atribución, que definen qué tipo de hombre o mujer
eres, asociado a la identidad para los otros (transacciones exter
nas), y 2) a través de actos de pertenencia, que definen qué
tipo de hombre o mujer quieres ser –identidad para sí (transac
ciones internas)–. Las identidades atribuidas (a partir de un
grupo de referencia) se construyen a partir de las nociones de
sentido común relativas a clasificaciones ya dadas, como el
estado civil, el código de identificación, la clase social o tipo de
ocupación; mientras que las identidades predicativas se cons
truyen para sí a lo largo del tiempo vivido, mediante la interio
rización activa de los sucesivos procesos de socialización se
construye la pertenencia a un grupo.
Pero el grupo de referencia puede no coincidir con el grupo
de pertenencia, por lo que para enfrentar la distancia entre uno
y otro se emplean distintas estrategias: 1) transacciones exter
nas –objetivas– entre el individuo y los otros a fin de acomodar
la identidad para sí a la identidad para el otro, y 2) transaccio
nes internas –subjetivas– al individuo que llevan a equilibrar
la necesidad de salvaguardar la identidad heredada y el deseo
de construir una nueva identidad (una identidad pretendida),
con miras a asimilar la identidad por otro a la identidad para
sí. En la articulación de los dos procesos se requiere del reco
nocimiento de las instituciones y de los otros para completar
el proceso de reconstrucción identitaria, se trata de un proceso
de negociación de la identidad en un ejercicio de comunicación.
El reconocimiento está relacionado estrechamente con las
relaciones de poder en un espacio de interacción y depende de
las posibilidades que la persona tenga de jugar un papel en dife
rentes espacios y de poder negociar las inversiones y admi
nistrar las pertenencias; las transacciones objetivas se dan
entonces en diferentes arenas, en el lugar de trabajo, entre los
responsables de la empresa, entre los otros compañeros de tra
bajo, en la familia, en el sindicato, en el lugar de formación, etc.
En el trabajo, el reconocimiento está ligado a la legitimación
70 • Marlene Solís
planos o dominios en los que ésta se inscribe. De este modo,
es posible distinguir entre un tiempo individual –biológico y
psicológico–, un tiempo familiar, un tiempo social –que tiene
que ver con pautas y normas culturales de cada sociedad–, y
el tiempo histórico, que se refiere a la influencia en la vida
individual de eventos históricos (periodos de guerra, crisis eco
nómica, catástrofes, entre otros).
El curso de vida de los individuos es una configuración
compleja de roles desempeñados a lo largo de la vida en dife
rentes dominios institucionales, como la familia, la escuela y
el trabajo. La biografía personal es entonces resultado de los
diferentes papeles que se han jugado a lo largo de la vida, articu
lando diversas dimensiones (Tuirán, 1999). El conjunto de
trayectorias –laborales, familiares, migratorias, por mencionar
algunas– conforman los cursos de vida; cada una de ellas puede
analizarse de acuerdo con sus transiciones, que son los momen
tos de corta duración en que se modifica la dirección de la
ruta trazada. Las transiciones van constituyendo y afectando
la biografía personal, reajustando los significados y las formas
de vida, y ocurren siguiendo eventos cruciales que tienen más
o menos reconocimiento social, dado que se trata de momen
tos en los que las personas se incorporan a nuevas institucio
nes y asumen también un rol distinto. Este proceso de transi
ción involucra el rechazo, la adaptación o aceptación de una
nueva configuración de roles; es un momento de renegociación
del ser, de reconstrucción de la identidad personal a través de
transacciones objetivas y subjetivas. Todo cambio en el curso
de vida genera una pequeña o gran crisis de identidad, la cual
requiere de un trabajo sobre sí mismo, un cambio en las cos
tumbres y las rutinas, puede significar pérdidas, negaciones y
alteración subjetiva, según se trate de un proceso de afirma
ción de la identidad precedente o una ruptura. La ruptura
implica de manera más directa una transacción subjetiva, un
proceso interno de reconstrucción de la identidad.
72 • Marlene Solís
maquiladoras estudiados por Hualde (1998); algunas de las
trabajadoras de las maquiladoras en Matamoros entrevista
das por Quintero (2006), y las trabajadoras de la empresa
Ormex, en Yucatán, estudiadas por Castilla (2004).
• De oficio. Es una figura que parte de la continuidad de la
identidad heredada y la pretendida (para sí y para el otro),
pero que se enfrenta a un no-reconocimiento en el trabajo.
Este no-reconocimiento genera un proceso de bloqueo, de
inmovilidad o estancamiento. Se trata de formas identita
rias ligadas a la crisis de los oficios y de sus organizaciones.
En México, es un proceso que viven los trabajadores del
petróleo, la siderurgia y los mineros. Estos trabajadores
enfrentan un conflicto en el trabajo, ya que si bien valoran
los saberes adquiridos a lo largo de su experiencia laboral,
no encuentran el reconocimiento en los otros que les per
mita legitimarse.
• Flexible.44 Se construye a partir de la ruptura entre la iden
tidad heredada y la pretendida, por lo que implica la elabo
ración de transacciones subjetivas en un ambiente de reconoci
miento del otro en el trabajo, generándose un proceso de
conversión hacia una identidad incierta. Es la forma identi
taria valorada y reconocida en ambientes laborales flexibles,
ya que implica contar con autonomía personal y capacidad
de adaptación a los cambios en el trabajo. Entre las trabaja
doras de la maquiladora es una forma identitaria recurrente,
como se advierte en los estudios de Reygadas (1993, 2002a y
b), así como en los casos de trabajadores en el sector servi
cios referidos en el texto de Sennett (1998). Estos trabajadores
generalmente participan en redes sociales para el trabajo y
tienen capacidad de innovación y de movilidad.
• Fuera del trabajo. Se elabora en la ruptura entre la identidad
pretendida y la heredada, pero sin el reconocimiento del
44 Dubar (2005) las denomina de red, pero nos pareció más apropiado
retomar la noción de formas identitarias flexibles ya que en estudios anterio
res que tienen como referentes empíricos a las trabajadoras y trabajadores
de la maquiladora en México, se ha venido construyendo este concepto –con
sultar a Reygadas (2002a y b)– que coincide con la idea de este autor sobre la
forma identitaria de red.
De acuerdo con García Canclini (2000), las ciudades y las fronteras son
45
74 • Marlene Solís
Figura 3
Los procesos de identificación en el trabajo
y las formas identitarias
TIPO DE INTERACCIÓN
CON LOS OTROS EN EL TRABAJO
(mundo interior)
Transacción objetiva
No reconocimiento
Reconocimiento
Continuidad DE DE
(+) EMPRESA OFICIO
Promoción Bloqueo
TIPO
DE
NARRATIVA
(mundo exterior)
Transacción
objetiva
FLEXIBLE FUERA
Ruptura DEL TRABAJO
Conversión
(–) Exclusión
76 • Marlene Solís
su carácter relacional; es decir, que depende del lugar donde
nos ubiquemos, de las distintas maneras de representarse y
narrar la identidad (Canclini, 1990).
Por su parte, Martín-Barbero (1997b) destaca que en el
estudio de las identidades es necesario considerar la imbrica
ción con lo masivo: los medios de comunicación y su papel en
la construcción de identidades no puede reducirse a la mani
pulación y la alienación, sino que debe entenderse como una
nueva forma de sociabilidad. Los imaginarios que se constru
yen a partir de la interacción con los medios masivos de comu
nicación se caracterizan por el cruce de distintas temporalida
des y géneros sociales.
Para este autor, lo característico de la globalización es el
desordenamiento y descentramiento cultural. Estos procesos
se refieren a la transformación de la percepción del espacio y
el tiempo, y a la forma desordenada de ubicar distintos objetos
culturales. Digamos que los referentes identitarios son más
móviles y fluidos, pues la multiculturalidad vuelve difusos los
referentes tradicionales de identidad. Entonces, los sujetos cons
truyen sus identidades como amalgamas de universos cultu
rales poco estables y en un mundo social donde hay un desgas
te de la memoria. Por lo que “estamos ante identidades más
precarias y flexibles, de temporalidades menos largas y dota
das de una flexibilidad que les permite amalgamar ingredien
tes provenientes de mundos culturales distantes y heterogéneos,
y por lo tanto atravesadas por dis-continuidades en las que
conviven gestos atávicos con reflejos modernos, secretas
complicidades con rupturas radicales” (Martín-Barbero, 2002: 5).
Junto con la hibridación cultural, la globalización genera otra
dinámica que afecta la construcción de identidades: se trata de
la desterritorialización. Según Martín-Barbero (1991) es un
proceso empírico y una metáfora que hace referencia a: 1) las
migraciones y el desarraigo asociado a estos movimientos en
el territorio; 2) a la desnacionalización por el flujo de informa
Comentarios finales
dad de regulación de los intercambios por parte del Estado; el mayor impacto
que generan cambios remotos en un territorio en particular, y la influencia en
las economías nacionales de los corporativos transnacionales y otros organis
mos internacionales (Sassen, 2001).
78 • Marlene Solís
Asimismo, concluimos que las vidas de las y los trabaja
dores se encuentran inscritas en un contexto globalizado y
fronterizo, por lo que enfrentan procesos de cambio cultural
como la hibridación, la desterritorialización-reterritorialización;
descentramiento y desordenamiento cultural. En este sentido,
es útil pensar en sus identidades personales como cambiantes
y analizar el entrecruce de fronteras con otros grupos de per
tenencia (clase social, etnia, colectividades ligadas al territorio
en el nivel local, regional o nacional, el grupo de edad y el
género), por lo que las identificaciones en el trabajo se hacen
más complejas y adquieren diversos matices, como se verá en
los capítulos 4 y 5.
Capítulo 2
81
miento urbano y la construcción sociocultural de la ciudad.
Por ello, se describe el proceso de industrialización conside
rando distintas etapas; cada una de ellas se define por los
cambios en la dinámica de crecimiento de la actividad produc
tiva y se asocia a una metáfora de la ciudad. Las metáforas que
se utilizan son tomadas de la literatura escrita sobre ciudades
fronterizas o que tienen otros referentes, pero que sintetizan
el carácter que adquiere este espacio urbano en relación con
la etapa de desarrollo de las maquiladoras. Es importante
aclarar que este recurso no implica que a cada etapa le corres
ponda un tipo específico de ciudad de manera biunívoca, tam
poco implica que se trate de ciudades sucesivas. Más bien, son
rasgos que predominan, que van adquiriendo matices pero
que mantienen vigencia, tal como si fueran capas geológicas
en la formación de la ciudad. Así, las metáforas de Ciudad de
paso, Ciudad transfronteriza, Ciudad rota y Ciudad global-pe
riférica, aluden a las distintas dinámicas urbanas asociadas a
la presencia y trayectoria de esta industria, aunque configura
das por múltiples factores.
82 • Marlene Solís
Hasta los ochenta la ciudad de México había sido la zona
principal del crecimiento social de la población, concentrando
cerca del 40 por ciento del total de la población del país. Parale
lamente, y sobre todo durante el periodo llamado “el milagro
mexicano” (1940-1960), se presentó otro patrón de migración
importante hacia las ciudades de la frontera norte del país,
que aumentó su población con tasas anuales superiores al 8 por
ciento (Garza, 2005).47 El factor de atracción de estas ciudades
había sido su estrecha relación con Estados Unidos: la fronte
ra norte de México ha tenido históricamente un componente
transfronterizo definitivo, pues la línea divisoria entre los paí
ses por mucho tiempo fue más simbólica que material. Los
poblados del norte de México y del sur de Estados Unidos
han mantenido un intenso intercambio no sólo económico,
sino también sociocultural, aunque esta interrelación no ha
estado exenta de conflictos; mientras que los lazos con el
centro del país han sido endebles y no menos tensos. De este
modo, la ciudad de Tijuana se ha definido durante décadas
por su condición de aislamiento respecto al centro del país, lo
cual se expresa en el sentido común de la población al decir:
“Tijuana, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”
(Klagsbrunn, 1988).
Para la década de los sesenta, cuando se inicia el Programa
de Industrialización Fronteriza (pif), la ciudad de Tijuana esta
ba habitada por una población de poco más de 150,000 perso
nas; su vocación como centro turístico continuaba vigente48 a
pesar de las medidas tomadas entre 1930 y 1960 –periodo
denominado como de “mexicanización”– que pusieron fin a la
84 • Marlene Solís
De este modo, la industria maquiladora refuerza una de las
funciones urbanas de la frontera, la de servir como lugar de
tránsito, con la consecuente conformación de relaciones socia
les fugaces y sin arraigo. Al inicio, entonces, este proceso de
industrialización se acompaña de un precario anclaje territorial.
Al mismo tiempo se inicia un proceso que refuerza el flujo de
intercambios regionales entre la parte mexicana y la estado
unidense, pero esta interrelación se construye sobre la base
de relaciones entre países desiguales, lo cual ha implicado
para el lado mexicano una posición de dependencia frente a
la dinámica de la economía estadounidense. Al territorio mexi
cano se trasladaron procesos productivos intensivos en mano
de obra y que no requerían una alta inversión de capital. El
factor de atracción de México era la abundante y barata fuerza
de trabajo, y desde el inicio el Estado se convirtió en el agente
que garantizó el tope salarial en esta región del país, a través del
control de los aumentos al salario mínimo que en las décadas
siguientes perdió dramáticamente su poder adquisitivo, como se
verá más adelante.
En estos años hay un predominio de empresas estadouni
denses,50 que operan en mayor medida bajo el esquema llama
do shelter, esto es, que las maquiladoras realizan el ensamble
y la matriz es dueña de la tecnología, responsable del proceso
de trabajo, así como del ritmo y la calidad de la producción. Esta
forma de operar de las plantas industriales implica una fuerte
dependencia respecto a la matriz y al mercado estadouniden
se.51 Por otra parte, el arranque de la industrialización de la fron
tera norte de México se dio a partir de la aplicación de lo que
Stoddard (1987) denomina sistema de políticas dual en México,
res petroleros, la cultura laboral fue resultado de una colonización estatal, que
se tradujo en la configuración de formas particulares de trabajar y producir
en la fábrica y de modos de vivir en la familia y en la comunidad, como seña
la Moreno (2000).
86 • Marlene Solís
porativa del Estado. Esta relación se sostuvo en un discurso
ideológico que penetra a la cultura obrera tradicional en la que
el obrero se encuentra indisolublemente ligado a la construc
ción del Estado nacional mexicano.54 En la frontera norte,
salvo el caso de Matamoros, los sindicatos no han jugado este
papel, puesto que el proyecto de industrialización a través de
las maquiladoras no tiene en esencia un componente naciona
lista. Más aún, como sugiere Sklair (1989), el establecimiento
de zonas industriales para la exportación forma parte de una
tendencia más amplia de transformación del capitalismo en el
nivel mundial, pues las empresas transnacionales inician un
cambio en su forma de operación en el que una parte de su
producción puede realizarse fuera de la planta, lo cual repre
senta ventajas importantes en la reducción de los costos de
producción.55 Estas empresas son agentes activos en el surgi
miento y la consolidación de las zonas industriales para la
exportación en diversos países del tercer mundo, entre ellos
México.
Además la importancia de las mujeres en la conformación
del mercado de trabajo de las empresas maquiladoras de la fron
tera fue un elemento fundamental en el establecimiento de rela
ciones de trabajo menos reguladas que en el interior del país,
ya que –como se mencionó– se trataba de una fuerza de trabajo
nueva que no tenía experiencia sindical y que había estado
excluida de los mercados de trabajo asalariados en México.
Ciudad transfronteriza:
consolidación industrial
88 • Marlene Solís
De acuerdo con Sklair (1989), se conjugaron varios facto
res que desencadenaron la crisis de las maquiladoras; el más
importante fue la recesión de la economía estadounidense en
esos años, pero otra de las explicaciones que según este mismo
autor se planteó fue que la militancia de los trabajadores se
había reforzado y que los salarios habían aumentado a un nivel
tal que la frontera perdía competitividad frente a otros países.
En este contexto el gobierno federal recurrió a la devaluación
del peso y con ello se logró aliviar las tensiones sobre este
sector de actividad, al mismo tiempo que planteó un acuerdo
entre los promotores de esta industria y el gobierno. Este
acuerdo, llamado “Alianza para la Producción”, incluía una pro
moción de la industria de exportación más decidida por parte
del gobierno y la promesa de los dueños de las maquiladoras
de incrementar el uso de componentes y materiales mexica
nos, así como aumentar las inversiones conjuntas en parques
industriales.
Los años que siguieron se caracterizaron por la rápida
expansión de la actividad de dicha industria y el consecuente
aumento del empleo. En la ciudad de Tijuana el número de
empresas maquiladoras era de 16 en 197057 y aumentó a 123
para 1980, empleando a 12,143 personas.58 En contraparte, los
salarios de las trabajadoras de la maquiladora se vieron afec
tados por esta devaluación y perdieron poder adquisitivo, sobre
todo considerando que se trata de una ciudad de frontera
donde los costos de vida son muy altos.
Por otro lado, las empresas transnacionales fortalecían la
estrategia de subcontratación internacional, la cual implicaba
el establecimiento de una nueva forma de relación entre cen
tro-periferia que se basaba en “la producción compartida”. La
importancia de este nuevo arreglo se hace evidente en el
90 • Marlene Solís
un sustento en estos núcleos de atracción de población: Tijua
na ya era vista como una ciudad de oportunidades. Pero, como
muchas zonas urbanas de América Latina, ante la incapacidad
del gobierno local para dotarla de infraestructura y vivienda
acorde al ritmo acelerado de crecimiento de la población, se
construyó el espacio urbano mediante invasiones a terrenos
y autoconstrucción de vivienda. Como lo describe Hiernaux:
“las ciudades fronterizas crecieron en pocas décadas, sin la
guía y la racionalidad de intervenciones estatales. Consecuente
mente, la ocupación del espacio se resolvió mediante asenta
mientos desorganizados de la población, con serias deficiencias
en el acceso a los satisfactores urbanos mínimos, como el agua
potable y el alcantarillado” (Hiernaux, 1986: 14). Así, durante
la segunda mitad del siglo pasado, la pobreza rural del país se
trasladó a las ciudades y con mayor fuerza a partir de los
ochenta, cuando la crisis económica implicó el decrecimiento
de la actividad productiva de los principales centros urbanos del
país59 (ciudad de México, Monterrey y Guadalajara).
De esta manera, Tijuana también es representada como
ciudad abierta debido a la importancia de la inmigración en la
conformación de la ciudad60 y de la cultura local. Aunque en
la década 1970-1980 se presentó una tasa menor de creci
miento poblacional respecto a la década anterior, el crecimien
to social ya constituía un elemento definitorio de la ciudad
como joven y diversa; carácter que se reforzaría con el repunte
de la inmigración en el resto del siglo xx.61
2000 Baja California tuvo tasas de crecimiento poblacional mayores a las que
se presentaron en el nivel nacional y en la región de la frontera norte, salvo
el decenio de 1970-1980. De esta manera, en 2000, 45.4 por ciento de los resi
dentes en de este estado habían nacido en otra entidad del país.
61 Véase el Gráfica 3 del Anexo.
en 1970 a 435,454 en 1980, aumento que representa más del 50 por ciento;
datos tomados de Garza (2005).
64 Paralelamente, los asentamientos espontáneos de población en Tijuana
92 • Marlene Solís
dades productivas que participan en este proceso de industria
lización durante estos años eran la electrónica y la textil. Se
ensamblaban partes y componentes de televisión, conducto
res eléctricos, ropa, equipo para circuitos eléctricos y genera
dores, semiconductores y automóviles.65 La participación de las
mujeres en el mercado de trabajo se mantuvo durante esta
década, llegando a representar cerca de tres cuartas partes de
la fuerza de trabajo.66
Ciudad rota:
crisis y restructuración productiva
94 • Marlene Solís
productiva capaz de fomentar el desarrollo regional, justifican
do así una serie de medidas para impulsar la instalación de
maquiladoras en el interior del país (Wilson, 1996).
Como resultado también de la restructuración productiva, se
observa en esta década un cambio fundamental en la compo
sición de las empresas maquiladoras, pues el sector industrial
del automóvil en el país se reconvierte, adquiriendo caracterís
ticas propias de la maquila. Lo anterior, incluyó un proceso de
relocalización del centro al norte del país. De ahí que el empleo
en la maquiladora de la rama automotriz y de autopartes aumen
tara su participación: pasa de representar el 6.3 por ciento
de las trabajadoras en 1980 a representar el 23.4 por ciento en
1990, mientras que disminuye la importancia relativa del em
pleo en la rama de ensamble de materiales y accesorios elec
trónicos y de la confección (Morales, 2000).
Por otra parte, la importancia de la rama automotriz en la
industria maquiladora contribuyó a configurar una nueva ten
dencia en el empleo: la mayor presencia de hombres en el mer
cado de trabajo. Según Carrillo et al. (2005) también otros fac
tores incidieron en este cambio en la composición del empleo
por sexo: la crisis de los años ochenta, que redujo las opcio
nes de empleo para los hombres; el establecimiento de empre
sas más intensivas en tecnología, que abrió oportunidades para
los hombres,72 y las políticas para abatir las altas tasas de rota
ción en el trabajo.
Pero lo que se observa en la rama automotriz y de auto
partes se da en otras ramas productivas que modifican su
orientación y se adhieren a los programas arancelarios exis
tentes como estrategia para enfrentar la crisis de la economía
nacional, y motivadas por las políticas de fomento a la expor
tación. Así, la apertura de la economía mexicana abrió una
nueva etapa en el proceso de industrialización del país y de la
73 Cabe aclarar que hay una discusión abierta respecto a si las maquila
96 • Marlene Solís
Samsung y Kyocera Mexicana. Este movimiento de capital
asiático llevó a que la ciudad comenzara a adquirir cierta espe
cialización en la producción de televisores.74 Además, estas
plantas se caracterizan por combinar el uso intensivo de mano
de obra con procesos tecnificados, así como por la transforma
ción y acabado de productos, contribuyendo así a la diversidad
industrial antes mencionada (Barajas, 1989).
Algunos de los cambios más importantes que se observan
en el mercado de trabajo son una composición por sexo del
empleo en la que pierde peso relativo la participación femeni
na,75 se comienza a emplear a un mayor número de mujeres
casadas y con hijos; y se intensifican las tasas de rotación de
personal,76 convirtiéndose la inestabilidad laboral en un rasgo
distintivo de este mercado de trabajo, sobre todo en Tijuana.
A pesar de la restructuración77 en marcha dentro de las
maquiladoras, que supone un trabajador o trabajadora con más
responsabilidad y habilidades dentro del proceso productivo
y organizacional, el mercado de trabajo interno se encuentra,
desde finales de los ochenta, poco estructurado; es decir, que
no se ha dado una regulación interna de la mano de obra, la
cual hubiera permitido promover y retener a las trabajadoras,
98 • Marlene Solís
significó un deterioro en las condiciones de vida en las ciuda
des de todo el país. En Tijuana, las necesidades de vivienda y
la incapacidad para satisfacerla, continuaron propiciando la
invasión de terrenos, lo cual repercutió en una mayor presen
cia en la vida urbana de los movimientos urbano-populares
durante estos años. Ruiz y Aceves (1998) señalan que el verti
ginoso crecimiento urbano de Tijuana, que supera las capaci
dades de la ciudad para responder a satisfactores básicos como
vivienda, agua, educación, salud y otros
Ciudad global-periférica:
aprendizaje industrial y precarización laboral
Maquiladora de Baja California han oscilado entre los 1.7 y los 1.9 dólares por
hora aproximadamente (cálculos propios a partir de los datos de inegi, 2007,
Estadísticas Económicas de la Industria Maquiladora de Exportación). En
trabajo de campo realizado en Tijuana, en 2005, encontramos que los sala
rios iban de los 1.8 hasta los 2.5 dólares por hora, y que para aumentar el salario
los trabajadores procuran aumentar la jornada de trabajo con horas extras,
por lo que algunos de los entrevistados laboraban más de 46 horas semana
les, que es la jornada promedio de obreros generales que reporta el inegi-stps
(2006).
que estaba ocurriendo en ciudades como Nueva York, Londres y Tokio, que
Comentarios finales
La negociación identitaria
119
tantes para entender procesos de cambio sociocultural por la
feminización de estos mundos laborales. Posteriormente, se
hace un recuento de distintos planteamientos teóricos acerca
de la migración como experiencia de vida que implica nego
ciaciones identitarias marcadas por la ruptura pero también
por la continuidad.
Estos dos ejes de análisis se construyen a partir de una
revisión bibliográfica de trabajos que han estudiado estos temas,
algunos de éstos son empíricos y otros son de carácter teóri
co. El propósito de esta revisión de textos ha sido recuperar
categorías analíticas relevantes. La reflexión que se desarrolla
en las siguientes páginas constituye un puente entre el plano
teórico general y el nivel de análisis microsocial que se presenta
en los siguientes dos capítulos.
y Carrillo (1990).
100 De acuerdo con las cifras que reporta la Encuesta Nacional de Em
106 Traducción propia.
107 Por desarrollo personal, la autora entiende la posibilidad individual de
influir en el lugar de trabajo y avanzar con las tareas productivas de acuerdo
con sus propias ideas, necesidades y aspiraciones (Stald, 2008).
116 Como en los trabajos de Iglesias (1985), Chant (1991), Safa (1999),
Quintero y Dragustinovis (2006), entre otros.
117 Tiano (1994) define a cada uno de estos modos de conciencia a partir
123 Según este autor los principales rasgos de esta sociedad folk, son su
vismo que aleja a los líderes de los intereses de sus seguidores, como ha
ocurrido en México con los sindicatos más importantes.
García Canclini “se expresa en el uso del español y el inglés, y también en las
lenguas indígenas habladas en los barrios y las maquiladoras, o entre quienes
venden artesanías en el centro. Esa pluralidad se reduce cuando pasamos de
las interacciones privadas a los lenguajes públicos, los de la radio, la televi
sión y la publicidad urbana, donde el inglés y el español predominan y coexis
ten ‘naturalmente’” (Canclini, 2000: 201).
ción que realiza Bustamante: “la sociedad de Tijuana parece no tener abuela.
Esto tiene mucha importancia, como nos ha mostrado la literatura femenina
de las chicanas, la figura de la abuela cumple un papel importantísimo […] en
la reproducción, procesamiento y perpetuación de valores a través de los
cuentos, los guisos y una serie de elementos de la cultura mexicana transmi
tidos y producidos por las abuelas” (2000: 368).
na uno se siente libre, desde que llegué dije –yo aquí me quedo–, nadie te dice
Comentarios finales
Narrativas de continuidad
136 Véase el capítulo 1.
151
corta y no es suficiente para generar un claro sentido de per
tenencia.
Los distintos modos de vida se delimitaron a partir de las
maneras de apropiarse del espacio en la vida cotidiana y las for
mas de sociabilidad predominantes. De tal suerte que defi
nimos tres tipos de modos de vida: comunitario, familiar e
individualizado. Dada la importancia de la relación de las per
sonas con el territorio en las narrativas y en el análisis de los
procesos de identificación laboral, consideramos distintos
momentos del proceso de inmigración de acuerdo con el sen
tido de pertenencia al lugar alcanzado; es decir, al grado de
arraigo. Otro criterio de clasificación de los casos fue la estra
tegia ocupacional: individual o familiar.
Grado Reconocimiento
Modo de laboral Trayectoria Estrategia
Casos de vida Sociabilidad arraigo (+) (–) laboral ocupacional
Nidia Ascenso
Comunitario
Mireya Ascenso
Elvira Ascenso
Reciprocidad
Victoria Ascenso
Fa m i l i a r
Celia Ascenso
Inicio en
Mariana
maquila
Fa m i l i a r
Inicio en
Gardenia
maquila
Inicio en
Isela
maquila
Individual
Guillermo Precarizada
Reciprocidad
Gabriel Ascenso
Juan Ascenso
Comentarios finales
Narrativas de ruptura
181
(2005), es una forma identitaria que se corresponde con las
exigencias de la flexibilidad laboral requerida en la época con
temporánea. En este capítulo mostramos distintos caminos o
detonantes de este proceso identitario en las maquiladoras. Para
ello, como en el capítulo anterior, consideramos tres variables
asociadas al ámbito fuera del trabajo (modo de vida, sociabili
dad y grado de arraigo) y tres variables más relacionadas con
el ámbito del trabajo para clasificar los casos de mujeres y de
hombres (reconocimiento laboral, trayectoria y estrategia ocu
pacional), como se verá en las siguientes líneas.
Cuadro 5
Mujeres: casos según distintos criterios de clasificación
respecto a los ámbitos fuera y dentro del trabajo
Individual
maquila
Mirta Inicio en
maquila
Andrea Continúa
en maquila
Sol Inicio en
Fa m i l i a r
maquila
Lucía Continúa
Reciprocidad
en maquila
Individualizado
Emma Continúa
en maquila
María Inicio en
maquila
Beatriz Continúa
en maquila
Individual
Anabel Continúa
en maquila
Rosa Inicio en
maquila
Lorena Inicio en
maquila
Tamara Fluctuante
Asociativa
Cecilia Precarizada
Mara Fluctuante
Fuente: Elaboración propia.
Mujeres jóvenes
139 Al igual que las narrativas de los hombres, como se verá más adelante.
fundadoras de Factor X.
Cuadro 6
Hombres: casos según distintos criterios de clasificación
respecto a los ámbitos fuera y dentro del trabajo
Reciprocidad
Inicio en la
Roberto
maquila
Martín Fluctuante
Marco Fluctuante
Carlos Precarizada
Familiar
Pedro Fluctuante
Jóvenes fronterizos
143 De acuerdo con el testimonio de Jaime Cota, líder del Cittac, antes los
trabajadores tenían problemas de alcoholismo, no ganaban lo suficiente para
comprar drogas, pero en los últimos cinco años ya tienen acceso a la droga
sintética, que es más barata. Además, uno de los efectos de estas sustancias
es que los trabajadores de momento son más productivos, como se lee tam
bién en la narrativa de Martín.
144 Quizás el riesgo laboral sea uno de los factores que explica la alta ro
tación de trabajadores de esta planta, según datos del Cittac, en siete años
Mil veces allá que aquí; no, aquí en la Hyundai tiene que ir
haciendo puntos para ir subiendo uno, porque hay unos que
sí, los supervisores ganan bien, hasta 2,500 [a la semana],
pero bien matado, ya tienen años, siete, ocho años, otros
desde que empezó la Hyundai, son ya jefes de supervisores.
Yo más bien quiero sacar la visa, como el güero –mi herma
Comentarios finales
227
paso, ciudad transfronteriza, ciudad rota y ciudad global-peri
férica, se observan desde el análisis microsocial de los mun
dos personales.
Efectivamente, la vida en Tijuana puede ser transitoria y
la experiencia laboral en las maquiladoras es vivida como una
situación temporal, mientras se dan las condiciones para bus
car otros horizontes en el otro lado de la frontera. El carácter
transfronterizo de la ciudad se traduce en la existencia de lazos
familiares con residentes en el país vecino, que alimentan el
imaginario tanto de tijuanenses como de inmigrantes acerca
de la posibilidad del cruce.
Las diferencias en los modos de vida, los distintos recur
sos sociales que se tejen en la ciudad y los grados de arraigo
dan cuenta de un espacio sociocultural fragmentado, compues
to por múltiples maneras de construirse una vida en la fron
tera. Las opciones van desde la reproducción de la vida comu
nitaria y de los vínculos con el lugar de origen, otros desde
formas más urbanas que apuestan al individualismo, a las
relaciones de solidaridad familiar o a la participación en colec
tivos, y –en el extremo– al aislamiento como reacción frente a
condiciones precarias y opresivas.
A pesar del anclaje territorial y de las capacidades desarro
lladas en la ciudad global– periférica por empresas maquila
doras, muchas de ellas pertenecientes a firmas multinaciona
les, las y los trabajadores se encuentran con limitaciones para
su desarrollo personal y movilidad social, impuestas por las
tendencias de precarización laboral. Si bien algunos logran
vivir procesos de promoción laboral, ello depende en buena
medida del esfuerzo personal, de los recursos y mundos fuera
del trabajo. En este sentido, encontramos algunas evidencias,
como en el relato de Gabriel, de la conformación de plantas
productivas por un núcleo de trabajadores más estables y otro
conjunto de trabajadores flotantes, sujetos a las necesidades
de los cambiantes ritmos productivos. Y el trabajador ideal, que
goza de pleno reconocimiento, es aquel que tiene capacidad de
Conclusiones • 229
Por otro lado, el trabajo se constituye en una experiencia
indirecta de renegociación identitaria, ya que en sí misma no
genera procesos profundos de aprendizaje y reconstrucción
de la identidad, sino que son los espacios de interacción que
se abren para las mujeres y las experiencias de vida ligadas al
trabajo los que llevan a las mujeres a elaborar transacciones
subjetivas y, en algunos casos, al empoderamiento personal.
Así ocurre con las mujeres que han participado en organiza
ciones civiles ligadas a estos mundos de trabajo.
La autonomía económica que ganan las mujeres con el
salario, si bien les otorga mayor libertad para tomar decisio
nes –sobre todo en lo que se refiere al consumo– no conduce
automáticamente a relaciones de género más equitativas con
la pareja.
El trabajo en las maquiladoras para los hombres puede
vivirse como parte de una trayectoria laboral precarizada; en
estos casos, encontramos narrativas de ruptura por la vivencia
de un conflicto ante la imposibilidad de ejercer un oficio apren
dido en otra etapa de sus cursos de vida. Lo anterior se puede
traducir en formas identitarias fuera del trabajo.
Las dificultades para construirse una identidad tradicional
masculina con un empleo en la maquiladora, desempeñando
el rol de proveedor único de la familia, llevan a posponer la
formación del hogar, optar por la vida unipersonal, o aceptar
compartir este rol con la pareja, sin que ello signifique ceder
su estatus de jefe de hogar. El trabajo de la mujer es concebi
do como secundario y temporal, lo cual flexibiliza los roles en
el interior de la familia pero los cambios pueden ser limitados
y temporales.
Conclusiones • 231
tes a ser de oficio –por experimentar el no-reconocimiento–
tuvieron que ver con la percepción de la imposibilidad de
superarse dentro de las empresas o por la insatisfacción con
las remuneraciones.
En las narrativas masculinas de continuidad hallamos dos
circunstancias de vida contrastantes que propiciaron desarro
llar identificaciones laborales de empresa. Nos referimos a
aquellos hombres que no tienen responsabilidades familiares
y que se construyen una vida unipersonal, algunos de manera
indefinida, y aquellos que han podido o están en el proceso de
reproducir el modelo tradicional de proveedores de familia y
que el trabajo en la maquiladora les ha permitido hacerlo, con
recursos propios como la formación, y el esfuerzo personal y
las relaciones de reciprocidad familiar.
Las narrativas de ruptura son aquellas que expresan tran
siciones identitarias, ajustes entre una identidad heredada y
otra pretendida, por lo que el trabajo en las maquiladoras forma
parte de una etapa que se busca superar con el tiempo, al me
nos en el imaginario. Corresponden a estos procesos de iden
tificación laboral formas identitarias flexibles y fuera del tra
bajo.
La vivencia femenina de la ruptura en el trabajo se presen
ta en los casos analizados cuando se trata de jóvenes que pro
yectan su vida más allá de su situación actual. Algunas de ellas
se encuentran estudiando y este empleo les permite hacerlo;
en cambio, otras inician su vida económica en la maquiladora
como hijas de familia para contribuir al ingreso del hogar, pero
en espera de poder desarrollar un proyecto personal propio. Se
observó en estas narrativas ciertas inercias ligadas al lugar, las
cuales se han conformado con el paso de otras generaciones
de mujeres jóvenes por este tipo de empleo.147
Conclusiones • 233
cesos de conversión o de exclusión en el trabajo, de acuerdo
con los recursos personales.
La maquiladora como refugio frente a la precarización de
las trayectorias de vida es vivida por los hombres que se en
cuentran en una búsqueda de alternativas de vida, que no ter
mina en estos mundos de trabajo en los que no se reconocen
y que los lleva a construirse formas identitarias fuera del tra
bajo. Algunos de ellos, además, se han formado una identidad
asociada a una ocupación que ya no pueden ejercer.
Finalmente, cabe mencionar que esta investigación deja
abiertos varios caminos para pensar en el diseño de futuros
trabajos; por ejemplo, hace falta analizar con mayor profundi
dad la relación entre trabajo y territorio, para lo cual sería útil
pensar en investigaciones comparativas en distintas escalas:
en el interior de Tijuana, entre ciudades de la frontera, y otras
del interior del país. Es conveniente realizar estudios que se
centren en sectores particulares que conforman el mercado de
trabajo de las maquiladoras, como el de los jóvenes, las pare
jas casadas o las jefas de hogar, así como profundizar en el
conocimiento acerca de las políticas de promoción en el inte
rior de las empresas, para identificar problemas específicos
acerca del reconocimiento. Otra línea de investigación pertinen
te se refiere a la perspectiva de comparación internacional de
los logros y obstáculos que han enfrentado las organizaciones
defensoras de los derechos laborales en distintos contextos.
Por otra parte, es ineludible destacar que en los conteni
dos de las entrevistas es evidente la preocupación por el tema de
la salud laboral: entre las mujeres se expresa en las referen
cias a diversas enfermedades y desgaste físico por la intensi
dad del trabajo, y entre los hombres encontramos presente la
inquietud por los riesgos laborales y la drogadicción; frente a
lo cual es apremiante la elaboración de programas de salud
148 En este punto quisiéramos hacer notar que no sólo es un problema de
infraestructura, sino que es un asunto que tiene otras dimensiones, una de ellas
cultural. Al respecto, encontramos –por ejemplo– algunas resistencias de las
mujeres para delegar el cuidado de los hijos. Insistimos en que el ingreso de
la mujer al trabajo asalariado no ha estado acompañado de cambios acordes
en el ámbito de la reproducción.
Anexo
Cuadros y gráficas
Cuadro 7
Tijuana:* Personal ocupado y establecimientos
en la industria maquiladora de exportación, 1975-2006
Personal Número de
Año ocupado** establecimientos**
1975 7,844 99
1976 7,795 93
1977 7,111 92
1978 8,778 95
1979 10,889 101
1980 12,343 123
1981 14,482 127
1982 14,959 124
1983 17,423 131
1984 23,047 147
1985 25,913 192
1986 30,248 238
1987 38,575 296
1988 49,779 355
1989 58,029 436
1990 56,489 436
(Continúa)
237
Cuadro 7 (continuación)
Se firma
Inicio de la el TLC, el
crisis de peso se
México
la deuda devalúa a
entra al
mexicana GATT la mitad
900
800
700
600
500
400
Cd. rota
300
Cd. de paso
Cd. transfronteriza
Cd. global periférica
200
100
0
75 976 977 978 979 980 981 982 983 984 985 986 987 988 989 ** 91 992 993 994 995 996 997 998 999 000 001 002 003 004 005 006
19 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 90 19 1 1 1 1 1 1 1 1 2 2 2 2 2 2 2
19
Establecimientos
80,000
70,000
60,000
50,000
40,000
30,000
20,000
10,000
1975
1976
1977
1978
1979
1980
1981
1982
1983
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2006
Hombres Mujeres
25
20
15
10
0
1930- 1940- 1950- 1960- 1970- 1980- 1990- 1995-
1940 1950 1960 1970 1980 1990 1995 2000
Fuente: Elaborado a partir de Rodolfo Corona et al., Diagnóstico del fenómeno migratorio en Baja California, México, El Colegio
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CUESTIONARIO
Junio, 2005
Nombre: __________________________________
Fecha: _____________________________________
Dimensión objetiva
Datos sociodemográficos
Sexo:
Edad:
Estado civil:
Lugar de nacimiento:
Lugar de residencia:
¿La vivienda es propia o rentada? ¿Cuántos años tiene de vivir en
esta casa?
¿Quién administra los ingresos del hogar? ¿Quién realiza las com
pras?
Trabajo doméstico
¿Cómo se reparte el trabajo de la casa con su pareja?
La pareja
¿Cómo conoció a su esposo/a?
¿Hace cuánto tiempo que no tiene pareja? ¿Cuáles fueron las causas
de la separación o el divorcio? ¿Cómo vivió su separación o divorcio
o viudez? ¿Cómo cambió su vida a raíz de su separación o divorcio o
viudez? ¿De qué manera les afectó a sus hijos? ¿Tiene alguna rela
ción con su pareja anterior?
Grupos religiosos
Sindicatos
Partidos políticos
Dimensión subjetiva
¿Cuando era niño/a qué esperaba ser de grande?
¿Se considera una buena madre/padre? ¿Le gustaría pasar más tiem
po con sus hijos?
¿Qué significa para usted tener una familia? ¿Qué opinión tiene de su
familia?
Antecedentes/Trayectoria laboral
¿Cuántos empleos ha tenido y cuáles han sido?
El trabajo reciente
¿Cómo llegó al trabajo que tiene hoy?
¿Tiene planta?
¿Qué tipo de relación tiene con los demás? ¿Tiene dificultades para
comunicarse con ellos?
Dimensión subjetiva
¿Cuáles han sido los momentos más difíciles de su vida en el trabajo?
En la actualidad,
¿Cuáles son las diferencias que percibe entre los trabajadores de las
diferentes áreas de trabajo?
251
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Índice
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Prólogo
Alfredo Hualde Alfaro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
Los ejes conceptuales: una perspectiva cultural
del trabajo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22
La aproximación metodológica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28
Objetivos e instrumentos de análisis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31
Una caracterización de los casos de estudio . . . . . . . . . . . . . . 35
Sobre la estructura del libro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
Capítulo 1
Las identidades laborales en
la globalización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41
Identidades laborales en la maquiladora . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42
El significado de la flexibilidad laboral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51
De la identidad a las identidades reflexivas
y narrativas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61
La negociación y las formas identitarias en el trabajo . . . . . . . 67
Culturas híbridas y construcción de identidades . . . . . . . . . . . 74
Comentarios finales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 78
Capítulo 2
El contexto: industria, trabajo y ciudad . . . . . . . . . . . . . 81
Ciudad de paso: en el inicio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 82
Ciudad transfronteriza: consolidación industrial . . . . . . . . . 88
Ciudad rota: crisis y restructuración productiva . . . . . . . . . . 93
Ciudad global-periférica: aprendizaje industrial
y precarización laboral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102
Comentarios finales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115
Capítulo 3
La negociación identitaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119
Las transacciones objetivas: del no-reconocimiento
y la desvaloración del trabajo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 120
Las transacciones subjetivas: continuidad o ruptura . . . . . . 124
Comentarios finales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147
Capítulo 4
Narrativas de continuidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151
La vivencia femenina de la continuidad en el trabajo . . . . . . 152
La vivencia masculina de la continuidad laboral . . . . . . . . . . 168
Comentarios finales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 178
Capítulo 5
Narrativas de ruptura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 181
La vivencia femenina de la ruptura en el trabajo . . . . . . . . . . 182
La vivencia masculina de la ruptura en el trabajo . . . . . . . . . 210
Comentarios finales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 225
Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 227
El contexto desde los mundos personales . . . . . . . . . . . . . . . 227
Las formas identitarias y las circunstancias de vida . . . . . . . 230
Anexo
Cuadros y gráficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 237
Cuestionario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 243
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 251
Otras fuentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 267